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UNIVERSIDAD NACIONAL

AUTÓNOMA DE MÉXICO
ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO
SOCIAL

Alumna: Emigdia Rodríguez Martínez

Materia: Política Social

Profesora: Analourdes América Santillán Santillán

Grupo: 9911

Semestre: 2

No. cuenta: 422151771

Unidad: 5

Trabajo final: El nuevo papel del Estado


Índice

Introducción………………………………………………………………………………………………………….…3

El nuevo papel del


Estado…………………………………………………………………………………..4

La gobernabilidad que exige procesos de


democracia entre la ciudadanía y el
Estado………………………………………………………………………………..…8

La prioridad del desarrollo humano


sobre el desarrollo
económico…………………………………………………………………………… 12

La detección de los nuevos campos de acción del trabajo


social en el desarrollo
humano…………………………………………………………………………… ….16

Conclusiones……………………………………………………………………… …17

Referencias…………………………………………………………………………...18

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Introducción

Después de los años cincuenta, las políticas sociales se fueron diversificando


tímidamente, incorporando áreas como las de vivienda, población (política
demográfica) y combate a la pobreza; al mismo tiempo surgieron algunas
instituciones que dirigían su atención a los grupos vulnerables, como los ancianos
y los menores en situación especial. Aunque en este periodo se empieza a notar
una inserción de los trabajadores sociales en instituciones públicas vinculadas con
la provisión de servicios especializados en el campo de lo social, lo cierto es que
las funciones desempeñadas por ellos consistían básicamente en meras acciones
auxiliares, quedando por regla general excluidos de las actividades de planeación
y gestión de las actividades en que participaban. Actualmente, si bien es verdad
que el abanico de políticas sectoriales de bienestar social y de servicios
asistenciales es más amplio que en el pasado, no menos cierto es que México aún
presenta serios retrasos en las áreas en las que tradicionalmente se ha invertido
más. Por un lado, se estima que al menos el 52% de los mexicanos se encuentran
en situación de pobreza. Por otro lado, un amplio porcentaje de la población no
tiene acceso a servicios primarios de salud o, si lo tienen, con frecuencia éstos
son insuficientes y de mala calidad. Además, en el sector de la educación, hace
menos de una década que el Gobierno mexicano anunció de manera triunfal que
había logrado una cobertura total de la enseñanza primaria. Sin embargo, al
principio del nuevo milenio el Estado todavía no era capaz de garantizar a todos
los mexicanos el acceso a la escuela secundaria. Ante tal situación, el Estado
mexicano ha tenido que seguir destinando la mayor parte de su gasto social en
estas áreas del desarrollo y, en consecuencia, casi no ha abierto programas
específicos de intervención para madres solteras, mujeres víctimas de violencia,
adultos mayores, etc., que ofrecerían un mercado potencial de empleo para los
trabajadores sociales.

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El nuevo papel del Estado

Estado es un territorio y la población de un país o nación, y funciona a través de


un sistema de organización social, que procura mantener la paz y reducir las
desigualdades entre los ciudadanos, mediante el conjunto de poderes públicos
que están regidos por una Constitución y las leyes existentes. Para la economía
de un país es importante el estudio de las funciones del Estado y de sus
instituciones gubernamentales, que forman parte del convivir nacional, sin
embargo, el exceso de autoridad ha demostrado altos niveles de corrupción y una
administración poco eficiente de los recursos públicos.

Es vital el estudio del Estado y sus funciones con el mercado de bienes y servicios
del sector privado, para analizar las políticas económicas y los problemas
institucionales, evitando el déficit fiscal y los desequilibrios macroeconómicos en la
Administración Pública. El conocimiento sobre el funcionamiento del Estado y de
sus instituciones permite diseñar políticas públicas de calidad y resolver sus
problemas nacionales, para facilitar el desarrollo económico de un país y su
bienestar ciudadano. Para que se cumpla con las metas y objetivos establecidos
por la Administración Pública, es necesario que en un país se respete y se cumpla
con la Constitución y las leyes creadas para un orden constituido. (Mayorga, s.f)

El estado, incluye diferentes entidades: el gobierno es la organización del sector


público que define las políticas públicas que llevará a cabo; la administración
corresponde al personal del sector público y el sector fiscal incluye los aspectos
patrimoniales del estado. Por lo que el estado y el gobierno son imprescindibles en
el proceso de desarrollo, y con frecuencia es necesario que se complementen: si
bien la actividad económica es imposible sin un marco institucional estable, la
sociedad con mercados débiles o inexistentes carece de dinamismo económico.
Todas las experiencias exitosas de desarrollo han contado con el dinamismo del
mercado y el apoyo institucional del estado.

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Entre proponer un Estado reformado capaz de recoger y potenciar la hora de la
igualdad y la reforma del Estado en México, hay casi una brega de eternidad.
Frente a la crisis de conciencia del 68, la reforma administrativa y, luego, la
reforma electoral (del presidente José López Portillo); frente a la crisis de la deuda
y su secuela, la reforma económica del Estado, para globalizar cuanto antes la
economía (del presidente Salinas); frente al desplome (a balazos) de la transición
presidencial priista, la reforma política definitiva (del presidente Zedillo); y frente al
pluralismo epidérmico de la alternancia, la reformitis zombi y la transición sin fin
(de los presidentes Fox y Calderón). El saldo desalienta: estancamiento
estabilizador, desempleo y tal vez inempleo, quema precoz del bono demográfico,
federalismo salvaje, desprotección social mayoritaria e inseguridad generalizada;
¿fractura constitucional?, alternancia como restauración o resignación. Reforma
económica y política del Estado nacional ha habido, lo que no ha habido es la
reforma social del Estado y tal vez de ahí venga nuestro extravío actual.

El saldo social de los ya largos años de crisis, cambios estructurales y ajustes


puede aquilatarse al observar el empobrecimiento masivo y extremo, así como los
crecientes déficit en materia de empleo. Desde las perspectivas más encontradas
se ha propuesto la necesidad de rectificar el rumbo, de llegar a acuerdos en
materia económica y social; es común encontrar diversas propuestas partidistas,
académicas e incluso empresariales, que tienen como propósito la conformación
de una plataforma de entendimientos, convicciones y acuerdos destinada a
reencontrar el crecimiento económico que el país requiere para encarar el drama
social, así como los mecanismos necesarios para darle consistencia y estabilidad
al crecimiento. Sin embargo, las diversas propuestas no han podido concretarse y
el diálogo ha sido infructuoso. Urge sumar voluntades para destrabar una
conversación sobre el futuro nacional que implica, de entrada, tener claro el
diagnóstico y, al mismo tiempo, reconocer las restricciones a las que el país se
enfrenta en un contexto globalizado, cruzado además por el reclamo democrático
de (re) incorporación social y el desafío ambiental de recambio tecnológico
planetario. En este sentido van las siguientes reflexiones; primero apunto lo que
considero son las restricciones para después proponer cuáles son las
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características que deberían tener las políticas estatales para empezar a superar
las desigualdades.

La reforma política ha desembocado en procesos impetuosos de colonización de


los espacios del Estado por parte de viejos y nuevos poderes de hecho, y que el
vaciamiento del Estado no sólo ha sido institucional, sino de visión e ideología. El
retraimiento estatal, buscado por el cambio estructural neoliberal, redujo proyectos
e inversión públicos a su mínima expresión y devastó el inventario que quedaba
de reflejos y resortes para pensar en y a largo plazo y así reivindicar el valor
histórico de la planeación. Se impuso la inercia y el presente continuo, dando
prioridad a las oportunidades y soslayando la búsqueda de objetivos.

 Aún cuando la desprotección social imperante, la reproducción de la pobreza, o la


ausencia de oportunidades, constituyen por sí mismos argumentos prima
facie para inscribir a la cuestión social en el contexto de nuestras reflexiones sobre
un nuevo curso de desarrollo nacional, éstos no han sido datos suficientes para
impulsar acciones de Estado que asuman las carencias (que condensan la
cuestión social contemporánea) como asuntos centrales de la agenda nacional.
Desde este mirador, entonces, es que la recuperación del Estado (como actor
fundamental de la política social y garante de los derechos fundamentales, el
combate a la pobreza y la reducción de la desigualdad) debe ser el eje que articule
los objetivos de una amplia reforma social que tiene que incrustarse
orgánicamente en la organización económica y el discurso de la política. Sólo
mediante su incrustación en la economía política es posible imaginar un Estado de
protección y bienestar de nuevo tipo, que le otorgue al desenvolvimiento
económico bases y redes sociales más robustas.

El eje de un nuevo pacto social que combine el bienestar para el conjunto de la


sociedad, sin menosprecio de la atención particular de las grandes capas
desfavorecidas, la ampliación ambientalmente responsable de las capacidades
productivas de la economía y el fortalecimiento de la convivencia social dentro de

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los marcos de la democracia y el Estado de derecho es la reforma fiscal del
Estado (que no debe quedar limitada a lo tributario).

Para poder justificar socialmente el incremento en la recaudación (que debe ser


significativo) la reforma debe tener explícitos sus fines (tanto sociales como
productivos) y, además, asumir compromisos claros sobre la utilización de los
recursos y con la rendición de cuentas. Una reforma fiscal de este tipo debería
llevar a, a la vez que basarse en, un nuevo pacto social abiertamente
redistributivo.

El Estado crea el ámbito político y jurídico propicio. El sector privado genera


empleo e ingresos; y la sociedad civil facilita la interacción política y social
movilizando a los grupos para su participación en las actividades económicas,
políticas y sociales. Las políticas gubernamentales deben estimular, coordinar y
concertar (junto con los esfuerzos de la sociedad civil y el sector privado) pautas
para lograr el crecimiento de las oportunidades de empleo, un incremento en los
salarios reales y un incremento en la demanda de capital humano en el mercado,
creando un impacto en la demanda y en atención a la salud y la educación que
mejoren ese capital.

Los gobiernos de los Estados deben centrar sus políticas sociales en reducir los
niveles de desigualdad entre las personas, las regiones y los grupos sociales,
lograr el desarrollo humano, quiere decir progresar socialmente,
independientemente de su nivel de crecimiento económico fomentando otras
potencialidades humanas y no sólo los bienes materiales. Más allá de los
satisfactores materiales la gente valora otros beneficios, por ejemplo: la libertad de
movimiento y de expresión y la ausencia de la opresión, violencia o explotación.
La gente quiere tener un sentido de propósito en la vida, además de un sentido de
potenciación. Como miembros de familias y comunidades la gente también valora
la cohesión social y el derecho a afirmar sus tradiciones y su cultura propia. Estas
opciones deben conjugarse con las obligaciones, y los derechos, con los deberes,
plasmados en las dimensiones del desarrollo humano.

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La gobernabilidad que exige procesos de democracia entre la ciudadanía y el
Estado

La gobernabilidad se entiende como el ejercicio de la autoridad política,


económica y administrativa en la gestión de los asuntos de un país en todos los
planos. La gobernabilidad abarca los complejos mecanismos, procesos e
instituciones por conducto de los cuales los ciudadanos y los grupos expresan sus
intereses, ejercen funciones de mediación respecto a sus diferencias y ejercitan
sus derechos y obligaciones jurídicas. Se realiza con la participación de la
comunidad, transparencia y rendición de cuentas. (Vicente, 2006). La
gobernabilidad y el desarrollo humano son dos conceptos indivisibles, no puede
haber desarrollo humano sin un buen gobierno y el gobierno no puede calificarse
de bueno si no sostiene al desarrollo humano. Gobernabilidad y democracia son
dos ámbitos que no necesariamente concurren; de hecho, las reflexiones sobre
una y otra tienen trayectorias que sólo en ciertos casos han coincidido, revelando
así las tensiones que rodean su relación.

No obstante, pensar en la gobernabilidad al margen de la democracia, estimula el


germen del autoritarismo en aras, en el mejor de los casos, del gobierno eficiente,
pero sin legitimidad ciudadana. De la misma manera, postular la democracia sin
considerar la gobernabilidad puede derivar en situaciones de inestabilidad política.
Por estas razones, es pertinente la reflexión simultánea en torno a la
gobernabilidad democrática y a la democracia gobernable. Con ello se alude a dos
niveles fundamentales de la política: los procesos democráticos para la
conformación de gobiernos legítimos y el ejercicio gubernamental eficiente con
vocación de servicio ciudadano.

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En las sociedades contemporáneas el vínculo entre gobernabilidad y democracia
radica en el principio de la soberanía popular y en sus manifestaciones concretas,
como son las elecciones periódicas y la participación ciudadana. En una
democracia consolidada se cuenta con un buen número de recursos
institucionales para prevenir y, en su caso, enfrentar los problemas de
gobernabilidad. El federalismo, la separación de poderes, el sistema de partidos,
la correlación entre mayoría y minorías, las elecciones periódicas, las
posibilidades de la alternancia y las múltiples formas de participación ciudadana
hacen de la democracia el espacio institucional idóneo para dirimir pacíficamente
la confrontación de programas y proyectos políticos. (Gamou, s.f)

Sin embargo, justo es reconocer que aun en ese contexto, los sistemas
democráticos enfrentan, en mayor o menor grado, problemas de gobernabilidad.
Ya sea por la escasez de recursos, ya por la multiplicación de demandas o por
otros factores, la resolución plena de los problemas de gobernabilidad puede
rebasar el ámbito propio de la democracia política. Se puede considerar que existe
una crisis de gobernabilidad por dos fuentes:

1) cuando los gobernantes son incapaces de llevar un gobierno legítimo y


enfrentan descontento y presión social de los gobernados.

2) cuando existe una sobrecarga de demandas sociales. La primera deviene


ilegitimidad y la segunda ineficacia en la gestión del gobierno en turno. De esta
forma, cuando se habla de gobernabilidad o su contraparte se habla de
fenómenos en proceso y de relaciones complejas entre gobernantes y
gobernados. Es por esta razón que la Gobernabilidad sólo puede percibirse desde
este punto de vista dual en el que gobierno y sociedad determinan el equilibrio en
que se expresa ésta.

La crisis de gobernabilidad se ha vinculado históricamente al momento en que los


gobiernos modernos han aumentado su intervención para solventar el crecimiento
de demandas sociales a costa de crisis fiscales e ilegitimidad institucional ante la

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merma de autonomía de la participación social. Según Habermas, la
ingobernabilidad se presenta cuando hay una crisis de gestión administrativa y de
apoyo político de los ciudadanos a las autoridades.

Es decir, el sistema administrativo no logra hacer compatibles los mecanismos de


control que le exige el sistema económico y el sistema legitima torio no logra
mantener el nivel necesario de lealtad de las masas.

La gente quiere tener un sentido de propósito en la vida, además de un sentido de


potenciación. Como miembros de familias y comunidades la gente también valora
la cohesión social y el derecho a afirmar sus tradiciones y su cultura propia. Estas
opciones deben conjugarse con las obligaciones, y los derechos, con los deberes,
plasmados en las dimensiones del desarrollo humano. Por lo que las dimensiones
del desarrollo humano se plantean en los siguientes paradigmas:

Fomentar la democracia como vía para lograr una participación equilibrada.


Se hace necesario que el Estado aliente la participación ciudadana, para lo
cual se debe descentralizar, crear transparencia de los actos públicos,
desburocratizar, favorecer todas las formas de cogestión de los ciudadanos,
activar igualmente instituciones de participación permanentes como los
referéndums, renovar constituciones, ir hacia los sistemas políticos, que
hagan madurar crecientemente la ciudadanía y favorezcan la organización
y expresión de la sociedad civil.

Que las personas participen con el Estado en la corresponsabilidad de


lograr sus niveles de bienestar. La responsabilidad del bienestar de la
población era del Estado, quien determinaba prioridades de atención,
estrategias, procedimientos y funciones.

Que se potencialicen las capacidades de los seres humanos en busca del


mejoramiento de sus vidas. La potenciación se entiende como la ampliación
de la capacidad y las opciones de la gente (hombres y mujeres); es decir,
que, en el curso de su vida cotidiana, la gente pueda participar en la

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adopción de decisiones que afecten sus vidas o apoyarlas, sin estar sujetos
a hambre, pobreza y privación, lo cual entraña una ampliación de opciones
y con ello una mayor libertad.

Un nuevo concepto de Estado. Debido a la magnitud y profundidad de los


problemas sociales es necesario modificar el modelo dominante donde el
Estado concentraba el campo de las decisiones en un cuerpo burocrático
de elite y tecnócrata. Tanto en los países desarrollados como en desarrollo
el Estado se ve obligado a redefinir su papel en la actividad social y
económica, a reducirlo, reorientarlo y reconsiderarlo.

Vincular los servicios públicos con los servicios privados. El Estado se


define como el conjunto de instituciones políticas y del sector público, cuyas
funciones son múltiples; entre ellas, opera como centro focal del contrato
social que define la ciudadanía, es la autoridad a quien incumbe el control y
el ejercicio de la fuerza, se encarga de los servicios públicos y crea un
ámbito posibilitante del desarrollo humano sostenible, lo que significa
establecer marcos jurídicos y reglamentarios estables, eficaces y
equitativos para la actividad pública y privada.

Pasar de un Estado proveedor de los servicios a un estado regulador y


promotor de la calidad del servicio buscando la calidad y eficiencia de los
servicios privados Ahora se pasaba de la provisión del bienestar social
mediante la intervención estatal, basada en el mantenimiento de un nivel
mínimo de vida, concebida sólo a través de la provisión de los servicios
sociales a un Estado regulador y promotor de la equidad del servicio.

Se trata, entonces, de que gobernabilidad y democracia se influyan


provechosamente para propiciar gobiernos democráticos a la vez que legítimos,
eficientes y responsables.

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La prioridad del desarrollo humano sobre el desarrollo económico

El desarrollo humano exige la eliminación de las principales fuentes de privación


de libertad: la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas, la
escasez de bienes y servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención
de Estados represivos. Por ese motivo, si nos guiamos solamente por el número
que nos indica el Índice de Desarrollo Humano (IDH), resulta que países de
América Latina donde actualmente no son totalmente tangibles estas libertades
(como el caso de Venezuela) aparecen como de desarrollo humano alto.
Recordemos que el Índice de Desarrollo Humano considera la esperanza de vida,
el logro educativo (alfabetismo y matrícula escolar) y el ingreso per cápita como
principales factores de desarrollo; pero lamentablemente estas variables son
numéricamente influidas por políticas de masificación, que dejan de lado otros
factores determinantes. El índice de desarrollo humano omite ciertas condiciones
que ponen en riesgo directo de vulnerabilidad a los individuos, como la
inseguridad, el estrés, pérdida de libertades políticas, sociales y económicas, y
toda falla institucional que amenace el desarrollo individual y colectivo.

No existe una relación directa entre crecimiento y desarrollo económico, mucho


menos entre crecimiento económico y desarrollo humano. El gran reto de la
sociedad mundial es crear un vínculo efectivo entre crecimiento económico,
desarrollo económico y desarrollo humano, en regiones con rezagos históricos en
estos conceptos, como es el caso particular de América Latina. El crecimiento
económico sostenible ha sido tradicionalmente uno de los principales objetivos en
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la agenda de los países de América Latina, porque representa la principal fuente
de financiamiento del desarrollo económico. El crecimiento económico consiste en
el mayor aprovechamiento de los recursos disponibles. No obstante, no existe
crecimiento económico sostenible sin factores productivos desarrollados. De modo
que la relación no es lineal, sino que se trata de términos que se retroalimentan en
un proceso dinámico.

El crecimiento económico sostenible es determinado por los mercados y las


instituciones sociales en eficiente funcionamiento. Es decir, el crecimiento
económico es un medio para el desarrollo humano, no un fin en sí mismo, pues
depende de ciertas condiciones para convertirse en tendencia permanente. Por
otra parte, las sociedades no detienen su nivel de desarrollo económico y humano,
el desarrollo no es una meta fija, es una condición dinámica que exige la mejora
continua del bienestar y calidad de vida de los individuos que viven en sociedad.

El crecimiento económico impulsa materialmente el desarrollo humano en la


medida que amplía el estado de condiciones de producción y factores productivos
(desarrollo económico); pero mientras mayor es el desarrollo humano, más
sostenible es el crecimiento y desarrollo económico. Sin duda existe una relación
muy estrecha entre todos estos términos, pero son esencialmente diferentes. El
desarrollo humano exige crecimiento económico, libertad política, desarrollo
económico, equidad social, participación comunitaria, sostenibilidad ambiental y
seguridad humana. El problema de viabilidad del bienestar colectivo surge cuando
se afirma contar con desarrollo humano y no se obtienen resultados tangibles en
términos de crecimiento y desarrollo económico.

Para que haya crecimiento económico sustentable, que financie el desarrollo


económico y el desarrollo humano intergeneracional, es necesario que los
excedentes obtenidos de la economía se destinen a la inversión productiva,
fundamental para incrementar la productividad laboral y destinar recursos a
acciones concretas de desarrollo humano. El gasto público productivo como medio
de intervención del gobierno en la economía, debe dirigirse efectivamente a

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ofrecer bienes y servicios públicos de calidad, para mejorar la eficiencia, equidad,
equilibrio y desarrollo material de las naciones. Por lo que resulta imperante, lograr
el equilibrio de influencias entre el Estado en democracia y el mercado, entendidas
como dos instituciones complementarias y no antagónicas en la sociedad. La idea
que el solo crecimiento económico pueda resolver los problemas sociales del
mundo es una falacia. Por esa razón, algunas concepciones alternativas han
puesto énfasis en el bienestar humano, basadas en la equidad de la distribución
de los recursos disponibles y la creación de oportunidades para todos. Una vez
superadas las ideas simplistas de desarrollo económico como única forma de
desarrollo, podemos llegar al concepto de desarrollo humano. (abarca, 2015)

El desarrollo humano tiene como fin aumentar la libertad real de las personas, la
expansión de la libertad es el medio y fin principal del desarrollo. El desarrollo
humano consiste en la eliminación de controles a los tipos de libertad, que privan a
los individuos de la posibilidad de aprovechar sus capacidades y oportunidades y
además, sin estas libertades no es sostenible ni sustentable el desarrollo. Pero,
para garantizar libertades fundamentales en la sociedad, deben existir
instituciones económicas y sociales sólidas que impidan que se desmorone el
pacto social.

El desarrollo económico no se traslada automáticamente a la población. Por el


contrario, ha sido frecuente en diversos países del mundo en desarrollo durante la
década de los ochenta (la década perdida), la coexistencia del crecimiento del
producto bruto y mejores equilibrios macroeconómicos con empeoramientos serios
en la situación social de las mayorías. Frente a la enorme desigualdad social a
nivel del planeta, las Naciones Unidas recomiendan que en todos los países es
necesario prestar atención a la estructura y calidad del crecimiento económico a
fin de contribuir al desarrollo humano, la reducción de la pobreza y la
sustentabilidad a largo plazo. Recuperar la estructura y calidad del crecimiento
quiere decir superar los obstáculos que hasta ahora no han permitido reducir los
niveles de desigualdad social, los gobiernos deben adoptar oportunamente

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medidas correctivas para evitar el crecimiento sin empleo, sin raíces, sin equidad,
sin voz de las comunidades y sin futuro, lo cual significa:

Crecimiento sin empleo, es cuando los niveles de crecimiento económico


no se traducen en trabajo para las personas. Es decir, que la economía en
general crece sin que aumenten las oportunidades de empleo.

Crecimiento sin equidad, se refiere a que los frutos del crecimiento


económico benefician principalmente a los ricos, dejando a millones de
personas sumidas en la pobreza más profunda.

Crecimiento sin voz de las comunidades, significa que el crecimiento


económico no ha sido fortalecido con democracia o con mayor participación
de la población, es decir no ha establecido acciones que aumenten y
potencialicen las capacidades de las personas. Esta falta de participación
genera desigualdades entre las personas, los grupos sociales y entre los
hombres y las mujeres, confinando a éstas a mantener un papel de orden
menor en la gestión y la dirección de la economía.

Crecimiento sin raíces es cuando no se ha tomado en cuenta la identidad


cultural de los pueblos en los modelos socioeconómicos adoptados por los
países.

Crecimiento sin futuro significa que las generaciones actuales despilfarran


los recursos que han de necesitar las generaciones del futuro. En aras del
crecimiento económico se ha destruido un enorme potencial de recursos
naturales y ecosistemas, se han agotado los bosques y los mantos
acuíferos, contaminado los ríos y en general se ha ido destruyendo la
diversidad biológica y agotando los recursos naturales.

Aunque un país muestre un alto índice de desarrollo humano, ese indicador no


será sustentable si en la práctica no se observan resultados notorios de
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crecimiento económico, desarrollo económico, estabilidad institucional y libertades
garantizadas. Crecimiento económico, desarrollo económico y desarrollo humano
son complementarios, pero no significan lo mismo, pues la falla de cualquiera de
ellos compromete la sostenibilidad de los otros. No porque un país tenga
crecimiento económico significa que tenga desarrollo económico y no todo país
con alto IDH significa que efectivamente tenga desarrollo sostenible. Es importante
no confundir los conceptos.

La detección de los nuevos campos de acción del trabajo social en el desarrollo


humano

El trabajo social como profesión se ha visto en medio de dinámicas


contradictorias, complejas, bajo discursos y acciones neoliberales en el que
predominio del capital influye y determina la vida de los seres humanos. Las
condiciones políticas, sociales, económicas, culturales u ambientales imponen
nuevos retos a la intervención y a la fundamentación: al cuerpo epistemológico,
teórico, conceptual, metodológico y ético político del trabajo social. Los procesos
de cambio progresivo o de retrocesos en las diciplinas no son un producto
meramente endógeno de cada profesión, se generan y articulan con la dinámica
social y política especifica; por esto resulta imprescindible analizar el trabajo social
en el contexto de los procesos sociales, económicos y políticos vigentes. (Alayón
2007)

La actividad profesional del Trabajador Social tiene como objeto la intervención


ante las necesidades sociales para promover el cambio, la resolución de los
problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y la libertad de la
sociedad para incrementar el bienestar, mediante la utilización de teorías sobre el

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comportamiento humano y los sistemas sociales y aplicando la metodología
específica en la que se integra el trabajo social de caso, grupo y comunidad.

El ejercicio profesional del trabajo social se ejerce en diversos espacios de


intervención, llamados o reconocido por las y los profesionales como campos,
áreas, sectores, esferas, dimensiones.

Aún la profesión no ha logrado la construcción de un criterio de clasificación único


para definir en que intervienen, dadas las complejidades de los objetos de
intervención y la dinámica con que se transforma. A continuación, se mencionan
algunos campos de acción de acción del trabajo social en el que se puede aportar
para el desarrollo humano de nuestra sociedad, tomando en cuenta que ya no es
necesario mencionar todos los campos donde existe una mayor demanda del
trabajador social, como lo es en el sector salud, gobierno, entre otros.

Trabajar con inmigrantes Las acciones del trabajador social son


la atención directa a personas, grupos;
Trabajar en derechos humanos
a través de la investigación política y
promoción social
Desapariciones forzadas El papel fundamental del trabajador
social dentro de estas situaciones es
de orientador y terapeuta.
Vivienda y el empleo (personas Junto con el consumo, trafico de
desplazadas por el crimen organizado) drogas y seguridad ciudadana,
gestionando ayuda a domicilio

Conclusiones

A pesar de los problemas señalados en torno a la profesión del Trabajo Social, el


nuevo milenio se presenta lleno de retos y oportunidades. México es un país
grande y plural que, si bien enfrenta serios rezagos en su desarrollo y en la
construcción de la equidad social, también cuenta con amplios recursos, que lo

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colocan actualmente como una gran economía. La coyuntura actual del sistema
sociopolítico mexicano está provocando una revisión a fondo de las prioridades en
materia de política social y de las estrategias que deben seguirse para construir un
Estado moderno, desarrollado y equitativo. El Trabajo Social está llamado a jugar
un papel importante en las transformaciones sociales actuales, pero para asumir
un rol protagónico en este escenario, será necesario repensar el Trabajo Social y
hacer una reforma importante en la curricular de formación académica.

Referencias
abarca, K. (27 de mayo de 2015). Crecimiento, desarrollo económico y desarrollo
humano. Obtenido de América economía:
https://www.americaeconomia.com/analisis-opinion/crecimiento-desarrollo-
economico-y-desarrollo-humano-significados-diferentes-fines-
Campos, R. C. (abril de 2011). Estado y política social. Obtenido de economía
UNAM: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-
952X2011000100001
Gamou, a. (s.f). Gobernabilidad y de democracia . Obtenido de Instituto federal
electoral:
https://portalanterior.ine.mx/documentos/DECEYEC/gobernabilidad_y_dem
ocracia.htm
Gobernación. (s.f). Gobernabilidad. Obtenido de Gobernación:
http://sil.gobernacion.gob.mx/Glosario/definicionpop.php?ID=112
Mayorga, Á. C. (s.f). El Estado y su importancia. Obtenido de El telégrafo:
https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/zoo/1/el-estado-y-su-importancia
Vicente, S. S. (2006). Realidades y perspectivas del trabajo social en la política
social. En Politica social. ENTS-UNAM.

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