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QUEMADURAS EN CIRUGIA PLASTICA.

INTEGRANTES:

OÑORO DANIEL.

OTERO GONZALEZ KEVIN.

RIVADENEIRA ARDILA HELENA.

ROMERO CASTILLO VICTORIA.

SEPIULVEDA GUTIERREZ KAROLAIN.

PRESENTADO A:

DR WILMAN GUTIERREZ.

CIRUGIA PLASTICA.

MEDICINA.

IX SEMESTRE.

UNIVERSIDAD METROPOLITANA.

BARRANQUILLA.

2022.
QUEMADURAS

Las quemaduras son una causa importante de morbimortalidad accidental en la edad pediátrica.
Representan la cuarta causa de muerte accidental en la infancia y son especialmente frecuentes en
los primeros años de vida (un 33% del total de quemaduras en los niños se producen entre los 12 y
24 meses de vida)

Aunque en la mayoría de las ocasiones las que- maduras son superficiales y de poca extensión
corporal, en otros casos pueden llegar a afectar mucosas tejidos más profundos, y provocar
importantes daños funcionales, estéticos, psicológicos e incluso la vida.

El abordaje del niño quemado necesita de un equipo multidisciplinar en el que el pediatra de


Urgencias juega un papel primordial en la estabilización del paciente y el tratamiento inicial. El
conocer unas pautas generales de evaluación y manejo inicial de estos pacientes es de vital
importancia dado que puede condicionar el pronóstico y la evolución posterior.

La piel es un órgano con importantes funciones biológicas como la de sintetizar la vitamina D,


proteger frente a infecciones y otros agentes externos, regular la temperatura corporal, y prevenir la
pérdida de líquidos y electrolitos corporales entre otras. Cuando ocurre una quemadura, se producen
dos fenómenos (aumento de la permeabilidad y vasodilatación) que traen como consecuencia todo
el cuadro clínico de esta patología en las primeras horas de su evolución:

• El calor aumenta la permeabilidad de los ca- pilares, el paso de las proteínas plasmáticas al
espacio intersticial produciendo un gran edema, con la consiguiente disminución del volumen
sanguíneo y pudiendo llevar al paciente al colapso circulatorio.

• La vasodilatación provoca un aumento de la presión hidrostática capilar que contribuye a la


formación del edema. El líquido extra- vasado contiene en mayor o menor proporción plasma, agua
y electrólitos. A medida que la lesión es más profunda y extensa las pérdidas son mayores, por lo
que el peligro de shock aumenta. La piel quemada pierde sus funciones fundamentales mencionadas
anteriormente y se desencadenan fenómenos inflamatorios que pueden ocasionar alteraciones en
todo el organismo y llevar a un shock hipovolémico, cardiogénico y distributivo.

Quemaduras térmicas

Son las más frecuentes (85% de los casos) y se producen por contacto con un sólido caliente
(generalmente provoca una quemadura profunda pero poco extensa) o un líquido caliente (más
extensa pero habitualmente menos profunda). De entre estas últimas destaca la escaldadura (o
quemadura por contacto con un líquido caliente) que es el mecanismo más frecuente de quemadura
térmica (65% de los casos) y generalmente se da en menores de 5 años

Así mismo pueden producirse quemaduras térmicas por llama (fuego, agentes volátiles, cerillas,
encendedores) y por inhalación de humo o sustancias tóxicas producidas por la combustión.
También hay quemaduras térmicas por frío (congelación), poco frecuentes en los niños.

Quemaduras eléctricas

Se producen por el paso de la corriente a través del organismo. Son casi siempre lesiones pro-
fundas en las que, a diferencia de lo que ocurre con las quemaduras térmicas, el porcentaje de
superficie corporal quemada no es indicativo del daño real existente y pueden asociarse a lesiones
por electrocución. Aunque infrecuentes (3%), presentan una elevada morbimortalidad. En niños
pequeños pueden producirse también quemaduras eléctricas por contacto con enchufes, cables
pelados o electrodomésticos en mal estado. Son quemaduras eléctricas de bajo voltaje pero suelen
afectar a las manos y a la boca, y por ello provocar cicatrices y graves secuelas. Las
complicaciones más habituales que pueden producir las quemaduras eléctricas son arritmias, tetania
muscular, edema por destrucción tisular, o fallo renal por rabdomiólisis.

Quemaduras químicas

Existen gran cantidad de cáusticos (ácido sulfúrico, clorhídrico, etc.) y álcalis (sosa cáustica,
amoníaco, etc.) que pueden producir quemaduras. La mayoría de los casos son por productos de
limpieza. Los álcalis ocasionan quemaduras más profundas y progresivas. En general son muy
graves y con una alta morbilidad, sobre todo funcional y estética.

Quemaduras por radiación

Son las producidas fundamentalmente por los rayos ultravioleta tras las exposiciones solares o por
radiaciones ionizantes.

Existe un grupo de niños en el que, ya sea por el tipo de la lesión o por datos extraídos de la historia
clínica, se puede sospechar la presencia de un maltrato físico como fondo de las quemaduras. De
estas, la más frecuente apreciada en el mal- trato es la escaldadura por inmersión en agua caliente,
pero también pueden verse quemaduras pequeñas, redondas y profundas provocadas por cigarrillos
o quemaduras simétricas y profundas en manos y pies con clara delimitación.
FACTORES DE RIESGO

Al tratarse de una lesión cutánea grave, ocasionada accidentalmente, cualquier persona es sensible a
padecerla, no existiendo una población diana específica.

Sí es conveniente tener en cuenta, que tanto la infancia como la vejez son poblaciones con
características especiales a la hora de enfrentarse a este tipo de accidentes. En el caso de la infancia,
cuanto más baja es su edad, mayor es la proporción entre la superficie corporal (pérdida de calor) y
la masa corporal total (producción de calor), por lo que la pérdida de calor es más fácil y rápida,
además al tener aún su sistema termorregulador inmaduro, no disponen de mecanismos de defensa
frente al frío. Por su parte, en la vejez se produce un descenso del metabolismo basal (metabolismo
en reposo) y por tanto, su producción de calor es menor .

CLASIFICACIÓN DE LAS QUEMADURAS

Según la profundidad

Es importante resaltar que la evaluación inicial de la profundidad de las quemaduras es con


frecuencia un ejercicio difícil debido al carácter dinámico que presentan durante las primeras 48-72
horas, por lo que se debe valorar de nuevo a los 2 ó 3 días 8-13

Quemaduras epidérmicas o de primer grado

Son las más superficiales y dolorosas, afectando únicamente a la epidermis. Exteriormente se


distinguen por ser lesiones eritematosas, levemente inflamatorias, donde se conserva la integridad
de la piel. Los ejemplos más clásicos son los de origen solar o por escaldadura de agua

Quemaduras dérmicas superficiales o de segundo grado superficial

Dañan el estrato dérmico de forma parcial, afectando sólo dermis papilar. Con frecuen- cia aparecen
flictenas o ampollas intactas como resultado del edema subyacente. Son también dolorosas y de
aspecto rosáceo y si se retiran las flictenas la imagen es clási- camente descrita como un “rocío
hemorrágico” (exudativas e hiperémicas)

Quemaduras dérmicas profundas o segundo grado profundo

La afectación llega hasta la dermis reticular. Presencia de flictenas o ampollas rotas, el lecho de la
quemadura es de aspecto pálido y moteado. Disminución de la sensibilidad o hipoalgesia en algunos
casos e hiperalgesia en otros. A veces conservan el folículo piloso o las glándulas sebáceas 8-13.

> Flictenas o ampollas rotas


> Hipoalgesia o hiperalgesia

> Folículo piloso dañado

> Retorno venoso lento

> Puede precisar escarotomía (incisión quirúrgica para liberar o prevenir un síndrome
compartimental en tejido edematizado)

> Si en 21 días no epiteliza, derivar a Cirugía Plástica

> Posibilidad de secuelas cicatriciales

Quemaduras de espesor total o de tercer grado

Implican la destrucción del espesor total de la piel. El paciente no manifiesta dolor en la lesión
debido a la afectación de las terminaciones nerviosas, salvo en los tejidos sanos colindantes.

Se distinguen por la formación de una escara de consistencia apergaminada y de color blanquecino


8-13.

> Indolora

> Blanquecina, amarilla o marrón oscuro

> Apergaminada y correosa

> Vasos trombosados

> Tratamiento quirúrgico obligado

> Puede requerir amputación

> Secuelas importantes

Es importante destacar que la valoración de las quemaduras de tercer grado en niños pequeños y
ancianos difiere de forma notable con respecto de la de los adultos, presentando una serie de
características que nos pueden inducir a error a la hora de clasificar la profundidad de sus lesiones.
En primer lugar, las quemaduras en este tipo de pacientes pueden presentar un color rojo intenso
(rojo frambuesa) por lo que podrían parecer de segundo grado; sólo en raras ocasiones se aprecian
las típicas lesiones blancas o en pergamino 9. En segundo lugar, se puede ver al trasluz los vasos
trombosados en la zona quemada.
Estas características son más intensas cuanta menos edad tiene el niño, o mayor edad el anciano.
Con el objetivo de llevar a cabo una correcta evaluación de la profundidad de las quemaduras en
estos pacientes, es necesario esperar un plazo aproxima- do de 48 horas para determinarla con
mayor certeza.

Quemaduras de cuarto grado

Actualmente la denominación de quemaduras de cuarto grado no se utiliza en la práctica clínica. Se


refiere a situaciones donde el daño se extiende a estructuras profundas como músculos, tendones y
hueso. Estas quemaduras se denominan también carbonización 8-12.

Según la extensión

La extensión de la quemadura es una característica de vital importancia para el pronóstico, junto


con la localización y el grado de profundidad. Para calcular la Superficie Corporal Quemada (SCQ),
los métodos mas conocidos son:

La regla de los 9, de Wallace: se usa frecuentemente para valorar grandes superficies de un modo
rápido en adultos. No se contabilizan aquellas quemaduras de primer grado. En el caso de los niños
se debe tener en cuenta que la proporción de la superficie craneal res- pecto de los miembros
inferiores es mayor, utilizando la regla de Lund-Browder

Regla del 1 ó regla de la palma de la mano: instrumento de evaluación rápida de la superficie en


quemaduras poco extensas. La palma de la mano de la persona afectada, equivale al 1% de la
superficie corporal, se puede utilizar en cualquier edad. Se superpone la mano del paciente sobre la
quemadura sufrida para obtener el cálculo aproximado

PROFUNDIDAD DE LA QUEMADURA

Con base en la clasificación original de la profundidad de las quemaduras que Dupuytren propuso
en 1832, las quemaduras se clasifican por lo regular como superficiales (primer grado), de espesor
parcial (segundo grado), de espesor total (tercer grado) y de cuarto grado, el cual afecta a los tejidos
blandos subyacentes.

Las quemaduras de espesor parcial se subdividen en superficiales o profundas, según sea la


profundidad de la dermis afectada. Desde el punto de vista clínico, las de primer grado son
dolorosas y no forman vesículas; las de segundo grado tienen afectación térmica, son muy
dolorosas, forman ampollas y presentan exudado; y las quemaduras de tercer grado son duras,
indoloras y no palidecen a la presión. Jackson describió tres zonas de lesión quística después de una
quemadura.

La zona de coagulación es la porción con quemadura más grave y las más de las veces se encuentra
en el centro de la herida. Como su nombre lo indica, el tejido afectado está coagulado y algunas
veces francamente necrótico, por lo que es necesario llevar a cabo ablación e injerto. En derredor de
esta zona se encuentra la zona de estasis, la cual presenta respuesta local de vasoconstricción con
isquemia resultante, muy similar a una quemadura de segundo grado.

La reanimación y atención apropiadas de las heridas puede evitar la conversión a una herida más
profunda, pero la infección o la perfusión subóptima pueden dar origen a un incremento de la
profundidad de la quemadura. Esto tiene importancia clínica porque muchas de las quemaduras de
espesor parcial cicatrizan con tratamiento expectante, en tanto que la mayor parte de las
quemaduras de espesor parcial profundas necesitan resección e injerto cutáneo.

La última área de la quemadura se denomina zona de hiperemia, en la cual la cicatrización es


mínima o no se presenta y se asemeja más a una lesión superficial o de primer grado. Por desgracia,
incluso los cirujanos con experiencia tienen capacidad limitada para predecir con precisión la
posibilidad de cicatrización de las quemaduras de espesor parcial poco después de ocurridas; una
razón es que las quemaduras evolucionan a lo largo de 48 a 72 h después de la lesión. Se han
desarrollado numerosas técnicas con la finalidad de predecir mejor y de manera más temprana la
profundidad de las quemaduras; esto favorece la toma de decisiones quirúrgicas más oportunas.

Una de las formas más eficaces para establecer la profundidad de la quemadura es la biopsia de
espesor total, pero tiene varias limitaciones. Es un procedimiento doloroso, con el riesgo de formar
cicatrices, y la interpretación precisa del aspecto histopatológico requiere la intervención de un
patólogo especializado y puede prolongar los tiempos. El Doppler con láser puede medir la
perfusión cutánea y dichas mediciones predicen la profundidad de la quemadura con un valor
predictivo positivo hasta de 80% en algunos estudios.

La ecografía sin contacto se ha propuesto como un método indoloro para predecir las heridas que no
cicatrizarán y tiene la ventaja de realizarse con facilidad y en forma seriada.27 Por desgracia,
ninguno de estos nuevos métodos terapéuticos ha demostrado su superioridad en forma adecuada
para justificar su costo y no ha sustituido a las exploraciones seriadas por un cirujano con
experiencia en el tratamiento de quemaduras.
DIAGNOSTICOS DE LAS QUEMADURAS

De acuerdo a su profundidad:

1. Epidérmica: Afectan la epidermis respetando la capa basal o


germinativa. Se caracterizan por presentar eritema e hiperestesia.
Cicatrizan espontáneamente.
2. Dérmicas A: Afectan hasta la capa papilar de la dermis. Presentan
ampollas finas de líquido claro, de base rosada, muy dolorosas.
Cicatrizan de 7 a 14 días.
3. Dérmicas AB: Lesionan la dermis hasta la capa reticular. Presentan
ampollas gruesas de líquido turbio, de base rojo cereza, dolorosas.
Cicatrizan entre 15 y 21 días.
4. Hipodérmicas: Destrucción total de la piel, pueden lesionar otros
tejidos incluyendo el óseo. Son secas, indoloras, de color blanco
nacarado, dorado, hasta negruzcas en la carbonización. Requieren auto
injerto de piel.
2. De acuerdo a su extensión:
1. Esquema de Kirschbaum o regla de los 3:
TRATAMIENTO DE LAS QUEMADURAS

Existen múltiples tratamientos tópicos para las quemaduras.

De éstos, la sulfadiazina de plata se utiliza con mayor frecuencia en la práctica clínica; tiene
actividad microbicida amplia, sobre todo como profilaxis contra las infecciones de herida por
quemadura, más que para el tratamiento de las infecciones existentes; además, es poco costosa, se
aplica con facilidad y posee ciertas cualidades calmantes. No se absorbe en grado considerable por
vía sistémica y por lo tanto causa trastornos metabólicos mínimos.

Se ha referido que la sulfadiazina de plata provoca neutropenia, pero es probable que este efecto se
deba a la marginación de neutrófilos por la respuesta inflamatoria. Son infrecuentes las reacciones
alérgicas verdaderas al componente sulfa de la sulfadiazina de plata, y a los pacientes con riesgo se
les pueden aplicar pequeñas cantidades para identificar la sensación urente o la aparición de
exantema. La sulfadiazina de plata destruye los injertos cutáneos y está contraindicada en
quemaduras programadas en fecha próxima para nuevos injertos. Asimismo, este fármaco puede
retardar la migración epitelial en quemaduras de espesor parcial en fase de cicatrización.

El acetato de mafenida, ya sea en crema o en solución, es un antibiótico tópico eficaz. Lo es


incluso en presencia de escaras y puede utilizarse para el tratamiento y prevención de infecciones de
la herida; la presentación en solución es un excelente antibiótico para injertos cutáneos frescos. El
uso de acetato de mafenida puede verse limitado por la aparición de dolor con la aplicación a
quemaduras de espesor parcial. La mafenida se absorbe por vía sistémica y su principal efecto
secundario es la acidosis metabólica por inhibición de la anhidrasa carbónica.

El nitrato de plata es otro fármaco tópico con actividad antibiótica de amplio espectro. La solución
utilizada debe diluirse (0.5%) y la aplicación tópica puede conducir a la extravasación de
electrólitos con hiponatremia resultante; la metahemoglobinemia es una complicación rara. Aunque
la solución de nitrato de plata es poco costosa, causa coloración negruzca y los costos en lavandería
pueden superar los beneficios económicos para el hospital. Con frecuencia cada vez mayor se
utiliza la solución de Dakin (solución de hipoclorito de sodio al 0.5%) como un antibiótico tópico
barato. Para las quemaduras que están casi cicatrizadas, grandes o pequeñas, puede emplearse la
administración tópica de ungüentos como bacitracina, neomicina y polimixina B; también son de
utilidad para las quemaduras faciales de espesor parcial superficiales porque pueden aplicarse y
dejarse expuestas al aire sin la aplicación de apósitos.
Los injertos cutáneos en malla, en los cuales los intersticios están casi cerrados, son
contraindicación para el uso de estos fármacos; es preferible la utilización de gasa vaselinada para
ayudar a retener el ungüento en el área afectada. Se ha notificado que los tres fármacos causaron
nefrotoxicidad y no deben utilizarse en quemaduras extensas. La fascinación reciente de los medios
de comunicación con Staphylococcus aureus resistente a la meticilina ha favorecido el uso amplio
de la mupirocina para las quemaduras. A menos que el paciente tenga factores de riesgo conocidos
para S. aureus resistente a la meticilina, la mupirocina debe administrarse sólo en infecciones de
heridas con cultivos positivos para dicha bacteria a fin de evitar la aparición de resistencias
adicionales. Los apósitos impregnados con plata se emplean ahora con mayor frecuencia para sitios
donantes e injertos cutáneos, así como para quemaduras de espesor parcial al momento de la
hospitalización. Estos apósitos ayudan a reducir el número de cambios de apósitos y pueden ser más
cómodos para el paciente, pero no deben utilizarse en heridas de profundidad heterogénea porque
impiden las exploraciones seriadas. Las membranas biológicas proporcionan una barrera
prolongada bajo la cual las heridas pueden cicatrizar. Debido a la naturaleza oclusiva de estos
apósitos, por lo regular se emplean sólo en quemaduras frescas de espesor parcial superficial que no
tienen contaminación evidente.

NUTRICIÓN

El apoyo nutricional puede ser de mayor importancia en pacientes con quemaduras extensas que en
otras poblaciones de individuos. La nutrición adecuada es de gran importancia en trastornos agudos
como en la reacción inmunitaria; la respuesta hipermetabólica en individuos quemados puede elevar
las tasas metabólicas basales hasta en 200%. Esto puede conducir a catabolismo de las proteínas
musculares y disminución de la masa corporal magra que puede retrasar la recuperación funcional.

La alimentación entérica temprana para pacientes con quemaduras > 20% de TBSA es segura y
puede ayudar a prevenir la pérdida de masa corporal magra reducir la respuesta hipermetabólica y
dar origen a un metabolismo más eficiente de las proteínas. Si la nutrición entérica se inicia en las
primeras horas después de la hospitalización, a menudo puede evitarse el hilio gástrico.

Los fármacos como la metoclopramida pueden favorecer la motilidad gastrointestinal; también


puede colocarse una sonda en el intestino delgado para la alimentación naso yeyunal si otras
medidas para alimentación gástrica no tienen éxito.
En personas con intubación endotraqueal, el traslado a la sala de operaciones no es indicación para
suspender la alimentación entérica.

Los complementos inmunomoduladores, como la glutamina, pueden atenuar las complicaciones


infecciosas y la mortalidad en pacientes quemados, tal vez al prevenir la supresión de células T en
los ganglios linfáticos mesentéricos.

La determinación de las necesidades calóricas apropiadas de pacientes quemados puede ser muy
difícil. Una fórmula utilizada con frecuencia en individuos no quemados es la ecuación de Harris-
Benedict, que calcula dichas necesidades al considerar factores como género, edad, talla y peso.
Esta fórmula utiliza un factor de actividad para lesiones específicas y para las quemaduras el
consumo energético basal se multiplica por dos. La ecuación de Harris-Benedict puede ser
imprecisa en quemaduras < 40% de TBSA y en tales casos puede ser más apropiada la fórmula de
Curreri que calcula las necesidades calóricas de la siguiente manera: 25 kcal/kg/día + 40 kcal/%
TBSA/día. También puede recurrirse a la calorimetría indirecta para determinar el consumo
energético en reposo, pero en individuos quemados no se ha documentado una “gráfica metabólica”
que sea más beneficiosa que las ecuaciones para el cálculo. Es de gran importancia ajustar las
necesidades calóricas porque la alimentación excesiva puede conducir al depósito de grasa en lugar
de favorecer el anabolismo muscular.103 La modificación de la respuesta hipermetabólica es un
área de intenso estudio con varios resultados recientes. El uso de bloqueadores β en la población
pediátrica reduce la frecuencia cardiaca y el consumo de energía en reposo y además suprime el
catabolismo proteínico, incluso con la administración de largo plazo.

Los pacientes adultos pueden tener beneficios con el uso de los bloqueadores β y en muchos
centros hospitalarios se administran ahora de manera sistemática en esta población. La oxandrolona
es un esteroide anabólico que se ha estudiado de forma amplia en pacientes pediátricos y ha
mostrado mejoría en la masa corporal magra y densidad mineral ósea en niños con quemaduras
graves.

El incremento de peso y la mejoría funcional observados con la oxandrolona pueden persistir


incluso al suspenderla.

Un estudio clínico doble ciego reciente, con asignación al azar, para el uso de oxandrolona mostró
una disminución de la estancia hospitalaria, mejoría en la síntesis de proteínas hepáticas y nulos
efectos secundarios sobre la función endocrina, aunque los autores advirtieron un aumento de las
concentraciones de transaminasas con importancia clínica poco clara. El tratamiento intensivo con
insulina en pacientes con enfermedad grave muestra beneficios, tal vez al evitar la hiperglucemia.
Sin embargo, en pacientes quemados, la insulina por sí misma puede tener beneficios metabólicos
con mejoría de la masa corporal magra y atenuación de la reacción inflamatoria por la quemadura.
Los hipoglucemiantes orales, como la metformina, también ayudan a evitar la hiperglucemia y
pueden contribuir a la prevención del catabolismo muscular.

Cuidado de las heridas: quemaduras

Quemaduras de primer grado o epidérmicas


Para limpiar la piel quemada o retirar restos de productos (cremas, ceras, etc.) es efectivo el agua
del grifo (si es agua potable), el agua hervida, el agua destilada o el suero salino isotónico (suero
fisiológico al 0.9%).
Tras el lavado se procederá al secado minucioso con toques, nunca se frotará la zona lesionada para
no dañar los tejidos.
El uso de agua fría o helada, la temperatura ideal para la irrigación tras la exposición al calor oscila
entre 15 y 20 ºC con una duración media de 20 minutos. En la mayoría de los pacientes, al poco
tiempo de comenzar la aplicación de agua fría se observa una reducción efectiva del dolor. Esta
analgesia se debe junto a la interrupción de la acción del calor a una inhibición en la liberación de
mediadores tisulares (por ejemplo, tromboxanos, prostaglandinas, leucotrienos La eliminación más
efectiva del calor se obtiene mediante agua corriente, pero requiere una gran cantidad de agua. Si no
se dispone de agua corriente la zona de piel afectada se puede introducir en un baño de agua o se le
puede aplicar compresas húmedas. El comienzo del tratamiento con agua fría debe comenzar lo
antes posible.
Otra opción es el uso de mantas para el tratamiento de quemaduras 32. La temperatura idónea para
el baño diario es aquella que resulte agradable para la persona, se estima que la temperatura óptima
es de 32 ºC aproximadamente.
Limpieza y desbridamiento: Los cuidados iniciales del paciente que ha sufrido quemaduras
consisten en la irrigación con abundante agua a temperatura ambiente. En el caso de quemaduras
extensas se aplicará mantas térmicas para evitar la hipotermia, una de las complicaciones más
frecuentes en las personas con quemaduras.

Quemaduras de segundo grado superficial/profundo y tercer grado

Limpieza y desbridamiento: Los cuidados iniciales del paciente que ha sufrido quemaduras
consisten en la irrigación con abundante agua a temperatura ambiente. En el caso de quemaduras
extensas se aplicará mantas térmicas para evitar la hipotermia, una de las complicaciones más
frecuentes en las personas con quemaduras. La temperatura ideal para la irrigación tras la
exposición al calor oscila entre 15 y 20 ºC con una duración media de 20 minutos.
En la mayoría de los pacientes, al poco tiempo de comenzar la aplicación de agua fría se observa
una reducción efectiva del dolor. Esta analgesia se debe junto a la interrupción de la acción del calor
a una inhibición en la liberación de mediadores tisulares (por ejemplo, tromboxanos,
prostaglandinas, leucotrienos)
La eliminación más efectiva del calor se obtiene mediante agua corriente, pero requiere una gran
cantidad de agua. Si no disponemos de agua corriente, se puede introducir la zona de piel afectada
en un baño de agua o se le puede aplicar compresas húmedas. El comienzo del tratamiento con agua
fría debe comenzar lo antes posible.
Otra opción existente en el mercado son las mantas para el tratamiento de quemaduras 32. Los
niños, en relación a su masa corporal, tienen una mayor superficie cutánea, esto favorece la perdida
rápida y brusca del calor siendo muy susceptibles de sufrir hipotermia. por tanto, mantendremos un
control estricto y continuo de las constantes vitales.
Se recomienda el desbridamiento de las ampollas asociadas a quemaduras de grosor medio en base
a la disminución de infecciones y de complicaciones en la herida; basándose en puntos clave como:
acción curativa, infección, resultado funcional y estético, comodidad de la persona, facilidad para
las curas/cambios de apósitos o pomadas y eficacia económica.
Estas ampollas presentan una mayor probabilidad de riesgo de ruptura. Las últimas revisiones de
estudios demuestran que las ampollas oflictenas con un diámetro menor a 6 mm deben mantenerse
íntegras excepto si interfieren con el movimiento y son molestas para el paciente.
Riesgo de ruptura poco probable. Hay autores que concluyen que las ampollas deben dejarse
intactas para reducir el riesgo de infección, pero si la posición anatómica hace necesario la
intervención por propósitos funcionales, la aspiración aparece como menos dolorosa que la retirada
de la piel evitando que el fluido de la ampolla pueda perjudicar en la cicatrización de la herida.
En contraposición otros autores abogan por no aspirar con aguja debido al aumento del riesgo de
infección recordar que retirar o mantener las ampollas intactas en los pacientes quemados ha sido y
es, un tema muy controvertido, los estudios analizados contienen sesgos metodológicos y en
ocasiones las recomendaciones realizadas son hechas por consenso de expertos dando lugar a poca
evidencia para guiar la gestión de las ampollas.
BIBLIOGRAFIA

 Schwartz. Principios de cirugía - F. Charles Brunicardi, et al. - 10° ed. 2015


 Guía de practica en clínica para el cuidado de personas que sufren quemaduras
.gradeworkinggroup.org/_ES/publications/Traduccion_GRADE-BMJ-
Atencion_Primaria.pdf.

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