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Cristina Florido Tallafigo

Resumen del artículo Justicia como equidad: política, no metafísica, de John Rawls

En este artículo, Rawls defiende su concepción política de justicia, que es la justicia como equidad.
Hace hincapié en que esta concepción es política y no metafísica. Por tanto, no pretende ser
universal ni hablar de ninguna definición ni ideal de la naturaleza humana de las personas.

Para comenzar a defender esta concepción particular de la justicia como base de la sociedad
democrática, Rawls define cuál es, a su entender, la tarea de la filosofía política: en todos los
períodos históricos hay conflictos y controversias difíciles de solventar. La tarea de la filosofía
política será la de encontrar una base subyacente mínima entre las partes para poder resolverlo,
para mantener en la medida de lo posible la unión social.

Esa base subyacente que sustenta una sociedad democrática y justa es aquí la justicia como
equidad, cuyos principios son la igualdad de las personas en cuanto a derechos y libertades y la
equidad de oportunidades. De esta manera, aunque haya desigualdad social en cuanto a puestos de
poder, la ciudadanía contará con las mismas oportunidades de acceder a ellos. Y los más
desaventajados, serán beneficiados por los que ostentan estos puestos. Así, en este texto se
entiende la sociedad como un sistema de cooperación equitativa para el beneficio mutuo de los
ciudadanos, que son los capacitados para participar de la sociedad.

La justicia como equidad, pues, es la base sobre la que se erigen las sociedades democráticas
constitucionales. Está basada en la cultura política pública occidental, construida sobre la idea
histórica de tolerancia religiosa. Está basada en la aceptación de la diversidad de concepciones
acerca del bien, algo que, en nuestra tradición política, dice Rawls, es una intuición básica, una
premisa que se reconoce públicamente como verdadera. Y es que la idea fundamental e intuitiva,
básica, coherente con la historia de las sociedades democráticas, es precisamente el pensar la
sociedad como un sistema equitativo de cooperación entre personas libres e iguales.

Rawls basa la justicia como equidad en la cultura política pública, en la historia de nuestras
sociedades, porque mirándola se nos hace claro, a su manera de entender, que las convicciones
cambian y, como tal, el orden social no es algo natural y fijo basado en valores religiosos o
aristocráticos. Esto no es entendible ya en nuestra sociedad y no es una idea intuitiva básica, pero sí
lo es que la sociedad sea un sistema cooperativo.

En definitiva, la concepción de Rawls aquí es política y no metafísica porque se apoya en la historia,


y porque desde aquí, no define la naturaleza humana, sino que considera a las personas de manera
política, normativa, legal, no conceptualizando. Habla no tanto de las personas sino de los
ciudadanos.

Se es ciudadano en base a dos poderes: la capacidad para tener un sentido de la justicia pública, y
la capacidad para tener una concepción de bien compartida, de manera que funcione como
horizonte al que caminar.

Esa idea de bien compartida se realiza mediante lo que Rawls llama “consenso por intersección”,
que es el que media entre diversas concepciones del bien inconmensurables e incluso opuestas.
¿Cómo? Mediante la tolerancia.

En resumen, el esquema aquí es el siguiente: la justicia como aquí se entiende se basa en las
condiciones históricas de las sociedades democráticas (tolerancia). Se basa en las ideas intuitivas
básicas de la cooperación social que está presente en la cultura política de justicia que son las que
sirven de base a esta unidad social.

Así, aunque haya divisiones profundas entre las distintas concepciones de bien, la manera de
construir una unidad social que pueda ser posible y estable, será la justicia como equidad.

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