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INICIOS 2011:
SITUACIÓN SOCIAL Y
POLÍTICA, LUCHA DE Perú: Visión
CLASES Y ELECCIONES sintetizada
GENERALES
José Ramos Bosmediano
PRIMERA PARTE
Propongo una visión sintetizada del Perú actual a partir de los problemas que arrastra a lo largo de casi 200
años de vida republicana, desde la independencia política de 1821. Esta primera parte es el diagnóstico de una
realidad que suscita, en la mayoría de peruanos, grandes preocupaciones y también serias diferencias para
proyectar el futuro de la nación.
Después de esta PRIMERA PARTE, se abordará la lucha política actual, expresada principalmente en el proceso
electoral de abril (primera vuelta) y junio (segunda vuelta), como forma fundamental de la lucha de clases;
asimismo, se tratará las clases y las fuerzas políticas en pugna y sus propuestas programáticas. Finalmente, se
delinearé las perspectivas programáticas para una nueva alternativa de características democráticas,
antiimperialistas y populares, con orientación socialista.
Mis afirmaciones no están manifiestamente sustentadas en datos estadísticos, pero parten de las evidencias
empíricas que numerosos investigadores vienen explicitando en sendas publicaciones sobre la pobreza en el
Perú, el estado del servicio de salud, la crisis de la educación peruana, la evolución de las ganancias del gran
capital y la involución del ingreso de los asalariados, la concentración del capital, el peligro inminente de una
hecatombe ecológica en la Amazonía peruana, etc.
Observando lo que viene ocurriendo en el Perú de hoy, cabe repetir aquella afirmación: la democracia
burguesa consiste en que, cada cinco años, los dominadores de turno son elegidos por los dominados, quienes
mintiendo a las masas son puestos en la cúspide del poder para traicionarlos inmediatamente que salen
elegidos. Tal es el carácter de clase de la democracia formal donde la oligarquía y burguesía manejan y
controlan el aparato estatal.
Las épocas electorales en los países capitalistas permiten escuchar los planteamientos más insospechados, los
ofrecimientos más osados, sobre todo de los partidos y candidatos de la derecha. Afloran los problemas del
momento, las necesidades más urgentes de las masas oprimidas, pero estas, casi siempre están impedidas, por
la demagogia reinante y el dinero invertido en las campañas, de observar los reales problemas de fondo que se
requieren enfrentar para dar un curso nuevo a su existencia de parias en un sistema donde unos cuantos
capitalistas se dan el lujo de auspiciar a varios de sus candidatos con ingentes inversiones, para luego sacar
todos los dividendos posibles a los contratos con el Estado, contratos para los que el Estado, sí, es muy
eficiente.
Comentaristas y hasta estudiosos de las ciencias sociales se enfrascan en seguir los pasos de las alianzas, de los
cubileteos electorales, la conformación de las candidaturas presidenciales y congresales, la preocupación por si
el nuevo Congreso será mejor o peor que el que fenece y los anteriores, de dónde salen los millones de soles
que gastan en la campaña, los “pactos éticos” y hasta los gestos más risibles, como los exámenes toxicológicos,
para engañar mejor a las masas, los insultos que van y vienen de unos a otros: la cáscara de la realidad social y
política, descuidando el enfoque de los asuntos de fondo del país. Razón suficiente para ensayar una visión,
breve por cierto, de la situación social, política y de la lucha de clases en el Perú en el marco del proceso
electoral que tendrá en abril del presente año su primera vuelta para un período gubernamental de 5 años
(1911 – 1916).
El problema indígena
Quechuas, aimaras e indígenas amazónicos constituyen una población importante no solamente por su
número, sino por su significado económico y cultural. En el caso de los indígenas del ande, no obstante el
fenómeno migratorio que les lleva a convertirse en pobladores de medias y grandes urbes en la sierra, costa y
selva inclusive, su papel en la economía peruana sigue siendo gravitante, y lo sería mucho más si su trabajo y
sus tradiciones agrarias fueran rescatadas, revaloradas y reivindicadas por el Estado a través de la
recomposición de la propiedad agraria y la organización del trabajo sobre la base de la cooperación. En el caso
de las poblaciones indígenas amazónicas, su vida está ligada a su territorio ancestral, a sus recursos naturales,
básicamente los recursos de flora y fauna, de ríos y lagos, tributarios de una cultura bosquecina que hoy está
amenazada por las transnacionales de la minería metálica y los hidrocarburos, amén de las ambiciones
capitalistas de convertir a la Amazonía peruana en la base de la producción de biocombustibles.
Se deduce con claridad que el problema indígena en el Perú no solamente no ha desaparecido, como
auguraron los enemigos de lo “arcaico”, sino que se ha vuelto más evidente y siempre relacionado con la
propiedad de la tierra para la producción de la vida social de esos grupos humanos. Para los neoliberales, los
indígenas sólo existen como un estorbo para la modernización capitalista. Por eso sus políticas de depredación
de esas culturas y de sus espacios geo-económicos y ecológicos.
Lo que denominamos los problemas de la pobreza, del hambre y la miseria en el Perú, ligados a la
desocupación o el desempleo en sus diversas formas, son parte de los problemas estructurales y su
erradicación no puede ser una acción separada de estos, como lo plantean el Banco Mundial y los gobernantes
peruanos. Situarlos como problemas diferentes o separados es distraer la atención de los ciudadanos, sobre
todo de aquellas masas que sufren esas lacras sociales que tienen un origen estructural.
Problemas fundamentales de la superestructura
Son los problemas que, al tener determinaciones estructurales en su origen y en las condiciones para
abordarlos y buscar resolverlos, tienen una gran capacidad de influencia en las transformaciones económicas y
sociales. Hablamos de problemas fundamentales en cuanto abarcan la vida de toda la sociedad y no a
cuestiones parciales que, siendo importantes, son derivaciones de los problemas fundamentales no resueltos.
El problema ecológico
El equilibrio hombre-naturaleza constituye una de las condiciones para que la vida sobre la tierra y, en el caso
específico nuestro, sobre el territorio peruano, no desemboque en la destrucción de la naturaleza, pues esta
destrucción, al mismo tiempo, se convertiría en la destrucción de la vida humana misma.
La relación dialéctica entre las necesidades humanas y el medio natural que provee de los elementos
energéticos y alimenticios para la satisfacción de las cada vez mayores necesidades, tiende a generar severos
desequilibrios cuando la explotación de los recursos se realiza irracionalmente, otorgando mayor importancia
a los beneficios del corto plazo para una economía de libre mercado, o cuando se orienta la producción a una
competencia consumista dentro y fuera del país. Esta situación está poniendo en peligro la supervivencia en el
planeta, razón por la cual gobiernos y organismos internacionales están promoviendo acuerdos para detener la
depredación de la naturaleza, la emisión masiva y acelerada de CO2 y, consecuentemente, el calentamiento
global en proceso de aceleración desde el siglo XX, por lo menos. Lo que se observa, sin embargo, es que la
economía capitalista se sustenta en una explotación irracional de los recursos naturales, sin distinguir aquello
que requiere cuidado para que siga reproduciéndose y preservándose, de lo que debe ser explotado
moderadamente por su alto nivel de contaminación y de destrucción de los organismos vivos de la tierra y las
aguas.