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MARCO ALEJANDRO GONZÁLEZ GALINDO

27 AÑOS
MOVIMIENTO RENACER – PARROQUIA DIVINO NIÑO JESÚS (TASAJERO)
ESCUELA DE FORMACIÓN DE LÍDERES – COMITÉ DE PASTORAL JUVENIL
SAN JOSÉ DE CÚCUTA – 06 DE JULIO 2022

PREGUNTA #23 ¿CÓMO EVANGELIZAR AL OTRO?

Justificación
En su aspecto más fundamental, la Iglesia de Cristo afirma que hace dos milenios Dios mismo
bajó en la forma de un ser humano, Jesús de Nazaret, para manifestarle a la humanidad, a través de su
muerte y resurrección, que en la creencia en su sacrificio y glorificación se encuentra la salvación del
alma, es decir, el perdón de los pecados y la comunión definitiva con Él en la vida eterna (cf. Biblia de
Jerusalén, 2019, 1 Corintios: 15, 1-4). Esta afirmación es, a todas luces, extraña y difícil de creer, por
muchas razones. La primera y más obvia es que la resurrección de los muertos no es algo creíble por sí
mismo, no se considera un fenómeno posible sino pura fantasía. La segunda, no tan obvia, es que no
parece claro por qué la muerte y la resurrección de Dios en la persona de Jesús salva el alma de la
muerte o, dicho de otra manera, no es clara la relación entre la vida eterna que me ofrece Jesús y la
creencia en su muerte y resurrección. Una tercera razón es que, incluso si se decide creer ambas cosas,
no queda claro que esta creencia funcione en la vida concreta de las personas a la luz de que la muerte y
la maldad siguen existiendo en ellas.
Estas tres dudas, al final, se conjugan en la práctica de la siguiente manera: ¿Por qué
deberíamos creerle a la Iglesia tal afirmación y qué tiene que ver esa afirmación con el estado de
nuestras vidas? La respuesta a la pregunta de si le creemos a Cristo es fundamental para llegar a la
fuente de la fe en la verdad afirmada por la Iglesia, es decir, llega al centro de la evangelización misma,
si entendemos la evangelización como el acto de hacer real y necesaria la verdad que propone la Iglesia.
Si no le creemos a Cristo, no tenemos razones para seguir sus indicaciones ni deberíamos considerar
válida su llamada a la conversión. Si no le creemos a Cristo o no consideramos importante creerle,
sencillamente no podemos llamarnos cristianos. De aquí se sigue que la respuesta a la pregunta por
cómo evangelizar es la misma respuesta a la pregunta de por qué deberíamos, cada uno, creerle al
Evangelio. La mejor forma de convencer a otro de la verdad del Evangelio es explorando la respuesta
que uno mismo se daría frente a ella. La pregunta ‘¿yo le creo a Cristo?’ se vuelve el motor de la
pregunta ‘¿Cómo acercar a otros a Cristo?’. Si no creemos nosotros mismos en el Evangelio, no
podemos evangelizar a otros; si logramos descubrir nuestra vía personal para creer, seremos nosotros
mismos testigos vivos del Evangelio y nuestro testimonio será la vía que nos permitirá hacer que otros
crean. Ser testigo es precisamente poner la vida personal como argumento de conversión para otros.
Desarrollo
Actividad, signo o acción
Para el desarrollo de la actividad no se necesita nada sino la disposición de la audiencia y del
expositor. La idea es que esta actividad se pueda hacer de la forma más efectiva y sencilla posible (sin
necesitar más herramientas que la voz y la presencia de los involucrados)
El expositor invita a la audiencia a cerrar los ojos e imaginar que tienen en frente a la persona
que consideran que más aman o que más han amado en sus vidas. Si sienten que no tienen a nadie,
pueden imaginarse a sí mismos cuando eran muy pequeños o una mascota. Lo importante es imaginar
que se está en presencia de aquel a quién más se ama.
En este ejercicio luego se les pide que imaginen que están viviendo con esa persona un día
perfecto donde comparten juntos las actividades que más les gustan o que les hubiera gustado hacer. Sin
importar lo imposible que parezca realizar esa actividad en la realidad, se pide imaginar un momento de
amor pleno con esa persona que se ama plenamente. Para este ejercicio de imaginación se pueden apagar
las luces y lentamente llevar a las personas a que construyan ese momento de amor que siempre han
deseado o que ya tuvieron y les gustaría volver a tener.
Finalmente, el expositor invita a la audiencia, cuando éste siente que todos o la mayoría están
sintonizados con su lugar de amor imaginado, que llega un asesino a asesinar en frente de ellos a esa
persona y que la situación perfecta que han creado se ha arruinado por completo. La persona amada ya
no está y la situación presente es opuesta a la imaginada en un principio.
Luego del ejercicio se invita a abrir los ojos y preguntar lo siguiente: en dicha situación de
imaginación, ¿es posible decir que se ha sufrido bastante? Si la audiencia ha hecho el ejercicio, se espera
que efectivamente el final abrupto y violento haya causado o revivido una situación trágica y dolorosa.
Sin embargo, la pregunta que debe realizar el expositor es: ¿podemos decir que se ama en la
medida que se ha sufrido? Es decir, si al experimentar la ausencia de ese amado o amada, no sentimos
ningún dolor, real o imaginado, ¿cómo podríamos decir si realmente se ha amado a ese amado o amada?
La intención del ejercicio es cuestionar la relación entre el amor y el placer y, más bien, ahondar en la
pregunta de si el sufrimiento puede mostrar la medida de un amor profundo; de si se puede pensar, con
Cristo, que el amor se prueba verdaderamente no en el placer sino en el sufrimiento.
Si se llega a este punto, el expositor debe aclarar que a eso se refiere la experiencia de Amor
divino que Jesús realiza con nosotros al morir en la cruz por nuestros pecados. Su acto fue una muestra
de amor divino en la medida que dicho amor prueba el sufrimiento más grande, que es la cruz. Si Cristo
no hubiera atravesado la cruz amándonos a cada paso, ¿cómo podríamos estar seguros de que realmente
nos ama? A su vez, la realidad profunda y existencial del amor y del sufrimiento prueban, más allá de
todo argumento, que el camino de salvación que propone Cristo no solo es posible sino es el único que
tiene sentido para la vida humana precisamente porque la vida humana está constantemente atravesada
por la necesidad del amor y la constancia del sufrimiento. Cada uno de nosotros es testigo de cómo el
amor vence la muerte del sufrimiento provocado por el pecado; evangelizar es simplemente presentar
nuestra experiencia de amor divino ante otros.
Contenido
La razón fundamental para creer en Cristo es que su propuesta de salvación se hace presente en
los que lo siguen verdaderamente. Su propuesta de salvación, expuesta en su vida, muerte y
resurrección, consiste en experimentar el Amor en una dimensión que va más allá de nosotros mismos y
que se dirige a todos los rincones de la Tierra, que es universal (cf. Papa Francisco, 2020, §287). Si su
promesa fuera falsa, amar en el sufrimiento no sería posible. Y si el amor es posible en el sufrimiento,
vale la pena creerle porque, a pesar de sufrir como sufrimos, podemos amar. Como dice San Juan en su
epístola:
Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a
Dios. Quién no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto consiste el amor: no en que hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de expiación, para el perdón de
nuestros pecados. Queridos, si Dios nos ha amado de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a
otros. (Biblia de Jerusalén, 2019, 1 Juan, 4:7-11)
En otras palabras, conocer el amor es conocer a Dios. Creerle a Jesús y llevar el Evangelio es,
entonces, la misma cosa: es amar a otros como Dios nos ha amado en Cristo.
Cierre
A. Propósito: Como jóvenes, nos proponemos tratar de experimentar el camino de Jesús
tratando de dar nuestra vida por aquellos a quienes decimos amar. Para eso, podemos
realizar acciones de misericordia concretas que nos acerquen al sufrimiento de otros y, en
esa medida, ver de forma concreta cómo el amor atraviesa cualquier sufrimiento, sea el
nuestro o el de otros. Realizar una misión sencilla de caridad, como llevar comida a un
hambriento o escuchar atentamente a un extraño atribulado, hecha con el objetivo de probar
si el amor puede existir en el dolor, es suficiente para probar no solo que la verdad de Cristo
es auténtica, sino que nosotros mismos podemos conocerla y darla a conocer a otros.
B. Oración:
Nos acercamos hoy a ti, Padre Celestial, como testigos de tu presencia en nuestra vida.
Te bendecimos y te adoramos como el Dios Vivo que nos da el ánimo necesario para
combatir los enemigos del resentimiento, el odio y las ganas de lastimar a otros.
Te agradecemos hoy, Señor Nuestro, porque por medio de tu propia vida nos has enseñado
a vivir para la eternidad.
Te pedimos que nos regales la gracia de vivir en humildad, sencillez y alabanza todos los
días, especialmente en los momentos difíciles cuando el mundo nos ofrece dolor y
dificultad.
Te pedimos que nos regales siempre la gracia de recibir completamente al Espíritu Santo,
como la Madre de Dios lo ha recibido.
Esperamos que en ti, Señor, podamos gestar en nuestro corazón las obras de vida eterna que
nos pides desde el amor divino que nos propones.
Rogamos con los santos y la Santísima Virgen que perdones nuestras culpas, pues no hemos
sido los testigos que el mundo necesita ver para creerte.
Entra en nuestra alma, en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestro cuerpo para que,
con nuestra vida y por tu vida, actuemos como Tú, sintamos como Tú, pensemos como Tú y
seamos como Tú.
Amén.
Conclusión
Para el líder de la pastoral o sus miembros, se pueden hacer las siguientes preguntas para
evaluar la efectividad del encuentro:
¿Qué me enseñó el encuentro de hoy sobre el mensaje de la Iglesia y las razones para creer en
ese mensaje?
Según lo aprendido en el encuentro, ¿por qué es necesario creerle a Jesús? ¿Lo considero
necesario?
¿Qué quiere decir amar en el sufrimiento y por qué debería amar en el sufrimiento?
Si decido creerle a Jesús, ¿qué acciones concretas debería tomar hoy mismo?
¿De qué otra manera podría acercar el Evangelio a otros, además de enseñar con mi propia vida
el valor del amor, incluso en los peores momentos?
Del encuentro anterior, ¿qué considera, como líder o miembro de la pastoral, que debería
continuarse haciendo?, ¿qué debería cambiarse y cómo podría materializar ese cambio en acciones
claras y concretas?
Referencias:
Papa Francisco (2020). Fratelli Tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social. Archivo Online de la
Santa Sede. Recuperado de:
https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-
francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html#_ftn1
Biblia de Jerusalén (2019). Desclée De Brouwer. (Trabajo original publicado en 1967)

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