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LA ORACIÓN

“Nadie puede creer lo poderosa que es la oración y


lo que puede lograr, sino sólo los que lo saben por
experiencia. Es una gran cosa aferrarse a la oración
en caso de extrema necesidad. Sé que cuando he
orado intensamente, he sido escuchado
generosamente, y obtenido lo que he pedido. Sí, a
veces Dios lo demora, pero al fin llega.”
L u t e ro

Beneficios
LA ORACIÓN
Beneficios

1. La oración es la clave de la
felicidad y el contentamiento.
2. Aplicaciones finales.
LA ORACIÓN
Beneficios
1. La oración es la clave de la felicidad y el contentamiento.
Vivimos en un mundo donde abunda el sufrimiento; y así ha sido desde que entró el
pecado. El sufrimiento es resultado del pecado, y hasta que el pecado sea quitado
del mundo, es vano pensar que el sufrimiento desaparecerá.
La copa de sufrimiento que algunas personas han de beber, es más grande que la
de otras. Pero son contadas las personas que viven sin sufrimiento o desvelo de
ninguna clase. Enfermedades, muertes, pérdidas, desengaños, separaciones,
ingratitudes,. falsos testimonios, todo esto es muy común en la vida, y no podemos
evitarlo. Y cuanto más profundos sean nuestros sentimientos, más agudos serán
nuestros sufrimientos; y cuanto más amemos, más tendremos que llorar.
LA ORACIÓN
Beneficios
1. La oración es la clave de la felicidad y el contentamiento.
¿Y dónde encontrar la panacea que nos pueda traer la alegría en medio de este mundo de
sufrimiento? ¿Cuál es la mejor manera de cruzar este valle de lágrimas con el menor dolor
posible? Yo no sé de otro remedio mejor que el de llevar todas las cosas a Dios en
oración. Este es el consejo llano y sencillo que la Biblia nos brinda, tanto en el Antiguo
Testamento como en el Nuevo. "Invócame en el día de la angustia ; te libraré, y tú me
honrarás“ (Salmo 50:15). "Echa sobre Jehová tu carga y él te sustentará; no dejará para
siempre caído al justo" (Salmo 55:15). Esto es lo que nos dice el salmista David. Por su
parte, el Apóstol Pablo escribe: "Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de
Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
entendimientos en Cristo Jesús" (Filipenses 46:7). Santiago nos dice: "¿Está alguno entre
vosotros afligido? Haga oración" (Santiago 5:19).
LA ORACIÓN
Beneficios
1. La oración es la clave de la felicidad y el contentamiento.
Esta fue la práctica de todos los santos cuyas vidas se nos detallan en las Escrituras. Esto
fue lo que Jacob hizo cuando temía a su hermano Esaú. Esto fue lo que hizo Moisés
cuando el pueblo estaba dispuesto a apedrearle en medio del desierto. Esto fue lo que
hizo Ezequías al recibir la carta de Senaquerib. Esto fue lo que la Iglesia hizo cuando
Pedro fue puesto en prisión. Esto fue lo que Pablo hizo al ser lanzado a la cárcel.
El secreto de la felicidad en este mundo de sufrimiento, está en poner todos nuestros
cuidados en las manos del Señor. Es el tratar de llevar sus propias cargas lo que hace
que a menudo los creyentes estén tristes; nada más que mencionaran al Señor sus
dificultades, entonces Él haría que las pudieran sobrellevar con la misma facilidad con que
Sansón llevó las puertas de Gaza. De persistir los creyentes en el intento de llevar sus
propias cargas, llegará el día cuando ya no podrán soportar ni el peso de una langosta
(Eclesiastés12:5).
LA ORACIÓN
Beneficios
1. La oración es la clave de la felicidad y el contentamiento.
Jesús puede hacer felices a aquellos que confían en Él y acuden a Él, sea cual sea su
condición. En la prisión puede traerles paz, contentamiento en medio de la pobreza, consuelo
en medio del desamparo y gozo al borde de la sepultura.
En Él hay plenitud completa para todos los miembros que creen, y su gracia siempre está a
punto de ser derramada sobre los que la piden en oración. ¡Oh, si el hombre comprendiera
que la felicidad no consiste en la simple posesión de cosas materiales o en las circunstancias
externas de la vida! La felicidad depende del estado del corazón. Por pesadas que sean las
cruces, la oración puede aligerarlas; puede hacer descender a Alguien que nos ayudará a
llevarlas. La oración puede abrirnos el camino cuando éste aparece completamente
obstaculizado; puede traernos a Alguien que nos dirá: "Este es el camino, andad por el".
Cuando todas las perspectivas aparecen oscuras, la oración puede llevarnos un rayo de
esperanza, puede traer a Alguien a nuestro lado que nos susurrará:
"No te dejaré ni te desampararé nunca”.
LA ORACIÓN
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2. Aplicaciones finales.
l. Unas palabras para aquellos que no oran.
Si tú te cuentas entre estos que no oran, permíteme que ahora, en nombre de Dios, te dirija unas
palabras. Lo que yo puedo hacer es tan sólo avisarte, pero esto lo hago solemnemente. Te aviso
de que tu estado es de un peligro aterrador; si mueres estando en el mismo, tu alma irá a la
perdición. Te a viso de que, precisamente por hacer profesión de ser cristiano, tu condición no
admite excusa alguna.
No puedes presentar razón alguna para justificar la falta de oración en tu vida.
No puedes alegar el que tú no sabes orar. La oración es el acto más sencillo de la profesión
cristiana. Es, simplemente, hablar con Dios. No requiere estudio, sabiduría, ni erudición; sólo
requiere de un corazón y de una voluntad.
Es inútil que te excuses diciendo que no puedes orar hasta que tengas fe y un nuevo corazón. Esto
es añadir pecado a tu pecado. Es terrible no ser convertido y ser condenado al infierno; pero aún
es peor cuando la persona dice: "Lo sé, pero no suplicaré por misericordia".
LA ORACIÓN
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2. Aplicaciones finales.
l. Unas palabras para aquellos que no oran.
¡Oh, hombre que no oras! ¿Qué eres y quién eres para no pedir nada a Dios? ¿Has
pactado, acaso, con la muerte y el infierno? ¿Estás a buenas con el gusano y el
fuego? ¿N o tienes" pecados para ser perdonados? ¿No tienes temor del tormento
eterno? ¡Oh, si despertaras de tu presente locura, y consideraras lo que toca a tu
fin! ¡Oh si te levantaras y suplicaras a Dios! Se acerca el día cuando los hombres
fuertemente clamarán: "Señor, Señor, ¡ ábrenos !", pero será ya demasiado tarde.
En este día los pecadores desearán que las rocas caigan sobre ellos y que las
montañas los cubran. Con amor os exhorto ; quizá hoy será vuestro último día. La
salvación está cerca. No perdáis el cielo por no haberlo pedido.
LA ORACIÓN
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2. Aplicaciones finales.
lI. Hablaré ahora, a los que oran. El creyente sincero a menudo está turbado y es
que sobre sus rodillas ha podido comprender aquellas palabras del Apóstol:
"Queriendo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí". (Romanos 7:21.)
Sobre nuestras rodillas hemos comprendido al Salmista cuando dice: "Odio los
pensamientos vanos‘’. Pocos son los creyentes que no han experimentado que a
menudo los momentos de oración son momentos de conflicto. El diablo muestra una
peculiar ira contra nosotros cuando nos ve orando. Yo creo, de todos modos, que las
oraciones que se hacen sin encontrar combate espiritual alguno en el alma, merecen
recelo por nuestra parte. Somos pobres jueces de nuestras oraciones, y a menudo la
oración que más place a Dios es aquella que a nosotros menos nos complace.
LA ORACIÓN
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Reverencia y 2. Aplicaciones finales.
lI. Hablaré ahora, a los que oran. No nos olvidemos nunca de lo que somos y
humildad
de lo solemne que es hablar con Dios. No nos introduzcamos delante de su
presencia de una manera loca y precipitada. Digámonos a nosotros mismos:
"Estamos sobre tierra santa; este lugar es nada menos que puerta del cielo;
no podemos jugar con Dios". No nos olvidemos de las palabras de Salomón :
"No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra
delante de Dios: porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra". ( Eclesiastés
5:2.) Cuando Abraham habló con Dios, dijo: "Yo soy polvo y ceniza" (Génesis
18:27). Job dijo: "He aquí que yo soy vil". (Job 40:4.) Acerquémonos a Dios
con el mismo espíritu.
LA ORACIÓN
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Oración 2. Aplicaciones finales.
lI. Hablaré ahora, a los que oran. Fácilmente podemos caer en el hábito de
espiritual
recurrir a las palabras más apropiadas y elevar peticiones netamente bíblicas,
y con todo, nuestra oración no ser más que una mera rutina desprovista de
sentimiento, algo así como el sendero del caballo que mueve la noria. Deseo
mencionar este punto con delicadeza y precaución. Ya sé que hay ciertas
cosas por las cuales debemos orar siempre, y quizá con las mismas palabras:
el mundo, el diablo, nuestros propios corazones, constituyen los obstáculos a
vencer cada día. Pero aún siendo así, debemos ir con mucho cuidado.
Aunque la pauta de nuestras oraciones siempre sea más o menos la misma,
esforcémonos para que esté saturada del Espíritu.
LA ORACIÓN
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Regulada y 2. Aplicaciones finales.
Dios es un Dios de orden. En el templo judío, las horas del sacrificio de la mañana y
ordenada
de la tarde estaban reguladas, y no sin motivo. El desorden es, evidentemente, uno
de los frutos del pecado. No deseo llevar a nadie a la esclavitud de alguna práctica;
pero sí que insisto en que es esencial para la salud de nuestras almas, el que
hagamos de la oración algo integrante de las veinticuatro horas de nuestro día. De la
misma manera que destinamos cierto tiempo para comer, para dormir y para los
asuntos de la vida, debemos también destinar cierto tiempo para la oración.
Debemos escoger las horas y momentos más apropiados. Hablemos con Dios por la
mañana antes de hablar con el mundo; y hablemos con Dios por la noche después
de haber hablado con el mundo. Dejemos bien sentado en nuestras mentes que la
oración debe ser una de las grandes ocupaciones de cada día.
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Fervorosas 2. Aplicaciones finales.
No es necesario chillar, ni hablar en voz muy alta y estridente para probar que
nuestras oraciones son fervorosas. Lo importante es que salgan del corazón y lleven
el sello inconfundible de la sinceridad. Es la "oración del justo" que "obrando
eficazmente puede mucho" y no la oración fría, apagada e indiferente.
En las Escrituras se nos habla de la oración ferviente de distintas maneras: a veces
como un llamar urgente ; otras como un luchar y pelear con Dios; otras como un
laborar incesante. Y así, en los siguientes ejemplos bíblicos, se nos dice que en
Peniel Jacob luchó; en Daniel vemos este llamar incesante de toda oración fervorosa:
"Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y haz; no pongas dilación, por
amor de ti mismo, Dios mío". (Daniel 9:19.) Del Señor Jesús se nos dice que "en los
días de su carne" ofreció "ruegos y súplicas con gran clamor". (Hebreos 5 :7.)
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Vigilar 2. Aplicaciones finales.
Decidme cómo son las oraciones de una persona, y os diré cuál es su estado
espiritual. La oración es el pulso espiritual del creyente y por este pulso la salud
espiritual del creyente puede observarse. Vigilemos, pues, continuamente nuestras
oraciones privadas; ellas son el tuétano, médula y columna de nuestra profesión
cristiana. Los sermones, los libros, los tratados, las reuniones de comité, la compañía
de gente buena, etcétera, todo esto es importante y de provecho, pero no son
sustitutos de la oración. Dáos cuenta de aquellos lugares, de aquellas compañías y
demás, que os apartan de vuestra vida de comunión con Dios, y hacen que vuestras
oraciones sean muy pobres. Estad en guardia. Buscad aquellas amistades y
compañías que puedan contribuir a que vuestras almas se preparen mejor y con más
celo para la vida de oración; no os apartéis de las tales. Si cuidáis y vigiláis vuestras
oraciones, os puedo decir que nada irá mal en vuestras almas.

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