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Donde Las Fauces Duermen (Fauce - S - Ciel
Donde Las Fauces Duermen (Fauce - S - Ciel
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Table of Contents
Title Page
1. Revelando identidades
2. El chico nuevo
10. Será mejor que corran, que corran, má s rá pido que mi lobo
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17. Es un maldito penthouse
18. Te escucho
Fauces II y Extras
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Donde las fauces duermen (Fauces I) by S_Ciel
Category: Werewolf
Genre: alfa, boyslove, drama, fantasía, hombreslobo, juvenil,
kinktoberse2019, lgbt, mpreg, omega, omegaverse, original, romance,
wattys2020, yaoi
Language: Españ ol
Status: Completed
Published: 2019-10-02
Updated: 2022-08-19
Packaged: 2023-05-24 20:38:58
Chapters: 32
Words: 115,951
Publisher: www.wattpad.com
Summary: Solo el 2% de la població n mundial son omegas masculinos,
Jae es el ú nico de su instituto y no lo ha hecho popular, sino todo lo
contrario. Por lo mismo ha creado un plan de supervivencia, los pasos
son simples: ser invisible, graduarse, convertirse en bibliotecario,
obtener un gato negro, llamarlo Salem y vivir el resto de sus días
regañ ando a los que hacen ruido en la biblioteca. O al menos era el plan
hasta que apareció Arny. Es un alfa, parece salido de uno de sus libros y
oculta un secreto. Sus planes está n por desmoronarse por completo.
«Recuerdo el cuento de Pedro y el lobo demasiado bien, mi madre solía
leerme historias y aquella se quedó grabada en mi cabeza como si la
hubieran tallado en piedra, con todo y moraleja «no mientas demasiado,
o luego nadie va a creerte». Siendo el extremista que soy decidí que mis
palabras y acciones debían guardar siempre honestidad en ellas, me
propuse no decir mentiras, no actuar con falsedad, no hacer acciones en
vano. Y guardé mi llanto de omega para un lobo de verdad.» NOTA: La
palabra al inicio de cada capítulo es la inspiració n para este. Esta historia
es omegaverse, tiene contenido sobrenatural (hombres lobo), sexo entre
hombres, embarazo masculino, momentos difíciles y fuertes, y otros con
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altos contenidos de azú car. Está n advertidos.
Language: Españ ol
Read Count: 349,225
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1. Revelando identidades
Siempre me habían dicho que era un niñ o extrañ o. Tal vez por mi
silencio o porque, cuando hablaba, no gustaba de mentir. Ese día solo
confirmó para los demá s lo diferente que era, les dio una excusa para
justificar la incomodidad que sentían al tratar conmigo. Teníamos doce
añ os cuando en el saló n de clases todo era revolució n y emoció n
constante. Era el día en que entregarían el resultado de las
clasificaciones del segundo género. Recuerdo como si fuera ayer el
bullicio que rodeaba los asientos contiguos al mío, con compañ eros
preguntá ndose los unos a los otros qué creían que diría el resultado de
su prueba.
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Era imposible que má s de la mitad de la clase cumpliera su cometido,
como mucho, uno o dos de ellos serían alfa. Si tenían suerte.
Entre aquel bullicio una de mis compañ eras se dirigió hacia mí, Vivian
me sonrió con su amabilidad perpetua, siempre tratando de incluir a
todo el mundo, incluso a alguien como yo, y preguntó :
—Jae ¿qué crees que te saldrá a ti? —los demá s a mi alrededor hicieron
silencio, probablemente impulsados por la curiosidad. En ese entonces
solía contestar las preguntas que me hacían cuando me las hacían,
siempre de forma honesta, no es que ahora mienta, pero he aprendido a
quedarme callado. El Jae que era en aquel entonces aú n no conocía aquel
truco.
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masculinos), yo no era ciego, veía la diferencia entre mi cuerpo y el de
mis compañ eros.
Ellos habían crecido mucho má s altos que yo, lo que podría ser solo una
coincidencia, pero también estaban las proporciones, mi cuerpo
evolucionaba delgado, delicado, con una figura frá gil, mientras que el de
mis compañ eros crecía con hombros amplios y voces cambiantes. El má s
avanzado de ellos incluso empezaba a mostrar má s pelo en las piernas y
axilas, mientras que mi cuerpo se mantenía sin evidenciar prá cticamente
nada de vello.
No quería ser omega, pero estaba bastante seguro de que ese sería mi
destino. Porque cuando me miraba al espejo, mi rostro no se había vuelto
anguloso y marcado como el de mi padre, mis facciones, aun cuando me
faltaba por crecer, lucían dulces, delgadas, las pestañ as oscuras que
enmarcaban mis ojos azules parecían rizadas y, tal vez era solo una
impresió n mía, pero mi cabello castañ o oscuro se sentía cada vez má s
suave. No lo estaba imaginando, estaba seguro de ello.
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ignoraba má s me ignoraban ellos a mí, y ser invisible era mejor que
cualquiera de las otras opciones. Podía hacer planes para mi vida, mi
futuro, y nada se interpondría en mi camino.
O eso creía.
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2. El chico nuevo
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menospreciar a los omega masculinos, o muchas veces se sentían con el
derecho de tratarnos como sirvientes. Era lo que Liam había hecho
cuando nos habían clasificado «esto significa que debes obedecerme en
todo», había dicho, tuve que ignorarlo insistentemente y aceptar un par
de golpizas, sin ceder, hasta que se dio cuenta de que ese no sería el caso
entre nosotros.
A primera vista era alto, má s que el jeep. Tenía un torso amplio, hombros
fuertes, su cabello negro, ni muy corto ni muy largo, estaba desordenado,
no sé si por el viento o era que lo usaba así. Su piel estaba suavemente
tostada por el sol, a esa distancia parecía que sus facciones no eran malas
del todo, pero la multitud que estaba cerca del estacionamiento
ciertamente estaba empezando a enloquecer por él, era un alfa distinto a
aquellos que teníamos en el colegio, eso parecía. Observé por un
momento má s có mo un grupo de chicas de cuarto se acercaban,
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probablemente a darle la bienvenida, ofrecerse a hacerle el tour o algo
por el estilo. Sentí que el viento helado de la mañ ana me revolvió el
cabello y me sacó la bufanda del hombro, me la acomodé y me dispuse a
mirarlo una vez má s antes de ya olvidarme del tema y entrar al calor del
instituto, solo para encontrar sus ojos fijos en mí, unos ojos amarillos y
penetrantes.
Y yo arranqué.
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Agradecí aú n má s que no fuera a estar en mi añ o.
Corrí hasta mi primera clase (matemá ticas) y me senté al final del aula
en el puesto de siempre, junto a la ventana. Cuando mis compañ eros
entraron no hablaban de otra cosa que la nueva adquisició n del colegio,
«¿Viste qué espalda? Quién no querría afirmarse de ella», «No solo eso,
su voz, joder, está guapísimo», «¿Crees que se irá a unir a algú n deporte?
Seguro que sí, se nota que ejercita». Traté lo má s posible de no
escucharlos, en especial porque sabía que muchos querían verme
reaccionar, la llegada de un alfa inmediatamente llamaba la atenció n
hacia los omegas del colegio, que éramos dos, solo que Beatriz era mucho
má s comunicativa que yo (estaba en segundo) y seguro estaría
encantada de comentar con el resto de la clase su primera impresió n del
recién llegado. Yo no tenía ese interés así que me puse a mirar mis
ejercicios de matemá ticas para comprobar una vez má s si estaban bien.
Yo fui a la línea de la cafetería y pedí los fideos con albó ndigas que
tocaban hoy.
—Ten, tesoro, está s muy delgado —Lila, la señ ora de la cafetería me dio
una albó ndiga má s para luego guiñ arme un ojo. Era amable conmigo y
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siempre me daba comida extra. Le sonreí y agradecí para luego ir a mi
sitio de siempre.
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los fideos mientras la izquierda aú n sostenía mi libro abierto en la pá gina
que leía.
Todo lo que yo creía era que seguro me iba a dar un ataque porque mi
corazó n no iba a aguantar tanto estrés en un solo día.
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3. Regrésame mis neuronas
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qué no me estabas buscando... —ya estaba, seguro el chico nuevo había
perdido la cabeza, no entendía nada de lo que estaba diciendo. No
alcancé a preguntarle de qué hablaba, al parecer mi cara de total pasmo
lo hizo apresurarse a explicar—. Soy tu alfa, conectamos hoy cuando nos
vimos, es obvio que lo sentiste, tú eres mi omega.
—¿Tu omega? —eso me regresó la voz. Era cierto que había sentido algo
raro al verlo por la mañ ana, pero de ahí a que viniera a decirme que yo
era «su omega», eso era otro asunto—, mira, no sé có mo sea que
funcione de dó nde tú vengas, en realidad, tampoco tengo muy claro
có mo lo hacen aquí, pero yo no soy omega de nadie —¿Qué clase de
broma era esa? Cerré mi libro porque era claro que aquello no iba a
terminar bien, y si él quería iniciar una pelea mi mejor opció n sería salir
corriendo y no pensaba abandonar a mi libro allí. Pero él no pareció
ofenderse.
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estaba, Arny, el chico nuevo, diciéndome que está bamos destinados o
algo así.
—¡Claro que no! Estoy hablando en serio ¿es que acaso no lo sentiste
cuando nos vimos? Como si el mundo se hubiese detenido un instante, no
poder quitar la mirada, como hechizados... —apreté los labios. No quería
decirlo, pero tampoco iba a mentir, no iba a empezar a hora.
—Es cierto, lo sentí, pero ¿có mo saber que eso es lo que tú crees? Podría
haber sido solo una reacció n rara al tipo de alfa que eres, es decir, eres
distinto de los que hay aquí —él miró hacia la cafetería que había
regresado a conversar, aunque claramente senguían pendientes de
nosotros, parecía querer encontrar a los alfa y ver la diferencia, como si
no fuera obvio que él lucía má s grande o má s... no sé, simplemente
distinto, su aura era... rara.
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tratando de olerme disimuladamente ¿estaba fallando mi supresor?—.
No es tu supresor —me asustó que me leyera la mente cuando soltó
aquello—, lo sentí cuando nos vimos en la mañ ana, fue tu reacció n al
verme, porque el momento fue intenso, ahora llevas supresores y te
funcionan... pero lo sentí, sé que fue real, no lo hubiera olido si no tuviera
razó n.
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—Genial, hablamos luego... —hizo una pausa— aú n no me has dicho tu
nombre —era cierto, él podría haberlo averiguado de cualquiera del
colegio, no era como si yo no fuera una pequeñ a celebridad al ser el
ú nico omega masculino del instituto (no había ningú n otro de mi edad en
toda la ciudad).
—Jae Seaver.
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como era un alfa, eso lo había vuelto el tipo má s popular del colegio...
hasta ahora.
—Si está s en celo aléjate de mí —de inmediato echó su silla hacia atrá s,
mirá ndome con mal disimulado miedo y yo negué con la cabeza.
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—Si tu supresor está fallando, yo no lo siento, no huelo tus feromonas —
suspiré aliviado y contrariado. Si Liam, habiendo olido directamente mi
piel, no las sentía, era que mi supresor aú n funcionaba, entonces ¿por
qué Arny había identificado mi aroma? ¿Me había dicho la verdad?
¿Realmente había algo entre nosotros?
—Está bien, gracias —no lo miré má s, fui a mi puesto al final del saló n y
anoté en el celular todas las cosas que el nuevo alfa me había dicho y que
quería investigar, sobre aroma, conexió n, destino.
Arnulf Hertz.
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4. Qué clase de adolescente no tiene
Instagram
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estaba ahorrando para la universidad. Luego se había marchado y, hacía
solo un par de añ os, había vuelto a Roscoe a encargarse de la biblioteca,
yo no tenía ni idea de por qué, ya que siempre dijo que quería irse y no
volver. Pero allí estaba, con su cabello teñ ido de rosa chicle, sus labios
pintados de rojo fuerte y las orejas perforadas a má s no poder, con aquel
rostro determinado y demasiado llamativo para una ciudad como la
nuestra.
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• El alfa y omega se reconocen desde el primer momento que se ven a los
ojos y sienten atracció n inmediata el uno hacia el otro, todo su cuerpo
reacciona ante su pareja, incluyendo sus feromonas.»
Detuve mi lectura, es decir, eso sonaba como lo que nos había ocurrido
pero bien podría decirse lo mismo de cualquier alfa sintiendo que le
gustaba un omega, no era muy especial.
—Pff... genial —lo solté con ironía y sin darme cuenta me salió fuerte, lo
suficiente como para que Tamy alzara la vista de su libro para fruncirme
el ceñ o y soltar un gruñ ó n «Shhh». Como ya la había distraído decidí que
era buen momento para acercarme—. Hey, Tamy... ¿hay algú n libro
sobre alfas, omegas y parejas destinadas aquí? —la biblioteca tenía dos
pisos, muy pocos libros modernos, y má s mesones que estantes, pero tal
vez tendría suerte. Ella enarcó una ceja y luego sonrió divertida.
—¿Esto tiene que ver con la nueva familia en la ciudad? Escuché que
tenían un hijo alfa —tiene una voz de husky, muy rasposa, le gusta
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molestarme y preguntarme cosas incó modas, porque sabía que yo no
mentía, me sonrojé, no quería contestarle.
—Ah, el viejo truco de no contestar la pregunta, eso quiere decir que hay
algo que ocultar —marcó el libro que aú n sostenía en su mano y se puso
a buscar en su ordenador—. Hay uno, espera —anotó el có digo y nú mero
del libro en un post-it rosa y me lo entregó —, segundo piso.
—Gracias Tamy, cuida mis cosas —pedí porque había dejado mi mochila
en el asiento del notebook que estaba ocupando, ella no respondió pero
supuse que lo haría. No es como si fuera necesario en realidad, no había
mucho vandalismo o crimen en Roscoe, éramos demasiado pocos como
para que no se supiera quién había sido rá pidamente. Subí al segundo
piso.
Busqué el libro, tenía una tapa verde, de tela, lo que indicaba que era
bastante viejo, las hojas estaban amarillentas y olían muy bien. Tenía
unas doscientas pá ginas pero como el papel era grueso, el libro pesaba
mucho má s que uno de ahora. Me senté en el sofá y busqué en el índice el
capítulo que indicaba lo que estaba buscando, porque no tenía tiempo
para leer todo el libro. Lo primero era bá sicamente lo mismo que había
leído en Wikipedia, solo algunas diferencias, pero en general lo mismo de
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la conexió n instantá nea. Avancé un poco en las pá ginas y entonces
encontré algo diferente. Lo de Wikipedia solo había hablado de la
influencia del alfa en el omega, no del omega en el alfa, y no se había
referido a casos... como el mío.
«El llanto del omega será escuchado por su pareja destinada aun si no
está n vinculados»
Llanto de omega, recibía ese nombre pero má s que un llanto era un grito.
Un grito que hacían los omega vinculados (o sea, mordidos en el cuello o
nuca) para hacerle saber a sus alfa que estaban en peligro. Se supone que
el alfa es capaz de «escuchar» el grito donde sea que esté. Se explicaba
como una conexió n nerviosa, como los perros que podían escuchar
frecuencias que los humanos no, el alfa podía sentir interiormente que su
omega estaba en peligro, podía escucharlo dentro de su cabeza (o eso
decían), esto sí estaba seguro que era real, porque había sido
comprobado por muchas parejas vinculadas. Si era cierto, significaba que
aun sin haber sido mordido, Arnulf Hertz sería capaz de escucharme si
yo lo llamaba en un estado de peligro. Pensé que nunca experimentaría
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aquello porque jamá s creí que me vincularía, esto cambiaba un poco las
cosas.
Miré la hora y empecé a guardar mis cosas rá pidamente. Iban a dar las
siete, empezaría a oscurecer y mi madre odiaba saber que había vuelto
luego de que estuviera oscuro. Acomodé todo, me despedí de Tamy y
eché a correr. Mi casa estaba lejos del centro de la ciudad así que debía
apurarme, aun cuando sabía que me cansaría a mitad de camino y
terminaría caminando igual, que no se dijera que no me había esforzado
y había hecho el intento.
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—¿Lobos? —miré hacia atrá s, los á rboles se perdían en la oscuridad de
la noche que caía. Negué con la cabeza antes de correr a meterme en
casa.
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5. Solo los locos no aman la oscuridad
No es extrañ o que la casa esté helada, mi madre suele llegar entre las
ocho y las nueve, ese frío es muy comú n.
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negros, con un refrigerador verde que no combina y rara vez estaba
lleno. Junto al refrigerador hay una puerta que da al patio trasero.
Sentarme frente a ese calentador, cerrar los ojos y dejarme bañ ar por el
calor me ayuda a pensar. Hay demasiado en lo que pensar, bien, tal vez
no «demasiado» solo una cosa, pero era importante, así que se sentía
como demasiado. Tener una pareja destinada implicaba un cambio de
vida completo, siempre pensé que pasaría el resto de mi existencia solo,
es decir, con mi gato negro al que llamaría Salem, pero exiliado de
amantes o compañ ía. Una pareja destinada significaba una vida juntos,
una vida junto a un sujeto que no conocía de nada, que quién sabe qué
mañ anas tenía, al que tal vez ni le gustaban los gatos. Aú n necesitaba
comprobar si era cierto, debía tocarlo, ver si aquello confirmaba las
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cosas pero ¿quería confirmarlas? No sonaba a que tuviera una opció n
real con lo de «pareja destinada». Tal vez eso me creaba resistencia, que
esto del destino se sentía como perder mi opció n de elegir, puede que yo
no tuviera pretendiente alguno, pero aun así, estar solo había sido mi
decisió n, lo que yo había elegido para mi futuro. Arny era como una
bofetada de la vida diciéndome que debía obedecerle, quisiera o no. Y es
que Arny no parecía estar para nada en contra de la idea, claro, no podía
estar seguro, pero por có mo se me había acercado, suponía que no me
equivocaba. Sería otra cosa a comprobar.
Mi madre es bastante «atractiva», tal vez por eso le molesta lo poco que
me parezco a ella. Es alta, tiene el cabello de un rubio cenizo, la piel
rosada, labios carnosos, rostro delgado, alargado y unos ojos azules que,
segú n ella, son lo ú nico que heredé de su parte. Lo cual es debatible
porque mi padre también tiene los ojos azules así que no es como si ella
realmente pudiera tomar todo el crédito al respecto. Traía bolsas, así que
me puse de pie para apurarme a desocuparlas y guardar lo que había
comprado en su lugar. Leche, cereal, eso me animó , llevaba una semana
recordá ndole que faltaba, habría pasado a comprarlo yo mismo, pero ella
se negaba a darme dinero.
—¿Es cierto que la nueva familia que llegó tiene un hijo en tu instituto?
—puse agua a calentar en el hervidor para que tomara su típico té antes
de dormir, igual que yo.
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—Sí, es alfa —agregué el otro detalle porque sabía que era lo que
preguntaría después, enarcó una ceja con interés.
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«accidente», yo la verdad no podría estar seguro. Se casaron mientras
aú n estaban en la universidad, por mí, para darme un hogar y todo eso,
pero cuando terminaron de estudiar, la versió n oficial es que mi padre,
que quería dedicarse a la televisió n, ser un presentador, tendría má s
oportunidad de tener éxito si estaba soltero y no se sabía que tenía un
hijo. Así que se divorciaron, mi madre se vino conmigo a Roscoe
habiendo firmado un acuerdo de confidencialidad para no revelar que yo
era hijo de quien era y con una pensió n alimenticia que cubría poco y
nada, porque el contrato fue hecho antes de que mi padre fuera famoso.
Ella esperaba implícitamente que el regresaría.
No fue así.
Tal vez mi madre era uno de los motivos por los que había querido
permanecer solo, la había visto tantas veces quedarse mirando anhelante
la televisió n mientras mi padre conversaba con alguna celebridad que se
me habían quitado las ganas de siquiera intentar enamorarme. No quería
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terminar como ella «Helena, la de la florería, que tuvo un hijo sola y
nadie sabe quién es el padre». Eso decían de ella, a mí me había parecido
un mejor título «Jae, el gruñ ó n de la biblioteca» o «Jae, el solteró n con un
gato», al menos no sonaba a que me habían desechado de pronto.
—Voy a tocarlo —lo había decidido. Destino o no, tenía que conocer la
verdad.
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6. Un alfa apareció frente a mí y me
atacó con sus ojos láser
Nunca me había preocupado qué ropa usaba. Tengo cinco atuendos que
repito sin culpa alguna cuando voy a clases, mi repertorio consistía
bá sicamente de jeans, camisetas, y un nú mero de suéteres que podía
variar dependiendo del nivel de frío que hubiese sido pronosticado para
el día. Los martes me ponía jeans azules, mi camiseta pú rpura que decía
«Don't interrupt me. I'm reading» (No me interrumpas, estoy leyendo). Y
un suéter gris bastante grueso que me quedaba grande, pero me gustaba.
En realidad, la mayoría de mis suéteres me quedaban grandes porque
habían sido los que mi padre dejó olvidados alguna vez. Pero sabía que
mis jeans negros me quedaban mejor, menos sueltos... y que mi suéter
azul marino con rombos celeste resaltaba mis ojos. No quise pensar en
por qué me había puesto el atuendo del viernes un día martes, solo lo
hice y me convencí de que no tenía nada que ver con cierto alfa que había
llegado de improviso a revolver mi plan de futuro solitario y perfecto.
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Me llené de leche con cereal, me puse un abrigo color azul oscuro con
botones a ambos lados que me llegaba hasta las rodillas y me apretaba
como un taco por las capas de ropa. Había sido de mi madre, pero qué
má s daba, la ropa no tenía género, en especial cuando falta dinero.
Completé el atuendo con una bufanda gris y salí de casa. Habría sentido
má s frío en los pies por las zapatillas de lona si no llevara triple calcetín.
No sé para qué me había molestado con el suéter y los pantalones si
entre tanta ropa ni se notaban.
¡Un hoyuelo!
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Joder, no, la vida era muy injusta, no le bastaba con hacerlo alfa, alto,
atractivo y con dientes perfectos, ademá s le daba un hoyuelo, había que
protestar cosas como aquella, có mo era posible tanto desnivel en la
sociedad, tanto atractivo en una sola persona, no debería ser legal algo
como eso, lo pillaba a uno desprevenido. Me bajé los audífonos (eran tipo
casco) y estos descansaron en mi cuello mientras le ponía pausa a la
mú sica en mi celular.
—Claro ¿por qué no? —lo vi rascarse la nuca nervioso y solo entonces
(porque fui capaz de ver sus bíceps flexionados), me di cuenta de que
llevaba solo una camiseta manga corta color rojo con letras amarillas ¡Es
que no tenía frío! Ademá s sus jeans estaban rotos en las rodillas (eran de
esos jeans gastados) y se notaba que no llevaba nada debajo (como yo,
que tenía otra capa de ropa bajo los pantalones).
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Tal vez tenía un punto, si mis feromonas reaccionaban o si alguien nos
veía podrían pensar algo raro, no quería crear rumores. Aunque él
parecía decirlo por motivos romá nticos. No lo entendía, era como si me
estuviera diciendo «quiero que sea especial», definitivamente era
distinto de los alfa que conocía, y es que aquí había muy pocos, por lo
que eran tratados como celebridades y se les subía a la cabeza muy
rá pido. Supongo que él, viniendo de fuera, no había sido tratado de aquel
modo y eso lo hacía distinto.
—Pues... ¿saltarnos las clases e ir a algú n sitio? —ya sabía yo que algú n
defecto tenía que tener.
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para que les contara qué me había dicho el nuevo alfa en el almuerzo;
empezaron a empujarme con un poco de violencia hasta que Vivian,
dulce y tan inclusiva como cuando éramos pequeñ os, las detuvo y les dijo
que dejaran de ser tan tó xicas, que el bullying no estaba bien. Esto había
logrado que ellas empezaran a protestar diciendo que ellas no hacían
bullying y cosas por el estilo. Por suerte ninguno de los hombres tenía
interés en saber qué me había dicho Arny, es decir, probablemente
tenían curiosidad pero no tanta como para molestarme.
—¿Por qué te andas pegando tanto a Arny? —era curioso lo que la gente
se inventaba. El alfa y yo habíamos hablado un par de minutos en el
almuerzo anterior y otro par hoy en la mañ ana, de pronto eso se había
convertido en «el omega apegá ndose al alfa» o algo así.
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—Solo quiero ir a almorzar —me incliné a recoger lo que quedaba de mis
audífonos y ella aprovechó para patearme el hombro y hacerme caer al
suelo, aplastando todo mi costado izquierdo. Lo hizo con fuerza, algú n
beta se habría molestado y defendido, aun siendo ella mujer. Para mí no
se trataba de género, yo no utilizaba violencia con nadie y ella
probablemente lo sabía.
—Esperar será .
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tal vez si fuera beta o alfa pensaría como ella, creería que es mi derecho
exigirle a otros que dejen de hacer algo, incluso algo imaginario, de
romperle las cosas, de lastimarlos.
En la tarde solo tenía dos clases, pero era tortura no poder escuchar
mú sica y ausentarme de todo. Para el final del día, quería solo irme a
casa, pero habíamos hecho un trato, Arny y yo. Así que hice el camino de
vuelta, me metí al sendero del bosque que estaba frente a la pastelería y
avancé hasta el punto del camino donde yo normalmente me salía del
sendero establecido para doblar en direcció n a mi casa. Arriba de los
á rboles el cielo estaba nublado, pero no parecía que fuera a llover otra
vez.
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—¿Có mo sabes que no miento? —su sonrisa se volvió misteriosa y sus
ojos se achicaron con alegría.
—Ya te contaré, tenemos tiempo... una vida entera —daba nervio cuando
lo decía allí, tan tranquilo, dá ndolo todo por sentado. Puede que Arny
fuera distinto de los alfa que conocía pero tenía la seguridad con que
caminaban todos ellos, aquella de que el mundo les pertenecía, que las
cosas le saldrían bien, incluso si no parecía así.
—Veremos —nos miramos, sus ojos atrapaban los míos, sus pestañ as
eran demasiado oscuras y realmente me hacía sentir que el amarillo era
má s intenso. Alzó la mano derecha en el aire, como si fuera a chocar los
cinco y yo saqué la mía del bolsillo y la acerqué a la suya. Estaba nervioso
¿y si no pasaba nada? ¿Y si pasaba algo? Mi mano y la suya estaban a solo
un par de centímetros de distancia, ambos esperando algo que nos jalara
el uno al otro. Un viento helado pasó entre nosotros y no sé quién se
acercó a quién, pero nuestras pieles se tocaron.
Y el mundo se detuvo.
Las hojas entre los á rboles se movían en cá mara lenta, el viento que
corría en el bosque ahora parecía caminar, en ese instante sería capaz de
descubrirlo y adivinar cada uno de los pasos que bailaba. Y Arny. Su
corazó n estaba latiendo al ritmo del mío. Desde el calor de su mano
podía sentirlo entero, có mo bombeaba vida a todo su cuerpo. Mientras
mi propio mú sculo latía casi con cansancio, el suyo lo hacía repleto de
determinació n, gritá ndole al mundo que estaba vivo, esforzá ndose en
cada pá lpito por probarlo. Su respiració n estaba agitada, podía
saborearla, era cá lida, cá lida como él mismo. É ramos tan distintos, su
cuerpo no parecía experimentar frío, cada mú sculo vibraba de la
emoció n, cá lido, incapaz de permitir que el mundo le contaminara de
frío. Todo él ardía, tanto que dejé de sentirme helado.
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Pronto está bamos en sincronía, mi respiració n y la suya, mi corazó n y el
suyo, incluso templamos a la misma temperatura. Lo sabía, lo sentía. Era
real. Tanto como su mirada oscurecida por la dilatació n de sus pupilas. El
á mbar se había vuelto solo un delgado borde en sus ojos. En medio del
bosque, el trance en que caímos se sintió má gico, íntimo. Podía
comprender con cada latido que nos pertenecíamos.
Demasiado suyo. Tan suyo, tan perdido, que nada nos traía de vuelta, ni
la lluvia que empezó a caer de sorpresa ni el paso del tiempo. No estoy
seguro de qué nos hizo despertar del trance, pero de pronto me encontré
notando la lluvia y que el cielo oscurecía. Parpadeé regresando, mis
dedos estaban entrelazados a los suyos.
Me besó .
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estremeció , podía sentir la sonrisa en los suyos mientras acariciaban los
míos que no atinaban a responder.
—Importa porque hasta hace dos días pensaba que iba a salir de aquí,
estudiar bibliotecología y pasar mis días solo, en una biblioteca, entre
libros, tranquilo, era mi destino, el que había elegido... —la voz me salió
entrecortada, lo templado se me había pasado y empezaba a sentir el frío
de estar mojá ndome bajo la lluvia—, y ahora resulta que mis planes
deben cambiar, que tengo un destinado. Necesito procesarlo ¡Y apenas te
conozco! No sé có mo sea de donde tú vienes pero yo no voy y beso a
cualquiera —de hecho, no había besado a nadie, pero tampoco iba a
pensar en eso ahora.
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—Eres muy raro, Jae —sonaba divertido. A mí me indignó un poco. É l
estaba con una camiseta manga corta, bajo la lluvia helada, como si fuera
verano, y el raro era yo.
—No digo que vaya a negarme a ti —lo que habíamos sentido me había
dejado claro que eso no era posible—. Solo digo que quiero... hablar y
todo eso... esto no es como princesa Disney que se pone el zapato y se
casa al día siguiente, solo porque somos destinados no significa que no
tengamos que conocernos antes de llegar a los besos —y lo que sea que
viniera después. É l hizo un gesto raro con la boca, como apretando los
labios y moviéndolos a un lado mientras soltaba el sonido «Mhh».
—Novios entonces, pero mejor no decir que somos destinados —en este
punto no puso nada de resistencia.
—Sí, de hecho es mejor que nadie sepa —asentí y miré hacia arriba, de
verdad se había hecho tarde, quién sabe cuá nto tiempo habíamos estado
en ese estado de conexió n raro.
—Vale.
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—Así podemos hablar un poco del futuro, ya que te gustan los planes
¿qué piensas de enlazarnos? —¿Qué acaso ser destinados no había sido
revelació n suficiente? Hablar de un enlace después de eso era demasiado
para una sola tarde.
—Pienso que para unos chicos que recién se hicieron novios, es una
conversació n muy seria.
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7. Mi omega ganaría en una pelea
Arny
—Jae.
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bosque, pero dejar el vehículo en el instituto no era buena idea. Conduje
hasta casa. La transferencia de mis madres había llegado antes de lo
esperado, usualmente el dinero para investigació n no se adelantaba sino
que se retrasaba, así que cuando habían aprobado el presupuesto para
su investigació n del bosque nativo de Roscoe, habían saltado ante la
oportunidad y nos habíamos mudado.
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—¡Ni te atrevas a entrar con esos zapatos! ¡Está s empapado! —me
rasqué la nuca y probé a sonreírle de nuevo para que se ablandara, pero
no funcionó , solo negó con la cabeza en lo que mi pequeñ o delator
llegaba con mis zapatillas de casa mientras se reía. Decidí obedecer y
solo ponerme las que me había traído el enano traidor—. ¿Qué andabas
haciendo que vienes tan mojado? —me dejó entrar al fin y yo abrí la boca
para contestar pero el enano lo hizo por mí.
—Estaba besá ndose con un chico —lo soltó en tono burló n y mi mamá
enarcó ambas cejas.
—Oh... —sabía que eso la calmaría—, ya veo... pues, ve primero por una
ducha. Luego hablamos.
—Vale, pero dile al enano que no debería andarme espiando ni andar tan
lejos de la casa. Está bamos bastante cerca de la carretera mamá —fui
derecho al bañ o como buen hijo y tomé aquella ducha. Me dio tiempo a
pensar en Jae. Me preguntaba si tal vez debería ir a buscarlo a su casa
por la mañ ana... probablemente no, seguro querría conversarlo o
planearlo antes o algo así, igual podía llamarlo para preguntar...
Mierda.
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tenía. Entré a mi cuarto con mis joyas familiares envueltas en una toalla
solo para encontrar al enano en mi cama.
—¿Por qué besaste a ese chico? —no pensaba ponerme parte de arriba
de pijama, hacía demasiado calor, el enano estaba usando un pijama de
una sola pieza celeste con dinosaurios rosa, saltó de la cama a mis brazos
y lo atajé mientras él se encaramaba a mi cuerpo, ya no era un bebé, no
era liviano, pero tampoco particularmente pesado para mí.
—¿Có mo mamá y má ?
—Así que besaste a un chico —soltó con burla y yo puse los ojos en
blanco, a mi má le encantaba bromear y molestarme, teníamos la misma
sonrisa, en realidad, nos parecíamos mucho, yo era como su versió n
56
masculina solo que con la piel má s clara. V era el que se parecía má s a
mamá , pero solo un poco en el rostro porque había sacado el cabello y
ojos de nuestros abuelos.
—Mi destinado.
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—Estoy pensando en cuá ndo contarle de... —miré a má —, ya saben, no
es algo que pueda posponer demasiado pero recién aceptó ser novios.
—Mejor que le digas cuá nto antes, sé que parece contraproducente, pero
es de la clase de cosas que uno prefiere saber de entrada —mi mamá me
miró , ella hablaba con conocimiento de causa—, ¿Por qué no lo traes?
Aquí es seguro y así podrá s mostrarle con libertad.
—El viernes no tenemos clases por la tarde, le diré que venga ese día
¿bien?
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Mi mente estaba repleta de Jae. Siempre supe que mi pareja sería un
omega. Lo había estado buscando. El destino solo se daba entre alfas y
omegas y en clanes como el mío no solíamos conformarnos con menos
que eso. Podía imprimar de un beta, pero a mí me gustan los hombres,
tenía que ser un omega masculino y había tenido bastante suerte de
encontrarlo tan joven.
Jae me cautiva.
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afirmaban, sin mis madres, sin mi hermano, sin mis amigos. Eran mi
manada, en má s de un sentido, y me habían levantado cada vez que me
caía. A Jae nadie lo había levantado. Había sido evidente cuando nos
tocamos, pude sentirlo dentro de él, una soledad perpetua, como
impregnada en los poros de su piel, una soledad que en lugar de hundirlo
se había convertido en escudo. No había soportes, él era su propio
soporte, no necesitaba de otros, no necesitaba de mí.
Esta es una verdad que se me presenta clara. Y quiero luchar contra ella,
quiero hacer que me necesite, que se apoye en mí, que se deje caer para
poder levantarlo, proteger cada paso que camina. Es mi instinto, soy un
alfa. Soy su alfa. Pero me doy cuenta también, que má s que desear que
me necesite, lo que realmente anhelo es que él me quiera a su lado.
Quiero que él desee estar conmigo, aun si no me necesita en lo absoluto.
—¡Para, Arny! ¡Para! —tenía pésimo humor durante las mañ anas y a mí
me daba demasiada risa có mo se le inflaban los cachetes para luego
fruncir sus rubias cejas. No le mejoraba el humor hasta que no había
comido algo, lo senté en su asiento y le preparé una leche con chocolate
mientras hacía café para mí, mi mamá apareció con el mismo rostro de
mal humor que V. No estoy seguro si el mal humor matutino de mi
hermanito era heredado o aprendido, pero fruncían el ceñ o igual y mi má
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y yo solíamos alimentarlos rá pidamente para que se les pasara. Era una
mañ ana comú n en la casa Hertz.
—Arny, necesito usar el jeep hoy —mi má mordía una tostada con
mantequilla.
—Te dije que puedes llamarme Penny —yo fingí que me acordaba recién
de eso.
—Ah, cierto, hola Penny —miré a las demá s y las saludé con un gesto, no
les pregunté nada, un claro signo de que podían seguir su camino al
interior sin esperarme, pero ella era insistente.
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—¿Por qué no entras con nosotras? —ladeé el rostro para observarla,
objetivamente era bonita, prototípicamente bonita.
—Estoy esperando a alguien... —le di una sonrisa bien falsa, quería que
se notara que la estaba fingiendo. Eso pareció incomodarla porque su
expresió n se volvió bastante nerviosa. Suponía que su belleza hacía que
las personas no le respondieran con una ironía tan evidente.
—¿Qué? ¿Acaso prefieres a ese omega que a mí? —ahora sacaba sus
verdaderos colores, ella se había cruzado de brazos también, orgullosa,
molesta, encaprichada. En ese momento, no era nada bonita.
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—Prefiero a cualquier hombre antes que a ti —le regalé mi mejor sonrisa
de comercial y me regocijé en su expresió n sorprendida, ella y sus
compañ eras necesitaban que les cerraran la boca—. Pero no te engañ es,
aun si no fuera gay, no te habría elegido. Me gusta la gente honesta.
—No creo.
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mirarme, era como si quisiera leerme, tal vez quería saber si mi felicidad
era genuina o tal vez quisiera entender por qué eso me parecía genial.
Pero así como yo lo había entendido mejor el día anterior al tocarnos, él
también debería haberme entendido a mí, él debería saber que era
sincero.
No podía creerlo. Jae había sonreído. Una sonrisa tenue, sus labios se
curvaron instantá neamente, sus ojos se achicaron un poco, todo en él
pareció volverse brillante, no necesitaba enseñ ar los dientes para
demostrar su felicidad completa, me sentí enriquecido. É l podría haber
iluminado una habitació n entera con esa sonrisa... podría iluminar el
mundo.
—Gracias.
Me besa.
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No estoy soñ ando.
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8. Los omegas y las rubias mueren
primero
Y es que Arnulf Hertz, alfa e imponente, no había dado por sentado que
iba a protegerme, no me había dicho que iba a impedir que todos se
metieran conmigo. Se había ofrecido a acompañ arme, a soportar a mi
lado. Realmente es distinto, muy distinto. No se hizo el superior en
ningú n momento, para no hacerme sentir inferior a mí. Probablemente
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para él no fue nada, pero para mí fue increíble y simplemente tuve que
besarlo, me lo pedían mis huesos, no besarlo habría sido mentirme a mí
mismo y a mis deseos. Aun así... no sé qué estaba pensando.
—Hola Jae.
—¿Qué?
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—¿Y có mo pasó ? —ladeé el rostro, igual sentía que me estaba pidiendo
demasiada informació n.
—Hey —sus dedos entrelazaron los míos y sentí que mis mejillas se
entibiaban. Me preguntaba si eso de las manos era realmente necesario,
no era como si fuera a perderme camino a la cafetería.
No. Estoy siendo iró nico, no se trata sobre guiarnos el uno al otro, se
trata de la necesidad de tener contacto. Me toma de la mano porque
quiere tocarme y hoy por la mañ ana yo hice todo el camino hasta aquí
con mi mano fuera del bolsillo porque quería que él la tomara. No podía
hacerme el tonto.
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—Normal, aunque muchas personas me preguntaron qué pasaba contigo
—nos pusimos en la línea de la cafetería.
—¿Y qué les dijiste? —nos soltamos de las manos para tomar bandejas
de almuerzo.
—Hola señ ora Lila, porció n normal por favor —ella sonrió y negó con la
cabeza mientras me servía.
—Por eso está s en los huesos —me puso pollo extra de todos modos, le
agradecimos y luego de llenar mi vaso con limonada (Arny rellenó con
jugo de frutilla) nos fuimos a sentar en la mesa que yo solía ocupar
siempre.
Por un rato solo nos dedicamos a comer, yo tenía bastante hambre así
que lo hacía con ganas, igual que Arny, que tragaba a grandes bocados.
Cuando me sentí un poco má s lleno bajé la velocidad para observarlo con
má s cuidado, así, con calma y bajo la luz del día, no en un bosque oscuro,
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era má s fá cil. Noté entonces que tenía una cicatriz en el cuello, en su
costado izquierdo, delgada y de unos cinco centímetros de largo, estaba
blanca, lo que significaba que era antigua.
—Jugando con un amigo, de niñ os, nos pasamos en la pelea, pero yo gané
—me guiñ e un ojo, sonaba confiado, tranquilo—, por cierto ¿qué haces el
viernes por la tarde?
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lo sepas antes que después —podía ver en su expresió n contrariada que
realmente le preocupaba.
—Sí, claro que saben —por su tono, le parecía que era obvio contarles—,
ellas son como nosotros, contaban con que te encontrara.
—Ajá , por eso sabía lo que éramos y reconocí la sensació n cuando te vi.
—Está bien —faltaban solo dos días para eso— ¿có mo hacemos? Los
viernes el colegio no da almuerzo así que yo suelo almorzar alguna cosa
en casa y luego voy a la biblioteca ¿nos juntamos a alguna hora en la
ciudad?
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poco de limonada. Había mucho que desconocía de Arny, y todo eso de lo
que «tenía que contarme» solo despertaba mi curiosidad—¿Qué quieres
hacer luego de terminar el colegio?
—No estoy seguro, o sea, seguir estudiando sin duda, pero también
viajar —segú n había escuchado él se mudaba mucho, viajar ademá s de
eso, sonaba extrañ o.
—No lo sé, a veces pienso que me gustaría ser científico como mis
madres, pero otras pienso que me gustaría algo distinto, o sea, me gusta
su causa de proteger los bosques y la naturaleza, y quisiera ser parte de
eso, pero no sé si ser científico sea el camino para mí —habla con mucha
calma, mientras con su tenedor junta lo ú ltimo que le queda de su puré
de papas para llevá rselo a la boca. Luego de tragar me mira—. Lo que sé
es que me gustaría un trabajo donde pueda viajar, tú quieres
bibliotecología ¿no?
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gustaba la oscuridad, observarlo en penumbra me parecía perfecto. Y me
gustaba escucharlo hablar, decirme que le encantaba correr en la
naturaleza, que se había mudado má s veces de las que podía contar, que
tenía dos amigos cercanos que eran sus primos. Que odiaba el helado de
pasas al ron y que no quería que los bosques desaparecieran. Al mismo
tiempo me había escuchado hablarle del helado de mentas con chispas
de chocolate, de mi gusto por la oscuridad y de mi fascinació n por las
historias donde el mundo que presentaban no tenía alfas u omegas.
—¿Por qué te gustan las historias de ese tipo? —me miró curioso, antes
de despedirnos.
—Porque nadie tiene ventaja o desventaja solo por haber nacido con un
género u otro —sus manos tomaron mi rostro y me sonrojé, porque de
verdad sentía que su mirada no debería brillar tanto cuando me miraba.
Porque sentía que me quería y era pronto, daba miedo.
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pantalones negros, pero ahora estaban sucios. Terminé por ponerme mi
segundo par de pantalones negros. No los usaba nunca, porque eran de
hace un par de añ os y, aunque de largo me quedaban bien, sentía que me
ajustaban. Pero era mejor eso que los jeans azules que me quedaban
volando. Me puse una camiseta de cuello alto color café y un suéter azul
oscuro con una línea de rombos grises y negros en el pecho. Sí, me
gustaban los rombos. Con solo diecisiete añ os ya me vestía como todo un
bibliotecario.
Solo tenía un par de zapatillas así que esas me puse y agradecí que no
hacía tanto frío, no necesité ponerme abrigo. A las tres en punto Arny
tocó la bocina afuera y yo me alegré de que mi madre no estuviera
porque habría averiguado de inmediato lo que estaba pasando y era
milagro que aú n no me preguntaba por Arny. Salí y me subí al jeep, era
bastante alto y sentí que casi se necesitaba escalera para entrar a esa
cosa. Me puse el cinturó n y lo miré.
—Hola ¿nervioso?
—Ahora no, cuando lleguemos —tal vez él también estaba nervioso con
lo que tenía que contarme, porque no dijo nada por el resto del camino,
yo observé con atenció n como nos metíamos en un sendero de tierra y el
vehículo saltaba un poco por la irregularidad que pisaba. Está bamos
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subiendo a la montañ a, perdidos del mundo ¿debía asustarme? O sea,
seguro que si fuera una película de terror, esta sería la parte donde nos
quedá bamos varados a mitad de camino y aparecía un asesino, o donde
llegá bamos a un lugar desierto y él me decía que era caníbal y su platillo
favorito eran omegas masculinos. Entonces bien podía darme por
muerto y ni esforzarme en correr porque no valía la pena cansarme si me
iba a atrapar igual...
—¿Tendrá s visitas?
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—Te escucho —tomó mucho aire, se acercó y sujetó mis dos manos con
las suyas.
—Esto será difícil de creer... pero soy un hombre lobo —la voz le salió
ronca y lo soltó de una sola vez, a mi me dio por reír, porque pensé que
bromeaba... pero se me congeló la sonrisa en la cara cuando vi su
expresió n seria y me di cuenta que no.
Pero entonces lo miré a los ojos. Sus jodidos y hermosos ojos amarillos
que no parecían de este mundo y casi podía leerle el pensamiento; había
visto a tantas personas mentir, mentirle a otros, mentirse a sí mismas.
Arny no mentía, o al menos no creía que estaba mintiendo. Dejé de
intentar soltarme y lo miré fijo, buscando el engañ o, pero no lo había.
Arny creía que era un hombre lobo.
•••
NOTA: ¡Hola! No sé si sea adecuado poner notas al final del capi, pero
quería agradecer a todos ustedes que está n leyendo y recordarles
apretar la estrellita en los capítulos y votar. Aú n estoy descubriendo
Wattpad y no entiendo del todo có mo funciona, pero parece que eso
ayuda(?). No tengo la seguridad, pero quise decirlo por si acaso. De todos
modos gracias por leer, por sus votos y comentarios (ノ◕ヮ◕ )ノ*.✧
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9. Mi novio tiene todas sus vacunas
—¿Qué?
—Dime por favor que conoces Harry Potter —porque una cosa era que
se creyera lobo, otra muy distinta que no supiera de Harry Potter, es
decir, yo podía aceptar lo primero pero imposible tolerar lo segundo.
—¡Oh! ¡Claro! Remus Lupín. Sí, sí, leí los libros solo que se me dan mal los
nombres y... espera —detuvo su explicació n para ladear el rostro
frunciendo un poco el ceñ o pero con una sonrisa extrañ a—, en serio eso
es lo primero que sale de tu boca luego de que te digo que soy un hombre
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lobo ¿No vas a preguntarme si me drogo? ¿O decirme que no me invente
cosas? ¿O salir corriendo porque tu novio perdió la cabeza?
—Pues, correr había sido mi primera reacció n pero... —señ alé nuestras
manos con la mirada y entonces él se dio cuenta de que me había estado
sujetando y me soltó —, vi tu cara, realmente no crees que me estés
mintiendo y yo no soy dueñ o de todas las verdades de la vida, pero aun si
perdiste la cabeza, al menos debería comprobar ¿no crees? Y necesito
saber qué tipo de lobo eres, si de los que se transforman con la Luna
llena, como Remus, o los que se transforman a voluntad propia, como
Jacob Black, ya sabes, de Crepú sculo.
Se echó a reír. No una risa suave, una carcajada en toda regla, su risa se
extendió por todos lados mientras yo lo observaba con total confusió n y
él se doblaba (literalmente) de la risa, apretá ndose el estó mago. Tal vez
sí estaba loco de verdad, tenía lá grimas en su mirada.
—¿Entonces qué poder especial tienes? —soltó otra risa, má s breve esta
vez.
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—¿Transformarme en lobo no te parece suficiente?
—O sea, sí, pero igual quisiera saber si hay algo má s ¿Si muerdes a
alguien este se transforma en hombre lobo también? ¿Vives má s o menos
que un humano comú n? ¿Te gusta que te rasquen tras de la oreja o en tu
panza? —le sonreí, solo un poco—, ya sabes, cosas importantes.
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—¿Vas a mostrarme? —no había sonrisa en su rostro, sus facciones se
veían má s duras cuando se ponía serio.
—¿No vas a pedirme que mire a otro lado? —no podía apartar los ojos de
su entrepierna, se detuvo un momento.
—¿Quieres mirar a otro lado? —justo en ese instante, quise ser la clase
de sujeto que mentía. Me sentí estú pidamente tímido, abrazando su
camiseta y queriendo esconderme detrá s de la tela.
—No.
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se convirtieron en patas. Su cuerpo se cubrió de un pelaje negro como la
noche misma y sus ojos se volvieron má s grandes y penetrantes, pero del
mismo amarillo. Retuve el aliento.
Era un lobo.
—Eres hermoso —lo dije sin darme cuenta. Pero lo era. Totalmente
grande, increíble, su pelaje brillaba en su oscuridad, era como la
personificació n de una noche cerrada. Es magnífico.
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me dio cosquillas y un escalofrío recorrió toda mi espina, má s aú n
cuando su lengua lamió mi piel, mi barbilla, mi mejilla, dejando su
humedad y haciéndome reír, su lengua era cá lida. Me atreví a estirar los
brazos para tocarlo, mis dedos se perdieron en su pelaje oscuro, el del
costado de su torso, el cabello era grueso y no tan suave, pero aun así se
sentía bien y no olía a perro, es decir, tenía un aroma animal pero no me
desagradaba en lo absoluto. Apoyó su cabeza en mi hombro y sonreí, lo
abracé y descansé mi mejilla contra el pelaje de su cuello.
No tengo idea de por qué me sentía tan bien con él de ese modo, tal vez
porque está bamos destinados y él era mi alfa, tal vez porque siempre me
había sentido má s có modo con los animales que con las personas, pero
en ese instante solo quería abrazarlo y probar si realmente le gustaba
que le rascara la oreja, así que aparté mi rostro y me dispuse a probarlo,
le rasqué tras la oreja derecha y se inclinó hacia mi mano sacando la
lengua, demostrando que claramente lo disfrutaba y, como bonus,
enseñ á ndome sus aterradores colmillos.
Es precioso.
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ese momento tenía los brazos en jarra y una expresió n de
desaprobació n. A mí, con la sorpresa, se me había olvidado que había ido
allí a conocer a sus madres. Me puse rá pidamente de pie y me limpié la
tierra de la ropa, sonrojado y avergonzado, ella, sin embargo, miraba al
lobo—. Se supone que le mostrarías y luego nos lo presentarías, no que
te ibas a distraer dejando que te rasque las pulgas. Ve a vestirte —sus
ojos se apartaron de su hijo y el lobo echó a correr hacia la parte trasera
de la casa, lo perdí de vista. Entonces me miró a mí, yo estaba bastante
intimidado, pero su expresió n se volvió totalmente dulce—. Lo siento,
tesoro, este muchacho no tiene modales ¿conoces la expresió n «criado
por lobos»? Pues es eso —asentí y ella se acercó a mí para recoger la
ropa que había quedado en el suelo, a mi lado pude notar que medíamos
casi lo mismo, yo era solo unos pocos centímetros má s alto que ella—.
Soy Amelia, tú debes ser Jae.
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mis ojos hasta que salí de la sorpresa y acepté que no eran efectos
especiales.
—Oh... así que usted es... —ella asintió , acomodá ndose en un sofá y
señ alá ndome el de al lado, má s grande, para que yo me sentara. Lo hice,
casi hundiéndome en lo mullido de los cojines.
—Humana, sí, no es muy comú n que los lobos tengan hijos omega, así
que entiendo el shock que debe haber sido, por lo mismo me sorprendió
verte tan có modo, rascando a Arny —me sonrojé al pensar que ella nos
había estado mirando ¿desde cuá ndo? ¿Desde que su hijo se desnudó ?
—Es que me gustan mucho las historias de fantasía —ella lo tomó como
una respuesta decente.
—Ya veo... —se escuchaban voces del pasillo y reconocí una de ellas.
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—Sí, es decir, preferimos la forma que te mostré, porque si alguien nos
ve simplemente creerá que es un lobo má s grande de lo comú n, pero en
la otra forma podemos hablar, o sea, má s rudimentariamente, pero
podemos, se usa en reuniones con otros clanes... ya te contaré —asentí y
él se acercó para sentarse a mi lado, cuando lo hizo pude ver el cuerpo de
su hermano menor. Si su pelaje era blanco, me preguntaba có mo luciría
él de humano.
—No sabía que tenías un hermano —en otro momento eso habría sido
un shock, ahora me parecía una sorpresa mínima considerando todo lo
que había descubierto.
—Vaya, comprendo, creo... todo esto es una gran sorpresa Arny, aunque
eres un lobo muy bonito —lo alabé y él movió las cejas juguetonamente.
—Ni que lo digas, siento que te gusté demasiado como lobo, en forma de
persona, nunca me has abrazado —qué vergü enza có mo lo dijo, no sabía
si debía justificarme o no, pero su mamá decidió intervenir, tal vez
porque notó que me apenaba.
—V, Arny dejó que Jae lo rascara —el pequeñ o lobo sacó su cabeza del
cuello de su hermano y pude ver su rostro... no humano, pero menos lobo
que el que Arny me había mostrado, su hocico no era tan largo y sus ojos
no lucían tan animales, tal vez porque era un niñ o. Miró a su mamá .
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—¿De verdad? —su voz salió ronca y difícil, una mezcla de humanidad y
gruñ ido. Su mamá asintió divertida y yo me di cuenta de que ahora el
avergonzado era Arny y no entendí por qué.
—Mucho. Los cachorros se dejan rascar por sus madres, o los niñ os, pero
los lobos crecidos no se dejan rascar, se supone que lo encuentran
«indigno»...
—Oh... —busqué los ojos de Arny, sin éxito, apartaba el rostro pero le
veía el rojo en las mejillas, recordé de inmediato có mo había movido su
patita cuando lo rasqué ¿sería eso lo «indigno»?
—¡Es porque él se veía como que quería rascarme! Solo por eso, quería
darle en el gusto —su mamá se echó a reír divertida y su hermano
también, entonces el pequeñ o me miró y yo aproveché a presentarme.
—Hola, soy Jae —el aflojó las manos del cuello de su hermano y dejó que
este lo sentara sobre sus piernas.
—Soy V —de pronto cambió él, frente a mí, su cabello desapareció y sus
brazos se volvieron má s delgados, su piel má s tersa. Frente a mí
encontré a un precioso niñ o de cabello rubio platino, largo hasta sus
codos y de enormes ojos oscuros.
—¡No soy enano! Creceré y seré má s grande que tú —su voz era mucho
má s clara ahora, también má s aguda y dulce.
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—No se peleen —la voz de su madre no se alzó ni un poco, pero el tono
de advertencia en ella hizo que ambos se detuvieran. Era extrañ o, no los
conocía pero me sentía muy a gusto allí, mirá ndolos interactuar,
observando a Arny en su elemento, haciéndose caras como un niñ o con
su hermano menor—. ¿Por qué no llevas esto a la ropa sucia? —su mamá
le extendió a Arny la ropa que se había quitado fuera de la casa— y
aprovechas de enseñ arle a Jae un poco del lugar, seguro aú n deben
hablar, los llamaré cuando las galletas y el té estén listos —él dejó a su
hermano sentado en el silló n, tomó su ropa con una mano y con la otra
tomó la mía.
—Vamos —lo seguí, no sin antes mirar a su madre para darle un gesto de
despedida. Nos perdimos por un pasillo, pasamos a una lavandería
donde Arny dejó su ropa y luego caminamos hacia otro lado, hasta que él
abrió una puerta y supe de inmediato que era su habitació n. Toda una
pared era un ventanal tipo puerta deslizante y daba hacia el bosque,
tenía cortinas color granate oscuro blackout, una cama amplia de
cobertor gris y cojines rojos, se notaba que la cama había sido estirada a
la rá pida por las arrugas que tenía. Ademá s había un escritorio con un
notebook, un closet cerrado de madera oscura, una foto de él y su
hermano sobre su mesita de noche, un equipo de mú sica en un mueble a
los pies de la cama, una guitarra acú stica colgada sobre el escritorio.
Pero ninguno de aquellos detalles fueron los que me hicieron saber que
ese era su cuarto.
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ningú n talento —se sentó en la cama y palmeó el colchó n a su costado,
me fui a sentar junto a él y por un largo momento guardamos silencio.
—De verdad eres un lobo... —tomó mi mano entre las suyas y entrelazó
nuestros dedos.
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—Pero tú confiabas en que yo existía. Yo no sabía de ti y aun si tus
madres no fueran destinadas, aun si no fueras un lobo, eres un alfa —mis
ojos se fijaron en los suyos con la oscuridad de una vida diferente a la
que él había experimentado—, habrías encontrado pareja de todos
modos. Pero yo soy un omega. Un omega masculino. Debes haber notado
có mo me tratan las personas, el mundo en que tú creciste es diferente al
mío, no porque seas un lobo, sino porque eres un alfa, toda la admiració n
y atenció n que tú has recibido por tu género, yo la he recibido, solo que
en forma de rechazo —apreté su mano—. No me atreví ni a soñ ar con la
posibilidad de tu existencia, porque dolería demasiado si nunca te
hallaba. Estoy acostumbrado a la soledad... porque de otro modo no
habría podido soportarlo. No sobrevives estando solo si te la pasas
añ orando compañ ía, no funciona así.
Bajó la vista, parecía que sus ojos miraban nuestros dedos entrelazados
pero sabía que estaba mirando sin ver, reflexionando, pensando qué
sería adecuado decir y qué no.
—Supongo que sí —me sentía mucho má s cercano a él, aun sabiendo que
nos conocíamos hace tan poco, pero las circunstancias no eran normales,
en ningú n sentido. Noté el calor de sus manos y se me ocurrió — ¿es
porque eres lobo que no tienes frío? —enseñ ó dientes y hoyuelo.
—¿Entonces tus primos? —me había dicho de sus dos primos que eran
sus amigos.
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—Ah, sí, de hecho son un primo y una prima, pero suelo hablar de ellos
como hombres porque suena feo si digo que peleaba con mi prima de
pequeñ o, ella es la má s cercana a mi edad y luchá bamos bastante —
señ aló con su dedo la cicatriz en su cuello—, con ella me hice esta.
—Oh, ya veo —así que había sido una prima, me preguntaba si había
estado peleando en una forma de lobo similar a la de V, y si tendría fotos,
seguro era una bola peluda muy bonita—. ¿Y te dan pulgas o rabia o algo
así?
—No, tengo todas mis vacunas —me miró serio ¿de verdad le pondrían
vacunas de animal? Pero se echó a reír y supe que estaba bromeando—.
Lo siento, lo siento... tienes muchas preguntas.
—Mh... —apretó los labios—, a los treinta y cinco hubiese tenido un bebé
y me habría resignado con otra pareja, aunque probablemente no me
habría enlazado con nadie, es raro que nos enlacemos si no es nuestra
pareja destinada —pero eso no era lo que me había choqueado de la
informació n.
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es muy importante, está en nuestra naturaleza, por eso sabía que mi
pareja sería un omega, no había otro hombre al que podría embarazar —
su mano acarició mi mejilla, yo seguía ató nito—, pero no importa nada
de eso, porque te encontré y podremos tener muchos hijos.
—Me pasa que está s solo asumiendo que, en algú n futuro, tendremos
hijos, que vas a embarazarme, me cuentas esta historia de que si no me
encontrabas habrías tenido hijos con cualquiera —no sabía qué me
molestaba tanto, o tal vez sí, pero no lograba ponerlo bien en palabras—:
o sea que si no quiero tener hijos o no te doy hijos para esa edad ¿vas a
dejarme e ir a embarazar a alguien má s? —estaba desconcertado, yo
también.
—¡No sé! Ese es mi punto, no lo sé —bajé los brazos—. Te dije que pensé
que pasaría mi vida solo, claramente tener hijos nunca estuvo en mis
planes y ahora me entero que para ti es casi como una obligació n y lo das
por sentado, pero ni siquiera me preguntaste, no me preguntaste si
quería o no, lo asumiste porque eres un alfa y obtienes lo que quieres y
yo se supone que debo dá rtelo, porque soy un omega —de pronto su
mirada se volvió muy triste y me dolía verlo así, pero yo también estaba
herido.
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—No es así, es decir, sí lo asumí sin preguntarte pero... no fue porque no
quisiera, es que no se me pasó por la cabeza que no querrías. Pero nunca
te forzaría si no quieres, no soy ese tipo de alfa —dio un paso hacia mí y
yo di uno hacia atrá s.
—¿De verdad está s tan negado a la idea que asumes que pasará ? —nos
miramos, su tristeza y la mía enfrentá ndose en nuestros ojos y la suya
me dolía má s que la propia.
93
—Aú n faltan añ os... —susurró y yo apreté los labios.
—Lo sé.
—No, solo quiero pensar, es algo serio, y sé que faltan añ os... pero
considerando que es algo que tú sí o sí tienes que hacer... no quiero
encontrarme a esa edad dá ndome cuenta que debemos separarnos
porque no te di un hijo. Quiero pensarlo bien, sopesar todas las opciones
—no era solo mi futuro, era el suyo, y quería decidirlo bien antes de que
nos hundiéramos má s en nuestra necesidad por el otro.
Y aunque el beso fue suave, cuando me bajé del vehículo, sentí que mi
corazó n se había quedado con él, en sus labios.
•••
94
10. Será mejor que corran, que corran,
más rápido que mi lobo
Estaba a media tarde y todo lo que deseaba era que cayera la noche,
refugiarme en una oscuridad completa, donde fuera imposible encontrar
la diferencia entre mis ojos cerrados o abiertos. Pero me conformé con
sentarme en el suelo de mi habitació n, con la cabeza apoyada en el borde
de la cama. Era casi irrisorio el hecho de que mi novio era un lobo y eso
no me alteraba tanto como la idea de que tendría que tener hijos con él.
95
Arny me haya buscado a mí era inaudito, la sociedad hubiese aceptado
mejor que tuviera una mujer omega a que me tuviera a mí. Y sí, lo que las
personas dijeran debería de importar una mierda, pero así no era como
funcionaban las cosas. No me imaginé teniendo hijos no solo porque la
posibilidad de una pareja fuera algo imposible, no me imaginé teniendo
hijos ni siquiera en el caso de que alguien hubiese abusado de mí, no
porque odiara al perpetrador (que seguro así sería) sino porque ¿qué
clase de vida iba a vivir ese hijo o hija? Yo había aceptado mi destino de
discriminació n y soledad, pero imponerle aquello a alguien má s,
sabiendo que un hijo sería aislado por mi culpa, por tener un padre
omega... siempre me pareció incorrecto condenarlo solo por el vientre en
que había sido engendrado.
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No deberían pedirle esa clase de decisiones a un adolescente de
diecisiete añ os, es cierto que soy maduro para mi edad pero hasta yo
creo que es demasiado. Lo del novio sobrenatural era una cosa, era
tó pico de muchos libros juveniles y mis incontables horas de lectura
entre novelas y novelas adolecentes me habían preparado un poco para
este desenlace, pero esto...
—Pasé a buscarte a la biblioteca y no estabas allí —así que había ido por
mí, qué sorpresa, antes de que preguntara por qué, ella ofreció la
informació n— ¿qué es eso que escuché de que le robaste el novio a la
pobre de Penny con tus feromonas?
Lo que me faltaba.
—¿Lo está s?
—Sí, somos novios —ella puso los brazos en jarra y negó con la cabeza.
—No puedo creerlo ¡En serio hiciste algo como eso! Pensaba que te
importaba un poco mi reputació n, que no me harías quedar mal frente a
la gente, pensaba que eras má s sensato —solo mi madre podría hacer mi
noviazgo acerca de ella.
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—No le «quité el novio a Penny», acaba de llegar ¿crees que se hizo novio
un día de ella y al siguiente se decidió por mí? —alzó los brazos molesta.
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—Y yo quiero una madre que no me golpeé pero eso tampoco va a pasar
—alzó la mano de nuevo, yo di un paso atrá s. Entonces empuñ ó un
segundo y luego me apuntó con el dedo.
—¿Para qué? ¿Para que todos hablen de mi hijo omega? —negó con la
cabeza—, disimula, pensaba que en eso eras bueno.
Odio cuando hace cosas como esta, cuando solo le preocupa lo que dirá n
de ella los demá s, cuando le importan má s las apariencias que su propio
hijo. Odio cuando se queda mirando la televisió n como si esperara que
mi padre saliera de ella y le dijera que no iba a dejarla nunca. Odio que lo
ame tanto aú n, má s que a mí. Odio que cuando me manifesté como
omega se avergonzó de mí. Odio que nunca le han importado mi soledad
o mi silencio.
Pero al mismo tiempo amo que cuando niñ o me leía cuentos y leyendas
para dormir, que me haya introducido a un mundo de historias que se
volvió mi refugio. Amo que, aun si nunca me lleva con ella cuando me
compra ropa y a veces equivoca la talla, siempre elige cosas que sabe que
me gustarían a mí, colores que irá n bien conmigo. Amo que tararee
canciones mientras riega sus plantas, que siempre me dé un libro para
mi cumpleañ os, o cuando, sin que se lo pidiera, compró cantidades
99
industriales de popcorn para que yo disfrutara la marató n de Harry
Potter que estaban pasando por la tv.
Incluso para mí, ese fin de semana fue una tortura, terminé de leer dos
libros solo para distraer mi mente de la tensió n. Mi madre y yo no
hablamos ni una palabra, lo que sería bueno, de no ser porque podía
sentir su rabia cuando me miraba, su desaprobació n. Y me encerré en mi
cuarto tratando de ignorar su descontento que parecía extenderse por
toda la casa. Leer era lo ú nico que me ayudaba a escaparme y, gracias a
eso, pensar en los temas que debía pensar no fue nada fá cil. Mi posible
prole con Arny había pasado a segundo plano y, cuando llegué al
instituto el lunes me di cuenta de que no sabía qué hacer, no había
pensado en absoluto en nuestro dilema y tal vez él esperaba una
respuesta ¿si lo saludaba con un beso pensaría que era un sí? Si no lo
besaba ¿pensaría que era un no? No estaba seguro, pero allí estaba Arny,
de pie en la entrada, y cuando me vio corrió hacia mí, yo no estaba listo
para ninguna respuesta, pero él se enfocó en otra cosa.
—Mi madre —su mano se entrelazó con la mía haciéndome sentir seguro
—, no le gusta que estemos saliendo.
100
—¿En serio? Pero ni me conoce —sonaba bastante sorprendido,
probablemente nada acostumbrado a no gustarle a alguien, pero podía
relajarse, este no era el caso.
—No eres tú , soy yo... que la avergoncé al usar mis feromonas para
robarte de la pobre de Penny —lo comenté en tono iró nico, no iba a
ocultá rselo, no tenía caso, si mi madre se había enterado es que algú n
rumor andaba corriendo y al final se enteraría él también se lo dijera o
no. Mejor antes que después. É l frunció las cejas.
—Pero eso no la habría hecho quedar bien, supongo, con esto ella queda
como la pobre víctima y el culpable de que no la eligieras es el omega
masculino seductor de alfas —comenzamos a caminar hacia la entrada.
—Pfff —sonó a un «pf» molesto, apreté su mano para que viera que no
me importaba mucho. Si algo se rompía entre nosotros no iba a ser por
mi madre o Penny, no serían el motivo, tal vez no hubiera motivo, tal vez
seguiríamos juntos, aú n no había decidido sobre nuestro importante
tema— ¿Quieres que vaya a presentarme con tu mamá ? Tal vez eso la
calme.
101
mientras él se inclinaba. Descansé la mejilla en su oreja y lo abracé así, de
ese modo. Aparte de él en su forma de lobo, había pasado mucho tiempo
desde que no abrazaba a nadie y la forma en que sus enormes brazos
sujetaron mi torso y apretaron mi espalda me hizo sentir seguro, aun
cuando sabía que alguien como él probablemente tendría la fuerza para
abrazarme hasta dejarme sin aire, me sentía seguro porque sabía que no
lo haría. Que me abrazaría con cuidado.
102
comida yo iba a tomar mi bandeja hasta nuestra mesa de siempre pero él
me detuvo.
—Solo por hoy, ven, confía en mí —nos llevó hasta una de las mesas
circulares del centro de la cafetería, si no me hubiera dicho «confía en
mí» me habría volteado nada má s llegar, en esa mesa estaba Penny, dos
de sus amigas, Liam, Anastasia, y otros miembros de la má s alta jerarquía
social del colegio y Arny nos sentó en esa mesa con total naturalidad—.
Hola —él saludó como si nada, yo no quería estar allí, todos me miraban
como un bicho raro. El grupo se había quedado callado y podía sentir que
el resto de la cafetería también nos prestaba atenció n.
—Quise que nos sentá ramos aquí para que me dijeran de frente lo que
andan diciendo a mis espaldas —me quedé tan sorprendido como los
demá s, abrí mucho los ojos y lo observé preocupado, pero él no me
miraba a mí sino a Penny—. Vamos Penélope, dime de frente lo que
andas diciendo. Que elegí a Jae en lugar de ti porque usó sus feromonas
—entonces desvió sus ojos hacia Anastasia que había quedado sentada a
mi lado— dime ¿tú lo hueles? —ella parecía encontrar todo eso
divertidísimo, así que se acercó a mí y yo no me alejé má s que porque
aú n estaba demasiado intimidado.
103
—Oh, pero sí sabes, porque te lo dije, sin embargo fue má s fá cil echarle la
culpa a mi novio. Pero vamos a aclararlo para ustedes —miró al resto de
la mesa y entonces se inclinó hacia mi oído—. No te enojes por favor —
susurró antes de ponerse en pie— ¡Vamos a aclararlo para todos! —su
voz resonó en todo el lugar. Como la mayoría estaban sentados, él podía
mirarlos desde arriba y yo quise encogerme en mi sitio ¿es que estaba
loco? É l por sí mismo ya habría llamado la atenció n, pero gritando todos
se callaron para escuchar lo que tenía que decir. El comedor fue silencio
y yo contuve el aliento en mi boca—. Para todos los que han escuchado
cosas —habló fuerte, sin gritar, haciéndose escuchar por todos—, no he
rechazado a nadie ni nadie me ha robado. Soy gay y no lo he ocultado, se
lo he hecho saber a las personas que han tenido intenciones conmigo —y
en ese momento miró a Penny que estaba roja de la vergü enza o la rabia,
dejando claro a quién se refería—. Y mi novio, Jae, no me sedujo con sus
feromonas, simplemente me gustan los castañ os guapísimos de ojos
azules. Así que agradecería que dejaran de meterse con él.
—No puedo creer que hicieras eso —susurré mirá ndolo aú n nervioso. É l
tomó mi mano sobre la mesa y la apretó un poco.
—No creo en dejar a los bullies ser bullies —solté despacio el aire que
estaba reteniendo—, y en este caso, lo ú nico que hice fue decir la verdad.
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•••
105
11. Se aprende más en la Sección
Prohibida
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Arny se había disculpado el mismo día de la declaració n, cuando me
encaminaba de vuelta a casa me había dicho que sabía que esa clase de
atenció n no me gustaba, pero que no había podido quedarse callado. Yo
no sabía có mo sentirme, aú n no sé. Por una parte, el que me protegiera,
que diera la cara por mí, cuando nadie lo había hecho, se sintió
increíblemente bien y cá lido. Sin embargo, también sentía que caía en un
cliché de ser «protegido» en el que nunca había querido verme, porque
me había imaginado independiente de todos, sin una necesidad de que
un héroe má s fuerte y mejor situado que yo que viniera a rescatarme, me
había convencido de que ese rescate no era necesario, que sobreviviría
solo. Pero aquella era un de las tantas cosas que tenía que aprender a
adaptar a mi realidad, que Arny existe, que está en mi vida, que no quiere
marcharse, que si las cosas funcionan no va a marcharse nunca y ese
futuro donde siempre debo valerme por mí mismo no va a existir. No
porque quiera usarlo o tenga muchos deseos de que me mantenga, sino
porque tendré que aprender que puedo aceptar ayuda, su ayuda, porque
no estaré solo.
107
—Te acompañ o —así que por primera vez nos desviamos del camino
habitual, fuimos en la direcció n contraria hasta llegar al centro de mi
pequeñ a ciudad, aunque claro, procuré que no pasá ramos fuera de la
florería donde trabaja mi madre. Cuando entramos a la biblioteca el
suelo crujió má s de lo usual, no digo que mi novio esté gordo, pero sí que
debe pesar como el doble que yo. Tamy despegó su cabeza de chicle de
un libro para buscar quién era el originario del ruido y miró a Arny
primero. Como toda reacció n enarcó una ceja y luego desvió los ojos
hacia mí.
—Hola Tamy —nos acercamos al mesó n—, este es Arny, mi novio. Arny,
esta es Tamy, la bibliotecaria.
—También fui tu niñ era cuando eras crío, no te olvides —remarcó ahora
mostrando un poco má s de interés en Arny, luego de que lo mencionara
como mi novio porque, la verdad, creo que con la primera impresió n no
podría haberle importado menos, a Tamy solo le gustaban los personajes
2D—. Así que tú eres el culpable de la constante ausencia de mi mejor
cliente —Arny se rascó la nuca, hacía eso cuando estaba nervioso, a mí
me encantaba porque flexionaba el brazo y se le veían los mú sculos de
los bíceps, lo cual, en toda honestidad, era un espectá culo que me
gustaba mucho ver.
108
—Vamos —lo llevé a los computadores primero—, aquí suelo hacer los
trabajos de clase, este es el lugar donde me siento siempre —señ alé la
silla y luego lo guié hasta las escaleras para subir al segundo piso. La
tarde estaba nublada y las luces opacas daban un baile de sombras allí
arriba. Lo primero que mi novio miró fue el cuadro de la señ ora con ropa
de muñ eca.
—Ah... —se soltó de mi mano para pasear curioso por el lugar y yo me fui
a los estantes en busca de un libro que quería enseñ arle—. Pues este sofá
sí es có modo —encontré el libro y cuando volteé a mirarlo estaba en mi
sofá . Mis ojos se volvieron dos rendijas azules y acusadoras mientras él
sonreía fingiendo que no se enteraba de nada.
—¿Y ahora dó nde me siento yo? —el sofá era el ú nico asiento junto a la
ventana, má s lejos solo habían mesas con duras sillas. A él le pareció una
109
excelente idea palmearse las piernas como respuesta, sonriéndome con
su hoyuelo irresistible.
Así que me senté, con las mejillas calidad de rubor, pero me senté. De
lado sobre sus piernas, en cuanto lo hice él me rodeó con los brazos y yo
dejé que mi costado reposara sobre su pecho, apoyé el libro sobre mis
propias piernas y alcé mi rostro solo para encontrar el suyo. Tan cerca...
cuando está bamos de pie no era tan fá cil, porque nuestras alturas no
ayudaban, pero de ese modo está bamos casi iguales. Levanté la mano
para acariciarle la mejilla y deslizar la punta de mis dedos hacia su
cabello oscuro que, como humano, era muy suave. Cerró los ojos
mientras apretaba un poco el abrazo que sostenía en mis caderas,
apegá ndome má s a él. Yo me quedé fascinado por sus pá rpados, por lo
poblado de sus pestañ as. Sus detalles me dejaban sin aliento, como la
forma en que se inclinaba casi imperceptiblemente hacia la palma de la
mano con que le repartía caricias, buscá ndome, necesitá ndome como
nadie lo había hecho. Sin decir nada, me atraía hacia sus labios, porque
ellos eran un centro de gravedad creado solo para mí.
Nos besamos.
110
Su sabor era increíble, intenso sin ser molesto, embriagante. La humedad
de su lengua y la sensació n que me recorrió cuando tocó la mía fue lo
mejor que había experimentado en mis diecisiete añ os de vida. El
temblor recorrió todo mi cuerpo y él me sujetó má s firme como si
temiera que sucumbiera. Yo lo necesitaba, esos brazos afirmá ndome, sin
querer dejarme ir. Mi lengua probó la calidez de su boca y me maravillé
de ella, quería conocer cada parte de su dulce cavidad, perderme horas
para memorizar las suaves curvas de su paladar, y jugar con su lengua
hasta que no supiera la diferencia entre la suya y la mía.
Nunca nos habíamos besado así antes y quiero creer que esperó a
besarme de este modo porque quería encontrar el lugar correcto. Quiero
creer que esperó hasta que estuvimos aquí, en el refugio que yo
consideraba mío, el lugar que me hacía sentir má s seguro, má s en casa.
Mi lugar má s íntimo, mi atalaya. Quiero creer que esperó , porque quiso
que fuera perfecto, y para mí no había lugar má s propio que este,
rodeados de aroma a libros y oscuridad inminente.
111
intensidad, besá ndonos solo con los labios de nuevo, besos largos que se
fueron acortando poco a poco, hasta que nuestro ú ltimo beso terminó
con su frente apoyada en la mía, y nos miramos con sonrisas gemelas en
el rostro. No era su típica sonrisa amplia, era modesta, pero la má s
intensa que me había mostrado, el amarillo brillaba, como de otro
mundo y una de sus manos subió hasta mi rostro para acariciar con su
pulgar mi mejilla, mientras yo descansaba mis dedos en su hombro.
—¿Y este libro? —tuvo que carraspear un poco antes de hablar. Yo tomé
el volumen con ambas manos.
—No es mi libro favorito ni nada, pero tiene una parte que me gusta
mucho, quería leértela —sus manos volvieron a descansar en mi cadera.
—«Y soñ ó un sueñ o tan, tan increíble, que fue demasiado para su propio
cerebro. No podía vivir solo en su imaginació n. Su sueñ o increíble
atravesó sus pá rpados, dejó lo onírico y se volvió realidad. Porque esos
sueñ os son los má s poderosos, los que son tan increíbles que volvemos
reales» —era un pá rrafo muy breve, pero siempre me pareció
importante, ahora pienso que me gustaba por alguna clase de
superpoder o conexió n mística entre nosotros. Ahora creo que ese
pá rrafo me gustaba por Arny, porque representaba su sueñ o, su creencia,
no la mía. Yo nunca soñ é con él, pero él me soñ ó a mí, él volvió su sueñ o
realidad y ahora está bamos juntos. Yo no me atreví a soñ ar y él soñ ó por
112
nosotros. Y ese pá rrafo siempre me había gustado, aun cuando yo no
soñ aba, la ú nica explicació n para ello es que tal vez de alguna forma
má gica lo sabía, que en algú n lugar del mundo estaba él, soñ á ndome a
mí.
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Afuera estaba cada vez má s oscuro, comenzamos a caminar hacia mi casa
y nos alejamos de la ciudad cuando una voz conocida llamó mi nombre.
—Señ ora Seaver, es un gusto conocerla, soy Arnulf Hertz, el novio de Jae
—estiró una mano hacia ella, todo cortesía y perfecció n. Mi madre miró
esa mano un segundo antes de estrecharla, tal vez impresionada por él.
—Se nos hizo un poco tarde, por eso quería llevar a Jae de vuelta a casa,
no quería que anduviera solo —mi madre enarcó una ceja.
—Vaya, gracias por eso —miró su reloj—, pero ahora puede caminar
conmigo, estoy segura de que te deben esperar también en tu casa —
prefería mil veces caminar con Arny a hacerlo con ella, pero él solo
asintió y se volteó a verme.
114
—También tú —puso su mano tibia en mi mejilla y se inclinó a dejarme
un breve y cá lido beso
—De verdad le gustas —su voz sonaba blanda, desconocida para mí.
—Sí.
Y pensé en Arny, mi Arny, con los labios suaves de besos hú medos. Pensé
en có mo quería una vida con él y en como deseaba que ojalá existieran
115
má s como él en el mundo, porque él hacía todo mejor; pensé en lo
maravilloso que sería tenerlo dentro, una pequeñ a parte de él, un
pequeñ o pedazo de su existencia fusionada con la mía. Pensé en una
criatura que correría por los bosques, que lloraría a gritos por las noches
porque los lobos como él no callaban ante injusticias y hacían oír sus
reclamos, ya sea por hambre o pañ ales sucios. Pensé en leerle para que
soñ ara como su padre, para que soñ ara miles de mundos y los hiciera
realidad, pensé en lo duro que sería reñ ir ojos ambarinos cuando su
cará cter voluble lo hiciera perder el respeto. Pensé en lo hermoso y lo
difícil que sería, en los desafíos que enfrentaríamos todos. No había
estado viendo el cuadro completo, no sería solo mío, no sería solo del
«omega masculino», sería de su padre también, increíble y má gico en sí
mismo.
Sería nuestro.
Realmente lo quiero.
•••
Sé que en este capítulo no pasaron muchas cosas, pero lo que ocurrió fue
importante. Estuve mucho tiempo peleando con la parte del beso, sé que
un beso de ese tipo normalmente no es un hito tan grande en las
historias, pero quería que lo fuera para ellos, lo tenía muy claro en mi
cabeza y luche para ponerlo en palabras, para proyectar todo lo que
había imaginado (no creo haberlo logrado por completo). Lo importante
era que estaban dejá ndose entrar el uno en el otro...
116
12. Mi lobo me plantó así que almorcé
con su mamá
Por supuesto que cuando tengo má s ganas de ver a mi novio para darle
una buena noticia, él decide faltar a clases. Pensé que tal vez solo se
había quedado dormido cuando, al llegar no me estaba esperando afuera
del instituto como siempre, pero lo esperé en la entrada hasta que sonó
el timbre y nada, ni rastro de él, y cuando fui a su saló n uno de sus
compañ eros me dijo que no había aparecido en clase. Me pregunté si le
habría pasado algo, el día anterior se veía bien (má s que bien). Así que
nada má s salí al medio día lo llamé por teléfono.
Me contestó su mamá .
117
—¿En serio? —al otro lado del teléfono la mamá de Arny sonaba
tranquila.
—Sí, Arny olvidó avisarte ayer que hoy no iría a clases... dijo que algo lo
distrajo —menos mal que su mamá no podía ver que me había sonrojado
al pensar en el «algo» que lo había distraído.
—Oh... —miré a todos lados viendo que nadie estuviese cerca y crucé al
bosque donde podría hablar con má s libertad—, pensaba que eso no le
afectaba.
Así que era eso, una de las tantas cosas de tener un novio sobrenatural,
mientras avanzaba por el bosque me pregunté si estaría por ahí cerca,
pero probablemente no, estaría en lo má s profundo, lejos de humanos.
—Oh, pues ¿por qué no vienes a almorzar conmigo? —su mamá sonaba
muy tranquila—, yo estoy por terminar de analizar unas muestras,
pensaba ir al centro a por algo de comida ¿por qué no paso por ti y
vienes conmigo? Arny y los demá s regresará n a cenar antes de volver a
salir así que podrá s verlo.
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La oferta me sorprendía e intimidaba, por un lado no sabía si podía estar
solo con su mamá , pero por otro lado realmente quería verlo, quería
contarle lo que había decidido y no quería esperar a mañ ana. Ademá s, de
pronto recordé que había cosas que quería preguntarle a su mamá ,
porque era una omega, con su pareja destinada.
—Hola Jae ¿có mo está s? —le sonreí y me puse el cinturó n—, espero que
te guste el pollo con papas fritas.
—Me gusta, y estoy bien ¿có mo está usted? —ella frunció un poco los
labios.
—Iba a decirte esto la vez pasada y no alcancé, por favor tesoro, há blame
de tú , puedes llamarme Amelia —conducía con los ojos en la carretera—
confío en que seremos familia así que está bien ser má s coloquial,
119
honestamente, me hace sentir algo vieja cuando me hablas de «usted» y
aun con un hijo de casi dieciocho, deberías saber que lo tuve muy joven.
—Arny se pondrá feliz de verte, estaba muy preocupado esta mañ ana
porque olvidó avisarte que no estaría.
—Señ ... —me detuve—, Amelia ¿puedo hacerte preguntas? Leí un libro
sobre diferencias de la relació n de alfas y omegas destinados y no sé qué
es cierto y qué no —detuvo el vehículo frente a la casa. Se estiró para
sacar unas bolsas del asiento trasero (la fuente del olor a comida) y me
sonrió .
120
dó nde estaría corriendo mi novio. Antes de empezar las preguntas ella
sirvió dos platos con pollo y papas fritas, ademá s puso jugo de naranja y
nos sentamos a comer. Estaba bastante bueno—. Cuéntame, qué quieres
saber.
—Pues —traté de recordar—, pues decía que un alfa podría usar sus
feromonas má s fá cil para dominarme —bebió algo de jugo antes de
contestar.
—Medio cierto, medio no. Es cierto que sus feromonas afectan, pero no
que te fuercen o dominen, sino que hacen que quieras obedecer. Te dan
ganas de hacer caso si te está n pidiendo algo —vaya, no sabía si me
gustaba la idea de perder mi voluntad—, esto, claro está , si esa es su
intenció n. Puede que Arny esté liberando sus feromonas simplemente
porque siente deseos de ti en ese instante y si, en ese momento, te pide
«salta en un pie», pero no está liberando sus feromonas porque quiere
hacerte saltar en un pie, eso no pasará . O sea, no sentirá s la necesidad de
saltar porque no está liberando las feromonas con esas intenciones, no lo
está haciendo para someterte —me mira—, y un alfa necesita mucho
control y prá ctica para aprender a usar las feromonas de ese modo —eso
me aliviaba mucho, aunque no creía que Arny fuera a hacerme algo así,
pero de todos modos quería saberlo.
—Ya veo... también decía que aun sin estar enlazados, él sería capaz de
escuchar si yo emitiera mi llanto de omega, ya sabes, en peligro —corté
un poco del pollo y sonreí al sentir el sabor. Ella asintió .
121
—También... —me sonrojé un poco, no sabía si podía preguntar aquello.
—Es lo que leí ¿hay algo má s que no esté? —esa era una posibilidad.
Comí de mis papas mientras ella parecía intentar recordar.
—Creo que en general es eso, aunque sí diría que tenemos una necesidad
del otro má s fuerte que la de parejas enlazadas comunes —la veo
terminar sus papas, acomodar los tenedores y observarme—, no es solo
que esté enamorada de Saskia, nos amamos, pero también necesitamos
estar juntas, las otras parejas destinadas que conozco son igual. Nos es
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difícil pasar tiempo sin vernos porque estamos llamadas la una a la otra
—me sonríe—, un par de días no es difícil pero má s... se vuelve...
—No es que no puedan vivir separados, uno puede aprender a vivir con
esas sensaciones y se vuelven soportables con el tiempo, pero lo mejor es
estar juntos. Ademá s... no veo nada malo en estar con quien amas —en
eso tenía razó n—. Por eso es ideal tomar decisiones juntos, de modo que
puedan avanzar en la vida sin necesidad de alejarse demasiado. Por
cierto, esto es después de enlazarse —aclaró y yo entendí, porque yo no
me había sentido tan necesitado de Arny los fines de semana, lo
extrañ aba, sí, pero no de ese modo—, antes de enlazarse los destinados
se necesitan, pero no es un llamado tan fuerte.
—Ya veo —era bueno saberlo, así podríamos decidir el mejor momento
para formar el enlace. Si, por ejemplo, íbamos a la universidad en
diferentes ciudades, tendríamos que esperar a terminar nuestra
123
educació n para enlazarnos porque de no ser así sería muy difícil
soportarlo.
Luego de eso ella lavó los platos y yo los sequé. Me enseñ ó las muestras
de su investigació n en su laboratorio y la ayudé a organizar las que le
faltaban en sus estantes. Me parecía fascinante el trabajo que hacía, me
contaba sobre la pasió n que sentía por la naturaleza, que siempre le
había parecido algo tan importante, algo que necesitaban cuidar y había
sido demasiado afortunada al ver que Saskia compartía una pasió n tan
similar a la suya. Me enseñ a sobre ecosistemas y para cuando salimos del
laboratorio ya está atardeciendo. Descubro que la parte de atrá s de la
casa está rodeada por un piso de madera con asientos que miran al
bosque, nos sentamos a esperar y la observo un instante, sus ojos verdes
se pierden en la lejanía, añ orando que su familia regrese.
—¿A qué te refieres con que «no pudo ser»? —ella volteó hacia mí.
124
bisabuelos tiene que haber sido lobo, por lo que tus abuelos deben haber
sido de esos casos en que no nacieron como lobos, pero no les
despertaron. Ya sea intencionado o no, la familia decidió quedarse en el
lado «normal» —explicó —, pero cuando buscamos, ninguno de mis
bisabuelos venía de un clan de lobos, incluso analizamos mi adn a ver si
había algú n rastro, pero no hubo suerte —todo eso era informació n
nueva para mí ¿si había sangre de lobo en mi familia podría
transformarme? ¿Podría salir a correr con Arny en Luna llena? ¿Podría
correr con él y nuestros cachorros?—. Si hubiese tenido sangre, el clan
habría estudiado la posibilidad de despertar mi sangre de lobo para que
pudiera cambiar. Así que Arny no te mintió , él no puede transformar
gente —me miró —, pero el clan podría, si quisieras y tuvieras el linaje.
—¿Có mo pudiste saber que tus bisabuelos no eran lobos? —dudaba que
hubiesen estado vivos todos.
125
—Claro, luego te lo dejo —si era una posibilidad quería intentarlo,
porque si alguien era capaz de tener un hijo no-lobo porque uno de sus
padres no era lobo, con mi suerte, ese sería yo. Y sobre todo... quería
sentir lo que Arny sentía, quería comprenderlo má s, ser parte de su raza,
quería que nuestras diferencias no fueran tantas, quería acercarme a él
un poco má s.
Los ojos de Amelia voltearon hacia el bosque con atenció n y traté de ver
lo que ella estaba mirando, pero tal vez no era que había visto nada, sino
que los había sentido acercarse. Noté movimiento a la distancia y me
puse instintivamente de pie, dando pasos hacia el bosque, me quedé de
pie a unos cinco metros de los á rboles y mi sonrisa se volvió amplia
cuando vi a un lobo negro aparecer, era él, lo reconocía, corrió directo a
mí y me saltó encima haciéndome caer al suelo, me alcancé a afirmar con
las manos mientras él ponía sus patas delanteras junto a mi rostro y
comenzaba a lamer mi cara y mi cuello con desesperació n, haciéndome
cosquillas y sacá ndome carcajadas.
126
desnudos. No estaría bien espiar así que solo acepté y seguí a Arny a su
cuarto. Me alivió un poco que ya tenía los bó xer puestos.
—Que... —tomé mucho aire, pensé que sería difícil, que estaría nervioso
de decírselo, que sentiría que tal vez me estaba amarrando o cometiendo
un error. Pero lo cierto es que lo ú nico que sentía era emoció n buena y
ganas de ver su reacció n—... quiero hacerlo, quiero tener hijos contigo.
127
—Gracias, gracias —repetía aquello entre cada beso, haciéndome
cosquillas y haciéndome sentir tan cá lido. Abracé su espalda desnuda y
él apoyó su cuerpo má s sobre mí, aú n abrazá ndome por la cadera. Puso
su frente sobre la mía y me miró con sus ojos má gicos—. Eres increíble.
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—Gracias por venir a verme solo para decirme... te extrañ aba —se puso
de rodillas frente a mí y yo aproveché de acariciarle el cabello ya que
sentado en la cama quedaba má s arriba de él.
—También yo... no era solo decirte, quería verte —perdí mis manos en
su pelo y él me mostró una expresió n de relajació n absoluta.
La dulce voz de V nos llamó a cenar con un «DICE MAMÁ QUE PAREN DE
BESARSE Y QUE VENGAN». No nos está bamos besando, solo le estaba
acariciando a mi novio el cabello porque, como lobo o humano, parecía
gustarle mucho.
—¡Cá llate enano! —y con ese grito tomó mi mano y nos unimos a la cena.
•••
129
13. Los pasos en la dieta lobuna
130
—Ciertamente debe haber ayudado a que reaccionaras bien a nuestro
«secreto familiar» —ella bromeaba, se notaba en su voz—, mi querida
esposa aquí se asustó bastante —sonreía y miraba a Amelia, ella no se
vio afectada, tal vez acostumbrada a que le recordara aquello.
Era extrañ o, aun cuando los conocía tan poco me sentía a gusto con ellos,
escuchando las bromas que sus madres se hacían, la pequeñ a pelea de
Arny y V por el mismo pedazo de carne. No me hacían sentir fuera de
lugar, me gustaba mirarlos, me gustaba má s que nada mirar a mi novio
relajado y contento con su familia, tan increíblemente natural y feliz. Era
muy diferente del escenario de mi casa, pero me gustaba. Creo que si lo
hubiera imaginado sin vivirlo me habría abrumado, pero una vez allí... no
era abrumador en lo absoluto, tal vez porque disfrutaba mirando a Arny
o escuchando a su hermanito contar lo mucho que había corrido en el
bosque. Afuera comenzaba a oscurecer y Saskia miró por la ventana.
131
—Gracias por venir —el beso que compartimos fue intenso pero breve
—, te llamaré mañ ana —entonces se apartó para desnudarse y yo decidí
salir al balcó n de afuera para darle privacidad porque por mucho que
deseaba verlo, no se sentía apropiado con sus madres en casa. Afuera
estaba Amelia, mirando a Saskia y V que ya se encontraban en su forma
de lobo. Arny no tardó en unírseles y lo observé adentrarse en el bosque,
grande e increíble como era. La Luna comenzaba a coronarse en el cielo.
Amelia y yo compartimos una sonrisa.
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—Es tarde.
Pensé en el libro que aun quería revisar. Sabía los nombres de mis
abuelos maternos, aunque mi abuelo había fallecido antes de que yo
naciera y mi abuela cuando yo tenía ocho añ os. Aun así la recordaba con
mucho afecto porque siempre fue amable conmigo y me daba dulces a
escondidas. Robert Seaver y Paris Seaver (originalmente Paris Smith)
ambos betas, pero necesitaba los otros nombres.
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—Melanie Smith y Claude Lowell —otra sorpresa.
—¿Tampoco se casaron?
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«Ronan "del agua" Gamble» y al costado «Aclarar que el apodo "del agua"
no se ganó por ser gran nadador, sino porque no creía en los bañ os y
había que arrojarle agua cada cierto tiempo para que los tomara»
Pequeñ as cosas por el estilo animaban la lectura, pero luego de una hora
el sueñ o atacó . Escondí el libro bajo la cama y decidí descansar, no sin
antes mirar hacia la Luna llena que brillaba alto en el cielo. Podía
imaginar a mi lobo aullando en medio del bosque, el solo pensar en él,
poderoso, me hacía vibrar.
Y cuando dormí soñ é con él. Tal vez porque me había acostado pensando
demasiado en mi novio, o simplemente porque ú ltimamente Arny
siempre llena mi cabeza, el resultado fue que me despertara má s
temprano de lo comú n para hacerme cargo de la necesidad entre mis
piernas. No debería avergonzarme, era algo natural, yo era un
adolescente saludable, pero aun así me hacía sentir pudor esa clase de
cosas y la sola idea de hablar con Arny y que por algú n motivo lo
adivinara.
135
«El clan Viento Nocturno desapareció paulatinamente. Su ú ltimo líder
murió sin dejar descendencia pues se negó a enlazarse sin su destino.
Los descendientes que quedaban decidieron no elegir un nuevo líder, en
cambio abandonaron el clan. Un clan sin cabeza deja de andar.»
Mi bisabuelo habría sido uno de esos miembros que solo dejaron el clan,
no lo conocí así que no sabía sus motivos pero nada importaba, porque él
había sido un lobo. Su sangre estaba en la mía y yo necesitaba contarle a
Arny.
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—Que me mostró el...
—Sí.
—Oh —lo había olvidado por completo, yo tomaba mis supresores cada
mañ ana con mi desayuno (los había tomado hoy) pero en la noche
perdían el efecto mientras dormía, así que obviamente mi cuarto tendría
el aroma de mis feromonas, solo que yo no me daba cuenta—. Se me
137
olvidó por completo, nunca había traído a nadie aquí ¿quieres hablar en
el saló n mejor?
—No... —su voz salió algo ronca. Sus ojos se veían oscuros, su pupila se
había dilatado hasta casi cubrir su mirada por completo. Pero negó con la
cabeza, respiró hondo y soltó despacio el aire—. Estoy bien, solo me
atrapó por sorpresa... desde que nos vimos por primera vez que no
sentía tus feromonas y esa vez fue muy de lejos, pero estoy bien, no está n
viniendo de ti ahora —asentí.
—Es má s que solo tener un bisabuelo lobo no basta, Jae, hay que
presentar la solicitud al clan, el clan debe evaluarte y decidir si no será s
un peligro para nuestro secreto y si aceptan, el proceso no es fá cil, en
nuestro clan se ha hecho solo dos veces, porque no es algo comú n que
pase todos los días que justo tu destinado humano sí pueda cambiar a
lobo y... —para mí eso solo sonaba a burocracia ¿es que creía que no me
iban a aceptar?
138
—Temo que te acepten.
—Oh —así que estaba preocupado por mí. Aun así se sentía un poco
ofensivo— ¿no crees que mi cuerpo vaya a soportarlo?
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vista y acepto con calma su mirada que quema. Finalmente niega y
suspira.
140
abuelo realmente haya sido lobo, una vez comprobado aquello, verá n
que no seas un peligro para nuestro secreto, tendrá s una sesió n con el
consejo y, luego de eso, si te aprueban, el clan podría convertirte.
—Ni idea, esa informació n solo la manejan los ancianos del clan... que no
necesariamente son ancianos ¿eh? —se apresuró a explicar—, a mi tío le
molesta mucho el término, dice que está joven —sonríe y me muestra el
hoyuelo que había estado extrañ ando. Me surgían muchísimas ideas con
todo eso.
—No me habías dicho que tu abuela es la líder del clan ¿eso te hace
sucesió n a líder del clan? —negó .
141
—No. Aunque sí creo que va a saltar una generació n, pero para elegir a
mi prima —señ alé la cicatriz en su cuello.
—Sí. Dalia ha deseado ser líder desde siempre y es muy buena con todo
lo que implica, la organizació n, el velar por los otros, la diplomacia —me
acaricia la mejilla y me siento tibio cuando peina mi cabello hacia atrá s
—, como comprobamos en la cafetería, yo no soy muy diplomá tico —me
reí.
—Eso es cierto.
—Pensaba que sería algo como «el guerrero má s fuerte» o algo así.
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Entendió claro el mensaje, mi lobo lee la mente, estoy seguro. Su mano
derecha se afirmó a mi cadera y me atrajo hacia él mientras la otra se
perdió en el cabello sobre mi nuca.
•••
143
14. Salem al escabeche
144
bajó ambas manos a mis nalgas, me levantó y me hizo sentarme a
horcajadas sobre él. Dios, es tan inteligente, gracias a los dioses por
darme un novio tan listo, así era mucho má s fá cil, era perfecto. Mi rostro
quedaba solo un poco má s arriba del suyo, podía tocarlo, podía
estremecerme cuando sus dedos apretaban mis glú teos haciéndome
vibrar de placer.
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medio sonrojado por nuestra acalorada sesió n, pero eso me hizo
avergonzar má s.
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—No, creo que dejé claro a todos que son mías...
—No son tuyas, son mías —piqué su costado con mi dedo y dio un
pequeñ o brinco.
—Sé que no te agrada, nunca me has dicho la razó n, pero creo entender
por qué no mientes, porque quieres que la gente te crea siempre —me
perdí en su mirada—, pero hay cosas má s importantes que lograr que
cualquier persona te crea... y una de esas es la seguridad de tu familia —
toma mi rostro entre sus manos—, y yo voy a creerte, Jae, las personas
que son importantes en tu vida, que confían en ti, esas van a creerte y
esas son las que deberían importar —sus pulgares acarician mis mejillas,
me hacen sentir tranquilo—. Necesito que pienses en lo que es má s
importante.
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—No solo a mí, a mi madre, mi hermano, mi familia entera, mi clan,
muchos otros —me da una sonrisa tentativa—. Harry no va y le dice a
todo el mundo muggle que es mago, porque sabe que muchos querrían
hacerles dañ o —sabía có mo convencerme, aun cuando llevá bamos tan
poco tiempo juntos, se sentía como si hubiésemos estado siempre de ese
modo. Asentí.
—Está bien.
—Ademá s... cuando tengamos hijos está todo lo de Santa Claus y esas
cosas, alguna mentira les tendremos que decir —me reí.
—Supongo.
—No lo haré —quería creer que era cierto, que de verdad podía mentir y
nada malo ocurriría, pero sí me daba algo de inquietud, no recordaba la
ú ltima vez que había dicho una mentira. Literalmente, no se venía nada a
mi mente.
—Eres como un pozo sin fondo —salimos del cuarto y luego de la casa. El
jeep nos esperaba afuera y subimos aunque la ciudad no estaba tan lejos.
—Estoy en crecimiento.
148
—Me asusta que eso sea verdad —soltó una carcajada, yo hablaba en
serio. É l era ya bastante alto y grande, en demasiados sentidos. Me puse
el cinturó n.
—No hace tanto frío, pero podría ser un picnic o algo, en la playa, ya
sabes, una cita —sonreí.
—¿No es esto una cita? —me miró con su sonrisa que enseñ aba todos los
dientes por un par de segundos antes de volver a mirar el camino.
—Pero quiero llevarte a algú n lado. Salir de Roscoe, me gusta correr por
el bosque pero me siento un poco enjaulado sin salir de aquí tanto
tiempo —éramos muy distintos.
—Yo la ú ltima vez que salí de Roscoe fue hace dos añ os —se quedó ,
literal, con la boca abierta.
—No. Tengo que estudiar, hay exá menes esta semana, no quiero bajar
mis notas.
149
La semana estuvo difícil, en general a los profesores les gustaba
acumular los exá menes en alguna semana, cosa de hacer má s difícil el
estudio y que uno tuviera que sufrir porque tenía tres pruebas en un
mismo día. Me la pasé estudiando y diciéndole a Arny que estudiara y no
se distrajera (sus notas no eran malas pero al parecer le costaba
concentrarse). Para cuando llegó el viernes solo quería olvidarme de
todo y nuestra cita era la mejor forma de hacerlo, habíamos acordado ir
después de clase, para celebrar que la semana del horror había
terminado. Así que gustoso me subí al jeep y me desparramé en el
asiento.
—Sí es verdad, está s ahí, todo sonriente ¿es que no te preocupan tus
resultados? ¡Ni estudiaste mucho!
—Bah, lo que tenga que ser será —negué con la cabeza. Lo cierto es que
le envidiaba su actitud relajada, quería ser má s como él y que me
importara menos.
Había una salida al océano a unas dos horas de Roscoe, Arny lo había
buscado y nos dirigíamos hacia allá . De fondo había puesto alguna radio,
pero con volumen bajo, tal vez porque preferíamos hablar.
—Arny ¿has pensado lo que hará s cuando te gradú es? —frunció el ceñ o.
—Es un día hermoso ¿por qué quieres arruinarlo? —era verdad, hoy
había salido el sol. Pero mi intenció n no era esa.
150
estudiar. Mi punto es ese —había estado pensando mucho en ello esa
semana, porque incluso cuando estudiaba en silencio, lo hacía con él a mi
lado, me acompañ ó a la biblioteca má s de un día. Almorzá bamos juntos
en la cafetería y cuando había visto que mis ojos estaban cansados, me
había hablado para distraerme y darle un descanso a mi abrumada
cabeza. Me estaba volviendo adicto a su compañ ía—. Que yo tengo un
curso má s por delante, pero tú no... y pase lo que pase, tú te marchará s, y
estaremos lejos.
—Solo por ahora, en nada cumplirá s dieciocho —pero era cierto, como
por cuatro meses ambos teníamos la misma edad, no alcanzá bamos a
tener un añ o de diferencia entre nosotros, pero nuestros cumpleañ os
habían quedado mal situados en el corte del añ o escolar y habíamos
terminado en añ os distintos. Yo sí había estado pensando en ello, en
especial en la semana que había pasado.
—¿Y si te dijera que no tienes que hacer eso? —enarcó una ceja.
—¿Có mo?
—Ellos se lo pierden.
151
también he tomado muchas avanzadas y, técnicamente, tengo los
suficientes créditos para graduarme a final de añ o... si hiciera la solicitud
ahora —de pronto orilló el jeep en la carretera y apagó el motor. No
esperé que reaccionaría así, pensé que se pondría contento, en cambio,
me miró muy serio.
152
Desde que lo conozco creo que me ha hecho reír má s de lo que me he
reído en toda mi vida. Algunos libros me han causado mucha gracia, pero
no sé si me he reído y sonreído tanto como con él. Quiero una vida a su
lado, quiero una vida de sonrisas, bromas y juegos.
—Pero, sé que no te gusta el tema pero debes pensar bien lo que deseas
hacer, así podremos armar mejor un futuro juntos. Yo no tengo ninguna
universidad soñ ada —siempre había solo querido una que estuviera
lejos de Roscoe, nada má s—, así que mientras elijas una que también
tenga un buen programa de literatura, estaremos bien.
—Sí, con lo guapo que eres seguramente te harías popular muy rá pido y
podrían seguirte —no se rió ni yo me reí, porque no era una broma, era
en serio. Arny sabía que era guapo, yo sabía que era guapo, cualquiera
153
con una cá mara lo sabría también y podría ganar popularidad solo por
eso.
—Es una pena que no te apasione la fotografía, los fotó grafos pueden
viajar mucho, podrías dedicarte a hacer fotografía ambientalista, y con
ellos suele pasar que no les gusta ser fotografiados así que, aun si te
hicieras conocido, se entendería que no quieres que te tomen fotos. Ellos
suelen decir que no quieren que se trate de ellos sino de sus fotos —lo
dije porque de pronto se me había pasado por la cabeza. No esperé que
Arny aprovechara que íbamos en una recta despejada para voltearse y
besarme— ¡Arny! —beso— Mira... —beso— adelante.
—¡No hagas eso! Se supone que tenemos que vivir nuestra vida juntos,
una vida larga, no estrellarnos en carretera —sonreía, eso me quitaba la
molestia, se aprovechaba porque sabía que su hoyuelo me era
irresistible.
—Tienes las mejores ocurrencias —se veía feliz, suponía que iba a
intentarlo—. Voy a darle a la fotografía una oportunidad, pero quiero
que tú también lo pienses.
154
apoyaré y procuraré hacer siempre viajes cortos para regresar a tu lado
lo má s pronto posible, pero si tu sueñ o venía solo de tu necesidad de
soledad... quiero que lo pienses, Jae. Si realmente quieres quedarte
siempre encerrado entre libros o si ese fue solo tu mecanismo de
protecció n, tu armadura. Si es lo que amas, genial, pero igual quiero que
lo pienses.
—Lo pensaré —se conformó con eso y por lo que restaba del viaje (que
no era mucho), reflexioné al respecto.
No estaba seguro de nada. Amaba los libros, amaba leer má s que nada y
perderme en los mundos de historias, pero esa no era una profesió n, no
realmente. El lugar que había imaginado para satisfacer mi necesidad de
historias había sido la biblioteca. Sí, la había elegido como refugio, no
había mucha duda en ello, pero no significaba que no amara las
bibliotecas. Mientras pensaba llegamos a la playa, Arny estacionó en el
suelo má s firme de piedra, antes de que empezara la arena. Nos bajamos
y él sacó de la parte de atrá s del vehículo una caja con lo que supuse era
comida, y una manta. Había un poco de viento pero no estaba realmente
helado. Había algunas parejas por ahí. Comenzamos a caminar tomados
de la mano, alejá ndonos para buscar un lugar má s vacío. Pensé en mis
sueñ os, que nunca incluyeron a Arny, pero ahora era lo mejor que había
ocurrido. Y pensé en aquello que había soñ ado que no tenía nada que ver
con usarlo de armadura ni nada por el estilo, sino algo que siempre había
querido tener.
155
Creo que no lo había mencionado antes porque me había dado algo de
miedo preguntar, pero había llegado el momento.
—¿Te gustan los gatos? —mi voz tal vez lo sorprendió un poco. Me miró
confundido por un segundo y luego se encogió de hombros.
—¿Los gatos? No sé, nunca me he comido uno... —¿eh?—, creo que tal
vez Dalia se comió un gato montés alguna vez, tendría que preguntarle
—y seguía—, tenemos un paladar similar...
—Ah... —se hizo el que recién entendía—, lo siento, cariñ o, tienes que
especificar esas cosas, es confuso cuando lo preguntas así —nos
detuvimos, está bamos ya bastante lejos de la gente. Arny extendió la
manta a cuadros roja con café, acomodó la caja y nos sentamos.
—Solo tú podrías pensar que preguntaba por comerlo —lo acusé y se rió .
—Está s loco.
156
juntos y convertirme en un lobo... lo demá s no debería ser tan difícil.
Encontraríamos un camino juntos.
•••
157
15. Amor se escribe con «o» de
hoyuelo
158
De pronto sentí su cabeza sobre mi estó mago, se había recostado
también solo que apoyá ndose de aquel modo en mí. Estiré la mano para
aprovechar de acariciarle el cabello ya que lo tenía justo allí y disfrutaba
de la sensació n de pasear mis dedos entre las hebras oscuras. Seguí
acariciá ndolo por un buen rato hasta que me dio algo de sueñ o y, porque
no quería dormirme en nuestra primera cita fuera de la ciudad, intenté
moverme.
—Genial, hagá moslo ahora —me enseñ ó todos los dientes pero ni con
hoyuelo me convencería.
159
—Eso suena a mucho tiempo —lo besé para calmarlo, era lo que él hacía
conmigo y creo que funcionó porque pronto se encontraba
mordiéndome suavemente el labio y tirá ndolo antes de dejarme una
lamida—¿Cuá ndo es tu celo?
—¿Eh? —me aparté un poco porque la pregunta era algo íntima, y sí,
habíamos hablado de muchas cosas pero sentí que llegó algo de la nada.
—Seguro nos veremos, cae día de semana —frunció sus cejas hasta que
casi se juntaron en una sola.
—Pero tienes clases con un alfa —se cruzó de brazos, con el ceñ o aú n
fruncido, su voz sonaba má s a gruñ ido que palabras.
—No me gusta.
160
habían enseñ ado lo suficiente como para que pudiera imaginarlo. Si me
mordiera estaría muchísimo má s tranquilo, obviamente, mi celo solo le
afectaría a él. Pero de momento no era así. Traté de explicar.
—Mi celo es regular, llega cada 3 meses sin falta, tengo la fecha anotada
en un calendario y alarma en mi teléfono. No me toma por sorpresa y,
aun cuando sé la fecha exacta, los días antes siempre cargo un supresor
inyectable conmigo —hablé muy calmado, para que viera que no era algo
que yo tomaba a la ligera—, si fuera peligroso para mí me quedaría en
casa, pero he pasado muchos celos desde que me manifesté, y créeme, no
es peligroso —mi tono de voz parecía funcionar porque su rostro se
relajó .
—Aun si es solo un poco, muy leve, voy a sentirlo, Jae, soy un lobo, puedo
oler lo que otros no —no había pensado en eso.
—No puedo darte mi celo de regalo pero ¿qué quieres? —estiré la mano
para entrelazar mis dedos con los suyos.
—¿A dó nde podría ir? Obvio que lo pasaremos juntos, dime algo que
quieras ¿no hay algú n libro o algo así? —podría intentar hablar con mi
padre y pedir dinero como compensació n por no haber venido para mi
161
cumpleañ os este añ o. Si tenía suerte, tal vez hasta me alcanzara para
comprar unos audífonos, aunque con Arny a mi lado no los había
extrañ ado.
Me hace quererlo aú n má s.
—Anda, vamos —se puso de pie de pronto, se sacó las zapatillas y las
dejó sobre la manta, sorprendiéndome.
—Si te sigues moviendo te vas a caer y mojar en serio —sus pies tocaron
el agua, estaba seguro, chillé bajito y dejé de pelear, aun cuando sabía
que él no me dejaría caer.
162
—Qué clase de perro loco eres.
—¿Te gustó ? —habló un buen tiempo después, me miró con una sonrisa
menos traviesa, má s apreciativa, como respuesta dejé un beso en su
mejilla ¿có mo era que mis labios estaban helados y su piel tibia? É l tenía
los pies descalzos en el agua helada. Nos sacó del mar y cuando ya
163
íbamos en la arena pensé que me bajaría y me dejaría caminar, pero no
lo hizo, me llevó hasta la manta y me depositó allí cual divina majestad.
Pude ver que sus pantalones se habían mojado un poco en la parte
doblada, ciertamente sus pies ahora estaban llenos de arena.
—Di la verdad, quieres ser lobo para no pasar frío —la idea era graciosa
y me hizo soltar una carcajada.
Quería que supiera que estoy enamorado de él. Que aun en ese corto
tiempo me ha hecho enamorarme de cada uno de sus detalles, de sus
gestos, incluso de los lados impulsivos que me provocan mini-infartos de
vez en cuando porque no sé có mo las cosas van a resultar. Quería que
supiera que me había enamorado con sus ojos ambarinos, con sus
caricias, con sus palabras de á nimo, con su silencio, con sus lamidas
como lobo, con la forma en que movía la patita cuando lo rascaba, que
me había enamorado de cada detalle. Tal vez por la magia de ser
destinados... tal vez por el hoyuelo en su mejilla (probablemente el
164
hoyuelo). En cambio lo que hice fue dejar ese beso, sobre su corazó n y
enfrentar su mirada ambarina en silencio y regocijarme en la sonrisa de
satisfacció n tenue que brillaba en sus labios, totalmente comprensiva,
como si pudiera entender el detalle y el significado de mis gestos.
Y decidí que lo amaría siempre, aun si un día, por algú n motivo extrañ o,
perdía su hoyuelo.
•••
165
Gracias a todas las personas que leen, comentan y dejan estrellita. Sé que
este capítulo fue muy dulce, no me hago responsable por los niveles de
azú car de nadie (lo digo por motivos legales(?)), también fue má s corto
que los capítulos anteriores, un poco má s similar a la extensió n que
había en el inicio, aun así espero que lo disfrutaran mucho.
166
16. La mala suerte viene de tres en tres
Mi corazó n se sentía ligero, por primera vez había dicho a Arny que lo
amaba. Nos despedimos en la puerta de mi casa con sonrisas similares.
Cuando entré estaba de buen humor, mi madre ya había llegado y se
encontraba frente a la televisió n bebiendo té, en el ú ltimo mes nos
habíamos acostumbrado a esa rutina, yo llegaba después que ella; como
hacía menos frío paseaba con Arny, o nos juntá bamos a estudiar; los
fines de semana lo visitaba al menos un día y estudiá bamos, o nos
besá bamos la mitad del tiempo. No habíamos vuelto a ir a la playa, Arny
había sugerido un viaje al cine pero yo quería que nos tomá ramos en
serio el estudio, a sus mamá s eso les gustaba bastante. Arny no lo
disfrutaba tanto pero era increíble lo inteligente que demostraba ser
cuando sí se esforzaba, y lo hacía por mí, aunque yo quería que se
esforzara por sí mismo, porque la verdad mi ú nico deseo era verlo
triunfar.
167
Las cosas estaban en movimiento en nuestra vida, a él le habían regalado
una cá mara y se divertía bastante tomando fotografías, estaba
estudiando sobre lentes, enfoques, muchas cosas que a mí me sonaban a
chino, pero que a Arny comenzaban a apasionarle. Lo ú nico malo era
cuando quería fotografiarme a mí, que no me sentía tan có modo con ello.
También había enviado su solicitud a la líder de su clan para convertirme
y se encontraban estudiando mi caso, al mismo tiempo, yo había
entregado la solicitud a mi colegio para rendir el ECN este añ o. Mi madre
había tenido que firmar para demostrar que aprobaba que yo fuera a
adelantarme. Esa había sido una conversació n incó moda, pero había
terminado aceptando. Entendía, tal vez, que no quisiera separarme de mi
alfa, aunque no supiera la razó n real. Lo que le desagradaba era que me
iba a marchar de casa antes y que, como iba a adelantar mi examen y este
técnicamente no era mi añ o, la prueba no sería gratis, tenía que pagarla.
Si rindiera el ECN el otro añ o, el gobierno pagaba por el examen, pero
cualquiera que quisiera rendirlo fuera de su añ o (o por segunda, tercera,
cuarta vez) debía pagar por la prueba. No era una suma menor, tampoco
era carísima, pero había que conseguir el dinero.
—¿Te avisó ya si hizo el depó sito? —la fecha límite para este era en un
par de semanas, mi madre le había dicho hace tres semanas que
necesitaba hacerlo y él había contestado que lo haría y que enviaría el
comprobante. Así que ahora, todos los días llegaba y le preguntaba a mi
madre si había ya enviado la boleta. Si no lo hacía estos días tendría que
llamarlo y recordá rselo.
—No... —me preparé el té y apreté los labios. Ella desvió un momento los
ojos hacia mí—, ten paciencia, está ocupado.
168
—Si el lunes no ha hecho el depó sito lo voy a llamar —le avisé porque
usualmente era ella quien se comunicaba con él, si mi padre no iba a
hacer el depó sito, tendríamos que encontrar otra forma de conseguir el
dinero. Tal vez poner a la venta algunos de mis libros, odiaría perderlos,
pero era lo que se me ocurría de momento.
—Está bien, seguro que solo ha estado ocupado —no quise pelear con su
fe ciega por él.
—Eres el mejor novio del mundo —se rió , yo comencé a comer la barra
de inmediato porque no quería enfrentarme al examen que tenía a
primera hora con el estó mago vacío, no quería que la falta de alimento
fuera el motivo por el que mi cerebro decidiera fallar y recibiera una
169
mala calificació n. Nos detuvimos en mi saló n mientras yo devoraba el
ú ltimo bocado de la barra en mi mano.
—Te ves adorable con los cachetes llenos de comida —me besó y no
pude responderle, porque tenía la boca llena—, éxito.
Salí del saló n mirando las caras de mis compañ eros, me dolía la muñ eca
de tanto escribir, todos parecían medio derrotados, había sido brutal, el
profesor de ciencia realmente parecía querer jodernos, pero sentía que
había respondido bien, en su mayoría.
—Qué bueno, yo creo que aprobé justo —le sonreí, pero de pronto algo
llamó mi atenció n, mi cabeza simplemente se volteó al escuchar un
nombre que se repetía mientras nos cruzá bamos con personas de otros
añ os en los pasillos.
170
Se me heló la espalda. Vivian se había apartado a preguntarle a otros
compañ eros sobre su posible resultado, me acerqué a ella.
—Hey, Vivian ¿qué es lo que hablan todos sobre Matthew Burton? —ella
me miró confundida un segundo, tal vez no era nada, tal vez solo había
tenido alguna clase de show o algo así. Pero entonces pareció recordar y
arrugó la nariz.
Tal vez lo hizo, tal vez me dejó una nota y no la vi porque no pasé por la
cocina.
—Ya veo, qué mal... gracias Vivian —pero no tenía que ver conmigo. No
tenía nada que ver conmigo. Por un segundo pensé que tal vez habían
descubierto la existencia de mi madre, la mía, no quería verme en el ojo
del huracá n, no cuando las cosas comenzaban a ir bien.
Supongo que era bueno que nadie supiera que él era mi padre.
Aun así, estuve nervioso toda la mañ ana, cuando llegó la hora de
almuerzo y Arny apareció frente a mí lo abracé con fuerza, respirando su
aroma para calmarme. Creo que lo sorprendí porque tardó unos
segundos en abrazarme de vuelta.
171
—Hey ¿qué pasa? No me digas que te fue mal —negué, aú n con el rostro
hundido en su pecho— ¿te sientes bien?
—¿Seguro que solo son nervios? Está s pá lido —ni me di cuenta de que
me habían servido la comida. Miré a Arny y no dije nada, no iba a decirle
que estaba bien, no lo estaba.
—Solo... bueno, debería contarte una cosa, luego —le diría cuando
saliéramos de clase, no tenía sentido ocultarlo y era mejor que lo supiera
antes que después. No era realmente que hubiese estado «ocultá ndolo» a
propó sito, simplemente no se me ocurría pensar en mi padre cuando
estaba con Arny.
172
—¡Hey, Jae! —volteé sorprendido, era alguno de los compañ eros de
Arny. Lo miré con curiosidad— ¿Crees que podrías pedirle a tu padre el
nú mero de Emma Watson para mí?
Arny sí.
—¡De qué diablos hablan! —entonces una chica sacó su teléfono y nos lo
enseñ ó .
—Quiero empezar este anuncio disculpá ndome —su voz era á spera,
ronca, la voz de un alfa, yo la había escuchado en persona—, deben saber
que nunca tuve intenciones de tratar mal a la maquillista, había tenido
un mal día y exploté, como todos podemos hacerlo, dije palabras
desafortunadas y lo lamento —pude verlo cerrar los ojos un instante,
sentía una gota de sudor helado recorrerme la espalda—, pero deben
saber que jamá s discriminaría a alguien por ser omega. Esto será un
shock para todos, pero tengo un hijo —no—, su nombre es Jae, vive en
173
una pequeñ a ciudad llamada Roscoe, con su madre... tiene diecisiete
añ os, su madre y yo decidimos cuando era apenas un bebé que no
queríamos que viviera acosado en este mundo de fará ndula, pero ahora
es grande, puede soportarlo —cómo pudiste—. Mi propio hijo, al que
amo, es un omega, así que no, jamá s discriminaría intencionadamente
contra ellos.
—¿Jae? —la voz de Arny sonaba lejana, abrí los labios pero nada salía.
Me estaba quedando sin aire—, mierda...
De pronto fui levantado por sus brazos y pude sentir como me sacaba de
allí, al exterior, afuera, donde no había personas, donde había aire. Me
sacó del colegio, me llevó a su jeep y me sentó en el asiento trasero, con
la puerta abierta se quedó de pie frente a mí mientras yo trataba de
respirar. Me temblaban las manos y él las tomó entre las suyas. Aun
cuando había sol me sentía helado.
—¿Está s bien? —negué con la cabeza y él apretó mis manos entre las
suyas, tratando de darles calor—, oh, mi vida —me abrazó ,
acurrucá ndome contra su pecho, yo me dejé envolver por su aroma, por
su calor, mientras sentía mis ojos llenarse de lá grimas— ¿dijo la verdad?
¿Es tu padre? —asentí sin apartarme ni un milímetro, él frotaba mi
espalda con sus manos.
Arny me abrazó por mucho tiempo, tanto que escuché el timbre que daba
inicio a las clases de la tarde, indicando que el almuerzo había
terminado, pero por una vez no me importó en lo absoluto. Quería
quedarme allí, detenido en ese lugar seguro. Esperé hasta sentir que mi
temperatura regresaba a un nivel razonable y me aparté para mirar a mi
novio, él se apuró a limpiar las lá grimas de mis mejillas.
174
—Es un mentiroso... no me ama, nunca me ha amado. Se casó por
obligació n —comencé a contar—, por mí, pero luego cuando quiso
hacerse famoso y seguir su carrera decidió que lo mejor sería ocultarnos
aquí —apreté los labios—. Nunca ha pasado una navidad conmigo, solía
venir para mi cumpleañ os pero este añ o ni siquiera apareció para eso y...
joder —negué con la cabeza—, no puedo creerlo, no puedo creer que dijo
que yo existía solo para salirse del apuro.
—Tal vez no fue por eso... —las ganas de Arny de ser positivo no me
sabían bien en ese momento, negué y lo miré a los ojos.
—Mi madre ha pasado una vida esperá ndolo, él ha tenido escá ndalos con
modelos y demá s, ella siempre lo ha justificado, se ha enojado y lo ha
perdonado sola —me cubrí los ojos—, no sé qué va a pasar ¿y si viene la
prensa? ¿Y si tienen curiosidad sobre el hijo del presentador ese? Es un
egoísta de mierda, có mo pudo... ni siquiera me preguntó , como si yo
quisiera ser reconocido por todo el mundo como su jodido hijo perdido.
—Pasará ... tal vez sí venga prensa o algo así, pero sabes como son estas
cosas, joderá n un poco y luego pasará n a otro tema —entrelacé mis
manos a las suyas, toda mi cordura venía de esas manos—. Si te hace
sentir mejor... a mis madres siempre les cayó mal, nunca vieron su
programa, lo veían como un tipo falso.
—Te amo, en serio te amo —se inclinó y me besó despacio, calmá ndome
también con esos labios tan suaves y deliciosos suyos. Abracé su cuello y
dejé que me hiciera sentir mejor de aquel modo, solo Arny podría
haberme aliviado en ese instante.
—Jae.
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—Madre —me aparté de los labios de mi novio cuando escuché su voz.
Estaba junto al Jeep, al lado de Arny, mirá ndome seria, pero había má s
emoció n en sus ojos de la comú n y dudaba que fuera por haberme visto
besá ndome con mi alfa. Solo una persona podía poner brillo en su
mirada y ese no era yo. Me había equivocado, mi día estaba por ponerse
muchísimo peor.
—Tu padre llamó , vamos a casa, necesito que empaques —me hizo un
gesto con la mano para que la siguiera y yo ni intenté moverme.
—Tengo clases.
—Te las está s saltando ahora —enarcó una ceja y yo negué con la cabeza
mientras Arny apretaba mi mano, tal vez tratando de calmar mi pulso
que comenzaba a acelerarse de nuevo.
—Porque me alteré por ese maldito video, madre, no voy... o sea... no,
tengo clases, la otra semana es mi celo, no pienso dejar la ciudad ¿es que
está loco? —negué con la cabeza—, no sé qué diablos espera que haga.
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—Suéltalo, este es un problema familiar.
—Quería que hicieras esto por tu deseo de ayudar a tu padre, pero está
bien... Matt dijo que si no ibas no pagará por tu inscripció n al ECN, pero si
vas, no solo pagará por el ECN, sino por tu universidad —después de
haber dicho por televisió n lo mucho que amaba a «su hijo» pagar por mi
universidad era lo mínimo que esperaban de él. Pero negué con la
cabeza.
En ese instante quise recordar lo peor de ella, las veces que me había
tratado con indiferencia, cuando había tomado el lado de otros en lugar
del mío, cuando se había negado a darme dinero para cosas pequeñ as,
cuando me había forzado a quedarme en casa aquellas veces que la clase
completa iba de paseo al zooló gico o el acuario. Quise recordar esas
cosas, todo lo malo. Pero solo pude recordarla a ella, comprá ndome
medicinas, el collar de omega cuando me manifesté, corriendo por
supresores cuando llegó mi primer celo... anhelando al hombre que podía
darle una felicidad que yo nunca le había otorgado.
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—Fantá stico, despídete, debes tomar un bus para ir al aeropuerto, tu
padre compró tu pasaje online, te vas hoy mismo —soltó mi mano y yo
me volteé hacia Arny.
Aun cuando todo mi cuerpo me pedía que me quedara con mi alfa. Aun
cuando cada célula me estaba gritando que cometía un error.
•••
Gracias a todas las personas que leen, comentan y dejan estrellita <3
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17. Es un maldito penthouse
Deseaba regresar. Deseaba volver en mis pasos, correr hasta Arny, solo
refugiarme en él y no estar haciendo una maleta para pasar un nú mero
indefinido de días con mi padre. Odiaba que solo tenía un pasaje de ida y
no de vuelta. Porque no tenía una cuenta de ahorro, no tenía dinero para
pagar mi propio pasaje de regreso si deseaba volver antes. Si tuviera el
pasaje de vuelta podría adelantarlo si lo deseaba, pero supongo que por
lo mismo era que mi padre no lo había comprado. La idea de ser una
clase de prisionero por mi incapacidad de marcharme me desagradaba
muchísimo.
—No quiero faltar mucho tiempo a clases —mi madre me había llevado
en taxi hasta la estació n de buses. Llevaba una maleta negra en la mano
con demasiada ropa para mi gusto.
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—No tendrá sentido que pague por mi ECN si no he estudiado —dejamos
mi maleta en la parte de abajo del bus, me dieron un ticket y nos
detuvimos en la puerta.
Era un mensaje de Arny. Apreté mi teléfono. Era lo típico del omega que
quería estar con su alfa, no quería ser un cliché, pero joder, mientras má s
nos alejá bamos de Roscoe má s lo extrañ aba y, la verdad, cliché o no,
comenzaba a sentir el peso de su ausencia demasiado fuerte y ¿por qué
debería sentirme culpable por extrañ arlo? Arny es genial, amable, dulce,
fuerte, huele increíble, tiene un hoyuelo cuando sonríe y me hace feliz
¿quién no extrañ aría su felicidad? Yo ciertamente lo hacía.
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que el clan estaba evaluá ndome ¿qué iban a pensar si de pronto aparecía
en cá maras de televisió n como el hijo de un presentador? No quería que
determinaran que yo era peligroso para el secreto del clan, no quería que
creyeran que yo no debía convertirme.
Quería ser un lobo con Arny, quería correr con él. No quería que
fuéramos solo una familia, quería que fuéramos una manada, nuestra
propia manada, con él y nuestros cachorros.
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—¿A dó nde vamos? ¿Y quién eres? —mi voz sonó bastante dura, fue
intencionado, el sujeto se volteó , debía tener veinticinco añ os o algo así,
no lucía mucho mayor. Me observó con disculpa.
—Oh, cierto ¿no te dijo tu padre? Oh, claramente no, como sea —hablaba
muy rá pido, respondiéndose a sí mismo, su voz era algo aguda—, soy
Kevin, uno de los asistentes de Matt, tengo ó rdenes de llevarte a su
departamento.
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con mantas y cojines blancos, un televisor gigante, se veía la cocina desde
allí, en un concepto abierto y moderno y, sí, joder, tenía escaleras hacia
un segundo piso donde, imagino, estaban las habitaciones.
Mientras tanto mi madre tenía tan poco dinero que no podía pagar ella
misma por mi ECN y yo no podía costear audífonos nuevos.
—En el canal, no es que llegue todos los días por la noche a hacer el
show, se prepara desde temprano —de todos modos ni era temprano ya,
pasaban de las seis.
—Tenemos media hora para salir, así que acomoda tus cosas, la
contraseñ a del wifi está en tu mesa de noche —fruncí las cejas.
—¿Salir?
No dije nada, tomé mi maleta, subí las escaleras, había varias puertas, fui
a la indicada. El cuarto era má s grande que nuestro living en Roscoe.
Tenía una cama grande, otro gran ventanal, un closet y una puerta a lo
que, presumo, era un bañ o. Dejé mi maleta y miré la puerta. Justo lo que
había supuesto, podía ponerse el cerrojo por dentro. Cerré y fui hasta la
183
cama, me acosté sobre el cobertor azul marino, casi daba rabia lo mullido
y có modo que era. En la mesa de noche efectivamente estaba la clave del
wifi. Me conecté, nunca usaba internet en mi celular porque... pues no
tenía internet en casa ni un plan mó vil con red, pero mi modelo no era
tan antiguo así que aproveché la señ al y descargué la aplicació n que
sabía que Arny usaba para enviarse mensajes con sus madres y le escribí.
«Ya estoy en casa de mi padre. No está pero se supone que vaya con su
asistente al canal»
«Estoy en el cuarto, cerré con llave. Pero seguro vendrá pronto a decirme
que vayamos. Te aviso cuando pueda hablar»
«Estaré atento».
Solo leer sus palabras me hizo sentir un poco mejor, porque aun con la
suavidad del colchó n, ese lugar me ponía incó modo. Claro que no duró
demasiado porque Kevin comenzó a tocar la puerta y cuando no
contesté, intentó abrirla.
—No iré.
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—Pues si quiere llevarme a algú n lado tendrá que venir él mismo. No iré
y no vas obligarme —lo escuché tratar de empujar la puerta.
—Jae, tu padre cuenta contigo —no era culpa de Kevin, era culpa de mi
padre, me sabía mal que fuera a tener problemas pero no iba a cambiar
de opinió n—, sal de allí.
—Iré a hablar con Matt. Diremos que estabas cansado por el viaje.
—Jae.
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Arny conmigo era lo má s sano que había hecho en mi vida, él me hacía
demasiado bien.
—El viaje normal, supongo, me dolieron un poco los oídos, pero bien. Me
esperaba el asistente de mi padre —le conté có mo me había llevado al
apartamento, có mo era el lugar, la habitació n, lo que me había dicho—.
Por suerte se marchó , o creo que se marchó , planeo no salir de este
cuarto hasta que escuche a mi padre venir a reclamar.
—¿Có mo se hace eso? —lo puse en alta voz para poder seguir sus
instrucciones mientras me las daba y logré enviarle la ubicació n en la
aplicació n.
—El caso es que escapé de las cá maras hoy, pero me hará aparecer, y
puedo seguir diciendo que no, pero estoy seguro de que no me dejará
marcharme hasta que lo haga —y có mo diablos iba a conseguir un pasaje
de vuelta si él no lo compraba.
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—Siempre puedo pedirle a mis madres...
—Lo haré. Te extrañ o, se siente horrible saber que no te veré mañ ana,
que no me levantaré para ir a clases y que al llegar estará s ahí —me dolía
el pecho de las ganas de verlo, mis mú sculos parecían tensarse de la
necesidad y todo se me hacía horriblemente incó modo.
—Nos veremos pronto —lo dijo con tanta seguridad, pero al mismo
tiempo sonaba como algo que decía porque él mismo quería creerlo.
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no se lo decimos a tus espectadores?—gruñ í enojado y él colgó el
teléfono.
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—Buenos días, Jae —me saludó como si nada, tratando de sonreír,
probablemente pensando que si me trataba mejor eso lo ayudaría a
ponerme de su lado.
—Já —la risa iró nica se salió de mis labios como si nada y él frunció el
ceñ o.
—No veo por qué está s teniendo esta actitud —no se podía ser má s
cínico.
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—Bien. Quiero que aparezcas en el show de esta noche —era una
negociació n, sabía que con la joda de las cá maras no iba a ceder, tendría
que hacerlo yo, por má s que no quería aparecer frente a ellas, por má s
que sería inconveniente por mi relació n con el clan, no podía cambiar el
hecho de que era hijo de mi padre, si no aparecía en el show tal vez la
curiosidad alrededor de mí persona crecería y periodistas tratarían de
encontrarme. Tal vez lo mejor era hacer una aparició n para que me
vieran y pudieran luego olvidarse de mí.
—Lo haré solo si es por esta noche, luego no quiero volver a aparecer
nunca má s y quiero que digas que deseo una vida normal y que pidas que
nadie me moleste —enarcó una ceja de un modo demasiado similar al
mío y me odié un poco al notar el parecido.
—Puedo hacer eso... pero deberá s ser... amable —sonrió falso y yo ladeé
el rostro.
—Quiero que digas que soy un buen padre —me habría reído, solo que
no era gracioso.
—Te dije, no voy a mentir, sé que solo nos vemos una vez al añ o, pero al
menos eso deberías saber de mí —se cruzó de brazos en lo que su
cafetera rellenaba una taza con café.
—Bien. Quiero que pagues por mi ECN ahora, o no iré, haz el depó sito —
tomó su teléfono, lo vi mover sus dedos sobre la pantalla, y finalmente
190
me enseñ ó el comprobante electró nico del depó sito hecho a mi nombre.
Sentí un pequeñ o peso menos, mi celular vibró , me había enviado el
comprobante.
—Helena mencionó que tenías novio ahora, un alfa —así que mi madre le
había contado. No me digné a comentar al respecto, mi padre no
necesitaba saber de Arny—, quieres volver para verlo ¿no? ¿Debo
suponer que también es el motivo de que estés rindiendo el ECN antes?
¿Es un añ o mayor? —aunque no le contesté, tomó mi silencio como un sí
—. Conocerá s otros alfa, no deberías encariñ arte mucho a uno, seguro
está divirtiéndose con otros mientras tú está s aquí, podrías hacer lo
mismo —lo dijo con tanta soltura. Mi rabia se hizo evidente y no logré
contenerla.
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maldito show o tu reputació n, yo mismo buscaré a los medios y les diré
que clase de padre eres —me miró , sonreía divertido.
—Oh, qué tierno eres —bebió de su café que estaba listo y me soltó
aquello con condescendencia—, pero está bien, no diré nada de tu novio
—se encogió de hombros—, solo lo comentaba por los alfas que conozco.
Podía ser verdad o mentira, lo ú nico que sí sabía era que mi padre, aun si
de verdad me apreciaba, se elegiría a sí mismo primero en cada ocasió n,
era la clase de hombre que era. Terminó su café y yo terminé mi té en
total silencio. Subí al cuarto y me eché sobre la cama con uno de mis
libros de texto para estudiar cuando él se apareció frente a mi puerta.
—Bien. Solo recuerda nuestro trato. Esto será solo por hoy —asintió y
desapareció de mi vista.
•••
Espero que disfrutaran el capítulo. Gracias a todas las personas que leen,
comentan y dejan estrellita <3
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18. Te escucho
Arny
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—No está bien, su padre lo mandó a llamar y él fue, aunque estoy seguro
que no quería ir, debe estar en un avió n hacia Orville ahora —mi mamá
se acercó y me acarició los brazos.
—No me gusta.
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necesitaba y sé, sé que Jae es fuerte, que ha enfrentado discriminació n y
probablemente situaciones difíciles él solo, pero quería poder apoyarlo.
Aun en una casa con las dos madres que me adoran y el hermano que me
idolatra (porque lo hace, aunque finja que no) me sentía horriblemente
solo.
Esa noche cerré las cortinas. Normalmente dormía con las cortinas
abiertas, mirando hacia el bosque, iluminado por la tenue luz del manto
nocturno. Pero hoy quería dormir en oscuridad, porque quería sentir
como lo estaría haciendo Jae, quería entender su fascinació n con la
negrura y lo espeso de una ceguera voluntaria.
No lo entendía.
Tal vez le gustaba porque Jae nunca había tenido a nadie realmente. Pero
a mí la oscuridad me asustaba, porque puedes perder a alguien en la
oscuridad, porque dejará s de verlos y ¿qué ocurre si se pierden para
siempre? ¿Qué ocurrirá si no logras alcanzarlo y no vuelves a tocarlos en
esa oscuridad? Jae no había sentido miedo de perder a alguien en la
negrura, pero ahora me aterraba perderlo a él.
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Cuando mi teléfono sonó nada má s salir de clase me apuré a contestarlo.
—Jae ¿có mo está s? ¿Está s bien? —me subí al jeep desesperado por saber
su respuesta.
—Arny, estoy bien, hice un trato con mi padre, si todo sale bien, viajaré
de vuelta mañ ana —un suspiro de alivio salió de mis labios pero se
detuvo a la mitad.
—¿Qué quieres decir con «si todo sale bien»? —al otro lado de la línea
casi podía verlo, con su rostro resignado y algo molesto.
—Tienes razó n —si solo daba una declaració n y se los sacaba de encima
era lo mejor.
—Yo te extrañ o también, cuando vuelvas voy a abrazarte por una buena
cantidad de horas...
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—¿En qué piso está s?
—Te amo —lo dije con todo el sentimiento del mundo, con lo mucho que
lo necesitaba en cada nota de mi voz.
Jae
No.
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me fascinaban demasiado y que eran la ú nica compañ ía que necesitaba.
Pero ahora estaba Arny, mi Arny. Increíble, fuerte y sonriente Arny. Me
gustaba tanto, él sonreía muchísimas veces al día, suficientes para perder
la cuenta, sonrisas que no eran falsas en lo absoluto. Realmente deseaba
refugiarme en su pecho, cerrar los ojos y bañ arme no solo en la
seguridad de sus brazos sino en la intensidad de su aroma que parecía
haber sido hecho para mí. Tan de él y tan fascinante.
—No te escapes por favor —me dijo a modo de saludo, con los labios
rígidos y un claro rostro de circunstancia.
—Esto será bueno para Matt, ese video fue muy desafortunado —
enarqué una ceja.
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—«Desafortunado» —negué con la cabeza—, desafortunado es que esa
pobre muchacha probablemente fue despedida mientras mi padre
conserva su trabajo, que el agresor fue él, que a la que humillaron fue a
ella, solo por ser omega, y que mi padre va a salir con las manos limpias
solo porque el hijo que abandonó es omega también —sus ojos se
voltearon hacia mí escandalizados, pero yo solo mantuve mi expresió n
fría—. Eso es lo «desafortunado», el video no lo fue.
—No lo haré —me llevó por el edificio, lo seguí por pasillos donde nos
cruzá bamos con gente que me miraba con curiosidad hasta que
finalmente llegamos a un camerino donde esperaban mi padre y dos
mujeres con mucha ropa en colgadores.
199
—Es un poco tímido, pero confío en que lo hará n lucir presentable para
el show —apreté los labios, no quería decir nada desagradable, había
dicho que no lo haría, así que me quedé callado—. Jae, estas son Tania y
Karen, ellas van a elegir tu ropa y maquillarte.
—Me veo muy delgado —me pidieron que me sentara frente a un espejo
y Tania comenzó a poner cosas en mi cara.
200
—No tienes muchas imperfecciones, tienes una piel fabulosa... —no dije
nada, ella siguió apretando una esponja contra mi cara y luego empezó a
hacerle algo a mis ojos porque me hizo mirar hacia arriba— ¿no tienes
otro collar? El negro no va del todo con este atuendo.
—Era una idea —hizo unas cuantas cosas má s, puso polvos o algo así y
cuando me miré al espejo sentí que era un desconocido. Es decir, era
claramente yo, no había diferencia tan abismal, pero mis ojos estaban
muy destacados, había alguna clase de bá lsamo en mis labios
resaltá ndolos un poco. Ella ademá s había puesto alguna clase de aceite
en sus manos mientras me peinaba el cabello hacia atrá s, despejando mi
rostro—. Luces increíble.
Carter Nox era un alfa, actor de cine, famoso, conocido por haber salido
del closet y ser todo carisma y películas de acció n. ¿Qué diablos estaba
planeando mi padre?
—No me interesa Carter Nox —ellas se rieron como lo harían las niñ as
de primero del instituto.
201
—Pues nosotras escuchamos que tu padre lo invitó especialmente para ti
—¿para mí?
—Luces excelente.
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—Jae ¿no sabes en qué situació n está s? Supongo que es mi culpa, tu
madre es una beta, no puede realmente entender la cosa entre alfas y
omegas —sonrió como si nada.
—No pelees conmigo Jae, eres mi hijo, pero no vas a arruinar esto para
mí —yo nunca había odiado a alguien, no realmente, pero en ese
momento lo odié a él—. Quiero que te calles —y de pronto fui incapaz de
decir nada, podía abrir la boca pero no emitir sonido. Era como una
marioneta cuando su voz cambiaba, cuando sonaba como venida de
ultratumba y me quitaba la voluntad, era horrible y aterrador, el corazó n
me palpitaba en los oídos y sentía sudor frío corriendo por mi espalda.
Tenía demasiado miedo, necesitaba a Arny, lo necesitaba conmigo—.
Quería que hicieras esto por voluntad propia, en serio que sí, lá stima lo
de tu novio, o sea, pensaba que tal vez no eras serio, pero lo de la mañ ana
me dejó claro que sí. Pensaba darte un par de ó rdenes cuando llegaras
aquí, pero ahora, supongo que tendré que ordenarte todo —sus ojos se
veían muy claros, transparentes casi, me parecieron horribles y quise
arrancarme los míos—. Te quedarás aquí, callado, hasta que debas salir.
Cuando sea el show vas a sonreír, vas a actuar amable y sumiso, dirás que
soy un excelente padre, no dirás nada malo de mí y serás totalmente
encantador con Carter Nox, no mencionarás a tu novio en ningún
momento. Asiente si entendiste —y mi cabeza se movió sola. Asiéndome
sentir violado, enfermo, traicionado por mi propio cuerpo—. Perfecto. Te
veré luego Jae.
Nunca odié ser un omega. No realmente. Era difícil y había sido una
condena, pero no odiaba lo que era, mucho menos cuando conocí a Arny,
mucho menos cuando descubrí que gracias a mi naturaleza tenía una
203
pareja destinada, lo tenía a él. Pero en ese instante odié ser un omega,
odié que mi cuerpo me traicionara, odié que mi voluntad pudiera ser
sometida por un alfa cualquiera, por mi padre. Quería salir de allí, quería
llorar, mi garganta me dolía de guardar silencio.
Arny
—El gusto es mío, Carter, hay alguien que quiero que conozcas, mi
segundo invitado y, seré algo parcial con esto, el má s especial de todos
los que he tenido en el show —sonreía y parecía natural, pero no podía
creerle la sonrisa—, mi hijo, Jae —mi corazó n se detuvo. No porque
luciera hermoso y despampanante en ese traje que acentuaba su figura y
con lo que fuera que hubiesen hecho para destacar sus ojos. Para mí Jae
204
siempre lucía hermoso. Mi corazó n se detuvo porque nada má s verlo
supe que algo andaba mal.
—Algo pasa.
—Hola hijo...
—Hola papá —su voz sonaba demasiado ligera, su sonrisa no era real.
—Algo está mal, muy mal... —me levanté del asiento, desesperado—, él
nunca lo hubiera llamado papá . Se llevan pésimo... no él, no Jae, él no
miente, llamarlo papá sería una mentira para él —lo conocía, conocía a
mi novio, conocía al omega que amaba. Conocía a mi Jae. Mis madres
comenzaron a mirar la entrevista con sospecha.
—Bien, tienes razó n, Jae está actuando raro —comentó mi mamá . Ella
sabía, ella había hablado con Jae mientras nosotros está bamos en forma
de lobo, habían bromeado mientras Jae me rascaba la panza los fines de
semana. Me había llevado jugo y galletas a la habitació n en que habíamos
estado estudiando uno al lado del otro. Ella sabía, debía de saber que mi
novio no actuaba así, que no actuaba de ese modo jamá s.
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—Esto está mal —gruñ í sintiendo que todos mis instintos se disparaban,
de alfa, de lobo, todo me pedía que corriera a buscar a mi omega y lo
sacara de allí.
—Jae, he tenido muchas entrevistas con Matt pero hasta ahora nunca
había dejado escapar que era padre ¿có mo es de papá ? —Jae le sonrió
¡Sonrió a ese idiota! Lo sentí como una patada en el estó mago aun
cuando sabía que aquello no podía ser real, que estaba pasando algo
horrible.
—Hey, hey calma —la risa de Jae resonó en el saló n, una risa falsa y
hueca que era totalmente desconocida.
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—Es fuerte —mi mamá se acercó a apretar mi muñ eca—, si estuviera en
verdadero peligro lo sentirías.
«¿Está s bien?»
—Voy Jae, ya voy, estoy contigo —no había tiempo que perder.
•••
207
19. Ruge más alto
Cuando terminó el segmento del show quería correr, huir, las ó rdenes de
mi padre habían hablado solo de eso, tenía que poder correr de él,
escapar, llamar a Arny, mi madre, quien fuera. Me escondería en las
208
calles o en cualquier lugar necesario. Pero en cuanto cortaron a
comerciales con el final del segmento mi padre se acercó a hablarme al
oído.
209
—A la gente le encantaste, ya está n hablando de ti en las redes sociales,
por supuesto, de mí también —hablaba como si yo lo estuviera
escuchando por voluntad propia, como si todo aquello fuera comú n—.
Incluso hay quienes ya los emparejan a Carter y a ti, los «shippean» como
dicen los jó venes —se rió y yo sentí deseos de vomitar. Necesitaba
escapar, no tenía idea de có mo pero necesitaba hacerlo—. Si eso despega
evaluaré dejarte tener una relació n con él.
—Oh ¿no esperas que te deje ir después de esto, verdad? —se detuvo en
un semá foro a mirarme—, eres demasiado bueno para mi imagen y si
ponerte de pareja con Carter te vuelve má s popular, es lo que haremos.
Será perfecto, te quedará s aquí conmigo y haré de ti una celebridad que
levante mi popularidad.
No.
No. Creo en Arny, él sabrá que algo está mal, él me ama, él me conoce.
—No sé quien sea el muchachito ese pero no será mejor partido que
Carter y de todos modos terminará olvidá ndote cuando cortes
comunicació n con él —estacionó en el subterrá neo de su edificio—. No
volverás a llamarlo o escribirle. No le dirás a nadie lo que está pasando.
210
Era como si cada nueva orden me impusiera una nueva cadena, pesada
sobre mi garganta, mis muñ ecas, mis tobillos, era como estar
asfixiá ndome por una voluntad demasiado fuerte y cada nueva orden
volvía má s difícil tratar de luchar, de pensar. Pero no podía rendirme.
Necesitaba hacer algo. Necesitaba pedir ayuda.
211
Tenía que seguir gritando, tenía que llorar mi desesperació n porque en
algú n minuto iba a silenciarme. Mis manos se enterraban contra mi
propia piel, contra mis brazos, desesperado, mi dolor era má s que solo
físico, quería arañ arme el alma por completo, la suciedad que cargaba
por las ó rdenes de mi padre, era como si cada orden suya se hubiera
mezclado con mi esencia contaminá ndome el alma, de él, de su
perversidad.
212
sujeto? Subí a la habitació n y me metí al bañ o. Pero por má s que arañ aba
mi piel bajo el agua caliente, nada me quitaba la sensació n de suciedad,
de un alma manchada. Mi cuerpo había sido tocado contra mi voluntad,
mis mú sculos utilizados contra mí. Toda mi piel ardía bajo el agua
caliente pero eso no calmaba mi desesperació n.
Pero eso no pasó , abría mis labios y nada salía de ellos, ni siquiera
gemidos ahogados, la orden había sido demasiado absoluta «cá llate». Caí
dormido en el suelo alfombrado, frente a esa ventana, el cansancio
venció . No solo de mi llanto, me cansaba mi silencio, me cansaba el
aguantar las palabras que querían explotar en mi garganta, que se
contenían dentro de mí y parecían pelear en mi cuerpo, removiendo
todo, desgarrá ndome de dolor.
Abrí los ojos para encontrar que había amanecido, volteé con miedo a
ver a mi padre en la puerta del cuarto. Sonriendo, si él sonreía eso no
podía ser bueno. Me arrastré para tratar de alejarme, aun cuando no
tenía a dó nde huir.
213
me contactó hoy porque quiere una cita contigo, le dije que para no
hacerlo tan pú blico se reunieran aquí... —así podría controlarme—, pero
por supuesto sacaremos algunas selfie o algo. Esto es perfecto —miró mi
maleta con cosas—. Por cierto... no uses supresores —mis ojos se abrieron
ante la sorpresa y el horror—, quiero que pueda olerte, seguro tienes un
buen aroma, después de todo, eres mi hijo.
—No sabes lo feliz que me hace verlos, siempre he querido que mi Jae
encuentre a alguien bueno y digno —Carter lo miró con una sonrisa
amable.
—Eso espero... pues, los dejaré comer juntos para que puedan hablar,
estaré arriba si me necesitan —se fue subiendo las escaleras y yo
214
observé a Carter que me sonreía y encontraba una respuesta amable en
mi cara, no sabía que estaba gritando por dentro.
Y entonces lo sentí.
215
Quería llorar pero no podía, no podía correr, no podía ir contra mis
ó rdenes y lo que era peor era que me sacudía el deseo.
«Dale en el gusto».
Me odié cuando asentí, todo mi ser chilló por dentro, dolía como la peor
de las traiciones, quería morir, quería arrancarme la piel, quería que lo
que se rompía en mi interior destrozara con su punta má s filosa el
mú sculo que latía y mantenía mi cuerpo viviendo.
Pero la puerta fue abierta de golpe, el golpe duro y seco de una patada
muy fuerte.
—¿Quién eres? —Arny dio un paso, imponente, inmenso hacia mí, Carter
tal vez pensaba que me estaba protegiendo o tal vez solo eran sus
instintos de alfa queriendo marcar territorio sobre el omega en celo.
216
—Soy su novio. Déjalo —la voz de Arny salía a gruñ idos, fuerte, difícil,
veía las aletas de su nariz dilatarse al respirar mi aroma, sus mú sculos
agrandarse por la presió n.
«Dale en el gusto».
Casi me dolió sentir las palabras salir de mis labios, no quería decirlo, no
quería sonreír. No frente a Arny.
—No tengo... novio —Arny me miró a los ojos, no hubo duda, no hubo
dolor siquiera, solo enojo y entendimiento.
—Jae, perdó name... —susurró antes de abrir los labios y hablar con una
voz vibrante y poderosa que yo le desconocía— Jae, deja de obedecer
cualquier orden que te hayan dado.
Se desvaneció .
217
conmigo, lo olía, lo necesitaba. Su refugio, su confort. Entonces escuché a
alguien bajar las escaleras y a mi amado gruñ endo.
•••
218
20. Cuando mi alfa sonríe
219
—Jae, no obedezcas una orden suya nunca más —pude dejar de apartarlo
y de inmediato me aferré de nuevo, me quedé de pie abrazá ndolo.
—No los estoy llamando por él, sino por ti. No pienso ser parte de esto
¿qué mierda estabas pensando forzando a tu hijo de este modo? ¡Es ilegal
usar tu voz de alfa de esta forma! —mis ojos seguían derramando
lá grimas mientras miraba al actor de cine fulminar a mi padre, su mirada
parecía una llamarada verde, estaba muy molesto—. No soy un violador,
maldito desgraciado ¡Estuviste a punto de convertirme en uno! —lucía
genuinamente enojado, pero yo cada vez podía pensar menos, mi
desesperació n se volvía calor en los brazos de mi alfa.
220
—¡Yo acepté ir antes de saber que estabas mal de la cabeza! —temblaba
de la desesperació n—. Mierda, sá calo de aquí, sá calo, de verdad su
aroma me está afectando —Carter nos miró a Arny y a mí. Arny no sé de
dó nde sacó la cordura para apartarme un poco y mirarme a los ojos.
Al fin podía besarlo de nuevo, mi boca chocó contra la de él, mis labios se
abrieron, mi lengua buscó la suya y gemí de placer al sentirlo, al sentir su
sabor intenso, su necesidad, la fuerza de su cuerpo, el deseo y la
desesperació n con que sus labios se movían contra los míos y como su
lengua se frotaba y me dominaba, quería que me dominara. Mis piernas
apretaron el abrazo de mis caderas, necesitaba que me tocara, quería su
piel, su maravillosa piel. Busqué tironear y arrancarle la ropa.
221
mis entrañ as, que me llenara de su semilla hasta que cargara sus
cachorros.
—Lo siento, quiero hacerlo, solo no así... no aquí... te amo, por favor, mi
vida, no llores —besó mis ojos y mi supresor, que era de efecto rá pido,
comenzó a funcionar, sentí mi cuerpo empezar a suprimir el calor y dar
inicio a una pesadez angustiante y al dolor de la noche anterior.
222
—Sé que no, amor... —nunca me había llamado «amor», no podía parar
de llorar y al mismo tiempo, sentía que perdería la consciencia en
cualquier momento.
Arny
Rechazar a Jae había sido lo má s difícil que había hecho en toda mi vida,
pero sabía que me arrepentiría si me dejaba llevar en ese momento, si lo
tomaba allí, en esa situació n. Lo miré perder la consciencia debido no
solo al cansancio sino a la presió n a la que seguro lo había estado
sometiendo aquella situació n, las ó rdenes de su padre. Acaricié su
cabello, su rostro cansado.
Y salí de la habitació n.
223
fracturá ndose, lo sujeté con la mano contraria para que no callera al
suelo y entonces hundí con fuerza mi rodilla en su estó mago, su grito
ahogado fue mú sica para mis oídos. Quería destrozarlo. Quería hacerlo
sufrir, romper todos sus huesos— ¡Maldito! ¡Suéltame!
—La policía debe estar por llegar —me avisó el actor y yo golpeé su
rostro una vez má s, un puñ etazo certero para dejarlo inconsciente.
Entonces, sin miramiento lo dejé caer al suelo en un ruido seco y observé
al alfa que me miró fijo—. No lo sabía, pensé que solo le gustaba de
verdad.
—Lo sé —podía ver que no estaba mintiendo, aun así no significaba que
la situació n me agradara—. Pero él es mi omega... quiero verlo destruido,
quiero que se pudra en algú n lugar, quiero destrozar a cualquiera que lo
haya tocado —siento el gruñ ido de mi lobo salir desde el fondo de mi
garganta y Carter me miró fijo, curioso.
—Los lobos son muy territoriales —mis ojos se abrieron mucho ¿acaso
Jae había...?—. Un amigo muy querido... es como tú . Fue un accidente que
lo descubriera pero tú ... actú as como él, me lo recuerdas —seguramente
conocía a su amigo, porque conocía a los lobos de diferentes clanes, pero
antes de que pudiera preguntar la policía apareció en el lugar, con sus
trajes azules y armas. Dejé que Carter se encargara de tratar con ellos,
era mayor de edad así que lo escucharían. Les contó lo que había
ocurrido, como Matthew Burton había usado su voz para aprovecharse y
utilizar a su hijo, có mo yo había «impedido que escapara». Me horrorizó
la facilidad con que aceptaron que yo me haría cargo de Jae, era cierto
que era casi mayor de edad, ambos lo éramos, pero Jae seguía siendo un
menor, un omega y ellos simplemente aceptaron que yo me encargaría y
se llevaron al sujeto. Carter dijo que iría con ellos para dar las
declaraciones y yo solo acepté y fui a buscar a mi omega.
224
No quería que Jae abriera los ojos y no me encontrara. Por suerte, o
desgracia, seguía dormido. Busqué sus cosas y las metí de vuelta a la
maleta sin muchos miramientos, aunque dejé un par de inyecciones
fuera para ponerlas en mi bolsillo, al alcance de mi mano. Entonces me
acerqué y lo tomé en brazos, lo sujeté bien, acomodé mi mano derecha
bajo sus glú teos y usé mi cuerpo de apoyo para poder liberar mi mano
izquierda y llevar con esta la maleta. Mi amado no pesaba mucho, me
preocupaba que su padre lo hubiese estado matando de hambre esos dos
días. Claro que no era la primera vez que lo tomaba en brazos, sabía que
su escaso peso era «normal».
Lo saqué de ese lugar, no quería que abriera los ojos en donde había
tenido que pasar un infierno. Lo subí al auto que había rentado en el
aeropuerto nada má s llegar, lo acomodé, puse el cinturó n y comencé a
conducir hacia el hotel donde mi mamá había hecho la reservació n la
noche anterior cuando la había despertado diciéndole que Jae estaba en
peligro, que había sentido su llanto de omega. Así que lo llevé allí, subí
con él a una habitació n no muy lujosa, pero limpia y bien cuidada.
Debí haberlo detenido, debí haberle dicho que no quería que viniera, que
no debíamos estar lejos, debí haberle dicho que lo acompañ aría, que
vendría con él. Cuando me contó de su acoso en clases yo le había dicho
que estaría con él si lo encerraban en ese armario de nuevo, ahora lo
habían encerrado en un armario, gigante y lujoso, pero lo habían
encarcelado y yo no había estado allí con él. Debí haber venido, debí
protegerlo.
—Perdó name, Jae, perdó name —me desesperaba lo cerca que había
estado de ser tomado por alguien má s, de que alguien lo arrebatara de
mí. Su celo pudo haber provocado una desgracia.
225
Me acosté a su lado y lo envolví en mis brazos, le había prometido que lo
haría, que lo abrazaría, que no iba a dejarlo. Lo envolví y respiré de su
aroma sintiéndome enloquecer ante la idea de perderlo. Descansé mi
nariz en su cabello y cerré los ojos con fuerza mientras con una mano
apretaba su cadera y con la otra acariciaba su cuello, sobre el collar. Si no
hubiese tenido ese collar, no sé si hubiese podido contenerme, lo habría
mordido por puros celos, por pura posesividad. Habría reclamado a mi
omega, mi amado, lo habría marcado como mío en el lugar má s visible de
su cuello, para que no quedara duda alguna de que él era mío. Me aferré
incapaz de soltarlo, no creía que fuera a dejarlo nunca.
Jae
Cuando abrí los ojos pensé que tal vez había muerto. Que había muerto y
abierto los ojos en el paraíso, que alguno de los enfermos juegos de mi
padre me había matado, porque esa calidez, ese aroma... no podían ser
ciertos. Los recuerdos regresaron a mí y alcé el rostro para encontrar la
mirada despierta de mi alfa, aferrá ndome con fuerza, velando mi sueñ o.
—Arny —era lo ú nico coherente que podía decir, su nombre. Besé sus
labios, un beso breve, no quería má s que eso, solo quería sentir el confort
de su boca, de su suavidad amable y de su protecció n, lá grimas
silenciosas cayeron de mis ojos y lo abracé con fuerza, de nuevo—.
Viniste por mí.
—Siempre iré por ti, Jae, te lo dije, siempre voy a creerte —sus palabras
me reconfortaban tanto y al mismo tiempo me hacían querer entregarme
a la desesperació n del llanto que se me había negado.
Y lloré.
226
con rabia y frustració n mientras mi barbilla temblaba por la vibració n de
mi dolor. Lloré y él me dejó llorar. Acarició mi espalda en total silencio, ni
siquiera dijo «shh shh», no emitió má s que caricias, no hizo nada para
contenerme, me dejó sentirlo todo, me dejó soltar toda mi frustració n y
solo me sostuvo. Pero afirmó má s que mi cuerpo, sujetó también mi
alma, me sostuvo para que no me cayera al abismo, me sostuvo para que
no perdiera demasiado de mí cuando me arrancaba lo que mi padre me
había impuesto.
—Te amo —lo miré con los ojos hinchados y enrojecidos, dolidos y secos,
él me miró con una tristeza que rivalizaba con la mía, le dolía mi dolor.
Lo sabía, podía verlo.
—No quería que nuestra primera vez fuera así, en ese lugar... —acaricié
su rostro.
—¿Por qué?
227
—Porque la gente no recuerda bien lo que pasa en el celo, es decir, no las
primeras veces, es lo que he escuchado... —se sonrojó un poco—, quiero
recordarlo todo, cuando lo haga contigo, quiero recordar cada detalle,
cada lugar que bese, cada curva suave de tu cuerpo, no quiero que se
pierda nada de mi memoria... quiero estar consciente, no sumido en
feromonas —pude sentir que yo me sonrojaba también, sus motivos
eran... puros, hermosos. Me hacía sentir un pervertido por solo querer
hacerlo, aunque también era que quería que me limpiara el cuerpo, pero
también lo deseaba.
—Eso es... hermoso —se lo dije, porque lo pensaba, bajé mi mano hasta
su pecho y acaricié sobre su corazó n—. Está bien, así lo haremos
entonces... cuando lo hagamos —era extrañ o hablar de eso, no de mi
tortura, pude adivinar que Arny estaba esperando a que yo quisiera
hablar de ello, a que yo estuviera dispuesto a contarle lo que había
pasado con mi padre, no iba a preguntarme porque, leal a su naturaleza,
Arny nunca me presionaba a nada—. Pero creo... creo que no quiero
esperar tanto tiempo má s, o sea no meses... —lo miré avergonzado—,
antes pensaba que quería pero... ahora sé que quiero estar contigo.
También soy hombre, también soy un adolescente y también quiero
tener sexo con mi sensual novio. Es decir, tú no lo entiendes, pero ser
virgen con un novio tan guapo como tú ... pues no es fá cil para mis
hormonas.
—Jae... —me miró muy serio—, tú sí sabes que los lobos nos
emparejamos de por vida ¿verdad?
228
—Eh... ¿sí? —lo miré confundido.
—¿Y qué creías? ¿Qué anduve por ahí acostá ndome con cualquiera aun
sabiendo que no eran mi pareja, en plan «satisfacerme»? —me sonrojé
mucho.
—Oh...
Y me hizo reír, reír por primera vez desde el infierno y cuando me vio sus
ojos brillaron y su expresió n se volvió completamente satisfecha,
triunfal, como si hubiese ganado la copa del mundo.
Aú n dolía. Aú n se sentía pesada una parte muy dentro. Pero con Arny a
mi lado podía soportar la carga.
•••
229
Este capítulo salió má s tarde porque me retrasé entre una cosa y otra
¡Pero fue menos de media hora! Pensé que sería má s. Espero que lo
hayan disfrutado tanto como yo.
230
21. Había una vez un lobo bueno
231
el sitio era desconocido, no quería volver a poner pie en el apartamento
de mi padre, así que me parecía perfecto, aun así necesitaba saber có mo
había pasado todo. Arny acarició mi mejilla y cerré los ojos un momento.
—La policía llegó y se lo llevó . Carter habló para que yo me hiciera cargo
de ti y, en el auto que había rentado en el aeropuerto, te traje aquí —me
deja claras algunas cosas, aun así los nervios aceleraban mi pulso, tomé
su mano y la apreté entre las mías.
—Gracias... tenía miedo de... —apreté los labios, era extrañ o decirlo
cuando mis temores habían sido infundado— que no me creyeras —lo
miré con disculpa—, porque mentí en televisió n y pensé que nadie me
creería por haber mentido, aun cuando me dijiste que me creerías, aun
cuando en mi cabeza me repetía que tú sí creerías en mí, una parte de mí
sí tenía miedo.
—Llevas una vida diciendo la verdad porque quieres que la gente te crea
—me interrumpe—, es normal que cuando rompes tu propia promesa,
tengas miedo. Yo en cambio... debí venir contigo, debí haber estado
contigo, si hubiese estado a tu lado nada de esto hubiera pasado.
232
—Lamento haberte dado ó rdenes —dijo entonces y me sorprendió , ni
siquiera había tenido tiempo de pensar en ello, había estado tan
necesitado en ese instante, con tanto miedo, que ni siquiera había
pensado en el hecho de que Arny había usado su voz conmigo, cuando él
lo hizo no se sintió como cadenas, sino como la liberació n de las que
cargaba—. Nunca quise usar mi voz de alfa contigo.
—Ni siquiera sabía que podías hacerla... —me abrazó por las caderas y
me apegó má s a su cuerpo, me dejé llevar, deseando su calor.
—Odio que haya podido darte ó rdenes, que te haya usado... —solté un
suspiro tembloroso y asentí.
—Fue horrible.
233
el lobo, para llamar la atenció n, y miente tantas veces que cuando de
verdad viene el lobo nadie le cree.
—Por eso te digo que los lobos somos inocentes —me reí un poco, má s
bien un resoplido, un amago de risa.
—No eres un cliché, Jae, y no eres el típico omega que necesita ser
rescatado. Esos omegas suelen ser así porque confían en personas que
obviamente son malvadas o que no deberían o porque se meten en una
situació n u otra. Tú te cuidas, buscas siempre decir la verdad, cargas
234
supresores contigo, no eres ajeno a tu situació n, no ignoras tu calidad de
omega y te pones en peligro —me mira—, eres serio y cuidadoso, tomas
todas las precauciones necesarias. Solo que elegiste confiar en tu padre.
Y deberías haber podido hacerlo, deberías haber podido venir a verlo y
apoyarlo sin que todo saliera de control. No tenías có mo imaginar que
esto ocurriría —suspire—, sí, me necesitaste, pero porque la situació n
que te tocó fue algo que no podrías haber previsto.
—Ay, Arny... —besé sus labios con fuerza, mi boca chocó con la suya y un
poco me hice doler, pero es que sus palabras habían sido tales que sentí
que sus labios me atraían a ellos como imá n—. Eres demasiado perfecto.
Mi pecho se sintió tibio, él podía hacerme sentir que crecía mil tallas de
corazó n con sus palabras, porque aun cuando decía no pensar
demasiado en el futuro, había pensado esas cosas, había imaginado có mo
sería cuando él estuviera perdido, nos había imaginado juntos.
235
con eso de ser alfa y actor reconocido, su testimonio valdrá mucho... —no
quería tener que pasar mucho tiempo en juicios y demá s.
—¿Qué pasa si hay má s omegas como yo? Unos que no tienen a un alfa
como tú , o que simplemente tuvieron que quedarse callados porque él lo
ordenó —no podía ni imaginar có mo debían de estar sufriendo si
llevaban má s tiempo en el infierno que yo sufrí solo por dos días.
236
—¿De verdad no lo entiendes? —ahora yo junté mis cejas.
—Hay betas entre los lobos también y ellos igual encuentran su pareja
destinada, incluso alfas u omegas que encuentran su pareja destinada en
betas, porque impriman de ellos, má s allá de la conexió n de alfa y omega
—explica y yo me confundo, porque él me había dicho que sabía que su
pareja sería un omega masculino porque era gay, pero si podía imprimar
de un beta ¿por qué sabía que sería un omega?—. Veo tu confusió n, uno
siempre imprima o encuentra su pareja destinada en alguien que pueda
darle hijos. Por eso sabía que sería un omega masculino.
—Ahh... —comprendí—. Entonces... los que hay que son betas o tienen
de pareja a betas...
237
—Es porque imprimaron —explica—, no es la misma sensació n que
tiene un alfa y omega que encuentra a su pareja destinada, pero es muy
similar, la atracció n es instantá nea, o sea, como soy lobo, igual puedo
decir que imprimé contigo, para mí tú eres mi pareja destinada y mi
imprimació n —me hace sonreír saber que soy ambas—, mi abuela, por
ejemplo, es alfa, pero su pareja es un beta, hombre, ellos imprimaron. Es
decir, si lo piensas, no sería posible que todos los alfa encontraran su
pareja destinada en un omega, no dan los nú meros, los alfa somos má s
en nivel població n —me hace sonreír que sepa las estadísticas, porque...
pues yo las sabía también y me gustaba que él también las supiera.
—Me alegra mucho que existas —no había nada má s cierto que eso—.
Eres increíble, y no solo porque eres mi calentador personal —quise
bromear para aligerar el ambiente, lo abracé má s para enfatizar lo
mucho que me gustaba su temperatura.
—Tu lobo 3000 perfecto para la temporada de invierno —me reí cuando
me siguió el juego—. Por cierto, Carter sabe que soy lobo —saqué el
rostro de su cuello, sorprendido.
238
—Vaya... hay que reconocerlo, no es mal tipo, a pesar de que creyó en mi
padre —suspiré—, pero lo mismo podría decirse de la gente porque
dudo que todos quienes lo miraban y amaban su show fueran malas
personas, solo se dejaron engañ ar porque él miente demasiado bien.
239
entenderla y realmente no tengo idea de có mo reaccionará . Quisiera que
lo hiciera con lealtad hacia mí, pero no estoy seguro de que realmente
esa lealtad exista.
—Ya le avisé a mis madres que está bamos a salvo así que puedo hacerlo.
Esperemos a mañ ana, podemos tomarnos el día de hoy para descansar
antes de enfrentarnos contra el mundo.
Era curioso que aquella fue la primera noche que dormimos juntos. Tan
lejos de casa, solos en un hotel, con mi celo suprimido por supresores.
Fue solo dormir, y a pesar de eso, fue completamente íntimo.
•••
240
voz alta de chequeo y también tenía bastante sueñ o. De todos modos,
ojalá disfrutaran este capítulo.
241
22. Lo que veo cuando te miro
—Pedí desayuno —me acomodé en la cama, sentá ndome con las piernas
como buda y él se sentó frente a mí, con la bandeja entre ambos, había
leche con chocolate, huevos y galletas— ¿Có mo está s? —esa burbuja que
habíamos creado era muy agradable, me sentía seguro con él, tal vez
sería así cuando viviéramos juntos, si íbamos a la misma universidad y
compartíamos piso... quería que fuera así, turnarnos para hacer el
desayuno, que me despertara con sus besos.
242
—Claro —sacó la inyecció n de mi maleta abierta y yo me la puse sin má s
miramientos en el hombro. Luego continuamos con el desayuno.
—Má ... —mi novio estaba muy sorprendido, ella entró al cuarto y le besó
la mejilla.
—Mucho mejor, gracias por enviar a Arny por mí —sabía que mi novio
no tenía dinero, era de sus madres—, él me salvó .
—¿Usó mucho su voz de alfa contigo? —los ojos de Saskia eran casi
iguales a los de Arny, tal vez un par de tonos má s oscuros, solo tal vez,
243
algo quizá imperceptible. En ese momento lucía muy seria, se notaba que
lo que me había ocurrido le molestaba.
—Voy a hablar con tu tío Arend —si recordaba bien, Arend era el
hermano de Saskia, el tío de Arny, el cual lo apreciaba, porque era un tío
genial, pero al mismo tiempo lo resentía porque Arend significaba
«á guila» y Arnulf significaba «á guila» y «lobo». Sus madres habían
elegido su nombre para honrar su naturaleza y al hermano que Saskia
tanto apreciaba... así que obviamente Arny lo resentía por no tener un
nombre má s fá cil y menos «aburrido», porque estaba inconforme con el
suyo. Sin embargo, no recordaba má s de él, ademá s de que estaba en el
consejo de ancianos del clan y era el padre de Dalia.
—Ayer le hablé para comentarle que estarías aquí por una emergencia y
dijo que él había venido hace un par de días por trabajo, pero que si
necesitabas algo, ayudaría —entonces Saskia me miró para explicar—.
Arend es abogado, si vamos a ver lo de declaraciones y demá s, es mejor
ir con uno.
244
—No, mi madre solo me dijo que viniera a ayudar a mi padre, en
realidad, vine por ella, no por él. No le he hablado porque no sé có mo va
a reaccionar cuando sepa que ahora él fue detenido por mi culpa... —no
quería enfrentar su enojo aú n.
—No fue tu culpa, él usó su voz de alfa contra ti, Jae, él rompió la ley y tú
eres su hijo, se supone que debía protegerte, él a ti, no tú a él —podía ver
la determinació n y molestia en su rostro, me hacía sentir que le
importaba, y era extrañ o porque en muchos momentos de mi vida había
sentido que no le importaba a nadie, y ahora tenía a Arny, y su familia, y
una certeza que para mí era extrañ a, de que estaban de mi lado. Con mi
madre esa certeza era inexistente.
—Arend, gracias por venir, este es Jae —me presentó , apreté la mano de
Arny sintiéndome nervioso cuando me observó tan serio, estaba frente a
245
un lobo después de todo, pero él solo lucía molesto con algo, no con
nosotros.
—Pero ellos pueden hablar conmigo ¿verdad? Yo puedo hablar con ellos,
demostrar que estoy bien mentalmente, que no es verdad...
246
—Yo también puedo declarar —agregó Arny y su tío negó suave con la
cabeza.
—No lo sé.
Porque no tenía idea de qué madre era la que se iba a presentar a esa
estació n de policía ¿la madre que me había leído cuentos de niñ o? ¿La
que, con once añ os, me había mandado a pasar mi cumpleañ os en la
biblioteca con ó rdenes estrictas de volver después de las cinco para que
ella pudiera pasar la mayor parte del día sola con mi padre? ¿La que
regaba las plantas con dedicació n infinita y cuando niñ o me contaba
historias de cada una de ellas? ¿La que miraba a mi padre en televisió n
todas las noches? ¿Cuá l? ¿Mi madre o la mujer enamorada de Matthew
Burton?
247
formal, azul, que destacaba sus ojos, su cabello bien acomodado y un
maquillaje sutil que la hacía ver preciosa. Se sintió como una puñ alada,
porque de inmediato me di cuenta de que estaba allí para ver a mi padre.
No a mí.
—Madre...
—Es tu padre...
248
mi voluntad —las lá grimas cayeron por mis mejillas sin que siquiera
parpadeara— ¿te das cuenta de lo horrible que es lo que hizo? No te
estoy pidiendo que declares contra él, solo... no mientas, por favor... no
mientas.
—Si hago esto, tu padre irá a prisió n y ya nunca má s volverá por mí —mi
estó mago se oprimió .
—Lo sé.
—¿Sabes por qué nunca me gustó lo mucho que lucías como él? —
aquella pregunta me atrapó desprevenido, agaché la vista, no quería
enfrentarla en ese momento.
249
que ofrecer—. Si hago esto, no sé si podré mirarte de nuevo, Jae. Mirarte
sabiendo que él de verdad nunca volverá ... dolería demasiado.
—Está bien.
Entramos de vuelta, ella se dirigió hacia los detectives y se fue con ellos y
el abogado de la policía para hacer su declaració n, dejando de lado al
abogado de mi padre. Arny se acercó a mí, tomo mi mano y entrelazó
nuestros dedos. Yo solo lo sentí, porque en ningú n momento aparté los
ojos de mi madre, la observé hasta que desapareció con los policías.
—Dirá la verdad —lo sentí suspirar aliviado—, pero no cree que sea
capaz de verme de nuevo luego de esto, le dolerá demasiado —sus
brazos afianzaron el agarre a mi alrededor—. Así que cuando volvamos
pensaba ir a la casa de acogida, no queda tanto del añ o escolar, será n
solo un par de meses y luego del ECN podré postular a la universidad,
obtener una beca, trabajar mientras estudio también es una opció n, seré
menor de edad la primera mitad del semestre pero podré hacerlo.
250
—Espera, espera —me apartó para mirarme a los ojos— ¿te echó de
casa?
—No realmente —me limpié las lá grimas—, pero hará esto por mí y lo
que yo puedo hacer por ella, es irme.
251
—No podría soportar que estés en otro lugar, Jae, necesito saber que
estará s seguro, te necesito cerca.
—Ahora te lo explico.
252
Dejé que mis lá grimas cayeran en silencio y él sujetó mi mano con fuerza,
pero acariciá ndola suave. Me di cuenta de que tenía razó n. De que toda
mi vida, yo había deseado exactamente lo mismo, y dolía, joder, dolía
demasiado que él deseara aquello, porque eso significaba que había visto
lo que me había faltado, que yo no lo imaginé, que fue real. É l también
podía ver que yo no había sido amado... dolía que me confirmara que era
real, cuando durante tanto tiempo quise convencerme de que no era
cierto.
•••
Hey, lamento lo tarde que salió este capi, una hora >< podría darles una
explicació n muy larga, pero solo diré que estoy en Chile y entre una cosa
y otra me atrasé.
Gracias por leer, comentar y estrellitosear, espero que ese capítulo les
gustara, fue un poco má s serio creo que algunos otros, pero me pareció
necesario. Gracias por querer a Jae y Arny tanto como yo, en serio.
Gracias por tanto.
253
23. No pienso ordenar tu ropa
254
Así que me grabé su silueta, su cabello, su tristeza que se había
empeñ ado en hacer mía, que me había enseñ ado a creer y yo ahora me
esforzaba por desaprender.
Carter había ayudado en cierta medida, había alzado la voz diciendo que
yo tenía su apoyo, que lo que mi padre había hecho era totalmente
reprochable y que esperaba que la justicia no fuera indulgente con él,
porque esos crímenes no debían ser tomados a la ligera.
Yo no sabía qué sentir. Eran solo dos, ambas mujeres omega y, por
suerte, ninguna había sufrido abusos sexuales de él (ya era bastante
horrible que mi padre usara su voz de ese modo, que fuera un violador
habría sido demasiado), pero sí había abusado de su poder para usarlas,
en un momento u otro, a su conveniencia, pidiéndoles que se quedaran
calladas por alguna situació n. Los cargos que ellas agregarían como
víctimas no eran tan graves como el mío, pero sentaban un precedente y,
sumá ndolas a ellas y a mí, éramos tres, lo que lo volvía un agresor
255
repetitivo (serial). Esto aumentó su sentencia de diez añ os a un mínimo
de veinticinco.
256
La sentencia había sido relá mpago. Aun así sentía que llevá bamos
demasiados días en Orville, quería volver a Roscoe, no me agradaba la
atenció n de las cá maras, quería quitá rmelas de encima, que me dejaran
en paz, no quería su persecució n o preguntas. Al tercer día allí, íbamos a
tomar desayuno a un café cercano. Nos persiguieron periodistas y
tuvimos que regresar al hotel.
—Creo que tienes que dar una declaració n —Arny me miró casi con
disculpa—. De ese modo podrá s responder unas cuantas preguntas,
decir que no contestará s má s y que te dejen tranquilo.
—Bien, lo haré.
257
Arny transformarse y rascarlo hasta cansarme y apoyar mi cabeza en su
pelaje y dormir junto a mi lobo, mi amado lobo.
Arny terminó hablando con Carter quien le dijo que lo mejor sería que yo
fuera a responder preguntas a un show y que esa fuera considerada mi
declaració n oficial. Con sus contactos me consiguió una entrevista con un
show de la tarde, lo cual era perfecto porque no quería aparecer en uno
nocturno de nuevo y, mejor aú n, el Show de Zellen, ella era muy querida
por todos y realmente hacía muchas cosas buenas, así que no me
molestaba ser entrevistado por ella.
Esta vez aparecí con mi ropa comú n, mis jeans negros, mi suéter azul con
rombos, Arny se ofreció a aparecer conmigo pero le dije que no era
necesario, sabía que solo lo decía para apoyarme pero lo mejor para
nosotros era que yo fuera solo. Así que saludé a la presentadora que me
recibió con una sonrisa y me ofreció sentarme en uno de sus sofá
blancos.
258
como respuesta—, es entendible, la ú ltima vez que apareciste frente a las
cá maras no eras tú mismo...
—Mi madre... yo no quería venir, pero vine porque ella me lo pidió . Por
supuesto que ella no sabía que esto pasaría solo... supongo que no creyó
que haría algo así —no quería hablar mucho de mi madre, sabía que no
le agradaría nada que la mencionara en televisió n.
—Hay gente que dice que hiciste esto para quedarte con el dinero de tu
padre ¿qué piensas de eso? —no había malicia en su voz. Solo me estaba
dando la oportunidad de aclararlo.
259
El dinero y las propiedades será n liquidadas y donadas a instituciones de
ayuda, no voy a quedá rmelo, no lo quiero.
—No, no...
260
de lo que hizo mi padre y eso se ha terminado. Les pido que me dejen
tener una vida tranquila, no tengo interés de buscar fama en ningú n caso.
Espero que esto respondiera sus dudas.
—Gracias... espero que fuera suficiente, solo quiero volver a casa —Arny
salió de detrá s de escena (ahora que ya no estaban filmando podía) y
tomó mi mano.
—Sí.
—Pues Jae tenía razó n, no tienes nada que envidiarle a Carter, les deseo
lo mejor a ambos.
261
El viaje de vuelta fue mucho má s fá cil en compañ ía de Saskia y Arny.
Cuando llegamos Amelia y V nos esperaban en el jeep, V estaba en el
asiento de atrá s, medio agachado. Me alegró ver a Amelia, ella nos abrazó
a todos y en cuanto nos sentamos atrá s, V se subió sobre las piernas de
Arny y comenzó a picarle la cara y molestarlo, lo que por supuesto
provocó que Arny lo picara de vuelta, comportá ndose como si el niñ o
fuera él, y terminaron mordiéndose y arañ á ndose.
—Jae, fui por tus cosas... ya está n en casa —Amelia me sorprendió con
esa informació n cuando estacionó en mi «nuevo hogar», esperó a que los
demá s entraran (Arny y V se habían bajado corriendo con el grito «yo
entro primero»).
—Quiero que sepas que eres parte de nuestra familia. No solo porque
haces a mi hijo tan inmensamente feliz, sino porque en todos estos
meses te he tomado mucho cariñ o. Estoy feliz de poder cuidarte —mis
ojos se llenaron de lá grimas y ella me abrazó .
—Gracias.
Era triste, pero nunca había sentido que mi madre tuviera un aroma
maternal, pero cuando Amelia me abrazó , me llevó hasta las lá grimas,
porque olía como una madre y la añ oré má s que nunca. La abracé con
fuerza y ella me sujetó por un tiempo, hasta que finalmente se apartó y
me limpió las lá grimas con sus manos.
262
—Vamos dentro antes de que Arny piense que te rapté —asentí y
entramos a la casa.
—Mamá , qué inteligente que eres —Arny la abrazó por los hombros y
empezó a darle besos en plan molestoso y ella lo apartó dá ndole
palmazos como quien mata un mosquito.
—No molestes a Jae... estudia con él, no lo distraigas —asentía como niñ o
bueno y me causaba mucha gracia. Amelia puso los ojos en blanco al
notar que su hijo no tomaba las cosas muy en serio. Entonces me miró a
mí—, si te molesta mucho me dices y yo lo disciplino.
263
mi ropa dentro, perfectamente ordenada. Sonreí, Arny me abrazó por la
espalda.
—Es culpa de tus manos má gicas, deberías ser masajista —tenía los ojos
cerrados pero aun así frunció el ceñ o, se me hizo divertido su ligero
mohín—, no, mejor no, tus manos son solo mías.
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—Estaba pensando ¿crees que afectará mucho mi aparició n en televisió n
y todo eso a la decisió n del consejo? —abrió los ojos y se sentó en la
cama, me atrajo contra su pecho.
—Espero que no, pero sinceramente no sé, como te dije, nunca he visto
que hagan este proceso en el clan porque no había aparecido alguien con
la sangre de lobo no despierta como pareja destinada en todo este
tiempo, no es tan comú n que ocurra —paseó sus dedos por mi espalda y
me estremecí agradablemente. Decidí que era mi turno de caricias y me
apreté un poco contra él para que hiciera su trabajo de calentador
mimador portá til—. Ciertamente ayuda que le agradaras al tío Arend, él
está en el concejo así que tienes un aliado.
—¿Le agradé? —no podría estar seguro, siempre había estado muy serio
cuando lo veíamos, aunque era cierto que solo habíamos hablado de
trabajo cuando nos topamos.
265
—Tuve demasiada suerte —besó mis labios—, tengo el mejor novio del
mundo.
Realmente lo era. Arny me había dado un mundo nuevo, una vida nueva.
Aun si el consejo no me aceptaba, eso no cambiaría, él estaría siempre a
mi lado. Lo había comprobado con hechos, que iría a mi rescate cuando
lo necesitara, que no me dejaría cuando tuviera miedo. Pasaría mi vida
entera haciéndolo feliz, estaba seguro. Sería capaz de dejar mi biblioteca
para acompañ arlo por el mundo si eso era lo que deseaba. Como Arny
me había dicho alguna vez: encontraríamos la forma.
•••
266
24. El lugar de las fauces
267
Saskia que llevaba de la mano a Amelia, la sentó al lado de V y juntos
preparamos el desayuno para todos. Era extrañ o, un desayuno en familia
y la explicació n de Saskia «no se despiertan hasta que no han comido»,
comer con todos se sentía bien. Ademá s, después de la ducha pude ver a
Arny elegir su ropa del día, yo tenía mi ropa del jueves, pero quería
descubrir su método para seleccionar su atuendo.
268
Arny porque... él es má s grande y puede recorrer mayores distancias en
poco tiempo, pero no había quién los detuviera. Así que los dejé y ayudé
a Amelia (mamá ) en el laboratorio porque quería conversar un poco con
ella antes de la cena (que Saskia estaba preparando).
—Arny...
—¿Eh?
—Te conté que había tenido a Arny joven, no era mucho mayor que tú ...
—no me estaba presionando, lo sabía, pero me dio curiosidad de todos
modos.
269
—Pensé que era tal vez fue cuando salieron de la universidad o algo —
ella negó .
—¿Me está s diciendo que le regale un hijo a Arny? —ella se rió y negó
con la cabeza.
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—Todo eso es muy interesante, pero sigo sin saber qué regalarle... —o
sea, eran cosas importantes para considerar en el futuro, sobre todo si
tendríamos que tener en cuenta que quien nos ayudara a cuidar al bebé
debía ser lobo, pero suponía que faltaba mucho para eso... y bien, que
hubiesen ido a la universidad de Silvius era impresionante, era una de las
mejores universidades del país, estaba en la ciudad de Silvius, que se
conocía como «la ciudad del bosque», tenía muchas á reas verdes y
jardines dentro de la misma ciudad, era una ciudad universitaria
precisamente por el campus que allí había. Me preguntaba si Arny
querría asistir a esta, después de todo, era su legado. Pero nada de eso
ayudaba con lo del regalo.
—Lo que quiero decir es... lo importante es que estés con él y que elijas
algo que nazca de ti, de lo que tú quieres darle, lo que sientes que
necesita o simplemente lo que crees que expresará tus sentimientos —
no sé si eso realmente ayudaba pero nos llamaron a comer. No tenía
mucho tiempo para preparar algo y realmente quería darle alguna cosa,
aun si no era mucho. Cuando subimos Saskia estaba sirviendo los platos,
Arny tenía una sonrisa amplia y presumida y V tenía los brazos cruzados
y sus mejillas regorditas infladas por el mohín que estaba haciendo.
—Oh... imagino que ganaste —comenté aguantá ndome de poner los ojos
en blanco por có mo molestaba a su hermanito.
—Sin gritos en la mesa —se los recordó con una voz suave. Saskia
apareció detrá s de ella y le besó la mejilla.
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—Exacto, nada de gritos, ademá s, todos sabemos que el lobo má s veloz
soy yo —la sonrisa de Arny se borró y me reí porque ahora lucía muy
parecido a V y Saskia se veía todo presumida. Me senté junto a Arny y me
serví un poco del estofado de carne.
—Eso es porque má hace trampa... —supuse que era algo que ya habían
discutido antes porque Amelia no lucía nada impresionada con aquello.
—Síp, dijo que solo porque yo era una hija ingrata que se llevaba a su
terroncito lejos de ella todo el tiempo, no significaba que iba a perderse a
su nieto cumpliendo la mayoría de edad —Arny se rió y enseñ ó todos los
dientes.
—Puede que venga, si no tiene clase el lunes —comentó con una sonrisa
e imaginé que era profesor.
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—Espero agradarle...
—A mí me gustas mucho.
—Claro.
—¡Hey! Pensé que solo me leías a mí —a veces Arny era como un niñ o.
—Jae...
—¿Mh? —se sentía tan bien entre sus brazos, era tan tibio, una cosa era
clara, aun si no cambiaba a lobo, jamá s volvería a tener pies fríos en la
273
noche. Acaricié mis pies con los suyos y entonces abrí los ojos de la
sorpresa porque sus labios me dieron un beso breve, pero demandante...
con sabor a pasta dental por parte de ambos. Habría preguntado por qué
lo hizo, pero de verdad tenía sueñ o y a estas alturas ya sabía que era
porque, por absurdo que fuera, quería recordarse que yo era suyo y no
de su hermanito—. Te amo —susurré para calmarlo y entregarme al
mundo de los sueñ os.
—Un cuento... no soy experto en dibujo pero... recordé que dijiste que no
conocías realmente la historia de Pedro y el lobo por lo de que los lobos
274
eran los villanos en las historias infantiles —expliqué y me senté a su
lado mirando la portada que había sido dibujada y pintada por mí, el
dibujo era algo rudimentario, pero se entendía, y lo había pintado con
colores cá lidos—, así que pensé en escribir mi propia versió n con un
lobo bueno.
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mejilla en un bonito prado en flor— Las personas del pueblo admitieron
que se habían equivocado, y el niño pequeño aprendió que la honestidad
podía darle el mejor de los regalos, porque desde ese día, él niño pequeño y
el lobo nunca se separaron. —allí terminaba la historia, cerré el libro y lo
miré—. Quise entregar má s o menos el mismo mensaje, pero en lugar de
enseñ ar desde el miedo y lo negativo, ya sabes «si mientes pasan cosas
malas, así que no lo hagas», pensé enseñ ar desde lo positivo «decir la
verdad trae cosas buenas, hazlo» —busqué sus ojos ambarinos— ¿de
verdad te gusta? Sé que no soy el mejor dibujante de la vida pero... —me
interrumpió con un beso intenso, apretá ndome contra su cuerpo hasta
lograr que yo dejara el libro a un lado para abrazarlo también. Me besó
hasta que me quedé sin aire y tuve que apartarme para respirar, aun
cuando quería seguir sintiendo su lengua jugar con la mía y sus labios
atacar los míos.
—¿Má s? —asentí.
—Lo que quieras, mi vida —mi corazó n latía siempre má s rá pido cuando
me llamaba de ese modo.
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es un regalo de cumpleañ os, porque no lo estoy haciendo porque quiera
dá rtelo o me sienta presionado o algo así. He pensado bastante sobre
esto y, estamos destinados, quiero permanecer siempre junto a ti y...
quiero poder dejar de usar supresores para que tú puedas sentir mi
aroma siempre, tal como yo siento el tuyo —acaricié su mejilla con mi
pulgar— y pues... siento que este es el día má s especial que existe,
porque es el día en que tú llegaste a este mundo. Y si vamos a enlazarnos,
debería ser en un día especial.
Su mirada se había vuelto muy intensa, parecía leerme el alma con sus
ojos ambarinos.
—¿Dó nde debería hacerlo? —la marca podía ser hecha desde la nuca
hasta la parte lateral del cuello, se decía que trazando una línea recta
desde el costado externo de los ojos hacia abajo, hasta allí era donde se
encontraban las glá ndulas que permitían que la mordida fuera efectiva
—. Será doloroso...
—Eso no importa...
—Má s doloroso que una mordida comú n, porque soy un lobo y debe
durar má s, una mordida normal dura un momento, yo necesito morderte
hasta que sienta que nuestra conexió n se ha completado, que tu vida se
ha vinculado a la mía, eso puede tardar un momento o hasta una hora —
pero nada de eso me asustaba, estaba listo para ser marcado.
—Está bien, Arny, quiero que lo hagas... ¿dó nde quieres poner la marca
tú ? —Amelia la tenía en su nuca, lo suponía porque no se veía a los
costados de su cuello, así que solo podía ser su nuca. Entendía que esa
277
era la forma má s discreta, una parte de mí quería eso... pero la otra, la
que de hecho estaba ganando, quería que se viera, quería que se supiera
nada má s verme que tenía a mi alfa.
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Cuando se apartó no tenía ni idea de cuá nto tiempo había pasado, podía
sentir la sangre escurriendo de mi herida, él pasó su lengua por mi piel
varias veces, estremeciéndome, haciéndome ahogar un gemido mientras
él lamía y lamía con su á spera humedad hasta que la sangre dejó de
correr. Entonces me miró , podía reconocer al lobo que tenía en frente.
—Sí, solo tuyo —ese fue un beso intenso, mi lengua fue reclamada, y yo
busqué adueñ arme de su aliento. Me aferré a su espalda mientras él me
sujetaba por los muslos, intenso. Cuando necesitó respirar lo miré fijo, su
á mbar contra mi cielo—. Tú eres mío.
•••
279
25. Me salió «vale otro»
Nos hubiéramos besado por horas, tal vez nos habríamos dejado llevar
incluso má s allá de eso, todo mi cuerpo tenía una necesidad imperiosa de
él, quería ser suyo, quería arañ ar su espalda, abrir mis piernas, besarlo,
probar todos los lugares de su piel que no había besado por vergü enza o
falta de oportunidad. Pero un mal movimiento de mi cuello me hizo
soltar un quejido. Arny me lamió de nuevo para que la sangre parara y
para la segunda vez que mi herida nos interrumpió fue má s que evidente
que no podríamos hacer eso, no hasta que mi marca hubiese cerrado un
poco, o al menos la sangre hubiese coagulado en la superficie. Suspiré y
miré sus labios con algo de mi sangre en ellos, se veía má s salvaje de lo
comú n.
280
—Creo que necesito un vendaje —ahora el puchero lo hice yo, quería
seguir besá ndolo, no quería separarme de él ni por un momento, ni
siquiera para caminar e ir al bañ o. Arny tal vez me leyó la mente porque
asintió , me sujetó con fuerza de los muslos y se puso en pie caminando
conmigo. Sonreí mientras me afirmaba en él, me sentía adormecido, no
por sueñ o sino por él, por su aroma, tan claro, tan intenso y penetrante.
—Estoy bien, sanará en nada de tiempo —estiré las manos para tomar su
rostro con ellas, acuné sus mejillas y las acaricié con mis dedos— ¿te
gustó ? —pude sentir su sonrisa contra mi piel.
—Mucho.
281
—A mí también... —el parche parecía sellar la herida de algú n modo, así
que había dejado de sangrar, estiré los brazos y me cargó de vuelta a la
habitació n, aú n era de noche, cuando llegamos a la cama disfruté de
recostarme a su lado y le acaricié el cabello despacio, nos acostamos de
costado, mirá ndonos el uno al otro—. Cuando mi herida sane un poco
má s... quiero hacerlo, tengamos sexo —su sorpresa se volvió satisfacció n,
no pude evitar mis mejillas sonrojadas.
—Vamos a dormir o estará s todo el día con sueñ o —me acurrucó contra
su pecho y descansé en él, hasta que el cansancio de no haber dormido se
hizo cargo de mí. Por la mañ ana despertamos con una canció n de
cumpleañ os, toda la familia apareció en el dormitorio con un muffin rojo
y una vela sobre este, cantando «cumpleañ os feliz». Sonreí y comencé a
cantar con ellos mientras Arny se sentaba y soplaba la vela luego de
terminada la canció n.
282
donde estaba la marca, como habían estado enfocados en Arny, no
habían visto el parche.
—No, V, está bien, le pedí que me mordiera —no se veía muy seguro
pero finalmente Arny se lo echó al hombro.
—No mucho, anoche un poco má s, pero ahora casi nada, solo si muevo el
cuello muy bruscamente —ella asintió conforme con eso.
283
—Claro que lo lamí —Arny sonaba casi ofendido y yo sonreí, apoyando
un momento mi hombro en el suyo. De verdad quería saber si nuestra
necesidad de cercanía era normal, o si era solo porque acabá bamos de
unirnos, o si desde ahora en adelante sería siempre así y cuando
estuviéramos lejos tendría que aprender a vivir con mi necesidad de él,
como mañ ana, cuando tuviéramos clases.
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penetrantes. El hombre a su lado, sin embargo era alto, má s alto que
Arny y que Saskia, su piel era tostada, sus ojos negros y su cabello
también, las facciones de Arny se parecían a las suyas, tenía unas pocas
arrugas a los lados de los ojos y vestía una camisa a cuadros celeste y un
pantaló n café, a diferencia de su esposa que llevaba un vestido largo y
florido.
—¿Dó nde está mi cumpleañ ero? —su abuela buscó a Arny y cuando lo
encontró fue hasta él y lo abrazó por el cuello, Arny devolvió el abrazo lo
que significó que nos soltamos de la mano, eso me causó algo de
ansiedad pero podía manejarlo.
—Dejé mis clases de mañ ana a cargo de mi ayudante —él le sonrió con
mucha amabilidad mientras su abuela tomaba el rostro de mi novio.
285
—Sí, es un gusto —estaba nervioso, aun cuando era bajita y delgada, su
presencia podía llenar una habitació n entera, no era para nada como me
la había imaginado, pero sentía su fuerza, en su forma de pararse, en su
sonrisa, en su mirada perspicaz, ella era quien alzaba la voz en una
habitació n, ella era la líder de su manada y se podía sentir en cada
centímetro de su pequeñ o cuerpo.
—Muy bien, Abu —ella al fin soltó el rostro de Arny y se acercó a mí, sus
ojos se detuvieron solo un segundo en la marca parchada en mi cuello y
sonrió .
—Veo que ya te uniste a la familia ¡Muy bien! Estas cosas no hay que
hacerlas esperar demasiado tiempo —Arny tomó mi mano y sentí que
me regresaba la cordura un poco, mucha seguridad y tranquilidad llegó
de ese contacto.
286
—Y Jae hizo un cuento para Arny por su cumpleañ os y yo le ayudé a
elegir los colores —escuché que le contaba y sentí un sonrojo llenarme
las mejillas mientras el abuelo me miraba y me dedicaba su amabilidad,
Arny igual había escuchado.
—A Jae le gustan mucho los libros, estamos contentas con él porque hace
que Arny estudie —Amelia me halagaba.
—De todos modos nos gusta que esté tomando sus estudios má s en serio
—apoyó Saskia y yo sonreí, también me gustaba.
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—Queremos tener los resultados primero antes de decidir...
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—Siempre pueden postular este añ o si sus resultados son buenos y si
son aceptados, al menos en Silvius, tenemos un sistema que permite que
retrasen su admisió n hasta el añ o siguiente —eso no sonaba tan mal.
—Yo soy quien está má s feliz con él —no pude haber sido má s honesto.
—¿Por qué quieres ser un lobo? —la pregunta me tomó por sorpresa y al
mismo tiempo no.
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yo somos una pareja destinada, tal vez era el destino que yo recuperara
mi linaje de lobo, para poder acompañ arlo.
—Me hace muy feliz verte tan contento, cachorro —ella me miró con
algo que me pareció aprobació n, Arny se mostró orgulloso, yo no podía
imaginar alguna época donde Arny no hubiese estado contento, para mí
él era siempre sonrisas.
290
medio de la entropía que lo envolvía. De algú n modo era relajante
mirarlo, con su tranquilidad inamovible. Dejó a V en el suelo y se fue a
sentar junto a Amelia, entonces entendí que él tampoco era un lobo.
—Arny es increíble.
291
Te amo, te amo tanto...
Y por supuesto que nos volvimos el chisme del instituto porque nuestro
enlace era má s que evidente en mi cuello, pero no me importaba. Era
realmente difícil estar en clases lejos de él y por primera vez me planteé
seriamente faltar solo para estar abrazado a él, pero logré resistirlo de
algú n modo, en los recesos nos buscá bamos para tomarnos de la mano,
compartir un beso. Má s de alguna persona nos felicitó , pero yo solo
quería estar con él, mucho má s.
292
No tuve que decirle nada.
293
sensible de mis pezones que rá pidamente se pusieron duros por la
humedad de aquella lengua que los frotaba y chupaba. Gemí alto, quería
que me escuchara, no quería contenerme, quería que todo en nuestra
primera vez fuera honesto. Empujé mi erecció n contra la suya y el
temblor que me recorrió de pies a cabeza fue intenso, lo suficiente como
para pensar que tal vez sí podía quedarme ciego de placer.
—Te amo —miré con fascinació n como chupaba dos dedos sin dejar de
mirarme, incluso eso era eró tico. Lo sentí tantear mi entrada y eché el
cuello hacia atrá s mientras sentía mi esfínter palpitar de la ansiedad.
Cuando sus dedos entraron yo estaba hú medo. Lo necesitaba, quería
rogarle que entrara, que me abriera por primera vez solo con su
miembro pero sabía que eso me rompería y Arny nunca iba a
perdoná rselo. Me conformé con esos dedos, abriéndome, tomá ndome,
pude sentir mis paredes succioná ndolos, queriendo tragarlos por
completo, llená ndolos de mi lubricació n y llenando la habitació n del
sonido pegajoso cuando los metía y sacaba, cuando los abría buscando
expandir mis paredes.
294
ardía bajo mi piel y mi cabeza explotaba... explotaba por la necesidad de
consumir cada detalle, la fiereza de sus ojos, la necesidad en sus jadeos,
la forma en que me abría y mis propias sensaciones, mi cuerpo
estremeciéndose en oleadas de placer por có mo me tocaba.
Entonces lo hizo.
295
Y me abrió con sus dedos mientras me besaba y yo no soportaba el beso
lento así que empecé a besarlo má s rá pido, chupando su lengua,
mordiendo su labio, lo quería, era demasiado intenso.
Y llegó el momento.
—Dios, Jae, se siente... tan bien, joder... joder... eres increíble —tendría
que haber esperado pero quería que se moviera, empujé mis caderas, no
podía hablar, no tenía cerebro para eso, no me acordaba ni de con qué
letra empezaba mi nombre. Se empujó entonces, salió solo un poco y
entró de nuevo y yo jadeé. No. No aguantaría mucho. Mi respiració n se
volvió corta y acelerada. Mis manos se aferraron a su espalda sudorosa,
296
se resbalaban y comencé a empujarme contra él mientras se movía, las
estocadas eran cortas pero rá pidas, apenas entraba y salía pero me
estremecía entero, arañ é para afirmarme, quería besarlo pero no
coordinaba afirmarme y besarlo con todo el placer que estaba sintiendo.
—Voy... Arny... voy a... —joder, era demasiado rá pido, demasiado. Pero él
asintió y se empujó de nuevo, se empujó hondo y cuando sentí el calor de
su semilla llená ndome me dejé ir.
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—Eso fue rá pido... —su voz sonaba ronca, algo avergonzada, me reí
suave porque era cierto. Pero era de esperarse, suponía, habiendo sido
ambos vírgenes, era un milagro casi que hubiese logrado ponerlo dentro
y no correrse de inmediato.
—Te amo —lamí su labio inferior. Está bamos pegajosos, hú medos, y ese
fue nuestro «te amo» má s hermoso hasta ahora. Le acaricié la nuca y me
bañ é en su sonrisa.
Sí, había sido rá pido, y torpe. Pero no me importaba, había sido con él y
eso lo hacía perfecto.
•••
298
Sobre el capi, espero que lo disfrutaran, a mí me gustó escribirlo, llevaba
un tiempo sin escribir trecetreceo de este modo, me lamento si no salió
muy sexy. De verdad, muchísimas gracias por leer, comentar y
estrellitosear, de verdad me pone contenta que le hayan dado una
oportunidad y que la disfruten tanto. Nos queda poco <3
299
26. He visto cuatro futuros posibles y
todos son contigo
300
modo, si no se limpiaban luego sufrían dolor de estó mago, pero como yo
soy omega realmente no me dolía porque mi cuerpo estaba técnicamente
hecho para recibir semen, tenía un canal dentro de mí para ello, pero aun
así la sensació n pegajosa no era muy agradable. Sin embargo, detuve ese
pensamiento para mirar a Arny.
301
—¿Y las clases? —negué con la cabeza.
302
—Tendremos tres meses de vacaciones de verano, luego empezaría el
añ o escolar y demá s —comencé a explicar—. Pero si me transforman,
inmediatamente después de que rindamos el ECN, tendré que estar un
añ o sin andar mucho en pú blico ¿cierto?
303
discretos, tal vez podríamos viajar un poco los primeros meses, como tú
querías —apreté su mano.
—Lo bueno es que mi novio planea todo, así que puedo saltar a lo que
sea porque él me conoce y tendrá un plan de contingencia —negué con la
cabeza, pero riéndome, era tan fá cil con él.
—¿De verdad no tienes ninguna duda? ¿Petició n? —achicó los ojos como
si pensara muy fuerte.
—¿Cuá l?
—Hecho.
Nos besamos, se sintió como si sellá ramos el trato con nuestros labios,
pero rá pidamente lo de estar pegajoso se volvió mucho para mí así que
usamos el bañ o de la cabañ a para tomar una ducha. Fue la primera vez
que hacíamos eso juntos pero yo necesitaba la ayuda ya que mis caderas
estaban un poco má s débiles de lo que me atrevía a admitir. Mis nalgas
se habían equivocado y no se habían partido con la monstruosidad que
304
Arny tenía entre las piernas, pero eso no significaba que no necesitara
má s prá ctica para poder recibirlo y andar bien al día siguiente.
—¿Eh? Espera ¿dó nde está mamá ? —Arny la miró confuso y ella ya iba
camino a la puerta.
305
—Buuuuu —soltó V, Saskia abrió la puerta y antes de marcharse de
volteó y me miró .
—Yeeeeey —V alzó los brazos y con eso ella salió de la casa y nos
quedamos los tres. Miré al par de hermanos, V sonreía con cara de
querer hacer maldades y Arny tenía cara de querer aceptar el desafío.
—Má dijo que Jae está a cargo, no tú —mi novio, el que la noche anterior
se había comportado tan adulto y sensual... pues le hizo caretas y sacó
también la lengua a su hermano menor de tan solo siete añ os, como si el
niñ o fuera él.
—No-o...
306
Pronto mi amado volvió con nuestros libros y pruebas de ensayo del
ECN, pero antes de sentarse a estudiar conmigo fue a la cocina para
volver con jugo y huevos revueltos. Los acomodó en la mesa de centro y
nos sentamos a estudiar. Agradecí el aperitivo con toda honestidad
porque no me había dado cuenta del hambre que tenía. Pasamos la
mañ ana estudiando y cerca del medio día aparecieron las madres de la
familia, Saskia con mucha satisfacció n, Amelia con una caja con muestras
y el cabello alborotado.
—Está muy bien y avanzaste mucho —ella me miró con una sonrisa—.
Sé que tú los mantuviste a raya, gracias Jae.
—Diría que ayudé, pero sin Jae no habríamos hecho nada —reconoce
Arny y me reí. Podía imaginarlo, porque su primera pelea habría
desencadenado rá pidamente en una competencia y habrían terminado
transformá ndose y saliendo a correr.
—¡Carrera!
307
—No fue nada... —me pregunté si sería adecuado hacerle la pregunta
ahora, no era como si quisiera ocultarle mis planes y aquello no sería
algo que tomaríamos a la ligera, y realmente era importante—. Mamá ...
con Arny lo conversamos, si yo cambio a lobo, como sería un añ o fuera
de pú blico, me parece una buena oportunidad para tener un bebé, no
creo que en otro momento de mi vida pueda tomarme tanto tiempo libre,
o tal vez sí, no lo sé, pero... me parece una oportunidad perfecta —se
mostró sinceramente sorprendida pero no empezó a negarse en redondo
ni nada, yo no esperaba que lo hiciera.
—Vaya...
—Pues sí, es cierto, puedes sacar provecho del tiempo que tendrá s de
reclusió n...
308
van a haber miradas raras porque siendo tan joven quieras un bebé, pero
los ignoraremos a todos.
—Perfecto —podía imaginarlo, una niñ a o niñ o, con los ojos de Arny, con
su cabello oscuro, una pequeñ a bolita de felicidad y sonrisas.
—¿Por qué?
—Para que así coordine bien la fecha de tu reunió n con el consejo. Antes
pensaba que podía ser cualquier fecha después de que rindieran el ECN,
pero ahora es ideal que sea después del ECN pero antes de tu celo ¿no?
Entonces es importante que ella sepa para coordinar fechas —no había
pensado en eso.
—Te diré entonces cuando es cada cosa —segú n mis cá lculos mi celo
debía llegar unas dos semanas después de haber rendido el ECN, má s o
menos, como esta vez se había adelantado un poco cuando ocurrió lo de
mi padre, no estaba tan seguro, pero rondaba esa fecha.
Arny entró a casa subiéndose los pantalones que había dejado tirados
antes en la entrada, me tomó en sus brazos y giró conmigo en el aire. Esa
era mi vida ahora, una vida con lobos, gritos, peleas de hermanos,
sonrisas có mplices, comida hecha en casa, estudio y abrazos por milló n.
309
El tiempo comenzó a pasar y me acostumbré a esa nueva rutina que
siempre tenía algú n detalle nuevo, ya fuera por las visitas sorpresa de V a
la cabañ a de invitados (donde Arny y yo dormíamos ahora
permanentemente) o simplemente por las peleas de ambos, por las
bromas de má Saskia o los intentos fallidos de cocinar algo que no fuera
repostería de mamá Amelia. Incluso tuve mi primera pelea con Arny un
día que se enfermó y no me dejaba cuidarlo, al parecer uno de sus
síntomas al ponerse enfermo era que empezaba a ser estú pidamente
testarudo y macho alfa en plan «yo me puedo cuidar solo», lo cual era
francamente sorprendente porque el resto del tiempo era
increíblemente mimado. No quería que nadie lo tocara, que nadie lo
ayudara, todo él lo podía hacer «solo». La pelea duró poco tiempo, dos
horas y diecisiete minutos para ser exactos. Y es que primero me enojé
también y lo dejé solo para que se las arreglara, molesto por su actitud,
pero luego ya volví porque no soportaba dejarlo en ese estado y, cuando
lo encontré, el tiempo había sido suficiente también para que él
reflexionara y se disculpara por actuar de ese modo. Aun así, toda una
experiencia.
310
imperioso, sino una necesidad en el fondo de mí ser que suponía que no
me dejaría nunca. Pero tal vez era mejor porque así no podría distraerme
con su presencia.
Creo que nunca exprimí tanto mis neuronas como en esas ocho horas. No
era solo los ejercicios, problemas y preguntas, era seguir la estrategia.
Tenía un tiempo determinado para responder cada pregunta, si notaba
que me demoraba demasiado en una, pasaba a la siguiente y dejaba esa
marcada para contestarla luego si me sobraba el tiempo. Me moví por
diferentes temas y para cuando llegué al ú ltimo (ciencias), ya estaba
cansado y no quería pensar má s, pero sabía que esos ú ltimos 100
minutos eran lo que me separaba de mi libertad y que no podía hacerlo
mal allí porque mis dos suegras eran científicas y tenía que hacerlas
sentir orgullosas.
Revisé las preguntas en que había tenido dudas de nuevo. Quedaban diez
minutos y no había nada má s que pudiera hacer. Había dado todo de mí y
tocaba ver cuá les serían los resultados. Si me iba bien y me transformaba
en lobo, podría ser aceptado en Silvius, posponer mi ingreso hasta el añ o
siguiente y nos enfocaríamos solo en nuestro bebé. Si me iba mal y me
311
transformaba en lobo, podía rendir el ECN de nuevo, estudiar durante el
añ o junto a Arny y dividir el tiempo entre el estudio y el bebé. Si me iba
bien y no me transformaba en lobo, Arny y yo ingresaríamos a Silvius y
empezaríamos a estudiar. Si me iba mal y no me transformaba en lobo,
Arny y yo dedicaríamos un tiempo a viajar y luego a estudiar para rendir
el ECN de nuevo.
—¿Qué tal? —me miró con una sonrisa tentativa. Yo le sonreí de vuelta.
—Creo que bien —me permití ser positivo, había omitido realmente muy
poco, en letras aunque había tenido algunas dudas pero no había omitido
nada—. ¿Y tú ?
312
besado por horas si no es porque un carraspeo conocido nos hizo
separarnos. Era má .
•••
¡Hoy no salió tan tarde! (al menos salió antes de las 12) Siento que
entramos a la cuenta regresiva, con esto solo quedan 5 capítulos para el
final, es tan extrañ o, ya casi un mes, es difícil creer todo lo que pasó en
este tiempo. Este capítulo tal vez fue má s de transició n, pero me gustó
escribirlo, me encanta narrarlos en cotidianeidad y sobretodo me gusta
mucho escribir los cá lculos mentales de Jae para todo, amo que sea tan
organizado y Arny tan lanzado a la vida.
Gracias a todos por leer, comentar y estrellitosear, a los que está n desde
el inicio o que se han sumado ahora. Gracias por querer a Jae y Arny, en
serio, sé que lo repito cada capítulo o en cada comentario pero es que de
verdad me pone feliz que todos ustedes lean y disfruten esta historia.
313
Ojalá hubiera otra palabra, para variar un poco y no sonar repetitiva,
pero esa es la ú nica que tengo: gracias.
314
27. El consejo de ancianos no (solo)
tiene ancianos
315
—Sí, está en medio del bosque, como la casa en Roscoe pero má s grande.
—Ese era un clan que prefería las montañ as, pies de montañ as o cimas,
definitivamente las alturas. Todos tenemos debilidad por el bosque —
Saskia giró en un camino de tierra que casi no se veía desde la carretera
y comenzó a avanzar por allí—. Pero ese clan gustaba mucho de las
alturas, del exterior. Nosotros somos «Guardia del Bosque» —me
preguntaba por qué Arny no me había contado aquello ¡Este chucho que
no me informa bien! El jeep se removía lento por el camino algo
disparejo—. En el mismo nombre lo dice, nos gustan los bosques, los
protegemos, por eso muchos del clan nos dedicamos a cuidar la
naturaleza, nos sentimos especialmente ligados a esta.
—Despierten —subió la voz para que ellos abrieran los ojos, yo primero
removí suave a V para que despertara y este abrió los ojos, apenas, como
si los pá rpados le pesaran y mirando a todos lados confundido.
—¿Ya llegamos?
316
—Ya casi —comencé a acariciar la mejilla de Arny y traté que levantara
el rostro.
—Vida... despierta —le besé la frente y abrió los ojos. Nada má s verme se
le dibujó una sonrisa en el rostro. Esas eran la clase de cosas que me
hacían saber que un día mi corazó n no podría con tanta emoció n.
Era hermosa, tenía la piel tostada, como Frederick, pero los ojos verdes
claro, su cabello estaba teñ ido de blanco, era largo y liso, le llegaba a los
codos y lo llevaba suelto, su cara era de facciones marcadas pero bien
proporcionadas, sus labios un poco carnosos, su nariz pequeñ a. Su
cuerpo estaba generosamente proporcionado, su sonrisa era ancha y
muy parecida a la de Arny. Este se bajó de inmediato y ella, que no era ni
muy alta ni muy baja, lo abrazó con fuerza por el cuello.
—¡Vinimos todos! Cris también está —V se bajó del jeep tras de mí,
mirando a su prima.
317
—¿Está Azalea? —Dalia le sonrió .
—¡Gané yo! —me pareció que iba a empezar una discusió n, pero Saskia
pasó entre ellos.
—Y a ti, tía.
Al final Dalia nos ayudó a entrar las maletas, dentro la casa era de
madera, olía a bosque y la temperatura era agradablemente templada.
Subimos al segundo piso donde Dalia nos señ aló una habitació n que yo
compartiría con Arny, dentro había una cama matrimonial con un marco
318
metá lico, era muy mullida al tacto y la ventana miraba, como no, al
bosque.
Había varias personas allí, estaba Abu, el abuelo Frederick, Arend, la que
debía ser su esposa, por la forma en que sonreía alegre a su lado, una
mujer de cabello rubio y ojos verdes, con un rostro algo circular y un
muchacho alto, má s alto que Arny, rubio también, con los ojos verdes de
su madre. Tenía facciones de superman, una mandíbula firme, cuerpo
bien ejercitado, se acercó a nosotros con una sonrisa. Ese seguro era...
—Cris —Arny me soltó para abrazarlo, era mayor que nosotros pero
tenía un espíritu joven, en realidad, hasta ahora los lobos que había
conocido todos se sentían así.
319
—Es muy bonito y bien educado ¿está s seguro que es tu destinado?
Porque no lo entiendo —Arny le dio un empujó n.
—Cá llate, claro que lo es —Cris soltó una carcajada y luego ya pudimos
saludar a Abu, Frederick, Arend y su esposa, Zafiro. Nos sentamos en un
sofá con Cris. Frente a Abu y Frederick. Mamá y má no estaban, pero
considerando que habían conducido mucho supuse que se habían ido a
tomar una siesta.
—Sí, yo quería estar para esto, así que tuvimos que venir justo después
de que rindiera el ECN, por suerte nosotros estamos má s cerca pero
ustedes no ¿por qué el apuro? —Dalia nos miró con curiosidad, no se me
había ocurrido que teniendo la edad de Arny e igual habría rendido el
examen el día anterior. Me sonrojé un poco, supongo que como había
sido idea mía, tenía que explicarlo yo.
320
—No, fue idea de Jae, él es el organizado, pero yo estoy má s que contento
con el plan —Cris negó con la cabeza.
—Ya está , deja de presumir, nos vamos a una carrera... —se puso en pie y
Arny lo siguió de inmediato.
—No le mientas, te recuerdo que soy má s veloz que tú ... —ella sonreía.
321
—Espero que todo salga bien con el consejo, Jae —Frederick me dedicó
una de sus sonrisas calmas y yo se la respondí.
—Igual yo...
—Los hijos de dos lobos suelen ser má s fuertes y en las reuniones con
otros clanes son má s respetados, porque se consideran má s «puros» —
todo eso de puros me sonaba demasiado a «sangre pura» y «sangre
sucia». Suponía que sería bueno si les daría un estatus y no
discriminació n, pero no me gustaría que mis cachorros se pusieran
engreídos por algo como eso. Aunque me estaba adelantando, aú n ni
sabía qué iba a pasar.
—Muy de acuerdo —se puso en pie y pude notar que era má s o menos
del mismo tamañ o que Dalia, má s alta que yo pero no altísima—. Vamos.
Frederick se puso también en pie y los seguí por una puerta que, claro,
daba a la parte de atrá s de casa, había asientos, muy parecido a la casa en
Roscoe, nos sentamos a esperar que nuestros lobos volvieran, aunque
antes yo recogí y doblé la ropa que reconocí como de mi novio. El
primero en aparecer solo podía ser Cris, no imaginaba a ninguno de los
otros siendo completamente blanco, seguro él y V eran los ú nicos lobos
322
blancos de la manada. Me sorprendió porque era má s grande que Arny,
que hasta ahora era el má s grande de los lobos que había visto. É l corrió
hasta su madre que había bajado al pasto a recibirlo.
Pero yo podía ver al mío, solo un poco detrá s de él, también bajé a
recibirlo y me puse de rodillas para dejar que llegara hasta mí y me
lamiera como hacía siempre, lo abracé sonriendo y vi llegar a la que
suponía era Dalia, junto a su padre. Ambos de un café oscuro, se
acercaron a Zafiro, Dalia gruñ endo como enfurruñ ada por su tercer lugar
y Arend simplemente conforme de ir a acompañ ar a su esposa. Má s atrá s
apareció muy tranquila Abu junto a V y una loba un poco má s grande que
él, color negro, Azalea, la que me faltaba ver. Ella corrió también hacia su
mamá y pude ver a Zafiro rodeada de sus cuatro lobos, acariciá ndolos a
todos, dejá ndoles besos y diciéndole a Dalia que lo había hecho bien. V en
cambio corrió hasta su abuelo que lo recibió con caricias y mimos
mientras Abu descansaba la cabeza en él.
323
Cuando fue momento de entrar de vuelta porque... honestamente tenía
hambre y ellos también deberían tenerla. Era la hora de almorzar. Arny
agarró su ropa con su hocico y fue al bosque para volver humano y
vestido, a V lo ayudé allí mismo a vestirse porque era pequeñ o y su
desnudez no era tan grave.
Era toda una experiencia verlos. Nos sentamos en una mesa larga con
Abu y el abuelo sentados a la cabeza de la mesa. Todos hablaban a la vez,
conversaban de una cosa y otra, se reían, disfrutaban, eran una manada,
sí, pero eran má s una familia. Y yo era parte de ellos ahora, aun si no me
convertía, lo era, porque Arny me había mordido. Como humano o como
lobo estaría entre ellos.
—Te amo, eres mi héroe —me ayudó a quitarme la ropa con una risa
asomando en el fondo de su garganta.
324
su familia y lo que se venía al día siguiente, realmente solo quería
dormirme.
—Te amo aun así, aunque seas pervertido —me encontré en sus brazos
no sé có mo, pero era el mejor lugar del mundo para descansar.
Cuando abrí los ojos el sol había salido hacía poco, Arny me estaba
acariciando y dejando besos para despertarme. Me sentía mucho mejor
que el día anterior, realmente había dormido bien a pesar de que no
estaba en la casa de siempre. Supongo que una de las cosas positivas de
estar enlazado con tu pareja destinada es que cualquier lugar se siente
como tu hogar si tu hermoso novio ultra guapo y fuerte está contigo.
—Voy —me senté y busqué con la mirada la maleta que al final no había
desempacado el día anterior— ¿qué debería ponerme? ¿El suéter del
viernes? —o sea, era un clá sico. Arny negó y me entregó lo que parecía
una toga blanca o má s bien, una de las capas con que vestían los
profesores de Hogwarts, solo que en versió n desteñ ida.
—La reunió n con el consejo es ahora —si es que quedaba sueñ o en mí,
eso lo terminó de echar y prá cticamente salté de la cama.
—Yo también lo creía, o sea, suena ló gico, las reuniones con otros clanes
son siempre de noche, pero al parecer la reunió n con el consejo se hace
de mañ ana para que, si se aceptan, te preparen durante el día para
convertirte en la noche —o sea que la noche que había pasado podría
325
haber sido la ú ltima que viví como humano. Tampoco había estado mal,
había dormido muy bien.
—¿Por qué solo llevas ese short que te queda inmenso? —no entendía.
—Los miembros del clan que estén presentes pueden asistir a tu reunió n
con el consejo pero no pueden hablar ni a tu favor ni en tu contra, solo
ser espectadores a menos que, como excepció n, el consejo les de la
palabra. A mí puede que me pidan hablar. La condició n eso sí, es que
debemos hacerlo como lobos, así que debo ir en mi otra forma —el
recuerdo de un V como lobo humanizado me vino a la mente y entendí.
De pronto mi novio estaba cambiando, su cuerpo creció , sus piernas se
volvieron amplias y se cubrió por completo del cabello oscuro que lo
caracterizaba. Solo que ahora medía como medio metro má s y lucía
grande, inmenso y letal. Su cabeza era como dos veces la mía.
326
Nos acercamos al círculo, al centro estaban, Abu, Arend y una loba de
pelaje café muy parecido al de Abu que debía ser Merel. Antes de entrar
miré a Arny, o esa versió n de mi Arny, me pregunté si así se sintió Bella
mirando a la Bestia, amá ndolo aun en esa forma tan extrañ a, yo amaba a
mi lobo en todas sus formas, tal vez no me había regalado una biblioteca
pero me había dado su calor, su compañ ía, la promesa de su futuro y
amor infinito. Eso valía má s que todos los libros.
—Te amo —me dijo con una voz medio gruñ ida y yo le sonreí. Era mi
Arny de siempre.
—Y yo te amo a ti.
—Revela tu nombre —ordenó con una voz menos grave que la de Arny
pero igual de gruñ ida.
—Jae Seaver.
—¿Sabes por qué pereció el clan del Viento Nocturno? —hasta ahora,
solo Abu había hablado, yo asentí.
327
—Se negaban a estar con nadie que no fuera su pareja destinada. Su líder
falleció sin encontrarla y sin elegir un sucesor. Los que quedaron se
dispersaron y el clan se disolvió .
—Tu bisabuelo fue el ú ltimo omega de su clan, se casó con tu abuela por
amor —me pregunté có mo habían conseguido esa informació n, tal vez
habían consultado a otros clanes—, no era su destinada, pero sabemos
que la quería. Sin embargo, cuando los lobos tenemos hijos con alguien
que no es nuestra imprimació n, es má s probable que nazcan humanos y
no lobos, fue lo que ocurrió en el caso de tu abuela, Paris —extrañ aba a
mi abuela, mi pecho se apretó al recordarla—, si hubiese sido nuestro
clan, habríamos despertado la sangre del bebé al poco de haber nacido,
pero tu bisabuelo carecía del conocimiento y, aunque podría haberlo
pedido a otro clan, no lo hizo ¿por qué crees que tomó esa decisió n? —
medité antes de contestar.
—Creo que porque no tenía una manada —miré a los costados, el grupo
que estaba allí—, no puedo saber realmente lo que se siente ser un lobo,
no lo he experimentado nunca, pero sé lo que se siente ser de una familia
porque ustedes me lo han enseñ ado, sobretodo Arny, V, mamá y má —
expliqué—. Creo que si los perdiera mi corazó n dolería má s de lo que
puedo expresar en palabras —me llevé una mano al pecho—. Pienso que
tal vez, Claude Lowell sentía eso por su manada y, al haberla perdido, no
quiso que mi abuela se convirtiera en una loba si no iba a poder ser
recibida en la manada que fue su familia. Prefirió que tuviese una vida
comú n, como humana —sonreí—, pero no puedo hablar por mi
bisabuelo, solo puedo especular los motivos desde mi propia
experiencia... y gracias a mi experiencia, eso es lo que creo.
—Bien —aprobó Abu, aunque tal vez no lo aprobó , era difícil saberlo con
esa voz, con su rostro de loba que, aunque tenía má s expresiones que en
su forma de lobo completa, no lograba leer. Entonces volteó a su
izquierda y Merel dio un paso adelante.
328
—Jae, saliste en televisió n hace un tiempo, nuestra raza es un secreto —
su voz era má s seca, estricta, un tono má s arriba que la de abu—, ¿có mo
planeas lidiar con esa fama?
—Mi tiempo en televisió n fue breve —expresé—, creo que a día de hoy la
gente pierde el interés fá cilmente si no les das má s de qué hablar. Hace
casi tres meses de ocurrido esto y ni siquiera cuando la noticia estaba
fresca me siguieron a Roscoe, creo que si mantengo mi discreció n se
olvidará n de mí, no tengo interés alguno de fama.
—¿Te avergü enza lo que tu padre hizo? —su voz era de reproche, mi
mandíbula se tensó .
—Me duele y odio sus acciones, porque yo fui también su víctima —mis
palabras salieron frías, podrían haberme congelado la lengua.
—Pero él lastimó a otra gente y tú eres su hijo —no había una pregunta
allí.
—Pero...
—Merel, Jae tiene razó n, sabemos que no ha sido criado por ese hombre
y no estamos aquí para juzgarlo por los crímenes de su padre —Merel
agachó la cabeza y dio un paso atrá s. Internamente sentí un poco de
alivio, entonces Arend dio un paso adelante luego de recibir la mirada de
su madre y líder.
329
será s un aporte para el clan. Lo que quiero saber es ¿qué planeas hacer
en un futuro? Conocemos tus planes de un bebé si te transformas en lobo
—su voz era grave, pero de los tres, era el que tenía mejor dicció n, sus
palabras sonaban menos como gruñ idos—, pero quisiera saber có mo
planeas ganarte la vida o en qué te ocupará s, si es que decidieras no
trabajar.
330
—V me hizo darme cuenta de cuá nto me gusta entusiasmar a otros por la
literatura —creo que casi pude ver una sonrisa en el lobo.
—Estaré orgulloso si puedo ser parte de ustedes como lobo, pero aun si
no es posible, prometo que siempre cuidaré de Arny —Abu asintió .
—Solo que lo amo y deseo aullar a la Luna a su lado —sonreí por su voz
gruñ ida, su presencia increíble.
—Muy bien. Jae, por favor sal del círculo, te llamaremos cuando la
decisió n esté tomada —me volteé para salir y pasar junto a Arny, apreté
su mano con la mía antes de quedar fuera del círculo. En cuanto salí pude
escuchar gruñ idos pero no entendía nada, dos á rboles má s allá apoyé la
espalda y si no me senté fue solo porque no quería ensuciar la tú nica tan
blanca.
331
al interior del círculo nuevamente, me encontré de pie frente al consejo y
la mirada muy seria de Abu.
•••
Sigo atrasá ndome, siento que me atraso capítulo por medio. Disculpen
las demoras, sé que no es por mucho, pero como les he dicho antes, igual
me sabe mal. Este capítulo fue un poco largo y má s informativo. Espero
que lo disfrutaran. Yo terminé haciéndome un diagrama en Word de los
miembros de la familia para no perderme. Por cierto, un dato extra del
capi de hoy, todos los hijos de Arend y Zafiro tienen nombre de flores, el
nombre de Cris es Crisantemo, pero sufre del mismo mal que Arny y su
nombre no le gusta, por lo mismo, solo se presenta como Cris.
332
28. La raíz de nuestra herencia
Iba a convertirme en lobo, correría con Arny como había soñ ado, cuando
nuestros hijos salieran al bosque lo haríamos todos juntos. Besé la
mejilla de mi lobo que me mantenía cargado, lamió el costado de mi cara
y me aferré con fuerza a su cuello.
333
—Lo hablaremos después de comer —regresamos a casa y fuera nos
esperaban Amelia, Zafiro, Frederick, V y Azalea. Nos acercamos y Arny
me bajó frente a mamá .
—¿Có mo te fue? —le sonreí y solo con eso ella ya sabía la respuesta, me
abrazó .
—Seré un lobo.
—Estoy seguro que todo saldrá bien —era fá cil creerle cuando decía las
cosas con tanta calma. Entramos a casa y Zafiro se me acercó también.
334
que podía, lo que decía bastante porque los niñ os de su edad no tenían
por qué ser pacientes.
Nuestros lobos regresaron como humanos y pude ver por primera vez a
Merel. Llevaba pantalones de tela negros y una blusa gris. Su cabello
blanco y grisá ceo por las canas estaba trenzado a un costado de su rostro
y caía largo hasta casi su cintura. Sus ojos eran café, su rostro algo
cuadrado y aunque podía ver que debía de ser má s joven que Abu, su
mirada estricta me hizo sentir que estaba frente a alguien mucho mayor.
Me acerqué para presentarme.
—Espero que entiendas que tenía que hacerte preguntas difíciles, lo que
tu padre hizo no fue algo menor —asentí, no me hacía sentir que fuera
una mala persona, solo realmente estricta.
—Lo sé, lo viví en carne propia y gracias a Arny fue solo por unos días,
me duele imaginar lo que deben haber sentido las omegas silenciadas
por tanto tiempo —apoyó su palma sobre mi pecho.
—Gracias —soltó luego de beber todo el contenido del vaso de una sola
vez, yo le acaricié la espalda.
335
—Yo me habría comido má s... —estaba seguro de que Arny iba a ponerse
en plan competitivo de nuevo pero Abu habló dejando a la mesa en
silencio.
—Tía ¿có mo está Milena? No he hablado con ella hace tiempo —suponía
que se trataría de una hija o nieta suya, Merel le dedicó una sonrisa
cortés a má .
Me di cuenta que para el día siguiente ya no sería humano, que tal vez
debería estarme dejando llevar por los nervios, no probar bocado por el
nudo de mi estó mago. Pero la verdad es que no me sentía así, estaba muy
tranquilo, quizá por Arny, pero me daba la impresió n de que era porque
la decisió n ya estaba tomada y una parte de mí sentía que eso era lo
336
correcto, que esa transformació n era mi destino tanto como lo había sido
conocer a Arny y enamorarme de él. Lo má s extrañ o era seguir con la
tú nica blanca cuando todos los demá s ahora vestían normal, pero Abu no
me había dicho que me cambiara.
Faltaban quince minutos para las doce y está bamos haciendo sobremesa,
comiendo las ú ltimas cosas cuando Abu se paró y me miró fijo.
—Vamos Jae —me puse de pie para seguirla y solo entonces me fijé que
ella también llevaba una especie de toga, solo que de un azul oscuro con
pequeñ as líneas en amarillo. El comedor había quedado en total silencio,
ella se volteó antes de que saliéramos por la puerta—. No volveremos
hasta después de las doce de la noche. No entren al bosque.
Y con eso sí sentí los nervios recorrerme entero, doce horas sin tocar a
Arny era la mayor cantidad de tiempo que había pasado sin él desde que
nos habíamos enlazado. Lo miré anhelante y él me dio unos ojos que
entregaban solo seguridad. Me impresionaba lo mucho que sabía ser
fuerte cuando yo lo necesitaba. Asentí y salí con Abu. No me sorprendió
que nos adentrá ramos al bosque, mis pies seguían descalzos, pisaba la
tierra hú meda, rocas, pasto, alguna que otra rama pequeñ a, pero no era
tan incó modo, al poco tiempo me acostumbré.
—En que es la primera vez desde que nos enlazamos que pasaré tantas
horas lejos de Arny, la otra fue hace poco, en el ECN, pero esas ocho
horas son el récord —y había tenido la certeza que de necesitarlo podía
solo cruzar un par de pasillos y encontrarlo. Abu sonrió mientras
avanzaba, ella también iba descalza, se movía por el bosque con
habilidad, totalmente en su elemento.
337
Arny a mi lado, aun cuando sabía que eso no era posible todo el tiempo.
Guardó silencio un momento y luego me sonrió — ¿te contó Arny que
vivimos má s que los humanos comunes?
—¿Y que cuando mordemos a nuestra pareja esta alarga su vida para
igualarla a la nuestra?
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es una condició n heredada, para que la infecció n te transforme tiene que
haber sangre de lobo en ti, relativamente reciente.
339
—Este á rbol es el corazó n del bosque —lo acarició con la mano y sonrió
un momento. Me miró entonces—. Parte de lo que somos tiene que ver
con la naturaleza, un poco algo fantá stico y mítico, má gico dirían algunos,
a mí me gusta creer que es el poder de la naturaleza y de mi gente ¿por
qué crees que solo puedo ayudarte yo y no un lobo solitario, sin manada?
—dudé un momento y descansé la mano sobre el gran tronco, parecía
que palpitaba. Podría haberme inventado algú n motivo, pero eso habría
sido deshonesto.
—No lo sé.
340
hundiéndose en mi carne, se puso sobre mi cuerpo, no podía parpadear,
no podía dejar de verla— ¡DESPIERTA! —y entonces la vi cambiar, y sus
manos se transformaron en garras reales, fuertes, inmensas y de pronto
el lobo que era se encontró con sus patas sobre mí, empujá ndome,
inmovilizá ndome, sus garras enterraron en mi piel tanto como antes
mientras sus fauces me enseñ aban todos sus colmillos, parecía odiarme.
Y entonces el gruñ ido má s fuerte que podría haber escuchado salió
desde su garganta y podía entenderlo aun de ese modo.
¡Despierta!
341
reventarse y escurrir por la carne viva de mi rostro. Tenía que parar,
necesitaba que parara. No podía soportar esa tortura, era imposible.
¡JAE!
Aun con la sangre saliendo de mis oídos habría podido oírlo. Porque su
grito era má s que sonidos a la distancia, su voz vibraba en el aire, en cada
una de mis células.
No.
No voy a morir.
No voy a morir.
Mi nombre se repetía, una y otra vez, fuerte, claro. Tenía que llegar a él
aun si debía arrastrarme por todo el bosque dejando mis tripas en el
camino, aun si manchaba cada tramo con mi sangre.
No voy a morir.
342
enterrá ndose en la tierra, mi piel se volvió gruesa, fuerte. Yo era fuerte.
Mis piernas pudieron levantarme, mis manos lograron sostenerme.
Podía oler la humedad, la sangre, mi sangre, la tierra, el bosque. Mis ojos
miraron de nuevo.
Aun en la oscuridad de la noche, podía verlo con claridad, los colores, los
movimientos, la luz de las estrellas, la Luna brillando en el manto
nocturno. Mis oídos lo escuchaban todo, hasta el ú ltimo movimiento de
las hojas que temblaban por el viento. Y escuchaba a Arny. Dentro de mí,
vibrando, llamá ndome, necesitá ndome.
Eché a correr sin pensarlo, sin mirar atrá s, no necesitaba una guía,
conocía el camino, mis manos y pies apenas tocaban el suelo, mis ojos
miraron hacia arriba y la Luna reclamó un aullido desde el fondo de mi
garganta que estremeció hasta lo má s hondo del bosque.
Tenía que alcanzarlo. Podía sentirlo, cada vez má s cerca. Mi Arny, mi alfa.
El bosque no podía contra mí, los á rboles no iban a detenerme, los
aromas no iban a confundirme. Corrí sintiendo la fuerza de mi pulso
palpitando en el pecho, con potencia, con rabia. Pude verlo, el final del
bosque, la línea donde estaba la casa.
Arny.
343
entre mis ojos, luego mi mejilla, el calor de su lengua era increíble. Sus
ojos me miraron con anhelo y devoció n.
«Está s bien».
Podía entenderlo, aun si no gruñ ía, aun si no decía nada, podía entender
lo que me decía.
«Estoy contigo».
Pero no pude soltar ni un gruñ ido. Lo entendí entonces de una forma que
nunca había hecho como humano. Aquella presencia que había sentido
antes no era nada comparado con lo que veía ahora. Ella era fortaleza en
sí misma, ella era el bosque, el centro, la familia entera. Ella era la líder,
mi líder. Nada podía oponerse a ella. Era guardia y verdugo. Se acercó a
mí, el miedo de su ataque aú n estaba fresco. Pero no había intenció n de
hacer dañ o, podía respirarlo. Su mirada enfrentó la mía y pude
entenderla, pude ver muy claro una sonrisa en su semblante.
«Bien hecho».
Soy un lobo.
344
Había funcionado. Había cambiado. No había muerto. Arny me había
traído de vuelta. Busqué olerlo má s, su aroma era muy intenso de este
modo.
—¡Jae sí cambiaste! —me abrazó por el cuello y pude olerlo, su olor era
realmente distinto, fuerte, pero inocente. Mamá se acercó también y ella
me acarició , sus manos se sentían algo frías, pero agradables en mi
pelaje.
—No por hoy, tesoro, es mucho para él, acaba de cambiar, necesita
descansar —má nos miró —. Arny, llévalo arriba.
345
Y con eso mi alfa empujó su hocico contra mi cuello y me llamó a
seguirlo.
«Ven».
—Tenía miedo de que no volvieras, pero luego decidí solo creer... creer
que llegarías —me abrazó así, desnudo como estaba. Encendió la luz y
me señ aló el espejo de pie que había en la puerta del closet—. Mírate.
346
piensa en tu piel clara y suave... en tu rostro hermoso, en tus piernas
largas... tu trasero tan suave pero firme que cuando lo aprietas...
Le gruñ í.
—Jae —giré para verlo. Me miró con los ojos brillantes, podía olerlo
mucho, aun cuando no estaba como lobo. Tomó mi rostro entre sus
manos y yo metí mis dedos en su cabello, sorprendido de que tenían
uñ as, de que la piel no se me había caído.
—Está s bien, está s bien —me lo decía para que lo creyera. Acarició mi
espalda y me levantó del suelo para llevarme hasta la cama, abrió las
347
sá banas con una sola mano y se metió entre ellas conmigo, abrazá ndome,
recostá ndome a mí sobre su cuerpo entero. Me dejé llevar por él.
—No, Jae, fue tu amor por mí, tu fuerza... este es tu logro, no mío —alcé la
cabeza, apoyé mi barbilla en su pecho para poder mirarlo—. Tú fuiste el
fuerte, el valiente, tú me amaste lo suficiente para lograrlo. Si no lo
hubieses hecho, no estarías aquí. No te traje de vuelta, no fue mi
esfuerzo, tú regresaste —mi corazó n se aceleró y sonreí... él siempre me
haría sonreír.
—No tengo frío —me aparté de sus labios para comentarlo y él soltó un
resoplido de risa y besó mi frente.
—¿Dolió ?
348
—Mucho —no iba a empezar a mentirle ahora. Entendía por qué solo lo
hacían si era el destinado de alguien quien tenía la sangre de lobo, para
que su pareja pudiera llamarlo de vuelta, no veía có mo alguien podría no
elegir la muerte si no tenía un ancla que lo llamara de regreso. Deslicé mi
nariz por su pecho, dejé un beso en uno de los huesos sobresalientes de
su clavícula—. ¿Có mo pueden hacerle eso a bebés? —se suponía que su
clan, si un bebé nacía sin ser lobo, llamaban su sangre, como conmigo,
imagino que usaban la conexió n con sus padres para que regresara, pero
no veía có mo.
—No estoy muy seguro de lo que ocurre, solo sé que duele, pero he
escuchado que con los bebés es má s fá cil, la fuerza de la naturaleza no es
tan dura con ellos, no los pone a prueba como con adultos y, como está n
recién formá ndose, aú n creciendo... el cambio es mucho má s fá cil y
rá pido —aun así. Aun si no fueran a recordarlo, no me imaginaba
haciendo a mis hijos pasar por aquello. Claro que ahora eso no ocurriría,
nuestros hijos serían lobos, cuando mi siguiente celo llegara, Arny iba a
llenar mi vientre y tendríamos un cachorro o cachorra juntos.
—Tía Merel era la que estaba má s opuesta, tenían que aceptar los tres o
rechazar los tres, debía ser uná nime, así que fue un ir y venir de
argumentos hasta que ella también aceptó —recordé lo dura que había
sido conmigo, pero luego cuando hablamos en el comedor, aunque fue
breve, no me había parecido malintencionada.
349
tanto pero desde lo de la tía Vera, se puso má s exigente con todo —
levanté la cabeza para verlo.
—¿Y por qué nunca había escuchado de ella? —era raro porque en
general hablaban mucho de ellos como familia.
—No es eso, igual es lo que a tía Merel le molesta, que la tía Vera
encontró a su destinado, Stephan, y decidió no tener descendencia —
recordaba nuestra primera conversació n al respecto. Cuando me había
dicho lo importante que era para ellos, que era una regla.
350
—Es que es una regla antigua que está puesta en el clan, para asegurar
que no muera y no se ha quitado, y la seguimos porque es importante.
Por mi parte yo siempre quise tener hijos. Pero la tía Vera era distinta, no
quería, Abu no veía nada de malo en eso. Es decir, está n el tío Arend, mi
mamá , la tía Melanie, los otros hijos de tía Merel que sí querían hijos, no
es como si el clan peligrara realmente con desaparecer... no la íbamos a
echar por eso —asentí—, pero la tía Merel decía que había que seguir las
reglas, que no era solo para que el clan no desapareciera sino para que el
clan fuera má s fuerte.
—Sí, porque los clanes má s grandes son los que son má s fuertes, porque
el o la líder encuentran su fuerza de sus miembros. Mientras má s
numeroso el clan, má s fuerte —recordaba el libro de clanes, había visto
unos que continuaban por pá ginas y pá ginas, muchas ramificaciones—.
El nuestro siempre ha sido un clan relativamente pequeñ o, a pesar de
que es de los originales y má s antiguos.
351
Merel, y estos tienen sus pequeñ as familias, pero todos somos parte del
mismo clan ¿me sigues?
—Te sigo.
352
sus hijos que debían cuidar de la tierra, que quedaban a cargo para
liderar en comunió n y proteger todo lo que era precioso de este mundo.
—Es que se me olvida, deja que sigo —me callé mis protestas para
dejarlo continuar—. La ú nica hermana se convirtió en la líder de Guardia
del Bosque. En el fondo, los clanes representan los cuatro elementos,
Viento, agua, fuego y tierra. Y se dice que estos cuatro clanes son los
originales y má s antiguos de todos los que hay —me entraban dudas.
—Pero si se supone que estos son los clanes originales ¿de dó nde
salieron los otros? —me besó los labios.
353
—Lo hacen en otros clanes, no es nuestra costumbre... —achiqué los ojos
—. Irme, Jae, siempre está la opció n de marcharse. Tendría que irme
contigo y nuestros cachorros. Si me marché en buenos términos,
formaría mi propio clan, con un nuevo nombre y nos convertiríamos en
un clan casi hermano a este, en buenas relaciones, pero clan aparte.
—¿Y por qué somos un clan «relativamente pequeñ o» si somos uno tan
antiguo? —repetí su expresió n y él me miró .
354
indicados. Sin embargo, por nuestra historia, sí preferimos seguir la
tradició n y tener líderes femeninas.
—Ya veo...
—Y por eso tía Merel considera imperativo lo de los hijos, porque somos
un clan má s pequeñ o que los otros en familia, la mayoría no tiene solo
dos principales sino má s. Tienen tres o cuatro familias principales, o
tienen muchas familias pequeñ as —qué increíble sonaba todo—. En el
pasado, que nuestros miembros tuviesen hijos era una regla só lida,
porque así asegurá bamos que el clan no muriera o se desintegrara por
los miembros que perdíamos, pero a día de hoy... o sea, no es como antes
¿sabes? Muchos en otros clanes aú n piensan así, pero en nuestro clan no,
no es como si el tío Arend o V o yo fuéramos a marcharnos un día porque
Dalia se convierta en la líder. No es así. De todos modos, a la tía Merel le
preocupa y consideró un riesgo y una traició n hacia el bienestar y la
seguridad del clan, permitir que la tía Vera no tuviera hijos. Pero Abu
cree que esos tiempos han pasado, cree que creceremos má s como clan y
seguiremos siendo pró speros con o sin la regla —hizo una pausa y
acercó su rostro al mío, abriendo mucho los ojos—. Y esa es la historia.
—Es una gran historia, debiste contá rmela antes —le dejé un beso en los
labios.
—Se me olvidó .
—Sí, es difícil de todos modos para ella, no está fuera del clan, pero sabe
que creó conflicto entre Abu y su hermana, así que no vuelve mucho.
Ademá s má la apoya bastante pero el tío Arend... —movió sus labios a un
costado, pensando—, no es que la rechace, pero sí le hubiese gustado que
355
tuviese hijos. No la hubiera echado por no tenerlos, pero no aprueba del
todo su decisió n, aunque no se lo enrostraría ni nada, al final es cosa de
ella.
—Claro...
—En parte creo que es porque al tío Arend le gustan mucho los niñ os y
quería má s sobrinos —me reí.
—Vaya... —tal vez por eso Cris había dicho que yo era el omega perfecto,
porque quería tener hijos pronto, él estaba cada vez má s cerca de su
fecha límite.
—Te amo —se recostó de nuevo arrastrá ndome otra vez sobre su
cuerpo, haciéndome descansar sobre él.
356
Al día siguiente me desperté como lobo sobre Arny. Había cambiado
durante la noche. É l me ayudó a cambiar de vuelta y ese día pude correr
y andar como lobo con el resto de la manada. Se sentía distinto, ir en el
bosque con ellos, podía identificar la fuerza de Cris, la agilidad de Dalia,
la diversió n y curiosidad de V. Me fui adaptando poco a poco, Abu
ayudaba mucho. La tía Merel se marchó a los dos días de haber llegado,
pero nosotros nos quedaríamos má s. Después de una semana, mamá y
má regresaron a Roscoe, pero dejaron a V con nosotros para que pasara
un tiempo con sus abuelos. Iban a tomarse unas semanas para recolectar
las muestras que faltaban para su investigació n y pensaban iniciar la
siguiente en Silvius, puesto que nosotros nos quedaríamos por aquí, si
los resultados del ECN iban bien, permanentemente. Y querían estar
cerca para cuando su primer nieto o nieta naciera.
Fue bueno que ellas volvieran a Roscoe, porque así pudieron enviarnos
nuestra ropa y cosas antes de la llegada de mi celo. Sabía que necesitaría
toda la ropa posible de Arny para hacer mi nido y él no había traído
mucha. Pasaríamos mi celo en una cabañ a que tenían en el bosque,
alejada de la casa, para estas ocasiones. Ya la estaban llenando de
provisiones. En cuanto llegaron nuestras cosas yo me apuré a llevar la
ropa de Arny allí, faltaba muy poco para el día y quería estar listo.
Ahora que era un lobo y desde que había dejado de usar supresores era
mucho má s sensible a los cambios en mi cuerpo y podía sentirlo: mi celo
estaba cerca.
•••
357
aburrió (?), pero yo de verdad me entretuve en ello. Y en los tres capis
que nos quedan veremos má s pareja.
358
29. No llego tarde, genero expectativa
Dejé la ú ltima prenda que Arny iba a ponerse en el bulto de ropa que
había apilado sobre las sá banas de la cama.
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ropa con las sá banas formando un saco con ellas y me lo cargué al
hombro.
—No.
—No.
Bajé las escaleras rá pidamente con mi saco de la ú ltima ropa que había
recolectado y escuché sus pasos seguirme.
—No.
Lo de ser lobo era ú til cuando tenías que correr bosque adentro, incluso
como persona era má s fá cil que antes, mi cuerpo era má s fuerte y
resistente. De todos modos terminé transformá ndome a mi forma
humanizada de lobo, no lo pude controlar. Mi camiseta y pantalones se
rompieron. Lo bueno es que no llevaba zapatillas porque con las
transformaciones simplemente había dejado de usarlas. Me importaba
poco la ropa que había roto ¿quién la necesitaba? Ya tenía toda la ropa de
mi alfa, no tenía por qué volver a la casa principal. Llegué a la cabañ a,
estaba entre unos á rboles, cubierta por vegetació n y tenía solo unas
ventanas pequeñ as en la cocina y bañ o. Abrí la ú nica puerta que entraba
directo a la cocina, donde había un refrigerador, muebles con algunos
utensilios, una mesa pequeñ a y redonda con dos sillas. Pasé de largo
hasta el cuarto y cerré la puerta tras de mí.
360
La habitació n era pequeñ a. Solo había una cama grande, matrimonial con
una fuerte estructura de metal. No había muebles, ni ventanas. Solo la
cama en medio y tres puertas. Una que daba al bañ o, la de la cocina y una
que llevaba a un pequeñ o walking closet que nadie tenía intenció n de
usar. Era perfecta. Encendí la luz. Me encantaba, era pequeñ a, cerrada, el
aroma de Arny iba a condensarse allí dentro, no iba a escaparse a ningú n
lado. Me concentré para volver a mi forma humana, probablemente me
habría molestado mi propia desnudez, pero en ese mismo instante era lo
de menos. Al fin tenía todo lo que había querido para mi nido. La noche
anterior apenas había podido dormir de la angustia, necesitaba que mi
nido estuviera listo ¡Era importante!
Comencé por las paredes primero doblé los pantalones cortos y largos de
Arny para que funcionaran como ladrillos. Los apilé y amarré usando las
camisetas, creando paredes, cubrí el suelo de mi pequeñ o «iglú » con un
par de camisetas má s y el techo lo creé extendiendo la sá bana en la que
habíamos dormido sobre las paredes. Luego, la ú ltima camiseta que Arny
había usado la puse a un cojín y con eso entré dentro de mi nido y me
maravillé con su aroma. Me abracé a la almohada y me acurruqué allí
dentro. Se sentía increíble, en especial porque estaba bien hecho.
361
—Solo mi Jae podría hacer algo así —susurró por lo bajo pero lo oí—,
amor ¿puedo entrar? —abracé mi almohada.
—Pero no lo destroces —era pequeñ o para los dos, así que asomó su
cabeza levantando la sá bana que cubría la «puerta» de mi pequeñ o iglú .
—Te quedó muy bien —sus ojos brillaban, seguía solo en bó xers—.
Hueles exquisito.
—Está por llegar, no te vayas —mi voz salió brusca, no era una petició n,
era una orden. Acercó su rostro al mío, yo estrujé má s la almohada que
estaba sujetando.
—Mío.
—Joder, Jae... —sonreía—, está s tan... —su aroma ardió en mi nariz, sus
feromonas liberá ndose en respuesta, el calor de su entrepierna
aumentando. Comencé a respirar audiblemente, quería consumir todas
las partículas de aire que salían de él, no se las entregaría a nadie.
362
liberaron, el calor se volvió abrazador y mi necesidad de él totalmente
incontenible y real. Mi entrada palpitaba, hú meda, ardiente. Lo quería, lo
necesitaba.
—Tú eres mío —me calenté con su voz rasposa. Sus manos grandes se
apoderaron de mis nalgas y las abrieron sin compasió n alguna. Chillé de
gusto mientras me jalaba hasta sus caderas, se arrancó el bó xer
destrozá ndolo. Su pene estaba duro, venoso, caliente, podía sentir su
calor aun cuando todavía no me tocaba. Mi entrada se abría y cerraba de
las ganas de recibirlo, mis paredes internas se arremetían en pequeñ os
espasmos buscando estimular al miembro que aú n no la profanaba,
soltando lubricació n que resbalaba por mis muslos. Gemí desesperado.
Lo necesitaba dentro, su falo era mío, su semilla era mía, solo mía.
363
que me llenara, hasta que derramara todo dentro de mí y ninguna gota
de su semen se escapara de mi interior.
Mi alfa, mi alfa.
Afirmé las manos en su pecho y levanté mis caderas solo hasta la mitad
de su extensió n y luego me senté con fuerza, lo miré a los ojos sonriendo,
364
hambriento de él, ansioso de má s y Arny fascinado mirá ndome; mi
rostro, mi entrada, tan caliente por él. Incluso el sonido pegajoso de su
pene saliendo y entrando me excitaba, empujé mis caderas con fuerza.
Mis gemidos comenzaron a llenar el pequeñ o cuarto, sus feromonas y las
mías eran excitantes, se mezclaban como nunca antes, nuestros cuerpos
aplaudían, colapsaban. Yo me movía desesperado, mis ojos no se
apartaban de los suyos, no quería perderme nada de él, nada de su
rostro, de su cuerpo. Estaba desesperado, quería tocarme. Dejé de
afirmarme con ambas manos y bajé la derecha para masturbarme y él
gruñ ó .
—¡Sí, préñ ame! ¡Lléname por completo! —lo quería, lo necesitaba, tenía
que arder dentro de mí, todo mi cuerpo pedía el orgasmo, necesitaba
tocarme, estaba a punto de explotar, él iba a derretirme por completo.
Estaba por llegar, lo sentía, crecía má s, se empujaba dentro, sus bolas
chocaban contra mis nalgas duras y llenas, su contenido era mío. MÍO.
365
—¡Ten mis crías, ten mis malditas crías! —se enterró en mi interior y lo
sentí, llená ndome, dispará ndose en mi interior. Su nudo creció dentro de
mí y me quedé sin aire cuando el bulto en la cabeza de su pene se atoró
en la puerta de mi vientre y comenzó a expulsar su semilla dentro,
ardiendo, sin descanso. Mi propio orgasmo me sacudió entero, me
derramé sobre mi propio pecho, él se inclinó a morder mi hombro
mientras su pene palpitaba en mi interior, derramá ndose má s y má s. Mi
orgasmo seguía sacudiéndome, mis entrañ as palpitaban estimulá ndolo
por solo estar dentro de mí, para que siguiera, para que no dejara de
derramarse hasta que yo hiciera lo que mi cuerpo había nacido para
hacer.
—Dá melos —me abracé con fuerza a su cuello— dame tus cachorros —
el chorro de semen dispará ndose dentro me hizo temblar.
366
—Mío —gruñ ó . Lo besé desesperado, aferrá ndome a su cuerpo.
Desesperado por consumir todo de él, quería hasta el sonido de su voz
tragarlo, lo quería todo de él dentro, que me penetrara con su lengua, su
aire, todo. Sus manos apretaron mis nalgas, las masajearon haciéndome
estremecer, jugaron a abrirlas y cerrarlas mientras yo gemía y me
estremecía de sentirlo. Cuando su nudo terminó de bajarse, cuando soltó
el ú ltimo chorro de su semilla dentro de mí tendría que haberlo dejado
salir pero no quise permitirlo.
—Jae... —se lamió el labio superior, yo empujé mis caderas contra él,
jadeando mi pecho, él se inclinó a morder mis pezones y yo me
estremecí.
367
rompiendo y al final descansamos en el colchó n que había acabado en el
suelo entre la ropa desparramada.
—Hey —su voz salió ronca por lo mucho que la había usado. Sonreí,
nervioso, él me arrastró hacia su cuerpo para darme de su calor, aun si
ya no lo necesitaba, hundí mi nariz en su cuello, mi boca descansó contra
la piel de allí y deseé dormir con mis fauces siempre en ese lugar
preciado.
—Espero que no quieras echarte para atrá s con lo de los hijos, porque
creo que te hice como cinco —sabía que bromeaba, aun así me sobresalté
un poco y aparté mi rostro de aquel lugar increíble para mirarlo.
—¡No tendré cinco! —él me enseñ ó todos los dientes, sonriendo, hoyuelo
en mejilla, picardía en los ojos, cejas levantadas.
368
—Solo un poco, es má s cansancio, y estoy todo pegajoso —él también lo
estaba, sudor y fluidos de ambos por todos nuestros cuerpos, nos
habíamos revolcado en nosotros y en la ropa, habíamos estropeado todo.
Pobre Arny, seguía sin tener ropa para usar porque la habíamos
ensuciado toda. Lo que me recordaba—. Fui medio rudo contigo, al
inicio...
369
en sus brazos y giró conmigo. Salió sin bajarme del bañ o y afuera estaba
media familia.
Mes 1
370
—Dios... menos mal —solté sin poder contenerlo y ambos se rieron—, o
sea, los habría amado a todos si eran má s de uno, pero...
—Gracias Zafiro.
371
Salió del cuarto y yo aú n miraba la foto. Arny me acarició el abdomen y
besó mi frente.
Mes 2
—De verdad no entiendo el sentido de esto —en medio del bosque y solo
usando unos pantalones de jeans, Arny me hacía posar apoyado en un
á rbol, con las manos en las caderas.
—El mes pasado aceptaste —se puso frente a mí con su cá mara, tomó
una foto de frente y luego fue a mi costado—. Mira hacia acá .
—¿Es que está s loco? —Arny sabía que no era amante de las fotografías.
372
hoy porque sabías que estaría de buen humor por los resultados del ECN
—después de todo, Arny siempre había tenido una confianza ciega de
que lo haríamos bien. Y había estado en lo cierto, con nuestro puntaje
nos aceptarían de seguro en Silvius y con las conexiones, no tendríamos
problemas para posponer la aceptació n y conseguir beca, al menos yo,
que la necesitaba.
Mes 3
Eran las tres de la mañ ana. Arny dormía como si no tuviera ni una
preocupació n en el mundo y yo me encontraba despierto, mirando el
techo, con las manos sobre un abdomen que empezaba a notarse.
Hambriento. Miré a mi amado ¿es que acaso no se daba cuenta que tenía
hambre? ¿No le preocupaba que nos podíamos morir de inanició n?
¿Có mo podía dormir tan plá cidamente cuando yo tenía tanto antojo?
373
—¿Qué pasa? ¿Está s bien? —se rascó el cabello, revolviéndolo por
completo.
—¿Quieres sexo ahora? —puse los ojos en blanco tan fuerte, que creo
que fueron hasta mi crá neo y regresaron.
—¡No! Quiero pepino, la ensalada, con limó n... —al fin pareció despertar
de verdad.
—Realmente quiero comerlo... mucho —apreté los labios y sentí mis ojos
llenarse de lá grimas ¡Estú pidas hormonas! Yo no era así de lloró n.
—Es que abajo no hay —me limpié las lá grimas mientras lo miraba
ponerse los pantalones, rá pido, y luego tomar una camiseta cualquiera.
—Papá nos traerá algo rico, ya verá s —le hablé también y luego abracé
la almohada de Arny para poder respirar su aroma. Aú n no decidíamos
quién sería dada y quien papá , así que nos turná bamos con los nombres.
374
engullí completamente contento y satisfecho y má s enamorado de él,
porque me enamoraba un poquito má s todos los días, en especial ahora.
Mes 4
Yo quería saber.
Una de esas cosas en que coincidíamos. Aunque Arny quería porque era
un impaciente y no se aguantaba la duda y yo porque quería planear las
cosas acorde a eso.
375
—Qué bueno, porque sino Arend me iba a molestar muchísimo para que
le dijera y por cuestiones de confidencialidad doctor-paciente no le
habría podido decir —me reí y mi panza se removió un poco—. Vamos a
ver... —Zafiro sonrió enfocando algo que yo ni idea de qué era—.
Felicidades —puso sus ojos verdes en nosotros—, es una niñ a.
—Tendremos una niñ a —dijo contra mis labios y yo asentí, sus lá grimas
se me contagiaron y terminé llorando también. Creía que tenía eso de las
hormonas ya má s controlado pero al parecer no tanto. Nos besamos un
poco má s y me abrazó con fuerza luego—. Te amo, gracias, gracias...
—Gracias a ti, tonto —le besé la mejilla y luego ya dejamos que Zafiro
terminara el examen, la bebé iba bien en su crecimiento, todo se veía
normal. Esas eran las cosas que calmaban mi alma cuando me las decía.
Que todo estaba bien.
Mes 5
376
—Mi vida, no puedo má s —hice un puchero nada má s escucharlo y
comencé a acariciarle el pecho desnudo, dejando besos sobre su cuello.
—Durante el celo lo hicimos tres días seguidos —ahora solo llevá bamos
apenas dos ¿có mo podía haberse cansado?
—Por favor...
—Amor...
—Estoy seco...
—No creo que eso sea posible —él negó con la cabeza.
377
Mes 6
—No. No me entran los tuyos ¿sabes lo gordo que tengo que estar para
que no me entren tus pantalones? —me miró con unos ojos curiosos que
no entendí, como si estuviera decidiendo có mo reaccionar a aquello.
378
—Tú también sabes, no está s gordo, está s embarazado y si mis
pantalones no te entran es porque no son de paternidad, y tu panza ha
crecido porque nuestra hija está creciendo y eso es maravilloso —
respiré muy hondo y estiré los brazos para recibir el abrazo que tanto
necesitaba—. Y planeaste para esto ¿sabes? —me acarició la espalda
mientras yo hundía mi nariz en su pecho—. Sabías que esto pasaría, eres
mi novio que lo planea todo y mandaste comprar ropa para cuando esto
ocurriera —se apartó solo cuando yo aflojé un poco el abrazo, haciéndole
saber que había tenido buena cantidad de su amor— ¿dó nde está esa
ropa? —señ alé la caja sobre el closet que yo ya no alcanzaba.
Sacó la ropa que sí, yo mismo había elegido y, sin que tuviera que decirle
nada, sacó unos pantalones de paternidad de una tela de algodó n muy
suave y elá stica en la cintura. Me quitó los jeans a medio poner y los
bó xer que me apretaban y cortaban un poco la circulació n. Me puso la
otra ropa de paternidad hecha especialmente para omegas. Los bó xer
con elasticidad especial y los pantalones que afirmaban la barriga. Eran
tan có modos, se sentían tan bien... los había comprado hacia tanto
tiempo que había olvidado todas las cosas que leí sobre ellos. De todos
modos, aun có modo. Necesitaba má s de Arny.
Mes 7
379
—Y allí estaba yo, peleando contra tu tía Dalia, ella es unos meses mayor
que yo ¿sabes? Cuando uno es cachorro esas cosas se notan, así que era
má s grande, pero aun así la vencí —sonreí, aú n no se daba cuenta de que
me había despertado, tenía su mano sobre mi barriga—, y no es por decir
que una loba sea má s débil que un lobo, claro que no, las lobas son muy
fuertes, esto es sobre tu tía Dalia, que seguro algú n día querrá decirte
que ella ganó nuestra pelea, pero quien ganó fue tu papá ¿sí? No le vayas
a creer cuando te diga otra cosa. Y sí, las lobas son muy fuertes, pero ese
es mi punto, tu tía Dalia pesaba como dos kilos má s que yo en ese
entonces, era má s grande y aun así gané yo —lo contaba tan orgulloso,
tan entretenido, no pude evitar soltar una pequeñ a risa.
—Dalia dice que para ese entonces ustedes tenían ya el mismo tamañ o
—se sobresaltó al notar que yo estaba despierto y me miró luego con
ojos traicionados.
—Fue el calor... ¿por qué le hablas a nuestra hija a esta hora? —aunque sí
ayudaba porque a ella le gustaba patear bastante y se calmaba cuando
escuchaba a Arny.
—Así es, quiero que nuestra hija me quiera solo a mí —le acaricié el
cabello.
380
—Será lobo, me querrá má s de todos modos porque yo le daré comida —
me atrajo hasta sus brazos.
—¿Has pensado nombres? —el cambio de tema fue algo brusco pero no
desagradable.
—Seguro se nos ocurrirá algo mejor... ¿qué tal Dante? —lo miré con
curiosidad.
—Lo ú nico que pedí fue nada de nombres raros... —se veía tan serio.
—No es raro...
—Vale, tal vez para el siguiente entonces... —apreté los labios y traté de
pensar por un largo rato—. No se me ocurre nada ¿y a ti?
381
—Tampoco —acariciaba la estirada piel de mi abdomen distraídamente
— ¿quieres intentar dormir? —si no lo dice, no me daba cuenta del sueñ o
que tenía, a veces me sentía demasiado despistado.
Mes 8
382
un bosque se sentirá como en casa... un bosque con hojas verdes y
amarillas —pareció gustarle la idea.
—Quiero que tenga tus ojos —no se lo había dicho, él puso esas cuencas
ambarinas en mí.
—Lo sé, pero sueñ o con que tenga tus ojos amarillos. Sé que será
perfecta de cualquier modo pero es la ú nica característica física que de
verdad deseo que tenga —porque yo me había enamorado de los ojos de
su padre. Se acercó a besarme lento, frotando mi paladar con su lengua,
besando cada uno de mis labios.
Cuando decía cosas como esa era difícil no creer que me leía la mente.
Mes 9
383
Obviamente también quería que dejara de pesar. Con nueve meses
cumplidos me sentía má s que enorme, necesitaba la ayuda de Arny
cuando quería orinar porque... pues no me veía el pene. Y todo aquello
aunque sí había aumentado nuestra intimidad y confianza no me hacía
sentir del todo bien. Me gustaba ser má s independiente.
Mes 10
—¿Por qué no quiere salir? —quería llorar, en serio que sí—, hija mía, te
prometo que tu papá es guapo, anda, sale, ven a conocerlo... —mamá me
acariciaba el cabello tratando de consolarme.
384
Y entonces pasó algo increíble.
—Creo que rompí agua... —no podía ni mirarme bien entre las piernas—
¡ARNY! —estaba en la cocina, llegó corriendo solo para encontrar a
mamá mirando y confirmando.
—Sí, rompiste agua, voy a buscar a Zafiro —mi corazó n latía acelerado
de la emoció n. Miré a mi amado, estaba pá lido, sonriente, má s nervioso
de lo que jamá s lo había visto.
Gritó fuerte, su voz pareció retumbar, estaba viva, viva de verdad, Arny
no dejaba de mirarla y yo solo veía su bulto mientras Zafira la limpiaba
con la ayuda de mamá . Entonces me la entregaron, envuelta en una
mantita verde. La recibí cansado, sudoroso, pero totalmente feliz. Sin ver
385
a Arny sabía que estaba llorando, yo observé a nuestra hija, algo roja y
arrugadita, pero tan hermosa. Sus ojos estaban cerrados, pero el cabello
en su cabeza era oscuro. Aunque no sabía có mo era posible que apartara
la vista de ella miré a Arny.
—Tiene tu pelo —él se rió y estiró la mano casi con miedo para tocar con
la punta de los dedos y con extremo cuidado su cabecita, como si temiera
lastimarla.
—No, se parece a ti —no sabía quién de los dos era el ciego, pero ni me
importaba, no podía volver a apartar mis ojos de ella.
386
•••
Espero que les gustara este capítulo, lo imaginé de formas distintas, pero
me decidí por esta. Mi cabeza para el final me estaba matando de dolor,
hoy es el día que má s tarde he publicado, podría haber publicado una
hora antes sin revisar, pero es que no quería poner el capítulo sin darle
la típica relectura para que no se me pasen tantos dedazos, e igual es un
capítulo largo.
Gracias a todos por leer, comentar y votar. Me hacen feliz, en serio que sí.
387
30. El orden de los factores no altera
lo eterno
388
—Tendremos que buscar un nombre —la miré, con sus ojos cerrados, su
boquita apretada, tenía los labios algo carnosos, como Arny, se parecía
tanto a él, no podía ver má s allá de eso. Busqué la mirada de mi alfa—.
Busca en tu celular alguna pá gina con nombres y significados —le dije y
de inmediato escuché protestas.
—Tal vez algo de un libro —sugirió Zafiro, pero los primeros nombres
que se me vinieron a la cabeza me llevaron a negar, porque sabía que
Arny jamá s aceptaría ponerle Hermione o Minerva a nuestra hija, y de
todos modos... no parecía una Hermione.
389
historia cambiaba o no. Sorprendentemente siempre permanecía igual.
El dios lobo enamorado de la humana.
—Ya veo a dó nde vas —comentó Abu con una sonrisa enamorada hacia
su compañ ero—. Esta es la primera niñ a que nace de dos lobos en
nuestro clan en muchísimos tiempo, probablemente ese sería un nombre
acorde para ella —puso sus ojos amarillos llenos de sabiduría sobre
nosotros, sobre nuestra bebé que dormitaba en mis brazos—, pero no
deben sentirse obligados a usarlo.
—El nombre de la madre de todos los lobos: Selene —lo dijo con mucha
solemnidad y mi corazó n palpitó con fuerza.
390
—Hay que decirlo, somos buenos en esto, creamos la bebé má s hermosa
del mundo, o sea, no he visto bebé má s linda que ella —sonreí mientras
la miraba, era difícil no estar de acuerdo. Había valido la pena la espera.
—Eso está por sentado —se inclinó a besarla, ella comía y cuando
consideró que había bebido suficiente se apartó y se la entregué para que
él también pudiera tenerla en sus brazos. Arny se sentó a mi lado en la
cama con nuestra bebé y apoyé mi mejilla en su hombro, mirá ndola—.
Selene, pequeñ a, sé que hará s cosas increíbles.
391
tocaran sus vacunas (para su forma humana, no le pondríamos una
antirrá bica), ella sería quien llegaría a ponérselas y le haría sus
chequeos. Por mi parte, me sentí pletó rico cuando sus ojos oscuros de
recién nacida finalmente cambiaron al á mbar profundo que yo tanto
amaba. Arny hubiese deseado que sus ojos se volvieran azules, pero yo
estaba demasiado feliz, su mirada era la misma de mi amado y su cabello
también. Se parecía muchísimo a su papá .
Pero el lado lobo realmente llamaba, Arny quería salir y yo ir con él. Así
que la dejamos con Abu y V. Era un día caluroso de verano, nuestra
pequeñ a llevaba solo su pañ al y un enterito. Estaban sentados a la
sombra de la parte trasera de la casa, solo íbamos al bosque pero era
raro dejarla.
392
fuerte. Acerqué mi hocico hasta ella y estiró sus manos para tocar el
pelaje de mi nariz, de mis mejillas. Pude ver su hermosa sonrisa sin
dientes aú n, Arny se acercó también a verla, empujó su nariz contra su
pecho y Selene palmeó su cabeza con fuerza antes de apoyar su mejilla
sobre la nariz de su padre. Ah... no íbamos a ir nunca ¿có mo podríamos
separarnos de ella? Pero Abu la apartó con cuidado y ella emitió uno de
sus quejiditos de protesta.
393
dentro de casa y cuando nos vio volvió al interior a buscar una cá mara.
Definitivamente ya no iríamos al bosque. Nos quedamos con ella en el
suelo, mirá ndola, me senté para observarla fascinado mientras Arny
seguía sus pequeñ os pasos y movimientos, mientras ponía su hocico
junto a ella para que no se cayera a un costado o al otro. Nos tomamos
una fotografía y finalmente V no soportó má s y se transformó también.
394
—Vaya —miré a la pequeñ a loba hermosa que era, le acaricié—, tesoro,
Selene ¿cambias a humana? —V aú n seguía como lobo y se acercó a
nosotros—, mira a V, él va a cambiar —lo animé para que lo hiciera y él
cambió rá pido y se puso al momento su pantalones cortos— ¿ves? —
pero si había algo que había aprendido después de tenerla diez meses
dentro era que Selene no hacía las cosas porque la presionaran a
hacerlas, sino porque ella quería.
—No la culpo por querer estar como loba, es decir, así al menos puede
andar, como bebé se afirma su cabeza y ya está —apreté los labios y lo
miré con reproche mientras la mecía para que durmiera luego de su
leche.
395
nosotros allí con ella. Si es así, solo debemos cuidar no mostrarle nuestra
forma de lobo tan seguido, así atrasaremos un poco sus cambios.
—Bien.
—Volvamos a casa, siento que Selene nos necesita —me dijo y yo asentí
porque me parecía una idea brillante.
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—Hola Jae, por favor no dejes que Arny te convenza —negó con la
cabeza—, se supone que eres el responsable de los dos. Será difícil al
principio, no puedo decir que lo entiendo, no tengo hijos, pero en serio,
mi sobrina se merece unos padres que terminen la universidad.
—Ella tiene razó n —miré a Arny que me puso sus ojos traicionados, pero
traté de mantenerme firme—. Si algo le pasa, nos lo hará n saber... está
con má por la mañ ana y luego llegará mamá , y está Abu y V—el abuelo
no porque él estaba en la universidad también, haciendo clases—, no le
falta compañ ía.
—Tu cachorrita necesita un papá que pueda pagarle los pañ ales a ella y
sus futuros hermanos, anda —logró convencerlo, fue una suerte que
estuviera ella porque yo no habría tenido la entereza ni las ganas de
lograrlo, pero gracias a Dalia nos encontramos los tres disfrutando de la
comida, aunque Arny y yo no dejá bamos de mirar el celular para ver si
había noticias de nuestra pequeñ a.
397
—Algú n día cuando Selene traiga a alguien a casa, V seguro va a
oponerse a quien sea —hombre o mujer, seguro nadie sería lo
suficientemente bueno para su sobrinita. Arny se rió .
398
de la manada, partes de un todo mucho má s inmenso e increíble.
Regresar a comer habría sido má s difícil si nuestra hija no nos hubiera
estado esperando, porque era difícil salir del estado de jú bilo que
recorría todo nuestro cuerpo cuando experimentá bamos la celebració n,
la tierra vibrando a nuestros pies. Pero regresamos, cenamos,
alimentamos a nuestra pequeñ a y la pusimos a dormir antes de salir a
correr de nuevo.
—Jae —hundí mi boca en su cuello, joder, como amaba su cuello, tal vez
era algo sobre ser lobo, pero lo amaba, comencé a dejarle besos. No tenía
intensió n de má s, Selene estaba durmiendo en la misma habitació n, pero
quería mimarlo—, Jae —me llamó de nuevo y lo miré, sonreía.
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amado Jae yo... —sus ojos enfrentaron los míos y luego negó con la
cabeza—, no, ya qué —tomó mi rostro y me dio un beso, sus labios se
frotaron con los míos insistentes, algo desesperados, abrí mi boca para
recibirlo y me mantuve algo sumiso porque sentía que lo necesitaba,
dominar, mover su lengua a gusto, acariciarme y frotar su hú medo
mú sculo dentro de mí a su antojo. Cuando se apartó sus ojos brillaban
como la Luna misma y no soltó mi rostro—. Había hecho todo un plan, te
iba a leer un poema de un escritor famoso, hacerte promesas y poner mi
rodilla en el suelo, quería impresionarte demostrá ndote que yo podía
planear también, pero mirá ndote me di cuenta de que tú me has amado
tal y como soy, me amaste aun cuando yo no tengo ningú n plan. Me amas
con mi caos, mi impulsividad, mi terquedad, mi descontrol.
—No te amo «con eso» te amo «por eso» —porque esas cosas me habían
enamorado, no solo lo perfecto, no solo su comprensió n, su disposició n a
ser paciente conmigo y su amabilidad, sino también aquello má s difícil,
me había enamorado de cada detalle.
400
las cosas que amaba tanto de él, nunca asumía saberlo todo, nunca
asumía que sabía todo de mí solo porque era mi alfa y yo su omega. La
cajita tenía dos anillos, uno para mí y uno para él, no tenían diamantes ni
nada por el estilo, eran dos argollas color negro, la mía tenía una línea
amarilla en medio que recorría toda la argolla, en su anillo la línea era
azul. Como nuestros ojos. Me puso el anillo y yo hice lo mismo con él. Esta
vez me contagié de su impulsividad y salté hasta él, lo abracé por el
cuello y me apropié de su boca con desesperació n y felicidad, en un beso
torpe porque no podía parar de sonreír, y sonreía, lo besaba, volvía a
sonreír y luego a besarlo de nuevo.
—Te amo —susurró contra mis labios, cuando mis besos se calmaron un
poco y nos levantó a ambos para que nos acostá ramos en la cama.
401
Lo descubriría al día siguiente, porque en ese instante simplemente
deseaba descansar junto a mi lobo. Con mis piernas enredadas a la suyas,
su calor acunando mi cuerpo, no necesitaba nada má s para encontrar la
paz de una vida entera.
Te amo.
•••
Gracias a todos por leer, comentar y votar. Por apoyar y por hacerme
sonreír. Espero que ustedes igual hayan sonreído leyendo.
402
31. Donde las fauces duermen
403
perdoné por su terquedad y su silencio, por su obsesió n y su
indiferencia. Me quedé con los recuerdos buenos y le deseé lo mejor.
Deseé que lograra seguir con su vida.
404
ahora me tocaría tomarla solo porque ella había congelado el semestre
para tener su bebé casi al mes de conocer a Cris.
—Solo digo que de toooodas las personas en el mundo, tuvo que elegir a
mi amiga —Arny no reaccionó , me dejó seguir hablando—. Le voy a decir
a todo el mundo que no se llama Cris, sino Crisantemo —me crucé de
brazos y Arny se aguantó la risa.
405
habría gustado hacerlo el añ o pasado, pero estaba ocupado adelantando
cursos —al final estaba sacando el grado bá sico de bibliotecología y
haciendo una menció n en fomento lector. Sin contar los talleres de
cuentacuentos. La carrera duraba cuatro añ os, yo quería terminarla en
tres, había estado adelantando cursos desde el segundo semestre del
primer añ o y ahora podría lograr mi meta. La carrera de fotografía y
cinematografía de Arny también era cuatro añ os—. Mira, si lo planeamos
bien, me embarazo un poco antes de terminar este añ o académico, y
simplemente los ú ltimos tres meses de la universidad los pasaré
embarazado, en el primer trimestre. Y de ese modo me graduaré y sí,
tendremos que esperar un añ o má s a que tú te gradú es, pero eso
permitirá que yo esté en casa un poco má s, puedo trabajar solo a medio
tiempo en la biblioteca de la universidad, tener al bebé...
—¿Cuá l?
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—Que este tenga tus ojos —me reí.
—Ah, sí, eso también —sonreí divertido y él atacó mis labios y me abrazó
para hacerme caer sobre la cama. El beso fue má s tierno de lo esperado,
me besó despacio, con la confianza de quien conocía los lugares que me
hacían estremecer, la forma en que su lengua me hacía disfrutar y sentir
que perdía el aliento. Se apartó luego de dejarme todo confundido y
derretido con sus labios, mirá ndome con sus ojos de pillo, brillantes y
triunfales—. Dime que me amas.
407
y lo que sea que es hecho solo por mí es tú hacer, mi querido)
—Es una rareza genética, pero sí pasa —nos contó Zafiro y yo lo observé,
haciéndome a un lado en la cama para que Arny se sentara junto a mí y
poder tocarlo. Abracé los brazos que lo sostenían y descansé mi mejilla
en la clavícula de Arny, para mirarlo— ¿Tienen elegido el nombre?
408
—Fue la misma razó n por la que no le pusimos Dante a Selene ¿sabías
que mi nombre sirve para hombre y mujer? —protesté despacito y él me
besó el cabello.
—Tal vez Themis, que suena un poco má s unisex —aunque sí había sido
nombre de una titá n, era cierto que al escucharlo no gritaba un género,
pero ese no me parecía suficiente motivo. Necesitaba sentirlo, como
había ocurrido con Selene.
—Me gusta... y tiene las mismas vocales que mi nombre solo que
ordenadas distinto —puso cara de derrota entonces y luego sonrió .
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i fear no fate (for you are my fate, my sweet)
Mi celo no llegó .
Luego de que Rhea naciera mi celo debía llegar tres meses después, solo
una semana má s tarde de mi cumpleañ os. Mi primer instinto fue pensar
que tal vez se atrasaría unos días má s, con Selene no había ocurrido pero
entre hormonas y feromonas, estas cosas se desordenaban y un
embarazo podía cambiar el cuerpo de uno. Pero pasaron un par de días
má s y me pregunté si tal vez ocurría algo malo. Así que llamé a Zafiro
porque dentro de nada pensá bamos viajar a una localidad fuera del país
con los niñ os. Nuestro plan era quedarnos de ocho meses a un añ o, Arny
había sido contratado por un equipo que estaba armando un documental
sobre la selva que desaparecía en la zona, para trabajar con el equipo de
grabació n. Estaba contento por la oportunidad de aprender del director
que lo dirigía y de los escenarios que podría fotografiar por su cuenta. Yo
me había contactado con las autoridades locales para solicitar un espacio
pues quería implementar una «biblioteca ambulante», quería tener una
biblioteca que se moviera conmigo cuando viajara con Arny, que
funcionara como biblioteca y tuviera talleres de fomento lector también.
Ademá s quería trabajar con los funcionarios para ayudar a alguien a que,
cuando nos tocara marcharnos, se quedara a cargo de la biblioteca y no
desapareciera todo má gicamente cuando me fuera.
Necesitaba estar bien para llevar a cabo todas esas cosas. En la localidad
no apreciaban demasiado a los omegas y había costado un buen tira y
afloja conseguir sacar adelante el proyecto, en gran parte porque el
410
director del documental me había echado una mano (era conocido de
Carter) y en otra porque, aunque no apreciaban a los de mi clase,
respetaban a los omegas casados y con familia, má s si era con un alfa. Lo
que llevaba al punto positivo de todo aquello y es que me dejarían tener
a Selene y Rhea conmigo en la biblioteca. No todo el día, pero aun si eso
ocurría algunas veces, no sería problema. Como el horario de grabació n
de Arny sería bastante intermitente nos íbamos a turnar para cuidarlos,
pero era un alivio saber que podrían estar conmigo, sobre todo Rhea, que
era aú n tan pequeñ o.
—Solo quiero estar seguro de que nada está mal, el atraso del celo no me
había pasado nunca —o sea, yo era un sujeto muy organizado, hasta mi
celo era organizado como yo y siempre llegaba a la fecha.
—En cuanto estén los resultados de tus exá menes de sangre me van a
llamar, estoy segura que no es nada grave, estas cosas pasan a veces —
Zafiro trataba de tranquilizarme, está bamos sentados en el sofá del saló n
en la mansió n principal.
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de un azul que dejaba su nombre para transformarse en un celeste
grisá ceo, eran preciosos sus ojos, y destacaban mucho en contraste con
su piel tostada, enmarcados por pestañ as oscuras, no entendía por qué
sus pestañ as eran oscuras si su cabello era tan claro, pero era uno de los
misterios de Rhea. Sabía que cuando creciera sería hermoso de una
forma muy exó tica.
—Tesoro, ven que te hago una trenza, un moñ o, para que no lleves el
pelo en la cara —se volteó a mirarme, con su mirada amarilla tan
intensa, frunció sus oscuras cejas, infló sus cachetes, se parecía tanto a
Arny que era difícil no derretirse, aun cuando se enojaba.
—Anda, ven aquí —le sonreí y ella me seguía mirando así, desafiante, su
cabello ondulado y oscuro apuntando a cualquier lado, su pequeñ a nariz
fruncida.
—¿Y si mejor después? —su vocesita era suave y zalamera. Puso ojos
grandes de sú plica y yo achiqué los míos.
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tenía y era impresionantemente lista. Miré a Zafiro, dejando que mi
rostro mostrara mis nervios. Ella volvió a mirar su celular.
—Aú n nada, pero Jae, tú te ves bien, aun si pasara algo, sería solo un
pequeñ o desbalance en tus feromonas y podrías consultar con el doctor
que te mencioné, a menos que sea algo muy grave, no debería arruinar su
viaje, estoy segura que si pasa algo, podrá s tratarlo allá —era cierto.
Íbamos a otro país pero la regió n no era del todo «desconocida» para
Arny, era uno de los motivos por los que había buscado unirse a ese
grupo de grabació n para nuestra primera aventura. Había un clan en
buenas relaciones con el nuestro allí «Tierra de Luna», su líder y Abu se
llevaban bien, Arny había conocido a algunos de sus miembros cuando
era má s joven y tenían dos médicos y un curandero en su familia. Uno de
los médicos vivía con su manada en las cercanías y trabajaba en un
hospital de la ciudad a dos pueblos de distancia, ademá s, hacía visitas al
pueblo donde estaríamos una vez a la semana. Nos había parecido el
lugar ideal porque aunque era algo remoto y de difícil acceso,
tendríamos a uno de los nuestros cerca en caso de que le ocurriera algo a
los niñ os.
—No me gusta no saber las cosas —miré a Rhea que abría sus bonitos
labios para balbucear algo inentendible hacia su papá .
—¿Oh? ¿Qué es «oh»? —ella tenía ambas cejas alzadas, Arny se preocupó
también y terminó de sentar a Rhea sobre sus piernas.
—No está s enfermo... —hizo una pausa, miró por un segundo a nuestro
retoñ o y luego a mí— está s embarazado.
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No puede ser.
—Vale, sí, mi cumpleañ os, pero usamos condó n —con dos hijos y
veintidó s añ os esas cosas no deberían hacerme sonrojar, pero lo
lograban. Bajé la voz de todos modos para que Selene que estaba en el
otro extremo de la sala no escuchara esa parte.
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—Ni siquiera estaba en celo —no sé si me estaba justificando o solo
reclamá ndome a mí mismo.
—No ¿por qué íbamos a cancelar el viaje? Puedo tener un bebé donde
sea —él seguía con el mismo rostro—. Hey, no pongas esa cara ¿dó nde
está el Arny aventurero y despreocupado que amo? Deberías estarme
diciendo que lo lograremos de algú n modo.
—Lo lograremos de algú n modo pero eres tú quien cargará con esto y
recién salimos de un embarazo, pensé que tal vez querrías... —negué.
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—¿Por qué me haces esto? Si te amo má s, mi corazó n va a explotar —era
curioso que él lo dijera cuando yo había estado sintiendo aquello desde
que lo había conocido.
Y fue todo un desafío pero logramos ajustar los planes, hablar con Kamil,
el médico que nos ayudaría allá . Coordinar lo que necesitaríamos, los
suplementos que teníamos, lo que nos faltarían, disculparnos con mamá
y má que casi nos matan porque «có mo es posible que vayan a
marcharse y no dejarnos ver a nuestro nuevo nieto o nieta». Pero lo
logramos y llegamos a una casa de paredes blancas, tres habitaciones y
un bañ o, los espacios eran pequeñ os, pero el lugar era acogedor y muy
fresco, lo que era un alivio en el calor hú medo que se sentía cerca de la
selva. Ademá s, si Arny hubiese venido solo, habría estado en una
habitació n con los demá s del equipo de grabació n, la casa la habíamos
conseguido gracias a mi comunicació n con las autoridades y el trabajo
«social» que yo haría allí. Está bamos bien, có modos. La primera semana
Selene y Rhea estuvieron muy enfermos pero luego ya fortalecieron el
sistema inmune y se recuperaron. La sorpresa vino semanas después.
416
no había pasado... o sea, ni siquiera te corriste dentro —la cara de culpa
que tenía antes se volvió un poco orgullosa.
Y eso es lo que eres, lo que sea que una Luna siempre pretendió
—Vamos, cambien —el lobo que había atrapado había ido a ponerse
junto a su hermano, ambos aparentemente iguales, del mismo café
oscuro, me miraban con sus desafiantes ojos ambarinos. Miré en el saló n.
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Aú n había cajas en por todas partes, eso era para nada yo, pero con
cuatro hijos, ordenar era todo un desafío.
—Len, tesoro ¿dó nde está tu papá ? —usá bamos ese apodo para llamarla
desde que Rhea estaba aprendiendo a hablar y no podía pronunciar
«Selene», así que decía «Len», de algú n modo habíamos terminado
usá ndolo todos. Miré a mi hija que estaba sentada sobre el brazo del sofá ,
vestía jeans y una camiseta azul con letras amarillas «I ROCK». A sus diez
añ os era una niñ a hermosa, de un cuerpo delgado, pero fuerte, un rostro
que perfilaba facciones preciosas, una mezcla entre mamá y Arny en
realidad, firme pero dulces. Tenía el cabello largo hasta sus hombros
sueltos, pero al menos estaba peinada. Miraba la escena con bastante
diversió n.
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bronceaba, Len y yo nos poníamos rojos), los ojos de su padre, el rostro
de su padre y mi cabello castañ o, solo que un poco má s oscuro. Me
gustaba que se parecieran tanto a él, Arny hubiese deseado má s variedad
y en general me echaba la culpa, decía que era que yo lo deseaba y por
eso ocurría. Quién sabe si eso era cierto o no, pero prefería que se
parecieran a él, me gustaba que los ojos de Rhea fueran má s claros que
los míos, porque yo sabía de quién había heredado mi cabello y mi
mirada y me gustaba que la de mis hijos fuera diferente. Pero no era
momento de esas cosas—. A vestirse.
—Ya les dije, no podemos ir por el bosque porque no tenemos ropa para
ponernos al llegar a casa de Abu y no van a llevar la ropa en el hocico
hasta allá porque se va a mojar y seguro se les va a caer y se ensuciará
toda. Vamos en el auto y se van a vestir —esto era culpa nuestra. Atlas y
Themis habían nacido en una ciudad con selva, con ocho meses, se
adelantaron porque no esperaban a nada, eran los que má s se parecían a
Arny en personalidad. Selene se había calmado con el tiempo, pero ellos
eran como la versió n que Arny siempre había soñ ado vivir, totalmente
salvajes, y tal vez les habíamos dado demasiadas libertades, porque
aunque habíamos regresado varias veces a Silvius nos habíamos movido
mucho, habíamos pasado al final un añ o y medio en la selva y habían
corrido entre esos á rboles como lobos. Luego habíamos estado en la
montañ a un tiempo y luego en una reserva natural. Habían pasado la
419
infancia que tenían entre á rboles y caos y los habíamos dejado ser (tal
vez) demasiado libres.
—Allí está s —Arny bajó ya con sus jeans oscuros puestos y una camiseta
roja muy bonita, venía con Rhea en sus brazos. Mi pequeñ o bizcocho
puso su mirada cristalina en mí, usaba su precioso cabello rubio y liso en
un peinado corto, a diferencia de sus hermanos que todos lo usaban
largo, a Rhea le daba má s calor y lo prefería de ese modo.
—Fui con papá para que su camiseta combinara —su voz era muy dulce
y era muy apegado a Arny, solía ponerse de su lado. Le besé la mejilla.
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—Gracias tesoro —Arny me dio una de sus sonrisas.
—Ya, pequeñ ajos, yo los ayudo o no nos vamos a ir nunca y el tío V dijo
que me tenía un regalo así que quiero llegar pronto —Len se bajó del
sofá y estiró ambas manos hacia ellos. Los gemelos la miraron con
desconfianza.
—Yo voy a ser má s alto que tú —eso estaba por volverse una discusió n,
pero entonces habló Rhea.
421
un añ o mayor que ellos, mis tres hijos menores eran prá cticamente del
mismo tamañ o.
422
—¡Tío V! —él la atrapó como si nada.
423
—Tía ¿viene Carter? —ella era la hija de Cris y Gabrielle, era solo unos
meses mayor que Rhea y este la apreciaba mucho porque era tranquila
como él en medio de la jauría de lobos.
—Te dije que por eso querían la casa —Arny asintió y nos acomodamos
en el sofá para conversar.
424
a leer un libro y los gemelos, probando nuestro punto, se habían
transformado y estaban escalando a V.
—Cuando los gemelos también vayan a clases tal vez podamos ir a algú n
lado, pero por el momento viajaremos menos, Arny tomará trabajos de
fotografía que no nos hagan marcharnos demasiado tiempo —porque lo
acompañ aría a donde fuera.
—En las vacaciones podemos irnos todos por un par de meses a algú n
lado, pero durante el añ o solo tomaré algunos proyectos que sean a lo
mucho de dos semanas, no má s, no queremos marcharnos tanto y de
todos modos Jae y yo aceptamos trabajos aquí —asentí.
425
—Volvimos varias veces, quejona —Arny nunca iba a dejar de pelear con
Dalia.
Ay, Dios...
Ya está , ya estuvo.
(here is the root of the root and the bud of the bud
426
and the sky of the sky of a tree called life; which grows
(aquí está la raíz de la raíz y el brote del brote y el cielo del cielo de un
á rbol llamado vida;
Y desgarramos la garganta.
Aullamos con fuerza para la madre que nos da la fuerza de seguirlo todo,
en el bosque nuestras voces resuenan, tiemblan, dominan. Somos
427
poderosos, somos manada. Y los corazones de todos ellos palpitan en el
mío.
Mi lobo... y yo el suyo.
428
—Gracias tesoro —técnicamente, a su edad, debía conducir con un
adulto con licencia al lado. Pero lo hacía mejor que yo así que está bamos
abusando un poco de su disposició n para llevarse el jeep a todas partes.
—Te traje la comida del gato porque no le quedaba y sabes que no come
otra cosa —miré la bolsa que seguro debía tener esa marca de atú n que
nuestra mascota disfrutaba, era un animal exquisito, si no era de su
marca, no comía.
—Lo había olvidado, un día me lo voy a comer, en serio —me puse en pie
y tomé las latas. Len se rió .
—Tía Dalia dice que saben a diantres... pero bueno, voy saliendo —saqué
las latas de la bolsa.
429
piernas, de lado, y Arny me abrazó al momento—. No lo entiendo, ni
querías el gato y ahora solo se pega a ti.
—Es que entre los de pelaje negro y ojos amarillos nos entendemos —
negué con la cabeza.
—¿No fuiste tú el que dijo que no me podía comer a Salem? —le besé los
labios. Lento, como me gustaba, disfrutando de su sabor intenso, del
calor abrazador.
FIN
•••
430
que los corté distinto del poema, pero el orden y demá s está igual). La
traducció n es mía.*
Gracias por querer tanto a Jae y Arny, gracias por apreciar esta historia
con su naturaleza tan dulce. Gracias por amarlos tanto como yo y por reír
y sufrir con ellos. Me han dicho que no quieren que la historia se termine,
pero espero que quedaran satisfechos. No descarto la posibilidad de
escribir algú n extra en el futuro (o tal vez alguna historia involucrando a
Rhea). Pero por el momento quiero descansar porque escribir todos los
días estos capítulos (que se suponía serían breves y al final no fueron
breves) no ha sido nada fá cil.
Ya se los había dicho antes, pero se los diré de nuevo, espero que todos
encuentren/tengan un Jae o un Arny en sus vidas <3
431
Fauces II y Extras
¡Hola!
¿Cuá nto tiempo sin vernos, no? Espero que estén bien y que dentro de lo
posible se estén quedando en casa y manteniendo la cuarentena.
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Les mando un abrazo gigante a todos y los dejo invitados a leer Fauces II,
la historia de Rhea
https://my.w.tt/wY3W1ih2H5
EDIT: Decidí sacar los extras que estaban antes publicados aquí. Los
publicaré de nuevo en una historia aparte para sumar también los extras
que saldrá n de personajes en la segunda parte. De este modo me será
má s fá cil tener un solo archivo que contenga los extras del universo de
Fauces.
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