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Ce este?
Aromoterapia este ramura terapeuticii de inspiratie
naturistã, mai precis fitoterapeuticã, ce urmãreste
ameliorarea sau vindecarea diverselor boli, pe calea
aromelor si a parfumurilor, respectiv pe calea unor
produsi volatili si odoranti, extrasi din plante aromatice,
produsi care se prezintã sub forma unor esente naturale
sau a unor uleiuri volatile.
Primele studii cu adevãrat stiintifice, privind actiunea
terapeuticã a unor uleiuri esentiale, extrase din diferite plante
aromatice, se datoreazã lui J. Miguel si dateazã din anul 1894.
Toti medicii si toate gospodinele care folosesc la gãtit sau în
scopuri terapeutice ceapa, usturoiul, cimbrul precum si alte
condimente practicã, fãrã sã-si dea seama, fito si mai ales
aromoterapia.
Asadar, doua componente importante ale aromoterapiei sunt:
Los ACEITES ESENCIALES son "el
alma de la planta", y constituyen el
medio por el cual se transmiten sus
propiedades naturales; ellas tienen
un alcance fundamental para el
tratamiento de las distonías neuro
vegetativas y los desequilibrios
psicofísicos, pues actúan
directamente en el plano emocional
y fisiológico del ser humano.
Su facilidad de absorción en la piel
permite que los componentes
activos penetren directamente en
el organismo, equilibrando y
armonizando todo el sistema, a
través de los meridianos
energéticos, la circulación
sanguínea y linfática, las células,
los tejidos, los órganos, los
aparatos y los sistemas.
Cuando la gente oye
hablar por primera
vez sobre la
AROMATERAPIA,
piensa en fragancias,
perfumes, y un
mundo seductor de
imaginación, magia,
fantasía...; pero
sencillamente la
AROMATERAPIA
consiste en el empleo
de los ACEITES
ESENCIALES para
curar y preservar.
Los ACEITES ESENCIALES son sustancias
aceitosas volátiles; son extractos vegetales
altamente concentrados, que contienen
hormonas, vitaminas, antibióticos y antisépticos.
Constituyen la forma más concentrada de
energía herbaria. Muchas plantas producen
ACEITES ESENCIALES, los que también son
responsables de las fragancias de las mismas.
Poseen cientos de componentes químicos orgánicos, la
mayor parte de ellos en cantidades muy pequeñas, y
sabemos que cientos de sus elementos mínimos son
fundamentales para la vida. De igual manera, el poder
de los productos vivos radica en la combinación de sus
elementos, y sus componentes mínimos son, por lo
menos, tan importantes como sus componentes
principales.
Ninguna reconstrucción sintética es capaz de constituir una réplica
total de un producto natural, debido a ello es importantísimo
emplear ACEITES ESENCIALES genuinos, y naturales; sólo ellos
desempeñan un papel clave en la bioquímica de las plantas, llevan
información entre las células y se relacionan con la respuesta
hormonal de las plantas en situaciones de agresión. Son los agentes
de la adaptación de las plantas a su entorno y no es sorprendente,
por lo tanto, que contengan hormonas (la Salvia, planta que regula
y promueve la menstruación, contiene estrógenos, al igual que la
Melisa, el Lúpulo y el Orozuz; el Ginseng contiene sustancias
similares a la estrona; el Romero incrementa la secreción de la bilis
y facilita su excreción, etc.). Por esta razón, controlan la
multiplicación y renovación de las células, teniendo efectos
citofilácticos y curativos en todo el cuerpo humano
Historia
Aunque la palabra aromaterapia se utilizó por vez primera en el
presente siglo para describir el uso de los aceites esenciales de •Cuando los pueblos primitivos hacían a sus dioses
las plantas como una forma de tratamiento, los principios en ofrendas de plantas aromáticas, quemadas u
que se basa son muy, muy antiguos. La aromaterapia tiene sus
raíces en las más antiguas prácticas curativas de la humanidad, ofrecidas enteras sobre un altar, realizaban un
pues las plantas de las que ahora derivamos los aceites sacrificio muy real, pues estaban dando a los dioses
esenciales fueron utilizadas durante miles de años antes de que
se descubriera la técnica de destilar los aceites. Los algo que era muy valioso para ellos. El uso del
arqueólogos han hallado trazas de numerosas plantas de humo sagrado o mágico, bajo la forma de incienso,
reconocido valor medicinal en los centros funerarios y
habitáculos del hombre primitivo y es muy improbable que sus ha sobrevivido como parte de casi todas las
usuarios no conocieran nada de sus propiedades curativas, religiones más importantes, tanto de Oriente como
incluso si las descubrieron tropezando con ellas por accidente. de Occidente, y el uso de la fumigación con plantas
Los primeros hombres probablemente descubrieron por azar
que algunas hojas, bayas y raíces que habían recogido como aromáticas siguió siendo una práctica médica
alimento hacían que los enfermos se sintieran mejor, o que sus normal hasta el presente siglo. Los hospitales
jugos ayudaban a curar las heridas. Probablemente observó
asimismo las plantas qué los animales enfermos preferían franceses quemaban tomillo y romero en sus salas
comer. como desinfectantes. ¡Irónicamente, ahora que esta
Cuando los brotes de algunos arbustos o árboles eran arrojados práctica se ha interrumpido, la investigación de
al fuego, inicialmente sólo con la intención de proveer
combustible, el humo y los aromas desprendidos debieron laboratorio ha demostrado lo efectivas que son
hacer que la gente se aturdiese, o se sintiese feliz, o excitada, o ambas plantas como bactericidas! En algunas
incluso debieron dar a lugar a experiencias “místicas”.
Si la misma sensación era sentida por todos los que rodeaban partes del mundo menos avanzadas, el ahumado es
el fuego, y si sucedía lo mismo la siguiente vez que se todavía una práctica habitual.
quemaban algunos brotes del mismo arbusto, se reconocería
que ese arbusto producía dicho efecto, y posiblemente se le
consideraría «mágico». El «ahumado» de los pacientes fue una
de las primeras formas de medicina, y puesto que la religión y la
medicina iban estrechamente asociadas, el uso de humos
especiales formó también parte de todas las religiones
primitivas.
Los egipcios utilizaban las plantas aromáticas casi 3.000 años antes de Cristo con fines médicos y cosméticos,
así como para embalsamar los cuerpos de sus difuntos. Establecieron grandes almacenes para sus perfumes,
tanto para uso público como privado. En las ocasiones estatales importantes se quemaba incienso, y las
muchachas esclavas danzaban con conos de perfume sobre sus cabezas, que se fundían y dispersaban
gradualmente en el aire mientras bailaban. Sabemos por diversos documentos conservados en papiros cuáles
eran las plantas que utilizaban con fines medicinales, y el método de uso de éstas. Hicieron píldoras, polvos,
supositorios, pasteles y purés medicinales, ungüentos y pastas para uso externo, etc., de una amplia variedad de
árboles y plantas, así como de sustancias animales y minerales. Utilizaron asimismo las cenizas y el humo de las
plantas. Las plantas utilizadas incluían el anís, el cedro, la cebolla, el ajo, el comino, el coriandro, el castoreo, las
uvas y las sandías, entre muchas otras. Extrañamente, para ser una civilización tecnológicamente tan avanzada,
los egipcios parecen haber ignorado el modo de destilar los aceites esenciales. En las tablillas de aquellos días
se cuenta que los aceites del cedro y del ciprés eran importados (lo que quiere decir que ya existía un comercio
internacional de los aceites), pero parece tratarse de aceites por infusión. No se encuentra en los documentos
referencia alguna al hecho de que los aceites fueran destilados, y ninguno de los contenedores descubiertos en
las tumbas habría sido adecuado para conservar aceites esenciales. Se han hallado grandes números de jarras
de cosméticos y ungüentos, así como de botellas de aceites, en las pirámides, con huellas todavía intactas de su
contenido original. Se trataba sobre todo de ungüentos grasos o pastas gomosas, y los aromas del incienso, el
estoraque, etc., eran todavía perceptibles.
Un poco más hacia el este, en la cuenca mesopotámica, los doctores babilónicos registraron sus fórmulas y
prescripciones sobre tablillas de arcilla, las más primitivas de las cuales se encuentran en la escritura cuneiforme
de los sumerios. A diferencia de los egipcios, no registraron las cantidades a utilizar (que presumiblemente eran
de conocimiento general), pero dieron cuidadosos detalles sobre el momento en que debía prepararse y tomarse
el remedio (generalmente al amanecer, antes del almuerzo). Un rey de Babilonia ordenó crear un jardín de
plantas medicinales, y sabemos que contenía manzanos y membrillos, pepinos, calabazas, ajos, cebollas, hinojo,
azafrán, tomillo, mostaza, alcaravea, coriandro, rosas, enebro y mirra -en otras palabras, muchas de las plantas
que hoy en día utilizamos en la medicina herbal y en la aromaterapia.
Los antiguos griegos adquirieron mucho de su conocimiento médico de parte de los egipcios, al tiempo que
hicieron descubrimientos adicionales por su cuenta, como el de que el olor de ciertas flores era estimulante y
renovador, mientras que el de otras era relajarte y soporífero. Utilizaron el aceite de oliva para absorber el olor
de los pétalos florales, o de las plantas, y utilizaron el aceite perfumado con fines tanto medicinales como
cosméticos. Los soldados griegos llevaban consigo a la batalla un ungüento hecho de mirra para el tratamiento de
las heridas.
El «Juramento hipocrático» se enseña a los alumnos de las escuelas de medicina. ¡Quizá si se les enseñara
también algunos de los métodos de Hipócrates, el mundo de la medicina estaría menos embrollado!
Muchos doctores griegos fueron empleados por Roma como cirujanos militares, médicos personales de los
emperadores romanos, etc. ¡Galeno, que fue médico de Marco Aurelio, se inició como cirujano de una escuela de
gladiadores! Y está escrito que ningún gladiador murió por sus heridas durante el tiempo en que ofició Galeno.
Quizá esto no sea tan sorprendente, pues conocía un número fantástico de «simples», a partir de los cuales
preparaba sus remedios. Escribió mucho sobre la teoría de las plantas medicinales, y dividió las plantas en
diversas categorías médicas, conocidas todavía como < Galénicas». Asimismo, inventó la «cold cream» original,
que fue el prototipo de casi todos los ungüentos actualmente en uso. Otro griego que ejerció como doctor en el
ejército romano fue Dioscórides -en esta caso bajo Nerón-, el cual recogió las plantas medicinales de numerosos
países alrededor del Mediterráneo. Hacia el año 78 d. de C. había recogido toda la información sobre estas plantas
y sus usos en los cinco inmensos volúmenes de su Materia médica. as obras de Galeno, Hipócrates, Dioscórides y
otros fueron traducidas al persa y otras lenguas árabes, y tras la caída de Roma, los médicos romanos
supervivientes que huyeron a Constantinopla se llevaron consigo sus libros y conocimientos. El Imperio Bizantino,
al tiempo que utilizó medicinalmente las plantas, hizo un generoso uso de los perfumes. A través de
Constantinopla, por la traducción de las obras médicas grecorromanas, y gracias a la famosa biblioteca médica de
Alejandría, el conocimiento acumulado en la Antigüedad pasó al mundo árabe. El primero de los grandes médicos
árabes del que tenemos un conocimiento detallado fue Abu Bahr Muhammad ibn Zakaria al-Razi (865-925 d. de
C.), que escribió más de dos docenas de libros sobre medicina, muchos de los cuales consistían en colecciones de
fórmulas herbales.
Tanto si Avicena mismo descubrió o inventó el proceso de
la destilación como si no, lo cierto es que los manuscritos
árabes de su tiempo contienen dibujos de aparatos
destiladores, cuyos principios básicos no han cambiado
hasta el día presente, incluso si el método de
construcción es ahora más sofisticado.
Qué sucedió en Europa entre la caída del Imperio
Romano y el siglo x aproximadamente.(la época conocida
como las Edades Oscuras, debido a la falta de
documentos coherentes), no lo sabemos realmente, pero
es probable -y, a decir verdad, casi seguro- que hubiera
una tradición establecida sobre el uso de las hierbas
medicinales, gran parte de la cual sobrevive en la
medicina popular de hoy en día. Sabemos que hacia el
siglo xn los «perfumes de Arabia» (es decir, los aceites
esenciales) eran famosos a todo lo largo de Europa. Los
caballeros cruzados trajeron de vuelta consigo no sólo los
perfumes, sino el conocimiento de cómo destilarlos. A
falta de los árboles aromáticos y resinosos del Oriente, los
europeos utilizaron el espliego, el romero, el tomillo y
todos los arbustos aromáticos nativos del Mediterráneo,
que pronto fueron cultivados mucho más al norte. Los
manuscritos medievales contienen referencias al agua de
lavanda y a numerosos métodos para hacer aceites
perfumados (aceites por infusión). La invención de la
imprenta pronto condujo a que estas recetas y métodos
se publicasen en libros conocidos como < Herbarios», y
hacia el siglo XM cualquiera que supiera leer podía tener
acceso a recetas para aceites por infusión, aguas
aromáticas, decocciones, infusiones y otros métodos de
tratamiento con las plantas.
Algunos de los herbarios más famosos fueron los compilados
por Gerard, Banckes y Culpeper en Inglaterra, Otto Brunfels,
Leonard Fuchs y Jerónimo Bock (¡no Bosch!) en Alemania,
Nicolás Monardes en España -quien incluyó plantas de las
recién descubiertas Américas-, Charles de 1'Ecluse en Francia,
y Pietro Mattioli en Italia. ¡El herbario de Mattioli, basado muy
de cerca en la obra de Dioscórides, fue traducido en
numerosas lenguas europeas, y vendió 32.000 copias,
convirtiéndose en uno de los < best-sellers» del siglo XVI!.
Por supuesto, no toda la nueva experimentación era dañina, y
como resultado de ella se descubrieron muchas importantes
sustancias minerales naturales, algunas de las cuales -por
ejemplo, el seleniosólo ahora están empezando a
comprenderse plenamente en su relación con la salud y el
bienestar. El químico Friedrich Hoffman (16601742) investigó
mucho en la naturaleza de los aceites esenciales, igual que
investigó las aguas minerales naturales de diversos balnearios.
Pero un aspecto dañino de la especialización creciente fue el
modo en que arrebató la medicina de las manos de la gente
ordinaria.
Los químicos continuaron investigando los ingredientes activos
de las plantas medicinales, e identificaron numerosas
sustancias como la cafeína, la quinina, la morfina, la atropina,
etc., todas las cuales tienen papeles válidos e importantes que
jugar, aunque esta búsqueda de los principios activos aislados
de las plantas estaba ya alejándonos del uso de las substancias
íntegras naturales. Esto no significó, por supuesto, que los
aceites esenciales dejaran de utilizarse, pues muchos
permanecieron en las farmacopeas hasta bien entrados en el
siglo presente, y un número más pequeño puede aún
encontrarse en el uso farmacéutico general de nuestros días
(lavanda, menta y mirra, por ejemplo).
Gradualmente, sin embargo, comenzaron a ser suplantadas por drogas sintéticas, derivadas en
su mayor parte del alquitrán, especialmente en la segunda mitad del presente siglo, con los
desastrosos resultados que todos conocemos.
Desearía detenerme en este punto para considerar el uso de las plantas para la curación en el
Lejano Oriente, especialmente en India y China, donde son parte de una tradición
ininterrumpida, de miles de años de antigüedad --en contraste con la situación en Europa, donde
sólo ahora estamos redescubriendo nuestra herencia perdida de conocimiento.
En la India, el uso de las plantas refleja la visión religiosa y filosófica del hombre como parte del
proceso, continuamente cambiante, de la naturaleza. Los más antiguos textos religiosos (tales
como el Rigveda, de 2.000 años antes de Cristo) contienen fórmulas, así como invocaciones a las
plantas mismas. La medicina india estaba basada exclusivamente en las plantas, reflejando los
principios vegetarianos de las principales religiones y la India es en verdad rica en plantas
medicinales. El rey budista Ashoka (siglo in a. de C.) organizó y reguló el cultivo de plantas
medicinales. Se prestaba gran atención a las condiciones en que crecían las plantas y a las
personas ocupadas de su manejo. Las plantas medicinales de la India se hicieron famosas a todo
lo largo de Asia, y finalmente llegaron hasta las fórmulas médicas occidentales, al tiempo que
forman la base de la medicina india tradicional del presente (medicina ayurvédica). Incluían la
alcaravea, la pimienta, el cardamomo, el jengibre, el clavo, el sándalo, el benjuí, el cannabis, el
castoreo, el aceite de sésamo, el áloe y la caña de azúcar. Las siete primeras plantas de esta lista
se utilizan actualmente en aromaterapia, en forma de aceites esenciales, y el aceite de sésamo
es a veces utilizado como portador de aceites.
También China tiene una tradición extremadamente antigua e ininterrumpida de medicina herbal,
que se utiliza al lado de la acupuntura, y complementando a ésta. Una vez más, muchas de las
plantas han sido conocidas y utilizadas durante miles de años -los documentos más antiguos
están en el Libro de Medicina Interna del Emperador Amarillo, que data de más de 2.000 años a.
de C. El gran clásico de la medicina herbal china, conocido como Pen ts'ao kangmou, da una lista
de no menos de 8.160 fórmulas diferentes, compuestas por casi dos mil sustancias diferentes, la
mayoría de ellas plantas, aunque incluye minerales como el azufre, el hierro y el mercurio. Esto
representa una gama de plantas mayor que la conocida en cualquier otra tradición de medicina.
Muchas de las plantas utilizadas comúnmente en China son también conocidas en la medicina
occidental de las plantas: margarita, genciana, regaliz, nogal, melocotón, llantén, ruibarbo, etc.
El té chino es utilizado como remedio para los enfriamientos, los dolores de cabeza y la diarrea.
El opio era conocido y utilizado como tratamiento para la disentería ya en el año 1000 a. de C.,
pero no se lo fumó hasta el siglo xvi d. de C., cuando se prohibió el alcohol bajo la dinastía Ming.
Volviendo a Europa y al día presente, encontramos no sólo una intensificación de la
investigación en las drogas sintéticas, apoyada por las grandes industrias (es Bárbara Griggs, una
vez más, la que ha señalado que no podemos patentar una planta, de modo que la medicina de
las plantas no rinde grandes beneficios), sino también un renovado interés en el uso de las
plantas y sus productos de una forma más completa y natural.
El interés en los aceites esenciales de las plantas se inicia en 1920, cuando René Maurice
Gattefossé, químico en la compañía de perfumes de su familia, se interesó por los aspectos
medicinales de los aceites. Descubrió que muchos de los aceites esenciales utilizados en los
productos de la empresa eran mejores antisépticos que los antisépticos químicos añadidos a los
mismos productos. Entonces, un día, se quemó gravemente la mano en una explosión del
laboratorio, y sumergió la mano quemada en aceite puro de lavanda. Se curó excepcionalmente
rápido ---en sólo unas pocas horas-, no se infectó y no le quedó cicatriz. Esto le condujo a
desarrollar el uso de los aceites esenciales en dermatología, y emprendió una enorme
investigación sobre sus usos medicinales. Primero acuñó el término "aromaterapia" en una
revista científica, y publicó un libro con el mismo nombre en 1928.
Otros doctores, científicos y escritores franceses han continuado este trabajo, muy
principalmente el doctor Jean Valnet, antiguo cirujano del ejército que utilizó los aceites
esenciales para tratar quemaduras graves y heridas de guerra. Más tarde trató a pacientes de un
hospital psiquiátrico con los aceites y otros productos de las plantas, con gran éxito a pesar del
escepticismo del personal del hospital. Su libro Aromaterapia se ha convertido en el libro de texto
clásico de la práctica aromaterápica seria, y es el presidente de la Sociedad Francesa de
Fitoterapia y Aromaterapia. Marguerite Maury, André Passebecq y Marcel Bernadet han
aumentado todo nuestro conocimiento, tanto a través de su práctica como de sus libros.
Beneficios
Las esencias pueden usarse para relajarse y distenderse luego de un día de
tensión en el trabajo o en la casa, también pueden utilizarse para recuperar
energías, levantar el estado de ánimo o restablecer el equilibrio interno ya
que estas terapias tienen un efecto positivo casi inmediato sobre las
emociones. Los aceites esenciales aromáticos también apoyan tratamientos
de estética corporal, facial y capilar.