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El principio de la selección
Los hombres que escogió Jesús eran gente común: pescadores,
recolectores de impuestos, y otras personas por el estilo. Cuando llegó el
momento de escoger a aquellos que iba a entrenar, pasó la noche en
oración. “Aconteció en aquellos días que Jesús salió al monte para orar,
y pasó toda la noche en oración a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a
sus discípulos y de ellos escogió a doce, a quienes también llamó
apóstoles” (Luc. 6:12, 13).
No sólo eran hombres comunes, sino que eran individuos. No eran todos
iguales, no eran 12 fotocopias de uno sólo. No eran 12 soldados de
madera tallados con el mismo diseño, 12 réplicas de cartón cortados con
el mismo patrón, 12 estatuas de plástico obtenidas con el mismo molde.
Por ejemplo, Simón el zelote odiaba a los romanos que ocupaban
Palestina, mientras que Mateo, el recolector de impuestos, trabajaba
para ellos.
El principio de la asociación
¿Con qué propósito escogió Jesús a los 12 apóstoles? “Constituyó a
doce, a quienes nombró apóstoles, para que estuvieran con él, y para
enviarlos a predicar” (Mar. 3:14).
Jesús escogió a estos hombres para que estuvieran con él. Esto no fue
una idea revolucionaria en aquellos días; hay varios ejemplos en el
Antiguo Testamento en donde se entrenaba a hombres para la obra de
Dios por medio de la asociación con otros hombres de Dios.
Dios le indicó al profeta Elías que escogiera a Eliseo para que le ayudara
y continuara la obra después de que él se fuera. Elías no lo encontró en
la escuela de los profetas, estudiando y meditando, sino trabajando en el
campo (1 Rey. 19:15, 16, 19). Los discípulos fueron llamados a dejar su
trabajo diario para ir a estar con Jesús (Mat. 4:18-22; 9:9).
Elías no le imploró a Eliseo que se fuera con él, ni usó su oficio profético
para forzarlo al ministerio en contra de su voluntad. Cada persona debe
calcular el costo e incorporarse al entrenamiento de discipulado
voluntariamente. De hecho, según el registro de su conversación, al
parecer Elías estaba perfectamente dispuesto a dejar que Eliseo se
retirara si lo deseaba. Si es que iba a colaborar con él, tenía que
aprender de él voluntariamente (1 Rey. 19:19-21),
Esa es una razón por la cual usted no puede tomar a mucha gente a la
vez. Puede tratar de abarcar demasiado y nunca tener tiempo para
dedicarlo exclusivamente a ninguno de ellos. Usted sólo tiene cierta
cantidad de reserva emocional, así que la cantidad de hombres que
pueda entrenar está limitada por las horas que hay en el día y la
capacidad espiritual y emocional de su propia vida. Un error común es
tratar de hacer demasiadas cosas, demasiado rápido, y con demasiada
gente.
Nosotros sabemos, por la asociación que había entre estos dos hombres,
que Elías nunca le insistió a Eliseo que continuara con él en la obra.
Todo lo contrario. En tres ocasiones Elías animó a Eliseo a reevaluar su
relación y retirarse si quería, pero Eliseo rehusó tres veces. Elías había
tomado la decisión correcta. En Gilgal, Betel, y Jericó, Eliseo tuvo la
oportunidad de renunciar, pero decidió quedarse al lado de Elías (2
Reyes 2:1-6).
Cuando Eliseo decidió seguir a Elías y servirle, la decisión fue
permanente, Él había calculado el costo y determinó que eso era que
quería. Así que en el momento cuando usted elija a las Personas, y en la
subsiguiente asociación con ellas en el ministerio es imperativo que
permita que ellas reciban la dirección de Dios sobre el asunto, que sepan
exactamente lo que se requiere, y que se den cuenta de que usted las
reúne no para su propio beneficio sino para el de ellas.
Pedro tenía gente con él cuando se fue a la casa de Cornelio invitado por
aquellos que el centurión había enviado. “El Espíritu me dijo que fuera
con ellos sin dudar. Fueron también conmigo A estos seis hermanos, y
entramos en la casa de aquel hombre” A (Hech. 11:12).
El principio de la instrucción
Además de convertir a sus hombres en sus discípulos por medio de su
compañía en la obra diaria del ministerio, Jesús también tuvo con ellos
momentos especiales de instrucción. “Y él les decía: “A vosotros se os ha
dado el misterio del reino de Dios; pero para los que están fuera, todas
las cosas están en parábolas ” (Mar. 4:11). Y ellos sabían lo que les
esperaba. “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed,
pues, astutos como serpientes y sencillos como palomas. Guardaos de
los hombres, porque os entregarán a los tribunales y en sus sinagogas
os azotarán. Seréis llevados aun ante gobernadores y reyes por mi causa
para dar testimonio a ellos y a los gentiles” (Mat. 10:16-18).
Sabían que no iba a ser tan fácil como un paseo por el parque. Jesús los
preparó para enfrentar la oposición y el rechazo. “Cualquier lugar que no
os reciba ni os oiga, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de
vuestros pies, para testimonio contra ellos” (Mar. 6:11).
Jesús les dijo a sus hombres: “Vosotros no me elegisteis a mí; Más bien
yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y
para que vuestro fruto permanezca; a fin de que todo lo que pidáis al
Padre en mi nombre él os lo dé” (Juan 15:16),
2. Debe tener una imagen clara de lo que quiere que estos discípulos
lleguen a ser. Debe saber cuáles son los elementos fundamentales del
carácter cristiano que deben tener y qué clase de gente deben ser,
3. Debe tener una visión viva de lo que quiere que ellos aprendan a
hacer y un plan factible para ayudarlos a que lo logren.