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04 - El Final Felíz Perfecto - Mrs Kristal
04 - El Final Felíz Perfecto - Mrs Kristal
Anteportada
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Información legal
Contenido sensible
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Epílogo
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Créditos
MRS KRISTAL
El final feliz perfecto
Cherry Publishing
Otros títulos de Mrs. Kristal
publicados en Cherry Publishing España:
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Joy y Millie se han volatilizado. Las buscamos por todo el
bar y luego fuimos a ver si estaban en casa, pero no las
encontramos en el kilómetro y medio que separa el local de
esta santa cabaña. Ahora estamos sentados en el porche,
en silencio.
—Millie no puede tener hijos de forma natural.
Darren habla tan bajito que creo que le he oído mal, pero
la desesperación en sus ojos y sus hombros caídos lo dicen
todo.
Estamos sentados uno enfrente del otro, pero Darren no
me mira. Apoya los antebrazos en los muslos y sigue
pasándose las manos por el pelo, como si buscara una
solución.
Sin embargo, sé de sobra que no hay solución para eso.
Me cuesta abrir la boca. No me puedo ni imaginar cómo
tiene que sentirse Millie, ni la forma en la que esto puede
afectar a su relación. Es una persona bastante familiar y, a
diferencia de Darren, se lleva muy bien con los suyos.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—Desde que llegamos aquí —responde en voz baja—. El
ginecólogo la llamó el primer día por la mañana.
Darren levanta la cabeza y se seca rápidamente los ojos.
Aun así, me ha dado tiempo a ver que los tenía húmedos.
—A Millie se le hace imposible el día a día, y estoy seguro
de que tampoco se lo ha dicho a las chicas…
—¿Crees que es por el embarazo de Sienna?
—Sí —responde—. No quiere que afecte a la forma en
que Sienna lleva el embarazo. Es tan típico de ella… —Se
revuelve el pelo—. Está hecha polvo y, aun así, lo único que
le importa es no hacer sentir mal a Sienna. Y la verdad es
que a mí me importa una mierda si Sienna se lo piensa dos
veces antes de poner la maldita ecografía sobre la mesa o
no.
Me gustaría decirle que está siendo injusto con Sienna.
Es muy comprensiva y si lo supiera lo que pasa, jamás haría
algo así. Sería considerada con Millie y Darren, al igual que
Denver.
Pero en fin, hablaremos de eso cuando las cosas se
hayan calmado y Darren sea capaz de lidiar con toda la
situación. Al fin y al cabo, para él es tan doloroso como para
su novia.
—¿Y por qué no os habéis ido? —le pregunto—. A Millie
no le viene bien estar aquí. Ahora entiendo por qué está
celosa de Sadie.
—¿No ves que es ella la que no quiere irse? —Darren
suspira pesadamente y vuelve a secarse los ojos—. Perdona,
tío…
—¿En serio vas a disculparte por eso, tal y como están
las cosas? —gruño—. ¡Darren, coño! ¡No podéis tener hijos!
Al menos, no de forma natural. No es algo que uno pueda
ignorar porque sí.
No debería avergonzarse de estar enfadado. Además, me
alegra que haya confiado en mí. Tal vez sea hora de que
hable de ello. Le haría mucho bien, aunque no creo que
pueda aconsejarle como se merece. Yo no tengo hijos, ni
tampoco conozco a alguien que esté en su situación.
—¿Cómo os habéis enterado de todo esto? —pregunto
con cautela—. No creo que Millie fuera a hacerse una
prueba, ¿no?
—No —dice Darren—. Fue más bien una coincidencia. Fue
al ginecólogo para dejarse la píldora y ponerse el DIU. La
pastilla no le sentaba muy bien. Lo hablamos porque
queríamos acostarnos sin condón, pero ella quería usar otro
anticonceptivo. Millie se hizo una prueba hormonal por
precaución, y los resultados fueron… un desastre.
—Lo… lo… lo siento mucho… —Fijo que mi tartamudeo
tampoco ayuda a Darren—. Por los dos.
—Gracias —susurra Darren, frotándose las manos—. No
planeaba tener hijos en los próximos diez años. Millie va a
heredar los Minneapolis Warriors, y yo voy a jugar. No hay
tiempo para niños, y los dos lo sabíamos, pero ahora todo se
ve distinto. Para ella, ha sido un horror. Lo primero que me
preguntó es si quería seguir con ella pese a todo. Millie cree
que la dejaré tarde o temprano por esto.
—Cosa que no harás.
—Claro que no lo haré —me suelta, apretando los puños
—. Es la chica de mis sueños. La quiero más que a nada. Y si
tenemos que ser solo nosotros dos para los restos, que así
sea. Además, tenemos dinero suficiente para considerar
otras opciones. Ella lo sabe, pero de momento, se cierra en
banda.
—¿Soy la chica de tus sueños?
Una voz increíblemente dulce y tímida interrumpe
nuestra conversación, y levantamos la vista. Darren se
levanta de un salto y corre hacia Millie, que se lanza a sus
brazos sin dudarlo.
—Lo siento mucho —solloza ella—. He estado tan
asustada desde… desde que me enteré.
—Lo sé, cariño —dice él, acariciándole la espalda.
Darren se separa de Millie y la mira a los ojos. Le seca
suavemente las lágrimas y la besa.
—Pero te quiero más que a nada —añade—. Te lo he
dicho mil veces y… no puedo hacer nada más que intentar
estar ahí cuando lo necesites.
—Quizá deberíamos ir a algún sitio y estar solos —
sugiere Millie—. Necesitamos un poco de tiempo para
procesarlo todo.
—Me parece bien —dice Darren.
—Ya he reservado el jet —dice de repente—. Acabo de
hacerlo. Si hubieras decidido no venir conmigo, me habría
llevado a Joy a Hawái…
Millie sonríe y entonces me doy cuenta de que Joy está
de pie detrás de ella. Le sonríe a su amiga, pero se la ve
muy disgustada. Estoy seguro de que Millie se lo ha
contado.
—Venga, vamos a hacer las maletas —dice Darren,
tirando de ella.
Los dos se meten dentro de la casa y miro a Joy. Respira
hondo, cruza los brazos y se acerca a mí.
—Hola —dice y se sienta frente a mí en el sofá, justo
donde estaba Darren hace unos minutos—. Así que… tú
también lo sabes, ¿no?
—Darren me lo acaba de contar.
—Ya… Millie también. Ha llorado mucho. No sabía qué
hacer. Probablemente habría sido mejor si Phoenix o Sienna
hubieran estado con ella.
Se encoge de hombros.
¿De verdad cree que no es la persona adecuada para
tener esta conversación?
Para ser sincero, creo que Joy es la única con la que Millie
podía hablar del tema.
—¿Por qué crees que eres tan mala amiga? No lo
entiendo.
La miro y ella se encoge de hombros.
—Phoe y yo nos hemos distanciado desde que se quedó
embarazada. No se me da bien lo de las emociones…
—Joy —digo—, creo que solo podría haberse desahogado
contigo.
—¿Eso crees?
La sorpresa se dibuja en su cara y yo me río suavemente.
—Sienna está embarazada, así que era la última persona
con la que Millie podía hablar de ello. Phoenix ya tiene una
hija y tampoco lo entendería. Bueno, «entender» no es la
palabra adecuada… Digamos que ella no podría ponerse en
su lugar. Tú tampoco, en verdad. Si puedes tener hijos,
jamás pasarás por lo que está pasando Millie, pero en fin…
—Ha sido un shock también para mí —suelta, mirándome
desde el otro lado de la mesa—. Se puso a llorar y no
paraba, y yo… Pensaba que era por Sadie. Quería decirle
que se calmara, pero luego salió el tema y…
—Yo también me he quedado flipando.
—Lo siento tantísimo por Millie… —murmura Joy—.
Habría sido una madre genial…
—Aún tienen otras opciones —Trato de tranquilizar a Joy
—. La adopción o el vientre de alquiler, y no les falta dinero
para ninguna de las dos.
—Hay una gran diferencia entre llevar a un niño en tu
vientre durante nueve meses y que lo lleve otra mujer —Me
mira y frunce el ceño—. ¿Acabo de decir eso? ¡Seré ñoña!
Me río y me levanto para ir hacia ella. Al principio, espero
que me rechace, pero Joy se hace a un lado para dejarme
sitio en el sofá.
—No siempre tienes que ser fría y distante… —le digo,
mirándola a los ojos—. A veces se te permite decir cosas
cursis como esa. En fin, como tú dices, claro que es distinto
que una madre lleve a su propio hijo…
—Qué vas a saber tú… —Joy me sonríe—. Tyler, yo… En
plan, sé que no es asunto mío, pero… ¿echaste un polvo con
Sophie?
Sorprendido de que saque el tema justo después de
hablar de la infertilidad de Millie, retrocedo ligeramente.
Joy se da cuenta de mi reacción y también se aparta
ligeramente.
—Bueno, yo no lo llamaría «echar un polvo»…
—¡Tyler! —Su voz se hace más fuerte, más estridente—.
¿Sí o no?
—Sí —respondo honestamente y podría jurar que oigo
algo parecido a un sollozo escapar de su garganta.
Conozco a Joy lo suficiente como para saber que tiene
demasiado carácter como para hacer algo así.
—No es lo que piensas…
—¿Que no es lo que pienso? —Se ríe—. ¿No se te ocurre
una respuesta más patética?
—De momento, no —respondo con sinceridad—. ¿Qué se
supone que tengo que decir?
—No lo sé.
Joy se pasa los dedos por el pelo y me mira de reojo. Está
tensa.
—Sé que no me debes nada, pero…
—Pero no te hace gracia y estás celosa, ¿verdad? —Le
sonrío y muevo las cejas.
—Eres un caso, Tyler Connor…
Me golpea el brazo, pero le cojo la mano y tiro de ella
hacia mí.
Joy pierde el equilibrio hacia delante y apoya la mano en
el muslo para no caerse. Nuestras caras están a escasos
centímetros y sería tan fácil besarla…
Pero no soy imbécil, y sé que ella no quiere que lo haga.
—¿Por qué te acostaste con ella?
17
Joy
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