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El documento describe un experimento en el que se pidió a estudiantes de teología que prepararan un sermón sobre la parábola del Buen Samaritano. Algunos estudiantes se encontraron con un hombre herido en su camino y la mayoría pasó de largo, a pesar de haber estudiado la parábola. Esto demuestra que saber teóricamente no es suficiente, sino que hay que poner en práctica los principios del evangelio actuando como el Buen Samaritano.
El documento describe un experimento en el que se pidió a estudiantes de teología que prepararan un sermón sobre la parábola del Buen Samaritano. Algunos estudiantes se encontraron con un hombre herido en su camino y la mayoría pasó de largo, a pesar de haber estudiado la parábola. Esto demuestra que saber teóricamente no es suficiente, sino que hay que poner en práctica los principios del evangelio actuando como el Buen Samaritano.
El documento describe un experimento en el que se pidió a estudiantes de teología que prepararan un sermón sobre la parábola del Buen Samaritano. Algunos estudiantes se encontraron con un hombre herido en su camino y la mayoría pasó de largo, a pesar de haber estudiado la parábola. Esto demuestra que saber teóricamente no es suficiente, sino que hay que poner en práctica los principios del evangelio actuando como el Buen Samaritano.
■ Pidieron a un grupo de estudiantes de Teología que
prepararan un breve sermón de algún tema bíblico que fuera relevante para su vida religiosa; sin embargo, a un grupo de esos estudiantes se les dijo específicamente que el tema del cual debían hablar era la parábola del Buen Samaritano. Un experimento
■ La presentación, tendrían que ir a otro edificio, pues no sería
en el mismo lugar donde se impartían las clases. ■ Y a algunos se les dijo que se apuraran, pues ya estaban tarde. ■ Los alumnos ignoraban que, a mitad de camino, había un hombre en el suelo (un actor que los investigadores habían puesto allí), en posición de dolor, dejando claro que se encontraba muy mal. Un experimento ■ Pues lo cierto es que el haber estudiado a fondo la parábola del Buen Samaritano no influyó para nada en la conducta de aquellos alumnos. ■ De aquellos a los que se les había dicho que había tiempo, el 63% se detuvo a ayudar. ■ los que se les había dicho que se apuraran, que ya llegaban tarde, solo el 10% se detuvo. ■ El 90% restante se conformó con saber que alguien necesitaba ayuda pero no hicieron nada por ayudar a ese alguien, porque el tiempo era más importante para ellos que la necesidad de un ser humano en apuros. HACER VALE MÁS QUE SABER
■ Nos conformamos con una experiencia espiritual que se limita
a un conocimiento teórico («saber» sobre la Biblia) pero carece de la parte práctica («hacer» lo que la Biblia indica). ■ No nos resulta problemático explicar con precisión matemática el cronograma profético… y hasta ahí llega nuestra religiosidad. ■ Jesús fue el embajador de una vivencia religiosa que tiene más que ver con «hacer» que con «saber». HACER VALE MÁS QUE SABER
Sus preceptos van más allá de simplemente presentar un
conocimiento teórico de la revelación divina. Su método de instrucción se centra más en la práctica que en el conocimiento teórico. Por supuesto, para seres como nosotros, proclives al mal, es mucho más fácil seguir teorías humanas que acatar lo que pide Jesús. Para mí, vale más cumplir a tiempo con los compromisos de mi agenda que ayudar al necesitado. Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Lucas 10:25
■ Todo comenzó cuando «un maestro de la Ley»,
también conocido como «escriba», intentó poner a prueba la sabiduría de Jesús. ■ Los escribas eran los encargados de escribir, copiar y conservar los manuscritos que integraban lo que ahora conocemos como Antiguo Testamento. «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» (versículo 26).
■ el intérprete de la Ley ya sabía la respuesta a la
pregunta, lo empujó a que él mismo respondiera. ■ El escriba no pudo contenerse y puso de manifiesto su conocimiento de la Torá; basándose en Deuteronomio 6: 5 y Levítico 19: 18 aseguró que todo el que quiere heredar la vida eterna nada más tiene que amar a Dios y a su prójimo (Lucas 10: 27). «Haz esto y vivirás» (Lucas 10: 28). ■ El escriba precisaba entender «que no basta con leer la Ley, sino que hay que cumplir lo que dice». ■ Por supuesto, un «intérprete de la Ley» no se pondría en ridículo preguntando a qué Dios se debía amar; él sabía quién era Dios; pero no sabía quién era su prójimo. ■ ¿No te parece interesante suponer que conocemos a un Dios al que no vemos mientras ignoramos quién es el prójimo, a quien sí vemos diariamente. “¿Y quién es mi prójimo?”» Lucas 10: 29,
■ Para Un fariseo nada más eran «prójimos» los demás
fariseos. ■ Los esenios, otro grupo religioso de la época, no consideraban «prójimo» a los hijos de las tinieblas y, además, argumentaban que era un deber sagrado odiar a los impíos. Un hombre ■ El Evangelio de Lucas no dice cuál es la nacionalidad del personaje. ■ Es alguien indefinido, «un hombre». No tiene rostro, no tiene color, no tiene idioma. ■ «Un hombre», nada más que eso. Su tragedia es universal. ■ Lo que le pasó a él le puede suceder a cualquiera, con independencia de que sea hombre o mujer, judío o gentil, blanco o negro, o de cualquier otra raza. Es un ser humano. ■ Mientras los oyentes de la parábola se compadecen y se lamentan por la situación del hombre, Jesús pone en el escenario a dos encumbrados personajes del estamento religioso de Israel. Un sacerdote y un levita
■ Sacerdotes. Ambos personajes representan al sector «más
consagrado» de la religión judía ■ Pero ahora se encuentran con «un hombre» ensangrentado. ¿Estará vivo o muerto? ¿Será judío o gentil? ¿Es adventista o es católico? Es mejor no averiguarlo ■ «Mejor hagámonos la idea de que está muerto». ■ Levítico 21: 1 prescribía que un sacerdote no debía contaminarse «por un muerto. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
■ Sin embargo, ¿no señalaba el mismo libro de Levítico:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19: 18)? Tanto el sacerdote como el levita tuvieron que decidir cuál de los dos preceptos era más importante en ese momento. ■ Con su proceder ignoraron que «la vida de un moribundo es más importante que un ritual de pureza» Un samaritano ■ No paso un judío Laico en cambio, el Señor sacude la mente de todos con tan solo mencionar que el próximo en pasar por allí fue un «samaritano». ■ Lo menos que querían para los samaritanos era que descendiera «fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma» (Lucas 9: 54). ■ Según Flavio Josefo, los samaritanos entraron al templo y esparcieron huesos humanos en el recinto sagrado, con la intención de impedir que los judíos celebraran la Pascua. ¿Cómo perdonar un sacrilegio de esa naturaleza? Un samaritano
■ Cuando pasó el levita vio y siguió de largo. Por ende,
como un malvado samaritano nunca será mejor que un sacerdote ni un levita, lo que esperamos es que el samaritano haga lo mismo: vea y siga de largo». ■ Paradójico, ¿verdad? El que cumple los requerimientos de la Ley es precisamente el que había sido considerado como transgresor de la Ley. «¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?» versículo 36 ■ Aunque su endeble conciencia lo aguijonea, el maestro de la Ley no se atrevió ni siquiera a mencionar la palabra «samaritano»; tal nombre ni merece ser pronunciado. ■ «El que tuvo misericordia» Lucas 10: 37,. ■ Jesús sonríe y le dice: «Ve y haz tú lo mismo». Dice Elena G. de White:
■ «No era una escena imaginaria, sino un suceso
reciente, conocido exactamente como fue presentado. El sacerdote y el levita que habían pasado de un lado estaban en la multitud que escuchaba las palabras de Cristo» (El Deseado de todas las gentes, cap. 54, p. 471). Dice Elena G. de White:
■ «En la historia del buen samaritano, Cristo ilustra la naturaleza
de la verdadera religión. Muestra que esta no consiste en sistemas, credos, o ritos, sino en la realización de actos de amor, en hacer el mayor bien a otros, en la bondad genuina. […] Y cualquiera que deja de manifestar este amor viola la ley que profesa reverenciar» (ibid., pp. 469, 475). Jesús nuestro ejemplo
■ No podemos dejar de reconocer que Jesús en nuestro
buen samaritano. Cuando todos pasaron de largo, él se detuvo, vendó nuestras heridas físicas y emocionales, y nos trató con misericordia. La compasión del buen samaritano fue un reflejo de la compasión de Cristo. Jesús nuestro ejemplo
■ El Señor «tuvo compasión» cuando vio a la gente desamparada, sin
rumbo en la vida, y se dedicó a orientarlas y a darle un sentido a su existencia (Mateo 9: 36). ■ El Señor «tuvo compasión» de los enfermos, y se dedicó a curarlos (Mateo 14: 14). ■ El Señor «tuvo compasión» de la gente que no tenía comida, y multiplicó panes y peces para saciar su hambre física (Mateo 15: 32). Jesús nuestro ejemplo
■ El Señor «tuvo compasión» del leproso, y por eso
extendió su mano y lo sanó (Marcos 1: 41). ■ El Señor «tuvo compasión» de los ciegos, por eso les tocó los ojos y les devolvió la vista (Mateo 20: 34). ■ El Señor «tuvo compasión» de la viuda de Naín, y por eso resucitó a su hijo (Lucas 7: 13). «Haz esto y vivirás»
■ No basta con saber teóricamente, hace falta llevar a la
práctica los principios y valores del evangelio.
■ Ahora nos toca actuar como Jesús nos enseñó en la