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ACTIVIDAD #4

TEMA

LAS CIENCIAS HUMANAS Y LA FILOSOFIA

INTEGRANTES

MARIA FERNANDA GONZALEZ MARTINEZ

EVELYN RAVELES PERNETT

JEAN CARLOS MADARIAGA

TUTOR

LAUREANO SANTIS IRIARTE

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS

ADMINISTRACION FINANCIERA

LORICA – CORDOBA
LAS CIENCIAS HUMANAS Y LA FILOSOFIA

Las ciencias humanas, nos permite estudiar al ser humano de manera


individual o colectiva a través de sus interrelaciones con sus semejantes y con
el medio ambiente donde habita; permitiéndonos entender por qué las
personas son cooperativas, orgullosas, desarrolladoras, etc., y pudiendo ver
cómo avanza y que diferente es de otras especies. Aportando así las ciencias
humanas a que el ser humano, pueda conocer su antes, ahora y después de la
aplicación de las diversas conclusiones que aporta esta ciencia para una vida
más comprendida, mejorada y de bien para una sociedad.

Esta ha surgido de la filosofía, ya que al principio todas las formas de


conocimiento eran una mezcla entre contrastación empírica sistemática,
filosofía y mito. Esto se ve claramente, por ejemplo, en la manera de pensar
propia de las sectas pitagóricas, que investigaban las propiedades matemáticas
a la vez que atribuían un carácter casi divino a los números y vinculaban su
existencia a la de un más allá en el que hipotéticamente habitaban almas sin
cuerpo (ya que las reglas matemáticas son válidas siempre,
independientemente de lo que haga la materia).

En ciencias humanas, encontramos que estas nacen entre lo empírico y lo


trascendental, entre la positividad y aquello que es del orden de los
fundamentos, se consolidan en el espacio voluminoso y abierto entre tres
grandes tradiciones epistémicas, a saber: la filosofía, las ciencias de la vida y
las ciencias matemáticas y físicas

Mientras que la filosofía trata de pensar al hombre en su finitud radical, las


ciencias humanas quieren recorrer sus manifestaciones empíricas. Así, se
ocupan de tres dimensiones del hombre: la vida, el trabajo y el lenguaje, dando
origen a las diversas formas discursivas o disciplinarias desde las cuales se
trata de aprender al hombre como comportamiento, como ser de producción o
como ser de leguaje, lo que lleva a la conformación de disciplinas como la
psicología, la sociología, la economía, la historia, la lingüística y en el margen
la etnología y el psicoanálisis.
Por otro lado el sentido de las ciencias humanas es lo que da la orientación y el
finalismo al conjunto de todas las ciencias, incluyendo las de la naturaleza,
puesto que los frutos que éstas últimas dan a la humanidad deben ser luego
ubicados en la práctica y en la historia progresiva o regresiva de la humanidad
en cuanto tal. Y para ello es preciso reavivar también un diálogo abundante con
la filosofía, especialmente con sus aspectos antropológicos y éticos. Pero la
filosofía se alimenta también de los resultados de las ciencias positivas,
particularmente las humanas, a fin de no perder en el camino su sentido
intelectivo, inherente necesariamente a su vocación. Otra tarea que la filosofía
debería desempeñar en su relación con las ciencias humanas es la memoria
de su historia. Como hemos visto las diversas ciencias han nacido en
determinadas épocas de maduración filosófica, y en sus escuelas particulares
siempre hay un sello de elementos filosóficos que estuvieron vigentes en su
origen

Asumiendo que es errada o al menos parcial la idea que reconoce sólo la


contribución de la filosofía a las ciencias y olvida el impacto que el retorno del
saber científico positivo produce en la filosofía. Este aspecto fue en parte
reconocido cuando las ciencias naturales y en particular la física y la biología
descubrieron dimensiones nuevas y amplias capaces de obligar a la filosofía a
ensayar y hasta a construir nuevas filosofías de la naturaleza, que incluyeran
los descubrimientos renovadores más importantes. Y podría añadirse que esta
tendencia es ya irreversible, de manera que fuera mucho más pesado el
cambio que ha quedado en el impacto de las ciencias humanas. La filosofía,
se ha mostrado a este respecto más bien como autosuficiente, capaz de seguir
meditando sus temas sobre la base de lo heredado de tradiciones milenarias.
Sólo con los desarrollos del estructuralismo o el psicoanálisis se ha constatado
que podían instalarse en la filosofía temas nuevos, capaces de cuestionar
planteos anteriores

Sin embargo las ciencias humanas en su particularidad tienen una exclusiva


vocación común a una mayor interpretación de la vida humana y con ella de la
visión de mundo que le es correlativa ya que hablamos de una aptitud o
tendencia para indicar también que ellas no son en sí mismas filosofía. Para
ello no es necesario, y ni siquiera beneficioso intentar una restauración de las
anteriores antropologías que llamaríamos “centrípetas” en cuanto veían en los
resultados que iban proporcionando las ciencias humanas sólo elementos para
ampliar una nueva síntesis, una suerte de modernizar los datos observados
empíricamente.

Los problemas producidos por las ciencias humanas con sus especialidades
deben ser vistos como otros tantos interrogantes que obligan a nuevas
perspectivas, a proponer nuevos paradigmas, La nueva antropología que se
debe intentar construir no puede prescindir de los resultados de las ciencias
humanas positivas, y allí donde surge una paradoja o una aparente
contradicción, debe tratar de tomarla como un nuevo desafío para el logro de
conocimientos más profundos e integrados. Es como decir que la filosofía (me
refiero en particular a una filosofía de la persona) necesita dar un nuevo giro
por el cual, abandonando los antiguos deseos de construir nuevos sistemas
teniendo en cuenta los hallazgos científicos.

Esto quiere decir que ya no sería un sistema antropológico añadido a los


anteriores, sino la confluencia de muchos aspectos interdisciplinarios
renovadora de los elementos filosóficos que en cada ciencia se hallan
implícitos. Mientras tanto Para no verse obligada a insistir indefinidamente
sistemas conclusos, sino un pensamiento unitario constantemente abierto a
nuevas preguntas y problemas sin perder su centro animador, debería aceptar
el desafío de escuchar los planteos provenientes.
CONCLUSIÓN

De esta manera podemos concluir que pese a esto, es preciso identificar a la


filosofía como el tronco del cual brotan las denominadas ciencias humanas no
solo por la inevitable referencia a la formación de los primeros representantes
de las nacientes disciplinas, sino por el legado teórico que desde la filosofía se
dio al pensamiento sobre el individuo y el vínculo social. Sin embargo, estas
ciencias nacen en un momento en el cual la filosofía se esforzaba por ser
reconocida como una forma de conocimiento valido frente al discurso impuesto
por el saber instrumental de la ciencia moderna, esto conlleva a que hayan
aparecido precisamente en la tensión entre un campo filosófico muy
menospreciado y un campo científico sobrevalorado. El intento de superar
alternativas trajo consigo nuevas propuestas que, acogiendo o no el
pensamiento filosófico, lograron mediar un acercamiento a un saber sobre la
condición humana.

Se lograría una complementación de sumo interés; La psicología y en general


las ciencias humanas en cuanto ciencias empíricas, necesitan recurrir a bases
filosóficas para evitar el vacío y la reducción de su rol, mientras que la filosofía
a su vez se enriquecería con los datos provenientes de los estudios
psicológicos particularizados, así como de otras ciencias humanas para poder
revitalizar las propias tradiciones, pero para el logro de dicho planteamiento es
necesario que la filosofía deje de ser un saber que de un modo deductivo
impusiera límites a la libre investigación psicológica de acuerdo a los diversos
métodos, escuelas y especialidades, con la condición de que éstas tuvieran un
sólido fundamento epistemológico y no aspiraran a convertirse en “visiones del
mundo” demasiado abarcadoras, es decir a sustituir el rol de la filosofía y en
particular de la antropología filosófica, que es la rama que más directa relación
debería tener con estas ciencias.

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