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Para hablar de organizaciones políticas ligadas al corporativismo, habría que mirar atrás en
nuestra historia y analizar los cambios que se han tenido desde ese momento. Sin embargo, a
modo de resumen tendríamos que ubicarnos en el momento en que el corporativismo toma
importancia, ya no como una herramienta para ligar a la sociedad con el Estado, sino más
bien, como un medio para alcanzar un bien propio.
De tal forma que el corporativismo tomo mayor importancia para explicar cómo los
partidos políticos en su afán de obtener votos, exigían a las organizaciones afiliadas a
ellos, y a su vez estás organizaciones obligaban a sus allegados a votar por el partido
político que respondiera a las necesidades que estas organizaciones tenían.
Durante estos años, el corporativismo mantuvo una disputa entre los intelectuales por saber sí aún
seguía vivo, ya que las nuevas formas de negociación parecían no tomarlo en cuenta. La entrada de los
gobiernos del PAN en siglo XXI se caracterizaron por un corporativismo activo, pero que sin embargo
mantenía cierto secreto con respecto a su utilización, como medio para cooptar votos a favor de
diferentes reformas o alianzas. En la actualidad, el corporativismo se mantiene vigente como una forma
de atraer votos de las diferentes organizaciones de la sociedad, basta con dar un vistazo a las pasadas
elecciones de 2012, dónde Enrique Peña Nieto, utilizo la relación corporativa para obtener votos a
cambio de beneficios como aparatos electrodomésticos, ayudas económicas, despensas de comida,
material para la construcción, así como acuerdos para la remodelación de la vía pública, entre otros.
Estas formas de negociación, responden a la necesidad de llegar al poder, pero quizá,
también tengan que ver con algún tipo de campaña mercadológica, lo cual supone la
atracción de votos, mediante la figura de un líder carismático, que en el fondo carezca de
conocimiento político, social y económico, pero que a simple vista, pudiera ser la mejor
opción. Lo critico de este apartado, se desprende de la idea negativa del corporativismo, al
pensarlo, no como una herramienta para la integración social, sino como parte de la
desintegración social.