Está en la página 1de 2

10 pasos para Sanar a Nuestro Niño Interior Herido

¿Cómo saber si estamos actuando y reaccionando desde la niña interior herida o desde la adulta?
 Cuando actuamos desde el niño herido solemos hacer o decir cosas de las cuales luego nos arrepentimos.
 Cuando actuamos desde el niño interior no hay control, no estamos decidiendo lo que hacemos y decimos, sino
que actuamos de forma compulsiva e impulsiva.
 Cuando actuamos desde el niño reaccionamos de forma automática y en muchas ocasiones de forma
descontrolada y desproporcionada contra las personas equivocadas y más vulnerables: nuestros propios hijos.
 Cuando actuamos desde el niño nos solemos sentir mal internamente.
 Cuando actuamos desde el niño no vemos ni sentimos al otro. Estamos pendientes de nuestras necesidades sin
tener en cuenta las del otro.
 Cuando actuamos desde el niño estamos buscando la aprobación y la mirada del otro, pero de forma desplazada
desesperada y en ocasiones de forma violenta.
 Cuando actuamos desde el niño interior herida estamos mostrando y actuando desde nuestra sombra y desde
nuestra herida primaria de infancia.
¿Deseas Sanar la Herida Primaria de tu niño Interior Herido?
Paso 1: La toma de conciencia: saber que lo que nos pasó siendo niños no solamente nos afectó entonces, sino también
hoy como adultos. Para poder comprender qué nos pasa hoy, necesitamos revisar, saber, comprender y aceptar qué
nos pasó siendo niños. Lo que tuvimos que reprimir, anestesiar, negar, ignorar, mandar a la sombra e incluso olvidar
siendo niños se nos actualizará (manifestará) y saldrá siendo adultos de forma automática o desplazada a menos que esté
resuelto o sanado. Tomar conciencia nos permitirá empezar a aceptar nuestra verdad. La verdad no es buena ni mala,
la verdad es la que es. La verdad nos liberará y nos sanará.

Paso 2: Nombrar los hechos y nuestras necesidades: nuestra identidad se construye a partir de lo que ha sido validado y
nombrado. Dar voz a la realidad infantil del niño o niña que fuimos es urgente y vital. Con ayuda externa, o sin ella,
es vital nombrar la verdad de nuestra vivencia desde el punto de vista del niño que fuimos para poder liberarnos y
sanarnos. En muchas ocasiones necesitaremos de algo o alguien (la figura de un testigo, terapeuta, libro, curso…) que
nos ayude a conectar, ver y sentir a ese niño-a que fuimos para permitirnos darle voz y liberarle y sanarle. Cuando
nombramos los hechos, nuestras necesidades y le damos voz es cuando empieza a dejar de necesitar dominar
nuestra vida.

Paso 3: Aceptar y no negar ni minimizar: Aceptar que nuestra infancia no fue todo lo feliz que nos contaron o que
hemos preferido creer es muy doloroso. También duele aceptar que nuestras necesidades infantiles y juveniles más
básicas, primarias, emocionales, espirituales, sociales e incluso intelectuales no pudieron ser satisfechas o acompañadas
como legítimamente esperábamos y necesitábamos. Reconocer y aceptar que no fuimos amados (incondicionalmente)
cómo verdadera y legítimamente necesitábamos es lo que más duele. Aceptar esta verdad puede hacer tanto daño que
muchas personas no podrán empezar un proceso de indagación personal. No obstante, aceptar nuestra verdad es el único y
directo camino a la liberación, sanación y transformación. La verdad sana y libera a nuestro ser esencial: Nuestra niña
interior herida.

Paso 4: Validar nuestras emociones y necesidades: dar voz a todas nuestras emociones reprimidas en infancia es vital,
urgente y absolutamente liberador, sanador y transformador. Validar todas nuestras necesidades no satisfechas también es
vital y urgente para que nuestro niño interior pueda confiar en nosotras ahora que somos adultas. Necesita saber y
confirmar que no estaba equivocado-a necesitando eso que tanto le faltó y no pudo obtener. Necesita un aliado que le de
apoyo para superar su abandono emocional. La confianza es vital para poder sanar el dolor original primario. Nuestra niña
interior herida sólo nos tiene a nosotras hoy, aquí y ahora. No estaba equivocada sintiendo o necesitando eso de
niña. Nunca lo estuvo. Cuando validamos al niño que fuimos empieza a sanar y dejar de manifestarse a través de
nosotras.

Paso 5: Revisar el grado de soledad: ver el grado de soledad que tuvimos que soportar y sostener en infancia y
adolescencia puede ser desgarrador para algunas personas. Muchas personas pensamos que lo peor de nuestra infancia
fueron los hechos, las palabras, la vivencias y algunas experiencias. No obstante, un golpe, una bofetada, un insulto o
incluso un abuso… no fueron lo peor. Lo peor fue tener que vivirlo en SOLEDAD. No tener en quien poder confiar
lo suficiente. Lo más traumático desde la vivencia real infantil del niño-a que fuimos, repito, no fueron los hechos y
vivencias en sí mismas, sino la soledad con la que tuvimos que vivirlas. No teníamos a nadie a quien acudir, estábamos
desesperadas. Los sentimientos más profundos de dolor son la soledad y la vergüenza. Estábamos avergonzadas por
necesitar o sentir y por el abandono emocional de nuestros padres como si no mereciéramos su amor, o su mirada, o su
presencia. Esa vergüenza conduce a la soledad. Si hubiésemos tenido la certeza de que importábamos a alguien no
hubiésemos estado tan solas, tendríamos a quien acudir y en quien confiar. Si no tuvimos a quien acudir es porque nos
sentíamos solas, inseguras y abandonadas. Si nos sentíamos solas e inseguras es porque nadie nos dio la suficiente
seguridad ni la certeza de que merecíamos. Mamá no nos protegía lo suficiente.

Paso 6: Nuestro sentimiento de culpa o remordimiento: ayudar a nuestro niño interior a ver y sentir que no había nada
que él o ella pudiera haber hecho diferente, que NADA fue su responsabilidad ni (mucho menos) su culpa, que todo su
dolor proviene de lo que le pasó y de lo que le hicieron y de todo eso que le faltó y que tanto necesitaba de niño y
adolescente. También provenía del dolor de la soledad y de que nadie nombrará su verdadera realidad infantil. El niño
SIEMPRE es víctima, NUNCA culpable ni responsable. Su dolor le fue infringido, ese dolor no nace ni proviene de él.
Es un síntoma del vacío y abandono emocional.

Paso 7: Permitirnos sentir enfado, odio o ira: es normal, humano, biológico, necesario, sano y totalmente legítimo
sentir y expresar rabia, odio, frustración o estar enfadadas cuando muchas de nuestras necesidades y emociones fueron
juzgadas, criticadas, silenciadas, ignoradas y demás… Es normal, humano, biológico, necesario, sano y totalmente
legítimo sentir y expresar rabia, odio, frustración o estar enfadadas cuando se siente el maltrato en nuestras entrañas en
forma de control, abuso, soledad y abandono o falta de mirada en todo nuestro ser. Tenemos derecho y es absolutamente
sano sentirnos heridos si nos han herido. Lo anti-natural fue tener que negarlo, silenciarlo, reprimirlo, ignorarlo,
anestesiarnos o incluso olvidarlo para dejar de sentirlo y poder sobrevivir. Olvidar ayuda a la niña-o a sobrevivir, no
obstante no ayuda al adulto a sanar. Es vital trabajar en los puntos 2, 3 y 4.

Paso 8: Permitirnos sentir tristeza y pena: Después de la ira suele venir una profunda tristeza o una gran pena por todo
lo que ahora vemos, sabemos y sentimos. Nos hubiese gustado que todo fuera de otra manera. Merecíamos que todo
hubiese sido de otra manera. La toma de conciencia nos duele en lo más profundo de nuestra alma y en el corazón del
niño que fuimos. Sentir su dolor, su desespero y sobretodo su soledad es desgarrador y nos puede llegar a abrumar
mucho, no obstante, es lo único que nos ayudará a sanarlo y liberarlo de nuestro interior. Dejará de necesitar
manifestarse a través de nuestras en forma de reacciones emocionales automáticas, vacíos, gritos, enfado, depresión,
tristeza, control, miedo, inseguridades, fobias, obsesiones, perfeccionismo, falta de poder de decisión,
adicciones… Permitirnos sentir la tristeza y la pena de nuestra niña interior herida nos ayudará a convertirnos en
la gran persona que vinimos a ser y desde allí poder dar y amar más y mejor a los nuestros.

Paso 9: Compromiso, responsabilidad y transformación: cuando nos responsabilizamos de nuestra niña interior y nos
hacemos cargo de ella y de todo lo que ahora ya sabemos y sentimos sobre ella, entonces, podremos empezar nuestro
verdadero proceso de transformación personal. Sanar la Herida Primaria de nuestra niña interior es transformar todo lo
que, hasta ahora, hemos hecho con todo eso que nos pasó: solemos huir, estar en el hacer, no podemos estar presentes,
gritamos, pegamos, ordenamos, limitamos, controlamos, exigimos, abusamos… ¿Quieres seguir allí? No, ¿verdad? La
toma de conciencia inicial pasa a ser parte activa en el proceso ahora. Necesitamos tomar nuevas decisiones conscientes
aquí y ahora y responsabilizarnos de ellas hoy. Ya comprendemos y sabemos el porqué de muchas de nuestras
actitudes y emociones, ahora toca hacer algo al respecto. Ahora toca ponerte en acción. Sin acción no hay
transformación. Nunca es tarde para empezar a sanar y empezar a dar y amar más y mejor a los nuestros.

Paso 10: Comprender la realidad de nuestros padres: el último paso sería comprender la realidad emocional de
nuestros propios padres. Fíjate que este paso es el último y no el primero. Primero necesitamos DAR VOZ a la niña que
fuiste para poder sanar su Herida Primaria. Conocer y comprender la realidad de nuestros padres no significa
explícitamente tener que perdonar, justificar o defenderlos. Hay hechos, experiencias o palabras que no podremos (ni es
necesario) perdonar y eso es totalmente legítimo. Lo vital es comprender que si no nos pudieron dar, ni satisfacer, ni
amar como legítimamente necesitábamos es porque no PUDIERON emocionalmente hablando. No eligieron no
darnos (una madre no suele decidir no dar, simplemente no puede dar o no tiene suficiente para dar). Es inmadura
emocionalmente hablando por sus propias vivencias no resueltas. Es vital saber que no fue porque no mereciéramos.

También podría gustarte