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TEMA GENERAL: UNA IGLESIA SEMEJANTE A JESÚS

SUBTEMA: RECONOCIENDO A LAS AUTORIDADES INSTITUCIONALES DENTRO


DEL REINO.
SEGÚN GÉNESIS 1:26-28 Y ROMANOS 13:1-8.

Hoy en día vemos tanta anarquía por todo el mundo. Estamos viendo cómo la
sociedad se desmorona al ir tras la vanidad de su mente. Haciendo a un lado al
verdadero Dios, Creador del cielo y de la tierra, y cómo se han levantado altares
al egoísmo, al individualismo, al paganismo, al cientificismo, al hedonismo
pecaminoso, al materialismo y tantos ídolos más que el hombre mismo ha
generado en los más profundo de su corazón. Y nuevamente grita aquel lema que
movió a la revolución francesa: Sin Dios y sin amo. Notamos a una presente
sociedad con mayor libertinaje para hacer y deshacer pasando sobre toda
autoridad y poder que Dios mismo ha puesto como bases para la ley y el orden.
Esto pasa cuando se le da licencia al hombre, varón y mujer, para no respetar a
las autoridades puestas por Dios. Y aún más, ¿cuando las misma autoridades
permiten que todo esto vaya por una dirección contraria a la que Dios quiere y
ha ordenado en su sola Palabra? Y ¿A dónde nos está llevando todo esto?

Les invito a que juntos pensemos y meditemos, en el tema general: UNA IGLESIA
SEMEJANTE A JESÚS, con el subtitulo de hoy: RECONOCIENDO A LAS
AUTORIDADES INSTITUCIONALES DENTRO DEL REINO según Génesis 1:26-31 y
Romanos 13:1-10.

COMO PUNTO NÚMERO UNO. DEBEMOS RECONOCER A LAS AUTORIDADES


INSTITUCIONALES DENTRO DEL REINO PORQUE ES DIOS QUIEN LOS HA
DELEGADO Y ESTABLECIDO PARA HACER SU VOLUNTAD.

En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra y formó al hombre del
polvo de la tierra a su imagen y semejanza, lo colocó en un lugar de honor, pero
también de autoridad.
Leemos claramente lo que dice Génesis 1:26 “Entonces dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces
del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal
que se arrastra sobre la tierra.”

Podemos notar que Dios está delegando toda autoridad al hombre sobre toda la
obra de sus manos, no dejando nada fuera de su dominio. Es por esa razón que el
texto nos va describiendo las áreas de su dominio: mar, cielos y tierra; y todo lo
que en ellos hay. Es decir, la totalidad de su creación.

En Génesis encontramos los principios establecidos por Dios para que el hombre
pueda desarrollar la creación y ejercer dominio sobre la obra de sus manos y así
llenar la tierra del conocimiento de Dios. El conocimiento de la voluntad de Dios
es una de las tareas de las autoridades institucionales. Ya que no puede ejercer
autoridad sin ese conocimiento. Si las autoridades institucionales no reconocer la
Palabra de Dios como la única fuente del conocimiento de la voluntad de Dios,
entonces su dirección cambiará y hará que todos los que estén bajo su gobierno
se desenfrenen.

Es de este punto que todas las instituciones tienen su origen y posteriormente se


irán desarrollando como lo vemos hoy en día.

El apóstol escribe sobre el origen de toda autoridad en la carta a los Romanos


13:1 al hacer el siguiente llamado: “Sométase toda persona a las autoridades
superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios
han sido establecidas.” el apóstol reconoce que toda autoridad se origina en Dios
y por Dios. Y el omitir u oponernos a lo que vino de Dios y fue establecido por su
Palabra es resistir a Dios mismo y esto trae graves consecuencias.
Jesús dijo: “Pero cualquiera que me oye esta palabras y no las hace, le compararé a
un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena...” (Mateo 7:26) es así que,
toda autoridad que no edifica su gobierno sobre los principios escriturales del
Reino, edifica su casa para destrucción de todo aquel que vive en esa casa. En
cambio, el conocimiento de Dios en el gobernar del hombre, es edificar una casa
sobre fundamentos firmes que harán bien a los que viven bajo esa casa.

Ahora, es necesario aclarar que al hablar de autoridad, en este caso, no solo se


está refiriendo a las autoridades civiles o al Estado propio, sino que tiene una
aplicación más abarcante, está apuntando a todo tipo de autoridad. Dios quiere
que entendamos que desde el principio ha dejado diferentes expresiones de su
ley y de su orden en la vida del hombre el cual va desde el matrimonio, la
autoridad que los padres tiene en su hogar sobre sus hijos, aquella que los jefes
tienen sobre sus trabajadores, aquella que el Estado tiene sobre sus ciudadanos,
la que la iglesia institucional tiene sobre sus miembros, y toda aquella institución
que ejerza una autoridad sobre alguien. Como los maestros en relación a sus
alumnos y a lo que enseñan, los albañiles en relación a lo que está construyendo,
el comerciante en relación a su economía, el médico en relación a sus pacientes y
lo que receta, el arquitecto en relación a sus planos, el agricultor en relación a su
siembra, etc. Todos ellos ejercen una autoridad sobre el área en el que cada uno
se desempeña. Pero cada una de ellas siempre debería estar sujeta a la única y
absoluta autoridad de Dios.
Cuando esto no sucede así, entonces hay desorden y se violenta toda ley
establecida por Dios, cayendo así en rebelión. Y toda autoridad en la diferentes
instituciones ejercen violencia sobre los demás, pasando por alto la imagen de
Dios en el prójimo, causando así opresión e injusticias sobre todos. Y toda
autoridad debe, como fundamento, reconocer los dos grandes mandamientos en
la cual se resume toda la ley y los profetas: Amar a Dios con la totalidad de
nuestras vidas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Y aunque cada institución, por la caída, quedó afectada, cada institución aún
refleja la autoridad que Dios delegó a cada uno. Juan Calvino expresa que el
gobierno establecido por Dios en las instituciones, como el gobierno civil, es tan
necesario al hombre como lo son el pan, el agua, el sol y el aire. Ya que su función
es velar para que no se den ni se extiendan en la sociedad la idolatría, las
blasfemias contra el nombre de Dios y su verdad y cualquier otro escándalo
ligado a la religión.
Calvino hace notar tal importancia, ya que reconoce que toda autoridad viene de
Dios y es establecida por Dios y ha sido otorgada al hombre.

Por ejemplo: Cuando el hijo decide no obedecer a sus padres y se rebela contra la
autoridad que Dios mismo dejó en el núcleo familiar, lo que el hijo está haciendo
es revelarse contra la voluntad de Dios.

PUNTO NÚMERO DOS. DEBEMOS RECONOCER A LAS AUTORIDADES


INSTITUCIONALES DENTRO DEL REINO PORQUE SON SERVIDORES DEL REY.

Dios instaló al hombre como el Virrey en la creación. Por lo que el hombre tiene
una autoridad derivada y no autónoma y no absoluta. Y aunque toda la creación
queda bajo el dominio del hombre, como autoridad representativa, el hombre
queda bajo la autoridad suprema y absoluta de Dios para dar cuentas de su
mayordomía por ser servidor de Dios en su mundo. Pues dice Génesis 1:27 y 28
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó. los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las
bestias que se mueven sobre la tierra.”
El mandato cultural que encontramos aquí, el cual es para toda la humanidad y
está con vigencia hoy en día, no solo debe ser visto como la autoridad y el poder
delegados por Dios a la humanidad, sino también, como la encomienda de servir
a Dios y la de velar por la vida del prójimo, sea para reconocer al que hace el bien
o infundir temor al malvado; así como también la de ser mayordomo de todo lo
creado.
Romanos 13:3 sigue diciendo: “Porque los magistrados no están para infundir

temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz

lo bueno, y tendrás alabanza de ella;” y el versículo 4 señala el propósito de la

autoridad institucional y dice: “porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si

haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios,
vengador para castigar al que hace lo malo.” El apóstol Pablo describe que toda

autoridad que se origina y se establece en y por Dios debe ser para bien. En otras

palabras es servidor de Dios para reflejar la santidad de Dios en la sociedad

donde la maldad abunda. Esto nos enseña que las autoridades institucionales no

deben de perder de vista el objetivo de la autoridad que le ha sido otorgado. La

autoridad que se nos ha dado como padres debe ser para el bien de nuestro hijos.

La autoridad que se ha dado al Estado debe ser para el bien de los todos los

ciudadanos y no de algunos. Pero ¿Cómo ser imparciales en el trato para buenos

y malos? Simplemente aplicando justicia según la correcta dirección de Dios en

su Palabra. Recordemos que la Palabra es el punto de partida que da dirección a

toda autoridad institucional. Pues dice el salmo 119:105 “Lámpara es a mis pies

tu Palabra y lumbrera a mi camino.”

El que el hombre: varón y mujer, fueran creados por voluntad de Dios, hace que
que también el hombre esté destinado para hacer la voluntad de Dios. Lo de ser
servidor no es iniciativa humana, sino que Dios mismo crea, prepara y dirige al
hombre, el cual es su imagen y semejanza, para desempeñar el papel de virrey,
sirviendo así de representante en toda obra de sus manos para la gloria del Rey.

Si cada autoridad institucional es un servidor de Dios, entonces deben dar la


gloria a Dios. Dicho servicio es para mantener la santidad de Dios en medio del
pueblo. Debemos reconocer a las autoridades institucionales porque sirven a
Dios para que en el pueblo haya santidad. De qué manera preservará la santidad
de Dios en medio del pueblo sino castigando al malvado y dando honor al que
hace el bien? El servicio realizado de parte de cada institución debe expresar
santidad.
Los líderes de Israel en el A.T. no solo participaban en el gobierno civil; también
se les consideraba pilares de la vida religiosa de Israel, los defensores de un
estilo de vida de acuerdo con el pacto. Por tanto Israel debía obedecer a sus
líderes. Dice Éxodo 22:28 “No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de
tu pueblo.”
Cada autoridad institucional debe velar por una sociedad santa ante Dios. Ya que
si Dios es santo, él demanda que todo sea santo.
El apóstol Pedro dice lo siguiente en 1 Pedro 2:13 “Por causa del Señor someteos
a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernantes,
como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen
bien” el apóstol Pedro dice que es por causa del Señor que debemos someternos
a toda institución humana o mejor dicho a toda institución de esta creación. Y si
es por causa del Señor, debería ser porque él es Santo y Justo.

Cada vez que cada autoridad institucional hace lo correcto, en este caso
castigando a los malhechores, está velando por la santidad de la sociedad en la
que vivimos y honra a Dios. Pero cada vez que las autoridades institucionales se
rebelan contra Dios, permiten que la sociedad se corrompa aún más.

Y PUNTO NÚMERO TRES: DEBEMOS RECONOCER A LAS AUTORIDADES


INSTITUCIONALES DENTRO DEL REINO PORQUE SON ENVIADOS A EJERCER
JUSTICIA.

Nuestro Señor Jesucristo al ser bautizado dijo a Juan el Bautista en Mateo 3:15
“...Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia...” Jesús no solo
nació bajo la ley, sino que se sujetó en obediencia a toda justicia. Esto quiere
decir que él reconoció a las autoridades institucionales y al aprender obediencia,
no solo mostró su humillación, sino que fue por esa obediencia que cumplió lo
que el primer Adán no cumplió y así ser nuestra perfecta justicia ante el Padre
para que se nos mostrase misericordia.

Dentro del Reino de Dios, del cual somos ciudadanos en espera de la


manifestación de nuestra ciudadanía celestial, tenemos en esta realidad creada, a
cada institución que Dios ha establecido para nuestro bien. Cada institución debe
ejercer justicia para que haya santidad en la sociedad. Esa es la responsabilidad
del hombre en la institución en la que esté presente.
Cuando leemos el pasaje de Génesis 1:26 y 27, el cual ya hemos estudiado,
podemos notar que en el plan y en la ejecución del plan de Dios está que el
hombre sea justo como Dios es justo. Esto está implícito en la frase imagen de
Dios. El hombre como virrey, debía ser justo y practicar la justicia en cada
institución en la que Dios le dio autoridad.
Reflejar la justicia de Aquel que es Justo sería la expresión del hombre como
autoridad institucional. Ya que, como está escrito “la justicia engrandece a la
nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” dice Proverbios 14.34.
Una nación, un estado, un municipio, una colonia, una familia, siempre será
engrandecida cuando sea practicada la justicia.

El plan original de Dios consiste en tener una sociedad justa, y aunque las
instituciones creadas para mantener esta justicia en la sociedad se vieron
afectadas por la caída, aún mantienen su función. A veces acertadamente y
muchas otras veces han cometido errores.

Todo cristiano está llamado a someterse a las diferentes autoridades instituidas


por Dios. Ya que son autoridades que están dentro del reino de Dios y cada uno
cumple una función diferente. Y aún cuando nuestras autoridades institucionales
fueran injustas, es necesario reconocer que cada una entregará cuentas con Dios.
Ya que si todas proceden de Dios y son establecidas por él, es Dios mismo quien
se encargar de juzgar tales acciones. Como bien lo expresa Albert Wolters en su
libro la creación recuperada que las ordenanzas y los estatutos de Dios están sobre
todo; ciertamente no excluyen el domino de los quehaceres humanos. Podemos
confiar de que nada queda fuera del domino de Dios, por lo que si Dios ha
establecido a las diferentes autoridades institucionales en su mundo, es
necesario que nosotros nos sometamos a cada una de ellas. Pues como dice Pablo
de modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y
los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Romanos 13:1-2. por lo
que estamos sabedores que toda autoridad es parte del orden creado por Dios y
cada uno debe cumplir con la voluntad de Dios.
No es nuestra tarea juzgar si nuestros padres no hicieron bien con nosotros al
criarnos; no nos corresponde juzgar si el gobierno de hoy no está cumpliendo
con lo que prometió a la nación, o está aprobando leyes que distorsionan a la
sociedad en la que vivimos. Lo que sí debemos hacer es seguir viviendo como
ciudadanos del reino de Dios en esta nuestra ciudadanía temporal, sabiendo que
si Dios es el que reina, la maldad que hay en el mundo, como expresión del
pecado del hombre, tiene poco tiempo, ya que vendrá el Señor con sus miriadas y
millones de ángeles en gloria para llevar toda obra a juicio.

Recordemos que la redención en Jesucristo es el antídoto final y decisivo para


terminar con la distorsión de la creación. Pues Dios no permitirá que la
desobediencia del hombre convierta su creación en un completo caos. Sino que
lo preservará frente a todas las fuerzas de destrucción que se rebelan contra el
orden creado de Dios.

Confiemos en que Dios hace todo para su gloria, porque de él, por él y para él son
todas las cosas. Romanos 11:36. y que toda autoridad mantiene su permanencia
en Cristo Jesús pues dice porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay
en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y
para él. Col. 1:16.

Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino
también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos,
porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a
todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que
respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos
a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Romanos 13:5-8.

Amados hermanos, sigamos resplandeciendo como luminares en el mundo,


sabiendo que si Dios nos ha puesto al frente de alguna institución humana,
entonces debemos darle la gloria solamente a él dando a conocer su voluntad, su
santidad y su justicia, esperando al Salvador del mundo en su segunda venida.
Si no has creído en Cristo, recuerda que él te está llamando, oye su voz y ven a él.
Cree en el SEÑOR JESUCRISTO y serás salvo tú y tu casa. Amén. Oremos.

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