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MORAL FUNDAMENTAL
TEMA 7
ANTROPOLOGIA TEOLOGICA CRISTIANA:
EL PECADO CONSTITUTIVO
Retomando las indicaciones del Concilio para
elaborar una Antropología Teológica
• Esta percepción del ser humano contrasta, evidentemente, con una visión
filosófica de tipo platónico o aristotélico, en la que se mira la esencia
constitutiva en términos abstractos, fijos y determinados, donde se percibe
al sujeto con características idénticas a todos los demás, prescindiendo o
abstrayendo de su realidad histórica, circunstancial, coyuntural.
En el Nuevo Testamento se trata de una visión eminentemente realista, en
la que se aprecia principalmente la característica histórica y evolutiva de
todo individuo, inevitablemente contextualizado y afectado por su propia
contextualización.
Podríamos decir que aquí radica una de las más hondas diferencias
con las éticas filosóficas que se fueron introduciendo en el
cristianismo a través de los siglos y que produjeron el tipo de Moral
vigente hasta nuestros días en nuestro pueblo católico.
El Nuevo Testamento establece un punto de partida, una realidad
inicial descrita abundantemente en diversos textos. Todo ser
humano inicialmente está constituido por el pecado.
- Como consecuencia del pecado de Adán, la naturaleza humana está sumida en estado de
pecado.
- El pecado de Adán es transmitido desde la primera pareja por vía de la generación humana.
Hasta los años 50, el texto de la Vulgata traducía “in quo
omnes peccaverunt” (“en el cual todos pecaron”), como si en
Adán todos hubiéramos pecado.
• Pero en el mismo nivel, la historia de la Gracia se inicia y se continúa desde el instante en que
libremente escoge amar al otro.
• Donde abundó el Pecado sobreabundó la Gracia (Rm 5, 20).
• Nuestra realidad está constituida por la negatividad que es el Pecado, fuerza que
presiona a nuestra libertad en sentido contrario al amor. Es como un vacío en un
émbolo, que ofrece resistencia. Es un no-ser-Dios que captamos como una realidad
consistente como las tinieblas (carencia de luz).
• A media que optamos libremente por el bien al otro, por el amor, vamos
desplazando esa fuerza negativa y nos vamos constituyendo en Gracia, sí-ser-Dios.
En Jesús no ocurre un proceso que parta de una realidad inicial que es el pecado. En Él ya ocurre la
plenitud de lo humano, Él no necesita ser salvado del pecado, aunque el Padre "lo haya constituido
pecado" para "crucificar en Él el pecado" y hacer que ese pecado desaparezca de la humanidad. Jesús es
idéntico a nosotros en todo, menos en el pecado. Porque Jesús es simultáneamente Dios.
Y si el pecado consiste en la carencia de Dios, Jesús no puede estar constituido por el pecado. ¿Significa
esto que Jesús no es plenamente humano? La solución al problema se ubica en la comprensión de Jesús
como prototipo de lo humano, como prototipo del hombre perfecto. Precisamente no somos
perfectamente humanos porque somos pecadores, porque no somos lo que es Jesús.
Es dogma de fe declarado en la Iglesia Católica, que María
fue concebida sin pecado original. Entonces ¿María no fue
plenamente humana? O María ¿posee las mismas
características de Jesús? Pero la razón por la que Jesús no
puede ser pecador es precisamente por ser simultáneamente
Dios, y María no lo es.
El segundo es un
problema mariológico:
Así, pues, el estadio o fase inicial de todo ser humano es el estar constituido por
el pecado, ser pecador.
De manera que esta fase inicial del proceso propuesto por el Nuevo Testamento
pueda considerarse o no existente en cada bautizado, o existente únicamente
desde el momento de la concepción hasta el momento del Bautismo.
La supresión del pecado original
Podríamos proponer la hipótesis de interpretación presentada por teólogos de gran renombre, entre otros
Karl Rahner,:
El despojo o supresión del Pecado original no es instantánea y no se produce por el simple rito bautismal,
sino que el Pecado original es una realidad existencial que solamente va desapareciendo en la medida en
que el cristiano va creciendo en un proceso de fe y de gracia, y que, por lo tanto, el verdadero Bautismo es
también una realidad procesual, continua y permanente, de carácter existencial.
Así el Sacramento del Bautismo sería una realidad cotidiana, un morir diariamente al pecado y nacer
diariamente a la Gracia en proceso continuo.
La supresión del pecado original
Ante todo nos hace ver en la Antropología Teológica del Nuevo Testamento, que el
pecado es una realidad que nos atañe a todos y no en cualquier forma sino que nos
afecta intrínsecamente, nos constituye.