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El teatro en Colombia en el siglo XX

Derechos Reservados

Autor: Reyes, Carlos José

Por Carlos José Reyes

Sobre las ruinas del antiguo Coliseo Ramírez, y luego Teatro Maldonado, fue
levantado el Teatro Colón, en la última década del Siglo XIX, como un homenaje al
IV Centenario del descubrimiento de América. Al mismo tiempo, en la última
década del Siglo XIX se inaugura el Teatro Municipal, edificado en forma análoga
al Colón, como teatro “a la italiana”, y en las primeras décadas del Siglo XX
comienzan a edificarse diferentes teatros en Cali, Medellín, Cartagena, Popayán y
otras capitales departamentales, en un proceso que contribuye a la aparición de
autores y compañías, así como a la formación de un público para el teatro.

Primero autores

Entre los primeros autores colombianos que trabajaron en la transición del Siglo
XIX al XX pueden mencionarse los nombres de don Lorenzo Marroquín, hijo del
presidente, quien escribió el drama Lo Irremediable, en compañía de Rivas Groot.
Pasada la Guerra de los Mil Días, el abogado y comediógrafo Adolfo León Gómez
decidió publicar su obra El Soldado, que había sido muy aplaudida en la única
función de estreno que se llevó a cabo a fines del Siglo XIX, ya que fue censurada
por criticar el reclutamiento de campesinos, con ocasión de las guerras civiles que
habían asolado al país a todo lo largo del Siglo XIX. Más tarde, varios escritores,
poetas o novelistas, ensayan la escritura teatral. Entre ellos podemos mencionar a
varias figuras de primera línea en las letras nacionales, como José Eustacio
Rivera, Porfirio Barba Jacob o José María Vargas Vila. Varios autores de
comedias y sainetes de la época surgen entre los miembros de La Gruta
Simbólica, que era una reunión de bohemios y poetas repentistas. Entre ellos cabe
mencionar a Federico Rivas Frade, autor de varias comedias, o a Clímaco Soto
Borda. Entre los primeros autores laureados en los premios teatrales, creados por
la sociedad de autores de la época, se hallan Adolfo León Gómez, el autor de El
soldado, Felipe Lleras Camargo, Emilio Franco o Alejandro Mesa Nichols.

Luis Enrique Osorio y Antonio Alvarez Lleras

Los dos autores más destacados de la primera mitad del Siglo XX fueron el
médico y comediógrafo Antonio Alvarez Lleras y el periodista y comediógrafo Luis
Enrique Osorio, quienes no solamente escribieron una buena cantidad de piezas
teatrales, sino que también formaron sus propias compañías, que hicieron parte
del repertorio de teatro colombiano que se presentó en el Teatro Municipal,
situado entre el Capitolio Nacional y el Observatorio Astronómico, edificio que fue
demolido durante la administración del doctor Laureano Gómez.
Antonio Álvarez Lleras (Bogotá, 1892-1956) ejerció la profesión de odontólogo, fue
diplomático y académico, pero en el campo en que fue más conocido y al cual le
dedicó largas jornadas de trabajo fue al arte escénico. Para montar sus propias
obras creó la compañía Renacimiento, uno de los primeros elencos estables del
teatro colombiano en el Siglo XX. Con un grupo de actores aficionados, llevó a
escena sus sainetes, como El marido de Mimí, Sirena busca marido o El doctor
Bacanotas, pero su obra teatral más importante la constituyen sus dramas,
inspirados en el estilo de Echegaray o Benavente, autores españoles de gran
prestigio en la época. Entre estas obras podemos destacar los dramas
históricos El Virrey Solís, La toma de Granada y Los traidores de Puerto Cabello, o
las que podríamos considerar como sus obras más importantes: Fuego Extraño,
Víboras Sociales y Como los muertos, esta última llevada al cine en los primeros
tiempos de nuestra historia fílmica.

Uno de los autores más prolíficos y populares de toda la historia del teatro
colombiano fue Luis Enrique Osorio, nacido en Bogotá en 1896 y muerto en 1966.
Creó varias agrupaciones escénicas, entre las que se destacaron la Compañía
Dramática Nacional y la Compañía Bogotana de Comedias, por medio de las
cuales se esforzó por consolidar la actividad teatral de un equipo de actores que
más tarde se vincularon a la radio y a la televisión como profesionales del arte
dramático. Periodista y animador del teatro colombiano, trabajó durante casi
cincuenta años, en forma ininterrumpida, por desarrollar la dramaturgia nacional,
no sólo a través de su propia obra, sino apoyando la de otros autores que trataran
los temas y personajes nacionales, tanto en sus artículos en El Tiempo como en
su revista La Novela Semanal, donde publicó obras de Daniel Samper Ortega,
Sofía de Moreno y otros autores. Con un poco más de cuarenta obras teatrales,
escritas a lo largo de un mismo número de años, Osorio logró formar un público,
primero en el Teatro Municipal y posteriormente en su propia sala, el Teatro de la
Comedia, cuya construcción fue financiada con el producto de años de labor
escénica, efectuada con una amplia acogida por parte del público capitalino. Entre
sus obras más reconocidas podemos citar La familia política, El Zar de precios,
Ahí sos camisón rosao, El doctor Manzanillo, Toque de Queda, Adentro los de
Corrosca, El loco de moda, Pájaros Grises, El rancho ardiendo, Préstame tu
marido, Bombas a domicilio o Nube de abril. Su comedia Los Creadores fue
estrenada con éxito en París, en el Teatro Michel, bajo la dirección de Fernand-
Bastide, en el año de 1926.

El teatro de Luis Enrique Osorio se caracterizó por su lenguaje sencillo, de


carácter coloquial, con algunos elementos costumbristas y otros de un realismo
urbano, muy ligados a la vida diaria de personajes de la clase media capitalina, así
como otras comedias de carácter rural. Sus obras, de carácter amable y
pintoresco, adquirieron matices sombríos y una atmósfera dramática, sobre todo a
partir de los sucesos del 9 de abril de 1948, tras el asesinato del caudillo popular
Jorge Eliécer Gaitán. Obras como Nube de Abril, Toque de Queda o Los Pájaros
Grises, son un amargo testimonio de los conflictos de la época, y aunque
conserven elementos de comedia, con el fin de atraer al gran público, no dejan de
mostrar un sub-texto amargo y escéptico.
Autores del medio siglo

Con la aparición de la radio y más tarde de la televisión, se abrieron nuevas


fuentes de trabajo para las gentes de teatro, tanto actores como directores,
dramaturgos, escenógrafos, ambientadores y demás artífices de las artes
escénicas, en las que podían encontrar no sólo un pasatiempo ocasional, sino una
actividad profesional de la cual derivar el sustento, casi siempre combinando la
actuación en teatro con los dramatizados de radio y televisión. Estos medios, en
su primera época, después de los años 30 y hasta la llegada de la
comercialización competitiva de la programación, pudieron ofrecer buenos
espacios de radio teatro o tele teatro, en los cuales participaron autores, directores
y actores que también hacían parte del teatro vivo. En este teatro de transición
también participaron varios poetas del movimiento “Piedra y Cielo” o del grupo de
“Los Nuevos”, como fueron José Umaña Bernal, cuya comedia “El buen amor” fue
laureada en el concurso nacional de 1927, Jorge Zalamea Borda, autor de El rapto
de las Sabinas y El regreso de Eva, Arturo Camacho Ramírez, autor del drama
lírico Luna de arena o Jorge Rojas, autor de La doncella del agua.

A estos nombres se suma el de Rafael Guizado, vinculado a la Radio Nacional,


quien intentó aproximarse a formas más modernas de escritura escénica, con
piezas como Verano, Complemento o Allegro. Las inquietudes sociales aparecen
con el teatro de Manuel zapata Olivella, cuyas piezas El retorno de Caín, Caronte
liberado, Mangalonga el Liberto o Los pasos del indio muestran la crítica situación
de marginalidad de las negritudes y los indígenas. Hacia el medio siglo aparece
otro fenómeno de amplia acogida popular, como son las revistas musicales y de
caricatura política creadas por Emilio Campos, Campitos, quien tenía una especial
habilidad para imitar las voces de los políticos más destacados del momento y sus
espectáculos se realizaban con muñecos y máscaras caricaturescas de estos
personajes.

Seki Sano en Colombia

Las directivas de la recién creada televisión, con el fin de formar un personal más
calificado para los programas dramatizados, traen a Colombia al maestro japonés
Seki-Sano, formado en la Escuela de Vivencia de Stanislavski. Aunque
permanecerá muy poco tiempo en Colombia, a causa de la censura por sus ideas
políticas de izquierda, dejará un importante legado en relación con el oficio del
actor, criticando la vieja escuela de “representación”, de gestos ampulosos y voces
declamatorias, para proponer formas de actuación más naturales, basadas en los
recuerdos personales de los actores y en actitudes más convincentes y
justificadas. De allí sale toda una promoción que se ubica en una primera etapa en
la Escuela de Teatro del Distrito, en los sótanos de la Avenida Jiménez con
carrera 8ª, para luego pasar al Teatro “El Búho”, fundado por Fausto Cabrera, del
cual hicieron parte actores y directores de las nuevas tendencias. “El Búho” dio a
conocer a los autores de las vanguardias en Europa y los Estados Unidos, y
pronto esta influencia se extendió a otros grupos que se fueron formando en la
década de los años 60 y a comienzos de los 70, muchos de los cuales aún
continúan trabajando, con salas propias y un amplio repertorio.

Escuelas de Teatro

A mediados de los años 50 se crearon las Escuelas de Arte Dramático de Bogotá


y Cali, que dieron lugar a la consolidación de los primeros grupos estables del
país. En Bogotá, la Escuela Nacional de Arte Dramático, cuya sede se hallaba en
la sala del Palomar, en los altos del teatro Colón, tuvo como primer director al
español Juan de Mena, y más tarde al actor, director y declamador Víctor
Mallarino. De las muestras de fin de año de esta escuela nacieron los primeros
festivales de teatro, en los años de 1956 y 1957. En Cali, por su parte, se formó la
Escuela Departamental de Teatro, dirigida en un comienzo por el maestro español
Cayetano Luca de Tena, y más tarde por Enrique Buenaventura. Con los años, de
esta escuela surgiría toda una generación de actores, así como el Festival de Arte
de Cali, dirigido en su primera etapa por la actriz y gestora teatral Fanny Mikey,
actual directora del Teatro Nacional. También jugó un importante papel en los
años 60 la Escuela de Teatro del Distrito, más tarde llamada Luis Enrique Osorio,
que tras la creación del Instituto Distrital de Cultura se convirtió en la ASAB,
Escuela de Artes de Bogotá, que cuenta con carreras de Teatro, Danza y Bellas
Artes, avaladas profesionalmente por la Universidad Distrital. A ellas se sumaron
la Universidad del Valle y la Universidad de Antioquia, y en forma más reciente la
Pedagógica y la Universidad del Bosque de Bogotá, que cuentan con las carreras
de teatro en sus departamentos de estudios profesionales.

Festivales de Teatro

Los festivales han contribuido a desarrollar la actividad escénica en Colombia,


pues han permitido confrontar los trabajos de los grupos en un ámbito nacional e
internacional. Entre los primeros cabe destacar el Festival Nacional de Teatro,
realizado en el teatro Colón desde 1957, gracias a la energía y constante actividad
de figuras como el profesor húngaro Ferenc Vajta, el director teatral, de radio y
televisión Bernardo Romero Lozano, maestro notable de muchos actores
colombianos, y el apoyo de un comité directivo entre quienes se contaban figuras
de la cultura, la política y la vida social como Pedro Gómez Valderrama, Gloria
Zea, Andrés Holguín y muchos otros. A partir de 1965 comenzaron a celebrarse
los Festivales Nacionales de Teatro Universitario, con un carácter competitivo en
una primera etapa, con el fin de seleccionar grupos para participar en el Festival
Nacional. En 1968 se creó el Festival Internacional de Manizales, primero, para
grupos de teatro universitario de América Latina y más tarde para grupos
experimentales y de nuevas tendencias, en especial de teatro latinoamericano y
con presencia de algunos grupos españoles del teatro independiente. El último y el
más ambicioso e importante de los festivales vino a consolidarse a finales del
Siglo, como el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, bajo la dirección de
Fanny Mikey y la codirección en las primeras ediciones de Ramiro Osorio, quien
más tarde fue el primer Ministro de Cultura del País. Este Festival, de una amplia
concurrencia de grupos de todos los continentes, ha logrado adquirir el prestigio
de ser uno de los festivales más importantes del mundo en los últimos tiempos. En
él han participado los grupos, tendencias y directores de mayor renombre en la
escena internacional.

Enrique Buenaventura y el Teatro de Cali

A mediados del Siglo XX Enrique Buenaventura regresa de una gira por América
del Sur y se integra a la Escuela Departamental de Teatro del Valle. De allí surgirá
el Tec, que con los años se convertirá en un grupo independiente, que en el
presente año cumple medio siglo de existencia. Al Tec dedicará Buenaventura su
actividad escénica durante toda su vida, y tras su muerte, sus cenizas fueron
físicamente sembradas en la sede del teatro. La figura de Buenaventura se
destaca como el artífice más completo del teatro colombiano en el Siglo XX. Autor,
director, ensayista, poeta, promotor teatral, pintor y teórico del teatro, consiguió
desarrollar una dramaturgia propia, logrando concentrar importantes influencias,
como la del esperpento de Valle Inclán, el teatro épico de Bertolt Brecht y una
constante búsqueda de temas y personajes colombianos, latinoamericanos y del
Caribe. Su amplia obra comprende piezas como El Monumento, A la diestra de
Dios Padre, basada en un cuento de Tomás Carrasquilla, de la cual realizó más de
cinco versiones diferentes, Los papeles del infierno, un grupo de obras cortas
sobre la violencia en Colombia, La Orgía, El Menú, La Trampa, El Convertible rojo,
Historia de una bala de Plata, La tragedia del rey Christopher y muchas otras.
Sobre el teatro y las teorías de Enrique Buenaventura se han realizado estudios e
investigaciones en toda América Latina, España o los Estados Unidos, al
considerarlo una de las figuras más destacadas del teatro latinoamericano del
Siglo XX.

Los grupos teatrales de Bogotá

En 1966 Santiago García y otros directores, actores y artistas, fundaron la Casa


de la Cultura, cuya obra de estreno fue Soldados, basada en la novela La Casa
Grande, de Alvaro Cepeda Samudio, en versión y dirección de Carlos José Reyes.
Santiago García llevará a escena varias obras de teatro contemporáneo, entre
ellas el Marat Sade, de Peter Weiss. Esta institución escénica más tarde se
convertirá en el Teatro La Candelaria, al adquirir sede propia en el tradicional
barrio bogotano. La Candelaria inició sus actividades llevando a escena obras del
repertorio universal, como Bertolt Brecht, Esquilo, Ramón del Valle Inclán, Peter
Weiss y muchos otros, para dedicarse más tarde a la investigación de la
dramaturgia nacional y la creación de sus propias obras, mediante el sistema de
Creación Colectiva usado con un peculiar estilo por García y sus compañeros de
trabajo. Con este último método La Candelaria ha llevado a escena algunas de las
obras más destacadas del teatro colombiano de fines del Siglo XX,
como Guadalupe Años Sin Cuenta, La ciudad Dorada, Golpe de Suerte o El Paso.
También el grupo ha trabajado la dramaturgia de autor, con obras del propio
Santiago García, como El Diálogo del Rebusque, inspirada en Quevedo, Maravilla
Estar y otras, o piezas de otros miembros del grupo, como La Tras Escena, de
Fernando Peñuela, o El viento y la ceniza, de Patricia Ariza.
Tras el surgimiento de este primer grupo con sede propia comenzaron a formarse
otros, a fines de los años 60 y comienzos de los 70, que continúan desarrollando
sus actividades artísticas en la actualidad, como el Teatro “La Mama”, creado en
un principio por Kepa Amuchastegui, en afinidad con el teatro experimental “La
Mama” de Nueva York. Este grupo inició una campaña a mediados de los años 70
para adquirir sede propia, bajo la dirección de Eddy Armando, quien sigue al frente
del grupo en el presente. Entre sus montajes más destacados se encuentra su
obra Los tiempos del ruido.

En 1970 inició sus actividades el Teatro “El Local”, del cual ha sido director a lo
largo de su historia Miguel Torres, actor, director, dramaturgo y escritor de
notables calidades. Entre sus primeros montajes de un estilo muy personal, puede
mencionarse El deseo atrapado por la cola y en su sede propia, en el barrio de La
Candelaria, la obra La Siempreviva, inspirada en el tema de los desaparecidos en
el Palacio de Justicia, a finales de 1985.

En 1968 fue creado el Teatro Popular de Bogotá (TPB), por un grupo de directores
formados en la escuela de teatro de Praga, Checoslovaquia, Jaime Santos,
Rosario Montaña y Jorge Alí Triana, quien dirigió el grupo hasta su final
liquidación, en la última década del Siglo. El TPB realizó una importante labor en
giras por todo el territorio nacional, hasta adquirir su propia sede, el antiguo Teatro
Odeón, que antes estuvo a cargo del Teatro “El Búho”, a comienzos de los años
60, La Corporación Festival de Teatro y la Universidad de América. El TPB trabajó
durante un poco más de 25 años, con un variado repertorio de teatro mundial, con
obras de autores clásicos y modernos. Entre sus creaciones nacionales cabe
destacar la pieza: I Took Panamá, sobre la separación de Panamá de Colombia
en 1903, una creación del grupo con dramaturgia de Luis Alberto García y
dirección de Jorge Alí Triana.

Otro grupo de amplia trayectoria y gran importancia ha sido el Teatro Libre de


Bogotá, dirigido por Ricardo Camacho. Este conjunto surgió del Teatro
Experimental de la Universidad de los Andes, y más adelante ha consolidado su
trabajo, contando con dos sedes, la primera en la Candelaria y la segunda en
Chapinero, ubicada en el antiguo Teatro de la Comedia, construido por Luis
Enrique Osorio a mediados del Siglo XX. El Teatro Libre ha contado, además, con
la cooperación de otros directores, como Jorge plata y Germán Moure y de
destacados dramaturgos, como Jairo Aníbal Niño, autor, entre otras obras, de El
Monte Calvo, El Sol Subterráneo o Los inquilinos de la ira, estas dos últimas
llevada a escena por el Teatro Libre. También se destaca el montaje de la obra La
agonía del difunto, original de Esteban Navajas, concebida como una crítica social
y una fuerte dosis de humor negro.. El Teatro Libre cuenta, además, con una
Escuela de Teatro que ha logrado importantes resultados en la formación de
actores y directores a finales del Siglo XX.

En Bogotá se destaca la actividad del Teatro Nacional, fundado y dirigido con una
eficaz gestión por Fanny Mikey, quien ha logrado formar un público estable para
sus temporadas permanentes en las tres sedes con las que cuenta, en la Calle 71,
en el Barrio La Castellana y la Casa del Teatro, ubicada en el Barrio La Soledad.
Además del impulso a muchos grupos, que se presentan en la Casa del Teatro, el
teatro Nacional es responsable de la creación y continuidad del Festival
Iberoamericano de Teatro, que en el 2006 llegó a su décima edición, batiendo
todos los records de público y calidad de los participantes, de todo cuanto antes se
había hecho en Colombia.

En el año de 1969 fue creada la Corporación Colombiana de Teatro, que tuvo a su


cargo la organización de festivales y muestras de teatro nacional y aún desarrolla
importantes actividades del sector, al contar con su propia sede, ubicada al lado
del Teatro La candelaria.

Otros muchos grupos han surgido en Bogotá, Medellín o Cali. En Medellín la tarea
de Gilberto Martínez, Mario Yepes y otros gestores y directores escénicos, logró
impulsar tanto la creación de grupos como el surgimiento de una nueva
dramaturgia. Aparte de los nombrados, cabe mencionar la alta calidad estética
lograda por el grupo Matacandelas, dirigido por Cristóbal Peláez, o la nueva
dramaturgia del grupo Ex Fanfarria, con obras de José Manuel Freydel, asesinado
en extrañas circunstancias en Medellín. Con una trayectoria semejante se
encuentran el Pequeño Teatro, dirigido por Rodrigo Saldarriaga y el Taller de Artes
de Medellín, dirigido por Samuel Vásquez.. También ha sido importante la tarea
desarrollada por el grupo Águila descalza, cuya obra País paisa se convirtió en un
gran éxito de taquilla.

En Bogotá han surgido grupos importantes, cuya sola lista no alcanza a caber en
estas líneas, y por lo tanto sólo nombramos a los más destacados, entre los que
se cuentan Mapa Teatro, dirigido por los hermanos Rolf y Heidi Abderhalden, el
grupo Acto Latino, con una amplia trayectoria, bajo la dirección de Sergio
González, el Teatro Ensamblaje, dirigido por Misael Torres, quien ha logrado
montajes de alta calidad, tanto para obras de sala como para teatro callejero, en
especial Las tres preguntas del Diablo, de Misael Torres, o las piezas inspiradas
en Cien Anos de Soledad, de García Márquez, la primera de las cuales
fue Memoria y olvido de Úrsula Iguarán, realizada en colaboración con Juan
Carlos Moyano. También ha logrado continuidad y varias obras significativas para
sala y para teatro de calle el grupo El Tecal (Teatro Estudio Calarcá), dirigido por
Críspulo Torres, así como el Teatro Taller de Colombia, el decano de los grupos
de teatro de calle, dirigido por Jorge Vargas y Mario Matallana, o el grupo La Casa
del Silencio, de teatro gestual y mimo, dirigido por Juan Carlos Agudelo. Entre los
dramaturgos más destacados de las últimas promociones cabe destacar los
nombres de Fabio Rubiano, Víctor Viviescas, Alvaro Campos, Carolina Vivas o
Henry Díaz. También ha tenido un importante desarrollo la danza teatro, con la
obra de Alvaro Restrepo y su Colegio del Cuerpo o el grupo L´Explose, dirigido por
Tino Fernández con la participación dramatúrgica de Juliana Reyes. Finalmente, a
la par con la diversidad de propuestas del teatro han tenido un importante
desarrollo, en toda clase de técnicas y modalidades, las obras de Teatro de
Títeres, con grupos consolidados de gran calidad como La Libélula Dorada, grupo
dirigido por los hermanos Iván Darío y César Álvarez, o Hilos Mágicos, dirigido por
Ciro Gómez, que cuentan con sede propia y desarrollan una permanente
actividad. Los titiriteros se han agrupado en una asociación llamada ATICO, con la
cual han desarrollado importantes muestras evaluativos y jornadas para amplios
públicos populares, infantiles o juveniles, logrando importantes resultados en la
consolidación del sector.

Taller 11

1. A partir del análisis de la lectura, realizar un ensayo. (trabajo individual)

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