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Oliver Chávez

MUV

Muévete, Ubícate y Vive

Obra editada y supervisada por Editorial Mexclando Letras – México

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A mis padres, por haber estado ahí SUMANDO…

A Dios, por acompañarme en todo momento.

A mis abuelos, por su gran legado

A mi esposa, por darme a mis dos grandes bendiciones.

A mis hijas por ser esa luz inspiradora y motivación.

A ti, por seguir multiplicando aventuras en mi vida.

Oliver.

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Derechos de autor reservados bajo las leyes internacionales.

Primera edición: Guadalajara, Jalisco, México. 2017.

Director editorial: Ricardo Talavera.

Dirección de estilo: Gabriela Torres L.

Edición: Ana S. Salgado

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ÍNDICE

PARTE 1. EL RETO DE LAS RELACIONES

Y LA POSMODERNIDAD

UNO / Mi origen 10

DOS / Relaciones, cambios y más duelos 17

TRES / Conéctate con los tuyos 18

CUATRO / El alimento del amor y el reconocimiento 26

CINCO / instantaneísmo y falta de sentido de pertenencia 28

SEIS / Lo social afecta lo mental 30

PARTE 2. Matemáticas para la vida

SUMAR

SIETE / Trece regalos para sumar en la vida 32

7.1 –Reencuéntrate con tú SER 33

7.2 –Date tiempo para tus HOBBIES 36

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7.3 –Haz ejercicio y come saludable 39

7.4 -Ayuda a los demás 42

7.5 -Juega como niño y sé niño otra vez 46

7.6 -Alimenta tú espíritu 57

7.7 –Escucha música que te haga vibrar y sentir pleno 60

7.8 -Experimenta cosas nuevas 64

7.9 -Ponte retos 68

7.10 -Date tiempo y amor… ÁMATE 71

7.11 -Cultiva tus amistades 76

7.12- ComunicARTE, el arte de las relaciones 80

7.13 Haz vibrar tú creatividad 93

RESTAR

OCHO / ¿Qué resta en la vida? 96

8.1.- Deja la envidia 97

8.2.- Suelta el rencor 99

8.3.- No trabajes en exceso 102

8.4.- Aniquila el MIEDO que te acecha 105

8.5.- Tiro la piedra y escondo la mano ¿a quién le echo la culpa?. 108

8.6.- No mates el PRESENTE 111

8.7.-Elimina tus las creencias limitantes 113

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8.8.- Deja de competir con los otros: “Tú eres más CHINGÓN” 117

8.9.- Escapa de las personas destructivas, negativas y tóxicas 121

8.10.- No te tomes las cosas tan a pecho 126

8.11.- Quítate tú MASCARA, en verdad es la más cara 129

8.12.- Deja de quejarte, que eso no es un arte 131

NUEVE/ Ejercicio final ARPA 134

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Todo en la vida es sumar, crecer y vivir

NO IMPORTA dónde ni cómo estemos en este momento, tengamos la certeza que nos corresponde estar
ahí. Alguna decisión o acción pasada o enseñanza por venir nos llevó a estar en ese lugar, con esas
personas, en ese contexto y ante esa situación. Démonos la oportunidad de vivir esa experiencia y sacar
lo mejor de ella; recordemos que cada experiencia, cada reto, cada momento de sufrimiento y de
inmensa felicidad en nuestra vida es la oportunidad para crecer, aprender y construir la persona que
queremos ser.

Todo esto forma es parte de nuestro aprendizaje. Por cierto: ¿Qué hemos aprendido ante el
dolor? ¿Qué hemos valorado ante la enfermedad? ¿Cómo se ha sentido el desamor en nuestra vida?

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¿Qué nos han dejado los momentos de placer?… De todo aquello que nos pasa en nuestras vidas, lo
importante es ir construyendo siempre aprendizaje para generar herramientas, habilidades y estrategias
con el fin de poder construir fortalezas internas que nos permitan afrontar los retos de la vida de una
manera más efectiva y menos dolorosa. O bien, tenemos otra opción: seguir siendo víctimas, echarle la
culpa a los demás de lo que nos pasa y no aprender ni generar ningún cambio, no identificar ningún
impacto positivo en nuestra vida y quedarnos sin movimiento y energía para continuar. Cualquiera de
las dos es nuestra decisión.

“Todos tenemos el poder de decidir a dónde vamos a llevar nuestra vida. Sólo cada uno, porque es
nuestra vida y merecemos vivir con plenitud, armonía y felicidad.”

Las preguntas constantes deberán ser ¿qué tipo de persona soy? ¿Soy de las personas que suman o
restan en la vida? Espero que seamos de las que sumemos amistades, recuerdos constructivos, amor, y
resten sufrimiento, compañías negativas y actitudes destructivas.

Oliver Chávez

Familiólogo

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PARTE 1.

EL RETO DE LAS RELACIONES

Y LA POSMODERNIDAD

1. Mi origen

NACÍ EN GUADALAJARA, Jalisco, un 18 de noviembre. Sé que tanto Daniel, mi padre, como Lorena,
mi madre, me esperaban con gusto, con ganas de tenerme entre sus brazos. Mi hermano mayor se llama
igual que papá. Después de mí llegó Rodrigo, el menor. Para mi fortuna nací en una familia donde la
música era como la leche o el pan. Se usaba, practicaba y escuchaba todos los días, así que desde chico
empecé a quererla, a enamorarme de ella.

Vivíamos en una colonia antigua, un remanso de paz en medio de varias avenidas importantes; un
lugar que aún tiene sus calles empedradas, sus glorietas. Tiene inclusive dos templos que la gente ubica
como “el de arriba” y “el de abajo”. Uno pegado al Periférico y el otro a la avenida Vallarta. Su nombre:
Ciudad Granja y se ubica en el municipio de Zapopan, por la salida a Puerto Vallarta. Sus casonas y
rincones eran un pasaporte al pasado, terrenos muy grandes donde la gente, podía cultivar, criar pollos,
cerdos, perros, palomas, ¡todo!

Mis primeros estudios los hice en un colegio de monjas que me enseñaron el valor de la caridad. Estoy
seguro de que me lo inculcaron muy bien porque hasta la fecha siempre estoy viendo cómo ayudar a los
demás.

Éramos sólo cinco de familia y reconozco que entre todos siempre existió una gran y hermosa
armonía. Nos llevábamos bastante bien; mis hermanos fueron por un tiempo mis mejores amigos, mis
maestros, mis confidentes. Después la vida me fue llevando a conocer otros lugares, a otras personas.
Descubrí nuevas mentalidades, otras formas de resolver situaciones y modos de pensar. También tuve
un perro hermoso, lo que representó para mí una forma más directa de entender las responsabilidades,
pues tenía que pasearlo, atenderlo, limpiarlo, curarlo. Max era grande, un pastor alemán, era la
compañía ideal para todo niño. Después de varios años partió; fue la manera en que entendí que la vida
también tiene un fin. Me dolió en el alma porque lo quería mucho.

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Todos en casa compartimos la misma consciencia universal. Mis padres fueron responsables,
mezclaban muy bien las responsabilidades, aprendimos desde muchos puntos de vista los valores de la
vida, de la familia. Mi abuela paterna, mis abuelos maternos y mis tías estuvieron cerca todo el tiempo.

Algo excepcional de mi infancia es que mi abuela tuvo un criadero de perros, así que en unos
meses llegó Lassie a mi vida. Me puse feliz, era un hermoso perro lleno de vida, de inquietudes, de
ganas de correr y ladrar. Era igual al perro de la serie de televisión y eso me parecía increíble. Era como
tener una estrella de la tele. Era obvio que muchos de mis ídolos tenían que ser músicos. En aquellos
años me gustaba escuchar todo tipo de música. Al rock, rap, jazz, bossa nova les encontraba un
profundo sentido y podía pasar horas acompañándome de mi guitarra.

Era un niño curioso, indagador; me gustaba desarmar las cosas y ver cómo funcionaban. Una vez
que quitaba todas las piezas comprendía el origen de los efectos, las ruedas, los baleros, cada parte tenía
un propósito, servía para algo. Por muy loco que parezca, en la escuela me apasionaba hacer
experimentos, seguramente por ello Física y Química eran mis materias favoritas por aquello de ver
crecer los frijoles en un pequeño frasco de cristal, o ver la flama verdosa del sulfato de cobre. En dos
ocasiones hicimos un cañón electroquímico, aprendimos a generar energía con frutas o tallándonos un
globo en el pelo, mezclábamos agua y aceite de colores, ¡era increíble!

Antes de que naciera Rodrigo, mi mamá se embarazó nuevamente. Andaba muy ilusionada, se
le notaba en la cara, en los gestos, irradiaba felicidad. Al parecer sería una niña, tendría una hermanita,
eso nos llamaba la atención a Daniel y a mí; inclusive jugábamos acerca de quién la tendría que cuidar.
Ambos nos resistíamos a hacerlo: jugábamos “piedra, papel o tijera” para determinar quién lo haría. Mi
madre fue muy apegada a nosotros, siempre buscaba la manera de mantenernos cerca, tal vez por las
cosas que vivió, que sufrió. Lamentablemente a corta edad uno de sus hermanos murió atropellado, y el
impacto de ese terrible hecho tenía que ver también con la forma de tratarnos. No quería sufrir ninguna
pérdida más. Cuando me platicó lo de su hermano, entendí mejor. Después de eso nunca volví a
rezongarle, al contrario, me hice solidario con ella.

Durante ocho meses vimos cómo el vientre de mamá tomaba medidas y proporciones distintas. Era
un proceso hermoso y significativo para todos en la familia. Acercarme a su piel, escuchar o percibir el
movimiento de un ser humano ahí dentro, era palpar la palabra de Dios. “Se mueve mucho”, decía mi
madre emocionada.

Mi papá la miraba orgulloso, la tomaba de la mano y le dedicaba una canción. Me gustaba mucho
ver cómo le daban un significado a su amor, a su compromiso. Eso era importante para todos, porque tal
vez sin darse cuenta nos inculcaron muchas cosas buenas.

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Sin embargo, al siguiente mes las cosas comenzaron a cambiar: mi hermanita casi no se movía.
Entonces aparecieron los doctores, los especialistas, las caras largas. El embarazo se estaba
complicando, había muchas preguntas y ninguna respuesta. Las esperanzas se diluían como una pastilla
de jabón en agua caliente, como en la última clase de química.

Desgraciadamente Dios decidió llevarse a mi hermanita al cielo y eso nos partió el alma a todos. Sin
embargo, mis padres se mantuvieron de una sola pieza, gallardamente, afrontaron todo con nobleza e
integridad, se resignaron ante los accidentes de la naturaleza y la complejidad del cuerpo humano. Sé
que mis padres se refugiaron en su fe para seguir adelante. La abrazaba muchas veces, cada vez que
podía, pensaba que eso le ayudaría a unir las piezas que se le quebraron en el corazón.

Por su parte, papá seguía reforzando mis enseñanzas con la música.

Mi madre amaba cocinar y complementaba lo que mi padre me decía. Aprendí de ambos lo mejor lo
mejor de sus mundos. Tanto mi madre como mi papá eran exigentes y perfeccionistas, cada uno a su
estilo. Eso no significaba que nos lleváramos mal; teníamos nuestras diferencias, pero no pasaba a
mayores. Mi abuelo paterno era un sobresaliente abogado, una de las personas que más admiro en el
mundo. Desde chico siempre tuve una relación muy especial con él, somos muy unidos y parecidos en
muchas cosas. Quizás por eso quería estudiar esa carrera, me miraba como él, sentado detrás de un gran
escritorio solucionándole los problemas a las personas, pero el destino me llevó por otros caminos,
distantes y distintos de lo que mi familia pensaba, pero al final de cuentas siempre al servicio de las
personas para ayudarlas.

Mis abuelas fueron dos grandes mujeres que me influyeron para bien. Mi abuela materna me ha
enseñado las grandes bondades del corazón. Simplemente lo que es el amor, el más puro, el que tiene
que ver con la donación. Siempre ha estado al pendiente de nosotros y con un optimismo sin igual. Para
mí es simplemente una gran guerrera de la vida que ha vencido batallas, siempre fortalecida, siempre
agradecida; gracias a su ejemplo de vida entendí e integré a mi destino lo que es la resiliencia. Un gran
ser humano que me ha enseñado que la vida es confiar y aventarse sin miedo. Por otra parte estuvo mi
abuelita paterna, una gran mujer a quien la conocí menos tiempo, pues falleció cuando yo iba en sexto
de primaria. Pero recuerdo cómo nos encantaba hablar de temas raros como por ejemplo de ovnis, de
esos grandes misterios como el Triángulo de las Bermudas y la construcción de las pirámides de Egipto.
Eran cosas que me llamaban mucho la atención. Por su parte, ella era de las personas que no tenían
miedo a dar su opinión. En verdad que extraño aquellos viernes que iba a mi casa a comer y
platicábamos por horas.

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El nacimiento de mi hermano Rodrigo significó un gran aprendizaje para mí porque le di un gran valor a
la vida y al significado de la familia. Ambos factores fortalecieron muchísimo mi corazón. Siento que
Dios nos dio una oportunidad más, no sólo a mi madre sino a todos. Renovamos nuestra voluntad, los
deseos de seguir conociéndonos, disfrutándonos, había tanto que vivir, que compartir.

Comparados a los nuestros, los tiempos en que mi madre creció fueron completamente distintos.
Por eso veía muchas amenazas sobre nosotros; el mundo cambiaba demasiado rápido para que lo
pudiera entender o manejar correctamente.

Me gustaba participar en los actos patrios, cantar el Himno Nacional y ver la bandera ondear en
lo alto del asta. En las noches mexicanas me gustaba tocar la guitarra. En la escuela nos organizaron un
campamento y salí de la ciudad. Fue la primera vez que viajé solo; me gustó la sensación. Mis papás y
maestros me apoyaron en todo. De todos los viajes que hice lo que más me gustó fue ir la playa. No sé si
la arena, la grandeza del mar, el contraste de los colores en el horizonte, la verdad no sé lo que me
hechizó tanto; sencillamente cuando me pedían mi opinión acerca de dónde ir a vacacionar, siempre
decía:

— ¡Vamos a la playa a ver el océano!

Reconozco que en mi adolescencia pasé una época de resistencia, como todos. Etapa donde no te
encuentras, donde tratas inútilmente de encajar en un mundo complejo, de adultos y niños muy niños,
pero gracias al deporte y a la música compensé muchas cosas. Las actividades que más disfrutaba eran
patinar, leer y tocar la guitarra. Una señora que nos ayudaba en el aseo empezó a vivir en la casa. Venía
de un pueblito al interior de Jalisco; era muy chistosa, divertida y ocurrente. Cuando mis papás no
estaban jugábamos a cosas que ella practicaba en su casa, actividades sencillas pero bastante divertidas.
Ramona era trabajadora y responsable, humilde de nacimiento, pero con un enorme espíritu humano.
Era comprensiva y daba muy buenos consejos. Estuvo una buena parte de nuestra vida. A ella le tocó
parte de mi rebeldía. Le reconozco que se fajó bien y no se detenía para decirme cuando yo no tenía la
razón.

En una ocasión llamaron a mis padres a la dirección del colegio. El asunto no lucía nada bien.
Mi papá frunció el ceño con extrañeza, sentado en su sillón. Mi madre andaba en la cocina, sacando
olores a las especias y las ollas.

— ¿Todo bien, hijo? –preguntó, sacado de onda.

—Sí, me imagino.

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Al día siguiente llegamos puntuales a la cita. Mis papás iban ataviados de ropa formal. Entre
semana jamás los miraba en “fachas”, les gustaba vestirse bien. Estoy seguro de que para aquellos
tiempos era algo a la moda; intuía que el asunto se relacionaba con algunos reportes, me había estado
“fugando” de algunas clases y los cuates me seguían sin hacerme muchas preguntas, eso al parecer
molestaba a los maestros.

—Su hijo es un líder, sus compañeros lo siguen con frecuencia pero lamentablemente al
desorden.

Mi madre aceró la mirada. Percibí que era el momento de reflexión, de agachar la cabeza y
escuchar con atención.

— ¿Y qué nos sugiere para solucionar eso? –preguntó papá.

—No me malinterprete, no digo que sea malo, al contrario, ser líder implica mucha
responsabilidad. En este país y en muchas áreas necesitamos buenos líderes. Lo que Oliver necesita es
mover a la gente para que haga el bien, eso nos ayudaría bastante. Estamos seguros de que sus notas
mejorarían. Es un muchacho inteligente y sé que entenderá el mensaje.

—Contéstale al director, hijo, ¿qué opinas?

—Sí, entiendo la idea: mover a las personas para que hagan cosas buenas.

—Exacto, que estudien más, que practiquen más deportes, que sean más obedientes, mejores
alumnos, en una palabra, mejores personas.

Entonces mi rebeldía se convirtió en disciplina. Encaucé mis sentimientos y mi energía en


ayudar a otros. Apoyar a crecer, a estudiar, fue algo que me trajo muchos aprendizajes, momentos
increíbles donde la gente valoró mi cambio.

Tiempo después la conocí. Vi en ella a una compañera maravillosa llena de cualidades, no sólo
bella, sino inteligente, alegre, simpática. Encajaba perfectamente en la canción que componía en el
corazón. Éramos inspiración infinita cuando estábamos juntos. Me llenó de compromisos, de detalles,
de ideas, quizás por eso me fui aislando del mundo, de mis amigos y de las cosas que me gustaban.
Aprendí a amarla de tal forma que sólo su mundo me importaba.

El amor en la adolescencia es un asunto serio y, con frecuencia, dramático. Creo que a todos o a
casi a todos mis amigos les pasó algo similar. ¡Era la edad exacta en que tenía que ser así! ¿Quién en su
adolescencia no se enamoró perdidamente como Romeo y Julieta”? En esta etapa los amores son
intensos, llenos de la magia hormonal propias de la edad, idealizamos al otro como lo mejor de nuestra

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vida y claro es apenas una probadita de lo que es el amor y eso de sentir mariposas en el estómago
empieza a gustarnos.

Por eso me hice pedazos cuando terminó la relación. No había presupuestado que acabara de esa ni de
ninguna manera. No había aprendido a estar sin ella y batallé mucho para aceptar eso; lo hice poco a
poco, con la cabeza erguida. Me deprimí por un tiempo, me aparté de todos como animal herido, no me
sentía capaz de sanar mis heridas en Guadalajara porque la mayoría de los lugares que frecuentaba me la
recordaban, entonces decidí partir, ir a la playa por un tiempo y recuperarme. Romper la rutina. Eso era
lo que más necesitaba.

“¡Ah! ¡Qué cosa es el hombre…! De todos los portentos, el portento del mundo, es el hombre
mismo.

Sí, maravillosa es la sagacidad del hombre,

Ésta lo eleva a las alturas

y también precipita su caída…;

por su voluntad terca, se va a pique”.

SÓFOCLES, Antígona.

Entonces me refugié en mi soledad, tenía miedo de vivir en compañía porque pensaba


solamente en ella. Dejé de pensar en mí, tenía que aprender nuevamente a caminar solo, por un tiempo,
dejar que pasaran algunas semanas para tener la confianza de hacer nuevas cosas, conocer más personas.
Fue algo doloroso, sin embargo, lo superé, aprendí cosas importantes, que he puesto en práctica todos
estos años. Nunca hay que dejar de ser uno mismo por darle gusto a alguien más.

He conocido muchas personas que dejan de verse a sí mismos, quieren ser felices a costa de
hacer felices a otras personas, pero si existe algún rompimiento o despedida, se anulan, se confunden,
¿por qué? Por la sencilla razón que fingían ser otra persona, aceptaban situaciones por darle el gusto a
su pareja, temían ser auténticos. Quizá era un mecanismo de defensa no mostrarse tal como era, tal vez
lo hizo y fue lastimado. Abrir el corazón nos hace vulnerables, y la vulnerabilidad mina nuestra
identidad.

Hoy soy lo que soy y me acepto sin pensar en los daños que sufrí, todos fueron grandes
aprendizajes, me pulieron para forjar mi carácter, la seguridad con la que doy cada paso. No juzgo a

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nadie ni tomo personal las ofensas ni las situaciones de los demás. Mis padres me enseñaron valores que
nunca olvidaré, fueron mis primeros maestros. Después de ellos siguieron otros; en cada etapa de mi
vida valoré cosas distintas. Sé que aún me queda mucho camino por recorrer, he trabajado con jóvenes
mucho tiempo, también con padres de familia, los ayudo a comprender, a interactuar, a aceptar cada
momento para que sean felices y proactivos, no reactivos.

No estudié para ser abogado como mi abuelo, a quien tanto admiraba. Estudié una carrera
diferente, nueva para las viejas generaciones que solamente pudieron elegir entre cuatro o cinco
profesiones. Mi carrera es Licenciatura en Ciencias de la Familia por lo que soy familiólogo. Muchos se
preguntan ¿y eso qué es?

Por ser profesionales en varias áreas tenemos una visión múltiple, integral y objetiva de las
personas, de los matrimonios y de las familias, fundamentada en una perspectiva psicológica, espiritual
y científica que nos permite desenvolvernos mejor en los ámbitos en los que actuamos. Los familiólogos
contribuimos al desarrollo de las sociedades bajo una visión global, de esta forma colaboramos en las
diferentes etapas del ser humano y en el ciclo vital de la familia, participando y sumando experiencias
positivas. Amo lo que hago, amo lo que soy y aportar algo valioso el mayor número de veces a la vida
de los otros es mi objetivo primordial, mi meta.

Tiempo después conocí a una gran mujer, alguien que me ha enseñado lo más hermoso de la
vida y con quien vivo eternamente agradecido, pues me ha dado los dos grandes tesoros que el ser
humano puede tener que son mis hijas, Sofía y Jaqueline, el motor que me impulsa día a día a seguir,
dejando mi granito de arena.

Es una gran responsabilidad ser padre, entenderse como el guía, el amigo, pero también quien
impone señales claras de disciplina y orden. Esa parte nunca la he dejado de lado y aunque esté ausente,
dejo instrucciones claras a ambas. Confieso que no es fácil salir de gira y pasar días sin verlas; me parte
el corazón cuando me despido y veo sus manitas aleteando para decirme adiós. Sin embargo, soy un
hombre, un padre de familia que he aprovechado la tecnología para estar en contacto con mis tres
princesas a quienes extraño y extrañaré en cada viaje.

La distancia no es fácil y para sobrellevarla me he valido de algunos “trucos”. Comentaré aquí


uno de ellos porque tal vez a alguien más le pueden ser de utilidad. En el cuarto de mis hijas tengo un
pizarrón donde les escribo mensajes cuando tengo que salir muy temprano al aeropuerto. Lo mismo
hago cuando llego muy tarde a la casa, en especial luego de una gira de trabajo. En el pizarrón les
escribo alguna idea, una anécdota, un detalle que pueda ayudarlas a entender lo que vivo. Pongo
especial énfasis en transmitirles lo que ellas representan en mi vida. Con los años hemos logrado una

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bella costumbre, profunda y alegre de dejarnos mensajes de todo tipo, algunos espontáneos de amor, de
disculpas, de reconocimiento o de alguna sorpresa por venir.

2. Relaciones, cambios y más duelos

POR MI TRABAJO he conocido a miles de hombres y mujeres que están luchando constantemente por
superarse, por lograr cosas importantes. Personas que habitan en lugares muy variados, por lo tanto, la
mentalidad de cada región o país es cambiante, eso lo hace más complicado, porque lo que es normal
para unos, es anormal para otros. Todos ellos me han enseñado la importancia de saber mediar,
escuchar y resolver.

En la familia como en la vida todo es relativo, no hay nada absoluto, pues existe un factor
primordial para este tema: el individualismo. Cada persona es diferente, piensa distinto. Lo que funciona
para la familia González no servirá para los Pérez, por eso no hay nada absoluto; las variables de cada
individuo pueden cambiar.

Así como los criterios varían por familia, las generaciones cambian por época y la actual se
caracteriza por sufrir pérdidas todo el tiempo. Los compañeros de trabajo pasan a ser parte de nuestra
vida, pero cada dos a o tres años se cambia de empleo, a diferencia del trabajo para toda la vida de
épocas anteriores. Esto se convierte en un duelo importante de forma casi permanente. Por otra parte, al
salir de un empleo existe por lógica un tiempo, una prórroga en la que se le dedicará horas, días e
incluso meses para encontrar trabajo. Se deja de recibir ingresos, lo que seguramente generará mucho
estrés. Es ahí cuando la relación de pareja o con nuestros hijos sufre un deterioro, porque no se podrán
solventar algunos de los gastos que quizá estabas acostumbrado a sostener: clases de piano, el club, el
gimnasio, las salidas al cine o a cenar, etc. Cada familia tiene sus propios gastos fijos y extras. La
pérdida de empleo es un duelo importante, un reto que necesitamos superar en familia, ya que será
importante que existan factores a nuestro favor tales como solidaridad, entendimiento, aceptación,
valoración, apoyo.

Lamentablemente muchas parejas no están dispuestas a “sacrificarse” por la relación, no están


dispuestos a apoyar, a pagar por el otro, quizás es ahí cuando surge la palabra “solidaridad”. Sin
embargo, existen muchas creencias y miedos sobre este tema sobre los cuales trabajar, negociar en la
relación, especialmente para evitar terminar algo que vale la pena, donde existen hijos y oportunidades
de crecimiento. En ocasiones las personas piensan que ceder en las relaciones es perder y pasa todo lo

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contrario, ¡cuando cedemos en la pareja o en la familia, ganamos! Claro, sin que ese ceder nos llegue
a afectar a nivel personal.

Otro tipo de duelos son los migrantes que dejan su pueblo, ciudad, país o incluso hasta podrían
cambiar de continente a causa de la situación económica. Recuerdo que hace poco tiempo hablaba con
un amigo venezolano Jorge Rivero quien comentaba que todas las semanas acudía a por lo menos una
despedida de algún amigo de la infancia o algún familiar, ya que la situación social los estaba obligando
irse a buscar nuevas fuentes de empleo a otros países. Eso debe producir una tristeza muy grande.
Imaginemos que cada semana debemos decirle adiós a alguien importante en nuestra vida y pensar que
quizá no la volvamos a ver. Los hijos son cambiados de escuela constantemente, lo que incide en el
número de divorcios o separaciones, que han aumentado y hoy son algo bastante comunes. En esas
situaciones lamentablemente los hijos van sintiéndose abandonados por sus padres y desplazados por las
nuevas parejas.

3. Conéctate con los tuyos

CUANDO los padres me dicen que están preocupados por el mundo que les espera a sus hijos, me gusta
hacerles esta pregunta: ¿Qué hijos les están dando al mundo? Ya que éste será el reflejo de lo que hemos
forjado durante las primeras etapas de nuestros hijos ¿Qué les hemos enseñado? ¿Qué tanto los
preparamos para enfrentar el mundo? ¿Qué les enseñamos que es el mundo? ¿Les resolvemos todo,
impidiéndoles perfeccionar sus herramientas de vida? ¿Tienen límites y roles claros en la familia? Ante
esto mi sugerencia es tener un ARPA a la mano, que es la suma de cuatro acciones básicas que
orientarán nuestras relaciones al interior de la familia:

1. AFECTO. Fomentar las muestras afectivas en el entorno familiar como los abrazos, cartas,
detalles materiales y la oración por todos los miembros.

2. RECONOCIMIENTO. Empecemos a reconocer lo bueno que hacen todos los días nuestros
hijos, esposa o esposo. Es sano ejercitar la empatía al pensar cómo se sentirá el otro si en su
trabajo, casa o escuela se le reconociera su gran trabajo, ya sea como padre, madre, hijo,
hermano o empleado. Sin duda nuestro entorno sería distinto, lo que es vital para las sanas
relaciones humanas.

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Quizá sea esta posmodernidad, pero nos han vendido la idea de que tenemos que ser unos
padres perfectos, lo que hace poner el foco más en el error que en los aciertos. Esta tendencia
nos hace exclamar frases como: “No has tendido la cama”, “haz la tarea”, “ve no más qué feo
lavaste los trastes”, “está bien el 9 de calificación, pero llega a 10”, “qué bonito tocas la
guitarra, pero ya guárdala que haces mucho ruido”, etc.

3. PERDÓN. Como familiólogo que soy, una de las necesidades más constantes que observo es
aprender a liberarnos de aquello que nos hizo daño en el pasado. La falta de perdón es un lastre
que nos lastima de forma permanente. A veces, con el fin de dañar a alguien a quien odiamos,
bebemos en su nombre de esa copa de rencor. La plenitud depende de cada quien.

Para acercarnos al acto de perdonar propongo un sencillo ejercicio por escrito que consta de
tres partes:

Te perdono… Y aquí comenzar a perdonar a las personas que quizá jamás nos pedirán
perdón por varias razones 1. Porque no se dieron cuenta 2. Porque quizá ya murieron o no las
volveremos a ver o 3. Porque son muy orgullosas. Lo que sí afirmo es que todos merecemos
vivir en plenitud.

Me perdono… a veces los últimos en perdonarnos somos nosotros mismos, A veces


somos muy duros por cosas que quizá en el momento fueron nuestra mejor decisión.

Y te pido perdón… también es importante ya que es una manera de ir sanando esas


relaciones con los otros y poder empezar de nuevo de una manera más ligera e inteligente. Es
importante extirpar aquello que nos va amargando nuestro transitar por la vida.

4. AGRADECIMIENTO. Hay que agradecer también todo lo que los otros hacen por nosotros
ya que lo hacen movidos por el amor. Muchas veces pensamos que los otros tienen que hacer
ciertas cosas porque son su “obligación”. Por ejemplo, una esposa que prepara la comida a su
esposo y él nunca agradecerle por eso. O viceversa: la mujer que piensa que el hombre tiene que
trabajar y dar dinero a la casa, sin embargo, ella nunca le agradece todo lo que hace para que
nada falte en su hogar. Imaginemos por un segundo cómo se sentiría ese hombre o mujer cuya
pareja no le agradece las muestras de amor.

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¿Y tú cómo crees que se sentiría el otro si comenzaras a agradecer esos pequeños grandes
detalles cotidianos?

Por otra parte, no sólo la violencia física daña a los hijos, también lo hacen los padres sobreprotectores,
quienes van limitando al hijo a crecer y desarrollar herramientas para su vida. Algunas frases comunes
de este tipo de padres son “ponte tu suéter”, “está haciendo frío”, “no salgas solo”, “yo te hago la tarea
para que ganes el primer lugar”, etc.

Estos padres quieren resolverle todos los problemas de los hijos, se pelean con los amigos o
papás de los amigos cuando el problema es entre los hijos, sin darse cuenta que la señal que mandamos
es “eres débil”, “eres indefenso”, “el mundo es peligroso”, “no puedes defenderte”, etc.

Al hacer esto no están respetando la autonomía del hijo y en ocasiones hasta puede llegar al
efecto pendular, donde ellos creen que por hacer algo “malo” por ejemplo hacerse “la pinta”, tomar
alcohol, tener relaciones sexuales prematuras o drogarse, tienen el control y los hace sentir que están
libres de la presión que sienten de sus padres.

Realmente no nos queremos dar cuenta de lo que les pasa a nuestros hijos, más bien lo
evadimos. De todas formas, los padres tenemos ese sexto sentido con el que podemos detectar cuando
alguno de nuestros hijos anda “en malos pasos”.

Quiero compartir algunas claves para facilitar darnos cuenta y detectar cuando algo malo está
pasándole a nuestros hijos; puede ser abuso escolar, actos ilícitos, abuso de alcohol, drogas, entre otros.

Algunos focos rojos pueden ser:

1. Llega con dinero a la casa.

2. Trae ropa nueva de origen desconocido.

3. Se comporta de manera diferente a la habitual.

4. Evita la mirada y se refugia en su cuarto.

5. Presenta cambios frecuentes de humor.

6. No pide dinero y siempre trae.

7. Llega a deshoras de la noche.

8. Llega golpeado.

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9. Se siente con mucha ansiedad.

10. Guarda cosas con llave.

11. Baja su rendimiento escolar.

12. Presenta trastornos de sueño.

13. Se torna agresivo cuando se le cuestiona acerca de sus horarios.

Pero ojo, algunos de estos puntos pueden ser cambios propios de la misma adolescencia y
también tendrán que ser entendidos y abordados como un tema aparte.

Es triste ver que en la actualidad los padres de familia tienen otras prioridades: el trabajo,
revisar su celular, un partido de futbol o jugar al dominó, en vez de platicar con sus hijos, dar cosas
materiales en vez de reconocer lo bueno que son sus hijos, criticar lo que hacen mal en lugar de
potencializar sus habilidades, meterles miedo en vez de animarlos a lograr sus metas y, por si eso fuera
poco, viven pensando que sus hijos se irán por el camino del bien sin su apoyo, sin su guía y sin su
compañía. Es alarmante cómo ante preguntas tan simples no podemos responder y menciono algunas,
por lo que invito a que nos sentemos con nuestros hijos o hijas y comencemos a conocernos.

Sinceramente ¿qué tanto conocemos a nuestros hijos? Aquí unas preguntas orientadoras:

1. ¿Cuáles son sus tres mejores amigos?

2. ¿Cuál es su preocupación actual?

3. ¿Cuál es su pasión?

4. ¿Cuáles son los tres momentos más importantes en su vida?

5. ¿A qué le tiene miedo?

6. ¿Qué es lo que admira de sus padres?

7. Si pudieran pedir algo ¿qué sería?

8. ¿Cuál ha sido el momento más difícil o triste en su vida?

9. ¿Conocemos su proyecto de vida?

10. ¿Cuál es su mayor talento?

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¿Dónde están los padres?

El tiempo promedio que un padre platica con su hijo es de 42 segundos al día. ¿Cuántas cosas se pueden
decir en menos de un minuto? ¿Cuánto nos comunicamos con nuestro hijo? ¿Cuenta sus problemas?
¿Manifiesta confianza? ¿Qué tanto sabemos de él o ella?

¿Confía en uno? Ahora califiquémonos del uno al diez con base en las respuestas anteriores.
Recordemos que observar, comprometerse y actuar son el resorte para conocer mejor a esos seres tan
cercanos como lo son la familia.

Como psicoterapeuta familiar me he dado cuenta del impacto que tiene la familia en la
formación de los hijos y, por consecuencia, de un buen tejido social. Si bien es cierto que la familia es la
célula básica de la sociedad, también en sentido inverso el contexto social impacta profundamente a la
familia, llevándola a grandes cambios tanto en número como en estructura.

Algunos padres comentan su deseo de ser amigos de sus hijos, en la creencia que “ser buena
onda” con ellos los hará que tengan más confianza y así les puedan contar todo. Pero lo curioso es que
al hacer esto pierden autoridad, los hijos se suben de nivel, los padres asumen que de ese modo se
podrán ganar el afecto de sus hijos, calmando de ese modo sus culpas al no pasar tiempo con ellos
porque tienen que trabajar todo el día y el poco tiempo que tienen no lo van a malgastar llamándoles la
atención.

Es común que los padres manifiesten tener miedo de perder ese afecto o esa “etiqueta” de
“amigo de sus hijos”, por lo que prefieren soportar insultos, malos tratos, bajas calificaciones,
desobligaciones del hogar, con tal de que no se fracture la “relación” con los hijos, sin darse cuenta de
que el hijo seguirá teniendo su mejor amigo a quien le contará lo que al padre o madre no le cuenta.

Esta obra es una sincera invitación para que seamos padres realmente “padres”, unos que
apoyan pero también ponen límites claros. Establecen su autoridad con amor lo mismo que roles bien
definidos. Dejemos este punto en claro: los jóvenes necesitan una guía, no un amigo.

No hay que perder de vista que como padres nuestro deber es respetar a nuestros hijos. En
muchas ocasiones nos limitamos a pedirles que ellos nos respeten a nosotros, les exigimos que ellos no
griten cuando nosotros les gritamos y ofendemos. Esas actividades dictatoriales complican su desarrollo
en la adolescencia, en especial por ser una etapa más reflexiva, por lo tanto más susceptible a la
incongruencia ajena.

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Es vital educar con el ejemplo, pensar que lo que quiero que ellos hagan, primero lo
empezaré hacer yo.

Si quiero que mis hijos sean trabajadores, honestos y responsables, yo tendré que ser trabajador,
honesto y responsable ya que ellos al final se quedarán con ese ejemplo de vida. Aquí van tres
preguntas-guías: ¿Qué estoy haciendo yo de lo que no me sentiría orgulloso que mi hijo hiciera? ¿Qué
quiero que él aprenda que yo no estoy haciendo? ¿Realmente respeto a mi hijo?

TAREA

Para reforzar esta palabra de gran impacto, el siguiente ejercicio consiste en buscar las
definiciones de la palabra respeto (hasta cinco está bien). Este concepto de mucha profundidad resulta
vital para el funcionamiento sano de la familia. Recordemos que cuando respeto al otro, no busco
cambiarlo, en su esencia lo acepto tal como es. Otra variante del mismo ejercicio es preguntar al resto de
la familia lo que entiende cada uno por la palabra respeto. Será evidente que cada quien tiene puntos de
vista diferentes que será importante poner sobre la mesa. A partir de ahí se pueden ir haciendo algunos
acuerdos para que todos en casa se respeten y vivan en mayor armonía.

Por desgracia, los integrantes de la familia no siempre conviven en unidad y entendimiento. Suelen
tener problemas para convivir en paz y manifestar sus sentimientos. A estas familias se les llama
“disfuncionales” y sus características son:

1. No expresan sus emociones.

2. Sienten que los problemas sólo los tienen que solucionar ellos.

3. Los gritos y ofensas parecen ser la única manera de comunicarse.

4. No pasan tiempos juntos.

5. No se fomenta la espiritualidad en sus vidas.

6. No se respetan.

7. Les cuesta pedir perdón.

8. No muestran su afecto.

9. No se reconocen.

10. No hay metas o intereses en común.

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11. No están dispuestos a hacer sacrificios.

12. Todos quieren ganar y les cuesta ceder.

13. La vida sexual de la pareja es insatisfactoria.

14. Manifiestan algunos tipos de violencia (sexual, psicológica, física, económica).

El listado anterior es también una llamada de alerta para comenzar a remediar, con su opuesto a las
actitudes nocivas. Por ejemplo, si en tu familia no pasan tiempo juntos es tiempo de empezar a fomentar
momentos de convivencia familiar, de ese modo estarás practicando hábitos saludables que los lleven en
un corto plazo a ser una familia más cálida y con menos conflictos.

Recomendaciones para reorientar a los hijos:

1. Cultivar la amistad de personas que los hagan mejores seres humanos.

2. Renunciar a amistades que puedan dañarlos o que puedan ponerlos cerca de caer o de recaer (es
recomendable cuestionar, investigar, valorar y comunicar).

3. Promover que las relaciones entre jóvenes de distinto sexo sean profundas y valiosas.

4. Hacer ejercicio con ellos, acudir a los eventos que les interesan, juegos, entrenamientos. Como dice el
dicho: “Mente sana en cuerpo sano”.

5. Controlar la imaginación. Sobre todo, en los momentos de ociosidad. Procurarles actividades que
mantengan pensamientos positivos.

6. Procurar ver y escuchar cosas que favorezcan su crecimiento y desarrollo. No olvidemos que el
conocimiento del mal no es sabiduría.

7. Cuidar su intimidad en el vestido y en el lenguaje.

8. Inculcarles el coraje para huir de ocasiones que les puedan dañar. Más vale que digan aquí corrió que
aquí quedó.

9. Aprender a decir que no a tiempo para decir sí al amor.

10. Frente a las dudas, preguntar a fuentes confiables que nos digan la verdad. Puede ser un maestro,
algún sacerdote, un especialista, alguna fuente confiable de internet y bien otros adultos de confianza.

11. Ante cualquier cambio físico o emocional de nuestros hijos, pensemos que es algo normal y no es
motivo de vergüenza, sólo es parte del crecimiento.

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12. Platicar con nuestros hijos. Aunque suene difícil, ellos son el canal más adecuado para informarnos
lo que les está sucediendo.

13. Hacer un plan de vida en conjunto, con metas claras y objetivos. Es más fácil llegar a cualquier lado
cuando se sabe a dónde ir.

Ganar respeto ¡más que imponerlo!

Una de las forma de ganarse el respeto de los hijos es haciendo cosas de las que se sientan orgullosos de
nosotros como padres. Continuamente pregunto a los padres si sus hijos se sienten orgullosos de ellos.
Es triste ver, incluso sentir en las caras de los asistentes que realmente no creen que sus hijos los
admiren. Nada tiene que ver ejercer el poder y control sobre alguien, porque eso se convierte en
autoritarismo y eso sólo acarrea miedo y resentimiento. Por otra parte, mi invitación es a ser firmes
como padres, pero con amor. No es necesario gritar y ofender para hacer cumplir las reglas y límites. Es
importante alentarlos a mostrar su afecto y que puedan libremente mostrar sus puntos de vista sin ser
censurados o sus emociones minimizadas.

El silencio y sus señales

Puede ser un arma de dos filos. Hay que poner especial atención a esas personas que no saben
comunicarse con los demás. Podrían estar construyendo historias desfavorables en su mente y de no
tener los parámetros claros, el asunto puede volverse delicado. Un hijo, un empleado, una pareja callada
es símbolo inequívoco de que algo anda mal. Es muy importante que abordar el tema urgentemente y
ver qué es lo que está sucediendo. Antes de juzgar o condenar, debemos conocer e interpretar
correctamente los sentimientos de los demás.

Saber escuchar implica interpretar el silencio, significa callar por un momento y poner la mirada
en el otro. Y a propósito de callar, invito a que empecemos a dejar de hablar desde el resentimiento,
desde los miedos, desde la tristeza, desde la desolación, desde el odio, desde la desesperanza, desde el
reclamo, desde el coraje, y empezar a hablar desde el corazón, desde el amor, desde el entendimiento,
desde la humildad, desde el respeto, desde la empatía, desde la paciencia, desde lo que en verdad nos
construye como seres humanos especiales. Comenzar a fluir en esa armonía de bondad que sin duda nos
lleva a fortalecer los vínculos afectivos familiares.

“Guarda silencio y deja que tus actos de amor hablen por ti.”

Oliver Chávez

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4. El alimento del amor y el reconocimiento

TENEMOS que ir entendiendo que las principales necesidades afectivas del ser humano tienen que ver
con estos dos elementos: el amor y el reconocimiento, sobre todo provenientes de nuestros padres o
figuras cercanas.

Para ir conociendo un poco más lo que sucede cuando algunas de estas necesidades no son
cubiertas. Explicaré un poco que sentirse querido, pero sin reconocimiento se convierte en una relación
pseudocomplementaria, en la que uno está abajo y otro arriba, donde puede haber distintas historias de
abuso hacia menores que produzcan falta de autoestima y autoconfianza, sensación de vacío, de no
sentirse lo suficientemente bueno para merecer cosas positivas en la vida.

La otra cara de la moneda es que a este tipo de personas les cuesta trabajo exigir lo que les
corresponde, ya que al no creerse valiosos puedan permitir relaciones destructivas y de abuso, pues han
aprendido que con escuchar que son queridos, no les importa recibir un trato violento.

“Si no construyo ni en los otros ni en mí, estoy dejando de crecer y no estoy ayudando a otro a
superarse. ¿Qué estamos construyendo el día de hoy?

Por otra parte, cuando alguien los reconoce tienden a hacer cualquier cosa por mantener el
reconocimiento.

El peligro llega cuando una persona llena ese vacío de reconocimiento por parte de personas
que se dedican a negocios ilícitos. Esta manera de ir llenando ese vacío los hace presa fácil de una
manipulación que ellos lo interpretan como “amor”, como “aquí sí valgo”, “aquí sí me escuchan”, “aquí
sí soy alguien”, “soy importante”, “aquí sí me voltean a ver”, etc.

Por el contrario, quien se siente reconocido pero no amado, genera un sentimiento de miedo y
aprende que el reconocimiento es una vía para sentirse amado. Como es el caso de los hijos que hacen
todo por agradar a sus padres para ser reconocidos y así sentir esa sensación de amor, sin embargo, ese
mismo patrón lo llevarán a las distintas áreas de su vida como la laboral, personal, la de pareja, la

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familiar, etcétera, lo que nos hace vulnerables a la manipulación con tal de sentirnos reconocidos o
amados. Por lo general son personas muy obedientes y no cuestionan mucho porque les duele que
puedan perder ese “amor”.

“Cuando a las personas les ha faltado amor en su vida lo buscan o lo exigen a través del reclamo.”

El reclamo que aparenta ser coraje o frustración, en realidad es una mezcla de tristeza y dolor.
Cuando entendemos esto podemos comprender mejor nuestras relaciones observando y reflexionando
qué es lo que en realidad me quiere decir el otro a través de sus reclamos. Preguntémonos ¿qué le duele
o qué le pone triste? O cuando uno se encuentre reclamando, pensar en cuáles son las causas de ese
dolor o tristeza.

Imaginemos una mujer que reclama a su marido de la siguiente manera: “Otra vez llegas tarde”,
“tú siempre con tus amigotes”, “nunca cumples lo que dices”, frases que van generando el círculo
vicioso de ataque y defensa mutua que no ayudan a resolver conflictos.

En cambio, muy diferente sería decir: “Me pone triste o me duele que tenemos más de seis
meses que no salimos juntos a cenar, al cine, al parque”. Sólo así, reconociendo la verdadera emoción
primaria se pueden ir construyendo acuerdos que vayan cubriendo las necesidades afectivas de nuestras
relaciones, compartiendo aquello que siente el corazón.

Por otra parte, hay un mito según el cual el amor no se pide, se da, es algo que brota del corazón
y en parte es cierto, sin embargo, también es válido pedir un abrazo, solicitar ayuda o pedir esa
compañía sincera. Y ante esa falta de amor se le busca donde sólo hay placer, por ello vemos cómo hoy
en día los adolescentes, incluso niños y niñas, están teniendo relaciones sexuales desde los once años
buscando ese poco de “amor”.

Cuando no se tiene amor ni reconocimiento de nuestras figuras de apego, que por lo general son
nuestros padres, se genera en los hijos un vacío que les genera algunas preguntas:

ü ¿Tengo derecho a esto?

ü ¿Merezco ciertas cosas? ¿Cuáles?

ü ¿Podré lograr mis metas?

ü ¿Merezco que me amen?

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5. instantaneísmo y falta de sentido de “pertenencia”

“El sentido de pertenencia cada vez es menor“

Oliver Chávez

HASTA hace tiempo las familias se sentían orgullosas de tener determinado apellido, por ejemplo
González, Rodríguez, Chávez. Ahora se ha ido desdibujando este sentido de identidad.

Mi recomendación es fomentar los tiempos de familia. Tomar un día a la semana, por ejemplo,
los miércoles a las 8 de la noche, hacerlo el Día de la Familia. Cada miércoles un miembro de la familia
puede elegir qué actividad hacer, por ejemplo, jugar basta, dominó, ver una película y reflexionarla,
preparar juntos la cena, etc. Esto ayudará a alimentar los vínculos afectivos y abrir los canales de
comunicación entre los miembros de la familia.

¡Los valores se han perdido!, exclaman por ahí, sin embargo, no es que se hayan perdido, más
bien es la jerarquía de valores lo que ha cambiado. Ahora se pondera más el poder, el dinero, la rapidez
y la inmediatez sobre todas las demás cosas, dejando a un lado al valor de la paciencia, la vida, la
honradez, el compromiso, entre otros. El razonamiento es el siguiente: “Ya que prefiero ganar más
dinero, no importa que no sea honrado, pero seré reconocido”. “No importa que mate a alguien si por
eso me pagarán un poco y con eso puedo comprar más droga para evadir mi realidad”.

El factor social juega un papel muy importante desde el machismo y la reafirmación de la


hombría, que lleva a cometer actos de violencia, algo bien visto en ciertos sectores, ya que se es muy
“hombre” o “valiente” y parte de ser reconocido como tal es precisamente siendo de esta manera. Si
ponemos un poco de atención en lo que estamos escuchando a nuestro alrededor podemos notar
claramente cómo existe una cultura generalizada en contra de la mujer.

Estas ideas suelen reflejarse en frases como las siguientes:

ü ¿Ahora no deberías estar más centrada en tu familia en lugar de en tu carrera?

ü “Mujer al volante…”

ü Ese trabajo no es para una mujer.

Algunos teólogos y filósofos famosos han llegado a escribir atrocidades en contra de la mujer,
ideas que se han ido heredando por generaciones, con consecuencias devastadoras para la sociedad.

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Por ejemplo, las personas que nacen dentro de los barrios donde mucha de su cultura es la
droga, la prostitución, el robo y la delincuencia van aprendiendo que eso es lo que hacen los grandes,
eso es lo que genera admiración de los otros. En muchas ocasiones este tipo de personas se convierten
en el ejemplo de muchos jóvenes que tienden a imitar sus conductas.

NO OLVIDEMOS: El consumismo puede ser un motivo para delinquir. Es interesante esta parte
donde los jóvenes necesitan poseer ciertas marcas de ropa, tenis, celulares y accesorios para poder sentir
que son valiosos como personas, y eso tiene todo el sentido del mundo para ellos, pues sus padres les
enseñaron que eran importantes, demostrando su afecto por medio de cosas materiales, ropa de marca,
por lo que ellos creen que valen lo que poseen y se olvidaron de que son valiosos por el simple hecho de
existir.

La recomendación que hago es comenzar a reconocer en los hijos todas sus habilidades en vez
de enfocarnos sólo en darles artículos de prestigio. Valoremos todos los esfuerzos que hagan; cada
cambio en él es trascendental para su madurez e inclusión para la sociedad.

EJEMPLO: Un hijo puede ser de ayuda en el hogar lavando los platos, arreglando su cuarto,
sacando el perro a pasear, pero se le olvidó regar una planta y por ese detalle lo regañan, lo castigan y
no valoran todo lo que sí hizo. Es importante agradecer, reconocer y apoyar las habilidades y destrezas
que cada uno de nuestros hijos tenga.

El ser humano que no es reconocido en sus primeros años de su vida, tiende a ser menos
empático con el resto de las personas, por eso es tan importante darle su lugar. Las calificaciones que
reciben los alumnos en sus escuelas, universidades son eso, una forma de reconocimiento al esfuerzo.
Lo mismo sucede en las empresas al implementar el empleado del mes, los objetivos, bonos, etcétera.
Existen razones para creer que el uso de drogas, desde el cigarro, el alcohol, la cocaína,
marihuana, etcétera, son parte de la batalla interna para que el joven sea “reconocido” por sus amigos,
sus primos o parientes.

Entonces empiezan otros problemas más peligrosos: el abuso de drogas los puede llevar a
cometer delitos; en los casos más graves acabar en prisión o incluso la muerte.

Ellos o ellas tienen que robar para poder comprar más droga y posteriormente también bajo el efecto de
las drogas, hacer muchas cosas que en su sano juicio no harían: violar, atropellar, matar, provocar algún
incendio o accidente.

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Lo más importante es saber por qué se drogan los hijos. ¿Para llamar la atención? ¿Qué nos
quieren decir? ¿Será una manera de vengarse de algo que les hicimos? ¿Qué estamos haciendo
realmente para ayudarlo? En esta última pregunta me gustaría mover a la reflexión, ya que en muchas
ocasiones las conductas de “ayuda” para un adicto a nivel familiar o de vínculos cercanos son las menos
eficaces o incluso son las que ayudan a mantener esta adicción que es el síntoma de algo que está
pasando en el entorno familiar.

Si necesitas cualquier tipo de droga para disfrutar de la vida, es que aún no has encontrado
las actividades sanas que te harán disfrutarla.

6. Lo social afecta lo mental

OTROS factores de riesgo son los trastornos o enfermedades mentales que requieren de atención
médica, incluso el uso de medicamentos que ayuden al cerebro a su buen funcionamiento. Hay muchos
mitos a partir de la medicación psiquiátrica, sin embargo, debemos entender que para estos
padecimientos es indispensable usar medicamentos adecuados y un acompañamiento psicológico.

Sociedad erotizada (violaciones): Todos hemos notado el incremento de la faceta erótica en


los jóvenes. Y pensar que hace muchos años era un tema tabú; antes era complicado hacerse de material
erótico o sexual, pero ahora la juventud la tiene a su disposición sin ninguna clase de restricciones,
quizás por eso cada vez les cuesta más trabajo ponerse límites y comienzan a tener relaciones sexuales
desde temprana edad.

“Abrir la puerta de la sexualidad sin tener un guía o consejero, resulta tan peligroso como
jugar a la ruleta rusa, nunca sabes qué puede resultar de una situación así.”

El promedio es alarmante. Actualmente se sabe que a los once años es el primer contacto con la
pornografía. Incluso hay datos y casos documentados en que el promedio es apenas a los siete años. Es
alarmante, mas no es raro. Si desde muy pequeños están teniendo a su alcance distintos dispositivos con
internet, series, telenovelas, incluso caricaturas que incitan o provocan expresiones francamente
sexuales, entonces se tiene una puerta abierta para que los pequeños del hogar puedan buscar y

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encontrar lo que se les plazca, o que les lleguen a sus celulares (muchos niños de diez años ya cuentan
con un dispositivo móvil) miles de videos y cortometrajes ya disponibles en la red, con contenido no
apto para su edad. Todo esto ocasiona una distorsión grave acerca de la sexualidad, lo que les
imposibilitará para relaciones posteriores sanas, donde desgraciadamente se cosifica al individuo.

Se puede generar una adicción al sexo, un aumento de riesgo de embarazos, enfermedades de


transmisión sexual, eyaculación precoz, entre otras repercusiones.

Acciones y responsabilidades

Ante todo, este es el gran panorama en el que estamos parados y no tenemos hacia dónde irnos. Más que
afrontar y ayudar a nuestros hijos, tenemos una gran responsabilidad de estar con ellos, pero realmente
estar presentes conviviendo no sólo como está un sillón en nuestra sala o el refrigerador en la cocina.
Vivir juntos pero aislados es una insana paradoja que encierra indiferencia. Pensemos en las personas
privadas de su libertad. Algunas básicas que tienen en común casi todas las historias de las personas que
están en la cárcel, son:

• Falta de amor.

• Falta de reconocimiento.

• Familias disfuncionales.

• Historia de abuso (físico, psicológico, sexual, etc.).

• Adicciones.

• Distintos trastornos mentales.

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SEGUNDA PARTE “ MATEMATICAS PARA LA VIDA”

SIETE / Trece regalos para sumar en la vida

A CONTINUACIÓN QUIERO compartir algunos aspectos que a través de mi vida me han servido a
sumar, pero también mencionaré cuáles he restado. Conocer eso me ha facilitado llegar a mi plenitud;
estoy seguro de que cada uno de ellos te servirán en tú caminar diario. No olvides que lo importante es
generar el hábito de sumar y restar. A esto le llamo simplemente las MATEMÁTICAS DE LA VIDA.

¿Qué suma a nuestra vida?

¿Qué estamos sumando en nuestra vida, en la de los otros y en el entorno?

¿Quién nos está considerando en una ecuación positiva?

¿Cómo estamos sumando?

¿Qué es lo que nos resta de nuestra persona?

¿Cómo se puede revertir eso?

¿Para qué estamos sumando?

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7.1.-Reencuéntrate con tú SER
SON MUCHAS LAS personas con las que convivimos en el día a día. Hay desde hace varios años
demasiada información circulando por ahí, en todos lados, en la televisión, en las noticias, las redes
sociales, el periódico, la radio, la tablet, la computadora, sin embargo, ese exceso de datos puede
generarnos diferentes síntomas. Podemos estar muy informados o ser “parcialmente ignorantes”. En ese
punto intermedio es peligroso, hablamos de todo, pero poco podemos profundizar en algo. Conocernos a
nosotros mismos es un reto mayúsculo; a veces podemos hablar de todo menos de nosotros, porque no
sabemos quiénes somos, qué somos, qué queremos, hacia dónde vamos, cuál es nuestra historia
personal. ¿Podemos reconocer en nosotros mismos qué es lo que estamos haciendo bien y qué nos sigue
costando trabajo realizar? ¿Nos hemos dedicado tiempo de calidad? ¿Hemos leído últimamente algo que
nos haga descubrirnos interiormente? El tiempo para uno mismo (tema que abordaré más a fondo en el
capítulo 8) es un aspecto digno de cultivar que promueve el autoconocimiento. Propongo el siguiente
ejercicio para abordar y mejorar la relación con nosotros mismos.

• Escribir diez cosas que amamos hacer y en otra hoja diez cosas que nos molestan o
incomodan.

• Investigar con los cinco mejores amigos dicha lista. Seamos honestos al hacerla y
compartirla.

• Compartir con los padres esa lista ¿Nos atreveríamos? ¿Y si ellos hacen una? ¿Sería
más fácil abrir ese canal de comunicación? Intentémoslo.

• Hagamos el ejercicio con nuestros maestros, así los podremos conocer mejor y ellos a
nosotros.

Áreas ciegas y áreas desconocidas

Otro ejercicio para ir conociéndonos es la famosa Ventana de Johari. Esta ventana consta de cuatro
partes que se van llenando a nivel personal. Se puede pedir apoyo a nuestros seres más cercanos y
mantener la humildad para ir construyendo una mejor versión de uno mismo.

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1. Área pública: Son aquellas cosas en las que coinciden todas las personas que nos conocen.
Quizá nos guste ser el alma de la fiesta y las personas también lo reconocen. Esta área la
completaremos con todas las cosas que consideramos que los otros ven en nosotros y que quizá
las haces mucho por dar esa impresión.

2. Área oculta: Quizá aquí podamos ir encontrando nuestro verdadero yo, esa persona sin
máscara. Puede ser que las personas no crean que somos un poco inseguros si siempre hemos
sido el alma de la fiesta, sin embargo en esta área encontraremos nuestros grandes tesoros,
compartámoslos.

3. Área ciega: Puede ser la parte más dura, ya que en ocasiones costará trabajo aceptar esas
cuestiones que deberíamos mejorar. Por ejemplo, pueden decirnos que somos muy estrictos,
enojones, pesimistas, y quizá nunca nos habíamos dado cuenta de eso. Aquí es donde aparece el
área de crecimiento personal. Cuando las personas nos ayuden con su percepción de cómo,

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tomémoslo como un acto de amor que sin lugar a dudas nos llevará a generar un compromiso
personal para mejorar.

4. Área desconocida: Esta es un área de oportunidad donde se encuentran habilidades hasta ahora
desconocidas. Recuerdo un amigo de la secundaria, el buen Luis, que practicaba karate y por
portarse mal lo mandaron a correr con el equipo de atletismo. En ese momento se dieron cuenta
que era buenísimo para correr y a partir de ahí empezó a entrenar y dejó el karate. Luis llegó a
competir a nivel internacional en una actividad que en principio ni él sabía que tenía. así que
atrevámonos a hacer cosas distintas y demostremos lo grandioso que podemos llegar a ser.

“Lo más hermoso no es encontrarnos un tesoro, lo más valioso es encontrarnos con nuestro ser.”

Oliver Chávez

PARA NO OLVIDAR: Mientras mejor conozcas tu interior, será más fácil aceptar, conocer y
manejar el exterior.

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7.2.-Date tiempo para tus HOBBIES
HACE VARIOS AÑOS descubrí que estaba como en un tobogán, de esos de los que no puedes salir ni
detenerte. El trabajo, los estudios y otras responsabilidades me tenían atrapado, no tenía tiempo para mí,
ni siquiera para practicar algún deporte, ir al cine o leer un buen libro. Todo era trabajo, más trabajo,
papeles y viajes. El balance fue bastante negativo, el cuerpo empezó a resentirse, tenía que usar algunas
pastillas para el dolor de espalda o en el cuello, más la migraña, más los reclamos de mis amigos y mi
pareja se hacían notar y la verdad no sé en qué momento una cosa me iba llevando a la otra. Era
momento de pisar el freno y hacer esos cambios en mi vida que me ayudaran a estar mejor. Uno de ellos
fue retomar mis pasatiempos, así que tomé en ese momento la guitarra y me fui al mar a componer una
canción. Tenía varios años que no componía ahí, junto a la playa y la arena, me prometí entonces tener
siempre tiempo para hacer aquellas cosas que me hicieran vibrar y dar luz.

En uno de esos viajes conocí a un señor de edad avanzada. Sonreía con la mirada. Mientras yo
iba a Cancún a trabajar él estaría participando en una competencia internacional de Golf, “su gran
pasión”, según me dijo.

—Dejé todo por venir este fin de semana, no me lo puedo perder –me comentó dándole un
pequeño sorbo a su café.

Lo miraba bien físicamente, no se quejaba de nada, entonces le pregunté: ¿Y sus negocios, sus
empresas, su familia? ¿cómo le hace para poder despegarse de todo?, ¿cómo se olvida de toda la
responsabilidad? Don David, que así se llamaba, frunció el ceño antes de comentarme. Oliver: si mi
trabajo no me permite despegarme siete días de él para hacer lo que me gusta, no es un trabajo, es una
cárcel, así que establecí prioridades, fechas, momentos con mi familia, con el negocio y con mis
pasatiempos, gracias a eso puedo vivir. Lo que me dijo cambió mi vida, ahí comprendí que no se trata
de trabajar mucho, se trata de ganar mucho, y que ese margen de ganancia me permita establecer
prioridades: familia, estudios, diversión, viajes, lectura, trabajo. Regresando de ese viaje ajusté los
horarios y empecé a disfrutar nuevamente lo que me gusta, lo que me hace ser mejor.

Por otra parte recuerdo algo que me contó mi hermano Daniel. Él es arquitecto y también canta.
En una ocasión él estaba con una muy reconocida arquitecta a nivel mundial llamada Zaha Hadid.
Platicaba de estas dos pasiones que tenía y de cómo era que de repente creía que debía dejar de cantar
para enfocarse más me su profesión, pues para eso había estudiado e invertido mucho tiempo y esfuerzo.
Creía que era tiempo de dar paso firme y dedicarse al cien por ciento a la arquitectura, a lo que Hadid le
comenta: “Daniel, si tú quieres puedes ser de los mejores arquitectos, pero por favor nunca dejes de
cantar”. Cuando él me lo contó me quede con los ojos cuadrados. Ante esto entendí que ella tenía toda
la razón, si vamos dejando de hacer esas cosas que nos apasionan, la luz en nuestras vidas irá apagando.

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Es triste cuando les pregunto a algunos pacientes ¿cuál es tú pasatiempo? Es asombroso saber
que casi el noventa por ciento ignora cuál es. Me comentan cosas como:” ¡Pues cuando era joven me
gustaba bailar! ¡Cuando estaba chavo jugaba bien básquet! ¡Cuando era niño me encantaba dibujar por
horas! A lo que les pregunto: ¿En qué momento renunciaste a aquello que disfrutabas tanto hacer? ¿Qué
pasaría en tu vida si lo volvieras a hacer? ¿Qué estás dispuesto a experimentar para tener un nuevo
pasatiempo? Y ante esto es imposible no notar ese brillo en sus ojos, al imaginarse poder volver a bailar,
cantar, pintar, admirar el cielo, correr y sentirse libre. Esas preguntas han sido suficientes para regresar
una sonrisa a su vida.

¿Qué esperamos para actuar? Algunos beneficios de esos momentos dedicados a nosotros son:

• Bajar los niveles de estrés.

• Mejorar las relaciones intrapersonales.

• Mejorar la relación con uno mismo.

• Aumentar la creatividad.

• Ante los problemas, tener más claridad para encontrar solución.

• Vivir más relajado.

• Volvernos más productivos.

• Nos ayuda a conectarnos con nuestro ser.

• Elevar nuestra dimensión espiritual.

• Mejorar la salud.

• Mejor nuestra calidad de vida.

“Nuestro hobbie es el mejor regalo que nos podemos hacer ¿por qué pensar que no lo merecemos?

Regalémonos un tiempo para nosotros.

Cómo sería de distinta nuestra vida y la de nuestros seres que nos rodean si nos diéramos esa
oportunidad.

Recapitulemos: De las cosas más importantes de la vida es vivir. Y una manera de vivir es hacer y
disfrutar aquellas cosas que nos hagan vibrar, que nos hagan dar luz a los demás y que parte de ese gozo

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al hacerlo también pueda ser trasmitido a los demás. Desgraciadamente, en la actualidad tenemos
tiempo para todo menos para nosotros mismos y nuestros pasatiempos, es de suma importancia
dedicarle mínimo un par de horas a la semana para hacer aquellas cosas que nos gustan.

“Cuando comprendí realmente que mi meta primordial era sentir y experimentar felicidad, empecé a
hacer sólo aquellas cosas que me aportaban felicidad. Yo tengo una norma: ¡Si no es divertido, no lo
hago!”

Jack Canfield

El resto ahora es liberar la “agenda” y dedicar un tiempo para nosotros mismos y nuestros pasatiempos.
La vida es experiencia, sumar y construir.

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7.3.- Haz ejercicio y come saludable
ES BASTANTE COMÚN PERDER el camino entre el mar de responsabilidades que vamos
adquiriendo conforme vamos creciendo. Primero es la escuela, el colegio, la universidad, una relación
personal, después entramos al trabajo, a un curso, más trabajo, llegan los hijos, ¡más compromisos!
Entonces sucede, nos convertimos en máquinas, en autómatas, perdemos la capacidad de controlar el
tiempo, nuestro tiempo.

Los beneficios de hacer ejercicio y comer saludable se notan de forma “casi” inmediata, los
resultados dependerán de cuál sea nuestro estado actual, peso, condición física y la salud general del
cuerpo. Lo más recomendable es que antes de entrar a un gimnasio visitar al doctor para un chequeo
general, porque muchas veces les preguntamos a las personas ¿cómo estás de salud? Y nos contestan
qué bien, pero realmente tienen muchos años que no se hacen ni el más mínimo examen médico, así que
el examen es indispensable lo antes posible. Bien dicen que lo que no se mide no se puede mejorar.

Hace tiempo que decidí apegarme a la famosa frase "somos lo que comemos" porque me dio
resultados. Tengo una mayor capacidad física y mental, eso es lo que quería. Subir a un escenario es un
deporte extremo, la capacidad tanto de respiración como física para estar hablando durante dos o tres
horas, no es fácil. Confieso que soy muy antojadizo y sí me doy mis gustos de vez en cuando. Quién se
puede resistir a la exquisita comida mexicana. Me considero muy afortunado por tener el privilegio de
conocer cada estado de mi país y disfrutar su gastronomía. Sin embargo, antes de cada conferencia
procuro comer algo ligero para que me ayude a estar con mayor energía y agilidad mental. Descubrí que
este legado “somos lo que comemos” aparece en todo tipo de textos y blogs, pero se lo adjudican
erróneamente a autores que no tienen nada que ver siquiera con la nutrición.

La famosa frase es de Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán. En su escrito


Enseñanza de la alimentación (Lehre der Nahrungsmittel: Für das Volk de 1850, escribió: "Si se quiere
mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es
lo que come".

¿Y cómo nos estamos nutriendo emocional e intelectualmente?

¿Qué comemos o damos de comer? En todos los sentidos…

¿Cómo nos alimentamos espiritualmente?

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Si ya estamos decididos a hacer ejercicio es necesario sumar una dieta balanceada. Para
completar ese círculo virtuoso entre cuerpo y tu mente, el compromiso debe ser total, no hay medias
tintas, ni pequeños esfuerzos. Hay que poner todo de nuestra parte y comparar los resultados.
Tendremos que cuidar muchos aspectos como grasas, azúcares, carbohidratos. Existen cientos de dietas
y regímenes que nos pueden ayudar a lograr lo buscamos. No debemos olvidar que una dieta va de
acuerdo con la talla, peso, altura y estructura ósea; un especialista podrá distinguir cuál puede ser la
apropiada.

Una de las mejores recomendaciones que puedo hacer es involucrar a la pareja o a nuestro
mejor amigo o hermano a hacer juntos ejercicio. La motivación se multiplica en la mente, y hace más
placentero practicar deporte o cuidar mutuamente la alimentación.

Al hablar de dieta quiero hacer hincapié en que no me refiero a algo restrictivo, sino más bien al
hábito del buen comer en el sentido de consumir una dieta equilibrada. Hay una encuesta de la American
Psychologist que revela que las personas sometidas a dieta, comparadas con otras que no siguen ningún
régimen alimentario, concluye que el hacer dieta provoca obesidad. En este momento aprovecho para
explicar qué es lo que pasa:

1. Las personas logran mantenerse unos días y luego pierden el control, acabando por atiborrarse
de alimentos prohibidos.

2. De inmediato, como consecuencia del intento de restricción, se sienten con un deseo


irreprimible de comer más.

3. Entre más se esfuerzan en resistirse en no comer para bajar muchos kilos rápido, más generan
una visión a corto plazo pero una vez alcanzado el objetivo, se relajan propiciando el famoso
“rebote”.

Sin embargo, este no es un libro de nutrición, eso se lo dejo a mi buena amiga Tania Félix, una
excelente nutrióloga que se enfoca en generar estilos de vida saludables.

Cuando vivía en la Ciudad de México entendí la diferencia entre tragar, comer y saborear. Sucede que
durante un tiempo vivía muy acelerado entre el tráfico, los horarios de oficina, la presión de la dinámica
social. Todo esto me llevó a intentar eficientar los tiempos comiendo en el carro o frente a la
computadora para seguir avanzando. Prefería la comida chatarra por lo rápido y de repente me
encontraba y hacía conciencia de cómo es que estaba comiendo de una manera tan apresurada que,
literalmente, estaba tragando. En ocasiones era necesario era mejor comer algo que no hacerlo y en

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otras, aun teniendo el tiempo necesario, me notaba comiendo de forma muy apresurada. Recuerdo que
me decía: “Calma, Oliver, mastica más lento, disfruta y saborea. Hoy no hay que correr, no hay prisa”.
Era notable el cambio al hacer consciente cada ingrediente de la comida, poder saborear cada bocado.
Creo firmemente que de los mejores placeres en esta vida es disfrutar de nuestros platillos favoritos.

Desde esta óptica de disfrute pleno me mal acostumbre, como millones de personas, a comer tan
de prisa que estaba dejando a un lado el poder vivir esta experiencia.

Cada punto de este libro se puede ir uniendo con otros. Por ejemplo, preparar una cena
saludable e invitar a algún amigo para seguir cultivando la amistad y tal vez incluir el punto siguiente
que es ayudar a los demás.

La siguiente tarea puede resultar muy emocionante: consiste en preparar nuestra comida favorita
pero con una variante muy interesante, se llama privación sensorial. Se trata de tomar un pañuelo y
vendarse los ojos. Hay que comer con los ojos cerrados. Sucede que por lo general, cuando privamos
uno de los sentidos, los demás se agudizan. Por ejemplo, las personas con deficiencia visual se
desarrollan más su parte auditiva.

¿Y qué será mejor tragar, comer o vivir la experiencia de saborear?

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7.4- Ayuda a los demás

“Encontramos nuestra propia felicidad ayudando a los otros a encontrarla”.

Cuando escuché la noticia de la muerte de Robín Williams me conmocioné. Para mí era uno de los
mejores actores de Hollywood, tanto en drama como en comedia, y como él otros más murieron además
por consumo de drogas, antidepresivos, barbitúricos, etcétera.

Se trata de cantantes, actores, gente famosa que supuestamente “ha logrado todo”, pero que al
parecer no tienen o valoran nada. Desde mi formación académica y profesional, el tema de la depresión
puede ser dos tipos:

La endógena: que tiene que ver con cuestiones internas y no con el dinero, fama, poder etc. Está
más bien ligada a la bioquímica de nuestros neurotransmisores, en específico a la dopamina y la
serotonina. En esto encontramos las típicas frases de “pues tiene una bonita familia”, “le va bien en el
trabajo”, “tiene hasta más de lo que necesita”, sin embargo estas suposiciones están lejos de la realidad.

La otra es la exógena: Es la que tiene que ver con cuestiones externas como los tipos de duelo
debido a la pérdida de un ser querido, un trabajo, un divorcio, la salida de un hijo de casa. En esta
situación pasa algo externamente que afecta de modo interno.

Por eso decir “le faltó valor para enfrentar la vida”, “no supo valorar”, “por qué con tan poquito
se dio por vencido” es más bien una visión popular sobre la depresión. Claro que también habrá que
hacer diferencias entre tristeza, distimia y depresión profunda. Aquí es fácil caer en el autodiagnóstico,
ese que nos vuelve unos magníficos “especialistas” en depresión.

Con la muerte de Robin Williams me pregunté ¿cómo es que alguien como él, con toda la fama,
el dinero, el poder, puede buscar o desear la muerte? Tuve que buscar entre muchas respuestas, pregunté
a algunos colegas familiólogos, psicólogos, sociólogos, terapeutas, y casi todos llegaron a la misma
conclusión:

“Vacíos en el corazón, en el alma, que no pueden llenarse con lo que tenían, con lo que almacenaban
o guardaban en un banco o en sus vitrinas”.

“El ser humano necesita hacer más en su interior que en su exterior.”

Acuérdate cómo te estas nutriendo interiorMENTE

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Nunca debemos olvidar cómo nos estamos nutriendo interiorMENTE. Porque los vacíos del
alma son complicaciones mentales que pueden afectar el razonamiento, la paz interior. Entre las más
comunes están:

Querer ser importante, tener siempre la razón, necesidad de ser amado, preocuparse por
todo, tener sentimiento de superioridad, entre otras.

Después analicé a personalidades que dan apoyo humanitario a los más necesitados. Son
personas que pueden aportar grandes sumas de dinero por generar empleos, agua limpia, alimentos,
conocimientos en otros. El trabajo de las fundaciones, las ONG, trae millones de beneficios a la
humanidad. Bill Gates (Microsoft) y Ray Kroc (McDonald’s) son algunos nombres y empresas que
decidieron aportar al mundo esa mano que tanto se necesita.

En mis intervenciones como asesor de empresas familiares, una de las recomendaciones cuando
los negocios ya son lo suficientemente grandes y han tenido muy buena sucesión de liderazgo es que
creen una fundación, como una manera de regresar un poco a la sociedad que tanto les dio.

Porque es de gente congruente hacer lo que dice y piensa, la que mejor manera creo es asumir el
compromiso de apoyar. No se necesita amasar una fortuna para hacerlo; es grandioso ver la cara de la
gente que uno ayuda. Uno puede ver los ojos llenos de agradecimiento, ¡es maravilloso! Poder
cambiarle el día a una o más personas y eso radica en el corazón. Hay personas que donan ropa, zapatos,
inclusive preparan tacos de frijoles para regalar y así ¡alimentar a otros!

Recordemos el sentimiento producido luego de ayudar. En ocasiones pensamos que tenemos


que hacer grandes cambios o que ayudar es dar una gran suma de dinero o resolverle sus problemas,
pero no nos damos cuenta que incluso darles tiempo y que se sientan escuchados puede hacer una gran
diferencia en su vida y en la propia.

En mi caso, cuando alguien anda un poco triste le digo que salga cada que pueda y mire al sol.
Al hacerlo algo sucede en nuestro cuerpo, porque nos llena de energía, nos sacude las malas vibras y
pensamientos. Simplemente, luego de salir al dinamismo de la vida y dejar que nos sorprenda con todas
sus bendiciones es imposible regresar igual.

Una vez leí un estudio que se realizó con jóvenes a quienes se les dio una cantidad considerable
de dinero para gastárselo en lo que ellos quisieran o bien, para que hicieran alguna obra de caridad. El
estudio posterior sobre cómo reaccionaba su cerebro en cada caso arrojó resultados sorprendentes. El
cerebro de jóvenes que gastaron su dinero en cosas personales como zapatos, ropa, reproductores de
audio etc. solamente brillaba un poco en distintas zonas. En cambio, el cerebro de quienes ayudaron a
otros estaba muy brillante en muchas zonas donde se refleja el placer, satisfacción, bienestar, etcétera.

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Por esto se llegó a la conclusión que ayudar genera más felicidad que hacer cosas sólo para nosotros
mismos.

“No da el que tiene, sino el que quiere”, esto lo tengo muy presente desde que comencé a
visitar comunidades muy humildes por distintas partes de mi México. Nosotros íbamos con la intención
de DARLES atención médica, apoyos sociales, cursos, información de valor, sin embargo, nos
percatamos que con su agradecimiento ellos nos daban lo que no tenían, incluso se quitaban el bocado
de la boca para ofrecernos una tortilla, un café, una galleta. Cuántas veces me tocó estar con grandes
empresarios que eran incapaces de desprenderse de un poco de sus grandes fortunas para donarlo a una
buena causa. Mucho que reflexionar no crees…¿Y tú, sumas o restas?

Por otra parte, uno de los principales problemas es que a veces las personas no se dejan ayudar.
Pensemos en las ocasiones en que no nos hemos dejado ayudar por orgullo, coraje o pena. Ahí perdimos
la oportunidad de hacer esa carga más ligera y la oportunidad de la otra persona a sentirse bien. Porque
si alguien quiere ayudarnos lo hará con su corazón y ahí no vale la pena el orgullo ni el coraje,
simplemente hay que dejarse fluir. Hay que DIVIDIR las cargas de la vida y viajar sin exceso de
equipaje.

Propongo algunas acciones concretas para ejercitar la ayuda a los demás. Digamos que es un reto
para los siguientes días en la cual encontrarás tu felicidad:

• Visitar un asilo de ancianos.

• Visitar un lugar de niños huérfanos.

• Visitar un hospital con niños con cáncer.

• Visitar un centro de mujeres violentadas.

• Salir a la calle y ver quiénes necesitan algo, desde un consejo, unas monedas, una palmada de
alivio, unas palabras de aliento ante la pérdida de un ser querido.

Con esto nos daremos cuenta de que uno llega esperando dar y sale lleno de todo lo que ellos nos
dan: simplemente una lección de vida.

¿Qué sentimos al hacer esto? ¿Qué encontramos?

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“las personas más felices no son las que recibieron más, si no las que más dieron” H. Jackson Brown

PARA NO OLVIDAR: La tarea es titánica, pero se puede comenzar con un vaso de agua.

Mateo 25-35,36. “Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, era
emigrante y me recibieron, estaba desnudo y me vistieron, estaba enfermo y me visitaron, estaba
encarcelado y me vinieron a ver.

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7.5.- Juega como niño y sé niño otra vez
“No dejamos de jugar por que envejecemos,

sino que envejecemos porque dejamos de jugar”

George Bernard Shaw

PARA SER NIÑO OTRA VEZ es importante desarrollar tus capacidades, esas que tuviste hace muchos
años y que hoy están en tu niño interior, por eso me gustaría empezar esta parte con la siguiente frase
que nos hará reflexionar y sin duda cambiará la manera en que vemos el mundo: “No dejamos de jugar
porque envejecemos, sino que envejecemos porque dejamos de jugar”. Y es verdad, tan sólo piensa hace
cuánto jugaste como niño, hiciste algo sin preocuparte por el qué dirán, hiciste amigos con esa facilidad
increíble como la hace un niño, que tan sólo llega y le dice “quieres ser mi amigo” y se ponen a jugar.
Yo te pregunto: ¿Qué se siente recordar esa etapa de tu vida? ¿Qué pasaría en tu vida si rescataras a ese
niño interior? Si ese niño interior te hablara ¿qué crees que te diría?

Cuando uno es niño quiere ser como los adultos, pero cuando crecemos nuevamente deseamos
ser niños, porque la vida nos obliga a ser rectos, ordenados, pulcros, políticamente correctos. Si
rompemos algo, si pretendemos cambiar nuestros hábitos, la sociedad está pronta para criticarnos, para
bajarnos de las nubes y ubicarnos en la realidad, pero no tiene que ser así. No podemos permitir dejar de
disfrutar las cosas que nos gustaban por tener más años, más compromisos, ¡no! Tengo varios amigos
que pertenecen a clubes de aeromodelismo, practican futbol, juegan con trenes, arman rompecabezas, no
se dejan influenciar por la gente que los ve como “niños”, como si eso fuera un pecado, algo malo, no.

Es interesante la diferencia entre cómo un niño ve el mundo y cómo lo ven los adultos. Al
momento de educar esto genera muchos problemas ya que los niños viven y ven el mundo desde la
LÓGICA y los adultos desde el DEBER SER. Por ejemplo, imaginemos que la familia irá a una boda.
El Niño, desde su lógica, piensa en ir cómodo, con jeans, tenis, una playera para poder jugar con sus
primos o amigos que haga en ese momento. Sin embargo, los papás lo quieren lo más elegante posible.
El Niño no puede entender por qué el padre tiene que adaptarse a este deber ser, y así hay mil ejemplos.
Creo que tenemos que aprender muchísimo ya que son nuestros maestros por excelencia. Recuerdo bien
la ocasión en que en la universidad me dejaron un trabajo sobre escribir quién había sido un gran
maestro. Buscando quizá que escribiéramos sobre algún científico, filósofo o alguna figura pública sin
embargo, yo escribí sobre los niños, mis grandes maestros de la vida.

A continuación, te comparto algunas cosas que he aprendido de cuando era niño y de los niños.

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! Siempre tienen lo que quieren

Un niño siempre tiene lo que quiere, ya sea un chocolate, un juguete, tiempo. Siempre están
logrando cosas; todo el tiempo están intentando hacer algo. Pensemos cómo le hacen para lograrlo. Lo
intentan mil veces y de distintas maneras, a diferencia de los adultos que a la primera que nos dicen que
no, nos damos la media vuelta y nos rendimos.

¿Qué hace un niño cuando quiere algo?

Primero lo pedirá de buen modo, después gritará o llorará, luego lo intentará de otra forma,
quizá de una manera más tranquila, buscará a otra persona que se lo dé, pero lo interesante es que
busca muchos caminos para lograr su objetivo y así es como tenemos que ser nosotros como adultos,
tener siempre más caminos, tener siempre un plan B o C para lograr nuestros objetivos de vida. No es
que tengamos que hacer berrinches o llorar hasta conseguir las cosas, sino ver la visión global de saber
que siempre hay muchos caminos que nos llevan a construir nuestros sueños. Si un camino se cierra,
hay mil más para llegar a nuestro destino.

Siempre lucha por tus sueños.

Recuerda que es tu vida y vale la pena dar todo por lograrlos.

No sueñes ti vida, vive tu sueño

! Su nobleza

El niño no vive con rencores; él suele perdonar. Recordemos cómo a veces los padres regañan a sus
hijos pequeños, les gritan, los golpean, los humillan, los ofenden, les dicen groserías y todo esto en
ocasiones frente a las demás personas.

¿Cómo se sentirá este pobre niño o niña?

¿Cómo tendrá su autoestima?

¿De qué tamaño será el daño que a veces hacemos con nuestras palabras y actos a los que más
“amamos”?

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Dicen que las palabras se las lleva el viento, pero no estoy de acuerdo. En terapia me han tocado
muchos casos donde las palabras se quedan grabadas profundamente en el corazón. Pero lo más
hermoso y lo que más me llega a mi corazón, es que ese niño, después de tremenda regañada puede
perdonar y al día siguiente abrazar a sus padres y darles un beso diciéndoles cuánto los ama.

Quiero compartir algo que me cambió la vida. Recuerdo un día que iba en un vuelo de Los
Ángeles a la ciudad de México. Era un regreso un poco cansado puesto había estado varios días de gira.
En el avión venía platicando un poco con el niño y su padre que eran mis compañeros de asiento. El
niño de pronto tiró accidentalmente un poco de refresco en mi saco y el papá empezó a regañarlo
horriblemente. Le decía cosas como “ya ves, eres un tonto”, “ya ensuciaste al señor”, “siempre la
riegas”, y hasta un manotazo le dio. Yo lo único que le decía era “oye, tranquilo no pasa nada, fue un
accidente”. Aparte era un refresco transparente que no deja mancha, sin embargo, pensé en cómo ese
padre estaba destruyendo la autoestima de su hijo con esas palabras, evidenciándolo en público. Aún
recuerdo la mirada de aquel niño, de ojos llorosos, queriéndome limpiar el saco con papel. En eso fui al
baño por un poco con agua y al regreso pude observar algo que fue lo que me conmovió aún más:
después de tremenda regañada, el hijo con esa humildad, le pido perdón a su papá y le dio un beso.
¡Aaah! qué lección de vida. Cómo es que ante todo esto que le dijo su padre puede hacer a un lado su
orgullo y con todo amor correr nuevamente a sus brazos. Sin embargo, también pensaba en cómo las
personas a las que más queremos son a las que más daño podemos hacerles.

! Alta capacidad empática

Los niños se caracterizan por una gran sensibilidad y una impresionante capacidad empática. No es raro
ver en el kínder o en maternal cuando un niño empieza a llorar, de pronto varios de sus compañeros
empiezan a llorar también; no saben por qué, pero lo hacen.

Es curioso que, a pesar de su corta edad, ya tengan tan desarrollada esta parte empática. Un niño
es capaz de prestar un juguete, dar su chupón o su biberón a otro niño que está llorando o intranquilo
para que se calme o, incluso, que cuando un bebé siente que sus padres o seres cercanos están tristes,
busca cómo hacerlos sonreír. Empiezan a hacer sus gracias, acariciar, a buscar nuestra mirada, entre
otras cosas.

¿Qué nos ha pasado a nosotros como adultos? ¿Dónde hemos dejado esa capacidad de empatía
que nos hacía más humanos? ¿Cuándo nos volvimos indiferentes antes el dolor de los demás? Cómo es

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posible que muchos de nosotros no sintamos esa necesidad de ayudar al otro ante sus crisis emocionales,
financieras, familiares, laborales, escolares.

¿A cuántas personas podríamos ayudar y no lo hemos hecho?

¿Cómo sería el mundo si retomáramos esa capacidad empática de los niños?

Y tú ¿eres sensible a las necesidades o sufrimiento de los otros?

! Facilidad para socializar

Ante las dificultades de la vida lo que más nos ayuda como seres humanos es contar con nuestras redes
sociales, pero no las “digitales” que todos conocemos, sino esas amistades cercanas que en realidad
están con nosotros cuando las necesitamos. En la actualidad, precisamente por estas nuevas “redes
sociales” y la nueva manera de comunicarnos, hemos ido perdiendo la capacidad de socializar
correctamente. Parece que ya no sabemos estar cara a cara con el otro.

Hagamos el siguiente experimento: Saludemos a diez personas en la calle que no conozcamos


en esta siguiente semana. Estoy seguro que pasaría una de las siguientes dos cosas:

1- Que nos vean como bicho raro porque no están acostumbrados ya a esa amabilidad.

2- Nos regresarán una sonrisa y sin duda nos hará sentir muy bien a nivel personal. Realmente
creo que ganamos más haciéndolo que no haciéndolo. El absurdo total es cuando en un
elevador, las personas no se saludan ya que todos los pretextos no valen ahí: el no tengo
tiempo, no te vi o estaba ocupado. Ahí no vale.

Ante esto me ha tocado ver muchos casos en terapia en los que las personas no tienen a quién
recurrir después de una separación. Ante un problema y lo que sucede es que se deprimen ante un
cambio de ciudad o trabajo porque no saben cómo socializar.

Ahora te pido que imagines como eras tú cuando eras niño u observes a tu hijo, a algún sobrino o algún
niño en un parque y aprendas cómo es que él hace amigos.

Algunas cosas que observaremos son las siguientes.

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! Se dirige con seguridad.

! Sonríe y hace contacto visual.

! Hace preguntas para encontrar qué es lo que tienen en común.

! No piensa en qué pensará el otro de él.

! Empieza a imitar lo que los otros hacen

! No le da miedo hacer el ridículo.

! Busca agradar al otro.

! Previo a su contacto con el otro, lo estudia y analiza.

! Actúa tal y como es; no finge.

Éstas sólo son algunas cosas que he observado. El gran reto es aplicarlo en nuestra propia vida. Mi
sugerencia es empezar por lo más básico:

Saludar, pedir algo, preguntar sobre el clima, preguntar la hora simplemente, cualquier cosa que
pueda abrir la conversación y te permita interactuar con el otro. Para esto se necesita práctica. Si somos
un poco tímidos nos costará un poco más trabajo, pero estoy seguro de que, si lo hacemos un estilo de
vida, seremos expertos en socializar.

• Capacidad de asombro

Es muy común hoy en día ver que algo que era natural para los niños ya no lo sea tanto. Esa es la
capacidad de asombro. Me ha tocado ver niños que ya no se asombran con lo que sucede en la vida real,
pues ya todo lo han visto por internet. Y lo que es más triste: están siendo programados para hacer y
aprender mil cosas y no para vivir y experimentar. Antes tenían mascotas, tenían más contacto con la
naturaleza y se asombraban de aquellos preciosos atardeceres de las figuras y colores de la naturaleza.
Hoy en día sólo viven pegados a sus videojuegos, tabletas, teléfonos inteligentes, etc.

Sin embargo, podemos observar desde las primeras etapas de su desarrollo cómo se asombran y
van descubriendo las partes de su cuerpo. Pueden pasar horas observando sus manos, pies, siguiendo
objetos con sus ojos, etc. El reto en la actualidad es convertirnos en observadores de los regalos que la
vida nos brinda. No valoramos la grandeza de los mares, ver la perfección de la naturaleza, agradecer
por la vida, disfrutar esos pequeños placeres que se nos dan a diario como escuchar una exquisita

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melodía, saborear un rico helado, voltear a ver las estrellas en la noche y ver la magnitud del universo y,
sobre todo, asombrarnos de la grandeza humana. Dejemos de ver. Ahora pongámonos a observar.

• Viven felices

Los niños tienen esa capacidad para ser felices porque simplemente viven, experimentan y se dejan fluir
por la vida, no se preocupan por cosas tan banales como nosotros los adultos. No piensan en el qué dirán
ni buscan aparentar algo que no son, no tienen máscaras, son espontáneos, sinceros, no mienten y son
agradecidos.

Cuando somos pequeños vivimos en el aquí y en ahora eso es algo muy importante que
conforme vamos creciendo dejamos a un lado y empezamos a vivir en otros tiempos como es el pasado
y el futuro los dos nos distraen de lo más hermoso que tenemos que es nuestro presente, nos guste o no
es lo que tenemos que vivir y resultado de nuestras decisiones pasadas sin embargo por lo general
cuando vivimos en el pasado nos trae sentimientos de tristeza, culpa, desolación, depresión, etc. Y
cuando vivimos en el futuro nos genera mucha ansiedad ya que nos da la sensación de poder controlar el
mundo, y es ahí donde tenemos que aprender a soltar un poco y hacer lo que esté a nuestro alcancé ya
que si no viviremos contantemente en estrés, ansiedad y frustración yo por eso te invito a que seas como
los niños y vivas tu presente y comiences a sumar felicidad a tu vida

Cuáles cosas de las mencionadas hemos perdido al pasar los años…

Cuatro aspectos que nos alejan de nuestra felicidad.

! 1- Cosas materiales: En ocasiones pensamos que las cosas materiales tirarán felicidad en
nuestra vida cegándonos de los verdaderos momentos de felicidad. Es cierto que en esta marea
de consumismo confundimos el placer momentáneo por la felicidad duradera, ya que se nos ha
enseñado que entre más consumimos más felices somos. Pero en realidad lo único que
hacemos es tener círculos de placer más cortos, donde vamos haciéndonos adictos a consumir

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para sentirnos bien. En realidad que lo que nos hace feliz es tan caro que no lo podemos
comprar con todo el dinero del mundo.

Recuerdo aquel texto que decía:

El dinero puede comprar una casa, pero no un hogar.


El dinero puede comprar un reloj, pero no el tiempo.
El dinero puede comprar una cama, pero no el sueño.
El dinero puede comprar un libro, pero no el conocimiento.
El dinero puede comprar un médico, pero no la salud.
El dinero puede comprar una posición, pero no el respeto.
El dinero puede comprar sangre, pero no la vida.
El dinero puede comprar sexo, pero no el amor.

En ocasiones cuando les pregunto a las personas sobre lo que les falta para ser feliz, es increíble que me
contesten “si tuviera… sería feliz”, “si me regalaran… sería feliz”, “si me ganara la lotería”, etc. Y no se
dan cuenta que en ellos está el poder para ser feliz y que es algo que brota de nuestro corazón. Es algo
que no se puede comprar en la tienda de la esquina. La felicidad no es gastar todo lo posible para poseer
cosas materiales, vale más poseerse a sí mismo y gastar el dinero al mismo tiempo que se comparten
momentos de plenitud con los nuestros.

! 2. Vivir en el pasado

La añoranza de las cosas que ya no están en nuestra vida generalmente nos trae frustración, sufrimiento
y nos aleja cada vez más de nuestra felicidad, viviendo en un estado de tiempo ficticio, pues lo único
que tenemos es el presente. Es mejor soltar por lo que te invito a que sueltes lo que tengas que soltar, ya
sea hábitos, personas, situaciones, pero atrevernos a vivir el presente tal y como es. Estoy seguro de que

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en este momento tenemos más de lo que pensamos; ser feliz sólo es cuestión de observar, valorar y
agradecer lo que tenemos en este momento, pues es lo que hemos generado a través de la vida.

Todas las decisiones y acciones pasadas nos llevan al presente que construimos, al presente en
el que nos estamos. Lo interesante es pensar para el futuro sabiendo que todo lo que hagamos o dejemos
de hacer, por mínimo que sea, puede repercutir positiva o negativamente en nuestra vida futura.

Sin embargo, el pasado también nos ayuda a construir un presente y futuro más sano y pleno. Esto
depende de qué tanto hemos aprendido de cada vez que tropezamos en la vida, cada vez que nos
rompieron el corazón, cada vez que hicimos algo por alguna persona, cada desilusión, cada momento de
felicidad compartida con algún amigo, familia, compañero.

El pasado es como el retrovisor de un carro al que tenemos que voltear a ver de vez en cuando
para manejar a la defensiva, usarlo de referencia. Sin embargo ¿qué pasaría si todo el tiempo
volteáramos a lo que está atrás de ti? Es fácil de responder y la respuesta es: chocaríamos y sería un
desastre. Pues lo mismo pasa cuando uno va por la vida sólo añorando lo que ya no tiene. Al contrario,
debemos utilizar esos momentos de dolor y placer para sacar lo mejor de uno mismo. Miremos al
pasado para buscar aquellos momentos que nos hagan sentir poder, que nos hagan sentir grandes, que
nos hagan sentir lo valioso que somos y el gran amor que tenemos para dar. Más adelante, en el capítulo
13, profundizaremos sobre los conflictos de vivir en el pasado.

! 3. Vivir en el futuro

Vivir en el futuro también mata el presente y hace que no disfrutemos de los regalos del hoy. En la
actualidad se nos han vendido una cierta fantasía que yo la llamaría esclavitud del presente con la
promesa de felicidad del futuro, pues muchas personas viven esclavizadas en su presente esperando las
vacaciones de ensueño, sin darse cuenta de que pueden disfrutar de su familia, independientemente del
lugar a donde vayan, o trabajando muy duro para comprar la casa de “ensueño”, viviendo presionados
años para pagar la hipoteca. Claro, no estoy diciendo que no pensemos en un futuro motivador y que
queramos mejorar nuestra condición económica, sin embargo, esto tiene que hacerse de una manera
ordenada y planeada, dejando a un lado las emociones, ya que la mayoría de las personas compramos
por emoción y después sufrimos por no poder pagar el compromiso que acordamos. Ahí es donde
nuestro presente se llena de preocupaciones y estrés. Todo eso repercute en nuestros estados de ánimo y
en las personas que nos rodean.

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Hay personas que viven esperando a la pareja ideal y a todos los que están en su presente le
ponen mil peros. Sí andaría con él, pero es muy chaparro. Sí andaría con él, pero es moreno. Sí andaría
con él, pero no es tan caballeroso. Y así puedo dar una lista interminable de las ideas que compramos
por miedo a encontrar a alguien. En la medida que uno aprende a disfrutar del presente y darse la
oportunidad de construir a partir de lo que se tiene, la vida empieza a tener más sentido y a dar un giro
impresionante. Tenemos que abrir las puertas al presente y dejarnos fluir en él. Es sencillamente
maravilloso descubrir todos los regalos que el universo nos da todos los días.

“Si no somos felices con lo que tenemos, tampoco lo seremos con lo que no tenemos."

• 4. Las personas son responsables de nuestra felicidad

Uno de los grandes errores que cometemos en esta interpretación de las cosas es que pensamos que los
demás son los responsables de nuestra felicidad (esposa, hijos, padres, amigos).

El problema es que al asumir que el otro es el responsable de nuestra felicidad, pasan dos cosas:
la primera es que nos frustramos y nos produce dolor pensar que el otro no está haciendo lo suficiente y
se lo reclamamos. Lo que me duele no es lo que el otro hace, sino la expectativa que idealizo de esa
persona. Lo segundo que sucede es que, al responsabilizarlas de mi plenitud y felicidad, nos limitamos a
buscar en mí la solución de cambio de vida a una vida más feliz. Sucede que estamos metiendo una
creencia limitante en nuestra cabeza que dice que todos son responsables de que nos sintamos de alguna
u otra manera, por lo tanto, aniquilamos la posibilidad de tomar las riendas de nuestros sentimientos y
modificarlos.

Mejor preguntémonos:

¿Cómo estamos contribuyendo a que las personas que tenemos sean más felices?

¿Qué estamos haciendo para enfocarnos en la verdadera felicidad?

¿Dónde buscamos la felicidad?

¿Cómo construimos nuestra felicidad todos los días?

¿Cuáles de esos cuatro puntos hacen eco en nuestra vida?

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! No olvidemos que la felicidad está dentro de uno, sólo es cuestión que le darnos la
oportunidad de quitar todas estas cosas que sólo roban plenitud.

Vivir en el pasado nos genera tristeza, nostalgia, depresión y vivir en el futuro nos despierta ansiedad,
angustia, desesperación por esa falsa percepción del control. Porque la anticipación, la expectativa, nos
genera conflictos mentales importantes. Las personas que viven esa situación sufren cuando las cosas no
suceden tal como ellos lo esperaban. Mientras que por otro lado hay quienes constantemente comparan
la actualidad con lo que fueron o vivieron años atrás. ¿Alguna vez has escuchado algo similar a esto?
Una vez escuché el siguiente testimonio que ilustra esta actitud:

“En 1988 tenía dos casas y ganaba diez mil dólares al mes, poco trabajo y mucho dinero, las cosas
no son como antes, ya no me pagan lo mismo, por eso no he conseguido otro trabajo”.

Sin embargo, hoy en día esa persona no vive acorde a su realidad y eso lo tiene “paralizado”.
Está estancado en el pasado que ya no volverá; tal vez en estos tiempos no podrá ganar esas mismas
cantidades, e inclusive se le puede exigir más. El colmo de todo es que también ha perdido las
propiedades, algunas malas decisiones de él o su familia en el pasado dieron como resultado esa
situación, sin embargo, al estar pensado en ese pasado no se da cuenta de sus capacidades de su
presente. Quizá no gane 10 mil dólares, pero su energía y pensamiento no lo deja ver las oportunidades
de su presente como empezar una empresa. Sin embargo, tampoco acepta un trabajo que le paguen
menos porque su ego quizá no le deje avanzar y cada vez va sintiéndose peor generando depresión en su
vida, haciéndole cada vez más difícil avanzar en su plenitud y armonía familiar, personal y espiritual.

Pero no sólo sucede con situaciones laborales, también con asuntos personales o sentimentales.
La gente se convierte en prisionera de sentimientos que vivió. Se aferran a que “algo” suceda, que se
avive la llama, que la persona que nos dejó o terminó la relación nos llame, nos busque nuevamente y
hasta nos pida perdón. Inclusive lo podemos observar en personas cercanas a nosotros. Tal como lo
comenté al inicio de este libro, a mí me sucedió hace varios años, cuando era más joven, por eso caí en
depresión y me alejé de mi ciudad, de mi familia.

“Con Juan la vida era tan diferente, me divertía mucho más que ahora. Sé que ya no siento la
intensidad que antes, creo que nadie me puede dar lo que él me daba. Lástima que se me fue, no soy la
misma, no es igual con Luis.”

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Lucía está padeciendo un presente complicado por no cerrar aquel círculo de la vida que tuvo
con su expareja. Luis, su compañero actual, se siente poco valorado, no logra ser tomado en cuenta, ser
visto por su novia, por lo que la relación está al borde de un rompimiento.

Pero, ¿cómo poder liberarnos de esas prisiones invisibles? Es un trabajo de concientización y


aceptación. Debemos de encontrar qué puede ayudarnos a “ubicar” a esas personas en el hoy, en el aquí
y ahora. Tal vez sus hijos, algún logro importante. Dependerá de cada persona, de cada caso y sus
diferentes necesidades.

Lo importante de todo esto es pensar que es posible no sólo llegar a donde estábamos sino que
podemos estar mejor. Si ya no estamos con aquella pareja por qué no pensar que llegará alguien mejor.
Si nos despidieron de ese trabajo de ensueño, ahora tenemos toda una gama de posibilidades para
emprender y llegar más lejos con ese aprendizaje que nos dejó el antiguo empleo.

Por otra parte las personas que viven en el futuro van malgastando su presente y dejando toda su
vida como un sueño. Lo que falta aquí es tomar acción para lograr eso que queremos. La vida no está
en la imaginación, la vida está en el movimiento, en la aventura, en tomar decisiones, el caernos pero
levantarnos, en equivocarnos y pedir perdón. En la vida no hay equivocaciones, sólo aprendizajes y
realmente lo maravilloso de la vida es que siempre podemos aprender, incluso del más tonto se aprende
cómo no hacer las cosas. No seamos tan duros con nosotros mismos y atrevámonos a caminar en el
presente, empecemos a vivir en el aquí y en el ahora.

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7.6. - Alimenta tú espíritu
ME ENCANTA LA FRASE DEL religioso jesuita Pierre Telar de Cardín que dice: “No somos seres
humanos viviendo una experiencia espiritual, sino que somos seres espirituales viviendo una
experiencia humana”. Y esto me hace recordar que somos más que un solo cuerpo, somos más que un
cerebro o un par de extremidades.

Cuando usamos la palabra alimentar de inmediato la ligamos a saciar nuestra necesidad básica
de comer. Podemos imaginarnos una parrillada de mariscos, carnes, alguna hamburguesa, sin embargo,
el alimento del que hablaremos es de aquellas cosas que no necesariamente tienen que pasar por nuestro
estómago, más bien por nuestro corazón, por nuestra mente.

¿Cómo alimentamos nuestra espiritualidad?

• Con amor. El amor es el vehículo donde se mueve y ejercita.

• Con silencios. El silencio contemplativo que nace del alma.

• Al orar. La oración establece una charla íntima con el creador.

• De la palabra y la verdad. El hablar puede ir de la mano de hacer actos de amor.

Cuando realmente nos conectamos con el ser superior que llevamos dentro, todo cambia, todo
encuentra un sentido, nada pasa por pasar, todo tiene un significado, uno lógico y sencillo, uno
profundo y limitado, otro quizás alegre y complicado. Las respuestas llegarán a uno conforme
logremos alimentar al ser interior, conscientemente, sin engaños, siendo auténtico, cultivando el
interior, ¡no sólo el exterior!, ¡el ego! Nos preocupa la marca que nos ponemos, los tenis, los
pantalones, los cosméticos, eso nos provoca insatisfacción, envidia, rencor, diferencias. Cuando no
tenemos lo que queremos, el auto que soñamos, nos inquietamos, nos cuestionamos, y no sólo a
nosotros mismos, también a nuestros padres, por eso es importante liberarnos de esas cargas
sociales que te obligan a ser uno más, uno del montón.

El verdadero reto es sentirnos plenos con el vivir cotidiano, hacer las cosas que en verdad nos
hagan sentir esa felicidad plena. Porque creo que en la actualidad confundimos lo que es el PLACER y
la FELICIDAD plena se nos ha vendido un falso concepto de felicidad en el cual se nos dice que con
cosas materiales llenaremos esos vacíos espirituales, sin embargo, pasa todo lo contrario al tratar de
buscar esa felicidad artificial nos damos cuenta que más vacíos estamos en nuestras vidas porque lo
llenamos con esos falso conceptos de la felicidad que lo único que hacen es alejarnos de lo que en

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realidad es la plenitud, de entrada la felicidad es algo tan caro que no la podríamos comparar con todo el
dinero del mundo, pero es tan perfecta que todos podemos acceder a ellas desde disfrutar un atardecer,
el convivir en familia, el descansar con nuestra conciencia tranquila, el abandonarnos en nuestra fe, hay
mil cosas que podemos hacer todos los días para encontrar esta plenitud sin embargo tenemos que ir
entendiendo que el PLACER es efímero dura poco y se va como dicen por ahí al coche nuevo a los seis
meses se le quita el olor a nuevo , sin embargo en la parte de la búsqueda de la FELICIDAD plena no es
efímera es profunda y duradera y creo firmemente que todos tenemos la obligación de buscarla todos los
días un poco haciendo lo que con anterioridad te he compartido algunos puntos que nos ayudarán a vivir
más conectados con nuestro yo espiritual.

No sé si compartamos la misma idea de Dios, pero sé que todos tenemos algo espiritual dentro
que nos hace vibrar, que nos hace en ocasiones sentir compasión por el otro.

Existen muchas maneras de fomentar nuestra espiritualidad y una de ellas puede ser a través de
las religiones; sin embargo, creo que el principal problema en la actualidad es que, agobiados por los
problemas cotidianos, descuidamos esa parte de nuestra alma y no nos damos cuenta de lo importante
que es estar en paz y sintonía con nuestro ser interior y en comunicación con nuestro ser supremo.

En este punto me gustaría hacer la invitación a cerrar un poco los ojos y pensar qué es lo más profundo
que hay en nuestro ser. Cómo es que cuidamos esa parte —que en algunas culturas llaman espíritu—
tan importante que hay dentro de nosotros. Mi pregunta es:

¿Cómo nos sentimos?

Con ansiedad, deprimido, molesto; quizá falte alimentar esa parte tan importante que es el
espíritu. Tan sólo observemos las características de las personas que consideramos más espirituales.
¿Cuáles serían esas particularidades que tienen? ¿Qué es lo que trasmiten? Si nos gusta esa paz y
tranquilidad interior que emanan, por qué no empezar a alimentar nuestra alma.

Cómo alimentar nuestro espíritu:

! Por medio de la oración.

! Con la comunión con Dios.

! Leyendo la Biblia.

! Bendiciendo lo que recibimos, por ejemplo, los alimentos.

! Agradecer todos los días lo bueno que tenemos.

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! Con el silencio.

! Mediante la contemplación.

! Rezando.

! Con la música.

! La meditación con todo a aquello que nos conecte con lo más profundo de nosotros y el
creador.

! Amar al prójimo como a uno mismo.

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7.7. - Escucha música que te haga vibrar y sentir pleno
YO NACÍ Y CRECÍ EN UNA familia que amaba y respetaba la música. Mi padre fue quien me encausó
a ese arte. Siempre lo admiré por su capacidad cómo papá. Sin embargo, gran parte de sus enseñanzas,
de su legado, es mi pasión por hacer notas e instrumentos, la voz y las cuerdas, los metales y la
coordinación de las manos y el cuerpo.

Hoy en mis conferencias la música sigue siendo parte importante, antes, durante y después de
ellas. Si la escucho antes es para darme energía, enfocarme en lo que quiero comunicar, transmitir, es un
canal fantástico para descubrirte y conocerte más interiormente. Al terminar una gira también me
refugio en la música, me relaja y puedo hacer un autoanálisis de lo que hice bien y mal, si me faltó algo
por hacer, siempre trato de mejorar. Me pueden encontrar concentrado en lo que quiero y puedo hacer,
me relajo, me divierto muchísimo, mi mente se conecta con los mejores recuerdos de mi infancia y
juventud, eso es importante para mi carrera, salud y crecimiento.

¿Por qué? En los últimos años se han hecho muchos estudios sobre el impacto que genera la
música en el organismo, los beats, los acordes suaves, el bajo, la acústica. Todo en el universo tiene una
repercusión, una energía, nuestro cuerpo y la mente, el espíritu se enriquece con música adecuada, a
veces tomamos muy a la ligera las cosas que comemos, pero ignoramos si los alimentos nos van a
afectar la sangre, si son altos en grasa, colesterol o si altera nuestro sistema nervioso, lo mismo sucede
con la música.

Hay una frase de Beethoven que me gusta mucho: “Ante la música hay momentos, en los que
pienso que el lenguaje aún no sirve absolutamente para nada”. Hace referencia a ese lenguaje
universal que nos conecta con lo más profundo de nuestro ser. Tan sólo recordemos cuáles son las
canciones que nos recuerdan a algún amor, una etapa de la vida, de la juventud, a un lugar en específico,
a unos amigos, algún ser querido que ya no está a nuestro lado. Vamos generando ciertos anclajes con la
música que nos lleven a revivir y a sentir cosas hermosas.

Es tan importante la música que me gustaría que pensáramos un momento en cómo sería una
película de suspenso o de terror sin ella. Imaginemos la famosa película Tiburón sin el… ta ta ta ta tata
tata ¡taaaaaaaat!

Pensemos en una película que nos hizo llorar. Observemos qué música tiene. Seguramente una
con violines o piano que nos hace conectar con nuestras emociones y sentimientos. Es que su poder
evocativo nos hace que la experiencia sea más completa.

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NO OLVIDEMOS la opinión del filósofo griego Platón:

Para Platón la música era la base de la educación ciudadana con el poder de elevar el alma hacia un
nivel superior, de perfección. “Este arte contaba ciertamente con la eficacia del razonamiento que
domina la inteligencia, pero mayormente con el hechizo ejercido en el alma por el elemento sensible, la
música de la lengua. Del éxito oratorio se derivan el honor, la gloria y el poder, que es todo cuanto
puede ambicionarse; el fin inmediato del discurso, el sentido en que ha de mover los ánimos es
indiferente”.

Por su parte, Protágoras afirmaba que la justicia y el pudor quedan reducidos al nivel de
preocupaciones humanas que el orador debe tener en cuenta para no exponerse a fracasar al contradecir
la opinión general de su auditorio".

Por otro lado, suele indicarse que la música tiene el "poder" de manipularnos y controlarnos. Si
esto fuera irrefutable, el determinismo skinneriano estaría en lo correcto al aseverar que no existe tal
cosa como la elección o la responsabilidad personal. La música, junto con los demás "poderes" que se
encuentran en nuestros entornos culturales.

La Biblia nos dice que, a principios de su relación, David tocaba música para el rey Saúl. En
una ocasión, lo que Saúl escuchó lo calmó, y en otra ocasión los mismos sonidos lo enfurecieron. En
realidad, las reacciones eran decisiones de Saúl. No era pasivo; no estaba siendo manipulado en ninguna
ocasión por el "poder" de la música.

Gran parte del pensamiento contemporáneo adjudica culpa al supuesto poder intrínseco de la
música de ciertos comportamientos aberrantes y violentos. Supuestamente la música puede usarse para
orquestar nuestras acciones. Yo tomo el lado positivo de las cosas, aquello que ha aportado a mi vida, lo
que ha aportado a la vida de las personas que me rodean, por eso la recomendación más importante para
mí:

Hay que encontrar en la música un aliado, no un enemigo; un cómplice y no un culpable. Con


ella sacaremos lo mejor de nuestro ser, los más bellos sentimientos. Hay que vigilar siempre nuestro
estado de ánimo y tratar de aprender cómo estabilizarlo cuando se salga de control.

Recuerdo que en una gira por Europa fui grabando toda la música que me iba encontrando. Pero
más allá del género musical, el país, o el tipo de persona que la hacía, veía algo en sus ojos que era
común para todos. Una gran paz y felicidad en un adulto mayor en Dubrovnik, que estaba tocando una
especie de violín. Observé vibrar a un grupo en Barcelona, tocando en la plaza principal, eso era lo que
transmitían al ejecutar esas dulces notas y alegrar a todas las personas que pasaban por sus vidas en ese
momento. Entonces recordé lo que mi padre me decía del poder de la música: “Con ella podrás crear el

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más hermoso ambiente, no sólo exterior sino de paz interior, elevar el espíritu a lo más alto, o incitar a
la violencia o a la guerra”. En algunos momentos de la historia, cuando se utilizó para que las personas
fueran directo a luchar, o para intimidar como los gladiadores en la antigua Roma, que al entrar al
campo de batalla tocaban su música para amedrentar a su oponente y aparecer como guerreros más
valientes.

Escuchemos aquella música que nos haga vibrar, sentirnos plenos, amorosos y, sobre todo, nos
haga sentir en una plenitud inigualable. Tenemos que recordar que en cada día o etapa de nuestra vida
pueden ir cambiando los géneros que nos van gustando. La música juega un papel empático.
Imaginemos que acabamos de terminar en una relación de pareja, buscaremos canciones que cuenten
esa historia y de esta manera sentirnos comprendidos, o si estamos muy felices buscaremos canciones
que nos hagan sentir en armonía. Así que no lo olvidemos nunca: a escuchar música todos los días, es el
mejor motor y la mejor medicina.

Recuerdo una vez que le pedí a mi papá que me comprara unos patines, pues me
encantaba patinar, pero por otra parte también quería la guitarra. Él me comentó que una cosa a la vez.
Yo en ese momento no entendía bien y quería las dos cosas, pero lo que me dijo cambió mi vida para
siempre: me preguntó que a qué le iba sacar más provecho.

Yo empecé a razonar sin tener una respuesta para mi padre. Entonces él me dijo con seguridad
absoluta: “La guitarra será tu compañera de toda una vida, la usarás cuando estés triste y cuando estés
feliz”. En ese momento comprendí la maravilla de la música en nuestras vidas y tengo que confesar
algo: mi guitarra ha sido mi mejor confidente porque ha visto las lágrimas brotar de mis ojos y ha
ofrecido un regocijo para mi corazón. Pero también ha sido testigo de momentos llenos de alegría y risas
con amigos y familia.

“La verdadera belleza de la música es que conecta gente, lleva un mensaje y nosotros, los músicos
somos los mensajeros.”

Roy Ayers

Algunos beneficios de escuchar música son:

1-Nos ayuda a contactar con lo más profundo de nuestras emociones. Existen personas que
con sólo escuchar una canción se ponen a llorar, recuerdan emociones pasadas, incluso recuerdan olores
o situaciones de su juventud. Pues es claro que la música genera uno de los más potentes anclajes
emocionales y revive el sentimiento exacto de nuestro recuerdo que experimentamos por segunda

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ocasión. Por eso digo que es la máquina del tiempo por excelencia que nos hace recordar muchos
estímulos sensoriales al eliminar del pasado.

2-Nos ayuda a reducir el estrés. Ya sea ejecutando algún instrumento musical o con el simple
hecho de escuchar música, nos olvidamos de los problemas laborales, familiares y económicos por un
momento.

3-Nos ayuda a relajarnos y para esto no hay nada mejor que escuchar música clásica, ya
que nuestro corazón sigue el ritmo de la música y eso hace que tengamos respiraciones más lentas y
profundas ayudándonos a relajarnos conforme vamos escuchando la canción.

4-Nos genera estados emocionales positivos. Como mencioné anteriormente: tengo un ritual
muy importante antes de empezar alguna conferencia. Algunas personas me preguntan que cómo le
hago para salir al escenario con tanta energía, que si tomé mucho café, pero mi secreto es ponerme a
escuchar música 15 minutos antes de la conferencia que me haga sentir poderoso y que me llene de
vitalidad.

5-Nos ayuda a sentirnos que alguien nos entiende ante un momento difícil, ya que
buscamos esa parte de empatía ante el dolor o alguna situación de felicidad. Pensemos un momento en
qué canciones escuchan las personas que acaban de tener alguna ruptura amorosa, fácil ¿no? Pues
escuchan puras canciones que hablen del dolor que siente y en ese momento la música cumple esa parte
de empatía.

Tanto impacta la música en nuestro cuerpo que propongo a hacer el siguiente experimento:
consiste en ir al gimnasio y correr con música clásica sin ver la velocidad hasta que termine la canción.
Después observar qué pasa cuando ponemos música electrónica. Definitivamente nos costará más
trabajo hacer ejercicio de resistencia y velocidad con música clásica. En el coche la sensación de
velocidad es distinta de acuerdo a lo que se esté escuchando. Podemos ir a 40 km/h escuchando música
clásica y sentir que vas más rápido y, por lo contrario, podemos ir a 160 km/h escuchando música
electrónica y sentir que vamos lento. Es por eso que desgraciadamente hay más accidentes en coches
con personas que escuchan este tipo de música, ya que es más fácil que vayan a exceso de velocidad.
Por eso en ocasiones digo: “Dime qué escuchas y te diré quién eres” pues refleja su personalidad,
estereotipo, cultura, estado emocional, etc.

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7.8 -Experimenta cosas nuevas
SÓLO TENEMOS UNA VIDA para vivir, de ahí partimos para comenzar a disfrutar todo lo que nos
pasa. No hay errores, sólo aprendizajes y retos en la vida. En algunas ocasiones la verdadera tragedia de
la vida consiste en dejar de vivir y comportarnos como robots. Cuando hablo de esto me gusta la frase:
“En un futuro se pretende hacer robots con capacidades y habilidades como los humanos, pero lo que ya
es un hecho es que en la actualidad ya hay humanos comportados como robots”. Por eso me gustaría
preguntar, como lo hace el cantante guatemalteco Ricardo Arjona en su canción “Cuando”.

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo nuevo?

¿Cuándo fue la última vez que sentimos la adrenalina fluir?

¿Cuándo fue la última vez que una persona te hizo vibrar?

¿Cuándo fue la última vez que probaste algún sabor extraño?

¿Cuándo fue la última vez que te hiciste algún cambio de look?

¿Cuánto tiempo llevas trabajando en lo mismo?

¿Cuánto tiempo llevas usando el mismo perfume?

¿Cuánto tiempo llevas diciéndote la misma historia?

Pensemos un poco. ¿Hace cuánto tiempo que no hacemos algo totalmente nuevo? ¿Sentimos
que la rutina nos ha quitado la chispa? ¿Qué nos ha limitado a vivir la vida que queremos?

¿Qué nos limita a vivir nuevas aventuras? ¿Nos sentimos cómodos viviendo de esa manera? ¿Si
pudiéramos experimentar algo nuevo, qué sería? Generalmente el ser humano es un ser de rutinas, a
veces sin darnos cuenta caemos en ellas; escuchamos la misma música, vemos las mismas series,
caminamos por los mismos lugares, pedimos la misma comida, la misma nieve de siempre, el mismo
perfume, porque los consideramos nuestros “favoritos”. En fin, rutina más rutina, ¿qué sucedería si
cambiamos eso por cosas nuevas? ¿Cómo sería la vida si nos atrevemos a salir un poco de esa rutina y
experimentar nuevos sabores, olores o experiencias?

La respuesta es simple: no pasaría nada, no se acabaría el mundo ni colapsaría nuestro cerebro.


Lo que sucedería es que experimentaríamos cosas nuevas que pueden llegar a gustarnos más que las que
teníamos clasificadas como “favoritas”. Tendríamos una nueva lista de “nuevas favoritas” y sobre todo
más conocimiento vivencial de las cosas y gustos. Por ejemplo, como cuando en la adolescencia
probamos una cerveza o un poco de tequila por lo general no es un sabor agradable, incluso los jóvenes

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dicen: “Guácala, qué feo sabe, esto es amargo, es muy fuerte, quema la garganta, etc. Sin embargo, poco
a poco las papilas gustativas se empiezan a acostumbrar a esos sabores. Lo mismo pasa con el picante;
pues hay personas muy acostumbradas al picante y personas a quienes con muy poquito les pica mucho.

Propongo que una vez al mes empecemos a hacer cosas distintas que lleguen a nuestros
diferentes sentidos, no importa que nos parezcan un poco locas; vayamos a acampar al bosque o a una
playa, mojémonos bajo la lluvia, vayamos caminando al trabajo, usemos nuevas rutas, cambiemos el
reloj de mano.

NO OLVIDAR. El reto entonces será probar o hacer cosas distintas, romper por completo las
rutinas, ¡Pero sólo las malas! Las que no aportan nada, aquellas por la que alguna vez nos hemos
preguntado ¿y esto por qué lo hacemos? A lo mejor es algo que nos impusieron de pequeños. Conozco
amigos y amigas que hacen cosas desde que eran niños y que ya no tienen por qué hacerlo, pero lo
siguen haciendo, por esas instrucciones se les quedaron guardadas en el cerebro:

Y al escribir esto, me acuerdo de aquella historia de Jorge Bucay sobre un elefante encadenado,
que me gustaría compartir. La historia dice así:

“Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me
llamaba poderosamente la atención: el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto
solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la
tierra.

“Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar
con su fuerza un árbol de cuajo, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo mantiene
entonces? ¿Por qué no huye?

“Cuando era chico, pregunté a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no
escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia: – Y si está amaestrado, ¿por qué
lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

“Hace algunos años, descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para
encontrar la respuesta. El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida a
ésta desde que era muy, muy pequeño.

“En ese entonces, cuando era un pequeño elefantito y se vio atado a este extraño elemento de
metal, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca, era

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ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a intentar, y
también el otro, y el que seguía…

“Hasta que un día, un terrible día que lo marcaría para siempre, el animal aceptó con impotencia
y resignación su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque
CREE QUE NO PUEDE.

“Él tiene recuerdo de ese fracaso, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo
peor es que jamás se volvió a cuestionar seriamente si aún no podía. Jamás… jamás intentó poner a
prueba su fuerza otra vez, aun viendo cómo su cuerpo crecía y se hacía cada vez más fuerte.
Simplemente nunca más lo volvió a intentar.

“¿Y tú?, ¿Tienes algo de elefante? Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante:
vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un
montón de cosas “no las podemos hacer”, simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.

“Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo, no puedo y nunca podré. Muchos de nosotros


crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a
intentar. La única manera de saberlo, es intentar de nuevo, poniendo en el intento TODO EL
CORAZÓN.

Cuántas de estas verdades dominantes vamos adoptando sin cuestionar:

! No te laves los dientes con agua caliente.

! No viajes los viernes.

! Si te da el aire después de bañarte, te enfermas.

! Eso es para otro tipo de personas.

! Qué van a decir si lo haces.

! Báñate los sábados.

! No te acuestes del lado izquierdo.

! Los viernes 13, ¡no viajes!, ¡no te cases!

Cuáles verdades dominantes personales puedes escribir a continuación:

1__________________________________________________________________________________
2_______________________________________________________________________________

3_______________________________________________________________________________

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Es notorio cómo nos llenamos de rutinas… a veces sin saber por qué las tenemos.

Revisemos las actividades diarias y clasificarlas en áreas. En cada una preguntémonos por qué hacemos
determinada acción o si hay una mejor manera de realizarla. El reto es reacomodar de una manera
distinta para ver qué sucede. Cada actividad puede clasificarse de acuerdo a las siguientes áreas:

• Escuela

• Pareja

• Casa

• Economía

• Espiritualidad

• Sexualidad

• Salud

• Amigos

• Diversión

Hay que determinar cuáles podemos modificar, innovar o experimentar. Hay que intentar con
cosas simples, después hacer cambios en temas más complejos, probar los resultados, determinar cómo
nos sentimos. Si el cambio valió la pena continuar en esa evolución constante sin olvidar que en la vida
todo se vale sin dañar a nadie, no dañarnos a nosotros y no ponernos en peligro, fuera de eso atrevernos
a experimentar todo lo que aporte valor, diversión, cultura, conocimiento.

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7.9 -Ponte retos
¡EL RETO MÁS GRANDE está en conocernos realmente, conquistar nuestros propios miedos y
empoderar nuestros dones!

Algunos jóvenes me comentan que se sienten aburridos, con falta de sentido, abrumados por
tanta presión de sobresalir en un sistema capitalista, absorbidos por el consumismo o por el aparentar en
vez de ser quienes son. Sin embargo, cuando vemos las dinámicas familiares nos damos cuenta que son
en ocasiones jóvenes cuyos padres todo les resolvieron y eso hacía que no se preocuparan por nada.
Fomentar un ego alto que les hace esperar que todos le sirvan. Eso es consecuencia de la culpa de los
padres, al creerse malos padres por no pasar tiempo, por no darles lo que les exigen los hijos, por
castigarlos, por estar separados o divorciados. Todo ello los hace ceder a sus complacencias haciéndolos
creer que todo merecen y, como dice esta frase: “Cuando le das todo a tu hijo, lo único que le queda es
echarlo a perder”. No es raro encontrar a jóvenes y adultos con este sentimiento de aburrimiento. Mi
sugerencia es que a partir del día de hoy nos pongamos retos en cada área de la vida que nos devuelvan
esa ilusión y ese poder.

Porque reto de vivir es grande, ¡pero siempre hay algo más! La gente que marca la diferencia
está llena de retos. Todos los días podemos poner en la agenda un reto, no importa de qué tamaño sea,
para algunos puede ser escalar el Everest o cruzar nadando el canal de Suez, quizás para otros pueda ser
sacar un diez en matemáticas o logística, tal vez reconciliarnos con nuestro hermano, ¡o con nuestro
papá!

No importa lo que sea, lo que tengamos que hacer, está en uno determinar qué es ese reto tan
importante; se le puede poner fecha, agendarlo para cumplir esa meta, ¡tal vez sea bajar de peso o subir!
¿Entonces por qué esperar para empezar? ¿Cuesta trabajo determinar por dónde empezar?, Nuevamente
debemos hacer una lista de prioridades para dar claridad a nuestras ideas y pensamientos.

Podría nombrar algunos temas que sufren las sociedades en la actualidad, lamentablemente
algunos de ellos son problemas que se están agravando:

A. Falta de trabajo.

B. Dinero y ahorros.

C. Problemas de salud.

D. Una pareja.

E. Sin hogar.

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F. Poca estabilidad financiera y laboral.

Cada uno decide cuál de todas estas situaciones es el reto personal más complicado, incluso
podemos vernos afectados por varios de ellos. Es una cadena muy peligrosa que puede llevarnos a
estados de ánimo disparejos y afectar a la gente que nos rodea, nuestros hijos, nuestros padres, amigos.
Es importante aclarar que algunos de estos temas son globales, se generalizan y agravan más en algunos
países, los niveles de desempleo, el pago que se establece por los servicios o las jornadas laborales, los
beneficios que se reciben: seguro de vivienda, gastos médicos, gastos de maternidad, pago de estudios,
bonos de transporte, entre otros.

Las preguntas que deberíamos hacernos son ¿cuál es nuestra situación?, ¿y la de nuestros hijos?,
¿cómo podemos empezar a cambiar nuestra vida y la de nuestros seres queridos?

Una de manera de estructurar las METAS de una manera fácil avanzar y lograrlas es utilizar los
siguientes criterios para elaborarlas por escrito

M. Medibles

E. Específicas

T. Tiempo (plazos)

A. Alcanzables

S. Superables

Y estas tres preguntas básicas nos las podemos hacer diariamente para calificar mejor esta búsqueda de
lo que más queremos y de la vida que MERECEMOS.

1. ¿Qué hicimos hoy para acercarnos a esa meta?

2. ¿Qué hicimos hoy que nos alejó de la meta?

3. ¿Qué dejamos de hacer que quizá ni nos alejó ni nos acercó? (zona de confort + de lo mismo).

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Las número 1 y 2 son una pauta para reflexionar acerca de la parte activa para alejarnos o
acercarnos. La 3 quizás sean esos malos hábitos que nos han llevado a no avanzar por lo que queremos.
Ahí podemos encontrar nuestras mejores excusas, las creencias limitantes, nuestros miedos.

Quisiera que leyeras un poco acerca de Carlos Carsolio. A diez años de su retiro como alpinista
de alto nivel, recordó que fallecieron al menos cincuenta de sus compañeros y amigos a lo largo de sus
expediciones, que en tres ocasiones se despidió de la vida con la certeza de que iba a morir y logró
sobrevivir. Consideró también que para ese momento no había en México quién estuviera realizando
escaladas difíciles como las que logró.

Explicó que el reto se le dio desde muy chavo, le gustaba estar en lo más alto. De donde fuera:
un árbol, un cerro, un monte. "Es que es una disciplina que requiere haber empezado muy joven, que
requiere una dedicación total como cualquier otro deporte, entonces los mejores del mundo tardan 15 a
20 años en llegar a los niveles máximos, que los alcanzas por ahí de los 30 años. Es un deporte que
requiere mucha experiencia, mucho colmillo, el estar colgado en paredes durante días o semanas,
durmiendo en hamacas, superando todo tipo de dificultades, tormentas, avalanchas, es una disciplina
muy dura que te exige dominar la escalada en roca, la escalada en hielo, la falta de oxígeno, la gran
altitud, las bajas temperaturas, la planeación estratégica, aparte de los financiamientos, pues también es
un deporte caro cuando se va llevando a altos niveles", explicó.

1. ¿Cómo estamos sobresaliendo?

2. ¿Qué nos limita a alcanzar lo que queremos?

3. ¿Cuáles son nuestros miedos que nos paralizan como el hielo?

4. ¿Cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar por lograr nuestros sueños?

“No sueñes tu vida, vive tu sueño.”

Christian Brandstetter

NO OLVIDEMOS: ¿Qué reto nos pondremos hoy?

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7.10 –Date tiempo y amor… ÁMATE
A TODOS NOS HA PASADO darnos cuenta que tenemos tiempo para todos menos para uno mismo.
¿En qué lugar nos estamos poniendo ante todas las áreas de la vida? ¿Cuántas veces revisamos el auto al
año, aceite, verificación, etcétera? Por mínimo, una vez al año o al salir a carretera ¿y uno mismo?
¿cuántas veces vamos a una revisión médica? Recordemos que es mejor prevenir que lamentar y que
somos lo más valioso que tenemos. Somos lo único que poseemos integralmente. Reflexionemos todo a
tiempo, es mejor, así tendremos más posibilidades de fluir, de curarnos y de que todo salga bien. Es
lamentable la cantidad de cosas que podemos evitar simplemente cambiando un poco nuestro estilo de
vida y no lo hacemos. Y en vez de SUMAR años a nuestra vida y salud, le vamos RESTANDO,
poniendo el pretexto de que así es la vida moderna y que el tiempo ya no alcanza para comer sano, para
hacer ejercicio, etc. Pero ¿por qué en esta época en la que vivimos hay personas que sí lo hacen?, ¿cómo
lo hacen? Pues muy fácil: primera cosa ORGANIZACIÓN y segunda, pudieron entender que ellos y su
SALUD es más importante que una hora de ver televisión, que son más importantes que dormir una
hora más, que son más importantes que la fiesta. Entendieron que no hay que trabajar tanto como sea
posible, entendieron que es posible hacer un apartado en la agenda para ellos mismos y que al final de
todo lo que no hagamos por nosotros, nadie lo hará. Así que hay que comenzar tomando acción de lo
que nos pertenece y ser responsables. Reflexionemos qué tanto estamos cuidando eso que se nos ha
dado o qué tanto lo hemos estados destruyendo física, mental y emocionalmente. Reconciliémonos con
nuestro ser, hagamos las paces y AMÉMONOS. Por favor AMÉMONOS.

A ESTAS ALTURAS YA QUEDÓ claro que una de las relaciones más importantes es con uno mismo,
por ello hago la invitación para preguntarnos todos los días qué hicimos hoy por nosotros. Ahí es donde
nos encontramos con que posiblemente pasan días sin hacer algo por nosotros mismos y algo que es
duro, pero nos da un resultado claro de cómo estamos, es preguntarnos qué tanto nos odiamos o qué
tanto nos amamos.

Posiblemente si nos odiamos haremos cosas como:

▪ Fumar.

▪ Beber sin control.

▪ No ejercitarnos.

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▪ Comer comida rápida en exceso.

▪ Subir de peso.

▪ No dormir adecuadamente.

▪ Todo y todos están primero que nuestras necesidades.

▪ Hacer simplemente cosas que pongan en riesgo nuestra integridad y


nuestra vida.

NO OLVIDEMOS: Por la otra parte si amamos nuestro cuerpo haremos aquellas cosas que nos
dignifiquen y nos ayuden a construirnos como mejor seres humanos.

▪ Comer de forma saludable

▪ Dormir lo que me corresponde al día (no más, no menos).

▪ Ejercitar mi cuerpo.

▪ Ponernos primero que los otros (no es egoísmo, es respeto a uno mismo).

▪ Alejarnos de malas amistades que nos dañen.

▪ Buscar relaciones sentimentales saludables.

▪ Buscar ayudar a otros.

▪ Apostarle al tiempo en familia.

▪ Cultivar amistades.

Revisemos nuestras acciones de todos los días y veamos qué tanto nos valoramos, nos respetamos y nos
amamos.

¿Cuántas veces evadimos estar solos?

Quizás somos de las personas a quienes les da miedo la soledad porque no saben convivir consigo
mismos. Eso pasa cuando no somos capaces de poseernos o nos da miedo voltear a ver lo más profundo
de nuestro ser, en especial los monstruos que vamos cargando o nuestras historias de dolor que aún no
han sanado. Yo invito a ver una película solo (nadie pensará que estamos locos y que no tenemos
amigos: eso está almacenado en nuestras creencias limitantes). Dejemos de creer que sabemos lo que la

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gente piensa de uno y empecemos a disfrutar los momentos con uno mismo. Vayamos de día de campo
solos, vayamos al lugar que más nos guste, puede ser por uno o varios días. Preparemos o compremos la
comida que más nos guste y aprovechemos estas ocasiones para reflexionar en las áreas de la vida en las
que estemos teniendo éxito o de alguna situación difícil. Ese viaje puede servir para conectarnos con
nuestro ser.

¿Qué cosas hemos hecho para llegar al éxito y cómo lo podemos replicar en aquellas cosas que
se nos están dificultando? Quizá en esta pregunta metemos algo más que RESTA y SUMA aquí
MULTIPLIQUEMOS las cosas que nos han llevado al ÉXITO y DIVIDAMOS aquellas cargas de
nuestra vida entre los seres queridos que te dan la mano y que están ahí para uno mismo, pero quizá no
nos hemos dado la oportunidad de abrirnos y dejar que ellos nos ayuden.

Observemos aquellas conductas o actitudes que consciente o inconscientemente no nos están


ayudando a ser mejores. Quizás estemos RESTANDO personas a nuestra vida; no olvidemos que es la
oportunidad de mejorar aprender, preguntarnos ¿Cómo puedo ser un mejor ser humano? ¿Qué cosas
podemos cambiar para impactar positivamente en la familia, trabajo, amistades y en la propia
espiritualidad? ¿Cuál es nuestra relación con Dios? Pensemos que los pequeños cambios son lo que
hacen una gran diferencia en nuestra vida. Muchos de nosotros pensamos que para hacer grandes
cambios necesitamos hacer cosas que nadie ha hecho, decisiones costosas, que implican gran esfuerzo
físico o mental, pero es todo lo contrario, somos el resultado de pequeñas acciones diarias, de pequeños
pensamientos que SUMAN o RESTAN en nuestra vida. Me gustaría compartir la siguiente historia:

Marco era un adolescente de 14 años que conocí después de dar una conferencia en El Paso
Texas. Se acercó preguntándome cómo le podía hacer para conquistar al amor de su vida, que estudiaba
en su misma secundaria. Ella se llamaba Regina. Le pregunté: ¿Cuéntame cuál es tu estrategia, Marco?
Él me respondió: “Estoy trabajando todos los fines de semana en la empacadora de un tío y con eso
pienso ahorrar para comprarle un gran oso de peluche, flores, chocolates y un celular; con esto creo que
no me dirá que no cuando le pregunte si quiere ser mi novia”. Yo lo voltee a ver y le pregunte: “¿Cuánto
tiempo tardarás en juntar ese dinero? Unos tres o cuatro meses —me respondió—, a lo que exclamé
“Oh, eso es algo de tiempo”. Entonces le pregunté si estaba dispuesto a esperar cuatro meses para
empezar a actuar y demostrarle su amor. Para mí era claro que era más poderoso hacer algo pequeñito
todos los días e irla conquistando, pero quería que él lo fuera descubriendo. Le pregunté: “¿Crees que un
ser humano pueda aguantar cuatro meses sin comer para después comer en una sentada 10
hamburguesas, 30 refrescos, 30 pizzas y 10 kilos de carne? Él razonó un momento antes de contestarme:
“Ya entiendo, Oliver, lo que me tratas de decir es que es mejor comer poquito pero todos los días”.
“Correcto”, le contesté “qué pasaría si todos los días la sorprendes con una carta, con una flor que cortes

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de un parque, un chocolate, algo que no te cueste mucho dinero, pero cada día vas SUMANDO en su
vida cosas positivas”. Él soltó la risa diciéndome: “Es verdad, creo que la conquistaría más rápido y le
evitaría una indigestión de regalos”.

A partir de ahí Marco empezó a SUMAR afectos, amor, detalles en la vida de Regina. Tiempo
después supe que terminaron luego de una relación de tres años, pero indudablemente Marco aprendió la
lección de SUMAR todos los días 1+1+1+1+1+1+1+1= cambios GRANDES poco a poquito.

Por el contrario, al pensar que tenemos que hacer grandes esfuerzos lo que pasa en el humano es
que se desmotiva, se abruma, se paraliza y deja pasar su vida con huecos de insatisfacción.

Invito a despertar y comenzar con pequeñas acciones. Cada día nos iremos construyendo como
mejores personas, mejores padres, madres, hijos, mejores patrones, empleados. Sencillamente mejores
humanos. La clave es SUMAR, CONSTRUIR Y EXPANDIR.

¿Qué estamos haciendo el día de hoy para ser mejores que ayer?

Valórate más, reconoce lo grande que eres y premia tus logros. Muchas veces esperamos
que los demás valoren y nos aplaudan los logros, pero, oh, sorpresa, la mayoría de las veces a pesar de
hacer un buen trabajo, a pesar de lograr algo muy importante, las personas no lo aplaudirán. Mi
recomendación es empezar a reconocerte esos pequeños o grandes logros y a valorar todo lo grande que
hacemos a diario. Hay que empezar desde las cosas simples hasta lo que requiera más esfuerzo. Si
creemos que hoy fue un día pesado donde fuimos productivos, donde nos costó llegar a las metas,
podemos premiarnos con algo que nos guste, puede ser una paleta, un chocolate, un buen baño, no
importa lo que sea, lo importante es reconocer que hicimos lo mejor ese día. O para compensarnos ese
mes que tuvimos muy buenos resultados en el trabajo podemos regalarnos un reloj, un fin de semana de
descanso, una camisa, una gorra, salir con los amigos o cenar con la pareja.

Pero nuestros logros no son los únicos. Recomiendo también una vez más a aplaudir los logros
de los otros: de nuestra esposa, hijos, empleados, amigos. Repito: a todos nos gusta que aprecien lo que
hacemos bien. Ver y reconocer lo que los demás hacen es una actitud motivadora extraordinaria que nos
llevará a seguir consiguiendo nuestras metas, nos lleva a construir una mejor autoestima, a sentirnos
útiles y productivos y a valorar la relación con el otro.

¿Cuánto tenemos sin reconocer a alguien?

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¿Hace cuánto que no se nos reconoce?

¿Cuánto tiene que no nos reconocemos todo lo bueno que hacemos?

¿Cuánto tenemos que no agrademos lo que otros hacen por nosotros?

¿Cómo nos sentimos aquella vez que reconocieron lo que hicimos? Estoy seguro de que muy bien.
Imaginemos que eso lo podemos estar generando en la gente que nos rodea. No hay que detenernos al
agradecer y reconocer lo que los otros hacen.

Apapachémonos siempre que tengamos la oportunidad y regalémonos un abrazo dándonos


cuenta lo grande que somos como seres humanos y lo que podemos llegar a ser.

En ocasiones, así en el reconocimiento esperamos a que otras personas nos den su amor
convirtiéndonos en pepenadores de amor. Hagamos una alto para darnos cuenta de que también
podemos darnos amor y que no necesitamos las sobras de afecto de otros. Quizá no nos están dando
algo por lo que no vale la pena permitir humillaciones, burlas o malos tratos por un poco de amor y
reconocimiento. Entre más poder le damos a los otros en nuestras vidas, vamos perdiendo poder con
nosotros mismos. Entonces ellos son los que controlan parte de los que sentimos quitando la parte de
nuestra responsabilidad emocional que nos pertenece.

En esta parte me gustaría proponer un “truco”: Que al bañarnos nos veamos al espejo y
reconozcamos cada parte de nuestro cuerpo. Agradezcamos las partes que menos nos gustan incluso nos
las podemos chulear. Parece una locura, pero conforme pasa el tiempo descubriremos la magia que se
genera dentro de nosotros. Este es un buen principio para aceptarnos como somos, disfrutarnos, en
pocas palabras, para amarnos mejor.

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7.11. Cultiva tus amistades
CON FRECUENCIA NOTO lo frías que se han vuelto las relaciones. Veo con cierta tristeza cómo
hemos destruido los lazos afectivos. Ver a la persona cara cara y poder ver sus ojos y saber si está feliz,
triste, preocupado, enojado, etc. Eso, por desgracia, el contacto lo hemos sustituido por mensajes fríos e
interpretativos que incluso llegan a ocasionar problemas en las relaciones, debilitándolas si no se usan
correctamente.

El efecto lejanía con los más cercanos y cercanía con los más lejanos cada vez es más fuerte.
Podemos estar muy cerca de alguien que está en otro continente y estar demasiado lejos de nuestros
hijos, pareja, padres, aunque los tengamos físicamente cerca. Esto está creciendo como una bola de
nieve. Cada vez las relaciones se van globalizando, automatizando sin control, haciéndonos
dependientes de la tecnología.

En el pasado las personas mandaban cartas y se conservaba la esencia de su letra, aroma, o incluso en el
teléfono la calidez de su voz. Ahora hemos perdido nuestro rostro y nuestra alma. Ya todo es por medio
de mensajes, letras iguales sin alma, donde no sabemos distinguir los mensajes entre las personas si no
es por un número, como sucede en las prisiones. Mensajes llenos de frialdad, malas interpretaciones,
ausencia de sentimientos, hipocresía y también mensajes de ánimo y de buenos deseos. Tenemos que
aceptar que no todo es malo, pero tenemos que mantener el equilibrio entre lo humano y lo tecnológico.

¿Ya nos dimos cuenta que hoy no nos comunicamos ni con la boca, ni con los ojos, ni con
abrazos, sino con un par de dedos? ¿Chistoso, no? Cómo les sucede a algunas personas con
discapacidad auditiva. Pareciera que nos estamos incapacitándonos a nosotros mismos.

Por lo tanto, que no nos asombre ver a tantas personas con autismo afectivo, incapaces de
mostrar lo que sienten, apoyar al otro, comunicarse, abrirse a sus emociones y al amor.

Sólo te digo LLAMA, SAL Y AMA

La desconexión afectiva generada por los avances tecnológicos nos ha orillado a mantener menos
amigos reales. Nuestras verdaderas redes de apoyo afectivo han ido disminuyendo.

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Este fenómeno me invita a formular las siguientes preguntas:

! ¿Desde hace cuánto tiempo no salimos con amigos que hace mucho no vemos?

! ¿Cuánto tiempo hace que no hablamos por teléfono con nuestras amistades (no vale
mensajes de texto)?

! Cuando hemos tenido un problema o requerimos de ayuda, ¿cuántos han estado a


nuestro lado y cuántos se inventan alguna excusa? ¿Con cuántos amigos reales
contamos? Ojalá sean más que los dedos de la palma de la mano.

! ¿Cuántos mensajes de texto enviamos al día?

! ¿A cuántos de ellos les llamamos para saber cómo están?

! ¿Cómo expresamos afecto hacia ellos?

! ¿Por qué si tenemos cientos o miles de amigos en las redes, nos sentimos SOLOS…?

El descuido de las relaciones humanas

En algunas ocasiones cuando se empieza a tener relaciones de noviazgo, las personas se aíslan de sus
amistades y familia, pasan todo su tiempo en pareja perdiendo esa continuidad y relación con sus
amistades y después resulta que termina la relación. En ese momento se dan cuenta que las amistades
probablemente ya no están ahí. Eso es muy común cuando dejamos que se vayan debilitando nuestras
redes y nos damos cuenta de que no tenemos algún soporte afectivo que nos ayude a salir de este estado
de ánimo y nos sentimos solos, haciendo que este proceso sea un poco más difícil.

Uno de los factores que hacen que se debiliten los lazos afectivos es la manera en que según
nosotros cultivamos nuestras amistades. Generalmente lo hacemos de una manera muy fría, por medio
de mensajes de texto, impersonal. Cambiamos constantemente de grupos de amistades o nos metemos
tanto al trabajo que dejamos a un lado algo de lo más valioso en nuestras vidas: estar con nuestras
verdaderas amistades. Son ellas las que nos apoyarán en las buenas y en las malas. ¿Qué tanto las
estamos cultivando? Aquí una breve guía:

! Los llamamos en su cumpleaños.

! Nos reunimos mínimo una vez al mes.

! Nos interesamos en sus problemas.

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! Nos preocupamos por su BIEN+ESTAR.

! Sabemos lo que les preocupa.

! Conoces sus más profundos deseos.

! Si día de mañana él o ella murieran nos sentiríamos satisfechos de haberles brindado


una amistad real.

Las amistades se cultivan y son de lo más valioso que tenemos. Sumemos muchas amistades
sinceras en nuestra vida.

El escritor uruguayo ganador del premio Stig Dagerman, Eduardo Galeano, describe al mundo como
“un montón de gente, un mar de fueguitos; cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No
hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de
fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos
fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede
mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.

Las preguntas obligadas son: ¿Qué clase de fuego somos? ¿Y nuestros amigos?

Cultivar amistades verdaderas y duraderas es el gran reto de hoy en día. Tener a alguien con
quien podamos hablar por horas sin ser juzgados, sólo escuchados, alguien con quien compartir los
éxitos y derrotas, aprendizajes, escuchar un consejo, abrazarse y salir juntos a conocer el mundo, ese es
un amigo, alguien a quien, vivir, palpar, acompañar.

En esta parte me gustaría hacer la pregunta: ¿Cuánto tiempo le dedicamos a nuestras amistades?
¿Cómo las cultivamos? En los momentos difíciles de la vida o en las crisis, ellos pueden ser un buen
apoyo y, si las descuidamos, podría ser más difícil poder acudir luego a su consuelo. Sin embargo, creo
que tenemos que entender que las buenas amistades perduran en el tiempo, siempre y cuando sus
cimientos hayan sido lo suficientemente sólidos para que al pasar el tiempo, puedan seguir viéndose
como si no hubieran transcurrido los años.

A esta altura del libro me gustaría que hiciéramos una pausa para recordar a aquellos amigos de
la infancia. ¿Cómo se llamaban? ¿Hace cuánto que no sabemos de ellos? ¿Cuáles eran nuestros juegos
favoritos? ¿Cuáles eran las travesuras más comunes? ¿Por qué motivo nos distanciamos? De ser posible,
cerremos los ojos y tomémonos un tiempo para recordar esos agradables instantes que nos llevaron de
nuevo a esos momentos mágicos de nuestra infancia o adolescencia. Posteriormente mi propuesta es
investigar y conseguir (si es que no los tenemos) los números de teléfono y les llamemos (no mensajes

78
de textos) a cinco amigos con los que hace tiempo no hablamos. El reto es tratar de recordar momentos
que disfrutamos, lo mucho que nos gustaba estar juntos, rememorar anécdotas que en su momento nos
llenaron de angustia, pero de las que ahora hasta nos podemos reír de ellas y, sobre todo, que agradecer
por la amistad.

En las siguientes líneas vamos a anotar nuestra experiencia y hasta dónde llegó Tal vez quedó
un café pendiente o faltó ir a comer o simplemente continuar en comunicación y seguir fomentando esa
relación.

___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________

“Si aprendiéramos a ver a nuestros amigos como grandes maestros de vida, nuestra
vida estaría en contante EVOLUCION.”

OLIVER CHÁVEZ

ACCIÓN: Para empezar ya…

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7.12. ComunicARTE, el arte de las relaciones
SABER COMUNICARNOS: UNA DE LAS problemáticas actuales es la falta de tiempo para
relacionarnos y platicar de manera verbal. Ahora estamos acostumbrados a “diálogos de texto breves y
sin emotividad”, estamos condenados a irnos aislando cada vez más de las personas que amamos y una
de esas personas es la pareja; porque algo vital para la relación de pareja es la comunicación, que por
ende fortalece y genera una buena dinámica familiar. El problema surge de qué es lo que platico con mi
pareja. Pensemos tan sólo un momento en lo que le contamos a la pareja cada vez que llega del trabajo.
No soy adivino, pero creo que uno de los temas principales son los asuntos económicos como la renta,
pagar el sistema de cable, el gas. Quizá también se hable de la conducta de los hijos en la escuela. Sin
duda, una de las preguntas que no pueden faltar es ¿cómo te fue en el trabajo? Y la respuesta es por lo
general la misma.

¿Por qué es tan importante el diálogo en la pareja?

Es importante porque nos da la oportunidad de crecer integralmente como pareja, nos brinda la
oportunidad de seguirnos conociendo de una manera más plena y de saber que a través del tiempo
vamos cambiando y que nuestros gustos, forma de pensar y de actuar son distintos a cuando
empezábamos nuestra relación.

Otra de las bondades del diálogo es que nos permite estar en la misma sintonía y resolver los
problemas del día a día de una manera más fácil y efectiva. Sobre todo, si estamos abiertos a escuchar y
a aportar evitando los diálogos disfrazados de monólogos.

Si te das cuenta de que tu comunicación con tu pareja es deficiente o cada vez que te comunicas
es para gritar, pelear o hablar de los mismos temas de siempre, te invito a que salgas a un lugar neutral,
puede ser un restaurant, un bar, un parque, el lugar que gustes y que empieces a platicar. Quizá te sirva
primero hablar de terceras personas de las que ves o qué piensas de la gente. Lo que sea es bueno para
empezar a abrir esos canales de comunicación.

Algo que tenemos que recordar es que aquellas relaciones profundas y duraderas son las que
sostienen quienes disfrutan platicar con su pareja. Conforme va pasando el tiempo la sexualidad va
pasando a otros niveles y lo único que va quedando es esa capacidad de diálogo; si no la cultivaste
durante las primeras etapas de relación es posible que después te voltees a ver con tu pareja como un
completo extraño y te des cuenta de que no tienes nada en común. Es el típico caso de un matrimonio
que después de treinta años de casados o más se separan porque se casaron los hijos y no tenían ya de

80
qué hablar. Se dan cuenta que no se conocen y deciden tomar rumbos distintos en sus vidas, a esto es lo
que conocemos en el ciclo vital de la familia como el famoso nido vacío.

Tarea:

• Encuentra qué tienes en común con tu pareja.

• Descubre en que cosas han cambiado.

• Recuerda de lo que reían sin parar cuando eran novios.

• Visiten un lugar que les gustaba ir cuando eran más jóvenes.

• Atrévanse a vivir una experiencia nueva.

• Reencuéntrense en un diálogo profundo que los lleve a conectarse de una manera espiritual y
madura.

NO OLVIDEMOS: Si ya sabemos qué es tan importante ¿qué nos impide cultivarlo?

Es bastante común ver en la terapia relaciones de pareja que están entrampadas, ¿por qué? Porque hacen
una rutina de diálogos de estas tres cosas: trabajo, hijos y economía y aparte no tienen tiempo de pareja.
Es muy interesante cuando les pregunto en la sesión ¿desde hace cuánto no se dan un tiempo juntos? Lo
primero que hacen es voltearse a ver, señal evidente para ver si el otro se acuerda cuando fue la última
vez que salieron juntos a bailar, tomar un café, al cine etc. Sin embargo, es alarmante que la mayoría de
las parejas que van a mi consultorio me contestan que incluso pasa del año o años que no lo hacen, que
no se disfrutan como lo hicieron alguna vez cuando no tenían tantos compromisos, algunos confunden
los tiempos familiares que incluye a los hijos como un domingo común, con un verdadero tiempo de
pareja SOLOS.

Sin embargo, los invito a que hagan un espacio de pareja, pero sin hablar de lo siguiente:

1. No temas de dinero.

2. No temas de los hijos.

3. No temas del trabajo.

4. Ningún tema que pueda ocasionar conflicto.

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En esta pequeña tarea pueden suceder algunas cosas, entre ellas las dos principales son: que a los
cinco minutos ya no tengan de qué hablar, que surja su modelo básico de comunicación que en muchas
ocasiones es el de discutir o estar en conflicto, caer en los temas “prohibidos para esta ocasión”. Sin
embargo, la segunda vez les pido que vayan a un lugar que les gustaba ir de novios y les pido que cada
uno escriba 10 preguntas y cuando ya no sepan de qué hablar saquen una a una cada pregunta. Esto con
la finalidad de reencontrarse, conocerse nuevamente, descubrir qué tienen en común, profundizar en
algunas preguntas sobre la evolución de su relación de pareja, y estas preguntas pueden ser desde las
básicas hasta las más profundas.

Las discusiones pueden RESTAR O SUMAR, todo depende de cómo se utilicen. En las
relaciones humanas es imposible no discutir por algo, una situación inesperada; entendamos que somos
seres interpretativos y eso nos hace tener una visión distinta del mundo; como dicen, cada cabeza es un
mundo y, sobre todo, entre más estrecha sea la relación, la convivencia, las emociones nos hacen ser
más susceptibles y podemos ser más propensos a la fricción

Quiero dejar bien claro las cosas y situaciones que nos afectan, que nos denigran y perjudican
como seres humanos. No sólo se trata de conocerlas, debemos evitarlas, tener mucho cuidado cuando te
sientas alterado, vigila la respiración.

Restan: humillar, gritar, golpear, imponer, minimizar, burlarse, dominar, no escuchar, no llegar
a acuerdos, pasar de un tema a otro, etc.

Suman: Cuando se es humilde, mostramos apertura, buscamos soluciones, tratamos de entender


lo que el otro quiere decir dejando el ego y la soberbia a un lado, dejando de querer ganar, saber que no
poseemos la verdad absoluta.

En esta parte es muy triste ver que en un conflicto siempre se juega a ganar y eso implica que el
otro pierda. No entendemos que el ceder también es ganar, y aquí tomo cualquier tipo de relación.
Cuántas veces hemos hecho sentir perdedor a la pareja, hijos, empleados, parientes, por creer que
siempre tenemos la razón y la verdad.

“Por qué cuando juegas a ganar siempre hay un perdedor” y ESTAS SON RESTAS
DISFRASADAS DE SUMAS.”

La comunicación debería formar parte de la canasta básica de todos los hogares. Tenía una maestra que
pregonaba: “Todos los problemas de la humanidad se generan por no saber comunicarnos”.

82
Esta dificultad se da en todos los niveles y entre todos los miembros de una familia, padres e hijos,
hermanos y hermanas, pero no nada más ahí, también las empresas padecen de esos síntomas,
empleados y patrones, dueños y socios. Es una herramienta fundamental para todos los resultados que se
fijan.

En las relaciones humanas el mal se suele detectar fácilmente, es tan evidente cómo una gripe o
la fiebre, los síntomas son: silencios prolongados, falta de interés en temas distintos, desconocimiento
de los valores del otro, charlas cortas sin profundidad, evasión de temas “complicados”, falta de tiempo,
entre otros.

Para reflexionar sobre esto quisiera tomar como ejemplo el primer axioma de la comunicación
que nos comparte uno de los grandes maestros de la comunicación humana, Paul Watzlawick, que dice
que “es imposible no comunicar”, incluso el silencio comunica algo ¿La pregunta es qué estamos
comunicando con los silencios? ¿Cómo nos sentiríamos si pudiéramos expresar eso que pensamos o
sentimos? ¿Cómo te han afectado a ti esos silencios en tus relaciones?

“Los silencios en la familia es lo que más ruido hace.”

Uno podría pensar que la familia es el lugar idóneo para que surjan el diálogo y la comunicación. Sin
embargo, no siempre es así. El diálogo entre padres e hijos muchas veces se rompe o no existe. ¿Por
qué? Pues porque en ninguna otra estructura social hay diferencias tan notables entre sus componentes.
En ella pueden convivir distintas generaciones desde bebés a ancianos, cuyas realidades son muy
diferentes. Eso que en otras épocas se vivía como enriquecedor, ahora puede ser motivo de desunión.

La falta de tiempo, no tener programadas actividades conjuntas, la enorme cantidad de


estímulos a los que estamos expuestos (teléfonos, televisión, ordenadores, videojuegos, etc.); el trabajo
fuera y dentro de casa, el tiempo de ocio, etc., hace que cada vez haya menos tiempo común. Pero
es en la familia donde nace y crece el mundo de la afectividad, y para ello son necesarios tiempo y
comunicación.

Comunicación asertiva ¿Por qué no logramos comunicarnos?

A continuación, me gustaría compartir algunos puntos de la comunicación asertiva que pueden ayudar a
mejorar la comunicación en cualquier relación, en favor del diálogo constructivo, nutritivo y, lo más
importante, que sume en la vida.

Como ya lo mencioné anteriormente, alguna vez escuché a una maestra mencionar: “Todos los
problemas de la humanidad se generan por no saber comunicarnos”. Recuerdo que su comentario llamó

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poderosamente mi atención. De golpe decidí convertirme en un observador silencioso, en la casa, en la
escuela, con mis amigos. En vez de hablar, callaba, tal como si estuviera detrás de un cristal y nadie
pudiera oírme. Escuchaba atentamente las cosas, el uso de las palabras y los silencios.

Anotaba los detalles en una libreta y preguntaba a las personas, a la gente que le tenía
confianza. Cuando detectaba alguna dificultad, me acercaba a una de las partes… ¿qué había sucedido?,
¿cómo se sentía con los comentarios de su amigo(a)?, indagaba haciendo cuatro o cinco preguntas.
Generalmente señalaban:

• No me escucha

• No le entiendo

• No me deja hablar

Entonces descubrí un patrón de conducta. Las personas ASUMEN, CREEN y PIENSAN con
mayor rapidez que al escuchar, el cerebro capta información con rapidez y desmenuza por así decirlo lo
que está recibiendo. Es como si estuviéramos constantemente a la ofensiva, atacamos sin saber cuál es el
fondo de las cosas, de las situaciones. Como lo mencionaba, el factor se podía palpar en varias palabras
que se volvieron recurrentes.

1. Pensé

2. Creí

3. Interpreté

Con el paso de los años estudié el asunto más a fondo, descubrí teorías y posturas muy
interesantes acerca de cómo trabajamos y cuáles son las formas en que debiéramos hacerlo, el utilizar
filtros, medidas, preguntas y situaciones concretas, eliminamos el factor de asumir, pensar y decidir por
el otro.

He pensado mucho en la siguiente pregunta:

¿Qué elementos debemos de buscar en nuestras formas de comunicación?

1. Sencillez

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2. Objetividad

3. Claridad

4. Concluir ideas

5. Acuerdos

6. Tiempo

7. Y, sobre todo, retroalimentación

Desde hace tiempo implementé con mis amigos y pacientes un ejercicio que nos ayuda a todos a
construir relaciones positivas. Sobre todo, nos permite demostrar nuestros sentimientos. La mayoría de
las veces, cuando hablamos con alguien y se llega a una discusión, a una diferencia, nos descargamos
emocionalmente gritando, alegando por situaciones que muchas veces no venían al caso, ni siquiera
estaban incluidas en el tema. Por eso las cosas no se resuelven, se dejan sobre la mesa, en el aire y eso
nos causa desavenencias, descontrol, insatisfacciones.

El cerebro se encarga de sacar temas y problemas del pasado. Las personas entablan una serie
de comparaciones: “es que mi ex sí me escuchaba”, “es que Juan no me gritaba tan feo”, “la última vez
no alegábamos tantas cosas”, “antes me dedicabas más tiempo”, es algo como la Ley del más fuerte:
quien grita más, quien puede ofender más, quien recuerda más las cosas que lo lastimaron, los
problemas no solucionados se traen al frente para hacer presión para no permitir que la otra persona
pueda manejar las cosas. Cuando eso sucede ninguno de los dos está buscando una posible solución, por
el contrario, levantan muros, barreras enormes y se provocan malestares físicos. Simplemente
RESTAMOS y nos DIVIDIMOS.

NO OLVIDEMOS: Una comunicación fraccionada nos genera inestabilidad, incertidumbre.


No nos nutre.

Por eso es importante ser asertivos, hablar con claridad y una actitud positiva, teniendo el
tiempo adecuado, siendo objetivos al no mezclar ideas o situaciones de otros tiempos, días, años,
momentos donde quizás estábamos alterados por cuestiones totalmente diferentes a las que tenemos
hoy.

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Existe un ejercicio que podemos practicar en pareja, con nuestros padres y amigos. Se establece de una
manera sencilla con la finalidad de llegar a acuerdos, metas que nos benefician a todos, para ello
utilizaremos cuatro filtros:

§ Cuando tú… (me dices)

§ Yo me siento… (me haces sentir)

§ Porque… (creencias y realidades)

§ Me gustaría… (acuerdo)

Pondré un ejemplo:

1. Cuando tú… llegas después de las doce

2. Yo me siento … muy preocupada

3. Porque… estamos lejos de la caseta de vigilancia.

4. Me gustaría… que si vas a llegar más tarde me llamaras o mandaras mensaje

Lo más importante de este tipo de comunicación es que es clara, objetiva, logra expresar los
sentimientos y llegar (sí ese fuera el caso) a un acuerdo. No olvidemos que cada persona es diferente.
Mi recomendación es hablar con los hijos, con la pareja, los padres y encontrar la mejor manera de
comunicarnos. En el día a día cometemos muchos errores, algunos de ellos son muy evidentes; el uso
correcto de las palabras, posturas, actitudes, el verse a los ojos, todo influye.

Me gustaría mencionar algunas fallas para ser tomadas en cuenta y en su caso poderlas evitar en la
medida de lo posible.

No saber detener una discusión: Es normal que durante una conversación surjan discusiones
derivadas de diferentes puntos de vista. Debatir y presentar nuestras ideas, aunque éstas sean opuestas a
las de nuestros interlocutores es algo correcto y que no podemos evitar. Es importante saber que un
exceso de complacencia entre amigos y la pareja provocaría que no surgieran nuevas ideas y que se
aceptaran algunas de ellas únicamente por no discutir con un compañero. Eso lo entendemos como una
relación acabada. Porque no nos ayuda a mejorar, a avanzar, no nos reta a crecer.

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Nos puede suceder a todos, y seguramente todos conocemos a personas que siguen discutiendo,
incluso cuando saben que ya no tienen razón. En el momento en el que comenzamos a discutir por
orgullo, de una manera destructiva y sin el convencimiento de tener razón, tenemos que parar. La
relación se puede volver enfermiza y violenta, CUIDADO.

Y es aquí donde se toma los dos puntos de la comunicación que no nos ayudan a sumar que es
la pasividad el no decir nada por miedo a que el otro se enoje o la agresividad a pesar de saber
que no tenemos la razón seguimos como dicen por ahí montados en nuestro macho.

Mirarse a los ojos: En esta época digital es bastante común que las personas se dejen de ver
directamente, ahora las charlas se hacen electrónicas, por medio de mensajeros electrónicos. Al ser un
elemento intrínseco de la comunicación, la vista siempre resultará muy importante dentro de los
procesos comunicativos. El contacto visual refuerza de manera especial nuestra forma de comunicarnos.

“Te veo… Veo tu alma, tu verdadera esencia, veo quién realmente eres, te respeto, te saludo, te
reconozco, te recibo… Conecto contigo.”

Película Avatar.

NO OLVIDEMOS: Mirar a los ojos a nuestro interlocutor transmite confianza, seguridad y hace
que las conversaciones generen un mayor acercamiento.

No esquivemos la responsabilidad de abrir el corazón, decir la verdad, conectar con las personas
de manera real, no por medio de un teléfono o tableta.

Las “muletillas” pueden ocasionarnos problemas. Esas frases pequeñas que usamos como apoyo al
hablar, palabras cortas y sonidos que repetimos constantemente en una conversación complican
cualquier discurso, sobre todo cuando no podemos encontrar una palabra o frase apropiada. Su abuso
puede llegar a generar lapsos de tiempo que incomodan a la audiencia; el cerebro tarda para encontrar
las ideas que queremos transmitir. Las más comunes pueden ser:

—Mmmmmmm…

—Este…

—Bueno…

—Pasa que…

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—Entonces…

—Bueno, yo…

El uso de las muletillas es hasta cierto punto normal y no supone ningún problema, sin embargo,
cuando nos excedemos, las mismas pautas y frases, podrían suponer un problema a la hora de
comunicarnos. Para algunas personas es casi una especie de tic nervioso, sienten la necesidad de utilizar
sus muletillas para sentirse cómodas en las conversaciones, el problema de esto es que “ensucian” la
conversación y dan la impresión de poca preparación, improvisación y falta de seguridad en uno mismo.

Otro de los errores frecuentes es la de interrumpir al interlocutor: Eso puede representar


problemas de educación, de sensatez e inseguridad. Se puede tomar a broma, pero es algo serio. Muchas
veces se puede confundir con el uso indebido de la autoridad, de padres a hijos, hermanos mayores a
menores, jefes a empleados, en todos los ámbitos es delicado.

“Me he topado muchas veces con pacientes que me interrumpen sin saber lo que les voy a decir”,
me dijo una vez el doctor.

Conozco a más de una persona que tiene la manía de interrumpir cuando otra persona está hablando.
La verdad es que cuando hablamos a todos nos gusta ser escuchados y cuando nos interrumpen sin
poder acabar lo que estamos diciendo, se puede llegar a la frustración y el coraje.

Es por estos y muchos otros motivos que debemos evitarlas las interrupciones. La primera regla
para ser escuchado es dejar hablar a la otra persona, sino la posible charla sería un monólogo.

Hacer asunciones antes de escuchar todo el mensaje es un pésimo hábito. Dar por hecho algo que
sabemos y anticiparnos a lo que nos va a contar nuestro interlocutor, antes incluso de que termine es una
costumbre que va en contra de la buena comunicación. Ojalá podamos evitar esa actitud que expresa:
“No tienes que continuar, no necesito que me digas más o termines la frase: ya sé qué me vas a decir”.

Debemos evitar hacer esto, aunque ya sepamos las cosas, los argumentos. Hay que dejar a las
personas expresarse correctamente. NO OLVIDEMOS QUE: A todos nos gusta ser escuchados sin que
se hagan asunciones precipitadas de cuál va a ser nuestro mensaje.

Las personas multi-tareas ¿Cómo nos sentimos cuando nos dirigimos a una persona y ella sigue
utilizando su teléfono móvil? Yo y la mayoría de las personas que les he preguntado esto se sienten

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ignoradas. Esta situación, que se ha convertido realmente habitual en los últimos años, puede ser vista
como una falta de atención y de respeto.

“Déjame contestar este mensaje y mandar un correo, pero te sigo escuchando, sigue hablando.”

Haré dos preguntas muy sencillas:

ü ¿Será bueno llevar una conversación a la vez que se utiliza un teléfono móvil, un ordenador
o se realiza cualquier otra actividad?

ü ¿Nos sentimos cómodos cuando alguien no nos está poniendo atención?

El problema se basa en que el nivel de concentración tiende a bajar en la conversación. No es el


mismo si estuviéramos libres de otras actividades y eso se puede notar, ¿de qué forma?:

Fácil, si nos hacen una pregunta acerca de lo que nos están diciendo, el cerebro no retuvo los
detalles e ignoramos el hilo de las cosas y eso puede molestar a cualquiera.

Recordemos que cuando alguien habla es porque tiene algo que comunicar y al no ponerle atención
mandamos el mensaje de no eres importante, no me importa lo que tienes para decirme, mis otras
ocupaciones son más importantes, no tengo tiempo para ti, etc.

¿Cuidamos la postura corporal al escuchar? Nos cruzamos de brazos, miramos al cielo,


movemos los pies, nos miramos las uñas, nos acomodamos el pelo. Mostramos un lenguaje corporal
negativo perjudica gravemente la comunicación no verbal. Es importante recordar que no solamente
hablamos con la voz y las palabras, también interviene el cuerpo, los brazos, los ojos, las manos.

La comunicación no verbal es la que transmitimos a la gente que nos rodea sin el uso de palabras.
Ahí interviene nuestro cuerpo. Generalmente lo hacemos a través de gestos, posiciones o signos.
Muchos estudios y expertos han demostrado que la comunicación no verbal puede tener un alto grado de
importancia, incluso superior al de la verbal en una conversación, por esa razón la debemos de tomar
muy en cuenta. A todas luces es algo que podemos notar en programas de televisión, películas o series,
observemos bien los detalles.

Cuando nos encontramos en una situación incómoda, nerviosos o con miedo, tendemos
involuntariamente a encoger nuestro cuerpo: echamos los hombros hacia delante y nuestra cabeza hacia
abajo. Esta postura es fácilmente identificable para la mayoría de las personas y en el mundo de los
negocios hay que evitarla para no transmitir inseguridad.

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“Cada día es una oportunidad de salir a la calle y enfrentar al viento. Los sueños a veces se hacen
realidad, dale tiempo al tiempo.”

Fito Páez – Músico

Rodear, hablar por hablar, sin ir al grano: La comunicación efectiva debe ser una comunicación
concisa y directa. Uno de los errores de comunicación más frecuentes es dar vueltas sobre un mismo
tema de manera constante sin tratar el asunto principal. Es una actitud que puede cansar a nuestros
interlocutores y hacer que pierdan el interés en la conversación.

¿Cuántas veces nos hemos encontrado con personas que parecen hablar simplemente porque les
gusta hacerlo?

Tengo un amigo que acude al consultorio una vez cada dos meses. Es un hombre sencillo, estudió
una carrera corta, le gustan mucho los deportes y cuida su salud de manera impecable. No le gusta leer,
tampoco fue un estudiante exitoso, sin embargo, es feliz con su vida, con lo que hace y ha logrado. Su
esposa es abogada, tienen dos hijos activos y estudiosos, llevan una buena relación conyugal.

José me visitó para preguntarme acerca de la comunicación entre parejas, ¿cómo funcionaba?,
¿cuáles eran los secretos del éxito entre las parejas?, ¿qué debía hacer para que su mujer se sintiera a
gusto con él? Noté que se sentía inseguro por el nivel de conversación que había llevado con su esposa.
Su lenguaje era limitado, no tenía grandes temas de conversación y estaba preocupado por eso.

“Las mujeres necesitan comunicarse, todo el tiempo, si no lo pueden hacer contigo, buscará a
alguien que la quiera escuchar, una amiga o un grupo de ellas, es tres a uno la diferencia del nivel, no es
una formula exacta claro, he conocido muchos hombres que hablan también fuera de esos parámetros”,
le comenté en una de las sesiones de trabajo. José me miró sorprendido, como si el sol le hubiera
mostrado muchas respuestas, quizás comprendió a su mamá, a su abuela, a la hermana.

—Gracias –dijo emocionado.

—Para eso estamos, amigo.

Después de varias visitas me comentó que la comunicación entre ellos había mejorado. Una vez me
lo topé en un café con su esposa. Me quedé apartado de ellos, los quería ver interactuar. Lo que puedo
comentar es que José se convirtió en un experto, escuchaba atentamente a su mujer, su actitud era
positiva, la postura ideal con las manos abiertas y la cabeza erguida. Me dio un tremendo gusto
descubrir eso.

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Hace unos años al llegar a mi casa, su casa, recibí una llamada. Una paciente estaba desesperada,
lloraba y gritaba, dejándose llevar por sus emociones. Perdía con rapidez el control de lo que decía.
Me tomó varios minutos tranquilizarla, ubicarla en el contexto real de las cosas; la voz en mi cabeza
martillaba un pensamiento claro.

“El ser humano está hecho de piel y sentimientos.”

Es lógico que en algunas ocasiones las emociones nos ganen y pueden llegar a controlar nuestras
palabras, la postura y acciones de nuestro cuerpo. Es verdad que en determinados contextos es
importante mostrar nuestras emociones, no podemos acumular frustración ni enojo todo el tiempo.
Aunque en una situación laboral sea algo delicado, debemos encontrar los medios adecuados para
comunicarnos.

NO OLVIDEMOS: Hablar de manera impulsiva por estar enfadados o frustrados puede hacer que
digamos cosas de las que más tarde nos arrepintamos. NUNCA hay que llegar a un acuerdo estando
enfadados. Hay parejas que pudieron ser muy felices terminaron su historia por tomar decisiones
enojados.

Dejar que sean nuestras emociones quienes guíen nuestras palabras y no nuestro cerebro es uno de
los errores de comunicación más habituales en el trabajo, sobre todo en aquellos lugares donde los
trabajadores son sometidos a mucha presión por largos periodos.

Como lo expuse con anterioridad, no mostrar interés habla de problemas de atención y educación.
Eso me hizo recordar a un compañero de la secundaria. Su problema comenzaba en casa: era hijo único
y al parecer sus padres nunca le daban atención a sus comentarios. No sabía comunicarse
adecuadamente, actuaba como su padre, volteaba la cara, leía el periódico o miraba la televisión. Una
maestra se enojó mucho con él, hizo algo indebido y tuvo que llamarle la atención, sin embargo él, no
mostró respeto, se volteaba para otro lado.

Aquello se convirtió en una exhibición muy pobre de lo que puede lograr una buena comunicación.
Si no sabemos escuchar a la persona con la que estamos hablando podemos hacerla sentir molesta.
Inclusive hay momentos que realmente estamos prestando atención, sin embargo, puede parecer que no
lo estamos haciendo: nuestro lenguaje corporal actúa en nuestra contra.

El uso moderado de preguntas para profundizar o el parafrasear algunas de sus conclusiones nos
ayuda a dar entender que estamos interesados o que las hemos asimilado. Cada uno debe de decidir
cuáles serían las frases o preguntas más adecuadas para cada situación.

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Ejercicio de reflexión

A continuación quiero compartir algunas de las barreras más comunes de la comunicación. Me gustaría
mover a la reflexión y observarnos cómo lo hacemos, cuáles de estos aspectos se presentan al momento
de interactuar con otros detenernos en cómo nos sentimos y cómo creemos que se sienten los otros
cuando caemos en estas actitudes. Esto puede ser de manera consciente o inconsciente, pero al final el
resultado es el mismo: una barrera en nuestro diálogo con los que más queremos. Por lo general, las
barreras a las que me estoy refiriendo provocan alguna(s) de la(s) siguientes tres cosas:

A. Desvalorización: Consiste en disminuir el valor de la persona, se le da menos valor del que


tiene, se desestima su importancia de lo que la persona es o hace.

B. Descalificación: Se invalida al otro, no sirve, nada de lo que hace tiene importancia.

C. Desconfirmación: Simplemente el otro no existe. Es lo mismo que esté o no esté, es lo mismo


que exista o no, la persona no es mirada, no es vista, no es sentida, tal como si fuese
transparente o invisible. De ahí la frase “prefiero odio que indiferencia”; es mejor ser visible
para el otro que ser invisible

Barreras de la comunicación o comunicación “patológica”:

1. Minimizar

2. Ridiculizar

3. Diagnosticar

4. Interrumpir

5. Contradecir

6. “Dar el avión”

7. Cambiar de tema

8. Sermonear

9. Interrogar

10. Comparar

11. Exagerar

12. Juzgar

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7.13.- Haz vibrar tú creatividad

UNA DE LAS COSAS QUE VA LIMITANDO nuestra capacidad creativa es pensar en el qué dirán.
Otra aniquiladora de la creatividad es la baja autoestima, pues pensamos que nuestras vidas no valen,
que se reirán de nosotros si las exponemos o decimos en junta. Poco a poco nos vamos limitando a ser
creativos, a experimentar cosas nuevas. Tan sólo pensemos en cuántas maneras hay de hacer una misma
cosa.

Me gustaría provocar una reflexión con la siguiente experiencia que me ocurrió en el trabajo.
Un día llegó un paciente de nombre Guillermo, quien se notaba nervioso. Empezó a contarme que había
tenido un muy mal día. Entre lo que me compartía me dijo que había tenido una reunión con el director
de la empresa, en ella se les pedía aportaran ideas para innovar en nuevos productos para elevar las
ventas. Guillermo me comentaba que tenía muchas ideas en la cabeza que podían ser de mucha utilidad,
pues su experiencia era amplia. Llevaba más de 15 años en la empresa y conocía a la perfección la
operación y el mercado, pero le daba miedo el rechazo de su jefe. Estaba angustiado que lo fuera a
descalificar, sin embargo, él quería sobresalir en el grupo con su aportación. Nunca se atrevió a levantar
la mano y proponer nada. Lo frustrante para Memo fue que Víctor, un compañero, sí se atrevió y el
colmo fue que propuso lo mismo que él había pensado. Sin embargo, a todos les gustó mucho su idea y
el jefe hasta le aplaudió. Guillermo se sintió muy frustrado porque no había tenido el valor para
exponerlo. ¿Cuántas veces nos han pasado este tipo de situaciones? Como por ejemplo pedir algo y por
no atrevernos a hacerlo, que llegue otro y se lo lleve. ¿De quién fue el problema? ¿Del jefe? ¿De su
compañero por adelantarse? ¿De ninguno de los tres? Tuvo algo que ver el miedo, quedarse callado,
dejar que otros tomen el lugar que nos corresponde, por el que debemos pelear.

La creatividad es una herramienta importantísima que nos ayuda a resolver los problemas y a
darle sentido a la vida. Me encanta la frase que dice:

“Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes".
Albert Einstein

Ahí nos damos cuenta de la importancia de atrevernos a hacer cosas diferentes para que
nuestros resultados en la vida sean distintos.

La creatividad es la capacidad de ver la realidad de una manera original, personal, basada en la


unión de dos o más elementos que en un principio no están relacionados. Puede dar por resultado la

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expresión de la subjetividad, como es el caso de las obras artísticas, pero también como en la resolución
de problemas incluso en la forma de relacionarnos. Buscar una vida más plena y equilibrada también es
asunto de creatividad, ya que tomar decisiones de forma original nos puede ayudar a llevar una vida más
feliz

Sumar es seguir creciendo

Todos nacimos libres, libres de todas las cargas negativas que hemos ido tomando y asumiendo con el
tiempo: pecados, culpas, miedos, imposiciones o cohecho. Estas ideas que fuimos implantando en
nuestra vida, en el cerebro y en el corazón. Entonces ¿qué debemos hacer para seguir creciendo y/o
aprendiendo? Para volver a ser libres.

No debemos de olvidar que sumar es seguir creciendo, y la mejor forma de hacerlo es sumando,
para eso debemos cambiar ciertos malos hábitos, que podemos dividir en cuatro grandes áreas.

ESPIRITUAL

Aquí es donde se encuentra nuestro ser superior.

MENTAL

En el cerebro procesamos los sentimientos, ideas y conceptos buenos o malos. (Creencias).

FÍSICO

Nuestro motor, nuestro cuerpo, lo que nos lleva a cualquier lugar, el que debemos de cuidar siempre.

ENTORNO PERSONAL

El lugar donde convivimos y nos relacionamos con los otros, conocemos y compartimos lo que somos,
lo que nos gusta, lo que amamos.

¿Por dónde queremos empezar?

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___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
_______________________________________________________________________

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Hemos leído a través de los capítulos anteriores una guía sencilla con algunas ideas, historias, recuerdos
y pensamientos. Inclusive con recomendaciones que yo mismo he tomado para mí. Sin embargo, es
importante señalar que cada quien debe de decidir por dónde comenzar. Preguntémonos: ¿Qué es lo más
trascendental para uno mismo? ¿Qué es lo que nos duele más? ¿A qué nos vamos a comprometer a
partir del día de hoy para SUMAR? ¿Qué estamos dispuestos a soltar para avanzar en la vida diaria?

Quiero proponer esta reflexión en las siguientes frases:

Hay que recordar con amor para perdonar y agradecer el aprendizaje. Es recomendable anotar en lo
más profundo del corazón aquellos bellos recuerdos, así como creer en uno mismo valorando cada
regalo que la vida nos da todos los días.

“No temerás ningún desastre repentino, ni la desgracia que sobreviene a los impíos. Porque el SEÑOR
estará siempre a tu lado y te librará de caer en la trampa”.

Salomón

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OCHO/ RESTAR
8- ¿Qué RESTA en tú vida?

PARA HACER HONOR AL TÍTULO DE está segunda parte es el momento de aplicar lo que hemos
abordado hasta aquí. Hagamos un recuento de los que nos puede ayudar a salir adelante, a SUMAR. No
he mencionado la palabra “triunfar” porque este término tiene múltiples acepciones. Es decir, lo que
para unos es una persona exitosa con mucho trabajo y responsabilidades, para otros no. Las metas han
estado cambiando conforme pasan los años, de persona a persona hay objetivos distintos, inclusive entre
hermanos se dan vidas y destinos muy diferentes: “En el hombre, el trabajo, la tierra; en la mujer, la
familia, los hijos” decía mi abuelo, pero ya no es así.

Lo que sí puedo asegurar es que las cosas que nos RESTAN siguen siendo bastante similares en
estos y en otros tiempos, por eso es importante mencionar qué puntos afectan por lo general al ser
humano.

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8.1.- Deja la envidia

“La envidia es cuando te fijas en las bendiciones del otro y dejas de fijarte en las tuyas “

Oliver Chávez

UNO DE LOS GRANDES MALES de la humanidad es la envidia. En la antigüedad reinos e imperios


han caído y peleado por muchos años por esta pasión. Reyes y emperadores se han visto envueltos en
enormes conflictos por tierras y posesiones. Pero, ¿qué es la envidia? Es una competencia inconsciente
de lo que somos y tenemos. Familias enteras en la actualidad se han visto envueltas en problemas de
esta índole, afectando a hijos e hijas, tíos, sobrinos. La lucha por las herencias es un caso que podemos
poner como ejemplo, el dinero, las tierras, a veces hasta una vajilla, un caballo, puede ser la causa de la
desintegración familiar, en donde incluso se desconocen las uniones, los matrimonios. Es fácil de
reconocer, es un sentimiento de enojo o tristeza, que experimenta la persona que desea algo y no
puede tenerlo.

Desde niños hemos experimentado esa sensación, a veces no depende directamente de uno,
amigos, hermanos, suelen hacer bullyng al respecto y, si los padres no tienen cuidado, ese reproche se
puede hacer más grande y peligroso con los años.

La envidia surge cuando encontramos algunos de estos pensamientos en ese plano de sentirnos
menos dando entrada a esas creencias limitantes: el no merezco, no soy capaz, no puedo, por ejemplo:
No soy lo suficientemente capaz para lo ganarlo: aquí vienen todo el tema los bienes materiales, el no
creernos con la capacidad de poder conseguir aquello que el otro tiene. Por ejemplo, el poner una
empresa y mejorar nuestra calidad económica, o conseguir un puesto como el otro y aquí quizá no nos
damos cuenta que el otro lo tiene porque ha hecho dos cosas: renunció a sus creencias limitantes y
aceptó pagar el precio para lograr eso que quería. Desde afuera no vemos que esa persona durante un
año madrugó todos los días para estudiar un nuevo idioma, sacrificó salidas los fines de semana con los
amigos, trabajó duro para ese puesto. Cada uno de nosotros tenemos el poder de lograr eso y más, sólo
es cuestión de atrevernos a pagar el precio y soltar los miedos y creencias que nos paralizan.

No soy lo suficientemente bueno o no merezco: aquí entra la envidia para aquellas personas que
se ponen en papel de víctimas diciéndose todos los días “soy muy malo”, “no soy lo suficiente bueno
para tener a alguien en mi vida”, “para formar una familia, para vivir en plenitud”. Con ese pasado

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cómo puedo ser feliz”. Entonces sienten envidia por aquellas personas que viven plenamente, luchan por
cultivar sus relaciones afectivas, etc.

Las comparaciones son algo que también nos hace mucho daño porque nos hace sentirnos
superiores o inferiores a los demás. Dependiendo con quien nos comparemos. Podemos sentirnos
“superiores” arrogantes si nos comparamos con alguien “inferior”, o sentirnos menos frente alguien
“superior”.

Supongamos que uno está en el número cinco. En esta ocasión utilizaremos los famosos símbolos de la
primaria, el mayor que, menor que e igual que, < , > o =

5 < 10 = envidia, inseguridad, resentimiento, etc.

5 > 1 = arrogancia, sobrevalua, prepotencia, etc.

5 = 5 nadie es mejor o peor que nadie todos somos perfectos, valiosos, iguales en dignidad. El que es
muy bueno para los deportes quizá no lo sea tanto para las matemáticas y viceversa. Este sabio
pensamiento puede ilustrar esta idea:

“Si juzgas a un pez por su habilidad de trepar un árbol, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”.
ALBERT EINSTEIN

¿Existe “envidia de la buena”?

Es un eufemismo poco afortunado para dejar ver el deseo “sano” de querer lo mismo, que posee la otra
persona. Es delicado cruzar esa delgada línea entre lo que es bueno o malo; quizás pueda ser una razón
para lograr motivarnos para conseguir eso, esforzarnos en el trabajo, la escuela, la familia.

Sin embargo, creo que en vez de envidia “de la buena” podríamos sustituirlo por alegría o gusto
y decir “me alegra que te esté yendo muy bien en el trabajo”, “me alegro por ti”, “me da gusto cómo has
crecido profesionalmente”, “me da gusto que lograste comprar un coche nuevo”. Creo que hasta el
simple hecho de decirlo de esta manera es más liberador y genera un sentimiento más positivo que
seguir diciendo la famosa frase de “envidia de la buena”.

¿Alguna vez nos ha servido de algo la envidia?

¿Qué emociones o sentimientos nos ha generado?

¿Cuál sería el sentimiento si le cerráramos las puertas a la envida en nuestra vida?

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8.2.- Suelta el rencor
“El rencor es un veneno que tomamos a diario con tal de matar a quien odiamos”

SE TRATA DE UN SENTIMIENTO DAÑINO que solemos almacenar en algún lugar del corazón o del
alma. Se genera cuando no sabemos perdonar y cuando asumimos erróneamente un rol, un papel de
juez. Las personas rencorosas buscan constantemente elementos que criticar, se sienten o proclaman
defensores de otras personas con el derecho de criticar y guardan resentimiento por algo que no supieron
perdonar o superar. Son disgustos mal manejados que pueden ir escalando peligrosamente, hasta llegar
al odio o el deseo de venganza.

Es curioso cuántas personas van guardando ese coraje y al conservarlo se convierte en rencor
contra alguien, que a nivel personal no les hizo nada, pero ante quien se adjudicarnos de manera muy
personal. Por ejemplo, te comparto algunos casos que me encontrado al trabajar en mi consultorio:

• Una madre que sentía mucho rencor con el compañero de su hija porque le
pegó un chicle en el pelo. Incluso se quería ir a vengar al kínder directamente
con el niño o con su mamá.

• La suegra que siente mucho rencor por cómo “esa” trata a su hijo.

• El trabajador que tiene rencor a su jefe porque despidió del trabajo a su mejor
amigo.

• La vecina que odia a su vecino por cómo trata a sus hijos.

• El nuevo gerente que tiene coraje con la secretaria que todos quieren y tratan
bien

Quiero aclarar que eso no quiere decir que seamos insensibles ante el dolor ajeno, pero sólo
reflexionemos cuántas veces vamos cargando cosas que no son nuestras, cuántas cosas nos angustian y
preocupan y cuántas en realidad son nuestras.

Muchas personas me han preguntado ¿los rencores se pueden acumular? Por supuesto que sí.
Pueden pasar veinte o treinta años, y algo lo hace estallar sin control. Pasa entre hermanos, entre
amigos, en gente cercana a uno. Una persona puede permanecer molesta por algo que se le dijo, algo
que nunca aclararon correctamente. Recordemos que los conflictos se pueden generar de una manera

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inocente, a veces una palabra, una broma de mal gusto, alguna ofensa “inocente” puede ser el motivo de
un problema más grande.

El rencor también es un dolor, un sentimiento que, si no sabemos manejarlo, liberarlo de nuestro


cuerpo, puede ocasionar otras complicaciones, y no sólo a la persona afectada, también a quien la rodee:
su familia, hijos, hermanos, padres. Incluso problemas físicos.

En los últimos años he escuchado con mayor frecuencia que el cáncer es generado por
problemas de “rencor”, por enojos y frustraciones que se han enraizado en nuestro cuerpo, envidias y
males que son de origen mental, pero que al no ser tratadas correctamente se pueden llevar a un plan
físico, al estómago, al hígado, al colon, a la sangre.

“No permitas que la semilla del coraje se convierta en el árbol del rencor, que entre más pasa el
tiempo más difícil es arrancarlo de raíz”

Oliver Chávez

¿A quién no hemos perdonado aún? ¿Cómo nos sentiríamos si a esa persona que le tienes
resentimiento la perdonas? ¿Qué pasa si seguimos alimentando el resentimiento? ¿Y si no?

Cuando el resentimiento se convierte en culpa

Es muy común escuchar en mi consultorio que las personas llevan muchas culpas, desde culpa por no
ser buenos padres, por responsabilizarse de la vida del otro, y por otros motivos relacionados con algún
resentimiento que tuvieron en sus vidas. Por ejemplo, por un resentimiento hacia un hermano se
distancian y no se hablan, pero cuando ocurre lo peor: la muerte de ese hermano surge todo el daño que
le hizo el resentimiento, que lo hizo alejarse de su hermano privándolo de vivencias, experiencias y
momentos de unión y hermandad. Y la culpa surge de todo lo que pudo haber hecho cuando su hermano
estaba en vida. Así como esa pequeña historia así es la vida. ¿Cuánto habremos perdido al actuar de esta
manera?

Para liberarnos de la culpa el mejor antídoto otra vez surge del perdón, pero ahora hacia
nosotros mismos. Es tiempo de empezar a perdonarnos y entender que todo lo que pasó en nuestras
vidas fue por algo. Y ante nuestras herramientas y recursos que teníamos en ese momento actuamos de
esa manera específica. Algo que nos ayuda a soltar esa parte de culpa es entender que no se puede
controlar todo, creemos que tenemos el control, mas no es así y es ahí donde surge la desesperación.

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Porque nos resistimos a lo que ya está ocurriendo y surge una especie de evasión del presente.
Empecemos a perdonarnos, es una buena táctica para vivir una vida sin resentimientos ni culpas.

Seamos humildes y perdonemos, perdonémonos y pidamos perdón. De corazón afirmo que es algo de lo
que no nos arrepentiremos. Lo que sí puede pasar es que nos sintamos más ligeros en este viaje que
llamamos vida. En este momento la sugerencia es regresar a la primera parte a la PÁGINA 19 y leer lo
maravilloso que es el perdón.

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8.3.- No trabajes en exceso
MI ABUELO ME PREGUNTABA, cada vez que llegaba a visitarlo a la carrera, a dónde vas con tanta
prisa. Yo le contestaba que al trabajo y recuerdo que me decía: “Chiquitín, no trabajes tanto, ni que
pagaran tanto… mejor vámonos a la playa.

Como les he venido comentando, todo exceso es malo. Y el trabajo aplica dentro de esas
actividades o situaciones, susceptibles de ser realizadas con límites poco sanos. Es verdad que la
economía de las familias es completamente diferente a lo que era hace treinta o cincuenta años, cuando
el hombre era el que tenía que salir a trabajar y la mujer laboraba en el hogar, cuidando los hijos,
educándolos, alimentándolos; con el paso del tiempo eso ha cambiado.

En este capitalismo se nos ha vendido la idea que tenemos que consumir y consumir y eso hace
que constantemente nos estemos esforzando por comprarlo y convertirnos en acumuladores. Pensamos
que al poseer vamos a ser más felices, pero esto no es así. Al contrario, nos va genera más vacíos en
nuestro corazón ya que le RESTAMOS tiempo a lo que en verdad nos ayuda a construir nuestra
felicidad. Recuerdo cuando en una ocasión leía acerca del precio de las cosas y decía que el verdadero
valor de las cosas era el tiempo gastado para obtener esa cantidad de dinero y poderlo comprar.
Prospectamos nuestra “felicidad” hacia un futuro mientras matamos nuestro presente trabajando
arduamente.

Es cierto que hoy en día los trabajos son tan absorbentes que han llegado a considerarse una
nueva esclavitud. Recuerdo cómo es que en la CDMX algunas personas llegaban a las 5:00 am a sus
trabajos y en el estacionamiento se dormían un poco a esperar su hora de entrada. Esto con la finalidad
de ahorrarse hasta dos horas de tráfico. Lo mismo sucedía por la noche: se esperaban y salían a las 23:00
horas para evitar el tráfico. Yo me preguntaba ¿eso es vida? Creo que esa es la condición de muchas
personas que sólo viven para trabajar. Es momento de poner un freno que nos ayude a vivir más en
armonía con todas nuestras áreas de la vida. Es lógico que si la mayoría del tiempo se la dedicamos al
trabajo, qué pasa con las otras partes de nuestra vida que son la pareja, hijos, amigos, espiritualidad,
persona, salud…

“Lo que más me sorprende de los seres humanos es que sacrifican su salud para poder ganar dinero
y luego sacrifican su dinero para poder recuperar su salud. Están tan ansiosos por su futuro que no
disfrutan del presente y, como resultado, no viven en el presente ni en el futuro. Al final viven como
si nunca fueran a morir y mueren como si nunca hubiera vivido”.

Dalai Lama

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Ahora la mujer está buscando aportar, SUMAR a la economía y debe, como el hombre, ajustar su vida a
horarios, metas, compromisos. Pero eso se puede llegar a desvirtuar cuando se deja en un segundo plano
a la familia y a los hijos. De repente todo se empieza a convertir en trabajo, en dinero, en objetivos. La
revolución femenina ha generado un despertar en las mujeres, han descubierto su extraordinario
potencial permitiendo desde hace muchos años tomar más responsabilidades, puestos, empleos,
situaciones que antes por el machismo o tabúes sociales eran impensables.

Es cierto que ante las crisis que se han experimentado en distintos países se ha notado que las
mujeres han tenido que salir a delante. Esto ha provocado que la mujer empiece a trabajar y en muchas
ocasiones se separe de su pareja, ya que antes lo único que la tenía atada era el vínculo económico, pero
ahora que se ve capaz, y logra pagar sus gastos es más fácil salir de la relación que antes la tenía
aprisionada por esa forma de violencia que es el machismo.

Las madres solteras han demostrado su enorme capacidad para el manejo de enormes retos, ante la
ausencia de un hombre, de una pareja.

“El trabajo nunca acaba, pero las familias sí.”

Así decía un letrero que vi por ahí, en alguna de las empresas con las que he trabajado. Sus directivos
valoran a sus empleados y les exigen que sólo cumplan las horas del contrato, las oficiales, eso provoca
que los trabajadores regresen a casa a buena hora para compartir parte de la tarde, la noche, cuando es el
caso.

Es tiempo de reflexionar en los horarios laborales que están fragmentando los tiempos de
convivencia familiar. Obviamente, cuando los padres regresan a casa es para descansar y acomodar todo
para el día siguiente que comenzará muy temprano. Es de admirar las nuevas empresas sobre todo
algunas de Estados Unidos que trabajan por objetivos: algunos días se hace trabajo desde casa, el
horario puede ser flexible, a media jornada, hay actividades para los colaboradores y, claro, esto rompe
la visión clásica que tenemos del trabajo donde entre más horas estemos en la oficina, más
“productivos” somos, lo que es totalmente falso. Podemos ser muy productivos en periodos más cortos
de tiempo y que nos permita estar más en equilibrio con nosotros.

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Algo muy triste es que más de 70% de la población no está trabajando en lo que le gusta, ni
siquiera en nada relacionado con sus estudios. Y claro, esto se traduce en una gran frustración que se
refleja en el estrés en la familia, a lo que he llamado Ciclo de estrés trabajo-familia.

Si estoy mal en la empresa y estoy con mal clima laboral, no puedo expresar lo que pienso y
siento, no puedo proponer a mi jefe toda esa carga negativa. La voy a ir a soltar donde puedo que es en
la familia, ya que ahí “sí puedo” gritar, ofender, “sacar lo malo” del trabajo, y pasa lo mismo cuando la
dinámica familiar es muy complicada, llena de pleitos en la pareja. Esa carga se lleva al trabajo y lo
único que se piensa es cómo me la va a pagar mi cónyuge cuando regrese a la casa.

Mas no todo se le puede imputar a las compañías. Existen trabajadores que buscan dos empleos,
a veces los compromisos son demasiados, los pagos, la renta, las escuelas, algo delicado cuando no se
puede tener un balance correcto, uno que ayude a la pareja a convivir con mayor frecuencia.

“Una tableta, un celular, jamás sustituirá el valor de una persona que guíe y acompañe a un niño a
descubrir el mundo o jugar con una pelota en un parque”.

Oliver Chávez

Lamentablemente existen muchos casos de niños “abandonados” en su casa, mientras sus papás
trabajan porque no tienen recursos para guarderías o pagar a alguien que los “cuide”. La recomendación
es conocer nuestras capacidades y las metas que tengamos, tanto individuales como en pareja, para
poder tomar las mejores decisiones y no trabajar de más, descuidando los pilares que nos sostienen
como seres humanos: la familia y los hijos

En las casas donde los trabajos no son tan bien remunerados y por ende, inevitablemente tienen
que trabajar ambos padres, busquemos cómo maximizar esos tiempos con nuestros hijos. Pongamos en
la agenda ese día y hora especial para ellos y hagamos cosas divertidas. Busquemos equilibrar las
distintas áreas de nuestra vida que he expuesto anteriormente.

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8.4.- Aniquila el MIEDO que te acecha
PARA ESTE TEMA ME GUSTARÍA tomar una frase de alguien importante en la historia. Sus palabras
fueron dadas a conocer hace muchos años, pero pueden aplicarse a todos los días de nuestras vidas.

Usted gana fuerza, valor y confianza con cada experiencia en la cual usted se detiene y mira al miedo a
la cara. Ya que luego de esto usted es capaz de decirse a sí mismo: "He superado este terror. Ahora
puedo enfrentarme a lo próximo que se me venga”. - Eleonor Roosevelt

Sin lugar a dudas este sentimiento es un arma de dos filos. El miedo mata, congela, nos paraliza,
sí, no nos deja avanzar. Es una cadena de experiencias negativas que no sabemos cómo enfrentar o
vencer. Existen muchos tipos de miedos: a las alturas, a las arañas, al agua, a los truenos, pero el que
más nos debe ocupar es el miedo a nosotros mismos, a triunfar, a ser mejores, a lograr lo que queremos,
buscamos o deseamos.

El miedo es el principio del fin porque abre la puerta a muchos otros problemas. Un niño con
miedo es una hoja en blanco, una esponja que puede absorber otros conflictos, distanciamientos,
aislamiento, fobias, alergias.

Me encanta la frase que dice: “La sombra de la cruz es más grande que la cruz” porque me
refleja cómo los miedos se ven muy grandes, como esa gran sombra. Sin embargo, cuando vamos
caminando hacia ese miedo, éste se va haciendo más pequeño, toma sus dimensiones reales y cuando
estamos cara a cara no nos queda más que enfrentarlo. Cuando digo eso pienso en el niño que está en su
cama, con miedo a la oscuridad. Por más que se tape con la sábana, su mente siempre lo tendrá con
miedo, pero cuando se decida a levantase y prender la luz, verá que no hay ningún monstruo. Es
entonces que podrá avanzar.

¿Cuántos miedos estamos dispuesto a enfrentar?

En los últimos años, el estudio de las bases neurobiológicas del miedo se ha centrado en una
región cerebral concreta: la amígdala, una pequeña estructura alojada en el seno del sistema límbico
(nuestro “cerebro emocional”). Esta área desempeña un papel clave en la búsqueda y detección de
señales de peligro.

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NO OLVIDEMOS: El miedo genera ansiedad y dolor.

Son cientos las historias que he conocido a través de mi carrera donde por miedo la gente ha
dejado pasar sus mejores años: “Yo quería ser pianista, pero me daba pavor quedar en ridículo”, “pude
ser piloto, mas no me animé a dejar solos a mis papás”, “me encantaba pintar, sin embargo, mis
hermanos me ridiculizaban por lo que pintaba”.

En fin, no terminaría de comentar todos los casos que conocí: mujeres, hombres, niños,
adolescentes, a todos les sucede en alguna etapa de la vida, por eso dicen que el cementerio es el lugar
donde más tesoros escondidos hay sobre la tierra: tesoros, logros, artistas, inventos que nunca
sucedieron por miedo.

En los últimos años algunos psicólogos han dado un giro importante al miedo, lo han
empoderado como un aliado, no como un enemigo. Si bien el miedo nos paraliza, también nos advierte,
nos previene de situaciones peligrosas. El miedo a triunfar es uno, pero el miedo a no hacerlo es más
fuerte. Si no hacemos bien las cosas dependeremos de terceras personas. Al hacerlo bien, dependeremos
de uno mismo. Eso cambia la perspectiva, el funcionamiento de las cosas. Un amigo me decía hace
tiempo: “Qué miedo me da no tener dinero, qué miedo llegar sin la comida a la casa, o no poder invitar
a mi esposa a cenar, por eso me esfuerzo en mi trabajo. Sé que no podría soportar esa situación”.

Ese es el miedo bueno, el que nos mueve a ser mejores, a darlo todo, a intentarlo una y otra vez.

Propongo contestar las siguientes preguntas con toda calma y reflexionar el precio que hemos
pagado por permitir que el miedo entre en nuestra vida y lo que estamos dispuestos a hacer para
cerrarle las puertas y que salga de nuestra vida

¿Qué harías si no dejaras entrar al miedo?

¿Qué haz perdido por permitirle al miedo entrar en tu vida?

¿Qué situaciones pasadas te habrían gustado enfrentar?

¿Cómo sería esa historia si le hubieras cerrado la puerta al miedo?

¿Qué hay detrás de el miedo?

¿Cómo te ha afectado el abrirle la puerta al miedo en mi vida?

¿Cómo te ha afectado en tus relaciones, pensamientos y emociones?

106
Me gustaría terminar este tema con esta antiquísima reflexión:

Los más valientes son seguramente aquellos quienes tienen una visión clara de lo que está delante de
ellos, la gloria y el peligro uno al lado del otro y, aun así, no se resisten a irse a encontrar con ellos. –
Tucídides.

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8.5.- tiro la piedra y escondo la mano ¿A quién le echo la culpa?
LA CULPA APARECE CUANDO SOMOS demasiado duros o críticos con nosotros mismos. Pero hay
otro tipo de culpa que es la que le echamos a los otros para evadir nuestra responsabilidad.

Se podría considerar como un sistema de defensa al hecho de que el ser humano busque
culpables: acciones, personas, sentimientos situaciones. “La familia del niño señala que su conducta fue
por culpa de sus compañeros más grandes”, “sí he sufrido mucho acoso por culpa de los medios de
comunicación: señaló el actor antes de dejar el aeropuerto”, es una imputación que nos ayuda a esconder
el verdadero fondo de las cosas. Cuando desaparecemos la culpa, nace la verdad, lo que nos mueve, lo
que nos sucedió en realidad.

Todos hemos escuchado la frase: “Él o ella me hace enojar”. Incluso nos echamos la culpa de
nuestras emociones o sentimientos. En algunas conferencias les pregunto a los asistentes qué pasaría si
les doy cinco minutos para que me hagan enojar y les pregunto ¿creen que me harían enojar? La verdad
es que si yo soy dueño de mis sentimientos, de mí dependerá si les doy el poder para engancharme y
acceder a esa discusión o sentirme mal. Pero eso sucede cuando no sabemos bien quiénes somos y
entonces pensamos que lo que dice el otro es lo que soy. Algo que nos puede servir para no
engancharnos en este tipo de situaciones es entender que no tenemos nada que defender ni nada que
demostrar. Ya que vivimos en un mundo interpretativo y eso nos hace discutir horas y horas para
defender nuestra “verdad”, el problema es que el otro ve el mundo de una manera distinta, él tiene su
“verdad” y de ese modo nunca llegaremos a nada.

Echarle la culpa a los otros nos impide nuestro crecimiento personal, sin embargo así se nos ha
enseñado desde nuestra epistemología: todo como causa o efecto tal cual como A + B = C sin darnos
cuenta de las pautas circulares. Esto lo podemos ver muy claro con un niño que le dice a su mamá que
un compañero le pegó. La mamá va a la escuela preguntando que si no tienen control con los niños o
que si las maestras no están bien capacitadas, pues han golpeado a su pequeño. Sin embargo, no se da
cuenta que fue lo que hizo antes su hijo para que el otro le pegara. Es increíble cómo podemos encontrar
que el otro sólo se defendió, que el otro ya estaba harto de que se burlara de él, que él le pegó primero.
El cuento de nunca acabar.

En el consultorio he notado y conocido la maldad en muchas personas. Esos actos reflejos o


premeditados que nos perjudican o perjudican a otros. Afortunadamente son contadas las personas que
procuran accionar ese sentimiento solamente por placer, pero todas pueden ser tratadas con diferentes
terapias. Este tipo de individuos necesitan ser apoyados, escuchados, comprendidos para que cambien o
empiecen a modificar ese tipo de actitudes.

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La otra parte de la culpa es la que vamos cargando en la espalda. Esas culpas por no ser según
nosotros un buen padre, madre, esposo, esposa, alumno, hijo, hija, trabajador, jefe, etc. Todas estas
culpas tienen que ver con el otro y la mayoría de las veces no se externan, por lo que es tan difícil de
quitar. Por ejemplo, recuerdo a Laura, una paciente que era madre soltera que trabajaba arduamente para
sacar a su hijo adelante, pagar renta, luz, agua, colegio, comida, ropa etc. Sin embargo, ella se sentía
muy mal porque su hijo después de la escuela se iba con su abuela y ella sentía mucha culpa por ser
“mala madre”. Lo que ella no podía ver era que era una excelente madre, tan responsable que trabajaba
muy duro para que nada le faltara. Sin embargo, nunca se lo decía a su hijo porque pensaba que eso le
podía restar autoridad ante él.

Pero cuando se lo compartió ella aligero su carga. Para sorpresa de ella, su hijo Luis le contestó:
“Mamá, yo soy muy afortunado por tener la oportunidad de todos los días convivir con mis abuelos y
aparte en las noches tengo la fortuna de tener un encuentro tan cercano de madre e hijo, solos tú y yo,
sin que nadie nos distancie. Si me dieran a elegir nuevamente qué madre quisiera que me tocara, sin
dudarlo optaría por ti porque eres simplemente la mejor mamá del mundo”.

De esta manera vemos cómo a veces hablar las cosas con el otro nos ayuda a ir dejando esa
culpa atrás. Como lo he comentado anteriormente, lo más importante es que empecemos a perdonar y a
entender que todo lo que vamos haciendo en nuestra vida es la mejor opción que vamos teniendo desde
nuestro entendimiento, experiencia, contexto, etapa de vida etc. Independientemente del desenlace de
dicha decisión tomada. Por ejemplo, en el ámbito empresarial un empresario que decide invertir en
acero para su fábrica porque especula que dentro de un par de meses subirá mucho el precio y le apuesta
todo. Claro está que en ese momento y bajo esas circunstancias él creía que lo mejor era invertir y pedir
prestado para comprar muchas toneladas de acero. Sin embargo, puede ser que el desenlace sea otro,
que haya pasado algo en el mercado internacional que derribe el precio y genere pérdidas considerables.

Alguna vez escuché que todo en la vida lo hacemos por amor o por miedo. Quien hace una
maldad, quien ofende, quien agrede ¿cómo puede ser juzgado sabiamente? Pues esto nos lleva a ver que
toda acción tiene algo positivo. ¿Qué quiere decir esto?, que toda conducta al final de cuentas busca
algo positivo, por ejemplo, una persona que al enojarse azota la puerta. Si vemos el hecho aislado lo
calificamos como algo malo, sin embargo, la ganancia de esa persona es que de esa manera descarga su
ira. Pero ojo, no estoy diciendo que esté bien, sino que a nivel inconsciente o consciente hacemos cosas
no del todo buenas para ganar algo, como aquel niño que se enferma inconscientemente para tener la
atención de sus padres.

Si reaccionamos con prontitud nos equivocaremos, pero si vamos o nos atrevemos a ir más al
fondo de las cosas, entenderemos qué es lo que sucedió en realidad. Entonces preguntémonos ¿cuál es el

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origen de todo, del miedo, de la culpa, del rencor o la maldad? ¿En dónde radica, en donde nace la
maldad de otra persona? Hasta qué punto se siente culpable de algo que haya vivido o hecho y no pueda
dejarlo atrás. ¿Cómo puedo ayudarlo a que supere eso? A que perdone esa etapa de sufrimiento y
confusión. Todos merecemos vivir libres sin culpa.

“PERDONA y viaja sin exceso de equipaje el viaje de tu vida”.

Oliver Chávez

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8.6.- No mates el PRESENTE
HACE ALGUNOS AÑOS ESCRIBÍ UNA frase que dice: “Lo difícil de la vida no es vivir, sino
atrevernos a vivir como realmente queremos”. Eso sí que es complicado. Decidir qué queremos hacer
con ese presente, qué cosas tenemos que soltar, qué personas tenemos que dejar para vivir nuestro
presente. Quizá nos gustaría vivir en la playa y llevamos años añorando que en un futuro la vida nos
lleve ahí por azar del destino, pero no nos damos cuenta que no tenemos la vida comprada y que si uno
no toma esas decisiones, no llegará nunca el momento. Porque quizás lo estamos postergando por
algunos miedos inconscientes que nos están paralizando. Y claro que no digo vivir sólo el presente, es
importante ir previendo nuestro futuro, pero que eso no sea motivo para ir matando nuestro presente, ya
que en nuestro presente está nuestro latido de corazón, nuestra respiración, la alegría, el dolor, la
esperanza todo sucede en nuestro presente. Si entendiéramos que la vida simplemente es lo que es
ahora, estoy seguro que la vida sería totalmente diferente a como la vivimos.

Es importante tomar del pasado aquellas lesiones y aprendizajes que nos lleven a vivirla de
mejor manera, a protegernos de las amenazas del entorno. Sólo de esa manera es válido voltear a ver el
pasado para tener precaución hacia lo que viene. En teoría sería como el retrovisor de un carro: sólo hay
que verlo de vez en cuando para estar alertas.

Con el futuro vale la pena ir haciendo un proyecto de vida e ir poniéndonos las metas que
queremos, pero con equilibrio para que también podamos ir disfrutando el camino hasta llegar a eso
algunos llaman meta, sueño o éxito.

La clave de este punto para soltar el pasado y futuro y empezar a vivir al máximo nuestro
presente es la ACEPTACION de lo que tenemos y con eso no me refiero a ser mediocre, pero sí estar en
el aquí y ahora, que es lo que tenemos en ese momento. Y eso no nos limita a seguir avanzando y
luchando por lo que tenemos. No olvidemos que el pasado no determina nuestro destino, pero nuestras
acciones del hoy, sí.

Permitámonos vivir cada emoción o sentimiento. Si estás pasando por un momento de dolor,
lloremos. Es mejor que eso fluya y lo saquemos a que se quede adentro de nosotros y nos lleve a vivir
una depresión profunda, una enfermedad o vivir en amargura. Es como una botella de agua, es mejor
que esa agua fluya y se vaya. No olvidemos que las lágrimas también purifican nuestro espíritu y si esa
agua se quedara ahí, pasaría como con los charcos de agua estancada, esa agua se echa a perder y huele
mal. Lo mismo pasa con esas emociones, pues las emociones no se pueden controlar. Es un gran error
pensar de esa manera, al contrario mientas más pensemos en bloquearlas, más poder les damos. Pasa
como cuando tenemos insomnio. Estamos pensando “no me puedo dormir, no me puedo dormir” y no
dormimos. Pero en cuanto dejamos de pensar en eso, nos quedamos dormidos. Lo que sí podemos

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dirigir es precisamente pensar qué acción sería la más adecuada para esa emoción, Por ejemplo, yo no
puedo evitar sentirme enojado, pero sí puedo decidir qué hacer con mi enojo. Y todo esto sucede en
nuestro maravilloso presente.

Quiero que reflexionemos en la palabra PRESENTE; a un regalo también se le llama de esta


manera. Es justamente con lo que quiero que nos quedemos, con este PRESENTE, que es el regalo que
Dios nos está dando, el universo, la vida. Muchas veces no aprovechamos este regalo que es el vivir
aquí y ahora.

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8.7.-Elimina tus creencias limitantes
UNA CREENCIA LIMITANTE es una información que almacenamos en nuestro cerebro de forma
consciente o inconsciente, Es algo que escuchamos, una sentencia que asumimos como cierta, la damos
por buena, pero en realidad desconocemos cuál es el origen de esa experiencia o afirmación. Sin
embargo, esta creencia nos impide avanzar en nuestra vida. Aquí algunos ejemplos:

Hay algunas creencias de merecimiento, de poder y de capacidades que tienen que ver con el “no
merezco”, “no puedo, o no soy bueno para…” como lo compartí en la parte de la envida , Sin embargo,
hay miles de creencias que tenemos muy infundadas por nuestra cultura, padres, amigos, etc.

—Todas las rubias son menos inteligentes que las morenas.

—La gente de color tiene un hedor diferente.

—Los viernes son el mejor día para comprometerse a algo.

—Los coches japoneses son los mejores.

—Si te casas a fin de mes, no podrás embarazarte en varios años.

—Los pollos que tienen el pico oscuro son buenos para el caldo.

—Si te levantas con el pie izquierdo tendrás un mal día.

—Si pasas por debajo de una escalera sufrirás un accidente.

—La gente de dedos cortos no es buena para la música.

—Los trabajos de hoy no me permiten desarrollarme adecuadamente, me siento acosado.

—Soy demasiado viejo para intentarlo.

Algunas de estas creencias pueden inclusive causarnos risa, pero otras confundirnos,
molestarnos. Entonces yo pregunto ¿cuáles son nuestras creencias limitantes?, ¿qué información o
herencia negativa nos dejaron nuestros padres o abuelos?

Hay muchas historias alrededor de los usos y creencias limitantes, lamentablemente éstas
pueden impedirnos crecer, aprender o desarrollar algunas de nuestras habilidades.

Algunos de los artistas y personajes más importantes del mundo sufrieron ese tipo de creencias. Hay una
lista sorprendente: Walt Disney, Oprah Winfrey, Lady Gaga, Taylor Swift, Vincent Van Gogh, Albert
Einstein, Charles Chaplin y la lista podría seguir. Estas personalidades fueron discriminadas por su

113
condición física, su apariencia, su forma de hablar, estatura y condición económica. Entonces, la tarea
sería estar dispuesto a cambiar nuestras creencias limitantes para que todo empiece a cambiar a
nuestro alrededor.

…Quizás tuvimos una sola mala experiencia con algo pero bastó para determinar que será siempre
así.

Algo muy importante es entender que nuestras creencias son más importantes que la realidad, ya que
buscamos cómo validarlas y afirmar en nuestra mente diciendo: “Ya ves, tenía razón”, “qué te dije”, “te
lo dije”. En una ocasión un hombre murió a causa de su creencia. Era un hombre de aproximadamente
40 años que estaba revisando un contenedor de un tráiler con refrigeración. Se quedó encerrado y nadie
lo escuchaba; estaba seguro que el sistema de refrigeración estaba prendido y que si no hacía algo
rápido acabaría con hipotermia. Cada vez sentía más y más frío y, lamentablemente, cuando llegó
alguien a revisar el contenedor el hombre se encontraba sin vida. La autopsia reveló que había muerto
por hipotermia. Se dieron cuenta también que eso era imposible, pues estaba desconectado el sistema de
refrigeración.

Otro caso que me gusta compartir es el de un corredor jamaiquino que rompió un record
mundial de los 100 metros. Lo hizo en muy pocos segundos sin embargo fue toda una noticia en los
periódicos. Los medios hablaban de este fenómeno, incluso había médicos que decían que era casi
imposible que estuviera vivo que con esa velocidad, que con esos tiempos a cualquiera le podía explotar
el corazón, que eso era simplemente imposible. Así las personas veían este récord como algo imposible
de superar y que si lo superaban podrían morir por el esfuerzo. Pasaron 10 años sin que nadie rompiera
esa marca hasta que un joven corredor lo superó. En ese momento se rompió la creencia limitante que
era “si superamos la marca moriremos de un infarto”. Posteriormente, muchos atletas siguieron
superando ese récord.

¿Cuántas cosas nos hemos creído y no han impedido avanzar y romper nuestros propios récords?

A continuación quiero proponer unos consejos básicos para eliminar nuestras creencias limitantes:

1. Localizar el pensamiento o creencia limitante. Es necesario identificar en concreto qué creencia


limitante queremos cambiar. Para dar una pista, están siempre detrás de algún comportamiento que

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queremos cambiar y para encontrarlo cabe la pregunta: “¿Por qué he hecho esto?” o “¿Por qué
mantengo este hábito? ¿por qué no puedo avanzar?”

2. Debemos tomar consciencia de los resultados que hemos logrado con ella. Para saber si es una
creencia limitante es necesario saber qué consecuencias tenemos pensando eso. ¿Qué nos estamos
perdiendo? ¿Qué estamos ganando pensando eso? ¿En dónde la aprendimos?

3. No dudar de nuestra intención positiva: ¿Qué hay de bueno en esa creencia que hace que
mantengamos ese pensamiento? Seguro que en algún lugar y en algún momento ese pensamiento
tuvo un beneficio. Puede ser que nos protegiera de algún peligro, quizá de no hacer el ridículo…
Es importante saber qué intención positiva tiene nuestra creencia limitante antes de cambiarla.

4. Elegir un nuevo esquema de pensamiento, algo que nos empodere. Tiene que tener la misma
intención positiva que la creencia limitante anterior. Si la anterior creencia quería protegernos, es
necesario que la nueva creencia potenciadora mantenga la misma intención protectora.

5. Remplazar las creencias viejas por las nuevas y prácticas. No hay más secretos: sólo con la
práctica y con la repetición se lograrán conexiones neuronales suficientes para que el nuevo
pensamiento se asiente y dirija nuestra vida. Es necesario pensar de manera consciente la nueva
creencia durante un tiempo hasta que se vuelva inconsciente y automática y guíe nuestro
comportamiento de ahora en adelante.

Me gusta utilizar la siguiente frase para mostrar el poder que tiene en nuestra vida si la aplicamos como
yo la he aplicado en mi vida personal y profesional.

“En la medida que creemos en lo que queremos, en esa medida logramos lo que queremos”

Oliver Chávez

Cuida tus pensamientos porque se convierten en tus palabras.


Cuida tus palabras porque se convierten en tus acciones.
Cuida tus acciones porque se convierten en tus hábitos.
Cuida tus hábitos porque se convierten en tu carácter.
Cuida tu carácter porque se convierte en tu destino.

Mahatma Gandhi

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Ejercicio: Todos los días anota y completa las siguientes frases con el primer pensamiento que te
llegue a tu cabeza, estoy seguro de que tus días no volverán a ser igual, una vez que ya tengas
completadas las oraciones piensa en la acción concreta que harás ese día para lograrlo o dar el
primer paso para eso que tú mereces, puedes y eres capaz

YO MEREZCO…

YO PUEDO…

YO SOY CAPAZ…

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8.8.-Deja de competir con los otros “Tú eres más chingón”.
DESDE HACE MUCHOS AÑOS las comparaciones son algo de lo más común. Todo el tiempo la
gente suele estar comparándose con alguien más: un amigo, un familiar o con quienes vivieron en el
pasado. Es importante señalar que es algo muy dañino, porque denigra constantemente nuestro valor
personal, nuestras ideas y pensamientos. Desgraciadamente esta práctica puede ser recurrente por parte
de los padres.

—“Es que Roberto saca mejores calificaciones que tú.”

—“Con Patricia nunca teníamos problemas de esta índole.”

—“Sí fueras como tú hermano yo estaría más feliz.”

—“Qué tan difícil puede ser que te portes como él.”

Es clave para nuestro desarrollo personal que dejemos a un lado esa pésima actividad mental,
esos pensamientos y sentimientos complicados que no nos llevarán a ningún lado. Si la gente canalizara
esa energía en otro destino, viviríamos mucho mejor, más tranquilos, centrados en lo que hacen bien y
lo que han superado cada día. Porque no hay ningún competidor más importante que uno mismo y es en
contra de uno que debemos de competir, de luchar, no con nuestro amigo, no con nuestro hermano, no
con nuestro papá o algún primo, porque las condiciones de cada uno han sido DIFERENTES.

¿Cómo saber por qué en otros han funcionado sus decisiones y las propias no?

Es prácticamente imposible determinarlo porque los tiempos, las condiciones, las ideas, los apoyos
de cada individuo son completamente distintos, e inclusive si fueran iguales el resultado pudieran variar,
porque las respuestas personales también son diferentes, hay motivos y reacciones individuales.

Lo más importante y con el único que tenemos que competir es con nosotros mismos para que
eso nos ayude a ser mejores personas, a madurar, crecer, expandirnos, evolucionar. El creer en exceso lo
que los demás dicen de nosotros puede ocasionar estas tres cosas:

1.- Se nos compara con lo negativo y eso nos quita poder en nuestra vida ya que quizá vamos a
estar pensando en por qué no somos tan buenos, fieles, trabajadores, chistosos, amigueros, estudiosos,
deportistas. Y eso lo único que hará es que nos fijemos en lo que nos falta y no en lo que en realidad
poseemos, que son miles de cosas que nadie tiene. El conocimiento de uno mismo se logra
cuestionándonos quiénes somos en relación con los otros. Me encanta que la gente se cuestione quién
es en relación con los otros, en relación consigo mismo, en relación con Dios, con la pareja. Y así

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podamos ir descubriendo todos nuestros talentos que estoy seguro son grandiosos. El problema es que
a veces uno no se los cree pero ya es tiempo de empezar a creer en uno mismo, pues es la única
manera de avanzar.

2.-Es muy cansado competir con los otros, tanto que se convierte en una lucha constante entre
nosotros que nos quita la tranquilidad, la paz en nuestras vidas. Si nos propusiéramos competir con los
mejores nadadores creo que aunque pasáramos toda la vida entrenando, sería muy complicado. Es más:
tendríamos que renunciar a nuestra vida y ponernos a entrenar como ellos lo hacen. La vida nos va
dando lo que necesitamos para ir creciendo, nos da los retos que podemos superar y recompensa nuestra
perseverancia

3.-Cuando nos ponen en una posición de ventaja: en esta parte uno es el bueno, el grande, el
ejemplo de otros. Y eso nos pondría en un pedestal que a veces hace daño, ya que va en contra de
nuestra humildad, alimenta nuestro ego, nos aleja de los otros, pues a todos los veo por abajo y me
llevará sin lugar a dudas a vivir en soledad. Cada uno de nosotros es diferente y posee distintas
cualidades y, sobre todo, tiene el reto de ir haciendo crecer sus talentos, pero lo más hermoso es
ponerlos al servicio de los demás. De qué sirve ser el mejor médico si no lo utilizamos para ayudar a
los otros.

Hay un personaje célebre, Benjamín Franklin, quien un día se dio a la tarea de escribir lo que para él
eran los puntos más importantes sobre los cuales debería regir su existencia. Las virtudes fueron
extraídas de la obra Autobiografía y escritos escogidos de Benjamín Franklin.

1. Templanza. No comer hasta el hartazgo ni beber hasta la exaltación.

2. Silencio. No hablar más de lo que fuera útil para los demás y para uno mismo. Evitar las
conversaciones insustanciales y frívolas.

3. Orden. Dar un lugar a cada cosa y asignar un lapso razonable a cada ocupación.

4. Resolución. Resolver lo que se debe hacer y hacer sin falta lo que se resuelve.

5. Frugalidad. No hacer gastos que no beneficien al prójimo y a uno mismo; no desperdiciar nada.

6. Laboriosidad. No perder tiempo. Estar siempre ocupado en alguna labor útil. Suprimir las
actividades innecesarias.

7. Sinceridad. No valerse de engaños perjudiciales. Pensar con buena fe y justicia y hablar con la
misma intención.

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8. Justicia. No dañar a nadie ni injuriarlo. No negar los beneficios de que uno sea deudor.

9. Moderación. Evitar cuidadosamente los extremos. No resentirse por las injurias más de lo que éstas
merezcan.

10. Limpieza. No tolerar la suciedad en el cuerpo, ni en la ropa, ni en la casa.

11. Tranquilidad. No preocuparse por tonterías o accidentes comunes e inevitables.

12. Castidad. Usar los placeres del sexo solamente para regular la salud o crear una familia; nunca por
lujuria en perjuicio de la paz y reputación.

13. Humildad. Imitar en lo posible a Jesús y a Sócrates.

El último punto no salió de él, fue sugerido por su amigo George Washington. Franklin
agradeció la aportación, incluso estuvo de acuerdo con ella; después de varios años se volvieron a
encontrar. Cada uno había tomado un rumbo distinto, pero los ligaba la política. Franklin había abogado
por su estado Pensilvania siempre, fue un editor importante, aunque muchas personas lo ligan más con
sus descubrimientos científicos. Era el tiempo en que la gente quería elegir al primer presidente en los
Estadios Unidos. Quien llevaba la delantera en el gusto popular era Benjamín Franklin, un hombre muy
respetado, inventor, un dechado de honestidad, paciencia e iniciativa. No le disgustaba la idea, le
apasionaba ayudar a otros y el puesto que le ofrecían era sin lugar a duda el mejor para lograr eso. Sin
embargo, no estaba contento, había llevado con orgullo y determinación sus virtudes, excepto una.

Entonces buscó a uno de sus mejores amigos, George Washington y le ofreció el puesto.
Washington se sorprendió ante la propuesta.

—No pude llevar todas mis virtudes al pie de la letra, me sirvieron para ser un mejor hombre,
pero para ser presidente necesito una que no sentí mía. La humildad, esa tú me la propusiste porque tú
eres así y yo no. Tú la sientes, la llevas contigo, por eso creo que eres la mejor persona para este país –
confesó Benjamín a su amigo.

Así fue como George Washington, de Virginia, asumió la presidencia de los Estados Unidos y
es considerado “el Padre de la Patria” junto con John Adams, Benjamín Franklin, Alexander Hamilton,
John Jay, Thomas Jefferson y James Madison.

Nos sucede a todos lo mismo: lo que no sentimos, algo en lo que no creemos, muy difícilmente lo
podremos superar, lo podremos lograr, porque SOMOS SERES INDIVIDUALES, con razonamientos
INDEPENDIENTES y únicos, no funcionamos bajo una misma receta. Es algo así como las medicinas,

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en cada uno manifiesta los resultados de una manera diferente. Esto es, dos pacientes pueden quejarse
de que tienen dolor de cabeza, ambos tomarán la misma medicina, aspirinas de 400 gramos, a uno se le
quita el dolor por completo, el otro no siente una gran mejoría.

Un ejemplo claro de esto puede ser lo que sucede con los corredores de maratones o las carreras
de F1. Una persona que corre en cualquier competencia puede comparar sus tiempos con otros
compañeros. Es un arma de doble filo: o nos empuja a mejorar nuestro desempeño o nos desanimamos
por no lograr récords similares. Sin embargo se deben de tomar en cuenta muchas cosas para poder
entender eso: la historia de cada participante, capacidades distintas en el cuerpo y en los motores,
suspensión, llantas, hasta en los zapatos tenis que utilizan. En cambio, si el “combate” es contra nuestras
propias marcas y tiempos, podemos encontrar razones suficientes para motivarnos y cada avance que
tengamos nos motivará, así sean cinco segundos, dos minutos, diez o treinta, ¡qué importa! Lo principal
es que nos superamos.

NO LO OLVIDEMOS: ¡La mejor competencia es contra uno mismo!

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8.9.- Escapa de las personas destructivas, negativas, y tóxicas
ESTE COMO OTROS es un tema complicado porque se involucran muchos sentimientos y
contradicciones. Es bastante normal que con el paso del tiempo vayamos ampliando nuestro rango de
amistades, nuestro círculo se va haciendo cada vez más grande: en la escuela, en la colonia donde
vivimos, los amigos, compañeros de trabajo. Habrá gente que nos caiga bien y otra que no sea de
nuestro total agrado, pero con quienes nos vemos forzados a convivir, sea nuestro jefe, algún superior,
maestro o gente cercana a ellos. A veces hasta la secretaria que nos debe de atender en el colegio o la
universidad puede ser una persona “complicada”, que no nos agrade, pero que durante tres o cuatro años
tendremos que saludar, ver o preguntarle situaciones referente a la carrera, eventos, pagos, etcétera.

Las actividades y gustos de todas las personas que nos rodean muchas veces pueden ser afines a
nuestros propios gustos y compromisos, más no siempre puede ser así, lo cual es lógico y aceptable. La
diversidad de pensamientos también va creciendo, sin embargo en toda esa gama de personas que nos
acompañan en el día a día, suelen existir algunos participantes conflictivos, haciendo críticas constantes
de lo que hacemos o dejamos de hacer. Nos cuestionan de una mala manera, nos agreden veladamente
bajo ese “sello” de ser amigos o compañeros.

“Las personas negativas siempre tienen un problema para cada solución”.

Las malas compañías tienen muchas facetas, diferentes tarjetas de presentación. Existen relaciones que
se vuelven destructivas implican cierto grado de codependencia. He conocido parejas y amistades que
viven en esas condiciones, en una pelea constante, se hieren y alejan, para poco después buscarse
nuevamente. Al paso de los días o las semanas se vuelven a hacer lo mismo. Esto no sólo se da entre un
hombre y una mujer, también entre hermanos, primos, parientes cercanos con los que convivimos
frecuentemente. Incluso los padres pueden representar ese lazo de contrariedad que nos mantiene
atados. Por eso es importante identificar bajo qué situación nos encontramos o se encuentran y quiénes
de ese amplio catálogo de supuestas “amistades” pueden ser identificados como alguien nocivo para
uno, para nuestro entorno.

Lo complicado en algunas relaciones es que ya tenemos un chip de cómo tienen que funcionar y
eso hace que difícilmente podamos salir de esa relación. Por ahí dicen: “Qué madre no quiere a sus
hijos”. Pero lo he que visto en mi experiencia profesional es que hay madres que lastiman mucho a sus
hijos de manera consciente o inconsciente, enredados en juegos relacionales patológicos. Ahí es donde
tenemos que ir poniendo límites y retirarnos de aquellas personas tóxicas en nuestras vidas.

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Primero debemos analizar bien cuál es la decisión que queremos tomar. Hay básicamente dos
caminos: o alejarnos en definitiva de la persona o cambiar la modalidad en que nos relacionamos. Sobre
todo poner límites claros sobre qué nos gusta y qué no en esa interacción y revisar profundamente qué
está sucediendo entre ambos. Lo mejor sería hablarlo de frente y que ambos aceptaran que algo no está
funcionando correctamente, que se están haciendo daño, están atrapados y podrían destruirse física o
mentalmente. Algo que no es nada recomendable si lo que buscamos es ser mejores, no peores seres
humanos. Es válido si la otra persona no reconoce la situación, ya que puede parecerle “normal” vivir
así, bajo ese yugo. Estará en ambos tomar la decisión y decir adiós a ese síntoma que afecta nuestro
desarrollo.

Pondré el siguiente caso verídico. Lamentablemente sucedió dentro del seno familiar: entre
hermanos. Al final expondré algunas preguntas para poder discernir qué hacer. Clara era la hermana
mayor de tres hermanos. Gonzalo era el que seguía de ella y al último estaba Javier. Los tres fueron
educados de una manera cercana, se les dio cariño por igual, los padres de los muchachos supieron
respetar sus individualidades y cada uno de ellos destacaba en algo distinto. Clara era buena para dibujar
y defender a los demás, era seria y exigente consigo misma. Gonzalo demostró ser el más creativo de los
tres, ágil en los deportes, sin embargo, tenía un carácter muy explosivo que lo metía en problemas.
Javier era el más tranquilo de todos, un estudiante destacado, mucho más reservado que sus dos
hermanos. Lo suyo era leer y viajar, había conseguido un puesto importante en una compañía
americana, lo que le dio mucha estabilidad. Los niños estudiaron en la misma escuela, prácticamente los
mismos maestros educaron a ambos.

Cuando eran niños tuvieron sus diferencias, principalmente entre los hombres. Clara era más
madura; ponía orden cuando debía y aconsejaba a Gonzalo a no ser tan problemático. Con el paso de los
años todos fueron definiendo su personalidad, se fueron casando, teniendo hijos y responsabilidades
distintas. Durante algunos años coincidieron en la misma ciudad, se juntaban para saludar a sus padres y
gozaban de los juegos de mesa, una buena comida o un magnifico vino, les gustaba cantar, aunque
Gonzalo criticaba los esfuerzos del esposo de Clara. Cuando tomaba volvía su personalidad explosiva,
eso lo fue apartando de las reuniones. Sabía que si tomaba se alteraba, ese año se divorció, perdió su
casa y regresó a vivir a casa de sus padres.

Eso metió en serios predicamentos a su mamá, porque no quería tener problemas con Clara ni
su esposo. Le gustaba que Javier la visitara, pero al estar Gonzalo viviendo ahí, la familia evitaba
encontrarse en ese lugar. El padre de Gonzalo decidió hablar con él, tratando de que entendiera el daño
que se estaba haciendo, no sólo a sí mismo, sino a todos los demás. Aceptó sus errores y prometió
cambiar. Lo hizo por un tiempo, sin embargo poco les duró el gusto. En el cumpleaños de la esposa de

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Javier, nuevamente el alcohol afectó el compromiso. Ofendió a un par de invitados y discutió con Clara;
ambos se reclamaron cosas sucedidas hacía veinte años. Se dejaron de hablar por más de cinco años; al
parecer todo volvió a la normalidad. Gonzalo se volvió a casar, tomó terapia durante un año y consiguió
un buen empleo.

Hace un par de meses el conflicto revivió, surgieron celos y competencias entre los hermanos.
El papá murió y las propiedades están en disputa, no se logran poner de acuerdo, Gonzalo ha peleado
con todos, buscando llevar ventaja con los abogados y sus conocidos. Clara vive lejos de su familia, le
pesa no poder estar con su madre, le duele no poder ayudarla, pero no quiere regresar ni saber nada de
su hermano. Javier es el único apoyo de la mamá, pero tiene miedo a las represalias por parte de su
hermano. Él no alcanza a comprender qué fue lo que le sucedió a su hermano, en qué momento se
fraccionó tanto la familia, la voluntad, la educación, el compromiso.

1.- ¿Cuál habría sido el error de los padres? (Si es que lo hubo, si no, explicar el porqué).

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2.- ¿Qué debería hacer Clara al ser la mayor? ¿Tiene más derecho que sus hermanos?

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3.- ¿Debería de intervenir alguien externo de la familia? ¿Quién?

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4.- ¿Si el padre no hubiera muerto, los problemas serían menores?

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5.- ¿La mamá se debe de apoyar en Javier o en Clara? ¿Por qué?

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Quiero compartir mi opinión acerca de estas preguntas que comúnmente se hace a las familias:

1- Los padres sienten culpa por la forma en que educaron a sus hijos. No olvidemos liberarnos de
eso. Siempre hicimos lo mejor en cada momento de nuestra vida.

2- A los hermanos mayores se les dan a veces mucho poder y compromisos, es una carga muy
pesada para muchos, sin embargo no nos damos cuenta que cuando somos adultos ya todos
somos mayores y ya no nos parece que el o la mayor siga dando órdenes porque ya estamos en
igualdad de condiciones. Sin embargo, hay otros casos que, a pesar de ser el o la mayor en
cuanto a edad en la familia, se invierten algunos roles y puede ser que el de en medio tome el
rol del hijo mayor.

3- En los problemas familiares es importante contar con especialistas ya que muchas veces se cree
que la familia puede con todo o la pareja. Sin embargo no es así. Si se hubieran podido
comunicar bien, llegar a acuerdos, solucionar sus conflictos, no habrían fracasado en tantos
intentos de solución y en este caso en particular, creo que es importante que intervengan
profesionales de manera integral, no solamente un abogado.

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4- En ocasiones nos la pasamos pensando en el hubiera y generamos historias que no nos sirven
para nada. Lo que hay es lo que se tiene y de ahí debemos partir a buscar la mejor solución para
todos.

5- La madre tiene que apoyarse con quien sienta más confianza y con quien comparta su visión,
cuidando siempre el no hacer alianzas en contra de los otros hermanos y quizá mantenerse un
poco atrás y permitiéndole a los hermanos encontrar la solución.

Las personas tóxicas en nuestra vida son aquellas que nos quitan:

• La tranquilidad.

• La esperanza.

• La pasión.

• La felicidad.

• El gozo.

• La armonía.

• La paz.

• Las ganas.

• La seguridad.

Al encontrar alguien así en nuestra vida, debemos hablar y poner límites. Si las cosas no cambian es
mejor retirarse con dignidad sin olvidar que estamos aquí en este mundo para ser felices. Y el tiempo
vuela.

De los casos más complicados es alejarnos de nuestros padres tóxicos ya que hay una verdad
dominante que indica que “la familia debe permanecer junta”, “si te alejas de tus padres, eres un
mal hijo”. Esto no nos permite alejarnos de eso que nos daña, pero en ocasiones debemos entender que
las personas no cambiarán y si cada que estoy cerca de mi padre o mi madre me hace sentir culpa, me
minimiza, me descalifica, me desconforma, me mete en problemas con los otros hermanos, etc. Es
mejor poner una distancia de por medio y con amor y gratitud poner esa distancia. OJO, esto no quiere
decir que no la amemos o lo amemos, que en algún momento que requieran de nosotros ahí estaremos
etc. Pero es entender que estar juntos nos hace daño y lo mismo pasa en la relación de parejas tóxicas.

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8.10.- No te tomes las cosas tan a pecho
AL TOMARLOS LAS COSAS PERSONALES le damos más poder al otro que a lo que en realidad
somos o creemos. Es curioso cómo es que hemos sido educados para complacer a los demás a costa de
dejar de ser nosotros mismos. De este modo le damos poder al qué dirán. Pensar que tenemos que
resolver todo, que tenemos que saber cuando nos pregunten.

Lo que a veces nos mueve a aferrarnos a defender nuestro punto de vista es nuestro ego, pensar
que tenemos que demostrarle al otro que está muy equivocado de lo que piensa de mí. Si me dice que
soy una persona aburrida, me esforzaré en demostrarle que no y me dolerá porque pienso que tengo la
razón. Qué pasaría si me preguntara ¿en qué momentos creo que soy un poco aburrido?, ¿qué estoy
haciendo para que él me perciba de esa manera?, ¿estoy cómodo siendo así? Este tipo de
cuestionamientos nos puede llevar a crecer y a avanzar.

En la vida hay mil motivos para cambiar de opinión respecto a una persona. De entrada, lo que
tenemos que evitar son las etiquetas. Estamos educados que en cuanto conocemos a una persona parece
que le hacemos un test de personalidad y ya sabemos cómo es, y pues esto nos engaña. Pensemos en el
sentimiento tan cambiante que hemos tenido con nuestras personas queridas y cercanas. En lo personal
recuerdo cómo cambiaba mi sentimiento acerca de mis padres cuando me regañaban o me consentían
comprándome algo. ¿Acaso no es la misma persona? Sin embargo, cuando me regañaba mi papá hasta
podía pensar que quería más a mi mamá y que ella sí era más comprensiva. Lo mismo pasaba cuando mi
mamá me regañaba, pensaba que mi papá era más buena onda y la situación ahí no termina. Hay
factores externos que nos van influyendo. No es lo mismo una persona que esté de vacaciones y pueda
tolerar más nuestras bromas, que alguien que tuvo un día muy pesado de trabajo y que por ende tendrá
muy poca tolerancia. Pensemos en cuál será su discurso respecto a esas bromas. Aquí propongo
reflexionar y hacer una distinción. Quizá el último nos gritará, nos pondrá un límite, nos insultara, etc.
Sin embargo, lo que tenemos que ir entendiendo es que no somos nuestras conductas, el problema es
pensar que somos eso que hicimos y nuestra mente lo procesa de esa manera: “ya no me quiere”, “soy
un estorbo”, “no aguanta nada”, “ yo sólo lo quería hacer reír”. Sin embargo, no distinguimos entre la
conducta y lo que soy yo. Lo mejor sería entender que lo que no le gustó de mí en ese momento fue una
acción en particular que fue una broma, pero él puede seguir queriéndome de igual manera y esta
confusión se aprende muchas veces desde casa. Todos hemos escuchado frases como: “Si no sacas diez
en la escuela ya no te voy a querer”, “si te portas mal ya no te quiero”.

Incluso nuestros estados de ánimo pueden orillarnos tomarnos las cosas no personales.
Pensemos en esta situación. Hay una persona que está muy feliz porque se acaba de ganar la lotería. ¿Le
importaría que alguien le dijera tonto? La verdad creo que se iría caminando por ahí, incluso hasta

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riéndose, porque tenía algo más importante que es su felicidad. En cambio, si esa misma persona la
acaban de despedir del trabajo y le gritaran lo mismo, las cosas cambiarían totalmente. Me gustaría que
fuéramos comprendiendo la capacidad de ir manejando esas emociones de manera que puedan salir más
rápido y poder estar lo antes posible en paz.

No olvidemos que lo que nos molesta del otro tiene que ver más con nosotros que con el otro,
asimismo lo que el otro nos pueda reclamar es tema que él tendrá que ir solucionándolo.

Tengo un amigo de la Universidad que durante un tiempo vivía bastante afligido. En todo momento le
notaba que estaba muy al pendiente por los problemas del país, el incremento de la violencia, la
disparidad de la economía, incluso hablaba sobre las repercusiones del dólar, mas no todo terminaba ahí.
También se involucraba con lo que le sucedía a sus amigos, la familia, la empresa donde trabajaba.
Seguramente por eso tenía tantas dificultades para dormir y poder disfrutar de las cosas más sencillas
del día. Platicando con él me di cuenta que la mayoría de las situaciones que nos rodeaban se las tomaba
demasiado personales, muy a pecho, como si él fuera en parte responsable de las cosas que sucedían a
nuestro alrededor. Recuerdo que hace algunos años lo cité en un café para hablar al respecto. Quise
hacerlo como amigos y no como si él fuera algún paciente. Lo noté angustiado desde que llegó, como si
al verme fuera a contarle algo de gravedad.

Bromeamos un poco acerca de alguna tontera de las redes sociales. Por un momento creo que su
mente logró apartarse de toda la carga negativa que traía. Fue entonces que le expliqué que estaba
preocupado por su actitud ante los problemas, las situaciones que estaba pasando, porque lo miraba
siempre angustiado. Su respuesta fue tajante y me dejó una gran reflexión: “Mi abuelo y mi papá son
iguales que yo”. Me quedé boquiabierto. “Todo el tiempo me preguntan cosas, parecemos la editorial
de algún periódico internacional”, me dijo contrariado.

Entonces profundizamos un poco más acerca de la situación. Él sabía que todo eso acumulaba
en su cabeza presión. A veces tomaba pastillas para dormir y padecía de arritmias. El asunto desde hace
algunos meses se había convertido en un problema de salud, estaba buscando cómo dejar de hacer eso,
pero no encontraba la salida.

Le comenté directamente, sin filtros ni especulaciones: “Amigo, no puedes tomarte todo tan a
pecho, vas a reventar”. Él agachó la mirada, reconociendo que el problema lo estaba rebasando. Así que
lo empecé a acompañar en el proceso. Hicimos algunas terapias y ejercicios, actividades sencillas e
inclusive varios viajes cortos los fines de semana. Logró salir de esa complicada situación, se alejó

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paulatinamente de casa de sus padres y de ciertas amistades, comenzó a llevar una vida más tranquila,
con menos asuntos en qué pensar. Después de un tiempo pudo recuperar el sueño y a su pareja.
Reconozco que ha sido un proceso lento, sin embargo, ahora sabe cómo dar prioridades, eso le ha
evitado problemas en su trabajo y con su familia. Aquí el asunto es que se van formando costumbres de
generación en generación. El patrón se hace repetitivo en muchos casos. Así como algunas
enfermedades son hereditarias, las costumbres también lo son, para bien o para mal.

Mi amigo aprendió a disfrutar las cosas, los pequeños detalles, a reírse de sí mismo. El gran
Juez que llevaba en su interior se relajó, encontró el camino adecuado para gozar responsablemente de
sus capacidades y limitaciones.

La experiencia de esa situación es que a veces sucede sin darnos cuenta, nos vamos cargando de
más cosas en nuestra espalda, culpabilidades, conflictos, falta de dinero, temores, chismes, ideas, y
cuando menos lo pensamos estamos saturados. Tengamos en cuenta que de ahí vienen varios problemas
de salud fuertes: infartos, derrames cerebrales, ataques de epilepsia o ansiedad, por eso siempre les
recomiendo a mis amigos, a mis pacientes:

Valorar (¿Por qué quiero hacerlo?)

Planear (¿Cuándo pudiera hacerlo?)

Meditar (¿Vale la pena el esfuerzo, el resultado?)

Seleccionar (¿Es importante, trascendente?, ¿qué beneficios obtendremos?)

La idea es aplicar esta sencilla regla a todas nuestras actividades, para ir canalizando los
sentimientos, el tiempo, el esfuerzo y que los avances que tengamos sean algo que nos deje una
sensación agradable en la boca, algo positivo, constructivo.

No olvidemos que no podemos controlar lo que los otros piensan de nosotros, lo que sí podemos
controlar es aquello con lo que queremos alimentar el cerebro para tener una buena autoestima y un
autoconcepto que nos lleve a vivir libres sin esas cadenas que damos a los demás para que nos lastimen.
Reflexiona cuántas de tus preocupaciones son realmente tuyas, ya que muchas veces más del 80% de lo
que nos preocupa o angustia no tiene que ver con nosotros.

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8.11.- Quitate tú MASCARA, en verdad es la más cara
TRATAR DE SER ACEPTADO en los diferentes círculos o actividades sociales a veces nos provoca
una situación bastante complicada, sobre todo para los jóvenes y los niños porque no han alcanzado la
madurez. Para ellos es algo trascendental el sentido de pertenencia. Muchos padres de familia están en
el dilema ¿cómo debo de actuar?, ¿cómo debo de comportarme para que mi hijo pueda “embonar”,
“agradar” a sus amigos?, ¿establezco reglas o me vuelvo más flexible para no tener problemas?
Mientras que los muchachos todos los días se preguntan ¿qué tipo de máscara debo de ponerme? ¿La
del feliz, la del enojón? ¿Quizás el respondón? No, mejor el buena onda, un poco “fresa” o el que todo
lo sabe.

Querer ser alguien más es malgastar la persona que en realidad eres

Marilyn Monroe.

En los últimos años los medios de comunicación se han encargado de marcar las enormes
diferencias entre las diferentes clases sociales. Eso ha complicado la inserción de miles de personas en
las escuelas, los colegios, las universidades. Esta tendencia es parte de una serie de eventos
desafortunados, incluso hasta traumáticos que pueden concluir en el fenómeno conocido como bullying
o acoso escolar.

El objetivo de quitarnos las máscaras es ser nosotros mismos y ser aceptados como somos, sin
pretender ser algo que no sentimos, necesitamos, deseamos o proyectamos. Cuando eso sucede las
personas se sienten libres, más confiados, más seguras de sí mismas. Se evitan meterse en “camisa de
once varas” como se dice coloquialmente, refiriéndose a que es poco conveniente complicarse la vida de
manera innecesaria.

Cuando la persona no entiende eso comienza a llenarse de mentiras, blancas y negras, tratando
de decir o hacer cosas que regularmente no practica, no procura. Los niños se pueden confundir al
emplear esas “etiquetas” con un sistema de autodefensa, evitando la realidad y la crítica de los demás.
Los temas pueden ser muy amplios, desde una situación económica, los gustos por la música, la comida,
los colores, las marcas, la colonia donde viven.

Lo que en realidad pasa es que cuando no somos auténticos pasa el efecto contrario. Las
personas empiezan a notarlo y dicen “ahí hay algo en él que no me late”. Existe el típico que a todo dice

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que sí, o el intenta quedar bien al no ser auténtico causando repulsión. Sin embargo, esas personas hacen
eso para ser aceptados pero sin darse cuenta que ocasionan lo contrario,

Es triste pensar que tenemos que ponernos una máscara para sentirnos importantes o valiosos.
Como si pensáramos que el ser como somos no es suficiente para ser aceptados y obtener amor, respeto
o amistad. Muchas veces pensamos en lo que los otros nos hacen y nos ofenden, pero no nos damos
cuenta que el mayor de los daños es discriminarnos a nosotros mismos. No olvidemos que no somos
perfectos, con todas esas virtudes y defectos. La verdad es que somos únicos e irrepetibles, que no
somos monedita de oro para caerle bien a todos. Es importante saber que las personas que tengamos en
nuestra vida de manera cercana son aquellas que merecen nuestro amor y amistad porque son ellas las
que nos aceptan tal cual somos y desde ese actuar auténtico es cuando nace la admiración de los otros, el
poder decir lo que pensamos, hacer lo que queremos y, sobre todo, poder vivir en plenitud espiritual.
Eso sólo se logrará cuando nos aceptemos y decidamos romper esa máscara que es la mentira de la
historia de nuestra vida, esa que hemos querido comprar.

Aceptación + humildad + eliminar el miedo al rechazo = quitarnos la máscara

No olvidar: Dentro de nosotros yace el ser más maravilloso y auténtico del mundo, uno
mismo, sin ninguna máscara.

“Pasamos la vida luchando para que los otros nos acepten y al final nos damos cuenta de que lo
más triste fue que nunca nos aceptamos nosotros mismos”

Oliver Chávez

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8.12.- Deja de quejarte, que eso no es un arte
ES ALGO BASTANTE COMÚN escuchar a la gente quejarse de todo, del transporte público, de la
inseguridad, de alguna materia, maestro, amigo o trabajo. Siempre existirán situaciones o personas que
son parte de una molestia constante, el gobierno y los servicios públicos o privados. Sin embargo, no
por ser “común” es que sea algo bueno. Ya lo vemos tan natural que lo aceptamos como un modus
vivendi (forma de vida), pero cuando le preguntamos a esa persona qué ha hecho para solucionar, para
cambiar esa situación, la mayoría de las veces se llenarán de excusas, de argumentos inválidos que no
conducen a ninguna parte o contestar NADA.

Quejarnos es sólo sacar a la luz nuestra frustración que nos impide solucionar la situación. Si
nos ponemos en el papel de víctimas no nos daremos cuenta de que nosotros podemos ser parte de la
solución. En ocasiones es vencer nuestro miedo, pagar el precio, esforzarnos o aceptar lo que no
podemos cambiar y entender que no podemos controlar todo lo que nos sucede.

Observemos que las personas que constantemente se quejan viven en los sentimientos “negativos” con
enfermedades, quizá hasta un bastón tienen. Si alguien dice que tiene una enfermedad rápido dicen que
ellos también, como dicen por ahí “hasta lo que no comen les hace daño” y no es raro entender que
nuestro sistema inmune, ante estas constantes emociones se deprime y es mucho más fácil estar
enfermo. El efecto contrario es procurar tener buena actitud y estar felices y agradeciendo todo lo que
tenemos, eso provoca que nuestro sistema inmune esté más fuerte y por consecuencia nosotros
estaremos más sanos.

Recuerdo una vez que me tocó volar desde la ciudad de Guadalajara a Tijuana. Era un vuelo
largo. Llevaba prisa y me tocó sentarme en el peor lugar de todos: hasta atrás y a un lado del baño.
Desde que supe dónde estaría comencé a quejarme internamente. El avión parecía estar lleno, así que
descarté pedir otro lugar a la aeromoza. El colmo es que tenía que trabajar, revisar una presentación de
una conferencia; tendría el tiempo, mas no contaba con que el lugar era inadecuado por lo limitado del
espacio.

Durante diez minutos después del despegue mi mente seguía descartando todas las
posibilidades, seguía mi voz interior quejándose con determinación –debí tomar el siguiente vuelo, no
debí de aceptar el lugar, porque no lo revise antes– en fin, mi enojo crecía.

De repente una parte de mi cerebro ¡detuvo todo! –¡Nada pierdes por preguntar, olvídate de
todo y actúa, muévete, ahí sentado no vas a arreglar nada!– reclamó esa voz dentro de mi cabeza –
¡Inténtalo!

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Entonces sucedió. Me levanté a buscar ayuda y me topé con una de las azafatas a medio avión.
De manera cortés le comenté el problema que tenía y dónde estaba sentado. La muchacha arqueó la ceja
y con el dedo índice me indicó dos lugares que estaban disponibles. De golpe le sonreí, regresé a mi
lugar por la mochila y fui a tomar el asiento que me había ofrecido, el que estaba junto a la ventana. Era
en una salida de emergencia, así que el espacio estaba amplio, no podía inclinar el asiento pero eso no
me importó, lo que necesitaba era completar la presentación. Saqué la computadora y trabajé sin
ninguna molestia el resto del vuelo. Al llegar a Tijuana le agradecí a Tere su ayuda. Ella se sonrojó.

¿Qué fue lo se pudo aprender de esto?

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Podemos escribir una experiencia similar a la mía.

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¿Cómo podríamos aplicarlo en la vida diaria?

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¿Mejorarían los resultados si aplicáramos correctamente nuestro aprendizaje?

SI _____ NO _______

¿Por qué?

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NO OLVIDEMOS. La vida es algo incierto; constantemente vivimos retos y cambios que no


esperamos, no todo lo podemos pronosticar, agendar, controlar.

PARA RECORDAR: Lo único que sí podemos manejar es la ACTITUD que tomemos hacia las cosas
que nos suceden. Podemos reclamar, quejarnos, gritar, argumentar, todo lo que quieran, pero si no
actuamos, si no accionamos nuestra mente, nuestro cuerpo, estamos siendo parte del problema y no de
la solución.

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NUEVE/ Ejercicio final ARPA

NO QUISIERA llegar al final de este libro sin proponer algunas dinámicas. Para ello tomaré el
ARPA que mencioné en el capítulo 3. Sin embargo, es hasta este punto donde propongo una manera de
aplicarlo en nuestra vida de manera más concreta. No olvidemos que el ARPA es la suma de cuatro
acciones básicas que han demostrado ser altamente efectivas en el tratamiento de los principales
problemas familiares.

Quiero aclarar que el ARPA se debe de hacer buscando una solución, un compromiso. En cada
acción haré cinco preguntas, algunas de las cuales se podrán responder con la propia experiencia, otras
deberemos buscar la respuesta con la gente que nos rodea: familia, amigos, maestros, compañeros.

1. AFECTO

A.-¿Cómo demuestras el afecto a los demás?

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B.- ¿Cómo te demuestras afecto ti mismo?

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C.- ¿Cuáles son los beneficios de dar y recibir afecto?

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D.- ¿En tú familia acostumbran ser afectuosos? ¿Quién lo es más? ¿Quién lo es menos y por
qué?

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E.-¿Dar afecto a los menos afectuosos mejoraría algo en casa? ¿Y en la colonia? ¿En el país?
¿Por qué?

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2. RECONOCIMIENTO

A. ¿El reconocimiento es importante para tú vida? ¿Por qué?

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B. ¿Cuándo fue la última vez que recibiste algún reconocimiento?

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C. ¿Nuestro entorno familiar sería distinto si todos nos reconociéramos a todos?

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D. ¿A quién has reconocido últimamente?, ¿por qué lo hicimos?

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E. ¿Quién de tú casa, trabajo, escuela merece un reconocimiento tuyo y no se has dado


abiertamente?

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3. PERDÓN

¿Hay algo que amerite ser perdonado? (Responder con honestidad).

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¿He buscado el perdón de quien he lastimado?

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¿Has perdonado a quien te lastimo?, ¿Cerramos bien el ciclo del dolor?

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¿Qué tan frecuente pedimos perdón por nuestros actos? ¿A la semana, al mes? ¿Cuántas
veces?

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¿Hay alguien deba pedirnos perdón y no lo ha hecho?, ¿por qué? ¿Se lo hemos dicho?

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4. AGRADECIMIENTO

1. ¿Hay alguien que merezca un agradecimiento especial y no se lo hemos dado?

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2. ¿Qué sentimos cuando alguien nos agradece algo de corazón?

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3. ¿El agradecimiento se debe de hacer por obligación o sólo como una cortesía?

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4. ¿Algo tan sencillo como un “gracias”, podría cambiar el estado de ánimo de alguien? ¿por
qué?

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5. ¿El agradecimiento “engrandece” a las personas?, ¿por qué?

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RECORDAR Y ACTUAR. ATREVÁMONOS A SUMAR…

ü MULTIPLIQUEMOS LOS DONES QUE NOS DIERON NUESTROS PADRES,


NUESTROS ANTEPASADOS Y LOS QUE HEMOS DESARROLLADO.

ü SIEMPRE DEMOS GRACIAS AL CREADOR POR LAS OPORTUNIDADES


QUE TUVIMOS Y VAMOS A TENER.

Lo más importante es SUMAR lo positivo y RESTAR lo que nos genera infelicidad,


malestar mental y físico. Por último, quiero dejar por aquí unas preguntas que espero sean
respondidas con sinceridad y que pronto hablemos de ellas en cualquiera de los foros donde
estoy: radio, una conferencia, en persona o en la televisión.

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1- ¿Qué cosas sumé de este libro a mi propia vida?

2- ¿Qué cosas me restan?

3- ¿Cuáles fueron esas locuras que este libro provocó?

4- Lo que más me gusto fue:_____________________________

Podré recibir los comentarios surgidos de la lectura de este libro. Me gustaría mucho saber
cómo pude sumar algo en tu vida y ayudarte en tu profunda evolución:
hola@oliverfamiliologo.com

- FIN -

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