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25. LA ETICA DEL CUIDADO DE Sf COMO PRACTICA DE LA LIBERTAD «Léthique du souci de soi comme pratique de la liberté», entrevista con H. Becker, R. Fornet-Betancourt, A. Gémez-Miiller, 20 de enero de 1984, Concordia. Revista internacional de filosofia, n° 6, julio-diciembre de 1984, pags. 99-116. —Ante todo, quisiéramos saber cudl es, en la actualidad, el objeto de su pensamiento. Hemos seguido sus tiltimos desarrollos, en espe- cial sus cursos en el Colegio de Francia en 1981-1982 sobre la herme- néutica del sujeto, y nos gustaria saber si su itinerario filosdfico ac- tual contintia estando determinado por el polo subjetividad y verdad. —En realidad, ése ha sido siempre mi problema, incluso cuando he formulado de manera un poco diferente el marco de esta refle- xién. He buscado saber cémo el sujeto humano entraba en juegos de verdad,.bien sea en juegos de verdad que tienen la forma de una ciencia 0 que se refieren a un modelo cientifico, o bien en los que se pueden encontrar en instituciones o en practicas de control. Ese es el tema de mi trabajo Las palabras y las cosas, en donde he inten- tado ver cémo, en discursos cientificos, el sujeto humano llega a definirse como individuo que habla, que vive y que trabaja. En los cursos del Colegio de Francia es donde he puesto de relieve esta problematica en su generalidad. —¢No hay un salto entre su anterior problemdtica y la de la subje- tividad, sobre todo a partir del concepto de «cuidado de st»? —Hasta entonces habia considerado el problema de las relacio- nes entre el sujeto y los juegos de verdad a partir, ya sea de prdcti- cas coercitivas —como en el caso de la psiquiatria y del sistema pe- nitenciario—, o bien de formas de juego tedricas o cientificas ~como el andlisis de las riquezas, del lenguaje y del ser vivo—. Ahora bien, en mis cursos del Colegio de Francia he intentado cap- tar dicho problema a través de lo que se podria denominar una Be... me... 8... 394 USTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA practica de sf que es, a mi juicio, un fenémeno bastante importante ten nuestras soviedades. desde Ia época grecorromana —incluso 4 pesar de que no haya sido estudiado—. Estas pricticas de sf han te. nido en las civilizaciones griega y romana una importan todo, una autonomia mucho mayor que posteriorment fueron hasta cierto punto bloqueadas por lo que cabria denor tica, dando a la palabra «asce' «ir, no el sentido de la mora de uno sobre sf mismo, mediante el cual formarse y acceder a cierto modo de ser. tun sentido mds general que el que le concede, por ejemplo, Max Weber; pero en todo caso se trata de algo que va un poco en la mis- ma linea, el de un ejercicio laborarse, trans. —¢Es un trabajo de uno sobre st mismo 4) do como una cierta liberaci6n, como un proce iberaci6n? —Seré un poco mis prudente al respecto. Siempre he sido un poco desconfiado ante el tema general de Ia liberacién, en la medi- da en que, si no se la trata con cierto ntimero de precauciones y dentro de ciertos limites, corre el riesgo de remitir de nuevo a la idea de que existe una naturaleza o un fondo humano que se ha en- contrado, tras algunos procesos histéricos, econémicos y sociales, enmascarado, alienado 0 aprisionado en mecanismos, y concreta- ‘mente por mecanismos de represién, Seguin esta hipétesis, seria su- ficiente con hacer saltar estos cerrojos represivos para que el hom- bre se reconciliara consigo mismo, reencontrara su naturaleza 0 Tetomara contacto con su origen y restaurara una relaci6n plena y Positiva consigo mismo. Creo qu men, no puede ser, sin mds, ad ede ser comprendi- wo no me parece que por sf as practicas de libertad. Se tra las for: roblema con el que concre. famente me he encontrado en relacién con la sescaierg I tiene a sentido decir « © —¢El ejercicio de las précticas de libertad no exige cierto grado de liberacion? —Si, en efecto. minacién. Los an: hf que haya de introducirse la nocién de do- que intento hacer se dirigen esencialmente a las relaciones de poder. ¥ entiendo por tales algo bien diferente de Jos estados de dominacién. Las relaciones de poder tienen un al- cance extraordinario en las relaciones humanas. Ahora bien, eso no quiere.decir que el poder politico esté en todas partes, sino que én las relaciones humanas se da todo un haz de relaciones de poder, que se pueden cjercer entre en una relacién pedagégica, 0 en el cuerpo andlisis de las relaciones de poder constituye un campo extraordi- nariamente complejo. Tal an conlo que cabe denominar hechos 0 estados de dc las relaciones de poder, en lugar de ser m ferentes intervinientes una estrategia que tran bloqueadas y fijadas. Cuando un individuo o un egan a bloquear un campo de relaciones de poder, méviles y fijas, ¢ impidiendo toda revers! mediante politicos o militares—, estamos ante estado de dominacién. Es Précticas de libertad no exi estén sumamente acotadas do con usted en que, a veces To que se puede den fn semejante situacién las ‘si tomamos el ejemplo histori réctica de la libertad nado ni- del serualdad, ex let qu h do ogc mero de liberaciones en relaci6n con el poe ESCdaneduy CON LdMlocdilner 38 WSTETICA, ETICA Y HERMENEUTIC’ sido necesarto liberarse de una moral opresiva que ataite tanto a ta heterosexualidad como a la homosexual ro hace aparecer el ser dichoso y pleno de una sexu: el sucto habria alcanzado una relacién completa y satisfac Wheracsén abre un campo para nuevas rel: cuestion de controlar mediante pri —¢No podria la hberacién en sf misma ser un modo o una forma de practice de libertad? —Si. en ciertos casos. Se dan casos en los que, en efecto, la libe- raion y la lucha de liberaci6n son indispensables para la pri de la bertad. En lo que se refiere a la sexualidad, por ejemplo —y to digo sin afin de polémica, puesto que no me gustan las polé. micas. ya que las considero, en la mayoria de las ocasiones, in. fecundas—, ha existido un esquema reichiano, derivado de una > 5 5 D 5 > p J 398 LESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA prescripciones. Cuidarse de si es pertrecharse de estas verdades: y Thies donde la tica est ligada al juego dela verdad, —Dice usted que se trata de hacer de esta verdad aprei vamente puesta en aplica we en cada cual. ¢Qué est 1» Me- cuasi-sujeto ne este cuasi- al menos segiin el final del Alcibia- En la corviente plat6ni © para el alma individual es des.* el problema para el st los ojos hacia sf mismo para reconocerse en lo que es y, reconocién- dose en lo que es, recordar las verdades que le son semejantes y que ha podido contemplar. Por el contrario, en la corriente que giobal- mente cabe denominar estoica, el problema es aprender median- te un determinado ntimero de verdades, de doctrinas, de las cuales uunas son principios fundamentales y otras reglas de conducta, Se trata de proceder de tal manera que esos principios nos digan en cada situacién, y en cierto modo espontdneamente, cémo nos debe- mos comportar. Aquf es donde se halla una metafora que no proviene de los estoicos, sino de Plutarco, y que dice: «Es preciso que hayais aprendido los principios de un modo tan constante que cuando vuestros deseos, vuestros apetitos, vuestros temores lleguen a des- periarse como perros que ladran, el légos hable como la voz del amo que, con un solo grito hace callar a los perros». Encontramos ahf Ia idea de un /6gos que funcionarfa en cierto modo sin que hu- bieramos de hacer nada; habriamos llegado a ser el ldgos 0 el Idgos se habria convertido en nosotros mismos. Deseariamos volver a la cuestion de las relaciones entre la libertad y la erica. Cuando usted dice que la ética es la parte reflexiva de la li- bead. ceso significa que la libertad puede tomar conciencia de st misma como prictica ética? ¢Es en su conjunto y siempre una liber- tad, por asi decirlo, moralizada, 0 es trabajo sobre st mis- mo para descubrir: ‘esta ertad? —Los griegos, en efecto, problematizaban su libertad, y la liber- tad del individuo, como un problema ético. Pero ético en ido en el que podian entenderlo los griegos: el é:hos era Ia manera de ser y la manera de comportarse. Era un modo de ser del sujeto y Pin, Acbldes en Dido, t. VI, Diogo duds, Madrid, Credo, igs. 22-86, 133a-d, pags. 80-82. Pe race ma ret an lpn atc, Sb apa del aa, ee, en bras ras de contre Moral CNN Madd Gren WSN pag Go LA ETICA DEL CUIDADO DE St como PRACTICA DE La LiBt ERTAD 399) manera de proceder que resultaban jas de alguien se reflejaba a través de su « forma de andar, de imable, memorable y fa un trabajo de uno so- BY. —Considero que, en ye una nuestra— el proble- en la medida en que io: que implica que se establece consigo dominio, de sefiorio, que se llamaba a cuidado de los otros. El cuidado de si es, siempre ético, es ético en si mismo. etic los griegos no es que sea ético porque es cuidado de los otros. El cuidado de sf es ético en si mismo; pero implica relaciones complejas con los otros, en la medida en que este hos tad es también una manera de ocuparse de los otros: Por eo, Part un hombre libre que se comporta como debe ser es important et ber gobernar a'su mujer, a sus hijos, su casa. ¥ aq it ina relacién con los, el arte de gobernar. El éthos implica asimismo una relaeish Sat otros, en la medida en que el cuidado de si hace capaz fr in siones it en la ciudad, en la comunidad o en las relaciones 1 ido —bien sea para €j ‘i ppbndemsveg mers vi ademas Bee también la relaci6n con el otro en la m ‘de un maestro. Se necesi- bien de sf, hay que escuchar las lecciones fer una magistratura o para ica 400 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA ta un guia, un consejero, un amigo, alguien que nos diga la verdad, [Asi el problema de las relaciones con los otros esté presente a lo lango de todo este desarrollo del cuidado de st El cuiciado de si apunta siempre al bien de los otros: tiende a ad- ministrar edecuadamente el espacio de poder que estd presente en tada relacion, es decir tiene como objeto administrarlo en el sentido de la no-dominacidn. ¢Cudl puede ser, en este contexto, el papel del fi- I6sofo, de aquel que se ocupa del cuidado de los otros? —Tomemos el ejemplo de Sécrates: él es precisamente el que in- terpela a la gente en la calle, oa los jévenes en el gimnasio, doles: «Te ocupas de ti mismo le ha encargado de esto, ¢s su mision, y no la abandonard, ni siquiera en el momento en el ‘que es amenazado de muerte. Es, sin duda, el hombre que se ocupa del cuidado de los otros; tal es la posicién particular del filésofo. Pero en el caso, digamos simplemente, del hombre libre, creo que el postulado de toda esta moral era que el que se cuidaba de sf mis- mo como es debido se encontraba precisamente por eso en condi- ciones de conducirse como se debe en relacin con los otros y para con los otros. Una ciudad en la que todo el mundo se cuidara de sf de este modo serfa una ciudad que irfa bien y que encontrarfa en ello el principio ético de su permanencia. Pero no creo que se pue- da decir que el hombre griego que se cuida de sf deba en primer lugar cuidarse de los otros. Dicho téma no intervendré, me pare- ce, hasta més tarde. No se trata de anteponer el cuidado de los otros al cuidado de sf; el cuidado de sf es éticamente lo primordial, en la medida en que la relaci6n consigo mismo es ontol6gicamente Ja primera. —¢Cabria comprender este cuidado de st, que posee su sentido éti- 0 positivo, como una especie de conversion del poder? —Una conversién, sf. En efecto, se trata de una manera de con- trolar y de limitar. Pues si bien es cierto que la esclavitud es el gran Tiesgo al que se opone la libertad griega, hay también otro que aparece a primera vista como lo inverso de la esclat abuso de poder. En el abuso de poder, uno desborda lo que es el ejercicio legitimo de su poder e impone a los otros su fantasfa, Sus apetitos y sus deseos. Asf se encuentra la imagen del tirano 0 simplemente del hombre poderoso y rico, que se aprovecha de este oder y de su riqueza para abusar de los otros y para imponerles €s0 un poder indebido. Pero cabe apercibirse —en todo caso eso es lo que dicen los filésofos griegos— de que este hombre es, en reali- __ LABTICA DEL CUIDADO DE SI Cow pRActICA DE La tinenta 40 a > 401 ad, esclavo de sus apetitos. ¥ el buen soberano es El cuidado de st liberado del cuidado de los otros, ago d rasoutare? Exe abe deleaided dost to dria llegar a ser una forma de ejercicio del poder soby ro Prsentido de la dominacién del on feat indica sg0 de de ir a los otros y de ejercer so- ico s6lo proviene precisamente del hecho fe que uno no se ha cuidado de sty ha llegado.a ser el esclave de ‘sus deseos, Pero si os cuiddis de vosotros como es debido, es devin, is ontolégicamente lo que sois, aquello de , si sabéis lo que es para vosotros ser ciudadanos pues bien, si sabéis todo esto, no podéis en este m: abusar de vuestro poder sobre los otros. No hay p heaut6u, definida esencialmente como se trata de la renuncia a todo cuanto Pueda ser amor a uno mismo, apego al s{ mismo terrenal’ Pero creo que en el pensamiento griego y romano, el euidado de 6 10 puede en s{ mismo tender a este amor exagerado de sf que venert 2 ignorara los otros, 0 lo que es peor atin, a abusar del poder 4 pueda tener sobre ellos. do de sf que, pensando en st —¢Se trata, entonces, de un cuida mismo, piensa en el otro? eB uidado des mismo co * Gregorio de Nisa, Traité de la virginité 2 ado de 9, 1966 ‘ienza con la liberacién del matrimonio, 036 égs. 423-431. 402 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA Si, efectivamente. Quien cuida de sf hasta el punto de saber cexactamente cusles son sus deberes como sefior de la casa, como tesposo 0 como padre, Ilegaré a tener con su mujer y sus hijos la re- lacion debida. —Pero, cno desempeita la condicién humana, en el sentido de la importante? Usted ha hablado de la muerte: cuando no se tiene miedo a la muerte, no se puede abusar del poder {que se tiene sobre los otros. Este problema de la finitud nos parece el miedo a la muerte, a la finitud, a ser herido esta en el corazén mismo del cuidado de si. —Sin duda. Y ahi es donde el cristianismo, introduciendo la sal- vacién como salvacién més alld de esta vida, en cierto modo va a de- sequilibrar o, en todo caso, a trastomnar toda esta temética del cuida- i. Quede claro, lo recuerdo una vez més, que buscar la propia salvacién significa sin duda cuidarse de s{. Pero la condicién para rea- lizar su salvaci6n seré precisamente la renuncia. Entre los griegos y los romanos, por el contrario, a partir del hecho de que uno se cuida de si en su propia vida y de que la reputacién que deje serd el tinico mis alld del que cabe preocuparse, el cuidado de sf se podré centrar entonces por completo sobre sf mismo, sobre lo que se hace, sobre el lugar que se ocupa entre los otros; se podré centrar totalmente en la aceptacion de la muerte —Io que resultaré muy evidente en el estoi- cismo tardfo— e incluso, hasta cierto punto, podré llegar a ser casi tun deseo de mori. Al mismo tiempo, podra ser, sino un cuidado de los otros, al menos un cuidado de s{ que resultaré beneficioso para los demés. Es interesante ver, por ejemplo en Séneca, la impor- tancia del asunto: apresurémonos a envejecer, démonos prisa en ir hacia el final, que nos permitira reunirnos con nosotros mismos. Esta especie de momento antes de la muerte, en el que ya no puede suceder nada mis, es diferente del deseo de morir que encontrare- s ° anos, que esperan de la muerte la salvaci casi un movimiento para precipitar la propia to en el que no quede ante ella mas que la po: —Le proponemos ahora pasar a otro asunto. En sus cursos del Colegio de Francia, ha hablado usted de las relaciones entre poder y saber; ahora habla de las relaciones entre sujeto y verdad. ¢Hay una complementariedad entre estos dos ic complement ares de nociones, poder/saber y —Como he seftalado al comienzo, mi problema h: el de las relaciones entre sujeto y verdad: como el si BATICA DEL CUIDADO DESI como pedcrica DELALIERTAD 403 » hablando sit de la ideologia no se podia dar cuenta adecuada de este fendmeno. e hecho existian practicas —esencialmente blema saber/poder, que no es para mi el problema fundamental, sino un instrumento que permite analizar de la forma que me pare ce més exacta el problema de las relaciones entre sujeto y juegos de verdad. —Pero usted ha impedido» siempre que se hable de suj neral. —No, no lo he «impedido». Quizas he utilizado formulaciones que eran inadecuadas. Lo que he rechazado era precisamente que se diera una teorfa del sujeto previa como podia ocurrir, por ejemplo, en la fenome en el existencialismo— y que, a partir de dicha teorfa del sujeto, se llegara a plantear la cuestion de saber cémo, por ejemplo, tal forma de conocimiento era posible. Lo que he querido intentar mostrar es cémo el sujeto se con a si mismo, de tal o cual forma determinada, como sujel 1ov% ° sano, como sujeto delincuente o no delincuente, através de un der terminado niimero de practicas que eran juegos de verdad, Pract: cas de poder, etc. Sin duda, era preciso rechazar una ecteft teoria a priori del sujeto para poder efectuar ese laciones que pueden exi sntre la constituci a ease diferentes formas de sujeto y los juegos de verdad, poder, etc. nge- sustancia... Eso quiere decir gue uo Mm a forma no 1 —No, no es una sustancia. Es un? stedes, por eje = Ustedes, por s tipo de relaciones tienen respecto de ustedes mism 10s el mismo 408 sterica, £7104 Y HERMENEUTICA cuando i mo sujeto politico que va a votar o que toma oe asmble ‘que cuando buscan realizar su deseo en una relacion sexual. Hay, ‘sin duda, relaciones e interfe- “Hlesentes formas de sujeto, pero no estamos en tipo de sujeto, En cada caso, se juegan y se es. as formas de relacién diferentes. Y precisa- (rica de estas dife- .on los juegos de verdad. presencia del mis tablecen consigo mente lo que m rentes formas del sujeto, en relacién c —Pero en el caso del sujeto loco, enfermo, delincuente —quizds in- uso del sujeto sexual se trataba de un sujeto que era objeto de un ‘scurso tedrico, un sujeto digamos que «pasivo», mientras que el su- Jeto del que usted habla en los dos iltimos aiios en sus cursos del Co- legio de Francia es un sujeto «activo», politicamente activo. El cuida. do de sf afecta a todos los problemas de la prictica politica, del fobiemo, ete. Parecerta, por tanto, que hay en usted un cambio no de perspectiva, sino de problemdti w*Si bien es cierto que, por ejemplo, la constitucién del sujeto loco puede ser en efecto considerada como la consecuencia de un sistema coercitivo —se trata de un sujeto pasivo—, ustedes saben muy bien que el sujeto loco no es un sujeto no-libre y que, precisa- ental se constituye como sujeto loco en rela- que la histeria, que ha sido tan importante en la atria y en el mun- do de los asilos del siglo xrx, es la ilustracién misma de la manera en que el sujeto se constituye en sujeto loco. Y no es en absoluto para forzar a los individuos a constituirse como locos. Por otra par- te, ¢ inversamente, dirfa que si ahora me intereso de hecho por la manera en que el sujeto se constituye de una forma activa, median- te las pricticas de sf, estas précticas no son, sin embargo, algo que ¢lindividvo mismo invente. Se trata de esquemas que encuentra en tura y que le son propu i i cultura y gue sonpropuesies,sugerdos, impuestos por dicha ue entiendo por poder. hago en ocasiones es iz0 siempre: las relaciones de po- hechos: cuando se habla de Ber Pero hay esquemas completam: Soder, la gente piensa inmediata fa gobierno, una clase social dominant “(ahora bien, no es en absoluto en lo que pienso cuando hablo de wa: ‘ciones de poder. Quiero decir que, en las relaciones huma Ciales fueren—ya se trate de comunicarverbainesre eos ion cemos ahora, o de relaciones amorosas, institucionales o econdmi. cas—, el 4 siem) quiero de que uno intentar dirigir la conducta del otro. Se trata, por tanto, de relaciones que se pueden encontrar en diferentes niveles, bajo diferentes formas; tales relaciones de poder son méviles, es decir, se pueden modificar, no estén dadas de una vez por - hecho, por ejemplo, de que yo sea mas Ja entrevista ustedes estuvie ser yo quien Ilegue a estar ven. Estas 5, reversi inestables. ide haber relaciones de poder més que en la medida en que I posicién del otro y egara que se pudiera ejercer una violencia infinita e relaciones de poder. Para que se ¢jerza una rel falta, por tanto, que exista siempre cierta forma de libertad por am- os lados. Incluso cuando la relacién de poder esté completamente desequilibrada, cuando se puede decir que, verdaderamente, uno tiene todo el poder sobre otro, un poder no se puede ejercer sobre alguien ms que en la medida en que a este tiltimo le queda la posi- bilidad de matarse, de sal Ja ventana o de matar al quiere decir que, en las Posibilidad de resistencia, pues si no a violenta, de huida, de engat a fan en absoluto rel: inte disimétricas y do. Para poner a ‘conyugal tradi- n ejemplo, sin duda esquemético, en la estructura 3 > 2 3 ) > > > 5 5 2 3 > 9 1 206 psrerica, eT1c8 Y HERMENEUTICA sional de la sociedad de los siglos xvin y xt no cabe decir que s6lo ‘cxistia el poder del hombre. La mujet podfa hacer cantidad de co- ce easafarla, sacarle dinero con maf, resistrse a tener relacio- pes seuales. Ella padecia, sin embargo, un estado de dominacién, ae la medida en que todo esto no era finalmente sino un nt sere de astucias que no Ilegaban nunca a invertir | textos casos de dominacién —econémica, soc SESLTT problema es, en efecto, saber donde se formard la resis. Meet Wve a tener lugar, por ejemplo, en una clase obrera que ‘Sxurs la dominacién politica —en el sindicato, en el partido— y bajo qué forma —la huelga, la buelga general, la revolucién, la jucha parlamentaria—? En tal situacién de dominaci6n, es preci- so responder a todas estas cuestiones de una forma espectfica, ep funcion del tipo y de la forma precisa de dominacién. Pero Ih afirmaci6n: «Usted ve poder por todas partes; asf que no hay lugar para la libertade, me parece absolutamente inadecuada. No se me puede atribuirla idea de que el poder es un sistema de dominacién Sue lo controla todo y que no deja ningdn espacio a la ibertad. —Hace poco hablaba usted del hombre libre y del filésofo como dos modalidades diferentes del cuidado de st. El cuidado de st del fils. ‘Sofo tendria una determinada especificidad y no se confundirfa con el del hombre libre. —Dirfa que se trata de dos posiciones diferentes en el cuidado de sf, mas que de dos formas distintas. Creo que el cuidado es el mismo en su forma pero, en intensidad, en grado de celo para consigo mismo—y, en consecuencia, también de celo para con los otros el Inga del filésofo no es el de cualquier otro hombre re. centre filosofia y politica? duda. Creo que las relaciones entre la filosofia y la pol tica son permanentes y fundamentales. Es cierto que ala historia del cuidado de sf en el pensamiento griego, con Ia politica es evidente. Y bajo una forma, por otra parte, muy compleja: por un lado, cabe ver el ejemplo de Sécrates —tanto en Plat6n en el Alcibiades como en Jenofonte en las Memorables— * Platon, Alcibiades, op. cit, 124 wre mente, Memon, Mai, A ETICA DEL CUIDAD i " " coMo Pakcrica DE La Linerta ERTAD 407 iquiera te ocupas de ti ismo, seras un mal eee {a, el cuidado de sf aparece como y también ontol6gica para Lonstituirse como sujeto que gobierna imp Como sujeto que tiene cuidado de sf. Pero, por ot “ge también al Sécrates que dice en la oobi ee todo el mundo», pui afiade a co} if «Al hacer esto, rindo el mayor servi ciudad, asi que en vez de castigarme, deberiais ene in que lo que recompensdis a un vencedor en los Juegos Olimpicos». Hay, por tanto, una copertenencia muy fuerte entre , que se desarrollaré ms adelante, cuando —¢Podria ser esta prob nuevo pensamiento de lo poli hoy consideramos como tal? » Confieso que no he avanzado mucho en esta direccién y preci- samente me gustaria volver a problemas mas contempordneos, a fin de tratar de ver lo que se puede hacer con todo esto en la pro- blematica politica actual. Pero tengo n de que, en el perisamiento i naturalistas, o bien en los términos del derecho ps bio, me parece que la cuesti6n del s ‘0 es algo que no mucha cabida en el pensamiento politico contemporsneo. En fn. ‘no me gusta responder a cut 1es que en absoluto he: i Entretanto, me gustarfa poder retomar las cuestiones que he abof- ~ dado a través de la cultura antigua. fa de la filosofia, que 2 logos, 1, Mois, Gredos, 1981 Pes . Apologia de Sécrates, en Didi 408 STETICA, ETICA Y HERMENEUTICA jue precisamente se rel pl Sins transformaciones que el sujeto debe hacer en sf para acceder a dicho modo de ser. Creo que, la espiritual antigua, existia identidad, 0 casi pricticam saspinitualidad y la filosoffa, En todo caso, la preocupacién més portante de la filosofia giraba, a pesar de todo, en torno al sf "smo ¥ el conocimiento del mundo venta después, y en la mayoria de las ocasiones en apoyo de este cuidado de si. Cuando se lee a Descartes, resulta chocante encontrar en las Meditaciones exacta- mente este mismo cuidado espiritual por acceder a un modo de ser fen el que la duda no estaré ya permitida y en donde por fin se co- nocers:* pero al definir asf el modo de ser al que la filosofia da ac- 10 se da cuenta de que ese modo de ser est4 por completo definido mediante el conocimiento, y que se definira la filosofia bien como acceso al sujeto cognoscente 0 a lo que cualifique al su- jeto como tal. ¥ desde este punto de vista me parece que superpone las funciones de Ia espiritualidad al ideal de un fundamento de la cientificidad. {Se deberta actualizar esta nocién del cuidado de si, en sentido clasico, frente a este pensamiento moderno? —Absolutamente. Pero no lo hago en modo alguno para decir: «Desgraciadamente se ha olvidado el cuidado de sf y he aquf que ‘cuidado de sf es la clave de todo». Nada me resulta més ajeno que la idea de que la filosoffa se ha descarriado en un momento dado y ha olvidado algo, y de que existe en alguna parte de su historia un principio, un fundamento que seria preciso redescubrir. Creo que todas estas formas de andlisis, bien adopten una forma radical, analisis no son muy interesantes, de ellas no se . puede obtener gran cosa. Sin embargo, esto no quiere decir que el contacto con flo "ual filosoffa no pueda producir algo, pero entonces serfa necesa- rio subrayar claramente qué hay de nuevo en eso, LA ENICA DEL CUIDADO DE St como paAric eat eRAD 409 —Esto nos hace plantear la siguiente cuestion: tener acceso ala verdad hoy, en senide pot Coe Ae deberi ide la estrategia politica, contra los diversos punnes hn setae poder. en el sistema relacional? ¥e xbloqueo» del poise trata en efecto de un problema: ja verdad? ¥, porotta pare, por qué unc sede oe gue cluso mas que de sf mismo? 2¥ por qué se cuids de sted, del cuidado de verdad? Considero que asi se abords une cannes que es fundamental y que yo dirfa que con Pace -Occidente: equé es lo que ha hecho que tod: Se haya puesto a girar en torno a esta ol Bgpiado todo un conjunto de formas ditrenies i cee Jas cosas, nada ha podido mostrar hasta la fecha que se pudiers de finir una estrategia exterior al respecto. Sin duda, en este cami de la obligacion de verdad es donde uno se puede d ne ti otra manera, a veces contra los efectos de d dden estar ligados a estructuras de verdad o a insttuciones encarga- das de la verdad, Para decirlo muy esquematicamente, se pueden encontrar numerosos ejemplos: ha habido todo un movimiento ll mado «ecol6gico» —que, por otra parte, es muy antiguo y que no 10 XX que ha estado, en cierto sentido y con frecuencia, en relacién de hostilidad con una ciencia, 0, en todo caso, con una tecnologia garantizada en términos de verdad. Pero, de hecho, esta ecologia también hablaba un discurso de verdad: si se podfa hacer la critica era en nombre de un conoc afecta a la naturaleza, al equilibrio de los procesos de lo ete, Se escapaba, por tanto, a una dominacién de verdad, pero 1nd practicando un juego totalmente ajeno al ego de la verdad, sino ferente o practicando otro juego, otra ego de verdad, Creo que otro tanto su- ica enel que se podia hacer la critica de - o politico —a partir, por ejemplo, de las consecuencias del estado ‘de dominacion de esta politica indebida— pero no se podta ha- "cer de otro modo que interviniendo en cierto juego de verdad, mos: 5; ie consecuencias que se derivan de ello y que fades racionales, ensefando a la gente lo que no ‘sabe sobre su propia situacién, sobre sus condiciones de trabajo y sobre su explotacién. jon de tos juegos de ae i cu _ =. La idea de que podré existir un estado de comunicaci6n de tal indole que los juegos de verdad puedan circu- lar en él sin obstaculos, sin coacciones y sin efectos coercitivos, me parece del orden de la utopfa. Esto es precisamente no ver que las Felaciones de poder no son en s{ mismas algo malo y de lo que ha- las en la utopia de una comunicacién 2 ién perfectamente transparente, ‘ine en Procurarse las reglas de derecho, las técnicas de gestion y también la moral, eléthos, la practica de s{, que permitan en estos Juegos de poder jugar con el minimo posible de dominacién. Se halla usted muy €s0 es el mal», _ —Sf.y se me ha ati pienso. El poder no es el mal alejado de Sartre, que nos decta: «El poder, esta idea, que esta muy lejos de lo que poder consiste en juegos estratégi- To que transmite un saber y le comunica téc. a més bien consiste en saber cOmo se vitarin -endichas practicas —en las que el poder no puede dejar de ugary en que no es malo en sf mismo— los efectos de domin ‘rn que un chaval sea sometido a la autoridad arbitraria e intl de jaestro © que un estudiante se halle bajo la férula de un profe- autoritario, etc. Creo que es preciso plantear este problema en grminos de reglas de derecho, de técnicas racionales de gobierno y je thos, de practica de sf y de libertad. spacién ética y de de la reflexion critica contra las técnicas abusivas de gobi investigacién ética que permita fundamentar la libertad I. Cuando Sartre habla de poder como mal sup lad del poder como dominacién: probablemen do con Sartre en esto. : Sf, creo que todas estas nociones han 1o mal definidas y oA no se sabe muy bien de qué se habla. Yo mismo no estoy seguro de iber hablado muy claramente cuando comencé a pi i jer empleado I te problema del poder, a Se Saasleat ne las relaciones de poder como juegos regicos que hacen que otigs otros, alo que ést0s Fesponden, a su vez, icta 0 procurando lama el po- tados de dominaci6n, que son Jo que hal — aridoecde. der. Y entre ambos, entre los juegos de | aneauy COM ULdMNocdniner LESTETICA. ETICA ¥ HERMENEUTICA las teenologias gubernamentales, con. —que incluye tan. ais dominacién, se encuentran Cediendo a este término un sentido Tuy 98 fo la manera en que se gobierna 2 Ja proy ‘como el modo en que se gb jerna una institucion—. con frecuencia, a través de este lecen y se mantienen los esta- fl poder hay tres niveles: las de gobierno y los estados de dominaci6n. su curso sobre la hermenéutica del sujeto Se encuentra un pasaje red dice que no hiay un punto tan decisivo re eid poder alti como la relacién de uno consigo mismo, sie areo que el dnico punto de resistencia posible al poder po- Iitico Pamtendido justamente como estado de dominacién— radi- que en la relaci6n de uno cons a gubernamen- talidad implica la relacién de uno cor ia libertad de los otros y, para hacerlo, disponen smentos para gobernarlos. Sin duda eso se basa, por tanto, en In libertad, en la relacién de uno consigo mismo y la relacién con el ‘tro, Mientras que, si se intenta analizar el poder no a partir de la fas y de la gubernamentalidad, sino a partir de la institucién politica, s6lo es posible considerar al sujeto como Sujeto de derecho. Estarfamos ante un sujeto dotado'o no de dere- cchos y que, mediante la institucién de la sociedad ha recibido o perdido: con ello se remite a una concepci6n j 1a noci6n de gubernamentalidad permite, eso ‘creo, hacer valer la libertad del sujeto y la relacién con los otros, es decir, lo que constituye la materia misma de la ética. ‘algo que decir sobre el por~ la conducta del otro? i \ducta de los otros va a adop- tar formas muy diferentes, va a suscitar apetitos y deseos de inten- sidad muy variada segtin las sociedades. No conozco en absoluto la antropologia, pero cabe imaginar que hay sociedades en las que Ja forma en que se dirige la conducta de los otros ciertamente est4 A ETICA DEI CUIDADO DE Sf CoMo FRAcTica DE Lai ALIBERTAD 415 tal modo regulada de antemano gue juegos ya estén efectuados, Por a mo Ia esta Lo au rents evident en por ejemplo, en las rela fos pueden ser extraordinarlamente umeroes oc SHE Seseos de determinar la conducta de los ote cov ene ne “Gin embargo, cuanto mis libre es la gente y mas lime eee ‘Galacion a los otros, mayores son los deseos en une see ons ae Beterminar la conducta de los demts. Cuantomds ative eck ice go, mas atractivo y fascinante resulta Se ae ‘Piensa usted que la tarea de gros del poder? ‘Esta tarea ha sido siempre una funcién sof ca —y entiend Bas Glostia es precsamcate lo ue vce» poner todos los fendmenos de dominacién, cualquiera que fuse el en que se presenten —politico, econémico, sexual, institucio- n critica de la fs hasta certo pun- del imperativo soc tad, mediante el dominio de ts sofia es advert sobre los pe- fl Re FORE CEU WWE WURDE

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