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LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA E INGENIERIA

EN SISTEMAS COMPUTACIONALES E
INFORMÁTICA

HISTORIA DE PANAMÁ

PROFESORA YOLANDA GUTIÉRREZ

INCIDENTE DE LA TAJADA DE SANDÍA

CAROLINA ARIAS
TANIA NAVARRO
EDUARDO PINO

I CUATRIMESTRE

ABRIL 2020
El Incidente de la Tajada de Sandía 

Fue una revuelta civil ocurrida el 15 de abril de 1856 en la ciudad de


Panamá entre civiles locales y civiles estadounidenses, convirtiéndose en uno de
los antecedentes para la primera intervención estadounidense en el Istmo de
Panamá. En ese entonces, el territorio del Istmo era conocido como Estado
Federal de Panamá. El Estado Federal de Panamá formaba parte de la República
denominada Gran Colombia. Dicha República se había configurado a partir de la
unión del Virreinato de la Nueva Granada, la Capitanía General de Venezuela, el
Gobierno de Quito y el Gobierno de Guayaquil.

El hecho ocurrió exactamente en las inmediaciones de la estación del ferrocarril


transístmico, en el barrio de La Ciénaga (actual Mercado de Mariscos).
El Antecedente

En 1846, mediante el tratado Mallarino-Bidlack Estados Unidos se aseguró el


derecho de tránsito a través de istmo de Panamá, una alternativa menos costosa
en tiempo y dinero para pasar del océano Atlántico al océano Pacífico. La otra
posibilidad era navegar hasta el sur de América y atravesar el estrecho de
Magallanes. En 1848 se descubrió oro en California (Estados Unidos), cuestión
que provocó una gran expansión estadounidense hacia el oeste, siendo vital el
paso interoceánico del istmo panameño.

Hacia 1850, Estados Unidos se encontraba construyendo el Ferrocarril


transístmico, lo que provocó una gran afluencia de ciudadanos estadounidenses
en la zona, tanto de trabajadores como de transeúntes, que ciertamente
mostraban un comportamiento extremadamente arrogante, violento y agresivo en
contra de la población local.

El tratado Mallarino-Bidlack, en su artículo 35, otorgaba un tratamiento preferencial


a los ciudadanos estadounidenses, respecto de los naturales y otros extranjeros
residentes en la zona, quienes no veían con simpatía el tratado ni este artículo en
particular, lo que provocó un fuerte sentimiento antiestadounidense.
Adicionalmente a esto, los estadounidenses solían tratar con desprecio a los
hispanos y europeos, con excepción de los británicos. Esta situación, acompañada
de la costumbre de los estadounidenses de embriagarse notablemente, provocó
constantes roces entre la gente.

Según el primer párrafo del artículo 35 del tratado Mallarino-Bidlack establecía


que:
Los ciudadanos, buques, mercancías de los Estados Unidos disfrutarán en los
puertos de Nueva Granada, incluso los del istmo de Panamá, de todas las
franquicias, privilegios e inmunidades en lo relativo a comercio y navegación de
que ahora gozan los ciudadanos neogranadinos.
Párrafo 1, Artículo XXXV, Tratado Mallarino-Bidlack
Otro hecho que provocó más ira fue el establecimiento, por parte de Cornelius K.
Garrison, de un servicio de transporte de mercancías y pasajeros a través del
istmo, en abierta competencia con los antiguos remeros (prostitutos y
acarreadores nativos.

En 1854, en una nota dirigida al gobernador de Panamá (por entonces una


provincia de la República de la Nueva Granada), José María Urrutia Añino, José
de Obaldía le hace saber de su preocupación, compartida por el encargado de
negocios estadounidense James Green, porque «en la provincia de Panamá
continúan las desavenencias entre novogranadinos y anglo-estadounidenses,
proveniente del cobro que se hace a los últimos del derecho denominado de
pasajeros», sugiriéndole medidas a tomar a fin de «prevenir cualquier desgracia
allí». También advirtió que la apertura del ferrocarril transístmico significaría el
abandono del antiguo transporte acuático terrestre con la consecuente pérdida de
puestos de trabajo de los lugareños.

Todos estos hechos trajeron como consecuencia que se fuera creando en los
istmeños, un resentimiento contra los estadounidenses que pululaban a través del
istmo en viaje de ida y vuelta a California a través del Ferrocarril Transístmico.
Mientras que la mayoría de los emigrantes se comportaban con cierto respeto, los
excesos notables de una minoría irresponsable mantuvieron al istmo en
conmoción durante los primeros años de la fiebre del oro. Gran parte de los
viajeros portaban armas de fuego y los problemas entre borrachos eran
frecuentes. La violencia y los incidentes sangrientos de estos disturbios
intensificaron la diferencia que ya existía entre colombianos y estadounidenses.
El incidente

El 15 de abril de 1856 desembarcó de un buque procedente de California el


estadounidense Jack Oliver que, como un pasajero más, acudió a la calle de La
Ciénaga, a un puesto de frutas administrado por José Manuel Luna, oriundo
de Parita. Oliver iba con unos compañeros en estado de embriaguez cuando tomó
una tajada de sandía que estaba a la venta, se la comió y se marchó sin haber
pagado por ella. José exigió el pago de la tajada que era un real (cinco
centésimos), pero Oliver le insultó y le amenazó sacando la pistola que portaba. El
vendedor de frutas respondió sacando un puñal, y estuvieron a punto de ir a la
pelea cuando uno de los compañeros de Oliver decidió costear la tajada de
sandía, calmando a Luna.

No obstante, la situación no acabó cuando un peruano de nombre Miguel


Abraham sorprendió a Oliver tomándole la pistola y salió huyendo de la escena.
Tanto Oliver como sus compañeros salieron en busca del peruano a punta de
pistola, dando inicio el tiroteo. Los residentes de la ciudad, viendo la persecución,
se armaron con machetes y respondieron al tiroteo, iniciando una batalla campal
entre locales y estadounidenses. Los estadounidenses, superados en número,
buscaron refugio en la estación del ferrocarril, que se ubicaba a unos metros del
mercado.
Justo cuando se inició la revuelta, llegaba un tren de Colón con 940 pasajeros,
entre ellos hombres, mujeres y niños estadounidenses que debían embarcarse
ese mismo día a California. Todos buscaron refugio en la estación del ferrocarril.

La policía llegó tarde, a una hora y media de haber iniciado el tiroteo, con la
presencia del gobernador interino del Estado Federal, don Francisco de Fábrega.
Durante la refriega, Fábrega recibió una bala en la copa de su sombrero y uno de
sus acompañantes quedó herido. Dado que era de noche, el jefe de Estado dedujo
que los tiros provenían de la estación, por lo que ordenó a la policía ocuparla.
Los estadounidenses, ignorantes de la situación, comenzaron a disparar a la
policía de la ciudad y ésta les contestó. Los estadounidenses siguieron resistiendo
con unos 50 o 60 revólveres y carabinas, pero la policía y los pobladores
panameños lograron entrar a la estación donde siguió la lucha. El saldo fue de 16
muertos y 15 heridos estadounidenses y 2 muertos y 13 heridos entre los locales.
La mercadería dentro de la estación fue destruida y saqueada por el tumulto.

Los informes de los Gobiernos de Estados Unidos y Nueva Granada fueron


contradictorios ya que ambos se acusaron mutuamente, sin embargo, Estados
Unidos negó tajantemente los testimonios oficiales de los cónsules en Panamá
del Reino Unido, Francia y Ecuador, quienes acusaron a los estadounidenses de
agresores y decían que la policía local era inocente de los cargos que le imputaba
el Gobierno estadounidense de haberse puesto de parte de los istmeños.

De acuerdo con el informe oficial de Amos B. Corwine, comisionado especial


designado por el Gobierno estadounidense, con fecha del 18 de julio de 1856,
decía que la población «de color» (negra) tomó como pretexto la disputa para
asaltar a los estadounidenses, y saquear sus propiedades, que la policía y la turba
habían planeado el asalto a la estación del ferrocarril y llegaba a la conclusión de
que el Gobierno de Nueva Granada era incapaz de mantener el orden y
suministrar protección adecuada para el tránsito y recomendaba la ocupación
inmediata del istmo a menos que Nueva Granada los convenciera de su
competencia e inclinación para suministrar adecuada protección y una rápida
indemnización.
Las Consecuencias

El 18 de julio de 1856, el comisionado estadounidense, Amos Corwine, recomendó


en su informe «la ocupación inmediata del istmo de océano a océano por Estados
Unidos a menos que Nueva Granada nos convenza de su competencia e
inclinación para suministrar adecuada protección y una rápida indemnización».
Esto dio lugar a una serie de controversias diplomáticas. Obviamente, las
autoridades estadounidenses atendieron este informe y en septiembre de 1856 las
tropas estadounidenses desembarcaron en el istmo y tomaron la estación del
ferrocarril.

El 19 de septiembre de 1856, desembarcó un destacamento de 160 soldados y


tomó posesión de la estación de ferrocarril. La ciudad se mantuvo en calma y tres
días más tarde, las tropas se retiraron sin haber hecho ni un solo disparo. Esta
breve ocupación, el primer caso de intervención armada en el istmo, estaba
justificada según el Gobierno estadounidense por la cláusula del tratado de 1846,
mediante la cual, los Estados Unidos garantizaba la neutralidad del istmo, para
que el tránsito no se interrumpiera o se estorbara.

Aunque siempre se ha relacionado esta invasión al incidente de la Tajada de


Sandía, lo cierto es que se dio a solicitud de Francisco de Fábrega,
vicegobernador del Istmo, para evitar un conflicto armado entre miembros de los
partidos Conservador y Liberal.

Estos acusaban a aquellos de fraude en las elecciones del 29 de junio de ese año,
y temiendo una revuelta liberal del arrabal que repitiese los eventos de abril, el
vicegobernador Fábrega decidió pedir la intervención para calmar los ánimos y
declarar así una victoria conservadora.

Por lo tanto, el incidente de la Tajada de Sandía se puede considerar como un


antecedente, pero no una causa directa de la invasión estadounidense de
septiembre de 1856.
El Gobierno de Estados Unidos hizo las siguientes propuestas:
 Que las ciudades de Panamá y Colón debían ser ciudades libres y que se
gobernaran por sí mismas bajo la soberanía de Nueva Granada, y
conjuntamente controlaran una franja de veinte millas de ancho de océano a
océano, con el ferrocarril como línea central.
 Nueva Granada debía ceder a los Estados Unidos varias islas en la bahía de
Panamá para usarlas como bases navales.
 Nueva Granada debía transferir a los Estados Unidos sus derechos sobre el
Ferrocarril transístmico.
 Nueva Granada debía pagar una indemnización de perjuicios por la pérdida de
vidas y la destrucción de propiedades.

Finalmente el Gobierno granadino aceptó su culpabilidad y firmó el tratado Herrán-


Cass, el 10 de septiembre de 1857 y estableció una suma resarcitoria de
412,394 dólares estadounidenses en oro para los damnificados, que fueron
integrados recién en 1865:
 195,410 dólares por indemnizaciones derivadas del motín.
 65,070 dólares por nuevos reclamos.
 9,277 dólares por gastos de los comisionados.
 142,637 dólares por intereses.
Pero no fue solo Estados Unidos quién exigió indemnizaciones, también lo
hicieron Francia y el Reino Unido, cuyos ciudadanos en el lugar se vieron
afectados.
A su vez, Estados Unidos utilizó este incidente como excusa para poner en
práctica el artículo 35 del tratado Mallarino-Bidlack, es decir su prerrogativa de
salvaguardar la neutralidad y el libre tránsito en Panamá, utilizando para ello sus
fuerzas armadas cuando, a su criterio, el Gobierno local no diera la seguridad
necesaria, lo que motivó una serie de intervenciones estadounidenses en el istmo
durante el siglo XIX y XX, lo que a la postre exacerbó la xenofobia y el sentimiento
nacionalista de los panameños.

Según la Gaceta del Estado del 3 de mayo de 1856, hubo dos muertos locales
―Lucas Prados y Apolinar N.― y 16 extranjeros: Octavio Dubois (de Francia), N.
Stokes (de los filibusteros estadounidenses de William Walker), Robert Marks (del
estado de Pensilvania), Alexander Sweet (del estado de Maine) y otros 12 de los
cuales se desconocen sus nombres.

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