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En los momentos difíciles, nada es más oportuno que la oración, pues es aquí
donde el espíritu está más humillado y el corazón quebrantado y doblado.
Mientras más dolor sintamos, más gracia necesitamos y más cerca de nuestro
consolador venimos.
No hay nada mejor que poner a convivir nuestro momento difícil juntamente con la
oración y esto fue lo que hicieron Pablo y Silas.
Un momento difícil nos llena de angustia y temor, pero si lo ponemos a convivir
junto con la oración en el mismo ser, la dificultad no tiene otra salida que reducirse
a cenizas.
Como en toda oración, siempre será válido contarle a Dios todo; cómo estamos,
cómo nos sentimos y qué estamos afrontando; pero también es necesario decirle
cuánto le necesitamos.
Este llamado de emergencia se debe a que el salmista consideraba que Dios era
el único que en estos momentos le podía ayudar.
Job tuvo que lidiar de manera repentina con la pérdida de sus bienes, la muerte de
sus hijos y su propia enfermedad.
Recordemos que el momento difícil de Job no era por falta de integridad, y aunque
sus amigos y muchas personas lo cuestionaban por esto, Dios de antemano ya
había hecho una defensa de quien era. Para llegar a esta oración, Job debió pasar
por situaciones difíciles, en las cuales expresó toda su problemática a Dios.
Pecamos cuando preguntamos enojados ¿Si Dios tiene el control, por qué permite
que esto suceda?
Las situaciones difíciles nos llevan a quejarnos y hablar mal. En este momento,
Dios nos ve como chiquillos desesperados y angustiados; sin embargo, Él espera
que rectifiquemos lo que hemos dicho y si le hemos ofendido nos arrepintamos.
Job oró en medio de su momento difícil, el logró captar la atención de Dios; ahora
Dios hablaba con él y él podía verle obrar más allá de lo que podía imaginar.
Para terminar, uno de los ejemplos más grandes acerca de cómo debemos orar en
los momentos difíciles nos lo dejó Nuestro Señor Jesucristo.
Lo dura y difícil que fue la situación que el Señor vivió, fue a tal intensidad que
ningún ser humano puede entenderlo cabalmente.
Su oración nos revela su terrible sufrimiento; su agonía fue tan dura como su
muerte, ya que tuvo que pagar personalmente por todos los pecados y
experimentar la separación de su Padre.
Jesús sabía lo que le esperaba y sabía por qué, sin embargo, Él confió en la
voluntad de su Padre.
En medio de toda esta tristeza, el Señor se dispuso a orar y para fortuna nuestra
tenemos conocimiento de cuáles fueron sus palabras y así discernir cómo fue su
oración.
Todo momento difícil deseamos que termine pronto, pero lo mejor es decirle a
Dios que se haga como Él quiere.
Muchos dirán: la verdad no tengo claro lo que Dios quiere. No es necesario saber
lo que Dios quiere, pero si es importante saber que todo lo que Dios quiere es
bueno, justo y perfecto.
Debemos ceder ante Dios. Deja que sea como Dios quiere y el determinará lo
mejor.
De nosotros es dejar nuestra oración en sus manos y de Dios es saber cuándo
dar, cómo dar, qué dar y qué retener.
Nunca olvides que nuestras aflicciones más largas también tendrán su final.
Padre celestial, te doy gracias por la vida de todos aquellos que han escuchado
este mensaje.
Sólo tú sabes el momento difícil que están viviendo; ayúdales, fortaléceles,
guíales y sobre todo animales a estar y a permanecer en comunión contigo.
Señor, a medida que hablamos contigo, tú nos fortaleces, te podemos sentir cerca;
cerca de nosotros, cerca nuestra familia y cerca lo que hacemos.
Gracias te doy porque tú eres nuestra ayuda y nuestro pronto auxilio en medio de
las tribulaciones. En el nombre de Jesús. Amén.