Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Integrantes
INTRODUCCIÓN
De manera cada vez más frecuente aparece en los planes de estudios de las licenciaturas en
derecho una asignatura cuyo título es «análisis económico del derecho». No podemos decir
que, como desde hace una década ocurre en las principales universidades estadounidenses, en
los claustros de nuestras facultades de derecho la presencia de analistas económicos del
derecho sea notable, pero sí podemos constatar la creciente importancia que esta disciplina, o
quizá mejor, que esta manera de aproximarse al fenómeno jurídico, está adquiriendo entre
nuestros juristas. En cualquier caso, los juristas debemos asumir las importantes
contribuciones que desde la economía se han realizado al análisis de las relaciones sociales e
intentar tenerlas presentes cuando sea necesario -que lo es muy a menudo- en nuestros
análisis del derecho.
Ello no debe impedirnos ser conscientes de algunos de los peligros implícitos en esa política
expansionista de los economistas, o para no personalizar, del análisis económico.
Importantes contribuciones de la ciencia económica -estoy pensando en este momento en el
Teorema de Coase- pueden haber sido empujadas más allá de sus límites razonables hasta
convertirlas en punto de partida del discurso moral; lo cual no parece aceptable. Asimismo, la
relevancia casi exclusiva dada por el análisis económico al problema de la eficiencia, no sólo
deja sin resolver cuál es el concepto más correcto de eficiencia (Pareto, Kaldor-Hicks,
maximización de la riqueza), sino que soslaya el posible conflicto con otros criterios
normativos (justicia, igualdad), y además olvida otras importantes cuestiones éticas,
principalmente las conectadas con la asunción de que todos los bienes son económicos; como
ha señalado Elizabeth Anderson, «tendríamos que preocuparnos también por el tipo de
personas y de comunidades que estamos construyendo cuando consideramos a las mujeres
como factorías comerciales de bebés, a los espacios públicos de interacción social como
lugares para comerciar o a evitar, y el medio ambiente como cualquier otro recurso
económico a explotar».
¿QUÉ ES EL ANÁLISIS ECONÓMICO DEL
DERECHO?
En efecto la dogmática jurídica ha consistido en una actividad reflexiva sobre un objeto dado, se puede
decir que los problemas más relevantes que se han planteado los juristas dogmáticos son de carácter
intrasistemático.
La dogmática jurídica es incapaz de ofrecer pautas de actuación, salvo los citados requisitos formales
para los agentes sociales encargados de legislar, y por ellos es fácil dar una crítica justificada a los
juristas.
Proclamar hoy la necesidad de tomar en consideración las previsibles consecuencias de una norma
antes de su elaboración y de analizar si es justa o injusta, ya que esto puede ocasionar una
controversia.
Esto se relaciona con la diferencia que hay entre el economista y el jurista que viven
en diferentes mundos y hablan diferentes lenguajes, y esto nos conlleva que daca
disciplina es muy diferente a la otra y que cada uno de ellos puede dar opiniones
muy diferentes del comportamiento humano.
Libros:
Libros:
- La naturaleza de la empresa.
- El problema del costo social.
¿PORQUE ES NECESARIO EL AED EN NUESTRO PAIS?
- Para favorecer al análisis de las normas jurídicas que hacen al desarrollo de nuestras
instituciones.
Los títulos de las dos obras fundamentales de posner, análisis económico del derecho y la
economía de la justicia refleja perfectamente el objetivo de sus trabajos, demostrar la
capacidad del análisis económico para explicar y ordenar áreas del comportamiento social
que no suele ser concebidas como económicas. Posner no sólo se ha aventurado a
proponer una teoría económica del derecho, sino también una teoría económica de la
justicia, que establezca los contenidos que el derecho debe respetar, y que señale las
pautas que los jueces deben seguir en la aplicación del derecho. El objetivo que proclama
es que la ética que está implícita en la teoría del valor o precio –la ética que lo ha llamado
la "maximización de la riqueza" sea analizada junto a otra éticas.
Posner, propone la idea de "maximización de la riqueza" como alternativa a la idea
utilitarista de maximizar la utilidad, creyendo de que ese modo se puedan eludir la
deficiencia del utilitarismo. Cuando habla de la riqueza está siendo referencia a la
suma de todos los bienes y servicios existentes en la sociedad medidos por su valor,
y aunque dice expresamente que valor no es lo mismo que precio, su concepto de la
"maximización de la riqueza" puede plantear algunas dudas: "la idea más
importante que tenemos que tener presente en relación al concepto de valor es que
está basado en lo que la gente está deseando pagar por algo, más que en la felicidad
que derivarán de su tenencia... Pero mientras el valor necesariamente implica
utilidad, la utilidad no implica necesariamente valor. El individuo que desearía
enormemente tener un bien pero no quiere o es incapaz de pagar por él -quizá
porque es indigente- no valora el bien en el sentido en el que yo estoy usando el
termino valor"
Propone como objetivo ético último del sistema social maximizar la riqueza,
objetivo que sitúa en estrecha relación con el de respetar el funcionamiento
de los mercados y con el de imitarlos cuando el libre funcionamiento de los
mismos no sea posible. Posner asume las críticas dirigidas al utilitarismo
por justificar invasiones a la libertad individual y por sacrificar a individuos
inocentes en el altar de la necesidad social. "La ética de maximización de la
riqueza puede ser entendida como una mezcla de estas dos tradiciones
filosóficas rivales. La riqueza está positivamente correlacionada, aunque de
manera imperfecta, con la utilidad; pero la persecución de la riqueza, al
descansar en el modelo de las transacciones voluntarias del mercado implica
un mayor respeto a la libre elección individual que el utilitarismo clásico
Posner encuentra cinco grandes ventajas en sus propuesta:
A.- ¿No oscurecemos de aquel modo el papel del diálogo y de la interacción con otros en la
adopción de la conciencia de nosotros mismos? ¿Cabe continuar aceptando acríticamente el
supuesto de la autonomía del consumidor, rechazando drásticamente cualquier política
paternalista?
B.- ¿Son todos los bienes «bienes económicos»? Elizabeth anderson ha determinado los bienes
económicos en funcionalidad de 2 propiedades: antes que nada, su costo podría ser plenamente
llevado a cabo con la utilización, siendo la utilización un modo de valoración bajo e impersonal que
se apoya en subordinar el bien en cuestión a los objetivos del individuo sin tener en cuenta su costo
intrínseco; en segundo sitio, su producción, repartición y goce permanecen gobernados por las
normas constitutivas del mercado. Tenemos la posibilidad de preguntarnos, además: ¿son todos los
bienes intercambiables con la misma moneda?
C.- ¿Son los valores comparables a las preferencias individuales, y no se puede establecer
ninguna jerarquía entre ellos, gozando del mismo título para ser satisfechos? ¿No es lógico
distinguir, como recientemente anderson se inspiró en kant, entre bienes que son sólo
instrumentales y cuyo valor estaría dado por su relativo, y bienes que son fines en y
gozaría de un valor intrínseco?
Decía mill que se hallaba bentham tan orgulloso de su modelo basado en la noción de
utilidad, que se aproximaba a todas las ideas como si fueran extrañas, como si fueran
conceptos raros, nuevos; y si no conseguían pasar el examen de su modelo, las rechazaba
como generalizaciones vagas y, por tanto, inútiles. Mill criticaba a bentham por ignorar
que en esas generalizaciones estaba contenida toda la sabiduría histórica de la especie
humana; y por ello, aunque el modelo fuera incapaz de explicar esas ideas extrañas, era
preciso permanecer atentos a ellas antes que despreciarlas.