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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0925/2012

Sucre, 22 de agosto de 2012

SALA LIQUIDADORA TRANSITORIA


Magistrada Relatora: Dra. Blanca Isabel Alarcón Yampasi
Acción de amparo constitucional

Expediente: 2010-22151-45-AAC
Departamento: La Paz

En revisión la Resolución 365/2010 de 23 de junio, cursante de fs. 329 a 333, pronunciada dentro de
la acción de amparo constitucional interpuesta por Eddy Rojas Alcón contra Germán Aliaga Taboada,
Vicerrector de la Universidad Policial “Mariscal Antonio José de Sucre”; Oscar Chávez Rueda,
Roberto Guardia Medrano, Roger Costas Heredia y Miguel Ángel Estrada Castro, Presidente y
Vocales de la Comisión de Régimen Disciplinario de la Academia Nacional de Policías (ANAPOL).
I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA
I.1. Contenido de la demanda
Por memoriales presentados el 18 de mayo y 15 de junio de 2010, cursantes de fs. 152 a 161 y de
165 a 166 vta., respectivamente, el accionante expone los siguientes extremos:
I.1.1. Hechos que motivan la acción
El 13 de abril de 2009, miembros del Régimen Disciplinario de la ANAPOL, emitieron Auto inicial de
proceso disciplinario en su contra, pues supuestamente el 3 de abril del mismo año a tiempo de
presentarse en la oficina de control disciplinario y seguimiento de la ANAPOL a firmar el libro de
control de sanciones disciplinarias, Jannet Montecinos Paredes le habría sentido fuerte olor a
alcohol, solicitando a Pablo Patiño verificar dicha situación, quien habría confirmado que su persona
se encontraba en estado de ebriedad.
Posterior a ello, el mismo día a horas 12:40, tras ser conducido por René Cotrina Vela al Organismo
Operativo de Tránsito, el laboratorista de turno -Rafael Espejo Ramos- le extrajo una muestra de
sangre para el estudio correspondiente, en presencia de los testigos de actuación Adolfo Copa y
Pedro Flores; acto seguido, el Fiscal de Materia, Juan Carlos Choque Mamani a solicitud de
autoridades policiales, emitió requerimiento dirigido al Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF),
encomendando la realización del estudio toxicológico.
El estudio ordenado tuvo como resultado el “Dictamen Pericial INF.LAB.CLIN.TOX 167/09 de 8 de
abril de 2009, emitido por TERESA URIA BUTRON”, quien concluyó que en la muestra analizada no se
detecta presencia de alcohol. En atención al resultado de dicho informe, el investigador asignado al
caso en su informe en conclusiones, determinó que su persona no hubo consumido bebidas
alcohólicas; sin embargo, pese a este informe conclusivo se dictó la Resolución final del sumario
046/2009 de 5 de octubre, imponiendo como sanción su retiro definitivo de la institución policial, sin
emitir criterio positivo o negativo sobre la prueba pericial efectuada por el IDIF, que fuera solicitada
por las mismas autoridades policiales, por el contrario, tendría como base las declaraciones y
apreciaciones subjetivas de Jannet Montecinos Paredes y René Cotrina Vela.
A efecto de encontrar responsabilidad en su persona, autoridades de la ANAPOL, obtuvieron otro
informe toxicológico por el laboratorio de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), que
contrario al estudio realizado por el IDIF, determinó que la muestra de su sangre tendría 0.25 g/l de
alcohol; sin embargo, dicho informe adolece de una contradicción ya que el bioquímico Milton
Apumayta Mamani, quien efectuó dicho estudio, señaló que “no puede certificar que la muestra de
sangre corresponda al CC Eddy Rojas Alcón” (sic).
Lo anterior, fue reclamado a las autoridades demandadas mediante recurso de revocatoria; empero,
dicha instancia de control ejercida por la misma autoridad por Resolución 051/2009 de 10 de
noviembre, confirmó su decisión intentando salvar el inexistente fundamento contenido en la
Resolución final del sumario, vulnerándose el debido proceso en su vertiente de valoración
razonable de la prueba, al admitir la elaboración de dos informes periciales, lesionando el principio
de no contradicción, pues el informe 0015/09 de 6 de abril de 2009 emitido por el laboratorio de la
FELCC, establece como fecha de ingreso de la muestra el 2 de febrero de igual año, cuando el
supuesto hecho habría ocurrido el 3 de abril de ese año, otorgando valor a un documento que
contradice la lógica, sumado al hecho de no haberse establecido si la muestra de sangre del segundo
informe correspondía a su persona, dado que no se guardó ningún dispositivo de seguridad dentro
de la cadena de custodia de la muestra de sangre.
Ante dicha Resolución interpuso recurso jerárquico al ad quem por la ausencia de valoración
razonable de la prueba aportada de su parte; sin embargo, el Vicerrector de la Universidad Policial
Mariscal Antonio José de Sucre, Germán Aliaga Taboada, consumó todas las agresiones incurridas
por sus antecesores al pronunciar la Resolución 56/2010 de 17 de febrero, que también omite
pronunciarse sobre la valoración de las pruebas aportadas, menos expresa criterio positivo o
negativo del informe pericial del IDIF, estableciendo la vigencia de libertad en la apreciación de la
prueba.
Concluye expresando que, fueron las autoridades policiales quienes solicitaron la realización de dos
pericias sobre la misma muestra de sangre y pese a la duda razonable, otorgaron valor al dictamen
0015/09 del laboratorio de la FELCC.
I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados
Señala como lesionados sus derechos al debido proceso, en su vertiente de falta de motivación de
resoluciones y valoración razonable de la prueba, a la presunción de inocencia y a la duda favorable
al procesado, citando al efecto los arts. 14.IV y 116.I de la Constitución Política del Estado (CPE).
I.1.3. Petitorio
Solicita se conceda la tutela constitucional y se disponga la nulidad de las Resoluciones 56/2010,
046/2009; y, 051/2009, pronunciadas por el Vicerrector de la Universidad Policial Mariscal Antonio
José de Sucre y miembros de la Comisión de Régimen Disciplinario de la ANAPOL.
I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías
Celebrada la audiencia pública el 23 de junio de 2010, según consta en el acta cursante de fs. 324 al
328 de obrados, se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción


El accionante por intermedio de su abogado ratificó el tenor íntegro de su demanda, agregando los
siguientes fundamentos: a) El Auto de apertura del proceso sumario, no contiene una descripción
del hecho sobre cuya base se inició el proceso; b) En la sustanciación de la investigación, tras
conocer el resultado del informe pericial del IDIF cuya conclusión estableció la inexistencia de
alcohol en la sangre del accionante el día de los hechos, la misma no fue valorada por las
autoridades policiales, forzando un segundo informe, que sí establece la presencia de alcohol en la
muestra de sangre; c) En el segundo informe, no existe plena certeza de que la muestra pertenezca a
Eddy Rojas Alcón, pues el bioquímico farmacéutico que elaboró dicho informe, desconoce la cadena
de custodia de la muestra de sangre desde su punto de origen, al no haber sido su persona quien
tomó la muestra y porque resultan inciertos los procedimientos empleados para su conservación y
manipulación; d) La Resolución final del sumario toma como base sólo el segundo informe
desconociendo el primero, y se aparta del informe en conclusiones, así como del propio Reglamento
de Procesos Disciplinarios de la Policía Boliviana; e) La Comisión del Régimen Disciplinario al
apartarse del informe en conclusiones y no valorar el informe pericial del IDIF, refieren como
fundamento la Ley de Procedimiento Administrativo; sin embargo, esta Ley excluye de su aplicación
a los procedimientos internos de la Policía Boliviana, siendo la finalidad apartar al accionante de su
formación profesional, olvidando que conforme a normas de la sana crítica la única forma de probar
si una persona se encuentra en estado etílico es el examen biológico; y, f) Agrega que día antes
acudió al odontólogo, y los olores que percibieron los oficiales son precisamente producto del
alcohol que se empleó en su tratamiento, dicho descargo no fue valorado en el proceso disciplinario;
finalmente refiere que, cuando un tribunal tiene dos dictámenes periciales debe otorgarse valor al
que favorezca al procesado, entendimiento que no sólo es aplicable en materia penal sino a toda
área del derecho; consiguientemente, la Resolución 56/2010 lesiona el derecho a la razonable
valoración de la prueba, al no otorgar valor alguno a documentos cuyos antecedentes están
acreditados.
I.2.2. Informe de las autoridades demandadas
Alejandro Grandy Cavero, en mérito al poder especial, bastante y suficiente 287/2010 de 22 de
junio, se apersonó en representación de Roberto Guardia Medrano, Vocal de la Comisión de
Régimen Disciplinario de la ANAPOL, y en audiencia presentó informe oral sosteniendo: 1) En un
primer momento, Eddy Rojas Alcón rehusó someterse al examen de alcoholemia, para
posteriormente dar su consentimiento; asimismo, cursa en antecedentes el informe de 3 de abril de
2009, evacuado por el accionante, en el que acepta que día anterior consumió bebidas alcohólicas;
al respecto, la Constitución Política del Estado, determinó que sólo en materia penal no se tomará
en cuenta la declaración contra uno mismo, el presente caso trata de un proceso administrativo; 2)
Bajo la admisión efectuada por el accionante se sustanció el proceso disciplinario, habiendo sido
citado y notificado con todas las actuaciones en legal forma, ejerciendo su derecho de defensa en
todo momento; 3) El documento expedido por el IDIF es contradictorio, porque fue obtenido a
requerimiento de Eddy Rojas Alcón, y que dicha prueba fue desvirtuada en las distintas resoluciones
con la debida fundamentación; 4) El informe evacuado por el accionante al momento de los hechos,
no ha sido recurrido ni desvirtuado; asimismo, se cuenta con declaraciones de oficiales, cadetes y
aspirantes, que expresan que entre el momento de la negativa a tomarse una muestra de sangre y el
momento en que se aceptó, el accionante tenía aliento alcohólico; 5) No se ha demostrado norma
alguna que exceptúe a la ANAPOL de emplear el procedimiento administrativo; y, la opinión que da
el oficial investigador asignado al caso en el informe en conclusiones, no constituye prueba alguna;
y, 6) No es cierto que las autoridades policiales omitieran dar valor a la prueba aportada, ocurriendo
todo lo contrario al asignarse valor a todos los medios de prueba; concluye manifestando que no es
la primera vez que el accionante tenga procesos disciplinarios y que ya fue sancionado con
anterioridad por una conducta similar.
Por su parte, los demandados Germán Aliaga Taboada, Oscar Chávez Rueda, Róger Costas Heredia y
Miguel Ángel Estrada Castro, Vicerrector de la Universidad Policial Mariscal Antonio José de Sucre,
Presidente y Vocales de la Comisión de Régimen Disciplinario de la ANAPOL, respectivamente, no
asistieron a la audiencia señalada, ni presentaron informe alguno, pese a su legal citación (fs. 168 y
vta. y 173).
I.2.3. Resolución
La Sala Penal Primera de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora Tribunal Departamental de
Justicia- de La Paz, constituida en Tribunal de garantías, mediante Resolución 365/2010 de 23 de
junio, cursante de fs. 329 a 333, concedió en parte la tutela y declaró “procedente” en parte la
acción de amparo constitucional, dejando sin efecto la Resolución jerárquica 56/2010, disponiendo
que el Vicerrector de la Universidad Policial Mariscal Antonio José de Sucre, emita nueva Resolución
con la fundamentación debida, tomando en cuenta las garantías del debido proceso; con los
siguientes argumentos: i) La Resolución de apertura de proceso disciplinario está fundamentada en
base a informes y declaraciones de oficiales del control disciplinario, así como de aspirantes a
cadetes de la ANAPOL; asimismo, en la Resolución del recurso de revocatoria, como el que resuelve
el recurso jerárquico no se motivó ni fundamentó nada respecto a los dos informes contradictorios,
omitiendo pronunciarse sobre el por qué uno tiene valor y el otro no, limitándose a realizar una
relación de antecedentes y una cita de disposiciones legales; ii) La Resolución 051/2009, que
resuelve el recurso de revocatoria, al margen de referirse a la prueba de alcoholemia, al acta de
verificación de examen físico, y a los informes de oficiales, cadetes y aspirantes, no contiene
fundamentación que refleje los extremos denunciados; iii) La Resolución emitida por el Vicerrector
de la Universidad Policial Mariscal Antonio José de Sucre, se limita a incidir en la función juzgadora,
de modo que la prueba es apreciada de forma libre por la Comisión Disciplinaria y que el sistema de
prueba libre no incluye una apreciación arbitraria del material probatorio, confirmando las
Resoluciones impugnadas con el argumento de que el a quo dictó las resoluciones conforme a la
normativa educativa de la Policía Boliviana, omitiendo pronunciarse respecto a los dos estudios
periciales; y, iv) El accionar de las autoridades policiales ha vulnerado la garantía del debido proceso,
el derecho a la defensa y a la impugnación, que debe ser enmendado por la autoridad jerárquica.

I.3. Consideraciones de Sala

Por mandato de las normas previstas por el art. 20.I y II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011; la
Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional, conformó la Sala Liquidadora Transitoria,
posesionando a los Magistrados de la misma, el 15 de febrero de 2012, a objeto de la liquidación de
las acciones tutelares ingresadas a los Tribunales de garantías hasta el 31 de diciembre de 2011, en
el marco de la Ley 1836 de 1 de abril de 1998. Con la referida competencia, se procedió al sorteo de
la presente causa, dictándose Resolución dentro de plazo.

II. CONCLUSIONES
De la revisión y compulsa de los antecedentes se llega a las siguientes conclusiones:
II.1. El 13 de abril de 2009, el presidente de la Comisión del Régimen Disciplinario de la ANAPOL,
emitió decreto de apertura de sumario contra el accionante, por la supuesta comisión de faltas
disciplinarias previstas en el art. 10. INCISO B inc.4) -Incumplimiento negligente de sus deberes-; art.
10. INCISO D inc.1) -Consumir bebidas alcohólicas o presentarse en visible estado de ebriedad en la
Academia- y art. 10. INCISO D inc. 23) -Incumplimiento de órdenes e instrucciones legalmente
impartidas por un superior-, todos del Reglamento del Régimen Disciplinario de la Academia
Nacional de Policías (fs. 5).
II.2. El informe evacuado por el accionante el 3 de abril de 2009, refiere de forma textual: “Yo
Eddy Rojas Alcón, me presenté a control disciplinario a horas 9:05 en el que me encontraba con
aliento alcohólico, porque tenía problemas familiares en el cual yo estaba en mi casa pero no estaba
en un local o discoteca…”(sic) (fs. 21).
II.3. Teresa Uría Butrón, perito de laboratorio toxicológico forense del IDIF, en cumplimiento al
requerimiento fiscal de 3 de abril de 2009, firmado por Juan Carlos Choque Mamani Fiscal de
Materia, elaboró el INF.LAB.CLIN.TOX.167/09 de 8 de abril de 2009, cuya conclusión establece que la
muestra de sangre de Eddy Rojas Alcón, tomada el 3 de igual mes y año, no detecta presencia de
alcohol. Por otro lado, el 9 de ese mes y año, Milton Agustín Apumayta Mamani, bioquímico
farmacéutico de la FELCC, atendiendo al oficio 278/2009, remitido por Edgar Pérez Barrientos en su
condición de Director de la ANAPOL, elaboró otro dictamen pericial sobre la muestra de sangre de
Eddy Rojas Alcón, ingresada a laboratorio el 2 de febrero del citado año, cuyo resultado dio positivo,
con una concentración de alcohol de 0.25 g/l (fs. 26 y 43 a 44).
II.4. Freddy Felipe Vargas Gutiérrez, oficial investigador, el 21 de julio de 2009, elaboró el
informe en conclusiones, cuya sugerencia principal refiere: “Según las investigaciones realizadas (…)
no se puede determinar que el mencionado cadete haya consumido bebidas alcohólicas por existir
un examen pericial sustentatorio favorable al procesado…” (sic), posterior a ello, el 25 de agosto de
dicho año, Oscar Chávez Rueda, presidente de la Comisión del Régimen Disciplinario de la ANAPOL,
emite Auto inicial de proceso contra Eddy Rojas Alcón (fs. 68 a 72).
II.5. Milton Agustín Apumayta Mamani, bioquímico farmacéutico de la FELCC, en su informe de
21 de septiembre de 2009, refiere desconocer la cadena de custodia de la muestra de sangre
tomada, así como de no poder certificar si la muestra sobre la que elaboró su informe corresponda a
Eddy Rojas Alcón, y que la misma según registros ingresó al laboratorio el 6 de abril de igual año;
finalmente, que la diferencia existente con el dictamen del IDIF, es producto de la descomposición
de la muestra de sangre (fs. 85).
II.6. La Comisión del Régimen Disciplinario de la ANAPOL, mediante Resolución 046/2009 de 5 de
octubre, emite la sanción de: “…RETIRO DEFINITIVO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE POLICIAS SIN
DERECHO A REINCORPORACION (BAJA), por existir suficientes elementos que generan la convicción
de la comisión de la falta disciplinaria prevista en el art. 10. INCISO B inc.1) que señala: “Consumir
bebidas alcohólicas o presentarse en visible estado de ebriedad en la Academia…” (sic), Resolución
recurrida mediante recurso de revocatoria el 12 de octubre de 2009, dictándose la Resolución
051/2009 de 10 de noviembre, confirmando en todas sus partes la Resolución impugnada (fs. 89 a
92 y 97 a 114).
II.7. Por memorial de 18 de noviembre de 2009, Eddy Rojas Alcón, interpone recurso jerárquico
y, remitidos los antecedentes al Vicerrector de la Universidad Policial Mariscal Antonio José de
Sucre, se emite la Resolución 56/2010 de 17 de febrero, confirmando en todas sus partes las
Resoluciones 046/2009 y 051/2009, por ser conforme a normativa educativa de la Policía Boliviana
(fs. 116 a 120, 142 a 148).
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO
El accionante, alega la vulneración de sus derechos al debido proceso en sus vertientes de adecuada
fundamentación de resoluciones y valoración razonable de la prueba; a la presunción de inocencia y
a la duda favorable al procesado, argumentando lo siguiente: a) La Resolución de apertura de
sumario administrativo no contiene motivación ni fundamentación sobre las faltas que se le
atribuye, delimitando el “elenco” probatorio de descargo en su favor, lo que le impide ejercer
plenamente su derecho de defensa; b) La Resolución 56/2010 de 17 de febrero, no realizó ninguna
valoración sobre las pruebas aportadas de su parte, que acreditan el hecho de no haber ingerido
bebidas alcohólicas o haberse presentado en estado de ebriedad el 3 de abril de 2009, omitiendo
justificar cuáles las razones para otorgar valor al informe pericial evacuado por laboratorio de la
FELCC y restarle valor al informe elaborado por perito del IDIF; y, c) Existe duda razonable en su
favor, al existir dos informes de toxicología que establecen conclusiones diametralmente opuestas;
sin embargo, las autoridades demandadas no han contemplado en sus decisiones el mandato
constitucional previsto en el art. 116.I de la CPE.
Precisado el problema jurídico planteado, corresponde verificar y en su caso determinar si existió
vulneración de los derechos fundamentales y garantías constitucionales invocadas.
III.1. Naturaleza jurídica de la acción de amparo constitucional
La acción de amparo constitucional, conforme los arts. 128 y 129.I de la CPE, tendrá lugar: “…contra
los actos u omisiones ilegales o indebidos de los servidores públicos, o de persona individual o
colectiva, que restrinjan, supriman, o amenacen restringir o suprimir los derechos reconocidos por la
Constitución y la ley” y “siempre que no exista otro medio o recurso legal para la protección
inmediata de los derechos y garantías restringidos, suprimidos o amenazados"; disposiciones que
expresamente establecen que las supuestas lesiones a los derechos fundamentales y garantías
constitucionales deben ser reparadas en la jurisdicción ordinaria, y sólo en defecto de ésta, de ser
evidente la lesión al derecho invocado e irreparable el daño emergente de la acción u omisión o de
la amenaza de restricción de los derechos, se aperture la jurisdicción constitucional.
III.2. La triple dimensión del derecho al debido proceso y sus elementos articuladores
El derecho al debido proceso previsto por el art. 115.II de la CPE, ha sido entendido por este
Tribunal, en la SC 2798/2010-R de 10 de diciembre, como: “…el derecho de toda persona a un
proceso justo y equitativo, en el que sus derechos se acomoden a lo establecido por disposiciones
jurídicas generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar, comprende el
conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a fin de que las personas
puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda
afectar sus derechos …”.
La trascendencia del debido proceso se encuentra en íntima vinculación con la realización del valor
justicia, así lo ha entendido este Tribunal cuando en la SC 0999/2003-R de 16 de julio, señaló que:
“La importancia del debido proceso está ligada a la búsqueda del orden justo. No es solamente
poner en movimiento mecánico las reglas de procedimiento sino buscar un proceso justo, para lo
cual hay que respetar los principios procesales de publicidad, inmediatez, libre apreciación de la
prueba; los derechos fundamentales como el derecho a la defensa, a la igualdad, etc., derechos que
por su carácter fundamental no pueden ser ignorados ni obviados bajo ningún justificativo o excusa
por autoridad alguna, pues dichos mandatos constitucionales son la base de las normas adjetivas
procesales en nuestro ordenamiento jurídico, por ello los tribunales y jueces que administran
justicia, entre sus obligaciones, tienen el deber de cuidar que los juicios se lleven sin vicios de
nulidad, como también el de tomar medidas que aseguren la igualdad efectiva de las partes”.
En el orden normativo, el debido proceso se manifiesta en una triple dimensión, por una parte, es
reconocido como derecho humano por instrumentos internacionales como el Pacto de San José de
Costa Rica (art. 8) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 14), por otro lado el
art. 115.I de la CPE lo instituye como derecho; finalmente, en la esfera del derecho constitucional es
reconocido como derecho fundamental y garantía jurisdiccional, configuración jurídica prevista en el
art. 117.I de la CPE, que dispone: “Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y
juzgada previamente en un debido proceso…” ( entendimiento asumido en la SC 0902/2010-R de 10
de agosto).
La jurisprudencia constitucional ha establecido que los elementos que componen el debido proceso
son: el derecho a un proceso público; derecho al juez natural; derecho a la igualdad procesal de las
partes; derecho a no declarar contra sí mismo; garantía de presunción de inocencia; derecho a la
comunicación previa de la acusación; derecho a la defensa material y técnica; concesión al inculpado
del tiempo y los medios para su defensa; derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas; derecho a la
congruencia entre acusación y condena; el principio del non bis in idem; derecho a la valoración
razonable de la prueba y el derecho a la motivación y congruencia de las decisiones (SSCC
0082/2001-R, 0157/2001-R, 0798/2001-R, 0925/2001-R, 1028/2001-R, 1009/2003-R, 1797/2003-R,
0101/2004-R, 0663/2004-R, 022/2006-R, entre otras).
Siguiendo lo anteriormente desarrollado, relacionado al caso concreto se tiene:
III.2.1. Debido proceso y la motivación de las decisiones
Sobre dicho componente que hace al debido proceso, la SC 1326/2010-R de 20 de septiembre,
estableció el siguiente entendimiento: “…la garantía del debido proceso comprende entre uno de
sus elementos la exigencia de la motivación de las resoluciones, lo que significa, que toda autoridad
que conozca de un reclamo, solicitud o que dicte una resolución resolviendo una situación jurídica,
debe ineludiblemente exponer los motivos que sustentan su decisión, para lo cual, también es
necesario que exponga los hechos establecidos, si la problemática lo exige, de manera que el
justiciable al momento de conocer la decisión del juzgador lea y comprenda la misma, pues la
estructura de una resolución tanto en el fondo como en la forma, dejará pleno convencimiento a las
partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas sustantivas y procesales aplicables al
caso, sino que también la decisión está regida por los principios y valores supremos rectores que
rigen al juzgador, eliminándose cualquier interés y parcialidad, dando al administrado el pleno
convencimiento de que no había otra forma de resolver los hechos juzgados sino de la forma en que
se decidió”.
III.2.2. Debido proceso y la valoración razonable de la prueba
La valoración razonable de la prueba, prevista como otro componente del debido proceso, ha sido
ampliamente desarrollada por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en su SC 0003/2007-R de
17 de enero, expresando lo siguiente: “En cuanto al debido proceso, entendido de manera genérica
como el derecho a un proceso justo y equitativo, tiene como componente al derecho a la valoración
razonable de la prueba, que implica la obligación que tiene el juez de aplicar las reglas de la sana
crítica a tiempo de valorar la prueba, actividad que debe ser realizada de manera objetiva y
debidamente fundamentada, justificando los motivos por los cuales se otorga determinado valor a
las pruebas presentadas, no estándole permitido otorgarle a la prueba un valor del que
razonablemente carece, ni tampoco restarle el valor que tienen las pruebas” (las negrillas son
nuestras).
III.2.3. Supuestos en que la jurisdicción constitucional puede ingresar a analizar la valoración de la
prueba, efectuada por la autoridad jurisdiccional o administrativa
La regla consiste en que, la valoración de la prueba corresponde privativamente a los órganos
jurisdiccionales ordinarios, toda vez que la acción de amparo constitucional no se constituye en una
instancia más de revisión de resoluciones; sin embargo, el Tribunal Constitucional Plurinacional
precautelando los derechos y garantías constitucionales de los ciudadanos y en cumplimiento de una
de las finalidades por las que ha sido creado este órgano, como es el respeto y vigencia de los
derechos y garantías fundamentales de las personas, ha establecido supuestos a efectos de que la
jurisdicción constitucional ingrese a revisar la valoración de la prueba realizada por las autoridades;
así, la SC 0083/2010-R de 4 de mayo, en lo pertinente señaló que: “…existe línea jurisprudencial en
sentido de que:´…la facultad de valoración de la prueba aportada corresponde privativamente a los
órganos jurisdiccionales ordinarios por lo que el Tribunal Constitucional no puede pronunciarse
sobre cuestiones que son de exclusiva competencia de los jueces y tribunales ordinarios, y menos
atribuirse la facultad de revisar la valoración de la prueba que hubieran efectuado las autoridades
judiciales competentes' …Por tanto este tribunal no puede ingresar a la valoración de la prueba.
Si bien esta subregla '… tiene su excepción, cuando en dicha valoración a) Exista apartamiento de los
marcos legales de razonabilidad y equidad previsible para decidir (…) o b) Cuando se haya omitido
arbitrariamente valorar la prueba y su lógica consecuencia sea la lesión de derechos fundamentales
y garantías constitucionales…”' (las negrillas son nuestras).
III.3. La presunción de inocencia a la luz de la doctrina y la jurisprudencia constitucional
Sobre esta garantía constitucional, Hesbert Benavente Chorres expresó: “…En sus orígenes, la
inocencia se tomó como un estado de pureza absoluta; la lectura fue ideológica: se afirma que las
personas al nacer llegan al mundo inocentes, y ese estado pervive en su existencia hasta la muerte.
La aplicación en el proceso penal de esta idea se transmite con igual intensidad: sólo la sentencia
judicial puede variar el estado de inocencia. Y por eso cuando el juez "absuelve", declara y confirma
dicho estado de inocencia; mientras que la "condena" es constitutiva, pues a partir de ello nace un
estado jurídico nuevo”
Para Nogueira Alcalá, la presunción de inocencia es: “… el derecho que tienen todas las personas a
que se considere a priori como regla general que ellas actúan de acuerdo a la recta razón,
comportándose de acuerdo a los valores, principios y reglas del ordenamiento jurídico, mientras un
tribunal no adquiera la convicción, a través de los medios de prueba legal, de su participación y
responsabilidad en el hecho punible determinada por una sentencia firme y fundada, obtenida
respetando todas y cada una de las reglas del debido y justo proceso, todo lo cual exige aplicar las
medidas cautelares previstas en el proceso penal en forma restrictiva, para evitar el daño de
personas inocentes mediante la afectación de sus derechos fundamentales, además del daño moral
que eventualmente se les pueda producir”.
El art. 16.I de la CPEabrg, instituyó la presunción de inocencia como garantía de todo aquel contra
quien pesa una acusación, para ser considerado inocente mientras no se compruebe su culpabilidad
a través de medios de prueba legítimamente obtenidos; asimismo, el art. 116 de la CPE, garantiza la
presunción de inocencia durante el proceso estableciendo que en caso de duda sobre la norma
aplicable rija la más favorable al imputado o procesado, haciéndose extensivo a las instancias
administrativas, donde sobre la base de un procedimiento, se debe imponer alguna sanción de
carácter disciplinario (SSCC 0787/2000-R, 0953/2000-R, 0820/2001-R, 0173/2004-R y otras).
Así, la SC 0012/2006-R de 4 de enero, con relación a la presunción de inocencia asumió: ”Este es un
postulado básico de todo ordenamiento jurídico procesal, instituido generalmente como garantía
constitucional en diversos países. El principio está dirigido a conservar el estado de inocencia de la
persona durante todo el trámite procesal. La vigencia del principio determina que un procesado no
puede ser considerado ni tratado como culpable, menos como delincuente, mientras no exista una
sentencia condenatoria que adquiera la calidad de cosa juzgada formal y material. Esto implica que
únicamente la sentencia condenatoria firme es el instrumento idóneo capaz de vencer el estado de
presunción de inocencia del procesado”.
III.4. La prohibición de la autoincriminación
El art. 121 de la Ley Fundamental, manda que: “En materia penal, ninguna persona podrá ser
obligada a declarar contra sí misma, ni contra sus parientes consanguíneos hasta el cuarto grado o
los afines hasta el segundo grado. El derecho a guardar silencio no será considerado como indicio de
culpabilidad”.
En concordancia con lo anterior, el art. 114.II de la CPE establece: “Las declaraciones,
acciones u omisiones obtenidas o realizadas mediante el empleo de tortura, coacción, exacción o
cualquier forma de violencia, son nulas de pleno derecho”.
Por otro lado, el ordenamiento normativo que compone el bloque de constitucionalidad;
entre ellas, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su art. 14.3 sostiene: “Durante el
proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes
garantías mínimas: …g) A no ser obligada a declarar contra sí misma ni a confesarse culpable”,
finalmente la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su art. 8.2 expresa: “Durante el
proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:…g)
derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable…”
El derecho de declarar o acogerse al silencio, previsto en la Ley Fundamental, constituye una
facultad del imputado o procesado de poder aportar al proceso la información que considere
pertinente, tomando en cuenta su fuero interno, por lo que el imputado no está obligado a brindar
información sobre lo que conoce; consecuentemente resulta ser quien toma la decisión de
introducir la información al desarrollo de un proceso, no pudiendo ser obligado o inducido a declarar
en su contra, y ante el hipotético caso de haber ocurrido dicho extremo, no se podría fundar
decisión alguna en su contra por parte de la autoridad, entendimiento que se hace extensivo al
campo administrativo en virtud al principio de irradiación de los derechos.
La declaración del imputado en el proceso penal o del procesado en el administrativo, no
puede ser considerado como fuente de prueba en sentido incriminatorio, sino sólo como un
componente del derecho a la defensa; la cual incluso debe ser valorada conforme a la posición de su
adversario, como un medio de defensa, siendo situación diferente que el imputado en uso de su
mejor derecho decida confesar su culpabilidad.
El derecho a la no incriminación deriva del respeto a la dignidad de la persona, que
constituye una parte esencial del proceso en un Estado de Derecho, se configura como una
manifestación del derecho de defensa, y en particular, es el deber que impone la norma de no
emplear ciertas formas de coerción para privar al imputado de su libertad de decisión como
informante o transmisor de conocimientos en su propio caso; reside por último, en evitar que una
declaración forzada del imputado pueda ser valorada como elemento de cargo en su contra.
Concluyendo, se puede afirmar que el derecho a no autoincriminarse tiene como fundamento el
derecho natural que toda persona posee de intentar ocultar sus faltas, pues no puede exigirse al
ciudadano vulnerar su fuero interno, a través de la declaración en contra.
III.5. El debido proceso, su aplicación al ámbito administrativo y la motivación de las resoluciones
en sede administrativa
El Tribunal Constitucional en la SC 1289/2010-R de 13 de septiembre, señaló que: "La
jurisprudencia del Tribunal Constitucional, contenida en la SC 0752/2002-R de 25 de junio,
recogiendo lo señalado en la SC 1369/2001-R de 19 de diciembre, ha establecido que el derecho al
debido proceso '…exige que toda Resolución sea debidamente fundamentada. Es decir, que cada
autoridad que dicte una Resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos, realizar la
fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte dispositiva de la misma. Que,
consecuentemente cuando un Juez omite la motivación de una Resolución, no sólo suprime una
parte estructural de la misma, sino también en los hechos toma una decisión de hecho no de
derecho que vulnera de manera flagrante el citado derecho que permite a las partes conocer cuáles
son las razones para que se declare en tal o cual sentido; o lo que es lo mismo cuál es la ratio
decidendi que llevo al Juez a tomar la decisión'.
En el mismo sentido, la SC 0577/2004-R de 15 de abril, respecto a las resoluciones de los tribunales
de alzada, ha establecido: …la exigencia de fundamentar las decisiones, se torna aún más relevante
cuando el Juez o Tribunal debe resolver en apelación la impugnación de las resoluciones
pronunciadas por las autoridades de primera instancia (…), es imprescindible que dichas
Resoluciones sean suficientemente motivadas y expongan con claridad las razones y fundamentos
legales que las sustentan y que permitan concluir, que la determinación sobre la existencia o
inexistencia del agravio sufrido fue el resultado de una correcta y objetiva valoración de las pruebas,
del mismo modo que se exige al apelante cumplir con la obligación de fundamentar los agravios; por
cuanto, en la medida en que las resoluciones contengan, los fundamentos de hecho y de derecho, el
demandado tendrá la certeza de que la decisión adoptada es justa; por lo que no le esta permito a
un Juez o Tribunal, reemplazar la fundamentación por la relación de antecedentes, la mención de los
requerimientos de las partes o hacer alusión de que el Juez de instancia obró conforme a derecho,
(…); con mayor razón, si se tiene en cuenta que el contar con una Resolución debidamente
fundamentada y motivada es un derecho fundamental de la persona y forma parte del debido
proceso…”. (las negrillas son pertenecen).
Con relación a la falta de motivación de las resoluciones inherentes a procesos disciplinarios,
al interior de la Policía Boliviana, el Tribunal Constitucional en la SC 0871/2010-R de 10 de agosto,
determinó: “Es imperante además precisar que toda resolución ya sea jurisdiccional o
administrativa, con la finalidad de garantizar el derecho a la motivación como elemento
configurativo del debido proceso debe contener los siguientes aspectos a saber: a) Debe determinar
con claridad los hechos atribuidos a las partes procesales, b) Debe contener una exposición clara de
los aspectos fácticos pertinentes, c) Debe describir de manera expresa los supuestos de hecho
contenidos en la norma jurídica aplicable al caso concreto, d) Debe describir de forma
individualizada todos los medios de prueba aportados por las partes procesales, e) Debe valorar de
manera concreta y explícita todos y cada uno de los medios probatorios producidos, asignándoles un
valor probatorio específico a cada uno de ellos de forma motivada, f) Debe determinar el nexo de
causalidad entre las denuncias o pretensiones de las partes procesales, el supuesto de hecho inserto
en la norma aplicable, la valoración de las pruebas aportadas y la sanción o consecuencia jurídica
emergente de la determinación del nexo de causalidad antes señalado” (negrillas agregadas).
III.6. Análisis y aplicación en el caso concreto
En el caso en examen, el accionante denunció que las autoridades demandadas, vulneraron su
derecho al debido proceso en su vertiente de falta de fundamentación de resoluciones y valoración
razonable de la prueba, así como el derecho a la presunción de inocencia; por cuanto, el Auto inicial
de apertura de proceso disciplinario de 25 de agosto de 2009, carece de motivación y
fundamentación. Dicha falta de motivación, señala el accionante, también se halla presente en la
Resolución de recurso jerárquico 56/2010, notificada el 30 de abril del mismo año, la cual confirma
en todas sus partes las Resoluciones 046/2009 de 5 de octubre y 051/2009 de 10 de noviembre,
considerando que esta insuficiente motivación, tiene directa relación con la falta de valoración
razonable de la prueba aportada de su parte en el desarrollo del proceso; y, finalmente porque las
autoridades demandadas no observaron la presunción de inocencia ante la existencia de duda
razonable, por la comisión de la falta disciplinaria que se le atribuye.
III.6.1. Vulneración al debido proceso -fundamentación de la resolución y la valoración razonable de
la prueba-, su relación con la presunción de inocencia
Atendiendo a los Fundamentos Jurídicos III.2.1 y III.2.2 del presente fallo, a efecto de identificar el
hecho lesivo de derechos, se divide el presente análisis, realizando un estudio de las resoluciones
impugnadas, por cuerda separada, así se tiene lo siguiente:
a) Con relación al Auto inicial de proceso de 25 de agosto de 2009 Esta disposición
administrativa marca el inicio del proceso disciplinario. Así, en su estructura se observa una primera
parte -vistos-, la cual enuncia los antecedentes ocurridos durante el sumario, identificando cuatro
faltas disciplinarias por las que se decretó apertura de sumario contra Eddy Rojas Alcón;
posteriormente, señala que los antecedentes pasaron al investigador asignado al caso, con el objeto
de averiguar la verdad histórica de los hechos, así como de realizar la acumulación de elementos
probatorios tanto de cargo como de descargo. En su segunda parte -por tanto-, el presidente de la
Comisión de Régimen Disciplinario de la ANAPOL, dispone el inicio del proceso disciplinario
propiamente dicho, por la supuesta comisión de la falta disciplinaria prevista en el art. 10 INCISO D
inc.1) del Reglamento de Régimen Disciplinario de la ANAPOL, señalando día y hora para audiencia
preliminar.

De la estructura de dicha disposición, se advierte que la misma no adolece de falta de


fundamentación o motivación, por cuanto en su esencia, no constituye una resolución que contenga
una decisión final que ponga fin a una instancia, puesto como se manifestó líneas arriba sólo marca
el inicio del proceso disciplinario, lo anterior lleva al convencimiento de que dicha disposición no
delimita el marco probatorio a ser ofrecido por el accionante; más aún si se tiene presente que,
conforme a la Conclusión II.1, el decreto de apertura de sumario disciplinario, ya estableció los
supuestos por los cuales se dio inicio al sumario, habiendo el accionante aportado todos los medios
de prueba que consideró en su oportunidad pertinentes; en consecuencia, esta actuación
administrativa no vulnera derecho o garantía alguno de éste.

b) Con relación a la Resolución jerárquica 56/2010 de 17 de febrero Los Fundamentos Jurídicos


III.2 y III.5 enunciados en el presente fallo, establecen como regla el siguiente análisis: Al constituir la
Resolución jerárquica la última en sede administrativa, en su esencia lleva la facultad de tener la
última decisión a efectos de resolver la cuestión sometida a proceso administrativo; en
consecuencia, acogiendo el entendimiento de la SC 0577/2004-R de 15 de abril, constituye requisito
sine quanum que dicha Resolución se encuentre fundamentada y motivada, teniendo como base el
íter probatorio basado en la objetiva compulsa de la prueba, armonizando la normativa aplicable al
caso particular, y sobre todo responder en lo posible a todos los agravios alegados por el
administrado en el recurso jerárquico, dando cumplimiento al principio de congruencia, sólo así se
tendrá una resolución administrativa que contenga la característica de ser mínima petita.
En el caso, la Resolución jerárquica en análisis no cumple con dichas exigencias, pues de su completa
revisión se puede concluir que no existe mención alguna sobre la razonable valoración y compulsa
de las pruebas aportadas en el curso del proceso, que fueron expresadas como agravio por el hoy
accionante, quedando claro el hecho conforme se estableció en la Conclusión II.3, la existencia de
prueba pericial contradictoria, relacionada con la concentración de alcohol en la sangre del
procesado el día de los hechos -3 de abril de 2009-, prueba que debió ser analizada y valorada a
profundidad, al no haber obrado de tal manera -el Vicerrector de la UNIPOL-, constituye un acto
arbitrario de dicha autoridad en segunda instancia, pretendiendo atribuir dicha obligación y
responsabilidad únicamente a la Comisión de Régimen Disciplinario de la ANAPOL.
Evidentemente, se está frente a un hecho de arbitrariedad, por cuanto la Resolución jerárquica se
limitó a lo siguiente: Transcribir los argumentos del recurso jerárquico, los fundamentos de la
Resolución objeto del recurso, los antecedentes de hecho y la cita de normas que rigen la educación
policial; finalmente, en la fundamentación técnica jurídica, que se presume debe contener la razón
de la decisión, se limita a transcribir dos párrafos de la SC 0770/2003-R de 6 de junio, -impertinentes
al caso-, y sobre la valoración de la prueba se limitó a citar al tratadista Eduardo Couture, para
finalmente expresar: “…la Comisión Disciplinaria es libre de asignarle el valor a los elementos de
prueba, pues la normativa disciplinaria no señala anticipadamente presunciones probatorias, ni
tampoco tasa su valor según la naturaleza, la clase, o el origen de la misma…” (sic).
Se establece así, que la autoridad jerárquica al expresar tal conclusión, se ha apartado de los marcos
legales de razonabilidad y de equidad previstos para emitir una decisión. Evidentemente, la facultad
de valoración de la prueba es libre, siempre que dicha actividad intelectiva se enmarque en criterios
de razonabilidad; en el caso se tiene que, en el desarrollo del proceso disciplinario se han producido
dos informes periciales totalmente contradictorios, y sobre tal extremo no hubo pronunciamiento
alguno, omitiendo incluso considerar el informe de 21 de septiembre de 2009, evacuado por el
perito de la FELCC -Milton Agustín Apumayta Mamani-, quien refiere desconocer la cadena de
custodia de la muestra de sangre, así como la no certeza de que la muestra tomada corresponda a
Eddy Rojas Alcón.
La Resolución jerárquica, contenía el deber de garantizar el debido proceso en segunda instancia,
enmendando las omisiones o deficiencias del Tribunal de primera instancia. En autos, en la
Resolución de alzada no se aprecia el nexo lógico entre la decisión adoptada y la argumentación que
le sirve de fundamento, concluyéndose que la misma, ha vulnerado el derecho al debido proceso en
su vertiente de motivación de las resoluciones y valoración razonable de la prueba, y como producto
de todo lo anterior, también se tiene la vulneración de la presunción de inocencia; por cuanto, no se
puede pretender cambiar el estado de inocencia al estado de culpabilidad, sobre la base de los
medios de prueba ya anotados.
III.6.1.1. Otras consideraciones que debieron tenerse presente
El Reglamento del Régimen Disciplinario de la ANAPOL, en su art. 10 INCISO D inc.1) refiere:
“Consumir bebidas alcohólicas o presentarse en visible estado de ebriedad en la Academia”, falta
grave por la cual se sometió al accionante a proceso disciplinario. Así, en primer lugar, surge la
necesidad de establecer la definición del estado de ebriedad o embriaguez, el cual es considerado
como un: “Estado transitorio caracterizado por una falta de coordinación motora y un
oscurecimiento de la conciencia; puede estar provocada por una intoxicación de alcohol,
estupefacientes, monóxido de carbono y otros”

En tal virtud, considerando que la falta disciplinaria objeto del proceso disciplinario se encuentra
relacionada con el estado de ebriedad producto del consumo de bebidas alcohólicas, este Tribunal
considera pertinente que en la sustanciación del proceso disciplinario, a efecto de emitir la sanción,
debió tomarse como parámetro lo previsto por el Decreto Supremo (DS) 659 de 6 de octubre de
2010, que regula las escalas de sanción de conductores de vehículo público en estado de
embriaguez, así su art. 16 determina: “…Se establece la siguiente escala de sanción, la misma que
será aplicada por la Policía Boliviana a través del Organismo Operativo de Tránsito. - Primer Índice:
0,00 g de alcohol por mil mililitros de sangre. A los conductores que se encontraren en este índice se
los tipifica como sobrios; - Segundo Índice: 0,01 a 0,49 g de alcohol por mil mililitros de sangre. Los
conductores que se encontraren en estos índices no serán sancionados de acuerdo a lo previsto en
el artículo 19 y siguientes del Decreto Supremo 0420. Sin embargo, deberán ser reemplazados por el
Conductor de Relevo, y no podrán continuar prestando el servicio; Tercer Índice: A partir de 0,50 g
de alcohol por mil mililitros de sangre. A los conductores que se encontraren en estos índices se los
tipifica como sancionables y son susceptibles de la aplicación de las sanciones previstas en el
Decreto Supremo 0420”.

Por otro lado, clínicamente también se tiene la siguiente escala: “En cuanto al efecto de las
concentraciones alcohólicas; es decir, de la alcoholemia que fue encontrada en las personas y el
efecto que se obtuvo, hasta 0.49 gramos por mil habría ausencia de intoxicación, entre 0.50 hasta
0.99 para los efectos médicos legales estaría bajo la influencia del alcohol; en un gramo por mil
estaría ya en estado de ebriedad, entre 1 a 2 gramos habría una ebriedad manifiesta, sobre 3 estaría
en un estado bastante intoxicado; 4 gramos por mil es un estado de coma y a los 5 gramos por mil
muerte segura”

Siguiendo dicha línea, otro entendimiento establece la siguiente escala valorativa: “EFECTOS DEL
ALCOHOL EN RELACION A LA CONCENTRACION DE ALCOHOL EN SANGRE - 0,1 a 0,3 g/l zona de
tolerancia, no se constatan turbaciones con ningún signo clínico aparente; 0,3 a 0,5 g/l aparecen
signos de perturbación, fusión óptica de imágenes, sensibilidad de la visión disminuida; 0,5 a 0,8 g/l
las perturbaciones comienzan a aparecer en algunas personas, el tiempo de reacción se hace más
largo, euforia al conducir, los reflejos se ven disminuidos 10 veces más; 0,8 a 1,5 g/l reflejos más
perturbados, ligero temblor, disminución de la vigilancia, el conducir ya es peligroso; 1,5 a 3.0 g/l
paso titubeante se ve doble -diplopia-, conducir se hace más peligroso; 3,0 a 5,0 g/l embriaguez
profunda, el conducir se hace imposible; más de 5,0 g/l produce estado de coma pudiendo llegar a la
muerte”.

Atendiendo a dichos criterios médicos, y la norma que regula la sanción por conducción de vehículos
en estado de ebriedad; se tiene que, el resultado del informe pericial de 9 de abril de 2009,
evacuado por el perito de la FELCC, que habría encontrado restos de alcohol en la sangre de Eddy
Rojas Alcón, con una concentración de 0,25 g/l no sería sancionable, pues el mismo no hubo
traspasado los límites de lo permitido; más si se tiene presente que, conforme al informe de 21 de
septiembre de 2009, evacuado por el autor de dicho informe -Milton Agustín Apumayta Mamani-, la
diferencia con el dictamen del IDIF, sería producto de la descomposición de la muestra de sangre, o
bien pudo tratarse de alcohol endógeno, que se genera al interior del organismo humano por
fermentación intestinal.

III.6.2. La vulneración a la prohibición de autoincriminación


Las autoridades demandadas, a través de su abogado que asistió a la audiencia de acción de amparo
constitucional, pretenden hallar la justificación de la decisión adoptada en el proceso disciplinario,
en el informe de 3 de abril de 2009, evacuado por el accionante y su declaración de 29 de mayo de
2009. Al respecto se tiene que, la primera literal que contendría una confesión de la falta atribuida,
no fue obtenida durante la realización de actos investigativos, en otras palabras, fue obtenida de
manera irregular, incluso en circunstancias en que el procesado no contaba con defensa técnica,
extrañando a este Tribunal que un Oficial de Policía obre de dicha manera, si se tiene presente lo
previsto por el art. 7 inc.a) de la Ley Orgánica de la Policía Nacional (LOPN) que establece: ”Son
atribuciones de la Policía Nacional, las siguientes: a) Preservar los derechos y garantías
fundamentales reconocidos a las personas por la Constitución Política del Estado”.
Concluyendo que, tanto el informe evacuado por el accionante, así como su declaración informativa,
no pueden ser empleados en su contra, como fuente de prueba en sentido incriminatorio de la falta
disciplinaria atribuida, al no constituir confesión espontánea ni voluntaria; en la especie, la autoridad
jerárquica al haber obrado de manera contraria a preceptos constitucionales -art. 121 con relación al
art. 114.II de la CPE-, ha vulnerado el derecho a la presunción de la inocencia y la duda razonable.
En consecuencia, de lo analizado y desarrollado en el presente fallo constitucional; se tiene que, en
el curso del proceso administrativo-disciplinario el Vicerrector de la Universidad Policial Mariscal
Antonio José de Sucre en su calidad de máxima autoridad jerárquica, vulneró el derecho al debido
proceso, en su vertiente de falta de motivación y valoración razonable de la prueba, así como las
garantías constitucionales de presunción de inocencia y duda favorable -todos del accionante-, por
cuya supresión este Tribunal concede la tutela demandada y si bien el Tribunal de garantías también
concedió la tutela, lo hizo por la vulneración de otros derechos, en tal virtud se debe tener presente
la aclaración que solo se aprueba el fallo de dicho Tribunal, en lo que respecta a la decisión asumida,
mas no por los derechos tutelados en dicha instancia.
Consiguientemente, el Tribunal de garantías, al conceder en parte la tutela solicitada declarando
“procedente en parte” la acción tutelar interpuesta, ha realizado una adecuada compulsa de los
antecedentes.
POR TANTO
El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Liquidadora Transitoria, en virtud de lo previsto
en el art. 20.II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011; en revisión, resuelve: APROBAR la
Resolución 365/2010 de 23 de junio, cursante de fs. 329 a 333, pronunciada por la Sala Penal
Primera de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora Tribunal Departamental de Justicia- de La
Paz; y en consecuencia, CONCEDER la tutela solicitada, con relación al derecho al debido proceso -en
su vertiente de falta de motivación y valoración razonable de la prueba-, así como las garantías
constitucionales de presunción de inocencia y duda favorable.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Fdo. Dra. Blanca Isabel Alarcón Yampasi


MAGISTRADA

Fdo. Dr. Macario Lahor Cortez Chávez


MAGISTRADO
Fdo. Dra. Carmen Silvana Sandoval Landivar
MAGISTRADA

Fdo. Dra. Edith Vilma Oroz Carrasco


MAGISTRADA

Fdo. Dr. Zenón Hugo Bacarreza Morales


MAGISTRADO

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