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3.

1 Educación para la construcción de la democracia


La “Carta Democrática Interamericana” aprobada por los Ministros de
Relaciones Exteriores de las Américas el 11 de septiembre de 2001,
subraya la importancia de fomentar valores y prácticas democráticas
para establecer una cultura democrática y enseñar a las nuevas
generaciones a comprometerse con dichos valores y prácticas (OEA,
2005). Para poder accionar estos valores y prácticas se requiere de un
motor de transformación capaz de llegar a toda persona, grupo o
población que forma parte de la sociedad. La educación es un medio
eficaz para formar personas críticas y autónomas que sean capaces de
analizar, cuestionar y distinguir creencias injustificadas aceptadas
socialmente e involucrarse en la solución de las problemáticas sociales.

Para la construcción de un Estado democrático es indispensable que la


educación dé a conocer a las y los ciudadanos los valores democráticos
como son la tolerancia, el pluralismo, la legalidad, la participación, entre
otros; para ejercerlos en su vida cotidiana y lo cual posibilita la
construcción de un Estado democrático donde los derechos de todas las
personas sean respetados y se valore la diversidad cultural, religiosa,
sexual, etcétera.

En esta línea, la responsabilidad de educar en y para la democracia le


compete principalmente al Estado aunque no de manera exclusiva. El
propio desarrollo de una sociedad democrática y plural implica distintos
enfoques, métodos, prácticas y pautas cívicas. Se puede reconocer la
importancia central de la escuela en el proceso de aprendizaje cívico y a
la vez reconocer el papel que tiene la familia, la comunidad, las
asociaciones civiles, los medios de comunicación y otras organizaciones
en el fomento y desarrollo de la educación para la democracia
(IFE,2014).

Asimismo, se debe reconocer la importancia de la educación cívica que


tiene el objetivo de desarrollar y fortalecer su desenvolvimiento personal,
ético y ciudadano en la conformación de un Estado democrático donde
todas las personas puedan tomar decisiones políticas a través de los
procesos electorales. Las finalidades de la educación cívica son crear
circuitos de entendimiento entre las y los ciudadanos que sostienen y
defienden puntos de vista diferentes, dando credibilidad y legitimidad a
los procedimientos propiamente democráticos que deben aplicarse con
ánimo tolerante, responsabilidad y solidaridad, que son valores
orientadores de la vida política de hoy y mañana; desarrollar la capacidad
de actuar libre y responsablemente en relación con su desarrollo
personal y con el mejoramiento de la vida social.

Esta educación para la democracia busca propiciar el funcionamiento


eficaz del sistema democrático de una nación ya que forma ciudadanas y
ciudadanos responsables y capaces de asumir su papel activo dentro de
la sociedad, es decir, todas y todos los integrantes de la sociedad deben
sentirse parte de la actividad democrática y no concebir que la
responsabilidad es sólo de algunas personas denominadas
“representantes”. Así la intervención de las y los ciudadanos en el
proceso de decisión política democrática nunca ha sido concebida como
un fenómeno meramente pasivo y desinteresado; sino como una
participación activa, consciente y comprometida (Woldenberg, 2007), por
ello, la educación para la democracia exige desarrollar iniciativas
conjuntas entre las instituciones que ayuden en la conformación y
permanencia de una cultura democrática, por ejemplo:

 Deben existir programas específicos de atención a las necesidades


para poblaciones discriminadas históricamente (mujeres, personas
indígenas, jóvenes, personas con discapacidad, etcétera) que
ayuden a incrementar su participación en la vida política y puedan
ejercer sus derechos de manera plena y sin discriminación.
 Se debe capacitar a las y los funcionarios públicos en temas de
derechos humanos, inclusión y no discriminación, ya que de
acuerdo a la ENADIS 2022, alrededor de 46.1% de la población
con 18 años y más, manifestó haber vivido una situación de
negación de derechos al querer recibir apoyos de programas
sociales (becas, BIENESTAR, etc.).

La educación para la democracia implica desarrollar la capacidad de


pensar en forma crítica e independiente, expresar opiniones y participar
en acciones constructivas para fortalecer a la comunidad. Implica
aprender a vivir con los demás en una sociedad diversa (OEA, 2005),
para ello es necesaria la implementación de estrategias de trabajo que
fortalezcan la educación cívica para todos los mexicanos y mexicanas,
respetando sus derechos humanos, la equidad de género y la
diversidad cultural.

Si las y los mexicanos no conocen sus derechos políticos, no están


informados sobre la política del país, el funcionamiento y atribuciones de
las instituciones del Estado; la democracia corre el riesgo de ser un
mecanismo meramente inconsciente y sin un sustento razonado, por
tanto deben estar presentes los contrastes, el dialogo y la decisión
informada. La cultura política de un pueblo obtenida a través de la
educación para la ciudadanía no determina la existencia o no de una
democracia, pero sí su calidad (Rodríguez 2011) y esto depende en gran
medida del nivel de conocimiento que tiene la sociedad sobre la política
del país, sus instituciones y sus derechos. Es decir las y los ciudadanos
deben estar conscientes de sus derechos para hacerlos cumplir,
adquiriendo también la responsabilidad de sus obligaciones lo cual
garantiza el respeto a los derechos ajenos. La educación cívica
contribuye en gran medida a la aceptación de la diversidad y tolerancia y
la protección de los valores democráticos.

Por otro lado, Michaelangelo Bovero llama “precondiciones de la


democracia” a un conjunto de características que si bien no son
definitorias del carácter democrático de un sistema político determinado,
sí son elementos indispensables para determinar un óptimo
funcionamiento de la democracia, por ello la educación cívica cumple un
papel fundamental para la permanencia de una democracia en el país.
En este sentido, la educación cívica debe cumplir con las siguientes
características:

-Permanente y sistemática, puesto que la modificación de los


esquemas de percepción e interpretación requiere un trabajo continuo y
aplicado en los diversos espacios de socialización (familia, escuela,
trabajo, comunidad).

-Vivencial e interactiva, para que las prácticas y los valores de la


democracia se relacionen claramente con las situaciones en que se
desenvuelven las y los destinarios.

-Grupal, ya que la educación cívica por definición no puede construirse


alrededor de individuos aislados, sino de grupos reales que conforman
las comunidades.

-Diversificada en sus códigos culturales, ya que en países


multiculturales y con una gran diferenciación social como México es
imprescindible adecuar los mensajes a los diversos códigos existentes.
Una educación cívica multicultural no renuncia al fomento de una
identidad ciudadana común, al contrario, la fortalece;
-Focalizada y escalonada, a fin de que resulte posible impactar aquellos
grupos o regiones identificados como prioritarios, ya sea por su peso
político, cultura o sociodemográfico, por su vulnerabilidad sociopolítica, o
por su capacidad para multiplicar el mensaje educativo;

-Concertada, por las consideraciones precedentes, es invariable


desplegar un esfuerzo de educación cívica sin contar con el apoyo y
participación activa de organismos e instituciones, públicos, privados y
sociales, tanto porque constituyen espacios de socialización y porque se
relacionan directa o indirectamente con la educación cívica, es especial
la escuela. (Woldenberg, 2007)

Finalmente, para que el cambio exista y se logre un Estado democrático


exitoso debe tomarse en cuenta la educación para la democracia,
cumpliendo con las características antes mencionadas para que de esta
forma todas las personas puedan acceder a sus derechos políticos de
manera informada; disminuyendo las desigualdades sociales y
protegiendo a aquellas personas, grupos o sectores de la población que
de manera sistemática han sido excluidos y segregados del ámbito
político.

La educación para la democracia en las escuelas

La lucha contra la discriminación exige un cambio cultural que permita


modificar las conductas de dominio discriminatorio que afectan derechos
y oportunidades de grupos estigmatizados y favorezca la aparición de
una cultura social y política de la equidad, la reciprocidad y el respeto a
las diferencias. Este cambio no puede ser resultado de la aplicación de
medidas voluntaristas carentes de una estructuración política orientada
en un sentido institucional (Rodríguez, 2011), la educación para la
democracia debe reducir la brecha que existe entre lo plasmado en las
declaraciones oficiales y la realidad de los contextos mexicanos, ya que
es un factor imprescindible que debe atender cualquier Estado
democrático.

De manera lamentable, la educación cívica en México ha sido


insuficiente desde su función como motor para la transformación
sociocultural y para dar cumplimiento de los objetivos de la educación
nacional debido a que no en todas las instituciones educativas se ha
generalizado, por ejemplo:
 Actualmente en los espacios escolares la educación cívica se
atiende desde los honores a la bandera y aprendizajes básicos
sobre los valores democráticos, sin embargo, no se ha cumplido
con el conocimiento y aplicación plenos de los derechos políticos
de la ciudadanía mexicana.

Las reformas educativas en materia de formación cívica se han orientado


a responder a los momentos históricos y coyunturales del país, ya que
cada época comprende visiones diferenciadas y particulares acordes a la
distribución del poder y riquezas de la nación, estas reformas han
incluido a lo largo de la historia en México una educación para la
ciudadanía que busca de una nación liberal, sin embargo, estos
esfuerzos siguen siendo insuficientes para las necesidades actuales, es
decir deben existir más espacios de diálogo y discusión entre las y los
gobernantes y la ciudadanía, permeados de transparencia y claridad
sobre las decisiones políticas y resultados obtenidos con la finalidad de
que se aborden las problemáticas del país y necesidades de la
población. Es necesario contar con una comunicación social eficiente
que propicie y promueva la responsabilidad ciudadana y la participación
social en el rediseño de las políticas educativas con el propósito de que
todas las personas puedan hacer uso real de sus derechos políticos.

Por otro lado, la Secretaría de Educación Pública en el Acuerdo número


384, mediante el cual se establecen el plan y los programas de estudio
para la educación primaria, establece que la formación cívica y ética es
un es un proceso que se desarrolla a lo largo de toda la educación básica
y que comprende tres ejes formativos que deben ser permanentes:

 Formación para la vida: busca que cada persona desarrolle y


expanda sus capacidades para enfrentar los retos de la vida diaria
conforme a principios éticos y que logren acciones que contribuyan
al mejoramiento social, cultural, económico y político de la
comunidad, el país y el mundo.
 Formación ciudadana: comprende el desarrollo de disposiciones y
capacidades necesarias para ejercer una vida democrática,
tomando en cuenta las experiencias de las y los estudiantes y sus
vivencias en torno a las normas que regulan las relaciones
interpersonales.
 Formación ética: tiene como referencia central los valores
universales y los derechos humanos que enriquecen la convivencia
de las personas y busca que las y los alumnos, de manera
autónoma y racional, conformen normas y principios que guíen sus
decisiones, juicios y acciones.

Finalmente la formación en valores, plantea que este programa va


enfocado en construir procesos dinámicos de interrelación entre las
personas y la sociedad, creando ambientes de aprendizaje basados en la
comunicación y el diálogo lo cual favorece la capacidad en las personas
para analizar, asumir decisiones y compromisos de manera responsable
en un ambiente de respeto y de valor a la diversidad lo cual contribuye en
la construcción de ciudadanos y ciudadanos comprometidos con los
valores democráticos.

Última modificación: Monday, 26 de June de 2023, 15:00


3.2 Medios de comunicación y democracia
La comunicación en el plano político ocupa un lugar importante en el
discurso y la opinión; ya que a través de los medios masivos de
comunicación (la televisión, la radio, la prensa y el internet) se expresan
e intercambian públicamente decisiones de la vida política que permite
que todos y todas las personas que conforman la república estén
informados de las acciones que se generan por parte de los gobernantes
y representantes. Además de lo anterior, los medios de comunicación
son un canal determinante para el flujo de información durante los
procesos electorales, para motivar la participación ciudadana y la
transmisión de las campañas de los partidos políticos que buscan el voto
de las y los electores. También son una fuente de opinión y de difusión
de datos e interpretaciones que inciden en la imagen que la ciudadanía
tenga de la política y el funcionamiento de la democracia.

El espacio público que comprende el ámbito donde se desenvuelven los


medios de comunicación; es el lugar en donde se hace la política, donde
el gobierno y la sociedad logran establecer mecanismos de interlocución.
Mediante el análisis y la crítica de lo de lo público, los ciudadanos
participan y hacen de conocimiento sus necesidades y exigencias para
que el Estado las atienda y dé solución (Corona, et al, 2002). Sin
embargo, la opinión pública es un espacio social que actualmente ha
dejado de lado su objetivo de crítica y discusión entre la sociedad civil
(ciudadanía) y la sociedad política (representantes), ya que existe de
manera general apatía por parte de muchos miembros de la sociedad
civil; en consecuencia se ha ido perdido la autonomía e incidencia en el
sistema político.
Así, la importancia de los medios de comunicación recae en que sus
contenidos son considerados por el público como una realidad social; no
obstante, ésta realidad es moldeada por los poderes políticos interesados
en mostrar una realidad que obedece a beneficios propios. Para
establecer las bases de una democracia más significativa, acorde a sus
principios y valores, implica que las y los ciudadanos se empoderen por
medio de la información y el conocimiento para combatir el control y
manipulación que los medios de comunicación ejercen. En este sentido,
los medios de comunicación representan mecanismos influyentes por lo
que tienen una importante responsabilidad en la transmisión de valores
hacia la sociedad civil, si éstos promueven de manera constante el
debate, la diversidad de posturas e información objetiva y documentada
se podrán entonces visualizar escenarios donde se planteen
problemáticas pero también respuestas y soluciones reales y eficientes.

Finalmente, es importante hacer referencia a la importancia de la


aplicación real de la llamada democratización de los medios de
comunicación ya que tiene como finalidad la exigencia del pluralismo
informativo basado en la voluntad de la sociedad y la ciudadanía;
pluralismo que es requerido para formular preferencias y tomar
decisiones políticas con calidad, responsabilidad y eficiencia, así como
para construir una opinión pública política sólida y crítica. Sólo de este
modo la opinión pública garantizará la condición democrática a partir del
desarrollo de una sociedad civil interesada en externar una opinión si no
organizada, sí al menos influyente para la consideración de la agenda
política y las decisiones de gobierno que se llevan a cabo en las
democracias representativas de hoy en día (Corona, et al, 2002).

Comunicar sin discriminar

El papel social de los medios de comunicación para la construcción de


una democracia debe favorecer la promoción y el fortalecimiento del
ejercicio efectivo y objetivo de los derechos políticos por parte de las y
los ciudadanos; para ello es necesario que el papel de quienes están
presentes en los medios de comunicación debe estar en función de
mejorar las prácticas antidiscriminatorias de la sociedad mexicana de
manera que se incluya a todos y todas.

La discriminación como fenómeno en México es una práctica cotidiana,


normalizada y en muchas ocasiones invisibilizada donde de forma
lastimosa los medios de comunicación reproducen día a día este tipo de
prácticas y representaciones sociales que en muchas ocasiones tienen
tintes despectivos y excluyentes. Por ejemplo:

 El uso de lenguaje discriminatorio en campañas, omisión de


información sobre ciertos grupos discriminados, normalización de
situaciones de violación a derechos humanos, reproducción de
roles de género y uso de estereotipos en las campañas políticas,
que resultan elementos de mayor captación para los mercados
meta y por tanto mayor enriquecimiento.

Los medios de comunicación también son formadores de opinión ya que


en sus interpretaciones sobre hechos o personas, influyen en las
conductas personales y sociales, de esta manera lejos de abonar en una
cultura en favor de la igualdad y la no discriminación reproducen y
perpetúan la discriminación en los espacios públicos, estigmatizan e
invisibilizan a ciertos grupos históricamente discriminados como son las
personas indígenas, las mujeres, las y los jóvenes, las personas con
discapacidad, las personas LGBTTTI, entre otros.

La discriminación en los medios de comunicación inicia desde la


concepción de los temas; es decir, desde la mirada que se tiene sobre la
discriminación hacia algunas personas que en muchas ocasiones es
desvalorizada y no se considera un tema relevante que debiera
abordarse de manera seria, especialmente cuando no son de interés a
los intereses de algunas campañas, partidos políticos o instituciones.

Tener claridad sobre la discriminación, sus causas, manifestaciones y


consecuencias e identificar actos de discriminación, analizarlos,
criticarlos y modificarlos beneficia de manera contundente en la
modificación de la cultura discriminatoria hacia una cultura democrática y
de respeto a todas las personas.

Concluyendo, los medios de comunicación son un reflejo de la cultura


social y también constituyen mecanismos reproductores de prejuicios,
estereotipos y estigmas que dañan de manera negativa los valores
democráticos al crear y reproducir ideas generalizadas y erróneas sobre
ciertas personas o grupos. Por ello es importante que participen en la
promoción de la igualdad y el combate a todas las formas de
discriminación, violencia, machismo, misoginia, homofobia, situaciones
inaceptables de violencia que a menudo se asumen como circunstancias
que inevitablemente vivimos en el país. Los medios pueden ser un motor
de cambios culturales, no solo difundiendo o visibilizando efectos de la
discriminación, sino también teniendo cuidado en la forma y en el manejo
de la información desde un enfoque ético y realmente humano
(Conapred, 2011), hacer circular el dialogo y los intereses de todos y
todas las integrantes de una sociedad más no únicamente de los más
privilegiados.

Última modificación: Wednesday, 5 de February de 2020, 11:15


El principio de igualdad es uno de los cimientos del modelo democrático
y no sólo uno más de sus contenidos posibles. Desde la perspectiva de
los derechos humanos, los derechos políticos son los que contribuyen a
la promoción y a la consolidación de la democracia así como a la
creación de un Estado democrático de derecho. La democracia y los
derechos políticos no se agotan en el voto, pero éste último es
indispensable para que exista un control ciudadano de la conformación
del poder formal y para que la ciudadanía influya de manera efectiva en
la dirección de los asuntos públicos.

No es suficiente que las leyes reconozcan el derecho a votar en igualdad


de condiciones, es necesario cuidar que la organización de las
elecciones y cada uno de sus procedimientos para que hagan realidad
este principio ya que además de que es conocido que no todos los
mexicanos y mexicanas gozan de las mismas oportunidades para el
ejercicio de sus derechos ni de su ciudadanía; claramente personas,
grupos o poblaciones como los indígenas, las personas con
discapacidad, las mujeres o las personas en situaciones de pobreza
extrema han tenido y enfrentan en la actualidad mayores dificultades
que otros para ejercer sus derechos a cabalidad.

Es tarea primordial del Estado mexicano entonces, atender a los grupos


históricamente discriminados para que dispongan de mejores
mecanismos para el acceso y disfrute de sus derechos. En este sentido,
tanto los organismos electorales como los partidos y actores políticos
deben alentar diversas estrategias para establecer la igualdad de
oportunidades y reducir, corregir y eliminar aquellos actos y prácticas que
vulneran la realización de los derechos políticos-electorales de las
personas.

La inclusión electoral refiere a todas aquellas medidas, procedimientos y


normas que tienen como finalidad promover el pleno e integral acceso de
la población a los múltiples aspectos que constituyen el proceso
electoral, tomando en consideración la diversidad que existe entre las
personas para que todas y todos puedan ejercer su derecho al sufragio
como iguales. Por ejemplo:

 El establecimiento de lineamientos e incorporación de mecanismos


y materiales para facilitar el acceso y la circulación de personas
con discapacidad, mujeres embarazadas y adultos mayores en las
casillas electorales, quienes pueden votar sin hacer fila y deben
recibir una atención preferente para que emitan sin obstáculos su
voto.

El ejercicio de la ciudadanía en un gobierno democrático requiere de un


Estado de derecho efectivo; asimismo la implementación efectiva de las
normas que reconocen los derechos de las personas sin discriminación y
la organización de las elecciones requieren de la participación de la
ciudadanía.

La cultura política-electoral incluyente

En los últimos años México ha avanzado de manera importante en la


construcción de su democracia a través del desarrollo de leyes,
instituciones y procedimientos en materia político-electoral que amplían
los derechos políticos de las y los mexicanos y tienden a garantizar su
ejercicio, además de que han impulsado la celebración de elecciones con
base en un sistema multipartidista en el que las diferentes fuerzas
políticas se expresan y compiten por el poder en todos los niveles de
gobierno. Sin embargo, aún prevalecen condiciones sociales
desventajosas y prácticas de desigualdad de trato que impiden la
consolidación de una vida plenamente democrática y el ejercicio cabal de
los derechos de ciudadanía. Factores como la pobreza, la desigualdad
social y la discriminación; la persistencia de prácticas autoritarias y
clientelares y la desconfianza en las instituciones, entre otros vulneran
la condición ciudadana de las y los mexicanos y el Estado se percibe
como ineficaz para reducir la desigualdad y confrontar los privilegios, así
como para lograr una sociedad justa y equitativa (Latinobarómetro, 2010,
2012, 2013).

La lucha contra la discriminación es una tarea institucional del Estado


que se tiene que realizar en todos los ámbitos de la vida social y desde la
cultura para poder generar los cambios que se requieren en la
organización social y lograr una igualdad sustantiva en el marco de una
cultura democrática de derechos. La democracia requiere de demócratas
y de un sistema de derechos y libertades la cual implica una cultura
social y política diferente acorde con los principios de igualdad y libertad
que la sustentan. Las leyes no son suficientes para cambiar la cultura,
pero sí son necesarias y obligan a impulsar de manera intencionada este
cambio, desde cada institución del Estado mexicano y con la
participación de la sociedad. Hacer efectivos el derecho a la igualdad y a
la no discriminación requiere de una ciudadanía que a partir de su
estatus jurídico y político, asuma una identidad cívico-política y ética.

Todas y todos tienen algo en común que los hace ser y sentirse
miembros de un mismo conjunto y no excluidos esto es; como
integrantes de la comunidad de mexicanos y mexicanas, aun cuando son
todos tan diferentes se cuenta con un esquema de reglas y prácticas que
permiten tomar decisiones y vivir juntos. La política es una actividad viva
y propia de las y los ciudadanos que los involucra y permite conservar el
orden existente o bien, crear y transformar para construir el orden
político deseado. Lo cierto es que la democracia surge de reconocer que
todas las personas que conforman la sociedad son iguales, libres, dignas
y sobre todo diferentes; como tales, tenemos derecho a expresar y
defender nuestros intereses de modo que los actos de gobierno
conduzcan a nuestro bienestar.

A partir de ello, la democracia es un proceso en construcción que nunca


termina pues siempre hay nuevos desafíos y oportunidades de
transformación que la democracia sea vista como la forma más justa e
incluyente de hacer política es uno de ellos, el objetivo democrático es
ampliar cada vez más el número de personas que pueden ejercer
plenamente sus derechos y participar efectivamente en la toma de
decisiones y en los asuntos públicos. Instancias como los partidos
políticos y los organismos electorales, los medios de comunicación, el
sistema educativo y la participación ciudadana son factores esenciales a
considerar para poder avanzar en la construcción de una verdadera
cultura electoral incluyente, donde todas y todos tengan los mismos
derechos y lo puedan ejercer en libertad.

La igualdad electoral

Todo ser humano por el hecho de ser una persona es titular de un


conjunto de derechos que le son intrínsecos, personales e intransferibles;
la sociedad no los puede quitar o limitar; tampoco son otorgados o
concedidos, simplemente los Estados los reconocen. Los derechos no
dependen del color de la piel o del sexo, ni de la cultura a la que se
pertenece, ni de ninguna otra condición; son derechos de todas las
personas.

Aun cuando el principio de no discriminación encabeza los instrumentos


jurídicos internacionales y nacionales; situaciones de trato desigual
todavía se presentan casos de exclusión política en las sociedades
democráticas. Un número significativo de ciudadanos y ciudadanas
enfrentan obstáculos para incidir en las decisiones políticas en las
comunidades de las que forman parte y ejercer sus derechos políticos
como manifestación integral de los derechos humanos: personas con
discapacidad motriz, sensorial, expresiva y mental; adultos mayores;
personas con problemas de salud que no son visibles y aquellas que
padecen lesiones físicas temporales; mujeres embarazadas; personas
transgénero y de la diversidad sexual; personas analfabetas; mujeres y
hombres indígenas, son grupos susceptibles de padecer actos
discriminatorios durante los procesos electorales. Por ejemplo:

 El derecho al voto de los pueblos indígenas que si bien se


encuentra reconocido en la misma medida que para el resto de la
ciudadanía, se sabe que la realidad en muchos casos es otra. En
algunas comunidades indígenas que están alejadas y son de difícil
acceso, hace más complicada la organización del proceso
electoral y se presta a que el voto de las y los electores de estas
áreas sea manipulado o coaccionado a través de recursos
económicos, promesas o amenazas. Por otro lado, sucede también
que las leyes de usos y costumbres permiten que los votos se
emitan de manera comunitaria; es decir, que el líder de la
comunidad vote en nombre de todos los integrantes de la misma.
Todo esto obliga a hacer una ponderación de los derechos en
conflicto.
 Otro ejemplo es el voto de las personas lesbianas, gays,
bisexuales, transexuales, transgénero, travestis e intersexuales -
quienes integran la comunidad LGBTTTI- presentan
particularidades y problemáticas distintas. En el ámbito de los
derechos políticos es común que tanto a hombres como mujeres
“trans” se les impida ejercer su derecho a votar porque su
credencial para votar presenta un nombre distinto a la apariencia
de quien se identifica con ella, sin considerar que la credencial
tiene más elementos de identificación de la persona, como la
huella digital.
 En el caso de las y los extranjeros que viven en México, a la fecha
todavía no se les reconoce el derecho a votar en las elecciones del
lugar donde habitan, a pesar de que han elegido residir aquí, es el
lugar donde se desarrollan socialmente, trabajan y pagan
impuestos.

Frente a estas situaciones existen diversas medidas de inclusión que se


implementan y adoptan en las normas y procedimientos electorales para
garantizar la incorporación a la vida pública y el goce de los derechos
políticos de las y los ciudadanos. Entre otras acciones que se pueden
observar algunas de las cuales se llevan a cabo de forma gradual, se
encuentran:

 La adecuación de procedimientos, instalaciones y materiales


electorales para atender necesidades particulares de las y los
electores;
 Información y propaganda electoral accesible a través de los
distintos medios de comunicación, incluyendo el internet y las
nuevas tecnologías de la información, para el conocimiento de las
normas y valoración de las propuestas políticas;
 Subtitulación de información y mensajes políticos en lenguaje de
señas y su traducción en lenguas indígenas;
 Accesibilidad a los servicios electorales (inscripción en el registro
de electores, consulta al padrón electoral, información sobre la
ubicación de las casillas electorales, etcétera);
 Aplicación de diversas modalidades de capacitación electoral y
educación cívica con un enfoque de igualdad y no discriminación;
 Selección preferente de espacios de votación accesibles, que
faciliten tanto el ingreso como el desplazamiento en su interior;
 Materiales y dispositivos para que puedan votar personas con
algún tipo de discapacidad visual o motora;
 Prioridad en el ejercicio del sufragio de las personas con
discapacidad y con movilidad y comunicación reducida;
 Incorporación de la figura del voto asistido para las personas que lo
requieran.

Como se puede comprender, este tipo de medidas son necesarias para


garantizar que todas las y los electores tengan iguales oportunidades y
condiciones para ejercer efectivamente el derecho al voto. Es importante
y necesario que los órganos electorales instrumenten las acciones
necesarias para corregir las desigualdades que de hecho, afrontan
algunas personas y sectores de la población para ejercer su derecho al
sufragio, así como asegurar el acceso de la población a todos los
momentos y espacios electorales abiertos a la participación ciudadana.
En este sentido, las autoridades electorales pero también los actores
políticos y ciudadanos han de detectar y resolver las barreras existentes
en el entorno social que limitan las posibilidades de participación política
ya sean éstas físicas, comunicacionales, socioculturales o de cualquier
otra índole.

También ahora es posible reconocer la importancia del sufragio a través


del cual se eligen a las y los gobernantes y del conjunto de derechos
políticos que hacen posible la participación ciudadana y con ello, la
legitimación del sistema democrático; se puede comprender también que
es esencial asegurar a todos los ciudadanos y ciudadanas las facilidades
para que concurran a emitir su voto. Esto incluye la eliminación de las
barreras socioculturales que son más sutiles y por tanto más difíciles de
erradicar. Este tipo de impedimentos culturales se expresan a través de
una variedad de modalidades y actitudes que restringen la participación
activa a algunas personas en la vida política.

Por lo anterior, se puede comprobar que la discriminación se materializa


en la falta de acceso a los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales y se profundiza mediante la exclusión de los
espacios de participación. En una democracia como la mexicana, el tema
electoral y los derechos políticos tienen un papel central en los procesos
de democratización, pero aún son muchos los problemas que se tienen
que resolver para contar con un sistema incluyente. Los derechos
políticos son derechos propios e inherentes a la condición de ser humano
y deben ser protegidos y amparados por el Estado; suponen la obligación
que tienen las autoridades de adoptar medidas para garantizar su
ejercicio y extender el ámbito de aplicación a personas y grupos que
antes no gozaban de tales derechos; así el Estado mexicano debe
asegurar la efectividad de los derechos humanos con todos los medios a
su alcance.

Última modificación: Wednesday, 5 de February de 2020, 11:17

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