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Antecedentes
Los ciudadanos, buques, mercancías de los Estados Unidos disfrutarán en los puertos de Nueva
Granada, incluso los del istmo de Panamá, de todas las franquicias, privilegios e inmunidades en lo
relativo a comercio y navegación de que ahora gozan los ciudadanos neogranadinos.
Párrafo 1, Artículo XXXV, Tratado Mallarino-Bidlack
Otro hecho que provocó más ira fue el establecimiento, por parte de Cornelius K. Garrison, de un
servicio de transporte de mercancías y pasajeros a través del istmo, en abierta competencia con los
antiguos remeros y acarreadores nativos.
En 1854, en una nota dirigida al gobernador de Panamá (por entonces una provincia de Colombia),
José María Urrutia Añino, José de Obaldía le hace saber de su preocupación, compartida por el
encargado de negocios estadounidense James Green, porque "... en la provincia de Panamá
continúan las desavenencias entre granadinos y anglo-americanos, proveniente del cobre que se
hace a los últimos del derecho denominado de pasajeros", sugiriéndole medidas a tomar a fin de "...
prevenir cualquier desgracia allí". También advirtió que la apertura del ferrocarril transístmico
significaría el abandono del antiguo transporte acuático terrestre con la consecuente pérdida de
puestos de trabajo de los lugareños.
Todos estos hechos trajeron como consecuencia que se fuera creando en los istmeños, un
resentimiento contra los estadounidenses que pululaban a través del istmo en viaje de ida y vuelta
aCalifornia a través del Ferrocarril Transístmico. Mientras que la mayoría de los emigrantes se
comportaban con cierto respeto, los excesos notables de una minoría irresponsable mantuvieron al
istmo en conmoción durante los primeros años de la fiebre del oro. Gran parte de los viajeros
portaban armas de fuego y los problemas entre borrachos eran frecuentes. La violencia y los
incidentes sangrientos de estos disturbios intensificaron la diferencia que ya existía entre panameños
y estadounidenses.
El incidente
Esto provocó una gran pelea entre los panameños y los estadounidenses que, superados en
número, retrocedieron y se refugiaron en la estación del ferrocarril distante a pocos metros del lugar.
Los lugareños salieron en persecución de los estadounidenses, prendiendo fuego a las instalaciones
donde estos se guarecían. La guardia granadina acudió al lugar y los estadounidenses comenzaron
un tiroteo. Esto provocó que una pequeña guarnición estadounidense asentada en la zona reprimiera
a los panameños.
Estos hechos fueron conocidos en las ciudades lindantes, incluso en la ciudad de Colón, distante a
unos 90 km de donde comenzaran los hechos, donde estalló una ola de disturbios. Los tumultos
duraron tres días, al cabo de los cuales ambas ciudades habían sido seriamente dañadas por los
incendios, la destrucción y los saqueos, salvándose el barrio San Felipe, donde vivían los extranjeros
de la clase dominante, ya que se encontraba amurallado.
El saldo fue de 16 muertos y 15 heridos estadounidenses y 13 heridos y 2 muertos entre los locales.
Esta fue la primera insurrección de los panameños contra los estadounidenses y la única que
ganaron, al menos a nivel ciudadano.
Los informes de los gobiernos de Estados Unidos y Nueva Granada fueron contradictorios ya que
ambos se acusaron mutuamente, sin embargo, es importante notar la actitud de los Estados Unidos
al no aceptar los testimonios oficiales de los cónsules en Panamá del Reino
Unido, Francia y Ecuador, quienes apoyaban la posición de Nueva Granada y acusaban a los
estadounidenses de agresores y decían que la policía local era inocente de los cargos que le
imputaba el gobierno estadounidense de haberse puesto de parte de los istmeños.
De acuerdo con el informe oficial de Amos B. Corwine, comisionado especial designado por el
gobierno estadounidense, con fecha del 18 de julio de 1856, decía que la población de color tomó
como pretexto la disputa para asaltar a los estadounidenses, y saquear sus propiedades, que la
policía y la turba habían planeado el asalto a la estación del ferrocarril y llegaba a la conclusión de
que el gobierno de Nueva Granada era incapaz de mantener el orden y suministrar protección
adecuada para el tránstio y recomendaba la ocupación inmediata del istmo a menos que Nueva
Granada los convenciera de su competencia e inclinación para suministrar adecuada protección y
una amplia y rápida indemnización.
Consecuencias
El 19 de septiembre de ese año, desembarcó un destacamento de 160 soldados y tomó posesión de
la estación de ferrocarril. La ciudad se mantuvo en calma y tres días más tarde, las tropas se
retiraron sin haber hecho ni un sólo disparo. Esta breve ocupación, el primer caso de intervención
armada en el istmo, estaba justificada según el gobierno estadounidense por la cláusula del Tratado
de 1846, mediante la cual, los Estados Unidos garantizaba la neutralidad del istmo, para que el
tránsito no se interrumpiera o se estorbara.
A su vez, Estados Unidos utilizó este incidente como excusa para poner el práctica el artículo 35 del
Tratado Mallarino-Bidlack, es decir su prerrogativa de salvaguardar la neutralidad y el libre tránsito
en Panamá, utilizando para ello sus fuerzas armadas cuando, a su criterio, el gobierno local no diera
la seguridad necesaria, lo que motivó una serie de intervenciones estadounidenses en el istmo
durante el siglo XIX y XX, lo que a la postre exacerbó la xenofobia y el sentimiento nacionalista de
los panameños.
Según la Gaceta del Estado del 3 de mayo de 1856, los muertos fueron Lucas Prados y Apolinar N.
por parte de los panameños; y Robert Marks, de Pensilvania; Octavio Dubois, francés; N. Stokes, de
los filibusteros de William Walker; Alexander Sweet, de Maine y otros 12 de los cuales se
desconocen sus nombres, por parte de los extranjeros.