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Seminario Pontificio Santo Tomas de Aquino

(Facultad de Teología)

Asignatura:

Antropología Teológica

Trabajo:

Resumen del Tratado General de la Antropología Teológica

Pag: 103-153

Profesor:

Prof. R.P. Dr. Milcíades Florentino Romero

Nombre/ Matrícula:

Emmanuel German /2016-0037

Fecha:

21 de Mayo del 2021

Santo Domingo, República Dominicana


Tratado General de la Antropología Teológica
1. La Antropología del Catecismo de la Iglesia Católica.

La religión Cristiana consiste en una relación entre Dios y el hombre. Se trata de una antropología
teocéntrica que tiene por centro el misterio de Dios en cuanto se abre para el Hombre. Esta
antropología teológica está dividida en dos partes; a) la primera, estudia lo que Dios revela sobre
el hombre, como creatura destinada a él desde su origen; b) y la segunda, se trata de lo que Dios
hace con el hombre para salvarlo. En Cristo está lo que somos y lo que queremos ser, es el
arquetipo de la perfección humana. La creación es el fundamento de todos los designios salvíficos
de Dios, el comienzo de la historia de la salvación que culmina en Cristo. Los grandes temas de la
antropología del Catecismo son:

a) La vocación del hombre a la unión con Dios: el hombre es creado por Dios y para Dios; solo en
Dios el hombre puede alcanzar la verdad que tanto anhela (vocación del hombre). El hombre es
capaz de Dios. El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre. La razón más alta de la
dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es un ser
religioso por esencia. El hombre está hecho para vivir en comunión con Dios en quien encuentra
su dicha.

b) El hombre es creado por Dios a su imagen: el hombre es creado por Dios, con alma y cuerpo, y
en un estado de amistad con Dios. El misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del
verbo encarnado. Cuando un hombre nace los padres biológicos ponen la materia y Dios pone el
alma, la cual es inmortal. En hombre en su totalidad es querido por Dios. Dios creó al hombre y la
mujer en perfecta igualdad. La condición humana se describe en cuatro momentos: el hombre es
imagen de Dios (1), con alma y cuerpo (2), siendo varón o mujer (3) y fue creado en un estado
original de amistad con Dios (4).

c) El hombre en situación del pecado: El Catecismo señala que la doctrina del pecado original es la
respuesta cristiana a la pregunta por el mal existente en el mundo El hombre es un ser caído. Todo
pecado será una desobediencia a Dios y una falta de confianza a su bondad. El hombre se prefirió
a sí mismo en lugar de Dios. La doctrina del pecado original es el reverso de la buena nueva de que
Jesús es el salvador de todos los hombres.

d) La raíz antropológica de la moral cristiana: Participando de la vida en Cristo, podemos vivir


como hijos de Dios y morir al pecado. La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad,
de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, es una fuerza de crecimiento y de maduración en
la verdad y la bondad, y se alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios. Insistencia del
catecismo; en la responsabilidad de los actos libres, en la herida que recibe el hombre con el
pecado y en la cooperación con la gracia. Se quiere situar la moral cristiana dentro de las
aspiraciones del hombre a la felicidad. Y se quiere desarrollar su base antropológica: el obrar sigue
al ser. Las pautas del obrar cristiano dependen de la idea que tenemos de nuestra relación con
Dios, y de lo que son la persona y la sociedad humanas.

e) El hombre resucitado y recapitulado en Cristo: Gracias al Espíritu Santo, la vida cristiana en la


tierra es, desde ahora, una participación en la muerte y resurrección en Cristo. Los creyentes
participan ya en la vida celestial de Cristo resucitado, como se expresa en los sacramentos,
especialmente en el Bautismo y en la Eucaristía. La fe cristiana sostiene la existencia de un
principio espiritual e inmortal en el hombre, que llamamos alma. La muerte no sólo es el final
terrenal del hombre, sino, que es el comienzo de nuestra vida celestial al lado de Cristo. La
aspiración más profunda del hombre es llegar al Cielo. «El cristiano que une su propia muerte a la
de Jesús ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna».

Temas Transversales de la antropología del Catecismo: Cristo es imagen y plenitud del hombre,
es quien revela al hombre, porque se manifiesta en él y en él es el camino. La antropología
cristiana se resume en Cristo. Jesucristo es el “Amén” definitivo del amor del padre hacia nosotros.
En su vida queda asumida la nuestra. Por otra parte, la idea de persona en el Catecismo se puede
resumir en una relación de amor y de entrega, con una conciencia que esté enmarcada al respecto
a los demás. El hombre es un ser en comunión. La antropología se manifiesta a favor de una
persona en comunidad. La Iglesia es el reflejo y la participación de una comunión divina en la
tierra; un anticipo y fermento de la comunión de personas que será plena en el Cielo; es el nexo
donde los hombres se unen con Dios y entre ellos, siendo al mismo tiempo, signo y principio eficaz
de unidad, como señala Lumen Gentium, 1.

1. El Cristocentrismo de Karl Barth.

K. Barth toma como punto de partida para el discurso sobre el hombre el lema «Cristo sólo es
Cristo». Su concepción antropológica parte desde arriba (de forma descendente). Los puntos
centrales de su antropología son:

a) La revelación del hombre en Cristo: En Cristo reconocemos la esencia del hombre. El hombre
es lo que sabe Dios sobre nosotros. La palabra de Dios se ha revelado al hombre y el mismo
Hijo se ha hecho hombre. Por eso, en cierto grado también puedo ver a Dios en un hombre,
porque en la creatura podemos ver al creador. La antropología se funda en la cristología. Barth
niega el valor de toda aproximación filosófica a la realidad de Dios. Considera diabólica la
«analogia entis». Lo mismo para el hombre: sólo Cristo, revelador de Dios, puede explicar
quién es hombre.
b) El juicio sobre el hombre: En Jesús vemos aquellos que nos falta. Jesús es revelación y
justificación. En la naturaleza humana aparece sin contradicción. Él es la esencia humana sin
pecado. Lo que Dios no encuentra en nosotros lo encuentra en él, que es la plenitud. Nuestra
naturaleza se funda en la gracia. Él es original nosotros las “copias”; la esencia humana es
primordialmente lo que Dios he hecho en él.
c) La relación con Dios en Cristo. Creación y Gracia. El ser del hombre descubierto en Jesús. Jesús
es revelador y juicio. La gracia es la tarea de la creación y, por tato, Jesús es la tarea de la
creación. Ser hombre es seguir a Jesús. La verdadera conciencia humana la posee quien sigue a
Jesús. Jesús es hombre de modo tal que puede ser hermanos de todos.
d) El Hombre real: Aquel que coexiste con quien no es del todo igual: Jesús, Dios y hombre. Jesús
como hombre es igual a nosotros, como Dios no lo es. El hombre existe en la relación con Dios
en Jesús, es decir, la historia del hombre tiene relación con la historia salvífica. El hombre,
como Jesús, debe dejar que Dios sea Dios. Ni una visión naturalista ni ética expresan lo que es
el hombre. El hombre es siempre respuesta a la transcendencia, a la palabra de Dios. La esencia
del hombre es su historia con Dios. El verdadero hombre no es aquel que busca saber quién es,
sino aquel que deja que Dios se lo diga del mismo modo que ha dicho Jesús: “Tu eres mi hijo”.
e) El Hombre real: El Hombre real es aquel que existe en Cristo. Ser hombre es existir en unión
con Aquel que siendo como nosotros, en su humanidad, es diverso en su humanidad. El
Hombre real es el que existe habiéndolo recibido todo de Cristo. El hombre ha sido elegido en
Cristo, predestinado desde el principio a recibir el ser de Cristo. El hombre es hombre en
cuanto escucha la palabra de Dios, que es Cristo.
f) Si todo viene de Jesús, ¿cómo explicar el pecado? El pecado es un personaje que el hombre
puede representar, pero que no puede ser (niega la colaboración del hombre para su
salvación). Jesús ha asumido el pecado y lo ha quitado del hombre. El pecado existe, el hombre
peca pero este pecado ya no le alcanza en lo profundo.
g) Creación y Alianza. Adán y Cristo. Para Barth la creación solo tiene sentido en el contexto de la
salvación. La Alianza es el fundamento, la posibilidad intrínseca de la creación. Dios no puede
hacer pacto de amistad con el hombre si antes no lo crea. La creación es un presupuesto de la
Alianza, pero n presupuesto extrínseco. Al contrario Alianza es un presupuesto intrínseco de la
creación. Sólo a partir de Cristo, segundo Adán, puede comprenderse quién es el primer Adán,
quien es el hombre creado a imagen y semejanza de Dios.

2. La Antropología Trascendental de Karl Rhaner.

1. Introducción. A menudo se presenta a Rhaner como el lado opuesto de Barth en el sentido de


que mientras para el último su concepción antropológica parte de arriba (descendente), en Rhaner
parte desde abajo (ascendente). Con su método trascendental Rhaner propone que el hombre
puede descubrir (a posteriori) lo que en él es una correspondencia, una determinación a priori
para recibir la Palabra de Dios. Pero junto a esta «teología desde abajo», presenta otra
antropología descendente, en cuanto habla del hombre como aquel que ha sido creado para ser
desde siempre hermano de Jesús. A pesar de que el hombre puede descubrir ciertas cosas en sí
mismo, a la luz de la revelación tiene una idea de sí mismo orientada cristológicamente. Para
Rhaner, la cristología es la antropología que se trasciende a sí misma (línea ascendente) y la
antropología es una cristología incompleta (línea descendiente).

2. Premisas. La preocupación de Rhaner es situar la cristología dentro de una concepción


evolutiva, para lo cual establece dos premisas:
a) la unidad profunda en la diversidad del espíritu y la materia. El hombre se auto-comprende
como un espíritu cuando se experimenta como un ser dado a sí mismo, en referencia al absoluto
de la realidad y al Dios mismo. La diferencia entre espíritu y materia no implica contradicción. En la
materia misma hay una evolución una tendencia al espíritu. El hombre es capaz de auto-
trascenderse (hominización). La hominización es, según Rhaner, que Dios no interviene sólo
intrínsecamente, dando el alma, sino desde dentro de la materia, esforzándola interiormente y
dándole la capacidad de auto-trascenderse, de pasar de un estado inferior a otro superior. Dios no
llega al hombre al final, sino al principio. La vida del hombre es una conversión.

b) Historia común de las libertades. Para Rhaner una persona es una libertad. Por eso para saber
cuántas libertades hay en el mundo se deben contar el número de personas que existen. Además,
Jesús es una libertad plenamente realizada, y en función de él todas las demás libertades
(personas) tienen futuro.

3. Idea del «Salvador absoluto». Rhaner define el concepto de Salvador Absoluto desde una
perspectiva ascendente, como:

Aquélla personalidad histórica en la cual la auto-comunicación de Dios, esta auto-comunicación en


la cual el mundo alcanza el punto más elevado de su ser, esta personalidad histórica en la cual la
auto-comunicación de Dios se produce para todos, se produce en un efecto, en una significación
para todos, porque es aceptada humanamente en la historia común de las libertades.

Rhaner defiende el concepto de Salvador Absoluto desde una perspectiva ascendente (la auto-
comunicación de Dios se produce para todos). Los puntos principales de este desarrollo son:

a) La Libertad alcanzada. Aquella personalidad histórica en la cual la auto-comunicación de Dios


acontece de modo tal que tiene significación para todos porque es humanamente aceptada en un
ámbito de libertad, de historia común de las libertades; a partir de este momento esta
comunicación aparece victoriosa, entrada en la historia común de todos, de modo que la historia a
partir de este momento alcanza una dirección irreversible. b) Que da sentido a la historia. En
nuestra historia común de la libertad al menos una libertad ha sido plenamente alcanzada.

4. La unión hipostática como «momento de gracia para todos». La unión de Dios con el todo
hombre es real, pero no es la unión hipostática. Esta característica específica se reserva a Jesús.
Pero siendo algo que acontece sólo en Jesús, es un momento de gracia que Dios quiere dar a todos
los hombres. La verdad de la fe es que el Hijo de Dios se ha hecho hombre para que el hombre
pueda llegar a ser Dios (Atanasio). La unión hipostática acontece sólo en Jesús, pero tiene un
significado para todos nosotros.

5. La Encarnación de Dios. La definición del hombre a partir de Cristo. Rhaner hace un comentario
sistemático a Jn 1,14: «La Palabra se hizo carne». La Palabra se hace hombre. Sabemos que Dios es
Trino porque se ha hecho hombre. La reflexión trinitaria parte del hecho de que el Hijo se ha
hecho hombre; por eso podemos decir que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si se ha encarnado
el Hijo es porque esto corresponde al ser interno de Dios. La encarnación nos ha mostrado qué
quiere decir «Hijo». Del hecho de que se ha encarnado el Logos, debemos decir que la encarnación
es un hecho del Logos, la Palabra de Dios; por tanto, la encarnación responde al ser profundo de
Dios.

6. La Encarnación de Dios y el misterio trinitario. Una vez que hemos llegado a la concepción del
Dios Trino por la Revelación, podemos pensar primero en la Trinidad y luego en la encarnación;
más sólo sabemos que el Hijo existe porque se ha hecho hombre; sólo la encarnación nos ha
llevado a la Revelación trinitaria. Hay un proceso que va desde la encarnación al Misterio trinitario.
Rhaner ha formulado en su axioma de la teología trinitaria: la Trinidad económica es la Trinidad
inmanente. Lo que el Logos es en sí mismo, en Dios (Trinidad inmanente) es conocido por medio
de lo que es en la economía. Es la encarnación la que nos manifiesta quién es el Logos; en el hecho
de hacerse hombre, nos manifiesta qué es el Logos y qué es el hombre.

7. La Palabra de Dios hecha hombre. ¿Qué significa ser hombre? El hombre es por definición lo
que no se puede definir. El hombre está por esencia de tal modo en referencia al Misterio de Dios
que no puede ser definido. Para Rhaner el hombre no tiene potencia obediencial, sino que es
potencia obediencial, esta capacidad constituye el centro de su ser. El hombre es capaz de ser
asumido por Dios (capax Dei) porque su ser es referimiento al Misterio Absoluto. La potencia
obediencial es la capacidad de ser asumido por Dios en la unión hipostática, que, naturalmente, se
da sólo en Jesús. La naturaleza humana es capaz de ser asumida por Dios, para hacerla la propia
humanidad, lo que ha sucedido irrepetiblemente en Jesús.

8. El «hacerse» hombre de Dios. No se debe nunca pensar que Dios se hace hombre dejando de
ser Dios. Rhaner profundiza la idea de la inmutabilidad divina y dice que Dios puede cambiar no en
sí, sino en el otro. Dios cambia en cuanto hombre; es mutable en cuanto hombre. El que cambia es
Jesús mismo porque en El hay un sólo sujeto. A raíz de la encarnación nace una nueva definición
del hombre: el hombre es lo que Dios crea como espacio para una posible auto-comunicación.
Dios desde el inicio ha diseñado la criatura, y sobre todo el hombre como la gramática de una
posible auto-manifestación. La creación es la gramática que Dios establece para poderse
comunicar y expresar.

9. La Palabra se hace hombre. Para Rhaner, Dios puede crear porque puede encarnarse. La
capacidad de los más (encarnarse), funda lo menos (crear). No dice que Dios debió
necesariamente encarnarse, ahora bien, lo menor puede siempre existir sin lo mayor, pero no sin
la posibilidad de lo mayor. Un Dios que no puede encarnarse no puede crear, un Dios que no
pueda auto-expresarse en el otro del modo total que llamados Encarnación, no puede auto-
expresarse en el modo imperfecto que llamamos creación.

10. Definición del hombre: «la cifra de Dios». Después de haber dicho que el hombre es
indefinible, Rhaner da la definición siguiente: El hombre es lo que surge cuando la autoexpresión
intrínseca de Dios (el Logos) es pronunciada con amor en el vacío del No-Dios. El hombre es lo que
surge cuando Dios quiere hacerse criatura, cuando quiere expresarse en el otro; es la abreviatura
de Dios, la cifra de Dios. El hombre es la pregunta radical hacia Dios. En Cristo la pregunta sobre el
hombre ha encontrado respuesta. La cristología es el inicio y el fin de la antropología. En la
antropología el elemento determinante es el hecho de que Dios ha creado el hombre pensando en
Jesús. La humanidad de Jesús para Rhaner es Revelación.

3. La Antropología Sobrenatural de Henri de Lubac.

Dios que se da, que se comunica; potencia de Dios que desciende y alcanza al hombre, es lo sobre
natural. No existe una naturaleza pura. Lo sobrenatural no agota al ser humano, sino que lo
trasciende.

Afirma A. Russo, en su obra Henri de Lubac, que a la época de Lubac, la noción del sobrenatural se
empleaba para designar el destino último del hombre y de la creación. Por extensión, todo lo que
se relaciona a este fin entra en el orden del sobrenatural y puede también, en diversos niveles,
puede ser llamado sobrenatural. En adelante se utilizará la noción de sobrenatural en lugar del
término gracia utilizado por los antiguos padres, y el de elevación sobrenatural donde primero se
hablaba del don de la gracia. Al final se incluirá como doctrina del sobrenatural todo aquello que
se relaciona al fin último, aunque de manera más extrínseca, como en el caso del milagro. Con la
nueva visión encaminada por de Lubac y asumida por otros teólogos, el término sobrenatural
evoca la relación entre el hombre y Dios con los «dos cabos de la cadena»: el deseo de ver a Dios y
el don gratuito de sí mismo.

Lo que el término «sobrenatural» designa no es tanto Dios o el orden de las cosas divinas
considerado en sí mismo, en su trascendencia, sino más bien en su relación de oposición y de
unión con el orden humano. El sobrenatural es aquel elemento divino que el esfuerzo humano no
puede alcanzar, pero que se une al hombre por propia iniciativa, elevándolo en orden a divinizarlo,
y transformándole en el «hombre nuevo» del que habla san Pablo. El sobrenatural no es
arbitrariamente algo extra, una forma extrínseca al hombre. Es una adopción, una asimilación, una
incorporación.

Lubac cuestionó la forma de hacer teología que tendía a ver el natural y el sobrenatural en una
relación de oposición. Ambos órdenes, señala, fueron concebidos como «dos organismos
completos, perfectamente separados para ser perfectamente diferenciados». Bajo estas
circunstancias, el sobrenatural no sigue siendo propiamente hablando otro orden, algo sin
precedente, totalizador y transformante, sino una «sobre-naturaleza», que reproduce en grado
superior todos los rasgos que caracterizan a la misma naturaleza.

La tesis principal de H. de Lubac: en materia antropológica es la relación intrínseca existente entre


el orden natural y el sobrenatural, salvadas las diferencias inherentes a cada uno de estos órdenes.
Para el teólogo, existe el deseo natural de ver a Dios como una exigencia de la naturaleza del
hombre. Explica el sentido de esta exigencia. La exigencia es la exigencia del don, no de la
posesión. Existe un deseo divino en la criatura, pero el hombre que desea no es el hombre que
exige. Es el hombre que desea el don pero que sólo Dios puede dar, sólo Dios puede cumplir y va
más allá de lo que el hombre desea; es el deseo de la grandeza de Dios, es el deseo de la plenitud
que Dios muestra en el darse. El hombre no puede llegar por sí mismo a Dios, pero desea en el
fondo lo que como don puede alcanzar. Hablamos de un deseo absoluto, de un deseo del don,
deseo por la grandeza de Dios.

4. La antropología de la predestinación del hombre en Cristo.

¿Cómo entendemos la predestinación? Todos los hombres creados estamos predestinados a


salvarnos, pero la libertad humana puede dañar el curso de la historia; por eso, algunos que
hicieron un mal uso de esta libertad, no se salvarán. ¿Todos los hombres están predestinados a
salvarse? Sí. ¿Se salvarán todos los hombres? No, solo los que decidan salvarse. Dios quiere que
tú te salve, pero tu tiene que aspirar a ser salvado (Se salvarán gracias a su acción particular).

La Revelación de la unicidad del plan divino en Jesucristo, quien, en su singularidad, es la


consistencia de todo (Col 1,17), expresa también el contenido propio del destino del hombre: éste
ha sido llamado desde siempre a participar en la condición de Hijo propia de Jesucristo en el seno
de la Trinidad como expone Rm 8, 28-30: «Por lo demás, sabemos que en todas las cosas
interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio.
Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo,
para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también
los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó». Para san Pablo, toda la historia de la
humanidad se sitúa en el horizonte del plan divino que, revelado en la vida histórica de Jesucristo,
se presenta como la única respuesta a la pregunta sobre el sentido del hombre y de la realidad
humana.

Orígenes “no debe decirse que sucederá algo porque Dios lo prevé, sino que, precisamente porque
sucederá, Dios lo conoce antes de que suceda”. Por otra parte san Agustín sostiene: que una
multitud de hombres no se salvarán. (La elección divina divide el origen de la humanidad entre
una massa damnata, a la que se aplica el castigo y una massa redenta destinataria de la
misericordia y la salvación).

Hay que volver a la pregunta que durante muchos siglos preocupó a la teología de la
predestinación. Es equívoco e insuficiente reducirla a la pura cuestión de la relación entre
predestinación y salvación y/o condena. La Revelación dice que todos los hombres son
predestinados en Cristo a ser hijos adoptivos del Padre en el Espíritu Santo. Por tanto, el principio
que decide si los hombres se salvan o no está ya del todo contenido en el único plan divino,
revelado y realizado en Jesucristo. La eventual discriminación no dependerá de un decreto
sucesivo de la voluntad divina, que permanece para todos universalmente orientada al don eficaz
de la salvación, sino de la libertad, originariamente exigida por el plan divino, con la que cada uno
corresponderá a la vocación a ser, en Cristo, hijo en el Hijo. En fin, todos los hombres estamos
predestinados a salvarnos.
5. La Teología Antropológica de la divinización.

El concepto cristiano de la persona supera el dualismo cuerpo-alma de la filosofía platónica y la


consideración del hombre como un «animal racional». La racionalidad no puede ser el equivalente
del ser de la persona. No se le resta importancia a la razón, pero lo que constituye primariamente
a la persona es su capacidad de amar (al estilo de su Creador) y su ser en relación (interpersonal).

En Cristo la humanidad alcanza la esfera de la Trinidad, en cuanto «en el Espíritu, por Cristo, hacia
el Padre», el hombre integra el camino de la imagen a la semejanza. En la definición de las
Personas divinas se realiza en el amor participado. Dios es amor y el hombre es su imagen y
semejanza, por tanto, el hombre es de alguna manera amor. Dios, fuente del amor, nos ha hecho
partícipes de esa capacidad de amar. En Cristo el hombre es salvado como persona única e
irrepetible.

Consideraciones e implicaciones para la vida cristiana:

A) La salvación se realiza en la . Sólo el hombre puede devenir Hijo de Dios porque es creado y
salvado en el modo que conviene a la persona, en una relación, en una historia. El hombre no es
un ser autónomo, su humanidad se realiza cuando vive en Dios.

B) El hombre, una existencia cristológica. Que el hombre sea revelado como una existencia
cristológica significa que el conocimiento de su misterio se profundiza en la medida en que se
conoce a Cristo. Cristo es el Hombre perfecto por el carácter de su singular Humanidad.

C) El hombre, por el amor, se transforma por Dios en dios. La antropología no es más la disciplina
que indaga sólo sobre el hombre, sino sobre su crecimiento en la relación Hombre-Dios.

D) El ideal cristiano es la perfección de la relación. La óptica de la Revelación abre paso


continuamente a una objetividad que conduce a superar del círculo cerrado del «yo y del tú» para
alcanzar una comunión universal y cósmica, anticipada en la celebración litúrgica.

E) El pecado es la falsificación de la relación. El pecado es la muerte de la persona en cuanto


ejerció de la libertad contra la relación.

F) Nos Hacemos Persona en la Relación. La persona se estructura ligada al amor. Es por amor que
uno se realiza, se supera la soledad, se consigue la comunión.

G) El ser humano es una «unidad dialogal espiritual. Tanto en la antropología bíblica como en los
Padres aparece un discurso sobre el hombre orientado en torno al concepto de unidad, explicitado
en varios modos: como unicidad (que unifica al hombre con el resto de las criaturas); como imagen
(que une la criatura al Creador); como persona (que une lo espiritual y lo material); como hombre
y mujer (que une en el amor toda diversidad), como amistad (que se convierte en la unidad
perfecta de la relación con Dios).
H) La Encarnación y la Pascua, único trasfondo para afirmar al hombre. En san Pablo, la
economía del cristianismo es la conversión, la curación de los pecados. Para Juan, la mirada
maravillosa de la fe se dirige a la vida divina comunicada a los hombres por el Verbo encarnado.

La divinización del Hombre

A) La Divinización del hombre: de la antigüedad pagana al lenguaje de los Padres. Los Padres
emplean el concepto de divinización dándole un significado nuevo, indicando con él en qué
consiste la salvación: la realidad de la divinización expresa la salvación del hombre inserta en el
dinamismo de la historia como creación-pecado-redención.

B) La teología de la divinización y la doctrina trinitaria. En la doctrina de la divinización, la palabra


clave es el «ser divino», la referencia a Dios. No a cualquier Dios, sino al Dios Trino.

C) Una antropología Pneumática. En la filiación divina, como en la participación a la vida divina, el


hombre es tal en cuanto posee el Espíritu. El Espíritu Santo es Aquel que da la vida siempre: actúa
en todo momento, remite siempre al Hijo en la espera de que los hombres se manifiesten como
hijos.

D) La Salvación como justificación, santificación y divinización. La divinización, la justificación y la


santificación son términos que expresan el contenido de la vida cristiana, el modo de la redención,
de la salvación. No se excluyen uno al otro, sino que se entienden el uno al otro, a la luz del
misterio de Cristo y del Espíritu Santo.

E) La Justicia de Dios y la Salvación del Hombre. La doctrina de la justificación quiere decir la


maravilla de la acción de Dios realizada por la gracia que, adquirida por Cristo, es dada al hombre
pecador. Ser justo es la meta del hombre; de otra manera permanece un pecador, un «ser para la
muerte».

F) La Santificación, obra del Espíritu Santo que se nos ha dado. El origen de la santidad del
hombre es la santidad que viene de Dios, más la santidad que proviene de Dios contiene un don y
una llamada. El hombre santificado abandona su propia voluntad, su bien particular, da todo lo
que tiene, se dona, y renuncia a existir por sí mismo, dejando entrar dentro de sí toda vida.

G) La Divinización en Pocas Palabras. Las palabras divinización, justificación, santificación pueden


ser usadas sin controversia, en la medida en que profesamos la misma fe: Cristo es nuestra
salvación, que consiste en retorno al Padre, hecho posible trámite el Espíritu Santo presente en
nosotros.

La doctrina de la divinización se podría limitar a estas pocas palabras:

a) El fin de la vida cristiana es la adquisición del Espíritu Santo;

b) Cristo ha tomado la carne, nuestra carne, y nos ha dado al Espíritu Santo;


c) El Creador ha venido a la tierra, ha tomado alma y carne. Él ha donado al Espíritu Santo que es
precisamente el Amor;

d) El amor edifica, crea, constituye al hombre como persona, como hombre deificado.

La divinización y la encarnación

A) Dios se ha hecho hombre a fin de que el hombre se transformase en dios. La frase encierra lo
esencial del mensaje cristiano que liga el misterio de la encarnación, «Dios se ha hecho hombre»,
con el de la redención en términos de divinización. Esta es la fe de la Iglesia y el dogma principal
que compete a la antropología. La encarnación constituye el trasfondo de la consumación de la
semejanza del hombre con Dios.

B) El Vínculo tras Encarnación y Creación. Para san Atanasio, el hombre es creado según la imagen
de Dios y no sólo como imagen de Dios. El Verbo es la única verdadera Imagen del Padre. En la
Sagrada Escritura el acento es puesto en el hecho que ser imagen significa algo más que ser
creados. El hombre es orientado por su constitución a la relación con Dios, que creándolo ha
mezclado la tierra con el cielo, el fango con el soplo. El hombre es llamado a realizar su humanidad
en el don de la semejanza divina.

C) Encarnación y Divinización. El pecado ha hecho perder la calidad de la Imagen y, por tanto, la


posibilidad de conocer a Dios. Estando la humanidad sumergida en el error, el Verbo viene a
habitar en medio de ella, apareciendo como hombre, para salvarla de la tempestad con su guía y
bondad. Sólo el Hijo es la revelación del Padre. El Verbo se hace visible para hacernos visible al
Padre invisible. El destino del hombre se juega en esto: o conoce a Dios y tiene la vida, o no lo
conoce y tiene la nada o la muerte. La divinización es posible por la visión, el amor y el
conocimiento de la verdadera Imagen de Dios.

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