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Muchos años después, durante el período colonial, el teatro de nuestro país se desarrolló
como una extensión del teatro español. Diversas compañías extranjeras representaban
obras para los sectores más adinerados de la sociedad. En 1783 se construyó en la
ciudad de Buenos Aires el teatro conocido como “La Ranchería” o “La casa de la
comedia”. En 1792, en una noche de función, un cohete disparado, al parecer, desde una
iglesia cercana con motivo de una
celebración patronal, cayó sobre el
techo de paja de la Ranchería y el
galpón quedó totalmente destruido
por las llamas. Las obras ofrecidas
en esos nueve años de actividad
(comedias, autos, sainetes,
entremeses) pertenecían al teatro
español.
Junto con los inmigrantes a fines del siglo XIX y principios del XX, ingresa en nuestro
país el teatro por horas, donde se cultiva el género chico, de procedencia hispánica. Se
llamaba así a obras de no más de una hora de duración, cuya brevedad permitía a los
empresarios organizar espectáculos por secciones, es decir, varias funciones en un
mismo día, al modo actual de los cines. Este teatro estaba constituido por piezas de
distinta índole: sainete, vodevil [Vaudeville: género que incluye canciones cortas y
ligeras. Se caracteriza por numerosos y disparatados enredos y la comicidad gruesa],
revista [Espectáculo basado en el canto, el baile y la comicidad de doble sentido, y la
alternancia de números, diálogos, monólogos, cantos y bailes dan al espectáculo un
efecto dinámico y constante. La versión criolla agrega la sátira política y la presentación
de asuntos de la vida nacional contemporáneos], zarzuela [Espectáculo español
popular, basado en la música y el baile, que alternan con diálogos y con intriga amorosa
de final feliz. En su variante criolla incorpora asuntos nacionales de actualidad] y otras,
que tenían en común la inclusión de música y canto, el carácter reidero y el sentido
festivo.
El circo criollo fue el primer espectáculo que puso en juego algo de la identidad
sudamericana, por haber sido el primero que dejó de imitar las artes provenientes de
Europa, iniciándose a mediados del siglo XVIII en Argentina y Uruguay.
El Sainete
El sainete pertenece al realismo literario del siglo XX, y muestra una sociedad industrial
donde el hombre vive alienado por su trabajo, sin tiempo para el ocio creativo. Se
muestra al hombre desarraigado, en conflicto con su ética, luchando contra una sociedad
implacable.
Con la inmigración de principios del siglo XX se introdujo el sainete, parte del ‘género
chico’ español. Era una obra breve, costumbrista, humorística y con personajes
estereotipados. Una pieza dramática en un acto, de carácter popular y burlesco, que se
representaba como intermedio o al final de una función.
El Sainete Criollo
Al combinarse con el circo en Argentina surgió lo que se conoce como ‘sainete criollo’.
Este mostraba la vida en los conventillos de forma sentimental y trágica. Representaba
las malas condiciones de vida de los inmigrantes y los criollos pobres en los márgenes
de una ciudad en crecimiento, lo que generaba una fuerte identificación en el público.
Los inmigrantes que llegaban a Buenos Aires se radicaban en los márgenes de una urbe
que crecía a un ritmo acelerado. Las viviendas —antiguas mansiones abandonadas y
convertidas en precarios refugios, en las que se asentaron los primeros conventillos—
albergaban a pobladores de distintos orígenes (italianos, españoles, polacos, árabes,
etc.), y conformaron la escenografía ideal para el sainete. De ahí que las acciones se
situaran en sus patios, espacio donde los vecinos —y los conflictos— confluían. Por lo
tanto, como expresión de la creciente urbanización, el sainete fue un género típicamente
porteño.
Es así que las temáticas del sainete criollo se situaban entre el humor y el conflicto
social. La esencia del género dramático es la puesta en escena del enfrentamiento de dos
o más fuerzas opuestas —sean éstas humanas o no, internas o externas al hombre—, que
plantean un conflicto y su resolución. En sus orígenes, el sainete planteaba el conflicto
en términos de intereses de los distintos personajes: una disputa por una mujer o por
dinero que acababa en un final cómico. Luego fue evolucionando y poniendo en juego
sentimientos o estados de ánimo más profundos de los personajes, así como conflictos
que representaban la problemática social de la época.
En el sainete, los personajes hablan de manera estereotipada: los tipos se identifican por
su lenguaje. En las voces de los personajes del conventillo están presentes tanto sus
valoraciones sobre los hechos como sus creencias. Por medio del diálogo, el espectador
—o el lector—, percibe las luchas y los modos de resolver los conflictos entre los
personajes.
La variedad de registros también se utiliza como recurso humorístico para generar los
malos entendidos, los juegos de palabras. Los inmigrantes hablaban el “cocoliche”,
jerga de italianos que hablaban español. El cocoliche surgió en el siglo XIX a partir de
la mezcla de dialectos italianos con el idioma español. Entre finales del siglo XIX y
comienzos del siglo XX, un gran porcentaje de la población de la capital argentina
procedía de Italia. La alternancia de términos pertenecientes a sus dialectos nativos y
otros propios de la lengua del país de acogida derivó en el desarrollo de esta jerga. La
denominación cocoliche surgió en el circo criollo de los hermanos Podestá, donde había
un personaje llamado Cocolicchio.
Pese a que con el tiempo el cocoliche se fue oyendo cada vez menos, probablemente
debido a la desaparición de los inmigrantes que lo hablaban, muchas de sus palabras
hoy en día se encuentran formando parte del lunfardo y del lenguaje cotidiano del
español rioplatense.