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macroeconómico
Por: Edgar Carlos Duarte Aguilar.
I. Introducción
Algo que ha intrigado a las personas que en mayor o menor medida han presenciado o
se han visto afectadas por las denominadas crisis económicas es por qué hay momentos
en que la economía parece ir bastante bien, el nivel de empleo es alto, hay optimismo y
se emprenden múltiples proyectos empresariales nuevos mientras que, por contraste,
hay otros momentos en que aumenta el desempleo, los empresarios no logran conseguir
consumidores para sus productos y servicios, hay pesimismo y las empresas cierran.
Además de esta duda, otras preguntas han dado vueltas a las mentes de las personas:
¿son inevitables las crisis?, ¿son éstas causadas por factores o shocks externos o son
inherentes a la economía de mercado? ¿los gobiernos deben intervenir para prevenir las
crisis o curarlas o, por el contrario, su intromisión causan todavía más perturbación?
Los economistas han tratado de dar respuesta a estas y otras interrogantes relacionadas
pero no se han quedado sólo ahí, han tratado de diseñar políticas para tratar con las
crisis. Estas políticas han sido implementadas con distinto grado de rigurosidad por
distintos gobernantes y en distintas épocas.
1
Rothbard, Murray N., An Austrian Perspective on the History of Economic Thought, Volume I: Economic
Thought Before Adam Smith, 1995, Edward Elgar Publishing Ltd.
En el denominado siglo de oro español, Luis Saravia de la Calle, uno de los escolásticos
tardíos de la Escuela de Salamanca, en su más importante obra, Instrucción de
mercaderes (1544), proporciona una descripción de la actividad bancaria de su época y
sus consecuencias que se puede interpretar como una temprana teoría del ciclo
económico ya que indica que al no pagar los mercaderes a los banqueros los hacen
quebrar y que sería mejor que no existieran los banqueros pues al no existir éstos cada
uno haría con su dinero lo que pudiera y, así, las cosas no valdrían más que su precio al
contado.2
El mercantilismo fue una de las dos visiones sobre el pensamiento económico presentes
en Europa en los siglos XVI y XVII (la otra era la fisiócrata). De la época del
mercantilismo datan las teorías del subconsumo. Estas ideas fueron más adelante
desarrolladas por John Maynar Keynes3, como veremos más adelante. Según estas
teorías, las crisis se deben a que no hay suficiente demanda para los bienes y servicios
ofrecidos. Estas teorías serían posteriormente refutadas por el economista clásico
francés Jean Baptiste Say, por su “ley de los mercados” o mejor conocida con el nombre
de “ley de Say”.
La escuela clásica de economía se funda con la publicación del libro La riqueza de las
naciones del escosés Adam Smith (1723 – 1790). A Smith lo siguieron otros
economistas británicos como David Ricardo (1772 – 1823), Thomas Maltus (1766 –
1834) y John Stuart Mill (1806 – 1873) y no británicos como Jean Baptiste Say (1767 –
1832). El principal programa de investigación de estos economistas, sin entrar en
2
Huerta de Soto, Jesús, Dinero, crédito bancario y ciclos económicos, cuarta edición, Unión Editorial,
Madrid, 2009.
3
Keynes, John M., Teoría general de la ocupación, el interes y el dinero, Fondo de cultura económica,
México, 2003.
4
Rothbard, Murray N., op. Cit.
5
Cantillon, Richard, An Essay on Economic Theory: An English Translation of Richard’s Cantillon’s Essai
sur la Nature du Commerce en Général, Ludwig von Mises Institute, Aburn, Alabama, 2010.
matizaciones, fue cómo se satisfacían las necesidades de los individuos interactuando en
la sociedad, cada quien buscando su propio interés.
Jean Baptiste Say enunció en 1803 su conocida ley de los mercados o ley de Say.
Según ésta, sería imposible que hubiera demanda sin oferta, puesto que la oferta de un
bien es la demanda de otro, por lo tanto una recesión no ocurre por ausencia de
demanda o por carencia de dinero. Este argumento refutaba las teorías del subconsumo
que databan de la época de los mercantilistas.
Thomas Malthus, por otro lado, a pesar de ser un economista clásico, defendió la teoría
del subconsumo y fue reconocido por John Maynard Keynes como su predecesor en
haber formulado el principio de demanda efectiva. 6 Matlhus es uno de los primeros
autores que formuló una teoría del desempleo.
En 1819, Jean Charles Léonard de Sismondi (1773 -1842) hizo una exposición
sistemática de la existencia de crisis económicas recurrentes, en oposición a la escuela
clásica, cuyos exponentes ya fuera negaban la existencia de crisis recurrentes o la
atribuían a factores externos. Una teoría similar, influida por Sismondi sería
desarrollada por el teórico socialista Johann Karl Rodbertus (1805 – 1875), las cuales
servirían de base a Karl Marx (1818 -1883) para afirmar que las crisis periódicas en el
capitalismo serían cada vez más frecuentes y de mayor intensidad y finalmente serían
seguidas de la revolución comunista.
La gran depresión de 1929 fue la causa de que John Maynard Keynes escribiera su obra
más conocida, la Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero. Según Keynes
los modelos clásicos no daban respuesta satisfactoria sobre la situación que a la sazón se
encontraba viviendo en el Reino Unido, los precios no se ajustaban para asegurar el
pleno empleo. Keynes retoma las teorías del subconsumo de épocas anteriores y en su
esquema conceptual explica que la causa de esa situación era la falta de demanda
efectiva y que el gobierno debía tomar políticas activas, fiscales y monetarias, para
6
Keynes, John M., Op. Cit. Este principio indica que las crisis económicas se deben a que no existe
demanda efectiva, esto es capacidad de compra más la voluntad de demandar, debido a un incremento
en los deseos de ahorro de los individuos.
incrementar la demanda agregada. Según Keynes decía en su tratado, la teoría
económica clásica era un caso particular y ciertamente no era la situación que se estaba
viviendo en ese momento. Keynes pretende entonces subsumir la teoría económica
dentro de su propia teoría, a la cual llama “teoría general”.
La obra de Keynes gozó de mucha influencia entre los distintos gobiernos, ya que los
alentaba a incurrir en déficits fiscales y a financiarse mediante la emisión monetaria. Lo
cierto es que las políticas keynesianas parecían tener efecto para aliviar una situación de
crisis, sin embargo, como el mismo Keynes lo reconoció, sus políticas estaban
orientadas al corto plazo. Esta influencia de Keynes fue grande hasta la década de
1970, que con la denominada crisis del petróleo, se vivió una situación que no podía ser
explicada con los modelos keynesianos: la existencia simultanea de recesión e inflación,
lo que se denominó con el término de estanflación.
V. La contrarrevolución monetarista
Milton Friedman y Anna Schwartz en su libro A Monetary History of the United States,
1867 – 1960 reinterpretaron la causa de la gran depresión de 1929 y la atribuyeron a una
7
Milton Friedman (1956), “The Quantity Theory of Money: A Restatement” en Studies in the
Quantity Theory of Money, edited by M. Friedman. Reprinted in M. Friedman The Optimum
Quantity of Money (2005),
contracción masiva en la oferta monetaria. Ellos hicieron popular la frase de que “la
inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”.
Los monetaristas compartían la visión de los clásicos de que el libre mercado era
inherentemente estable en ausencia de grandes perturbaciones monetarias inesperadas y
que tendía siempre al pleno empleo y que, por lo tanto, las políticas gubernamentales
activas en la economía solamente causaban más daño.
Friedman postuló que la mejor política monetaria era una “regla monetaria”, donde se
estableciera que el crecimiento en la oferta monetaria debía ser un porcentaje estable,
acorde con el crecimiento a largo plazo de la economía, de esta manera no habría
discrecionalidad para que los gobiernos expandieran o contrajeran la oferta monetaria
de formas erráticas e inesperadas.
Existen otros modelos que atribuyen los ciclos económicos a causas políticas. El ciclo
económico partidista sugiere que los ciclos son consecuencia de elegir a gobernantes
con distintas políticas económicas.
Los economistas marxistas ven la economía de mercado como propensa a la crisis.
Debido a que los capitalistas explotan a los trabajadores, aquéllos producen más de lo
que éstos pueden comprar. Las empresas más débiles quebrarán y sus propietarios
pasan de ser burgueses a ser proletarios, el capital se concentrará cada vez en menos
manos hasta que éste esté en tan pocas manos y sea tal el número de proletarios que la
revolución y la dictadura proletarias sean inevitables.
Menger formó junto a Jevons y Walras parte de la revolución marginalista. Según este
enfoque, la utilidad marginal de cada unidad obtenida de un bien es decreciente, es
decir, mientras que la utilidad total de consumir un bien o servicio incrementa a medida
que se consumen unidades adicionales, esto sucede de forma decreciente: la utilidad de
la quinta unidad consumida es mucho menor que la de la primera. Un aporte muy
importante de menger fue la separación que hizo de los bienes de primer orden, que son
los que son demandados para el consumo humano, y de los bienes de orden superior,
que son demandados porque participan en la producción de bienes de orden superior.
Este descubrimiento sentó las bases para conceptualizar el capital como una serie de
etapas sucesivas, cuya comprensión, como veremos más adelante, fue muy importante
en el posterior desarrollo de la teoría austriaca del ciclo económico.
Eugen von Böhm-Bawerk (1851 – 1914), discípulo de Menger, desarrolló su teoría del
capital e interés, identifica el interés como reflejo de la ley de preferencia temporal.
Según la ley de preferencia temporal, a igualdad de circunstancias los seres humanos
buscan alcanzar sus fines en el menor tiempo posible, por lo tanto preferirán los bienes
presentes a los bienes futuros y sólo estarán dispuestos a posponer el consumo a cambio
de una mayor cantidad de bienes. Esto supuso la comprensión del proceso de ahorro,
inversión y formación de capital y su relación con la tasa de interés, y explica cómo
cuando el ahorro aumenta los procesos productivos se alargan y se vuelven más
complejos.
Ludwig von Mises (1881 – 1973), discípulo de Böhm-Bawerk, ha sido uno de los más
importantes exponentes de la economía austriaca. En 1912 publica en alemán la
primera edición de su libro Teoría del dinero y el crédito (Theorie des Geldes und der
Umlaufmittel), donde desarrolla la teoría austriaca del dinero, basándose en las ideas
seminales de sus antecesores. En este libro Mises también desarrolla la teoría austriaca
del ciclo económico, uniendo la teoría del capital e interés de Böhm-Bawerk con la
teoría monetaria de la escuela monetaria de Londres. Según la teoría austriaca del ciclo
económico, cuando la oferta monetaria se expande artificialmente (en un régimen de
dinero fiduciario o dinero fiat, no convertible a un dinero mercancía) más allá del nivel
de ahorro de la sociedad, esto ocasiona una disminución temporal de la tasa de interés;
esta reducción artificial en el interés alienta la inversión marginal de proyectos que no
hubieran sido rentables con ese nivel de ahorro; se emprenden los nuevos proyectos, se
crean nuevas plazas de trabajo y todo ello sin reducirse el consumo presente, como sería
el caso de un incremento en el deseo de ahorrar de los ciudadanos; se produce un
alargamiento no sostenible de la estructura productiva; posteriormente se descubre que
las inversiones realizadas no son sostenibles, se despiden trabajadores, se destruye
capital, se trata de liquidar los proyectos de inversión abandonados, aumenta el
desempleo y la desocupación. Esta teoría describe de forma completa el proceso de un
ciclo económico completo, con su etapa de auge y recesión. El problema no está en la
sobreinversión sino en la mala inversión, en proyectos que no debieron emprenderse
nunca.
Como habíamos señalado antes, ya desde la antigua Grecia existía la noción de que si se
incrementaba la oferta de cualquier bien hasta que este fuera superabundante, su utilidad
disminuía, llegando a ser incluso negativa. Esto también sucede con el dinero, al
incrementarse la oferta monetaria disminuye su utilidad marginal y su precio (poder
adquisitivo), por lo tanto los precios de todos los demás bienes y servicios que se
intercambian por dinero incrementan. La forma en que los economistas austriacos
definen este proceso es que quienes reciben primero las nuevas unidades monetarias
pueden adquirir bienes y servicios a precios originales, pero conforme el dinero se
propaga en el sistema económico, los precios de distintos bienes y servicios van
incrementando pero a distintos ritmos, en distintos ritmos y en distintos tiempos. No es
que incremente “el nivel general de precios”. Jesús Huerta de Soto (1956 - ?), un
representante de la escuela Austriaca de origen español dice que una mejor frase para
describir este fenómeno sería el de una “convulsión de precios”, hay un proceso de
redistribución de renta entre quienes reciben las unidades monetarias nuevas primero y
quienes las reciben al final.
Los economistas austriacos creen en que los precios son señales que transmiten la
información de la escasez relativa de los distintos bienes y servicios y ayudan a
coordinar las decisiones de los distintos actores. Según Friedrich von Hayek (1899 –
1992), economista austriaco, premio nobel de economía y discípulo de Mises, la
información está dispersa en las mentes de los distintos miembros de la sociedad. Si
estas señales que coordinan la actividad económica son distorsionadas por una
expansión crediticia artifical, las decisiones de los agentes económicos serán
necesariamente erradas y pueden provocar a la postre crisis económicas.
El enfoque de la escuela austriaca brinda una explicación más satisfactoria de los ciclos
económicos que los otros enfoques expuestos por las siguientes razones:
1. Se basa en el individualismo metodológico, las conclusiones a las que se llegan
se basan en las decisiones individuales de consumo, ahorro, inversión, etc. No
se trata de explicar la relación entre agregados, promedios y otros constructos ni
intenta establecer relaciones funcionales entre los fenómenos, que por tratarse de
decisiones humanas, no tienen la característica de las relaciones funcionales de
tipo matemático. Tampoco se circunscribe a analizar relaciones entre variables
“cuantificables”.
2. Se basa en el desarrollo de una teoría del capital por etapas, que toma en cuenta
el tiempo, que a su vez se basa en la categoría de preferencia temporal, en
contraste con los otros enfoques que no desarrollan una teoría del capital, cuyos
análisis conciben al capital como un nivel dado.
3. Se centra en investigar la causa y no las consecuencias de las crisis económicas.
El enfoque austriaco identifica en la expansión crediticia artificial la causa de las
crisis económicas mientras que los otros enfoques, por su análisis de tipo
funcional entre otras cosas, identifican las consecuencias de las crisis con las
causas y razonan circularmente.
4. Se basa en el principio de la dispersión de la información, en la noción de que el
conocimiento nunca está dado a una sola mente, que pudiera voluntariamente
pudiera coordinar la actividad económica sino que siempre está disperso y
descentralizado y son los precios (incluyendo la tasa de interés), los que sirven
de señales para coordinar las acciones de los distintos individuos de forma
descentralizada.8
5. Explica el ciclo económico completo, con sus diferentes fases y no se centra
únicamente en la fase de crisis o recesión.
6. Es capaz de prever la ocurrencia de crisis durante la etapa de auge artificial,
mientras que a los teóricos de los otros enfoques les suele tomar por sorpresa.
VIII. Conclusión
Cualquier persona se beneficiaria del estudio de los distintos enfoques del ciclo
económico, pero especialmente del enfoque de la escuela austriaca.
8
En esta concepción se basa también el teorema de la imposibilidad del socialismo y la imposibilidad de
utilizar la metodología positivista en la economía.