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Miguel y Valeria son dos estudiantes de 5° de secundaria.

Como compañeros de aula,


compartieron muchos momentos; y, luego de un tiempo, empezaron a sentir mucha atracción
el uno por el otro. Y fue así que llegaron a ser enamorados. Tanto los padres de Valeria como
de Miguel saben de esta relación. En el colegio se acerca la fiesta de promoción de las y los
estudiantes de 5°. Y Leonardo, estudiante de 5° y amigo de la infancia de Valeria, le ha pedido
a esta que sea su pareja de promoción. Valeria está muy entusiasmada por ir a la fiesta, y lo
comenta en casa.

Valeria: Mamá, papá, les quiero contar que seré pareja de promoción de Leonardo.

Mamá: Qué bueno, hijita, pero no se vaya a molestar Miguel. ¿Él ya sabe? Deberías pedirle
permiso para que no tengas problemas.

Padre de Valeria: No le digas eso a nuestra hija. Ella puede tomar sus decisiones. Aunque,
Valeria, no está de más que se lo comuniques. Valeria piensa que esa decisión es solo suya, y
que está en la libertad de ir o no a la fiesta. Valeria se encuentra con Miguel y, por respeto a él,
decide contarle sobre la petición de su amigo Leonardo. Miguel no lo tomó a bien.

Miguel: ¡Pero yo no quiero que lo acompañes! ¡Tú eres mi enamorada! Bailarán juntos y,
seguramente, aprovechará para hacer algo más. Y yo terminaré como un tonto.

Valeria: Deberías confiar más en mí y preocuparte menos por lo que puedan pensar los demás.

Miguel: Así pienso y no me vas a cambiar. Si tú vas con él a la fiesta, terminamos. No puedo
creer que, después de un año de relación, me salgas con esto. Valeria se queda pensando en la
reacción de Miguel y no sabe qué decisión tomar. Piensa que debería conversar con su tutora.

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