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8.

ÚLTIMA PATRÍSTICA O
PATRÍSTICA TARDÍA
8.1 CONTEXTO HISTÓRICO

 Este período abarca desde el siglo VI hasta el siglo VIII. Comienza con los llamados
“últimos romanos” (Boecio, Casiodoro), formados aún en las escuelas de la sabiduría
antigua, pero vinculados con el nuevo orden surgido en Occidente con la invasiones
bárbaras (s. V-IX). Es la época de transición entre el Imperio Romano y los nacientes reinos
europeos. Los clérigos buscan cristianizar a los pueblos bárbaros empezando por los reyes,
inaugurando así la colaboración entre Iglesia-Estado que caracterizará toda la Edad Media. 
 Posteriormente sigue el florecimiento cultural, que ocasiona la formación del Sacro Imperio
Romano-Germánico, denominado el Renacimiento Carolingio, que propicia el desarrollo de
la cultura recogida por los monjes y divulgada a través de las escuelas (palatinas,
catedralicias, etc.) y que a su vez origina la Escolástica. Durante esta época se plantean los
principales problemas filosóficos que tendrán su auge en la Alta Edad Media (siglos IX-XIV).
8.1.1 LAS
INVASIONES DE
LOS PUEBLOS
BÁRBAROS
Los “bárbaros” venían presionando
desde el s. II las fronteras del
Imperio, pero habían sido
contenidos por los romanos; ahora,
con el debilitamiento del Imperio,
fueron penetrando pacíficamente,
llegando a ocupar puestos incluso
en el ejército. Los bárbaros se
ubicaban en tres grandes zonas en
torno a las fronteras del Imperio:
INVASIONES

 a. La primera la constituían los germanos, que


ocupaban el espacio comprendido entre el Danubio, el
Rhin, el Vístula y el Mar del Norte, éstos a su vez se
dividían en más de veinte ramas.
 b. Más allá de los pueblos germanos se hallaban los
eslavos, también de raza aria o indogermana, pueblos
nómadas que ocupaban el espacio comprendido entre
el Vístula y el Don, y de los que se hallaban grupos en
Polonia, Hungría, Moravia y Rusia.
 c. La zona más extrema correspondía a los mongoles,
pueblos nómadas que procedían del Asia central. Las
invasiones se produjeron en oleadas, obedeciendo a un
mecanismo de presión de unos pueblos sobre otros.
CONSECUENCIAS DE LAS INVASIONES

 A partir del s. IV los pueblos germanos empiezan romper fronteras y se desbordan sobre las provincias del
Imperio Romano: Atila, rey de los hunos (tribu procedente del Asia) invade a Italia en 430; los vándalos (tribu
procedente de Germania) saquean a Roma en 455); los longobardos (tribu también de origen germano),
invaden el norte de Italia en 568. Después de estas invasiones Europa ya no es la misma, sobre todo por las
profundas consecuencias que surgieron en el orden de la cultura: se cerraron escuelas, se perdieron
muchos escritos antiguos, las tradiciones culturales y filosóficas quedaron amenazadas de muerte.
 Las destrucciones que ocasionaron las invasiones fueron enormes, e inmenso el perjuicio para la cultura; sin
embargo, también perduraron algunas instituciones romanas como el derecho, el sistema monetario y los
impuestos (que lógicamente se aumentaron). El nuevo Occidente latino-germánico empieza un lento proceso
de organización y recuperación social.
 La Iglesia pudo superar la dura prueba, quedando convertida en la única fuerza espiritual en medio de aquel
caos de nacionalidades incipientes. Comenzó así la ardua labor de cristianizar a los pueblos que se iban
formando, en realidad, el movimiento cultural queda circunscrito al seno de la Iglesia y, a través de ella, el
saber antiguo pasa a la Edad Media.
8.1.2 LOS MONJES Y LA TRANSMISIÓN
DE LA CULTURA ROMANA
La vida monástica comienza a difundirse después del Edicto de Milán (313), aunque en algunos
aspectos como la vida en común, el hábito y otras manifestaciones externas, el monacato cristiano
tiene precedentes en la asociación pitagórica y en los esenios de Qumrán, su espíritu era
esencialmente distinto. La fuente del monacato cristiano hay que buscarla en el Evangelio: Cristo es el
ideal y el modelo que los monjes tratan de imitar. En este sentido ya desde fines del s. III se aprecia
una fuerte tendencia a la separación de la vida común y cotidiana para buscar refugio en lugares
apartados, iniciándose así la vida eremítica o anacorética y posteriormente la vida cenobítica, iniciada
por san Pacomio (Egipto, 292-342), cuya organización comunitaria sustituyó la dispersión anacorética
constituyendo monasterios con sujeción a un reglamento minucioso.
El ideal monástico pasa de Oriente a Occidente y se difunde con gran rapidez: San Jerónimo, quien
puede considerarse como el primer monje de Occidente (382-392), dirige las primeras agrupaciones
romanas y después hace vida eremítica en Belén y Jerusalén. San Agustín también organizó vida
monástica en Tagaste e Hipona. Así el monacato se fue difundiendo por toda Europa, llegando incluso
a Irlanda e Inglaterra, donde alcanzó un gran florecimiento.
MONACATO OCCIDENTAL

 San Benito de Nursia (480-543), considerado como el padre del monaquismo Occidental, con su Regula
Monachorum, crea un nuevo tipo de monasterio, en el cual, prescindiendo del rigorismo y el individualismo de
los monjes antiguos, se observara la vida en común bajo la obediencia a un prelado. Su monasterio tenía un
refectorio común, hospedería y biblioteca, huerta espaciosa y una basílica. Benito impuso a sus monjes el
trabajo manual, alternado con la oración y la lectura (lectio divina) a la que debían dedicar varias horas diarias
(“ora et labora”).
 Muy pronto, y sobre todo con la influencia de San Gregorio Magno (540-604), la Regla Benedictina se impuso
en todos los monasterios de Europa. La función de los monasterios fue a la vez religiosa y colonizadora, ya
que los monjes llegaron a terrenos incultos llevándoles a la vez el cristianismo y la cultura. Fueron un refugio
para cuantos buscaban la paz y la tranquilidad del espíritu en medio de las duras condiciones de vida que
sobrevinieron después de la desarticulación del Imperio.
 Los monjes contribuyeron a la conservación de la cultura con la formación de bibliotecas en sus monasterios,
a las que estaba anexo un centro de copistas. Así se conservaron los escritos de la antigüedad clásica y las
obras de los Santos Padres.
8.2 LOS
TRANSMISORES
DE LA CULTURA
GRIEGA

La transición del mundo antiguo al


mundo medieval contó con
importantes representantes:
- En Occidente: Severino Boecio,
Casiodoro, Isidoro de Sevilla
- En Oriente: Dionisio Areopagita,
Máximo el Confesor y Juan
Damasceno.
8.2.1 SEVERINO BOECIO

Boecio es llamado el último de los romanos y el primero de los escolásticos. Se dedicó al estudio de los escritos
aristotélicos y platónicos, y su gran mérito consiste en haber dado a conocer a los latinos la cultura griega. Su
intención era tomar en consideración todas las ciencias que llevan a la filosofía: aritmética, música, geometría y
astronomía; con este propósito proyectaba traducir al latín y comentar todas las obras de lógica, de moral y de
física escritas por Aristóteles, y traducir y comentar todas las obras de Platón, para poner de relieve el acuerdo
sustancial entre ambos filósofos. Debido a su muerte prematura en la cárcel, en 524, por defender los derechos
del Senador Albino, Boecio no pudo llevar a cabo su vasto y ambicioso proyecto, aunque alcanzó a traducir y
transmitir a la Edad Media gran parte de la doctrina aristotélica y platónica, influyendo grandemente en toda la
Escolástica:
- Lo aristotélico está en haber transmitido a la Escolástica varios conceptos fundamentales de la lógica y la
metafísica: acto, potencia, especie, principio, universal, sustancia, accidente, necesario, contingente, etc. Boecio
es, de este modo, casi la única fuente del aristotelismo medieval antes del siglo XII.
- Lo platónico está en la transmisión del concepto de Dios, felicidad, eternidad, lo espiritual, el alma, lo material,
etc.
A. JERARQUÍA Y CLASIFICACIÓN DE
LAS CIENCIAS
 Para Boecio amar y buscar a Dios requiere conocer unos entes y practicar unos actos. Así, habrá que distinguir entre el
estudio teórico de los seres, que es propio de la “filosofía teórica o especulativa”, y el estudio del obrar humano, que es propio
de la “filosofía práctica o activa”. La filosofía teórica o especulativa admite tantas divisiones cuantos tipos de entes sean objeto
de conocimiento; por lo tanto comprende:
- El tratado de los entes que existen sin materia, por ej., Dios, los ángeles y las almas separadas. Esta parte de la filosofía recibe
el nombre de Teología, y los seres que son su objeto de estudio se denominan “intellectibilia” (intelectibles).
- El tratado de las almas caídas en los cuerpos: la psicología, y los seres que son objeto de su estudio reciben el nombre de
“intelligibilia” (inteligibiles).
 El tratado de los cuerpos naturales o materiales: las ciencias naturales, que estudian los cuerpos naturales o “naturalia”.
Boecio llamó “fisiología” o “física” a esta parte de la filosofía especulativa. Todos estos temas de la física se estudian en el
“quadrivium” que comprende las siguientes disciplinas: aritmética, astronomía, geometría y música. Por su parte, la filosofía
práctica o activa, se divide en tres ciencias prácticas o políticas, según que los actos (o virtudes) se ejecuten en el ámbito
individual (ética), doméstico (economía) o social (política).
 Además de estas divisiones, Boecio añade otro orden de saber: el de las ciencias que conducen a la correcta expresión de
los conocimientos ya adquiridos, y que se hallan reunidas en el “trívium”: la gramática, la retórica, y la lógica. Esta
clasificación de las ciencias permaneció vigente durante gran parte de la Edad Media.
B. LOS UNIVERSALES

¿Qué queremos decir con los conceptos universales: piedra, estatua, hombre, etc.? ¿“Hombre” significa una
cosa real, o es sólo una ficción de nuestro espíritu? Boecio responde con su teoría de la abstracción: con
“hombre” no significamos una cosa, pues ésta sería necesariamente una cosa particular y no podría predicarse
de muchos; tampoco significamos la nada. El sentido nos ofrece lo incorpóreo mezclado con lo corpóreo, pero
nuestro espíritu puede abstraer lo incorpóreo y contemplar la mera naturaleza de una cosa. Esa naturaleza
(forma, esencia, idea) es lo que significamos con el concepto universal. Boecio toma la doctrina de los
universales de Porfirio (233-305), quien propone las siguientes preguntas, que pasaron a la Edad Media como
uno de los principales temas de reflexión:
1) ¿Los géneros y las especies son realidades subsistentes en sí mismas o son simples concepciones del
espíritu?
2) Si son reales, ¿son corpóreos o incorpóreos?
3) Si son incorpóreos, ¿existen fuera de las cosas sensibles o solamente unidos a ellas?
EXISTENCIA DE DIOS Y ATRIBUTOS
DIVINOS
- Dios como persona: el problema de Dios es uno de los más importantes en Boecio, a pesar de retener mucho del pensamiento
antiguo en torno a Dios, asienta firmemente ante todo que Dios es un ser personal. Con esto se distancia bastante de Platón,
Aristóteles y Plotino; siguiendo más el pensamiento agustiniano.
- Dios como ser: cuando se pregunta como filósofo sobre el ser de Dios, su respuesta primera es que Dios es el mismo ser, o Dios es
forma absoluta: “la divina substancia es forma sin materia y por ello es uno y es lo que es”. Esta distinción ejercerá en la Edad Media
un influjo incalculable.
- Dios como bien: Dios, como dice Agustín, es aquel sumo bien que contiene en sí todos los demás bienes: “Omnium summum
bonorum cunctaque intra se bona continens”. Y como no se puede pensar en nada que sea mejor que Él, resulta que Dios es idéntico
con el bien.
- Dios como perfección: la idea de lo imperfecto tiene como presupuesto suyo y apoyo metafísico la idea de lo perfecto. Lo imperfecto
vive de lo perfecto. No podemos ni representarnos en la mente lo imperfecto sin presuponer como apoyo de ello lo perfecto.
- Dios como voluntad: si Dios es el “bonum omnis boni”, podría pensarse que los seres son semejantes a Dios y en consecuencia
bastaría ser un ser para ser ya bueno. Sin embargo, dice Boecio, que el ser en cuanto tal, sólo es ser, como lo blanco es blanco, pero
no por ello es ya bueno. Es la voluntad de Dios la que hace que el ser sea ser y sea también bueno. Fuera de Dios no hay
“substantialia bona”. Él es el primer ser, el primer bien, y la primera bondad. Cualquier otro bien que emana de Él, tiene el ser y la
bondad, porque Él así lo quiso.
ANTROPOLOGÍA

Boecio define al hombre como


“naturae rationalis individua
substantia”. El hombre es
también un espíritu libre, capaz
de conocer y elegir. El hombre
será tanto más libre y feliz
cuanto más se adecúe por el
conocimiento racional a la
voluntad divina. Querer lo que
Dios quiere y amar lo que Él
ama es la mayor libertad y
felicidad posibles, y a la
inversa: querer lo que el cuerpo
desea es la peor esclavitud.
DOCTRINA

e. Tiempo y eternidad: el tiempo no le conviene a Dios como a nosotros los hombres. Para nosotros el tiempo se extiende en la sucesión de
un pasado, un presente y un futuro. El ser creado no puede concentrar en un punto toda la plenitud de ser y tiene por ello que recorrer un
camino indefinidamente largo, infinito: el tiempo. Dios, en cambio, posee todo el ser en un ahora único, intemporal, y en eso consiste su
eternidad. “La eternidad es su posesión total simultánea y perfecta de una vida ilimitada”: Aeternitas est interminabilis vitae tota simul et
perfecta posesio.

f. El mal: lo que crea más dificultades a la providencia es la existencia del mal en el mundo. ¿Por qué se da el mal y quedan muchas veces
los malos sin castigo? El poder de los malos es sólo aparente, los virtuosos son en verdad más fuertes. La dicha de los malos es aparente,
la de los virtuosos es más auténtica.
Todo acontecer está ordenado por el saber divino y así es que todas las cosas están encaminadas al bien por su propia naturaleza, aunque
todo parezca sin orden ni concierto. No hay nada que se haga por amor del mal, ni siquiera lo que los malos hacen. En conclusión, es sólo
nuestra impotencia de comprender las complejidades del orden mundano la que nos hace dudar de él. En realidad todo está ordenado a la
medida de las necesidades de cada cual, y esto en todo lo que acaece, sólo que el necio desea a veces lo dulce, cuando el médico sabe
que le irá mejor lo amargo.
En definitiva, ni el mal ni el destino pueden debilitar la idea del bien. Dios es bueno y el hombre puede ser bueno. En esto consiste el
sentido de nuestra vida. Cada cual es responsable de su propia e independiente individualidad. De ahí procede la definición de la
individualidad humana: “persona est rationalis naturae individua substantia”.
DOCTRINA

g. La libertad: “En mano de los mortales queda intacto su libre albedrío y no son injustas las leyes que proponen premios y
penas a las voluntades, liberadas de toda necesidad. Está también Dios, espectador de todo desde lo alto, previéndolo todo, y
la eternidad siempre presente de su visión concurre con la futura condición de nuestros actos, dispensando premios para los
buenos y suplicios para los malos. No es vano poner en Dios vuestras esperanzas y elevar a Él vuestras preces; si son como
deben ser, no pueden ser ineficaces. Huid pues del vicio, cultivad la virtud, alzad los ánimos a las rectas esperanzas,
encumbrad a lo alto las humildes plegarias. Grande es, si no queréis disimularlo, la necesidad de ser honrados que os es
impuesta, pues obráis ante los ojos de un juez que todo lo ve” (“De consolatione philosophie”).
 
h. “De Consolatione Philosophiae”: Después de Agustín, Boecio es uno de los escritores cristianos que han gozado de más
grande autoridad. Entre sus muchas obras de destaca “De consolatione philosophiae”, que ejerció gran influencia sobre el
pensamiento y la espiritualidad de los siglos XII y XIII. Se trata de un diálogo entre el propio Boecio y Filosofía, personaje
alegórico femenino que se le aparece a Boecio para aclararle el problema del destino, de por qué los malvados logran
recompensa y los justos no. Filosofía intenta suavizar su aflicción demostrándole que la verdadera felicidad consiste en el
desprecio de los bienes de este mundo y en la posesión de un bien imperecedero, que coincide con la Providencia universal
que gobierna todas las cosas. El tema se relaciona directamente con la caída en desgracia del propio Boecio, por lo cual se
piensa que esta obra fue compuesta en la cárcel durante el largo año que pasó antes de ser ejecutado.
8.2.2 CASIODORO

 Flavio Magno Aurelio Casiodoro nació en Squillace (Calabria) entre 480 y 490. Procedente
de la aristocracia, se puso al servicio del rey Teodorico. En 540 dejó la vida pública y fundó
un monasterio en Vivarium (Calabria), que llegó a ser un gran centro de ciencias y letras; allí
los monjes se dedicaban a copiar manuscritos antiguos tanto paganos como cristianos.
Casiodoro reunió una biblioteca importante y escribió dos obras: “De anima” (en el que
reproduce la doctrina psicológica de san Agustín) e “Institutiones Divinarum et saecularium
litterarum”, ambas con gran éxito en el pensamiento medieval.
 Casiodoro adoptó los elementos de la cultura clásica en función de la comprensión de las
Escrituras y de las exigencias de la Iglesia. De este modo la razón no se configura como
adversaria de la fe. Por tal motivo Casiodoro influyó sobre la organización de los estudios en
las escuelas medievales, aceptando la clásica distinción de las artes pertenecientes al
trivium (gramática, dialéctica y retórica) y al quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y
música).
8.2.3 SAN ISIDORO DE SEVILLA

Isidoro nació y murió en Sevilla, entre los años 570 y 636 aproximadamente, allí mismo fue obispo durante 36
años. Fue un erudito enciclopédico, poseía una inmensa biblioteca sobre los más diversos temas; organizó una
Escuela para la formación del Clero y escribió varias obras teológicas inspiradas en Agustín: “De fide católica”,
“Sententiarum libri” y “De ordine creaturarum”. También escribió “Cronicas” (una obra histórica que abarca desde
la creación hasta el año 616), pero su obra más importante, y la más famosa durante la Edad Media, fue
“Etymologiarum Libri”, que consta de veinte libros: los tres primeros versan sobre las siete artes liberales y los
otros 17 brindan nociones acerca de los más variados aspectos del saber: la medicina, la historia, la teología, las
artes mecánicas, la geografía y hasta la guerra.
La idea básica de Isidoro es que a través de las etimologías (el significado de las palabras) es posible llegar a los
significados de las cosas. Como consecuencia de este proyecto fueron rescatadas del olvido gran cantidad de
ideas y de concepciones procedentes de autores clásicos, con lo que pudieron transmitirse a las escuelas
medievales. Más que componer tratados originales, Isidoro se esforzó en recopilar cuidadosamente los restos de
la cultura antigua a partir de los materiales que encontró en los autores de los que pudo disponer, pero a todos
anteponía siempre el estudio de la Sagrada Escritura, la cual para él era preferible a la lectura de los autores
paganos. De este modo Isidoro es uno de los eslabones que vinculan el mundo clásico con la cultura medieval.
8.3 LAS ÚLTIMAS GRANDES FIGURAS
DE LA PATRÍSTICA GRIEGA

DIONISIO SAN MÁXIMO EL SAN JUAN


AREOPAGITA CONFESOR DAMASCENO
Este autor vivió entre los siglos VI y VII, Vivió entre el 579/80 y el Vivió en la primera mitad del
pero ha sido confundido con aquel otro 662. siglo VIII; con él se cierra el
Dionisio (Hch 17,34) convertido por san período de la Patrística griega.
Pablo en su discurso ante el Areópago
8.3.1 DIONISIO AREOPAGITA Y LA
TEOLOGÍA APOFÁTICA

 Con su nombre se difundió en la Edad Media un Corpus de escritos de marcada influencia


neo-platónica.
 Dionisio replantea el neoplatonismo en términos cristianos. Lo que más se resalta en su
pensamiento es la formulación de su teología apofática o negativa, que se expresa así: “puede
designarse a Dios con muchos nombres procedentes de las cosas sensibles, en la medida en
que Él es causa de todo. De un modo menos inadecuado, puede designarse a Dios con
términos tomados de la esfera de las realidades inteligibles, por ejemplo, hermoso y
hermosura, amor y amado, bien y bondad y así sucesivamente. Sin embargo, lo mejor de todo
consiste en designar a Dios negándole todo atributo, ya que Él es superior a todos, es el
supra-ente y, por consiguiente, el silencio y la obscuridad expresan mejor esta realidad supra-
esencial en comparación con la palabra y la luz intelectual”.
8.3.2 SAN MÁXIMO EL CONFESOR

Máximo es importante en el aspecto filosófico porque presenta una forma de


neoplatonismo replanteado a fondo, en función de la teología cristiana. Máximo es
relevante sobre todo por la fuerte batalla que disputó contra las últimas doctrinas que
atacaban el dogma cristológico establecido en el Concilio de Calcedonia: el monoergismo
(que afirmaba que en Cristo existe una sola energía) y el monotelismo (que a su vez
afirmaba que en Cristo había una sola voluntad, la de naturaleza divina). Máximo refutó
demostrando, con gran eficacia y tenacidad, que en Cristo hay dos actividades y dos
voluntades: la divina y la humana, y logró dejar establecida la tesis de que Jesucristo es
verdadero Dios y verdadero hombre. Como consecuencia de esta disputa, sus enemigos
le cortaron la lengua, le amputaron la mano derecha y lo enviaron al exilio; por esto
recibió el nombre de “Confesor”, es decir, testigo de la verdadera fe en Cristo, a quien
llamó “el más fuerte de todos, porque es y se llama a sí mismo la verdad”.
8.3.3 SAN JUAN DAMASCENO

 Más que un pensador especulativo, Juan es ante todo un gran sistematizador; su


principal obra, titulada “Fuente del conocimiento”, está dividida en tres partes:
una parte filosófica, otra que contiene la historia de las herejías y otra de carácter
teológico-doctrinal; esta obra constituyó durante mucho tiempo un punto de
referencia en la filosofía y la teología medievales.
 El mérito fundamental de Juan Damasceno es que, al contrario de la mayoría de
los Padres griegos, que habían extraído sus elementos conceptuales de Platón y
del Platonismo, se apoya en la filosofía de Aristóteles, por ello el Damasceno
llegó a gozar en Oriente de una autoridad que puede compararse a la que logró
santo Tomás de Aquino en Occidente.

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