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Parálisis espiritual

San Benito Abad (Sucre)


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San Benito Abad

Municipio

San Benito Abad

Localización de San Benito Abad en Colombia


San Benito Abad

Localización de San Benito Abad en Sucre (Colombia)

Ubicación de San Benito Abad

Coordenadas 8°55′38″N 75°01′35″OCoordenadas: 
8°55′38″N 75°01′35″O (mapa)
Capital San Benito Abad

Entidad Municipio

 • País  Colombia

 • Departament Sucre
o
 • Subregión San Jorge

Alcalde Manuel Del Cristo Cadrazco Salcedo

Eventos  
históricos

 • Fundación 23 de julio de 16771
 • Erección 18281

Superficie  

 • Total 1592 km²1

Altitud  

 • Media 20 m s. n. m.

Población ()  

 • Total 26 595 hab.2
 • Densidad 18,62 hab/km²
 • Urbana 5314 hab.

Gentilicio Sanbenitino, -a

Huso horario UTC -5

Sitio web oficial

[editar datos en Wikidata]

La Villa de San Benito Abad es


un municipio colombiano del departamento de Sucre, ubicado en la región Caribe
colombiana, y hace parte de la subregión del San Jorge. En su casco urbano se
encuentra la Basílica Menor del Señor de los Milagros, uno de los lugares de
devoción y peregrinación más visitados de Colombia.
Dista 51 km de Sincelejo, la capital departamental, por medio de una carretera en
muy buen estado. Es el municipio más extenso de Sucre; ocupa más del 14 % del
área del departamento.
Estudio bíblico: El paralítico de
Betesda - Juan 5:1-16
Serie:   El Evangelio de Juan   
Autor: Luis de Miguel

Email: estudios@escuelabiblica.com

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El paralítico de Betesda - Juan 5:1-16
(Jn 5:1-16) "Después de estas cosas había una fiesta de los
judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca
de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo
Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una
multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que
esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel
descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el
agua; y el que primero descendía al estanque después del
movimiento del agua, quedaba sano de cualquier
enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía
treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio
acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:
¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo
quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y
entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús
le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel
hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de
reposo aquel día. Entonces los judíos dijeron a aquel que
había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu
lecho. El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo:
Toma tu lecho y anda. Entonces le preguntaron: ¿Quién es
el que te dijo: Toma tu lecho y anda? Y el que había sido
sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había
apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después le
halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no
peques más, para que no te venga alguna cosa peor. El
hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que
le había sanado. Y por esta causa los judíos perseguían a
Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el
día de reposo."

Introducción
El Señor pasó un periodo de tiempo indeterminado en
Galilea del que Juan sólo nos ha contado el milagro de la
sanidad del hijo de un noble en Capernaum. Esto es así,
porque como ya hemos señalado en otras ocasiones, Juan
no pretende contarnos una historia completa de todas las
obras de Jesús (Jn 21:25), sino que escoge determinados
incidentes que sirven para demostrar que Jesús es el Cristo,
el Hijo de Dios, y de esta forma las personas lleguen a creer
en él y tengan vida eterna (Jn 20:30-31). Si queremos saber
qué es lo que ocupó al Señor en este tiempo del que Juan
guarda silencio, debemos leer los otros tres evangelios, en
los que encontraremos muchos detalles del intenso
ministerio que Jesús llevó a cabo por toda Galilea.

Ahora vemos que Jesús regresó nuevamente a Jerusalén con


motivo de "una fiesta de los judíos". Recordamos que en su
visita anterior, el Señor presentó con toda claridad sus
pretensiones mesiánicas cuando purificó el templo, y esto
despertó la oposición y hostilidad de los judíos (Jn 2:13-22).
Ahora, en su segunda visita a Jerusalén, rápidamente
veremos que la actitud de los judíos se endureció aun más
contra él, hasta el punto de que se pusieron de acuerdo en
perseguirle y procuraban matarle (Jn 5:16). Y veremos que
cuando más adelante regresó nuevamente a Jerusalén, los
judíos seguían manteniendo la misma actitud hostil contra él
debido a la sanidad del paralítico que nos relata este pasaje
que ahora vamos a estudiar (Jn 7:10-24). Estamos, por lo
tanto, ante una ocasión crucial en el ministerio de Jesús, que
con el tiempo le llevaría finalmente hasta la cruz.

En cuanto a la curación milagrosa del paralítico de Betesda,


debemos decir que sólo es referida por Juan, y que vemos
que hay muchos detalles que nos han sido velados. Por
ejemplo, no sabemos a qué fiesta de los judíos se refiere el
evangelista, tampoco cómo supo el Señor que el paralítico
llevaba treinta y ocho años en esa situación, o si sanó a
algún otro de los muchos enfermos que había allí, y también
es significativo el silencio en cuanto a los discípulos que no
son mencionados en todo el pasaje. Sin duda, Juan quiere
centrar nuestra atención en otros detalles que son los que
vamos a considerar a continuación.

"Y hay en Jerusalén un estanque, llamado en


hebreo Betesda..."
Empecemos por notar que la primera parte de los incidentes
relatados en este pasaje tuvieron lugar en un estanque
llamado Betesda, que tenía a su alrededor cinco pórticos en
los que se cobijaban una multitud de enfermos, ciegos, cojos
y paralíticos. Tal vez Jesús fue hasta allí intentando salir del
ambiente asfixiante que había en el templo. Porque como ya
vimos, la forma en la que los sacerdotes habían convertido
la casa de su Padre en una casa de mercado, le desagradaba
en lo más profundo de su alma. A ellos, lo único que les
importaba eran los sustanciosos beneficios económicos que
obtenían de los israelitas que iban a la fiesta, aunque por
supuesto, esto intentaban ocultarlo bajo una capa de
religiosidad externa. ¿Qué tenía Jesús en común con
aquellos que recibían gloria los unos de los otros, y no
buscaban la gloria que viene de Dios? (Jn 5:44). ¿Cómo
podía el Señor sentirse cómodo con aquellos que
escudriñaban y cribaban la ley en la esperanza de que, con
un análisis sutil de cada una de sus letras y partículas,
serían poseedores de la vida eterna? Estaban totalmente
alejados de la verdad, y en sus intentos elaborados de
mostrar más ingenio que sus rivales, rechazaban al Mesías
enviado por Dios. Basándose sólo en la lectura exterior
habían dejado de ver todas las lecciones de su milagrosa
historia. Se habían pervertido y jugaban con las cosas
sagradas, mientras que a su alrededor había hombres que
sufrían y perecían, extendiendo sus manos secas y
paralizadas sin que sus gemidos y lamentos fueran
escuchados por ellos.

Estos sacerdotes habían convertido la religión en un negocio


muy próspero, en el que no tenían cabida el tipo de
personas que se reunían alrededor del estanque de Betesda.
Ellos ni escuchaban, ni tampoco les importaban sus gemidos
angustiados. Como mucho, quizá aliviarían sus conciencias
llevándoles de vez en cuando alguna limosna.

Pero aunque los líderes religiosos ignoraran sus necesidades


espirituales, siempre estaban presentes en el corazón de
Jesús. Así que el Señor se apartó del templo para
interesarse por aquella multitud de enfermos. De esta
manera vemos la preocupación constante de Jesús por
buscar a los perdidos allí donde éstos se encontraran. Y si
ellos no tenían acceso al templo, el Señor iría a buscarlos allí
donde estuvieran. No había otra manera de llevar salvación
a aquella multitud ignorante que sufría el abandono
espiritual de las clases religiosas.

"Yacía una multitud de enfermos que esperaba


el movimiento del agua"
Juan nos detalla la creencia popular que había surgido en
relación con el estanque de Betesda y que sirve para
explicar el porqué había tantos enfermos reunidos a su
alrededor: "Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo
al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía
al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano
de cualquier enfermedad que tuviese".
No debemos pensar que esta creencia fuera cierta, o al
menos no hay nada en el texto que nos haga pensar que el
evangelista la apoye. Él incluye esta explicación para dar
sentido al pasaje, porque esto era lo que creía el paralítico al
que sanó Jesús, y otros muchos que estaban allí en una
situación parecida.

En cualquier caso, esta creencia no tiene nada que ver con


el carácter de Dios. Si lo pensamos bien, el "ángel que
descendía de tiempo en tiempo al estanque" era bastante
cruel, porque aunque venía a sanarlos, los hacía esperar
indefinidamente, para llegado el momento, obligarlos a
luchar con todas sus dificultades para llegar al estanque
antes que los otros. Podemos imaginarnos el patético
espectáculo cuando por alguna razón comenzara a moverse
el agua. De repente, aquella multitud de ciegos, cojos y
paralíticos estarían luchando entre ellos, arrastrándose como
pudieran, golpeándose unos contra otros en un esfuerzo
desesperado por ser los primeros en llegar al agua. Por
supuesto, no encontramos nada parecido en la forma en la
que el Señor sanó a todos los enfermos que le fueron
presentados. Y de hecho, cuando el Señor sanó al paralítico
no hizo ningún uso de este estanque.

A la vista de esto, surge de modo natural la pregunta de si


habían ocurrido realmente milagros en aquel estanque que
hubieran servido para dar continuidad a esta creencia. Y nos
preguntamos esto, porque también en la actualidad sigue
habiendo muchos lugares de peregrinación donde acuden
constantemente enfermos con la esperanza de ser sanados
por alguna virgen o santo. Y aunque la atención de nuestro
pasaje no se centra en esta cuestión, podemos decir que no
sería de extrañar que se hubieran producido curaciones en
algunas circunstancias, de hecho es difícil negarlo después
de haber leído los relatos de peregrinaciones a lugares de
curas milagrosas. Pero como en este caso, es imposible
afirmar que los milagros sean producidos por Dios. Lo que
es evidente es que la mayoría de las curaciones que se
producen en estos lugares tienen que ver especialmente con
aquellos casos de enfermedades que tienen su origen en el
sistema nervioso, y que una fuerte sugestión, como la que el
enfermo siente al encontrarse en un ambiente así, puede
producir una sanidad de este tipo.

"Y había allí un hombre que hacía treinta y


ocho años que estaba enfermo"
En cualquier caso, lo que el Señor se encontró en aquel
estanque de Betesda, era una triste exhibición de la miseria
humana, tanto del cuerpo como del alma.

Hasta cierto punto podemos comprender los sentimientos


que tuvieron que haber agitado el corazón de Jesús a la
vista de esta multitud de enfermos. ¡Cuánto ha dañado el
pecado la imagen de Dios en el hombre!

Pero entre todos los enfermos había uno por el que Jesús se
interesó de manera especial. Se trataba de un hombre que
hacía treinta y ocho años que estaba sufriendo mientras
esperaba una sanidad que nunca llegaba. Bien podríamos
decir que era un caso extremo entre toda aquella multitud. Y
como vamos a ver a continuación, después de tanto esperar,
y viéndose cada vez más viejo e incapacitado, el hombre
había llegado a perder toda esperanza de ser sanado.

"¿Quieres ser sano?"


Cuando Jesús inició la conversación con él, lo primero que le
dijo nos puede parecer algo ridículo: "¿Quieres ser sano?".
Pero nunca hay nada absurdo en lo que el Señor hace. De
hecho, el Señor estaba abordando el problema en su misma
raíz. Porque aunque nos pueda parecer extraño, hay muchas
personas que están enfermas y prefieren continuar en su
estado, ya que éste les atrae la simpatía, lastima y la ayuda
de otros.

Esto se percibe con total claridad cuando reflexionamos


acerca del estado espiritual del hombre. ¿Cuántos hay que a
pesar de tantos fracasos en la vida, no quieren acudir a Dios
en busca de una solución a su situación? Viven sin poder
escapar de su dilema personal, de los problemas y el vacío
de su alma, y sin embargo se niegan a ser sanados moral y
espiritualmente. A pesar de que se sienten totalmente
insatisfechos con su situación, prefieren resignarse como
excusa para no hacer nada y así seguir viviendo de la misma
manera que les causa sus problemas.

Por lo tanto, la pregunta con la que Jesús inició la


conversación tenía como propósito que aquel hombre
manifestara que realmente quería ser sanado.

"No tengo quién me meta en el estanque"


La respuesta del paralítico puso de relieve su frustración.
Había perdido toda esperanza de ser sanado, y le explica al
Señor todos los problemas que encontraba para llegar a la
única solución que él conocía.

No es de extrañar su desanimo. Después de tantos años de


perseverar sin descanso en lo que no solucionaba su
problema, había llegado a darse por vencido. Pero lo más
grave de su estado era que cuando Jesús se presentó ante
él, su frustración le impedía darse cuenta de que tenía
delante de sí la verdadera solución a su situación.

Por otro lado, también aprovechó la ocasión para dar rienda


suelta a su amargura y culpar a otros por su falta de interés
y solidaridad para ayudarle a llegar al estanque cuando el
agua se agitaba. Esta falta de amigos o familiares que se
mostraran dispuestos a ayudarle, aun nos hace sentir más
simpatía por este paralítico. Pero lo cierto es que así somos
los seres humanos. Y esto se manifiesta con mayor crudeza
cuando lo que está en juego son nuestros propios intereses
personales, en esos casos ocurre como en aquel estanque
de Betesda, donde la única regla que parecía aplicarse es la
de que cada uno peleara por lo suyo sin importarle nada
más.

En realidad, tal como aquí se nos presenta a este hombre,


podemos decir que es un símbolo de la impotencia espiritual
de todos los hombres. Porque lo reconozcamos o no, todos
nosotros somos totalmente incapaces de ayudarnos a
nosotros mismos para cambiar las graves consecuencias que
el pecado ha traído sobre nosotros. En lo profundo de
nuestro ser sentimos el vacío, la ruina y el fracaso en
nuestra lucha por lograr agradar a Dios con acciones que
sean dignas de él. Y muchas veces gastamos la vida
confiando en personas y cosas que nunca llegan a
aportarnos ninguna solución.

Así pues, frente a nuestra propia debilidad y la incapacidad


de otros para ayudarnos, Cristo se interesa por nosotros y
viene a dar su vida por nosotros. Pablo lo resumió de esta
forma tan hermosa:

(Ro 5:6-8) "Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su


tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá
alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara
morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros."

"Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y


anda"
Jesús se dirigió al paralítico para mostrarle que, a pesar de
tantos fracasos, no todo estaba perdido, porque él mismo
tenía más poder que ningún ángel o que cualquier agua
milagrosa y era capaz de sanarlo con una sola palabra. De
esta manera Jesús se presento ante el paralítico como el
amigo que todos nosotros necesitamos y que muchas veces
hemos echado de menos. Él siempre se ha interesado por
nuestros problemas, hasta el punto de hacerlos suyos, y
nunca desatiende ni desprecia a nadie que se acerca a él.

Ahora bien, es muy probable que cuando el inválido vio que


Jesús se interesaba por él, parece que pensó que ese
forastero estaría dispuesto a ayudarle a llegar a tiempo al
estanque la próxima vez que las aguas se agitaran. Pero qué
sorpresa recibió cuando el "Médico celestial", sin necesidad
de aquel estante o de una intervención angélica, le dirigió
aquellas palabras inolvidables que le devolvieron una
sanidad completa e inmediata.

Aun así, el paralítico tenía que hacer algo para ser sanado.
Básicamente tenía que confiar en Jesús. Fijémonos que en
una sola frase el Señor le mandó tres cosas que eran
completamente imposibles para un paralítico: "Levántate,
toma tu lecho y anda". ¿Haría caso a este forastero, que
además de ser un desconocido para él, le pretendía sanar de
una forma que él no esperaba? ¡Qué desafío para un hombre
que acababa de confesar su completa incapacidad!

Pero el hombre percibió tal autoridad y poder en las palabras


de Jesús, que confió y obedeció lo que el Señor le mandaba.
Y entonces fue cuando descubrió que cuando el Señor
manda algo, también da las fuerzas y la capacidad
necesarias para llevarlo a cabo.

Y así, "al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su


lecho, y anduvo". De esta forma se resalta el carácter
completo y repentino de la curación.

"Y era día de reposo aquel día"


La historia no terminó allí, de hecho, este momento marcó el
comienzo de una larga controversia entre Jesús y los judíos,
porque aunque pudiéramos pensar que un milagro de
sanidad tan extraordinario como este alegraría a todos los
que llegaran a conocerlo, el hecho es que no fue así. Los
judíos no tardaron en aparecer en la escena para criticar lo
que Jesús había hecho. Desde su punto de vista, el poder y
la misericordia manifestados por el Señor al sanar
completamente a aquel pobre hombre no tenían importancia
alguna. Para ellos, todo esto podía ser ignorado, porque lo
único que les parecía importante es que según su
interpretación de la ley se había quebrantado el día de
reposo: "Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido
sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho".
En el evangelio de Juan, los "judíos" son los caudillos del
pueblo, los ancianos, gobernantes y escribas. No la
muchedumbre, sino los representantes de la nación.
Aquellos que como antes hemos señalado, difícilmente se
acercarían a personas como el paralítico. Sin embargo,
puesto que se sentían defensores de la verdadera religión,
no tardaron en intervenir en este momento.

Pero, ¿que había de malo en lo que el Señor acababa de


hacer? A nosotros su actitud nos parece totalmente
incomprensible, pero intentemos entender su razonamiento.
La ley de Dios mandaba reposar en el séptimo día, y ellos
interpretaban con esto que no se debía realizar ningún
trabajo, por lo tanto, cuando vieron que el paralítico sanado
estaba llevando su lecho, consideraron que estaba
realizando un trabajo y de esta manera quebrantaba el
mandamiento divino: "Es día de reposo; no te es lícito llevar
tu lecho".

Pero el propósito de Dios al dar este mandamiento, tenía


que ver con traer reposo al hombre. Así que, aunque tal vez
Jesús sanó al paralítico en el día de reposo porque quizá no
iba a haber otra ocasión, aun es más probable que lo hiciera
para manifestar lo que significaba el verdadero reposo de
Dios al que él nos quiere llevar. Pensemos en el que había
sido paralítico, ¿podía haber mayor reposo para él que haber
sido liberado de la humillante enfermedad que había
padecido durante treinta y ocho años de su vida? Sin duda
que aquel hombre disfrutaba por primera vez en muchos
años de un día de reposo en condiciones. Sin embargo, los
judíos no podían entender esto, porque lo único que les
preocupaba era el cumplimiento externo de la ley.

Con esto se puso de relieve el tremendo contraste entre la


obra salvadora de Cristo y la religión legalista de los judíos.
En tanto que ellos discutían y perfilaban lo que constituía
trabajo en el séptimo día, imponiendo nuevas cargas sobre
los hombres, el verdadero reposo de Dios trae liberación al
hombre. Según el parecer de los judíos, el hombre había
sido creado para el día de reposo, pero tal como Cristo lo
entendía, el día de reposo había sido hecho por causa del
hombre (Mr 2:27).

Al prohibir a este hombre sanado que llevara su lecho, como


si estuviera haciendo algo comparable al que llevaba una
carga al mercado para venderla, hacían de la ley de Dios
una caricatura. Y es que debajo de su religiosidad externa,
se escondía la dureza del corazón de hombres que tenían la
conciencia cauterizada. ¿De qué otra manera podemos
entender su actitud frente a este milagro del Señor?

"Le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo:


Toma tu lecho y anda?"
Los judíos encontraron al que había sido sanado y
comenzaron su peculiar interrogatorio. En ese momento el
que había sido paralítico se debió asustar y en su respuesta
parece que intenta librarse de cualquier responsabilidad por
lo que estaba haciendo y arroja la culpa sobre el Señor: "Él
les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu
lecho y anda".

En cualquier caso, independientemente de lo que estuviera


pasando por su mente en esos momentos, la respuesta que
dio a los judíos ponía en evidencia que Jesús actuaba con un
poder sobrenatural que ellos no tenían, ¿por qué cuál de
ellos podía decirle a un paralítico que se levantara y llevara
su lecho? Pero este hecho no les interesaba, así que, en
lugar de preguntar quién le había sanado, sólo se
interesaron por saber quién le había mandado llevar su
lecho.

Durante los treinta y ocho años que este hombre había


estado enfermo, ellos no habían hecho nada por él, y ahora,
en lugar de alegrarse por su sanidad, comenzaban una
persecución implacable contra su bienhechor. ¿No se daban
cuenta de lo ridículo de su actitud? ¿No veían que al fin y al
cabo lo único que el hombre estaba llevando era un lecho?
Pero en realidad, lo que les movía no era su defensa de la
ley de Dios, sino su odio contra Jesús. En esta ocasión
vieron una oportunidad para atacarle porque había mandado
a un hombre que llevara su lecho después de ser sanado,
pero cuando más adelante devolvió la vista a un ciego en el
día de reposo, entonces no le mandó llevar nada, pero aun
así los judíos tampoco estuvieron satisfechos y también
cuestionaron que el poder con el que actuaba no provenía de
Dios (Jn 9:16). Porque como decimos, su problema era que
odiaban a Jesús, así que nada de lo que hiciera les parecería
bien.

"Y el que había sido sanado no sabía quién


fuese"
Es curioso que el paralítico no pudo explicar quién era el que
le había sanado. Parece que antes de su sanidad no conocía
quién era Jesús, y después no debió tomarse mucho interés
en averiguar algo más acerca de su benefactor, porque
suponemos que de haberlo hecho, no habría tenido muchas
dificultades en encontrar a alguien que le informara acerca
de él, puesto que sus señales habían llegado a ser bien
conocidas en Jerusalén (Jn 2:23).

En cualquier caso, también es verdad que el Señor no se


quedó mucho tiempo en aquel estanque, sino que se apartó
pronto. El por qué lo hizo no lo podemos saber con
seguridad. Es muy probable que estuviera huyendo
nuevamente de la popularidad, aunque también es posible
que quisiera dar una oportunidad a este hombre sanado
para afirmarse en sus convicciones al verse obligado a
expresarlas sin la ayuda de nadie.

"Después le halló Jesús en el templo"


El hecho de que el paralítico no supiera todavía quién era
Jesús, pone en evidencia que había un asunto pendiente, y
como sabemos, el Señor no deja las cosas a medias, así que
nuevamente buscó al paralítico, al que en esta ocasión
encontró en el templo. Quizá había ido allí para dar las
gracias a Dios, aunque esto tampoco se nos dice. Pero
donde por supuesto ya no iba a estar, sería en aquel
estanque en el que había pasado los últimos treinta y ocho
años de su vida.

Notemos que nuevamente fue el Señor quien buscó al que


había sido paralítico. Su propósito en esta ocasión no era
otro que el de tratar con él un asunto aun más importante
que el de su sanidad física. Como vamos a ver, esto tenía
que ver con su condición espiritual, porque hasta ese
momento no había habido ninguna evidencia de que este
hombre hubiera confiado en Cristo para su salvación, ni
tampoco que sus pecados hubieran sido perdonados.

"Has sido sanado; no peques más para que no


te venga alguna cosa peor"
El paralítico había sido completamente restablecido desde la
perspectiva física, pero otra cosa muy distinta era su
espíritu. Y como vamos a ver, esto segundo era lo realmente
importante. Así que cuando Jesús lo volvió a encontrar en el
templo, abordó esta cuestión de la siguiente manera: "Has
sido sanado; no peques más para que no te venga alguna
cosa peor".

Estas palabras del Señor nos sorprenden. ¿Qué podía haber


peor que pasar treinta y ocho años paralítico, tirado en el
suelo y olvidado de la sociedad? Sin duda es posible
encontrar tragedias mayores en un mundo como el nuestro,
pero no es fácil. Pero ¿a qué se refería el Señor? Pues
indudablemente tenía que ver con el castigo eterno. Y la
única forma de evitarlo sería seguir las indicaciones de
Jesús: "No peques más".

Es indudable que el Señor quería que aquel hombre


comprendiese que el pecado tiene consecuencias mucho
más terribles que una dolencia física. Notemos además que
en las palabras de Jesús hay implícito un elemento de juicio.
Tarde o temprano, todos tendremos de dar cuenta de
nuestros hechos. Como dijo el autor de Hebreos: "está
establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio" (He 9:27). Y aquellos que mueren
sin que sus pecados hayan sido perdonados, se enfrentarán
a la condenación de Dios y a una angustia eterna que de
ninguna manera puede ser comparable con la peor de las
tragedias que en esta vida presente podamos llegar a
imaginar. Es cierto que no queremos oír estas cosas, pero el
Señor Jesucristo advirtió sobre ello. Algunos pueden pensar
que de esta manera lo que pretendemos es infundir miedo y
terror a las personas para que busquen a Dios. Y por
supuesto, estas cosas nos deberían hacer pensar seriamente
en ello, aunque nunca una persona se puede convertir a
Dios de verdad si lo hace por miedo. La conversión auténtica
sólo puede ser por amor a Dios.

Ahora bien, fijémonos en que junto a su solemne


advertencia, él Señor expuso la única forma posible de
librarse de aquello que ha descrito como "algo peor". Esta
solución es el arrepentimiento. Tanto aquel paralítico, como
nosotros mismos, debemos escuchar esta exhortación del
Señor, que es la misma norma divina que también fue
expuesta a la mujer tomada en adulterio: "Vete y no peques
más" (Jn 8:11).

Este arrepentimiento debe ser genuino y se debe manifestar


en un cambio real de vida. Por supuesto, también es
necesaria la fe en Cristo. Esto último ya lo hemos
considerado en otras porciones de este mismo evangelio (Jn
3:16), y en la medida que avancemos veremos que esta fe
se debe depositar no sólo en su Persona, sino también en la
Obra de la Cruz que él se disponía a llevar a cabo.

Por último, debemos abordar otro aspecto más que se


desprende de las palabras de Jesús. En el caso del paralítico,
da la impresión de que su enfermedad fue un castigo por su
proceder. Tal vez tenía algún pecado concreto y como
resultado quedó paralítico. Y esto reabre el debate: ¿es la
enfermedad un castigo divino? Esto es algo que
frecuentemente se preguntan los que sufren por
enfermedades graves.
Evidentemente, no todas las enfermedades son fruto del
pecado personal del enfermo, porque en ocasiones vemos
que quienes se enferman son criaturas inocentes. Sin
embargo, en otras ocasiones la relación es muy evidente.
Por ejemplo, si una persona fuma no es de extrañar que
acabe teniendo un cáncer de pulmón como consecuencia de
ello. Pero hay otros muchos casos en que la conexión no es
tan fácil de establecer, y no nos toca a nosotros ser los
jueces de nadie.

Aun así, la Biblia nos enseña que tanto la enfermedad como


la muerte, son siempre el resultado de formar parte de una
raza caída. Aunque no nos lo parezca, el pecado ha traído
graves consecuencias para toda la raza humana, y aun para
la creación en la que vivimos (Ro 8:20-23).
Desgraciadamente vemos sus resultados con demasiada
frecuencia en nosotros mismos y a nuestro alrededor. Sin
embargo, como ya hemos señalado, de las palabras de
Jesús se desprende que hay una solución que puede cambiar
nuestro destino final.

"El hombre se fue y dio aviso a los judíos que


Jesús era el que le había sanado"
Después de su breve encuentro con Jesús, el que había sido
paralítico fue a los judíos para informarles de que quien le
había sanado era Jesús. Nosotros nos preguntamos por qué
lo hizo y cuáles eran sus intenciones. Tal vez quería dar
testimonio de él y rendirle su tributo. O quizá sólo pretendía
quedar bien con los judíos y librarse definitivamente de la
acusación que le habían hecho por llevar su lecho en un día
de reposo. No podemos saberlo. En cualquier caso, su
actitud trajo graves consecuencias para Jesús: "Por esta
causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle,
porque hacía estas cosas en el día de reposo". Su confesión
sirvió para que se avivara aun más la hostilidad contra
Jesús, llegando a una confrontación abierta.

Al terminar este estudio nos quedamos con una sensación


un tanto extraña. ¿Por qué decidió Jesús sanar a aquel
paralítico? Por un lado, el enfermo ni sabía quién era Jesús,
ni tampoco esperaba nada de él. Además, una vez sanado,
el Señor le tuvo que advertir seriamente que no siguiera
viviendo de la misma manera que hasta ese momento lo
había hecho, para que no le viniera alguna cosa peor, lo que
nos hace pensar que después de su sanidad, no parecía
tener intenciones de cambiar espiritualmente. Y por último,
la actitud que adoptó en su trato con los judíos, sólo sirvió
para causar problemas a Jesús. Ante todo esto, nos
preguntamos ¿por qué el Señor lo sanó? ¿qué vio en él? Y la
respuesta es que lo que movió a Jesús no fue lo que vio en
el paralítico, sino su propio carácter: el Señor es muy
misericordioso y compasivo (Stg 5:11). Y en realidad, esta
es la misma razón por la que fue a la cruz para morir
también por nosotros.

Preguntas
1. Razone en qué sentido el estado en el que se encontraba
este paralítico es un ejemplo de la situación espiritual en la
que se encuentra todo hombre. Justifique su respuesta con
otras citas bíblicas.

2. Señale algunas de las diferencias que había entre los


judíos y el Señor Jesús que encontramos en este pasaje.

3. Hemos visto que el Señor tuvo dos encuentros con el


paralítico, uno en el estanque de Betesda y otro en el
templo. ¿Por qué el Señor lo buscó nuevamente después de
haber sido sanado?

4. ¿A qué cree que se refería el Señor cuando habló al


paralítico de "alguna cosa peor"? Razone su respuesta
aportando citas bíblicas apropiadas.

5. ¿Qué relación existe entre el pecado y la enfermedad?


El paralítico de Betesda
 por Rogelio Aracena

Muchas veces hemos oído mensajes o estudios bíblicos donde se


menciona este personaje y se le asigna la calidad de paralítico.
Recuerdo una antigua alabanza cristiana que decía: “En Betesda largo
tiempo pasó. Su lecho sin embargo cargó. Cuando Cristo al paralítico
sanó”.

Un lugar para visitar


El apóstol Juan en su evangelio en el capítulo 5 nos relata esta historia,
y la ubica en el estanque de Betesda, lugar ubicado cerca de la Puerta
de las Ovejas y que tenía cinco pórticos. Estos eran lugares para
guarecerse de la lluvia o del sol. Nos dice el versículo 3, que allí yacía
multitud de enfermos de toda clase, incluyendo paralíticos. Nos
podemos imaginar el lugar saturado de gente, los pórticos llenos, y
seguramente muchos de los allí establecidos estaban a la intemperie.

Yacían allí por meses y meses esperando una oportunidad para ser
sanados. Nos cuenta el versículo 4 que una vez al año, un ángel movía
las aguas y el primero que descendía al estanque quedaba sano de
cualquier enfermedad. El lugar llamado Betesda, en el idioma original
significa “Casa de Misericordia” y hoy, con bastante certeza, se le
relaciona con el estanque doble que está ubicado en la Iglesia de Santa
Ana en el actual Jerusalén.

Seguramente a ese lugar concurrían muchos judíos para llevar alimentos


y limosnas a los enfermos. Además que las leyes de relaciones sociales
en Levítico establecían una preocupación por los pobres. El editor de la
Biblia Plenitud, en la parte tocante al Nuevo Testamento en la página
1349, en su nota al pie de página nos dice que “la última frase del verso
3 y todo el verso 4, se omiten en algunos manuscritos griegos antiguos
de Juan. Algunos especialistas creen que el mover de las aguas se debía
a un manantial intermitente. Independientemente del origen del
fenómeno, el testimonio de la gracia sanadora de Cristo estaba
presente”.

Un paciente diferente
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Y había allí un hombre que hacía 38 años que estaba enfermo.
Estamos hablando  prácticamente de la mitad de una vida. Enfermo, no
paralítico, simplemente enfermo. No se nos dice la naturaleza de su
enfermedad pero si podemos hacer un análisis a través de ciertos
eventos que acontecen.
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Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así,
le preguntó si quería ser sano.

A) Es posible que el propio hombre haya informado a Jesús de su


situación o que alguien le hubiera contado, mientras el Maestro se
paseaba por el lugar.

B) Llama la atención que el interés de Jesús por este caso, le hiciese


ignorar los ciegos y paralíticos que allí habían. Es posible que este
hombre voluntariamente hubiera escogido este ESTILO Y LUGAR DE
VIDA, llegó con capacidad de movilidad pero aparentemente la fue
perdiendo con el paso del tiempo. Está solo por 38 años dependiendo de
la caridad pública. El menciona en el verso 7 su profunda soledad:
Señor, respondió el enfermo, NO TENGO QUIEN ME META EN EL
ESTANQUE cuando se agita el agua. Entretanto que YO VOY, otro
desciende al agua antes que yo.

¿Qué ha pasado con su familia en estos 38 años? No tiene amigos, ni


hijos ni sobrinos. Está completamente solo. ¿Qué hizo para que su
familia y amigos lo abandonaran? ¿Hubo alguna tragedia familiar que lo
dejó completamente solo? ¿Era Betesda el único lugar donde podía tener
un hogar?

Nos puede pasar a nosotros


La soledad puede llevarnos a una profunda depresión, que al acentuarse
hace que perdamos nuestra autoestima y el interés por la vida. Dejamos
de arreglarnos e incluso puede presentarse inapetencia y un fuerte
deseo de dormir y no despertar más. La ausencia de actividad física es
un síntoma también presente. Las consecuencias sicosomáticas luego de
38 años de reclusión física pasiva, llevan a una falta de capacidad de
movilización que puede ser parcial o completa.

En el caso de este hombre es interesante notar que el dice “entretanto


que yo voy”. Se mueve lentamente o penosamente. Qué común es el
preparar niños para la limosna atándoles sus pies y doblando sus
rodillas, para luego de crecer estar inmovilizados y no poder caminar.
Una pregunta definitiva
Por eso Jesús pregunta algo que parece fuera de lugar ante las
circunstancias que ve: “¿Quieres o no quieres ser sano?”. En los
hospitales,  es común oir a un paciente pedir que por favor no sea dado
de alta. No tiene dónde ir, nadie se preocupara de él, por lo menos en
el hospital tiene atención que es una forma limitada de cariño.

Este hombre en 38 años no ha logrado la atención de nadie, excepto de


Jesús, quien está conversando con él. Betesda es el único lugar donde
se siente un poco ser humano. Es posible que el Señor nos este
señalando que es más grave la enfermedad del alma, en términos
sicológicos la mente, las emociones, la voluntad, que la del cuerpo.
Desde el punto de vista de El, ese paciente era el que necesitaba la
mayor atención. A veces en nuestras iglesias los pacientes no son por
males físicos sino sicoemocionales. Muchas veces las sanidades
emocionales no son las más espectaculares o no se detectan a menos
que demostremos un interés especial como lo hizo Jesús. En nuestras
propias Iglesias a veces tenemos una Betesda. Personas que están en la
Iglesia y asisten a todo pues encuentran un lugar de mínima aceptación
y cariño. Pero necesitan más atención personalizada.

Se inicia el proceso
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Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. Esta misma frase Jesús
usó en casos similares en Mateo 9:6, Marcos 2:11, y Lucas 5:24, pero en
las tres agregó: “Y VETE A TU CASA”. No lo hizo así con este hombre, lo
cual nos permite pensar que algo tenía que hacer antes de volver a casa
con su familia. En términos hebreos la palabra casa se usa también para
referirse a familia.
9
Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho y anduvo.

Una aclaración importante: La palabra sano, sanidad, se traduce


también como “ser hecho completo”. Desde el punto de vista de la
Organización Mundial de la Salud, la salud es una perfecta armonía
sicoemocional y física. Algunos especialistas en salud, agregan el
elemento espiritual como necesario en esta armonía. La salud se define
como un bienestar integral, y si definimos la palabra “bienestar” no es
otra cosa que “estar bien con” (CONSIGO MISMO, CON LA COMUNIDAD O
MI ENTORNO SOCIAL, Y CON LA NATURALEZA). Notemos que cuando nos
dan un certificado de buena salud, no solamente especifican que no
tenemos enfermedad, sino también que estamos aptos para vivir en
comunidad. Esto es lo que esta sucediendo en la vida de este hombre.
Un proceso total de restauración personal y social. Tendrá que volver a
su vida en comunidad, a la que realmente pertenece, esta es también la
labor de la Iglesia al llevar al ser humano a una relación total con Dios.

Al poco rato, Jesús lo encuentra en el templo. Seguramente había ido a


dar gracias a Dios. El Señor ahora le dice: “Mira, has sido sanado, no
peques más, para que no te venga alguna cosa peor”. No sabemos cuál
haya sido el pecado de este hombre, pero podemos pensar lo que dice
Hebreos 12:15: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia
de Dios, que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella
muchos sean contaminados.

La raíz de amargura alude a un abandono deliberado de Dios con sus


necesarias consecuencias, entre ellas la contaminación y subsecuente
pérdida de relaciones con la comunidad más inmediata nuestra. Es
posible que luego del templo y la advertencia de Jesús, se haya abierto
el espacio para la reconciliación familiar.

¡Cuan necesaria es una pastoral integral, interesada en el hombre total!


Que no sea sólo de púlpito, sino también de encuentro personal. Esto
requiere tiempo de conocer y observar las personas que Dios ha puesto
a nuestro cargo. A veces no será una sanidad espectacular sino más bien
anónima, pero a los ojos del Señor será extraordinaria.

Pienso hoy en día en aquellas mega iglesias, donde se reúnen miles de


personas anónimas que muchas veces no se conocen entre si, y jamás
alcanzan una cita con el Pastor principal o sus ayudantes. ¿Cuántas
personas no han llegado a mi oficina con algún problema, reconociendo
que asisten a una Iglesia, pero no hay tiempo para escucharles? Nuestra
Iglesia no sólo tiene que ser sana, sino también sanadora.

 Hay un principio no bíblico, pero espiritual que dice que los espíritus similares o
afines se buscan.  Es por ello, que usted siempre verá gente deprimida al lado de
otras personas deprimidas; gente triste con otros que están en igual condición y
gente amargada con otros que también están amargados.  Sin embargo, a las
personas de fe usted las encontrará al alado de otras personas de fe, o en última
instancia, los encontrará solos.
La prueba de esto está en que las personas se reúnen a discutir sus problemas y
comparar sus situaciones.  No caigas en ese error, pues aunque tu situación
pareciera similar a la que tienen otros, sin embargo, Dios tiene un propósito que va
a lograr en tu vida y por ello, te permite pasar por la prueba porque desea
prepararte para usarte más ampliamente.

     

II.-   Por qué estaban allí?

       En su misericordia, de tiempo en tiempo, Dios enviaba un ángel para que


agitara el agua.  El primero que descendiese        al estanque después del
movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 
Cuesta creer cuánta        gente estaba esperando la presencia de ese ángel e
ignoraban el ministerio de Cristo.  Hay quienes rechazan venir a Cristo, porque
andan buscando cualquier cosa que alivie sus problemas.  Este es un lugar, el
cual –me imagino- muchas personas no querían pasar.  El solo hecho de pasar
por allí era deprimente, ver tanta necesidad y uno sin poder hacer nada.  La gente
encopetada (gente de dinero, aristócratas, sangre azul) evitaba pasar por este
lugar.  La gente religiosa no tenía tiempo para detenerse en este lugar.  Pero
Jesús se mete donde la religión no entra, se mete donde el dinero no alcanza.  El
busca a los que están necesitados, solo para ofrecerles salvación y vida eterna.

      

III.-  ¿De quién es tipo este paralítico?

       Este paralítico es tipo del pecador que es impotente para poder salir de su
condición.  Rodeado de personas que están        en la misma condición (todas
enfermas), como almas sin salvación; paralítico (sin la posibilidad de moverse) y
poder        salir por sus propios medios de su condición. Las personas que están
en pecado les es imposible por sí mismas romper las cadenas que las atan. 
Quisieran escapar de su actual condición, pero no pueden, les falta poder.  Tienen
sus esperanzas cifradas en un estanque. En un estanque el agua no es limpia, por
lo general es maloliente y de seguro no sirve para el uso de los seres humanos;
pero eso es lo que tiene el mundo.  Es necesario dejar el estanque y dirigirse a la
fuente de agua viva que salta para vida eterna.  En este caso, la fuente vino al
estanque.

      

IV.-   Betesda.

       Los nombres en las Sagradas Escrituras significan mucho.  En ocasiones el


nombre de una persona representa una promesa; en otras ocasiones puede estar
relacionado con una acontecimiento de la vida de esa persona, y en otras
ocasiones, refleja el carácter de esa persona.   En esta ocasión nos encontramos
con el nombre de un lugar: Betesda.  Este nombre significa "Casa de Gracia". 
Dios muestra Su gracia.  Gracia es recibir de parte de Dios, algo que no
merecemos.  La gracia de Dios no es una bagatela, como algunos predicadores
suelen presentarla.  La gracia significa mostrar bondad al que no la merece.  Solo
aquellos que han sido liberados del pecado, pueden comprender mejor la gracia
de Dios.

      

V.-    El obstáculo del paralítico. 

      Su propia mente estaba paralizada, creía que su sanidad dependía de que
alguien lo llevara primero al estanque, pero no se daba cuenta que ante él tenía La
Fuente.  A Dios no le toma por sorpresa ninguno de nuestros problemas.  Él de
antemano sabe lo que va a hacer y sabe por qué Él lo permite.  No obstante,
muchas veces nuestro problema es que no le creemos a Dios o no creemos que
Él es suficientemente capaz para resolver nuestra situación, cualquiera que sea.

     Jesús no tenía ningún problema para sanar a este paralítico.  La pregunta que
le hace en el versículo 6 es sencilla y es directa ¿Quieres ser sano?  Muchas
veces nuestro problema es que queremos solucionar en nuestras mentes los
problemas, pero la fe nos indica que debemos confiar en Dios.  No te preocupes
por cómo Dios va a resolver tu situación; lo único que tienes que hacer es serle fiel
y confiar en Él.  Si en ocasiones te dan ganas de rendirte, en esta noche te digo,
descansa en el Señor, renueva tus fuerzas y sigue adelante, pues Dios te dará la
victoria.

VI.-  Cuando Jesús pasa, algo pasa.

     Cuando Jesús viene a la vida de una persona, no viene para dejarla en igual
situación.  Él viene para levantarte, para limpiarte, para afirmar tus pies, para
romper tus cadenas, para llevar tu carga, para poner un cántico nuevo en tus
labios, para enderezar tus pasos.  No concibo cómo puede haber creyentes que
por una parte dicen que están en el Señor, pero usted no ve al Señor gobernando
sus vidas.  Nunca más pude ser el mismo desde el día que Él vino a mi vida.  Mis
valores cambiaron, mis prioridades cambiaron, mis intereses cambiaron.  Me
aconteció lo del mercader que halló una perla de gran precio.  Cambié lo que tenía
con el único propósito de vivir para Él.

     Cuando Jesús viene a la vida de una persona, cambia su estilo de vida.  De
nada vale mencionar varios versículos bíblicos, cantar algunos coritos o vestirse
como un cristiano; usted quiere saber si Jesús está en la vida de una persona,
préstele atención a la forma como vive.  Hay un cambio y eso se nota, lo demás es
religión.

     Hermano, Dios tiene propósitos contigo,  Él no te salvó para dejarte a medio
camino.  Nuestro Dios tiene propósitos firmes y determinados, pero sé fiel, vive en
obediencia a Su Palabra, y por más dura que sea la prueba, no desmayes, pues Él
te levanta y te da la Victoria.

Tres Cosas Que Pueden Paralizar Tu Vida.


(Segunda Parte)
 
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 En la Primera parte de este tema vimos


la Primera cosa que puede paralizar tu vida y hablamos acerca de el
Individualismo y el Orgullo.
Continuamos ahora con la Segunda Parte. Acá presentamos la segunda
cosa:
Las Excusas en la vida  te Paralizan.
“Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque que en
hebreo se llama Betesda y que tiene cinco pórticos. En éstos yacía una
multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el
movimiento del agua; porque un ángel del Señor descendía de vez en
cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al
estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de
cualquier enfermedad que tuviera.
Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba
enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho
tiempo en aquella condición, le dijo: ¿Quieres ser sano? El enfermo le
respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando
el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo. Jesús le
dijo: Levántate, toma tu camilla y anda.
Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar.
Juan 5:2-9
 Las Excusas son el refugio de los que no quieren asumir
responsabilidad en la vida.

 Las excusas son las mentiras con que queremos convencernos a


nosotros mismos para no hacer algo, o para evadir
responsabilidades ante la vida

 Las Excusas han existido en la humanidad desde el inicio del ser


humano.

 La excusa de Adán fue “La Mujer que me diste”.  La Excusa de Eva


: “La serpiente que creaste.

 La Excusa del Paralítico: Otro me gana.  En esta actitud vemos un


estado de conformidad. El paralítico de Betesda podía decir con
seguridad que él no podía hacer nada porque siempre otro le
ganaba.

Ante Dios no hay excusa que valga.


Notemos estas frases típicas que parecen excusas válidas pero en el
fondo no lo son.
«NO TENGO TIEMPO». ¿Para qué mentir?  Muchas veces es lo mismo
que decir «no tengo ganas».  Es curioso que la gente más ocupada es
justamente la que encuentra a veces más tiempo para hacer otras cosas.
«MI SALUD NO ME ACOMPAÑA».  ¿Está seguro?  Piense en los
grandes hombres y mujeres de la historia que podrían haber usado esta
excusa para no hacer lo que hicieron.
«NO TENGO EDAD PARA ESO». Si no tuvo la edad a los 20, tampoco
la va a tener a los 40. Hay jóvenes de 70 años y viejos de 30.  Sólamente
es demasiado tarde cuando usted piense que es demasiado tarde.

«ME FALTA CAPACIDAD». ¿No será más bien que le falta constancia?


Porque la constancia, la perseverancia, es el 90% de lo que después
llamamos «habilidad».  La gracia es hacer trabajar más la inteligencia o
capacidad que tiene.
«TENGO MALA SUERTE». ¿De veras lo ha intentado?  No busque Ud.
suerte si no ha habido planificación, optimismo, lucha. Las dificultades
hay que aprovecharlas para aprender, y los fracasos como lección para
empezar de nuevo.
«TENGO MIEDO».  La indecisión y el aplazamiento de las decisiones lo
hacen crecer.  No hay que dilatar inútilmente lo que usted sabe que
tendrá que enfrentar tarde o temprano.  Hable con esa persona, vaya
donde tiene que ir, tome esa decisión de una vez. Se sacará un peso de
encima y adquirirá nueva confianza en usted mismo.-Autor
Desconocido-.
La próxima vez que sea víctima de esta enfermedad y quiera usar una
excusa de estas, piense primero… «¿A quién quiero engañar?»
Excusas son simplemente excusas y muchos han paralizado su vida,
ministerio, sueños, proyectos y aún su familia.

 Yo quisiera ser mejor, pero otro me sale adelante.

 Si no fuera por……yo sería otro.

 Quizás a este paralítico le hicieron falta los amigos.

Frente a las exigencias de la vida, no hay excusa que valga, porque


Jesús está a nuestro lado.
Notemos lo que este pasaje dice:

1. Jesús lo Vio. El no se oculta de nosotros. Cuando los demás no


ven, Él sí nos ve.
2. Jesús sabe toda la trayectoria de nuestra vida: “Cuando Jesús lo
vio acostado allí, supo que ya llevaba treinta ocho anos enfermo;
por eso no vale excusa, porque Él lo sabe todo.
3. Jesús no nos forza, sino que no pregunta: Quieres ser sano? Por
qué esa pregunta?: Porque muchos no quieren ser sanos, ni
salvos.
4. Jesús respeta nuestras decisiones.
5. Jesús no gasta tiempo con nuestras excusas. Frente a la excusa
del parálitico “Jesús le dijó: Levantate, toma tu camilla y anda”.

En solo un instante, Jesús hace con tu vida lo que nadie más, ni alguna
otra cosa puede hacer. “ Y al instante quedó sano, y tomó su camilla y
echo a andar”.
NO vivas de excusas, vive la realidad.
No es por tu hijo. Ni por tu mujer, ni por tu esposo, ni por tu suegra, ni por
el gobierno. Es tu responsabilidad. Jesús está cerca de ti para que
comiences a andar en un nuevo sendero. Sendero de plenitud
La Dependencia en otro te Paraliza.
Cierto día Pedro y Juan subían al templo a la hora novena, la de la
oración.
Y había un hombre, cojo desde su nacimiento, al que llevaban y ponían
diariamente a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera
limosna a los que entraban al templo. Este, viendo a Pedro y a Juan que
iban a entrar al templo, les pedía limosna. Entonces Pedro, junto con
Juan, fijando su vista en él, le dijo: ¡Míranos!
Y él los miró atentamente, esperando recibir algo de ellos. Pero Pedro
dijo: No tengo plata ni oro, más lo que tengo, te doy: en el nombre de
Jesucristo el Nazareno, ¡anda! Y asiéndolo de la mano derecha, lo
levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza, y de un salto se
puso en pie y andaba. Entró al templo con ellos caminando, saltando y
alabando a Dios.
Hechos 1:1-8
Muchos viven de limosnas en la vida, cuando tienen la posibilidad de vivir
en plenitud.
Vivir dependiendo de otro te puede paralizar de flojera:
Haz oido los 10 dichos del flojo? Bueno, acá están para que no caigas en
ellos.

1. Se nace cansado y se vive para descansar.


2. Ama a tu cama como a ti mismoSi vez a alguien descansando,
ayúdalo.
3. Descansa de día para que puedas dormir de nocheEl trabajo es
sagrado, no lo toques.
4. Aquello que puedas hacer mañana, no lo hagas hoy.
5. Trabaja lo menos que puedas, lo que tengas que hacer que lo haga
otro
6. Aquello que puedas hacer mañana, no lo hagas hoy.
7. Trabaja lo menos que puedas, lo que tengas que hacer que lo haga
otro.
8. ¡Calma! Nunca nadie se murió por descansar.
9. Cuando sientas deseos de trabajar, siéntate y espera que se te
pase.
10. Si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos.
¡Calma! Nunca nadie se murió por descansar. Si el trabajo es salud, que
trabajen los enfermos.
Dependencia en cosas o personas, te roba la oportunidad de desarrollar
el potencial divino puesto por Dios dentro de ti.
Dependencia nos lleva a vivir en la vida de limosnas, cuando la fuente de
la vida esta más cerca de nosotros de lo que creemos.
La Biblia dice que este parálitico “Esperaba recibir algo de ellos”.

Pedro le dijo: No tengo plata ni oro, más lo que tengo te doy; en el


Nombre de Jesucristo, Levántate y Anda.
Y él dio un salto…..y entró al templo con ellos, caminando, saltando y
alabando a Dios.

 No mires lo que no tienes, mira lo que puedes tener.


 No extiendas tu mano hacia arriba, sino palma abajo.
 No creas que si no tienes no lo logras, lo logras porque no tienes.

Dios no te hizo para estar sentado en la acera, sino para que entres al
Templo, caminando, saltando y alabando a Dios.
Como este paralítico, hay muchos sentados a la puerta del Templo, pero
eso no cambia nada.

REFLEXION.

 Muchas cosas te pueden paralizar, pero hoy puedes andar.

 No dejes que la soledad, las excusas o la dependencia en cosas y


gente te limiten.

 Dios tiene preparado para que comiences una nueva etapa en tu


vida.

 Dios no te hizo con parálisis mental, emocional, física o espiritual.

 Permita que el más grande milagro de la vida te toque hoy.

Este es el primer día de tu vida que te levanta de una paralisis física,


emocional, ministerial o familiar para lanzarte a un nuevo horizonte
donde podrás ver el resplandor de la Gloria de Dios en tu vida.
Fuiste hecho para las alturas no para vivir en las sombras del valle
de la muerte de tu pobre y triste parálisis.
Jesús te dice hoy: Levántate, toma tu lecho y anda.

El Paralitico de Betesda
Predicas Cristianas | Mensajes Cristianos

Texto Biblico: Juan 5

Mientras estemos en esta tierra hay una sola realidad y es que el hombre siempre
tendrá necesidades, de una o de otra forma.

Hay personas que tienen mucha plata pero están enfermos, hay otros que están
sanos pero no tienen plata, y lo que es peor otros están enfermos y no tienen plata.

La única forma de poder vivir bien, es con Jesús, pero vivir bien no necesariamente
es no tener problemas, vivir bien con Jesús es tener la capacidad de sobrellevar los
problemas.

La biblia nos habla de un personaje en especial que tenía un grave problema era
paralítico, y por muchos años había lidiado con ese impedimento. V 5 “Y había allí
un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.”

Betesda significa casa de misericordia. La gente enferma tenía la esperanza que en


ese lugar recibirían sanidad, solo que tenían que esperar, es mas esa situación les
producía tención, angustia, ansiedad, tenían que estar pendientes de que el agua se
moviera, y en el momento en que esto sucedía tenían que luchar por ganarle a los
demás, empujar, tirar. Etc. imagínate era un caos total. Y si el agua se movió por
otro motivo, una piedra que cayó, un animal que pasó, muchos se tirarían y
saldrían decepcionados. O hasta enojados.

Pero algo de especial sucedió ese día un paralítico tuvo un encuentro con Jesús.
Alguien que no podía moverse por sí solo. V 7 “Señor, le respondió el enfermo, no
tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo
voy, otro desciende antes que yo.”

¿Que hizo que Jesús se fijara en él y no en cualquiera de los otros enfermos? El


paralítico no podía moverse del lugar en el que estaba para entrar en el agua,
entonces cómo hizo para llegar hasta ese lugar llamado casa de gracia.
El tenía tanto anhelo por llegar a ese lugar que me imagino rogo mucho, o se
esforzó demasiado para llegar, este esfuerzo posiblemente movió a Jesús a
misericordia. V 6 “Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho
tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?” que tanto anhelo tienes para llegar hasta la
casa de gracia que es el templo, el hacer el esfuerzo de congregarnos demuestra
cuánto en realidad queremos ser sanos. Pero hay muchos que tienen muchas
excusas para no hacerlo: Dios me escucha en cualquier lugar, esta mucho frio, no
tengo para el transporte en fin.

Jesús le pregunta ¿quieres ser sano? Muchos dirían que pregunta tan ilógica, si el
estaba en ese lugar y estaba enfermo. Claro que quería ser sano. Pero Jesús lo que
quería saber es cuán dispuesto esta a hacer y a obedecer para ser sano. Hay gente
que quiere ser millonario pero no está dispuesto a trabajar. Hay muchos que
quieren engordar pero no quieren comer.

El paralítico no se dejó vencer por sus limitaciones, a pesar de que era una multitud
la que estaba con él, y que humanamente él no tenía ninguna posibilidad de
adelantarse a  los demás él siempre espero el momento, y nunca se desanimó, la
prueba es que siempre estaba en ese lugar.

El milagro que recibió el paralítico fue producto de la obediencia. V 8 “Jesús le


dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.”

Cuando Jesús le dijo levántate, todavía no estaba sano el pudo haberse opuesto,
pero obedeció y pudo recibir el milagro. V 9 “Y al instante aquel hombre fue
sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.”

El paralítico no conocía a Jesús pero le obedeció. V 13 “Y el que había sido sanado
no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en
aquel lugar.”

No mires cuán grande es tu problema, mira cuán grande es tu fe y tu disposición a


obedecer.

Isaías 3:24

“…Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de


cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa
de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de hermosura….”

Isaías 66:24
“…Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí;
porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo
hombre…”

Gálatas 6:7

“…No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará…”

Mateo 10:28

“…Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más
bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno…”

Mateo 5:29

“…Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues
mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado
al infierno…”

Mateo 5:30

“…Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te
es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al
infierno…”

2 de Pedro 2:4 en adelante…

Al diablo le conviene que no se hable, ni se sepa nada del infierno. Pero


en lo personal, no necesito ver para creer. Así como creo que hay un cielo, una
gloria; así creo que hay un infierno.

Hace unos años atrás tuve mi propia experiencia, y no fue nada agradable; y
aunque no vi nada me basto oír para creer, y no sé qué da más miedo oír y no ver, o
ver y no oír.

Una madrugada unos meses antes de que el Señor nos llamara a pastorear, me
levante fui a la cocina y al volver de la cocina a mi recamara, la luz se fue. Quede en
oscuridad total, no recuerdo haberme acostado solo recuerdo verme de pie, y ver
que la luz se iba, escuche un grito de una mujer, y luego unas cadenas después
escuché el gruñido de algo.
Inmediatamente me di cuenta que algo estaba pasando, el grito volvió, luego las
cadenas enseguida el gruñido de ese ser, en ese momento sentí detrás de mi miles y
miles de voces de gente, llorando, gritando, clamando fue algo indescriptible. En
ese momento puse mis manos en mi rostro, pues la oscuridad era mucha y le dije
Señor no me digas que es lo que yo pienso por favor, dime que no me trajiste a
escuchar el infierno, ¡por favor no!

Sentí mi corazón latir a mil, sentí que ya no podía que me desmayaría o algo,
cuando de repente la luz volvió, y me vi ahí parada; volví a ver el reloj pues cuando
la luz se va el reloj queda en 12:00. Pero no fue así el reloj marcaba la hora normal
creo como 3:20 o algo así, no recuerdo muy bien estaba en shock.

Me tire de rodillas confundida le dije al Señor; ¿Señor donde me llevaste?, no


quería mencionar la palabra infierno, porque pensé que él me llevaría de nuevo y
yo no quería volver. Llore; le dije no me digas fue ahí Señor, no, no. Pero el Señor
con su dulce voz habló a mi corazón y me dijo, si hija era el infierno, llore, y llore,
las voces no se iban eran agudas en mi mente.

El Señor me dijo, dile a la gente que el infierno es real pero que soy más real, yo le
dije pero sé, o decimos y la gente no quiere saber, no sé ya cómo predicar de ti la
gente es cada vez más dura. El Señor me dijo, tu solo diles que yo les amo el resto lo
haré yo.

Como por dos o tres semanas dormí con la luz prendida, temía que volviera a pasar,
yo no quería, incluso le dije al Señor no me lleves ahí, yo creo que existe, lleva a los
que no creen para que crean.

Espero esta enseñanza les ayude.

Dios les bendiga.

Predicas Cristianas | Mensajes Cristianos


Texto Biblico: Juan 5
Mientras estemos en esta tierra hay una sola realidad y es que el hombre siempre tendrá necesidades, de una o
de otra forma.

Hay personas que tienen mucha plata pero están enfermos, hay otros que están sanos pero no tienen plata, y lo
que es peor otros están enfermos y no tienen plata.

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La única forma de poder vivir bien, es con Jesús, pero vivir bien no necesariamente es no tener problemas,
vivir bien con Jesús es tener la capacidad de sobrellevar los problemas.

La biblia nos habla de un personaje en especial que tenía un grave problema era paralítico, y por muchos años
había lidiado con ese impedimento. Vers. 5 “…Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que
estaba enfermo….”
Betesda significa casa de misericordia. La gente enferma tenía la esperanza que en ese lugar recibirían
sanidad, solo que tenían que esperar, es mas esa situación les producía tensión, angustia, ansiedad, tenían que
estar pendientes de que el agua se moviera, y en el momento en que esto sucedía tenían que luchar por ganarle
a los demás, empujar, tirar. Etc. imagínate era un caos total. Y si el agua se movió por otro motivo, una piedra
que cayó, un animal que pasó, muchos se tirarían y saldrían decepcionados. O hasta enojados.

Pero algo de especial sucedió ese día un paralítico tuvo un encuentro con Jesús. Alguien que no podía
moverse por sí solo. Vers. 7 “…Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque
cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo…”
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¿Que hizo que Jesús se fijara en él y no en cualquiera de los otros enfermos? El paralítico no podía moverse
del lugar en el que estaba para entrar en el agua, entonces cómo hizo para llegar hasta ese lugar llamado casa
de gracia.

El tenía tanto anhelo por llegar a ese lugar que me imagino rogó mucho, o se esforzó demasiado para llegar,
este esfuerzo posiblemente movió a Jesús a misericordia. Vers. 6 “...Cuando Jesús lo vio acostado, y supo
que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?..” que tanto anhelo tienes para llegar hasta la
casa de gracia que es el templo, el hacer el esfuerzo de congregarnos demuestra cuánto en realidad queremos
ser sanos. Pero hay muchos que tienen muchas excusas para no hacerlo: Dios me escucha en cualquier lugar,
esta mucho frio, no tengo para el transporte en fin.
Jesús le pregunta ¿quieres ser sano? Muchos dirían que pregunta tan ilógica, si el estaba en ese lugar y estaba
enfermo. Claro que quería ser sano. Pero Jesús lo que quería saber es cuán dispuesto esta a hacer y a obedecer
para ser sano. Hay gente que quiere ser millonario pero no está dispuesto a trabajar. Hay muchos que quieren
engordar pero no quieren comer.

El paralítico no se dejó vencer por sus limitaciones, a pesar de que era una multitud la que estaba con él, y que
humanamente él no tenía ninguna posibilidad de adelantarse a  los demás él siempre espero el momento, y
nunca se desanimó, la prueba es que siempre estaba en ese lugar.

El milagro que recibió el paralítico fue producto de la obediencia. Vers. 8 “….Jesús le dijo: Levántate, toma
tu lecho, y anda…”
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Cuando Jesús le dijo levántate, todavía no estaba sano el pudo haberse opuesto, pero obedeció y pudo recibir
el milagro. Vers. 9 “…Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo
aquel día…”
El paralítico no conocía a Jesús pero le obedeció. Vers. 13 “…Y el que había sido sanado no sabía quién
fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar...”
No mires cuán grande es tu problema, mira cuán grande es tu fe y tu disposición a obedecer.
No te estanques, es tiempo que te
levantes!
 Pastores Raymond y Monica Jaquez
 
 Palabras de Vida

Palabras de Vida por los Pastores Raymond y Monica Jaquez

Juan 5:4
“Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que
primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier
enfermedad que tuviese.”

En Jerusalén había un estanque que se llamaba "Betesda" que en griego significa "casa de
misericordia". Ahí habían ciegos, cojos, paraliticos y muchos que estaban enfermos, ellos
esperaban el movimiento del agua para ser sanados.
La Biblia habla específicamente de un hombre que estaba paralitico por 38 años, Jesús lo ve
acostado y se dio cuenta que llevaba mucho tiempo así. Jesús se le acerca y le pregunta
"quieres ser sano?" Y el paralitico no les responde la pregunta a Jesus sino que le responde
con un mecanismo de defensa de La Racionalizacion que consiste en elaborar una
justificacion, aparentemente logica, que le permite autoexplicarse y aprobarse así mismo en
determinados casos. El se justifica de esa manera porque en realidad era su mente la que
estaba estancada y paralizada. Amados como tú piensas vas actuar, Jesús quería derribar
toda excusa, todo argumento que se había creado como la auto compasión y ser una
víctima. Por eso la pregunta de Jesús, QUIERES SER SANO?
Te sientes estacado, que no puedes avanzar, y piensas cosas como: nadie me quiere, nadie
me ayuda, nadie me entiende y sientes que has perdido el Gozo, la Paz y te preguntas: las
cosas fueran diferentes si no me tuvieran hecho esto o aquello?
Hoy Jesus TE dice que ser sano? y libre de todo esos pensamientos que te están reteniendo
el avance en tu vida? Lo primero de debes hacer es:
1. Saber que tu no eres una víctima, que tu vales y que tú tienes los beneficios de ser hijo
De Dios, aférrate a sus promesas.
2. No te justifiques más, no más excusas, no le arrojes la culpa a nadie del estado donde te
encuentras, cada uno es dueño de sus actos. No puedes permitir que las cosas externas te
estanquen, como las aguas de Betesda que estaban estancadas.
3. Renueva tu mente, cambia el pesimismo por la esperanza y esto se logra a través de la
búsqueda diaria De Dios.
hoy cambia tu manera de pensar, ya la aguas se están moviendo, a través del Espíritu Santo,
levántate de ese lugar de dolor, de esa parálisis espiritual y camina hacia tu bendición.
LA ORACION DE HOY!
Señor, te doy gracias por cada día nuevo que tus nos regalas, porque tu misericordia nos
acompaña. Hoy me levanto como un vencedor, no seré más una víctima, tú me has hecho
nueva criatura, desechó todo pensamiento negativo, rechazó todo estancamiento en mi
vida,me deshago de toda excusa y prosigo hacia la meta, el tiempo de la parálisis se acabo!
En el nombre de Jesus. Amen 
Recuerda!!
No te limites por qué Dios quiere que te extiendas.
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Atte: Pastores Raymond y Monica Jaquez

Ni paralítico, ni estancado [Juan 5:1-9]


Estancarse en la vida es frenarse ante el rozamiento que los demás componentes de
ella nos ofrecen. Nos estancamos en el dolor de la partida de un ser querido. O por un
mal manejo económico. A veces nos paralizamos por no aceptar la soberanía de Dios y
nos encontramos en el estanque sin entender que Él no nos quiere allí.
¡El paralítico de Betesda estaba estancado desde hacía 38 años!
Quizás su estancamiento comenzó en aquel momento en que quedó tullido.
Se estancó en la dependencia de otros, ya no se podía mover sólo. Se estancó en la
costumbre rutinaria de esperar que el agua se mueva. Se estancó en la visión miserable
de él mismo, pensando que era imposible llegar al agua. Se estancó en la
autocompasión de que no tenía nadie que lo lleve ni bien el agua se movía. Se estancó
en la frustración competitiva de tener que llegar primero.
¡Jesucristo pasó por allí y cambió sus 38 años de triste historia!
Jesús emitió una Palabra “Levántate, toma tu lecho y anda”. Si el enfermo se quedaba
sin moverse de acuerdo a esa Palabra los resultados no hubieran sido los que hoy
conocemos. La Escritura nos dice que “al instante fue sanado, y tomó su lecho, y
anduvo”
Si estás viviendo un tiempo de estancamiento, te animo a que creas que Jesús está a tu
lado diciéndote: “levántate, toma tu lecho y anda”.
Levántate, toma esa dificultad que te estancó en una parálisis y camina victorioso/a
mostrando que ella no te retiene más.
Ahora sos vos el que la llevas como un testimonio de que Cristo te dio la victoria.
Te animo a que por la fe vayas siempre por más. Nunca más paralizado y menos
estancado.
Cuando creemos que Él está a nuestro lado, no hay parálisis que nos estanque, ni
estanque que nos detenga.

Lectura bíblica: Juan 5.1-9

Betesda, según un diccionario bíblico puede significar "casa de las olivas (del manantial)",
"casa de la gracia (misericordia)" ó "casa del derramamiento" (Tomado
de http://www.wikicristiano.org/diccionario-biblico/1138/betesda/ ). De acuerdo a la lectura,
creo que puede entenderse como la casa donde hay abundancia de gracia, el lugar donde
Dios derrama de su gracia, donde la gracia brota cual manantial y esta consideración se
ajusta perfectamente a la iglesia, la casa de Dios, allí donde Dios ha puesto su nombre y
donde Él manifiesta su caracter.

Betesda era un estanque al que muchos enfermos acudían en procura de obtener salud en
el momento en que hubiera movimiento del agua, pues el primero que entrara después de
ese evento sería sanado de cualquier enfermedad, de tal manera que los pórticos que se
encontraban alrededor del estanque, estaban llenos de personas enfermas. Esto me hace
pensar en la iglesia local como aquel lugar donde los van necesitados y por tanto, me hace
pensar también en que la glesia debe tener las puertas abiertas a todo aquel que conciente
de su necesidad va en busca de sanidad espiritual, no para ver si talves ocurre algo
extraordinario sino para que por la predicación del evangelio, por el movimiento del agua
de la Palabra, los perdidos sean salvos.

En los pórticos de Betesda había multitud de personas con enfermedades bien identificadas,
mismas que eran conocidas y notorias para ellos; enfermedades de las que sus dolientes no
podían escapar. Muy seguramente habría en medio del pueblo más personas enfermas que
permanecían en sus casas o en lugares donde pudieran obtener alguna ayuda, en lugares
diferentes a este estanque. Sin embargo, de los que estaban allí se dice claramente que
esperaban ser sanados. Así debería suceder en la iglesia, que aquellos que acudan vayan
concientes de su necesidad, habiendo agotado sus recursos, cansados de sus males en
busca de Aquel que puede sanar a los enfemos, dar vista a los ciegos, hacer derechos los
pasos de los cojos y que puede hacer caminar al paralítico. Pecador, ¿te das cuenta de tu
necesidad? ¿eres conciente de la enfermedad mortal del pecado? ¿puedes darte cuenta que
estás ciego, que andas en las tinieblas y no puedes ver la luz? ¿reconoces que tus caminos
no son rectos? ¿te das cuenta que no puedes caminar en los caminos de Dios? Acude a
Cristo, búscale allí donde él ha prometido estar, en medio de dos o tres que se congregan a
su nombre y ve procurando tu salud; de seguro que sucederá contigo como al paralítico de
la historia que conoció a Jesús, respecto a lo cual hay tres aspectos que cabe resaltar:

1. Después de describir el estanque y lo que acontecía en él y sus alrededores vuelve a


escena Jesús y dice que vio a un paralítico acostado. Jesús vio al paralítico, no al contrario.
Fue Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre quien se dignó mirar al que estaba postrado.
Inicialmente el paralítico ni siquiera se percató de la presencia de Jesús, sin saber que su
persona no le indiferente a los ojos de Aquel que había descendido del cielo. Así sucede
también hoy cuando Cristo Jesús mira a los hombres postrados, sin fuerzas para seguirle y
aunque la gran mayoría de los hombres no son concientes de esa realidad, al Hijo de Dios
ninguno de ellos le es indiferente. Pecador, no creas que no le importas a Dios; Él envió a
Su Hijo a morir en la cruz por tus pecados y los míos y cuando Jesucristo estaba
entregando su vida en la cruz estaba pensando en tí, estaba mirando tu estado de
postración y por esa razón no descendió de la cruz, para poder darte la salud.

2. Jesús que supo que el paralítico llevaba mucho tiempo en esa condición, 38 años
exactamente. No se dice cuánto tiempo llevaba en el estanque esperando, pero si dice el
tiempo que estaba enfermo. Al pensar en el tipo de enfermedad que padecía, y al
considerar lo que produce la inactividad en las extremidades de una persona, uno podría
razonar que aunque este hombre recuperara la facultad de mover sus piernas, llevaría
mucho tiempo antes que pudiese caminar puesto que sus piernas no tendrían fuerza
suficiente para sostener el peso del cuerpo y mucho menos la habilidad para caminar. Sin
embargo Jesús le sanó en un instante. Al meditar en estas cosas y en su aplicación
espiritual se puede decir sin temor que no importa cuánto tiempo haya pasado una persona
en sus pecados, ni cuán terribles sean las consecuencias de la persistencia en esos mismos
pecados en la vida de un hombre o mujer, puesto que en el mismo momento en que alguno
se acerca a Cristo por la fe, es inmediatamente perdonado, salvado y habilitado para vivir
para Dios. 2Co 5:17  De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

3. Jesús preguntó al paralítico ¿quieres ser sano? Ya en un versículo anterior se dice que
quienes estaban allí esperaban que el agua se moviera para descender al estanque y ser
sanados. A simple vista, la pregunta del Señor parece no tener sentido; es como uno que
va a una panadería grande y entrando mira los estantes llenos de pan para la venta y se
acerca a quien atiende el establecimiento y le pregunta ¿tiene pan? Sin embargo, la
pregunta no es vana sino llena de significado y trae a la memoria la pregunta que Dios hizo
al primer hombre en Edén después que hubo pecado al comer del fruto del árbol ¿dónde
estás tú? (Gen 3.9) ¿Es que acaso el Omnisciente ignoraba el lugar donde se escondía
Adán? ¿es que acaso Jesucristo no sabía el anhelo del corazón del paralítico? ¡Por supuesto
que lo sabía! Pero es la voluntad del Salvador que quien vaya a recibir favores reconozca su
necesidad. La respuesta del paralítico fue acertada: reconoció delante de su interlocutor
que no le era posible ser libre de su enfermedad porque por mucho que se esforzara en ir a
la fuente de salud, otro llegaba antes que él y perdía la oportunidad. Cuánto desconsuelo
no habrá sentido este hombre cada vez que el agua se movía y procuraba en vano llegar de
primero; cuánto esfuerzo malogrado, cuántas estrategias, planes o pensamientos
frustrados porque nunca le había sido posible llegar antes que otro. Finalmente este
hombre ha concluido que debe haber alguno que lo meta en el estanque. Amado pecador,
esa es tu condición y esa debe ser también tu conclusión. Talves has estado intentando
alcanzar la paz para tu alma, sanar esa culpa que atormenta a quien está en sus delitos y
pecados y vez tras vez, intento tras intento no hay sino fracaso, desconsuelo y frustración
porque la carne no puede sujetarse a la ley del Dios santo. Pero oh gracia sin igual, en el
momento en que las fuerzas del hombre terminan es donde se manifiesta el poder de Dios,
poder para salvar. Hay Uno que puede salvarte, que puede sanar tu llaga de pecado. No
fue necesario que el paralítico fuera cargado por Jesús hasta el estanque sino que con su
palabra Cristo levantó a ese hombre impedido. Así lo hace hoy también, Jesucristo quiere
darte vida pero debes escuchar Su voz y reconociendo que no puedes alcanzar el favor de
Dios por tí mismo, aceptarle como tu salvador, como el único que fue Justo ante Dios que
murió cargando tus pecados en la cruz y resucitó para darte de su justicia.

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