Juicio: Lescano Horacio Federico C/ González Manuel Florencio y Otros S/ Daños y Perjuicios - Expte. #164/13

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PODER JUDICIAL DE TUCUMÁN

CENTRO JUDICIAL CONCEPCIÓN


Excma. Cámara en lo Civil y Comercial Común Sala II
ACTUACIONES N°: 164/13
*H20774520105*
H20774520105

JUICIO: LESCANO HORACIO FEDERICO C/ GONZÁLEZ MANUEL FLORENCIO Y


OTROS S/ DAÑOS Y PERJUICIOS – EXPTE. Nº 164/13

EXCMA. CÁMARA DE APELACIONES EN LO


CIVIL Y COMERCIAL COMÚN
CENTRO JUDICIAL CONCEPCIÓN

REGISTRADO
SENTENCIA Nº 122 AÑO 2022

En la Ciudad de Concepción, Provincia de Tucumán, a los 6 días del


mes de mayo de 2022, las Sras. Vocales Subrogantes de la Sala II de la Excma.
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Común de este Centro Judicial de
Concepción, Dra. Mirtha Inés Ibáñez de Córdoba y Dra. María José Posse, proceden
a firmar la presente sentencia, por la que se estudia, analiza y resuelve los recursos
de apelación deducidos en fecha 7/8/2019 por el actor Horacio Federico Lescano,
con el patrocinio del Dr. Daniel Josué Arce (fs. 664) y en fecha 8/8/2019 por el
letrado Marcos José Terán, en representación de San Cristóbal SMSG (fs. 666)
contra la sentencia n° 287 de fecha 5/7/2019 (fs. 652/660), dictada por el Sr. Juez
Civil y Comercial Común de la IIª Nominación de este Centro Judicial de Concepción,
en los autos caratulados: “Lescano Horacio Federico c/ González Manuel Florencio y
otros s/ Daños y perjuicios” - expediente n° 164/13. Practicado el sorteo de ley, el
mismo da el siguiente resultado: Dra. Mirtha Inés Ibáñez de Córdoba y Dra. María
José Posse. Cumplido el sorteo de ley, y

CONSIDERANDO

La Dra. Mirtha Inés Ibáñez de Córdoba dijo:


1.- Que por sentencia n° 287 de fecha 5/7/2019 (fs. 652/660) el Sr. Juez
Civil y Comercial Común de la IIª Nominación de este Centro Judicial de Concepción
resolvió no hacer lugar a la excepción de falta de legitimación pasiva y exclusión de
cobertura opuesta por San Cristóbal Seguros. En consecuencia, hizo lugar a la
demanda de cobro por daños y perjuicios instaurada por Horacio Federico Lescano y
Manuel Roberto González en contra de Manuel Florencio González, San Cristóbal
SMSG Seguros Generales, Jorge Alberto Díaz, Sucesores de Ricardo H. Bríos SH y
La Segunda Cooperativa Limitada de Seguros Generales, y condenó a los
demandados a abonar a Horacio Federico Lescano la suma de $150.000 en
concepto de daño emergente y de $300.000 en concepto de daño moral; y a Manuel
Roberto González la suma de $35.000 en concepto de daño moral, con más los
intereses de la tasa activa del Banco Nación, desde la fecha de la sentencia y hasta
su efectivo pago, dado que las indemnizaciones fueron calculadas de acuerdo a
valores actuales. Las costas fueron impuestas a las partes demandadas vencidas.
2.- Contra dicha sentencia interpusieron recurso de apelación en fecha
7/8/2019 el actor Horacio Federico Lescano, con el patrocinio del Dr. Daniel Josué
Arce (fs. 664) y en fecha 8/8/2019 por el letrado Marcos José Terán, en
representación de San Cristóbal SMSG (fs. 666). Si bien en fecha 28/11/2019
interpuso también recurso de apelación el Dr. Rodolfo José Terán en representación
de Jorge Alberto Díaz, Cecilia Brion y La Segunda Ltda. de Seguros (fs. 696) por
informe actuarial de fecha 20/12/2019 (fs. 697) se hizo constar que los apelantes no
expresaron agravios pese a estar debidamente notificados, por lo que el recurso fue
declarado desierto por decreto de igual fecha, el que se encuentra firme.
Expresó agravios el actor Horacio Lescano en fecha 7/11/2019 (fs.
683/684), los que fueron contestados por el Dr. Marcos José Terán por San Cristóbal
SMSG (fs. 690/692 vta.) y por Jorge Alberto Díaz, Cecilia Brion y La Segunda Ltda.
de Seguros (fs. 694/695). A su turno expresó agravios el Dr. Marcos José Terán por
San Cristóbal SMSG (fs. 698/701 vta.), los que fueron contestados por el Dr. Daniel
Josué Arce, la parte actora (fs. 705 y vta.) y el Dr. Rodolfo José Terán por los
codemandados Jorge Alberto Díaz, Cecilia Brion y La Segunda Ltda. de Seguros (fs.
707/709).
2.- a) Recurso del actor Horacio Federico Lescano
Manifestó el recurrente que le agravia la sentencia únicamente respecto
de lo resuelto en el punto 5 (daños y perjuicios) acápite B) incapacidad sobreviniente,
en razón de haber considerado improcedente el reclamo, por lo que solicitó que se
revoque lo considerado y se haga lugar al rubro. Expuso que al iniciar la presente
acción explicó que a raíz del evento sufrió graves daños físicos que generó una
incapacidad total y permanente, siendo ese el daño primordial. Pero que sin embargo
el Sr. Juez a quo lo desestimó en razón de no haberse producido la prueba pericial
médica sin tener en cuenta que la misma no se produjo por una cuestión ajena a su
parte conforme surge de fs. 221 a 250 y el decreto de fecha 20/5/2016 (citación
médica) el que no fue notificado con la debida antelación, como ocurrió con todo el
lapso de producción. Señaló que no obstante ello, conjuntamente con la demanda
acompañó documentación médica (fs. 17/25) por la que se acreditó la incapacidad
física sufrida, y que si bien es una prueba documental aportada por su parte, no
puede dejar de ser valorada. Manifestó que no resulta cierto que el informe realizado
por el Dr. Mario Rodolfo Rodríguez sea la única prueba aportada para acreditar la
incapacidad ya que se acompañó también una historia clínica y parte médico de la
cirugía que da cuenta de la gravedad de la lesión, causándole agravio asimismo que
el Sentenciante considere que por las características de la lesión, la incapacidad
determinada resulte exagerada, toda vez que a la fecha percibe una pensión por
incapacidad. Por lo expuesto solicitó que, aplicando el criterio favorable y la sana
crítica se revoque lo resuelto en el punto y se haga lugar al rubro y monto reclamado,
junto a los demás rubros ya reconocidos.
Al contestar agravios el Dr. Marcos José Terán, por San Cristóbal
SMSG (fs. 690/692 vta.) manifestó tanto la doctrina como la jurisprudencia son
contestes en afirmar que por el principio de la carga dinámica de la prueba, ahora
consagrado legamente en la CCyCN, era la parte actora quien tenía todo a su favor
para producir dicha prueba. Recordó que al contestar demanda, cuestionó los rubros
y los montos reclamados haciendo una referencia especial al rubro incapacidad
sobreviniente, a los que se remitió por economía procesal. Refirió asimismo que
impugnó la validez del informe médico de parte por carecer de fuerza probatoria y
haber sido realizado sin respetar los principios de bilateralidad y control de la prueba
y destacó la orfandad probatoria, siendo aplicable en el caso lo normado por el art.
308 procesal; por lo que habiéndose negado la existencia del daño y no habiendo
acreditado el mismo, correspondía su rechazo.
A su turno el Dr. Rodolfo José Terán por los codemandados Jorge
Alberto Díaz, Cecilia Brion y La Segunda Ltda. de Seguros (fs. 694/695) expresó que
el apelante no logra conmover las sólidas argumentaciones de la sentencia
impugnada y su escrito recursivo carece de los recaudos exigidos por las normas
procesales debiendo por ello desestimarse la apelación.
Afirmó que la prueba idónea para acreditar el daño a la salud es la
prueba pericial médica que pueda brindar al Sentenciante la información necesaria
para conocer su existencia y que no puede suplirse por otras pruebas como las que
refiere el apelante en tanto no brindan una información completa y precisa como el
dictamen pericial médico y/o se trata de pruebas carentes de objetividad para
asegurar la imparcialidad. Indicó además que el daño solo es resarcible si se prueba
que fue causado por el hecho que se atribuye al responsable y que en la especie el
incumplimiento de la carga probatoria no puede llevar a modificar la sentencia
apelada.
2.- b) Recurso deducido por el Dr. Marcos José Terán, por San
Cristóbal SMSG (fs. 698/701 vta.)
Señaló en primer término que le agravia la sentencia respecto de la
atribución de responsabilidad a su representada, sin mayores fundamentos. En tal
sentido expresó que en ningún momento afirmó que el accidente se desencadenó
por un obrar imprudente del conductor del automóvil, sino que tanto en la demanda
como en los alegatos sostuvo que el accidente se produjo por un accionar
imprudente del conductor del camión asegurado por La Segunda Coop. Ltda. de
Seguros Grales. Destacó que como los propios actores lo reconocen en la demanda,
el cien por ciento de la responsabilidad en la producción del hecho dañoso le cupo al
conductor del camión Iveco Strali que el día del hecho circulaba en sentido contrario
por la ruta nacional nº 34 a gran velocidad e invadió la mano de circulación del
vehículo asegurado por su representada marca Chevrolet Astra dominio ...
Afirmó que ello surge también de las constancias de la causa penal
“Díaz Jorge s/ Lesiones Culposas en accidente de tránsito” – expediente nº 487 letra
D/11, la que fue ofrecida como prueba por su parte a fs. 260, y respecto de las
cuales el Sentenciante no hizo referencia alguna. Destacó que el conductor del
camión y la aseguradora al no haber expresado agravios ya estaban conformes con
pagar el 50% de la indemnización, conscientes de que les correspondía abonar el
cien por ciento. Por lo que solicitó que se exima a su representada, su asegurado y
conductor del vehículo asegurado de la demanda iniciada en su contra.
En segundo lugar se agravió respecto de la indemnización fijada. Indicó
que la parte actora no probó ningún daño y lo mismo se le concedió una abultada
indemnización. Expuso que al contestar demanda cuestionó detalladamente los
rubros y montos reclamados, por no tener sustento objetivo ni documental alguno.
Mencionó que la prueba pericial psicológica y pericial médica no fueron
producidas por la parte actora e indicó que conforme lo normado por el art. 1735 del
CCyCN (sobre la carga dinámica de la prueba) y lo establecido por el art. 308
procesal, al haberse negado el daño y no habiendo sido acreditado el mismo, el
reclamo debía ser rechazado en su totalidad, por lo que solicitó que se revoque la
sentencia impugnada, y se rechace la demanda, con costas.
Contestó agravios el Dr. Daniel Josué Arce, por la parte actora (fs. 705
y vta.), quien manifestó que el apelante pretende desligarse de la obligación cuando
resulta el primer obligado al pago, teniendo en cuenta que los actores circulaban en
el vehículo asegurado por este. Por lo que solicitó que se rechace el planteo
recursivo en cuanto fue materia de agravios.
Al contestar los agravios el Dr. Rodolfo José Terán (fs. 707/709) solicitó
igualmente que se desestime el recurso interpuesto por San Cristóbal SMSG, con
costas.
3.- Antecedentes relevantes del caso:
a).- Los actores Horacio Federico Lescano y Manuel Roberto González
iniciaron demanda de daños y perjuicios en contra de Manuel Florencio González,
San Cristóbal SMSG Seguros Generales, Jorge Alberto Díaz, Sucesores de Ricardo
H. Brios S.H y La Segunda Coop, Ltda. de Seguros, por la suma de $1.715.000 a
favor de Horacio Federico Lescano y $50.000 a favor de Manuel González, por el
accidente de tránsito ocurrido el día 6 de agosto de 2011 a horas 6:30
aproximadamente. Relataron que el Sr. Horacio Federico Lescano viajaba como
tercero transportado en el asiento trasero, y que al igual que él lo hacía Manuel
Roberto González en el asiento delantero derecho, del vehículo Chevrolet Astra
dominio ... conducido por Florencio Manuel González, propietario del automóvil; que
circulaban por ruta nacional n° 34 de norte a sur, a una velocidad moderada y por su
mano, cuando al llegar a la altura del denominado “Cruce El Quemado”, Dpto. de
San Pedro, de la provincia de Jujuy, donde se encuentra el cruce en forma de S, sin
dar aviso previo, en forma imprevista e imprudente y a gran velocidad apareció el
camión marca Iveco dominio ... conducido por el demandado Jorge Alberto Díaz,
quien encerró al vehículo en el que viajaban; que pese a las maniobras intentadas
por el conductor del automóvil, terminaron colisionando con el vehículo de mayor
porte.
Afirmó que como consecuencia del siniestro sufrieron graves lesiones
los ocupantes del automóvil, por lo que reclamaron los siguientes rubros: a.- El actor
Horacio Federico Lescano: Daño emergente: por los gastos médicos, cirugías,
honorarios médicos, medicamentos, viáticos, gastos de traslados, etc., la suma de
$150.000. Incapacidad laborativa: en tanto las lesiones dejaron como secuela una
incapacidad total y permanente del 90%, lo que surge del certificado médico
suscripto por el Dr. Mario Rodríguez, quien determinó dicho porcentaje luego de
valorar todos los antecedentes médicos, reclamando por ello la suma de $405.000.
Daño moral: por la suma de $150.000. Daño estético: por las deformaciones en el
rostro y cicatrices múltiples de gran tamaño en los miembros inferiores, reclamando
por este rubro la suma de 20.000. Lucro cesante futuro: indicando que a raíz de la
incapacidad total y permanente que padece le resulta imposible realizar trabajos que
le generen ingresos, situación que perdurara de por vida, por lo que consideró que
este daño debe ser reparado en forma independiente. Reclamó un total de $990.000.
b) El segundo actor, Manuel Roberto González, reclamó la suma de $15.000 en
concepto de daño emergente por gastos médicos, de farmacia, traslados y viáticos; y
la suma de $35.000 por daño moral (fs. 87/95).
b).- Contestó demanda el Dr. Rodolfo José Terán, por La Segunda
Cooperativa Limitada de Seguros Generales negando los hechos y el derecho
expuesto por la parte actora. Afirmó que el vehículo asegurado por La Segunda
mediante póliza nº 2488910 y que se refiere en la demanda, es el camión Iveco
Stralis dominio ..., el cual se vio involucrado en el accidente que da motivo a este
juicio. Solicitó que se tenga en cuenta que según las regulaciones específicas de las
pólizas de seguros para automotores referentes a la existencia y unidades tractores
y/o remolcadas y en especial aquellas que establecen que la cobertura de
responsabilidad civil hacia terceros no transportados, la responsabilidad queda
limitada al 80% de los daños si al momento del siniestro remolcaba un solo acoplado.
Al dar su versión de los hechos manifestó que el accidente se desencadenó por un
obrar imprudente del conductor del vehículo; que el siniestro ocurrió cuando el
camión salía de una curva y contra curva que forman una S y se encontró con el
Chevrolet que entraba a la curva a una elevada velocidad y al no poder mantener su
conductor el dominio del vehículo, terminó impactado al camión en la parte izquierda
(fs. 120/152). Cuestionó los rubros y montos reclamados en la demanda; y afirmó
que en tanto la existencia de daños fue expresamente negada por su parte – así
como su procedencia y cuantía – cualquier indemnización que pudiera
eventualmente reconocerse a los actores estará condicionado a la efectiva
acreditación de los mismos, carga que le corresponde a los reclamantes. Finalmente
solicitó que se desestime la demanda, con costas.
c).- A su turno contestó demanda el letrado Marcos José Terán, por
San Cristóbal SMSG negando los hechos y el derecho expuesto por la parte actora
en la demanda. Rechazó la cobertura y opuso defensa de falta de legitimación
pasiva, alegando que el Sr. González, conductor del vehículo Chevrolet Astra,
dominio ... contrató un seguro que cubría entre otros, el riesgo de responsabilidad
civil frente a terceros, que se instrumentó mediante póliza nº 08-01-02283289/4. Es
decir, cubría los riesgos por el uso particular del automóvil y no para uso comercial ni
para trasporte público y/o rentado de pasajeros taxi y/o remis. Que por información
obtenida por su mandante sobre las circunstancias en que ocurrieron los hechos
pudo determinar que al momento del hecho el vehículo asegurado estaba siendo
usado como remis, lo que motivó un intercambio epistolar haciendo conocer al
asegurado el rechazo de la cobertura por reticencia (art. 5 de la LCS) invocando la
nulidad del contrato de seguro.
En relación al modo en que sucedieron los hechos, expuso que
el accidente fue responsabilidad exclusiva del conductor del camión Iveco, y solicitó
que se exima de toda responsabilidad a su mandante; mencionó que en el caso
resulta de aplicación lo normado por el art. 1113, segundo párrafo, último supuesto,
del CC, por ser el transporte benévolo un supuesto concreto de responsabilidad
objetiva. Finalmente impugnó los rubros y montos reclamados solicitando en
consecuencia que se rechace la demanda, con costas (fs. 143/151 vta.).
d).- Contestó también demanda Sucesores de H. Brion SH, con la
asistencia letrada del Dr. Rodolfo José Terán, quien negó los hechos y el derecho
invocados por la parte actora en la demanda, y adhirió a la contestación de demanda
realizada por la Segunda Cooperativa Limitada de Seguros Generales.
e).- En fecha 27/10/2014 (fs. 162/163) la parte actora contestó el
traslado de excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por San Cristóbal,
señalando que las víctimas del accidente eran terceros transportados por lo que
cuentan con derecho de demandar a todas las partes civilmente responsables e
intervinientes del hecho relatado en la demanda, y que oportunamente, al concluir la
investigación se determinará el grado de responsabilidad que le corresponde a cada
uno de los demandado en base a las pruebas que se ofrezcan y produzcan en los
presentes autos.
f).- Al resolver, el Sr. Juez de primera instancia expresó que lo
reclamado se funda en torno a establecer cómo sucedieron los hechos y quien debe
responder por sus consecuencias, debiendo determinarse para ello su mecánica.
Dejó sentado que: a) El hecho existió, conforme surge sin hesitación del
escrito de demanda y de su contestación; b) que el lugar, de acuerdo a las
constancias de la causa penal, fue en Ruta Nacional n° 34, a la altura del “Cruce el
Quemado”, Departamento de San Pedro, provincia de Jujuy; c) que el Sr. Jorge Díaz
conducía el camión Iveco dominio ..., mientras que los actores se trasladaban en el
automóvil Chevrolet Astra dominio ..., conducido por Florencio Manuel González,
todo lo cual surge también de los dichos de las partes y de la causa penal citada; y d)
que de las pruebas aportadas por la partes, el Sr. Lescano resultó con lesiones como
consecuencia del accidente. Respecto a la mecánica del accidente sostuvo que los
únicos elementos de prueba existentes en autos son las propias manifestaciones de
las partes, la causa penal y la prueba documental adjuntada por la parte actora. Que
así se ha acreditado que el Sr. Lescano sufrió daños por el impacto sufrido entre el
camión y el automóvil, pero que no surge en forma clara la responsabilidad de alguna
de las partes en el siniestro, lo que le llevó a aplicar la responsabilidad objetiva
normada en el art. 1113 del Código Civil vigente a la fecha del hecho. Destacó que
los accionados, para desvirtuar la presunción de culpa que pesaba sobre ellos,
debían probar la culpa de la víctima, la culpa de un tercero o un caso fortuito; y que
en el caso, si bien alegaron que el accidente se desencadenó por un obrar
imprudente del conductor del automóvil por haber circulado en una curva a una
velocidad no permitida, no aportaron elementos probatorios al proceso que permitan
darle respaldo a sus dichos. De igual manera, sostuvo que tampoco probó lo alegado
por la parte actora respecto de la culpa del conductor del camión. Conforme a ello, y
teniendo en cuenta la prueba del daño ocasionado a los actores por el accidente de
tránsito en el que estuvieron involucrados el camión conducido por el Sr. Jorge
Alberto Díaz y el automóvil manejado por el Sr. Florencio González y la falta de
pruebas de las partes, respecto a la mecánica del accidente; concluyó que
corresponde que los demandados indemnicen a los accionantes por los daños y
perjuicios sufridos con motivo del siniestro objeto de este juicio, en virtud de lo
normado por los arts. 1109 y 1113 del Código Civil (responsabilidad objetiva).
4.- Los recursos: El actor Horacio Lescano se agravió puntualmente por
el rechazo del rubro incapacidad sobreviniente; mientras que el letrado Marcos José
Terán, en su carácter de apoderado de San Cristóbal SMSG, se agravió de a) la
procedencia de la demanda contra su mandante, cuestionando de modo concreto la
valoración de la mecánica del accidente y la consiguiente atribución de
responsabilidad; y b), la procedencia y cuantificación de los rubros declarados
procedentes.
4.- a) Sin perjuicio del tratamiento integral que se realizará sobre las
cuestiones que son objeto de recurso, cabe recordar que los jueces no están
obligados a analizar todas y cada una de las pruebas aportadas al expediente, ni
todos y cada uno de los argumentos de las partes, sino tan solo los que se considere
suficientes y decisivos para decidir el caso (CSJN, Fallos: 258:304; 262:222;
265:301; 272:225; Loutayf Ranea Roberto G. "El recurso ordinario de apelación en el
proceso civil", t. 2 págs. 310/313, Astrea, 2ª ed. act. y amp., Bs. As. 2009).
4.- b) Atento a la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la
Nación (CCyCN), Ley 26.994 desde el 1° de agosto del año 2015 (conforme Ley
27.077), de manera liminar corresponde señalar en referencia a la ley aplicable al
presente caso, que según lo normado por el art. 7 del Código Civil y Comercial de la
Nación (CCyCN), Ley 26.994, la regla es que la constitución y los efectos ya
producidos de las relaciones y situaciones jurídicas nacidas bajo la vigencia del CC
no pueden ser afectadas por las nuevas disposiciones; en cambio, el CCyCN rige las
consecuencias o efectos de esas situaciones aún no producidas y la extinción no
operada. En consecuencia, advertido que el hecho que motiva las presentes
actuaciones data del 6/8/2011, comparto el criterio del Sr. Juez de la instancia
anterior, en el sentido de que corresponde aplicar al presente caso las normas sobre
responsabilidad civil del Código velezano.
Bajo tales normativas procederé a analizar los recursos en relación a
las objeciones formuladas por los recurrentes.
5.- a) Mecánica del accidente
Partiendo de la base que no se encuentra cuestionada en esta instancia
la existencia del accidente de tránsito, vehículos y sujetos involucrados, se observa
que el agravio central de la aseguradora San Cristóbal recurrente radica en que no
se valoró que el accidente fue provocado por el hecho del conductor del camión,
quien habría invadido el carril de circulación del vehículo conducido por el Sr.
González Florencio, lo que a su criterio se encuentra acreditado también con las
constancias de la causa penal, respecto de la cual afirmó que no fue valorada por el
a quo.
Es necesario precisar en primer término que, con arreglo a principio
jurisprudencial reiterado, el tercero, víctima de un accidente de tránsito en el que ha
intervenido más de un protagonista, no tiene la carga de investigar la mecánica del
hecho y determinar cuál de ellos es el culpable de la colisión, pudiendo de tal manera
dirigir la acción directamente contra el autor material y directo del daño, o contra
ambos conductores, sin perjuicio de las acciones que a aquéllos les pudiere
corresponder entre sí para establecer su respectiva responsabilidad (conf. CNCiv.
Sala “C” en ED, 16-196; íd., en LA LEY 127-464; Sala “F” en JA, 1966-II-254; íd., en
JA, 1969-3-518; esta Sala, causa 147.881 del 18/12/1969). De igual manera se han
pronunciado los tribunales locales al decir que “El tercero, víctima de un accidente de
tránsito ocurrido entre dos vehículos, puede dirigir su acción contra cualquiera o
ambos conductores, sin necesidad de investigar la mecánica del accidente, ni
distinguir el mayor o menor grado de culpabilidad de uno y otro conductor, pero el
juzgador puede decidir sobre la culpabilidad exclusiva de uno de ellos, o la
concurrencia de culpas si tal hecho ha sido debidamente demostrado, en cuyo caso
el demandado debe cargar con los daños en la medida de su responsabilidad” (cfr.
CCC, Sala 3, sentencia nº 56, del 12/3/2013, CCC; Sala 1, sentencia nº 96 del
1/4/2016 juicio sobre daños y perjuicios - expediente nº 3323/02, entre otros).
Ello, porque en el caso del transporte benévolo (como el de autos) el
encuadre jurídico está dado por la figura del tercero, quien carece de relación jurídica
con el transportador. Existe la aceptación del conductor de compartir el viaje con el
transportado como un acto de cortesía y la ausencia de retribución por parte de éste.
El transportado por su parte no asume riesgo alguno por el solo hecho de ascender
al vehículo del demandado, aun cuando no participe de las alternativas del viaje,
como puede ser por ejemplo la mayor o menor duración o la ruta elegida. No puede
inferirse de ello una renuncia a su integridad física, ya que el tercero acepta ser
transportado, pero no dañado. Así lo interpreta gran parte de la jurisprudencia: “El
transporte benévolo es un supuesto concreto de responsabilidad objetiva, en los
términos del art. 1113, 2º párrafo, último supuesto del CC, por tanto la demandada
debe probar la existencia de una causa ajena, hecho de la víctima o de un tercero
por quien el dueño o guardián no deban responder, o el caso fortuito, si pretende
exonerarse de su obligación de reparar el daño. Más allá de cualquier discusión
doctrinaria acerca de la naturaleza jurídica del transporte benévolo, atento la falta de
normas específicas que lo regulen resulta aplicable el art. 1113, párr. 2° del CC que
pone a cargo de los interesados la obligación de acreditar la culpa de la víctima y
demostrarla de modo fehaciente y categórico, sin que esa admisible pretenderla
sobre meras especulaciones, indicios o hipótesis; como también de las demás
eximentes de responsabilidad contempladas en aquella norma” (CNCIV, Sala A,
expte. n° 87664-2014, “A E R c/ N J M y otros s/ Daños y perjuicios” - 10/10/2018).
La atenuación o eximición de la responsabilidad del demandado derivará de la
conducta culpable del actor -transportado benévolo- o de un tercero por quien el
demandado no deba responder. No se origina una responsabilidad menos plena para
disminuir el monto del resarcimiento por el encuadre jurídico del transporte benévolo.
Claro está que en este caso las eximentes legalmente previstas exigen
que el demandado pruebe la interrupción del nexo causal por la incidencia de una
causa extraña que sea ajena al riesgo propio de la cosa por la cual responde. La
eximente de responsabilidad se funda en la causa generadora del daño o sea la
conducta de la víctima o de un tercero por quien no haya de responder en el
acaecimiento del hecho o la existencia de caso fortuito y debe tener la aptitud de
cortar el nexo de causalidad entre la actividad y el perjuicio. Cuando la ley presume
la relación causal, la apreciación de la prueba sobre la intervención de una causa
ajena debe ser severa, se requiere dar razones que no impliquen meras conjeturas,
debe estar demostrada en forma clara y convincente.
La responsabilidad de los partícipes es solidaria en relación a la víctima
y por ello se ha sostenido con razón que para que se brinde la posibilidad de que el
agraviado demande la totalidad de la indemnización que le es debida a cualquiera de
los coautores de un hecho ilícito resulta imprescindible que ambos partícipes tengan
algún grado de ocurrencia del perjuicio, pero ello no significa que la víctima esté
obligada a establecer con precisión cuál fue la mecánica de la acción dañosa y la
proporción en que participaron los implicados, sino que la responsabilidad de cada
uno de estos comprende la totalidad del daños causado. Dicha doctrina ha sido
plasmada por la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Buenos Aires al
expresar que el código Civil a partir de la reforma introducida por la Ley 17.711 ha
establecido expresamente el régimen de la solidaridad entre los partícipes de un
cuasidelito; ahora si bien esto es cierto, no le es menos que las obligaciones de los
causante de un daño y del responsable indirecto no son solidarias sino de las que en
doctrina se denominan in sólidum o más propiamente, concurrente, consistiendo en
que aquellas que tienen un mismo acreedor e identidad de objeto, aunque diversidad
de causa y deudor. Por ello, se elimina la solidaridad en tanto se demuestre la culpa
exclusiva de uno de los demandados (“Ramos María Alejandra vs/ Santucho Hernán
y otros s/ Daños y perjuicios”, Tribunal Colegiado de Responsabilidad
Extracontractual de Rosario, Fecha: 16-dic-2015, Cita: MJ-JU-M-98107-AR).
Así las cosas, teniendo en cuenta que no está cuestionado que al
momento del accidente los actores eran transportado en el asiento de acompañante
y asiento trasero del automóvil Chevrolet Astra dominio ... al mando de Florencio
González, correspondía a los emplazados desvirtuar la presunción de adecuación
causal que resulta de la norma citada, mediante la prueba del hecho de la víctima, de
un tercero por quien no tenía el deber jurídico de responder o, en fin, el caso fortuito
o la fuerza mayor (Pizarro, Ramón D., Responsabilidad civil por riesgo creado y de
empresa, La Ley, Buenos Aires, 2006, t. II, p. 141; Zavala de González, Matilde,
Responsabilidad por riesgo, Hammurabi, Buenos Aires, 1997, p. 43; Kemelmajer de
Carlucci, Aída, comentario al artículo 1113 en Belluscio, Augusto C. Zannoni,
Eduardo A. (dirs.), Código Civil y leyes complementarias comentado, anotado y
concordado, Astrea, Buenos Aires, 1994, t. 5, p. 460; Trigo Represas, Félix A.,
“Concurrencia de riesgo de la cosa y de culpa de la víctima”, LL 1993-B, p. 306).
Sin embargo, coincido con la Sentenciante en cuanto a que no se
acreditó dicho extremo. En efecto, de la valoración de la causa penal, en especial del
acta de procedimiento e inspección ocular obrante a fs. 1 y vta. de la causa penal
(agregado a fs. 547 de autos), surge que el hecho se produjo en el “cruce El
Quemado, en el sector que las vías férreas cruzan la ruta 34, Dpto. San Pedro” (…)
“Que según versiones de los protagonistas, el automóvil circulaba en dirección norte
– sur desde el país de Bolivia (localidad denominada Villamonte) a la provincia de
Tucumán, y que el camión circulaba en sentido sur – norte, hacia la provincia de
Salta, por lo que ambos, al pasar por cruce y curva tipo “S” del sector El Quemado,
se habría producido la colisión entre estos, aparentemente colisionando el automóvil
con la parte frontal en la parte media del camión. Que según las víctimas, el camión
protagonista habría encerrado al vehículo y así originado la colisión. Que en el lugar
se puede notar que las banquinas son de anchuras muy extensas, que en la cinta
asfáltica se puede notar rastros de frenadas del vehículo, como así también en parte
de tierra de la banquina, demostrando rastros de derrape pertenecientes al
automóvil. Que de sentido norte – sur se puede observar, 200 metros antes, la
indicación de carteles varios indicando mermar la velocidad por curva peligrosa, que
al llegar a la curva existen carteles varios que indican el paso a seguir y el sentido de
la curva. Que iguales carteles se pueden notar en sentido contrario. Que en el
horario del hecho el cielo se encuentra descubierto, con sol, sin ningún elemento que
obstaculice la visión del chofer, en ambos sentidos. Que en cuanto al asfalto este se
encuentra en buenas condiciones, aunque la señalización en trazo de ruta muy
deteriorado. Que cercano al lugar del hecho se puede observar una gran cantidad de
plástico todos pertenecientes al vehículo…”.
En el croquis demostrativo del lugar del hecho elaborado por el personal
policial interviniente (fs. 2 de la causa penal y fs. 548 de autos) se describe el lugar
del hecho, que cuenta con la particularidad de que el trazado de la ruta allí es una
curva y contra curva cerradas – en forma de S –, que entre la primera y segunda
curva la ruta atraviesa una vía de ferrocarril que corre de norte a sur. La ruta cuenta
con un doble sentido de circulación, también de norte a sur y viceversa.
Se consignó el punto de impacto, la presencia de material y restos
plásticos pertenecientes al automóvil, y la posición final de los vehículos. Se observa
en este sentido, que el automóvil quedó detenido sobre su carril de circulación
(oeste) a la altura de la segunda curva, luego de trasponer la vía, y en el mismo lugar
en que se ubicó el punto de impacto y los restos diseminados. El camión, por su
parte, estacionado entre la calzada y la banquina este, en el tramo recto de la ruta,
luego de haber concluido la segunda curva, hacia el norte. Se detalló asimismo una
distancia de 27 pasos entre la vía férrea y el automóvil, y de 61 pasos entre el
automóvil y el camión detenido en la banquina. Como puntos de referencias, se hizo
constar la presencia de carteles indicadores de velocidad y del sentido de paso.
Lo referido concuerda con las descripciones realizadas en el informe
técnico elaborado por la División Criminalística – Unidad Regional Dos, de la ciudad
de San Pedro de Jujuy, y fotografías agregadas a fs. 576/579 vta.
El informe mencionado, al describir el lugar del hecho, indica que “en el
sector la ruta presenta un trazo geométrico en forma de S, hallándose trazada de
norte a sur, construida la calzada a base de carpeta de asfalto, en buen estado de
transitabilidad, posee dos carriles de distinto sentido de circulación, divididos en la
parte central por dos líneas continuas de color amarillo, que separan los carriles de
circulación, cuenta con un ancho útil de calzada de 8,60 metros en el sector curso, y
de 7,20 metros posterior a la curva; en ambos márgenes presentan banquinas
construidas de ripio compactado, de 3 metros de ancho, destacándose que sobre la
banquina oeste existen señales viales de reglamentación, que indican la velocidad
máxima para circular en el sector que es de 20 km/h, y otra de cruce ferroviario”. Se
destacó que al momento de la inspección la calzada en la zona se encontraba seca y
en buen estado de transitabilidad, y el cielo despejado. Bajo el título de indicios
localizados, se señaló: “tomando como referencia el cardinal sur, ubicado sobre el
carril que se dirige hacia la ciudad de San Pedro de Jujuy, en el sentido del mismo, a
50 metros antes de la curva sobre la banquina izquierda, se localiza el camión marca
Iveco Stralis, dominio ..., color gris, con semi dominio ..., con su frente hacia el
cardinal norte, de 18 metros de largo; continuando con la inspección manteniendo el
sentido y sobre el carril mencionado se puede observar a 20 metros
aproximadamente de la parte posterior del semi, el inicio de un par de huellas de
frenado de la calzada, de 27 metros de longitud, que culminan próximo al centro de
la calzada, y próximo al final de estas, se puede apreciar un automóvil Chevrolet
Astra dominio ... color verde, con su frente orientado hacia el cardinal noreste, con su
vértice trasero izquierdo de 0,40 metros del borde de la calzada en tanto el vértice
delantero derecho se localiza a 1,30 metros de la línea continua amarilla central.
Prosiguiendo con la inspección, a la izquierda del automóvil descripto se puede
apreciar una huella de derrape, que se inicia a la altura de la rueda delantera del
vehículo, hasta el centro de la calzada, con una longitud de 4,70 metros, observando
en este lugar diseminación de restos vítreos…” (fs. 13 y vta. de autos, toda vez que
se omitió fotocopiar el informe de inspección ocular al remitirse la causa penal, esto
es, de fs. 576 vta.). Se realizó también un croquis ilustrativo del lugar en el que se
describió un cartel indicador de velocidad máxima de 20 km/h a una distancia de
66,40 metros; dos carteles indicadores de cruce ferroviario, dos huellas de neumático
de 27 metros sobre el carril oeste, que corresponderían al automóvil Chevrolet, y
fragmentos vítreos en el sector donde se ubicó el punto de impacto.
El informe da cuenta además de los daños sufridos por ambos
vehículos. En relación al camión marca Iveco se señaló que presentaba daño
reciente en el lateral izquierdo del semirremolque, destrucción de la caja de
herramientas, desgastes por fricción en la dual del eje delantero. Respecto del
automóvil Chevrolet se detalló que los daños de reciente data se presentaban en la
parte delantera: rueda delantera izquierda desinflada, torsión del tren delantero,
chapa frontal, guardabarros y pasarueda izquierdo, guardabarros derecho, parantes
de parabrisas compacto, capot, ambas puertas parte anterior, techo parte anterior,
estas autopartes se hallaban con abolladuras, plegamientos, llegando a la rotura de
partes y desalineaciones hacia atrás, rotura de paragolpes, parrilla frontal,
parabrisas, ambas unidades ópticas, faros de giro, ambos radiadores, cerradura de
capot, mangueras, tuberías de refrigeración, depósitos de agua, cables de instalación
eléctrica (579 y vta.).
Declaró en sede penal el Sr. Florencio Manuel González, conductor del
automóvil Chevrolet Astra, quien manifestó: “al pasar por un cruce en forma de S,
(…) por el hecho de que vio la curva, frenó el vehículo, de repente observó un
camión ( …) grande, con un solo acoplado, desconociendo demás datos y del chofer,
por lo que al estar ambos en el cruce tipo S, de repente el camión que circulaba en
sentido sur norte (…) lo encerró en la curva, por lo que este lo único que pudo hacer
es frenar, pero que no logró detener el vehículo siendo así que impactó su vehículo y
lo colisionó en la parte de la caja en lado izquierdo que llevaba el camión, y que
sufrió los daños en toda la parte delantera” (fs. 17 causa penal y fs. 569 de autos).
En autos, los actores ofrecieron prueba confesional a fin de que el Sr.
Florencio González responda a tenor del interrogatorio acompañado a fs. 196,
tendiente a conocer: 2) si los accionantes al momento del hecho se trasladaban
como terceros transportados en el vehículo de su propiedad; 3) que no abonaron
suma alguna de dinero por el viaje; 4) que al momento del siniestro el Sr. Florencio
González no realizaba transporte público de pasajeros; 6) que los tres ocupantes se
conocían desde hacía mucho tiempo y ya habían realizado otros viajes juntos; y 7)
que entre los actores y el conductor no existe ningún tipo de parentesco, sino solo un
vínculo de amistad. No obstante, pese a haberse fijado audiencia de absolución de
posiciones para el día 2/12/2015, a horas 11:00 y notificadas las partes a la oficina el
día 30/10/2015 (fs. 191) y por cédula el día 6/11/2015 (fs. 192), al Sr. González no se
presentó, lo que motivó la presentación del Sr. Lescano de fs. 193, por la que solicitó
que se agregue el pliego de posición y se tenga por confeso al absolvente. De igual
manera ofreció prueba confesional del Sr. Jorge Alberto Díaz, la que tampoco fue
producida (fs. 251).
La demandada San Cristóbal SMSG ofreció prueba pericial
accidentológica, a fin de que un perito desinsaculado en autos se expida sobre los
puntos de pericia propuestos a fs. 364/365, la que no fue producida.
Ninguna otra prueba se produjo en autos a fin de acreditar la mecánica
del accidente. No obstante, los daños que presentan los vehículos, las huellas de
frenado y derrape consignadas por el personal policial y la posición final de los
mismos, permiten inferir la trayectoria de los vehículos momentos antes del impacto.
En efecto, en los croquis y en las fotografías se consigna que el punto de impacto se
ubica sobre la calzada en la zona media cercana a la doble línea amarilla, sin que se
haya precisado si la colisión sucedió dentro del carril de circulación del automóvil, o
en el sector medio de la ruta. Sí se observa en cambio, que el auto quedó detenido
sobre su carril de circulación (calzada oeste), con el frente orientado hacia el norte,
en sentido contrario al que circulaba (es decir, luego del impacto giró), y que los
restos de material plástico y vidrios perteneciente al automóvil, quedaron en el mismo
lugar del impacto, diseminados en el sector medio de la ruta y la calzada oeste. No
hay certeza de que el camión, al ingresar a la segunda curva - luego de cruzar la vía
de ferrocarril, en tanto circulaba de sur a norte - haya encerrado al conductor del
automóvil o invadido parcialmente la vía de circulación contraria, como propicia la
demandada recurrente, maniobra que no fue probada por las partes.
No obstante, aun cuando así hubiera sucedido, esa circunstancia no
exime totalmente de responsabilidad al conductor del Chevrolet, toda vez que
conforme se detalló en el informe y se hizo constar en el croquis de fs. 578, en la vía
de circulación del automóvil (calzada oeste con sentido hacia la ciudad de San Pedro
de Jujuy) se observó una huella de frenado de 27 metros de longitud que pertenecen
al automóvil Chevrolet Astra y que culminan en el lugar en que éste quedó detenido;
que por la fuerza del impacto, el automóvil modificó su orientación quedando con su
frente hacia el cardinal noreste, giro que dejó una huella de derrape que se inicia a la
altura de la rueda delantera del vehículo, hacia el centro de la calzada, de una
longitud de 4,70 metros. Es decir que, si bien no hay determinación de velocidad por
no haberse realizado la prueba pericial accidentológica, el arribo a la encrucijada por
parte del Sr. González se produjo a una velocidad superior a la máxima establecida
por la normativa para el caso, contribuyendo causalmente en la producción del
siniestro. En efecto, el sector donde ocurrió el siniestro es un tramo de la ruta que
presenta dos curvas que forman una S, y en el tramo recto entre una y otra curva,
cruza una vía de ferrocarril, circunstancia que implicaba per se reforzar la vigilancia y
cautela en el manejo. Como se describió en el informe planímetro, antes de ingresar
a la primera curva - en el sentido de circulación que llevaba el automóvil de norte a
sur- había un cartel indicativo de velocidad máxima (20km/h) y otro cartel que
advertía el cruce ferroviario, además de la doble línea amarilla que alertaba sobre la
prohibición de adelantarse. Tales indicadores procuran de los conductores aminorar
notablemente la marcha y conducir con total atención a las contingencias de la ruta
en el lugar. Por otra parte, –conforme se consignó en el informe – la zona es amplia,
de 8,60 metros de ancho útil en el sector de la curva (lugar donde se produjo el
impacto), y de 7,20 metros en el sector recto, con banquinas despejadas de 3 metros
y con buena visibilidad para los conductores. Es decir, contaba con espacio
suficiente para efectuar las maniobras de giro y contragiro, sin mayor obstáculo
visual que no fuera la propia de ser una curva cerrada. Se advierte así que el
conductor del automóvil incumplió su deber de circular con el debido cuidado y
previsión de las consecuencias de su accionar, omitiendo conservar en todo
momento el dominio efectivo de su automóvil. Considero que, si el automóvil hubiera
arribado a la encrucijada a la velocidad reglamentaria, existe una alta probabilidad
que el siniestro no hubiera acontecido o -al menos- se hubieran reducido las
consecuencias disvaliosas del mismo que derivaron en las lesiones denunciadas por
la accionante (argto. doct. Isidoro H. Goldenberg, "La relación de causalidad en la
responsabilidad civil", Ed. Astrea, Buenos Aires, 1984, pág. 229) (Cámara de
Apelación en lo Civil y Comercial, Sala Tercera, sentencia del 11/11/2020, "Veliz
Natalia Virginia c/ Gertenbach Marcelo Walter y otro/a s/ Daños y Perj.).
Cabe señalar que el art. el 39 inciso b) de la citada Ley 24.449 impone
un estándar jurídico al disponer como obligación ineludible de los conductores "En la
vía pública, circular con cuidado y prevención, conservando en todo momento el
dominio efectivo del vehículo o animal, teniendo en cuenta los riesgos propios de la
circulación y demás circunstancias del tránsito". Por su parte, el art. 50, dispone que
“El conductor debe circular siempre a una velocidad tal que, teniendo en cuenta su
salud, el estado del vehículo y su carga, la visibilidad existente, las condiciones de la
vía y el tiempo y densidad del tránsito, tenga siempre el total dominio de su vehículo
y no entorpezca la circulación. De no ser así deberá abandonar la vía o detener la
marcha”. Se ha sostenido en tal sentido que “El conductor debe conducir siempre de
tal manera que, aún ante imprevistos, pueda mantener el dominio del vehículo, como
lo dice Llambías: "... se considera que incurre en culpa el automovilista que no
mantiene en todo momento bajo su control el vehículo que conduce, de modo de
poder superar las contingencias que se le presentan en el curso de su recorrido"
(Llambías, Jorge Joaquín, Tratado de Derecho Civil, Editorial Perrot, ed. 1992, Tomo
IV-B, p. 199). Dres.: Piossek - Guibert - Pintos Eduardo c. Gobierno de la Provincia s/
daños y perjuicios, sentencia n°: 266, del 4/9/1998, Cámara en lo Contencioso
Administrativo." (Cfr. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de 2a
Nominación de Santiago del Estero, "Santillán, Hugo c. Empresa de Transporte 27 de
junio y otros s/ Daños y perjuicios", sentencia del 19/2/2015, publicada en La Ley
Online, cita online: AR/JUR/6437/2015). "El pleno control del vehículo en los términos
del art. 50 de la ley 24.449 es requerido en cuanto prevé que todo conductor, como
guardián de una cosa peligrosa, debe estar atento a la evolución del tránsito,
debiendo recordarse que las normas que regulan la circulación vehicular lo obligan a
conservar en todo momento el más absoluto dominio del automotor" (cfr. CNCiv, Sala
E, 7/7/05, "Pérez Horacio F. c/ Rojo Víctor F. y otros s/ Daños y perjuicios" citado por
Hernán Daray en Derecho de Daños, T 1, editorial Astrea, Buenos Aires, 2a edición
2008, p. 145 n° 58).
A ello se suma el hecho de que el automóvil conducido por el Sr.
Florencio González reviste el carácter de embistente, lo que fue reconocido por el
propio conductor, y se halla plasmado en su denuncia agregada a fs. 17 de la causa
penal (fs. 569) donde se consignó que: “no logró detener el vehículo, siendo así que
impactó su vehículo y colisionó en la parte de la caja, en lado izquierdo, que llevaba
el camión, y que sufrió los daños en toda la parte delantera” lo que se corrobora
además con la localización de los daños en ambos vehículos. El fundamento de la
presunción en contra del conductor que colisiona a otro con la parte delantera de su
vehículo reside en que la negligencia o el exceso de velocidad le impidieron
mantener el domino de vehículo y detenerlo a tiempo para evitar el choque, lo cual
indica violación de la norma que manda conservar en todo momento su control. Se
ha sostenido que “quien embiste con la parte frontal de su vehículo, la parte trasera o
lateral de otro es, en principio por esa sola circunstancia, responsable por la
ocurrencia del siniestro. De esta manera si surge de las constancias de la causa que
el embestido no circulaba respetando las normas de tránsito y que su obrar fue
motivo del percance, la presunción debe ceder total o parcialmente (CNCiv, Sala I,
26/5/05, "Musson, María R. c/ Transportes Río Grande SACIF s/Daños y Perjuicios".
Citada en obra mencionada, página 121).
No resultan procedentes entonces los argumentos exculpatorios de la
accionada recurrente, desde que los hechos alegados por su parte no han sido
demostrados, por el contrario, las circunstancias deducidas de los elementos
obrantes en autos, muestran que el nexo causal entre el hecho y el daño no fue
interrumpido por ninguna de las partes demandadas intervinientes en el siniestro. Al
analizar la conducta de las partes debe tenerse presente que la prueba debe superar
la meras inducciones, indicios o excusas no acreditadas ni definidas, debiendo ser
fehaciente a fin de dar fuerza a la eximente de responsabilidad invocada, lo que no
ocurrió en la especie.
Conforme a ello, los agravios del letrado Marcos Terán por los que
busca desobligar a su mandante de la responsabilidad en el hecho argumentando
que tanto en la demanda como en los alegatos los actores inculparon directamente al
accionar del conductor del Camión Iveco, no puede ser acogido toda vez que el actor
demandó a ambos protagonistas del evento dañoso y fundó su acción en la
responsabilidad objetiva del art. 1113 del CC, en el carácter de tercero transportado,
y normas de la Ley de Seguros nº 17.418 (fs. 87/95 vta.). Las afirmaciones de los
actores respecto de la modalidad del siniestro no eximen a la recurrente de la
prueba. Si los Sres. Lescano y González dieron su versión en función de su parecer
y entender (no debe soslayarse la relación de amistad que los unía con el Sr.
Florencio González, conductor del vehículo que lo transportaba), lo que hay que
tener en cuenta es que dan una versión del hecho, posible, pero que de ningún modo
libera a la codemandada ni se puede concluir a partir de sus dichos la existencia de
una interrupción del nexo causal por el hecho del tercero. Los codemandados
brindaron versiones de los hechos contrapuestas y de los escasos elementos de
pruebas obrantes en autos, no se puede concluir en una responsabilidad exclusiva
del Sr. Díaz (conductor del Chevrolet) que libere al codemandado González
(conductor del camión). El automóvil aparece como el vehículo embistente con los
mayores daños en la zona frontal del mismo y no existe certeza acerca de la
maniobra invasiva del camión en el carril contrario en el momento del impacto, en
tanto este y los restos de material del automotor se ubican en la zona central de la
ruta.
Correspondía a la accionada recurrente demostrar el hecho del
conductor del camión con aptitud suficiente para desplazar total o parcialmente la
relación de causalidad adecuada entre el hecho de la cosa riesgosa y los daños cuya
reparación pretende el actor (art. 1113, Código Civil), lo que no ha logrado cumplir.
Conforme a ello, considero que deben desestimarse los agravios en
este punto y confirmarse la sentencia en tanto atribuyó responsabilidad a todos los
partícipes del hecho: y al Sr. Florencio Manuel González en su calidad de conductor
del vehículo que transportaba a los actores, condena que hizo extensiva a
aseguradora Bernardino Rivadavia, citada en garantía.
5.- b) Determinada la responsabilidad de los demandados en el hecho,
corresponde ingresar en el análisis del agravió planteado por el actor Horacio
Federico Lescano, referido al rechazo de la incapacidad sobreviniente. En tal sentido
el recurrente afirmó que la gravedad de las lesiones le generó una incapacidad total y
permanente lo que surge de la prueba documental acompañada, en especial, el
certificado médico de fs. 17/25, historia clínica y parte médico de la cirugía,
destacando que a la fecha percibe una pensión por incapacidad.
El Sentenciante, al desestimar el reclamo del presente rubro afirmó: “La
única prueba que se presentó para acreditar la incapacidad, fue un informe pericial
realizado por el Dr. Mario Rodolfo Rodríguez (adjunto como documentación original).
En primer lugar, debo destacar que si bien no soy un experto en temas médicos, las
herramientas que me ha otorgado la experiencia, me llevan a concluir que la
incapacidad otorgada por el especialista, atento a las características de la lesión,
resulta exagerada. En segundo lugar, no puedo pasar por alto que se trata de un
dictamen de parte, el que carece de imparcialidad, por lo que entiendo que no se ha
logrado acreditar la supuesta incapacidad que padece el accionante…” Conforme a
ello, rechazó por improcedente el reclamo por este concepto.
Ahora bien, resulta oportuno puntualizar que el resarcimiento por la
configuración de una incapacidad sobreviniente tiene por objeto cubrir aquellos
daños que tuvieron por efecto disminuir la capacidad vital de la persona afectada, la
que puede incidir en diversas actividades, no solamente las de naturaleza laboral o
productiva, sino también en aquellas que se realizan en otros ámbitos de la vida de la
víctima: social, cultural, deportivo. Su procedencia se encuentra subordinada a la
acreditación de secuelas –luego de la curación de las lesiones- que revelen la
existencia de la mentada incapacidad. La doctrina, al enseñar sobre este tema, se ha
encargado de encuadrar en este tipo de daño a cualquier disminución física o
psíquica que afecte tanto la capacidad laborativa del individuo, como aquella que se
traduce en un menoscabo en cualquier tipo de actividad que desarrollaba con la
debida amplitud y libertad (conf. Kemelmajer de Carlucci en Belluscio, "Código Civil
Comentado, Anotado y Concordado", t. 5, pág. 219). También se ha dicho que la
integridad corporal de la persona tiene, por lo común, un valor económico
instrumental, como capital destinado a ser fuente de beneficios, tanto económicos
como de otra índole. Por ello, su afectación se proyecta necesariamente al futuro,
cercenando o menoscabando probabilidades de desenvolvimiento, éxito e inserción
en el mundo de relación (conf. Zavala de González, "Daños a las personas -
Integridad sicofísica", t. 2, pág. 41). La CSJT señaló: “(…) la disminución en aptitudes
físicas o psíquicas en forma permanente, debe ser objeto de reparación al margen de
lo que pueda corresponder por el menoscabo de la actividad productiva y por el daño
moral, pues la integridad física tiene por sí misma un valor indemnizable y su lesión
comprende, a más de aquella actividad económica, diversos aspectos de la
personalidad que hacen al ámbito doméstico, cultural o social, con la consiguiente
frustración del desarrollo pleno de la vida” (cfr. sentencia nº 1211 del 18/11/2008).
En el caso, el Sr. Lescano, para acreditar las lesiones sufridas y sus
secuelas, acompañó con la demanda: a) copia certificada del resumen de historia
clínica, de fecha 3/8/2012, firmado por el Dr. Mario Rodolfo Rodríguez, médico
especialista en ortopedia y traumatología, quien describió el siguiente cuadro
terapéutico: “Paciente de 41 años de edad que fue intervenido en dos ocasiones de
la cadera izquierda por accidente de tránsito, con estallido de fémur, colocándosele
una prótesis total no convencional lo cual le limita las actividades diarias y sobre todo
para realizar sus tareas habituales. Discapacidad total y permanente del 90%”. Al
indicar la enfermedad causal de la discapacidad afirmó: “Reemplazo de cadera
izquierda total con prótesis no convencional. Tipo y grado de secuelas: trastorno de
la marcha, limitación de la fuerza”. Consignándose seguidamente, en el punto V) del
formulario: La incapacidad es total y permanente. Porcentaje estimado: 90% (fs.
17/18); b) Informe de historia clínica del Instituto Traumatología del Norte, de fecha
19/12/2011 donde se consignó como diagnóstico del Sr. Horacio Lescano, en el que
se indicó “paciente con antecedente de fractura traumática de cuello de fémur y
subtrocanterea ipsilateral tratado mediante osteosíntesis con clavo gamma hace 4
meses. Actualmente con pseudo síntesis de ambas fracturas y reducción de la
cabeza de fémur (…) RCT no segmentado con prótesis (….) osteosíntesis de fémur
(fs. 19); c) Historia clínica del Sanatorio Norte, de fecha 17/1/2012, en donde se lee:
“paciente con antecedentes de osteosíntesis de fractura de cadera izquierda y fémur
izquierdo sedimentado con (…) pseudoartrosis de cuello femoral y osteosíntesis de
cabeza de fémur, con dolor e incapacidad para caminar (...) Se entrega
consentimiento informado. Se solicita interconsulta…. Medica” (fs. 20); “Extracción
de osteosíntesis de fémur, Artroplastia total de cadera” (fs. 21); y “Paciente que
regresa de quirófano cursando posoperatorio inmediato de cirugía traumatológica por
extracción de material de fémur y reemplazo total de cadera izquierda, regresa bajo
efectos anestésicos…” (fs. 22).
Todo lo descripto guarda relación con las lesiones y estado del paciente
que se consignaron en las historias clínica agregadas a la causa penal, remitidas por
el Hospital Dr. Guillermo Paterson de la ciudad de San Pedro de Jujuy, donde fue
ingresado en primer término el Sr. Lescano y por el Hospital Pablo Soria de la ciudad
de San Salvador de Jujuy, donde fue derivado el mismo día del hecho, hasta su
traslado a la ciudad de San Miguel de Tucumán. Allí se consignó en el primer caso:
“Paciente que ingresa traído por Same por accidente de tránsito en la ruta iba parte
posterior del auto, salió despedido (iba sin cinturón). Al examen (…) fractura cerrada
de fémur con hematoma en región muslo izquierdo, herida suturada en región
parietal derecha de cuero cabelludo con múltiples escoriaciones”. En la hoja de
“Evolución” tanto del Hospital Paterson como del Hospital Pablo Soria constan las
heridas antes descriptas y los tratamientos realizados hasta su traslado a esta
provincia (fs. 48/59 causa penal, fs. 597/606 de autos).
Los actores ofrecieron en estos actuados, prueba pericial médica a fin
de que un experto en la materia responda los puntos de pericia requeridos en su
presentación de fs. 222, entre ellos, que se determine el porcentaje de incapacidad
de los actores. Dicha pericia, pese a haberse efectuado el sorteo del perito y
ampliado el plazo probatorio en varias oportunidades, no llegó a concretarse debido
a que los actores citados no se presentaron a las audiencias fijadas para los días
17/3/2016 y 28/4/2016 (fs. 247). En sus agravios el actor manifestó que la misma no
se produjo por una cuestión ajena a su parte, debido a que no fue notificado con la
antelación debida, en todo el lapso de producción de la prueba, lo que surge del
cuaderno de pruebas respectivo (fs. 221 a 250) y en especial el decreto de fecha
20/5/2016 de la última citación médica.
Sin perjuicio de ello, las lesiones se encuentran debidamente
acreditadas con la documentación agregada en autos, donde surge que el actor
sufrió doble fractura de cadera y estallido de fémur; que fue sometido al menos a dos
cirugías –de reemplazo total de cadera y luego para la extracción del material - que
al año aun deambulaba con dificultad, dolor y limitación orgánica y física funcional; y
puntualmente lo estimado por el Dr. Rodríguez en su informe de fecha 3/8/2012, en
el que determinó una incapacidad total y permanente del 90%, informe que si bien
fue cuestionado por los demandados, no encuentro mérito para apartarme del
mismo, en tanto fue expedido por el médico traumatólogo especialista en la materia
(cuya copia se encuentra certificada por la autoridad policial) un año después de
producido el siniestro. En tal sentido debe señalarse que la prueba debe analizarse
en forma integral, correlacionando todos los elementos probatorios con las
posiciones asumidas por las partes, teniendo en cuenta las presunciones que surjan
de los hechos reales y probados según su número, gravedad y concordancia, y
valorados de acuerdo a las reglas de la sana crítica.
Al respecto, la Corte Nacional ha resuelto, que “cuando la víctima
resulta disminuida en sus aptitudes físicas o psíquicas en forma permanente, esta
incapacidad debe ser objeto de reparación, al margen de lo que pueda corresponder
por el menoscabo de la actividad productiva y por el daño moral, pues la integridad
física tiene por sí misma un valor indemnizable y su lesión comprende, a más de
aquella actividad económica, diversos aspectos de la personalidad que hacen al
ámbito doméstico, cultural o social con la consiguiente frustración del desarrollo
pleno de la vida” (Fallos: 308:1109; 312:2412; 315:2834; 318:1715; C.S., 28/04/1998,
“Zacarías, Claudio c. Provincia de Córdoba y otros”, LA LEY, 1998-C, 318).
Conforme se desprende de las constancias de autos, el accidente derivó para el
actor en una serie de lesiones que no solamente debieron ser objeto de curaciones
quirúrgicas y rehabilitación, sino que además dejaron secuelas significativas en su
estado de salud.
El informe del especialista en la materia (de expresa referencia en la
demanda), así como la totalidad de la historia clínica comentada, fue puesto a
conocimiento de los accionados, sin que se hubiese articulado ninguna actividad
probatoria destinada a refutarlo. Y no obstante no haberse producido la pericial
médica ofrecida por el actor y la codemandada La Segunda Coop. Ltda. de Seguros
(cuaderno de pruebas n° 5 acumulada al cuaderno nº 4, respectivamente), el informe
médico emitido en fecha 3/8/2012 (fs. 17/18), se presenta como aval de la existencia
una incapacidad de relevancia para el actor derivada el accidente en cuestión.
Conforme a ello, atento a la naturaleza de las lesiones, lo ponderando
precedentemente, y teniendo en cuenta que las lesiones sufridas y su prolongación
en el tiempo incidirán negativamente en los ingresos futuros de la víctima,
corresponde hacer lugar al reclamo por incapacidad solicitado en la demanda por el
actor recurrente.
Ante ello, surge el interrogante de cuánto será lo que el accionante se
verá privado de percibir por su trabajo desde la fecha del accidente hasta la edad de
expectativa de vida. En el caso de autos, se tomará como referencia el salario
mínimo vital y móvil vigente a la fecha, que asciende a la suma de $38.940 (cfr. Res.
4/2022 del CNEPYSMVM de fecha 22 de marzo de 2022) conforme al art. 772 del
Código Civil y Comercial -que recoge asentados principios sobre la materia- que
establece que “si la deuda consiste en cierto valor, el monto resultante debe referirse
al valor real al momento en que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de
la deuda; la expectativa de vida es de 76 años, que la accionante nació el 17/9/1970,
como surge de la historia clínica del Hospital Pablo Soria (fs. 597), por lo que la edad
de 76 años se cumpliría el 17/9/2046. A los fines de su cuantificación, para la
obtención del monto total, es que se efectúan dos cálculos, diferenciando dos
períodos correspondientes el 1°) al tiempo transcurrido desde la fecha del hecho
(6/8/2011) a la fecha estimada en esta sentencia (29/4/2022), en el que han
transcurrido 10 años, 5 meses, y 84 días y 2°) el período posterior a la fecha de la
presente sentencia hasta la fecha en la que el accionante cumpliría los 76 años, que
representan 24,05 años. En el caso, aun cuando el art. 1746 del CCyCN (Ley
26.994) establece criterios matemáticos o aritméticos para cuantificar este rubro,
interpreto que ello es meramente indicativo y las variables numéricas utilizadas por
tales fórmulas son idóneas en este caso particular, por las consideraciones antes
vertidas, para reparar en forma adecuada y plena, como prevé el art. 1740, CCyCN,
la totalidad de las consecuencias patrimoniales derivadas a la lesión a la integridad
psicofísica. De allí que en el primer período el salario mínimo vital y móvil ($38.940)
se multiplica por 13, por el número de años y por el porcentaje de incapacidad (90%)
y se obtiene la suma de $4.821.849,52, suma resultante a la que se le deben
adicionar los intereses del 8% anual desde la mora y hasta la fecha de esta
sentencia (siguiendo el precedente de la Excma. Corte Suprema de Justicia de la
Provincia en los autos “Trejo, Elena Rosa y otros c/ Amud Héctor Leandro s/ Daños y
perjuicios” sentencia n° 490) y desde esta última fecha hasta el efectivo pago, los
intereses correspondientes a la tasa activa cartera general (préstamos) nominal
anual vencida a 30 días que fija el Banco de la Nación. Para el segundo período,
posterior a la presente sentencia y hasta la fecha en la que cumpliría los 76 años el
accionante, atento a que se efectúa un cálculo actual, se tiene en cuenta por un lado,
la productividad del capital y la renta que puede producir, y por el otro, que el capital
se agote al finalizar el lapso resarcitorio (Zavala de González, Matilde, Resarcimiento
de daños, T. 2a, Hammurabi, Buenos Aires, 1996, p. 521). "Si bien los fallos y los
autores emplean distintas denominaciones (Fórmulas Vuoto, Marshal, Las Heras
Requema, etc.) en realidad se trata, en todos los casos, de la misma fórmula que es
la ecuación para obtener el valor presente de una renta constante no perpetua
(Acciarri, Hugo - Testa Matías, "La utilidad, significado y componentes de las
fórmulas para cuantificar indemnizaciones por incapacidad y muerte", LL del
9/2/2011, p. 9; voto en minoría del Dr. Sebastián Picasso en CNCiv., sala A, del
22/5/2014, en "Ibrain Luisa Susana vs/ Pietragallo Fabián y otros s/ Daños y
perjuicios; sentencia de fecha 14/9/2015 dictada por la Dra. Silvia Tanzi en Juicio "P.
P. I. y otros vs/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y otros s/ Daños y perjuicios",
Juzgado Nacional en lo Civil 37, publicado en www.nuevocodigocivil.com).
Para ello se considera la siguiente fórmula:
C = A (1 + i) n – 1
i (1 + i)n
Donde: A: es la ganancia afectada para cada período, que puede ser
mensual o anual. "i": es la tasa de interés a devengarse durante el período de
extracción considerado, decimalizada. En el caso se tomó una tasa del 4%.
De esta manera se arriba a la suma de $6.954.595,46 suma sobre la
que corresponde aplicar los intereses correspondientes a la tasa activa cartera
general (préstamos) nominal anual vencida a 30 días que fija el Banco de la Nación,
hasta su efectivo pago.
Por ello corresponde disponer el progreso del rubro en concepto de
indemnización por incapacidad sobreviniente, por el primer periodo de
$4.821.849,52, al que debe adicionarse los intereses del 8% anual desde la mora y
hasta la fecha de cálculo de esta sentencia (29/4/2022, lo que arroja la suma de
$4.082.587,33) y desde esa fecha, la tasa activa cartera general (préstamos) nominal
anual vencida a 30 días que fija el Banco de la Nación Argentina; y sobre la suma de
$6.954.595,46 se deben adicionar los intereses de la tasa activa desde la fecha de
cálculo de esta sentencia hasta su efectivo pago Ello, conforme a lo normado por el
art. 1740, CCCN.
5.- c) En relación al agravio de la aseguradora recurrente, que cuestionó
los rubros y montos indemnizatorios reconocidos en la resolución apelada, se
advierte de su presentación que se limitó a impugnar todos los rubros y montos
declarados procedentes, indicando que la parte actora no acreditó los daños, pero
que aun así se le concedió una abultada suma indemnizatoria. Destacó que al
contestar demanda cuestionó cada uno de los rubros y montos reclamados por los
actores y puntualizó que la prueba pericial psicológica y pericial médica no fueron
producidas existiendo una orfandad probatoria por su parte, a quien le correspondía
acreditar su reclamo, en virtud de la carga dinámica de la prueba.
El Sentenciante, al valorar la procedencia y cuantía de los rubros
reclamados consideró, respecto del daño emergente reclamado por el actor Horacio
Lescano, que sufrió fractura grave de fémur, habiendo sido intervenido
quirúrgicamente en dos ocasiones y que los gastos médicos que tuvo que afrontar
fueron suficientemente acreditados a través de la documentación acompañada, entre
las que mencionó la historia clínica y facturas emitidas por el Sanatorio Norte,
facturas por atención médica, presupuestos por ortopedia, gastos de laboratorio por
análisis clínicos, rehabilitación post cirugía, estudios en centro de diagnósticos por
imágenes y gastos de farmacias, a lo que agrego que las lesiones y tratamientos a
los que fue sometido también se encuentran acreditados con voluminosa
documentación.
Sin perjuicio de ello, es sabido que el criterio jurisprudencial
preponderante en el tema exime de una acreditación rigurosa a este tipo de
dispendios, atento a que la naturaleza del perjuicio, a veces muy dificultosa su
prueba, hace necesaria la determinación de su cuantía en base a una fijación
prudencial cuando existe una adecuada y lógica correlación entre este tipo de gastos
y la naturaleza de las lesiones, debiendo tenerse presente a tal fin circunstancias
tales como tiempo de curación, tratamiento médico, etc. Por otra parte, el actor
acompañó numerosos recibos de gastos de farmacia, consultas médicas, servicios
de ambulancia, facturas de internación y prácticas médicas, que aunque fueron
negadas por el demandado en su autenticidad, considero que guardan relación con
las lesiones sufridas y tratamientos seguidos efectivamente por el reclamante, por lo
que cabe su reconocimiento. El Superior Tribunal provincial, con idéntico criterio, ha
sostenido que “siempre que se haya probado la existencia del daño, tal como
acontece en la especie, donde se demostraron las lesiones y la necesidad de la
asistencia médica y cuidados posteriores, aun cuando no se haya probado
específicamente el desembolso efectuado para cada uno de los gastos realizados,
tiene el deber el magistrado de fijar el importe de los perjuicios reclamados
efectuando razonablemente la determinación de los mismos” (CSJT, sentencia n° 72
del 5/2/2019, en juicio sobre cobro de pesos; sentencia nº 411 del 18/4/2016, “en
juicio sobre daños y perjuicios”; entre otros).
De igual manera resulta improcedente el agravio respecto del daño
moral reconocido a los Sres. Lescano y González, a quienes el Sentenciante otorgó
la suma de $300.000 y $50.000 respectivamente, toda vez que la existencia del daño
moral puede considerarse demostrada a partir de la acción antijurídica -daño in re
ipsa- sin que sea necesaria prueba directa y específica sobre la conmoción espiritual
sufrida por los actores a partir del siniestro. Siendo así, es al responsable del evento
dañoso a quien correspondería acreditar la existencia de una situación objetiva que
excluya el perjuicio aquí analizado (CSJBA sent. del 20/11/1996, LLBA 1997-689; del
20/8/1996, DJBA, 151-6064; del 3/6/90, DJBA 138-2215, CNCiv, Sala A, 5/3/98, LL
1999-B,45; CNCiv., Sala A, 10/11/1997, LL 1999-A-484); lo que en el sublite no
intentó siquiera, ser demostrado. El resarcimiento del daño moral, en el caso,
comprende la repercusión disvaliosa del hecho, en la aptitud del sujeto para el
ejercicio de las funciones vitales”. (CSJT, sentencia nº 347 del 22/5/2002, en juicio
sobre daños y perjuicios). Así ha señalado que “en estos casos, el daño consiste en
las angustias, inquietudes, miedos, padecimientos y tristeza propios de la situación
vivida por el damnificado. En virtud de la naturaleza del perjuicio sufrido, la dimensión
del daño no puede ser acreditada con certeza. No obstante, el legislador consideró
que el perjuicio extrapatrimonial debe tenerse por configurado por la sola producción
del episodio dañoso. De este modo, aun cuando el dolor no puede medirse o tasarse,
ello no impide indemnizarlo teniendo en cuenta la índole del hecho generador de la
responsabilidad y la entidad del sufrimiento causado, que no tiene necesariamente
que guardar relación con el daño material, pues no se trata de un daño accesorio a
este (Fallos: 334:1821, “Migoya”, considerando 23°).
Precisamente, por las particularidades de este daño, debe tenérselo por
configurado in re ipsa ya que se presume la lesión inevitable de los sentimientos de
los legitimados (Fallos: 316:2894, considerando 7°) (CSJT, sentencia nº 1250/19;
sentencia nº 407 del 30/6/2020, entre otras). Y que: “atento la dificultad que importa
la prueba del daño moral, no se exige acreditarlo en sí mismo sino a partir de la
existencia de un hecho con entidad suficiente para provocarlo (CSJT, sentencia n°
259 del 13/5/2013, juicio sobre daños y perjuicios”)” (CSJT, sentencia n° 568/19).
Por ello, la fijación de una suma de dinero tendiente a resarcirlo no es
de fácil determinación ya que no se halla sujeto a cánones objetivos, sino que su
monto debe quedar librado a la interpretación que haga el Sentenciante a la luz de
las constancias aportadas a la causa, tratando siempre de analizar, en cada caso,
sus particularidades, teniendo siempre presente que su reparación no puede ser
fuente de un beneficio inesperado o enriquecimiento injusto, pero que debe
satisfacer, en la medida de lo posible, el demérito sufrido por el hecho, compensando
y mitigando las afecciones espirituales sufridas. Ante la irreparabilidad del perjuicio,
la indemnización dineraria juega un rol de compensación o satisfacción, y no de
equivalencia propio del ámbito de los daños patrimoniales. El dinero cumple en este
ámbito una función de medio para obtener satisfacciones que de alguna manera
contribuyan a hacer más llevadero el padecimiento espiritual. Así se ha sostenido
que “Para resarcir el daño moral no existen cánones fijos: es preciso analizar en
cada caso hasta qué punto está afectado el estado anímico y espiritual del
damnificado” (Cam. Nac. Civ., Sala E, 24/9/74, LL, 1975-A-573).
En ese contexto, se advierte que los agravios de la aseguradora
recurrente desatienden las razones expuestas por el Sr. Juez a quo en la resolución
impugnada, limitándose a cuestionar de manera genérica la procedencia de todos los
rubros y montos reconocidos, manifestando únicamente que la parte actora no probó
ningún daño -lo que a todas luces no resulta veraz-, sin rebatir los fundamentos
expuestos al valorar cada caso.
Conforme a ello, y de acuerdo a la pretensión deducida en autos, las
pruebas producidas y la posición de las partes en el proceso, estimo que los montos
otorgados por el Sr. Juez a quo, resultan razonables, aun considerando los intereses
provenientes de la tasa activa del Banco de la Nación Argentina, de conformidad a lo
establecido en el punto 8 de la sentencia recurrida, que a la fecha de cálculo de esta
sentencia (29/4/2020) representa la suma de $1.319.020,85 para Horacio Lescano
(daño emergente $655.767,38 y daño moral $663.253,47) y de $153.007,72 para el
Sr. Manuel González. Razón por la cual corresponde el rechazo del presente
agravio.
Cabe destacar que la suma por daño moral concedido al Sr. Lescano
fue calculada con criterio de actualidad (conforme se aclaró en la sentencia,
determinado entonces al 5/7/2019) en tanto los rubros daño emergente del Sr.
Lescano y daño moral reclamado por el Sr. González, se otorgó la suma reclamada
en la demanda y por tanto se retrotrae a la fecha del hecho (6/8/2011).
6.- Las costas, atento al modo en que se resuelve, se imponen por
ambos recursos a la codemandada San Cristóbal SMSG vencida (arts. 105 y 107 del
CPCC).
Es mi voto.
La Sra. Vocal Dra. María José Posse dijo: que por estar de acuerdo con
los fundamentos del voto de la Sra. Vocal preopinante, vota en idéntico sentido.
Y VISTO el resultado del presente acuerdo, se

RESUELVE
I.- HACER LUGAR al recurso de apelación interpuesto por el actor
Horacio Federico Lescano, con el patrocinio del Dr. Daniel Josué Arce (fs. 664)
contra la sentencia n° 287 de fecha 5/7/2019 (fs. 652/660), la que se revoca
parcialmente. En consecuencia, MODIFICAR el punto III de la resolución de fecha
5/7/2019 y dictar la siguiente SUSTITUTIVA: III) HACER LUGAR a la demanda de
cobro por daños y perjuicios instaurada por Horacio Federico Lescano y Manuel
Roberto González en contra de Manuel Florencio González, DNI n° ..., San Cristóbal
SMSG Seguros Generales, Jorge Alberto Díaz, DNI n° ..., Sucesores de Ricardo H.
Bríos S.H y La Segunda Cooperativa Limitada de Seguros Generales. Por
consiguiente, se condena a los demandados mencionados precedentemente, a
abonar a Horacio Federico Lescano la suma de $150.000 en concepto de daño
emergente; $300.000 en concepto de daño moral y $15.859.032,31 por incapacidad
sobreviniente (que corresponden a $4.821.849,52 por el primer periodo, con más los
intereses del 8% anual desde la mora y hasta la fecha de cálculo de esta sentencia
(29/4/2022) de $4.082.587,33; y $6.954.595,46 por el segundo periodo); y a Manuel
Roberto González la suma de $35.000 en concepto de daño moral. A los montos
expresados deberán adicionarse los intereses dispuestos para cada caso.
II).- NO HACER LUGAR al recurso de apelación interpuesto en fecha
8/8/2019 por el letrado Marcos José Terán, en representación de San Cristóbal
SMSG (fs. 666) contra la sentencia n° 287 de fecha 5/7/2019 (fs. 652/660), conforme
se considera.
III).- COSTAS de alzada, se imponen a la demandada San Cristóbal
SMSG por ambos recursos, conforme lo valorado (arts. 105, 107 y 108 procesal).
IV).- RESERVAR pronunciamiento sobre honorarios para su
oportunidad.
HÁGASE SABER

Firman digitalmente:
Dra. Mirtha Inés Ibáñez de Córdoba
Dra. María José Posse

ANTE MÍ: Firma digital:


Dra. María Virginia Cisneros - Secretaria

NRO.SENT: 122 - FECHA SENT: 06/05/2022

FIRMADO DIGITALMENTE
Certificado Digital:
CN=IBAÑEZ Mirtha Ines, C=AR, SERIALNUMBER=CUIL 27142255516, Fecha:06/05/2022;CN=POSSE Maria Jose, C=AR,
SERIALNUMBER=CUIL 27130674513, Fecha:06/05/2022;CN=CISNEROS Maria Virginia, C=AR, SERIALNUMBER=CUIL 27355189347,
Fecha:06/05/2022;
La autenticidad e integridad del texto puede ser comprobada en el sitio oficial del Poder Judicial de Tucumán https://www.justucuman.gov.ar

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