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Jólabókaflóð

Los poemas
que leímos en 2019

La Bella Varsovia

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Jólabókaflóð

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Jólabókaflóð
Los poemas que leímos en 2019

La Bella Varsovia
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Editorial dirigida por Elena Medel

© De los poemas, sus autoras y autores


© De la ilustración de cubierta, Elisa Alaya
http://instagram.com/elisa.alaya
© De esta edición, La Bella Varsovia
Apartado de correos 7098 - 28080 Madrid
http://www.labellavarsovia.com

Diseño y maquetación:
La Milagrería
http://www.lamilagreria.com

Edición y corrección ortotipográfica:


María Martínez Bautista

No se permite la reproducción, almacenamiento o transmisión total o parcial de este libro


sin la autorización previa y por escrito de la editora. Todos los derechos reservados.

Hecho en España / Made in Spain


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Un Jólabókaflóð propio

La palabra islandesa «jólabókaflóð» significa «inundación de


libros del Yule». Cada año, con motivo del solsticio de in-
vierno, la Asociación de Editores Islandeses distribuye
un catálogo gratuito («bókatíðindi») que recoge las nove-
dades de las últimas semanas. Se trata de su rentrée, de su
Sant Jordi.
Desde la Segunda Guerra Mundial, cuando el papel su-
fría menos restricciones que otros productos, la mayoría
de habitantes de Islandia escoge un libro como regalo na-
videño. Esta tradición se ha deformado, y muchos artícu-
los se refieren al jólabókaflóð como la costumbre de leer en
Nochebuena. Ni indigestiones ni peleas familiares: chime-
nea —ya lo visualizamos—, manta, sofá, bebida caliente y
libro. Demasiado bonito para ser cierto...
Este año nos convertiremos en islandesas de ficción, y
os invitamos a un jólabókaflóð propio: un recorrido por los
libros que hemos publicado en La Bella Varsovia duran-
te 2019, sin incluir textos de los cuatro títulos de La Pe-
queña Varsovia, nuestra colección de poesía infantil; la
ilustración de cubierta sí que es un detalle del trabajo de
la ilustradora Elisa Alaya para Ovejitas negras. Un libro para
disfrutar durante esta Nochebuena, o mañana antes de
reanudar las celebraciones. ¡Bellas fiestas!

Elena Medel
Madrid, 24 de diciembre de 2019

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Jólabókaflóð
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::
blanco era alucinación
mientras turba destila los restos
un cuerpo jamás existió erguido
fingía en la tarde antes del siguiente pliegue
su mitad de oruga acartonándose
almíbar cargado hasta tocar el agua

saludo. varias cabezas de lombriz


tras cortar la tierra
y con ella

el gesto. luego ya no
membrana a sus grietas
todo el cuero cabelludo al descubierto

hay que dejarlo ir


hay que dejarlo ir mientras se está ausente

no se puede justo parar a observar


cómo caen
uno a uno

no se puede justo sujetar la conciencia

hay que dejarlo ir

De Sara Torres,
en Phantasmagoria

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Mi inolvidable alejada: En estos días, a mis lienzos han


llovido negros aceites para pinturas sonámbulas. Encáus-
tica mi aspiración, por difícil y por clásica (Plinio a través
de voz pintora amiga), hoy desdeño yo los óleos…, sí que
quizá acabe en la humilde acuarela. Katherine, mi recón-
dita amiga: batallo con espeluznantes sombras de terror;
una cortina de terrores asoma sus flecos por colinas de mis
hombros. Y justamente ahora llega a mis manos la fotogra-
fía que dicen de l’inconnue de la Seine. La cara apaciblemente
sonreída de esta mascarilla viene a mis miradas con su se-
creto regocijo submarino. Ríe la misteriosa ahogada del
Sena porque se llevó su muy hermético silencio; nadie supo
quién era, y pasó del brazo largo del río, largo de plantas
viscosas homicidas, a los de la inmortalidad: mascarillas,
retratos y la fama del «sin nombre». Otros perviven por
nombre, y esta ahogada que guardó su sonrisa, o que halló
su sonrisa después de morir envuelta en miríadas de peces
ahítos de suicidas, se ha inmortalizado gracias al decoro
con que calló su personalidad vertical.
Diome el retrato un amigo, que contempló lo que más se
parece a la realidad: la mascarilla que se obtuvo de la obsti-
nada en sombras. Lo coloco frente a mis cuartillas, y te escri-
bo; ¿comprendes por qué? Es como si ya tuvieras rostro, un
rostro que pudiera ser tuyo, pues no es de nadie, y yo ignoro
el que tuviste tú. Ella se sonríe con el pliegue derecho de su
boca; levemente, con ternura firme y con descanso. La peque-
ña nariz gruesa se le marca como en perfecto modelo de sa-
la de dibujo…; los grandes y bien surcados ojos se le cierran
en finas rayas sombreadas por grupos de pestañas espesos.
Las del ojo derecho, no sé por qué, me recuerdan una di-
minuta cresta de gallo. Se le ajusta el cabello al cráneo, a
las lentas sienes, partido en dos mitades graciosas, aunque

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severas. La desconocida del Sena es la ahogada más linda,
mejor gozada por el agua, que todo se lo transustanció, has-
ta su nombre, dejándole, eso sí, esta mansa serenidad de vir-
gen que recobra en cada alma que la mira su volumen de
pureza.
Perdóname, Katherine Mansfield, si opongo a tu libro
el retrato de una ahogada. ¡Quién le hubiera dicho a ella
que por el hecho sencillo de amontonar su recato, de
hurtar su nombre, alcanzaría una perennidad de fama; se
vendería su mascarilla para uso de suicidas y de enamo-
rados, de muertos desconocidos y postales con su efigie
andarían poblando mesas y mentes en desvelo lírico!
Dormir con semejante luz de reposo es para mí aho-
ra no sabes de qué indefinible necesidad. Haber tragado
agua, agua, hasta que en el corazón se atosigaran pececi-
llos y hojitas de corales tiernos…, para sonreír eternamente
con sonrisa delgada y dulce… Yo le haría tantos poemas co-
mo granos de sal evaporaran sus cabellos ondulados, blan-
dos, pasmados del tropel submarino.
Estoy muchos días queriendo escribirte, contarte co-
sas de mi círculo mágico, de estas otras pobladoras de mi
música, las soñadoras y elegantes cabras levantinas, que
me ofrecen inesperadas gracias de barro cocido. Cuando
te escribo, en lugar de contarte de qué admirable modo se
arrodillan ante el agua para beberla, con la postrada figu-
ra del que no toca para no manchar, lo hago delante de la
desconocida del Sena, frente a su mística expresión apa-
ciguada…
¿Será una fuente de tranquilidad morir ahogado?

De Carmen Conde,
en Cartas a Katherine Mansfield
(edición de Fran Garcerá)

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Misterio

Silenciosa es la noche: las campanas,


con pausa y gravedad, su voz elevan,
y de las doce el último sonido
al extinguirse en el espacio tiembla.
Un instante no más ha separado
el año que termina del que empieza;
un instante no más, también, separa
la vida humana de la vida eterna.
Un año confundido entre las sombras
en el dormido mundo se despierta.
¡Quién sabe lo que guarda en sus momentos!
¡Quién desgarra el misterio que lo encierra!
Para mí, que temblando lo recibo,
¡quién puede adivinar lo que reserva!
Acaso las auroras de sus días
me anuncien horas de amargura inmensa,
y las trémulas luces de sus tardes
noches de afán y luchas como esta:
noches en que el pasado que ya ha muerto,
el porvenir que mi esperanza crea,
y el presente, que miro con enojos,
como ahora rondarán por mi cabeza.
Tiempo, que has de pasar, yo ambicionara
impulsar con mis manos tu carrera,
y al par es tanto el miedo que me inspiras
que con afán quisiera detenerla.
Año fugaz, que empiezas tu dominio
a la indecisa luz de las estrellas,
lágrimas, risas, ambiciones, luchas,
consigo arrastrará tu indiferencia:
en ti la humanidad, tras de la dicha,
cual siempre, correrá cansada y ciega,

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no comprendiendo que el que ciego nace
aunque brille la luz no puede verla.
Así es la humanidad; dueña y esclava:
mas yo, triste de mí, ¿qué soy en ella?
¿Qué es en el huracán embravecido
un leve soplo que en sus alas lleva?
Año, que has de pasar, en tus momentos,
que han empezado a resbalar apenas,
o abrume mi cabeza la ventura,
o mi cuerpo infeliz cubra la tierra.

De Concepción de Estevarena,
en La misma rama

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El taranlarera [Canción]

Solamente un momento me escuche


toda joven que se halle soltera
y en mis males de taranlarera
tome ejemplo su taranlará.

Libre y sola gocé afortunada


de una dicha pura y lisonjera,
sin que el fuego del taranlarera
me afligiese con taranlará.

Pero un joven amable y gracioso


me mostró una pasión verdadera,
y al decirme su taranlarera
creí cierto su taranlará.

Ofreciome su mano amorosa,


seguí al punto de amor la bandera,
e Himeneo, con taranlarera,
para siempre echó el taranlará.

Al principio gocé virtuosa


de una dicha dulce y hechicera;
pero luego aquel taranlarera
se ha trocado en un taranlará.

De mi esposo la cara de risa


se ha mudado en adusta y severa
y las niñas del taranlarera
le parecen muy taranlará.

En el juego se está todo el día,


pierde y jura con fuerza altanera,

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y, en estando sin taranlarera,
bebe, y viene muy taranlará.

En mi vida triste e infelice


escarmiente toda la que quiera,
pues los hombres del taranlarera
no son siempre del taranlará.

De Vicenta Maturana,
en Corazón, huracán

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Metales del corazón

Si tú supieras que ayer es viejo como América,


que ayer es tan escaso que ya no tiene un sol en cada tarde,
que ayer no es como un árbol sino más bien como un hotel,
que sus horas no se juntan,
no se pueden juntar,
para poder vivirlas económicamente

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tomando el sol en el pinar de Agosto.


Si tú supieras que ayer tal vez resulta caro,

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y que ha vendido en pública subasta


su balneario de sal para las olas,

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sus crepúsculos vespertinos,


y su anestesia cívica;
o si se quiere,
su cerrada y mohosa seguridad de editorial político;
y finalmente,
si tú supieras que un poema
no puede ya volver a ser como un escaparate de joyería,

14
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si tú supieras que ahora es preciso que escribamos


desde el solar de la palabra misma,
desde el solar de la palabra misma

sola

sol

sss

sssssssssss$s$s$s$s$s$s

De María Ángeles Pérez López,


en Interferencias

Luis Rosales. Google.

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Ana Orantes

Transita del azul


al ámbar el dibujo de la llama.
Un arcoíris derretido,
titilando sombra
en un pequeño charco
de gasolina. Quién está mirando.
Quién dice qué.

De Raúl Quinto,
en La lengua rota

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La primera vez que te subiste a un avión
tú dibujabas
y yo lloraba porque me daba miedo morir.
Íbamos a una isla cerca de África
y solo estuvimos cincuenta horas
y fuiste feliz
como eres siempre.
Dejaste que te hiciera coletas
rodaste por la duna
dormiste con nosotros
hablaste por los codos
jugaste a inventar comidas asco:
tortilla de arañas
sopa de fuego
y caca y escarabajo.
No dejo de repetirme que la culpa es mía.
Tú eres prácticamente perfecta
y mucho más divertida de lo que había imaginado.
Pero ahora ya sabes detectar
cualquier forma de impaciencia en mi voz
cualquier rasgo de debilidad
el ligero tono que acompaña a los reproches.
Tú ahora ya sabes detectar
la desesperación escondida en mis palabras.
Y me dices:
¿Por qué hablas así, mamá?
No pasa nada, mamá.
¿No estás contenta?

De Lara Moreno,
en Tuve una jaula

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24

DESEAR que las moras crezcan y enrojezcan en las zarzas.


Saber que algún día habrán de madurar,
y que el sabor nunca será tan bueno,
ni tan dulce,
como el pensamiento de la mora.

De Cristina Sánchez-Andrade,
en Llenos los niños de árboles

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Estaciones

Primavera.
La gente que ha tenido algún muerto
en los meses de invierno
comienza a redescubrir
muchas cosas pequeñas —
más allá de aquello.
Las flores las llevan siempre
al cementerio —
pero con ternura se embelesan
mirando cómo son blancas
cómo son rosas —

Deseo de vida.

Milán, 16 de abril de 1932

De Antonia Pozzi,
en Inicio de la muerte
(con traducción
de María Martínez Bautista)

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Cancha fracaso sombrero

Si estuviera en el vientre de mi madre


comería caramelos
y nunca jugaría al ajedrez.

La noche aquella
en la que dormí sola
en una habitación de hotel
de Bangkok,
comí galletas
como reacción post-trauma
y leí ciento cincuenta veces
los datos de un billete de avión
en un e-mail.

Si estuviera en el vientre de mi madre


no habría muertos.

Si estuviera en el vientre de mi madre,

cancha fracaso sombrero,

de la infancia diría
que es una culebra
que come caramelos
y se saca tierra de los ojos.

De la infancia diría,

solo,

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los veranos al sol.

De Sara Herrera Peralta,


en Caramelo culebra

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Retrato de mi madre con una ciruela

Mi madre se restriega una ciruela por el muslo. Hay un


rastro de color. No porque la carne sea blanca, sino porque
se pudre la fruta.
Mi hermana escribe sobre cómo las mujeres romanas se
maquillaban usando fruta podrida. Dice que es increíble. Lo
que quiere decir es que le da asco.

ii

Mi madre arrastra una ciruela por el muslo. Sentada, no


hay dirección.
El gesto no tiene función alguna. Por eso es el gesto del
poema. Solo mancha, huele, destaca la desnudez de todo
lo demás.
Yo miro apoyado en el marco de la puerta.

iii

Una piel roza otra piel. Se rompe, mancha. Resbala antes


de llegar a la semilla. Se deshace.
Y no hay vuelo ni herida.
Si yo miro, el gesto es cotidiano. También el poe-
ma. La ciruela tiene el tamaño exacto del puño de
mi madre.

De Ismael Ramos,
en Fuegos
(traducción del autor)

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Un motor vital

Usi a un viver malandà.


Francesco Giusti

Mecido por el rumor del aire acondicionado


camina sobre la moqueta del apartamento
sin prestar atención a las láminas de las paredes,
abstractas o aborígenes, como fragmentos de muros
pintados por el tiempo y arrancados para ser colgados
[aquí
porque hay quien piensa, está de moda, que es acogedor
rodearse de cierta apariencia de intemperie;
y atraviesa el salón impersonal hasta llegar a la ventana.
Busca familiaridad: el rascacielos que recuerda al Citicorp,
la antena de la televisión donde a esta hora
habrá gente cenando de forma giratoria.
Da un trago de agua y se acuesta.
Antes de dormirse piensa en el taxista bosnio
que le explicó que si el café es tan bueno aquí
es gracias al empeño de un tío suyo
porque antes, antes la ciudad era aburridísima.

Ya por la mañana repara en que es extraña


la sensación de confort, de ligereza,
mientras camina por calles y galerías
asombrándose de pequeñas diferencias
en aves callejeras y rostros
—lo que parece la felicidad a partir de los cuarenta:
no sentir dolores, no pensar demasiado,
abandonarse a ser sin más— mientras todos
aquellos a quienes quiere duermen su noche
en el otro lado exacto del planeta:

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duermen su invierno mientras él
camina por un verano amable, que hace todo
por ser su amigo.

Y piensa en que, por qué no, la vida sería posible aquí,


tranquila y con la novedad que se soporta
después de los cuarenta: libros nuevos mezclados
con otros familiares, las ostras magníficas de la cena
de anoche, frente a la bahía, o la otra noche,
en Woolloomooloo, mejores aún, aunque tal vez
sea sólo la certeza de no ir a volver jamás, así que
¿por qué no localizar aquí la felicidad posible,
a salvo de la cotidianidad y de lo presuntamente realizable?

Por la mañana, después de ver el aburrido museo


de arte moderno —salvó apenas un vídeo de Joan Ross,
«Colonial Grab», en el que una emperifollada dama
[colonial
juega a las máquinas recreativas para ganar acceso
a un paisaje nativo que cultiva en unos jarrones
que acaban por romperse destrozando el conjunto—,
buen café, bosnio o no, deliciosa
tarta de higo y pistacho en la terraza.
Enfrente, una chica trabaja con su ordenador
con las piernas abiertas dejando ver, bajo la minifalda azul,
las bragas rojas, la danza luego de su novio,
no muy elaborada, para demostrar propiedad.

A mediodía, con una cerveza William’s mientras


en las piscinas naturales los niños se bañan y las jóvenes
doradas como doradas son las jóvenes en todas partes
pero más allí, en la pacífica playa de Coogee,
piensa que un motor vital no es algo que uno lleve
[instalado
como una pieza montada de serie, sino más bien

24
algo que va corriendo delante de nosotros, a cierta
[distancia,
como un objetivo lebruno. Recorre un trecho del paseo
junto a la costa, ausculta a quienes encuentra como
[queriendo
adivinar, de un vistazo, si ellos son felices o no,
como si la felicidad estuviera sujeta a estadísticas
[geográficas
o fuera posible a granel en un lugar concreto.
El pensamiento asociativo nunca le permite estar
donde realmente está, de modo que acaba en su aldea,
de niño, como si la playa se hubiera plegado espacio-
temporalmente sobre la de su niñez. Debe de ser
el olor a salitre, piensa.

Y tal vez sea sólo


que siempre se ha sentido en las antípodas de la vida.

De Martín López-Vega,
en El uso del radar en mar abierto
(Poesía 1992-2019)

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Señor, su capa

Me llamo Bruce Banner y antes de trabajar para la SHIELD


pedí una beca en París que no me concedieron nunca.
Lloré y leí a Stevenson casi a partes iguales.

Me llamo Frank Castle y una vez


sufrí un esguince de muñeca y amé los parques y los
[manteles a rayas
rojas sobre fondo blanco.

Me llamo Remy LeBeau y nunca conoceré mi apellido real


pero sé que compartí amor y delito en los porches
[de Nueva Orleans.
Ganaba todas las partidas de póquer.

Me llamo Warren K. Worthington III y dijeron que tenía


todo un futuro a mi favor y una bonita mata de pelo rubio
[y un padre
que era un verdadero hijo de puta.

Me llamo Robert Drake aunque una antigua novia dijo


Bobby y fuimos a dedo hasta Florida.

Me llamo Hank P. McCoy y un día casi mato de un susto


a mi madre. Solía tomar semanalmente café y pastas
[con la madre
de mi madre.

Me llamo Jean Grey y amé a Scott Summers pero antes


[cogí aquel taxi
e incluso antes de todo eso escribía en mi cuaderno íntimo
[de cuadernas
de sándalo.

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Me llamo Scott Summers y pegué un estirón y estrenaba
[zapatillas
todas las navidades, y mi mirada era sencilla.
Correspondí al amor de Jean Grey.

Me llamo Erik Magnus Lehnsherr y leí a Celan y a


[Canetti y a Freud y a Hannah
Arendt.
Pero tuve miedo y no leía a Primo Levi.

Me llamo Unai Velasco Quintela y nací en el 86


pero leí una Biblia del 65.
Mi abuela dijo Carmelo, enséñame a leer la cartilla al borde
[de un portal y yo
le prestaría después un libro de Miguel Hernández.

Y esto no es, sin embargo,


ninguna educación sentimental.
Aunque bien podría serlo.

De Unai Velasco,
en En este lugar

27
Asimetría navideña:
nos hemos plegado al sistema neoliberal
pero no quiero decepcionarte en Navidad

Me sabe a menester tu porte babieco pues cerca estoy de la


agudeza en la gran superficie por ti añoramos es indudable
el pequeño comercio y su relato nos distancia del estado
español pero ha menguado nuestra liza joven no me culpes
del desánimo que me ha roto el corazón la izquierda y nos
vence por ello un gusto fingido por la majestad con todo la
manufactura nos hace espléndidos bien conozco tu desen-
canto aunque he seguido a pies juntillas la epístola es engo-
rroso el antojo y trae reproche mi asimetría cuando me pides
ahínco pero no miento si te digo que no preciso más muñe-
cos porque ya nos hemos regalado una nueva matemática
y en efecto una teja no basta para esconder dos torsos para
qué reprimirse a la intemperie si nos merma un almana-
que irresistible obsequiémonos por ello con unos labios
summerliving doscientos quince he encontrado el marrón
a pesar de la afluencia firme el veredicto y hay fracaso en
el ticket regalo después una mujer ciega que me estrecha
dadivosa en esta nueva alegría de la transacción separé-
monos no hay tiempo fuera de la burguesía un año es solo
un pacto entre gente que respira un mismo aire nos hace
longevos el cansancio de la celebración cuántos contici-
nios requiere el racimo es cabal nuestro alejamiento pues
la parentela nos sabe únicos en qué casa cenaréis en No-
chevieja nos dicen con el albedrío soslayamos la paraferna-
lia porque es áspero el hogar lejos de la ecuanimidad veo
gris en el confeti he procurado la soledad y a pesar de la
limosna te he encontrado en el dispendio y es que hay algo
perenne en nuestro vigor somos incesantes en esta esporá-
dica barahúnda como cada año procuré el sigilo y llegó el
embalaje a tus espaldas aún hay una fiesta en la docena dos

28
veces seis cuatro veces tres doce apóstoles la undécima es
la uva de noviembre y esta noche aprendemos pacientes la
enseñanza del reloj se sonroja el celofán porque es vetusto
si hubo adherencia es liviano el rubor y da placer en la glo-
rieta saluda de nuevo el sol complicada se presenta la es-
caramuza pero seguimos seguimos buscando el don no es
codicia lo nuestro es empeño y te mofas de mi euforia de
año nuevo pero todo es inédito y dice Radetzky que nos
quiere violentos

De Juan María Prieto,


en La fundación

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Pero si son muñecos

Mamíferos es lo que buscamos, muñecos


de sangre caliente con ojos que miren
y boca que mastique. Que parezca
que algo les late dentro. El exterior, que sea
de pelo suave. La nariz
es quizá lo de menos. Con eso
funcionamos, o incluso con peluches
que hayan estado un rato cerca del radiador.

Qué haremos cuando sólo nos quede un caramelo


de los que dejan la garganta suave.
En esta caja llevo el último: has de saber
usarlo como bálsamo. Pues justo así es la vida
que me queda, o así la siento al menos al chuparla,
como ese caramelo que en la boca
se escurre como un pez.

De Mercedes Cebrián,
en Muchacha de Castilla

30
tan solo ella

soñé con la mariposa-labrador


volando solitaria por Grigore Bălan,
de aquí para allá,
cabizbaja

soñé con ciudades de suecia

una anciana escurriendo el sol como una camisa


sobre un barreño

soñé con d.h.,


joven e inesperadamente hermosa
escuchando la radio en casa de mis abuelos,
sorbiendo una taza de leche caliente

soñé con senos más pequeños que un colibrí,


manos secas, los enormes sexos de algunos conocidos

soñé con el día en el que se termina para siempre el placer

soñé con un niño jugando en los huertos de café,


avanzando lentamente y solo entre la nata que crujía como
[la hierba seca

soñé con la lengua italiana, la montaban unos adolescentes


[en una mesita
con piezas de lego de colores

y todo este rato, mientras yo dormía y soñaba,


ella durmió muy lejos de mí
y me soñó

31
transcribía cada uno de mis sueños
después volvía a soñar
para asegurarse de anotar absolutamente todo

cuando aparecía la luz nos despertábamos cada uno en un


[lugar distinto y empezábamos la vida,
íbamos al trabajo, a la compra,
cuidábamos de otros

y fuera nevaba, era una nieve azul y blanda, de peluche


la mariposa-labrador volaba solitaria por Grigore Bălan,
de aquí para allá,
cabizbaja

no nos reconocía

De Dan Coman,
en El insectario Coman
(con traducción de Elena Borrás)

32
Bókatíðindi
33
Phantasmagoria
Sara Torres

104 páginas.
Publicado el 14 de enero.
12 €.
ISBN: 978-84-948007-9-5.
IBIC: DCF.
Imagen de cubierta de Marta
Velasco Velasco.
Colección Poesía.

Un cuerpo virtual, hecho de


imágenes, atraviesa un pai-
saje de dunas. En su soledad
total, camina acompañado.
Su «phantasmagoria» es la huella viva de lo que ya no está:
gestos, espacios, amantes. De esas memorias, que exceden
al ser que las custodia, surge esta obra sobre el deseo y
la pérdida, sobre el sujeto que se construye recordando lo
que una vez amó y ya no está presente: el dolor del cuerpo
aislado y el funcionamiento de la mente en el recuerdo.

Sara Torres nació en Gijón en 1991. Realiza estudios de


doctorado apoyada por una beca de investigación de la
Universidad Queen Mary de Londres. Su proyecto docto-
ral lleva por título The Lesbian Text: Fetish, Fantasy and Queer
Becomings. Es autora de los libros de poemas La otra genea-
logía (Premio Nacional de Poesía “Gloria Fuertes”; Torre-
mozas, 2014) y Conjuros y cantos (Kriller 71, 2016). En 2016
obtuvo una beca de residencia en la Fundación Antonio
Gala, durante la cual escribió la novela Vida mínima (men-
ción especial BFAG). Su último libro, Phantasmagoria, apa-
rece vinculado a un proyecto estético en desarrollo con la
artista Marta Velasco Velasco.

34
Cartas a Katherine Mans-
field
Carmen Conde
Edición de Fran Garcerá

112 páginas.
Publicado el 28 de enero.
12 €.
ISBN: 978-84-948007-5-7.
IBIC: DNF.
Fotografía de cubierta de Pa-
try García.
Colección Prosa.
En 1935, la joven Carmen Conde comenzó una profun-
da amistad con Katherine Mansfield, fallecida doce años
atrás. En estas Cartas a Katherine Mansfield —que se reedi-
tan completas aquí por vez primera, con edición de Fran
Garcerá— laten la cotidianeidad y las dudas existenciales,
la muerte y las pulsiones suicidas, el gozo extraño de las
pequeñas cosas que el mundo ofrece y el misterio absor-
bente de la creación artística. Carmen Conde las escribió
desde la fascinación y la curiosidad, a la vez que dejó tras-
lucir en ellas una complicidad que no entiende de tiempo,
distancia ni idioma.

Carmen Conde (Cartagena, Murcia, 1907-Majadahonda,


Madrid, 1996) es una de las voces más significativas de la
literatura española del siglo xx y uno de los ejemplos más
lúcidos de defensa y visibilización de la escritura de mu-
jeres. Cultivó diversos géneros a lo largo de su trayectoria,
aportando en todos ellos su particular visión y su rico do-
minio del lenguaje. Fue merecedora del Premio Nacional
de Poesía (1967) y de Literatura Infantil y Juvenil (1987).
Fue la primera mujer académica de número en la RAE.

35
La misma rama
Concepción de Estevarena

60 páginas.
Publicado el 4 de marzo.
4,90 €.
ISBN: 978-84-948412-0-0.
IBIC: DCF.
Collage de cubierta de Fran-
cisca Pageo.
Colección Biblioteca.

Hay algo prodigioso en la


poesía de Concepción de Estevarena: brillantes por su al-
tura poética, sus versos nacen de la vocación inquebranta-
ble de su autora frente a la prohibición expresa de su padre.
Su equilibrio entre lo meditado y lo inevitable, su posicio-
namiento neutro en los poemas de temática amorosa, su
capacidad para sintetizar y reelaborar la estética del Ro-
manticismo tardío y su extraordinaria calidad hacen de
ella un ejemplo raro y muy valioso, que celebramos con
esta antología.

Concepción de Estevarena nació en Sevilla en 1854. La


oposición radical de su padre a su vocación poética le obli-
gó a ocultar su actividad literaria. Su respiro creativo lo
encontró en la familia Velilla, con quienes cultivó una gran
amistad. Tras la muerte de su padre en 1875, Estevarena se
vio forzada a vender su casa para pagar deudas y tuvo que
marchar a Jaca con un pariente que la acogió. Allí murió
un año más tarde, víctima de una tuberculosis contraída
en el viaje desde Sevilla. El acta de su fallecimiento decía:
«muere soltera de veintidós años dedicada a ocupaciones
domésticas sin testar». La familia Velilla reunió sus poe-
mas en Últimas flores (1877), de publicación póstuma.

36
Corazón, huracán
Vicenta Maturana

60 páginas.
Publicado el 4 de marzo.
4,90 €.
ISBN: 978-84-948412-1-7.
IBIC: DCF.
Collage de cubierta de Fran-
cisca Pageo.
Colección Biblioteca.

Una necesidad de clarificar


el mundo mueve los versos de Vicenta Maturana. Cultivó
numerosas formas poéticas y en cada una dijo con un tono
y con distinto rigor, desde la ligereza del amor juvenil has-
ta el dolor del olvido, desde la indagación descarnada de la
propia miseria hasta la crueldad burlona de la sátira. Con
una capacidad admirable para pasar de lo leve a lo grave,
y de las cosas pequeñas a las grandes cuestiones, aunó en
su obra el orden ilustrado y la emoción romántica, confor-
mando una visión sobre el saber, el sentido de la vida y el
rol de las mujeres capaz aún hoy de interpelarnos.

Vicenta Maturana nació en Cádiz en 1793. Recibió una


formación que, tratándose de una mujer de su época, des-
taca por su completitud. Fue camarista de las reinas Ma-
ría Isabel de Braganza y María Josefa Amalia de Sajonia
entre 1816 y 1820. Su marido y su hijo se unieron al bando
carlista durante la guerra de 1833, y ella debió exliarse en
Francia con sus hijas. En 1847 se estableció definitivamen-
te en Alcalá de Henares (Madrid), donde murió en 1859.
El volumen Ensayos poéticos (1828) reunió los poemas que
había publicado en Diario Mercantil y Correo Literario y Mer-
cantil. Fue también autora de novelas, y tradujo del francés.

37
Interferencias
María Ángeles Pérez Ló-
pez

88 páginas.
Publicado el 15 de abril.
11,90 €.
ISBN: 978-84-948007-4-0.
IBIC: DCF.
Collage de cubierta de Car-
men Berasategui.
Colección Poesía.

«Escrituras desapropiadas.
Sin dueño en el sentido es-
tricto del término. Inconve-
nientes. Aunque, con mayor precisión tal vez, impropias.»
(Cristina Rivera Garza)

Aquí la realidad se abre camino. Aquí interfieren en las


frecuencias del tejido poético, como ondas de una emisora
de radio clandestina, las voces anónimas y las voces incó-
modas que narran el conflicto, la violencia, los crímenes,
la hipocresía, la injusticia: nuestro mundo. Un ejercicio
originalísimo de intertextualidad, haciendo dialogar los
poemas de otros con las vidas de otros, para obligarnos a
mirar un retrato desolador y amargo de nosotros.

María Ángeles Pérez López nació en Valladolid en 1967.


Es profesora titular de Literatura Hispanoamericana en la
Universidad de Salamanca. Ha publicado varios libros de
poemas, por los que ha obtenido diversos premios, y dos
plaquettes. Antologías de su obra han sido editadas en Ca-
racas, Ciudad de México, Quito, Nueva York, Monterrey
y Bogotá, además de traducidas al italiano y al portugués.

38
La lengua rota
Raúl Quinto

80 páginas.
Publicado el 22 de abril.
10 €.
ISBN: 978-84-948412-2-4.
IBIC: DCF.
Collage de cubierta de John
Washington.
Colección Poesía.

Zenón de Elea se arrancó la


lengua de un mordisco, y se
la escupió a la cara al tirano
de la ciudad cuando este le
exigió colaboración. La lengua rota habla sobre la necesidad
de rescatar las palabras de la boca de los monstruos: una
poética no ya del silencio, sino del silenciamiento y de la
rebelión, y un análisis poéticamente preciso sobre la es-
tructura de un mundo donde son otros los que tienen el
poder de nombrar y decidir qué se puede o no decir.

Raúl Quinto nació en Cartagena en 1978. Es licenciado en


Historia del Arte por la Universidad de Granada y actual-
mente reside en Almería, donde ejerce como profesor. Es
uno de los coordinadores de la Facultad de Poesía José Án-
gel Valente y colabora como crítico en publicaciones como
Quimera. Es autor de los poemarios Grietas (Dauro, 2002;
reeditado junto a Poemas del Cabo de Gata, La Garúa, 2007),
La piel del vigilante (DVD, 2005), La flor de la tortura (Rena-
cimiento, 2008) y Ruido blanco (La Bella Varsovia, 2012),
además de los libros de prosa híbrida Idioteca (El Gaviero,
2010), Yosotros (Caballo de Troya, 2015) e Hijo (La Bella
Varsovia, 2017).

39
Tuve una jaula
Lara Moreno

84 páginas.
Publicado el 27 de mayo.
11,90 €.
ISBN: 978-84-948412-5-5.
IBIC: DCF.
Fotografía de cubierta de
Irene Zóttola.
Colección Poesía.

Tuve una jaula cuenta una his-


toria de terror. Estos poemas
abordan las violencias coti-
dianas que construye el len-
guaje, y que con el lenguaje se hacen carne, y contra las que
con el lenguaje mismo tenemos que luchar: las violencias
a las que se enfrenta una mujer en sus papeles distintos
—el de la madre y la hija, el de la amiga y la amante, el de
la mujer que es por sí misma—, y que aquí se cuentan en
poemas descarnados, torrenciales. Con una voz planteada
radicalmente femenina, y con una aspiración que se retra-
ta deliberadamente universal, Lara Moreno ha escrito un
libro del que no se sale indemne.

Lara Moreno nació en Sevilla en 1978. Ha publicado los li-


bros de relatos Casi todas las tijeras (Quórum, 2004) y Cuatro
veces fuego (Tropo, 2008), y los poemarios La herida costum-
bre (Puerta del Mar, 2008) y Después de la apnea (Ediciones
del 4 de Agosto, 2013). Es también autora de las novelas
Por si se va la luz (Lumen, 2013), por la que fue elegida Nue-
vo Talento FNAC, y Piel de lobo (Lumen, 2016), finalista del
Premio de la Crítica.

40
Llenos los niños de ár-
boles
Cristina Sánchez-Andrade

72 páginas.
Publicado el 27 de mayo.
10 €.
ISBN: 978-84-948412-7-9.
IBIC: DCF.
Fotografía de cubierta de
Dara Scully.
Colección Poesía.

Por estos poemas atraviesa


un miedo que se despierta
con el tiempo: el de la mor-
dedura atroz de la vejez. También los recorre la extrañeza
que separa el amor a los hijos y la necesidad de un espacio
propio; y ese otro miedo que nace de la incapacidad para
expresar la ternura, o de la ausencia de algo indefinido que
adopta forma de pájaro. Habla sobre el entorno que hiere,
sobre la memoria que cura, y lo hace desde la conciencia de
que «el mundo ya estaba en mi corazón,/ como la pequeña
mancha de podredumbre en la cereza».

Cristina Sánchez-Andrade nació en Santiago de Com-


postela en 1968. Es licenciada en Ciencias de la Informa-
ción y en Derecho. Entre otros títulos, ha publicado las
novelas Ya no pisa la tierra tu rey (Anagrama, 2004; Premio
Sor Juana Inés de la Cruz), Las Inviernas (Anagrama, 2014;
finalista del Premio Herralde de Novela, PEN Award para
la Traducción y PEN Award para la Promoción) y Alguien
bajo los párpados (Anagrama, 2017). Su obra ha sido traduci-
da al inglés, francés, alemán, portugués, italiano, polaco y
ruso. Llenos los niños de árboles es su primer libro de poemas.

41
Floricela
Amalia Bautista
Ilustraciones de Bea Enrí-
quez.

32 páginas.
Publicado el 3 de junio.
13,90 €.
ISBN: 978-84-948412-3-1.
IBIC: YDP.
Colección La Pequeña Varsovia.

Floricela no es una bebé corriente: todo el mundo se dio


cuenta nada más verla. ¿Recuerdas a qué edad dejaste de co-
mer papillas y empezaste a masticar? Seguro que Floricela
lo hizo muchísimo antes que tú... No acerques comida a
este libro, ¡a lo mejor desaparece!

Amalia Bautista (Madrid, 1962) ha publicado libros como


Cárcel de amor (Renacimiento, 1988), Cuéntamelo otra vez
(La Veleta, 1999), Hilos de seda (Renacimiento, 2003), Estoy
ausente (Pre-Textos, 2004), Pecados (en colaboración con
Alberto Porlan; El Gaviero, 2005), Tres deseos. Poesía reunida
(Renacimiento, 2006; 2ª edición, 2010), Roto Madrid (con
fotografías de José del Río Mons; Renacimiento, 2008) y
Falsa pimienta (Renacimiento, 2013). Floricela (La Bella Var-
sovia, 2019) es su primer libro de poesía infantil.

Bea Enríquez (Madrid, 1982) finalizó su formación artís-


tica en la Escuela de Arte 10 de Madrid en 2004. Actual-
mente está centrada únicamente en proyectos artísticos,
desarrollando sus propios guiones de novela gráfica, ilus-
trando libros y pintando. En 2018 fue ganadora del XI Pre-
mio Internacional Fnac-Salamandra Graphic de novela
gráfica por su obra ¿Dónde estás? (Salamandra, 2018).

42
La Rosa y el Rosa
Ana Rossetti
Ilustraciones de Milka
Sukno.

32 páginas.
Publicado el 3 de junio.
13,90 €.
ISBN: 978-84-948412-4-8.
IBIC: YDP.
Colección La Pequeña Varsovia.

La Rosa y el Rosa se van a casar. Su boda estará llena de


preciosos colores, riquísimos dulces... ¡Habrá tarta, por
supuesto! A la fiesta se unen ya las frutas y otros invitados
muy originales, con su ropa más elegante y muchas ganas
de pasarlo bien. ¡Solo faltas tú!

Ana Rossetti nació en San Fernando (Cádiz) en 1950,


aunque reside en Madrid. Entre sus poemarios se encuen-
tran títulos como Los devaneos de Erato (Premio Gules; Pro-
meteo, 1980), Dióscuros (Jarazmín, 1982), Indicios vehementes
(Hiperión, 1985), Devocionario (Premio Internacional de
Poesía Rey Juan Carlos I; Visor, 1986), Yesterday (Torremo-
zas, 1988), Punto Umbrío (Hiperión, 1996) y Llenar tu nom-
bre (Bartleby, 2008) y Deudas contraídas (La Bella Varsovia,
2016). Reunió su poesía en La Ordenación (Fundación José
Manuel Lara, 2004). Es también autora de cuentos, ensa-
yos, novelas y obras de literatura infantil y juvenil. Su títu-
lo más reciente en este último ámbito es La Rosa y el Rosa.

Milka Sukno nació en la ciudad de La Serena, en el norte


de Chile. Comenzó estudios de Arquitectura y Diseño de
Moda, pero decidió centrarse de manera autodidacta en el
campo de la ilustración, al que actualmente se dedica.

43
Inicio de la muerte
Antonia Pozzi
Edición y traducción de
María Martínez Bautista

152 páginas.
Publicado el 17 de junio.
12,90 €.
ISBN: 978-84-948412-9-3.
IBIC: DCF.
Composición floral de Elisa-
beth Blumen y fotografía de
cubierta de Carlos Rejas.
Colección Poesía.

Evocadoramente nítidos apa-


recen en estos poemas los paisajes con los que se funde la
personalidad de Pozzi, y con los que dialoga en su intros-
pectiva búsqueda del sentido de la vida y del sentido —o
la aceptación— de la tristeza. Y un amor inmenso, capaz
de transformarlo todo y de aunar la fugacidad de los mo-
mentos felices y el deseo de eternidad; un amor que con
sorprendente templanza acerca la vida y la muerte.

Antonia Pozzi (Milán, 1912-1938) es una de las voces


imprescindibles de la poesía italiana. Su biografía quedó
marcada para siempre por su relación con Antonio Maria
Cervi, así como por su deseo frustrado de convertirse en
madre. No publicó su obra en vida y, después de su suici-
dio, su padre reunió —y mutiló— sus poemas.

María Martínez Bautista (Madrid, 1990) ha publicado


los poemarios Primera noche en las ciudades nuevas (Ayunta-
miento de Málaga, 2012) y Galgos (La Bella Varsovia, 2018;
II Premio “Javier Morote”). Trabaja como editora.

44
Caramelo culebra
Sara Herrera Peralta

72 páginas.
Publicado el 1 de julio.
10 €.
ISBN: 978-84-12-04750-9.
IBIC: DCF.
Ilustración de cubierta de
María Melero.
Colección Poesía.

Como sucede en la vida y


en la realidad, los poemas
de Caramelo culebra se desen-
vuelven con un tono agridul-
ce: un libro de una madurez rotunda, que plantea un paso
más allá en su poética, y abarca el trayecto justo entre la
reflexión sobre la importancia de la escritura, la materni-
dad como bálsamo y también como desafío, el compromi-
so con una sociedad que desdeña el lugar que habita, y a
quienes la componen.

Sara Herrera Peralta nació en Jerez de la Frontera en


1980; actualmente reside en Cazals (Francia). Es autora de
doce libros de poesía, siendo hasta ahora el más reciente
Hombres que cantan nanas al amanecer y comen cebolla (La Bella
Varsovia, 2016), y de la novela Arroz Montevideo (2016), se-
leccionada en la 31ª edición del Festival du premier roman
de Chambéry (Francia). Sus poemas han sido incluidos en
numerosas antologías y revistas de España, Francia, Italia
y Latinoamérica, y traducidos al inglés, italiano, francés,
portugués o esperanto. Por su obra poética ha recibido los
premios “Voces Nuevas”, “Martín García Ramos”, “Ana de
Valle” o “Carmen Conde”.

45
Fuegos
Ismael Ramos
Traducción del autor

80 páginas.
Publicado el 2 de septiembre.
10,90 €.
ISBN: 978-84-12-04752-3.
IBIC: DCF.
Imagen de cubierta de Sergio
Belinchón.
Colección Poesía.

Ismael Ramos incendia su


escritura. Más allá del víncu-
lo evidente con el título, esa
acción empuja a los poemas a tomar cuerpo, a destruirse.
Fuegos se concibe plural —en prosa, con personajes, tan
poroso en su concepto de los géneros— en sus muchos ca-
minos: el hilo que une la memoria y la identidad, la familia
como herida en el presente, el entorno rural como expe-
riencia propia y no como postal, la escritura que se entien-
de canto y que se entiende abismo. Una de las voces más
inteligentes y firmes de la nueva poesía gallega, consciente
de que el fuego aniquila y —al mismo tiempo— purifica.

Ismael Ramos nació en Mazaricos (A Coruña) en 1994. Es


autor de los poemarios Os fillos da fame (XVIII Premio “Jo-
hán Carballeira” de Poesía; Xerais, 2016) y Lumes (Apiario,
2017), que ahora se traduce al castellano. Sus poemas han
sido traducidos también al finés, francés, inglés y portu-
gués, e incluidos en revistas y antologías como No seu des-
pregar (Apiario, 2016), 13. Antología de la poesía gallega próxima
(Chan da Pólvora/Papeles mínimos, 2017) y Piel fina (Ma-
remágnum, 2019).

46
El uso del radar en mar
abierto. Poesía 1992-2019
Martín López-Vega

288 páginas.
Publicado el 9 de septiembre.
14,90 €.
ISBN: 978-84-12-04753-0.
IBIC: DCF.
Fotografía de cubierta de Yo-
sigo.
Colección Poesía.

El uso del radar en mar abierto


condensa más de veinticin-
co años de escritura poética
de Martín López-Vega, ordenada y pasada a limpio, desde
sus primeros libros al reciente Gótico cantábrico, con el aña-
dido de una serie de inéditos. Una poesía que siempre se
ha querido más radiografía que polaroid, que cree en la cla-
ridad sin renunciar al experimentalismo, que relee la tradi-
ción universal con acento propio y reflexiona sobre la ex-
periencia de ser humano en estos confusos inicios del siglo
xxi.

Martín López-Vega nació en Póo de Llanes (Asturias)


en 1975. Además de los libros de poemas aquí reunidos, es
autor de una breve obra poética en asturiano resumida
en Otra vida (2008). Ha publicado también obra en prosa,
tanto en castellano como en asturiano. Ha recogido sus
traducciones de diversas lenguas en los volúmenes Equi-
paje de mano (2003), Raíz de fresno infeliz (2010) y Mapamundi
(2014). En Extravagante tripulación (2012) reunió sus entre-
vistas con escritores.

47
En este lugar
Unai Velasco
Premio Nacional de Poesía
Joven “Miguel Hernán-
dez” 2013

54 páginas.
Publicado el 16 de septiembre.
9 €.
ISBN: 978-84-12-04751-6.
IBIC: DCF.
Ilustración de cubierta de
Molly Martin.
Colección Poesía.

De ciertos espacios concretos


—el diálogo con la obra ajena, la conciencia de la realidad,
la reacción ante esta— parte En este lugar. De un espacio
que tiene que ver —por ejemplo— con la relectura de una
tradición anchísima, con espacio para la literatura de
aquí y de allá, las pantallas grandes y pequeñas, los vi-
deojuegos; y de un espacio al que se accede por un cami-
no que vislumbraron los clásicos: poemas con principio y
fin, a los que nos acercamos con la sensación de que todo
se agotará. Estamos aquí y dejaremos de estarlo; mientras
tanto, aprovechémoslo.

Unai Velasco nació en Barcelona en 1986. Es poeta, crítico


cultural y responsable de la editorial de poesía Ultramarinos.
Ha publicado los poemarios En este lugar (Papel de fumar,
2012; Premio Nacional de Poesía Joven “Miguel Hernán-
dez” 2013) y El silencio de las bestias (La Bella Varsovia,
2014). Sus textos han aparecido en medios como CTXT,
Quimera o Qué Leer. Ha participado en diversas antologías,
y sus poemas han sido traducidos al griego y al rumano.

48
La fundación
Juan María Prieto

84 páginas.
Publicado el 23 de septiembre.
11,90 €.
ISBN: 978-84-948412-6-2.
IBIC: DCF.
Collage de cubierta de Virgi-
nia Lorenzetti y fotografía de
Flavia Daniele.
Colección Poesía.

Armarse de un espacio pro-


pio —físico, simbólico— en
tiempos de precariedad, aco-
tar la intimidad cuando todo se narra al minuto: la voz que
construye estos poemas inicia una revolución. Juan María
Prieto ha escrito un libro visionario que no distingue entre
la emoción y la política, sino que entiende su lucha como
un todo. Las respuestas a las expectativas ajenas —y las
propias— cuando se alcanza la madurez, la rebeldía ante
quienes se empeñan en una forma única de vida: estos tra-
zos erigen La fundación.

Juan María Prieto nació en Córdoba en 1982. Poeta, pro-


fesor y doctor en Literatura Española, es autor de los li-
bros de poemas Noctívagos (La Bella Varsovia, 2011) y La
fundación (La Bella Varsovia, 2019). Sus poemas han apa-
recido en las revistas Eclipse, Mitad doble y Espacio habitado
y la antología La vida por delante. Antología de jóvenes poetas
andaluces (En Huida, 2012), entre otras publicaciones. En
su faceta académica, pertenece al grupo de investigación
“Góngora y el gongorismo”, y ha publicado artículos en las
revistas Quimera, Álabe o Monograma.

49
Muchacha de Castilla
Mercedes Cebrián

60 páginas.
Publicado el 11 de noviembre.
10 €.
ISBN: 978-84-120475-4-7.
IBIC: DCF.
Ilustración de cubierta de
Katrin Coetzer.
Colección Poesía.

Algunas claves en las que


pensar mientras leemos: so-
fisticación, ignorancia, nece-
dad, imaginación, apertura,
deseo, memoria, nostalgia, posibilidad. Consciente de que
el pensamiento más libre se encuentra en la poesía, de que la
libertad —al fin y al cabo— se crece en el lenguaje, Merce-
des Cebrián ha escrito este libro que es celebración y a la vez
advertencia. Nos creemos cosmopolitas, pero estos poemas
nos recuerdan la imposibilidad de deshacernos de la ma-
raña que conforman nuestras raíces. Un viaje desde la
perspectiva de quien no acaba de entender el mundo en el
que vive, pero que al mismo tiempo sabe dónde se encuen-
tra la felicidad.

Mercedes Cebrián nació en Madrid en 1971. Muchacha de


Castilla es su tercer poemario, tras Mercado común (2006, ree-
dición en 2017) y Malgastar (2016), todos publicados por La
Bella Varsovia. Colabora asiduamente con la revista Letras
Libres y con los suplementos El Viajero y Babelia del diario
El País. Fue becaria de literatura en la Academia de Espa-
ña en Roma y cursó un Máster en Estudios Hispánicos por
la Universidad de Pensilvania (EE.UU.).

50
El pingüino Pepito
Ignacio Vleming
Ilustraciones de Carmen
Soler

32 páginas.
Publicado el 25 de noviembre.
13,90 €.
ISBN: 978-84-120475-8-5.
IBIC: YDP.
Colección La Pequeña Varsovia.

¿Qué pinta un pingüino en Madrid? Con el calor que hace...


Pobre Pepito, ni siquiera el gazpacho le refresca. Menos
mal que Akira tiene varias ideas para ayudarle, ¡aunque
son un poco locas! ¿Podrá volver Pepito al Polo Sur?

Ignacio Vleming nació en Madrid en 1981. Es autor de los


poemarios Clima artificial de primavera (V Premio de Poesía
Joven “Pablo García Baena”; La Bella Varsovia, 2012) y Car-
tón fósil (La Bella Varsovia, 2016), así como del cuaderno
de ejercicios sobre arte Inspiración instantánea (Modernito
Books, 2013), el ensayo con personajes Fisura (Ediciones
Rua, 2018) y el libro infantil El pingüino Pepito (La Bella Var-
sovia, 2019). También ha traducido del italiano poemas de
Michelangelo Buonarroti y de Jacopo Sannazaro, inclui-
dos en la antología Sextinas (Hiperión, 2011), y La muchacha
Carla, de Elio Pagliarani (La Bella Varsovia, 2017; en cola-
boración con Leonardo Vilei).

Carmen Soler nació en Madrid en 1997. Es alumna de la


facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense,
y ha completado sus estudios en la Escuela Superior de
Dibujo Profesional (ESDIP). Colabora con revistas como
M21magazine. El pingüino Pepito es su primer libro.

51
Ovejitas negras
Antología de poesía infan-
til de autoras españolas de
la Edad de Plata
Edición de Fran Garcerá
Ilustraciones de Elisa Alaya

28 páginas.
Publicado el 25 de noviembre.
13,90 €.
ISBN: 978-84-120475-9-2.
IBIC: YDP.
Colección La Pequeña Varsovia.

Elena Fortún, Carmen Conde, Marina Romero, Josita


Hernán, María Luisa Muñoz de Vargas y Josefina Bolina-
ga fueron seis poetas que recorrieron el mundo para vivir
aventuras, como ovejitas negras con la imaginación reple-
ta de caballos, sirenas, ardillas, gacelas azules, niñas y ni-
ños que vuelan y cantan. ¡Únete a ellas!

Elisa Alaya nació en Madrid en 1990. Es licenciada en Fi-


lología Inglesa por la Universidad Complutense, donde
también cursó un máster en Estudios Literarios. Ovejitas
negras es su primer trabajo como ilustradora.

52
El insectario Coman
Dan Coman
Traducción de Elena Borrás

100 páginas.
Publicado el 2 de diciembre.
12,50 €
ISBN: 978-84-948412-8-6.
IBIC: DCF.
Fotografía de cubierta de Zi-
qian Liu.
Colección Poesía.

Los poemas de Dan Coman


observan la realidad, y la di-
seccionan desde la falta de
piedad y la ironía: lo primero que vemos al mirar es a no-
sotros mismos. La escritura, el amor o la amistad asoman
a este retrato crudísimo de la masculinidad por uno de los
más inteligentes escritores rumanos actuales.

Dan Coman nació en Gersa (Rumanía) en 1975. Ha publi-


cado poemarios, libros de relatos, novelas y obras infan-
tiles. Ha recibido los premios de la Unión de Escritores
de Rumanía al Mejor Debut, el Nacional de Poesía “Mihai
Eminescu” a la Ópera Prima, el Radio Rumanía Cultural
y el Vilenica Crystal Prize de Eslovenia, entre otros. Sus
poemas han sido traducidos a numerosos idiomas, y desde
2008 es uno de los organizadores del Festival de Poesía y
Música de Cámara “Poezia e la Bistriţa”.

Elena Borrás nació en Salamanca en 1985. Estudió Tra-


ducción e Interpretación y un Máster en Mediación In-
tercultural, Interpretación y Traducción en los Servicios
Públicos. Ha traducido del rumano, entre otros, a Marin
Mălaicu-Hondrari e Ion Luca Caragiale.
53
Índice

Un Jólabókaflóð propio, por Elena Medel 5

Jólabókaflóð
…, de Sara Torres 7
“3”, de Carmen Conde 8
“Misterio”, de Concepción de Estevarena 10
“El taranlarera [Canción]”, de Vicenta Maturana 12
“Metales del corazón”, de María Ángeles Pérez López 14
“Ana Orantes”, de Raúl Quinto 16
La primera vez que te subiste a un avión…, de Lara Moreno 17
“24”, de Cristina Sánchez-Andrade 18
“Estaciones”, de Antonia Pozzi 19
“Cancha fracaso sombrero”, de Sara Herrera Peralta 20
“Retrato de mi madre con una ciruela”, de Ismael Ramos 22
“Un motor vital”, de Martín López-Vega 23
“Señor, su capa”, de Unai Velasco 26
“Asimetría navideña: nos hemos plegado al sistema
neoliberal pero no quiero decepcionarte en Navidad”,
de Juan María Prieto 28
“Pero si son muñecos”, de Mercedes Cebrián 30
“tan solo ella”, de Dan Coman 31

Bókatíðindi 33
Jólabókaflóð
—en su edición de 2019—
terminó de maquetarse
en Madrid
el 23 de diciembre de 2019,
un día antes de Nochebuena.

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