De entre las miles de tradiciones folklóricas y dancísticas
tradicionales de nuestro país, ninguna es quizá tan desconocida, poco difundida y olvidada como la de los huehues, y sin embargo, pocas tienen orígenes tan antigüos como dicha tradición bailable que agluitina, en un sincretismo muy hondo, las viejas tradiciones prehispánicas con el catolicismo traido durante la conquista y colonización de lo que sería el centro-sur del actual territorio mexicano. Los huehues, además de expresión artística, es asi mismo una forma de celebración religiosa, de catársis enmedio de la fiesta, y una muestra muy clara de la resistencia, vitalidad y fuerza de las viejas religiones y tradiciones pese a la imposición violenta, compulsiva e intensiva de valores cívicos y religiosos totalmente ajenos a los propios y que, a diferencia de lo que pasó en la mayor parte de nuestro continente, jamás pudieron ser borradas ni absorbidas por el nuevo órden social. Por ello, aquí te traemos la verdadera y macabra realidad de los huehues. Literalmente, huehue significa "anciano" en lengua náhuatl, la cual hablaban tanto aztecas, texcocanos, cholultecas como tlaxcaltecas, y se relaciona con la experiencia y la sabiduría adquirida a través de los años. Debido a que esta tradición existe en diversos lugares del centro-sur del país como Tlaxcala, Puebla, la huasteca hidalguense o hasta Oaxaca, se le atribuye orígenes tanto aztecas como del reino tlaxcalteca, el cual perduró casi intacto a la conquista española; debido a esos orígenes tan diversos, el sentido de esta danza es relativamente variable al lugar donde se practique. Aparte de bailar (obviamente), los huehues asustan, hacen travesuras en un ambiente carnavalesco en donde todo (o casi) está permitido por algunos días. No se les puede hablar, pues de lo contrario te pondrán a bailar, y si no lo haces igual de bien que ellos te pondrán una máscara de diablo y te abandonarán en algún cerro o paraje desconocido, o al menos eso indica la tradición. Una teoría asegura que estos bailes tienen profundas raíces prehispánicas en la huasteca hidalguense, en la región de Xantolo, en donde viejos sacerdotes, alrededor de la celebración a lso muertos, guiaban mental y espiritualmente a las viudas de aquellos militares caídos en combate o sometidos al sacrificio tras haber sido capturados por el enemigo. Por otra parte, muchos afirman que en realidad surgió en el reino de Tlaxcala, en donde, gracias a su alianza con los españoles, fueron de los primeros grupos indígenas en ser evangelizados a través de la introducción del carnaval alrededor de comienzos del siglo XVII, y que fue de ahí llevado a Puebla por personas que ayudaron a la fundación de dicha ciudad. Como toda tradición de carnaval, la danza de los huehues representaba y representa una oportunidad para la expresión desenfadada y la manifestación sin censura de las mayores inquietudes sociales de la región en que tienen lugar. En este caso, representa una burla y crítica hacia los colonizadores españoles, los cuales constituían la mayor parte de la población de clase alta y con poder político, generalmente usado para oprimir y explotar a los nativos. Aquí se hace mofa, a través de la danza, no sólo del aspecto físico de los europeos, sino que arremeda su andar, gestos, costumbres y gustos. El diablo, como la representación del mal, juega el papel de marcar a aquellos que osan retar, contradecir o cuestionar a los españoles y su dominio sobre los pueblos indígenas; es por ello que toda persona que le hable a un huehue es obligada a bailar (símbolo de un castigo corporal al desacato), y si lo hace mal (es decir, que no soportó el castigo), "muere" y va al infierno, lo cual es simbolizado por la máscara del diablo, la amenaza de los clérigos con el infierno a aquellos en descontento con su condición socieconómica natural, y "transportados" ahí simbólicamente al dejarlos en un lugar inhóspito y deshabitado. Porque, curiosamente, se llevan a cabo en el mismo mes y con pocos días de diferencia; de hecho, existen huehues bastante peculiares en regiones del sur como Oaxaca que, en vez de llevar máscaras con rostros europeos, las llevan como si simularan gente muerta o de ultratumba, con ojos vacíos y fijos, además de una boca y rostro totalmente inexpresivos. Adicionalmente, la vestimenta, así como incluso los elaborados penachos y otros adornos para la cabeza, son 100% de inspiración indígena, lo cual señala una vinculación con el pasado prehispánico que simplemente transfiguró una danza milenaria dentro de las nuevas costumbres impuestas; el vestuario sincretizado también puede ser interpretado como un símbolo de la resistencia al dominio europeo violento y opresivo.