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LA NIÑEZ TEMPRANA E

INTERMEDIA:
DESARROLLO DE
CONDUCTAS
ANTISOCIALES
La transición de la lactancia a la edad temprana está ligada al desarrollo de una nueva
relación respecto al mundo de los objetos. Los principales intereses del niño están
encaminados al dominio de las nuevas acciones con objetos, lo cual constituye su
actividad principal.
El adulto asume su papel de maestro, educador, colaborador y ayudante, con el fin de
que alcance este dominio, sin embargo, por desconocimiento, no siempre lo hace
adecuadamente y pueden aparecer alteraciones en su conducta.
La actividad con los objetos pasa por tres fases hasta llegar
a su dominio. La primera fase se arrastra de la etapa de
lactante, los niños manipulan los objetos, no saben
utilizarlos, la acción no se corresponde con el uso designado
a los mismos. Sin embargo, en su relación con ellos, pasa a la
segunda fase donde la acción y el objeto están
estrechamente ligados entre sí.
Por ejemplo: la cuchara es para comer, el vaso es para
tomar, la cuna es para dormir, la silla para sentarse y así
sucesivamente.
La edad temprana constituye el momento donde se aprende con más facilidad y
rapidez la lengua materna.
El creciente interés por los objetos y las acciones a ejecutar con éstos, lo estimula a
solicitar ayuda del adulto y para ello, debe hablar. También tiene gran importancia la
acumulación de impresiones que obtiene en la actividad con objetos, lo que crea las
bases para el aprendizaje del significado de las palabras, su relación con las
representaciones de los objetos y de los fenómenos del mundo circundante.
Uno de los momentos más importantes en el
desarrollo de esta etapa consiste en que comienza
a comprender su existencia como un ser
independiente. Finalizando el segundo año de vida
empieza a conocerse a sí mismo por su aspecto
externo y luego, su mundo interior.
En esta etapa los niños hacen muchas preguntas sobre todo lo que les rodea,
preguntan: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿cómo? Es decir todo lo que les rodea les provoca
curiosidad, les estimula la creatividad, el saber que hay en su medio ambiente, por qué
están las cosas que el niño tiene para su uso, los ayuda cada vez más a relacionarse de
una forma positiva.
El desarrollo emocional del niño inicia en esta etapa, inicia un impulso de desarrollar la
empatía con el otro pero aún le es difícil ponerse en el lugar del otro, porque en esta
etapa van del egocentrismo al sociocentrismo. Le es difícil prestar un juguete si es suyo,
porque todavía siente la pertenencia de este juguete
El niño todo el tiempo está imaginando roles,
jugando a ser la profesora con los alumnos,
jugando a ser la madre con los hijos, el niño tiene
un mundo de fantasía en el que él se desarrolla y
se puede representar como un héroe. Pasa la
mayor parte del tiempo jugando, compartiendo y
yéndose a mundos donde el niño desarrolla esa
creatividad interna, esa forma de ser, ese yo
social.
En esta etapa se desarrolla el juicio moral del niño, entonces es muy importante porque
el niño está aprendiendo lo que debe ser y lo que no debe ser. En esta etapa es muy
importante que los padres les pongan las reglas y los límites a los niños de forma
concreta, clara, precisa y adecuada para su edad.
CONDUCTAS ANTISOCIALES.
Conjunto de comportamientos, prácticas o actuaciones que tienen como objetivo la
perturbación del orden social o la agresión a este. De la misma manera, todos aquellos
discursos que fomentan este tipo de actos, también son considerados como parte de
las conductas antisociales. Tradicionalmente, estos actos y comportamientos han sido
categorizados como transgresiones, abusos, infracciones o delitos juzgados y
sancionados tanto por la ley, como por la sociedad en general.
Melanie Klein

Encontró que los niños con tendencias asociales y


antisociales eran quienes más temían a la posible
retaliación de sus padres como castigo. Llegó a la
conclusión de que, no es la debilidad del superyó, sino la
abrumadora severidad de éste la responsable del
comportamiento característico de personas asociales y
criminales, esto como resultado de la proyección irreal de
sus miedos y fantasías persecutorias.
En la mayor parte de las familias de menores
infractores, existe padre y madre; sin embargo, la
figura paterna es muy inestable, en ocasiones este
no se encuentra en el hogar o lo abandona. El
abandono paterno influye en la desestabilización
psicológica y social de los menores, ya que es una
experiencia dolorosa que generalmente se expresa
como rechazo hacia el padre (a veces también hacia
la madre) resentimiento y actitudes agresivas hacia
los representantes de la autoridad (maestros,
policías, patrones).
Esta situación de ausencia de alguno de los padres y el no contar con el apoyo del que
se encuentra cerca, produce la insatisfacción de necesidades afectivas y de seguridad e
infunde sentimientos de soledad y vacío emocional; esto facilita que el muchacho se
agrupe o se asocie con pandillas, en la cual para ser aceptado imitará su conducta e
incluso las actividades antisociales.

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