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TENTADO POR EL ENGAÑO

TRILOGÍA DEL ENGAÑO LIBRO 2

RINA KENT
Voto de engaño Copyright © 2021 por Rina Kent Todos los

derechos reservados.
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excepto el uso de citas breves en una reseña de un libro.
Esta novela es enteramente una obra de ficción. Los nombres, personajes e incidentes retratados en él son obra
de la imaginación del autor. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos o
localidades es enteramente coincidencia.
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A los villanos.
NOTA DEL AUTOR
Hola amigo lector,
Si no has leído mis libros antes, quizás no lo sepas, pero escribo historias más oscuras
que pueden resultar perturbadoras e inquietantes. Mis libros y personajes principales no
son para los débiles de corazón.
Tentado por el engaño es el segundo libro de una trilogía y no es independiente.
Trilogía del engaño:

#0 Engaño Oscuro (Precuela gratuita)
#1 Voto de engaño
#2 Tentado por el engaño
#3 Consumido por el engaño
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PROPAGANDA
Mi esposo. Mi villano.
Empezamos con la muerte y la sangre.

Empezamos con juegos y placer carnal.
Adrian y yo no deberíamos haber estado juntos.
Él está equivocado.
Me equivoco.
Lo que tenemos es el desastre epitome.
Sin embargo, es imposible detenerse.
Mi marido me destruirá o yo lo destruiré a él.
LISTA DE REPRODUCCIÓN
Odiarme a mí mismo –
NF Tranquilidad mental – Villano de la historia
Ahogarse – Tráeme el horizonte MINA –
Golpe mortal con cinco dedos Cómo salvar una
vida – The Fray Gasoline – Halsey Worlds
Apart – The Faim I’ll Be
Good – Jaymes Young I Know
Cómo hablar – Orquesta de Manchester
Lo siento por ahora – Linkin Park La luz detrás de tus ojos – My
Chemical Romance Finge tu muerte –
My Chemical Romance Rosas – Despierta, soy, sigue tu fuego – Kodaline
Lion – Hollywood Undead Only Us – DYLYN Choke – Royal
& la serpiente
Puedes encontrar la lista de reproducción completa en Spotify.

PRÓLOGO ADRIÁN
SIETE AÑOS
"Harás lo que te digan".

Asiento una vez.
Es mejor ser obediente cuando mi madre está en este estado... o en cualquier estado, en
realidad.
Ha estado paseando por nuestro pequeño apartamento durante unos minutos, mirando su
teléfono un segundo y escribiendo en él al siguiente.
Mis pies cuelgan mientras me siento en la silla alta de nuestra sala de estar que
huele a comida quemada porque mamá odia cocinar y es terrible en eso. Mi libro, El
Cascanueces, está en mi regazo, aunque no he podido leer debido al estado de ánimo de
mamá. Está nevando, la ventana está cubierta con una capa blanca, como en las películas
navideñas, pero la chimenea ofrece algo de calor del frío exterior.
Mi madre, que es alta y delgada, siempre va al gimnasio y me deja sola en casa, para
poder mantener su "forma" después de "la arruiné" cuando nací. No sé qué significa eso, pero
ella dice cosas así todo el tiempo. Lleva una blusa ajustada con una falda elegante y su cabello
rubio está recogido en un moño.
Sus labios son de color rojo sangre y sus aretes son largos y cuelgan de su cuello como
oropel en Navidad, que celebré con mi padre y su esposa, la tía Annika, este año. Mamá pasó
todo el mes tirandome cosas, pero valió la pena.
Mamá odia a la tía Annika. Hace y dice cosas que le duelen, como que ni siquiera puede
tener un bebé. Mi madrastra no dice nada delante de mamá y, a veces, incluso sonríe, lo que
enfurece aún más a mi madre.
Pero a menudo veo a tía Annika llorando sola en su habitación. Me paro a su lado y le doy unas
palmaditas en la mano. A veces eso es suficiente para detenerla.
Pero mamá no se da por vencida. Hasta me pide que busque cosas
cuando estoy en casa de papá que ella puede usar para lastimar a tía Annika.
No quiero que tía Annika sufra. Me hornea pasteles y me da sorbos de su té. Me

lleva a pasear y me compra guantes y bufandas para proteger 'mi cuerpecito', como ella
dice, del frío. Ella también me abraza y me besa en las mejillas.
Mamá nunca hace eso.

Debido a su trabajo en el hospital, mamá no está mucho en casa. Pero yo soy.
Después de regresar de la escuela, paso mucho tiempo solo. Por la noche da miedo
porque creo que el monstruo que está debajo de mi cama saldrá.
Mamá dice que eso es una tontería y que el verdadero monstruo es la tía Annika.
Por esa 'perra' no puede estar con papá.
Con el tiempo, le he dado a mamá información falsa porque no quiero que la tía
Annika lastime. Cuando mamá se enteró, me abofeteó y una vez me untó la cara con polvo
de pimiento rojo. Ardía tanto que vi estrellas, pero no lloré. A mamá y a papá no les gusta
cuando lloro.
Mamá dice que papá es un hombre poderoso y que necesito escucharlos a él y a ella.
Pero tía Annika me dijo que es mejor no escuchar todo lo que dice papá.
"¿Es porque es poderoso?" Le pregunté mientras ella leía un libro.

Yo después de ayudarme con mi tarea.
Una sombra pasó por sus rasgos mientras sonreía. Su sonrisa siempre es triste, no
como la de mamá, que parece la de un chico malo de dibujos animados. "Porque es
peligroso, malyshonuk".
"¿Como el chico malo de la caricatura?"
"Mmhmm."
"Pero mamá dice que es poderoso".
"Mal." Ella me rodeó con sus brazos. "Ojalá pudiera llevarte e irme, mi dulce pastel".
Yo también deseaba eso. También deseaba que ella fuera mi madre. Al menos ella nunca
Me duele y ella me hace sentir cómoda. Al menos le gusto.
Mamá no.
"¿Qué dijo ese que te dijo?" Mamá me pregunta con tono áspero y me estremezco.
No me gusta que llame así a tía Annika.
"Nada." Mi voz es pequeña.
Ella pisa fuerte hacia mí y yo agarro con más fuerza el libro, esperando la bofetada,
como de costumbre. No importa cuánto me golpee, nunca me acostumbraré.
Odio el dolor que conlleva, pero, sobre todo, odio que ella no me trate como la mayoría de
las madres tratan a sus hijos.
A veces le pregunto a tía Annika por qué no es mi madre y ella simplemente sonríe de
esa manera triste.
Mamá no me abofetea esta vez, pero junta sus dedos en mi camisa y me levanta. De
cerca, es bonita y da miedo. Como brujas de dibujos animados. "¡Dime lo que dijo, pequeño
cabrón!"
No puedo respirar.
No es la primera vez que no puedo respirar. Mamá solía colocar
una almohada sobre mi cara cuando me sorprendió llorando para hacerme detener.
Por eso ya no lo hago. Por eso quiero acostumbrarme
dolor, así que no necesitaré llorar.
El libro que me compró tía Annika cae al suelo con un ruido sordo.
Agarro las manos de mamá con las mías más pequeñas, tratando de quitárselas.
“Mmamá… "
Su expresión no cambia mientras me mira fijamente. “¿Crees que estás sufriendo,
maldito bastardo? ¿Qué tal el dolor que pasé para darte a luz? ¿Crees que quería un hijo
ilegítimo? Soy Dominika Alekseev, la primera de mi clase en la Facultad de Medicina de
Harvard y, sin embargo, me sacrifiqué. En lugar de abortar tu existencia bastarda, di a luz al
jodido engendro de tu padre para que dejara a esa perra. ¿Pero lo hizo? No. Ella es una
maldita nobleza, después de todo, y tiene más valor para él, incluso si no tiene hijos. Así que
no te quedes ahí pensando que significas algo más que servir de puente entre tu padre y yo.
Eres mi hijo, por muy indeseado que seas, y no te pondrás del lado de esa perra antes que del
mío o te mataré. Terminaré la vida que te di. ¿Entender?"
Me empuja contra la silla y tomo una larga bocanada de aire, jadeando y resollando. La
madera se clava contra mi costado y una astilla perdida se clava en mi brazo. Pequeñas gotas
de sangre aparecen en la superficie de mi piel antes de deslizarse hacia el libro.
Me apresuro hacia adelante, caigo de rodillas en el suelo de madera y limpio la

portada de El Cascanueces con el dorso de la mano.
Mamá me arranca el libro de los dedos.
"¡Mamá, no!"
Su cabeza se inclina hacia un lado. "Ella te dio esto, ¿no?"
Sacudo la cabeza una vez.
“No me mientas. Ella es la única idiota que ama esta basura”. Una sonrisa maliciosa
pinta sus labios mientras lo abre y coloca sus manos para rasgarlo. “¿Vas a decirme lo que
dijo?”
"I… ella… "

"¿Qué?"
No quiero que rompa mi libro, pero tampoco quiero contarle sobre
Tía Annika.
"Bien, entonces, pequeño bastardo".
"¡No!" Me lanzo hacia ella. "Ella… Ella dijo que nos iríamos de vacaciones”.
Ella levanta una ceja. "¿Vacaciones? ¿Dónde?
"Rusia."
Ella se ríe, mostrando sus perfectos dientes blancos bajo el lápiz labial rojo. El sonido
es tan fuerte que quiero ponerme ambas manos en los oídos y no escucharla más.
"Bien bien. "La chica buena modelo planea irse". Aún agarrando el libro, recupera su
teléfono y camina hacia la chimenea.
Mamá mira fijamente el libro y murmura: "Basura" y lo arroja a las llamas ardientes.
Salto hacia adelante, tratando de recuperarlo, pero el fuego ya se lo ha comido.

Las lágrimas pican en mis ojos y golpeo la pierna de mamá. “¡Dijiste que dejarías mi libro
en paz!”
"Mentí. Ahora, silencio”. Ella me empuja y caigo de culo en el suelo junto a ella. El
escozor me hace estremecer, pero aprendí a disimularlo rápidamente.
Mamá coloca el teléfono en su oreja y una mano en su cadera. "Hay una

cambio de planes… Sí… un accidente… esta noche… "
Después de colgar, se da vuelta para mirarme con una sonrisa triunfante, la que
parece la del malo. "Finalmente demostraste tu valía, pequeño bastardo".
"¿Me dejarás ir a ver a tía Annika este fin de semana?"

"No."
“Pero papá dijo… "
“Tu papá ya no estará de su lado, Adrian. Porque no importa cuánto tiempo
permanezca con ella y no importa cuánto la perra Annika y yo adoremos a sus pies, sólo
una persona le importa. "La única persona que continuará con su legado". Ella inclina la
cabeza hacia un lado. "Tú."
Me levanto y la encuentro de frente. "Papá dijo que podía pasar el fin de semana con
tía Annika".
“Ya no podrás hacerlo”.
"¿Por qué no?"
Ella se inclina para susurrarme en la cara. “Porque tu amada Annika es

finalmente va a desaparecer”.
"No… “Las lágrimas corren por mis mejillas. Lo único en lo que puedo pensar es en su
sonrisa, incluso la triste, los abrazos y lo mucho que se preocupa por mí. Ella no puede
desaparecer y dejarme con mamá y papá.
"Sí. Ya es hora de que lo haga”. Su teléfono vuelve a sonar y ella sonríe.
"Eso fue más rápido de lo que esperaba".
La observo mientras escucha a alguien al otro lado de la línea. Sus cejas se juntan y
sus labios rojos se tuercen. El peso en mi pecho se eleva como si nunca hubiera estado allí.
Cuando mamá está enojada, significa que tía Annika está a salvo.
“No, Georgy no puede sospechar nada… Sí… Pensaré en una manera de mantenerlo
preocupado”.
Después de colgar, mira fijamente la chimenea, con la mano en la cadera y los dedos
alrededor del teléfono.
“¿Está bien la tía Annika?” Pregunto en voz baja.
Se da vuelta abruptamente, como si hubiera olvidado que yo estaba allí. No me gusta
el brillo en sus ojos ni la leve sonrisa en sus labios. “¿Cómo no podría pensar en esto? La
mejor manera de mantener ocupado a Georgy eres tú, mi pequeño bastardo.
Cuando ella se acerca lentamente a mí, tropiezo y retrocedo, sin querer que me golpee
de nuevo. Mis piernas chocan contra la mesa de café y termino aterrizando sobre mi trasero.
Mamá se detiene frente a mí, su sombra cae sobre mí y bloquea mi camino.

la luz del fuego. “¿Por qué huyes de mí?”
Desliza sus uñas por mi mejilla y luego por mi cabello, pero no le importa como le hace
a tía Annika cuando me pone a dormir. La mano de mamá está fría como la expresión de su
rostro.
Es como estar en Rusia durante el gélido invierno.
Mamá me agarra del brazo y quedo inmóvil como una piedra, incapaz de moverme.
Marca un número en su teléfono y solloza un poco antes de llevárselo a la oreja.
“¡Oh, Jorge! ¿Qué hacer con Adrián?
Hace una pausa y puedo escuchar las frenéticas maldiciones de papá en ruso desde
el otro lado.
Las lágrimas corren por las mejillas de mamá. Ella siempre llora cuando habla.
Papá, aunque su expresión en este momento sigue siendo como la del chico malo.
"Él… se cayó y se rompió el brazo... ¡No se que hacer!
¡Por favor, ven, por favor!

Más maldiciones de mi padre. Más ruso.
"¡¡Oh mi bebe!!" Mamá grita y cuelga, sollozando, y luego, sin más, su

expresión vuelve a la normalidad. "Ahora, Adrian, no te importaría hacer un pequeño
sacrificio por el final feliz de tu madre, ¿verdad?"
Antes de que pueda decir algo, cierra su mano alrededor de mi brazo y
Lo gira en la dirección opuesta, con fuerza.
Un pop feo resuena en el aire y grito.
LIA
EDAD VEINTICUATRO
Nada bueno llega sin dolor.

Desde que era niña, ese hecho ha quedado grabado en mi cabeza con dedos manchados
de sangre.
Nací del dolor, crecí con el dolor y finalmente lo abracé.
Sin embargo, no importa cuánto dolor he tenido que soportar, nunca logré volverme
insensible a él. Ni siquiera cuando me esforcé por entrenar mi cuerpo para ello.
El dolor es real, asfixiante y con la cantidad adecuada de presión, es

obligado a romper hasta la última barrera.
Sin embargo, mi resistencia es más fuerte.
Fuertes vítores llenan la sala mucho después de que caiga el telón para el final de El
Cascanueces. Permanezco en punta, con las manos preparadas en mi saludo incluso después de
que estamos fuera del ojo público.
Mis tobillos piden a gritos que los saquen de su miseria, como lo han hecho repetidamente
durante estos últimos meses. Los largos ensayos y las giras interminables han embotado mis
sentidos, casi desangrándose unos en otros.
Le doy unos segundos, recuperando el aliento antes de aterrizar suavemente sobre las
plantas de mis pies. Mis zapatillas de ballet son inaudibles en medio del alboroto detrás del
escenario.
Otros bailarines respiran aliviados mientras se dan palmaditas en la espalda o
simplemente se quedan estupefactos. Puede que pertenezcamos al New York City Ballet, una
de las compañías de danza más prestigiosas del mundo, pero eso no disminuye la presión. En
todo caso, lo empeora diez veces.
Se espera que demos lo mejor de nosotros cada vez que subimos al escenario.
Cuando la compañía seleccionó cuidadosamente a sus bailarines, la única regla era: no se
permitían errores.
El fuerte aplauso al final de nuestra actuación no es algo que esperamos, es algo que se
espera que logremos.
El director, Philippe, un hombre alto y delgado, calvo y con un espeso bigote blanco,
se acerca acompañado de nuestra directora de coreografía, Stephanie.
Philippe sonríe, su bigote se inclina con el movimiento y todos soltamos un suspiro

colectivo. No es del tipo que sonríe después de un espectáculo a menos que hayamos
hecho una actuación perfecta.
“Estuviste maravilloso. ¡Bravo!" habla con un marcado acento francés y aplaude.
Todo su cuerpo se une al movimiento, su colorida bufanda volando y su ajustada chaqueta
tensada contra su cuerpo.
Todos los demás siguen su ejemplo, aplaudiendo y felicitándose unos a otros.
Todos menos yo, el bailarín principal, Ryan, y la segunda protagonista femenina,
Hannah.
Algunos bailarines intentan iniciar una pequeña charla con Philippe, pero él los ignora
descaradamente mientras camina hacia mí y se lleva la mano a la boca, rozando sus
labios y bigote contra mis nudillos. “Mi primera bailarina más bella. Esta noche fuiste una
obra de arte, Lia chérie.
“Gracias, Felipe”. Retiro la mano lo más rápido que puedo y hago una mueca cuando
me duele un tendón en la pierna izquierda. Necesito ponerme un parche para el dolor lo
antes posible.
"No me des las gracias. Soy yo quien se siente honrada de tener una musa como tú”.
Eso me hace sonreír. Philippe es definitivamente el mejor director que he

trabajado con. Él me entiende mejor que nadie.
“Ryan.” Asiente al protagonista masculino, girando la R dramáticamente. “Estuviste
perfecto”.
"Como se esperaba." Ryan levanta una ceja arrogante. Él tiene esos todos
Americano de buena apariencia, con rostro cuadrado, ojos de un azul profundo y barbilla hendida.
“Tú también, Hannah”, le dice Philippe con desdén. “Necesitarás
"Trabaja en tu punta para Giselle".
Su expresión se ilumina mientras me sonríe y luego se aclara la garganta.
Hannah es rubia, un poco más alta que yo y tiene ojos de gato que siempre acentúa con
maquillaje espeso y oscuro. "¿Eso significa que haremos una audición para el papel
principal?"
Stephanie se acerca al lado de Philippe. Tiene la piel de color negro intenso y el
cabello naturalmente rizado que lleva recogido en una banda rosa. Como ex primera
bailarina del NYC Ballet, tiene una reputación que la precede y es tan
tenaces como Philippe, pero trabajan sorprendentemente bien como equipo. "Habrá una audición, pero
no para el protagonista".
"Pero por qué..." Hannah se detiene para no estallar en el último segundo.
Stephanie me hace un gesto con la cabeza. “Los productores ya eligieron a Lia.
ser Giselle”.
La mirada de Hannah se encuentra con la mía con nada menos que malicia. A cambio le doy uno
genial. Estar en ballet desde que tenía cinco años me ha enseñado a superar sus mezquinos celos y
peleas de gatas. Estoy aquí porque me encanta bailar e interpretar personajes que no soy en la vida
real. Todo lo demás es ruido blanco.
Probablemente por eso no tengo amigos. Algunos me besan el trasero para su propio beneficio,
luego me apuñalan por la espalda, y otros son maliciosos en todo.
Todo el mundo aquí es sólo un colega. Y como solía decir la abuela, uno está solo en la cima.
Mis tendones empiezan a dolerme de nuevo y escondo mi mueca de dolor. trabajo demasiado
durante estos espectáculos maratonianos y necesito cuidados posteriores.
Ahora.
Inclino mi cabeza hacia Philippe y Stephanie. "Si me disculpas".

“¿Qué? ¿No vas a unirte a nosotros para la fiesta de celebración? el
exclama el director. "A los productores no les gustará esto".
"Necesito cuidados posteriores, Philippe".
"Así que hazlo y luego únete a nosotros, chérie".
“Me temo que no puedo. Estoy agotado y necesito tiempo de inactividad. Por favor, transmita mis
disculpas”.
Philippe y Stephanie parecen disgustados, pero asienten. Es inaudito que una primera bailarina
no asista a fiestas de celebración, pero saben cuánto odio ser el centro de atención fuera del baile.
Además, la mayoría de esos productores son idiotas sexistas y pervertidos. Preferiría no conocerlos a
menos que sea absolutamente necesario.
Los bailarines entran lentamente en el camerino, charlando entre ellos.
Hannah se inclina para susurrar: "Tal vez los productores finalmente

Date cuenta de lo jodidamente perra sin talento que eres en realidad.
La miro fijamente. Afortunadamente, ella no es lo suficientemente alta como para menospreciarme.
"Si ensayaras tan duro como dices, probablemente tendrías la oportunidad de quitarme algunos papeles
principales".
Chasquea la lengua y su rostro se contorsiona, resaltando el atrevido maquillaje que le da una
apariencia de bruja. “¿Cuántos de los productores
¿Jodiste, Lía? Porque todos sabemos que no conseguirías tantos papeles principales si
no fuera por prostituirte”.
Sus palabras no duelen. No sólo son falsas, sino que también he escuchado
comentarios similares de todo el grupo de ballet a lo largo de los años. Al principio quería
demostrar que no soy una puta y que llegué hasta aquí torturándome, pero pronto me di
cuenta de que era inútil. La gente pensará lo que quiera pensar.
Así que ahora me he acostumbrado a ellos, pero al mismo tiempo, no permitiré que
Hannah ni nadie más me pisoteen. Cuadrando los hombros, digo con calma burlona: "Hasta
entonces, tendrás que seguir siendo la señorita número dos".
Ella levanta la mano para abofetearme, pero Ryan agarra su muñeca y la atrae
hacia él. "Ahora, Hannah, no te enfades por gente que no significa nada".
Él baja la cabeza y la besa con la boca abierta, con dureza, pero sus ojos
permanecen fijos en mí. La lujuria en ellos y en sus pantalones ajustados es visible
desde mi posición.
Me doy la vuelta y me dirijo a mi camerino privado detrás del escenario, pero no
me voy a molestar en cambiarme. Después de que una vez me pusieron algo en la ropa
que me picaba, me aseguro de revisar todo antes de ducharme, pero no estoy de humor
esta noche, así que lo haré en casa.
Mis pies se detienen una vez que estoy dentro. Innumerables ramos de
Los admiradores y los productores llenan la sala y apenas me permiten moverme.
Los reviso hasta que encuentro un ramo de rosas blancas. Mis labios se curvan en
la primera sonrisa genuina de esta noche mientras los abrazo contra mi pecho y bajo la
cabeza para inhalar profundamente. Huelen a hogar y felicidad.
Huelen a mamá, papá y recuerdos brillantes.
Me niego a asociarlos con el día en que todo terminó. Coloco
Dejo las rosas sobre la mesa y tomo la tarjeta, sonriendo mientras la leo.
Eres la flor más hermosa del mundo, duquesa. No sólo creciste sobre el duro
pavimento, sino que también floreciste. Continúa creciendo. Estoy orgulloso de mi
pequeña duquesa.
Con
amor, l.
Lucas.
Puede que no nos veamos a menudo, pero mi amistad con él siempre estará ahí.
Mi sonrisa se detiene cuando levanto la cabeza para mirarme en el espejo. Llevo un tutú rosa
suave con un corpiño de muselina y una falda de tul. Me queda ajustado alrededor de los pechos y
la cintura, pero es ancho en la parte inferior.
Tengo el pelo recogido y mi cara está llena de brillantina y capas de maquillaje. No tengo
tiempo para quitármelo, porque si no me voy ahora mismo, uno de los productores me acorralará y
me obligará a asistir a su fiesta de presumición. Me harán desfilar de uno de sus asociados a otro
como si fuera ganado en venta.
Saco las horquillas y me suelto el cabello, luego me quito las zapatillas de ballet. Hago una
mueca de dolor ante las gotas de sangre que manchan mi dedo gordo del pie y lo masajeo. No es
nada de qué preocuparse.
El dolor significa que hice lo mejor que pude.
Después de ponerme mis cómodos zapatos planos, me puse mi abrigo largo de cachemira y
Envuelve un pañuelo alrededor de mi cuello y la mitad de mi cara.
Me aseguro de que no haya nadie fuera de mi habitación antes de abrazar las flores de Luca
contra mi pecho, agarrar mi bolso y correr hacia el estacionamiento.
Un largo suspiro sale de mi pecho cuando estoy en el camino con las flores en el asiento del
pasajero como mi único compañero.
Ojalá pudiera llamar a Luca y hablar con él ahora mismo. Pero el hecho de que él
No vino a verme detrás del escenario significa que está manteniendo un perfil bajo.
Desde que nos conocimos cuando éramos niños, toda su vida ha consistido en estar a la
sombra de la acción y lidiar con la gente equivocada.
No soy idiota. Sé que por mucho que me cuidó, Luca no obtuvo su dinero legalmente, pero
como él dice, cuanto menos sepa, mejor. Él no quiere ponerme en peligro y yo tampoco.
Así que nos cuidamos unos a otros desde lejos.

Pero lo extraño.
Quiero contarle todo sobre el programa de hoy y cómo el dolor en mi tobillo me mantuvo al
límite. Quiero hablarle de la sangre porque entendería lo que significa sentir dolor.
Es la única persona a la que puedo llamar familia y amigo. Y han pasado meses desde la
última vez que lo vi. Esperaba que hoy hiciera una excepción y saliera de las sombras, pero
aparentemente ese no fue el caso.
Llegué al estacionamiento de mi edificio en menos de treinta minutos. Está ubicado en un
vecindario suburbano tranquilo en la ciudad de Nueva York y tiene una seguridad excelente que me
hace sentir seguro como en casa.
Me duele el tobillo cuando salgo del coche. Me apoyo contra la puerta para recuperar el
aliento y un calambre intenta salir a la superficie. Después de respirar profundamente unas
cuantas veces, hago sonar las cerraduras y luego recuerdo mi ramo. Puede que no vea a Luca
en persona, pero al menos puedo sentir su presencia a través de las flores.
Estoy a punto de alcanzarlos cuando un fuerte sonido de neumáticos chirriando llena el
cochera. Me agacho y me quedo en el lugar cuando sigue otro chillido.
Por lo general, no me detendría ante ningún alboroto, pero escuchar ruidos perturbadores
a altas horas de la noche en un edificio de apartamentos como el mío es raro. De hecho,
debería ser casi imposible.
Miro fijamente las cámaras que parpadean en rojo en cada rincón y dejo escapar un
suspiro tembloroso.
Estoy a salvo.
Pero por alguna razón, no salgo de mi escondite al lado de mi auto.

Parece vital en este momento, y si me levanto, siento que algo desastroso va a pasar.
El dolor en mi tobillo late con más fuerza, como si sintiera mi estrés y participara en él.
Un Mercedes negro se detiene bruscamente ante mi vista directa, sus neumáticos

dejando marcas negras furiosas a su paso.
Pero nadie sale.
Otro coche negro, esta vez una furgoneta, frena detrás de él. Luego observo con horror
cómo baja la ventanilla y las balas vuelan en dirección al Mercedes.
Salto y me tapo los oídos con ambas manos para bloquear los fuertes disparos.
Retrocediendo poco a poco, me encuentro agachado entre mi coche y la pared. Gracias a Dios
siempre dejo algo de espacio.
Los disparos siguen y siguen como el crescendo de un musical, subiendo y subiendo,
más rápido, más fuerte y más fuerte. Por un segundo, creo que nunca terminará. Que seguirá
así por una eternidad.
Pero se detiene.
Mi corazón late en mi garganta, casi derramando mis entrañas en el suelo mientras
Escucho algunos crujidos y luego maldiciones en un idioma extranjero.
¿Podría quedar atrapado en una pesadilla?
Clavo mis uñas en mi muñeca y aprieto hasta que el dolor explota en mi piel. No. No es
una pesadilla. Esta es la realidad.
Las voces ahora son agudas, enojadas y sin frenos. Probablemente no debería mirar,
pero ¿cómo voy a escapar de este horrible episodio de Black Mirror si no veo lo que está
pasando?
Asegurándome de que mi cuerpo todavía está escondido detrás del auto, agarro el
capó y miro a su alrededor. El Mercedes al que dispararon tiene múltiples agujeros de bala
en el parabrisas, pero el cristal no se rompió.
Todas sus puertas están abiertas y, aunque estaba totalmente preparado para
encontrar muertos, el coche está vacío. En cambio, afuera hay tres hombres vestidos con
ropa oscura, todos armados. Dos de ellos van vestidos de traje. Uno es corpulento y rubio
con el ceño fruncido; el otro es delgado y tiene el pelo largo y castaño recogido en la nuca.
Están obligando a un hombre gordito a arrodillarse delante de su tercer compañero.
Lleva una sencilla camisa y pantalones negros. Tiene las mangas arremangadas por
encima de las muñecas, dejando al descubierto un indicio de tatuajes. Una de sus manos
descansa a su costado y la otra apunta con una pistola a la cabeza del gordito.
Sólo puedo ver su perfil lateral, pero es suficiente para decirme que él es el que está
a cargo.
El jefe.
Desde esta distancia, no puedo decir cómo se ve excepto que tiene cabello oscuro y
barba clara. Él también es alto. Tan alto que siento su altura superior incluso desde mi
escondite.
Veo la camioneta que se detuvo detrás de ellos y desearía no haberlo hecho. Dos
hombres están tirados uno encima del otro en el suelo, inmóviles, con la sangre cubriendo
sus rasgos irreconocibles.
La bilis sube a mi garganta e inhalo profundamente para evitar tener arcadas y
revelar mi existencia.
Me distraigo de la vista e ilógicamente me atrae la escena frente a mí cuando ese
idioma extranjero comienza de nuevo. Los dos hombres hablan con el jefe en un idioma
que no reconozco. Creo que es Europa del Este.
"¿Quien te envio?" pregunta Bossman con acento ruso y trago ante el poder tranquilo
detrás de sus palabras. No grita, no patea ni golpea, pero suena como la peor amenaza
de todas.
"Vete a la mierda, Volkov", gruñe Chubby Man con voz con acento italiano.
“Esa no es la respuesta correcta. ¿Me vas a dar uno o debería hacerlo?
¿Ir tras tu familia una vez que termine contigo?
El sudor brota en las sienes del gordito y maldice en italiano, que sí reconozco. Es
el único otro idioma que hablo además del inglés.
"¿Qué es para ti?" Chubby Man se contrae mucho.

“Esa no es la respuesta. "Supongo que preferirías que vaya tras tu familia".
"No. ¡Esperar!"
"Última oportunidad".
“El jefe quería vigilar…” Chubby Man no termina su frase antes de que el jefe apriete el
gatillo.
El disparo resuena en el aire con inquietante finalidad.
Me tapo la boca con ambas manos para evitar gritar. Mi
Se me revuelve el estómago, a punto de vomitar la manzana que cené.
Los ojos vacíos del hombre se vuelven hacia la parte posterior de su cabeza sin vida
mientras cae al suelo. Bossman deja que la mano que sostiene el arma caiga inerte a su
costado. Sus ojos suaves están enfocados en el cadáver como si fuera polvo en su zapato de
cuero. Su expresión sigue siendo la misma: un poco concentrada, un poco aburrida y
absolutamente monstruosa.
Acaba de ejecutar a un hombre a sangre fría y no reacciona.
Eso es incluso más aterrador que el acto en sí.
Justo cuando estoy a punto de vomitar la cena, su cabeza se inclina hacia un lado.
Hacia mi.
2
LIA
Estoy congelado.
Mis extremidades se han convertido en piedra y mi cuerpo no sigue las órdenes de

mi cerebro de moverse.
Huir.
Sobrevivir.
Tentáculos de miedo envuelven mi caja torácica, manteniéndome aprisionada en el lugar.
Y esa ni siquiera es la parte más extraña.

Decir que no tengo miedo del arma que tiene en la mano sería mentir. No había estado tan
cerca de un arma desde que me mudé a Nueva York y adopté un estilo de vida completamente
diferente. Sin embargo, eso no es lo que me quita el aliento y me quema los pulmones.
Eso no es lo que clava dagas oxidadas en mi pecho y prohíbe a mi cuerpo

de actuar según las órdenes de mi cerebro.
Es el hielo profundo en sus ojos grises.
Son tan duros e implacables como el invierno, tan fríos también, con el único propósito de
erradicar cualquier vida en su camino.
Me mira con silenciosa aprensión. No está mirando ni frunciendo el ceño, pero la amenaza está
ahí.
En su silencio.
En el hecho de que sabía mirar directamente en mi dirección como si estuviera

Sé que estuve allí todo el tiempo.
Un miedo paralizante afloja mis extremidades y una inyección de instinto de supervivencia
irrumpe en mi caja torácica. Es como si estuviera de vuelta en esa caja negra, encerrada, abandonada
completamente sola, y la única forma de seguir con vida es cavando para salir.
Siempre he usado ese recuerdo de la infancia como mi momento más oscuro, el
único momento con el que comparo todo. Los golpes, las conversaciones a mis espaldas,
el acoso. Todo ello.
Pero siento que esta situación avergonzará ese momento. sobreviví

la otra vez, pero mis posibilidades de salir vivo de esto son escasas o nulas.
Aun así, me quedo con las piernas temblorosas y me lanzo detrás de los vagones, con la esperanza
de llegar al ascensor y...
No he dado ni dos pasos antes de que un fuerte agarre envuelva mi parte superior.
brazo y me tiran hacia atrás con una mano en la boca.
No me detengo a mirar quién es.
Una oleada de vida burbujea en mis venas y me retuerzo, golpeando y mordiendo la
mano. Mis movimientos son frenéticos y nada calculados. Dudo que esté haciendo algún
daño, pero no me detengo a pensar en eso. No dejo de dejar que me hagan daño.
En mi intento por liberarme, el corpulento rubio me arrastra hasta el lugar donde

ocurrió el asesinato. Mis entrañas se sacuden al ver al hombre muerto con un agujero en
la frente, tirado en el suelo. Mis luchas aumentan de volumen y pateo y rasco, murmurando
mis gritos de ayuda que simplemente suenan como el sonido feo de una película de terror.
El metal frío golpea mi frente y todo mi cuerpo se afloja. Estoy parado frente a su
jefe con su mirada impenetrable, sus ojos helados de color ceniza taladrándome. Mi
corazón late con fuerza y mis labios tiemblan bajo la mano que silencia mi voz.
Así de cerca, es aún más llamativo, pero de una manera tranquila, como el
Raras personas atractivas que no quieren destacar entre la multitud.
¿Me va a matar ahora como lo hizo con ese hombre? Si tengo alguna duda, el
completo desprecio en su mirada en blanco la borra.
Este hombre es capaz de matar a innumerables personas sin pensarlo dos veces.
Es capaz de acabar con vidas y marcharse como si nada.
"Kolya va a quitarle la mano y tú te quedarás callado", dice con toda naturalidad,

como si me estuviera invitando a tomar el té. "Si no lo haces, tendré que hacerte callar
usando otros métodos".
Mi cara debe estar tan pálida como las luces blancas de neón del cielo. Lo único en
lo que sigo pensando es en el metal que ahora está conectado a mi frente y que pronto
correré el mismo destino que el italiano.
“No, si lo entiendes”, continúa con su tono imperturbable.
¿Qué opción tengo excepto estar de acuerdo? Ciertamente no quiero encontrar
cuáles son sus "otros métodos".
Asiento, pero él me mira por un momento demasiado largo, robándome todo el aire de
mis pulmones. Creo que no me ha visto asentir o algo así, pero luego inclina la cabeza hacia
el hombre que está detrás de mí. Kolya, dijo que se llama.
El hombre me suelta así sin más y me deja delante de su jefe.
Masajeo el lugar donde me agarró, sintiendo que ya se está formando un hematoma.
Hago todo lo posible por no mirar de reojo, porque si veo los cadáveres, empezaré a vomitar.
El jefe me estudia durante un largo segundo, su mirada se desliza de mi

cara a mi brazo. Dejo caer mi mano, obligándola a permanecer quieta a mi lado.
"Pelea o grita y no te gustarán las consecuencias". Clava el arma más profundamente
en mi frente, apuntando a la punta.
"Oestá bien." Sueno como un gatito asustado.
Y yo soy.
Estos hombres simplemente mataron gente. ¿Por qué mi destino sería diferente?
Arrastra su arma por el hueco de mi mejilla. Trago, y no es sólo por el arma mortal. La
forma en que observa cómo el metal se desliza hacia abajo parece ser nada menos que
anticipación.
La observación es ardiente, incluso invasiva, como si me estuviera evaluando y
contemplando si debería desperdiciar una bala conmigo.
Si quiero salir vivo de esto, tengo que ser inteligente al respecto. Necesito
negociar mi salida de esta situación lo mejor que pueda.
"Haré como si no vi nada". Mi voz tiembla, aunque trato de sonar lo más segura y
neutral posible.
"¿Lo harás ahora?" Su tono no es burlón, pero sugiere que no cree ni una palabra de
lo que digo. “¿Estás seguro de que no llamarás al 911 tan pronto como gires la esquina?”
Mis labios se abren. Debería haberme dado cuenta de que él se daría cuenta de eso.
Quiero decir, sí, por supuesto que llamaré a la policía. ¿Quién en su sano juicio sería testigo
de un asesinato (un triple, además) y permanecería callado al respecto?
Al recordar a los hombres muertos, mi estómago se retuerce, ondulando por la tensión,
y muerdo el sabor de las náuseas.
"Sí", susurro.
"¿Cómo es que no te creo?" El ritmo lento de su voz implica que no sólo piensa que
estoy mintiendo, sino que también encuentra ridícula la idea de que pensé que podía
engañarlo.
¿Sabes que? Al diablo con la justicia ahora mismo. Sólo necesito salvarme.
La justicia no podrá hacerlo por mí.
"Realmente no lo haré", lo digo en serio esta vez, porque realmente no tengo planes
de conspirar contra él considerando que la posibilidad de que nos disparen pende entre
nosotros como una guillotina.
"¿Cómo te llamas?" pregunta de la nada, tomándome completamente por sorpresa.
Pienso en un nombre falso para darle, porque cuanto menos sepa de mí, mejor. Pero
antes de que pueda abrir la boca, me levanta la barbilla con el arma. “Y no me mientas”.
Tengo mis maneras de encontrar la verdad, y si te pillo mintiendo, será tu primer y último
golpe.
"Lia", dejo escapar, el miedo se apodera de mí. "Mi nombre es Lía".
“Lía… ", saca mi nombre de su lengua con su acento, como si eso fuera
darle significado. "¿Entonces fingirás que no viste nada esta noche, Lia?"
Asiento más veces de las necesarias, mi barbilla golpea el arma con cada movimiento
y las náuseas retroceden en mi estómago.
“¿Cómo me aseguraré de ello?”
"Tú… "Puedes confiar en mi."
Sus labios se mueven y me encuentro conteniendo la respiración, esperando que la
sonrisa se libere, pero nunca lo hace. Parece atrapada en algún lugar fuera de su alcance,
al igual que el resto de sus emociones. "¿Confiar en ti? Seguramente incluso tú te das
cuenta de lo absurdo que suena.
“Hay cámaras de vigilancia”, espeto de nuevo. Quiero decirle que la policía se
enterará de los asesinatos (y del mío) si decide seguir adelante.
“No te preocupes por eso. No son de carne y hueso y, por tanto,

se puede abordar con prontitud. "El tema de discusión actual eres tú".
Un humano. Puede lastimar carne y huesos.
Su amenaza subyacente se eleva en el aire y rápidamente atraviesa mis nervios
confusos.
Me devano los sesos antes de finalmente susurrar: "Yo... Tengo dinero. Que no es
mucho, pero... "
“¿Parezco alguien que necesita tu dinero?”
Entonces lo miro fijamente, realmente lo miro fijamente. En sus pantalones
planchados y su elegante camisa. En sus zapatos de cuero y en el costoso reloj que
llevaba en la muñeca. Definitivamente no parece alguien que necesite dinero. Sin embargo,
lo precisó. Dijo que no necesita mi dinero, como si eso tuviera una categoría propia.
Desliza la punta de su arma hacia mi boca y me estremezco al recordar

exactamente donde estaba ese hocico sólo unos segundos antes.
“Mantendrás estos labios cerrados. Olvidarás todas nuestras caras”.
Asiento dócilmente. Mi único objetivo es escapar de su órbita arremolinada que es más
helada que el invierno exterior.
"Si dejas salir aunque sea una sola palabra, lo sabré, y créeme, lo sabrás".
No me gustará lo que pase, Lia. De hecho, no te gustará en lo más mínimo”.
Un estallido de miedo junta mis omóplatos y lo miro fijamente.
estupefacto. ¿Cómo lo sabrá? ¿Cómo va a ser eso posible?
"¿Está claro?" Habla despacio, sin prisas, cimentando sus palabras.
Asiento con la cabeza.
Saca su arma y dejo escapar un largo suspiro.

"Usa tus palabras, Lia".
"Sí." Mi voz es apenas un susurro.
"Diga: 'Sí, lo entiendo'".
"Sí… "Entiendo."
Me alcanza con la otra mano y me congelo cuando sus dedos reemplazan su arma,
deslizándose suavemente sobre mis labios. Las llamas estallan en mi piel, a pesar de que su toque
es como cruzarse con la muerte. Literal y figurativamente.
"Estos labios permanecerán cerrados".

Se me atasca la garganta y no puedo emitir ningún sonido ni siquiera asentir con la cabeza.
Me libera tan rápido como me agarró y una ola de frío baña el fuego anterior, apagándolo de
un solo golpe.
El jefe inclina la cabeza hacia el ascensor. "Ir."
Por un segundo, no creo lo que ha dicho, que simplemente me está dejando
ir. Doy un paso vacilante hacia atrás, esperando que se abalanza sobre mí.
No hace ningún movimiento para seguirlo.
Retrocedo otros dos pasos, sin romper el contacto visual. Cuando el
no se mueve, corro hacia el ascensor y presiono el botón de llamada.
Mi mirada frenética todavía está sobre él.
El extraño.
El puto extraño aterrador.
Él permanece como lo dejé, su arma inmóvil a su lado y su atención en mí como si estuviera
contemplando si debería o no dispararme en la cara de todos modos.
El ascensor finalmente se abre y entro corriendo, conteniendo la respiración y

temblando incontrolablemente mientras presiono el número y código de mi piso. Extraño la
primera vez debido a mis dedos temblorosos y mis pensamientos dispersos. Tengo que
intentarlo nuevamente antes de que se acepte mi contraseña.
Cuando la puerta finalmente se cierra, me deslizo hasta el suelo y vacío mi
estómago en medio del ascensor.
Él no me mató. No me metió una bala en la cabeza.
Entonces, ¿por qué siento que acabo de firmar mi certificado de defunción?
3
LIA
Ha pasado una semana desde el día en que presencié cómo mataban a tres personas y
De alguna manera terminó intacto.
Toda una maldita semana mordiéndome las uñas, mirando las ventanillas y
teniendo una obsesión enfermiza con el espejo retrovisor cada vez que conduzco.
Se suponía que debía tomarme un tiempo libre antes de volver a ensayar el próximo
ballet, pero he estado en una montaña rusa peor que si hubiéramos tenido espectáculos
consecutivos.
A primera vista, podría parecer una paranoia tonta. Después de que me dejó ir,
puede parecer que sólo me estoy obsesionando por la oleada de adrenalina que
experimenté esa noche.
No es paranoia.
Lejos de ahi.
No soy idiota. Soy muy consciente de que esa noche no fue el final. Si
Cualquier cosa, es el comienzo de algo feo sobre lo que no tengo control.
Dudé conmigo mismo en decírselo a la policía, pero rápidamente ahuyenté esa
idea. Le creí cuando dijo que lo sabría si hablaba. Le creí cuando dijo que las
consecuencias serían nefastas.
Después de todo, lo vi asesinar a un hombre a sangre fría y sin pestañear. Ese
tipo de persona es capaz de hacerlo peor.
Para cimentar mis teorías, al día siguiente corrí al área de recepción después de
pasar una noche sin dormir dando vueltas en la cama. Le pregunté al recepcionista si
había pasado algo en el aparcamiento, pero se limitó a mirarme como si fuera una vieja
bruja loca. Le rogué que bajara conmigo y cuando llegamos no había nada. Nada.
No esperaba que el auto o los cuerpos se quedaran allí, pero al menos pensé que
habría algo de sangre, algunas balas, alguna evidencia de lo que había presenciado.
Sin embargo, el lugar fue limpiado.

Lo único que quedó fue un indicio de las marcas de neumáticos negros, e incluso esas no
eran completamente visibles.
Consideré que mi mente podría haber estado jugando un juego enfermizo conmigo. Eso
es lo que hace cuando todo llega a ser demasiado. Mis demonios salen a jugar y mi subconsciente
entra en guerra con mi consciente, torturándome con mi propia cabeza.
Pero eso no podría ser posible en esta situación.

En aquel entonces probé mis receptores del dolor. Sé que no fue una alucinación.
El punto es que alguien que pueda ocultar triples asesinatos de la noche a la mañana
seguramente podrá descubrirlo si hablo con la policía.
Y no estaba dispuesto a sacrificarme por la justicia.
Pero llamé a Luca. Como sospecho que el extraño y sus hombres pertenecen a algún tipo
de organización criminal, pensé que sabría algo y me diría cómo protegerme.
Pero incluso Luca ha estado desaparecido.
Si bien no es extraño que desaparezca de la faz de la tierra durante meses seguidos, el

hecho de que no responda mis llamadas o correos electrónicos solo ha logrado aumentar mis
niveles de paranoia y ansiedad.
Puedo contar con una mano las horas que he podido dormir la semana pasada, incluso
con la ayuda de pastillas. Mis pesadillas se han magnificado y se han salido de control, tuve
parálisis del sueño y el miedo me dejó llorando todo el día.
Si esto continúa, daré marcha atrás antes de lo que esperaba.

Inhalando profundamente, camino detrás del escenario. Mientras todo lo demás está fuera
de control, hay una cosa que no lo es.
Ballet.
Llevo un leotardo rosa suave con cierre a presión y una falda negra corta, además
de mis zapatillas de punta color marfil desgastadas. Normalmente los uso en casa durante
semanas antes de ensayar con ellos o usarlos en un espectáculo oficial.
Se vuelven más flexibles con el tiempo y me ayudan a subir
punta, especialmente cuando tengo un ensayo riguroso, como hoy.
Todos los bailarines están en el escenario mientras Philippe y Stephanie hablan sobre la
coreografía. Otros bailarines odian la naturaleza perfeccionista de Philippe, pero a mí me
encanta. Respeta demasiado el arte como para dejarlos holgazanear. Además, Giselle
recientemente trabajó en el Royal Ballet, ganando reconocimiento internacional, y no se detendrá
ante nada para superarlo.
Ya somos dos.
Interpretar a Giselle ha sido mi sueño desde que la vi por primera vez cuando era
niña. Encontré magia y desamor en su historia. Esperanza y desesperación. Amor y
muerte. Pensé que era lo más hermoso que podía bailar una bailarina.
Tuve la oportunidad de actuar en Giselle cuando era adolescente, pero sólo como
parte del cuerpo de ballet. No llegué a experimentar esa desesperación y vivir en la
cabeza de una mujer tan traicionada que se escapó en su mente.
Esa historia me llega muy cerca y necesito vivirla, sentirla en lo más profundo de
mis huesos.
Fui primera bailarina en Romeo y Julieta, El lago de los cisnes y, recientemente, El
cascanueces. ¿ Pero Gisela? Giselle será la cima de mi carrera. Algo que les contaré a
mis nietos algún día.
“No hace falta decir”—Philippe nos mira a todos con una de sus miradas
personalizadas, su modo de celebración hace mucho terminó—“Necesito una disciplina
completa y absoluta”. Sin aumento de peso. Sin caras de resaca. No respirar de manera
incorrecta. Si te quedas atrás, quedarás fuera de mi actuación. Quiero ver las posturas
de Des Jolis todo el tiempo o traeré bailarines que me las muestren. ¡Faite vite, allezy!”
Todos se dispersan para calentar, con sus rostros profesionales a la vista.

Ryan está a mi lado mientras estira sus largas piernas. “Otra historia de amor entre tú y
yo. ¿No crees que es el destino?
Mantengo mi atención hacia adelante mientras hago un plié lentamente. Mis tobillos no
han estado palpitando tanto como esa noche, pero todavía siento ese calambre acechando
en mi tendón, esperando desgarrarlo.
"Pensé que tu destino estaba con Hannah, Ryan".
“¿Escucho celos, mi querida Lia?”
Esta vez lo miro fijamente. “Esa es la diferencia entre tú y yo, Ryan. Escuchas
celos. "Escucho, déjame en paz".
No espero a que responda y camino hacia Stephanie para preguntarle sobre una
parte de la coreografía. Su postura es refinada y elegante, todavía tiene la gracia de una
reina a pesar de tener poco más de cincuenta años.
Ella despide a uno de los miembros del personal cuando me acerco a ella y dobla su frágil
brazos sobre su pecho. "Dime."
“¿Tienes la coreografía finalizada para la última parte del primer acto?”
"¿Porque lo preguntas?" Su voz es profunda debido a la cantidad de
Cigarrillos que fuma diariamente.
"Estaba viendo las actuaciones de..."
Ella me interrumpe con un dedo. “¿No dije que no vieras otras actuaciones? ¿Eres una
imitadora, Lia?
"No. Los miro para inspirarme antes de darle mi propio toque.
"él."
"¿Por qué? ¿Estás atrapado en alguna parte?
"Un poco."
"¿Qué parte?"
“Al final del primer acto, justo antes de que Giselle muera, ¿cómo puedo transmitir las
emociones sin ser melodramático?”
“En primer lugar, debes dejar de dirigirte a Giselle en tercera persona. Ella eres tú ahora.
Si no vives dentro de ella, ella no vivirá dentro de ti”. Ella coloca una mano sobre mi pecho. "Si no
le permites consumir tu corazón y tu alma, sólo pasarás a la historia como otra bailarina que
interpretó bastante bien a Giselle".
Las palabras de Stephanie impactaron más fuerte de lo que esperaba. Soy vagamente
consciente de lo que me rodea cuando se abre la puerta del teatro y los productores entran,
acompañados por sus asociados. A menudo nos ven ensayar, aunque a Philippe le disgusta
muchísimo.
"Solo sé esto". Stephanie toma mi mano entre las suyas. “Para ser Giselle, tienes que ser
una bailarina completa y una persona completa. Nadie niega que eres toda una bailarina con una
técnica perfecta y una elegancia de la que se habla en todos los circuitos de ballet, pero ¿eres
una persona completa, Lia?”
Ella me suelta y llama al personal, sin darse cuenta del grillete.
ella simplemente se rompió alrededor de mi tobillo.
Mis inseguridades salen a la superficie, intentando asfixiarme y
tírame hacia abajo.
Al darme la vuelta, guardo todas esas emociones en el fondo de mis entrañas.
Luca dijo una vez que tenía que enfrentar mi pasado para seguir viviendo, pero me negué,
enterrando obstinadamente ese agujero negro y su caja oscura y continuando con mi vida. Me ha
ido muy bien y seguiré haciéndolo, sin importar lo que él o Stephanie digan al respecto.
Después del calentamiento, repasamos la escena inicial. No dejo de moverme ni tomo

descansos. Siento que si lo hago, mi tobillo se dañará. Necesito ver al Dr. Kim al respecto. Ha
estado cuidando mis piernas desde que tuve suficiente dinero para contratarlo como mi médico
tratante. Es el mejor ortopedista que existe y, como alguien cuya hija quiere ser bailarina,
entiende cuánto nos preocupamos por el más mínimo dolor en los tobillos. Pero seguro
que me ahuyentará con un ungüento muscular, como siempre.
Cuando llega el momento de mi entrada, me pongo en el lugar de Giselle. Soy la
criada tímida a la que le encanta bailar sin preocuparse por el mundo. Salto, luego giro,
dejando que la música sinfónica fluya por mis venas.
Dado que es una escena un tanto solitaria, me sacan de mi entorno y vivo en mi
cabeza, una pobre criada que no tiene nada en mente más que bailar. Sin saber que en
su inocencia está atrayendo a un lobo con piel de oveja.
Entonces es cuando lo siento. Estoy a punto de saltar cuando una presencia aguda
me arranca de los confines de mi frágil Giselle.
Por primera vez durante un ensayo, miro fijamente al público. Los productores están
ahí, charlando animadamente entre ellos.
Pero uno no es productor.
Lejos de ahi.
Sus ojos gris oscuro se fijan en los míos y pierdo el equilibrio. Pero lo salvé en el
último segundo, aterrizando de pie en lugar de en puntas como indica la coreografía.
Él está aquí.
El extraño ha regresado.
4
LIA
Dejo de respirar.
Parpadeo una, dos veces, tratando desesperadamente de atribuir esto a otra obra.
de mi imaginación, una manifestación de mis demonios y alucinaciones.
Quizás he agotado tanto mi mente que ha empezado a inventar cosas.
Levantando una mano temblorosa hacia mi muñeca, le hundo las uñas. El dolor explota
en mi tierna piel y mis partes de la boca.
Esto es real.
No estoy soñando ni alucinando. no voy a despertar de esto
pesadilla en un sudor frío. Este es el mundo real.
Unas filas más adelante, el desconocido que me apuntó con una pistola a la cabeza
hace una semana está sentado con los productores. Lleva un abrigo de cachemir gris sobre
su camisa negra y su cabello está peinado, prolijo, como si fuera un director ejecutivo que
acaba de asistir a una reunión. Su comportamiento es sereno, incluso normal.
Pero no hay nada normal en él.
Incluso desde esta distancia, puedo sentir el peligro que emana de él en oleadas y
apuntando dagas directamente a mi pecho. Su expresión es neutral, pero no sería más
aterrador si estuviera frunciendo el ceño. Porque sé lo que esconde esa fachada, lo que
realmente se esconde debajo de la superficie.
Un asesino.
Uno letal y de corazón frío, que no dudaría en apretar el gatillo.
¿Cambió de opinión y vino a matarme después de todo?

¿Será este mi último baile antes de conocer el destino de los hombres de esa noche?
Me tiemblan las piernas y estoy a un segundo de desplomarme de cara o
Vomitando la ensalada que comí en el almuerzo.
“¡Lía!” La voz impaciente de Philippe resuena en el aire, tirando de mí.
volver al presente. En mi estupor, olvidé que me detuve a mitad del movimiento.
¿Qué demonios? Es una novedad y no pasa desapercibido. Los otros bailarines me

fruncen el ceño como si los lastimara personalmente. Philippe y Stephanie me miran
desconcertados, porque saben que no soy del tipo que pierde la concentración o se distrae.
No cuando se trata de ballet.

"Lo lamento." Dejo escapar un largo suspiro. "Vamos de nuevo, por favor".
No confío en mí mismo para no derrumbarme aquí y ahora si sigo mirándolo o
imaginando su arma apuntando a mi cabeza. Así que me refugio en lo único que me da
alegría: bailar.
Mis movimientos no son tan fluidos como me gustaría, pero es imposible forzarme a
entrar en ese espacio mental. No cuando el temor y el miedo como nunca antes había sentido
continúan disparándome desde todas direcciones.
Cuando quedé atrapado en esa caja negra, creí saber lo que se sentía el miedo.
Como. Estaba oscuro y apretado y me hizo mojarme.
Pero eso estaba lejos de lo que estoy experimentando ahora. Fear se ha convertido en
un extraño alto, de cabello oscuro, con terroríficos ojos grises y un arma letal.
Intento con todas mis fuerzas ignorar a los espectadores, como siempre lo he hecho,
pero es casi imposible cuando sé que él está allí, observando, contemplando, esperando su
momento hasta que decide abalanzarse sobre mí.
Nunca presto atención al público, porque interfiere con mi actuación y mi interpretación
de las emociones del personaje. La única vez que los miro es cuando termino y todo está
terminado.
Ahora es diferente.
Ahora, puedo sentir sus intensos y fríos ojos perforándome y mirando dentro de mi
cabeza. En cierto modo, siento como si todos los demás hubieran desaparecido y él es la
única presencia que puedo sentir. La única persona que me está mirando.
Al igual que Albrecht estaba mirando a Giselle ese día y se enamoró de ella.
Ese pensamiento me provoca un escalofrío en los huesos, pero mis pies no flaquean. No vuelvo a
perder el equilibrio. En todo caso, me convierto en una con la música y, como dijo Stephanie, dejo que
Giselle se apodere de mí. La dejé ser una tonta ingenua que baila en el bosque. La única diferencia es
que soy muy consciente de quién me está mirando, más que consciente. Sé que sus ojos están
observando cada uno de mis movimientos.
En lugar de disuadirme, el pensamiento me permite dejarlo ir por completo.

Estoy en caída libre como una pluma, deshuesada y suspendida de mi cuerpo.
realidad física.
Me pongo en punta más de lo especificado en la coreografía y doy mi actuación del
año. Ni siquiera sé qué me pasa. ¿Es el hecho de que este podría ser mi último baile? ¿O
quiero mostrarle mi pasión por lo que hago, esperando que tenga piedad y me deje ir?
De cualquier manera, no me detengo ni me contengo. Lo doy todo, llevando mis

músculos al límite.
Cuando termino, me quedo en cuarta posición, recuperando el aliento. Philippe me
aplaude y de inmediato me devuelven al presente. El hechizo se rompe, el mundo y la
gente regresan con una sinfonía de sonidos y charlas. Por alguna extraña razón, extraño
el estado en el que solo estaba yo. Me doy vuelta y encuentro al director listo para un
abrazo.
“¡Bravo, cariño! "Esta es mi Lía". Señala su antebrazo. "Me das escalofríos".
"Gracias", murmuro.
Stephanie me frota el brazo. "Te volviste uno con ella, ¿no?"
"Creo que sí." Sigo hablando en voz baja, sin querer cierta
alguien de la audiencia para escuchar.
Echo un vistazo alrededor del teatro y encuentro el asiento del extraño al lado de
nuestro productor, Matt, vacío. Lo busco por si ha cambiado de lugar, pero no se le ve por
ningún lado.
Un largo suspiro sale de mis pulmones. Tal vez él no vino por mí después de todo.
¿O tal vez mi plan funcionó y vio cuánto amo el ballet?
Aunque lo dudo.
Es del tipo que destruye las cosas en lugar de preservarlas. Por qué
¿Mi pasión sería diferente?
Después de terminar el ensayo, me dirijo a mi camerino para tomar una ducha
caliente antes de irme. Me vendría bien una taza de té y un poco de televisión sin sentido
ahora mismo.
Mis extremidades todavía tiemblan por la repentina reaparición del extraño y estoy
mareado, como si estuviera caminando sobre las nubes.
Mi mente está en otra parte cuando abro la puerta de mi camerino y
ciérralo detrás de mí. Entonces es cuando siento que algo anda mal.
Con cautela, me doy la vuelta y jadeo, llevándome las manos a la boca, cuando lo
encuentro parado junto a mi tocador, pasando los dedos por las joyas y los productos de
maquillaje esparcidos junto al espejo.
Si pensaba que era intimidante cuando estaba sentado a varias filas de distancia entre
el público, es tremendamente aterrador de cerca. Casi puedo sentir el cañón de su fría pistola
apoyada contra mi frente, lista para disparar y destrozarme.
Sin pensarlo dos veces, me doy vuelta para huir, mis manos sudorosas agarran el pomo
de la puerta.
"No lo recomendaría", dice casualmente. "Eso me hará usar la violencia y preferiría no
lastimar esa piel clara, Lia".
El sonido de mi nombre saliendo de su lengua envía nuevos zarcillos de miedo a través
de mí. Es como si su misión fuera aumentar la intensidad de esas emociones en mí.
Mi barbilla tiembla cuando suelto el pomo de la puerta y giro lentamente, mis zapatillas
de ballet resbalando contra el suelo. Sé que debería huir, pero al mismo tiempo soy muy
consciente de que sus amenazas no son vanas. Mató a alguien, o a tres, ¿cuál es una adición
más a su lista?
Todavía está frente a mi tocador, pero dejó de revisar mis cosas y ahora está de pie, con
una mano en el bolsillo de sus pantalones negros y la otra a su lado. Casi olvido lo alto y ancho
que es, cómo su físico puede devorar toda la atmósfera y el oxígeno que la acompaña.
Lo más aterrador de él no es su arma, que estoy seguro está escondida en alguna parte.
Es la calma absoluta grabada en sus hermosos rasgos cuando está a punto de usar esa arma.
Es su composición completa en este momento mientras tiemblo como una hoja en un huracán.
Él es ese huracán que destroza la vida de las personas sin que les afecte en lo más mínimo.
“¿Cómo llegaste aquí?” Agradezco que mi voz no traicione mis emociones dispersas.
“No creo que esa sea la pregunta que quieras hacer, Lia. ¿No deberías
¿ Estarás más preocupado por por qué estoy aquí?
“¿Vas a matarme?” Susurro, ahogándome con las palabras.
"¿Por qué? ¿Has estado hablando?
"No. "Lo juro."
"Soy consciente de que no lo has hecho, o no estaríamos aquí".
Él sabe que he mantenido la boca cerrada, pero todavía está usando el factor incentivo
para acorralarme. Estoy muy agradecido de no haber decidido jugar al detective.
Si bien las muertes de esos hombres no deberían pasar desapercibidas y no he dejado de
tener pesadillas sobre ellos, tampoco quiero morir. todavía tengo tantos
cosas que hacer y me niego a ser un peón indispensable en el ajedrez de otra persona.
Sin embargo, el hecho de que esté aquí sabiendo que no hablé significa que no ha
terminado conmigo.
Ni siquiera cerca.
Y darme cuenta de eso, aunque lo he estado contemplando todo este tiempo,
Hace que mi columna se convierta en una línea dolorosa.
“¿Vas a hacerme daño?” Mi voz es pequeña, revelando los erráticos latidos de mi

corazón.
"Depende".
"¿En que?"
"Sobre tu capacidad para seguir órdenes".
“¿Qqué órdenes?”
"Cena conmigo, Lia".
"¿Qué?" Quise estallar, pero sale como un murmullo desconcertado. ¿Este asesino/
extraño/el que amenazó y continúa amenazando mi vida me acaba de invitar a cenar con él?
Su rostro sigue siendo el mismo, atrapado en esa eterna calma que sólo a los monjes
se les debería permitir tener. "Cena, algo donde la gente come y habla".
“Sé lo que es la cena. Yo solo… Simplemente no sé por qué diablos me preguntas eso”.
“Ya respondí esa pregunta. Hablar."

"¿Acerca de?"
"Lo sabrás una vez que cenemos".
“¿No podemos hablar aquí?”
"No."
Es una sola palabra, pero está tan cerrada que sé que ya no entretiene mis preguntas.
Aún así, tengo que preguntar esto: "¿Qué pasa si no quiero?"

"Como dije, tu seguridad depende de tu capacidad para seguir órdenes, Lia".
Trago ante la sutil amenaza en su tono. Su mensaje es claro. Si no ceno con él, actuará
según esa amenaza. Peor aún, podría incluso terminar lo que empezó hace una semana.
“Hubiera sido más fácil llevarte a un sitio de construcción sin terminar o tenderte una
emboscada en tu edificio de apartamentos, pero te ofrezco cenar en un restaurante con gente
alrededor. Eres lo suficientemente inteligente como para darte cuenta de la diferencia, ¿no?
La diferencia entre lastimarse y no. Mi capacidad para seguir con vida y todo lo
contrario.
Si bien todo en mí se rebela contra la idea de ir a cualquier parte con él, mi instinto
de supervivencia se acelera.
Definitivamente cenar es mucho mejor que morir en un estacionamiento y que
desaparezcan todos los rastros por la mañana.
Además, antes despertó algo dentro de mí simplemente sentándose entre el
público. Lo atribuí a una coincidencia, pero ahora que está parado frente a mí, mis
piernas hormiguean por la necesidad de moverme, de hacer algo, cualquier cosa.
Si tengo que hacer esto, también podría descubrir por qué alguien como él, un
criminal peligroso, fue capaz de provocar esa reacción en mí.
"Necesito cambiar", digo, evitando con tacto su mirada, no solo por su intensidad,
sino también porque parece mirarme cada vez que hacemos contacto visual.
"Entonces cámbiate".
"Tienes que irte para que yo haga eso".
“¿Y permitirte pedir ayuda o escapar? "No me parece."
“No pediré ayuda. Si esa fuera una opción, ya lo habría hecho”.
“Ya lo habrías hecho”, repite, pasando las palabras por su lengua con ese acento
pecaminoso.
“Sí, y yo tampoco escaparé. Sólo hay una puerta”.
"Hay una ventana en el baño por la que puedes entrar".
Dios. Ya repasó todo este lugar, ¿no?
“No escaparé. Solo vamos. Espera afuera de la puerta”.
Tira de la silla y se sienta, sus largas piernas se estiran frente a él antes de cruzarlas
por los tobillos.
“No voy a ninguna parte, Lia. Ahora cambia”.
5
LIA
Mi reacción instintiva es gritar o de alguna manera huir de él.

Pero soy lo suficientemente lógico como para saber que eso no lo disuadirá. En todo caso,
podría (y me pondría) en peligro.
Sin embargo, si cree que estoy cambiando frente a él, se espera otra cosa. Puede que
sea un monstruo aterrador, pero yo no seré su presa voluntaria.
Me aflojo las horquillas del pelo, luego las quito y las tiro sobre el tocador junto a él, no tan
suavemente. Estoy sudando por el ensayo y necesito desesperadamente una ducha, pero eso
tendrá que esperar porque no hay manera de que este extraño y mi cuerpo desnudo existan en
la misma habitación.
Mis mechones oscuros se sueltan, caen sobre mis hombros y resisto la necesidad de
suspirar de alivio.
Está observando cada uno de mis movimientos como lo hacía cuando se sentaba
entre el público. Su mirada se centra en mis acciones en lugar de en mi cuerpo de una
manera mecánica, y aunque no parece estar sopesándome sexualmente, de repente me
siento cohibida por mi falda que apenas cubre la raja de mi trasero. y mi leotardo, que se
amolda a la curva de mis pechos.
Abro mi casillero con manos temblorosas y saco uno de los vestidos que guardo aquí,
luego me lo pongo sobre mi ropa. Levanta una ceja cuando la tela cae sobre mis rodillas. Es
ajustado en la parte superior con una falda amplia.
Le doy lo que estoy seguro parece ser una mirada engreída mientras me alargo para
cerrar la cremallera. El pervertido debió creer que me vería desnuda e incluso se sentó para el
espectáculo, pero simplemente abolí su plan.
Él se levanta y yo me golpeo contra el casillero, mi baile de la victoria se detiene
bruscamente.
"Pensé que habías dicho que ibas a cambiar". Se detiene a un pie de distancia.
Está tan cerca, como ese día cuando me puso el arma en la frente, y aunque el arma
actualmente está ausente, es como si su fría boca estuviera allí otra vez.
Mis sentidos están tan intensificados que siento cada inhalación de aire y la piel de gallina en
mis brazos desnudos. Su olor se dispara directo a mi cabeza y nada me prepara para la sutil mezcla
de maderas y cuero. En la superficie, es un olor inofensivo, pero en él, es una traducción de su
letalidad.
A pesar de mi necesidad de acobardarme, levanto la barbilla. “Cambié”.

"Eso lo hiciste". Me agarra por el hombro y me hace girar.
Luego toma mi mano que todavía está en la cremallera, provocando un escalofrío por mi columna.
Espero que lo baje y me obligue a quitarme el vestido, pero usa mis dedos para subir el cierre.
El sonido resuena en el silencio de la habitación y trago saliva mientras sus labios descienden hasta
el cascarón de mi oreja. “Sería prudente no provocarme. No me gusta y me aseguraré de que a ti
tampoco te guste”.
Me suelta la mano y rápidamente me gira para mirarlo. Es completamente injusto que un
demonio como él tenga un físico tan intimidante y un rostro atractivo.
"¿Debemos?" Hace un gesto hacia la puerta.

Después de ponerme unos zapatos planos, agarré mi abrigo y mi bolso y luego lo seguí.
Afortunadamente, casi todos se han ido. No quiero que me vean en compañía de este extraño.
Pero necesito saber por qué diablos se le permitió entrar a nuestro ensayo. Sólo podrán asistir los
productores y sus asociados seleccionados. Ni siquiera nuestros familiares y amigos pueden entrar.
Aunque estaba sentado al lado de Matt, nuestro productor ejecutivo. ¿Eso significa
que lo conoce?
Me quedo un paso detrás de él, sintiendo que necesito observarlo y saber cuándo hará su
próximo movimiento.
Se detiene abruptamente y choco contra él, mi cabeza choca contra una pared de músculos.
Hago una mueca y doy un paso atrás.
El extraño inclina la cabeza hacia un lado. "Camina a mi lado".
Cuando no hago ningún movimiento para cumplir, continúa: "O puedo retenerme".
contigo con un brazo alrededor de tu cintura”.
"Lo haré", espeto, poniéndome a su lado. No lo miro todo el camino hasta que llegamos al
estacionamiento.
Allí nos espera un Mercedes negro. Es la viva imagen del que vi esa noche, pero no
hay agujeros de bala por ninguna parte.
La puerta del pasajero se abre y el hombre delgado con cabello largo sale y abre la
puerta trasera.
Verlo me trae recuerdos de la semana pasada y necesito todo lo que tengo para no
ceder a las náuseas.
"Tengo mi coche", susurro.
"Dame tus llaves y estará en tu edificio de apartamentos".
"No, gracias." No hay ninguna maldita manera de que le permita a él, o a sus hombres,
cerca de mí más de lo necesario.
Me observa por un momento antes de continuar guiándome hasta su auto. Me hace
entrar suavemente y me sigue. El hombre del pelo largo se sienta en el asiento delantero y
el otro hombre, el corpulento rubio, Kolya, está al volante.
¿Son sus guardias o algo así? ¿Qué clase de hombre es si necesita guardias?
El coche sale del aparcamiento y yo vigilo atentamente la ciudad a través de la

ventanilla, intentando memorizar tantas vueltas como sea posible. Si de alguna manera
termino siendo secuestrada, necesito saber adónde diablos me lleva.
"¿Cómo es que no has preguntado por mi nombre?"

Las palabras tranquilamente pronunciadas por el extraño me sacan de mi observación.
Me está mirando con un interés particular que me pone la piel de gallina.
“¿Hace alguna diferencia si lo sé o no?” Intento mantener el veneno fuera de mi voz.
“Supongo que no es así, pero te lo diré de todos modos. Es Adrián Volkov”.

Cierro brevemente los ojos para controlar el dolor. Ahora que sé su nombre,
él nunca me dejará ir. Por alguna razón, siento que he firmado mi destino.
Primero, mi certificado de defunción y ahora, mi destino.
¿Qué más me va a quitar?
El coche se detiene delante de un acogedor restaurante. No sé por qué esperaba que
me llevara a algún restaurante de lujo con lista de espera. Esto es sorprendente, y no en el
buen sentido.
Él sale primero y me ofrece su mano. Estoy a punto de ignorarlo, pero él agarra mi palma y me saca.
Entramos al restaurante y los guardias permanecen afuera en el auto.
El interior del restaurante es tan acogedor como el exterior. La suave iluminación

amarilla proyecta un tono cálido sobre los bancos rojos. Las mesas son de madera oscura
y en las paredes hay múltiples citas creativas sobre comer para el alma. Algunas personas
están dispersas por todas partes, charlando alegremente. Me pregunto si me ayudarán si
digo que el hombre que sostiene mi mano húmeda es un asesino en serie o si ellos mismos
serán asesinados.
El extraño, Adrian, me lleva a una mesa trasera que está separada de otras personas
y lejos de puertas y ventanas. Me doy cuenta de que es a propósito cuando me empuja
hacia el final de la cabina que está cerca de la pared.
Se sienta frente a mí y cuando llega el camarero ni siquiera
Toca el menú mientras dice: "Una botella sin abrir de tu mejor vino".
"Ensalada", susurro, optando por no revisar el menú yo mismo. Cuanto antes salga
de aquí, mejor.
“¿Qué tipo, señorita?”
"El más simple que tienes".
El camarero asiente y se marcha.
Soy muy consciente de que Adrian me observa, con los dedos casualmente
entrelazados sobre la mesa. Son delgados, masculinos y tienen venas grabadas en la
superficie.
Y ahora me los estoy comiendo con los ojos.
No puedo creer que me esté comiendo con los ojos los mismos dedos que apuntaron
una pistola a mi frente. O tal vez los estoy mirando por ese hecho. Sé que existen personas
como él, pero siempre me he preguntado cómo pueden acabar con vidas tan fácilmente.
¿No lo sienten o se han vuelto insensibles a ello como lo hago yo con los que odian?
Sin embargo, cuando tuve esa pregunta, nunca pensé que alguna vez estaría tan
cerca de alguien de su especie.
Adrian golpea con el dedo una vez la superficie de madera. “Tienes una cara
expresiva. "¿Sabías eso, Lía?"
“No, no lo hago”.
"Si tu puedes. Tal vez no sea visible para los demás, pero es casi imposible para ti
ocultar tus emociones”.
“¿Es por eso que me trajiste aquí? ¿Para decirme que tengo una cara expresiva?
“Te dije por qué te traje aquí. Hablar."

"Después habla."
“Preferiría que tú hablaras. "Cuentame más de ti."

"¿Por qué habría de hacer eso?"

"Porque determinará si podrás salir de este restaurante respirando o no".
Mi pecho se sacude y aprieto una servilleta en mis puños para evitar que me tiemblen
las manos. "¿Por qué estás haciendo esto? "Ya me dejaste ir".
La profundidad oscura de sus ojos grises es similar a los profundos cielos nublados:
vacíos, serenos y fríos. “Solo te dejé ir hasta nuevo aviso. Ahora es el momento de ese
aviso. ¿Vas a contarme sobre ti?
No se puede ganar con este imbécil, ¿verdad? Él ya vino con un propósito y no
parará hasta cumplirlo.
"¿Que quieres saber?" Grito para que termine con esto y me deje ir.
“No quiero saber nada en ese tono. "Repite la pregunta sin la parte de enojo".
"¿Disfrutas esto?"
"¿Qué?"
"Ser la muerte sobre la vida de los demás".
“No, si puedo evitarlo, no. Ser la Parca en realidad no me da respuestas... “sólo
cuerpos”.
Un nudo se forma en mi garganta y me pongo rígido ante su amenaza tácita.
El camarero regresa con una botella de vino y mi ensalada. Adrian le hace un gesto
para que se vaya cuando opta por abrir la botella.
En cuanto el camarero se va, lo hace con movimientos seguros. No se apresura ni
se pone nervioso, como la típica persona que tiene confianza en sí mismo y en su entorno.
Si bien normalmente soy igual en mi propio mundo, parece que pierdo toda mi confianza
en su compañía.
Supongo que estar a punta de pistola hará eso.
Adrian me sirve un vaso y otro para él, y aunque no planeaba beber, necesito algo
de coraje líquido ahora mismo.
Tomo un largo sorbo y luego suspiro. "¿Que quieres saber?"
"¿Cual es tu apellido?"
“Estoy seguro de que podrías haberlo descubierto por tu cuenta. Está por toda la
sala de ensayo”.
"O podría fácilmente realizar una verificación de antecedentes tuyos para averiguarlo
todo".
Mi cabeza se inclina ante eso. Me está diciendo, sin decirlo, que es lo suficientemente
poderoso como para descubrir lo que quiera sobre mí.
Tomo otro sorbo de vino. "¿Eso significa que aún no lo has hecho?"
"No te importaría si lo he hecho o no".
“Por supuesto que sí”.
“No, no lo haría. Para mí hace una diferencia porque adquiriría información. Tú, sin
embargo, no tienes nada que perder o ganar”.
"Tengo todo que perder contigo".
Golpea la mesa con el dedo índice y los labios se torcen, pero como la otra vez, no sonríe.
“Eres lo suficientemente inteligente como para reconocer eso.
Continúe siendo inteligente y responda mi pregunta”.
"Morelli." Clavo el tenedor en la ensalada y me la llevo a la boca, masticando con
agresividad.
“Lía Morelli. “¿Naciste en Estados Unidos o en Italia?”
"Italia."
"¿Ambos padres italianos?"
“Mamá era estadounidense. Papá era italiano”.
"¿Ambos muertos?"
"Sí", espeto, tragando lo que queda en el vaso de una sola vez. “¿Ha terminado tu
interrogatorio?”
"Ese es uno." Toma un sorbo pausado de su vino.
"¿Uno?"
“Un golpe. "Te dije que no me hablaras en ese tono".
“¿En qué tono debería hablar entonces? ¿Existe un maldito manual sobre cómo hablar
con un asesino? Silbo la última palabra en voz baja.
"Dos. Y aunque no hay ningún manual, deberías usar esa inteligente cabeza tuya y no
provocarme.
Agarro la botella y la sirvo hasta que el vaso casi se desborda. Algunas mesas circundantes
se quedan boquiabiertas ante mi falta de modales, pero ya no me importa. Estoy furiosa, y cuanto
más indaga sobre mi pasado, más rápido pican las heridas que he mantenido escondidas,
desgarrando los puntos para liberarlas.
“¿Cómo murieron tus padres?” pregunta muy lánguidamente, obviamente no.
leyendo mi estado de ánimo. O tal vez pregunta a pesar de ello.
Probablemente esté disfrutando esto.
Suspirando, digo: "Un accidente".
"¿Qué tipo de accidente?"
"Asfixia por gas". Las palabras salen de mi garganta en un doloroso susurro.
Mis dedos tiemblan alrededor de la copa de vino cuando me la llevo a los labios. No
Quiero pensar en ese momento, pero mis demonios se arremolinan desde el fondo, envolviendo
sus tentáculos con fuerza alrededor de mi garganta.
"Respira, Lía". Una mano se apoya contra la mía, tirando de ella y del vaso hacia abajo
para descansar sobre la mesa.
Entonces es cuando me doy cuenta de que estoy haciendo una bola con la otra mano y que la humedad
me pica los párpados.
Lo miro fijamente, la eterna calma que hay en sus ojos a pesar del caos.
le imponen simplemente unas pocas preguntas. "¿Por qué estás haciendo esto?"
"Para llegar a conocerte."
“No se puede obligar a alguien a hablar de su vida. Eso no va a llegar a
"Conocerlos."
"Es para mi."
"Entonces, ¿no debería conocerte también?"
Él retira su mano de la mía. "Si quieres."
"¿Esto significa que puedo hacerte preguntas?"
"Seguro."
"¿Que haces exactamente?" Probablemente no debería intentar saber más sobre él, pero
ya sé su nombre. Si quiero sobrevivir, necesito investigar más a fondo quién es él y qué hace.
"Soy un estratega".
“¿Un estratega que mata?” Bajo la voz.
Sus labios se curvan en una pequeña sonrisa mientras inclina su vaso hacia mí. "Exactamente."
“¿Un estratega para quién?”
"No creo que hubiera ninguna diferencia si lo supieras".
"Dijiste que podía hacer preguntas".
“Nunca dije que las respondería todas”.
"No es justo."
“Lo justo es para los débiles, Lia. Has estado en un mundo monstruoso el tiempo suficiente
para darte cuenta de que la justicia en realidad no existe.
"Existe, incluso si personas como usted están haciendo todo lo posible para borrarlo".
Él levanta una ceja mientras agita su vino. "¿Gente como yo?"
"Sabes."
"No en realidad no. ¿Por qué no me iluminas?
"Criminales".
“Criminales. "Interesante analogía".
"No es una analogía cuando es verdad". Me empujo hacia atrás contra mi asiento de cuero
sintético, renunciando a la ensalada y bebiendo el vino. esta ayudando a
Afloja los nervios que han estado en alerta máxima desde que conocí a este hombre.
"Según usted, tal vez."
“Según el mundo. " Mataste gente".
"Gente como yo, criminales según tus palabras".
"Eso no te convierte en un héroe".
“Un héroe es lo último que quiero ser. El altruismo nunca ha sido lo mío”.
“¿Entonces preferirías ser el villano?”

"Un villano es el héroe de su propia historia, así que ¿por qué no?"
"El villano siempre pierde".
“En las películas de Disney. Quizás en tus actuaciones de ballet. En la vida real,
sin embargo, el villano es el que siempre gana”.
Este hombre no tiene ningún respeto por la moralidad o las normas sociales.
Si bien no me sorprende que existan personas así, solo las conocí en el ballet. Los
rencorosos y malos niños y niñas. Nunca he conocido a una persona con una mentalidad
destructiva que no dudaría en usar un arma.
Lo hace aún más peligroso.
Levanto la barbilla. “¿Pero no te mataría eventualmente un villano como tú?”
"Probablemente. Hasta entonces, haré lo que mejor hago”.

"¿Cual es?"
“Nada de lo que debas preocuparte. Todavía. Ahora, volviendo a ti, primera bailarina,
¿cuándo viniste a Estados Unidos?
Vacío la mitad del vaso, necesito relajar más mis nervios. "Cuando tenía cinco años".
"¿Con quién?"
“Mi abuela me crió”.
"El americano, supongo."
"Sí."
“¿Sigue viva?”
"Ella falleció hace unos años".
"Lo lamento." No parece arrepentido en absoluto. Es más como esos
La gente ofrece condolencias apáticas.
"Si lo lamentaras, dejarías de hacerme estas preguntas".
“¿Algún otro miembro de la familia?” Continúa como si yo no hubiera dicho nada.
"Ninguno."
"¿Amigos?"
"No." Termino el vino, negándome a contarle sobre Luca. Ese es mi secreto para el
mundo.
Desliza su vaso sobre la mesa y una vez más me siento atraído por los dedos
masculinos y cómo lo envuelven casualmente, cómo su indiferencia es tan impresionante
como sus acciones. "Entiendo ahora."
Sirvo más vino para evitar comerlo con los ojos. “¿Entender qué?”
“La soledad en tus ojos. Lograste transformarlo y
tradúcelo con tu lenguaje corporal en el escenario. Eso es muy creativo”.
"No estoy solo." Mi voz baja al final, traicionando mi
actitud defensiva.
"Si tú lo dices."
"No soy . Tengo… Tengo tres millones de seguidores en Instagram”.
"Guau. "Impresionante."
“Deja de burlarte de mí”.
“¿No era esa la reacción que esperabas? Validación por
"¿Mostrando a tus seguidores falsos?"
“No son falsos. Son personas reales”.
"¿Qué saben ellos sobre ti aparte de tus selfies previas al rendimiento y al
entrenamiento?"
“¿Me has estado acosando?”
“Tu Instagram es público. No hubo ningún acoso involucrado. Pero sí, Lia, he pasado
por eso, y creo que es más bien… aburrido."
Mi sangre hierve, burbujeando hacia la superficie, pero murmuro: "No me importa lo
que pienses".
“Pero te importa lo que piensen los demás. Por eso conservas esa página.
Ya sea por la necesidad de algún tipo de validación retorcida o de atención.
Aunque no creo que estés persiguiendo conscientemente esto último”.
¿Cómo puede este hombre leer tanto en los detalles? ¿Cómo llega a profundidades
en las que ni siquiera yo había pensado? Al menos conscientemente.
“¿Estás tratando de demostrar cuánto me tienes? ¿Es asi?"
“No estoy tratando de demostrar nada. Como dije, apenas te estoy conociendo, Lia”.
"¿Y entonces que? Después de conocerme, ¿qué planeas hacer?

"¿Hacerlo conmigo?"
“¿Qué te hace creer que planeo hacer algo?

"No soy idiota. Sé que esto es sólo una fase antes de pasar al siguiente paso”.
Hace una pausa con la copa de vino a medio camino de los labios. "Qué es lo que tú
“¿Crees que lo haré?”
"¿Fóllame?"
"Eventualmente."
Una sola palabra, aunque pronunciada con calma, destroza mi mundo y lo astilla en un
millón de sangrientos pedazos. Mi estómago se hunde con una mezcla de sentimientos. Existe
un fuerte sabor a decepción, pero eso no es todo.
Mariposas malévolas arañan mi piel con una oscura sensación de embeleso.
Todas las pesadillas que tuve después de esa noche comenzaron a pasar por mi mente.
Las imágenes oscuras y borrosas se transforman en dos figuras en una cama cuando una de
ellas choca contra la otra.
Nunca quise identificarlos, pero ahora uno de ellos es tan claro como el rostro frente a mí.
A él.
Su fuerte cuerpo golpea lo que parece ser tanto placer como dolor.
hacia la persona que yace debajo de él.
Uno de ellos todavía no tiene rostro y deseo desesperadamente que sea yo.
“¿Incluso si digo que no?” murmuro.
“Si yo fuera un violador, habría irrumpido en tu apartamento en medio de la noche y habría
tomado lo que quería. "No te habría invitado a cenar".
“¿Se supone que debo apreciar el gesto?” Hay un ligero insulto al final de mi discurso.
Esta es probablemente mi tercera copa de vino.
Mierda.
En mi intento de soltar mis nervios, seguí adelante y me emborraché en el

compañía de un monstruo que no dudaría en usarlo contra mí.
Esto es absolutamente lo peor. No sólo tengo una baja tolerancia al alcohol, sino que
también pierdo mis inhibiciones en todos los sentidos posibles, incluso cuando estoy ligeramente
intoxicado.
Adrian se lleva el vaso a la boca y apenas sorbe. el no ha vertido
nada más que el primero. "No es obligatorio, no".
"I… "Quiero ir a casa." Me levanto con pies inestables y luego me dejo caer en el asiento.
Todavía estoy recuperando el aliento cuando una gran presencia aparece a mi lado.
Me agarra del brazo y suavemente saca la copa de vino de mi
dedos. "Creo que ya has bebido suficiente por una noche".
"Quiero irme."
“Entonces vámonos”. Coloca unos cuantos billetes sobre la mesa y envuelve un

Un brazo fuerte alrededor de mi cintura mientras me lleva fuera del restaurante.
No sé si es el alcohol o todo lo que pasó esta noche, pero siento que estoy levitando. Mis
fosas nasales se llenan con su aroma masculino y su firme agarre sobre mí sólo lo intensifica.
Pero en algún lugar del fondo de mi mente, todavía reconozco que es peligroso. Que es
un monstruo escondido bajo una fachada serena y ropa de caballero.
Me alejo de él. "Puedo caminar por mi cuenta".

Me suelta y, antes de que pueda sentirme aliviado, tropiezo. Adrian me sostiene por
el codo y me atrae hacia él para que mi frente quede plana contra su duro pecho.
Soy muy pequeña comparada con él, apenas llego a sus anchos hombros.
Soy delgada y pequeña en contraste con su gran físico y su aura monstruosa. Como si ese
imbécil pudiera utilizar otra cosa para intimidarme... aparte de mi vida.
Estamos parados en lo que supongo es la entrada trasera del restaurante, porque no es la

misma que usamos al entrar. El lugar está vacío a excepción de algunos autos en el
estacionamiento.
Sólo se ve una farola. Incluso en la semioscuridad, los ojos de Adrian son intensos
pero tienen ese brillo de absoluta calma. Me pregunto qué se necesitaría para perturbar
esa mirada.
Para molestarlo .
“¿Por qué esperaste una semana para encontrarme?” murmuro.
"Estaba ocupado."
“¿Ocupado recopilando información sobre mí?”
"Probablemente. ¿Por qué? ¿Has estado pensando en mí, Lenochka? Su voz baja con la
última palabra.
No le digo que es el único en quien he estado pensando, de la manera más aterradora
posible, y que cuando lo volví a ver entre el público, algo dentro de mí se abrió. Que creo que
tuve mi mejor actuación hasta ahora, sólo porque sabía que él estaba allí.
En cambio, digo: "Todos piensan en su Grim Reaper".

Me pasa un mechón de pelo detrás de la oreja. El gesto es gentil, pero el
El trasfondo está lejos de serlo. En todo caso, es cargado, oscuro, sofocante.
"Entonces no me hagas tuyo".
"Cómo... mmm". Mi pregunta se ve interrumpida cuando choca sus labios con los míos.
Su mano sostiene mi cara en su lugar mientras su lengua se abre paso dentro de mi boca.
Coloco mis palmas sobre su pecho, con la intención de empujarlo, abofetearlo, pero en lugar de eso,
mis dedos se enroscan en su abrigo mientras un sonido impotente se escapa de mi garganta. Su
lengua invade mi boca, conquistándola, luego se arremolina contra la mía con una necesidad salvaje.
El hombre besa con tanta confianza como camina y habla, pero no hay nada de su calma
detrás de eso. Nada que mantenga su estoico rostro en su lugar. Él da tan fuerte como recibe,
inclinando mi cabeza hacia atrás para poder profundizar la invasión completa.
No soy virgen. Pero este beso por sí solo es más intenso que cualquier sexo que haya tenido.
Más reclamos también.

Cuando se retira, un gemido desesperado resuena en el aire.
Mío.
Mirando sus ojos ensombrecidos en la oscuridad, soy plenamente consciente de esas cosas.
han cambiado entre nosotros después de ese beso.
Acabo de firmar algo más. No tengo idea de qué, pero ahora está en él.
manos y no hay manera de que pueda recuperarlo.
Como mi destino y mi muerte.
6
ADRIÁN
Lia intenta permanecer despierta.
Ella lucha con uñas y dientes sacudiendo la cabeza, pellizcándose,

y finalmente golpeando sus mejillas.
Pero es inútil.
Se queda dormida contra la puerta del auto porque, en su intento de permanecer
Cuando estaba despierta, también se mostró religiosa a la hora de mantenerse alejada de mí.
Vi toda su lucha desde mi posición con mi dedo índice golpeando mi muslo. No tuve
que hacer nada excepto esperar lo inevitable.
La gente, en general, cree que puede cambiar las cosas con la pura fuerza de su
determinación. Que las señales de peligro impulsarían su cerebro y son suficientes para
impulsar su sistema hacia adelante. Lo que no entienden es que el cerebro puede
contradecirse y enviar señales diferentes. Después de todo, el agotamiento del cuerpo puede
anular y anulará las tramas del cerebro.
Agarro a Lia por el codo y la acerco. Ni siquiera se mueve mientras su cabeza cae
sobre su pecho en lo que tiene que ser una posición incómoda. La maniobro para que su
cabeza descanse contra mi muslo.
El aroma de las rosas llena mis fosas nasales. No sólo huele como ellos, sino que
también se siente como ellos. Precioso, pequeño y capaz de ser arrancado por cualquier
transeúnte. Florecen rápido y mueren igual de rápido.
Por desgracia para ella, este transeúnte no es otra que su peor pesadilla.
Un pequeño suspiro sale de sus labios y quiero acercarme a mis guardias, Kolya y
Yan, y borrar ese sonido de sus cabezas. No me gusta que puedan oírla o verla así.
Aunque no debería importarme especialmente, algo ha cambiado. No sé si empezó

cuando la vi esa noche o después de su actuación de hoy, o si el trato se selló cuando ella
gimió en mi boca mientras devoraba sus labios.
Ahora están rojos, un poco magullados, un poco rotos, como ella.

Lia Morelli es mucho más de lo que contiene su expediente. Las imágenes que contiene
muestran a una mujer pequeña con rasgos angelicales, pero ninguna muestra la mirada
inquietante en sus ojos azules o la soledad devorando su alma.
Hay una cierta cualidad fracturada en ella, una herida que oculta lejos de los ojos
vigilantes. Pero ha estado ciega ante la realidad de que las heridas no tratadas se deterioran
y pudren.
Aprovecharme de las heridas de las personas es mi especialidad. Romperlos es lo que
mejor hago.
El hijo de mis padres de principio a fin.
Sin embargo, no debería querer involucrarme con Lia. ¿Podría ser porque compartimos
un rasgo? ¿O porque oculta su naturaleza rota con una fachada frágil?
Cuando la vi bailar, brillando bajo los reflectores, no vi su belleza etérea ni su rostro

angelical. No vi su elegancia ni su técnica perfecta.
Vi la oscuridad intentando darse un festín con la luz. Vi a una persona probando su

Es más difícil escapar de quiénes son realmente.
Y eso es lo que llevó a una cadena de eventos consecutivos.
"¿Está seguro de que quiere ir a su casa, señor?" Kolya me mira a los ojos desde el
asiento del conductor y habla en ruso.
“¿No sería mejor llevarla con nosotros?” Yan está de acuerdo.
"¿Y hacer qué? ¿Torturarla? Hablo en el mismo idioma.
Le aparto un mechón de la cara y mantengo mis dedos en su suave cabello que es del
color de la miel oscura. Ella se estremece como si sintiera el impacto de mis palabras.
Sí, sería más fácil torturarla, pero eso no me dará las respuestas.
Necesito y es por una sencilla razón.
“Ella no sabe nada”, les digo a mis guardias.
Kolya levanta un hombro. "Ella podría estar fingiendo".
"Ella no tiene lo necesario para engañarme, así que no". respiro su rosa
Huele y recuerda cómo sabía, un poco a miedo pero muy a rendición.
¿Se someterá a mí o tendré que…? ¿Recurrir a otros métodos?
Deslizo mi dedo sobre sus labios magullados y se separan, permitiendo que mi pulgar
se acomode entre ellos. Un deseo oscuro se enrosca alrededor de mis entrañas con una
necesidad desesperada de tener esos mismos labios envueltos alrededor de mi polla mientras
la meto dentro de su boquita apretada.
"Entonces, ¿qué planeas hacer con ella?" Kolya hace la pregunta del millón.
"Depende".
"¿En que?"
"Por su valor".
La verdad es que ya debería haberla usado, si ella lo sabe o no, no importa. Sin embargo,
una parte rebelde de mí quiere ver adónde irá.
Hasta dónde llegará .

Tengo la sensación de que me arrepentiré de mi decisión de cualquier manera, así que podría
También satisface mi curiosidad primero.
El coche se detiene en el aparcamiento del edificio de Lia.
Yan abre la puerta y salgo con Lia en mis brazos. Es liviana, pequeña y demasiado
blanda. Su cabeza cae contra mi pecho y su brazo cae sin vida hacia un lado.
"Descansen un poco", les digo a mis hombres y camino hacia el ascensor. Introduzco
el código de su piso y, cuando llegamos a su apartamento, introduzco algunos dígitos más
hasta que un pitido llena el pasillo.
No hay ningún código que mis hackers no puedan conseguirme. Hemos lidiado con
situaciones más difíciles que su elegante edificio.
Una luz automática se apaga en la entrada tan pronto como entro. Estoy de pie con
ella acurrucada en mí. Su peso (o la falta de él) me sorprende de nuevo. Es ligera como una
pluma, casi como la de un niño, y a veces, cuando baila, parece como si no tuviera huesos,
o los menos posibles en comparación con las personas normales.
Abrazándola fuerte, tomo nota de su apartamento. Es espacioso y tiene una vista

directa de la ciudad con sus luces brillantes. El suelo brillante está impecable y tiene sofás
de color rosa suave.
En las paredes cuelgan innumerables cuadros de bailarinas, pero sus caras son
ya sea en sombras o invisible.
Mi mirada busca en cada pared y en cada superficie, pero no hay fotografías de ella.
Ni uno solo.
Varios premios están expuestos en estantes de cristal, pero no hay rastro de su rostro.
Mmm. Esto graba algunas teorías en mi mente. Lo más destacado de todo es que no
le gusta estar atrapada consigo misma.
No me lleva mucho tiempo encontrar su dormitorio. La coloco en la cama y le

deslizo el abrigo por los brazos. Sus mejillas están enrojecidas y sus labios entreabiertos.
Cuando le quito el abrigo, murmura algo ininteligible en sueños antes de que su

respiración se normalice. La miro por un momento antes de que mi mirada se desvíe hacia
el resto de la habitación. Este también es espacioso, aunque los muebles son mínimos.
Dos frascos de pastillas en su mesa de noche me llaman la atención. Según sus

informes médicos, toma somníferos y antidepresivos. Si bien su depresión va y viene
por capricho, como le dijo a su psicoterapeuta supervisora, su insomnio es persistente.
Sin embargo, lo que pagó un montón de dinero para ocultarlo de sus informes,
es su consumo de algo mucho más fuerte que sus antidepresivos.
Mi atención vuelve a ella. Duerme completamente quieta y en posición recta. Sus
pies están paralelos y sus brazos a cada lado de ella.
Esta mujer sigue viva pero ya duerme como muerta.
Sus ojos se mueven detrás de sus párpados y sus labios y barbilla tiemblan. Un
gemido de dolor se escapa de su boca mientras junta ambas manos en el edredón a cada
lado de ella.
Allá.
La razón por la que pagó dinero para borrar su registro e incluso recurrió a
morfina hace unos años.
Su cuerpo se arquea fuera de la cama en un ángulo que parece incómodo antes
de volver a caer en su posición anterior. Sus gemidos de dolor aumentan de volumen,
adquiriendo un tono turbulento.
Por eso vive en un apartamento insonorizado.
Aunque tengo toda la intención de verla, no creo que eso agregue nada.
nada de lo que ya sé.
Por lo general, quiero experimentar lo que he aprendido de primera mano para
poder comprender mejor la situación, pero sus gemidos y lágrimas entrecortadas no me
producen el efecto deseado.
Lo que estoy viendo es diferente al rostro angelical que ella conmemora.
en Instagram o los personajes con los que se fusiona cuando está en el escenario.
Esta es ella, sin censura.
La verdadera Lia Morelli, que huyó de su pasado pero permite que éste la persiga.
Toco su hombro para despertarla y sus manos se levantan y agarran mi muñeca.
Sus ojos se abren, sombríos al principio, como un cielo sombrío, pero luego se concentra
sobre mí, y aunque afloja, no me suelta.
"Tú", murmura con ese ligero insulto.
"A mí."
"¿Vas a follarme ahora?"
Levanto una ceja. “¿Es eso una oferta?”
"¿Necesitas uno?" Tiene los ojos medio caídos y no tengo ninguna duda de que
Probablemente no recordará nada de esta conversación cuando llegue la mañana.
“No, Lenochka. "No."
"Entonces, ¿por qué no tomas lo que planeaste desde el principio, Adrian Volkov?"
El sonido de mi nombre saliendo de sus suaves labios me hace querer

Rellenarlos con mi polla y ver qué tipo de otros sonidos hará.
"No me tientes". No hay nada que quiera más que arrancarle el vestido y la ropa que
hay debajo y hundirme dentro de ella. Si la saco de mi sistema, mi visión será mucho más
clara.
Se sienta, me suelta la muñeca, alcanza la parte de atrás de su vestido y baja la
cremallera. Su proceso es, en el mejor de los casos, complicado cuando sale de él y lo tira al
suelo.
Lia se quita la fina falda que usó durante el ensayo, dejándose
ella con una prenda ajustada que apenas cubre su coño y la raja de su culo.
Sus pezones alcanzan su punto más alto contra el material rosado y estoy tentado a
tirar de ellos para ver si se ponen más duros. Mejor aún, chúpalos en mi boca y siente cómo
se aprietan contra mi lengua.
Ella se recuesta en la cama, su cabello cayendo en cascada sobre la almohada y sus
hermosas piernas desnudas ligeramente separadas. Cuando habla, su voz es ronca por la
excitación: "Entonces te estoy tentando".
"¿Es eso así?"
“Vas a llevarme de todos modos. Así que hazlo y déjame en paz”.
"¿Por qué quieres que te deje en paz, Lia?" Incapaz de resistirme, agarré su pezón por
encima de la tela y rocé el capullo con la punta de mi pulgar. Se aprieta, golpeando la tela,
exigiendo más.
"Porque… ahh… Se arquea fuera de la cama y empuja mi mano.
Su gemido de placer es la cosa más erótica que he escuchado jamás y una
Estimulación directa de mi pene que actualmente está tenso contra mis pantalones.
"¿Porque que?" Sondeo, girando ambos pezones en direcciones opuestas.
"Porque tú… ah… tú… Ella extiende una mano entre nosotros y abre el fino trozo de
tela que cubre su coño. Observo con una erección cada vez mayor mientras ella frota su
clítoris en círculos. Su ritmo coincide con el mío en sus pezones, en sinergia conmigo.
Ella apenas me mira con la forma en que sus párpados están medio caídos, pero
Ella naturalmente sigue mi ejemplo sin que yo tenga que ordenarle que lo haga.
"Tú… obligarme a hacer cosas que no hago... normalmente lo hago... ohhh… Su cuerpo
se convulsiona en la cama, los ojos se ponen en blanco y el labio queda atrapado entre los
dientes.
Ver su orgasmo es una obra de arte, incluso mejor que su actuación.
en el escenario. Todo su cuerpo cobra vida y se suelta por completo.
Y joder si eso no te excita.
Le toma unos momentos bajar de su euforia, pero continúa frotándose lentamente, los
ojos se oscurecen con una lujuria tan tangible que puedo saborearla en el aire.
"¿No me vas a follar?"

Levanto una ceja. "¿No acabas de llegar al orgasmo?"
"Mmmm", gime suavemente mientras le pellizco los pezones por última vez antes de
soltarla.
Su mirada se pone seria. "Qué… ¿Por qué?"
"Porque no soy un violador, Lenochka". Le aparto un mechón de pelo de los ojos.
"Dormir. "Me ocuparé de ti por la mañana".
Ella niega con la cabeza. "No es violación si quiero".
"¿Tú quieres? Pensé que sólo querías deshacerte de mí”.
"Eso también. Si me follas, se acabará.
“¿Quién dice que así será?”
Su ceño se frunce, pero no doy más detalles sobre mis palabras.
Dijo que la obligo a hacer cosas que normalmente no hace.
Ya somos dos.
7
LIA
Manos fuertes me rodean, me llevan, me sostienen.

Estoy a punto de caer en un sentimiento, algo que nunca antes había experimentado.
Algo que tenía en mis fantasías de niña.
Pero entonces, mis muñecas están sujetas por encima de mi cabeza con una sujeción
similar al acero. Abro los ojos de golpe y encuentro una figura oscura flotando sobre mí,
inmovilizándome contra el colchón.
Está oscuro, pero puedo distinguir los contornos de su rostro.
Esos rasgos duros y esa fachada tranquila. Esos ojos intensos y la firmeza de su
mandíbula.
Mi oscuro extraño. El asesino. El torturador.
Adrián.
Mi cuerpo se relaja completamente debajo de él mientras me separa las piernas
con la rodilla. Su mano libre rasga mi ropa interior y luego golpea dentro de mí con una
fuerza salvaje. Grito, mi espalda se arquea sobre la cama.
Me embiste como si tuviera la intención de lastimarme, como si me estuviera
castigando con cada embestida despiadada. Su ingle golpea mi carne con el poder
salvaje de sus caderas, llenando el aire con intenciones siniestras y estrellándose contra
mi pecho.
"Te gusta eso, ¿no, Lia?" Su voz es como el terciopelo pero con un
trasfondo oculto. "Te gusta que te tomen duro como una putita sucia".
Sacudo la cabeza y abro la boca para hablar, pero él aplana la palma de su mano.
sobre ello, amortiguando mis palabras.
"Si tu puedes. Te estabas tocando conmigo hace un momento. mira como
Tu coño está estrangulando mi polla.
Sacudo la cabeza de nuevo, las lágrimas me pican los ojos. Me niego a pensar
que soy ese tipo de persona. Me niego a considerarme alguien que se divierte con actos
tan perversos.
Pero con cada palabra que sale de su boca pecaminosa, mi corazón hormiguea y mi cabeza
se marea. Estar inmovilizado de esta manera añade un tipo de anticipación aterradora. Cualquier
sonido que hago sale apagado, inquietante.
Pero él no me suelta.
En todo caso, su agarre se vuelve rígido y su ritmo adquiere un impulso salvaje. Me
folla como si fuera mi dueño desde el momento en que nos conocimos.
Como si estuviera tomando lo que era suyo desde el principio.
Mis paredes se aprietan y una descarga eléctrica comienza en mi núcleo y se dispara hasta
mi columna antes de sumergir todo mi cuerpo.
"Mmm… ” Gimo.
"Allá." Un oscuro sadismo cubre sus palabras. “Tus verdaderos colores se están mostrando.
Te gusta que te tomen y te posean. Te gusta que te follen como si fuera el primero y el último. Eso
es lo que también te esfuerzas por sentir en el escenario, ¿no? Se inclina y atrapa el lóbulo de mi
oreja entre sus dientes y susurra palabras ardientes: "Dejar ir por completo".
Mi espalda se arquea sobre la cama preparándose para el orgasmo.

El placer detonante está a mi alcance. Sólo un poco más y estoy a punto de
alcanzarlo.
Me despierto sobresaltado.
Por un segundo, no sé qué acaba de pasar. Adrian no está encima de mí y mis dedos se
frotan contra mi dolorido coño.
Santa mierda.
Era que… ¿un sueño?
Mi cabello se pega a mis sienes por el sudor y mi corazón late tan erráticamente que me
sorprende que no se salga de mi pecho.
No es ninguna novedad que mis sueños sean visibles. Yo también solía alucinar con ellos.
Por eso tuve que idear un mecanismo de afrontamiento y probar mi umbral de dolor para saber si
eran reales o no.
Mis mejillas se calientan por el hecho de que me estaba tocando ese sueño.
Aparto mi mano de mi parte más íntima con un tirón, el acto me avergüenza hasta los
huesos.
"Debe ser incómodo detenerse justo antes del orgasmo".
Me congelo, mis ojos se abren mientras lentamente giro la cabeza hacia un lado.
No hay manera de que lo que escuché sea correcto. Debe ser algún juego de mi imaginación.
Quizás estoy asociando esto con mi sueño.
Quizás estoy atrapado en ese sueño otra vez.
Porque nada podría explicar la escena frente a mí.
Adrian se sienta en la silla junto a mi tocador, al lado de la cama, con las piernas cruzadas a la
altura de los tobillos. Su abrigo está sobre el reposabrazos y ambas mangas de su camisa están
enrolladas hasta los codos, revelando unos antebrazos tensos completamente cubiertos de tinta negra.
La suave luz de la mañana proviene del balcón, pero no hace que sus rasgos sean
menos duros o consumidores. No le quita nada a la cara con la que estaba soñando.
Se golpea el muslo con el dedo índice a un ritmo moderado. La mirada de sus ojos es
oscura, concentrada y dice mil palabras sin que tenga que emitir un solo sonido.
Pero no, esto no es real.

Bajo una mano y me pellizco el muslo. El dolor explota en mi piel y hago una mueca.
Adrián no desaparece.
Oh Dios. ¿Por qué no desaparece?
Su mirada se centra en mi mano que todavía está en mi muslo y algo pasa en ella
antes de deslizarla de regreso a mi cara.
"¿Qué estás haciendo aquí?" Mi voz es apenas un susurro mientras lucho por
procesar la escena.
"Te llevé a casa después de que te emborrachaste anoche".
Me siento y gimo cuando un dolor de cabeza casi me abre las sienes.
Los recuerdos de anoche vuelven lentamente a aparecer, como si me estuviera mirando a
través de una bola de nieve.
Mis ojos se abren.
Lo besé.
Bueno, él me besó, pero yo le devolví el beso. Luego nos subimos a su auto, y luego...
negro.
Me miro debajo del edredón y me mortifica descubrir que solo llevo puesto mi leotardo
y sus broches están abiertos, revelando mi dolorido coño. Mi ropa está esparcida al lado de
la cama.
Tirando de la manta hasta mi barbilla, lucho contra el calor en mis mejillas mientras
mi mirada vuelve a él.
Adrián. El diablo que entró en mi apartamento.
Él permanece tranquilo, incluso indiferente, como si no hubiera sido testigo de mi
estado o mi orgasmo.
Hago una pausa, mi corazón late con fuerza.
Esperar.
¿Me vio llegar al orgasmo? Eso también fue un sueño; debe haberlo sido.
No hay manera de que tuviera un orgasmo delante de él.
¿Bien?
“¿Estuviste aquí todo el tiempo?” Pregunto con cautela, casi con miedo.
"Correcto."
"¿Cómo entraste?"
"Me dijiste el código".
¿Por qué no puedo recordar eso? ¿Y por qué diablos me emborraché en primer
lugar? Ya sé por qué: para relajarme, pero ¿valió la pena ese precio?
"¿Pasó algo más?"
Él levanta una ceja. "¿Como?"
"Como… Como… "
"¿Pedirme que te folle y tocarte hasta el orgasmo cuando no lo hice?"
Puedo sentir el color desaparecer de mi cara y desearía poder convertirme en uno.

con el piso.
Adrian se pone de pie y mi cabeza se levanta de golpe cuando él se para a mi lado.
"Ahora que no estás borracho, puedo complacerte".
"No fue mi intención", espeto.
“¿No fue mi intención?”
"Sí, esas palabras no tenían sentido".
"¿Te tocas a menudo y llegas al orgasmo con palabras sin sentido, Lia?"
Toma mi mano, la misma que estaba entre mis piernas, y la levanta hacia su rostro.
La vergüenza calienta mis mejillas cuando inhala mi aroma profundamente en sus

pulmones. “¿No es esa la máxima contradicción?”
Aparto mi mano de él, rápido y apresurado, como si estuviera evitando que se
incendiara.
Su brazo cae a su costado con infinito descuido, pero no se mueve, no se marcha.
Él permanece allí, observando, acechando.
Mis sentimientos se dispersan por todos lados; mi corazón sigue zumbando,
atronando, sin nada que lo ancle en su caja torácica.
"No quiero esto", murmuro.
"Parece que el borracho es más honesto que el sobrio".
“¿Me vas a hacer participar en actividades sexuales contigo?”
"¿Hará ?" repite, con una ligera diversión brillando en sus ojos. "Hacer
“¿Recuerdas lo que dije anoche?”
Me devano los sesos pensando en lo que podría haber mencionado, y mis mejillas
arden aún más con cada recuerdo de mis actos lujuriosos. No puedo creer que le pregunté
si me follaría.
Dios, casi le rogué por ello.
¿Dónde estaba mi perímetro de supervivencia? Si hubiera cumplido, ¿lo habría dejado?
¿Me jodió?
Aparto la respuesta a esa pregunta. realmente no quiero saber
lo que hubiera hecho en esa situación.
"¿Te acuerdas?" insiste con esa calma que no creo por un tiempo
segundo. Este hombre es capaz de destrozar vidas sin pestañear.
Asiento con la cabeza.
"Usa tus palabras, Lia".

"Lo recuerdo", murmuro.
"¿Qué dije?"
"No eres un violador".
"Correcto. “¿Qué más dije?”
Lo miré, confundida.
“Después de eso, ¿qué dije? "Sé que lo recuerdas".
"Que te ocuparías de mí en la mañana". Las palabras salen de mi boca en un susurro.
"Es de mañana." Agarra la manta y yo la abrazo con más fuerza. Si

Lo dejo ir, si caigo en su red cuidadosamente tejida, nunca encontraré una salida.
Puedo oler el aroma de su acecho, la forma en que cuidadosamente me está llevando
al medio de su mundo letal. Primero lo vi matar a alguien a sangre fría, luego me permitió
irme, pero incluso eso fue calculado. Fue una estratagema para hacerme pensar en él durante
toda la semana, mirando debajo de mi cama y por las ventanas. Cerrar mis puertas y revisarlas
varias veces después.
Mirando por mi maldito espejo retrovisor, buscando su sombra.
Aparecer durante un ensayo privado fue su manera de decirme que
puede llegar a donde quiera. Encuéntrame dondequiera que vaya.
La cena también fue un movimiento calculado para que me relajara y él pudiera
acercarse sin asustarme. Para mostrarme que es un hombre normal que puede tener
cenas y citas.
Pero no hay nada normal en él. Nunca pensé que fuera normal y nunca lo haré. Este
hombre es del tipo que, sin dudarlo, perseguirá lo que quiere.
Y ahora mismo, ese soy yo.

Mi barbilla tiembla mientras mantengo mi firme agarre sobre la manta. No soy tonto, sé
que podría quitármelo en cualquier segundo. No sólo es el doble de mi tamaño, sino que también
es un asesino, alguien que está acostumbrado a la fuerza bruta mientras que yo estoy
acostumbrada a la elegancia y la delicadeza.
"¿Hiciste todo eso para follarme?" murmuro.
"¿Todo lo que?"
“Dándome tiempo. La cena, el beso. “¿No tocarme cuando estaba borracho?”
“La cena fue, como dije, para conocerte. El beso fue porque quería saborear tus labios.
No te toqué cuando estabas borracho, porque necesito que estés presente cuando te follo. En
cuanto a tu primera pregunta, te di tiempo para que puedas afrontar el hecho de que voy a por
ti”.
"Pensé que me habías dejado ir".
“Eres lo suficientemente inteligente como para no creer eso. Durante toda la semana
estuviste saltando, esperando, esperando el momento oportuno hasta que yo volviera a tu vida”.
"Tú… "¿Me estás mirando?"

"Sí."
“¿Eres un acosador?”
"Estoy peor, Lenochka, pero eso ya lo sabías cuando te tocaste, mostrándome un lado
tuyo que nadie ha visto".
"No estaba lo suficientemente lúcido como para darme cuenta de lo que estaba haciendo". Mis mejillas se
calientan incluso cuando digo las palabras.
Él chasquea y me congelo cuando un músculo hace tictac en su mandíbula. “No mientas. No para mí."
Me duelen los nudillos por lo mucho que aprieto los puños y puedo sentir mi interior
disolviéndose en sí mismo. No hay nada, absolutamente nada, que pueda hacer para detenerlo.
Si lucho, él me dominará.
Si intento escapar, me atrapará y probablemente me lastimará.
Mi única opción posible para no lastimarme es seguirle el juego, dejar que se salga con la
suya y esperar que me deje en paz. Que después de que me atrape, se dará cuenta, como todos
los demás, de que no soy un guardián.
Soy un diamante que otros admiran desde lejos, pero una vez que lo excavan, lo único
que encuentran es piedra negra.
Adrian tira de la manta. "Déjalo ir."
Clavo mis uñas en él, consciente de que tengo que soltar mi único salvavidas.
"No te voy a follar". Hace una pausa. "Todavía."

Eso no me alivia tanto como debería. En todo caso, crea un hueco en el fondo de mi
estómago.
Desearía que me follara y terminara con esto de una vez. Y como no estoy borracho, no
puedo pedirle eso.
Así que hago lo único que puedo en mi situación.
Lo dejo ir.
8
LIA
Me acuesto en la cama con nada más que mi leotardo que está desabrochado en mi momento más íntimo.
parte.
Adrian me mira, mecánicamente al principio, como si no tuviera interés en
lo que ve. Como si fuera un simple objeto que se interpuso en su camino.
Pero si ese fuera el caso, ¿por qué me querría? ¿Por qué insiste en llevarme?
“¿Le haces esto a todos los que presencian tu asesinato?” le pido a

Disipo la tensión que se está gestando en el aire y golpeando mi pecho.
"¿Este?" Su mirada se desliza hacia mi cara por un breve segundo.
"Sabes."
"¿Eres demasiado mojigata para nombrarlo, Lia?"
"Joder", murmuro. "No soy demasiado mojigato para hablar cuando es necesario".
"Aunque no te estoy jodiendo."

"Entonces, ¿qué planeas hacer?"
"Algo parecido."
“¿Haces algo parecido a joder a todos los que presencian tus asesinatos?”
"No. “Yo los mato”.

Mi garganta se cierra ante su tono comprensivo. Realmente no tiene ningún respeto por
la vida humana, ¿verdad? Debe pensar en todos como piezas colaterales de un tablero de
ajedrez de las que puede deshacerse como mejor le parezca.
Engancha sus dedos en el escote de mi blusa y la baja de un solo movimiento,
dejando al descubierto mis senos desnudos.
Respiro con dificultad y aprieto los puños en el colchón a cada lado de mí. Él
extiende una mano grande hacia mí, una mano que puede estrangularme o partirme en
dos.
No pienso mientras lo agarro, mis palmas más pequeñas lo acunan en un

intento desesperado de evitar que actúe según su objetivo.
Podría ser por la forma salvaje en que mira mis pechos. No me gusta. Pero lo
que más me desagrada es cómo mis pezones instantáneamente se convirtieron en
cogollos apretados bajo su mirada despiadada.
Adrian levanta una ceja pero no me obliga a dejarlo ir, aunque podría dominarme
en un instante. Mis manos están alrededor de él, manteniéndolas a un centímetro de
mi piel. Mientras nos miramos en un baile de ida y vuelta, no sé si estoy luchando
contra él o contra mí misma.
O tal vez estoy luchando contra mi aterradora reacción hacia él. No me toca,
pero su calidez se desliza bajo mi piel. Simplemente está mirando mis senos, pero
provoca un escalofrío en mis huesos. Uno que no quiero reconocer, pero que está
ahí, escondido entre mi corazón y mi caja torácica.
Lo único que puedo pensar es en cómo llegué mientras él acariciaba mis

pezones sobre mi leotardo o cómo soñé con él hundiéndose dentro de mí con
creciente aspereza.
No quiero saber qué pasará si realmente me toca. Ese pensamiento es como
ácido para mis nervios: se derrite, paraliza y es muy aterrador.
Pero al mismo tiempo quiero que todo esto termine, y cuanto más lo niego
él, más tendré que sufrir.
Con una respiración profunda, libero su mano y dejo que mis brazos caigan a los costados.
Sus dedos largos y masculinos se envuelven alrededor de un pezón tenso y lo
giran, suavemente al principio, luego con dureza con la intención de lastimar. Inspiro
por la nariz y exhalo por la boca para no sentirlo.
Pero es inútil.
Mis pezones envían una descarga de placer directamente a mi centro. Es tan
fuerte que todo mi cuerpo lo siente. Cada una de mis terminaciones nerviosas cobra
vida bajo sus cuidados y no hay forma de detener el asalto, incluso si quisiera. No
ayuda que mis pezones sean sensibles y propensos a una estimulación fácil.
Siempre me ha gustado jugar con los pezones, pero casi no lo he hecho debido
a mis senos pequeños. Sin embargo, a Adrián no parece importarle. Los está
estimulando de una manera enloquecedora, como si llevara toda la vida tocándolos.
"¿Fue eso una pequeña rebelión ahora, Lia?" Le pellizca ambos pezones
con fuerza y me arqueo fuera de la cama, gritando.
"Mmm… "
"Eso no es una respuesta."

Sacudo la cabeza.
"Usa tus palabras". Su voz, aunque baja, es firme y controlada sin lugar a la
desobediencia.
"Nno".
Se retuerce de nuevo, esta vez con más fuerza, como si estuviera planeando romper
la piel, y yo suelto un grito de angustia mezclado con un gemido. “Dije que no me mintieran.
Otro golpe y tendré que lidiar con tu desobediencia”.
"Sí Sí… ahh… "Glomo cuando masajea los pezones doloridos.
con las yemas de sus pulgares.
Su mensaje es claro. Si le obedezco, seré recompensado. Si no lo hago, se
asegurará de que sufra.
Continúa retorciendo y pellizcando mis pezones, luego pasa la yema de su pulgar por
las puntas como si los calmara, dándoles un ligero respiro antes de volver a torturarlos
nuevamente.
Estoy tan estimulada que creo que tendré un orgasmo con solo jugar con los pezones.
Sería la primera vez y, por alguna razón, creo que podría hacerlo. Mi núcleo palpita con
ráfagas de excitación que coinciden con el ritmo de sus dedos. A veces duro y rápido, otras
veces lento y agonizante.
Libera mi seno izquierdo y me duele, hormigueando por la pérdida de sus dedos.
Adrian levanta el leotardo hasta mi estómago y pasa sus dedos por mi vientre. Me
estremezco y un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
“¿Siempre eres así de sensible?”
Frunzo los labios y él coloca la palma de su mano sobre mi estómago, pellizcando mi
pezón con fuerza. "Ah… "Eso duele."
"Entonces sería mejor que me respondieran cuando haga una pregunta".
"No", susurro.
Un brillo salvaje se refugia en sus tormentosos ojos grises. “Nadie ha sido tocado
¿Te haces sensible adecuadamente?
"Yo no soy virgen… ahh… Gimo cuando pasa la punta de su pulgar por el pico
dolorido.
"Eso no responde a mi pregunta". Su tono se endurece y también su tacto, como si
su estado de ánimo se hubiera agriado. “Si quisiera saber sobre el perdedor que te
desgarró el coño y empapó su polla con tu sangre virginal, lo habría descubierto y le habría
enseñado cómo tocarte de verdad. Aunque probablemente lo mataría poco después ya
que... Bueno, ya sabes lo que siento por
testigos. Dime, Lia, ¿alguien te ha tocado correctamente antes? ¿Alguien te ha presionado

como deseas?
Estoy temblando y temblando, tanto por la amenaza detrás de sus palabras como
por la calma en ellas. Mis muslos se frotan entre sí debido al insondable efecto que está
teniendo en mí.
Cuando hablo, mi voz apenas es audible a través de mi gemido: "No".
“Pero lo deseabas, ¿no? Cuando te manejaban suavemente como a una muñeca de
porcelana, deseabas la aspereza, el ardor del dolor”.
Sacudo la cabeza violentamente contra la almohada, la mortificación devora mis

entrañas.
Me pellizca el pezón con tanta fuerza que provoca un gemido de dolor. “¿Qué dije
sobre mentirme?”
"No estoy enferma como tú", logro entre sonidos guturales.
"Oh, pero lo eres". Él arrastra su mano hacia abajo y toma mi más
parte íntima. "Mmm. Estás empapada, Lenochka.
El calor sube hasta mis oídos y giro la cabeza, tratando de ocultar mi rostro y mi
absoluta vergüenza en la almohada.
"Mírame."
No lo hago, negándome a dejarle ver partes de mí que no tiene por qué ver.
Adrian retuerce mi pezón al mismo tiempo que pasa dos dedos.
a través de mis pliegues. "Dije, mírame".
La pura autoridad en su tono, junto con el placer y el dolor, me hacen mirarlo con
los labios entreabiertos en un grito sin palabras... o un grito. No tengo idea de qué sonido
saldrá si lo suelto.
"No te escondes de mí cuando te toco, Lia".
"No soy… ahh… " Mi voz termina en un gemido cuando él
Mete esos dos dedos dentro de mí.
"No termines esa mentira".
"Mmm… Mi espalda se arquea sobre la cama ante la sensación de estar llena por él. Hacía mucho
tiempo que no me tocaban tan íntimamente. Aunque ahora no estoy simplemente siendo tocado; Soy total
y completamente propiedad. Al igual que cuando me besó, Adrian me sujeta a él por un hilo invisible. Él
está tirando de él, tirando de mí y arrastrándome a su lado como si fuera una marioneta.
“Estás tan jodidamente apretado. ¿Sientes tus paredes apretándose alrededor de

mis dedos?
Quiero apartar la mirada de la lujuria controlada que brilla en sus ojos, pero no puedo.
Y no es sólo por su mando. Algo en mí se abrió cuando sus dedos entraron dentro de mí. Es
salvaje, duro y fuera de control. Es tan implacable como los hilos de la marioneta que me
arrastran sin una dirección clara ni un lugar de aterrizaje.
Estoy cayendo en esa red; Puedo sentir los hilos clavándose en mi piel, hundiéndose
profundamente con cada uno de sus despiadados golpes.
Él empuja dentro de mí y gimo. Me pellizca el pezón y jadeo.
El ritmo es abrumador, salvaje, pero no desordenado. Se mide y
con clara intención. Como todo lo relacionado con Adrián.
Gira mis pezones una y otra vez mientras penetra mi coño.
La palma de su palma golpea mi clítoris con cada movimiento y veo
estrellas.
“¿Escuchas tu excitación, Lenochka? ¿Escuchas cuánto anhelas esto? “¿Cómo va tu

cuerpo?” Golpea sus dedos unas cuantas veces más, como si quisiera aclarar el punto. Debería
avergonzarme del sonido de mi placer, el sonido de su palma golpeando mi clítoris a un ritmo
cada vez mayor.
Pero estoy a la altura. Mi espalda se levanta del colchón y encuentra sus dedos en mis
pezones y dentro de mí.
Mi corazón está a punto de salirse de mi piel para igualar su ritmo, para de alguna
manera ser igual en esta jodida situación.
En algún lugar de mi cerebro sé que esto está mal. Sé que no debería intentar alcanzar
esa cima, pero esa parte está demasiado profunda para flotar hacia la superficie.
Adrian frota la palma de su mano contra mi clítoris mientras gira mi

pezón y curvando sus dedos dentro de mis apretadas paredes.
El triple asalto me deshace.
Grito mientras abrazo la caída. No lo evito mientras dejo que mi
La voz expresa el éxtasis que me golpea desde todas las direcciones posibles.
“Ahhh… Soy… Soy… ¡Ahh!” Mi boca permanece abierta mientras un halo me sumerge
y me transporta en una experiencia extracorporal. Es como si estuviera volando por el techo
y viéndome temblar en el agarre de Adrian. Sus dedos están dentro de mí, sobre mí, y
levanto mis caderas para poder montar el
ola.
Móntalo .
Creo que quedaré suspendido así por la eternidad. Tal vez he muerto y mi alma está
mirando mi cuerpo. El cuerpo atrapado en una red sin salida.
Pero Adrian me arrastra de regreso a la tierra de los vivos cuando tira

Aparta sus dedos de mí y los coloca en mi boca.
"Chúpalos hasta dejarlos limpios".
“¿Qqué?”
"Me escuchas."
"Pero... Mmm..." "Mis palabras se interrumpen cuando él mete sus dedos dentro de
mi boca. Los mismos dedos que estaban justo dentro de mí. Los mismos dedos con los
que él me dio placer.
Mi cara arde de vergüenza. No sólo por probarme a mí mismo sino también por la
cantidad de excitación que hay. Cuánto lo dejé ir cuando debería haber sido lo último que
haría en su compañía.
"Mueve tu lengua, Lia". Su tono es tierno pero con un tono firme que debe ser
obedecido.
Lamo sus dedos, mi cara arde y mis muslos se aprietan. El orgasmo que acabo de
tener no parece haber terminado. Sale a la superficie, sondeando y aferrándose a la
creencia de que habrá algo más.
Algo más intenso. Algo que me mantendrá en ese halo suspendido por más tiempo.
Un halo donde no tengo que pensar en nada. Un halo donde sólo puedo sentir.
Los penetrantes ojos grises de Adrian nunca abandonan los míos mientras lamo
lentamente sus dedos, curvando mi lengua alrededor de ellos. Son una obra de arte y son
tan masculinos y delgados como parecen.
“¿Sientes tu abandono, Lenochka? ¿Entiendes ahora por qué no puedes mentirme?
Sigo lamiendo y chupando porque, aunque empezó como una orden, una parte de
mí está disfrutando perversamente este acto. Y esa parte quiere más.
Y él.
Adrian saca sus dedos y yo los suelto con un pop, una línea de
Saliva pegada a ellos. Luego procede a usarlos para separar mis labios.
El gesto es más posesivo que cualquier cosa que acaba de hacer. Más que el
orgasmo o el juego con los pezones. Más que sus órdenes y sus exigencias innegociables.
"Respóndeme."
“Ssí… "
Desliza su pulgar por mi labio inferior antes de aplastarlo contra mis dientes. Una
mirada extraña pasa por sus facciones. Es fugaz pero logra enviar un escalofrío a través de
mis huesos.
Espero que vuelva a meter los dedos en mi boca o que se suba encima de mí y me
folle. Pero me suelta el pezón y la boca al mismo tiempo y luego levanta el edredón para
cubrirme.
Observo con total desconcierto cómo se dirige a la silla, agarra su abrigo y sale.
Permanezco allí, inmóvil, con el cuerpo y el corazón en alerta máxima hasta que
escucho el suave clic de la puerta principal.
Él hizo… ¿dejar?
Me quedo quieta unos minutos, pensando que debe ser una broma de mal gusto.
Que volverá y terminará lo que empezó o me dirá qué diablos está planeando.
Él no regresa.
Debería sentirme aliviado, y lo estoy... finalmente me deshice de ese imbécil.

Y, sin embargo, los hilos de la marioneta se tensan en mi nuca y un sonido vacío
resuena en mi pecho.
9
ADRIÁN
Mierda.
Haz ese doble polvo.
Kolya y Yan están delante de mi coche. El guardia más joven se pasa la mano por
el pelo largo mientras fuma un cigarrillo. Se lo ofrece a Kolya, pero él niega con la cabeza
y lo regaña en ruso: "Fumar es malo para la salud".
“¿Qué eres, padre mío?”

"Te habría quitado ese hábito a golpes si lo fuera".
Yan se burla porque no tiene ningún respeto por los mayores que él.
Tiene diecinueve años, es extremadamente imprudente y Kolya tiene que limpiar lo que
ensucia para que los otros guardias superiores no lo maten. Especialmente aquellos que
mi padre dejó atrás.
Al verme, Kolya se mueve para abrir la puerta, pero le adelanto. I
Me deslizo en el asiento trasero y desabrocho los botones superiores de mi camisa.
Kolya y Yan están dentro antes de que pueda parpadear.
"¿A donde?" pregunta mi segundo al mando.
"La casa de Pakhan ".
Él asiente y pone el coche en marcha sin hacer preguntas.
Aunque no tengo por costumbre asistir a desayunos en casa de Sergei. Necesito
una distracción de la mujer que acabo de dejar arriba.
Una parte de mí quiere detener el auto, abrir la puerta y regresar. Esa parte quiere
terminar lo que comencé, escuchar su voz erótica mientras se deshace sobre mi polla.
Esa parte también quiere borrar la memoria de cualquier cabrón que haya tocado.
ella en el pasado para que su cuerpo solo me recuerde a mí.
Pero esa parte no se centra en la razón por la que estoy haciendo esto en primer
lugar. No voy a meterme en la piel de Lia para follármela. Me estoy metiendo en su piel
para obtener información.
En mi diccionario, la información es más letal que cualquier arma. Es un arma de

destrucción masiva, y si algo aprendí de mi madre psicópata es que tengo que agarrar el toro
por los cuernos.
La gente piensa que gana quien tenga el batallón más grande y mejor equipado. Lo
que no entienden es que si un batallón no reúne suficiente información sobre el enemigo,
nunca llegará muy lejos. Podrían ganar una batalla o dos. Puede que maten a mil o a unos
pocos, pero el que tenga más información es el ganador de la guerra.
Haber sido criado para nunca aceptar pérdidas me ha convertido en un maestro en

la adquisición de información. Soy incluso mejor que mis padres monstruosos juntos.
Me burlo internamente de eso. ¿Por qué los llamaría monstruos cuando me he vuelto
peor que ellos?
Pero claro, los monstruos pueden reconocerse entre sí, pero no lo hacen.
necesariamente parecidos unos a otros.
Están más interesados en cavar las tumbas de los demás.
En ganar.
En eso debería concentrarme: en ganar. Mi principal misión con Lia Morelli es adquirir
información. Pero las líneas se desdibujaron en algún lugar entre sus gemidos eróticos y la
forma en que me miró mientras se separaba entre mis dedos, y luego una vez más cuando los
lamía como si hubiera estado haciéndolo por una eternidad.
Nunca he estado tan duro como en ese momento. He perdido de vista a mi

misión, como lo hice yo cuando ella separó los labios y se soltó por completo.
Por eso me fui. Necesito jugar bien mis cartas y eso no sucederá mientras esté cerca de
ella.
"¿Descubriste algo?" Pregunta Yan. Siempre tiene una manera terrible de abordar los
temas.
Kolya le niega con la cabeza.
"¿Qué? Eso es lo que querías preguntar también”.
"Cállate, Yan", me regaña mi guardia superior.
"No veo por qué debería hacerlo".
“Yan… “Solté un largo suspiro. “Te dije que leyeras la atmósfera
antes de preguntar. ¿Alguna vez has aprendido algo de Kolya y de mí?
“Aprendí que eres demasiado silencioso. "Si no hablo yo, nadie lo hará".
Kolya lo mira fijamente.
"¿Qué?" Yan saca un cigarrillo y lo enciende. "Has estado aburrido

"Yo desde que nací".
Por lo general, le diría que apagara el cigarrillo, pero ahora mismo me importa un carajo.
"Entonces, ¿por qué sigues aquí?" Pregunta Kolya.

Yan se golpea el pecho con el puño. “Fui elegido personalmente para proteger a Boss. Ese honor
no es fácil”.
"Obviamente un error por parte de quien te eligió", murmura Kolya en voz baja.
Yan se pone nervioso y comienza a enumerar "toda la mierda" por la que pasó recientemente en
las Fuerzas Especiales Spetsnaz para poder volver a servirme. Kolya responde a esto con fría
indiferencia porque Yan sólo pasó dos años allí, lo cual no es nada comparado con el tiempo que sirvió
mi segundo al mando.
Los dejé entrar y venir por un oído y salir por el otro. Intento aprovechar ese tiempo para
implementar mi próximo plan, pero lo único en lo que sigo pensando es en labios carnosos, tetas
turgentes y un coño suave y rosado.
Pero eso no es todo. Es la forma en que ella gimió. La forma en que miraba, aturdida después
de llegar al orgasmo. Quiero esa visión en mi cerebro, no como algo espontáneo, sino como una
constante que puedo volver a visitar una y otra vez hasta que ella esté completamente fuera de mi
sistema.
Kolya y Yan guardan silencio cuando llegamos a la mansión de Sergei. Salgo y me abrocho el
primer botón de la camisa. Desde que pasé la noche anterior vigilando y explorando el apartamento de
Lia, no pude dormir nada.
Esa no es la primera vez.
He pasado noches enteras mirando mis pantallas y enviando correos electrónicos a mis hackers.
ida y vuelta hasta que obtuve la información que necesitaba.
Mis horarios anormales de sueño comenzaron después de ese día, el día en que mi propia
madre me rompió el brazo porque eso la ayudaría a tener a mi padre a su lado. No confiaba en que no
lo volvería a hacer, que para convertirse en la esposa de Georgy Volkov, no me utilizaría, una y otra
vez, para estar a su favor.
Tuvo éxito y se convirtió en la señora de la casa, incluso cuando la mayoría de los guardias de
mi padre la odiaban.
Sin embargo, desde esa noche siempre he dormido con un ojo abierto por si acaso.
ella aparece en mi puerta y toma la vida que dio como prometió.
Yan se queda en la entrada con varios otros guardias de alto rango de los otros líderes de
brigada. Le ofrece fumar al soldado de Mikhail y se burla.
Kirill, preguntando cómo ese guardia de apariencia femenina, Aleksander, llegó a ser el
segundo al mando de Kirill y no él. Yan a veces actúa como un payaso, molestando y
provocando, pero su único propósito es sacarles detalles.
Puede que sea imprudente, pero comprende bien mi filosofía y traza sus planes en
consecuencia. Es una de las pocas razones por las que lo mantengo cerca.
Kolya me sigue al interior del comedor de Pakhan y está claro que somos los últimos
en llegar.
Sergei se sienta a la cabecera de la mesa, Vladimir a su izquierda, mientras que
mi silla a su derecha está vacía. Mikhail, Igor, Kirill y Damien ocupan el resto de los
asientos. Sus guardias superiores están detrás de ellos como muros resistentes, todos
con el ceño fruncido, a veces ante la nada, otras veces entre sí, dependiendo de si sus
jefes están armando un escándalo.
"Adrián". Sergei no oculta su desconcierto al verme.
"Qué agradable sorpresa."
"Pensé que debería desayunar contigo, Pakhan".
"Sí Sí. Venir."
"Muy benévolo de su parte al mostrarnos su noble rostro, Sir Volkov".
Damien murmura.
"Es una sorpresa, de hecho". Kirill toma un sorbo de su café y me mira desde
debajo de sus gafas. Puedo sentir su cabeza dando vueltas en mil direcciones para
analizar por qué me presenté hoy.
Los ignoro a ambos y tomo asiento. Poco después, una criada entra corriendo con
una taza de café solo y la coloca frente a mí antes de irse.
Hay diferentes pasteles, además de huevos, jamón y tocino sobre la mesa, y no
tengo dudas que es para apaciguar la glotonería de Damien, porque su boca está
masticando algo mientras hablamos.
"¿Donde estábamos?" Igor continúa, ignorando mi interrupción. Él es un
pilar de la hermandad y ha existido desde la época de mi padre.
Tiene algunos de los rasgos de mi padre (en concreto, la crueldad), pero a
diferencia de Georgy Volkov, Igor Petrov es más sabio y sabe qué cartas jugar y cuáles
mantener ocultas. Él, Kirill y Vladimir son los que más veo. Están tranquilos en la
superficie, pero cuando chocan, nadie lo ve venir.
"Fortalecer nuestra alianza con los italianos", se queja Mikhail con evidente
impaciencia.
"Creo que deberíamos observar un poco más antes de tomar cualquier decisión".
Kirill dice casualmente.
Damien le apunta con el tenedor. "Mirar es para perdedores, Kirill".

“Observar nos permite leer a los demás”, responde este último.
"La acción nos permite cuidar de ellos". Los ojos de Damien brillan con la promesa
de violencia.
“Deja tus puños fuera de la ecuación por una vez, Orlov”, lo reprende Igor.
“Mis puños nos trajeron nuevos territorios, así que ¿qué tal si tomas mi ejemplo y
despiertas tus propios puños, viejo? Tú también, Mijaíl. Estás azotado por tu negocio de
prostitución.
“Maldito…”
“Orlov”, regaña Sergei, interrumpiendo a Mikhail.
"¿Qué?" Damien traga su bocado de masa y se lame los dedos.
"Solo expongo hechos, Pakhan".
“Aprende algo de respeto”.
"El respeto se gana, no se aprende". Agarra un panecillo y me señala con él. "Mira a
Volkov aquí siendo una princesita muda, pero todos en esta mesa se detendrán y
escucharán cuando él realmente hable".
Me llevo el café a los labios y tomo un sorbo, sin prestarle atención.
Quizás aparecer aquí fue un error después de todo. Podría haber trabajado con Kolya, Yan
y el resto de mis guardias para evitar la tensión. Ahora me veo obligado a participar en sus
interminables y, como siempre, inútiles peleas.
"¿Tienes algo que decir, Adrián?" Kirill pregunta con su voz suave.
"¿Acerca de?"
"Los italianos. Los has estado investigando, ¿no?

“Estoy conociendo la dinámica de la familia Luciano, sí, pero no estoy lo
suficientemente cerca como para hacer declaraciones”. Miro a Sergei. "El Pakhan sabrá si
hago algún progreso".
"No me gusta apresurarte", dice el Vor. "Pero necesitamos a los Luciano, Adrian".
“Están haciendo tratos con el cártel colombiano y nosotros necesitamos participar”.

Vladimir elabora como si yo no lo supiera ya.
Sólo porque no asisto a las reuniones matutinas no significa que no esté al tanto de
los asuntos de la hermandad. Tengo línea directa con Sergei, como antes la tuve con su
hermano Nikolai. En esta mesa no se discute nada antes de que Pakhan me pida mi opinión
al respecto.
Igor entrelaza sus dedos frente a él y me mira a los ojos como si fuera el único en la
habitación que le importa. “Si los Luciano tienen todo
acceso a los cárteles sudamericanos, tendrán más poder. Ya limpiaron su territorio

eliminando a las otras familias de Nueva York, excepto a unos pocos Rozetti dispersos.
Lazlo Luciano tiene suficiente hambre como para atacarnos y asegurarse de que nadie
respire en su presencia”.
Damien golpea la mesa con el puño, haciendo sonar las tazas de café. "Déjalo venir
y lo borraré a él y a sus malditos soldaditos".
Kirill deja escapar un suspiro exasperado. "La guerra es lo último en lo que pensar,
no lo primero".
"Tal vez deberíamos matarlos a todos antes de que los colombianos se involucren".
Damien abre mucho los ojos como si se le hubiera ocurrido la idea más genial.
“Declarar la guerra a nuestros aliados es una forma segura de que todos se rebelen.
“contra nosotros”, explica Vladimir con calma, lentamente, como si estuviera hablando con un niño.
"Nosotros también los mataremos". Damián sonríe.
"Cállate, Orlov", gruñe Mikhail.
"¿O que? ¿Desatarás sobre mí a tus soldados azotados por el coño?
"Mis soldados azotados, e incluso mis putas, tienen más sentido común que tú".
"El punto es", Igor interrumpe la pelea de Damien y Mikhail. "Necesitamos esa
asociación con los italianos".
"Pronto tendré algo para ti, Pakhan", le digo.
"¿Que tan pronto?" Sergei no oculta su alegría.
“Antes del acuerdo con los colombianos”.
"Ahora estamos hablando." Kirill sonríe. “¿Cuál es tu método?”
Me tomo mi tiempo bebiendo de mi café, dejando que su borde amargo cubra mi
garganta. “Eso no importa. "Los resultados que traigo sí".
"Como siempre." Sergei levanta su vaso de jugo en mi dirección y yo levanto mi taza.
Kirill todavía me observa, sin duda queriendo descubrir mi método, pero nadie sabrá
mi relación con los italianos.
Si fuera hace unos días, les habría contado todo sobre Lia Morelli.
pero después de hoy, ella permanecerá encerrada entre yo y yo.
Ella es ahora mi secreto.
Sucio.
Peligroso.
Y completamente jodido.
10
LIA
Mi vida continúa.
O al menos eso es lo que me gustaría creer una semana después.
En mi intento de recomponerme, pretendo que mi vida continúa. Que no presencié
un asesinato, que no besé al asesino, que luego fantaseé con follarlo y que no recibí sus
estímulos. Dos veces.
¿Por ese orgasmo cuando estaba borracho? Sí, ese no era del todo yo.
Simplemente estaba agregando un poco de fricción a la avalancha que él ya había
causado al jugar con mis pezones.
Puedo culpar de todo eso a lo sensibles que son o a lo borracho que estaba, pero el
hecho es que él, su presencia y su tranquilo salvajismo me excitaban.
Pero eso no fue todo. Le pedí que me follara.

En mi estado de ebriedad, casi le rogué que tomara lo que quería. Sí, pensé que
aceleraría el proceso si me dejara en paz, pero una parte oculta de mí anhelaba esa
depravación.
Quizás demasiado.
Respiro profundamente mientras aterrizo en los brazos de Ryan. Es nuestro último
movimiento para el ensayo de hoy y estoy listo para ir a casa, acurrucarme en una manta
y escuchar algo de música. Con suerte, me quedaré dormido sin mis pastillas.
Y sin tener pesadillas.
Los dedos de Ryan se deslizan por mi cadera, sintiéndome arriba mientras me baja.
Siempre hace cosas así, tocándome cuando no debería. acariciando
Me siente como si mi cuerpo perteneciera a algún tipo de animal exótico que quisiera estudiar.
"Déjame ir", aprieto en voz baja.
“Es parte de la coreografía, dulzura”.
"No, no es." Lo aparto, pero él me clava los dedos en el hueso de la cadera.
"Se supone que debemos actuar como si estuviéramos enamorados, así que ¿qué tal si te
vuelves un poco más cooperativo?"
“Se llama actuar, Ryan. No es real."

"La verdadera actuación se deriva de la vida real". Se lame los labios, sutilmente.
aplastando su erección contra mi vientre. "Deberías intentarlo alguna vez, vida".
Le doy un codazo y un asqueroso enroscamiento en el fondo de mi estómago. Soy un
hipócrita. He estado soñando con un maldito asesino desde que salió de mi apartamento
hace una semana, pero no siento más que disgusto por mi pareja de baile.
Pero Ryan tiene serios problemas de conducta. No importa cuanto yo
lo aleja, lo toma como una invitación a volver por más.
Si bien lo respeto como bailarín por su impecable postura y técnica, lo detesto como
ser humano.
Se inclina para susurrarme al oído: "Se supone que debes confiar en mí ya que
siempre te atrapo, dulzura".
“Mientras actúa”. Intento alejarlo de nuevo.
"¿Que está pasando aqui?" Hannah, su última adquisición, irrumpe entre nosotros,
mirándome.
Ryan me deja ir con una sonrisa. “Te dije que sólo estamos actuando, Lia. No hay
necesidad de sentirlo tanto”.
La atención de todos se dirige a mí, algunos riéndose y otros
horrorizada, mientras Hannah parece querer estrangularme.
Señalo la semi erección de Ryan que es visible a través de sus medias. "Creo que es
obvio quién lo estaba sintiendo ".
Me doy la vuelta para irme y veo a Stephanie negando con la cabeza hacia Ryan. El
otro día le dije que me siento incómodo dirigiendo con Ryan y ella prometió hablar con los
productores y con Philippe para que no nos emparejen para la próxima actuación.
Pero tengo que aguantarlo por Giselle y considerarlo un sacrificio por

por el bien del arte.
“¿Adónde crees que vas, chérie?” Philippe, que estaba demasiado ocupado con el
personal para prestar atención a lo sucedido, me toma del brazo.
"Hogar."
“No, no. No esta noche. Prometimos que saldríamos a tomar algo para fomentar el espíritu
de equipo”.
"Estoy cansado y necesito algunos cuidados posteriores". Porque por mucho que odie
admitirlo, todavía me duele el tobillo. Dr. Kim dijo que era fatiga y me dio relajantes
musculares, pero estoy muy paranoica acerca de usar mis piernas cuando no es para bailar
ballet.
"Haz el cuidado posterior aquí y luego únete a nosotros".

“Felipe… "
“No aceptaré un no por respuesta. Extrañamos tenerte entre nosotros fuera del
ensayo”.
Él es el único que piensa eso. Y tal vez Stephanie, porque es genial.
Miro de reojo todas las miradas que se dirigen hacia mí debido al obvio favoritismo de
Philippe. Me llama su estrella, su musa y protagonista de cada una de sus obras maestras.
Algo que ha cavado un agujero más profundo entre los demás bailarines y yo.
Si no fuera abiertamente gay y estuviera felizmente casado, dirían que me acuesto

con él como hacen con los productores.
"Vamos, cambia el estado de ánimo". Stephanie toma mi otro brazo. “Estás estresado.
"Puedo sentirlo."
Ella puede decir eso otra vez. No he podido dormir, probablemente desde... Bueno,
desde que Adrian entró en mi vida.
No es que mis patrones de sueño fueran mejores antes que él.
"Si Si. "El estrés no es bueno para mi musa". Philippe me agarra la barbilla
entre sus dedos y lo sacude suavemente como si fuera un bebé.
¿Sabes que? Salir por la noche es mejor que pensar demasiado hasta colapsar en mi
apartamento vacío. Lo único que tengo que hacer es quedarme con Philippe y Stephanie.
"Bien." Sonrío un poco. "Estoy dentro."

"No te arrepentirás". Philippe hace rodar la R exageradamente con su
acento.
Voy a mi vestidor, asegurándome de cerrar ambas puertas, luego me doy una ducha
rápida y me pongo vendas en los tobillos mientras me siento a secarme el cabello y
maquillarme. Opto por una sombra de ojos suave y brillante. Ha sido una estúpida obsesión
mía desde que era niña. Brillo y cosas hermosas. Significan esperanza, supongo. Eso es lo
que siempre he querido y lo único que me ha mantenido adelante.
Me pinto los labios en color nude y aplico un poco de rímel. El maquillaje es mucho
más sencillo de lo que estoy acostumbrado para las actuaciones oficiales, pero aún así me
da confianza. La esperanza.
Decir que mi vida ha vuelto a su cauce sería mentir. He estado vigilando la puerta de
mi apartamento desde el día en que Adrian salió, esperando
él para que regrese. También he observado al público, pero él no ha vuelto a aparecer en mis
ensayos. Ni una sola vez.
Una parte de mi cerebro, la parte lógica, de alguna manera se alegra de que me haya dejado.
solo, pero la otra parte lo sabe, simplemente sabe que eso no es el final.
Lejos de ahi.
En todo caso, ese encuentro bien podría haber sido el comienzo. I
Sé que volverá y que esta vez mi vida volará en pedazos.
La crueldad de dejarme al límite es demasiada. Quiero gritar y chillar, pero eso no traerá un
resultado diferente. Simplemente sucederá como lo planeó desde el principio.
Necesito encontrar una manera de deshacerme de él, de purgarlo de mi vida de una vez por
todas, porque en el poco tiempo que estuvo en ella, lo desordenó todo.
Incluyendo mis malditos sueños.
Después de ponerme un sencillo vestido negro con un escote pronunciado, me pongo el
abrigo y mis zapatos planos, luego voy a buscar a Stephanie y Philippe. Los demás ya se dirigieron
al club y esos dos me esperaron.
El director nos lleva a los tres a un club en el centro, música francesa con una suave melodía
sonando en el estéreo. Stephanie se sienta a su lado mientras yo estoy sola atrás.
"Espera y verás, chérie". Reservé toda la sala VIP para nosotros”.

“¿Qué estamos celebrando?” Pregunta Estefanía.
“Lia es la Giselle de mis sueños, bien sûr. los productores fueron
"Estoy loco después de ver tu manifestación ese primer día".
Me meto un mechón de pelo imaginario detrás de la oreja. “Hablando de la
“Productores, ¿quién era la nueva cara?”
"¿La nueva cara?" Philippe se encuentra con mi mirada en el espejo.
"Ese hombre alto", hablo casualmente, tratando de no traicionar mi necesidad de información.
En una de mis noches de insomnio, busqué en Google a Adrian Volkov y encontré las cuentas de
Instagram y Twitter de un tipo ruso, pero no se parecían en nada al Adrian que conocí.
Podría ser un nombre falso que me dio, pero lo dudo mucho. Lo más probable es que
personas como él oculten su presencia en Internet porque puede exponerlos o implicarlos.
"Ah." Una bombilla parece encenderse en la cabeza de Philippe. "El ruso."

"Sí", espeto, lo que me hace mirar a Stephanie, que es muy perspicaz. Espero que no esté
escrito en toda mi cara o no me estoy sonrojando.
orejas.
Philippe hace una pausa, perdido en sus pensamientos. “Es uno de los asociados o
socios comerciales del productor ejecutivo o lo que sea. Matt lo trajo, si mal no recuerdo.
Los que tienen dinero tienen muchos amigos con dinero que no aprecian en absoluto el
arte”.
Así que ni siquiera Philippe sabe mucho sobre él.
"Escuché que es de la mafia", susurra Stephanie como si no quisiera que nadie lo
escuchara.
Mi corazón late con más fuerza mientras murmuro: "¿Lo es?"
"Creo que sí. Parecía que Matt le tenía más miedo que en realidad.
“Considerándolo un socio comercial”.
Dejé que la información girara en mi cabeza, agradecida por las observaciones de
Stephanie. Estaba demasiado concentrada en Adrian para notar el comportamiento de Matt
o el de cualquier otra persona. "¿Como sabes eso?"
“Los gustos caros de Matt y su esposa los han metido en problemas. Pero estar
involucrado con la mafia es otra cosa. "Escuché que la vida no vale absolutamente nada
para ellos".
Ella puede decir eso otra vez. Adrian ciertamente no dudó cuando acabó con ese
hombre.
“Ahora cállate, Stephanie”, la regaña Philippe.
"Solo digo." Cambia la música al Concierto para piano núm. de Tchaikovsky. 2,
ignorando los sonidos de disgusto de Philippe.
Me hundo más en mi asiento, absorbiendo la información que acabo de aprender.
Entonces Adrian es de la mafia. Podría ser otro rumor, pero por alguna razón lo creo.
La parte que más me molesta es su relación con Matt. No creo que sea una
coincidencia. ¿Pero qué más podría ser?
Llegamos al club antes de que pueda encontrar respuestas a mis preguntas, no es
que hayan sido comunicativos cuando se trata de Adrian.
Stephanie y yo pasamos un brazo por cada uno de los de Philippe mientras él hace
una gran entrada al club llamado Blue Diamond.
Una música estridente nos saluda una vez que estamos dentro. El lugar está lleno de
gente bebiendo y peleando entre sí. Las luces azules proyectan un tono de fantasía sobre
ellos mientras el DJ hace su magia con los últimos éxitos de moda.
Algunos de los bailarines de ballet también están en la pista, bailando y meneando el culo.
Mientras que muchos de nosotros preferimos la música clásica, otros son camaleones y
escuchan y bailan cualquier cosa.
Philippe se balancea, nos hace girar a Stephanie y a mí y luego grita por encima de la
música: “Alors, sonríe un poco. Tenemos toda la noche. Barra libre, invito yo”.
Más bien es un regalo de su marido, ya que Blue Diamond es suyo. Por eso
Philippe consigue reservar la sala VIP cuando lo desea.
Steve, su marido, nos recibe con un suspiro de exasperación, probablemente por la actitud
presumida de Philippe. Por mucho que el director sea a veces una reina del drama, Steve es todo
lo contrario.
Es un hombre corpulento, con una barba recortada y músculos abultados bajo una camiseta
de manga corta de la que se asoman tatuajes de serpientes. Se hizo a sí mismo y pasó de la lucha
clandestina a ser dueño de este club y de algunas otras cadenas en todo Estados Unidos.
“¿Me extrañas, mon amour?” Philippe arrulla y le hace cosquillas en la barba a su marido.
Steve le da unas palmaditas en la mano y luego nos indica que lo sigamos escaleras arriba.
"Te dije que dejaras de llamar la atención".
“El romance está realmente muerto para ti, mon amour. Debería haberme buscado un amante
francés.
Steve gruñe. "Como si alguien en el mundo fuera a aguantar tus payasadas".
"Tú haces."
"A disgusto."
"Yo también estoy aguantando tu mal humor, ¿no?" Lo mira fijamente mientras me abraza a
su lado. “De todos modos, traje a mi musa. Cuídanos”.
"Es bueno tenerte, Lia". Las palabras de Steve son cálidas, pero su expresión es la misma
de siempre. Han pasado algunos años desde que lo vi y siempre se ha mostrado cariñoso, incluso
si es de una manera distanciada. Me encantan las bromas de pareja de ancianos de Philippe y él.
Después de asegurarse de que estemos cómodos en la sala VIP privada de arriba, Steve
nos deja para encargarnos de los asuntos administrativos. Me siento con Stephanie y Philippe en
un sofá aislado de los demás, que ofrece una vista directa a la pista de baile de abajo. Los dos
piden un trago tras otro, pero yo solo me permito un vaso de tequila porque de ninguna manera me
emborracharé otra vez.
Ha pasado una semana, pero cometí más errores de los que puedo contar la última vez.
vez que permití que el licor me dominara.
Evito activamente a los otros bailarines mientras escucho la conversación de mis dos
compañeros. Los demás saben que no deben unirse a la mesa de Philippe a menos que él los
invite, así que estoy algo seguro. Tan pronto como Philippe va al baño, o para tomar un 'rapidito
con Steve', como dice Stephanie con burla, Ryan se acerca, vestido con pantalones italianos de
moda y una camiseta morada. Se balancea un poco sobre sus piernas, centrándose en mí. "Ven a
bailar con nosotros, Lia".
"No, gracias."
"Vamos, será divertido".
“Ella dijo que no, gracias, Ryan. ¿Qué parte de eso no entiendes?
Stephanie le dice con una sonrisa.
Sus labios se tuercen mientras resopla y se va.
Le doy una mirada a Stephanie agradeciendo que ella responda asintiendo, obviamente
sabiendo que mis quejas no fueron en vano. Seguimos mirando al público bailando hasta que
regresa Philippe, prácticamente saltando y con los ojos brillantes. Definitivamente tuvo un polvo o
se drogó. O ambos.
“Bailemos, mes bellas”.
Stephanie se levanta. "Siempre estoy dispuesto a hacer twerking".
Philippe le da una palmada en el trasero en broma. "Trabaja, bebé".
“Solo miraré desde aquí”. Yo sonrío.
"De ninguna manera. No has venido hasta aquí para sentarte como una estatua, chérie.
Philippe dice mientras él y Stephanie me arrastran escaleras abajo a pesar de mis protestas. Me
muevo lentamente, tratando de no presionar mi pie.
Philippe me hace girar, luego Stephanie, y luego ambos sacuden el trasero, invitándome a
unirme. Simplemente me río de la escena, sintiéndome un poco alegre simplemente mirándolos.
Pueden ser muy divertidos juntos. No es de extrañar que hayan tenido una química tan perfecta
trabajando juntos todos estos años.
Sin embargo, todavía no me siento cómodo con el baile, así que grito por encima del
música, "¡Voy a tomar una copa!"
"¡Date prisa en volver!" Philip grita.
Asiento, aunque en realidad tengo la intención de volver arriba y mirar
hacen el ridículo. Pero tan pronto como llego allí, me arrepiento.
El lugar está vacío excepto por dos bailarinas que se besan en la cabina trasera, tocándose
los pechos. Pero eso no es lo que me hace querer salir corriendo.
Es Ryan.
Me está esperando en el sofá donde estábamos sentados cuando llegamos aquí.
Sus ojos están mal. No sé qué tienen, pero no me gusta lo que veo allí. Me giro para
bajar las escaleras y reunirme con Philippe y Stephanie, pero él me agarra del brazo y me
tira hacia atrás con tanta fuerza que golpeo su pecho.
"¿Qué diablos, Ryan?"

"Pensé que no querías bailar, pero lo hiciste muy bien ahora".
Intento soltar mi muñeca de su agarre. "Déjame ir."
"¿O que?"
“O gritaré”.
Cubre mi boca con la palma y me atrae hacia él, frotando su erección contra mi
estómago mientras me obliga a moverme con él. "Ahora no lo harás".
“Mfah… Intenté gritar contra su mano.

“Es sólo un puto baile, Lia. Deja de ser un maldito snob y hazlo”.
No quiero hacerlo, porque la forma en que me mira no parece que sea solo un baile.
La sensación de su erección es aún más inquietante que antes.
“Eres un maldito bromista. "¿Sabía usted que?"

"¡Mmmfop!" Todavía me impide hablar, así que trato de patearlo, pero él se aleja en
el último segundo y me pisa el pie, la suela de su zapato casi me aplasta los huesos.
“¡Ahhhh!” Grito en su palma. No no no…

“Haz eso de nuevo y te romperé las malditas piernas, Lia. Estarás bien, ¿no?
Asiento, con lágrimas de desesperación y dolor pegadas a mis párpados.

"Vas a venir conmigo, agradable y tranquilo".
Estoy a punto de asentir, sólo para que me quite el pie. Cualquier cosa para protegerlo.
Pero antes de que pueda hacer algo, aparece una sombra detrás de Ryan. Fuerte
Los dedos se envuelven alrededor de su cara y cuello.
Dedos que estos días sólo aparecen en mis sueños. Dedos que reconocería en
cualquier lugar.
Si no fuera por el dolor punzante del zapato de Ryan, pensaría que este es otro
sueño, pero está lejos de serlo.
Las luces azules arrojan un brillo aterrador en su rostro mientras me arranca a Ryan.
Adrián.
11
LIA
Adrián está aquí.
Ese pensamiento no se implementa completamente en mi mente cuando la realidad de

lo que está sucediendo me golpea.
Ni siquiera me concentro en el hecho de que mi pie palpitante está libre del zapato de
Ryan.
La vista frente a mí es más impactante. Más exigente de mi atención.
Adrian está detrás de Ryan, envolviendo sus dos fuertes manos alrededor de su cuello
y mandíbula. Sus dedos están seguros y confiados sin mostrar ninguna vacilación o duda
alguna. Bajo la luz azul, sus ojos están en blanco, sin emociones, como ese día que le
disparó a ese hombre en la cabeza como si estuviera matando una mosca.
"¿Qué es esto?" Ryan lucha contra Adrian, tratando de darle un codazo, pero es inútil.
"¿Sabes quién soy?"
Sus palabras se interrumpen cuando Adrian aprieta su cuello y habla con un acento
ruso neutral: "Me callaría si fuera tú, a menos que quieras que te rompan el cuello en el
próximo segundo".
La cara de Ryan se enrojece mientras lucha por respirar. La mirada muy abierta en
sus ojos de mala calidad es prueba suficiente de que comprende en qué tipo de mierda se
ha metido. No tengo ninguna duda de que Adrian se rompería el cuello o la mandíbula sin un
solo pestañeo.
Por mucho que odio a Ryan y su comportamiento, no le deseo a él ni a nadie
muerte. Especialmente no por las manos de un hombre insensible como Adrian.
Los ojos de Ryan se encuentran con los míos, suplicando, implorando. Sus labios son
azules, y sus golpes e intentos de liberarse del agarre de Adrian son inútiles. En todo caso,
cuanto más lucha, más rápido pierde oxígeno su cuerpo.
“Adrián… "Susurro, tratando de sonar normal a pesar de mis crecientes nervios. "Lo
dejó ir."
"Parece que te puso la mano encima". Aunque su tono es tranquilo, a juego con el vacío de
sus ojos, sus acciones son todo lo contrario. Son despiadados con la intención de acabar con una
vida. "De hecho, no sólo te puso las manos encima, sino también los pies y la polla, que le cortaré
y le daré de comer".
Golpea la parte posterior de la pierna de Ryan y yo jadeo cuando mi compañero de baile
cae de rodillas frente a mí, jadeando como si le hubieran quitado el aire de los pulmones.
“Primero empezaremos rompiendo las piernas”. Adrian pisa las pantorrillas de Ryan y un
sollozo feo y atormentado sale de los labios de la bailarina.
Salgo de mi estado de mareo mientras corro hacia Adrian y lo agarro.
sus brazos musculosos, sacudiendo mi cabeza frenéticamente. "No hagas eso".
No me presta atención mientras tira la cabeza de Ryan hacia atrás usando sus manos en su
cara. "Intentó aplastarte el pie hace un momento".
“Yo no soy él. Adrián, por favor. Tú… "No entiendes lo que nuestras piernas significan para
nosotros".
“Lo único que entiendo es que tiene una huelga y necesita ser
cuidado."
Mi estómago se revuelve ante esas palabras, ya me he ocupado. Como en, asesinado.
Clavo mis uñas en su camisa y tiro, sabiendo muy bien que mi fuerza no está a la altura de
él, pero es la única manera que se me ocurre para hacer que suelte a Ryan.
"No… "Por favor", murmuro.

La cabeza de Adrian se inclina hacia un lado, encontrando mi mirada por primera vez desde
que apareció detrás de Ryan como Grim Reaper. Su rostro sigue inexpresivo, pero un músculo se
tensa bajo su mandíbula sin afeitar.
“¿Por qué lo proteges después de lo que te hizo?”
“No lo estoy defendiendo. "Simplemente no quiero ser la razón por la que alguien pierda su
carrera".
"Estaba dispuesto a poner en peligro el tuyo".
"Te lo dije, no soy él". Hago una pausa antes de agregar en voz baja: "O tú".
Adrian no hace comentarios sobre eso, manteniendo su control despiadado sobre Ryan.
como si planeara romperse la pierna y romperse el cuello al mismo tiempo.
"Por favor… —Le tiro del brazo. No tengo ni idea de por qué creo que tendría algún
tipo de efecto en Adrian cuando dejó descaradamente claro que él es quien toma las
decisiones, pero una parte de mí quiere creer que puedo marcar la diferencia.
Que puedo evitar matar las piernas de una bailarina.

Jugando mi última carta, me pongo de puntillas y le doy un beso en la mandíbula a Adrian. Se
supone que es un gesto para bajar la guardia, pero termino siendo yo quien baja la guardia.
Todas las emociones que he experimentado desde que lo conocí salen a la superficie. La
frustración, lo desconocido y el maldito anhelo que no quiero admitir.
Todos esos sentimientos han estado ahí, esperando su momento, esperando este momento
exacto en el que mi boca se encuentra con su piel. Mis labios tiemblan por un segundo de más antes de
retroceder, mi corazón late tan fuerte que estoy casi seguro de que lo escucha.
El agarre de Adrian se suelta alrededor del cuello de Ryan y mi compañero de baile aprovecha la
oportunidad para intentar escabullirse, pero sus piernas todavía están atrapadas debajo de los zapatos
de cuero de Adrian.
“Ppor favor… "Es Ryan quien está suplicando ahora, con lágrimas brillando en sus ojos mientras
Lucha por respirar mientras intenta sacar su pierna de debajo de Adrian.
El diablo de mis sueños y pesadillas lanza a Ryan una mirada dura. Un escalofrío recorre mi
espalda, aunque no está dirigido a
a mí.
Podría matar sólo con esa mirada.
"Este es tu primer y último ataque". Adrian clava la suela de su zapato en la pantorrilla de Ryan,
haciéndolo gritar. "Tócala de nuevo y me aseguraré de que quedes paralizado de por vida".
Ryan asiente rápida y frenéticamente. Estoy seguro de que puede ver el halo negro que rodea a
Adrian como una segunda piel. O tal vez soy el único que puede ver su naturaleza no modificada.
"Vete a la mierda." Adrian quita el pie y le da una patada en la parte posterior del muslo.
Algo por lo que Ryan solloza en voz alta mientras lucha por ponerse de pie.
Nos mira mientras se dirige a las escaleras como si esperara que Adrian viniera hacia él por
detrás otra vez, sabiendo que esta vez cumplirá su promesa.
Echo un vistazo a la pareja de bailarinas que se estaban besando cuando llegué aquí, pero no
hay ni un alma a la vista. Inspiro, sin darme cuenta de que dejé de respirar. Aunque normalmente no me
importa, lo último que quiero o necesito es estar asociado con un mafioso.
"No vuelvas a defender a otra escoria como él frente a mí".

Mi atención vuelve a Adrian. Mis dedos todavía están hundiendo en su camisa, y mi

corazón continúa latiendo dentro y fuera de sincronización, como si todavía estuviera viendo la
escena con Ryan frente a mí.
"¿Lo entiendes?"
Sacudo la cabeza y respiro profundamente para ordenar mis pensamientos antes de
soltarlo. "No se puede tratar a las personas como si fueran basura desechable".
"Eso es exactamente lo que era". Toma mi mano entre las suyas y me estremezco cuando
se la lleva a la boca y muerde un poquito mi meñique.
El gesto es posesivo y se dispara directamente entre mis piernas. "Estás temblando".
"Estoy bien."
"No vuelvas a decir eso".
"¿Que estoy bien?"
“Esa palabra no te conviene. Es juvenil, cuando no lo eres.
Me mira, sus ojos recorren mi cuerpo en un barrido completo como si estuviera comprobando si
me ha crecido algo desde la última vez que me vio. "¿Estás bien?"
Asiento, completamente desconcertada por su naturaleza afectuosa. Verlo matar una vez
y casi repetirlo otra vez esta noche me ha permitido sentarme en primera fila de esta personalidad
brutal que me aterroriza hasta la médula, por lo que verlo actuar preocupado me da un latigazo
cervical.
"¿Cómo está tu pie? Intenta moverlo”.
Lo giro lentamente y suelto un suspiro cuando me doy cuenta de que la mayor parte del dolor ha
desaparecido. "Está bien."
"¿Estás seguro o estás tratando de evitar que alcance a ese cabrón y lo paralice?"
"Está realmente bien". Frunzo el ceño. "Y deja de hacer eso".

"¿Detener Qué?"
“Amenazando la vida y los sueños de otras personas. Eres como un verdadero
villano”.
Sus labios se mueven con rara diversión. “¿Pensaste que era un villano falso?”
"Si lo hice, habrás demostrado completamente que estoy equivocado".
"Estoy feliz de hacerlo". Todavía está agarrando mis dedos cerca de su boca, enviando
pequeñas chispas por mi columna con cada palabra en contra de ellos. "Si alguien te vuelve a
tocar, me aseguraré de que sea la última vez que toque a alguien".
Me estremezco y no estoy segura si es por sus palabras o por su agarre en mi mano,

o ambas cosas.
Lo único que estoy seguro es que este hombre es mucho más peligroso de lo que
pensaba.
“¿Cómo lo sabrás?”
"¿Sabes qué?"
“Que alguien me ha tocado”. ¿Vas a acosarme?
Él levanta una ceja.
"Bien. Ya lo estás haciendo o no me habrías encontrado aquí”.

Aparto mi mano de él con más fuerza de la necesaria.
Adrian lo agarra de nuevo, su agarre no es brutal pero sí lo suficientemente firme como
para aplastar mis dedos entre sí.
"Esa es la segunda y última vez que te alejas de mí".
"A la gente no le gusta tocar a sus acosadores".
“¿Es eso lo que crees, Lenochka? “¿Que soy tu acosador?”
"¿No es así?"
"No. Los acosadores son cobardes que tienen miedo de acercarse. ¿Me ves mirando
desde las sombras?
"Estabas. Si Ryan no hubiera hecho lo que hizo, ¿habrías salido o habrías
desaparecido en el aire como ese día?
“¿Escucho dolor, Lia? “¿Te decepcionó que me fuera?”
"Yo nunca dije eso."
“No era necesario. Puedo verlo en lo profundo de esos hermosos ojos. Puedo sentirlo
en cada escalofrío de tu cuerpo. ¿Y sabes qué más me dice tu reacción?
Sacudo la cabeza, no queriendo escucharlo psicoanalizarme. Odio que sea tan

observador de cada uno de mis movimientos y que nada se le escape. Ni siquiera las
pequeñas cosas de las que no soy consciente.
Su voz baja con un tono oscuro y seductor. “Me dice que te decepcionó que me
fuera ese día. Querías más, ¿no? Querías que rompiera ese apretado coño tuyo y te follara
en el colchón hasta que mi semen cubriera todos tus poros mientras gritabas mi nombre.
Mis muslos se aprietan y la familiar sensación de caer en un agujero profundo me

invade. Puedo sentirme desintegrándome, siendo atrapada en su red nuevamente.
Levantando la barbilla, recojo lo que queda de mi dignidad. "Yo nunca

dejarte tocarme si fuera por mí”.
"Por eso no depende de ti".

"Te odio."
Él asiente como si lo hubiera sospechado desde el principio. "Comprensible. "Yo
también me odiaría si fuera tú".
“¿No sientes ni una pizca de remordimiento?”
“Quieres desesperadamente que sea un sí, ¿no? Pero ya respondiste tu propia
pregunta cuando me calificaste de villano. Dímelo, Lenochka. “¿Se sienten olvidados los
villanos?”
Frunzo los labios. Sé a qué está jugando. Quiere hacer esto sobre mí. Como ya elegí
un nombre para él, no debería sorprenderme por sus acciones. En todo caso, necesito
esperarlos y actuar en consecuencia. Pero si pensó que conseguiría un cordero, eso está
lejos de la realidad.
Adrian agarra mi barbilla y la levanta con dos dedos, obligándome a
mirar sus ojos despiadados. "Responder a mi pregunta. "¿Ellos?"
"No."
"Correcto."
“Pero eso no te da libre acceso a la vida de otra persona para causar estragos como
quieras. Para entrar como mejor te parezca y salir cuando te convenga”.
“Eso es exactamente lo que me produce la falta de remordimientos, Lenochka. El

libertad para hacer lo que quiero sin sentir esa cosita llamada culpa”.
Realmente es un monstruo. No hay otra palabra para describir al hombre que lleva
dentro. Cuando tratas con alguien sin ninguna orientación moral, es imposible vencerlo.
Pero ya estoy atrapado en su trampa y estoy más que seguro de que no me dejará ir.
Si peleo, él me someterá y, considerando su naturaleza sádica, probablemente también lo
disfrutará.
Si huyo, él me seguirá.
Para tener alguna posibilidad de ganar, necesito empezar a hablar su idioma.
Tomar todo lo que pueda de él como seguro para mí.
Conteniendo el aliento, resisto el impulso de retirar mi mano de él y poner distancia
entre nosotros, porque cuanto más me toca, más profundamente me atrapa en su red y
más fuerte se clavan esos hilos de marioneta en mi cuello.
"Si te aburres de mí, ¿me dejarás ir?" Pregunto con una calma que no siento.
"Probablemente."
Bueno. Puedo trabajar con eso. Los de su tipo suelen aburrirse fácilmente.
Les emociona la persecución, la caza y la capacidad de rastrear a alguien. Atrapar

a su presa es sólo una recompensa y, una vez que lo hacen, se acaba toda la diversión.
No voy a hacerme el difícil para conseguirlo. No voy a dejar que me siga,

aumentando su necesidad de perseguirme. Si quiero deshacerme de él, tengo que
fingir que le estoy haciendo el juego.
Necesito volverme tan aburrido que él se vaya y nunca regrese.
Pero en lugar de ser obvio, susurro: "Dime algo".
"¿Algo?"
"Cualquier cosa sobre ti que el mundo no sepa".
Parece considerar eso por un segundo mientras deja caer su mano de mi
barbilla. "¿Por qué?"
“Porque quiero conocerte como tú querías conocerme”. Y necesito tanta
información sobre él como sea posible para descubrir cómo tratar con él.
“¿Qué te hace pensar que quiero que me conozcas?”
“¿No es así como funcionan estas cosas?”
"¿Estas cosas?" repite con un toque de burla.
"Sabes."
"No sé."
"Solo tu y yo."
"Solo tu y yo. "Me gusta eso."
Levanto la cabeza ante la satisfacción en su tono. Realmente parece que le
gusta, pero ¿por qué?
Un brillo raro pasa por su mirada cenicienta mientras mordisquea mi meñique.
de nuevo. “Si te lo digo, ¿recibiré algo a cambio?”
Un escalofrío me recorre y dudo.
"No cuento cosas sobre mí sin recibir algo a cambio, Lia".
"Bueno."
“¿Qué dije sobre esa palabra?”
"No puedo simplemente deshacerme de él".
“Aprenderás a hacerlo. A tiempo. O habrá consecuencias”.

Lo miro fijamente, con la boca abierta. “¿Qué tipo de consecuencias?”
"Verás."
“Está bien, quiero decir, está bien. ¿Entonces?"
"¿Así que lo que?"
“Dijiste que querías algo. "¿Qué es?"

"Te lo haré saber más tarde".

No me gusta cómo suena eso. "¿Por qué no me lo dices ahora?"
"Porque no quiero."
Puaj. Este idiota.
Antes de que pueda permitir que mi lengua lo maldiga y posiblemente arruine cualquier
posibilidad de conseguir lo que quiero, él dice: “Nací fuera del matrimonio. "Mi madre era la
amante de mi padre antes de matar a mi madrastra y casarse con él".
Mis labios se abren, no sólo por la carga de información, sino también por la forma
apática en que la dice. Como si fuera normal, la vida cotidiana.
¿Es realmente un sociópata?
"Pero cómo… ?” Sueno tan desconcertado como me siento.
"Pediste una cosa, Lia". Me acerca a su lado. "Ahora es mi turno."
Zarcillos de anticipación y miedo se enroscan dentro de mí mientras murmuro: "Tu

turno... ¿para qué?"
"Lo descubrirás una vez que estemos en tu apartamento".
12
LIA
Adrian no habla mientras caminamos por el pasillo hacia mi departamento. Él

No habla cuando introduzco el código, tratando de ocultárselo después de que lo cambié
hace unos días.
Tampoco habló durante el viaje hasta aquí, y tampoco sus guardias, quienes
Eran los mismos de rostro solemne de la última vez.
Decir que estoy nervioso sería quedarse corto.
Fui yo quien ideó este plan para atraerlo para que me dejara más temprano que
tarde, pero nunca pensé que el momento real sería tan estresante.
No ayuda que luzca tan letal y tan guapo como siempre. Su físico es realmente
impresionante, ya sea por su nariz recta, sus pómulos cincelados o la ropa negra que
añade un toque peligroso a su estructura musculosa.
Es el tipo de belleza que uno sólo debería admirar desde lejos. Cuando sea
Si alguien se acerca, lo apagará como a un animal exótico mortal.
Entro a mi departamento y no me doy vuelta para asegurarme de que él me siga, ya
que unos pasos silenciosos caen detrás de mí. Me detengo frente a la mesa larga y
estrecha que suelo utilizar para guardar las llaves si no he dejado el coche en el teatro.
Soltando un suspiro tembloroso, me quito el abrigo y lo cuelgo encima de la mesa.

Me toma unos segundos inhalar profundamente antes de reunir coraje. “Estamos dentro
de mi apartamento. Dijiste que me avisarías cuando... Ohhh.
Mis palabras terminan en un jadeo mezclado con un gemido cuando agarra un

puñado de mi cabello y me inclina sobre la mesa. Mi mejilla se encuentra con la superficie
fría y mi corazón se aprieta en mi pecho mientras mis ojos se abren. No tengo ni idea de
por qué el sonido que acabo de soltar fue un gemido. Debería haber sido un chillido, un
grito, una llamada de ayuda.
Cualquier cosa menos un gemido.
Su nariz toca mi cabello desde donde sus dedos me aprisionan en mi lugar, luego baja hasta la
suave carne de mi garganta. Escalofríos y piel de gallina estallan en mi piel, cubriéndose unos a otros y
permitiendo que se formen otros nuevos.
Sus labios calientes se encuentran con la cáscara de mi oreja y mordisquea antes de susurrar
con palabras tensas: "¿Crees que no me he dado cuenta de lo que estás haciendo, Lia?"
Mis ojos deben duplicar su tamaño mientras trato de mirarlo, pero su agarre inquebrantable me
prohíbe el más mínimo movimiento. “¿Qqué?”
“Has estado esperando este momento toda la noche. O… digamos durante parte de la noche.
¿Ese cerebro tan ocupado tuyo pensó que podrías deshacerte de mí siendo una puta obediente?
Mis molares rechinan mientras digo: "No soy una puta".

"Entonces no actúes como tal". Sus palabras son tan mordaces como sus raras maldiciones.
"No soy."
"Sí es usted. ¿Quieres que te traten como a una puta, Lia? ¿Es asi?"
Mis palabras se atascan en el fondo de mi garganta cuando levanta mi vestido hasta mi cintura.
El aire frío cubre mi trasero a pesar del calor que hay en mi departamento.
Adrian me acaricia a través de mis sencillas bragas de algodón y jadeo. Que me toque no es una
novedad, sino más bien como conocer a un viejo amante. Y no cualquier amante, el único amante hábil
que alguna vez ha sabido cómo torcer mi cuerpo de todas las maneras correctas posibles.
Pero nunca antes había tenido un amante así. Nunca he estado atrapado en un
laberinto erótico con un simple toque como lo estoy con Adrian.
¿Por qué tenía que ser él, entre todas las personas?
"Mmm. Estás empapado. ¿Es por haber sido llamada puta o por haber sido forzada a esta
posición?
Cualquiera. Ambos. No sé.
Sinceramente no tengo ni idea de lo que está pasando ahora mismo.

Debería sentir vergüenza de que me sujetaran con mi cuerpo semidesnudo a su vista. Debería
luchar y alejarme de sus fuertes manos asesinas y de todos los estragos que causan.
Pero no puedo.
Me digo a mí mismo que es para que me deje en paz al revés. Me digo a mí mismo que es una
aventura como todas las demás, pero esas palabras pasan a un segundo plano.
cuando me pone las manos encima.

Adrian agarra la ropa interior en su mano para que quede ajustada en una línea apretada y la frota
contra mi clítoris con golpes duros y despiadados. Mis muslos se aprietan en un intento infructuoso de
detener la locura, pero Adrian aumenta su ritmo hasta que estoy temblando contra la mesa.
El placer que me arranca se engancha contra mis huesos y me hunde. Ni siquiera

se trata del placer, se trata del monstruo que lo causa. El monstruo salvaje y sin
remordimientos que no se detendrá ante nada para conseguir lo que quiere. Mientras me
desmorono, mordiéndome el labio para dejar de gritar, me doy cuenta de que esa es la
razón por la que he estado atrapada en él desde la primera vez que me besó.
Siempre me ha gustado en secreto el tipo de hombre que toma lo que quiere mientras le muestra al
mundo el dedo medio. No tengo idea de lo que eso dice sobre mí como ser humano y, en mi defensa, me ha
ido bien ocultando ese placer culpable todos estos años.
Pero hasta ahora, no había tenido esta montaña de hombre en mi vida. No esperaba encontrarme
con alguien que pusiera esa fantasía en una aplicación literal.
Todavía estoy alcanzando mi orgasmo cuando una bofetada resuena en el aire y el ardor se registra
en mi nalga. Me congelo, mi corazón casi se detiene por el repentino ataque del dolor sobre el placer.
Adrián simplemente... me dio una palmada.
"Qué… "¿para que era eso?" Pregunto en tono entrecortado, todavía luchando contra los restos de
mi orgasmo.
“Eso fue por ocultarme tu voz. No vuelvas a hacer eso”. Me abofetea por segunda vez y me golpeo
contra la mesa, con ambas manos agarrando el borde con fuerza.
"Está bien, no lo haré".

Bofetada.
Mi cuerpo se sacude ante el asalto y un hormigueo extraño estalla entre mis muslos.
Santa mierda.
“Dije que no lo haré…” "Mi voz se quiebra con la necesidad de contener mi
gemidos.
"Pero usaste esa palabra juvenil". Me azota de nuevo, dejando una quemadura pulsante en mi piel y
un apretón en mi centro.
Jadeo, el calor sube hasta mis oídos. "¿Para que era eso?"
"Porque yo queria. Mmm. Eres sorprendentemente receptivo”. Él provoca un dedo en mi

entrada y me estremezco ante el contacto caliente, o tal vez soy yo quien está caliente. "Te gusta
que te azoten para que obedezcas, Lenochka".
"No… "Gijo la palabra, incapaz de quedarme quieto.
“Oh, pero lo haces. Mira cómo tu coño me invita a entrar.
"Para."
"¿Detener Qué?"
"Torturándome."
“¿Por qué creo que te gusta? Odias cuánto lo deseas, pero no odias las sensaciones que
crea dentro de ti”.
Clavo mis uñas en la madera, esperando, conteniendo la respiración, a que haga algo. Se
burla de mi entrada, cubriéndola con mis propios jugos y empuja su dedo dentro, pero antes de
que pueda sentirlo realmente, lo retira.
Se necesita todo lo que hay en mí para no gemir de frustración. Ha pasado mucho tiempo
desde que estaba tan excitado, tan en sintonía con las necesidades de mi cuerpo como si fuera
el único camino hacia mi supervivencia. Demonios, nunca me había excitado tanto en mi vida,
excepto la última vez que me llevó al orgasmo.
"¿Quieres mis dedos, Lia?" pregunta en un tono seductor, uno que he
Nunca había oído antes, uno que está aumentando el estado de mi excitación.
“Mmmm… “Lancé un sonido ininteligible.
"¿Qué fue eso? No lo entendí del todo”.
"Sí… “La vergüenza suena en mis oídos mientras inhalo y exhalo, incapaz de orientarme.
"Esa es una buena puta".

"No soy… "Una puta", logro murmurar.
"¿Entonces eres una buena chica?"
Mi corazón late más rápido ante esas palabras.
"Si eres una buena puta o una buena chica depende de cómo obedezcas las órdenes, Lia".
Mi estómago se aprieta y las malévolas mariposas de la última vez lo atraviesan, arruinando

cualquier apariencia de control que pensé que estaba ejerciendo. Fue caricaturesco todo el
tiempo, sin sentido y sin impacto real. Porque el que ha tenido el poder en sus brutales manos
desde el principio es el hombre que está detrás de mí, confiscando mi aire y mi cordura.
"Aunque no conseguirás mis dedos."

“Qqué… ?”
"Es hora de que te reclame". Mientras todavía me agarra del pelo, escucho
el inconfundible desabrocharse un cinturón y el desabrocharse un pantalón.
El ritmo de mi corazón se vuelve aterrador. Peor que cuando tengo sesiones de
entrenamiento intensas. Peor que cualquier momento aterrador que haya experimentado en
mi vida.
Y me doy cuenta con terror de que es porque el miedo ahora está mezclado con algo
completamente diferente. Comienza con la parte interna pegajosa de mis muslos y termina
en mi núcleo sobreestimulado.
Se inclina sobre mi espalda y soy muy consciente de la enorme erección empujando mi
trasero.
Oh Dios.
No necesito verlo para saber que es enorme. Ha pasado mucho tiempo para mí, así
que no hay manera de que pueda con él.
Cierro los ojos cuando su aliento caliente llega a mis oídos y él murmura: "Te voy a
follar tan fuerte que no podrás moverte, Lia, y cuando lo hagas, solo me sentirás dentro de
ti". .”
No puedo analizar sus palabras mientras tira de mi ropa interior y me la arranca. Jadeo,
tanto por la acción bárbara como por la fricción que sigue en mi clítoris.
Adrian me toca la cadera y me separa las piernas con una de sus rodillas, y luego frota
la cabeza de su polla en mi entrada.
Respiro hondo cuando lo arrastra por mis pliegues y
contra mi clítoris antes de regresar. Lo hace un par de veces.
Arriba.
Abajo.
Frotar.
Abajo.
Arriba.
Mi cabeza nada en una vertiginosa mezcla de sensaciones, incapaz de soportar más la

tortura.
“Adrián… ” Gimo.
“¿Impaciente, Lenochka?”
"Por favor."
"¿Por favor qué?" Su voz se endurece con excitación y autoridad.
"Por favor… "
"Pregunté, ¿por favor qué?"
"No me obligues a decirlo". Estoy exhalando las palabras ahora, sonando lascivas
para mis propios oídos.
“Quiero oírte decirlo”.
“Adrián… "
"¿Qué?"
"Hazlo."
"¿Hacer lo?"
"Fóllame", murmuro, mis oídos explotan en llamas.
"No escuché eso".
“Fóllame… ahh.” Gimo y luego jadeo cuando se enfunda dentro.
de un movimiento salvaje, su ingle golpeando mi trasero con la fuerza del mismo.
Me ahogo con el aire que sale de mis pulmones. Mis dedos están blancos y húmedos
alrededor del borde de la mesa mientras recobro el aliento y me acostumbro a su gran
tamaño.
¿Pensé que era grande? Es tan jodidamente enorme que puedo sentirlo.
en todas partes dentro de mí, a mi alrededor y especialmente detrás de mí.
Quiero girar la cabeza y mirarlo, ver si su expresión es tan desconcertada como debe
ser la mía en este momento. A ver si la mera penetración le está afectando como a mí. Ni
siquiera se mueve, pero sentirlo dentro de mí me empuja a ese límite de nuevo.
El firme agarre de Adrian me prohíbe mirarlo mientras comienza a moverse,

empujando lentamente al principio, pero es tan profundo que siento el estiramiento de mis
paredes a su alrededor.
"Estás tan apretada, Lia". Se esfuerza, como si moverse dentro de mí fuera una tarea ardua.
"Tan jodidamente perfecto".
Los latidos de mi corazón rugen en mis oídos mientras aumenta su velocidad, golpeando una parte secreta.
dentro de mí que no sabía que existía.
“Ahhh… Adrián… "
—¿Lo sientes, Lenochka?
"Sí… Sí… Yo nunca… nunca… ahh… Me detengo cuando lo golpea de nuevo, luego
separo más mis piernas para alcanzarlo por completo.
"¿Nunca qué?"
"Nunca… me sentí así... “Y no es sólo por las agudas punzadas de placer que vienen
con cada una de sus embestidas o por cómo me ha dominado por completo. Se trata de
cómo un monstruo como él es capaz de arrancarme emociones tan fuertes, de cómo no
sólo ha entrado en mi cuerpo, sino que también está forzando la entrada en mi alma.
“Y nunca estarás en manos de nadie más. De ahora en adelante, te olvidarás de

cualquier bastardo que te haya tocado en el pasado”. Su ritmo se vuelve incontrolable,
implacable, mientras embiste dentro de mí con una fuerza que hace vibrar la mesa y mis
entrañas.
Cuando llega a ese punto otra vez, estoy gritando con una voz que nunca supe que
poseía. Es tan largo y crudo, como estar parado en la cima de una montaña y gritar a todo
pulmón hasta el contenido de mi corazón.
Y así, soy libre. Como ese día en mi habitación, estoy teniendo
una experiencia extracorporal donde todo queda atrapado en un halo.
Adrian se potencia dentro de mí una y otra vez, sin disminuir la velocidad. Como
prometió, me folla tan fuerte que mi frente se desliza hacia adelante y hacia atrás sobre la
mesa, forzando mis pezones duros en la superficie dura.
Ese estallido adicional de placer desencadena otra ola sumergida que me transporta a
un espacio alternativo. No podría luchar contra ello aunque quisiera. Y no quiero, porque en
este momento me siento salvaje y libre como nunca en mi vida.
“Adrián… "
Envuelve mi cabello alrededor de su puño y tira de mí para que quede suspendida en el
aire mientras él me penetra. La posición no es precisamente cómoda, pero le da más
profundidad a él y más fuerza a mi orgasmo.
"Dilo otra vez. "Mi nombre."
“Adrián… —Me las arreglo para soltar un gemido cuando mis ojos chocan con los suyos.
Son cenicientos, pero brillan con lujuria que refleja la mía. Es tan fuerte que puedo saborearlo
en el pequeño espacio entre nosotros.
"Nunca volverás a decir el nombre de nadie más en ese tono". La cruda posesividad se
registra por un segundo antes de que frote mi clítoris y me caiga de nuevo.
Esta vez, usa mi cabello para acercarme y estrella su boca contra mis labios doloridos,
hundiendo su lengua dentro. Lo gira contra el mío con el mismo ritmo con el que me está
follando. Estoy delirando, la triple estimulación es mi perdición. Ni siquiera sé si me recuperaré
de esta, pero de todos modos me caigo.
Así es como me sentí con respecto a todo lo que tenía que ver con Adrian desde que lo conocí. Él
tiene una manera de hacerme abandonar mis inhibiciones y simplemente… caer.
Es tan liberador como peligroso.

Delicioso a la par que aterrador.
Mis ojos se cierran cuando me encuentro en sus brazos de nuevo, su lengua en el fondo de mi
garganta y su polla embistiendo contra mí con la dureza de un guerrero.
Se pone rígido a mi espalda y gruñe en mi boca mientras el calor llena mi

por dentro y luego baja por mis muslos cuando sale de mí.
Me saco de mi confusión cuando me doy cuenta de que me acaba de follar.
sin condón. Santa mierda. ¿Cómo no pude pensar en eso hasta ahora?
He estado tomando la píldora durante años para regular mi período, lo que me protegerá del
embarazo, pero hay algo peor que eso en estos días.
Adrian me suelta el pelo y, antes de que pueda decir algo, me recoge.

arriba. Chillo, rodeándole el cuello con los brazos para evitar caerme.
Camina con absoluta indiferencia hacia mi dormitorio. Sus pantalones están abiertos, pero aparte
de eso, todo lo demás está en perfecto orden. Su rostro es duro y desagradable, y uno nunca pensaría
que acaba de alcanzar su punto máximo de placer. Sin embargo, se siente más relajado que cuando
llegamos. Sus músculos no están llenos de tensión y su agarre se siente un poco tierno.
"No usaste condón", murmuro.

Su mirada se desliza hacia la mía y me siento acorralada en ella. "¿Entonces?"
“ETS. ¿Has oído hablar alguna vez de ellos?
"No he sido sexualmente activo durante meses y siempre he usado condones, así que estoy
limpio".
Atrapo mi labio debajo de mis dientes inferiores, mi mente extrañamente va a la parte donde él no
ha sido sexualmente activo durante meses. ¿Quién fue su última víctima? ¿Alguien como yo?
Eso me pone la piel de gallina y rápidamente lo ahuyento.

"¿Por qué no usaste condón hace un momento?"
Hace una pausa. "Me olvidé."
"¿Te olvidaste?"
"Sí, ¿no se me permite hacerlo?"
"No, simplemente parece que eres del tipo que nunca olvidaría".
Sus ojos se relajan. "Correcto."
"Entonces, ¿por qué lo hiciste?"
"Ojalá supiera."
La tranquilidad en su tono me hace detenerme cuando pregunto: "¿Qué pasaría si no estuviera en

"¿Control de la natalidad?"
"Obviamente lo eres, así que ¿por qué preocuparte por eso?"

Me molesta la forma indiferente en que habla. Es como si a él realmente no le
importara incluso si no estuviera tomando anticonceptivos. ¿Realmente carece de
algún tipo de remordimiento? ¿Me echaría y consideraría al bebé como un daño
colateral si quedara embarazada?
"¿Te gustaría darte una ducha primero?" Me saca de mis pensamientos caóticos.
"¿Primero? ¿Por qué? “¿Qué va a pasar después?”

"Te llevaré de nuevo". Se detiene en medio de mi habitación, acariciando
su nariz contra mi cabello e inhalándome. "Malditas rosas".
Se me pone la piel de gallina y mis muslos se tensan, porque aunque no he
bajado del primer subidón, la necesidad de otro me golpea con fuerza.
Aún así, sigo la ruta lógica. "I… "Pensé que era algo único".
"Pensaste mal, Lenochka". Su voz es tan tranquila como la del diablo e igual de
letal.
Y lo sé, sólo sé que mi vida nunca volverá a ser la misma.
13
ADRIÁN
Me aparto del lado de Lia.

Ha estado profundamente dormida durante la última hora. Al principio, su cuerpo
estaba relajado, empujándose ligeramente contra el mío, casi acurrucándose, pero luego
volvió a adoptar su postura rígida.
La postura de la muerte.
Parece la norma para ella, una especie de hábito que desarrolló a lo largo de los
años y en el que finalmente cayó inconscientemente. La gente suele encontrar su zona
de confort, su caja hecha por ellos mismos, y meterse en ella.
Pero eso es lo que pasa con Lia. Aunque una parte de ella está confinada, alejada
del mundo, otra parte completamente distinta sube al escenario y vuela como si intentara
tocar el cielo.
Ella es una contradicción de principio a fin. Uno que intentaré diseccionar centímetro
a centímetro.
La miro por un momento, observando sus suaves rasgos, su labio inferior
terminada por una pequeña lágrima en el medio y sus mejillas sonrojadas.
Han tenido el mismo color desde que la follé contra la mesa. No se suponía que
pasara así, en la entrada, como si no tuviera control sobre mí mismo.
Pero esa es la cuestión. Me faltaba mi control de acero. No tenía ganas de parar,

no después de lo que pasó en el club.
Todavía estaba furioso por la frustración reprimida por no estrangular a ese cabrón
que le puso las manos encima, que no sólo la tocó, sino que también lo hizo íntimamente
y luego la amenazó.
En ese momento, nunca quise ver la vida salir de los ojos de alguien tanto como
ansiaba estrangularla.
A pesar de mis antecedentes, en realidad no tengo una sed de sangre tan fuerte
como Damien, o incluso Kirill y Vladimir. Matar a alguien es simplemente un medio para
lograr un fin para mí. No disfruto del acto; sin embargo, tampoco me repugna.
Es sólo una necesidad.

¿Pero ese cabrón rubio? Sí, habría disfrutado cada segundo del aire que salía de sus
pulmones.
Si alguien me preguntara qué me pasó entonces, yo tampoco lo sabría. En un momento,
estaba mirando desde las sombras, como un acosador, como a Lia le gusta señalar, y al siguiente,
estaba viendo rojo como nunca lo había visto en mi vida.
No soy del tipo que ve rojo. Siempre he creído que la ira estaba por debajo de mí: es una
emoción que simplemente nublará mi visión y me impedirá tomar la decisión correcta. De hecho,
aparte de cuando murió tía Annika, no creo haber sentido emociones fuertes. Después de eso, toda
la ira y la irritación que la acompañaban parecieron desaparecer de mi sistema para ser reemplazadas
por una cabeza fría.
Hasta esa escena en el club.

Hasta que todo lo que pude ver fue jodidamente rojo.
Esta mujer no sólo ha estado alterando mis patrones, sino que también está provocando una
parte de mí de la que me despedí cuando era niña. Una parte que asfixiaré antes de que me invada
de nuevo.
Tuve que demostrarme a mí y a ella que tengo el control y que siempre lo tendré.
Por eso la puse contra la mesa apenas entramos. Ella pensó que podría deshacerse de mí y
yo también lo pensé. Por un momento antes de derribarla, tuve la idea de sacarle la ira y borrar el
caos relacionado con ella.
No lo hice.
En todo caso, se ha vuelto más sombrío, más duro y más oscuro. Con cada embestida en su
apretado coño y cada gemido de sus labios rosados, sentí que se formaba un hilo invisible entre
nosotros. No soy del tipo que forma un vínculo con mis parejas sexuales. Simplemente están ahí
para que yo los use y les devuelva el placer si lo creo conveniente. Saben que soy rudo, insensible y
exigente, pero siguen volviendo por más.
Saben que soy frío y que me aburro con facilidad, y por eso me retiro después de ser liberado.
Ese no fue el caso de Lía.

Por primera vez en mis casi treinta y un años, volví a tomar a una mujer justo después de
haber terminado con ella. Una obsesión oscura se apoderó de mí y necesitaba escuchar sus gemidos
y ver su pequeño cuerpo temblar mientras se desenredaba a mi alrededor. Tuve que grabar en mi
cerebro la forma en que su rostro
Se retorcía de placer mientras gritaba mi nombre y clavaba sus uñas en mis hombros cuando
llegó a ser demasiado.
De hecho, todo lo que quiero ahora es despertarla y continuar donde lo dejamos. Quiero
tocar cada centímetro de su cuerpo, estudiarlo y provocarlo hasta alturas que ni siquiera ella
hubiera creído posibles.
Entonces… Al final lo destruiría.
Qué puto desperdicio.
Tomando un mechón de su cabello entre mis dedos, lo inhalo, dejando que el aroma de
las rosas irrumpa en mis pulmones y se haga un lugar allí. Todo en ella es suave, incluso su
personalidad.
Pero ser suave no significa que sea ingenua. Lia sabe cuándo defenderse si es
necesario, pero elige cuidadosamente sus batallas.
Como lo haría un superviviente.
Teniendo en cuenta sus antecedentes, la táctica tiene mucho sentido.

No es que le di ninguna opción. Era mi camino o la muerte. Y aunque así es como suelo
lidiar con todo en mi vida, me encuentro adoptando un enfoque diferente con ella.
Uno que yo mismo no entiendo del todo.

Me levanto de la cama y noto las pastillas en la mesa de noche. Han cambiado de
posición desde la última vez, lo que significa que los ha estado tomando estos últimos días.
Sin molestarme en ponerme los calzoncillos, me dirijo a la cocina y saco una botella de
agua del frigorífico. Hago una pausa a medio camino de mi boca mientras estudio las notas
pegadas a la puerta.
Comprar comestibles.
En realidad no te resbalaste ni te rompiste el tobillo. Eso fue una pesadilla.
Intenta llegar a L nuevamente.
Quito los dos últimos y estudio su elegante letra cursiva.
Se está recordando a sí misma sus pesadillas. Mmm. Esto significa
¿Su caso está empeorando desde la última vez que vio a su terapeuta?
Mi dedo golpea la última nota y mi cuerpo se vuelve frío como una piedra, incluso con
el calor del apartamento.
Intenta llamar a L nuevamente.
¿Quién diablos es L y por qué escribe su nombre como inicial como si

¿Lo guarda como un pequeño y sucio secreto?
¿Es un ex amante suyo? ¿Amigos con beneficios? Cuanto más lo pienso, más rápido
amenaza con volver la roja del club.
Vuelvo a dejar la nota en el frigorífico antes de que pueda arrugarla y revelar mi sesión
de espionaje.
Si bien me importa un carajo, sé que a ella sí, y luego comenzaría una de sus sesiones
de psicoanálisis que solo terminarían lastimándola más de lo necesario.
Pronto verá mi lado sin censura. ¿Qué tan pronto?, es la pregunta. Mi mirada
revolotea por la sala de estar, notando los lugares donde haré que Kolya y Yan instalen
cámaras cuando ella esté fuera.
También hay un rincón en su dormitorio, justo encima de su tocador, donde
Sería el lugar perfecto para insertar una cámara de vigilancia.
Ella está en lo correcto. Soy un acosador.
Pero es eso o torturarla para obtener respuestas. ¿Qué soy sino el villano perfecto?
Prefiero hacer las cosas con suavidad, no con dureza.
Sería una lástima sacar sangre de esa piel de porcelana; sin embargo, marcarlo es una
historia completamente diferente.
Ver mis huellas rojas en su trasero sacó la bestia dentro de mí.
el que anhela más marcar, más reclamar.
Solo más.
Después de beber la pequeña botella de agua, la tiro a la basura y vuelvo al dormitorio.
Lia todavía está durmiendo en su posición de muerte, pero la sábana se ha deslizado,

revelando un perfecto pezón rosado.
Y así, me estoy poniendo duro de nuevo.
Mierda.
Me acuesto a su lado y apoyo la cabeza sobre el codo para observarla atentamente.
Incapaz de resistirme, me inclino y tomo el pezón desnudo en mi boca, lamiendo mi lengua
contra él como un adolescente obsesionado con las tetas.
Al principio, Lia permanece quieta, pero luego su posición muerta se rompe y sus labios
se abren. “Mmmm… "
El sonido va directo a mi pene, endureciéndolo hasta el punto de la tortura.
Muerdo su pezón lo suficiente como para causarle una ligera molestia, esperando que abra
los ojos, pero gime de nuevo y mueve su mano debajo de la sábana.
Lo bajo para verla tocar su coño, frotando su clítoris en ese
manera suave pero erótica que está destinada a excitarse.
No otra vez.
Puede que lo haya visto la última vez, pero no habrá contacto.
yo mismo cuando ya estoy cerca.
Envolviendo mi mano alrededor de la de ella, la quieto, mis dedos rozan sus pliegues
húmedos.
"Mmmm", murmura, tratando de liberar su mano y continuar con su tarea.
Mordisqueo su pezón una vez más y esta vez ella jadea al despertarse.
Sus profundos ojos azules miran a ninguna parte al principio antes de que ella lentamente se concentre en mí.
"Qué… ?” Se calla cuando ve mi boca alrededor de su pezón.
y mi mano sobre la de ella en su coño.
Un tono rojo se extiende sobre su piel clara, cubriendo su cuello y cara e incluso sus
orejas. Sus sentimientos de vergüenza autoimpuestos son interesantes y deseo grabarlos
más profundamente en mi mente.
O tal vez, lo que realmente quiero es verla sonrojada y a mi merced.
Hablo contra su pezón, haciéndola retorcerse con cada una de mis respiraciones
contra la punta húmeda y sensible. “Te estabas tocando otra vez, Lenochka, pero estos
suaves dedos ya no te satisfacen, ¿verdad? Puedo darle a este coño lo que realmente
anhela.
Ella coloca su otra mano sobre mi hombro. Es para resistirme, para detenerme como
dicta su inteligente cerebro, pero ella y yo sabemos que eso no puede continuar por mucho
tiempo.
"¿Vas a ser una buena puta o una buena chica, Lia?"
Ella respira profundamente, intentando retirar su mano que está en su clítoris de
debajo de la mía. Pero lo mantengo aprisionado y ella jadea cuando lo empujo un poco.
Me siento a horcajadas sobre ella en un movimiento rápido, mis rodillas a cada lado
de sus piernas abiertas. Lia deja caer el brazo a un costado y susurra: "¿Cuándo terminarás?".
“No actúes como si esto fuera una tarea ardua, Lia. Esa es otra forma de mentir y
sabes que no lo aprecio”.
Ella me mira fijamente y sus diminutos rasgos se contraen con el movimiento.
"Eres un sádico".
"Entonces eso te convierte en masoquista, Lenochka".
“Nno lo soy”.
"Sí es usted. "¿Puedes sentir tu excitación cubriendo nuestras manos?"
Intenta mirar la pared opuesta, pero la empujo hacia atrás agarrándola firmemente por
la barbilla. “No vuelvas a hacer eso. Mantén tu atención en mí cuando te toco”.
"Entonces, ¿ahora sólo puedo mirarte?"

Me gusta eso. De hecho, me gusta tanto que es jodidamente inquietante y no

Generalmente considero cualquier cosa perturbadora.
"Si puedes evitarlo, sí", digo en un tono indiferente que no traiciona el pensamiento que
estaba teniendo.
"Eres un desastre... Ahh”, gime mientras alineo mi polla con la suya.
entrada.
“Entonces no deberías interponerte en mi camino, Lenochka. Te arruinaré, te romperé y te
arruinaré”.
“¿No estás haciendo eso ya?”
“En verdad no, no. Sería inteligente no provocar ese lado mío”. Libero su barbilla y coloco
una mano detrás de su espalda, levantándola hasta sentarla, luego lanzo sus piernas para que
queden al lado de mis rodillas mientras la golpeo dentro de ella al mismo tiempo.
Mierda. Se siente como la primera vez. No, es incluso mejor, sus paredes son más
atractivas y su cuerpo está más acostumbrado al mío.
Lia grita, el sonido se convierte en un suave gemido cuando entro en su calor apretado tan
profundamente que nuestras ingles se golpean entre sí con las manos entre ellas.
Lia mira fijamente hacia donde nos unimos, su rostro adquiere una profunda expresión.
carmesí, y ella comienza a mirar hacia otro lado.
"No. Míranos."
“No me obligues”, comienza entre gemidos.
“Me llamaste desastre, pero este es el verdadero desastre, Lia. "Tú y yo."
Ella obedece, sus labios se abren y un brillo brilla en el fondo de sus ojos, haciéndolos
más claros, casi como si estuviera en lo alto.
Usando sus dedos, hago que provoque su clítoris, mi pulgar agrega presión.
Su mano es pequeña comparada con la mía, pequeña y sofisticada como todo en ella. Se sacude
con mis cuidados, pero ella no intenta apartarlo mientras frotamos su clítoris de la manera que a
ella le gusta mientras yo empujo dentro de ella al mismo tiempo.
Echa la cabeza hacia atrás, lo que hace que mechones de su cabello con aroma a rosas
rocen mi cara. La inspiro y memorizo el completo abandono de sus rasgos mientras la follo a un
ritmo que la deja gimiendo por liberación.
Ella vino más veces de las que cualquiera de nosotros puede contar esta noche, pero Lia
todavía quiere más. Ella todavía se desmorona a mi alrededor cuando me retiro y luego conduzco.
de nuevo en.
Sus dedos se detienen debajo de los míos y gime el único nombre que
a ella se le permite hacerlo de ahora en adelante, "Adrian... Sí… Sí… Adrián… "
El sonido de su susurro gutural me hace chocar contra el mío.
liberar. Mi espalda y mis pelotas se tensan mientras me vacío dentro de ella de una sola vez.
Que se jodan los condones.
Ella cae contra mí, su cabeza apoyada en mi pecho. Una capa de sudor cubre nuestros
cuerpos mientras respiramos el uno al otro.
Pronto, intentará alejarse de mí como lo hizo antes, pero ahora mismo, su cuerpo está
completamente relajado contra el mío. Ahora se ve dócil y contenta e incluso suelta un pequeño
suspiro.
Elijo este momento de paz para ofrecerle otro poco de verdad. El
La única verdad que me sacude hasta los huesos.
“Me preguntaste cuándo terminaría. La respuesta es nunca. "Nunca terminaré contigo,
Lenochka".
14
LIA
Ni siquiera sé cómo saldré del ensayo de hoy.

Debido a la follada exhaustiva como nunca había experimentado en toda mi
vida, me desperté dolorido y atontado y... en una bruma de placer.
Pensé que no podría moverme y mucho menos ensayar.
Pero en algún momento temprano en la mañana, sentí que Adrian me limpiaba entre
las piernas con un paño tibio. La sensación por sí sola fue suficiente para hacerme gemir
de absoluta felicidad.
Después de despertarme, me envolvieron en un edredón limpio y el que estaba manchado con
La evidencia de nuestras actividades sexuales estaba en la lavadora.
Encontré el desayuno en mi mesa de noche. Café sin azúcar, mi tostada sin sal con
queso bio y una manzana. También hubo analgésicos con una botella de agua.
Me preguntaría cómo sabe lo que como en el desayuno, pero no lo haría.

Será demasiado difícil de entender ya que eso es todo lo que tengo en mi cocina.
A pesar de querer interrogarlo, me conmovió extrañamente el hecho de que
me trajera el desayuno a la cama. Nadie había hecho eso por mí antes, y en mi
propia casa, nada menos.
Pero el hecho es que desapareció.
No había rastro de él ni de su ropa. Si no fuera por el tierno dolor entre mis piernas y
sus huellas rojas en mi trasero, habría sospechado que él nunca estuvo aquí en primer
lugar. Que todo lo que pasó anoche fue otro cruel castigo creado en mi cabeza.
Pero él estaba aquí. Todavía puedo sentir sus embestidas despiadadas y su

toque salvaje que extrañamente se volvió cariñoso. Todavía me duelen los pezones
por cómo los mordió, acarició y retorció. Mi trasero todavía arde por cómo me azotó
mientras me follaba como si supiera cuánto me vuelve loco.
Pero después de agotar mi cuerpo hasta agotarme, se fue.
De nuevo.
Ni siquiera pudimos hablar ni nada parecido a personas normales después de que él

anunció que nunca terminaría conmigo.
Simplemente me usó y se fue.
Sin embargo, ¿se considera consumo si disfruté cada segundo? ¿Si me tocaba pensando
en él mientras dormía?
Dios. Tal vez estoy destrozada irreparablemente por gustarme, por deleitarme con su
trato rudo y su sexo sin remordimientos cuando odio al hombre. Debería alegrarme de que
haya desaparecido, no decepcionarme.
Hice los movimientos durante el ensayo de hoy, tratando de distraerme.
Mi cabeza de cualquier pensamiento sobre Adrian Volkov.
Philippe y Stephanie me echaron una bronca sobre cómo me fui sin avisar anoche. Me
disculpé, pero no es como si pudiera decirles lo que realmente pasó, o que posiblemente tuve
el mejor sexo de mi vida sólo para despertarme en un apartamento vacío.
Y no, todavía no estoy salado por eso.

Sin embargo, una cosa cambió... o una persona. Ryan.
A partir de esta mañana, no intentó tocarme fuera del ensayo.
Tampoco me ha mirado a los ojos por mucho tiempo, como si tuviera miedo de lo que yo (o
alguien más) le haría.
Al menos aprendió la lección y mantendrá la distancia que debía mantener hace mucho
tiempo.
"Lía."
Me giro ante la voz de Stephanie. Ella me alcanza para que estemos
parado frente a mi auto, con las llaves colgando de mis dedos.
Saca un cigarrillo y lo enciende, inhala y luego exhala una gran nube.
“¿Qué pasa, Steph? Por favor, no me digas que es otra noche de fiesta”.
"No, pero ayer fue un movimiento idiota". Ella pone su mano en su cadera.
"Lo lamento. "No me sentía bien". Y realmente no lo era hasta que Adrian me jodió como
un salvaje antes de desaparecer.
¿Va a hacer de esto un hábito y seguirá alejándose después de ocuparse de sus
necesidades sexuales como si yo fuera una especie de puta?
Maldito sea.
¿Por qué diablos estoy tan obsesionado con esa parte? Después de todo, permití que
todo sucediera sólo para que él se fuera.
Es un asesino, Lia. Un maldito asesino.
Espero que el asco me invada ante ese recordatorio. espero sentir

Náuseas por permitir que un asesino me tocara tan íntimamente.
Sin embargo, no llega nada.
¿ Estoy tan roto?
"Lo que sea." Stephanie me mira fijamente como si no me creyera.
"De todos modos, aprendí algo que pensé que te interesaría saber".
"¿Qué?"
“Ese tipo de la mafia rusa por el que preguntaste ayer. ¿El socio de Matt?
Aprieto mis llaves con más fuerza mientras trato de mantener la calma. "¿Qué
aprendiste?"
Stephanie se acerca, busca a su alrededor, luego se toma la boca a media taza antes
de susurrar: “Aparentemente, él es un alto mando en la Bratva.
Como muy arriba”.
Yo trago. Aunque esta información no debería ser una sorpresa, me impacta de manera
diferente de lo que esperaría cuando me entero de ella.
"¿Cómo lo sabes?" Murmuro en respuesta, con miedo de apoderarse de mí.
"Escuché a Matt mencionárselo a uno de sus secuaces".
Stephanie es una auténtica espía y le encantan los chismes.
Da un paso atrás y da otra calada a su cigarrillo. "Ahora, niña, dile
¿Por qué estás interesado en saber sobre él?
“Nno lo soy”.
"UH Huh. Mientele a alguien más. Puedo ver ese brillo en tus ojos
cada vez que lo mencionan”.
Mierda. ¿Soy tan obvio? “Realmente no es nada. Yo solo… Lo encuentro aterrador”.
"Eso es porque lo es". Ella frota mi brazo. “Hay una multitud con la que nunca
deberíamos mezclarnos. Él pertenece a esa multitud”.
Demasiado tarde, Steph.
Le ofrezco una sonrisa tranquilizadora y llego a mi auto. Cuando llego a casa, tengo
hambre, estoy exhausta y mi mente está frita por la cantidad de teorías que he estado
conjurando sobre Adrian.
Me dijo que es un estratega, así que según lo que dijo Stephanie, él traza los
movimientos de la Bratva.
Dios. Es parte de la maldita mafia rusa.
Un escalofrío recorre mi espalda ante el pensamiento. No sé nada sobre la mafia
excepto la trilogía de El Padrino , y esas películas están muy lejos de la realidad.
Lo real debe ser más peligroso.

Me limpio los dedos húmedos en la falda, introduzco mi código y entro.
Tiro mi bolso y mis llaves sobre la mesa de la entrada, tratando de no pensar en lo

que pasó en esa misma mesa anoche. Cómo era dueño de cada centímetro de mí y me
daba un tipo oscuro de placer que nunca podré olvidar.
Sacudiendo la cabeza, cuelgo el abrigo y me congelo.
Entre mis otros dos abrigos, hay uno diferente. Gris. Masculino.
Su.
Me quito los zapatos y entro, el peso que se ha hundido sobre mi estómago desde
esta mañana se levanta con cada paso que doy. Mis pies se detienen sobre el piso con
calefacción en la escena frente a mí.
Adrian está colocando algunos platos en la pequeña mesa del comedor situada entre
la cocina y la sala de estar.
Está vestido con sus habituales pantalones y camisa negros, con los primeros botones
desabrochados, dejando al descubierto su pecho duro y musculoso en el que enterré mi cara
anoche. Sus mangas están arremangadas hasta los codos, revelando el intrincado diseño de
sus tatuajes. Ambos se extienden en mangas desde los hombros hasta por encima de las muñecas.
Sorprendentemente, no hay ninguno en su pecho o espalda como esperaría de un gángster.
“Has vuelto”, dice sin levantar la cabeza de su tarea. Hay una frittata y un plato
grande de ensalada, además de algunas manzanas cortadas.
"¿Qué estás haciendo?" Murmuro, incapaz de encontrarle sentido a la situación.
“¿Qué parece que estoy haciendo? "Preparándote la cena". Todavía no ha encontrado

mi mirada. “Ve a lavarte las manos”.
Mis pies me llevan hacia él como si estuviera flotando en el aire y agarro su bíceps.
“Dije, ¿qué estás haciendo en mi departamento, Adrian? "¿Cómo entraste?"
Continúa colocando los platos de una manera meticulosa, incluso geométrica. “Te vi
ingresar el código ayer. No es que hubiera sido un problema si no lo hubiera hecho”.
"Esto se llama allanamiento de morada".

—¿Siempre sientes la necesidad de etiquetarlo todo, Lenochka? Esta vez, sus ojos
grises que son del color de los duros inviernos chocan con los míos.
"¿Te hace sentir mejor?"
"Estoy nombrando las cosas por cómo se llaman".
“Por supuesto, haz lo que te haga sentir cómodo. Ahora ve a lavarte

"Tus manos para que podamos comer".
“¿Y si no quiero?”
Él suelta un suspiro. “Esta es una de las situaciones en las que eliges tus batallas.
Si no lo haces, estaré feliz de sentarte en mi regazo y meterte comida en la garganta”.
Lo miro furiosamente y luego voy corriendo al baño para lavarme las manos. Cuando
regreso, ya está sentado con un plato de lo que parece frittata de jamón.
Con un suspiro, me siento frente a él y clavo un tenedor en mi ensalada que está

colocada frente a mí, mientras la frittata es para él. Odio que sepa lo que como y no actúe
como otras personas que constantemente me dicen: "Oye, un poco de comida reconfortante
no te hará daño". No llegué tan lejos permitiéndome lujos.
Para estar en la cima, siempre hay que pagar un precio terrible. Ni siquiera fumo
como muchas otras bailarinas, así que no tengo otra manera de matar mi apetito excepto
pura determinación.
Por un momento comemos en silencio. Ambos nos tomamos nuestro tiempo. Yo,
porque me llena más rápido. Adrian, porque parece del tipo que guarda su comida y toma
cada bocado deliberadamente. Intento no mirar cómo sus dedos masculinos envuelven el
tenedor y el cuchillo. Es tan sofisticado, como alguien de clase alta, no un mafioso.
“¿La ensalada es de tu agrado?” él pide.

Levanto un hombro. "Está bien."
"¿Te gustaría una copa de vino?"
“¿Entonces me emborracharé como la última vez? No, gracias."
Sus labios se contraen en lo que parece una sonrisa, pero no es así. "Tu versión
borracha es más honesta".
“O más estúpido”.
“Iré con honestidad”.
Levanto la cabeza y el tenedor juega entre los tomates y la lechuga. "¿Quieres
honestidad, Adrian?"
Coloca sus cubiertos al lado de su plato y toma un sorbo de agua.
"Claro, escuchémoslo".
“Creo que estás enfermo y retorcido. Eres del tipo que se divierte sometiendo a
alguien más débil que tú, cerrándole todas las puertas en la cara para obligarlo a cenar
contigo. ¿ Estás tan solo?
Aunque creo que mis palabras provocarán ira, simplemente golpea la mesa con el dedo
dos veces. “Si te gusta etiquetarme como enfermo y retorcido, lo aceptaremos. Pero estás
equivocado. Si hay alguien que se siente solo entre nosotros, eres tú, Lia”.
"No estoy solo."

"Tendremos que estar de acuerdo en no estar de acuerdo".
“¿Qué te dio la idea de que me siento solo?”

“Aparte de tu obvia falta de amigos y tu vida sin incidentes, también elegiste el ballet
cuando sabías muy bien que te haría odiar cuando subieras a la cima. No luchaste contra el
proceso de ser envidiado y chismeado. En todo caso, lo usaste para enterrarte más
profundamente en tu burbuja solitaria donde nadie puede alcanzarte”.
Mis labios se abren ante su cuidadoso y horriblemente preciso análisis de mi vida.

Este hombre me tragará si no tengo cuidado.
"Lo hiciste", respondo con más veneno del necesario.
"¿Yo hice que?"
"Llegaste dentro de mi burbuja".
Recoge sus utensilios y corta su comida. “Eso es porque tú
"No tenía otra opción al respecto".
“¿Qué pasa si quiero tener una opción?”
"Demasiado tarde." Me mira con esos ojos desconcertantes. “Ya te reclamé como mía y
no hay vuelta atrás”.
Mis dedos tiemblan ante esa palabra. Mío. Pero no es por miedo, es algo más que no
puedo precisar, así que digo: "Eso se llama coerción".
“Siempre con las etiquetas, Lía. Se está volviendo tedioso”.

"Te dije. Le doy a las cosas su nombre”.
"No cambia nada excepto ofrecerte una sensación de justicia frágil".
"La justicia no es frágil".
“Oh, pero lo es. Quienes creen en ello fracasan o son abofeteados por
duras verdades”.
"Entonces, ¿en qué crees?"
"Patrones."
Eso me desconcierta. Después de darle un mordisco a mi ensalada y tragarla,
hable: "¿Cómo puede alguien creer en patrones?"
"Los patrones son una herramienta poderosa que me permite ver el resultado antes de
que suceda".
Me burlo. Por supuesto que a alguien como Adrian le gustaría ese tipo de poder.
“¿No estás de acuerdo, Lía?”
"No particularmente. Simplemente no me sorprende que te sientas atraído por ese
tipo de cosas”.
“Estás empezando a conocerme. Eso es progreso”.
"No te conozco, Adrian, y prefiero que siga así".
"¿Por qué? ¿Porque puedes enterrar la cabeza en la arena y fingir que nada de
esto está pasando? Te das cuenta de que eso es inútil, ¿verdad? "Cuanto más te
resistes, más dolor te provocas".
“Déjame preocuparme por eso. Lo que sea que sienta o no sienta no es asunto tuyo”.
"Cuida ese tono, Lia". Su voz baja con una amenaza reveladora.
"¿O que?"
"O te llevaré mi cinturón al trasero".
"Tú… "
"Seguir." Sus ojos brillan con puro sadismo. "Por supuesto, dame una razón para
castigarte".
El fuego explota en mi pecho y trato de tragarlo, sin éxito.
Jesús. Este hombre es un verdadero demonio.
Me lleno la cara con ensalada para evitar escupir lo que sea que esté intentando.
salir.
“Más lento”, le reprende. “O te ingerirás”.
"Como si te importara."
"Claro que si. "No soy tan desalmado".
"Sí claro."
"Realmente no lo soy, bajo las circunstancias adecuadas".
“¿Te refieres a los que tú colocas?”
"Correcto."
“¿Entonces es tu camino o la autopista?”
"Más o menos."
Me muerdo el labio inferior y luego lo suelto rápidamente cuando lo encuentro
mirándolo con toda su atención y un brillo aterrador de lujuria.
“¿Qué va a pasar cuando termines conmigo?” Hago la pregunta que ha estado
rondando por mi mente.
“Dije que no lo seré”.
“Seguramente te aburrirás. Todos lo hacen."
"No soy cualquiera y sería prudente no compararme con nadie que conozcas".
Como si alguna vez pudiera encontrar a alguien como él.

Luca es un poco esquivo, como Adrian, pero no es tan intenso y siempre lo he considerado
un amigo, así que realmente no cuenta.
Me aclaro la garganta. “El punto es que esta fase terminará. Como todo en la vida”.
"Pensaré en eso cuando llegue el momento".

“¿Es eso lo que les hiciste a los demás? Pensaste en su destino cuando
“Llegó el momento”.
"¿Los demás?"
“Los que vinieron antes que yo”.
"Nunca antes había hecho esto con nadie, Lenochka".
Rayos de emoción y miedo me atraviesan. Por alguna razón perversa, me gusta que esto
también sea una novedad para él, que al menos seamos iguales en ese sentido. Pero saber que
soy su primero, que rompió un patrón por mí cuando los aprecia tanto, también es suficiente
para hacerme imaginar lo peor.
Ahuyentando ese pensamiento, pregunto. "¿Qué significa eso?"
"¿Qué significa qué?"
“¿Lenóchka?”
"Luz brillante."
Mis labios se abren, sin creer que me acaba de llamar así. Seguramente debe ser un
juego de mi imaginación. “¿Crees que soy una luz brillante?”
"Eso es lo que dije."
"Pero crees que me siento solo".
“Eso no te hace sentir triste. “Un brillo brilla más solo que cuando está en el campo”.
“¿Es por eso que me desplumaste?” Mi voz baja mientras miro el plato de ensalada.
"Posiblemente."
"Para que lo sepas, las rosas más bonitas tienen las espinas más mortíferas".
Él se pone de pie. El movimiento no es abrupto, pero me hundo en mi silla, en parte
arrepintiéndome de lo que dije y en parte orgulloso de ello.
Gana la parte orgullosa, porque levanto la barbilla. Que se joda. Si él piensa que lo haré
Simplemente me acobardo porque él me lo dice, se sentirá decepcionado.
Él está a mi lado, su gran tamaño se eleva sobre mí como una fatalidad. “¿Crees que eso me
asusta?”
“No lo dije para asustarte. Sólo estoy transmitiendo hechos”.

“Aquí tienes un hecho, Lia. Las espinas mortales me emocionan”.
Yo trago. “Pero te hacen daño”.
"Vale la pena." Señala mi plato de comida olvidado. "¿Has terminado?"
"¿Sí, por qué?"

“Porque te voy a follar hasta que grites, mi espina mortal”.
Y con eso, me levanta y me lleva en sus brazos hacia el dormitorio.
15
LIA
Durante dos semanas caemos en una especie de rutina.

Voy al ensayo y, cuando llego a casa, encuentro a Adrian esperando con comida casera
o para llevar que trae. Sé que aquí no cocina, porque dice que los trae de su casa.
Luego me lleva al dormitorio y me folla hasta que me duermo.

A veces, lo hace sobre la mesa, haciéndome sentar a horcajadas en su regazo mientras él es
dueño de cada centímetro de mí. Otras veces me agarra nada más entrar, me levanta la falda
y me folla en la entrada.
Pero la cosa no termina ahí.
Nunca termina ahí.
Después de eso, me lleva al dormitorio o a la ducha. A veces espalda con espalda como
si no pudiera dejar de tocarme, como si me deseara de nuevo tan pronto como termina.
Cuando no puedo soportarlo más, lo que básicamente significa que estoy sollozando
durante mis orgasmos, él me limpia o me lleva a la ducha. Se asegura de que esté
completamente cómoda y a veces me viste, aunque solo con un camisón o una camisa larga
para poder tocarme como quiera durante la noche.
Intento mantenerme alejado de él deslizándome hacia mi lado de la cama o durmiendo

de espaldas a él. Pero en el momento en que me estimula, estoy allí con él retorciéndose y
rogando por una liberación que no había tenido hace mucho tiempo.
Es una locura como me he vuelto adicto al placer que solo él puede

conjurar. Cómo anhelo su maltrato rudo y su follada salvaje.
Quizás tenga razón. Quizás soy masoquista. Porque lo único en lo que puedo pensar
es en lo que hará cada noche. Cómo me tomará, me azotará y prenderá fuego a mi mundo.
Por la mañana, sin embargo, se marcha. Cada maldita mañana, él va

salir como un ladrón. Como si yo fuera su puta y él no quisiera que lo vieran conmigo.
Desde la primera vez que cenamos en el restaurante, nunca más me invitó a salir.
Tampoco lo he pedido, porque eso significaría que quiero algún tipo de relación con él.
No.
Lo único que estoy esperando es que se aburra y me deje en paz.
Aunque no parece aburrirse. En todo caso, su apetito por mi cuerpo parece crecer
con el paso de los días hasta el punto de que me vuelve a tomar casi inmediatamente
después de correrse. No sé si se estimula fácilmente o tiene una gran resistencia, pero sí
sé que he estado emulando su ritmo de forma lenta pero segura.
Me ha hecho acostumbrarme a él, incluso adicta, de modo que todas mis líneas
se han desdibujado.
Me digo a mí misma que está mal, que no debería querer a un hombre como Adrian de
manera tan carnal o con tanto abandono. Y, sin embargo, también sé que no puedo detenerlo.
Para mi perdición, no es sólo por sus amenazas y su control invisible sobre mí.
Desde que él entró en mi vida, mis ensayos se han vuelto más fluidos y fáciles.
Nunca he captado tanto a un personaje como lo hago con Giselle. En cierto modo, estoy
proyectando mi situación en ella. El hecho de que no tuve opción de caer en manos de un
hombre mucho más poderoso que puede hacerme daño.
La única diferencia es que sé lo que me espera.
Algo que es sólo físico.
La única conexión de Adrian conmigo es estimular mi cuerpo para que pueda
satisfacer su loco deseo sexual. Pero he estado usando lo que tenemos para captar el
carácter de Giselle.
Incluso Stephanie y Philippe lo han notado. El director me ha estado diciendo que es
su interpretación favorita hasta el momento y, por primera vez, estoy de acuerdo. Por
primera vez, no creo que pueda hacerlo mejor.
Stephanie y Philippe siguen reprendiéndome porque ya no me uno a su diversión
nocturna. Lo que no saben es que tengo mi propia diversión. ¿Y honestamente? Prefiero
pasar noches tranquilas en casa que en un club.
Bueno, lo más silenciosos que pueden llegar a ser con todo el sexo.
Aparte de eso, las noches con Adrian son tranquilas. Él mantiene sus palabras a un
mínimo, incluso cuando es él quien inicia la conversación.
Hablamos de mi ensayo, o me pregunta cómo estoy y termino hablando más de lo
necesario. El ballet y la música clásica son mis únicos temas de obsesión, las únicas cosas
de las que puedo hablar siempre para calmar mi
nervios. Desde que Adrian se dio cuenta de eso, me pregunta cómo fue mi día como si
fuéramos una pareja de ancianos.
Una vez, cuando le pregunté cómo le había ido el día, levantó una ceja y dijo: "¿Estás
seguro de que quieres saberlo?".
No. No lo hice. Realmente no quería que me recordaran lo que es y lo que hace. Se
hace más fácil tenerlo dentro de mí todas las noches cuando pretendo que es simplemente
un extraño con quien tengo una química alucinante.
Sólo un extraño.
De camino a casa después del ensayo, paso por una boutique para comprar bragas
nuevas. Adrian ha arrancado la mayor parte de los míos, incluso cuando le dije que los
quitaría yo mismo.
Me tambaleo delante de una hilera de lencería roja, extendiendo la mano para
inspeccionar su escote y el encaje invisible. Retiro mi mano antes de tocarlos.
Dios, ¿qué estoy haciendo? ¿Realmente estoy pensando en usar lencería para Adrian?
Estoy a punto de darme la vuelta y dirigirme a la sección de ropa interior cómoda.

cuando alguien aparece a mi lado.
Al principio, creo que es uno de esos extraños que se acercan demasiado, pero
luego reconozco su chaqueta de cuero y el sombrero negro que lleva demasiado bajo,
mientras sostiene un teléfono en su oreja. Entonces, mis fosas nasales se llenan con un
olor familiar: lejía.
“¿Luca?” Yo susurro.
“No me mires y sigue inspeccionando la ropa, duquesa. Te están siguiendo”.
Miro hacia adelante, pasando mis dedos por la lencería roja. ¿Realmente me están
siguiendo? Sabía que Adrian era un maldito acosador. He visto un auto negro y una sombra
de su guardia, Yan, un par de veces, pero pensé que eran cosas únicas. Debería haberlo
sabido mejor.
"Saca tu teléfono y finge que estás hablando por él", dice Luca con su voz indiferente.
Hago lo que me dice, con una mano en la ropa interior y la otra sosteniendo el
teléfono en mi oreja. Luca siempre tiene cuidado de no ser descubierto en público.
Por eso últimamente sólo hablamos por teléfono. O al menos antes de que Adrian entrara
en escena.
“¿Por qué no me has devuelto la llamada?” No oculto el dolor de mi voz. Realmente
he necesitado un amigo estas últimas semanas y él es el único que tengo.
“Estaba fuera del país. Además, estás llena de malditas trampas, duquesa. Es tan difícil
acercarse a usted como al presidente”.
"¿Qué?"
“Adrian los tiene a todos molestos. Tu teléfono, tu casa. Incluso tu coche”.
La información me golpea profundamente. Aunque Adrian es un acosador, ¿por qué se
tomaría la molestia de molestarlo todo? Él me tiene, ¿no?
¿Por qué necesitaría registrar cada uno de mis movimientos? Entonces me doy cuenta de otra
cosa.
"Esperar… “¿Cómo sabes acerca de Adrián?”
“Sé todo sobre usted, duquesa. Prometimos tener cada uno
"Otros están de espaldas, ¿recuerdas?"
Sí. Desde el momento en que escapamos de nuestras viejas vidas, dijimos que tendríamos
un nuevo comienzo que no estaría definido por quiénes éramos. Luca eligió un camino
completamente diferente al mío.
"Él es… " Yo trago. "Es peligroso, Luca".
"Yo también soy peligroso".
"No. Es realmente peligroso”.
“Pensé que necesitarías mi ayuda para deshacerte de él. ¿Lo estás protegiendo?
Hago una pausa. Quiero deshacerme de Adrian, pero recurrir a los métodos de Luca
no es el camino a seguir. Eso no es diferente de actuar como Adrian.
Aunque Luca me ha mantenido fuera de su mundo, sé que está involucrado en negocios
turbios con gente turbia. Se parece mucho a Adrian, pero lo conozco desde que éramos niños. Sé
que no me hará daño.
"No lo estoy defendiendo", murmuro.
"Entonces, ¿quieres deshacerte de él?"
"No me gusta hacer daño a la gente, Luca".
"A veces tienes que hacerlo o te harán daño".
Permanezco en silencio, reflexionando sobre sus palabras favoritas. Luca siempre ha tenido
esa filosofía sobre la vida y las personas.
"Me desharé de Adrian".
Sus palabras provocan un extraño apretón en mi pecho. "Dije que no quiero lastimar a
nadie".
“No es sólo por usted, duquesa. Recuerda a la gente con la que trabajo.
¿para? Quieren que se vaya”.
"¿Pero por qué?"
"Porque sabe demasiado sobre las cosas, y si se ha ido, el

la hermandad se verá debilitada”.
Realmente es un superior si personas como los empleadores aleatorios de Luca
quieren que se vaya. ¿En qué tipo de negocio está involucrado Adrian? Mi misión es no
mezclarme en esa parte de su vida, pero ¿es esa la decisión más sabia?
"Antes de deshacerme de él, necesito que lo vigiles, duquesa".

"¿Qué?" Siseo.
"Me escuchas. Quiero saber si surge algo sospechoso. Actualmente eres la persona
más cercana a él y la única que puede descifrar su sistema”.
"¿Su sistema?"
“Él tiene un sistema donde vigila a todos y a todo,
“predecir las cosas antes de que sucedan”.
Patrones. Recuerdo que Adrian dijo que cree en ellos. Por eso es estratega.
Sacudo la cabeza ligeramente y aprieto la mano sobre la lencería.

"No voy a ser tu espía, Luca".
"¿Por qué no?"
“Es Adrián. Él lo sabrá”.
“No lo hará”.
"¿Cómo puedes estar tan seguro?"
"Está cegado por ti".
Mis labios se abren. “¿Ciego por mí? "Debes estar bromeando".
"No soy. Por primera vez en su vida, el meticuloso Adrian Volkov es
dejar que una mujer se acerque. Si eso no es una debilidad, no sé qué lo es”.
No me gusta eso, la idea de que yo sea la debilidad de Adrian. Cuanto más habla
Luca, más quiero callarlo.
“Todo lo que tienes que hacer es actuar como lo has estado haciendo todo el tiempo.
No intentes encontrar sus errores y no te escapes de su control”.
"No."
“Lía… "Su voz se suaviza. “¿Has olvidado lo que prometimos?”
"No lo he hecho, pero tampoco me inscribí para ser parte de este juego".
"Te registraste hace mucho tiempo".
"¿Qué?"
“¿Quieres que te diga quién estuvo detrás de la muerte de tus padres?”
Un golpe rápido se apodera de mi pecho como si hubieran despertado a un animal

salvaje. Mis extremidades tiemblan y la caja negra parece acercarse a mí como cuando
era niño. "¿Sabes?"
"Te dije que lo descubriría y cumplí mi palabra".
"¿Quién es?" Mi voz tiembla cuando los ruidos de ese día vuelven a filtrarse, el
silencio, los gritos, los pasos silenciosos. Mis oídos zumban con la dureza de ellos y
necesito todo lo que hay en mí para permanecer de pie.
“Las cosas no son así, Lia. Dame lo que quiero y te daré lo que necesitas”.
Con eso, se da vuelta y se va. El significado detrás de sus palabras permanece

conmigo.
Te daré lo que necesitas.
Luca lo expresó perfectamente. Él, más que nadie, sabe que descubrir la verdad
detrás de la muerte de mis padres es lo que me ha estado persiguiendo desde que era una
niña pequeña.
Por eso tengo esas pesadillas viscerales y tomo esas pastillas. Por eso tengo
demasiado miedo de vivir y demasiado miedo de morir.
Y para liberarme, para elegir un destino final, necesito espiar al
el mismo diablo.
dieciséis
ADRIÁN
Se me acaba el tiempo.
De hecho, se me está acabando el tiempo desde el primer encuentro con Lia en el
estacionamiento. Si fuera cualquier otra persona, lo habría terminado tan pronto como
empezó.
Pero no lo es.
Durante las últimas cuatro semanas, he estado negociando conmigo mismo para
seguir adelante, para extorsionarla y marcharme. Arrojarla a los lobos, según el plan
original.
Pero cada vez que la veo, me hundo dentro de ella y la poseo, tengo hambre de
más. Pensé que ya la habría jodido fuera de mi sistema, pero está demostrando tener el
efecto contrario. Cada vez que la toco, tengo hambre de más, y una parte de mí sigue
queriendo llevar esto al siguiente paso y ofrecerle otra de mis verdades. Uno que la haga
sospechar más o que se entregue a mí por completo.
Ahora, estoy contemplando seriamente otras opciones sobre cómo abordarla. La

reunión nocturna con Sergei e Igor se prolonga más de lo que me gustaría.
Ambos necesitan informes de progreso sobre los italianos, algo que aún no he puesto
sobre la mesa debido a cierta bailarina que no debería estar involucrada en esta vida.
Pero ya la arrastré. Podría haber comenzado el día que me vio matar o el día que fui
a verla brillar en el escenario, o su destino podría haber quedado sellado la primera vez
que la besé o la follé.
En cualquier caso, Lia Morelli está dentro.
Puede que no tenga ni la más mínima idea de lo que está pasando, pero su vida y la
mía están más entrelazadas de lo que jamás imaginaría.
Todavía me aferro al hecho de que ella está lo suficientemente lejos de la hermandad
y de todo lo que hay en ella. Ella está haciendo lo suyo con el ballet y yo haciendo lo mío
detrás de escena.
Tratar con Sergei e Igor no es difícil. Saben que no fallo. Hasta ahora.
Si quieren algo sobre los Luciano, lo conseguirán. Sólo el método podría haber cambiado.
Yan suelta un suspiro de aburrimiento tan pronto como nos subimos al auto. Kolya, sin
embargo, me mira a través del espejo retrovisor con el ceño fruncido.
"Se están volviendo más consistentes".
"Los mantendré ocupados". Miro mi reloj. Son más de las diez, así que probablemente Lia esté
profundamente dormida.
A la mierda las largas reuniones.
Llamo a Boris, el que ha estado observando a Lia, y él contesta después de un timbrazo,

hablando en ruso brusco: "Jefe".
“¿Algo fuera de lo común hoy?” Pregunto en el mismo idioma.
“Era lo de siempre”. Hace una pausa. “Ella pasó por una tienda de lencería antes
"Me voy a casa."
No puedo evitar la ceja que se levanta o la erección que presiona contra mi
pantalones al pensar en ella en lencería. Mi Lenochka estaba comprando lencería.
Eso es… interesante.
Ella siempre ha usado ropa interior sencilla y nunca se ha esforzado por estar presentable para
mí. No es que me importe, pero el hecho de que ahora se esté esforzando en ello me intriga más de
lo que debería.
“¿Algo más, Boris?”
"Nada fuera de lo común, jefe".
Cuelgo y golpeo mi muslo con el dedo. Lia compró lencería y yo no estaba allí para
desenvolverla... ni a ella. Sergei e Igor tienen el peor momento
alguna vez.
"Señor."
Levanto la cabeza ante la voz de Kolya. Yan está fumando y ni siquiera me di cuenta cuando
encendió el cigarrillo. Yo suspiro. "Apágalo, Yan".
"Está casi terminado". Hace una pausa y luego agrega como una ocurrencia tardía: "Señor".
"Yan." Kolya le da un codazo.
"Bien. Lo que sea." Yan da una última calada y la tira por la ventana, refunfuñando.
“¿De qué quieres hablar, Kolya? Por supuesto, somos todo oídos”.
Mi guardia superior lo ignora y se concentra en mí. “Sergei e Igor

"La paciencia sólo puede durar un tiempo".
"Lo sé." Miro las luces de la ciudad a través de la ventana.
"Si lo sabes, ¿por qué no actúas en consecuencia?"
“¡Kolya, bastardo! ¿Estás sugiriendo que lastimó a Lia? suena yan

desaprobando. “Ella no hizo nada”.
"Si la lastimé o no, no es de tu incumbencia". Y desde cuando
¿Eres su defensor, Yan? Mi tono es más mordaz de lo habitual.
“Ella es… Inocente, jefe. Ella no hizo nada para merecer... "Se calla."
"¿A mí?" Termino por él.
"Yo no dije eso".
"No era necesario".
Y en cierto modo tiene razón, pero ser inocente no la exime de su destino. Sin
embargo, personas como Yan seguirán intentando aliviar su conciencia. Nunca tuve eso,
es decir, conciencia, así que no me preocupo por eso.
El auto se detiene en el estacionamiento de Lia, pero no salgo de inmediato.
En cambio, me obsesiono con mis dos guardias. "Necesito más hombres sobre Lazlo Luciano,
tantos como sea posible".
"Ya lo estamos observando", dice Kolya.
"No es suficiente. Necesito un informe completo de sus hábitos diarios, de los
lugares que frecuenta e incluso de sus horas de vigilia y de acostarse. Quiero saber sus
comidas y su estilo de vida y que los piratas informáticos accedan a sus teléfonos y
portátiles y a los de su esposa. No dejes que su subjefe sospeche, porque es más
paranoico que Lazlo y reaccionaría ante el menor desencadenante. "No quiero errores".
"¿Pero por qué?" Yan estira la cabeza hacia mí. “¿Qué nos daría esa información?”
"Estoy formando otro plan". Y con eso, salgo del auto.

No me toma mucho tiempo llegar al apartamento de Lia. Estoy completamente
preparado para la oscuridad y encontrarla dormida. No le pregunté a Boris si había
cenado y no tuve tiempo de comprobar las cámaras de vigilancia durante la reunión con
Sergei e Igor.
La luz automática de la entrada se apaga en cuanto entro.
De fondo suena música sinfónica baja. Me sorprende encontrar su pequeña figura
recostada en el sofá. Lia duerme de lado, con la mano debajo de la oreja y cubierta con
una manta de lana peluda.
Sus labios están ligeramente separados y sus piernas metidas detrás de ella.
Parece tan suave, tan frágil, mi Lenochka. A ella también se la puede marcar con la
misma facilidad, y esa parte de mí, la parte a la que no debería darle importancia, lo
exige.
Apago la música con el control remoto y planeo llevarla al
dormitorio, pero tan pronto como el sonido se apaga, sus ojos se abren.
Se sienta erguida y cuando su mirada se encuentra con la mía, el pánico y algo

Todo lo demás gira en las profundidades del fascinante azul.
Odio esa mirada. Quiero borrarlo para que no sea su primera reacción.
a mí.
Ha pasado más de un mes y todavía me considera el villano que me pintó esa primera
vez. Si bien al principio me importaban un carajo sus etiquetas, ahora quiero que baje la
guardia cuando esté cerca de mí, sin que yo tenga que tocarla sexualmente.
Lia puede deleitarse con mi tacto e incluso anhelar la depravación, pero todavía se
rodea de alambre de púas y las espinas mortales que mencionó el otro día.
Alambres y espinas planeo erradicar.

"Adrian", dice suavemente, metiéndose el cabello detrás de las orejas. "Pensé que no
vendrías".
"Estoy aquí, ¿no?"
Su comportamiento se pone rígido, toda suavidad desaparece de sus delicados rasgos.
"¿Por cuánto tiempo? "¿Hasta la mañana?"
“Por el tiempo que quiera”.
“No puedes ir y venir cuando quieras. "No soy tu puta".
"¿Entonces, que eres?"
Puedo decir que mi tono apático la molesta ya que sus mejillas se ponen de un rojo
intenso. "No quiero ser tu nada".
"¿Estás seguro de que no es lo contrario?"
“Deja de poner palabras en mi boca, loco y enfermo bastardo”.
"Un golpe".
“¿Por llamarte como eres?”
“Por estar enojado contigo mismo por razones ilógicas y desquitarte conmigo. Ahora
ven aquí”.
"No."
"Dos. Si no haces lo que te dicen en el siguiente segundo, el conteo seguirá
aumentando”.
Ella me mira y cruza los brazos sobre el pecho.
"Tres. Veo que los azotes ya no te hacen efecto. ¿Te has acostumbrado a los castigos,
Lenochka?
"Necesitas ayuda, ¿de acuerdo?"
“Cuatro. Y tú también, porque puedo ver esa anticipación en tus lindos ojos”.
"Se llama odio".

"Cinco." Hago una pausa por un segundo. "Seis." Otro. "Siete."
Su cara se enrojece aún más y puedo decir que está luchando contra su orgullo para
salvarse. Que ella sabe que no daré marcha atrás y que todo terminará mal para ella si
mantiene esa actitud.
Finalmente, se pone de pie, con los ojos brillando con fuego. "Bien. Hacer
tus azotes y déjame en paz”.
"Oh, no." Me desabrocho el cinturón y lo saco. "Estoy mejorando mis métodos".
17
LIA
Una descarga de adrenalina endurece mis extremidades y una necesidad urgente late a través de mí.
mis venas.
Correr.
Esconder.
Correr y esconderse.
Pero estoy congelada en el lugar.

Ningún músculo se mueve mientras miro el cinturón en la mano de Adrian. Lo enrolla
dos veces alrededor de sus dedos masculinos, haciendo una muestra de lo que tiene
reservado para mí.
Mis piernas se bloquean en su lugar y sus huellas en mi trasero desde anoche
empieza a palpitar, hormiguear, arder.
Ahora me doy cuenta de que no debería haberlo provocado, no debería haberme sentido lo
suficientemente seguro como para pensar que ganaría esto y saldría ileso. Estamos en lados diferentes
del tablero, él y yo, y no hay lugar para que juguemos la misma partida.
Después de lo que Luca me dijo, debería haberme portado lo mejor posible, debería
haber pasado desapercibido para observar a Adrian, pero mis frustraciones se apoderaron
de mí.
Porque a pesar de que él ha sido mi dueño todas las noches y se ha ocupado de todas mis
necesidades, al llegar la mañana, he sido nada menos que una puta con la que ha pasado sus noches.
Por eso lo desafié y por eso ahora pagaré.

Es entonces cuando me doy cuenta de que estoy negando lentamente con la cabeza, todavía concentrado en su
cinturón.
Parece más grande que la vida, vestido con una camisa blanca y pantalones gris
oscuro que combinan con el color de sus implacables ojos. Adrian siempre ha sido una
fuerza a tener en cuenta, un hermoso maestro de la manipulación. Es como si hubiera
nacido con una cara hermosa que le ayuda a bajar la guardia de la gente antes de atacar.
Actualmente soy una de esas personas.

Porque no tengo dudas de que él viene detrás de mí y que estoy
completamente atrapado sin salida.
"Ponte de rodillas frente al sofá, Lia". El tono firme de su voz envía una onda
expansiva por mi rígida columna.
Continúo sacudiendo la cabeza, un matiz de terror atravesando mi pecho. Si su mano
me provocó una agonía inconmensurable con solo azotarme, su cinturón será pura tortura.
“Puedes aceptar tu castigo ahora o… "Se calla, su mirada recorriendo mis muslos
desnudos. Llevo una camisa de algodón que llega hasta debajo de mi trasero, apenas
ocultando mis bragas. Los botones superiores están desabrochados y el material del escote
combina con los calcetines mullidos que cubren mis pies.
"¿O que?" Murmuro, retorciéndome bajo su intenso escrutinio.
Su mirada vuelve a mi cara. "O puedes tomarlo más tarde, después de que aumente
el conteo".
"¿De verdad crees que es una elección?"
“Es porque tienes dos opciones. Depende de usted elegir el menos doloroso”.
"Ambos son dolorosos".

"Correcto, pero uno es definitivamente más misericordioso que el otro".
“Eres todo menos misericordioso, Adrian. "Estás enfermo."
"Y tus etiquetas se están volviendo aburridas y repetitivas, Lenochka". Agarra un
puñado de mi cabello y grito cuando me da vuelta y me empuja de rodillas. Se hunden en
la alfombra mientras él me quita la camisa por la cabeza de un solo golpe.
Jadeo cuando se me pone la piel de gallina. Mis pezones alcanzan su punto máximo
hasta convertirse en botones sensibles, palpitando y pulsando a un ritmo que coincide con el
de mi núcleo.
Adrian tira la camisa a un lado y me empuja contra el sofá para que mis doloridos
pezones salgan a la superficie. Reprimo un gemido ante la tortuosa sensación. No importa
cuánto luche contra él o conmigo mismo, en el momento en que me toca como si fuera mi
dueño, un placer enfermizo corre por mis venas.
Él extiende una mano entre el sofá y yo, luego pellizca un pezón dolorosamente duro, girándolo
entre el pulgar y el índice hasta que dejo escapar un gemido entrecortado.
“Siempre sensible y receptiva, mi Lenochka. ¿Te gusta cuando torturo tus pezones
rosados hasta que estés empapado?
“Mmmm… "
"¿Te gusta la preparación para lo que está por venir y la anticipación que crea en
tu pequeño coño?" Vuelve a girar mi pezón y el movimiento, junto con sus crudas
palabras, casi me lleva al límite.
"Oh… Dios… Adrián… "
"Si yo. "Solo yo." Su voz baja mientras agarra un puñado de mi cabello y tira de mí
hacia atrás. Estoy suspendida en el aire, con ambas manos agarrando el sofá mientras él
me mira, todavía pellizcando mi pezón. "Dilo."
"Decir… ¿Qqué?”
“Que soy el único por quien te mojas. El único al que le permites
Tortura tus pezones y folla tu apretado coño hasta que te agotes.
Mis muslos se aprietan ante el efecto de sus palabras, pero no podría hablar
aunque lo intentara.
Sus dedos se clavan en mi cuero cabelludo y su agarre se vuelve despiadado,
no negociable, mientras sus ojos oscuros sostienen los míos en una jaula íntima. "Dime,
eres solo tú, Adrian".
"Eso… solo… tú… Adrián… "
"Soy el único que puede tocarte, ¿verdad, Lenochka?"
"Sí… "
“¿El único al que dejaste ir por completo?”
"Sí."
“¿El único que te castiga?”
"Sí… Cierro los ojos brevemente, horrorizada por lo ciertas que son mis palabras.
Cómo… libertador.
Adrian me empuja por el pelo para que mi mejilla toque la cálida superficie del
sofá y luego me suelta. Pero él no desaparece, queda detrás de mí como una amenaza
y una promesa al mismo tiempo.
Envuelve una mano alrededor de mis bragas y grito cuando las rompe.
lejos en un tirón salvaje que cubre mis muslos internos con excitación.
"¿Podrías dejar de arruinar mi ropa interior?" Exhalo.
"Arruinaré cualquier cosa que se interponga en mi camino". Sus palabras habladas con calma envían
un agudo escozor en mi espalda, la intención tácita que me ata en nudos.
Soy muy consciente del hecho de que Adrian es peligroso, un asesino y, además,
despiadado. Así que no tengo ninguna duda de que me arruinará incluso a mí si me interpongo
en su camino.
Ese pensamiento envuelve dedos fantasmales alrededor de mi cuello. Si Adrián encuentra

Si se entera de que lo estoy espiando, no dudará en estrangularme, en destrozarme.
Mátame.
Su puño vuelve a apretar mi cabello, atrayendo mi atención al presente.

"¿Qué estás pensando?"
"Me quedan muy pocas bragas", espeto.
"Puedes comprar unos nuevos". Su voz baja mientras susurra cerca de mi oído: "Ahora, cuenta".
Un silbido resuena en el aire antes de que el primer golpe caiga sobre mi trasero.
Grito y mi grito rebota en las paredes.
Santa mierda.
Eso duele como nada que haya sentido jamás. Es como si se me rompiera la piel, pero no es así.
El dolor queda atrapado entre el aire y su cinturón.
"Empezaremos de nuevo, Lia".
"Ppero ¿por qué?"
"Te dije que contaras".
Su cinturón vuelve a caer sobre mi trasero y es incluso peor que el primero.
uno, quemando mi piel y labrándose un lugar debajo de ella.
“¿Debería empezar de nuevo?” Su voz es indiferente, pero no podría ser más cruel.
"Uno… ” Lloriqueo.
Silbido. Bofetada.
"¡Dos!" Grito, las lágrimas se acumulan en las esquinas de mis ojos y en mis
aliento entrecortado rebotando en el sofá.
Bofetada.
“Ahhh… tres… "Mi voz se quiebra mientras mis piernas tiemblan y mi estómago da un vuelco.
Ahí es cuando lo siento.
La profunda contracción en mi vientre y un dedo áspero abriéndose paso a través de mis pliegues.
"Mmm. "Sabía que necesitabas dolor con tu placer, Lia".

"No… No… "Quiero borrar la evidencia por la que está deslizando sus dedos, la
excitación, el profundo hormigueo que sentí sólo unas pocas veces antes de que esto
comenzara cuando me empujó boca abajo sobre la mesa y me tomó sin contenerse.
Sólo que ahora parece haberse intensificado, alcanzando una nueva altura que nunca pensé que
existiera.
Oh Dios.
¿Realmente hay algo malo en mí? ¿Es por eso que estoy reaccionando de esta manera
ante su castigo perverso y su dominio sádico?
"Niégalo todo lo que quieras, Lia, pero tu coño sabe lo que quiere".
Silbido. Bofetada.
Silbido. Bofetada.
Mi culo palpita y mi excitación sigue cubriendo sus dedos. Descaradamente.
Implacablemente.
“Cuatro… cinco… Mi voz termina en un grito gutural cuando me azota de nuevo. "¡Seis!"
Estoy hecho un desastre sollozando ahora mismo. Mis lágrimas mojan el sofá y entran en
mi boca, haciéndome sentir un sabor a sal. Una capa de sudor cubre mi piel y mi culo ardiente.
Ojalá eso fuera todo.

Desearía estar sollozando sólo por el dolor, pero mi coño palpita con una necesidad
tan violenta como las llamas que explotan en mi trasero. La necesidad de soltar garras
para liberarse.
El sonido del cinturón en el aire añade más tormento y anticipación a
el próximo golpe. Cuando se encuentra con mi carne, sollozo: "Siete... "
Quiero suspirar de alivio porque todo ha terminado, pero el dolor en mi coño me lo impide.
Si los azotes lograron algo, definitivamente me pusieron caliente, con hormigueo y muy inquieto.
El cinturón golpea el suelo y Adrian suelta mi cabello. creo que el es

Finalmente termino, pero lo siento caer de rodillas en la alfombra detrás de mí.
Antes de que pueda ver lo que está haciendo, sus manos agarran mis doloridas
nalgas y las separa. Gimo por el dolor, el alivio y algo más.
“Adrián… ” Sollozo. "I… Por favor."

"¿Por favor qué, Lía?"
"I… "No sé."
"Por supuesto que sí. Simplemente no quieres admitirlo”.
"Por favor… "
"¿Por favor hacerte venir?"
Frunzo los labios y saboreo mis lágrimas.
"Dilo, Lía".
Sacudo ligeramente la cabeza.
“Cuanto más me desafías, más te niego”.
"No puedo decirlo".

"Sí tu puedes. Necesitas reconocer tu placer conmigo o no obtendrás nada de eso”.
Lo miro detrás de mí. Es tan ancho en comparación con mi pequeño cuerpo, que es a la
vez aterrador y excitante.
Ese hombre me quitará como si siempre estuviera destinado a hacerlo, será dueño
conmigo sólo porque quiere, pero también está dispuesto a devolverme con la misma fuerza.
Sin embargo, tiene un alto precio por eso: mi sumisión total.
"¿Debería hacerte venir o dejarte caliente y molesto?"
Yo trago.
"Te ataré para que no te toques en toda la noche, Lia".
Mis labios tiemblan. "No… "
"Di las malditas palabras".
Aspiro una temblorosa bocanada de aire. "Por favor… "
"¿Por favor qué?"
"Hhazme venir", le susurro.
"No escuché eso".
"Quiero venir."
Su rostro se arruga con una sonrisa bellamente cruel que golpea directamente a
mi pecho palpitante. "Allá. Buena chica, Lenochka”.
Y con eso, se sumerge entre mis piernas, su lengua caliente deslizándose desde
mis pliegues hasta mi clítoris hinchado.
Santo…
“Adrián… oh… Me roban la voz cuando mete y saca la lengua de mi abertura. Sus
grandes manos masajean mi trasero, añadiendo un fuerte dolor al placer que está provocando
en mi núcleo.
Me folla con la lengua como si fuera una extensión de su castigo, pero al mismo tiempo,
es la cosa más erótica que jamás haya experimentado.
El asalto de su lengua dentro y fuera de mí, lamiendo, mordiendo, chupando,
junto con la quemadura en mi trasero es demasiado cruda, demasiado caliente.
Demasiado.
Cuando mordisquea mi clítoris, grito mi orgasmo, corriendo por toda la lengua de Adrian.
Es el más fuerte que he tenido. El más condenatorio también. Siento que nunca voy a bajar,
que todo zumba y zumba y mi pobre corazón se detiene, incapaz de asimilarlo todo.
Quiero colapsar aquí y ahora, pero estoy más tentada a mirarlo, a cimentar este momento
leyendo su expresión.
Aún agarrando mi trasero, Adrian se desabrocha los pantalones y libera su furiosa

erección. Trago ante su tamaño. Su polla es como el resto de él, hermosa y aterradora.
Le da un único golpe violento que me deja sin aliento. Me encanta cuando se toca
con esa masculinidad segura. Un goteo de líquido preseminal recorre su longitud y me
encuentro con ganas de lamerme los labios y a él.
Todavía agarrando su polla con una mano, toma mi mandíbula y desliza su pulgar
sobre mi cara llena de lágrimas. “Me encanta cuando lloras porque tu cuerpecito no puede
contener el placer que te doy. Me pone jodidamente duro ver tus lágrimas de excitación.
“¿Lloraste durante el sexo por otros bastardos?”
"No", susurro, extrañamente excitada por sus palabras. ¿Estoy harto de eso?
feliz le gustan mis lagrimas de placer?
Sus ojos grises se oscurecen con cruda posesividad mientras presiona
mis mejillas. "Estas lágrimas son sólo mías, ¿no es así, Lenochka?"
"Sí… "
“Y siempre lo serán”.
"Sí… "
Se inclina para que el calor de su pecho esté a unos centímetros de mi espalda y su
aliento caliente me hace cosquillas en un costado de la cara. "Te voy a follar y vas a llorar
por mí".
Mi columna hormiguea y el orgasmo que aún no me liberaba regresa con fuerza
demoledora.
Adrian golpea dentro de mí con un golpe despiadado que me deja sin aliento en los
pulmones y los pensamientos fuera de mi cabeza.
"Joder", gime cuando está enfundado profundamente dentro de mí, y lo encuentro
con un gemido, porque no importa cuántas veces lo haga, estar tan enredado con él
siempre se siente nuevo. Como si esta fuera nuestra primera vez, o peor, como si ambos
nos volviéramos más adictos con cada toque, cada cogida, cada unión de nuestros cuerpos.
Adrian agarra un puñado de mi cabello y mi culo agredido mientras empuja

profundamente dentro de mí, golpeando ese punto sensible una y otra vez.
Estoy tan cerca del borde que estoy sollozando de nuevo. Las lágrimas corren por mi
mejillas y mis gemidos resuenan en el aire.
Me suelta el pelo y desliza sus dedos fuertes y delgados por mi mejilla, quitando las
lágrimas antes de presionar sus dedos medio e índice contra mis labios. Abro, dejándolo
deslizarlos dentro.
"Estas lágrimas y gemidos son jodidamente míos, Lenochka".
Le chupo los dedos como respuesta mientras él los desliza dentro y fuera de mi
boca, igualando el ritmo de su polla dentro de mí.
En el momento en que me golpea el trasero ardiente, me corro de nuevo, apretándome
a su alrededor con un grito sin palabras.
Adrian se une a mí poco después, su cuerpo se pone rígido ante el familiar
El calor de su semilla me llena.
Entonces, en medio del placer carnal, todo se vuelve negro.
18
LIA
Soy vagamente consciente de unos brazos fuertes que me llevan en su capullo. los que yo
Reconocer incluso con los ojos cerrados.
Me colocan sobre un colchón suave y un paño tibio limpia entre el valle de mis senos,
rozando mis pezones antes de deslizarme hacia mi núcleo pegajoso.
"Mmmm." Suspiro en mi estado medio dormido mientras disfruto de la sensación

relajante.
Probablemente nunca lo admitiría en voz alta, pero los cuidados posteriores de Adrian
son adictivos. Es tan tierno en contraste con su toque brutal. Muy paciente también. Se toma
su dulce tiempo limpiando cada poro como si encontrara placer al tocarme de esta manera.
Estoy a punto de volver a quedarme dormido como siempre cuando su fuerte voz se filtra.
el silencio, "¿Con quién estabas hablando en la tienda de lencería, Lia?"
Mis ojos se abren de golpe, mi respiración se entrecorta cuando lo encuentro de pie
sobre mi posición acostada, los contornos de su rostro ensombrecidos por la oscuridad.
“¿Qqué?”
“El hombre frente al que estabas tocando esa lencería roja. ¿Quién carajo es él?
¡Mierda!
“AAdrián… "
Su mano rodea mi mandíbula. “Es mejor que divulgues libremente
información o lo encontraré y le arrancaré el corazón mientras miras”.
“No, Adrián… Por favor."
"¿Quién es él?" Su tono es aterrador, duro.
Sacudo la cabeza frenéticamente.
"Fui yo."
Nuestra atención se centra en la figura que se desliza dentro de mi habitación desde el
balcón. Jadeo cuando Luca aparece a la vista, sosteniendo un arma.
"Parece que tienes que morir más temprano que tarde, Volkov". Y luego dispara, la bala se
aloja directamente en el pecho de Adrian, y cae de cara contra mi regazo, la sangre explota en su
camisa blanca.
“¡Nooo!” Grito y me levanto.
Abro los ojos y rápidamente tomo nota de lo que me rodea. estoy en mi
habitación, la luz de la mañana se filtra a través de las cortinas de muselina del balcón.
Luca no está a la vista.
Tampoco hay sangre.
Por favor dime que fue una pesadilla. Por favor.

Recupero mi teléfono con dedos temblorosos y voy directamente al número de Adrian. Lo
ingresó la primera vez que estuvo aquí por si lo necesito, pero siempre es él quien envía mensajes de
texto para preguntarme qué quiero para cenar.
Esta es la primera vez que me comunico con él.
Mi pulgar inestable pasa sobre su nombre y coloco el teléfono en mi oreja. Estoy temblando,
mis extremidades sudorosas mientras lo escucho sonar.
Por favor, dígame que está ocupado trabajando o haciendo lo que sea que haga cuando sale
de mi apartamento.
Se oyen pasos pesados desde fuera del dormitorio antes de que Adrian aparezca en la puerta,
vestido sólo con sus calzoncillos. Una capa de sudor cubre su piel bañada por el sol, lo que hace que
las mangas del tatuaje brillen con el resplandor de la mañana. Su glorioso abdomen y músculos del
pecho se ondulan con cada
movimiento.
Sus largas piernas se cruzan mientras señala el teléfono que tiene en la mano. "¿Me
llamaste?"
Al principio no creo lo que estoy viendo. Creo que es otro juego enfermizo de mi imaginación.
Que esta es la pesadilla y la de antes es la realidad.
Me clavo las uñas en la muñeca y lanzo un suspiro de alivio cuando el dolor se intensifica.
a la superficie.
Sin pensarlo, salgo de la cama. Luego lloro, tropezando con las sábanas cuando un dolor
ardiente explota en mi trasero.
Santa mierda. Eso duele.
Adrian está a mi lado en un segundo, agarrándome del brazo para evitar que me caiga.
Me aferro a su antebrazo mientras recupero el equilibrio y estudio su pecho y costado,

asegurándome de que efectivamente sea una pesadilla.
“Tómatelo con calma, Lenochka. No queremos que lastimes esas piernas talentosas”. Su
voz tiene una leve diversión.
Mis labios se abren por el hecho de que, por primera vez, no pensé en mi obsesión por
mantener mis piernas seguras en mi prisa por asegurarme de que él estaba bien.
Entonces es cuando me doy cuenta de la situación actual. "Estás… Aquí."
“¿No es eso obvio?”
"Pero siempre sales por la mañana".
"No tengo trabajo temprano hoy".
"Oh." ¿Es por eso que se fue temprano todo el tiempo? ¿O esto es sólo
¿Otra excusa?
“Oh, no es una palabra. "Utilice los reales".
Me sonrojo ante la forma obvia en que está comprobando abiertamente mi desnudez.
También me encuentro observándolo, la forma en que sus músculos están tensos a la perfección
o cómo los finos pelos viajan hasta la cintura de sus calzoncillos.
"Qué… " Yo trago. "¿Que estabas haciendo?"
"Lagartijas."
El sudor tiene sentido, pero todavía no puedo apartar la mirada de él.
Adrian tiene una perfección física que es muy diferente de lo que he presenciado antes. Estoy
acostumbrado a ver modelos y bailarines que no dudan en quitarse la ropa y cambiarse en
lugares semipúblicos. Pero ese tipo de belleza es bonita, incluso estética. Adrian es rudo, duro
y tiene una ventaja que se complementa con su personalidad tranquila pero despiadada.
"¿Por qué me llamaste?"

Fuerzo mi mirada a deslizarse hacia su rostro. "¿Eh?"
Sus labios se contraen en lo que parece una sonrisa. "La llamada telefónica, Lia".
"Oh… "Nada."
"La gente no hace llamadas telefónicas por nada".
Me devano los sesos buscando algo porque realmente no quiero decirle que estaba al
borde de hiperventilar debido a una pesadilla visceral que tuve sobre él.
“Lía… “Es una sola palabra, pero la advertencia es clara. Adrián es un maldito dictador a
veces, lo juro. No tolera que ignoren sus preguntas y seguirá exigiendo una respuesta hasta
que finalmente se la dé.
"Iba a preguntarte qué traerás esta noche para cenar", espeto.
"Puedo enviarte lo que quieras, pero probablemente no podré asistir".
Lucho contra el tirón de decepción que se hunde hasta el fondo de mi estómago.
Adrian levanta una ceja. “¿No me vas a preguntar por qué?”

“No me importa”, digo con tanta terquedad que incluso a mí me deja atónita.
"Como desées." Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, apretándome contra

su pecho. Mis tiernos pezones se endurecen contra su piel y respiro entrecortadamente a
través de mis labios entreabiertos.
¿Terminará alguna vez esta atracción entre nosotros? ¿Habrá algún día en el que
¿Estar cerca de Adrian y no desear estar más cerca?
"No tuviste una pesadilla anoche", murmura.
Eso es porque lo tuve esta mañana.
Arrugo la frente. “¿Cómo sabes que tengo pesadillas? Esperar… "¿Me miras cuando
duermo?"
"Sí."
Mi boca se abre y cuando no encuentra palabras que decir, se cierra de nuevo. No
debería ser una sorpresa ya que me limpia todas las noches, pero no me gusta que me
estudie en mi forma más fea.
"Sabes, para alguien que dice no ser un acosador, tienes que
Comportamiento acosador evidente, Adrian.
“Un acosador nunca admitiría abiertamente haberte visto dormir. En todo caso, lo
mantendrían en secreto el mayor tiempo posible”.
Entrecierro los ojos hacia él. "Sigues siendo un acosador".
"Si tú lo dices."
"Realmente no te importa, ¿verdad?"
"No, y tú tampoco deberías hacerlo, Lenochka". El mundo no significa nada si
decides que no es así”.
“No soy tú, Adrián. "Me importa."
"¿Por qué lo harías cuando sólo te haría daño?" Su mano se desliza en círculos en
la parte baja de mi espalda, provocando escalofríos en mi piel. "Eres mejor que eso."
"No no soy."
"Sí es usted."
"¿Cómo lo sabes?"
"Solamente lo hago." Una mirada extraña pasa por sus ojos. es breve y rapido
desaparece cuando dice: "¿Desde cuándo empezaste a tener pesadillas?"
“Sin fecha concreta. Todo el mundo los tiene”.
"No como tu. Parecen más... crudo."

“Es porque lo son. A veces me lleva largos minutos diferenciar entre la realidad y
una pesadilla. A veces, lo que tengo una pesadilla se vuelve realidad”. Mis labios tiemblan
ante eso, recordando cómo Luca le disparó. ¿Es eso también algo que sucederá en el
futuro?
“¿Supongo que esto comenzó hace mucho tiempo?”
Me sacudo de esos pensamientos. "Desde que yo era un niño. "¿Como supiste?"
"Parecen profundamente arraigados, y los acontecimientos de la infancia podrían producir ese

tipo de subconsciente salvaje".
"¿Eres mi psiquiatra ahora?"

“Tu psiquiatra no, no. Simplemente estoy tratando de entender mejor esa parte de ti”.
No sé por qué eso me calienta el corazón, por qué todo en mí se vuelve aún más
tierno ante esas palabras. A él no debería importarle, realmente no debería importarle,
entonces, ¿por qué le importa?
"No hay nada que entender, no cuando yo mismo no lo entiendo".
"Mmm. Ya veremos."
Hago una pausa, observando la expresión tranquila en su rostro. "¿Y tú?"
"¿A mí?"
“¿Conoce el trauma de los acontecimientos de la infancia porque usted mismo pasó
por algo?”
"Tal vez."
"¿Eso es un sí o un no?"
"Ni."
"No es justo que seas el único que sepa cosas sobre mí, Adrian".
"Te dije. La equidad no existe. Además, ¿no fuiste tú quien dejó en claro que no
quieres tener nada que ver conmigo?
"Cambié de opinión."
"¿Por qué?"
"Bueno, obviamente no me dejarás en paz, así al menos puedo conocerte mejor".
“¿Para que puedas escapar de mí?”

"Nno".
"Estás mintiendo y ese es un strike por día". Él entrecierra los ojos.

“Pero no importa, porque no podrás”.
La promesa de sus palabras me golpea en los huesos y necesito unas cuantas
inhalaciones de oxígeno para orientarme. "Entonces dime."
"¿Que quieres saber?"
"Tu niñez. ¿Pasó algo en él?
"La verdadera pregunta sería qué no sucedió".
“¿Tu madrastra fue malvada?”
Una mirada lejana y nostálgica llena sus ojos. "Era de la otra manera.
Mi madre era la villana y mi madrastra era la princesa de Disney de la vida real que no se
salvó”.
Esa es la primera vez que habló tan abiertamente sobre su familia. “¿Por qué tu
madre era la villana?”
"Los villanos no necesitan razones".
"Ellos si. Tú mismo lo dijiste que son héroes en sus propias historias y, por lo tanto,
quieren algo”.
"¿Recuerdas todo lo que dije, Lenochka?"
"Tengo una memoria fuerte". Mis mejillas arden. "¿Entonces?"
"¿Así que lo que?"
“¿Por qué era ella la villana?”

"Fuerza. Era su primer y último objetivo, y tía Annika se interpuso en su camino y,
aunque no fue por elección propia, igual pagó el precio”.
"¿Qué precio?" Mi voz es baja, atormentada como la mirada en sus ojos.
"Su vida. Murió cuando yo tenía siete años”.
Entonces me doy cuenta. A juzgar por la forma en que parece nostálgico al hablar de
su madrastra e incluso la llama tía, debe haberla amado. Debe haber tenido algún tipo de
vínculo con ella. Casi puedo imaginarme a un Adrian más joven aferrándose a la luz de su
madrastra porque su madre y su padre mafioso no emanaban ninguna.
Después de su muerte, asumo que una parte de él también murió. Su lado humano.
Por eso ahora es un monstruo insensible al que no le importan las demandas de nadie más
que las suyas propias.
"¿La extrañas?" Yo susurro.
"Ella esta muerta."
"Aún puedes extrañarla".
"No."
"¿Por qué no?"
"Porque no tengo ni idea de lo que significa esa palabra".

"¿No lo haces?"
"No en el sentido práctico, no".
"Puedo explicarlo. Es cuando...
"No quiero que me expliques", me interrumpe.
"Pero"
"Déjalo, Lía". El tono mordaz de su tono sugiere que ya no entretiene mis preguntas.
Lo fulmino con la mirada. "Eres insoportable".

"Si tú lo dices."
Su mano baja hasta tocar mi nalga. Hago una mueca, agarrándolo
Bíceps musculosos para mantener el equilibrio. “Estás adolorido. Déjame encargarme de eso”.
Se sienta en la cama y me coloca sobre su regazo. La posición es muy vulnerable y hace
que el calor suba a mis mejillas y me retuerza. "Puedo acostarme en la cama".
Gimo cuando Adrian toma mi nalga agredida. "O puedes quedarte quieto".
Coge el ungüento que guarda en mi mesita de noche. Me llaman la atención los intrincados
tatuajes en sus brazos, la forma en que se arremolinan alrededor de su piel, agregando otra capa
misteriosa a su personalidad.
“¿Qué significan los tatuajes?” Pregunto antes de que pueda detenerme. Siempre quise
saberlo, pero pensé que no respondería. Esta mañana se siente más cerca de alguna manera.
Podría ser porque no se fue antes de que yo despertara o porque me habló de sí mismo como lo
hacen las parejas normales.
Esperar. No somos una pareja.
¿Bien?
Adrian recupera el ungüento y unta la crema fría en mi trasero. Hago una mueca de dolor
pero pronto gimo cuando lo frota suavemente.
"En la Bratva, cada tatuaje tiene un significado". Su voz es tan fría como sus repetidos
golpes.
"¿Como?"
"La rosa roja significa que he matado antes".
Supongo que en el recordatorio.
“¿Qué pasa, Lenochka? "Pensé que querías saber".
"Sí, lo hago", espeto. "¿Es el mapa de Rusia?"
"Correcto."
"¿Te encanta Rusia?"
“¿Qué tipo de pregunta es esa? ¿Quién no ama a su país?

"Quiero decir, ¿te encanta lo suficiente como para tatuártelo tú mismo?"
"No. Es por otra razón”.
"¿Qué es?"
"Las vacaciones que nunca pude tomar cuando era niño".
“¿Es por eso que tienes una brújula encima?”
"Eso es para recordarme lo lejos que he llegado".
“¿Qué pasa con el cráneo?”
"Eso es porque soy un ladrón".
"¿Un ladrón?"
"Mmm. Cómo explicar esto. A la Bratva también la llaman Vory, es decir, somos
ladrones”.
“¿Entonces es una hermandad de ladrones?”
Moja su dedo contra mis pliegues. "Algo como eso."
Reprimo un gemido. "¿Te gusta? Ser un ladrón”.
"Me gusta la descarga de adrenalina que aporta".
“¿Entonces te gusta el estilo de vida?”
"Sí."
Una punzada de decepción me golpea ante sus asertivas palabras. No sé por qué
una parte de mí esperaba que él no tuviera opción de ser quien es, que pudiera renunciar si
así lo deseaba. Pero sólo me estaba engañando a mí mismo. Adrian eligió voluntariamente
esta vida porque le gusta y no hay nada que lo disuada de ella.
Dejando ir el tema, caigo en las sensaciones que él está provocando en mí, cómo
acaricia mi trasero y desliza sus dedos a través de mis pliegues hasta mi abertura.
Mis ojos se cierran mientras apoyo mi mejilla contra su muslo desnudo.

Su aliento caliente me hace cosquillas en la oreja mientras susurra: "No te duermas,
Lenochka".
"Mmm. "No soy."
"Bien. Porque te voy a follar tan fuerte que me sentirás dentro de ti hasta mañana.
19
LIA
Adrian cumplió su promesa.

Pasar el ensayo es una tortura. Puedo sentirlo con cada movimiento, cada salto y cada
maldito paso. Tuve que usar pantalones cortos para cubrir las ronchas en la parte superior de
mis muslos. Cada vez que los toco, recuerdo la noche anterior y el placer que sentí.
El tipo oscuro.
Del tipo que se esconde en los rincones y se mantiene en secreto.
Luego recuerdo cómo me sentí cuando pensé que le habían disparado. No debería
haber tenido esa reacción. No debería haber estado preocupada, dolida y condenadamente
confundida.
Es un mafioso, un asesino.
Pero esos hechos parecen desvanecerse día a día, me guste o no.
Después de esta mañana, me siento más cerca de él que nunca. Como si un puente
se está construyendo entre nosotros de forma lenta pero segura. Puede que sea frágil, pero está ahí.
Algo ha cambiado.
Podía sentirlo cuando me folló contra la pared de la ducha y cuando preparamos el
desayuno juntos como si fuera algo normal. Lo sentí cuando me sentó en el mostrador sólo
para poder besarme. Y seguro que lo sentí cuando me besó de nuevo antes de salir.
Esas no son cosas que un hombre haría con su puta.

Mi largo día finalmente termina cuando Philippe anuncia que ha terminado. Este es uno
de nuestros últimos ensayos antes de la inauguración la próxima semana.
Nunca había estado tan entusiasmado con una actuación. Sobre asumir un personaje
tan complejo como Giselle.
Ryan me suelta, se da vuelta y se dirige al camerino sin mirar atrás. Me encanta el tipo
de relación que hemos formado desde la noche en el club: profesional. Así debía ser desde el
principio.
Hannah se me acerca a la cara tan pronto como se pierde de vista. "¿Qué carajo le hiciste,
perra?"
Me permito una sonrisa burlona. “¿Por qué no le preguntas qué hizo ?”
"¡Él no quiere hablar conmigo!"
“No parece ser mi problema. Obtuvo lo que se merecía”. Me inclino para susurrar: "Se
merecen el uno al otro".
Y con eso, la dejo y me dirijo hacia Stephanie.
Ella sonríe, entrelazando sus brazos con los míos. “Ven con nosotros a este gran
Apertura de la empresa a la que Matt nos invitó”.
"No lo sé, Steph."
“No me dejes sola con Philippe y cómo cambia aleatoriamente a
Francés cuando está borracho, como si el mundo hablara ese idioma con fluidez”.
“¿Entonces te maldice cuando hablas en inglés?”
“Exactamente, niña. Vamos, seremos solo nosotros tres”.
"Bien." De todos modos, no tengo nada que hacer y necesito parar.
Pensando en Adrian por una noche.
O intentarlo.
Después de esta mañana, quiero volver a verlo más que nunca.
"¡Sí! "Te amare por siempre." Stephanie camina conmigo.

Le devuelvo la sonrisa como respuesta.
Se detiene frente a mi camerino y me pellizca la mejilla. "Estás brillando más últimamente".
"No soy."
"Sí es usted. “¿Es tu amante la razón por la cual tu Giselle es tan inquietante?”
"Nno tengo un amante".

"Por supuesto que sí. Él es la razón por la que corres a casa todas las noches y rechazas
nuestras invitaciones y las de Philippe.
"Eso es… "¿Como supiste?"
“Está claro si alguien se concentra lo suficiente. Últimamente pareces estar firmemente en el suelo
en lugar de flotar en algún lugar donde nadie te ve. Necesitas presentarme al Sr. "Cosas calientes."
"No es grave", murmuro. Adrian no es mi amante y nunca lo será.

¿Qué somos, de todos modos? No podemos ser amigos con beneficios porque no somos amigos.
¿Compañeros sexuales? Probablemente, pero ¿las parejas sexuales hacen todo lo que Adrian hace
para asegurarse de que me sienta completamente cómoda?
“¿Qué tal si lo invitas a nuestra inauguración?”
"¿Eh?"
"¡Sí!" Ella aplaude. “Sería la oportunidad perfecta para
que viera a tu Giselle y que espiáramos al hombre que se quedó con tu corazón.
"Él no tiene mi corazón", digo a la defensiva, luego me detengo ante el pensamiento que
Stephanie acaba de plantar en mi cabeza.
¿Debería invitar a Adrián?
Dado que él es parte de la razón por la que le di forma a mi Giselle, estoy seguro de que me
desempeñaré aún mejor sabiendo que él está allí.
O peor.
No debería correr ese riesgo, pero al mismo tiempo, una parte de mí lo quiere allí. En medio
de los miles de extraños, quiero subir al escenario, sabiendo que Adrián está entre ellos.
"Supongo que puedo preguntarle", le digo a Stephanie, quien chilla.

"Te conseguiré un boleto VIP". Me guiña un ojo y corre por el pasillo.
Me río de su entusiasmo y entro a cambiarme.

Media hora más tarde, llevo un vestido azul con doble escote en V y complemento el look
con un delicado collar de plata esterlina: el único recuerdo que tengo de mamá.
Mi corazón se estremece ante el recuerdo de ella y guardo esos recuerdos negros en el

fondo de mi cerebro. Llevo tacones bajos y dejo que mi cabello caiga en ondas sueltas sobre mis
hombros antes de ponerme el abrigo y conocer a Stephanie y Philippe.
Me pone un billete VIP en la mano y sonríe como una idiota.

"Cherie". Philippe me besa en la mejilla mientras caminamos hacia su auto. "Me alegra que
puedas unirte a nosotros".
"No lo convertiré en un hábito".
“Estoy contento con lo que puedo conseguir. No arruines mi diversión”.
Salimos juntos del teatro en medio de las miradas de otros bailarines.
Aprendí a desconectarme de su envidia hace mucho tiempo. Adrian tenía razón, en cierto modo.
Si me preocupo demasiado, seré el único que sufrirá.
Matt, que es alto y obeso, nos recibe en el lugar donde se lleva a cabo el evento. Al parecer,
es la apertura de alguna filial de una gran corporación llamada V Corp. Nuestro productor tiene
asociados aquí y posee

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NOTA DEL AUTOR

Hola amigo lector,

Tentado por el engaño es el segundo libro de una trilogía y no es independiente.

Trilogía del engaño:

Empezamos con la muerte y la sangre.

Puedes encontrar la lista de reproducción completa en Spotify.

"Harás lo que te digan".

No quiero que tía Annika sufra. Me hornea pasteles y me da sorbos de su té. Me

Mamá nunca hace eso.

"¿Es porque es poderoso?" Le pregunté mientras ella leía un libro.

Me apresuro hacia adelante, caigo de rodillas en el suelo de madera y limpio la

"I… ella… "

Salto hacia adelante, tratando de recuperarlo, pero el fuego ya se lo ha comido.

Mamá coloca el teléfono en su oreja y una mano en su cadera. "Hay una

"¿Me dejarás ir a ver a tía Annika este fin de semana?"

Ella se inclina para susurrarme en la cara. “Porque tu amada Annika es

Mamá se detiene frente a mí, su sombra cae sobre mí y bloquea mi camino.

¡Por favor, ven, por favor!

"¡¡Oh mi bebe!!" Mamá grita y cuelga, sollozando, y luego, sin más, su

Nada bueno llega sin dolor.

El dolor es real, asfixiante y con la cantidad adecuada de presión, es

Philippe sonríe, su bigote se inclina con el movimiento y todos soltamos un suspiro

Eso me hace sonreír. Philippe es definitivamente el mejor director que he

Inclino mi cabeza hacia Philippe y Stephanie. "Si me disculpas".

Los bailarines entran lentamente en el camerino, charlando entre ellos.

Hannah se inclina para susurrar: "Tal vez los productores finalmente

Así que nos cuidamos unos a otros desde lejos.

Pero por alguna razón, no salgo de mi escondite al lado de mi auto.

Un Mercedes negro se detiene bruscamente ante mi vista directa, sus neumáticos

"¿Qué es para ti?" Chubby Man se contrae mucho.

“Esa no es la respuesta. "Supongo que preferirías que vaya tras tu familia".

Mis extremidades se han convertido en piedra y mi cuerpo no sigue las órdenes de

Tentáculos de miedo envuelven mi caja torácica, manteniéndome aprisionada en el lugar.

Y esa ni siquiera es la parte más extraña.

Eso no es lo que clava dagas oxidadas en mi pecho y prohíbe a mi cuerpo

En el hecho de que sabía mirar directamente en mi dirección como si estuviera

Pero siento que esta situación avergonzará ese momento. sobreviví

En mi intento por liberarme, el corpulento rubio me arrastra hasta el lugar donde

"Kolya va a quitarle la mano y tú te quedarás callado", dice con toda naturalidad,

El jefe me estudia durante un largo segundo, su mirada se desliza de mi

Caja Team Zero 13