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Duchamp Explicado A Los Niños
Duchamp Explicado A Los Niños
El arte conceptual supone una carga intelectual tan grande e "importante", que con
frecuencia se olvida la dimensión lúdica que con mucha fuerza estuvo presente en
la obra de su inventor, Marcel Duchamp. Es justo esta dimensión la que, en
nuestra opinión, convierte sus piezas en vehículo más que propicio para enseñar
los rudimentos de este movimiento artístico en un público no especializado, a
saber, los niños. A tal efecto nos referiremos a varias obras que forman parte de la
colección del Philadelphia Museum of Art, considerada la más importante del
artista francés.
Es quizás, por efecto de una elegante inversión dialéctica, que obras de una
enorme complejidad, sean a su vez una abierta invitación al juego y al humor.
Piénsese en el Finnegans Wake, de James Joyce o en el Gran Vidrio, del propio
Duchamp.
La primera pieza elegida, aunque no forma parte de nuestra colección, nos parece
fundamental para nuestra tesis. Se trata de un Ready-made malheureux (Ready-
made desdichado) que Duchamp envió desde Argentina a su hermana recién
casada y que consistía de unas instrucciones para colgar un tratado de geometría
de un cordel.
Resulta difícil entender que muchos críticos no hayan sabido captar en esta pieza toda la
potencia humorística de Marcel Duchamp. El título completo La Mariée à nu par sea
célibataires, (La novia desnuda por sus solteros), debería bastar para darnos cuenta que
estamos ante una obra donde lo lúdico tiene un papel importante.
En los diversos análisis y disecciones de los juegos de palabras de Duchamp suele pasarse
por alto que se trataba de un juego: jugaba con palabras, hacía malabarismos con un
sinfín de sentidos y sinsentidos y disfrutaba con su "materialización inconclusa". (p. 11).
No es difícil entonces imaginar a los niños divertidísimos con las historias de unos
solterones que, por mucho que se esfuerzan, no logran alcanzar nunca a lo novia,
tal como en sus juegos siempre hay alguno o alguna -el más listo, el más rápido,
el que mejor se esconde- que nunca se deja atrapar.
Este retrato de Man Ray es la imagen más conocida del alter ego de Duchamp:
Rrose Sélavi. Desde Freud conocemos que nada hay menos natural que la
sexualidad, sino que, por el contrario, es un constructo cultural al que nos
apegamos a partir de cierto momento de nuestra infancia, por lo que una niña o un
niño están bien provistos de comprensión ante una obra como esta, ya que la
exploración de la propia identidad sexual forma parte de sus inquietudes,
expresados en juegos de roles u otras actividades. Es importante señalar que en
Duchamp esta exploración no estaba ligada a la homosexualidad sino a una
necesidad, como artista, de desestabilizar y cuestionar las certezas sobre las que
se construye la vida social, en este caso la identidad sexual del individuo.
El arte conceptual ha resultado en ocasiones oscurecido por una excesiva
verborrea académica y crítica, lo que ha provocado reacciones de amilanamiento
o rechazo en el público no especialista en arte contemporáneo. Por eso resulta
gratificante encontrar en Marcel Duchamp algunas claves que ayuden a acercar su
obra, tomando como punto de partida el tono juguetón, hilarante y sarcástico con
el que impregnó las mismas. Más gratificante aún resulta que, quizás, el público
más talentoso para apreciar el humor duchampiano sean los niños de quién,
quienes seguramente enseñarán "cuatro cosas de la vida" a quienes le presenten
la colección que hemos tratado.
Bibliografía