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ADOLESCENTES Y VIOLENCIA ESCOLAR

INTRODUCCIÓN

Debido a que la adolescencia es un periodo de transición de la infancia a la vida adulta,


caracterizada por grandes descubrimientos, el adolescente está expuesto a condiciones de
vulnerabilidad así como a situaciones de violencia, tanto en las condiciones de víctima como de
agresor.

Para poder entender mejor la violencia escolar en los adolescentes, en esta presentación se abordará
el tema del desarrollo moral en el adolescente, sus principales teorías, la autoestima y la salud
mental, qué es la violencia escolar, su etiología, los tipos de agresión, la perspectiva de género, los
principales trastornos asociados y los tratamientos más frecuentes.
DESARROLLO MORAL EN LA ADOLESCENCIA

Factores biopsicosociales

En la adolescencia se dan una serie de acontecimientos normativos de


índole física, cognitiva, psicológica y social, propios de una etapa de
transición entre la infancia y la adultez.
En este periodo es fundamental el desarrollo del pensamiento cognitivo
formal, la construcción de la identidad personal y las relaciones sociales
que establece el adolescente con sus amigos, la familia, el entorno
social y el resto del ámbito social.
(Cortés, 2002, p. 111)
El pensamiento formal caracteriza al desarrollo cognitivo, definido por la posibilidad de
ir más allá de lo real y situarse dentro de lo posible, gracias a la capacidad mental
hipotética deductiva. Mediante esta facultad, el adolescente valora, a través de
proposiciones, lo que es capaz de realizar y construye su propia identidad personal al
acceder a nuevas formas de interacción social. (Cortés, 2002, p. 112)
Otro campo de estudio dentro del ámbito de la
cognición, son las percepciones sociocognitivas
que el adolescente tiene acerca de los sucesos que
ocurren en su contexto.
El joven piensa y se comporta según como se
perciba el contexto, no de como sea en realidad. La
percepción depende de las características del que
aprecia y de determinantes sociales y culturales.
(Cortés, 2002, p. 112)
Dentro del ámbito de la personalidad, el centro se sitúa en la
construcción de la identidad y la autonomía personal. Erikson
destaca la adolescencia como un periodo de descubrimiento de
su yo, y cómo en este proceso pueden existir conflictos entre esa
individualización y las presiones exteriores desde los diferentes
ámbitos de socialización.
El proceso para conseguir el logro de la identidad, puede tener
una analogía con cuatro niveles de consecución de la misma.
Así el status de difusión de la identidad, identidad hipotecada,
moratoria y logro de identidad, representan los tipos de
identidad. (Cortés, 2002, p. 113)
Estrechamente relacionado con lo cognitivo y la identidad
personal, se sitúa el ámbito social del adolescente caracterizado
por las relaciones con los iguales y las familiares. El adolescente
necesita a la familia para desarrollarse, madurar y conseguir una
autonomía, pero con un sentimiento de apoyo por los lazos
familiares.
Las relaciones entre los compañeros, principalmente del entorno
escolar, comienzan a tener una relevante influencia. (Cortés,
2002, p. 114)
Teoría de Kohlberg y el desarrollo moral en la adolescencia

El enfoque cognitivo evolutivo de Kohlberg, se refiere a la existencia


de una secuencia de estadios que se integran jerárquicamente unos en
otros:
1. Estadio heterónomo.
2. Estadio hedonista-instrumental
3. Estadio de conformidad
4. Estadio del sistema social y la consciencia
5. Estadio del contrato social, la utilidad y los derechos del individuo.
(Cortés, 2002, p. 116)
Existen tres constructos fundamentales en la
teoría.
El primero es el juicio moral que permite la
reflexión de los propios valores y su
ordenación jerárquica.
El segundo es el sentido de justicia, que es
central en la comprensión de la moralidad y se
va alcanzando en las etapas de la vida.
El tercero es el análisis del desarrollo moral a
través de la descripción de niveles por los que
pasa la persona. (Cortés, 2002, p. 116)
Teoría ecológica de Bronfenbrenner del desarrollo moral

Para Bronfenbrenner, el ambiente o el contexto es como


un puzzle, en el que cada estructura o nivel ecológico se
relaciona con el otro.
Estas estructuras son:
1. El microsistema. Patrón de actividades, roles y
relaciones interpersonales que la persona en desarrollo
experimenta en un entorno determinado, con
características físicas y materiales particulares.
(Cortés, 2002, p. 124)
2. Mesosistema. Conjunto de interrelaciones de dos o más entornos en los que la
persona en desarrollo participa activamente.

3. Exosistema. Uno o dos entornos que no incluyen a la persona en desarrollo


como participante activo, pero en los cuales se producen hechos que afectan a lo
que ocurre en el entorno que comprende a la persona en desarrollo.

4. Macrosistema. Se refiere a las correspondencias, en forma y contenido, de los


sistemas de menor orden (micro, meso y exo) que existen o podrían existir, al
nivel de la subcultura o de la cultura en su totalidad, junto con cualquier sistema
de creencias o ideología que sustente estas correspondencias. (Cortés, 2002, p.
124)
Autoestima y salud mental en los adolescentes

La autoestima es un factor relevante en el desarrollo, especialmente en los aspectos de


personalidad, adaptación social y emocional, así como en la salud mental en general.
La autoestima influye sobre aspectos importantes de la vida tales como la adaptación a
situaciones nuevas, nivel de ansiedad y aceptación de otros, rendimiento escolar,
relaciones interpersonales, consumo de drogas, embarazo en adolescentes y resiliencia.
(Montt & Ulloa, 1996, p.30)
La autoestima se desarrolla paulatinamente desde el nacimiento, a
través de la interacción del sujeto con otros sujetos y del sujeto
consigo mismo, tendiendo a lograr mayores niveles de estabilidad
durante la etapa escolar y la adolescencia.
La etapa escolar es un periodo crítico en la formación del
autoconcepto. Durante esta etapa una baja autoestima se puede
expresar a través de una actitud quejumbrosa y crítica, búsqueda de
atención, necesidad imperiosa de ganar, actitud inhibida y poco
sociable, excesivo temor a equivocarse, actitud insegura, ánimo
triste, actitud perfeccionista, desafiante, derrotista o necesidad
compulsiva de aprobación (Montt & Ulloa, 1996, p.30)
VIOLENCIA
ESCOLAR EN LOS
ADOLESCENTES
La violencia escolar es un problema existente
en todos los países y respecto del cual la
preocupación social se ha incrementado
considerablemente en estas últimas décadas.
En México, los estudiantes de secundaria han
sido víctimas de robos de objetos o dinero
dentro de sus escuelas en 43.6%; burlas e
insultos las han padecido un 13.6% y las
peleas entre iguales las han sufrido un 14.5%
(Villareal, Sánchez, Veiga & Del Moral, 2011,
p. 171)
La conducta violenta hace referencia, normalmente, a
comportamientos transgresores y punitivos que afectan las
interacciones positivas que deben ser predominantes en los
contextos educativos.
La conducta violenta se relaciona con procesos sociales tales
como, la aprobación, aceptación, reconocimiento social de los
iguales, necesidad de protagonismo (de ser considerado y
aceptado por los demás), de poder (de ser más fuerte y poderoso
que los otros) y de ser diferente (de crearse una identidad
particular en el grupo de iguales) (Villareal, Sánchez, Veiga &
Del Moral, 2011, p. 171-172)
De acuerdo con Andreu, Peña & Larroy (2010), para
conocer la etiología de la agresión durante la infancia
y la adolescencia se habla de clasificarla, en función
de los procesos motivacionales y cognitivo-
emocionales que subyacen a la conducta agresiva, en
agresión reactiva y proactiva (p. 57)
Agresión reactiva Agresión proactiva

Engloba aquellas conductas agresivas Engloba aquellas conductas agresivas que


manifestadas bajo la activación de se ven motivadas de forma instrumental o
estados afectivos negativos tales planificada bajo el deseo orientado hacia
como la ira, la frustración y la la consecución de un fin determinado. Es
provocación. considerada un medio que sirve para
solucionar problemas interpersonales o
Se desencadena como una reacción
conflictos sociales e, incluso como
conductual en respuesta a una
estrategia para obtener una amplia
provocación percibida, ya sea ésta
variedad de objetivos o beneficios para el
real o imaginaria (Andreu, Peña &
agresor. (Andreu, Peña & Larroy, 2010, p.
Larroy, 2010, p. 58)
59)
Estos dos tipos de conducta agresiva no son
mutuamente excluyentes entre sí, pues ambas
comparten las mismas formas físicas y
verbales de expresión social.
La distinción funcional entre ambos tipos de
agresión es útil para comprender y analizar
los procesos psicológicos que se encuentran
en el origen de la conducta agresiva, dado que
ambos presentan antecedentes, consecuentes y
factores de riesgo diferenciados (Andreu,
Peña & Larroy, 2010, p. 59).
La agresión reactiva durante la niñez y adolescencia parece estar
asociada a otros problemas de conducta como el rechazo por
parte de los iguales, la aparición de síntomas exteriorizados, bajo
autocontrol, baja capacidad de planificación cognitiva, sesgos en
el procesamiento de la información social y problemas
psicológicos como depresión y somatización (Andreu, Peña &
Larroy, 2010, p. 59).

La agresión proactiva parece estar fuertemente asociada a la


aparición de conductas antisociales y delictivas, trastornos
disociales y de conducta, rasgos de personalidad psicopáticos y
sesgos a la hora de evaluar positivamente las consecuencias del
uso de la agresión (Andreu, Peña & Larroy, 2010, p. 59).
Perspectiva de género

Los chicos se implican en comportamientos


violentos en el contexto escolar en mayor
medida y de una forma más directa que las
chicas.
Igualmente, se ha observado que en las
chicas más que en los chicos hay una
relación positiva entre el malestar
psicológico y la violencia escolar.
(Villareal, Sánchez, Veiga & Del Moral,
2011, p. 172)
También se han encontrado
diferencia de género en variables
familiares y comunitarias. Así por
ejemplo, en las chicas adolescentes
en sus comunidades o barrios se ha
constatado que estas dimensiones
están asociadas con resultados
psicosociales más adaptativos tales
como más autoestima, menos
síntomas depresivos y menos
participación en actos delictivos y
violentos. (Villareal, Sánchez, Veiga
& Del Moral, 2011, p. 172)
Los estudios muestran que la conducta agresiva y antisocial se ha incrementado
notablemente y se ha dado un aumento general en las tazas de agresión física y verbal en
mujeres. Además de que las diferencias de sexo en la agresión no solo son cuantitativas sino
también cualitativas. Por ejemplo, diversos estudios han mostrado que aunque las mujeres
presenten menos conductas agresivas físicas, usan otro tipo de agresión relacional o indirecta
desde la infancia y la adolescencia (Andreu, Peña & Larroy, 2010, p. 60).
Principales trastornos clínicos asociados

Son múltiples las patologías estándar que pueden o bien estar


en el origen del comportamiento antisocial de los jóvenes
(problemas paterno-filiales, abuso físico o sexual del niño,
negligencia en la infancia) o resultar comórbidas con él. Entre
estas últimas podrían encontrarse el trastorno disocial y el
trastorno negativista desafiante, los trastornos relacionados con
sustancias (alcohol, alucinógenos, cocaína, inhalantes,
opiáceos…), la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos,
algunos tipos de trastornos bipolares, las parafilias (pedofilia,
sadismo sexual), los trastornos de control de impulsos y el
trastorno antisocial de la personalidad (Pérez, Fernández,
Fernández & Amigo, 2018, p. 188)
Tratamientos más frecuentes

Como mencionan Pérez, Fernández, Fernández & Amigo (2018), los principales modelos y técnicas,
fundamentalmente psicológicas, utilizadas son las siguientes:

Terapias psicológicas no conductuales.


Considera que el tratamiento debería dirigirse a
tratar los problemas psicológicos y emocionales
subyacentes más que al comportamiento delictivo en sí.
Con lo que la conducta delictiva debería desaparecer.
Este modelo incluye algunas técnicas basadas en el
modelo psicodinámico.
Intervención educativa.
Algunos de estos jóvenes no completaron sus
estudios básicos, por lo que se les puede ayudar
incrementando su nivel educativo a través de
programas intensivos de escolarización.

Intervenciones conductuales.
Las teorías del aprendizaje consideran que la
conducta delictiva es fundamentalmente aprendida.
El objetivo de los programas conductuales es
emplear los mecanismos del aprendizaje para
invertir el proceso, de modo que los sujetos puedan
aprender a inhibir su conducta delictiva y usar
nuevos comportamientos socialmente aceptables.
Intervenciones cognitivo Comunidades terapéuticas Programas de derivación
conductuales

Estas técnicas enfatizan la Un contexto participativo y Consiste en la derivación (o


necesidad de enseñar a los saludable en los centros y prisiones diversión) de los delincuentes
delincuentes todas aquellas juveniles, favorecerá un mayor juveniles desde el sistema de
habilidades (resolución cognitiva equilibrio psicológico en los justicia hacia programas
de problemas interpersonales, internos y reducirá su alternativos de libertad condicional,
habilidades sociales, etc. ) comportamiento violento, tanto mediación, reparación del daño,
necesarias para la interacción durante su estancia en las supervisión de la comunidad y
apropiada y no violenta con otras instituciones de custodia como en trabajo social.
personas, en la familia, en el su futura vida en sociedad.
trabajo o en cualquier otro contexto
social.
CONCLUSIÓN

Como conclusión podemos decir que, aunque la violencia escolar se ha incrementado en las últimas
décadas, ésta se puede prevenir o disminuir, pues si tomamos en cuenta que la adolescencia es una etapa
que se encuentra entre la niñez y la edad adulta y conlleva acontecimientos físicos, sociales y psicológico,
en donde se requiere que el adolescente adquiera un pensamiento cognitivo formal, una identidad
personal, una buena autoestima y buenas relaciones sociales con iguales y amigos que le servirán como
redes de apoyo, así, si atendemos a fortalecer estos factores, empezando por el entorno familiar y
ayudando a los padres a tener ellos mismos mayores recursos, pueden también darle mayores recursos a
sus hijos, fomentar su autoestima, utilizar una buena comunicación y estando mejor informados de qué es
la violencia escolar y como comienza.
Referencias

Andreu, J., Peña, M., & Larroy, C. (2010). Conducta antisocial, impulsividad y creencias justificativas: Análisis de
sus interrelaciones con la agresión proactiva y reactiva en adolescentes. Behavioral Psychology, 18 (1), 57-
72.

Cortés, A. (2002). La contribución de la psicología ecológica al desarrollo moral. Un estudio con adolescentes.
Anales de psicología, 18 (1), 111-134.

Montt, M., & Ulloa, F. (1996). Autoestima y salud mental en los adolescentes. Salud Mental, 19 (3), 30- 35.

Pérez, M., Fernández, J., Fernández, C., & Amigo, I. (2018). Guía de tratamientos psicológicos eficaces III. Infancia
y Adolescencia. Madrid: Ediciones Pirámide.

Villarreal, M., Sánchez, J., Veiga, F., & del Moral, G. (2011). Contextos de desarrollo, Malestar Psicológico,
Autoestima Social y Violencia Escolar desde una perspectiva de Género en adolescentes Mexicanos.
Psychosocial Intervention, 20 (2), 171-181.

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