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Teatro Mexicano

Ésta época fue una de las más difíciles para el arte dramático nacional, ya que a pesar de que
tras la guerra de independencia se construyeron nuevos teatros, casi todas las funciones estaban
dedicadas al cerrado círculo de la naciente aristocracia mexicana. Durante ésta etapa surgió la
Zarzuela, género que combina música con texto y acción dramática que, no obstante su origen
español, fue el preferido por la sociedad de aquel entonces. Fue hasta el porfiriano que asistir al
teatro se convirtió en algo popular y cotidiano.
Teatro de Carpa
Este tipo de espectáculos tuvieron su mayor auge en los años 20 del siglo pasado. La carpa, además de un espacio
de entretenimiento y diversión, fungía como medio de información, pues llevaban las noticias de lo que estaba
pasando a todas las ciudades y pueblos. Como no había medios masivos de comunicación y la gente en su
mayoría no sabía leer, la carpa era la mejor manera de enterarse de lo que ocurría. Las carpas estaban hechas de
madera o de materiales baratos y eran jacalones, espacios y construcciones efímeras, que se podían quitar y poner
rápidamente. Su objetivo era que la gente del pueblo se entretuviera, eran teatros populares que se instalaban a las
afueras de las ciudades o pueblos. En muchas el público incluso llevaba su propio asiento.

Las compañías que llevaban las carpas de un lado a otro eran numerosas: contaban con cuarenta o más personas,
entre ellas había músicos, actores, actrices, bailarines, guionistas, cómicos e incluso magos, acróbatas y otro tipo
de artistas. Algunas veces eran familias biológicas y viajaban juntas de forma similar a los circos: rentaban trenes
o camiones y se iban por todo el país. Llegaban a poner la carpa y a actuar para el pueblo.

Interior de una carpa de espectáculos


Cuando estos espectáculos se presentaban en los teatros, principalmente en la Ciudad de México, se les llamaba
teatro de revista, en tanto que la carpa era un espacio mucho más popular y con menos recursos. Es común que
los términos “carpa” y “revista” se utilicen indistintamente y se mezclen.
Teatro Comercial
Las fórmulas de programación del teatro comercial van encaminadas al común de los mortales, suelen contar con
rostros conocidos que provienen del cine o televisión y, salvo excepciones, gran parte de sus obras son de corte
cómico o melodramático, si se programan obras dramáticas, rara vez serán de autores españoles, serán, más bien, de
franceses o ingleses. También es proclive a las adaptaciones de novelas o películas exitosas. Esto hace que -
mayoritariamente- el teatro comercial pierda su poder subversivo y reflexivo pues puede en demasía la complacencia
con el espectador: entretenimiento de digestión fácil. Teatro fast food.

Suele tratarse de un teatro de corte conservador en sus fórmulas y usos del lenguaje teatral; aunque grandes musicales
de Broadway hayan revolucionado las estructuras dramáticas como pocos. No suele ocurrir lo mismo en nuestro país
y menos en nuestros días, aunque un dramaturgo como Antonio Buero Vallejo llegó a conseguir un equilibrio que le
permitió representar, ser crítico, sortear la censura y hacer una sólida obra dentro de este tipo de teatro. Era una época
en la que aún no había Teatro Nacional (aunque sí un Teatro Universitario de una vitalidad encomiable) y la
complejidad de la vida teatral era algo diferente a la de ahora. A día de hoy hay algunos coqueteos con este teatro de
creadores que se podrían considerar dentro del teatro académico, véase Juan Mayorga. ¿Pierde su teatro fuerza crítica
o la gana al llegar a más lugares/más público?
Teatro Independiente
El teatro funcionó como vehículo de ideas políticas en España y México durante las primeras décadas del siglo XIX,
así lo detalla la Doctora en Historia de la Comunicación Social por la Universidad Complutense de Madrid, y
profesora titular de Historia en la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía en la Ciudad de México,
Lara Campos Pérez. Más que de entretenimiento, se trataba de un teatro con una “capacidad educadora y transmisora
de ideas que se le había adjudicado tanto a las obras de teatro como a los actores en las décadas previas”, lo detalla la
autora.

Las primeras piezas escénicas durante este periodo recuperaron lo que en España se llamó Teatro patriótico. En El
teatro en Madrid a principios del siglo XIX, Mercedes Romero Peña apunta que este tipo de teatro lo conformaron
piezas de un marcado carácter político destinadas tanto a demostrar la necesidad de independencia, como a defender
una serie específica de valores; escritas además de forma muy inmediata al desarrollo de los hechos.

Parte de esta producción dramática española, llegó a México a partir de 1809, obras que hasta el inicio de la
insurgencia en México, en septiembre de 1810, se presentaron en los teatros principales de la Ciudad de México con
temas patrios, y que hacían referencia a acontecimientos puntuales ocurridos en la Península.

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