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OS DE
GÉNERO
Los estereotipos son las ideas, cualidades y expectativas que la sociedad atribuye a mujeres
y hombres; son representaciones simbólicas de lo que mujeres y hombres deberían ser y
sentir; son ideas excluyentes entre sí que al asignarnos una u otra reafirman un modelo de
feminidad y otro de masculinidad.
Con frecuencia los estereotipos se usan para justificar la discriminación de género y pueden
reforzarse con teorías tradicionales o modernas, incluso a través de leyes o de prácticas
institucionales. Una dicotomía fundamental es que mientras los hombres socialmente han
estado asignados al espacio público, donde se toman las decisiones políticas, sociales y
económicas, las mujeres han estado asignadas al espacio privado, donde llevan a cabo el
trabajo de cuidados y crianza.
Al estereotipo de feminidad se asocian ciertas características y roles: maternidad, trabajo
doméstico y cuidado de otras personas, el ser cariñosas, sensibles, débiles, sentimentales,
intuitivas, buenas, dependientes, sumisas, adaptables. Por su parte, al estereotipo de
masculinidad se asocian el rol de proveedor y el ser fuertes, competitivos, racionales,
valientes, poco expresivos, dominantes, independientes, se naturalizan conductas violentas.
DIV ERSIDA
D
CULTURAL
La diversidad cultural consiste en comprender la humanidad como un conjunto
inmenso de culturas, cada una dotada de un contexto histórico y de una tradición
valiosa. Eso significa no valorar unas por encima de otras ni pretender que algunas sean
más “avanzadas” y otras más “atrasadas”, sino simplemente diferentes.
Esta visión ha ganado terreno en el siglo XXI en la mayoría de las democracias modernas
occidentales, cuya población presenta un importante margen de diversidad cultural y
étnica, fruto de su pasado imperial y colonialista.
Por otro lado, la diversidad cultural de la humanidad, es decir, su gigantesca abundancia
de formas culturales, es una de sus mayores virtudes, en la que descansa la posibilidad
de un intercambio de saberes y de visiones de mundo absolutamente enriquecedor. Ello
se debe a que en términos culturales, así como en la genética, la uniformidad y la
homogeneidad tienden, por lo general, al empobrecimiento.
IMPORTANCIA
La diversidad cultural es un valor fundamental en la construcción de un futuro pacífico para
la humanidad. La mayoría de los conflictos en la historia poseen un origen no sólo
económico, sino también cultural, de modo que una perspectiva que celebre la diversidad y
la diferencia puede dar una resolución pacífica y democrática a los conflictos. La diversidad
cultural es un rasgo indispensable de la vida democrática del siglo XXI.
¿Por qué? Las desigualdades basadas en los ingresos, el género, la edad, la discapacidad, la
orientación sexual, la raza, la clase, el origen étnico, la religión y la oportunidad siguen persistiendo
en todo el mundo, dentro de los países y entre ellos. Las desigualdades amenazan el desarrollo
social y económico a largo plazo, afectan a la reducción de la pobreza y destruyen el sentimiento
de plenitud y valía de las personas.
¿Qué ejemplos existen de desigualdad?
Unos 69 millones de niños menores de 5 años morirán por causas en su mayoría prevenibles. Las
mujeres de las zonas rurales tienen el triple de probabilidades de morir en el parto que las mujeres
de los centros urbanos.En los países en desarrollo, muchas familias viven en sociedades donde los
ingresos se distribuyen de manera más desigual que en la década de 1990. Estos son solo algunos
ejemplos, pero se trata de un problema que afecta a todos los países del mundo.
¿Por qué debo preocuparme por la desigualdad si yo no sufro ningún tipo de
discriminación?
En el mundo de hoy, todos estamos interconectados. Los problemas y los desafíos, ya
se trate de la pobreza, el cambio climático, las migraciones o las crisis económicas, no
se limitan nunca a un país o a una región. Incluso en los países más ricos sigue
habiendo comunidades que viven en la miseria. Las democracias más antiguas siguen
enfrentándose al racismo, la homofobia y la transfobia, así como a la intolerancia
religiosa. Un reciente informe del UNICEF ha observado, en diversos países de ingresos
altos, una creciente desigualdad entre los niños. La desigualdad mundial nos afecta a
todos, independientemente de quiénes somos o de nuestro lugar de procedencia.
La igualdad puede y debe lograrse a fin de garantizar una vida digna para todos. Las
políticas económicas y sociales deben ser universales y prestar especial atención a las
necesidades de las comunidades desfavorecidas y marginadas.
¿Qué podemos hacer?
La reducción de la desigualdad exige un cambio transformador. Es preciso redoblar los
esfuerzos para erradicar la pobreza extrema y el hambre, e invertir más en salud, educación,
protección social y trabajo decente, especialmente en favor de los jóvenes, los migrantes y
otras comunidades vulnerables.