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Estudio Exegético Del Principio de Obligatoriedad Del Contrato
Estudio Exegético Del Principio de Obligatoriedad Del Contrato
CAPÍTULO III
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que establece esta norma; con ello esta impone la función social del
contrato. Porque con la consagración legal de la posibilidad de este
intervencionismo, como se ha precisado (Ver III.3.5.), con ello al
contrato se le identifica legalmente mediante su concepto objetivo o
social; y no mediante su concepto subjetivo e individualista o liberal.
Y adviértase bien que esta norma adopta el concepto social del
contrato de manera expresa. Ello resulta de los términos iniciales,
utilizados en la misma, consistentes en “La ley, por consideraciones
de interés social,….”.
Efectivamente, al invocar esta norma, el “interés social”, para el
contrato; con ello impone expresamente que el mismo debe cumplir
una función social; con lo cual, pues, adopta un concepto objetivo y
social del contrato.
Por ello, esta norma no solo establece la posibilidad legal de inter-
vencionismo en la contratación o mercado, como un derecho a favor del
Estado; sino que también impone una determinada situación jurídica
como deber, para el mismo; el cual es la función social del contrato.
Esto significa, entonces, que el intervencionismo en la contratación o
mercado también es un deber que debe cumplir el Estado.
En tal virtud, esta norma es, al mismo tiempo, permisiva e imposi-
tiva. De acuerdo a la clasificación normativa moderna, que actualmente
es seguida en la Teoría General del Derecho, y fue proporcionada por
Ronald Dworkin; concretamente es una norma deóntica(278).
Esta norma no ofreció ninguna complejidad o problemática, so-
bre su interpretación y aplicación, correspondientes; mientras estuvo
vigente la Constitución de 1979. Ello porque guardaba perfecta con-
cordancia, con esta última carta magna, en cuanto al intervencionismo
estatal en la contratación.
(278)
Dworkin, Ronald, “Los derechos en serio”, Planeta-De Agostini, Madrid, 1993,
pp. 72 y ss.
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(279)
De la Puente y Lavalle, “¿Por qué se contrata?”, cit., p. 341.
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209
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(280)
Zagrebelsky, Gustavo, “El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia”, Trotta,
Madrid, 2007, p. 93.
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(281)
Gete-Alonso, “Estudios sobre el contrato”, cit., p. 130.
(282)
Ibídem.
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213
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(283)
Kelsen, “Introducción a la teoría pura del derecho”, cit., p. 41.
(284)
Ross, Alf, “Sobre el derecho y la justicia”, Eudeba, Buenos Aires, 1963, p. 124.
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Lavalle. Fue por ello que al mismo se le llegó a calificar, con justicia,
como el “jurista peruano de los contratos”(285).
Esta valoración doctrinaria no la motiva la subjetividad por haber
sido este jurista mi Maestro. Por el contrario, tiene una base objetiva
porque lo que la demuestra es que dichas obras, por contener una
investigación seria y de muy buen nivel académico; siguen siendo los
textos de consulta con los que en las Facultades de Derecho se estudia
el Derecho Contractual peruano. De tal manera que es esta acertada y
abundante consulta bibliográfica lo que le otorga la calidad, de auténtica
doctrina, a dichas obras.
(285)
Bigio Chrem, Jack, “Manuel de la Puente y Lavalle, el jurista peruano de los
contratos”, en Nuevas Tendencias del Derecho Contractual-Libro Homenaje a Manuel
de la Puente y Lavalle, Grupo Peruano de la Asociación Henri Capitant,
Lima, s/f, pp. 25 y ss.
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(286)
De la Puente y Lavalle, “¿Por qué se contrata?”, cit., pp. 341 y 342.
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misma; y, con ello, esta norma impone entonces no otra cosa que la
inmutabilidad del contrato. Inmutabilidad que es efecto o consecuen-
cia, pues, de la adopción del principio de Autonomía de la Voluntad,
sustentada en la teoría voluntarista. Esto es, la inmutabilidad del con-
trato como efecto del “dogma de la voluntad”.
Por tal razón, resulta muy forzado interpretar el artículo 62 de
la Constitución, en el sentido de que aplica un concepto objetivo de
la contratación porque el Estado puede renunciar a su potestad de
intervencionismo en la misma. Porque si bien es cierto que el Estado
puede renunciar a esta potestad, como a muchas otras que conforman
su jus imperium; si lo hace no está conceptuando entonces a la contra-
tación de manera objetiva, como correspondería si la fuerza obligatoria
contractual proviniera de él mediante las leyes que dicta.
Todo lo contrario, al hacerlo estaría conceptuando a la contra-
tación de manera subjetiva; porque estaría estableciendo que la fuerza
obligatoria contractual no proviene de la ley dictada por él, sino de la
sola voluntad de los particulares.
Pero aún cuando no es válida la interpretación de Manuel de
la Puente y Lavalle, del artículo 62 de la Constitución; debe re-
conocérsele el mérito de haber sido el primero que investigó sobre el
conflicto normativo, o problemática jurídica contractual, que genera
esta norma. Esto es, este jurista peruano fue el primero que hizo un
estudio comparativo, contractualista-constitucional; sobre el concepto
de contrato. Por eso es que en la Introducción, de la presente obra doc-
trinaria, se ha destacado que las investigaciones jurídicas contenidas, en
las obras de este jurista; son de las pocas que conforman la auténtica
doctrina peruana sobre Derecho Contractual.
De tal manera que esta investigación contractualista y constitu-
cional, de Manuel de la Puente y Lavalle; me ha motivado con-
tinuarla para, mediante la presente obra doctrinaria, poder determinar
la solución correcta de esta grave antinomia constitucional.
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