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Orozco Diaz, Emilio, El Teatro y La Teatralidad Del Barroco (1) (2)
Orozco Diaz, Emilio, El Teatro y La Teatralidad Del Barroco (1) (2)
\cuu@ _vivo y movido de la representación teatral. Y esa so- plican en la más deslumbrante apariencia, como si fuera un
brevaloramón de lo teatral que supone la de todo lo externo en gran incendio
de teatro; pero tras ese efecto de sorpresa y ha-
_u más inconsistente existir de un mundo de engaño y de fic- lago sensorial nos deja —como si lo hubiera vertido sutilmente
_ción, entraña en su más íntimo sentido la más grave y angus- a través de los sentidos— una íntima inquietud de que, en el
tiosa concepción de la vida como aparente, cambiante y fingida, fondo, y como causa de ese dinámico desbordamiento de falso
reahdad que se identifica con la comedia fuego teatral, hay una honda verdad, algo en ascuas que pro-
convierte en teatro, porque la vida toda es teat duce ese incendio cuyo calor nos llega al alma, pues es el calor
Por esto como lema o motivo poético introductor a nuestro _de la vida,de esta vida
que ha de pasar con sus sed
citado ensayo de interpretación del Barroco, colocábamos unos como si sólo fuese teatro. La obra barroca con el dinamismo |
versos de Antonio Machado que constituyen el más condensado impetuoso del movimiento de sus formas y figuras, con sus hi-
comentario intuitivo del estilo. Aunque el gran poeta, por per- rientes efectos de luces y colores, con todas sus riquezas sen-
sonal postura, y por ser la propia de su época, se expresa en soriales, con sus arrebatadoras perspectivas, lo que está luchan-
ellos con una inicial intención peyorativa, sin embargo, con es- do por expresar, tras la visión de ese mundo seductor que nos
pontáneo giro de rectificación, apunta también a lo válido y lanza haci spacio continuo e infinito, es el fl |
perenne de la obra barroca: del paso deltiempo; pero con la angustiosa conciencia de que
nestro vivir ñasí apariencia,
El pensamiento barroco que sus goces todos
son eqt nte representa- |
pinta virutas de fuego, ción teatral, en la que forzosamente hemos r como per-
hincha y complica el decoro. zas de la reahdad 1 que nos ro
rodea como
ambiante, ya que sólo permanece el
Sin embargo. t¡gmpa que | gºc_ip_lg devora. Lo que late, pues, en el fondo de la
—Oh, sin embargo, _gran obra barroca, es la gran verdad de la fugacidad de la vida...
hay siempre un ascua de veras
en su incendio de teatro.
i a
[ EL TEATRO Y EL BARROCO
EL TEATRO Y LA VIDA: LA NUEVA
ESTÉTICA DRAMÁTICA -
concebida como algo fuera de lo propiamente literario respon- años de surgir y desarrollo de la ópera. Recordemos, por citar
día a una exigencia profunda y general de todas las gentes, y uno famoso, el gran teatro de ópera —con cabida para tres
como una satisfacción de orden artístico distinto, que recreaba
recreabs mil espectadores— que el cardenal Antonio Barberini inauguró
vista X ofdos al mismo tiempo que excitaba la imaginacién y el en 1630 en su palacio de Roma. Con él contribuyó a que la ópera
se transformase en gran espectáculo, con toda clase de maqui-
ese perfodo la escena, el teatro, entra y anima casi todos narias para las tramoyas y fastuosos decorados en gran parte
los festejos o diversiones; según los casos, será la comedia, el realizados por Bernini,
| auto sacramental, la tragedia, la zarzuela, la ópera, el ballet, La importancia de fiesta
la teatral queda bien demostrada
la mascarada, los entremeses, la mojiganga, etc., y también la en el hecho anotado a este rapecto por Tintelnot. «Si noso-
—
reunión y enlace de varias de estas formas, ya que la función tros subimos la escalera de honor del Palacio ducal de Parma
teatral suponía eso. Si en lo religioso llegan a confundirse la y nos situamos en la planta noble, se abre en torno nuestro un
ceremonia litúrgica y la representación del auto sacramental, espectáculo digno de consideración. El muro principal del gran '
y a veces hasta la de la ópera, también en el ballet y teatro de atrio de la Pilotta, donde los Farnesio tenían corte, está domi-
Corte se confunde la ficción dramática con la ceremonia y pro- nado por el gran portal de un gigantesco teatro, que servía al
‘tocolo cortesano. 'To_dos actúan como actores, con la conciencia mismo tiempo de arena, de sala de baile y'de teatro de ópera».
| de su vestir, de sus movimientos y de sus gestos; sintiéndose Todos los demás departamentos ducales quedan a derecha e iz-
% | contemplados. Y todo queda enlazado con el medio ambiente quierda como subordinados a ese edificio grandioso que divide
|que le rodea..El jardín, el templo, la plaza o el salón, forman y domina el conjunto demostrándonos cuál era esa sociedad que
un todo con sus personajes y público. A veces se convierten en no podía hacer menos «que colocar la fiesta teatral en el centro
auténtico escenario. de su vida de representación». El hechose fue repitiendo, sobr
g De lo anterior se deduce y explica un hecho significativo: todo en el Slng XVIII, en todas las cortes principescas de Europa.
que el teatro adquiera su pleno carácter de espectáculo para que, como comentaremos después, parecen vivir en torno a la
todos precisamente en esta época, a partir de los fines del si- fiesta teatral. Y anotemos que el hecho que en esos casos se
glo xvi, el momento en que comienza a manifestarse el estilo descubre no es más que la lógica culminación —por disponer
barroco. Se trata de un fenómeno simultáneo en casi toda Eu- de todos los medios— de un afán y tendencia de todas las gen-
ropa; naturalmente centrado especialmente en las grandes ciu- tes de la época.?
| dades, donde se construyen los primeros edificios de importancia El teatro en esta ca_es diversión y espectáculo en el
como locales fijos para las representaciones teatrales. Los pala- sentido actual de la palabra. una exigencia o necesidad de
cios reales no sólo utilizarán sus salones, patios y jardines, sino la vida de aquel tiempo. Hay una razón psicológica y social que
que, poco después, cuidarán de las instalaciones o adaptaciones lo determina, impulsa y encauza, Es un arte que queda plena-
de esos recintos para la finalidad específica de la fiesta teatral,
o se construyen como importante conjunto, cada vez más abier- 1. Hans TINTELNOT, Annotazioni sulvimportanza della festa teatrale per
la vita artistica e dinastica nel Barocco. En Retorica e Barocco. Atti del
to a la colectividad, como ocurre en las cortes italianas en estos III Congresso internazionale di Studi Umanistici, 1954, Roma, 1955, p. 233.
28 Emilio Orozco Díaz El Teatro y la teatralidad del Barroco 29
mente ligado a la vida; que se rescata del campo limitado del dicho sentido ofrece la tradición dramática valenciana, que con
escritor docto y del grupo social distinguido donde había vivido su genial instinto Lope supo recoger y potencializar —junto
en el momento renacentista. El surgir del actor autor, frecuen- con el camino que también le ofrecía Lope de Rueda—, ha po-
te en esos momentos, está indicando cómo se trata de un levan- dido afirmar acertadamente el hispanista Rinaldo Froldi: «La
comedia, como toda expresión artística, no es milagrosa, impro-
visada y aislada invención de un genio por naturaleza ni tam-
poco es la impersonal manifestación de una raza o de una tra-
dición literaria constituida por obras de distintas personalidades|
| pañola como diversión —según ya anotó Hem—íquez Ureña—,* creadoras, las cuales interpretando humanas exigencias, no con:
nace con él; cuando, además, el auto sacramental adquiría una tituyen el objeto de la historia, sino su inteligente sujeto ani-
nueva importancia y significación con el influjo del espíritu de mador».? La obra de Lope se encontró así, desde el primer mo- |
la Contrarreforma, cuando en Italia surgen impetuosos la ópera mento, respaldada e impulsada por autores y por el público en |
y el oratorio, como nuevas formas del estilo teatral en la música. general en la más entusiasta participación colectiva.
Esa penetración de ln vida en el arte y en las letras, carac- Algo análogo a lo que decimos del teatro español podemos
decir del teatro inglés de la épo
itica sur¡ Shakespeare llegue a su plenitud ya son abundantes los autores
q?e'*hm-r¿to con las unidades clásicas; que mezclan la prosa
terpretando a
aAngtóteleu, del
los tratad.\stas x nt¡cos italianos con el verso y que gustan ¢
Renacimient o en el arranque del Manierismo. Y este surgir del impresionante en la escena .
teatro tan unido a la visión y gusto de su tiempo, explica el que se realizan conscientemente, con conocimiento de los tra-
hecho de que, colectivamente, varios autores apunten, casi si- tadistas que se contradicen y en perfecta identificación de unos
multáneamente, rasgos que quedarán fijados en un tipo de re- autores con otros —aunque proteste algún severo poeta y crítico
presentación que se acepta por todos. como Sir Philip Sydney— que incluso frecuentan la colabora-
Así, en el caso de la comedia barroca española, hay que <ción y, por supuesto, a gusto del público de toda clase que asiste
reconocer que en algunos de los rasgos que la caracterizan en a los teatros cada vez más abundantes.
su forma y elementos, e incluso en su seundogeneral de res- No sólo en España y en Inglaterra; también en Francia el
ponder a una próxima realidad histórica, no es obra exclusiva teatro que se' crea en el primer tercio del siglo xvir —hasta
y aislada de LopQ, aunque sí sea éste el genio que logra la ple- -estos últimos tiempos olvidado por la crítica— es, como demos-
nitud de su concepción, vitalizándolay fijándola definitivamente tró Raymond Lebégue, un teatro barroco por sus caracterís
en su libre estructura anticlásica yrazonando con plena con- _expresivas, por su atender
el gusto del pueblo y por s
3. Lope de Vega y la formación de la Comedia. En torno a la tradición
2. Peoro Henríquez URefia, Lope de Vega. En Plenitud de España. Bue- dramática valenciana y al primer teatro de Lope. Salamanca-Madrid, 1968,
nos Aires, 1940, p. 42. D. 156.
30 Emilio Orozco Díaz El Teatro y la teatralidad del Barroco 31
de libertad con respecto a las unidades dramáticas.* El mismo aún en su momento de consciente reacción frente a ella, cuando
crítico ha insistido al concretar sus ideas sobre la Tragedia produce sus grandes tragedias, no crea orientado sólo por una
francesa en los rasgos barrocos que se cumplen en la mayor parte cultura libresca, sino que también escucha- —como Corneille—
d que le rodea,a lavida de su tiempo.* Y añada-
delas piezas
que se escriben entre
1580 y 1640, y en su equiva-
lencia —aunque independiente— con respecto al teatro inglés mos por nuestra parte que pese a cumplir con las reglas aris-
_ elisabetiano. Como en éste, se da en estas obras libertad con totélicas, mantiene ante ellas una actitud de cierta independen-
respecto a artes poéticas y modelos clásicos, desbordamiento en cia reveladora de la penetración de un sentido general barroco,
¡ que precisamente entraña —como en casi todos los tratadistas
su ornato, rasgos descriptivos y de ingenio en su estilo, pasio-
nes desmesuradas y sentimientos frenéticos; característlcgs to- el
de su siglo—, reconocimi ento y aceptación de las m¡smas,
das que los dramaturgos prodigan precisamente porque el público pero_introduciendo. dentro de ellas
ama aquellas escenas en que dichos rasgos se extreman; y des- bert ad impuesto por l:
e independencia
taca a este respecto cómo Corneille, a quien los manuales con- del gusto de la época. Aunque sea en un tann menor y casi y n U
sideran el padre de la tragedia clásica, no ha evitado esos exce- oculto, late en el pensamiento de Racine un fondo de esa esté-
sos e hipertrofias barrocas. Tras recordar varios de sus personajes tica de la naturaleza y de la vida tipica del Barroco que se ex-
concluye que «la noción de barroco nos ayuda a comprender trema en España en Lope de Vega. Cuando en el Prefacio de…
estos personajes que están más allá de la naturaleza».* Berenice el trágico francés afirma que «la principal regla es‘
Observemos, pues, cómo aún en aquellos aspectos del teatro agradar y conmover»; que «todas las demás no se han hecho,1
del seiscientos que se estimaban más lejanos de la estética sino para llegar a la primera»,” está apuntando hacia esa razón |
barroca, como plenas realizaciones del clasicismo, acusan en su del gusto que desafiante proclamó Lope entre bromas y weras.
| fondo rasgos que obedecen a estos mismos impulsos que arran- en su Arte Nuevo de hacer Comedias. Claro es que podemos
can de la vida y del gusto de la época y no sólo del modelo encontrar en lo francés, si lo consideramos en su poesía y en su
literario que ofrecen los clásicos de la Antigiiedad. Ya hemos teatro de un momento anterior a esa época última de Racine,
visto en el teatrofrancés la existencia de unteatrobarroco, con unos principios teóricos de libertad más próximos a los mante-
-el
predominio
en un largo período, de la tragicomedia y la ac- nidos por Lope en ese poema. Por esto Rousset ha podido ha-
titud anticlásica que a veces mantiene Corneille. Pero el hecho, blar de una nueva estética en su libro sobre La Literatura de
aunque en forma e intensidad más limitada, alcanza en fecha la Edad barroca en Francia
posterior a la misma trag ia de Racine. En él, ,ecomo amplia- Pero ya antes Adam, en su gran Historia de la Literatura |
mente ha estudiado Butler, no sólo se da una formación y pri- francesa del siglo XVII, senalaba 6mo a partir de 1612 se pro-
meras creaciones entroncados la tradición barroca, sino que, sicomedia; Y ésta —según co- |
ducía un gran desarrollo de la tra
4. Le théátre baroque en France. En Bibliothéque d'Humanisme et Re- 6. P Burter, Classicisme et Baroque dans Veuvre de Racine. Pa-
naissance, 1943, pp. 161 y ss. rís, 1959
5. La Tragédie. En XVII* Siécle. Bulletin de la «Société d'ftude du 7. Thédtre complet. Prólogo de CHARLES PéGUY, Notas de José Lurm.
XVII siécle», 1963. Núm. 20, pp. 254 y ss. París, 1963. T. II, p. 359.
32 Emilio Orozco Díaz
ca to-
)menta—— «es ante todo una pieza irregular y que reivindi
|dos los derechos. El derecho al desplazar ó n a su gusto.
El dera ech o
durar algunas horas o diez erecho a mez-
clar lo serio y lo bufo, lotrágico y lo ¢
Tísticas respo: dían no tanto a una indepe:
género teatral como a una satisfacción de un gusto general
¡del público. Como dice el mismo crítico «se dirige a un público
al que las reglas dejan indiferente, que ama, por el contrario,la
¡ .7 que
lyariedad de los efectos de teatro y las intrigas sobrecargadas,
wutores que se
viene al teatro por su placer y que exige de los
|pongan al servicio de sus gustos». De aquí la prefere ncia por
|
decorad o, y porque ocurrie ran ante su vista
[los cambios de
y
y “en escena cosas extraordinarias y violentas; luchas, heridas
siempre con final feliz. Y no pensemo s se trataba
| muertes: pero
sólo de un público popular, sino el mismo que antes y después,
sobre todo, aplaudirá las tragedias: «Un público cultivado, sensi-
a
ble, capaz de saborear los sentimientos refinados y de vibrar
los impulso s del heroísm o caballer esco. Un público joven, mo-
derno, que quizá sabía menos de latín que la generación pre-
cedente, pero que no tenía menos sus exigencias de arte». Los
autores de tragicomedia, en esa comunicación con su público,
tienen conciencia de que están creando algo nuevo, en corres-
pondencia con su época, hablando y sintiendo como sus contem-
poráneos. Así André Mareschal en 1631, veía el nuevo género,
con todas sus libertades y apartamiento de los el:
«la perfección de los antiguos géneros»; esto es de la tragedia
y la comedia. Y así se sentía satisfecho de que con la tragicome-|
dia, el teatro se había convertido en «la más bella diversión de[
los franceses».*
Por otra parte, Robert Garapon al considerar el Teatro
a
cómico y analizar las obras producidas de 1625 a 1640 llega Interior del Teatro Farnesio. Pintura de escuela
de los
" Galli (llemados Bibienal. Siglos XVII-XVIII.
francaise au XVII* siécle.
8. AnTome Anam, Histoire de la Littérature pp. National Gallery, Londres.
L'époque d'Henri IV et de Louis XIII. París, 1948, 454 y ss., 425 y 433. Foto Archivo.
" El Teatro y la teatralidad del Barroco 33
ñola en cuanto a lamezcla de lo: grave y lo humilde, de lo trá- de la Fábula de Píramo y Tisbe.'* Y lo mismo que se emplea
.gico y lo cómico, que a _grande artifi- el término monstruo para calificar una obra o una concepción
cio, precisamente por «la mezcla de cosas tan distintas y varias artística, se emplea también para caracterizar una personalidad 2C
y la unión de ellas no en forma de composición (como algunos en la que se dan extremadas
una p i tes de creación
han pensado), sino de mixtura, porque va mucho desde un tér- * sobrepas
que sobrepasan desmedidamen y normal del equi-
mino al otro».? Esa mixtura, esa unión indisoluble es lo que librio de las facultades humanas. Ante la desmesurada poten-
‘L ! supone la monstruosidad de la novedad de la obra teatral ba- cia creadora y fecundidad de Lope de Vega, no encuentra Cer-|
roca
por querer recoger
la unidad contrastada de la naturaleza vantes mejor calificativo caracterizador que llamarle monstruo
y de la vida. de naturaleza; -y más tarde el padre Manuel Guerra —el gran
Observemos, pues, que ese término.monstruo es una expre- orador barroco— aprobador del teatro de Calderón, llamará a
sión en la que secondensa algo esencial del estilo barroco, como éste, monstruo
del ingenio. También en el arte veremos em-
manifestación de elementos varios y contrastados, que se salen plear el mismo calificativo; así el tratadista y pintor de origen
de lo regular y rac ablecida italiano, Vicente Carducho, manteniendo una postura manierista,
| _por las unidades dran ; reacciona ante la pintura renovadora de signo naturalista que
las y veras recoge Lope de sus contradictores aristotélicos para ofrece el Caravaggio, y le llama entre asombrado y despectivo
| calificar en su Arte nuevo, la comedia, como la suya, en la que
| —como monstruo hermafrodito— se daba la mezcla de lo trá-
gico y de lo cómico, de lo elevado y de lo popular. Así estima
que es forzoso, €l arte, rasgo esencialdeterminante del Barroco.
Aunque, como vemos, se den rasgos de sentido barroco no
que el vulgo con sus leyes establezca sólo en lo inglés sino también en lo francés —a lo que podría
, la vil quimera deste monstruo cómico. unir las libertades que supone la ópera italiana —es indudable
que como fenómeno general el hecho se produce en España con
Y es el mismo término que utiliza pocos años después don Fran- una mayor intensidad, continuidad y esplendor, demostrativo del
cisco Fernández de Córdoba, el Abad de Rute, frente al Antí- _sentido barro que ofrece lo español. Y es expresivo
_doto de Jáuregui, para caracterizar la variedad de elementos y también del sentido vital, humano, que entraña el fondo de la
de estilo de un extenso poema lírico como las Soledades de Gón- actitud del artista barroco. Aquí sí que no cabe hablar de ma-
'gora. Observemos que el pasaje lo recoge después otro comen- nierismo; no hay nada de exigencia puramente estética o inte-
tarista de Góngora, Salazar y Mardones, al hacer el comentario lectual, ni de sujeción a normas, ni de acomodación a formas
previas o modelos,Es exigencia de la vida,de la naturaleza, de
12. Apologético de las comedias españolas, (Valencia, 1616) Incluido en la realidad, del gusto
de los tiempos. Éstas son las verdaderas
Preceptiva dramática española del Renacimiento y el Barroco. Antología reu-
nl“d¡ por FEDERICO SÁNCHEZ ESCRIBANO y ALBERTO PORQUERAS MAvo. Madrid, 13. Sobre este aspecto en arte y literatura, véase nuestro ensayo Lección
1965, p. 149. permanente del Barroco español. Madrid, 1951 (segunda ed., 1956), pp. 22 y ss.
36 Emilio Orozco Díaz El Teatro y la teatralidad del Barroco 37
leyes que rigen en el sistema dramático que fija Lope de Vega.
de que lo que la naturaleza acierta sin el arte es lo perfecto
que
Aunque sea utilizando un conocido verso italiano, el gran crea- —como vio Menéndez Pidal—'* parece le inspira el romancero, y
dor del teatro español condensó bien ese precepto básico de esta comprendiendo de la misma forma el valor y posibilidades ex-
nueva estética, fundada en el deleite del|público y en la depen- presivas del teatro religioso escrito en verso, Lope fija un tipo *
der a vida y de la naturaleza.** Al referirse a la discutida de comedia, simple en su estructura, de _tres actos, y complejo
mezcla de lo cómico y de lo trágico razona: y vario en sus elementos y contenido, donde se refleja la vida
toda de Espai e la humanidad toda:
Que aquesta variedad deleita mucho, V]
campos, ciudades, hist¿rias, leyendas, diversiones, cantos, bailes, [7
buen ejemplo nos da naturaleza,
hazañas, milagros, tragedias, mitos, chocarrerías, etc.; y lo mis-|
que por tal variedad tiene belleza.
mo lo contemporáneo que lo pasado, lo sobrenatural que lo te-|
El poeta español actuó de acuerdo a un mismo tiempo con 1reno, lo próximo que lo lejano, lo real e histórico que lo fabu-|
€l sentir y gusto personal, y con el de su pueblo; atendiendo al loso y mitico, o lo heroico y lo noble que lo plebeyo y vulgar,
ambiente y asimismo a su intimidad, que igualmente le lleva a Por esto el teatro de Lope surgirá muchas veces ligado —por
una expresión desbordante varia y contrastada de lo humano RA tema o por circunstancia— a 1 momento; lo mis-
concretamente, de la vida de su época. Paradójicamente lo pe- mo al hecho importante y público —victoria de nuestras armas,
renne y lo limitado o circunstancial de su dramática —de nues- bodas reales—, que a la circunstancia menor de la vida de la
tro teatro Barroco— está precisamente en esto: en haber respon- ciudad o incluso de la vida del poeta.
dido plenamente a la exigencia Y gusto de una época, según Su vitalidad y sensibilidad a flor de piel le hacía reflejar y
| confiesa el propio Lope en su citado Arte Nuevo de hacer Co- exteriorizar instintivamente todos los estímulos que le alcanza-
medias en este tiempo: Porque precisamente, ahondando en lo ban. Por esto será también Lope el poeta de España; su obra
humano temporal y nacional de una sociedad —no olvidemos, €s la más viva crónica —siempre optimista— de la España de
como en el paralelo teatro inglés, lo variado y complejo del entonces. Su comedia dio expresión —como decía Montesinos—
público del teatro de Lope—, se llega también a lo permanente a todo lo que España creyó ser, a todo lo que quiso ser.*® Pero y
y universal; mejor que si sólo se atiende a las convenciones no sólo a los ideales heroicos, más ligados a una clase elevada
artísticas que, aunque sean de sentido universalista como en el guerrera y conquistadora; también hizo o expresó la crónica de
|ideal del clasicismo, limitan la posibilidad de penetración de la vida popular; de la corte, de la ciudad provinciana, o de la
/1o puramente humano y vital. Así, de una manera espontánea, aldea. Toda España —sentida incluso espacialmente, como veía
de acuerdo con las exigencias del gusto del poeta y del gusto de Azorín— está en Lope;'” pero al mismo tiempo está también
su público, acomodándose instintivamente al principio estético
15. Lorr »e Veoa, El Arte nuevo y la Nueva biografia. R.F.E., t. XXII
1935. Incluido en De Cervantes y Lope de Vega. Buenos Aires, 1940, pp. 90
14. Vid. Arrowso Reves, Fortuna española de un verso italiano. (Per y siguientes,
troppo variar natura 2 bella.) En R.F.E., 1917, t. IV, núm. 2. En él se amplia 16. José F. Montesmvos, Lope y su tiempo. En Estudios sobre Lope. Méxi-
lo dicho en la misma revista por A. MoREL FaTIo sobre lo extendido de este co, 1951, p. 311.
verso en España. 1916, T, II, núm, 1. 17. Lope en silueta. Madrid, 1935.
38 Emilio Orozco Díaz
<
ponde a una concepción y visión de idad espacial que
considera la obra inmersa en ul spacio continuo, como situada
en_un plano o término intermedio en relación con los otros pla-
nos que quedan detrás y los que existen delante, y dentro de los
21. Sobre este aspecto en general, véase nuestro ensayo Sobre el punto municativa. En «Rev. de la Universidad de Madrid». vol. XI, núms. 42-43.
de vista en el Barroco. En rev. Escoríal. Suplemento de Arte. Madrid, 1943. Con más concreta referencia a la pintura volvemos a considerar el fenómeno
Incluido en Temas del Barroco. Granada, 1947. Hacemos nuevas consideracio- en El barroquismo de Velázquez. Madrid, 1965.
nes en el trabajo La Literatura religiosa y el Barroco. (En torno al estilo de 22. Véase en nuestro trabajo citado en la nota anterior —La Literatura
nuestros escritores ascéticos y místicos), especialmente en el capítulo El sen- religiosa y el Barroco— el capítulo Visión realista y emoción comunicativa
tido de continuidad espacial en el Barroco; la expresión desbordante y co- en el libro de meditación: La llamada al lector.
42 Emilio Orozco Díaz El Teatro y la teatralidad del Barroco 43
continuidad espacial valorando los fondos con los efectos de tábamos ante el Entierro del Conde de Orgaz—, necesariamente ,
f{ej_s}z‘&l—i\};“\;iflizandu el espacio superior y, en contraposición hay que acudir para su completa explicación, llena de fuerza
a la profundidad, también el anterior, desbordándose en su ex- y naturalidad, a los pintores del siglo xvir. La razón es que es ‘\
presión hacia fuera, al ámbito del contemplador. Prodigará las entonces cuando se alcanza el pleno sentido de continuidad es- :
que miran a éste o que incluso Je llaman la atención pacial.>—
figuras f .
sobre lo que sucede; con idéntico gesto al personaje de teatro
Velázquez
con decisivo gesto barroco, valorará el plano an-
. que avanza al proscenio para hacer un aparte. Este recurso ex- terior al lienzo, contando con elespectador, para dar más fuerza
L™ presivo sobre el que llamamos la atención hace años, poniendo de realidad a la ficción pictóricay enlazarla vigorosamente con
en relación esas figuras que nos llaman y señalan hacia lo que el plano de la realidad, con el propio ambiente del espectadui'.
n los convencionalismos teatrales del soliloquio y del
la expresión directa autobiográfica de la
yos antecedentes, ya señalados, vemos en la
literatura ascética— ha sido después anotado hace pocos años por
Sypher al considerar los recursos de la pintura manierista. Ante teatral.
la figura que desempeña esa función en la Presentación en el Esta proyección hacia fuera de la composición del cuadro 3
Templo del Tintoretto, calificándola como the spgaké‘x —o spre- barroco que desde hace mucho tiempo venimos destacando como X
cher—, la pone también en relaciconónel soliloquió íntimo del característico del sentido compositivo del estilo, lo ha destacado
drama jacobino inglés; como «una forma de comunicación brus- también en estos últimos años Wiirtemberger con una caracte-
ca entre actor y auditorio que tiende a romperla distancia drá- rística de la composición manierista. Indudablemente —como (*
mática».?* Subraya, pues, como nosotros, ese meterse en nuestro acabamos de comentar—, hay una relación y una anticipación
propio mundo que representa esa figura. Y también lo relaciona del rasgo en la etapa manierista y así lo hemos recogido igual-
con recursos estilísticos de la poesía de Donne; lo que le lleva mente en algún otro de nuestros os; pero conviene pfeq ¢
también a tener que relacionarlo con el sentido expresivo des- cisar —como ya hemos anotado en otra ocasión— que el fenó-
bordante de una típica pintura barroca como los Síndicos de meno se da en la pintura manierista con características propias
Rembrandt. Ya nosotros lo destacábamos en los romances de la “que permiten afirmar que la visión barroca no supone la simple
Pasión de Lope, que recuerda a los escritores ascéticos. Aunque icontinuidad de un recurso expresivo.
. el recurso, pues, se dé en'el manierismo —y así lo hemos apun- Según Wittemberger fue el Vasari quien liberó estas tenden-
tado nosotros en alguno de nuestros trabajos—, sin embargo su "cias que estaban latentes en la pintura de acuerdo con una in-
plena utilización y vitalización con sentido de realidad se da tención de los pintores manieristas que «se proponían intensifi-
| en el Barroco. Por eso, aunque en el prebarroquismo del Tin- car las relaciones entre la pintura y el espectador, y siempre
toretto aparezca —y también en el Greco, como hace años ano- que les era posible borraban el contraste existente entre ambas
esferas»5 El Vasari es, según este agudo comentador del Ma- barroco que manierista; pero debemos tener en cuenta que este
nierismo, el que hace «racional e inteligible la relación existente fresco se sale casi del momento predominante manierista, pues
entre pintura y espectador», Ya este hecho de acudir a medios se pintó en 1610; o sea, estamos en los comienzos del Barroco.
exclusivamente racionales y dibujísticos es más propio de lo Lo que, además, nos plantean estas pinturas —y así lo anotó
manierista que de lo barroco, que prefiere lo irracional, sensorial Wirtemberger—, es precisamente una relación con lo teatral, El
y puramente pictórico. Además, los elementos de que se vale el sentido escenográfico teatral está actuando sobre la pintura. Así,
Vasari, si bien crean esa relación, lo hacen de una manera no es expresivo que el Vasari y Salviati, destacaran como maestros
natural, como si no buscara el enlazar dos ámbitos espaciales escenógratos. Este rasgo escenográfico actuó en la pintura ma-
dando la sensación de verdad. Y es que el espacio manierista nierista, y así esos frescos, más que darnos la sensación de una
es, en general, un espacio irreal, una atmósfera irrespirable fusión y continuidad espacial de un concreto espacio real, se
donde no podríamos penetrar. Si recordamos su decoración del nos ofrecen como un espacio visual fantástico, irreal, de puro
Salón dei Cento Giorni (1546) del Palacio de la Cancellería, teatro que se abre en el recinto en que estamos. El Barroco pro-
veremos que la composición colocada en alto, se enlaza en su curará que ese espacio teatral, escénico, se nos haga espacio real
base con el espacio de la sala con la pintura de una serie de y se funda y confunda con el nuestro; con el de los espectadores.
escalones que ascienden paralelamente hacia el centro de la Si comparamos con dichas decoraciones murales otras de ple-
composición; pero son tan estrechos, tan faltos de fondo, que _- 10 Barroco 0, más aún, del momento de exaltación del ilusionis-
con dificultad podríamos ascender por ellos si fuesen reales, El _mo pictórico de comienzos del siglo xvm, comprobaremos bien
Tecurso es, pues, rudimentario.
nce del recurso de desbordamiento compositivo e in
La más plena realización de ese sentido compositivo de in- tercomunicación espacial. Uno de estos casos extremos lo ofrece
tercomunicación espacial en el arte italiano —y el que Wiirtem- la decoración de la gran sala —llamada «Heaven Room»— de
berger especialmente destaca— es el fresco de la Matanza de los Burghley House (Northamptonshire, Inglaterra), realizada por
inocentes, en el Ospedale degli Innocenti de Florencia, obra de Verrio, en 1700. El total de los muros se ha convertido en un
Bernardino Poccetti, donde vemos que «dos rellanos circulares espacioso pórtico —como si el salón fuese un templo sin techum-
invitan literalmente al espectador a subir por los peldaños para bre abierto por todos sus lados—, entre cuyas columnas se
presenciar el acontecimiento histórico».?* Aunque estas escale- mueven las figuras, algunas de las cuales incluso penetran vo-
Tas aparezcan como elementos extraños que no responden al lando, lo mismo que se desbordan entre nubes desde la parte.
espacio natural de las composiciones y se ofrezcan como algo superior. El artistaha procurado
hacer desapar
añadido o forzado, hay que reconocer que actúan con un sentido
más dentro de lo propiamente barroco, y que incluso en la mo-
vilidad y agitación de las figuras hay un cierto dinamismo más
25. FRANZSEPP WORTENBERGER, El Manierismo. El estilo europeo del si- 27. Vid. Le Baroque. Présentation de Harald Busch et Bernd Lohse. In-
glo xvr. Barcelona, 1964. troduction de Kurt Gerstenberg. Comentaires de Eva Maria Wagner, Hachette,
26. Ob, cit, p. 125. [Imp. en Alemania] 1965, lám. 168,
a Emilio Orozco Díaz El Teatro y la teatralidad del Barroco 47
ligonales
con ejes radiales, espacios de ángulo. La tercera fase,
rios
i ejemplos
j (Italia,. En los d frescos del gran
T lmente en'Italia
especia
Palacio Labia en Venecia; obra de Tiépolo (174_")-1750), la típica rococó, representada
por los hermanos Galliari Vicen-
salón del
undan los límites de 20 Re y Alessandro Mauro, impone la visión de una escena fan-
vemos crearse la ficción haciendo se tásti y asimétrica»
reales y las ,_pintadas. Elelemento ca ** Esas pinturas responden así a una concep-
las formas arquitectónicas
ción escenográfica. Es, por eso, el momento en que los temas
as del teatro se introducen plenamente en la pintura. El
de penef
ámbito espacial de la ficci e (eatro que en el primer período recogió para sus-efectos de
fierspectiva y apariencias los recursos
de la pintura, después de
Lecchi en Mortirone, con frescos de Lecchi y Carlini —174?—,
vemos en una de sus salas la misma confusión entre las ricas extrterminó
emar por influir
los, sobre ésta dando a los interio-
aambientación teatral escenográfica. Esos interiores hacen
arquitecturas pintadas y los elementos arquitectónicos y puer-
la que sus moradores se sientan en la realidad fingida de la escena.
tas del recinto, al que abre una monumental escale.ra por
y caba]le'm precedida de un La representación de lo irreal y ficticio que presenta en la
que desciende una pareja de dama
se plenitud del Barroco la escena con todos los efectismos ilusio-
perro. La ruptura de fronteras entre la realidad y la ficción
g nistas que proporciona el decorado con las apariencias y pers-
ha logrado totalmente*
pectivas, se ofrece en su relación el espectador de acuerdo
Como un ejemplo de especial interés en cuanto aspiración
con la concepción del espacio con , que hemos comentado,
de crear con la decoración la sensación d
viy y que se realiza en todo el arte barroco; sobre todo en los as-
cluso a otro ámbito espacial, para sentirse
es la que ofrece pectos de la decoración, con el ilusionismo de las pinturas de
con un ambiente ideal soñado por la época,
que vive en la mitad muros, bóvedas y cúpulas, y asimi
en lasmo
compleja concep-
Charles Louis Clérisseau —pintor francés
el padre le Suem: en ción arquitectónico-escultórico-pictórica de los retablos. Rara vez
del siglo xvi— en la cámara pintada para
Roma, en la Trinitd dei Monti, donde se representa en ell cox:; €esas composiciones aparecen mo_vlsm_¡l?!……_.del…ám)
interior de un templo en ruinas.’ bito real en que están situadas.
junto de paredes y techos el
ra corresponden a un momento de En general se unen o incorporan a éste por unos elementos
Barroco y Rococó en el cual se identifica plenamente la de enlace arquitecténicos y escultóricos; esto es, por elementos
último
formales que tienen la concretez y corporeidad de Jo real, como
“pintura con la escenografía, la correspondiente a las dos última's
pilastras, columnas, cornisas, balaustradas, etc. La visión ilusio-
“fases que en la evolución de ésta señala Tintelnot. Tras el pri-
nista creada por los efectos de la perspectiva, de la lu !
mer período representado por el Bernini y Fontana, en el se-
colores se enlaza o di: elementos que pertenecen
a la material realidad que nos encontramos. El
artista al presentar a la contemplación una visión sobrenatural
absolutamente abierta iagonales, especies po-
de gloria o una escena histérica o alegórica, lo que buscaes in-
láms. 196 y 197. =
20 s Maronacl y Jom Fumemo, A ruin room by Clérisseau. 30. Ob. cit., en Retorica e Barocco, p. 236 y sig.
En The Connoisseur, Londres, abril 1062, pp. 239-243.
48 Emilio Orozco. Díaz
X
facilitar la iluminación del decorado y a la de reforzar los efec-
tos de huida o penetración de la perspectiva, lo cual entraña la
preocupación por los efectos espaciales como última razón de
la función de la embocadura. Con seguridad la aparición de ésta
queda atestiguada por primera vez en 1628 en que aparece en
el teatro Farnesio de Parma; pero la embocadura de que ha-
blaba el citado Sabattini como innovación reciente, no parece
tener una concreta y directa derivación de la del teatro de Par-
ma. Creemos hay que pensar con Kernodle y Védier que posi-
50 Emilio Orozco Diaz El Teatro y la teatralidad del Barroco 5i
blemente la idea de ello «haya sido inspirada por esas arcadas los casos que el ámbito espacial de la realidad del espectador se
decorativas que a veces figuraban sobre el teatro como parte abre a otro; esto es, que hay comunicación, Con ello, pues,
integrante del cuadro escénico y servían para encuadrar ya una se acentúa la aspiración central de todo el arte barroco: romper
perspectiva más lejana, ya incluso el conjunto del decora(}o»." las fronteras que existen entre el mundo de la realidad y
En el rápido y apasionado desarrollo del teatro en esta_epoca la ficción. Junto a ese elemento que destaca la zona de -enlace
D era lógico que, como en otros recursos no sólo visuales, sino de del proscenio, en que especialmente actuaban los personajes,
la técnica teatral en todos sus aspectos, la importancia concedida estaba el del movimiento escénico de éstos, que en los frecuen-
a la escena como mundo de ficción que seducía como ningún tes monólogos y apartes avanzaban hacia el público; lo que in-
otro arte con la adhesión de todas las gentes, fuese llevando de cluso materialmente, se realizaba ya en el tipo de escenario del
una manera gradual y necesaria a la creación de este elemento teatro inglés elisabetiano, en el que se adelantaba un pequeño -
escénico que quedaría como esencial en la material concepción cuerpo en la parte central de la plataforma o tablado principal
del teatro hasta nuestros días. En general la propagación de la para penetrar en el espacio propio de los espectadores. .
embocadura se debió a la influencia italiana. Así a ella se debe Esa pequefia plataforma con la que se reforzaba la tendencia
el que la encontremos en Inglaterra en un dibujo de Íñigo al desbordamiento espacial y expresivo de la obra teatral es
Jones fechado en 1639, que incluye también el decorado para la la que —según dice Traversi—, se ha llamado por los críticos
mascarada, La reina de Aragón representada al año siguiente.* con el nombre descriptivo apron stage —esto es, escenario de
Como decíamos antes, el refuerzo de la delimitación del es- delantal—. Con ella se reforzaba, por otra parte, el efecto de pro-
fundidad, ya que en el fondo de la plataforma principal había |
otro pequeño escenario —y así se daba igualmente en la escena '
española de entonces— que quedaba cerrado por cortinas que
de esta ruptura supone un ssentido barroco del que por cierto se se corrían en determinados momentos. Así la plenitud de la
aprovechará con toda clase de excesos la escena contemporánea. emoción dramática de algunas partes de la obra se intensificaba
Esa preocupación por el encuadramiento obedece, como en la con este cambio de perspectiva que se producía al avanzar so-
| pintura de la época, y sobre todo como en los conjuntos escul- bre ese pequeño tablado el actor que quedaba materialmente
tóricos de los retablos —que comentamos en este ensayo—, a situado dentro del público. Es imprescindible tener en cuenta
un mismo sentido del arte en cuanto al sentimiento del espacio esta estructura al considerar el efecto buscado con los solilo-
y de la expresión comunicativa. Por eso en éstos, como un tea- quios. Como muy bien comenta el citado crítico, hondo conoce-
tro petrificado, se utilizan elementos equivalentes a la emboca-
dura con los personajes en el proscenio. Es de subrayar en todos e interrupción anti-
a " G S, acción... En tiempos
de Shakespeare no era así.
33. Grorars Vínrn, Origine et évolution de la Dramaturgie néo-cl la Cuando llegaba el momento en que Hamlet, solo sobre la escena,
sique. L'influence d s arts plastiques en Italie et en France: le rideau,
i les trois unités. París, 1055, p. 41. E . expresase sus pensamientos más íntimos, salía del escenario
Te ¡f¡ºd'_"x'¿…í'f, MACGOWAN y WILLIAM MELNITZ, La escena viviente. His- grande, donde hasta entonces había estado actuando mezclado
toria del Teatro universal. (Trad. H. Martinez) Buenos Aires, 1966.
53 )
El Teatro y la teatralidad del Barroco
Emilio Orozco Díaz
52 e sólo
el pe- cena y del sentido de la representación teatral, no respond
la obra, y se colocaba sobre a una concreta y aislada concepción dramáti ca que rompe con
con los demás personajes de que, por
giéndose al auditorio, al la que buscaba el comunicar directa y hondam ente la emoció n
queño escenario saliente, diri verd a-
a, en una relación que era en un complejo desbordamiento expresivo apoyado en toda clase
decirlo así, hablaba en confianz lucha espi ritu al
icipaba de la de recursos sensoriales. Responde a lo más profundo de la psi-
deramente íntima. El público part
al menos prob able —concluye— que esta íntima cología y de la estética del estilo. El Barroco valorando como
deHamlet... Es vi
necesario de cualquier teatro elemento_esencial lo visual representativo y dramático tuvo
'compenetración sea un rasgo a una posi -
reducir al espectador como objetivo fundamental conmover con la emoción de vida en
viente, y que la tendencia a seria deca den-
explica, en parte, la una expresión desbordante comunicativa que necesitab la
ción distanciada y separada
“cia del teatro moderno»-"* aproximaclón y de la intercomunicación espacial entre el am-
que esa posición distanciada
Observemos por nuestra parte dentro biente de la obra y el del espectador. Si todas las ;rgsl_ e;;¡_n
cambio, de alcance general época tuvieron un mismo objetivo y "aspiración era natural
obedece a un más profundo stica.
la esencia de la concepción artí que el teatro, verdadera síntesis de todas ellas, pudiera llegar,
de lo estético, que afecta a —qu e vemo s ahi
concepción barroca con su mayor riqueza de elementos y la consecuente potenciali-
boxzecy Pasados los excesos de esa teatro el
desplegando en el
en sus comienzos—, que terminó zación de sus medios expresivos, a lograr realizar más plena-
de rectcursos y efectismos encami-,
- desbordamiento de toda clase éja_viol_e¿n_a)eacgign
mente el ideal estilístico de la época. Por esta razón el teatro
car la emoción, se produci
nados a comuni con esa tendencia desbordante comunicativa no sólo invadió, |
nga « tanciamiento
neoclásica que será la que impo material y psicológicamente el recinto de los espectadores, sino
q¡íe, claro es, que con
entre el escenario y el espectad
or; que en todos sentidos se extendió impetuoso inundándolo todo:
ción y deca denc ia del género tea-
ello se.producirá esa debilita a teatral templos, palacios, jardines, casas, plazas y calles; y hasta las
refiriéndose a la fiest
tral. Tintelnot lo comentaba bien mismas formas y sentido de la vida. j
ndencia con la tendencia artística del
* de la corte, «en correspo cla-
la escena erquítectónicamenbe
clasicismo —dice— se afirma etrí a...
la escena rococó y a la asim
ra, en plena contraposición a ón teatral barro-
ento de la decoraci
y* Lo que constituíael fundam ctadores de mayor
relación espacial con los espe
| ca, esto es su
importancia, viene sustituido
por un nuevo principio: el
El
:mundo
gest o de-
del del espectador.
de la escena queda separado 1o se ‘mez cla más
e por la escena,
clamatorio del actor desciend
ectador»**
con el espacio destinadoal “esp
&w…——…—
m,……m_¿u…mm
Barce-
are. (Trad. C. Vázquez de Castro.)
35. Denex Traverst, Shakespe
lona, 1951, p. 16.
36, Ob. cit,, en Ob. cit, p. 237.