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Facultad de Teología

MORAL FUNDAMENTAL

TEMA 7
ANTROPOLOGIA TEOLOGICA CRISTIANA:
EL PECADO CONSTITUTIVO
Retomando las indicaciones del Concilio para
elaborar una Antropología Teológica

Aplicando la exégesis, la Moral Bíblica no está constituida por los preceptos o


comportamientos éticos señalados tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento.

La Moral Bíblica reside propiamente en una Antropología Teológica que se


desprende del hecho histórico y procesual de la revelación de Dios sucedida
inicialmente en Israel, y, posteriormente en novedad absoluta y en plenitud total en
Cristo Jesús.

Al presentar los elementos fundamentales de la Antropología Teológica que


consideramos ser la propia del Nuevo Testamento, sabremos qué elementos del
Antiguo Testamento son coincidentes y aceptables desde el cristianismo.
Genéricamente podemos afirmar que son rasgos fundamentales de la
Antropología Teológica Bíblica (del Antiguo y del Nuevo Testamento):

El ser humano es creado por Dios, está destinado a un encuentro


interpersonal con Él, de su comportamiento ético depende el
establecimiento de su relación positiva o negativa con Dios, el sujeto
humano puede errar éticamente pero puede corregir su error y recuperar la
relación perdida con Dios.

Pero nos vamos a adentrar muy detenidamente en la Antropología Teológica


del Nuevo Testamento, en lo que se refiere más directamente a la Moral.
Vamos a tratar de percibir al ser humano según los datos del Nuevo
Testamento.
El ser humano es procesual

Lo primero que percibimos en el Nuevo Testamento es una


permanente apreciación del sujeto humano en términos procesuales.
Esto lo podemos observar en la interpretación religiosa que los
autores neotestamentarios hacen del ser humano.

Se fijan, claro está, no propiamente en los elementos filosóficos, sino


en aquello que tiene que ver con la relación del ser humano con Dios.
• La experiencia de la comunidad primitiva sobre las características religiosas del sujeto
humano le permite captarlo como un personaje en proceso de formación, de
conformación, en una dinámica de continuo crecimiento.
• Se lo mira en su aspecto vital: su vida religiosa comienza, como la de un niño que nace y
crece, se va desarrollando hasta ser un adulto y se supone que termina con la obtención
de la plenitud.

• Esta percepción del ser humano contrasta, evidentemente, con una visión
filosófica de tipo platónico o aristotélico, en la que se mira la esencia
constitutiva en términos abstractos, fijos y determinados, donde se percibe
al sujeto con características idénticas a todos los demás, prescindiendo o
abstrayendo de su realidad histórica, circunstancial, coyuntural.
En el Nuevo Testamento se trata de una visión eminentemente realista, en
la que se aprecia principalmente la característica histórica y evolutiva de
todo individuo, inevitablemente contextualizado y afectado por su propia
contextualización.

El individuo no "es", sino que "se hace", se construye en un difícil y


complejo proceso de elaboración en el que entran en juego múltiples
factores determinantes del crecimiento o decrecimiento de la persona.

Este principio fundamental neotestamentario va a incidir


necesariamente en la interpretación de la Moral que se hace desde
el cristianismo.

Podríamos decir que aquí radica una de las más hondas diferencias
con las éticas filosóficas que se fueron introduciendo en el
cristianismo a través de los siglos y que produjeron el tipo de Moral
vigente hasta nuestros días en nuestro pueblo católico.
El Nuevo Testamento establece un punto de partida, una realidad
inicial descrita abundantemente en diversos textos. Todo ser
humano inicialmente está constituido por el pecado.

Especialmente San Pablo en la carta a los Romanos y San Juan,


El punto de partida tanto en el Evangelio como en su primera carta, hacen continua
referencia a esta realidad constitutiva del ser humano. (Rm
del proceso 6,12.14.17.19.20; 7,17.23; 8,2).

Es decir: mirando religiosamente al personaje "ser humano", esto es,


interpretándolo desde la revelación y la fe, desde una perspectiva que
capta su relación con Dios, el Nuevo Testamento entiende que todos
somos pecadores por cuanto todos pecamos (Rm 5, 12).
Interpretación tradicional del pecado original

Una justicia original en términos históricos.


Un mundo y un ser humano inicialmente perfectos en la historia humana.
Identificación local del paraíso.
Identificación de Adán y Eva con personajes concretos, históricos.

Identificación de los sucesos paradisíacos con una historia real y verdadera.


Consecuente aceptación del monogenismo como teoría paleoantropológica
indispensable para el mantenimiento de la doctrina.
Existencia histórica temporal y pérdida de los dones sobrenaturales y preternaturales.
Pecado original como pecado de la naturaleza.
Vinculación de Adán con todos los seres humanos explicada de diversas formas.
Datos fundamentales de la Tradición

Necesidad absoluta y universal de la redención de Cristo.


El Bautismo para remisión de los pecados.
El pecado original es verdadero pecado.
El pecado original es propio de cada ser humano.
La procreación humana interviene en la propagación del pecado original.

La justificación operada por el Bautismo suprime el pecado original pues la justificación es


ontológica.
La concupiscencia no es igual al pecado original sino que de él proviene y conduce al pecado
personal.
El pecado original no es idéntico al personal sino analógico.
La causa del pecado no es Dios sino el ser humano.
Los efectos del pecado sólo se restauran escatológicamente.
La formulación tradicional de la doctrina señala estos puntos
principales

- Por el pecado de Adán, la humanidad se encuentra en condición pecadora, de modo que,


quien no alcanza formalmente la Gracia de Cristo, se condena.
- El pecado y la muerte física entraron en el mundo por culpa de Adán.
- El pecado de Adán origina nuestras tendencias malvadas (concupiscencia).
- El pecado de Adán desencadenó una fuerza maligna que lleva a todos los hombres a
cometer los pecados personales.

- Como consecuencia del pecado de Adán, la naturaleza humana está sumida en estado de
pecado.
- El pecado de Adán es transmitido desde la primera pareja por vía de la generación humana.
Hasta los años 50, el texto de la Vulgata traducía “in quo
omnes peccaverunt” (“en el cual todos pecaron”), como si en
Adán todos hubiéramos pecado.

La exégesis realizada por el P. Lyonnet, S.J., llevó a traducir exactamente del


Griego: “por cuanto todos pecaron” (epi o, pantes hemarton). Véase nota de
La exégesis de la Biblia de Jerusalén: el significado correcto es que, si bien el primer ser
Romanos 5, 12 humano introdujo el Pecado en la historia, somos pecadores por cuanto
todos pecamos.

La base de comprensión del Pecado Original es la afirmación


de fe católica de que todos necesitamos la salvación de Cristo,
lo cual quiere decir que todos somos pecadores. Es decir,
porque todos somos pecadores, todos necesitamos la
salvación de Cristo.
Propuesta desde la Teología de Karl Rahner

Desde allí todo ser En ese nivel El problema teológico consistió en


humano tiene a trascendental podemos suponer que el ser humano primero fue
Todo ser humano nivel trascendental interpretar la sólo Gracia, después sólo Pecado y
la posibilidad de posibilidad negativa finalmente gracias a Cristo, por la
está constituido como Pecado Redención se logra suprimir
por la conciencia y establecer una constitutivo y la absolutamente ese Pecado en un
la libertad. relación positiva o posibilidad positiva instante (el Bautismo) y alcanzar la
negativa con el como Gracia crística Gracia también absolutamente en ese
otro. constitutiva. mismo solo instante.
• Pero según Rahner, lo que consta es que todo ser humano está constituido en el nivel trascendental
por ambas realidades y procesualmente va suprimiendo el Pecado en la medida en que va adquiriendo
la Gracia. Así lo muestran los textos del Nuevo Testamento: se nace como niños a la vida divina y se va
creciendo en ella con dificultad por la oposición que el Pecado constitutivo le presenta a la Gracia.

• En el nivel categorial, la historia del Pecado en el espacio-tiempo se inicia y se continúa desde el


instante en que el ser humano libremente escoge actuar contra el otro.

• Pero en el mismo nivel, la historia de la Gracia se inicia y se continúa desde el instante en que
libremente escoge amar al otro.
• Donde abundó el Pecado sobreabundó la Gracia (Rm 5, 20).
• Nuestra realidad está constituida por la negatividad que es el Pecado, fuerza que
presiona a nuestra libertad en sentido contrario al amor. Es como un vacío en un
émbolo, que ofrece resistencia. Es un no-ser-Dios que captamos como una realidad
consistente como las tinieblas (carencia de luz).

• A media que optamos libremente por el bien al otro, por el amor, vamos
desplazando esa fuerza negativa y nos vamos constituyendo en Gracia, sí-ser-Dios.

• Esta realidad sucede hasta el último momento de nuestra existencia.


Problemas teológicos resultantes de la doctrina del pecado original

El primero es un problema cristológico y se podría enunciar así: todo ser humano es


pecador; el pecado es constitutivo de todo ser humano. Ahora bien, Jesucristo es
plenamente humano. Luego Jesucristo fue pecador.

La pregunta teológica es la siguiente: ¿fue Jesús un pecador idéntico a nosotros? La


respuesta del Nuevo Testamento es: Jesús es el único ser humano que no está
constituido por el pecado. Es idéntico a nosotros en todo, "excepto en el pecado" (Heb 4,
15).
Problemas teológicos resultantes de la doctrina del pecado original

En Jesús no ocurre un proceso que parta de una realidad inicial que es el pecado. En Él ya ocurre la
plenitud de lo humano, Él no necesita ser salvado del pecado, aunque el Padre "lo haya constituido
pecado" para "crucificar en Él el pecado" y hacer que ese pecado desaparezca de la humanidad. Jesús es
idéntico a nosotros en todo, menos en el pecado. Porque Jesús es simultáneamente Dios.

Y si el pecado consiste en la carencia de Dios, Jesús no puede estar constituido por el pecado. ¿Significa
esto que Jesús no es plenamente humano? La solución al problema se ubica en la comprensión de Jesús
como prototipo de lo humano, como prototipo del hombre perfecto. Precisamente no somos
perfectamente humanos porque somos pecadores, porque no somos lo que es Jesús.
Es dogma de fe declarado en la Iglesia Católica, que María
fue concebida sin pecado original. Entonces ¿María no fue
plenamente humana? O María ¿posee las mismas
características de Jesús? Pero la razón por la que Jesús no
puede ser pecador es precisamente por ser simultáneamente
Dios, y María no lo es.
El segundo es un
problema mariológico:

La solución al problema se orienta por la comprensión de


los niveles trascendental y categorial del Pecado original, y por
la afirmación de que la inmaculada concepción de María
resulta como fruto de la acción salvífica de Cristo: María es la
primera redimida, "en previsión de los méritos de su Hijo“. 
Tercer problema teológico

El tercero es un problema sacramentológico: el Bautismo es el Sacramento por


el cual el cristiano es despojado del Pecado original que constituye a todo ser
humano que viene a este mundo. ¿Qué sucede con los niños que mueren sin
recibir el Bautismo?

Y proyectivamente: ¿qué sucede con los seres humanos que vivieron y


murieron antes de Cristo, o que en las épocas posteriores a la historicidad de
Jesús, ni lo han conocido ni lo conocerán? La solución la presentó el Vaticano II en
la Constitución Lumen Gentium, 16. Pero es necesario aquí revisar todo el asunto
del Bautismo de los niños.
La supresión del pecado original

Así, pues, el estadio o fase inicial de todo ser humano es el estar constituido por
el pecado, ser pecador.

Conviene preguntarse también si el Bautismo recibido en la infancia ha operado


realmente en cada sujeto cristiano.

De manera que esta fase inicial del proceso propuesto por el Nuevo Testamento
pueda considerarse o no existente en cada bautizado, o existente únicamente
desde el momento de la concepción hasta el momento del Bautismo.
La supresión del pecado original

Podríamos proponer la hipótesis de interpretación presentada por teólogos de gran renombre, entre otros
Karl Rahner,:

El despojo o supresión del Pecado original no es instantánea y no se produce por el simple rito bautismal,
sino que el Pecado original es una realidad existencial que solamente va desapareciendo en la medida en
que el cristiano va creciendo en un proceso de fe y de gracia, y que, por lo tanto, el verdadero Bautismo es
también una realidad procesual, continua y permanente, de carácter existencial.

Así el Sacramento del Bautismo sería una realidad cotidiana, un morir diariamente al pecado y nacer
diariamente a la Gracia en proceso continuo.
La supresión del pecado original

Sin embargo, es necesario recordar que el Concilio de Trento definió en la


Iglesia Católica, que el Bautismo suprimía totalmente el Pecado original.

La doctrina dogmática del catolicismo afirma que la justificación suprime


ontológicamente el pecado constitutivo.
• Ahora bien, la doctrina de Rahner no se opone a Trento, primero,
porque entiende por Bautismo todo un proceso vital de la persona,
con implicación de su libertad, lo que en realidad no parece darse
sino propiamente en el adulto; y, segundo, porque Rahner afirma,
por supuesto, que ese Bautismo elimina sí ontológicamente el
pecado constitutivo.

• Sólo que lo elimina procesualmente y no de un solo golpe, porque


considera que el Bautismo como Sacramento tampoco es una
cuestión instantánea coincidente con el rito, sino que es un proceso
permanente y continuo del sujeto cristiano, coextensivo con toda
su existencia.
De diversas maneras esta doctrina del pecado original es importante para la elaboración de
una Moral cristiana:

Ante todo nos hace ver en la Antropología Teológica del Nuevo Testamento, que el
pecado es una realidad que nos atañe a todos y no en cualquier forma sino que nos
afecta intrínsecamente, nos constituye.

Mientras no seamos conscientes de nuestra propia pecaminosidad, simplemente no


seremos conscientes de la importancia trascendental de Jesucristo para nuestra vida.

Pues no lo encontraremos a Él como nuestro Salvador, no nos sentiremos impulsados a


relacionarnos permanentemente con Él para obtener la primera y fundamental liberación
permanente que es de tipo existencial intrínseco y constitutivo: la liberación del pecado.
Relación de la doctrina del pecado
original con la Moral

Por otra parte, la doctrina del pecado original


nos permite comprender nuestra realidad como
procesual, esto es, la posibilidad de tránsito de una El conocimiento de la manera tradicional como
situación pecaminosa constitutiva que nos se interpretó el pecado original nos permite captar
esclaviza, a una realidad diferente en la que una interpretación teológica que se impuso a los
podemos existir despojados de nuestra cristianos durante mucho tiempo.
pecaminosidad.

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