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R.Y.

Soto

Serie Tentación 01:

La tentación de tu... boca

Sinopsis

¿Qué pasa cuando dos almas gemelas se encuentran?

Hay una explosión en sus vidas.


Para Sky Blue el amor no representa más que problemas y un corazón roto. Ella fue testigo de cómo este destruyo a sus padres y se niega a pasar por ese dolor si
puede evitarlo. Y lo hace a toda costa.

Además, su alma torturada le evita acercarse a los que la quieren incluir en sus vidas.

Pero eso cambia cuando lo conoce a él…

Eric Remington III siempre ha tenido a las mujeres a sus pies, ellas no representan un desafío, y son parte de su rutina.

Hasta ella…

No pudo conocerla en una situación más bochornosa, ella lo intriga al comportarse distante e inmune a sus encantos… y a su dinero.

Él la quiere en su vida… para siempre, pero ella lo pone en la casilla de “amigo”.

Ambos lucharan, uno por alejarse y el otro por mantenerla a su lado y demostrarle que son el uno para el otro.

¿Qué pasara cuando una sombra oscura caiga sobre sus vidas?

¿Qué pasara cuando Sky tenga que enfrentarse cara a cara con su pasado?
Prólogo

A los siete años los niños juegan y ríen sumidos en un mundo de colores y protegidos por el amor de sus padres. Así era el mundo de tres amigas, que a pesar de sus
diferentes caracteres y gustos se habían convertido en mejores amigas.

Una era pelirroja y tenía un carácter fuerte, además su mundo era animado por la música. Amaba los acordes, graves y agudos, las melodías capaces de crearse
debido a la combinación de ambos.

Otra era de un hermoso pelo negro, una princesita. Le encantaba bailar y ya llevaba tres años asistiendo diariamente a clases de ballet. Le encantaba el movimiento,
saltos, giros, el fluir al compás de la música.

La tercera, pero no menos importante, de pelo dorado era un tanto callada. Tenía una gran imaginación, y a menudo se la veía hablando con sus amigos imaginarios,
ella era la voz de la razón, ya que las otras eran un tanto impetuosas.

Entre las tres combinaban y creaban un mundo único. Un mundo donde la violencia y la tragedia no tenían cabida y el cual estaba a la espera, solo a la vuelta de la
esquina, esperando disfrazado…

- M ac, adonde vas – grito la pelirroja.

- Un perrito, Sky. He visto un perrito. – le contesto la princesita.

- Storm, vamos ayúdame a buscar el perrito – el niño solo las miro y negó con la cabeza, él ya era un niño grande, no estaba para andar correteando detrás de
su hermana y sus amigas.

- Bella, ven vamos. M ac ha visto un perrito, vamos y traigámoslo. – le grito la pelirroja a la morena.

- Chicas, no podemos salir. Hay que decirle a mamá… - susurro Bella.

- No, están ocupadas bailando, ven vamos…

- Si, volveremos de inmediato…

- Pero… no…

- ¡Vamos!, ¿¡Porfiii!?

- O.k

- ¡Perrito!, perrito lindo, ¿Dónde estás?...

- Allí, ¡M ira esta debajo de esa furgoneta negra!

- Pobrecito, lo pueden atropellar.

La pequeña pelirroja vio algo moverse. Un escalofrió recorrió su cuerpo.

- ¡No!, ¡Vamos chicas, volvamos!...

- No, todavía no lo alcanzo… - le contesto Bella, arrodillada tratando de alcanzar al pequeño cachorro que temblaba entre las sombras bajo el gran auto.

- No importa, vamos. – le reprendió M ac, que se había dado cuenta de lo lejos que habían llegado. Ahora estaban en un callejón.

- Pero… ¡hay!… - se quejó Bella. Luego escucharon un gemido.

- ¿Bella? – silencio. Las pequeñas rodearon el gran automóvil y la vieron tirada en el suelo, estaba inconsciente.

- ¡Bella!...
- ¡Annabella!... despierta…

- Voy a buscar a mamá…

Estaba por salir corriendo por ayuda, cuando una sombra se cernió sobre ella.

- ¿Necesitan ayuda, pequeñas?… - pregunto un hombre mayor. Ambas pequeñas se acercaron inconscientes del peligro que las rodeaba.

- Si, nuestra amiga no se levanta…

- A ver – dijo y con un movimiento enérgico abrió las puertas del furgón – pongámosla cómoda, - la subió con delicadeza y la dejo sobre uno de los asientos. -
¿Dónde viven?

- Allí, donde están las luces de colores – le dijo M ac.

- Bien entonces, suban las llevaré. – les dijo con una gentil sonrisa.

- Bueno… - dijo M ac.

- No creo… - trato de negarse Sky. No le gustaba el brillo de los ojos de aquel hombre.

- Pero así llegaremos más pronto. – le dijo M ac. Tenía ganas de llorar. - Bella no despierta…

- O.k, bien. Subamos. Solo son unos cuantos metros…

El hombre cerró las puertas, subió y encendió el motor. Luego se sumergió en las sombras de la noche.
“…Es normal temerle a la oscuridad,

lo malo es cuando le tememos a la luz…”

*Frase de vida de Sky Blue.

«Ayer fue historia. Mañana es un misterio.

Y hoy es un regalo, por eso se llama presente».

Maestro Oogway - Kun fu panda.

...No me pidas más de lo que puedo darte,

y seguramente todo te lo daré...

Reik – Afinidad

…Actualidad…

¿Qué es el amor?
Puede ser blanco o negro… o tal vez solo gris…

Es deseo, lujuria, esperanza, es confianza, equilibrio, es futuro…

Pero también puede ser una cadena de dolor, agonía, engaño, es perder, es caer, o un mal espejismo de nuestros anhelos.

¿Pero cómo estar seguros de lo que tenemos es amor?

No lo sabemos. No hasta que corremos el riesgo o por lo menos lo intentamos…

Pero para contar mi historia, primero que nada déjame presentarme. M e llamo Sky Blue... si lo sé. Pero si hubieras conocido a mis excéntricos padres lo entenderías.
Tengo 25 años, acabo de volver de un viaje de dos años después de terminar universidad. M e he graduado en Arte, soy escultor, he crecido, evolucionado he moldeado,
tallado y esculpido a mis demonios. Increíble que ellos me hayan llevado a la fama.

Soy lo que llaman una gran perra fría, no creo en el amor, este es solo una mala ilusión de la felicidad que le da el poder a otra persona para destruirte... si me dan a
elegir entre el amor y la lujuria, prefiero la lujuria.

Podrías llamarme una chica salvaje, así que no puedo decirte que soy una blanca paloma... pero tampoco soy una puta.

No me considero una gran belleza, sino más bien exótica. M i piel blanca contrasta con mi largo y pelirrojo pelo, además de mis ojos verdes. Y mi cuerpo... bueno,
digamos que llama la atención. En eso siempre se fijan los demás, nadie se pregunta que me llena el corazón y el alma. Es una maldición de ser bendecida por la genética
de mis padres.

Soy controladora, y por ello no me gustan las sensaciones que sentía desde hace unos meses atrás cuando conocí al hombre más exasperante y sexy que hubiese
conocido.

El día que él entró en mi vida, debí saber que me causaría problemas, pero no era adivina y no podía saber que me pondría la vida patas arriba.

Conocer al hombre de tus sueños, o el que te jurara amor eterno, mientras está follando con otra, no podría decirse que es una de las maneras en que te imaginas un
primer encuentro.

No. Por supuesto que no.

Pero así comienza mi historia de amor – según él – para mí por supuesto que no fue una buena referencia... yo lo llamo tener química en la cama... pero bueno, es su
opinión contra la mía.

Ustedes decidirán.

Bueno así comenzó todo...

UNOS MESES ATRÁS...

Boston:

Hoy daba el primer paso a mi nueva vida. Hace unas semanas me dio uno de esos momentos filosóficos que nos dan a todos en algún momento de nuestras vidas.
M e pregunte, ¿Qué estoy haciendo con mi vida?, ¿Hacia dónde va?, ¿Quiero seguir así?

Pues las respuestas no me gustaron, así que tome mis cosas importantes, las embale y me dirigí a donde estaba mi familia y mis amigos… estaba decidida a que esta
vez encontraría un lugar al que pertenecer.

Y aquí estoy ahora, paraba frente al portal de mi nuevo “hogar”. La llave gira en la cerradura con facilidad, doy un paso, luego otro… y veo ante mi todo como
cuando era niña.

Estaba en North End, era una casa de piedra de tres plantas, que había acabado hace poco con las reformas. Había cambiado los fríos pisos de piedra del vestíbulo
por unos de madera, subiendo las escaleras estaban los dormitorios de las visitas, la tercera planta completa se había transformado en mi habitación.

Trasladar todas mis cosas a un solo lugar me había llevado un tiempo, la casa estaba amueblada, pero la transforme en mi hogar, quitando y agregando muebles,
dándole mi toque personal. Casi la mayoría de las antigüedades habían sido reemplazadas por muebles de diseño, mucho más prácticos, y acordes a mis gustos. Solo
había dejado uno que otro “tesoro” de la familia.

La propiedad la había heredado tras la muerte del abuelo. Él me había dejado una carta, junto con las llaves.

“…esta casa te pertenece, en tus venas corre más sangre digna que la corre en la de mis hijos. Eres digna de mi apellido, ya que tu fortaleza, tu valentía y tu
orgullo te han mantenido en pie, como el primer Davenport que llegó a estas tierras a bordo del Mayflower, solo con un puñado de monedas de oro y con el corazón
lleno de ilusiones y sueños. Él era la oveja negra de la familia, y como tú, fue repudiado por su familia. Aquí te dejo tu nueva tierra, no la vendas nunca, hazla grande
con tus sueños… y sobre todo hazla un hogar para tus hijos…

Si, piensa en ello. Con amor tu abuelo”.

No había firmado con un formal y frío Julián Davenport… sino como mi abuelo, y por ello lo había aceptado.

La abuela adoraba este lugar, por ello quería que se sintiera orgullosa de como la había trasformado, la echaba terriblemente de menos, era una combinación de ambos
mundos. Pasado y presente, sueños cumplidos y por cumplir.

Un nuevo comienzo. Eso significaba para mí este día. Habían sido unos días locos, llenos de ajetreo y trabajo. Cruce el salón, admirando los grandes sofás de cuero
que flanqueaban la chimenea, más allá estaba la cocina de diseño, la cual solo usaría la ama de llaves, y de la cual yo únicamente usaría la cafetera y el microondas. Luego
seguí mi camino hacia la salita que daba al jardín y patio, este era uno de mis sitios favoritos desde niña. Aquí el verdor y el color de las flores lo inundaban todo. Este
fue mi refugio en mis momentos de dolor y soledad.

Por fin todo estaba en orden.

M e había mudado hace un par de días, por fin me había decidido y había vuelto a casa, ya tenía todo en orden y mis amigos – que son una pareja bastante peculiar –
me han sacado de juerga. No todo puede ser trabajo para una chica. Y si te llevan a bailar al mejor club de la ciudad, ¿quién soy yo para negarme?

El club estaba lleno. Era una de las tantas fiestas que celebraba algún asunto importante. La gente hablaba, seducía o bailaba, me aleje a la ventana de la segunda
planta buscando tranquilidad. Cerré los ojos un momento, en noches como está la tristeza me embargaba, podía escuchar los gritos de la noche. No podía dejarme
arrastrar a ella, estaba viva, así que solo empuñe mis manos a los costados, clavándome las uñas, el dolor me trajo de vuelta. M ire a mí alrededor, todos ellos en sus
mundos privados, tan ajenos al dolor de la muerte. Deslice una mano contra el vidrio, el frío recorrió mi ser, las sensaciones me abrumaron... tan cerca... la fatídica
oscuridad a solo un palmo de devorarme.

Necesitaba un momento a solas, me dirigí al lavado para refrescarme, mientras caminaba por el pasillo un susurro de voces me detuvo. M e acerqué a la habitación
que estaba suavemente iluminada, lo que vi me detuvo en seco, y me dejo paralizada en el umbral de la puerta.

Frente a mi encontré toda una imagen.

Un hombre tenía los ojos en éxtasis, mientras frente a él de rodillas se encontraba una mujer.

Y no estaba rezando precisamente.

El gemía y le hablaba, apuesto que ni sabía lo que decía.

- Si, nena. Si...dios – hecho su cabeza para atrás – joder, me voy a correr.

Debieron aflojársele las piernas ya que se sentó en la orilla del escritorio.

- M e corro, nena... – un dato aquí, si un hombre te llama nena, no es un apelativo cariñoso, es que no se acuerda de tu nombre.

- Vaya... – logré decir, conteniendo una carcajada.

El abrió los ojos bruscamente. Era un rostro conocido, yo solo arquee una ceja al sentir su incomodidad. Luego sonreí con ironía y salí de allí. La noche había
mejorado.
Nunca pude imaginar que una noche cualquiera como esta, conocería a la chica de mis sueños.

Aquí estaba yo en una de las tantas fiestas universitarias, que se celebraban en mi club.

Estaba aburrido, la morena que estaba junto a mí no paraba de insinuarse. Bastaba ver como casi me frotaba sus pechos en la cara. Y quien era yo para negarle sus
deseos. La tome de la mano y la lleve por los pasillos hasta una de las oficinas. Y allí estaba yo en pleno, cuando ella apareció... y todo mi mundo se volteó de cabeza.

M aldiciendo, me apresuré a alejarme de la mujer. M e sentía ridículo. M e habían pillado con los pantalones bajados, mientras me hacían una mamada.

Lo peor era que la maldita mujer nos había mirado y reído. No se escandalizó como lo haría la mayoría de las mujeres. No, ella solo le sonrió como si lo hubiera
pillado en una travesura.

Solo de pensarlo..., sin darme tiempo a recriminaciones internas, lancé una carcajada. ¡Vaya noche!

Sin más miramientos, me despedí de la mujer. No hice caso de sus pucheros. Ni siquiera me acordaba ya de su nombre. ¿Lilly?... ¿Lola? No. Lulu. Creo.

Después de arreglarme, baje a buscar a mi amigo y socio... y a tratar de encontrar a la misteriosa mujer.

Quince minutos después, la observaba descaradamente. Buscarla entre la multitud, debo señalar que con las luces y sombras fue una ardua tarea, pero fue un destello
de su cabellera de fuego lo que me llevo a ella. Debo decir que tengo debilidad por las pelirrojas. Estaba en la pista bailando, me daba la espalda, así que pude admirar su
figura. Alta y esbelta, con curvas insinuantes y unas piernas kilométricas. Ya sabía que su cara combinaba con su sexy cuerpo. Espere mirando su balanceo, y allí de
pronto se giró de frente. Y así, sin más mi mundo se detuvo... nuevamente.

Una sonrisa surco mis labios al leer las palabras que exhibía la camiseta sobre sus pechos tentadores “M ira, tengo unos ojos hermosos también”. Al levantar los
brazos pude ver su ombligo y el brillo del piercing en él. Interesante.

Bailaba con los ojos cerrados, meneaba todo su cuerpo con sensualidad, disfrutando de la música. Como si sintiera mi presencia abrió los ojos y me miro. M e
pregunte qué pasaba por su cabeza. Pero su cara era una pared en blanco. No transmitía ningún sentimiento. Su rostro no reflejaba nada; ni curiosidad, ni ansiedad, ni
impaciencia, ni vergüenza, ni miedo… ni deseo. Y mientras se acercaba, no desvió la mirada, al contrario, no aparto la mirada de mis ojos.

Fue un golpe para mi ego. M i físico siempre provocaba a las mujeres. Sabía que era atractivo, y además tenía dinero. La combinación de ambas cosas era un imán
para todas las mujeres de quince a setenta años.

Pero ella me miraba con ojos hastiados, vacíos, sin alma. Con ojos que me recordaba a los de un tiburón. No había visto nunca unos ojos tan tristes, ojos que habían
visto demasiado, ellos reflejaban absoluta soledad. Se parecían mucho a los que veía cada mañana en el espejo.

M e encogí de hombros mentalmente, y le regalé mi más inocente sonrisa. Ella achico los ojos y bufo.

Vaya. La chica tenía carácter.

Ella camino hacia mí. Estaba inflando el pecho como un pavo real por haber conseguido su atención, cuando ella saludo a alguien detrás de mí que se acercaba. Caleb,
al parecer era amigo de ambos.

- Bien, veo que ya se han conocido. Pero de todos modos los presentaré oficialmente. Eric Remington III, te presento a Sky Blue, una de mis más antiguas y
queridas amigas.

- Si ya nos hemos conocido… - traté de explicar, un leve rubor cubrió sus mejillas por un segundo, luego me dio una mirada engreída.
- Si, hace unos momentos lo interrumpí en medio de una reunión. Fui muy imprudente y me disculpo. Además, quién no conoce al multimillonario playboy
que llena portadas por sus múltiples conquistas.

Caleb nos miró con atención al sentir la tensión en la voz de ambos.

- Bueno… ejem… es bueno tener a mis dos mejores amigos reunidos. – se giró hacia ella - Y que te ha parecido la idea de la gala – debían estar hablando sobre
la gala benéfica que Caleb estaba organizando.

- Tiene potencial. Pero debo verlo cuando los beneficios estén ya en acción, para así poder ver los progresos – estaban hablando sobre la construcción de un
futuro refugio para jóvenes víctimas de abandono y maltratos.

- Bien, ¿crees que nos irá bien con la recaudación?

- Lo que reúna la Fundación Esperanza será un gran aporte para la construcción. Si no es así, ya sabes que debes hacer – hizo un ademan hacia la pista, parecía
inquieta – no deseo quitarles más su tiempo. Haré campaña entre los míos, tú deberías hacer lo mismo.

No insinuó, ni hizo ningún comentario sobre lo ocurrido. M e pregunté cómo no se burlaba o sacaba partido de su situación. Era una mujer intrigante y
contradictoria.

- Nos vemos más tarde. Ha sido interesante conocerlo Señor Remington III.

Luego se acercó a Caleb y le dio un suave beso en los labios, para luego alejarse sin mirar atrás.

- ¿Qué te ha parecido? - me preguntó mi amigo.

- M uy... peculiar. – le dije con cautela.

- Oh amigo, no sabes cuánto, no sabes cuánto – me dijo mientras se ponía una mano sobre el corazón.
Cuando llegue a casa era ya casi de mañana. Apenas traspase el umbral de mi cuarto, me deslice fuera de mis ropas. Luego, lentamente me arrope entre las sabanas
desnuda, rogando por el silencio que pudiera encontrar, solo necesitaba un par de horas de sueño. M i cuerpo se había acostumbrado a la rutina, y cuando no lograba
dormirme, solo el agotamiento extremo lo lograba. Pero mientras dormía, lo hacía casi como si estuviera en coma, y aun así las pesadillas me atacaban. M ientras dormía
estaba indefensa, no podía proteger mi mente, los susurros de sus voces tomaban el control de mi inconsciente. Dejándome desvalida y rota. Astillando mi coraza y el
control. M ostrándome el terror, una y otra vez.

M ientras dormitaba... pensé que por fin me había asentado y acabado mi vida gitana. Ahora podía dedicarme a mi gran pasión. La escultura.

Antes de cerrar los ojos, un par de ojos oscuros cruzaron mi mente, en el club quede un poco fuera de línea al sentir el deseo crudo e instantáneo que me provoco su
escrutinio mientras bailaba. Sonreí al recordar lo fuera de lugar que se veía con su traje de diseño. Pero con un cuerpo como el suyo, cualquier cosa que se pusiera lo
haría ver como modelo de portada, y lo peor de todo era que él lo sabía. En mi mente recordé su sonrisa, picara y sexy... y sin pensarlo yo también sonreí. El sexy chico
de ojos oscuros.

Con ese pensamiento en mente, cerré los ojos y luces fuera.

...los pétalos caían como gotas de lluvia. Miré a mí alrededor y me vi rodeada de ellos. El color rojo inundándolo todo. Tan pronto, en un parpadeo las cosas
cambiaron. El cielo se oscureció, escuche el chillido de garras llenando el silencio. Los pétalos se desintegraron convirtiéndose en sangre. Mis manos se vieron de
pronto inmovilizadas, clavadas al suelo. Mi sangre mezclándose con la que inundaba la tierra...

La desesperación me poseyó, entre las sombras sentí algo que se movía... algo se acercaba... vi el frio brillo del acero y temblé...

...Él estaba aquí... me había atrapado...iba a morir... de nuevo. Solo pude gritar, sabiendo que nadie vendría en mi ayuda... Pero grite... y grite... y grite... pensando
en que este dolor se repetiría una y otra vez… y llore mientras la oscuridad lo consumía todo...

M e desperté y me senté de golpe, escabulléndome contra la pared, protegiéndome. M i respiración era agitada, frenética. Tome varias respiraciones. Cálmate Sky. El
monstruo no estaba en la luz, solo en mis pesadillas. Estaba a salvo.

Pero, dios. El tormento no terminaba nunca. Un sollozo luchaba por salir. Apreté mi garganta y me obligué a callar.

M ire hacia la ventana, el sol ya estaba en alto, era casi medio día.

Camine temblando hacia la ducha, el agua caliente me golpeo y me hizo estremecer.

M omentos después mientras desayunaba, planeaba mi día de trabajo.

El metal resplandecía bajo la luz del soplete. Cedía ante su calor, se moldeaba, transformaba y finalmente renacía.

Bajo el gorro y las gafas sentía como se deslizaba el sudor. Deje el soplete y busque otras herramientas, sobre la mesa de soldar voy dando vida a una nueva obra.
M is esculturas eran producto de mis sueños o pesadillas. Pero todos partes de mi mente rota.

El frio acero y el cobre, se mesclaba con el vidrio. Dureza y fragilidad, una combinación que transformaba mis obras en exquisitas y delicadas esculturas.
Estaba dándole los toques finales. Serian expuestas mañana por la noche.

M iré con ojo crítico, luego encendí el soplete y me perdí entre el calor, las chispas y el goteo del metal que daba vida a la imagen del bosquejo que estaba en un
taburete a pocos metros.

No fui consciente del paso del tiempo hasta que oí el ruido persistente del timbre.

Con un gruñido di el toque final. Apague el soplete, me subí el protector, me arranque las gafas, luego me acerque a los tanques y los cerré. Alcance el mando a
distancia de la puerta de mi taller.

Un par de hombres bloqueaban la entrada. Pero ambos se quedaron embobados mirándome. Debía ser toda una imagen.

- No sé cómo lo logras, pero aun cubierta con tu mono de trabajo, un delantal de cuero, una horrible careta y enormes y deformes guantes, sigues pareciendo
una modelo... – dice Jack, mi amigo y dueño de una cadena de importantes galerías de arte.

- Hola a ti también, y si yo también te quiero. – le dije burlona - ¿Qué haces aquí tan temprano?

- ¡Temprano! Si ya es casi de noche.

- ¿De noche?, no puede ser... – veo hacia afuera, y la penumbra entra por los ventanales.

- Si puede ser. Lo que pasa es que tú cuando trabajas no te enteras de nada.

- Bien, no importa. Haz llegado a tiempo. – me giré y le mostré mi tesoro - ¡Esta lista! Solo hay que pulirla para darle brillo y ponerle la figura de vidrio en el
centro.

- M e parece excelente entonces. Ya está. Sky Blue, lo ha logrado de nuevo. – se acerca y me abraza. – es hermosa.

La contemplo, buscando algún detalle de último minuto, mientras me saco la ropa de trabajo.

Era mi forma de librarme de las pesadillas. Un par de manos sosteniéndose entrelazadas, pero rodeadas de un espiral de espinos. La mano de hombre es de aluminio,
la de mujer de cobre y las espinas son de vidrio.

- “Atrapados” – le digo.

- Si, buen nombre. Bien muchachos, cierren la boca, embalen todo y muevan las piezas con mucho cuidado.

M i amigo se ríe ante sus caras avergonzadas. Sé que mi imagen es de una modelo, no la de una escultora. Pero para mí el exterior no significa nada. Sé por experiencia
que a veces la belleza esconde a los seres más horribles.

Conozco a Jack desde hace seis años. Nos conocimos en un concierto. No trato de aprovecharse para meterse en mis pantalones, y así conversamos casi todo el
resto de la noche, y de allí no nos hemos separado. M uchas veces nos han vinculado como pareja, y nosotros no acallamos los rumores. Nos conviene a ambos. Él es
gay, pero, aunque hace muchos años que salió del closet, aun tratan de involucrarlo con una mujer. Yo por mi parte me río. No tengo novios, no creo en el amor. Son
muy pocos lo que lo encuentran. Yo no lo busco, así que no mantengo relaciones que involucren sentimientos. Solo es sexo. Buscar el placer y la satisfacción.

M ientras veía desaparecer a mi amigo y a mi obra, me suelto la cola de caballo y me sacudo mi larga cabellera. Esta era una maraña ondulada que me llegaba a la
cintura. Luego salí de mi taller y me dirigí directa a buscar mi móvil para pedir una pizza, Rebeca seguramente se enfadaría… pero una pizza, es una pizza. M ientras
llegaba mi almuerzo-once-cena, me fui a la ducha. Estaba ya lista cuando llamaron a la puerta. Vestida con un bóxer y una camiseta, me dirigí a la puerta. Pague al joven
de las entregas y me devore mi humeante pizza con todo, con una gran Pepsi helada mientras recorría los canales de tv.

M edia hora más tarde estaba dormida.

Varios días pasaron y llegó la noche de la inauguración en la galería. La muestra fue un éxito, la galería estaba llena. Era mi gran noche. Así la llamaba Jack. En cada
rincón de la galería había gente “hermosa y famosa”. Bien, eran clientes potenciales. El mundo del arte le daba la bienvenida a una nueva estrella. Los periodistas
fotografiaban las piezas, para los críticos mañana seria tema de conversación y comentarios, algunos alentadores, como también maliciosos. Hablarían de mi técnica y el
simbolismo, pero en realidad eran partes de mí, mis pesadillas y mis sueños.

Varias de las esculturas tenían etiquetas de compra. No lo hacía por el dinero. No me hacía falta. Lo hacía porque era buena en ello, me gustaba, y era un tipo de
terapia para mi alma.
Paseo y converso con los reporteros, con mis conocidos del mundo de la música, el arte, moda y algunos representantes del mundo de los negocios. M is obras eran
eclécticas, y les gustaban a todos. No está mal Sky, me felicite mentalmente.

Salí al balcón a fumarme un cigarrillo. De pronto sentí un cosquilleo en la nuca. Supe sin lugar a dudas que alguien me observaba.

M e dio vuelta lentamente y divisé un cuerpo frente a la puerta, las luces iluminaban su espalda ocultando su rostro en las sombras, dio un paso hacia mí y pude
percibir sus rasgos. Un par de ojos oscuros y penetrantes me miraban, su cara de piel dorada estaba llena de ángulos. Era guapo. Pero tenía los rasgos muy masculinos.
Y eso lo hacía más atractivo. Y él lo sabía.

Nos miramos directamente a los ojos, y fue como si un rayo me hubiera traspasado. Fruncí el ceño, y levanté la barbilla desafiante. No me gusto sentir esa conexión,
era como quedar expuesta, como si miraran mi alma y mis secretos. Aquella incómoda intimidad me asustaba, y me quede aturdida y conmocionada. Di la última calada
a mi cigarrillo y lo aplasté. Cerré los ojos al expulsar el humo.

Al abrirlos lo encontré frente a mí. Casi di un respingo. Pero me calme al saber que mi rostro no transmitía mis emociones. Por eso prefería estar sola, ante los demás
llevaba siempre una máscara. Y eso me agotaba.

M e regañe mentalmente. El hombre era casi un extraño, no había motivo para que sintiera ese nudo en el estómago.

Tuve que levantar el rostro para mirarlo a la cara. Soy alta, y aun así, con mi metro setenta y ocho, él me pasaba por unos diez centímetros. M iré su rostro, su
expresión estaba en blanco. Bien, solo había sido yo la de la conexión. Lo podía manejar. Pero sentí un nuevo estremecimiento al ver el brillo de sus ojos fijos en mi
boca.

Aquello no era normal. M e sentí impulsada a escapar, pero me obligué a mantenerme en mi sitio. Él me miró y después de un momento levantó una ceja y me
sonrió.

- Olvidemos nuestro primer encuentro y hagamos como que no nos han presentado. – le dijo con voz profunda.

- No veo la diferencia – le contesté. Pero extendí mi mano. Cuando nos tocamos una corriente me recorrió. Diablos, ¿Qué me pasaba? – Soy Sky Blue y usted
es...

- Eric Remington III – me recorrió con la mirada. Estaba vestida con un holgado pantalón y una blusa blanca, ambos de seda, mis hombros estaban
descubiertos, mi figura resaltaba con el ancho cinturón que combinaban con mis zapatos rojos. El, obviamente, estaba vestido a la medida, muy elegante.
Combinados con sus rasgos nativos americano, era ridículamente hermoso. Refrené mis ganas de pasar mis manos por su piel dorada – todas tus obras que he visto
son muy potentes. Felicitaciones.

- Gracias. ¿Cuál es su favorita? – le pregunte curiosa.

- “Protegida”

- Oh... – también era la mía. Era un corazón de vidrio rojo, envuelto con una coraza de bronce hermosamente tallada.

- El mensaje es fuerte y claro.

- M mmm... – no me atreví a hablar. Era mi obra más preciada. - ¡Soy yo!, - trato de gritarle. Pero solo miro la oscuridad.

- Sky... – susurra mi nombre. No lo miro. Siento sus dedos en mi barbilla y gira mi rostro hacia el suyo. – lo he comprado. Tú corazón ahora me pertenece –
me pone un dedo sobre los labios, no me deja hablar – no te preocupes lo cuidaré como mi mayor tesoro. – y sé que lo dice como una promesa. Y eso lo hace más
difícil de ignorar.

¡No! ¡No! ¡No! M i mente grita. Y me alejo de él.

- Debo ir con los demás. – le doy una sonrisa forzada.

- Ya nos veremos nuevamente. Fue un placer... volver a verte.

Sigo caminando, sin darme vuelta a mirarlo. Solo me quedo un momento más compartiendo y charlando, y luego me retiro. M ientras subo al coche, marco un número
en mi móvil. No pasaría la noche sola, sacaría toda la frustración de mi cuerpo con buen sexo.

Horas más tarde - ya en mi casa - mientras contemplaba la salida del sol, disfrutaba de mi primera taza de café.

Cada amanecer era igual. Éramos grandes confidentes. Esperaba la salida del sol cada día, era un ritual. Y no uno que me costara el sueño, ya que soy insomne. No
importa en qué parte del mundo me encuentre, allí estoy... esperando un nuevo día... sola.
Hoy no era la excepción, me había escapado de la cama, no la mía, hace unas horas atrás. Nunca pasaba la noche con mis amantes. Era una regla, sin excepción.

Ahora mientras miraba como el sol me mostraba su cara, me sentía cálida y muy saciada.

No me consideraba una mujer impulsiva, sino... espontanea, y desde siempre había hecho lo que mi cabeza decía… y ahora me decía: “Aléjate de él” con grandes
letras rojas… pero mi cuerpo decía: “Ve por él”.

Que hacer…
M e paseo impaciente, las paredes de mi oficina parecer caer sobre mí. Siento un nudo en el estómago. Estoy frustrado y enfadado conmigo mismo.

¿Podía tener tan mala suerte?

La mujer con la que había soñado desde adolecente, la que aparecía entre la bruma de mis sueños y la que era mi alma gemela... me había encontrado con los
pantalones abajo.

Dioses. Estaba maldito.

Pero jamás pensé que la encontraría, jamás pensé que fuera real. M i abuelo me lo había explicado. ¿Pero cómo creer en algo así?, ¿Era el destino?

Pero me aferraba a una mínima chispa de esperanza. Ella había reaccionado a mi tacto, a mi presencia. En algún nivel del subconsciente me había reconocido. Si. De
eso estaba seguro.

Sin embargo, no iba a ser fácil. Si lo que me había dicho mi amigo Caleb era cierto, ella lucharía con garras y dientes contra nuestra futura relación.

Ella no creía en el amor. Se había criado en el mundo donde la infidelidad era pan de cada día. Sus padres ya llevaban varios matrimonios a la espalda... y con varios
amantes a su haber.

De todos los momentos para un primer encuentro... ¿Tenía que haber sido aquel?

Ahora me sentía como un gato enjaulado. M e pare frente a la escultura. Era tan bella, delicada, potente. Un trabajo magnífico. Como sus ojos. Como ella.

La noche anterior había luchado por contenerme, para no llevarla sobre mi hombro y reclamarla como mía. Se veía hermosa, etérea. Había tenido la tentación de
besarla, allí frente a todos y marcarla... pero sobre todo quitarle el miedo y el vacío que veía en sus ojos. En un salón lleno de gente, yo sabía que ella se sentía sola.

Ella era una tentación. Y esa boca, la tentación de su boca… por la cual valía la pena caer y pecar.

Tenía que prepararme. Debía hacer un plan. Porque ella era mía. Solo que aún no lo sabía.

Con una sonrisa brotando en mis labios, tome mi móvil y marque. Si, debía empezar mi plan de seducción y conquista. Nuestra felicidad estaba en juego. Y yo
siempre ganaba.

Siempre.

En ese mismo instante, pero en otro lugar…

Un cuerpo era abandonado en el centro de un manto de pétalos de rosas rojas. El blanco vestido la hacía parecer una muñeca, boca arriba miraba las estrellas
con los ojos opacos, sin vida. Sus manos atadas sobre su regado sostenían un trozo de papel, y sobre la pálida piel de su cuello brillaba el color negro de una cinta de
seda. Un hermoso y macabro cuadro enmarcado por los fríos rayos de la luna.

Este era un regalo. El primero de muchos. Ella lo reconocería. Ella sabría que no la había olvidado. Ella había crecido, había florecido después de ser arrancada
de su alma el brillo y la inocencia de su infancia... Ella sabría que después sería su turno de morir. Pero no esta noche, ni mañana... le daría la libertad de vivir, pero
pronto, muy pronto. Solo cuando ella estuviera rogando, implorando por no esperar más, allí... en ese momento, se verían nuevamente. El maestro y su obra maestra.
Y con el poder que le daba la muerte se alejó, su flor ya podada. Ahora debía escoger otra. Y mientras hacía planes, miro la oscuridad, su aliada. Después con
paso firme desapareció entre las sombras.

Hoy me encontraba en la casa de acogida que pronto seria beneficiaria de la Fundación Esperanza, aquí rodeada de los pequeños – como cada visita - me encontraba
en libertad, aquí no llevaba mascaras. Todos conocían el dolor, compartíamos un pedazo de nuestras almas. M ientras les leía un cuento, estaba muy atenta a las
reacciones de la pequeña que tenía sobre mi regazo. La pequeña Sandy tenía tres años, no hablaba, ni se comunicaba casi de ninguna manera. Solo hacía gestos o daba
gruñidos. No dejaba que nadie la tocara, excepto a los que le daban confianza, y gracias a dios yo me encontraba entre esos pocos. Ella había sido víctima de una madre
drogadicta, que casi no le ponía atención, y no la tocaba en absoluto, sino era para golpearla. Ella no estaba acostumbrada a que la abrazaran o acariciaran. Casi siempre
estaba rígida.

M e rompía el corazón ver a un ángel tan pequeño y tan roto en espíritu. Sin conexión emocional.

Les leía “La aventura de Lulú, la rana”

Con voz suave y alegre comencé:

- En una hermosa y tranquila laguna vivía una familia de ranas. Don Sapo y Doña Rana eran padres de dos sapitos y tres ranitas.
- La más pequeñita se llamaba Lulú. Era verde con manchas, de piel suave y ojos saltones.

Todos escuchaban muy atentos.

- Un día paso volando un pájaro rojo, ella quedó asombrada por el hermoso color. Así que decidió que ella también quería ser de ese color.
- Para lograr su deseo fue a buscar bayas rojas, las molió y con sus jugos se pintó la piel de ese color. M uy satisfecha miro su reflejo en el agua y vio una rana
roja y brillante.
- ¡Qué emoción! Ahora era una rana impresionante y sin igual. M uy feliz salió al campo a lucir su nuevo aspecto. Iba tan feliz que casi no se da cuenta del
peligro, hasta que una gran sombra cayó sobre ella.
- ¡Un águila enorme!
- Dio un gran salto para esquivar al pájaro y corrió a ocultarse en los juncos, pero el águila volvió sobre ella, una vez más salto y se ocultó en los matorrales,
pero el pájaro la volvió atacar. ¿Cómo y Porqué la encontraban de nuevo? Se preguntó asustada.
- Oh, ¡Era su color!
- El rojo la destacaba entre el verde pasto, ya no podía camuflarse entre la hierba como sus hermanos. Rápidamente corrió al estanque y se zambullo en el agua
y se quitó la pintura de su cuerpo. ¡Nunca más se pintaría de otro color! El verde seria su nuevo color favorito.
- Al otro día, cuando estaba tomando sol sobre una roca, vio correr a un gran caballo, era magnifico. Su hermoso pelo flotaba en el aire mientras corría. Ella
muy decidida, recogió restos del pelo que el caballo había dejado entre los arbustos. ¡Qué hermosa se vería con su nuevo cabello!
- Se hizo una peluca y se la puso. ¡Qué exótica se veía! Salió a perseguir moscas por los arbustos, pero muy pronto se vio en problemas. Su larga cabellera se
había enredado en los largos juncos, dejándola colgada y atrapada.
- Llorando tubo que arrancarse su peluca. Ya no quería cabello, solo su brillante calva manchada.
- Pasaron los días y parecía que todo volvía a la normalidad. Don Sapo y Doña Rana estaban más tranquilos, ya que su hija no se metió en nuevos líos.
- Pero como Lulu era porfiada, la idea seguía en su cabeza. Una mañana pasó volando una gran mariposa.
- ¡Oh, que hermosa! Y ¡Que alas!
- Corrió por la laguna hasta que encontró dos hojas grandes, se las atoa a la espalda y a su cintura.
- M ovió las alas y como vio que no se les caían, subió a un árbol muy decidida.
- ¡Ella volaría!
- Ya en la copa, tomo una gran bocanada de aire, movió los hombros, se puso en posición y… salto.
- Aleteo, como pudo… pero no se elevó un centímetro. Al contrario, cayó como una roca y…
- Zas… cayó sobre el agua.
- M uy adolorida y avergonzada, ya que la vio toda su familia muy asustada, la ranita Lulu huyo de la charca.
- M ientras saltaba por el prado, vio una enorme jirafa.
- ¡Guauuuu!, que monada.
- Busco rápidamente una liana y se la enrolló una y otra vez, alargando su cuello. Camino muy tiesa, si quería ir a la derecha su cuello se ladeaba para la
izquierda, así avanzo dando un paso para allá y dos para acá. Choco su cabeza en un tronco y ¡que chichón, le salió!
- Ya no más, exclamo, se acabó. Desde hoy, se dijo, no se cambiaría nada de nada. ¡No señor!
- Volvió a la laguna, y muy seria se sentó junto a su familia, Doña Rana y Don Sapo no dijeron nada, y siguieron cantándole a la luna, eso si ahora la voz de
Lulu se destacaba. Fin.

Cuando terminé de leer, casi todos tenían una gran sonrisa. Les encantaba que les leyera haciendo voces graciosas. Todos me miraban asombrados. Seguí la dirección
de sus ojos y me di cuenta que Sandy se había acurrucado y dormido. M i corazón dio un brinco al darme cuenta de que ella me tenía la suficiente confianza como para
relajarse y dormir en mis brazos. Los niños se retiraron y yo me quedé con ella en brazos. M e acomodé en el sillón y esperé a que terminara su siesta.

Ya era casi de noche cuando regrese a mi casa. Al estacionar me di cuenta que había un vehículo estacionado. No lo conocía.

Al entrar escuche voces. M e dirigí a la cocina y me quedé muda por el asombro.

Lo que vi allí no me gustó nada. Allí sentado, se encontraba Eric III. Y conversaba y reía con Rebeca, mi querida ama de llaves.

- Bueno, esto sí es una sorpresa. – me giré hacia Rebeca, ella movió las cejas coquetas, yo solo puse los ojos en blanco.
- Como ya han pasado varios días y no te habías cruzado en mi camino, le pedí a Caleb tu número de móvil y tu dirección – iba a matar a mi amigo.
- Su amigo es un encanto – me dice mi conquistada y coqueta Rebeca.
- Amigo... eso es mucho decir. – me giré hacia él - ¿Qué haces aquí?
- Quería verte, y aquí estoy.
- Así de simple. – le gruñí. El solo me dio una sonrisa inocente.
- Bueno querida, ya que has llegado yo puedo retirarme. Está todo limpio y ordenado. – ella abrió en refrigerador – está lleno de comida fresca y sana, ojalá así
no comas tanta chatarra.

Y así sin más se alejó, desapareció y me dejó a solas con mi acosador.

- ¿Y bien? – él no reacciono a mi pulla, pero luego de unos segundos rompió en una enorme carcajada.
- Dios, ¿sabes que eres la primera mujer que no me quiere atrapar?
- Pues eso debería de darte una pista de que no soy como las mujeres con que te rodeas.
- Cierto. Y eso mi querida Sky, es una sensación nueva. – me guiño un ojo y se puso de pie – ya estoy listo para un recorrido.
- Oh... Genial – no me quedó otra que reír – eres todo un caso ¿no es así?
- Ni te imaginas. Cuando quiero algo, lo consigo – no hice caso de su insinuación, eso le habría dado alas para decir más cosas. Así que me gire y lo llevé a
recorrer mi casa.

No tenía nada que él no hubiera visto antes en otra casa, solo vi que sus ojos brillaron cuando lo llevé a mi taller.

Estaba lleno de materiales dispersos por todo el lugar. M i mundo, mi caos, orden entre el desorden. Allí tenía madera, arcilla, trozos de acero, láminas de cobre,
varillas de bronce, vidrios de diferentes formas y colores. Todos ellos me daban posibilidades infinitas para crear y dar vida a un objeto, que luego se convertía en arte
para algunos o en basura para otros.

- ¡Guau!… es mundo aparte aquí – podía sentir la admiración en su voz y eso me gustó. Toco un trozo de chatarra – esto es usado…
- No todo el material que utilizo es virgen – le explique – muchas veces utilizo restos desechados. Sobre todo, trozos de metal.
- Tú les das nuevas formas, y vida.
- Si, lo aliso, lo esculpo o lo modelo. Todo depende, a lo que quiera transformarlo.
- Es hermoso – dijo al acariciar la escultura de un caballo que estaba en mi mesa de trabajo. En él había utilizado madera y cobre. – parece tan vivo y vigoroso.
- Y no sabes lo que cuesta llegar a ello.
- Tienes muchas herramientas… parece la guarida de un científico loco.
- ¡Sí!… - me giré y lo enfrenté - ¿Por qué estás aquí?
- Quería verte. – me respondió. Sencillo y directo.
- Así de simple.
- Así de simple y complejo – me tomó de la mano y la acarició – me interesas. Quiero conocerte. – se pasó la mano por el pelo poniéndolo de punta. -
¿Quieres cenar conmigo?
- No – lo interrumpí cuando vi que iba a replicarme – no soy buena para ti, y tú no eres bueno para mí. Ambos somos muy distintos. Yo soy… un gran
problema.
- Bien. A mí me encantan los problemas. ¿Cena conmigo esta noche?
- Si digo no, ¿lo dejarás así?
- No, voy a insistir. Voy a perseguirte, o aparecerme en los lugares que menos esperes e insistiré.

Dios, dios, dios… O.k… pero no hoy, estoy exhausta y solo quiero llegar a mi cama y dormir. - M añana tenía un día arduo de trabajo, debía terminar una escultura
y entregarla.

- Entonces mañana. Te pasaré a buscar a las 7 – no fue una pregunta.

Luego se acercó y me beso en la mejilla, demorándose más de lo debido en el beso, y juro que lo sentí olerme. M i cuerpo reacciono a su cercanía y mis pezones se
endurecieron, tensa solo sacudí la cabeza. Con que caso me había tropezado. Lo vi meterse en su auto, y desaparecer calle abajo.

Diez minutos más tarde, después de darme una ducha, luces fuera para mí.
Para nuestra primera cita me imagine que me llevaría a un caro restaurante, pero Eric me sorprendió. M e llevo a un parque y preparo una manta y cesta con comida.

M ire a nuestro alrededor, había mucha gente, familias, niños gritando, jóvenes jugando.

Era una tarde preciosa, el aire estaba tibio, y una suave brisa nos rodeaba. Buscamos un árbol, nos sentamos, comimos y bebimos un par de copas de vino. Todo
muy casual y relajado. No lo esperaba de él.

Charlamos de todo y nada. Por un momento me perdí con la vista y el paisaje. Di un respingo cuando sentí el roce de las manos de Eric.

- Donde estabas – pregunta, tocándome con una caricia los brazos.


- En los recuerdos – le dije mirándolo.
- ¿A qué le temes?, no te asustes de lo que sientes.
- No te temo – le replique recelosa, mientras él se acercaba poco a poco. Y así él se movió tomándose su tiempo, ganándome centímetro a centímetro,
calibrando mis emociones. Apoyo una mano en mi nuca y la otra la deslizo por mi cintura, suave, lento, calmando mis reacciones. Finalmente baja la cabeza, cierra
la distancia y me besa. Su boca me roba el aliento, traspasándome con espasmos de frío y calor. Su beso fue dulce y suave, atrayéndome con su ternura. Por unos
instantes me aferre ciega a todo lo que me ofrecía. Luego me retire despacio.
- ¿No fue tan malo?, ¿verdad? – me pregunta con una sonrisa picarona. Yo le devolví la sonrisa.
- No, para nada… no sé qué decir. - El hizo gestos teatrales.
- M i orgullo masculino se siente herido…
- Ya, seguro…
- ¿Crees en el destino? – me pregunta de pronto.
- ¿¡Ummm!?, no. – le dije sonriendo – soy una firme creyente del que el destino lo hacemos nosotros mismos, con nuestras acciones y decisiones, todas ellas
con sus consecuencias.
- Profundo razonamiento. – de pronto se puso serio, con la mirada en el horizonte – cuando cumplí quince, mi abuelo me llevo a mi ceremonia de paso. De
niño a hombre. Desde ese día he soñado con mi futuro.
- Vaya, es… sorprendente.
- Sí que lo es, desde ese día he soñado con mi destino. Una mujer en la bruma, extendiéndome la mano, yo trato de alcanzarla, pero la niebla nos envuelve.
Pero siempre es el mismo rostro, el mismo cuerpo. Ella esperándome con una sonrisa.
- No sé qué decir. – no me gustaba el rumbo de esta conversación. Lo miré con cautela.
- Sky, la mujer de mis sueños eres tú. – se giró y tomo mis manos – te he esperado toda mi vida. Y Puf. El día que te encuentro me pillas haciéndolo con otra.
– su sonrisa volvió a aparecer, pero esta vez es una sonrisa avergonzada - el destino es un bastardo, de todos los momentos, escogiste ese para conocernos. –
sacude el cabeza asombrado – no podía creer que hubiera estropeado el momento al conocernos, no esperaba encontrarte así.
- Y cómo te lo imaginabas. – le pregunté, la curiosidad me intrigaba.
- No sé, mil escenarios distintos. Dependiendo la etapa de mi vida.
- Ya. – le dije incrédula.
- Si, mira cuando era adolecente, me controlaban las hormonas y te imaginaba toda sexy y que nos conocíamos y que follábamos como conejos – solté una
carcajada, él continuo – después los escenarios se volvieron más románticos. Un viaje, nos tropezábamos en algún lugar, no se… cualquier escenario menos en el
que nos conocimos.
- Digamos que no fue muy idóneo para ideas románticas – sacudí mi cabeza incrédula.
- No, cualquiera menos eso.

Y así, nos quedamos en un silencio cómodo, disfrutando de la puesta del sol.

Nos levantamos listos para irnos cuando la noche empezaba a mostrar su cara, habíamos pasado el resto de la tarde conversando de todo y de nada. Cosas comunes,
cosas mundanas. Tal vez para acostumbrarnos el uno al otro, lo que fuera funciono, ya que al dejarme en mi puerta estaba totalmente relajada.

- Gracias, fue una tarde maravillosa – le dije.


- De nada, princesa – me paso sus dedos sobre el perfil de mi rostro, luego sostuvo mi barbilla y se inclinó y beso. Solo fue un segundo, pero su ternura me
hizo sonrojar. - Nos vemos, sé que te veré de nuevo – se giró, subió a su coche y desapareció en las sombras de la noche.

Este hombre va trastocar mi mundo. Así tome una decisión. No perdería a este hombre, y para mantenerlo solo sería mi amigo, no un amante, la amistad duraba para
siempre, mis amantes solo días. Fue lo último que pensé antes de dormirme… y sabía que tenía una sonrisa en mi rostro.

M i teléfono me despertó a la mañana siguiente, miré la pantalla y vi que era mi hermano.

- Hey, Storm. ¿Qué pasa? – mi hermano es policía, y es raro que me llame tan temprano.
- Nada, ¿acaso no puedo llamar a mi hermanita?...
- Si puedes, pero… ¡No tan temprano! – lo escuche reír. Los hermanos mayores son un caso. - ¿Cómo estás?
- Bien, aquí lidiando con el trabajo. ¿Y tú cómo estás? ¿Todo bien?
- Siiii… - mire ceñuda el móvil, sus preguntas eran muy raras - ¿pasa algo? Te noto raro sabes… - lo oí tomar aliento.
- No todo está bien, solo quise escuchar tu voz. Perdona por no ir a la inauguración de tu muestra en la galería.
- No te preocupes, tu trabajo es más impórtate que mirar un par de fierros doblados, o.k.
- Bueno, cómo te fue. – pregunto más relajado.
- Venta total, debo seleccionar y preparar piezas para otra muestra.
- Bueno en eso no tienes problemas, tienes tantas que solo tendrás problemas para elegirlas.
- Sí, pero eso son solo detalles, además estoy trabajando en varias piezas y pedidos.
- Bueno hermanita, ya nos veremos pronto.
- Ya, no te olvides del evento benéfico.
- No lo haré, allí nos veremos.
- Eso tenlo por seguro, un beso.
- Y otro a ti calabacita.
- Uggg. Chao. – lo escuche reír al cortar, me había puesto ese mote cuando éramos pequeños por el color de mi pelo.

Extraña, por decir lo menos, una llamada muy extraña, pero los hermanos no tienen horario para saber de las hermanas. Era normal que fueran unos catetes.

Debía céntrame en los preparativos de la gala en beneficio para la fundación. Tendría un día muy ocupado. Sacudí la cabeza sonriendo, y no sé por qué me vino a la
mente unos ojos negros risueños.

Unas horas más tarde, en la oficina de Caleb, estaba concentrada revisando la lista de los asistentes a la gala, cuando siento la presencia de alguien a mis espaldas.
Doy un brinco y levanto la mirada. Pero como no, había sido demasiado tranquila la mañana como para que hubiera seguido así.
Pase toda la mañana tratando de decidir si ir a verla o no. Gano el sí. La encontré concentrada en unos papeles. M e acerque en silencio, y la observe por un par de
minutos. De pronto se quedó quieta, me había sentido. Le toque un hombro y levanto la cabeza.

- Señor Remington, ¿Qué lo trae por aquí? – me dijo ceñuda. M e dieron ganas de pasar mis dedos por su frente y alisarles las pequeñas arrugas
- Umm. ¿Volvimos al señor de nuevo? – me acerqué y le di un beso en los labios.
- ¡Pero se puede saber que manía es esa de andarme besando! – me reprocha.
- Deberías irte acostumbrando, lo haré muy seguido.
- ¿Estás loco? – susurra mirando a nuestro alrededor. Nadie nos había visto. Se acercó y se paró frente a mí. Que hermosa era. - ¿Qué te hace pensar que
puedes besarme cada vez que se te antoje? – sus ojos brillaban furiosos. Como era de distinta a todas esas mujeres que se arrojan a mi paso.
- Está escrito – le dije divertido.
- ¡¿Qué?! – sacudió la cabeza y se alejó. - ¿Qué está escrito?
- Nuestro destino, ya fue escrito. Tú y yo estaremos juntos, tarde o temprano. Solo es cuestión de tiempo.
- No. El destino lo hacemos nosotros mismos. Te lo digo por experiencia propia.
- Pues yo te digo que lo nuestro está escrito en las estrellas.
- Ya, ya. Lo que sea. ¿Qué haces aquí? – farfulla.
- Quería verte - ella levantó sus cejas – y…
- ¿Y…? – replica ante mi silencio.
- Quería asegurarme un baile contigo esta noche. – ella sacudió la cabeza y soltó una risita.
- Oh, chico obstinado. Eres un caso ¿no? - yo solo menee las cejas. – Bien, tienes tu baile, ahora vete, debo terminar aquí y después iré a casa a cambiarme.
- Bien. Un beso – debía besarla.
- ¿Un beso?...
- Si, ahora. No me dejes muriéndome por tu boca. – me encantaba esa boca, esa lengua afilada, y su reticencia a estar conmigo. M iro tras de mí, alguien le hacía
señas.
- Bien. Tú ganas – se acerca, me mira a los ojos, pone sus manos en mis mejillas y me besa. No fue un beso seductor, ni sexual. Fue un beso cariñoso, tierno.
Tan distinto a los que estaba acostumbrado a dar y a recibir. – ahora márchate.
- ¿Qué somos? – le pregunte, quería saber en qué categoría me tenía.
- Seremos amigos. Grandes y eternos amigos.
- Bien, amigos entonces. Por ahora. – ella solo puso los ojos en blanco y se acercó a un grupo que la esperaba. Debía demostrarle que lo que ella sentía por mí
no era amistad, sino algo más.
Esta noche es la gala, estaba en compañía de mis amigas, M ackensi e Isabella “M ac” y “Bella” para los amigos.

M ac era bailarina profesional, hasta hacia poco había sido una de las bailarinas principales de una importante compañía, ahora estaba con un proyecto de empezar
su propia escuela de danza. Bella, no trabajaba, aparte de hacer un par de viajes al año a Europa, había sido criada para ser una “esposa florero” y ella no se quejaba.
Pero ellas eran mis mejores amigas de toda la vida. Nos apoyábamos unas a otras y así lo demostraban esta noche.

Además, contaba con la ayuda de Caleb, que, a pesar de su imagen de mujeriego y frívolo, era un excelente amigo, él había sido un gran apoyo en mi adolescencia,
ayudándome a enfrentar el mundo y a no encerrarme a los demás.

Luego de la presentación de nuestra causa, nos movimos entre los invitados y filántropos. Luego vendría la cena y finalmente la subasta,

M ientras avanzo entre los invitados, veo a Eric, esta con una rubia exuberante. Una ráfaga de celos me deja desconcertada. ¡Pero qué me pasa! Debo apartar esos
sentimientos, no estoy acostumbrada a ellos.

M e decido y voy a hablar con él. Lo observo con descaro mientras hago mi camino hacia él. Está rodeado de un grupo de hombres y hablan animadamente, a medida
que me acerco me doy cuenta de que los hombres ya no le prestan atención. Todos parecen estar mirándome, desde adolescente he causado esa misma reacción, con los
rostros iluminados, sus mandíbulas ligeramente abiertas y los ojos llenos de lujuría. Excepto por la rubia pechugona, ella me lanza fuego por los ojos y se aprieta más a
él.

Algo distrae a mis colegas y amigos, Selena se aprieta más a mí, ya que parece no ser suficiente para ella estar colgada a mi brazo. M e doy vuelta y veo el motivo de
sus celos caminando hacia mí, se desliza como una pantera; altanera, sensual y peligrosa. Como diciendo, mira, pero no toques.

Su piel suavemente bronceada resplandece, y el color de su pelo se destaca con el vestido largo que la cubre. Es de un satén de color menta, con escote cruzado y un
cinturón color verde cubierto con pedrería que forma un delicado lazo en frente. Lleva el pelo recogido, con unas pequeñas trenzas que cumplen el trabajo de tiara y que
se funden en su moño, solo lleva un hermoso par de aretes de diamantes, ninguna joya más. M i mirada baja por sus largas piernas, que se insinúan dibujándose en la tela
con cada paso que da. Terminando en unas delicadas sandalias plateadas. M i aliento se atasca. Es hermosa. Y más cuando me sonríe.

- Hola guapo – me saluda.


- Hola Diosa – me inclino solo unos pocos centímetros, ya que con sus tacones quedamos casi de la misma altura. Ella no me rechaza, sus ojos brillan felices.
En ese momento solo estamos los dos, todos los demás han desaparecido. Alguien carraspea y se rompe la magia. Ambos miramos asombrados a nuestro
alrededor. Selena hace pucheros y mis amigos me miran asombrados.
- Señores les presento a la señorita Sky Blue. Sky esta es mi parva de bobos amigos.
- ¡Pero qué dices! Son encantadores y guapos. Un gusto y placer conocerlos. - Ellos se presentan uno a uno.
- Yo soy Selena, y vengo con Eric – nos interrumpe mi acompañante.
- Un gusto conocerla Selena, espero que lo estés pasando bien – le pregunta educada Sky.
- No te preocupes, si me aburro Eric sabe cómo entretenerme – dice soltando una risita tonta. Dios, en que estaba pensando al traerla. Pero en mi defensa
debo añadir que no conocía a Sky cuando empecé a salir con Selena, y el sexo con ella es entretenido y es fácil de complacer. Deberé comprarle alguna joya cara,
como regalo por terminar esta absurda relación. Sky me mira y levanta su elegante ceja. Después se gira y la ignora.
- Hola George, tanto tiempo, ¿Cómo están tus padres?...
George parece conocerla desde joven, ya averiguaré hasta dónde llegó esa amistad. Conversamos tranquilamente y veo a mis amigos que la observan atentamente y
están pendientes de sus palabras. Hablamos de temas generales.

Varias veces nos toman fotografías para las páginas de sociales de las revistas. Posamos sin problemas, eso sí me aseguro unas cuantas donde solo salgamos los dos
y por supuesto me aprovecho y rodeo su cintura con un brazo. Ella sabe lo que pretendo ya que me mira y mueve la cabeza. Luego de un momento ella se despide.

- Bien señores… señorita, debo circular entre los invitados. No olviden pujar en las subastas. – luego de alejarse unos pasos la veo conversar seriamente con
una mujer. Cuando se voltea a mirarnos, la reconozco. Catalina Davenport-Carter. Es una perra snob, fría y estirada. Y una zorrita que le gusta tirarse a tipos
jóvenes, lo había intentado conmigo, pero esa mujer me daba escalofríos. Era de las que te carcomía el espíritu. Ambas discuten, veo el enojo en su mirada.
- ¿Se conocen? – le pregunto a George.
- Es su madre – que carajo. Eran polos opuestos. Y Catalina jamás ha dado a conocer que tiene una hija - allí hay problemas serios que nunca se resolverán –
me aclara George. La mujer nos mira y le dice algo, Sky le dice algo cortante a su madre y la veo perderse entre la horda de gente. Selena se marcha a conversar con
unas amigas.
- Es ella entonces – me dicen mis amigos.
- Si, ella es la futura señora Remington. – digo mientras la miro con orgullo. A lo largo de la noche, de vez en cuando ella me busca con la mirada y me sonríe.
M e encanta que me busque entre la multitud.
- Felicidades…
- Aunque ella aún no lo sabe…- les aclaro.
- Pero si serás un pillo…

Después de cenar, juntos de nuevo debo recalcar, para ello tuve que mover algunos asientos y poner la tarjeta de mi nombre junto al suyo. Una suave melodía llama
mi atención, y me acerco a Sky.

- ¿Bailamos? – le tomo de la mano y bailamos moviéndonos por la pista rodeados de lo mejor de la elite.
- ¿Sabe señor Remington?
- ¿Qué?
- M e gusto tenerte cerca esta noche – me declara.
- Un placer – le digo sonriendo. Bailamos recorriendo el salón, la aparto y la llevo a una esquina. Y así sin pensar la agarró de la cintura y la atraigo hacia mí.
Su boca es cálida, deslizo mi mano por su espalda y apretó mi cuerpo contra el suyo. La energía nos golpeó, haciéndonos estremecer. Y tan de improviso como la
besé, la solté.
- ¿Y eso que ha sido? – preguntó sorprendida.
- Sólo ha sido un antojo – le aclaré y ella me sonríe.
- Ya, un antojo que te costará caro – me dice mirando sobre mi hombro – tu novia te cortara las pelotas esta noche.
- No es mi novia – ella levanta su delicada ceja escéptica – aunque ella quiera serlo, no lo será.
- ¿Por qué?
- Porque yo quiero y deseo a otra.
- Suerte por ella.
- Si, suerte – ambos nos miramos y nos sonreímos.
- Ha sido entretenido tenerte esta noche.
- Lo mismo digo. - y seguimos bailando.

Así un baile se transformó en varios. Hasta que es reclamada por Caleb. Y mi pesada acompañante se cuelga, otra vez, de mi brazo. Desde la distancia los veo bailar
juntos. M e doy cuenta que ella le pregunta por mí, ya que mi amigo me mira varias veces. Los veo reír y bromear, se nota que comparten una historia, lo noto por su
forma de tocarse, con confianza e intimidad. Bien amigo, solo quedará en eso. Historia.

M e gustó tenerla relajada entre mis brazos. Jugué muy bien el papel de amigo. Solo será hasta que se acostumbre a mi presencia y cercanía. Tendré que estar un
tiempo en la casilla de amigo. Por ahora.

Lo más extraño es que me he divertido, siempre voy a eventos, pero solo por cumplir y para hablar de negocios, nunca para disfrutar de la velada. Pero esta noche
ha sido diferente, solo porque ha estado ella.

Pronto la noche termina, y también mi felicidad. Selena se ha pasado de copas y suelta risitas tontas mientras se roza sugerente. Busco a Sky para despedirme y
Caleb me dice que ha salido. La busque afuera y la encuentro hablando con un tipo que estaba parado al lado de una motocicleta. Él la tiene de la cintura, un segundo
después se agacha y la besa, ella le responde, es más… sube sus brazos y los enreda en su cuello. No esperaba eso. Tengo competencia. Que ingenuo había sido, una
belleza como ella no podría estar sola.

Bien, que la carrera comience.


Por esta noche la dejo con él. No puedo reclamarle nada. Pero pronto no será así.
Yo no habría sido el primero, ni el actual, pero definitivamente sería el último.

Estuve tan cerca, casi pude tocarla. Sentí su aroma, casi pude palpar la suavidad de su piel. Rocé la punta de su hermoso cabello, sentí un cosquilleo por todo mi
cuerpo.
La tentación. Tan cerca, y tan lejos. La contemple moverse entre la multitud, sonreír y conversar. Cuando lo que ella solo quería era escapar. Lo sabía. La
conocía.

Tuve que contenerme y apretar los dientes, debía dominarme. Mis sentidos se agudizaron, el ansia de la caza palpitaba en mis venas. El ansia se transformó en
deseo, se me hizo agua la boca, la electricidad recorrió mi cuerpo y se alojó en mi ingle. Dios, tanta tentación, cerré los ojos y aspire, mis aletas se ensancharon, me
obligue a relajarme, a dominar mis instintos. Debía aclarar mi mente. Todavía no era el momento, la caza recién se iniciaba. Con esfuerzo, me desvié de la atención de
la mujer. Oculte a la bestia, se volvió invisible, ese era mi mayor don. Me convertí en uno más del montón. Me aleje escondiendo una sonrisa. Al pasar, ella se voltea y
me saluda con la cabeza.

Aunque ella no lo sabía aun, el juego había comenzado. La había encontrado por fin, y era la hora de poner fin a lo que se había quedado inconcluso quince años
atrás.

Una vez fuera, me detuve unos segundos. Debía quitarme esa ansia que me carcomía el alma. La sangre me hervía, la expectación era dulce. Reanude mi camino,
iba en busca de una nueva presa, una sustituta. Pronto tendría a la perfecta, a la indicada. Ella.

Debía mandar un mensaje. Hacer un nuevo llamado.

La gala fue todo un éxito, entre los donativos y lo subastado, recaudamos más del dinero necesario. Era un gran comienzo para nuestra causa.

La noche fue perfecta. Incluso cuando llego Eric y su… acompañante. Los celos clavaron sus garras en mí, pero me recordé que no teníamos nada, y jamás lo
tendríamos. Aunque me había sorprendido al besarme, pero no le di más de la importancia debida. Aunque su beso había sido denso, peligroso, ardiente, y atrevido…

Él era mujeriego, sí por supuesto, pero tenía un alma limpia. La mía era gris, y si comenzábamos algo lo rompería. No quería eso para él. Él era demasiado adorable
para causarle ese daño. No podía rendirme a él, no sería justo para ninguno de los dos. No quería que supiera mis secretos y se alejara, eso me mataría y solo lo agregaría
a la larga lista de los que me han abandonado.

Al finalizar la velada, tuve mi oportunidad, cuando apareció Lucas. Él era una de mis parejas esporádicas. Lo habíamos sido ya por un par de años. Él tenía tantos
demonio como yo, y éramos similares en nuestros gustos. Además de gustarnos el control y el orden en nuestras vidas. Nuestra relación nos proporcionaba eso, y saber
que la otra persona nos aceptaba tal cual como éramos, sin pedirnos ni reclamarnos nada.

Lucas Jones era un ex M arine, había estado en la guerra y había vuelto roto por todo el horror que vivió y causó. Nos complementábamos y nos sanábamos uno al
otro.

Cuando Eric nos vio, Lucas me había besado, y yo le había respondido. Vi salir a Eric con su amiga, un poco pasada de copas, se despidió a la distancia y se fue.

Era mejor así, me dije. Pero dolía.

Luego Lucas me llevó a su casa.

Ahora estaba entre sus brazos, perdiéndonos en el cuerpo del otro, en las caricias y besos… en los gemidos… en el placer.

Sentí sus manos vagar por mi vientre. Nos habíamos quedado dormidos después tener sexo ardiente y sudoros. Ahora era lento, con tiempo, con calma…

Sus labios rozaron los míos, probándolos. Se acercaron más, con los ojos abiertos, mirando atento mi reacción, ahondó el beso, saboree el rápido latido de su
corazón, y su dulce aliento. M urmuró mi nombre, y me volvió a estrechar contra su cuerpo. M iré sus ojos, y vi deseo y amor, eso aceleró mi corazón. Él lo noto y solo
sonrió, me atrajo a sus brazos nuevamente, recorriendo mi cuerpo con sus manos, mientras que con sus labios me hacía perder la razón. Nunca habíamos necesitado a
nadie como nos necesitábamos el uno al otro. Todo el dolor, el sufrimiento acumulado a lo largo de los años se desvanecían al primer contacto de nuestros cuerpos. La
energía vibraba y latía llenándonos de vida. Lo besé con ansia, con necesidad, con un extraño sentimiento de posesión. Impaciente me puso las manos sobre los pechos.
M e reí, y me apretó contra él; un gemido escapo de su boca, y me puse lentamente a recorrer su cuerpo.

La necesidad era salvaje, sentía una avidez cruda que me recorría las venas, el deseo me cegaba, pero también el amor que sentí en ese momento me dejo asombraba.
M e volteó y quedé bajo su hermoso cuerpo, tracé las cicatrices que marcaban su pecho, se arqueo y disfruto de mi toque, me besó los pechos, las costillas y siguió
bajando, yo me ofrecí en muda ofrenda. Quería más, buscaba más… necesitaba más.

El roce de su lengua contra mi zona sensible hacía hervir la sangre. Esa boca, maravillosa, esa boca. Era el abismo, al que saltaba gustosa. Lo mire, nuestros ojos se
encontraron, las luces que parecían danzar en ellos. Siguió chupando y lamiendo hasta que grite al llegar a la cima.

M e beso y me saboree en su boca, me penetro de golpe. Grite, y me pegue más a él, lo rodee con mis piernas atrayéndolo hacia mí, incapaz de tener todo lo que
deseaba. Y deseaba frenéticamente más.

Nuestras respiraciones eran agitadas e irregulares, mientras se empujaba en mí, yo lo recibía con ansían, insaciables uno del otro.

- Sky, mírame. – gruño lleno de frustración y lujuria - M aldita sea, mira lo que has hecho conmigo.

M e obligue a abrir mis ojos, y mantenerlos fijos en él. Vi el amor brillar en su mirada y el temor, en los míos debió ver pánico, pero estábamos atrapados el uno con
el otro. Quise decirle “Te amo”, pero no salieron las palabras, ya que serían una mentira. Unos ojos oscuros llenaron mi mente, y no pude describir el miedo que sentí
en ese segundo

- Shhh – me calmo Lucas, y su boca bajó nuevamente por mi cuerpo, devorándolo – no importa, te tengo aquí, solo eso importa.

Su cuerpo arremetió nuevamente contra el mío, y empezamos a caer al vacío con los instintos más básicos a flor de piel. Seguimos besándonos, lamiéndonos,
acariciándonos… dando y pidiendo el éxtasis.

- Rápido, más rápido, rápido… - me exigió con movimientos frenéticos. M i cuerpo temblaba mientras me llenaba, y yo me arqueaba a su encuentro jadeante,
mientras los espasmos del orgasmo nos tensaban y nos alcanzaban a ambos.
- M ás, más, más… - repetía como un cantico, solo deseaba sentir más. Sentirme viva, solo sentir.

El siguió acariciándome, calmándome, sus manos subían y bajaban perezosamente por mi espalda, tratando de acompasar nuestros alientos y corazones.

Después de un rato nos levantamos, siguiendo nuestras rutinas después de nuestros encuentros.

- Podrías quedarte – me sugirió esperanzado, eso no es parte de nuestro acuerdo.


- Sabes que no puedo, y tú debes descansar.

Nos despedimos con un beso largo y lento, sin palabras, sin promesas, sin ilusiones… en mi vida no hay espacio para ello, y esta noche me di cuenta de que él tal
vez lo añoraba.

Alguien estaba en la oscuridad, podía escuchar su respiración controlada, no podía verlo, pero él a mí sí. La oscuridad me envolvía, las paredes a mi alrededor se
acercaban y se alejaban, burlándose de mi tormento. La luz brillaba, tan cerca y tan lejos, burlándose de mí, mostrándome la libertad que añoraba, pero que no podía
tocar. Alguien estaba allí, se acercaba, me rodeaba, su presencia me envolvía. Sentí el dolor punzante, sentí correr la sangre por mi piel. Sentí la angustia y el terror
que se avecinaban, porque sabía que mi tortura apenas comenzaba…

Salí del sueño con un grito brotando en la garganta. Toque mi piel, las heridas ya no sangraban, pero los pequeños surcos casi invisibles seguían grabados en mi piel,
como un indeleble recuerdo silencioso…

M e obligue a salir de la cama, el sol ya estaba en lo alto. Era casi medio día. Un pálido reflejo me devolvió la mirada en el espejo. M e metí a la ducha y dejé que el
agua borrada la pesadilla.

Eran recuerdos, estaba viva. Eso era lo que importaba.

Una semana pasó, y solo hablé con Eric por teléfono. Él había salido de viaje por negocios y yo estuve ocupada con mis cosas.
Esta tarde apareció y no fue precisamente una aparición caballerosa.

- ¿Quién es él? – rugió apenas abrí la puerta, la cerró de un golpe, me tomo por los hombros y me dio una ligera sacudida. Estaba furioso, sus ojos oscuros
llenos de cólera.
- ¿¡Pero a ti que te pasa!? – exclame sorprendida por su ataque, me volvió a sacudir, no fuerte, pero si lo suficiente para saber que estaba al borde. - ¡Eso no es
de tu incumbencia!, con quien salgo o no, no es asunto tuyo – se acercó más a mí, su rostro quedó a un centímetro del mío, su aliento me acariciaba el rostro.
- Lo es, todo acerca tuyo lo es. - dijo con los dientes apretados, luchando contra su ataque de ira. – desde que te vi, es asunto mío.
- Pues te aguantas, como yo al verte del brazo con otra. Es así, solo somos amigos, y si no te calmas no seremos ni eso. Lucas es un amigo, a veces es más que
eso, lo cual no debería interesarte ya que con quien se acuestan los amigos no debe importar.

Lo había visto en un par de revistas, con la rubia colgada de su brazo, no pensaba admitir que los celos me habían cegado por un segundo, no cedería ante ese hecho,
ni ante los confusos sentimientos que Eric provocaba en mí.

- No soy un buen amigo, no quiero serlo. Quiero ser el que te posea, el que te enloquezca, el nombre que grites al estallar en la cama. Quiero eso y más, lo
quiero todo. Y eso me da el derecho, porque sé que tú también sientes algo, aunque lo niegues, lo sé. – posó su frente sobre la mía, cerró los ojos y suspiró – a
Selene la encontré en las fiestas, ella solo poso junto a mí, no podía hacer una escena por una simple fotografía. – apretó los puños en mis hombros – pero ya no
pasara de nuevo, no tolero verte cerca de otro, yo no haré lo mismo, al parecer me convierto en un neandertal en lo que a ti se refiere.

Di un gemido de dolor debido a la presión de sus manos en mis hombros, el me soltó de golpe y abrió los ojos asustado.

- Demonios, lo siento, no era mi intención hacerte daño. – aparta la tela de mi hombro y besa con suavidad la marca roja que sus manos habían provocado, mi
piel hormigueo y fue como lanzar una cerilla en un galón de gasolina.

La tentación nos poseyó a ambos, vi sus ojos brillar con lujuria y mi cuerpo reaccionó. Incline la cabeza y tome sus labios para saciar mi hambre de él.

Sus labios me respondieron con la misma urgencia, se separó unos centímetros para tomar aire, luego inclino la cabeza una vez más y tomo posesión nuevamente de
mi boca, no me dio cuartel, me obligo a abrirme a él, a aceptar que era suya.

La sangre rugió en mis venas, me calentó de forma espontánea y explosiva hasta volverme líquidos los huesos. M e atrajo hacia él con más fuerza, lo rodeé con los
brazos mientras me fusionaba a su cuerpo, temblé al sentir su erección contra mi vientre, mientras me arqueaba hacia él, me marcó como un cavernícola, restregándose e
inundado mi cuerpo de sensaciones y deseos que clamaban ser satisfechos, solo pude responderle gimiendo en voz alta por el placer de aquella sensación tan exquisita.
M is dientes buscaron la curva de su hombro, y mordí también poniendo mi marca en él, el solo gruño y ladeo su cuello para permitirme un acceso más fácil y profundo.
Le clave las uñas en sus hombros, un nuevo gruñido salió de su garganta mientras zambullía su lengua en mi boca, esto se convirtió en un acto de poseer al otro, mi
cuerpo temblaba mientras sus manos me acariciaban. Con cada toque quería más, lo quería todo, y como acto final exigía la rendición...

Con una mano tomó mi pierna y la enredo a su cintura, con la otra tomó mis nalgas y me levantó con fuerza para restregarse en mí. El deseo explotó y nos hizo
perder la cordura consumiéndonos a ambos en una espiral de sensaciones.

- M ia – gimió contra mi boca, mientras de un tiro bajaba mi jardinera de jeans, arrastrando también mis bragas por los muslos.

Paree mis ropas y con las piernas desnudas enrede mis piernas a su cintura, sentí que camino, hacia donde no lo sé, solo sentí el frío bajo mis nalgas.

- Ahora – gemí contra su boca.


- Ahora – confirmo.

M e separó los muslos y se situó entre ellos. M is manos volaron hacia su cremallera de su pantalón y de un tirón libere su erección, lo tome en mi mano y lo guie a
mi interior. De un golpe se abrió paso en mi interior, llenándome de un calor que me recorrió las venas, empujó con fuerza mi cuerpo encontrándose con el suyo, el
deseo haciéndose insoportable.

- M e vuelves loco – jadeó, mientras volvió a empujar dentro mío – los celos me cegaron cuando Caleb me dijo que te vio en el club con tu novio – su cuerpo
temblaba violentamente mientras me penetraba, los movimientos provocando espasmos placer por todo mi cuerpo.
- M ás - no era suficiente, quería más de él, la intensidad hacia que nos estremeciéramos con fuerza. Había probado el sexo, pero nunca me había hecho perder
la cordura como ahora, solo quería sentir, que se perdiera en mí, como lo estaba yo en su cuerpo.
- No es suficiente – me replico empujando más fuerte, más rápido – no es suficiente, repitió con la voz ronca y la respiración caliente, mientras mis músculos
se contrajeron de puro placer. Gemí hundiendo las uñas en su espalda mientras la ola desatada.

Eric empezó a empujar con fuerza, a solo segundos de arrastrarme hacia el orgasmo. M e arquee sintiendo el calor creciendo en mi vientre, desesperada moviendo las
caderas contra las suyas, mi mente con un solo propósito. Alcanzar el éxtasis, la tensión crecía sin control, el placer crudo dominaba nuestras mentes y cuerpos.

- Sí – exclamé, ya al borde, Eric debió sentirlo también por que empezó a embestir con más rapidez, de pronto una fuerte oleada de sensaciones me recorrió
por entero, hundí la cara en su pecho y Eric mordió la base de mi cuello cuando ambos gemimos temblando. No sentía mis piernas, mi cuerpo había tenido una
sobrecarga de sensaciones anulando todos mis demás sentidos, por un momento había tocado el cielo y seria mentirme a mí misma al negarme que quería alcanzarlo
de nuevo.

Finalmente, cuando nuestras mentes se aclararon, lo tome de la mano y lo llevé a la ducha, allí nuevamente nos perdimos en el cuerpo del otro.
Después de recuperar fuerzas con una buena comida, Eric me obligó a salir de mi cueva de Ali Baba, así llamaba él a mi taller, y nos sentamos en el porche.

- Háblame de tu familia, ¿Cómo son? – le pregunté curiosa. Quería saber en qué ambiente había crecido.
- M i familia es común. Somos muy unidos. M is padres llevan felizmente casados casi cuarenta años – los ojos de Eric se iluminaron. Había sido feliz en su
niñez. le sonreí para aminarlo a hablar más - ¿Qué?
- Nada. Sigue, cuéntame más.
- Cuando se conocieron sufrieron mucho.
- ¿Por qué?
- Por sus diferencias – me miró asombrado – no sabes quienes son, ¿cierto?
- ¿Debería?
- No lo sé, talvez… bueno, como te decía, sufrieron al principio, mi padre es de una familia de sangre azul, y mi madre una mestiza india.
- ¿Sí?, ¡Vaya!
- Si, imagínate hace cuarenta años atrás, los perjuicios de la época, las diferencias sociales y raciales.
- ¿Dónde se conocieron?
- En la universidad, mi padre estudiaba derecho, otra generación más, y mi madre se especializaba para ser profesora. Dicen que fue amor a primera vista. M i
padre rompió ese mismo día con la novia que tenía y empezó su difícil camino con mi madre.
- Pero lo lograron.
- Sí, lo lograron. M i padre siguió los pasos en la política, y ahora es senador.
- Oh carajo. Tu padre es el Senador Remington, ¿Cómo no había unido las pistas?
- Porque tú, no eres interesada en ese ámbito, tu vez a las personas por como son.

Eric jugó con unos rizos que caían sobre mi rostro, los acarició y rozó mi rostro con un contacto íntimo. Siguió bajando por mi cuello, pasó los dedos por mi piel,
luego volvió a acariciarme la mejilla. M e gustaba su contacto cálido y delicado, y lo que más me gustaba era tenerlo cerca. Todo podría ser así, fácil… sencillo, y la
amistad seria estupenda. No quería hacerles caso a mis emociones y darles profundidad a las cosas, ya que todo se echaría a perder al final.

- ¿Tienes hermanos? - le pregunté.

M e sentía a gusto conversando de sus cosas, conociéndolo, me apoyé en su costado, desee abrazarlo, pero me contuve. Quería saber más cosas sobre su familia.
Quería conocerlos a través de sus historias.

- Dos hermanas y un hermano. Todos mayores que yo.


- O sea, eres el conchito de la familia, el regalón.

Eric soltó una risa profunda y plena. Sincera

- Sí. Pero fue un infierno luchar por conseguir algún respeto de su parte. ¿Te haces una idea?
- No, con mi hermano nos criamos separados. Fue como ser hija única.
- He, con gusto te presentaré a mi familia. De hecho, les encantarías a todos. En especial a mi madre.
- Lo dudo, a mi propia madre no le gusto.

Le dije la verdad con sinceridad, era algo que ya había aceptado.

- No puede ser verdad. Debes estar equivocada.


- No, es cierto. – le aclaré - M i padre y ella se peleaban todo el tiempo, los separaron sus diferencias. – él me miro sorprendido – él era un joven y hermoso
modelo ruso en ascenso a la fama, y mi madre se encapricho con él. Se casaron, tuvieron a mi hermano Storm y luego a mí en el último intento de mi madre por
salvar su matrimonio. No funcionó. Se divorciaron, me quedé con mi madre, pero después paso algo feo en casa y me fui a vivir con mi padre. Ella no peleó por la
custodia compartida, se olvidó de nosotros, seguramente una niña loca interfería con sus amistades. A mi hermano lo criaron las sirvientas y la abuela.
- ¿Qué edad tenías?
- Trece, en pleno camino a la adolescencia, así que me convertí en una joven rebelde, - solté una risita burlona - palabras de mi madre.
- Lo siento.
- No fue malo. Con el dinero que ganó como modelo mi padre instaló un exclusivo taller mecánico, donde restaura autos antiguos y le va muy bien. M i madre,
limpiaba su conciencia llevándome donde los abuelos en verano o pagándome las vacaciones en el extranjero, seguramente para jactarse con sus amistades de que su
hija estaba en Paris o en M ónaco.

Eric tuvo que sentir mi dolor, pude verlo en sus ojos. Él no era capaz de imaginar todo lo que había sufrido de niña, la etapa donde las niñas jugaban con sus
muñecas yo la había pasado encerrada. Sola.

- Recuerdos tristes, ¿verdad? —musitó.


- Sí, pero no te preocupes. Lo supere, con los años y con una muy buena psicóloga – ambos nos reímos y nos relajamos.
- Y funciono, nadie mirándote podría decir que tu infancia fue menos que perfecta.
- Las apariencias engañan.
- Sí, es verdad.

Nos quedamos en un silencio cómodo. Después de un momento él se inclinó y me besó suavemente, luego me abrazo y seguimos en silencio. Hasta que nuestros
estómagos gruñeron.

Nos reímos y nos levantamos.


- Blue no suena ruso. - me pregunta frunciendo el ceño.
- No lo es, el verdadero apellido de mi padre es complicado y como modelo no le servía mucho, así que lo cambió y buscó algo que combinara con su nombre.
- ¿Qué es?
- Luka, que significa luz… así que ya vez. Soy hija de “Luz azul” y hermana de “Tormenta azul” y yo…
- Tus eres el “Cielo azul” - ambos nos reímos ante el juego de palabras de nuestros nombres.
- Todos son homenajes de parte de mi padre, mi madre no se molestó ni siquiera en buscarnos un nombre.

Eric se quedó frente a mí y me beso otra vez. Fue un gesto tierno, una forma de consolarme, pero yo no lo acepté. Podía aceptar el cariño, pero no la lástima. Le
tomé la cara entre mis manos y le lamí los labios, invitándolo a abrirlos. El emitió unos gemidos roncos que me volvieron loca, y me hicieron desear mucho más.

- Sky…
- Shhh – lo silencie.

Por lo general era reservada con mis emociones, pero Eric me hacía abrirme a él y mostrarle mi vulnerabilidad. Confiaba en él, y eso me daba miedo.

Las manos de Eric se movieron por mis hombros, mis pechos, bajaron por mi estómago. Contuve el aliento, cuando me mordió el hombro, y reí.

- ¿Dejando marcas?
- Contigo me dan ganas de aullarle a la luna.

Tome sus manos y nos separe. Él sonrió, con la nariz apenas a un centímetro de distancia. Sus ojos brillaban alegres.

Y supe que jamás podría lastimarlo.

- ¿Qué pasa? Te has puesto muy seria.


- Lo sé. No quiero que pienses que me aprovecho de ti.- solo él hacía que mi bajo vientre se encogiera de deseo con solo mirarlo. Ese sentimiento me
estremecer por el escalofrió que recorrió mi espalda. Estos sentimientos me aterraban de una manera ilógica.
- Jamás. Por mí aprovéchate y abusa todo lo que quieras.

Nuestra relación era confusa. Avanzábamos y retrocedíamos al puesto de amigos. Todos los retrocesos eran de mi parte. Sabía que, si se involucraba conmigo,
sufriríamos.

Una hora después se fue a su casa y yo caí en un sueño profundo.

Estoy observando, siempre cerca, siguiendo tus pasos. Sería tan fácil cambiar sus planes, creen que tienen el control, pero todo es un espejismo. Su normalidad
esta en mis manos, puedo tirar un hilo y sus vidas se destruirían. Es adictivo sentir este poder, ver que puedes cambiar su destino con solo desearlo.

Pronto, muy pronto sabrán de mí….

Pasaron los días y por fin llego el fin de semana, salí de copas con mis amigos para relajarme. Fuimos a un pequeño bar, del que unos amigos de nuestra juventud
eran propietarios. Nada de lujo, lo cual era reconfortante.

Y, aun así, Eric estaba aquí esta noche, me enfureció verlo en las portadas de las revistas nuevamente posando junto a Selena, por lo visto seguía con su amiguita.
Después de no contestar sus llamadas y evadirlo por un par de días, él se había propuesto ser el nuevo tormento de mi vida, me inquiete al verlo caminar hacia nuestra
mesa. M ire alrededor, tratando de disimular mi nerviosismo y el interés que me producía su presencia.

- Hola Cielo – me saluda. Yo solo le doy una mirada ceñuda, el en cambio me da una sonrisa matadora. Lo que me hace poner los ojos en blanco. Eric
simplemente se agacha, me besa la cabeza y se sienta a mi lado. Si, al que había nombrado mi “amigo” – en contra de su voluntad – desde el día que nos tropezamos
le encantaba fastidiarme la noche.

Lucas, mi pareja de esta noche me rodea con su brazo y me acerca más a él. Yo deslizo el mío por su cintura y me apoyo contra su pecho. Eric aprieta la mandíbula,
y sus ojos brillaran con enfado, pero no dice nada.

M ac, conciliadora como siempre, al sentir mi incomodidad, sale en mi defensa.


- M e encanta esta canción, vamos a bailar Sky - me toma de la mano y me tironea de los brazos de Lucas – ya volvemos...
- Ya vuelvo, bebé – le digo a mi amigo-amante, mientras le doy un beso rápido.

Ya en la pista nos sentimos libres.

- Por dios chica. – me riñe M ac – cuando le vas a dar una oportunidad.


- Nunca. Él lleva tatuado la palabra “problemas” en la frente... y por ello, no gracias.
- Si, sé que al principio te advertí sobre él. Pero desde que te conoció... nunca había perseguido a una chica. – yo la miro como diciendo “y” – sé que él es... ha
sido un mujeriego, pero no lo he visto con nadie desde hace... – yo la mire y levante una ceja, ella sabía que esa misma tarde lo habíamos visto en la sección de
sociales junto a su “amiguita” de turno - bueno ya vera que restregarte sus conquistas en la cara no te pondrán celosa, ni nada.

Claro que me ponían más que celosa, no es que yo lo fuera a reconocer. Pero no se lo iba a demostrar. Conocía a los de su tipo. M is padres habían sido muy
buenos ejemplos de las infidelidades por celos, y la locura que estos producían.

No. No iba a pasar por ello de nuevo.

Cariño, amistad, lujuria y sexo, nada más. Eso podía aceptar, no amor. Amor nunca.

Como M ac es bailarina profesional, estaba disfrutando del baile juntas. Estaba tan concentrada en la música que no me di cuenta de su presencia hasta que sentí
su toque en mi cintura. M e acerco a él y bailamos pegados, sintiendo en mi espalda la dureza de su cuerpo.

M e gire para enfrentarlo, lo mire para encararlo y la sexy sonrisa que le curva los labios provoca que un escalofrío de placer me recorra entera. Dios estaba
jodida.

- ¿Qué haces aquí? – le pregunto con voz ronca.


- Tu estas aquí... yo estoy aquí – me responde risueño mientras me recorre con una mirada sensual.
- ¿No tienes alguien a quien llevarte a la cama, o qué? – le digo sarcástica.
- Las hay por montón, pero yo te quiero a ti en mi cama...
- Ya – le digo escéptica. Por todo lo que había visto y escuchado, no pasaba una noche solo.
- Te lo dije el día que nos conocimos. Te quiero para mí, y te deseo el doble – me dice serio, y en sus ojos brilla el deseo crudo que me deja sin respiración.
- ¡Dios! - gruño fustrada.
- Deseo escucharte gritar lo mismo cuando este dentro de ti.
- ¡Qué engreído eres! – le replico furiosa.
- Solo digo lo que va a pasar – me aprieta contra su pecho y me muerde suavemente el borde de mi oreja – no te lo folles.
- ¿Pero quién te crees...?
- ¡No te lo folles! – me mira directo a los ojos, su mirada es dura, mientras aprieta la mandíbula. Luego agarra una de mis manos y la lleva a su entrepierna.
Esta duro. Yo solo puedo jadear y deseo meter mis manos dentro de sus jean y tomarlo. - tú me deseas también. – al verme negar con la cabeza, me gruñe – no lo
niegues. Llevamos más de un mes con este juego.
- No seré otra marca en tu cama – le digo con sorna. El me sostiene de la mano cuando empiezo a alejarme.
- No ha habido otras, - cuando enarco una ceja él dice - solo tres, lo mismo que tú te has follados al otro... – se refiere a Lucas.
- M e has... tú y yo no somos nada, ni siquiera amigos... – el muy cretino se mantenía muy bien informado.
- Lo seremos todo. - con esas palabras el cerebro se me convierte en papilla. Con mucha ternura me recorre la mejilla con sus dedos, deseo recostar mi cara
contra su mano - No te lo folles.
- Lo hare si me da la gana. – dije apretando los dientes.
- No me provoques más, o te sacaré de su cama y te mantendré en la mía y no saldremos de ella por una semana. – luego me besa. Es un beso posesivo, lleno
de frustración y deseo y yo me encuentro devolviéndole el beso. Su lengua penetra mis labios y juega con la mía. Aturdida lo alejo de mí. M e sonrojo, no pude
evitarlo. Su turbia mirada me aturde casi tanto como lo hacen sus caricias y sus besos.
- ¡Cavernícola! – le grito. M e doy vuelta y regreso con mis amigos.
- ¡No te lo folles!... – su amenaza me eriza la piel. No sé si es por la expectativa de ver si la cumpliría, o el deseo con el que mi cuerpo luchaba cada vez que
nos encontrábamos.
- M aldito arrogante... – refunfuño mientras me acerco a mi mesa, pero los chicos de la banda suben al escenario.

Ellos empiezan a vitorear para que suba al escenario y cante. Bien lo hare, le digo a los chicos que toquen “Tu boca” de Cabas. Si Eric quiere guerra, guerra tendrá. A
paso seguro, tomó el micrófono y empiezo a cantar:

Sabes que hace tanto me la paso vagabundeando

sin saber que estoy probando y delirando con tu boca...

tu boca... tu boca... tu boca...

Y cuando al fin te veo siento como tu cuerpo

sigue tan mojado y mis labios están tan secos...

tu boca... tu boca... tu boca...


En todo momento miro a Eric, él se moja los labios, sé que esta excitado y me desea tanto como yo a él.

Por qué tu beso es solo eso

que me quita este peso de no sentir eso

que me da tu boca... tu boca... tu boca... tu boca...

Y cuando al fin te tengo procuro moverme lento

porque no tocarte no sería más que un tormento...

tu boca... tu boca... tu boca...

Y tienes un descaro de dejarme aquí sentado

y tan acalorado y tan acalorado...

Por qué tu beso es solo eso

que me quita este peso de no sentir eso

que me da tu boca... tu boca... tu boca... tu boca...

Sé que lo estoy provocando, pero al diablo con todo. Él quiere esto y me ha cabreado.

Por qué tu beso es solo eso

que me quita este peso de no sentir eso

que me da tu boca... tu boca... tu boca...

Por qué tu beso es solo eso

que me quita este peso de no sentir eso

que me da tu boca... tu boca...

Por qué tu beso es solo eso

que me quita este peso de no sentir eso

que me da tu boca...

No te hagas la loca

préstame tu boca...

no te hagas loca

préstame tu boca...

no te hagas la loca
préstame tu boca...

no te hagas la loca

préstame tu boca.

tu loca boca…

Salto del escenario, escucho los aplausos, pero camino directo a mi mesa, agarro mi chaqueta de piel, mientras me la pongo me disculpo con Lucas.

- Lo siento, pero salió un asunto que debo resolver – me agacho y beso en la mejilla a mi folla-amigo.
- Sin problemas amor – me sonríe con un brillo travieso en la mirada. M iro detrás de mí mientras avanzo – ya sabes dónde llamarme si tienes algún problema.
- Lo sé – me devuelvo y le doy un suave beso en los labios. Por ello manteníamos una relación. Él era tan relajado, sin complicaciones. Solo dos personas
disfrutando. Con Eric era todo lo contrario. – Adiós…
- Adiós – y sé que no solo nos despedimos de esta noche. También finalizamos nuestra relación amorosa.

De M ac solo me despedí con un gesto, mañana estaría pidiéndome respuestas. Salgo del bar y monto a “Coqueta”, mi reluciente joyita, una Brough Superior
SS100, un regalo de mi abuelo. Tras de mi siento pasos, pero no volteo a mirar, sé que es él ya que se me erizan los pelos de mi nuca. M e pongo el casco, arranco
sin mirar atrás, me dirijo a casa.

Estoy guardando mis cosas en la cochera, cuando el ruido de un motor se detiene tras de mí.

No me sorprendo al ver bajarse de uno de sus autos de lujo a Eric. Pongo los brazos en jarras.

- Ahora te has vuelto un acosador – le espeto.


- Solo voy detrás de lo que es mío – me responde mientras se acerca lentamente.
- Vaya, sí que eres seguro de ti mismo – le responso sarcástica.
- Solo dame una oportunidad... y luego ya veremos...

Lo miro por un par de segundos. Su mirada es seria y determinada, no dice nada, solo aprieta la mandíbula. Estaba excitada y aquello me enfurecía aún más.

Al diablo, pienso.

- Bien, lo que sea… - me giro y camino hacia la puerta de entrada.

Enciendo las luces y dejo la puerta abierta tras de mí, una clara invitación a pasar.

Cuando lo miro a la cara me quedo muda.

¿Qué me hace este hombre que pierdo la cabeza con tan solo mirarme?

- No. Nada de escapar, esta noche seremos uno... - me atrae contra su pecho y me saquea la boca, penetrándome con la lengua, de mis labios sale un gemido,
arrancando de mí una respuesta involuntaria.

Sin pensar ya en las consecuencias, correspondo a su beso, me recreó con el sabor de su boca masculina y en la calidez cuando enlazó su lengua con la mía. Lo siento
gruñir y alzarme con la misma urgente necesidad que le demando.

- No aquí. – dice jadeando. – la primera vez que haremos el amor no será contra una pared.
- Ya lo hemos hecho – le recuerdo.
- No, eso fue follar.

Jadeando, lo tomo de la mano y nos dirigimos a la habitación de invitados que está más cerca. Sus ojos masculinos brillan con la emoción de la lujuria, siendo
seguramente un reflejo de los míos.

Estando cerca nuestros cuerpos reaccionaban. Estoy harta de controlarme y negarme lo que siento por él. La baja la mirada a mis pechos. Puedo sentir empujando
contra la tela del sujetador mis pezones duros, mi sexo esta hinchado, húmedo y sensible.

El cierra la puerta de una patada, y me lleva retrocediendo hacia la cama, sus manos parecen estar en todas partes, mientras me desnuda va tirando la ropa al suelo.

Al chocar contra la cama me siento, me agacho y me saco las botas, luego toma mis pechos y besa los pezones, y cuando doy un respingo, de un tirón me arranca el
pantalón y las bragas.

Ahora, estoy desnuda y el completamente vestido.


- Llevas mucha ropa – le digo mientras me estiro sobre las suave y frescas cobijas.
- Dame un segundo – me dice mientras lentamente se va desvistiendo. Su cuerpo es esbelto y duro. Ansió pasar mis manos sobre su pecho.

Cuando trato de alcanzarlo. M ueve la cabeza negativamente.

- Esto es para tu disfrute – se saca la ropa lentamente. – lo que viene ahora será, rápido y duro... después tendremos toda la noche para a hacer el amor.
- No será hacer el am...
- Entonces será solo sexo – le voy a replicar, pero me silencia con un beso. Cuando paramos por aire, le tomo su hermoso rostro entre mis manos. - Solo sexo,
sin complicaciones - le advierto. Algo brilla en la profundidad de sus ojos. Pero se acerca y me asalta la boca con un beso voraz. Después pega su cuerpo al mío y
todo es sensaciones, gemidos y caricias.

M e acuna los pechos con sus manos, para luego deslizar su boca sobre ellos, haciendo que mis pezones se endurecieran aún más.

Yo gimo o ronroneo. No lo sé a ciencia cierta. M i cerebro esta tan embotado de sensaciones que solo quiere sentir más. Desliza sus manos por mi cuerpo, mientras
gimo y me retuerzo de placer. Una de sus manos baja por mi vientre y juega con mi ombligo, para después seguir su camino hacia el sur, luego masajea mi clítoris con
los dedos estimulándome aún más. En mi interior un orgasmo comienza a formarse, y cuando me penetra con los dedos, me muerde y lame los pechos. Estoy a punto.

- No pares...
- Nunca, princesa. – escucho la risa en su voz y también sonrió. Él se lleva sus dedos empapados de mi esencia a su boca y los lame con gula. - Dios, eres tan
dulce.

Vuelve a penetrarme, y mete sus dedos más profundos, bombeando sin piedad. La tensión me barre, mientras él me besa, mis músculos aprietan sus dedos, el los
curva y yo exploto. M ientras me corría, él se pone un condón y me penetra. Lo oigo sisear, lo envuelvo con mis piernas, y se mantuvo quieto mientras todavía tiemblo,
luego empieza a penetrarme con fuerza, moviéndose una y otra vez llevándome a la locura nuevamente, lo siento engrosarse dentro mío y gira las caderas, en el frenesí,
me levantaba al encuentro de sus caderas, mis manos lo sujetan y arañan, al oír mi nombre mientras se corre encuentro también mi liberación. M i cuerpo es
bombardeado por sensación tras sensación. Las manos de él… esos largos dedos insistentes, siguen acariciándome. Luego se gira, sin salirse de mi interior, y apoyo mi
cara contra su cuello mientras recuperábamos el aliento, el solo me abraza fuertemente. Ha sido breve, pero intenso.

Cuando nos calmamos, lo miro, él sonríe y entonces dice:

- Ahora haremos el amor – y me besa haciendo desaparecer de mi mente cualquier pensamiento racional o escusa.

Había olvidado lo que era sentir una pasión como ésta por un hombre. Un ansia que sólo podía ser saciada solo por una unión salvaje y frenética. Deseaba ser
poseída rápida y furiosamente. Podía sentir que me moría, ya que estando viva no sentía tanto.

Solo él, pensé antes de empezar nuevamente nuestro camino al cielo.

Solo él, susurra mi mente antes de caer dormida.

Alguien estaba aquí, escondido entre las entrañas oscuras del cuarto. Sabia me miraba, como lo hacía cada día, sabía que no estaba solo, estaban aquí otra vez
para hacerle daño… como cada día.

Algo brillo en un rayo de luz, extraño ya que la oscuridad lo rodeaba todo. Allí estaba otra vez, el destello del metal.

El cuchillo.

Grande, brillante, afilado… frio. El cuchillo se alzó, no sé cómo solo se iluminaba su silueta metálica pero allí estaba resaltando, situándose por encima de mi
cuerpo.

Lo mire flotando de un lado a otro…

Y el cuchillo descendió implacable y con una fuerza brutal.

Grite…

- No más… no más por favor… no la mates… no la mates…


- Cállate pequeña zorra, tú tienes la culpa…

Escuche otros gritos, la niña que había estado las últimas dos noches, ella estaba gritando y gimiendo, hasta que ya no se escuchó más.
Y el cuchillo volvió de nuevo, una y otra vez, perforando, atravesando, desgarrando. Con cada golpe sentía mis fuerzas flaquear, si no hacía algo yo también
moriría… sentía la agonía de mi cuerpo lleno de heridas abiertas y cicatrizadas.

El frío, corrió por mis venas, el miedo me cegó, mire mi vientre y vi la sangre cayendo...

El volvió furioso contra mí, y el cuchillo brillo otra vez…

Y grite… grite y grite…

- No más… no mas
Los gritos rompieron el silencio de la noche. Salte de la cama alerta. Sky se sacudía y gritaba en la cama. Vaya por Dios, tenía una pesadilla. Encendí la luz.

M e acerque y trate de despertarla. A mi toque despertó, se incorporó presa del pánico salto de la cama, y cayó suelo como un muñeco de trapo al tropezarse hecha
un lío con sus piernas. Se arrastró hasta la pared, y allí quedó encogida y temblando, mirando sin ver con los ojos llenos de pánico.

Trate de acercarme nuevamente a ella. De su garganta salió un gruñido.

Dios mío, era como un animal arrinconado.

Había visto la misma respuesta en los lobos acorralados.

- Sky… Sky, soy yo, Eric. – nada, solo gruñía. – M írame, mírame pequeña… por favor...

Ella temblaba y le castañeaban los dientes. Se tocó el vientre y miro asombrada sus manos.

- No hay sangre… no hay sangre… - repetía y se mecía de un lado a otro.


- Fue una pesadilla…
- No, ella murió… - dio un sollozo – murió por mi culpa…
- No, cariño. Estabas durmiendo a mi lado.
- ¿Contigo? – ella frunció el ceño, con mirada confundida – recuerda, estuvimos juntos esta noche, Sky…

La puerta se abrió de golpe y Rebeca entro.

- Cariño me desperté con los gritos, corrí a tu piso y no estabas en tu dormitorio, luego te escuché aquí… - había corrido, ya que le faltaba el aire.
- Fue una pesadilla… - le explique.
- No. – me dijo mirándome seria - Fue un recuerdo. – se acercó con calma, tomó una manta y se la puso en la espalda.

Ella la miraba con temor y desconfianza. M ire mis manos, temblaban. Sus gritos me habían dejado helado. Tanto terror en un sueño.

- Ya cariño, ya pasó…
- ¿Pasó? – pregunto con voz de niña.
- Pasó. Ya nadie te hará daño. – vamos a la cama. M e hizo señas y me acerqué. – la llevaremos a su piso, allí se siente segura. Vamos.

La tome en brazos y la lleve fuertemente abrazada a mi cuello. Ella seguía temblando.

M ientras la arropaba en su cama, Rebeca llegó con un vaso y un sedante.

- Toma cariño, esto te relajará – ella tomó el vaso y se tragó la pastilla y bebió un sorbo de agua, luego volvió a caer en la cama. – se… ¿se quedará con ella?
- Por supuesto – le contesté sin dudar, luego me tendí a su lado y la envolví en sus brazos, ella apoyo su cabeza en mi pecho y poco a poco se relajó, luego
sentí que el sueño la arrastraba.
- No dejes que la oscuridad me alcance… - susurro ya casi dormida – aléjala de mí… por favor…
- Shhhh. Cariño, aquí solo somos luz, tu y yo. Una hermosa esfera de luz.

Rebeca paso, un par de veces a vernos antes de que Sky cayera dormida. Cuando la vio dormir tranquila se retiró.

- No apague la luz. Nunca – me advirtió. – la oscuridad le provocan las pesadillas.


- Nunca más – le prometí. M i Ángel le temía a la oscuridad, que había pasado en su vida que le aterrorizaba tanto. Debía averiguarlo, y pronto, por mi propia
paz mental y la suya. – nadie te hará daño… nadie.
Nunca había amanecido en la cama de alguno de mis amantes, menos dormir abrazada a alguno de ellos.

No parecía cómodo y mucho menos correcto despertarlos o asustarlos a mitad de la noche con una de mis pesadillas. Siempre deseé hacerlo, pero nunca me atreví a
llevarlo a cabo. Hasta esta mañana cuando abrí los ojos y me encontré con uno de los brazos de Eric rodeándome la cintura, sentí su calor en mi espalda y me sentí
reconfortada por su cercanía.

La noche transcurrió sin problemas, y dormimos seguros abrazados. Al principio me sentó incomoda, pero Eric lo hizo parecer rutinario y normal, acostándose a mi
lado, tomándome las manos y guiándolas a su cintura, como señalando que ese era su lugar, luego me beso me rodeo con sus brazos y nos dormimos.

Ahora viéndolo dormir, me sentía extrañamente feliz. No me moví, y me quedé viéndolo relajado sumido en placidez de sus sueños. M i mirada bajo por su torso, era
todo fibra y músculos, con ese tono aceitunado de su piel, era hermoso. Cuando mis ojos volvieron a su cara me encontré con un par de ojos que brillaban con diversión.

- ¿Admirando mi cuerpo?
- M mmmm – dije recorriéndolo con las manos. – tienes el cuerpo de un guerrero.
- ¿Si? – dijo con voz incierta y un parpadeo de incertidumbre pasó por sus ojos mostrándome que él también tenía inseguridades.
- ¡Claro!, ¡M írate, eres hermoso! – tome su rostro entre mis manos y bese cara tramo de él, el cerro los ojos y dio un suspiro trémulo, que ondulo los
músculos que mi vientre tocaba.
- ¿Sabes que casi en todas mis relaciones han sido pasajeras?, – yo tome sus manos, en un intento de darle consuelo – y ¿sabes por qué?
- No – susurre. - ¿Porque te harían algo así?
- Se avergüenzan de mí porque tengo sangre india. Por qué solo soy bueno para follar, pero no pero no para formar una pareja, tarde o temprano ceden ante la
presión, los cuchicheos, las habladurías. Las que han durado más lo han hecho por el interés a mi dinero, al apellido de mi padre. Solo por interés. Tú eres la
primera que me acepta como soy, incluso me abrazas y besas en público y me miras con orgullo.
- Cállate y bésame – y el hizo eso y más.

Cuando desperté nuevamente, el sol estaba en lo alto del cielo. Era casi medio día. El otro lado de la cama estaba vacío, sobre la almohada había una nota.

Te dejo dormir tranquila, pero estaré de vuelta… pronto.

Tratare de desocupar mi agenta para tener tiempo juntos.

Ya te extraño.

Eric. xoxo

M e levante tambaleante. Era como tener resaca. M e adentre al baño. ¡Qué horror!, mi reflejo era el de un fantasma. M e metí a la ducha y dejé correr el agua.

M ientras comía, me sentí incomoda. Anoche Eric me vio indefensa, debía recomponerme y elevar mis defensas nuevamente, él había derrumbado los muros que
rodeaban mi corazón, pero a pesar de lo que me hacía sentir lo nuestro no debía continuar. Sentí que todo se comprimía a mí alrededor. M e sentí sofocada, mi corazón
empezó a palpitar más y más rápido, un sudor frio me corría por la espalda, me ahogaba… me moría.

M e levante a tientas, camine unos pasos hacia el salón, Rebeca no se veía por ninguna parte, el suelo se movía bajo mis pies, la vista se me lleno de puntos y
empezó a nublarse, el miedo me ahogaba, me consumía.

No moriré, me dije antes de que la oscuridad me tragara.

- Bien mi niña, ya estás de vuelta. – la voz de Rebeca sonaba preocupada, aunque su rostro era amable.
- ¿Qué paso? – dije mientras me sentaba. Estaba tendida sobre uno de los sofás del salón.
- Una crisis, nada grave - me acaricio la mejilla con cariño – toma, bebe.
El whisky quemo mi garganta, pero me calentó las venas y me desentumeció la mente.

Desde el porche vi acercarse el coche policial, aparco en el acceso y los agentes bajaron, detrás de ellos llegó mi hermano.

La mirada esquiva, en sus ojos estaba mal.

Eso me inquieto. Algo pasaba.

Salí a recibirlos.

- Señorita Sky – me saludaron los agentes, dando un toque en sus gorras.


- Señores, Storm – mi hermano se acercó y me dio un abrazo.
- Hola Sky, ¿estás ocupada? - pregunto muy serio, después de aclararse la garganta.
- No, estoy en esos extraños momento de relajo.
- Lo siento – Se movió con inquietud, bajó la mirada y se disculpó.
- No pasa nada, Storm. ¿Ha ocurrido algo? ¿No es así? – no quería escuchar la respuesta, pero tenía que saber.
- ¿Por qué no entramos?, así estaremos más cómodos y tendremos privacidad. - esta calma al hablar me estaba asustando.
- Bien. - los hice pasar al interior – ahora dime, ¿Qué ha pasado?... ¿Papá?...
- No. La familia está en orden – levante una ceja – O.K. tan normal como puede estar. – me dirigió a uno de los sillones y se sentó a mi lado. – está pasando de
nuevo.
- Oh. – ya sabía a lo que se refería, el estómago me dio un vuelco – oh.

El mundo giro a mí alrededor, escuche la voz de mi hermano desvaneciéndose en mi mente.

- Respira, vamos pequeña. Concéntrate en mi voz. – el dolor nublaba los hermosos ojos de mi hermano.

Los puntos negros se desvanecieron y los latidos de mi corazón se calmaron poco a poco. Raras veces dejaba que las emociones me envolviesen, pero ese tema hacia
que mi mente colapsara.

- Ya. Estoy bien – respire profundamente y di un largo respiro para recobrar mis emociones – estoy bien – tome un poco de agua que me ofreció Rebeca. –
cuéntame.
- Desde hace meses han desaparecido mujeres en distintas zonas del país – Caleb observaba atento mi reacción y continuo – la policía no los había relacionado
y fueron tratados como casos aislados, pero ahora piensan que el secuestrador es la misma persona.
- Desaparecen personas cada día, ¿Qué tiene eso que ver conmigo?
- El FBI ha contabilizado 10 casos. Todos ellas aparecieron asesinadas. – yo escuchaba en silencio, pero mis manos temblaban – en cada caso, los cuerpos
fueron colocados en un escenario creado para ello.
- ¿Cómo? – pregunte cerrando los ojos. El sudor frio corrió mi espalda, pero no dije nada se me había formado un nudo en la garganta. – el suelo estaba
cubierto de pétalos de flores, les puso una peluca roja, vestidas y maquilladas como muñecas, con un lazo de raso negro atado al cuello.

El aire se puso espeso, mi cuerpo estaba entumecido, las imágenes que bombardeaban mi mente me tenían paralizada.

- ¿Qué edad tenían las mujeres? – pregunte en un susurro.


- La última tenía 25, pero en general todas eran mayores de 20. Todas altas, delgadas, solteras, independientes… exitosas en sus carreras.
- ¿Cómo murieron? – debía saber, solo así saldría de la duda.
- Las estrangularon.
- ¿Con el lazo?
- No, con las manos.
- Tenemos el ADN del asesino, pero no concuerda con nadie en la base de datos.

M i corazón latía desbocado.

- El aprendiz…
- Si. Al parecer ahora creen en la versión de que el “Jardinero” no actuaba solo.
- Se los dije, se los advertí. Pero creyeron que eran alucinaciones de una niña histérica.
- Yo siempre te creí.
- Lo sé. Lo sé – mis tripas se contrajeron – pero ellos no, la policía se conformó con atrapar al “Jardinero” y dejaron a un loco suelto.
- Ahora lo saben.
- ¿El Jardinero?
- Sigue en la cárcel – las manos de Storm me acariciaban la espalda dándome consuelo. – esperando el día de su ejecución. El FBI lo está interrogando. También
están investigando con quien ha estado en contacto.
- No dirá nada, debe estar orgulloso. – mire por la ventana - ¿Podría ser un imitador? - M antenía una débil esperanza en que la pesadilla no se estuviera
repitiendo.
- No. Hay detalles que solo el “Jardinero” o el “Aprendiz” podrían saber.
- ¿Cuál?
- Un número en la nuca.

El entumecimiento fue tal, que las náuseas me golpearon y corrí al baño más cercano. Las arcadas me irritaron la garganta y me dejaron débil. Solo me quedaron
fuerza para arrastrarme al frio suelo, y allí recostarme.
Storm me encontró allí, después de unos minutos. El me envolvió en el calor de sus brazos.

- Ellos secuestraban niños. ¿Por qué cambio?


- Tú ya no eres una niña, eres la que sobrevivió. Es tal vez una forma de castigarte.
- ¿Las pelucas?
- El las transforma en ti, es tal vez una venganza o algún tipo de mensaje. No lo sé.
- ¿Dónde mato a la última?
- Sky – su voz era una advertencia, él quería ocultarme esa información.
- No me ocultes nada, no soy tonta. Si es el aprendiz…
- El no vendrá por ti.
- Claro que sí, solo es cuestión de tiempo.
- La prensa atara lazos pronto y te buscaran.
- No fui la única que dejaron con vida.
- Si es cierto, pero a ellas las dejaron ir, no les servían. Tú te escapaste.
- Cambie sus planes.
- Exacto. Pero ahora no estás sola, yo estaré a tu lado.
- Lo sé. - le acaricie su hermoso rostro, consolándolo. Siempre se culparía de mi secuestro – solo éramos niños.
- Debí acompañarte. No debí dejarte ir sola...
- Ssshh.
- Debí protegerte…
- Lo haces ahora.
- Soy tu hermano mayor y te fallé.
- No lo hiciste. Y sé que me cuidarás siempre.
- Eso no lo dudes.

Permanecimos unos minutos abrazados en silencio.

- Vamos con tus colegas – nos levantamos de suelo y nos dirigimos al salón.
Rebeca, me abrió la puerta y me hizo pasar.

- Ella necesita todo su apoyo, no me defraudes. – me advirtió y nos dejó a solas.

En cuanto la vi supe que algo malo pasaba. Estaba sentada frente a la ventana, se giró y me miro. Estaba blanca como un fantasma, sus grandes ojos llenos de miedo.
Sus manos temblaban cuando las extendió hacia mí. Las tome entre las mías y la abrace. No pregunte nada, solo le brinde consuelo y seguridad. Al parecer era lo
correcto ya que se mantuvo aferrada a mí como si fuera a desaparecer en cualquier instante.

- Sentémonos – me dijo y la guié a uno de los sillones.


- ¿Qué ha pasado? – le pregunte sin dejar de abrazarla.
- La policía estuvo aquí hace unos momentos. – su hermano era policía, tal vez algo le había ocurrido.
- ¿Le ocurrió algo a Storm?
- No, él fue uno de los que estuvo aquí. – tomo un gran respiro y se alejó, su cuerpo estaba tenso, - te diré esto, si después te quieres marchar y nunca más
verme lo entenderé, pero debo decírtelo ya que pronto estallara la noticia en los medios y todo será un caos a mi alrededor.
- M uy bien, pero nada me hará marcharme de tu lado.
- Tal vez, no estés tan seguro. – aprieta los puños y luego afloja sus dedos, se puso de pie y empezó a hablar – hace quince años, Boston fue sacudida por
una serie de secuestros y asesinatos.
- Si creo recordar algo de aquello – le dije, era un niño en aquella época, pero escuche las noticias de parte de mis padres. – pero es borroso.
- Bien, pues yo lo recuerdo como si fuera ayer – ella caminaba de un lado para otro – todas eran niñas de entre 8 a 12 años, las secuestraba y luego de unos
días aparecían muertas, el asesino las vestía como muñecas y las cubría de pétalos de flores. – me miro y vi que sus ojos estaban vacíos de toda emoción – lo
llamaron el “Jardinero”, ninguna niña tenía nada en común con otra, todas de aspecto diferentes, razas o condición social. Por ello las escogía, por ser diferentes.
Eran sus flores, según decía, y el las hacia florecer, las convertía en inmortales.
- Vaya pedazo de loco – gruñí.
- Pues ese loco, una noche se equivocó y en vez de secuestrar una, se llevó tres.
- Diablos – eso no sonaba nada bien, no me gustaba a donde nos llevaba esta historia.
- Annabella, M ackenzie y Yo – se sentó frente a mí, no la toque, pensé que no le gustaría. – cuando nos llevó a su sitio donde mantenía oculta a las niñas, se
vio en un problema. Escogió a una y soltó a las otras dos. No les gustaron, lloraban demasiado, pero yo… según él, fui perfecta. Tal vez porque lo maldije y traté
de golpearlo un par de veces tratando de alejarlo de mis amigas. Además nuestras familias ofrecieron recompensa y la policía nos buscaba sin descanso, era
demasiado riesgo tenernos a todas – estaba paralizado ante sus palabras. – no volví a verlas hasta que me escapé. – me miro a los ojos, yo le mantuve la mirada,
tratando de comprender la terrible situación que había vivido - para ese entonces habían pasado más de dos años.
- Dios, Sky. No sé qué decir – me acerque y la rodee con mis brazos, ella se tensó por un momento, luego se relajó y me abrazo también. - ¿Qué…? – traté de
preguntar que le había hecho durante ese tiempo, pero ella me detuvo.
- No hay nada que decir, ya es pasado. Pero está sucediendo de nuevo.
- ¿El “Jardinero”?
- No, él está en la cárcel. Este es su compañero, su aprendiz.
- Pero, ¿por qué ahora?
- No lo sé, tantos años… no sé… pero ya van 10, de los que sabe el FBI, y ha cambiado su perfil de víctimas.
- ¿Cómo? – pregunte, esta vez no se acercaría a ella.
- Ahora las transforma en mí. – traté de hablar, abrí la boca, pero las palabras no salieron. – si también me sentí así ante la noticia.
- Él no te tocará – le prometí – esta vez no.
- Claro que no, porque esta vez soy adulta y lo estaré esperando – no me deja replicarle – porque el vendrá por mí, esto solo es un mensaje.
- Bien, estaremos alerta entonces – ella se puso frente a la ventana, puso una de sus manos contra la luz del sol y la mira como embobada.
- Es extraño sabes…
- ¿el qué?
- Lo que podemos recordar… el recuerdo más potente que tengo de los segundos después de ser libre, es el sol… su reflejo sobre mi piel, su calor… al estar
tanto tiempo en la penumbra para mí era algo maravilloso… aún lo es, es el símbolo de mi libertad, de estar viva.

Se giró, y sus ojos me embrujaron, mis pies se movieron solos, la tome en mis brazos e hicimos el amor.
Ya lo sabe…

El puto cabrón de su hermano poli se lo ha informado. Pobres idiotas, qué sabrán ellos. Ahora sabe de mí, que he vuelto, que no la he olvidado... solo nos di
tiempo para crecer y cambiar.

Será divertido… siento el poder al espiarla. Ver sin ser visto.

Mírenla trabajar, esta frustrada. Camina de un lugar a otro. Sé cómo se siente, ayudé a moldearla. Ella es y será mi única flor… la única que me ha dado el placer
que entrega la tortura… tanta fortaleza en ese cuerpo… tantas cosas que deseo hacerle…

Mi cremallera me incómoda. Tengo una enorme erección con solo imaginarla. Mientras me acaricio miro el cielo.

La noche es hermosa, sin estrellas, solo oscuridad.

Tengo una enorme sonrisa cuando guardo los binoculares… es hora de hacerle saber mi presencia.

Vamos a darle un soplo a los jodidos periodistas… es hora que mi nombre empiece a sonar…

Y mientras tanto, voy a visitar a las otras dos, que no piensen que las he olvidado…

Que comience el juego.

Eric se fue más tranquilo cuando llego Storm, ya no estaría sola por un buen rato. No me mantendrían lejos de su radar. De ambos. Y muy pronto de todos mis seres
queridos y amigos.

Llame a Bella y a M ac, ambas están fuera de la ciudad.

Bella tiene un nuevo amor, estoy feliz por ella. Ya llevan saliendo un par de meses, lo traerá con ella en un par de días y nos lo presentará.

M ac, está formando su propia compañía de danza. Ya está cansada de bailar ballet, quiere crear sus propias coreografías, más pop, más moderna. Le ira bien, la
danza es su vida.

Las tendré más cerca. De nuevo juntas.

Aunque sé que se trasladan a Boston por sus trabajos, sé que ahora la noticia de la vuelta del “Aprendiz” las hará volver más pronto.

Voy a mi taller y me distraigo por un par de horas, luego Storm me llama para cenar, comemos charlando, el trata de distraerme y lo logra por instantes.

Cuando me estoy metiendo a la cama, mi móvil suena, es Eric. M e habla de sus cosas, de su infancia, de sus sueños, al final me duermo con una sonrisa.

Estamos tomando el desayuno junto con Rebeca, ha quedado de guardiana mientras Storm se fue al trabajo, estamos comiendo y miramos las noticias.

Estaba pensando en Eric, cuando algo llama mi atención.


...la ciudad esta aterrada, es la tercera víctima en un mes. Se cree que no son las primeras, ya que las marca con un número. Según testigos, la víctima llevaba el
número 14. Las causas de muertes no han sido aclaradas, ya que la policía guarda total hermetismo sobre los casos. Eso sí, hemos podido averiguar que todas las
escenas del crimen han sido preparadas, y que, por la posición de los cuerpos, las víctimas han sido acomodadas y dispuestas para mostrar la misma imagen...

No pude seguir escuchando. M is oídos piteaban que todo lo demás fue silencio, todo a mí alrededor se volvió borroso. M e tambalee a ciegas, escuche el ruido de
cosas rompiéndose a mi paso, hasta encontrar un punto de apoyo. Tome grandes bocanadas de aire, parecía que estaba ahogándome. A lo lejos escuchaba la voz de
Rebeca, que me llamaba mientras la oscuridad forzaba mi mente.

- Storm... Llama a Storm... Storm... – quería a mi hermano a mi lado, el llegaría pronto. Si yo llamaba, él llegaba.

- Vamos mi niña, cálmate... ya, eso es. Respira... vamos... bien... ya estoy llamando a Storm. Vamos siéntate y tranquilízate. - me guio hacia un sofá, me senté y
puse mi cabeza entre mis rodillas.

- El volvió y está aquí. No sé cómo, pero me encontró... – la sentí estremecerse. Si, ese era el efecto que causaba. – maldito bastardo está matando aquí, me encontró.
– mi voz temblaba, delatando mi miedo. Debía controlarme, el miedo no era buena compañera. Pero los recuerdos llegaban en olas. Podía sentir el dolor, la tortura, la
soledad y sobre todo su risa. Esa risa que escuchaba cada vez que él lograba revivirme.

- Estas a salvo, mi niña. Estas a salvo ahora – su voz se rompió, escuche su sollozo. Ella era mi nana en mi niñez y sufrió con mi secuestro. – esta vez no te llevará,
no volverá a tocarte. Nunca más.
Estoy revisando unos papeles en mi despacho, tengo la televisión encendida, debo mantenerme informado. Es vital para mantener un negocio.

De pronto las palabras que escucho me paralizan.

… el asesino en serie ya había actuado con anterioridad, aunque no fue tomado en cuenta hace quince años atrás, pero según nuestras fuentes seria el “Aprendiz”
del “Jardinero”, el cual fue atrapado después de secuestrar y asesinar a más de una decena de niñas. Ahora su compañero ha vuelto a la carga, pero esta vez solo
ataca a mujeres jóvenes. Eso sí, las transforma en muñecas pelirrojas, lo cual nos lleva a la única sobreviviente de estos fríos asesinos.

Sky Blue, la joven y famosa escultora, ahora de veinticinco años, sería la única que conoce al nuevo asesino, la única capaz de identificarlo y que podría dar pistas
a la policía y al FBI para atraparlo…

Salte de mi asiento, tome mis llaves y corrí a mi auto. Sky me necesitaba, debía estar aterrada…

De camino a su casa, me imagine un cumulo de situaciones, pero la escena que encontré al llegar a ella fue un shock para mí.

- No le interrumpas su práctica – me había advertido Rebeca. Y me guío al sótano remodelado, que tenía como gimnasio.

Sky estaba sudando, mientras pateaba y golpeaba a su hermano y su “amiguito” Lucas.

Estaban enfrascados en una lucha. De práctica.

Ambos rodeaban a Sky, ella se mantenía alerta y no apartaba la vista de ambos. De pronto Storm salta y gira en el aire lanzándole una patada. Sky la esquiva por
centímetros. Rueda por el piso y barre las piernas de Lucas, haciéndolo caer. Ella se lanza contra Storm con una combinación de golpes, que él esquiva. Lucas la atrapa
por detrás, doblándole con una llave uno de sus brazos, Sky se sacude tratando de zafarse de su agarre, pero Storm le lanza una patada, ella se inclina hacia adelante
llevando sobre su espalda a Lucas y a este la patada le golpea de lleno lanzándolo al suelo. Sky gira sobre el suelo y ataca a su hermano, este se defiende y le conecta un
par de golpes a su hermana. Sky grita furiosa y corre hacia la pared, toma una vara larga y la parte en dos y ambos pedazos los hace girar en sus manos. Les hace gesto
para que la ataquen. Ellos arremeten contra ella, Sky gira y golpea con los palos. Su combinación de golpes y movimientos era asombrosa.

Ellos practicaban Tai Chi, pero es mucho más sorprendente que la combinación de pasos lentos de ejercicio que he visto practicar por las mañanas a mi madre.

Ellos son agiles y fuertes. Y su técnica es impecable.

Siguen lanzándose golpes y bloqueándolos. Parece una coreografía.

Dios, se veía sexy, y yo estaba con una potente erección mirándola practicar. M e gire y busque donde sentarme, no quería que me vieran con una carpa en el
pantalón, me senté y me acomode la entrepierna.

M edia hora después terminaban.

Storm y Lucas me saludaron al salir, Sky se tomó su tiempo ordenando todo, luego se acercó y me dio un largo y lento beso.

- ¿Y eso por qué fue?, no es que me queje…- le pregunté sorprendido.


- Porque estás aquí. Y eso es importante para mí – me tomó de la mano y me guío a su dormitorio, se quitó la ropa, y desnuda me dijo – ¿me acompañas a la
bañera después que tome una ducha rápida?…
- Tus deseos son órdenes para mí - me desvestí con calma mientras la escuchaba cantar en la ducha. M e encantaba verla relajada a mi alrededor.
- Aquí… - la llamé cuando salió de la ducha, la esperaba ya sumergido en las tibias y burbujeantes aguas. Bajo el cálido sol del atardecer, nos relajamos juntos.
- Oh, esto es una maravilla – ronroneo Sky.
- Es perfecto. – se arrimó contra mi cuerpo, envolví mis brazos por su estómago, le di un beso en el cuello, la sentí relajarse y poco a poco comencé a
acariciarle su suave piel. Recorrí con mis dedos las figuras de sus tatuajes. La sentí estremecerse bajo mi toque y se dejó acariciar.
- Esto es solo para ti, - le aclaré, luego comencé a pasarle la esponja por su espalda.
Pasaron los días y el FBI no tenía pistas del asesino, Storm se iba a trabajar y siempre se quedaba alguien conmigo, ya sea Jack con alguna escusa sobre la galería,
Bella con noticias de su nuevo amor o M ac con los avances de su nuevo proyecto y Eric que llegaba sin ninguna excusa alguna, el solo quería verme. Durante el día
trabajaba y mantenía una rutina normal, pero cuando me encontraba sola, la casa transmitía una sensación diferente, casi espectral.

Trataba de ignorar esa sensación diciéndome que pronto todo terminara. Lo mejor para mi salud mental era concentrarme en el presente, en esta hora, en este día, en
esta noche. No pensaba en lo que seguiría... en un mañana que aún no llegaba. Un paso a la vez, vive hoy. M e recriminaba. Ya veremos qué pasa mañana.

Solo me conformaba con saber que ya no dormía sola.

- -¡Vamos niña, grita!... – al hombre se le acelero la respiración – vamos, cumple mis deseos. – la niña estaba acurrucada en el rincón, asustada, pero en
silencio. Ella sabía lo que le pasaría si cumplía sus deseos. Moriría. - ¡Vamos, maldita sea! – el hombre grita furioso. Al ver que ella solo se acurrucaba, tomo un
pequeño látigo y se dirigió hacia ella amenazante. – ya veremos cuanto tardas en gritar...

En la oscuridad solo se escuchaban los golpes, el sonido de la piel rasgada... pero ningún grito... solo el frio silencio...

- Despierta cariño. Shhh, no llores – Eric secaba las lágrimas que corrían por mi rostro. M i cuerpo se sacudió por los sollozos silenciosos, solo sentir sus
manos dándome consuelo ya era mucho más de lo que había aceptado de los demás. Él se había ganado mi confianza, en algún punto de esta loca relación, le había
entregado el poder de mirar mi dolor y ayudarme a cargar el dolor oscuro que me corroía. Eso me daba alegría y temor.

Así que forcejee y trate de alejarme de sus brazos. El me lo impidió con firmeza.

- Esto te está matando Sky, no dices nada a nadie. Te cierras, vives sola con tu dolor, quisiera ser el que te consuela. – se pasó la mano por su cabello, estaba
frustrado.

- Lo sé, sabes. Pero es muy duro.

- Pero no debería serlo...

- No sabes cómo es esto – respire profundo – la muerte te consume, te infecta, te corroe las entrañas y el alma, llevándose poco a poco tu humanidad. – sacudí la
cabeza con un suspiro resignado – a veces no sé qué es real... a veces todo parece una continua pesadilla.

- Déjame compartir tu carga, déjame ser tu apoyo, tu consuelo...

- No puedo. No puedo hacerte eso. Serie demasiado. Esta es mi carga, mi cruz... mi lucha. Tú tienes una vida tranquila, no busques ni inmiscuyas problemas en ella.

- M aldita sea, Sky. Yo te quiero en mi vida... es más, te necesito en ella. No me alejes, por favor. No mates lo nuestro, ve lo maravilloso que podría ser nuestra vida.
Tú y yo. – me mira y me besa con desesperación al principio, luego el beso cambia y fue todo ternura. M is ojos se llenaron de lágrimas – piénsalo, ya sabes dónde
encontrarme. Te estaré esperando...

Lo vi salir y desaparecer en el baño, segundos después escuché correr el agua de la ducha. M e senté y me abrasé a mis rodillas. Y así me dormí.

Algo suave me despertó. Su boca, buscando la mía, se la ofrecí. Con ansias busqué su espalda, y mis manos recorrieron el camino que me llevaba más abajo de sus
caderas., sentí sus manos vagar por mi cuello, pechos, pechos, ombligo… llegando a mi centro.

M ovimos nuestros cuerpos, con el aliento cortándose con cada beso, con cada roce, saboreándonos los labios, garganta, pechos, tomándonos nuestro tiempo.
Convirtiéndonos en un enredo de miembros de piel caliente, convirtiendo mi cuerpo en una temblorosa masa fundida.

Finalmente, su dureza me lleno, arrancándome un gemido, deseando más. Arrastre mis uñas por su espalda, él se arqueó buscando más, y se enterró profundamente
dando más también. Los dos calientes y mojados. Nos entréganos el uno al otro, con fuerza y entrega. Abiertos en mente y corazón, incitando… demandando.
Con un último empuje, nuestros cuerpos se elevaron y cayeron juntos, sintiendo un remolino de sensaciones, sintiendo la satisfacción de caer en el éxtasis. Solo
sintiéndonos el uno al otro.

Vi sus ojos destellar, luego me siguió reventando con olas tras olas placer y susurro mi nombre.

Satisfechos caímos en un sueño tranquilo… pacifico.

M e despertó la luz de la mañana. La cama estaba vacía. Se había marchado. M e desperecé, fui al baño y me di una ducha rápida. Después me dirigí a la cocina y allí
me esperaba un espectáculo.

Eric estaba de espaldas a mí, así que no me podía ver. M e deleite mirándolo, su amplia espalda era una escultura, sus músculos se movían en ondas con cada
movimiento, el color dorado de su piel resplandecía bajo la luz de la mañana. Lo vi moverse con familiaridad por la cocina con la seguridad de un hombre que sabía lo
que hacía.

- ¿Te gusta lo que ves? – pregunto sin girarse.


- M ucho, casi demasiado. – escuche su risa.
- Vas a probar mi mano. – me advirtió, volcando una buena porción de desayuno en los platos.
- Tienes muy buena mano, según me pareció anoche – le dije mordiendo mis labios. El sacudió las cejas, en un gesto pícaro. M e senté en la isla de la cocina y
desayunamos conversando de todo y de nada. Ya no había incomodada entre los dos. M e pregunte cuando había sucedido, fue sin darme cuenta. Así paso a paso,
se acercó y se ganó mi confianza.
- Come, vamos – me insta.
- No tengo mucha hambre. – en ese momento mis estomago gruñe. Eric suelta una carcajada, se acerca me besa, y sigue comiendo. Yo refunfuño, pero también
estoy sonriendo. - ¿Quieres acompañarme a un sitio?
- Claro – me dice con un brillo pícaro.
- No a eso, bruto. Eso lo dejaremos para más tarde. Ahora quiero mostrarte algo que muy poca gente ha visto.
- ¿Sí?, me siento alagado. – me toma la mano – y siento mucho más que me confíes algo tuyo.
- M mm. Espero te guste.

Un par de horas más tarde, llegábamos a Provincetown en Cabo Cod, y estacionamos frente a la casa de verano de mi padre, aquí había crecido, después del divorcio
y de que mi padre obtuvo mi custodia absoluta. Era un sitio precioso, con el mar y los múltiples faros que me fascinaron en mi niñez.

Gracias a dios mi padre estaba de viaje. Si no, ya estaría instalado en mi casa, de vigilante.

La casa estaba frente al mar, era de dos plantas,

En cuanto nos instalamos, ya que nos quedaríamos por esta noche, lo lleve a un recorrido por la zona. Luego de caminar por la playa, comimos en un pequeño
restorán, volvimos a la casa, y allí le mostré mi verdadera cueva de Ali Baba.
Tenía curiosidad por lo que Sky quería mostrarme, había abierto las puertas de su corazón para mí. Así que apreciaba cada gesto de confianza como hermosos
regalos.

M e llevo a unas grandes bodegas.

Abrió las puertas y entramos a otro mundo.

En cuanto vi las piezas, olvidé la urgencia que tenía por estar a solas con Sky. Intrigado me dedique a admirarlas y las formas metálicas, eran decenas de esculturas
diseminadas las que llenaban el galpón. Esculturas de distintas formas y tamaños, tallados exquisitos y delicadas piezas de vidrio de mil formas inimaginables. Toda una
maravilla.

- Esos fueron mi propio zoológico – me explico señalando a las figuras de vidrio – no tuvimos mascotas, así que cree las mías.

Allí estaban alineadas gatos, perros, conejos, pájaros, peces. De todo. Usando vidrio de colores, les dio vida a figuras con poses naturales, afiladas, deslumbrantes y
muy atractivas.

- ¿Cómo los haces? – quise saber.


- M onto un esqueleto de metal y lo voy cubriendo con fragmentos de vidrio, esta técnica la aprendí de adolescente, ahora la usa M arta Klonowska, después
encontré mi propio estilo.
- Son miles de fragmentos…
- Empecé a los quince, como terapia. M e ayudo a calmarme, sin esto quizás hubiera muerto de una sobredosis al poco tiempo.
- Lo siento – lo sentía por la joven que se pasó horas sola calmando su ira y su dolor. Ella le quito importancia con un movimiento de hombros.
- Fue mi salvación y me mostro un camino para el futuro. Después de eso me metí en todos los cursos y talleres de arte que encontré, estudie en la Academia
de Bellas Artes y ahora tengo labrado una carrera.
- Construiste tu vida, igual que tus esculturas, a través de tus miles de pedazos y les diste forma.
- A todos mis vecinos les hice una de sus mascotas. – ambos nos reímos, la tome de la mano y seguimos el recorrido, ella me explico el significado de cada una
de ellas, me mostro los diferentes materiales. El cobre, bronce, aluminio, acero, piedra caliza y el granito, entre tantos más. Se sentía feliz, tanto así que me regalo el
torso de un caballo negro de vidrio.
- Se verá muy bien en colgado en la pared de tu salón – me dijo.
- Eres asombrosa, lo sabes ¿verdad? – tome en mis brazos y la deje sobre un mesón tome su rostro entre mis manos y comencé a besarla.

El beso subió de tono y cambio a un beso hambriento, sus manos subieron por mi espalda, yo metí las mías bajo su camisa y toque su piel lo que le provoco un
estremecimiento, bajo una de sus manos a mis pechos y yo di una deliciosa sacudida. Su manera de tocarme era forme, pero también delicada, tome su nuca y lo incline
tratando de fusionarnos con el beso. Su boca me hacía promesas y me susurraba. Se me escapo un gemido cuando su boca tomo mis pechos, lo apreté contra mi cuerpo
anhelando más.

Nuestras manos viajaron por nuestros cuerpos, desesperados desnudándonos ciegamente. Desabroche su cremallera y tome su miembro en mi mano, estaba duro y
grueso. El soltó un gemido ahogado y desgarro mis bragas, luego sumergió sus dedos en mi interior.

- Estas tan mojada, tan lista para mí – lo apreté en mi mano y gruño, se alineo y me penetro de un duro golpe.
- Si, más, más… - solo quería sentirlo, perder el control con él. Solo una vez, sin preocuparme. Solo sentir, nada más. Ya estaba ahí podía sentir la cima del
éxtasis.
- Vamos cariño córrete – la ola se juntó y exploto, dejando miles de colores tras mis parpados. El dio un par de empujes más y me siguió. – me vas a matar
mujer. – Ambos respirábamos jadeando, miramos a nuestro alrededor y soltamos una carcajada cuando vimos el estado de nuestras ropas.
- Upss – solo le respondí.
- Si. Upsss. – dijo y me dio un beso cariñoso en la nariz. Ambos entramos a la casa, sosteniéndonos tambaleantes.

M e desperté con suaves besos en mi cuello, abrí los ojos el apoyo su mano en mi mejilla, cerré mis ojos ante su toque y suspiré.

- M írame – susurre. Sabía que mis ojos brillaban llenos de ternura y algo más profundo, algo que le tenso las entrañas, le dio pánico. M i amor la asustaba, me
di cuenta al sentirla tan tensa y solo la acaricié, calmándola. Apoye mi frente sobre la suya, y suspire.
- Te he esperado gran parte de mi vida – le expliqué y le di un beso suave - había creado una fantasía sobre ti, pero la realidad la supera. M e estoy
enamorando de ti… - casi dio un brinco ante mis palabras, yo contuve una sonrisa - …muchas me han dicho que sentían lo mismo, pero yo jamás se lo he dicho a
nadie, y tú te aterras ante la idea, no te voy a presionar – sus ojos estaban enormes por el susto y la sorpresa – pero quiero que no me alejes, quiero que te quedes
conmigo, te necesito en mi vida, y espero que con el tiempo tú lo hagas también.

- Eres un hombre increíble, y si en el mundo hay algún hombre del que me pueda enamorar, ese serias tú. – la bese aferrándome a esa pequeña luz de
esperanza, luego hicimos el amor lentamente.

Poco a poco las murallas habían caído a su alrededor, y se iba mostrando tal cual es. Elemental, impaciente, caprichosa, terca, brillante y solitaria… una combinación
peligrosa.

Y esos eran los motivos por lo que perdidamente enamorado de ella.

Planificar, vigilar, esperar… eso es lo que hago. Espero con las ansias carcomiéndome las entrañas, la sensación del poder, del control se esfuma rápidamente.
Ellas se quiebran tan fácilmente… por eso, espero.

A ella.

Es hora de ponerse en movimiento, de anunciar mi presencia mi cercanía.

La he encontrado, ella esta lista, ha crecido, ha florecido.

Es hora de podar, mi flor más perfecta… es hora.

Veo al imbécil que esta tras ella, él se atreve a besarla, a tocarla…

Ya me ocuparé de él, será tan fácil… y su sangre correrá por la tierra.

Será mi regalo… para ella,

Es hora… hay que ponerse en movimiento… tomar el control de su vida… enviarle un saludo…

Estoy aquí, te vigilo… te espero. Estoy aquí, está llegando nuestro momento.

La excitación recorre mi cuerpo, solo ella lo logra, solo ella calienta mi sangre, solo ella… la flor más preciada de mi jardín…
Han pasado tres días desde que lleve a Eric a casa de mi padre. Pasábamos todas las noches juntos, ya sea en su casa o en la mía. Habían empezado a quedar un par
de sus cosas en mi casa. Una muda de ropa, sus cosas de aseo, algo por aquí, algo por allá. No sabía que me hacía sentir aquello, pero por ahora no me sentía atrapada.
Por ahora.

Después de pasar la tarde con los chicos de “Fundación Esperanza”, llegue a casa y tome la correspondencia, me llamo la atención una pequeña caja. La tomé, se
sentía liviana, la abrí y lo que contenía me dejo paralizada. Una orquídea con un lazo negro amarrado a su tallo, la caja se resbalo de mis manos entumecidas y de su
interior rodo su contenido, y cayo una tarjeta.

Comencé a hiperventilar, mis piernas se sentían débiles. Las murallas empezaron a cerrarse, respira, estas viva, respira. Llame a Rebeca, pero solo me salía un
susurro. Sentí la puerta cerrarse, y tomé para defenderme lo primero que encontré.

- ¿Qué haces con esa lámpara en la mano? – me pregunto sorprendido Storm. Pero seguramente mi cara de terror le dijo que algo pasaba, ya que se acercó
lentamente. - Sssshh. Tranquila, soy yo. Estas a salvo – me hablaba suavemente tratando de calmarme. Tomo de mis manos la lámpara y la dejo en el suelo. Luego
me brazo, miro el suelo y vio la flor – maldito bastardo – gruño. M e llevo a uno de los sillones y después se dirigió a la caja. Se puso guantes y unas bolsas donde
las guardo y sello.

M e mire en el espejo que colgaba en la pared, tenía los ojos carentes de vida, las pupilas dilatadas resaltaban en mi rostro fantasmal.

- M e encontró, me encontró… - esas palabras salían de mi boca, mientras me mecía de un lado a otro. – me encontró…
- Escúchame Sky, y escúchame bien. – Storm me dejo con tono firme, mientras tenía mi rostro entre sus manos – el no llegara a ti, porque antes lo mato.
¿Entiendes?

Solo pude asentí con la cabeza, tomé sus muñecas y las apreté. Estaba aterrorizada.

- El me encontró… - un sollozo salió de mi boca, y apreté mis labios tratando de impedir que más salieran – Oh, Dios mío…
- La policía está por llegar – tomo la bolsa que contenía la tarjeta y leyó – “Sientes que te observo, estoy muy cerca… tan cerca y no me has notado. Haz sido
una chica mala, jugando con otro, dejando que te toque. ¿Me sientes ahora? Sientes mi amor, mi odio”.

M i pecho se apretó y el pánico me agarrotaba el cuerpo. Tuve ganas de gritar y gritar. Solo deje que mi hermano nos consolara a ambos.

Unos minutos más tarde mi casa estaba llena de agentes. Tomaron las pruebas y las etiquetaron, luego empezó el interrogatorio.

Después de lo que me parecieron horas, todo había acabado. Dejaron un par de policías vigilando la casa, dudaba que al “Aprendiz” lo fuera a detener si se desidia a
llegar a mí.

Paso una semana y nada más paso. Así que continúe con la rutina de mi vida. Eso sí, sin bajar la guardia.

Estaba tomando una siesta, cuando llegaron mis amigas. Bella y M ac. Y con ella se me subió el ánimo con su charla animada. Después de revisar, alucinar y probarse
las tenidas de mi nuevo guardarropa que me enviaron mis amigos Jonathan, Terry y JJ de la boutique B.O.R.N., nos sentamos a charlar y a ponernos al día sobre
nuestras vidas.

- Bien Bella… ¿Te estás viendo con alguien? – ya nos había dicho que había conocido a alguien, pero no sabíamos si seguían juntos.
- Tal vez si, tal vez no – le dimos una mirada dura y ella sonrió - Sí.
- ¡Cuéntanos!, ¿Cómo es? – quiso saber M ac - ¿Cómo es en la cama?
- ¡M ac!... él no es... – tartamudeo avergonzada Bella.
- ¿Solo un rollo de una noche? – continúo molestándola M ac.
- No, claro que no. Él es un sueño – M ac me miro y lanzamos una carcajada. Bella siempre ha sido una romántica.
- ¿Te estás acostando con él? – la pique.
- ¡Hey!
- Es una pregunta justa. Tienes que saber cómo funciona en la cama, porque el sexo es una gran porción de una relación. – le replique
- No es asunto tuyo. – refunfuña.
- ¡Claro que sí!, yo te he contado sobre todas mis aventuras. – le reprendió M ac.
- Pues eso es cosa tuya, Esto es algo privado. - ya se iban a pelear esas dos.
- ¿Te has acostado con él, sí o no?
- Está bien. Sí, un par de veces. – M ac pego un chillido de emoción.
- ¡Vaya! De modo que la cosa va en serio. – yo trate de que nos contara más.
- ¡Si, es tan encantador!
- ¿Quién es?, ¿Cómo se llama?
- ¡No pienso decírtelo!
- ¡Pero buenoooo! – reclamo M ac.
- O.K. Se llama Hunter Jones, es dueño de varias empresas, es alto, fuerte y muy…
- ¡¡¡Sexy!!! – gritamos M ac y yo.
- Vaya par de locas tengo por amigas – refunfuña sonriente - Ni se les ocurra decírselo a mi familia, no quiero que sepan que hay un hombre en mi vida.
- Lo prometemos – los padres de Bella, eran sobreprotectores, y la mantenían bajo una lupa constantemente.
- ¿Cómo lo consiste? – le pregunte.
- Bueno, fue gracioso. Llevaba prisa ye iba corriendo por la calle para tomar un taxi y chocamos y me caí, quedando con el trasero en la acera. El muy
caballero me pidió mil disculpas y me llevo en su auto hasta donde iba. M e pidió mi número de teléfono y al otro día me llamo y me invito a comer y el resto ya se
lo pueden imaginar… mejor no, par de pervertidas. – nos pusimos a reír y con su alegría se me fue la preocupación por un momento.
- Tienes que presentárnoslo, quiero conocer al hombre que te hace feliz – anime a mi amiga.
- Creo que este fin de semana deberíamos salir a bailar y tomar unas copas, allí puedes presentárnoslo, ¿Qué opinas? – pregunto feliz M ac.
- Podríamos ir al concierto de “Estrella Fugaz”, están en su última presentación de su gira mundial, será en Nueva York en el Central Park y Alenka me ha
invitado y enviado pases VIP.
- Oh, eso es fantástico. Es genial que sean amigas. – grita Bella, está emocionada, es fanática del grupo.
- Está decidido. Iremos en tropa – decide M ac.
- Creo que sería perfecto, además debo distraerme…

No quería comentarles lo de hoy, ya que se asustarían. Habíamos pasado una tarde muy alegre, la policía de seguro les pondría un par de sus agentes para que las
cuidaran. Pero Bella saco el asunto a la luz.

- ¿Cómo crees que va la investigación? – pregunto preocupada.


- La policía no ha encontrado gran cosa. No tienen nada nuevo. Ningún sospechoso, nada. – les informe.
- Hasta que ataque otra vez. – susurro M ac.
- Según las noticias hay una mujer desaparecida desde ayer. Cumple con el perfil de la edad y el cuerpo. - nos informó Bella.
- Él está aquí – les dije de pronto.
- ¡Que! – exclamaron mis amigas y se tomaron de las manos.
- El me encontró.
- ¿Cómo pudo ser?, ¿Qué hizo?
- No se cómo me encontró. Aunque ahora con el internet es fácil.
- Si y desde tu llegada al país se han publicado varias fotos tuyas en eventos.
- M e envió una orquídea con un lazo negro atado en su tallo.
- Dios mío – exclamo Bella, llevándose la mano al cuello.
- Oh, Sky – me consoló M ac y me dio un abrazo.
- ¿Y no ha hecho nada más?
- He recibido llamadas, no dice nada, solo escucho la fuerte respiración de alguien, luego corta.
- Dios, esto es de locos – dijo M ac, Bella le dio una mirada extraña que no pude descifrar.

Se fueron ya de noche, en cuanto llego Eric.

Tenía los nervios a flor de piel, el acoso pasivo del “Aprendiz” me estaba enloqueciendo, quizás ese era el objetivo, pero sabía que no se mantendría así por mucho
tiempo. Odiaba tener la razón en una situación como esta, pero mis temores se hicieron realidad un par de horas más tarde. Y así todo empezó ir cuesta abajo.

Estaba en un sueño profundo cuando el sonido de mi móvil me despertó. El número en el identificador de llamadas me decía que era de la casa de M ac.

- Oye que estaba durmiendo, será mejor que sea algo bueno – le advertí con voz somnolienta.
- Hola pequeña… - me contesto una voz distorsionada. La sangre se me helo. M e senté de golpe en la cama. Eric se despertó y yo le gesticule que llamara a
Storm.
- ¿Quién habla? – pregunte tratando de ganar tiempo. M ientras tanto me trataba de vestir al mismo tiempo. Como no podía hacerlo, puse en altavoz el móvil
y comencé a vestirme frenética.
- Ya sabes quién soy. Espero te hayan gustado mis regalos – continuo. Eric ya estaba listo, esperándome.
- No me gustan las orquídeas – le aclare, mientras me paseaba de un lado a otro, Eric solo escuchaba atento.
- Pues deberían gustarte, ellas te representan, son únicas delicadas y hermosas.
- No me siento alagada.
- Ya lo harás, al contrario de tus amigas, ellas son tan simples y vulgares. Y como tales les he dejado un regalo en sus casas – su risa retumbo en mis oídos –
vamos, corre, corre querida Sky, sé que iras a protegerlas.
- Eso es lo que haría cualquiera – replique enojada. ¿Qué habría hecho para las chicas? Tenía que prevenirlas.
- No. Es tu naturaleza, te gusta proteger, ya lo hacías de pequeña, y lo sigues haciendo ahora. Corre. – y colgó, solo quedo el pitido del móvil. Lo apagué y
corrí, pero ya no estaba sola tenia a Eric a mi lado.

Iba a ir en mi moto, pero Eric me arrastro a su coche, le agradecería más tarde ya que no estaba en condiciones de manejar. De camino a casa de M ac, la llame a
su móvil, ella estaba en la casa de un “amigo” y agradecí a los dioses por ello, ya que ella vivía sola en un apartamento de lujo. M e dijo que Bella estaba bien, y de
seguro era así ya que ella vivía en la casa de sus padres. Storm, estaba también de camino.

El camino me pareció demasiado largo, pero al llegar nos dimos cuenta que la policía también esperaba afuera del edificio.
El piso de M ac, era el ático. Storm ya había pedido a los guardias los videos de vigilancia. En cuanto llegamos subimos, junto con la policía.

En cuanto M ac abrió la puerta supimos que él había entrado. Los floreros estaban hechos añicos, con las flores destrozadas esparcidas por el suelo.

La policía entro primero, hicieron una barrida por todo el apartamento, revisando cada habitación. Luego Storm nos llamó desde el dormitorio de M ac, su ropa
estaba esparcida por toda la habitación, su cama desecha estaba cubierta de su ropa interior.

- M i cama estaba hecha al irme esta mañana – dijo en un susurro M ac. La abrase para darle mi apoyo.

Cuando los policías levantaron un par de bragas manchadas y pegajosas, las guardaron en bolsas, por sus miradas de asco me di cuenta de que el muy maldito se
había masturbado con ellas. Tenían ADN como evidencia, nuevamente, pero no creo que tuvieran un sospechoso con el cual compararlo.

Luego de que la policía termino allí, fuimos a casa de Bella, ella nos espera fuera al llegar.

Alguien había entrado a la mansión de sus padres y había roto todos los espejos del lugar. Estos eran el orgullo de su familia ya que la mayoría costaba una pequeña
fortuna, ahora los trozos estaban esparcidos por el suelo convertidos en basura.

Había recibido la advertencia. Él podía llegar a mis seres queridos cuando quisiera.

El mensaje había llegado alto y claro.

- Señor, hemos encontrado esto – baje mis ojos al sobre marrón que sostenía, en él estaba escrito mi nombre.
- Veamos lo que contiene – dijo el agente del FBI, derramo su contenido sobre la superficie de la mesa, de su interior cayeron más de diez brillantes
fotografías. Nuestras miradas se posaron en las figuras retratadas. Éramos Bella, M ac y yo. Todas habían sido tomadas en diferentes lugares, en momentos de
descuido, en momentos íntimos, o momentos con nuestras familias.

La amenaza era explicita: Estoy cerca, no importa que hagas, allí estoy… observando...

“Esto recién comienza. No voy a parar hasta tenerte nuevamente a mi lado. Pero primero te causare dolor, te arrebataré todo lo que amas, te quedarás sola y te
quebrarás… luego serás mía”.

El FBI tomo toda la evidencia y nos pusieron escoltas. La investigación seguía sin avanzar, no tenían un nombre ni un rostro para el culpable.
Después de los incidentes, habían pasado ya un par de semanas. Sky seguía con sus guardianes. Lo cual la ponían más irritable cada día. Pero sobre todo nos
molestaba el hecho de que no había novedades en la investigación.

Pero tratábamos de seguir con nuestras vidas.

Esta tarde le presentaría mi familia.

Era un gran paso en nuestra relación, que poco a poco se fortalecía. Solo esperaba que al terminar el día quisiera seguir a mi lado o que no huyera despavorida
después de un par de minutos de conocerlos.

Gracias a dios, el tiempo permitió organizar la primera barbacoa familiar de la temporada. M is padres venían desde Texas, les había dicho que conocerían a la mujer
de mi vida.

M i madre, en su mente, creo que ya planeaba mi boda. Y ante ese pensamiento en mi cara tenía una sonrisa boba.
Al ver la mansión, sentí una rara sensación de dejabu. Un escalofrió me recorrió la espalda.

- Vamos, no será tan malo — me animo Eric, y dándome un apretón en nuestras manos entrelazadas avanzamos. El mayordomo nos abrió la puerta nos
adentramos a un vestíbulo de mármol.

Frente a nosotros había una magnífica escalinata de fierro y madera que empezaba del centro de la entrada y se ramificaba en un rellano a derecha e izquierda, hasta
un corredor que daba a un gran salón.

La gran casa estaba en silencio. Sus padres al parecer aun no llegaban. Habíamos llegado antes de tiempo ya que Eric estaba ansioso.

M ientras esperábamos a los demás, Eric me enseño el resto de la mansión, al final llegamos a la biblioteca, que era una gran sala forrada de estantes de roble donde
había dos mesillas de lectura, ambas con un par de butacas de cuero ubicadas a los costados de la chimenea.

Recorrí la habitación y me puse a mirar las fotografías colgadas. Cuando mis ojos dieron con una donde un par de niños salían dándose un beso en la mejilla, sentí
mis piernas flaquear. La tome y me senté a contemplarla.

- ¿A que era guapo? – me pregunto Eric con humor.


- ¿Por qué…?
- ¿Qué pasa?, ¿Sky?...
- ¿Por qué tienes una foto mía?
- ¿Tuya? – contesta Eric con una mirada confusa.
- Soy yo…. – le indique con mi dedo a la niña que besaba la mejilla del niño. Eric abrió y cerró la boca, pero no dijo nada.
- ¿Eres tú? – logra articular por fin, su asombro era obvio.
- Tengo esta misma fotografía colgada en casa. – le explique.
- ¡Abuela!... ¡Abuela!, ella nos lo explicara – me toma de la mano, salimos y nos dirigimos al salón.
- A que vienen esos gritos, jovencito – le regaña su abuela.
- ¿Quién es ella? – le pregunto mostrándole la fotografía.
- Tus modales jovencitos, preséntame a la joven.
- Disculpa abuela, te presento a Sky Bue, mi novia.
- Tu novia… vaya, vaya. Las vueltas de la vida. Un gusto querida. – ella extendió su mano, me tomo la cara y me dio un suave beso en la mejilla.
- Bien, bien. Ahora que las presentaciones fueron hechas, vuelvo a preguntar ¿Quién es ella?
- ¿Qué pregunta es esa?, son Sky y tú cuando eran pequeños. – nos miró como si fuéramos locos.
- Pero no puede ser. Nos conocemos hace un par de meses.
- ¡Pero que tonterías dices! Si Sky pasó años viniendo a jugar contigo. ¿No te acuerdas de ella?
- No… pero como…
- Con su abuela somos viejas amigas, y la traía siempre cuando eran pequeños. Bueno luego pasó por esa terrible experiencia y ya no volvió más. Bueno, tú
tampoco estabas ya que tus padres se fueron a vivir a Texas.
- Soy yo… - susurre, y flashes de recuerdos de mi infancia pasaron por mi mente. Se sentían como recuerdos de otra persona. En ellos me veía tan feliz.
- Aquí tiene más, así ambos recordaran – nos entregó un par de álbumes de fotos. – si me disculpan, iré a recibir a los demás. Tómense su tiempo. – me
acaricio la mejilla y me sonrió dulcemente – es bueno tenerte de vuelta Sky.

M e derrumbe en el suelo, y Eric se sentó a mi lado y juntos empezamos a recordar.

Luego de una media hora más o menos, salimos al patio trasero, allí ya se ha reunido bastante gente. Deben ser unas diez a quince personas.

Sus padres me saludan eufóricos, al enterarse de quien era. Nos cuentan anécdotas de cuando éramos pequeños. Poco a poco me empiezo a sentir relajada. Su familia
es muy simpática. Además de sus tías y primos.

- Eric, muchacho, acércate a ayudarle a tu hermano a cocinar la carne.

En el asador se cocían muy lentamente carne de ternera, brisket, costillas de cerdo, salchicha de cerdo, costillas de res y pavo.
Sus dos hermanas me bombardearon a preguntas mientras preparaban ensalada de col, papas en puré, cebollas, pepinillos encurtidos, frijoles y pan. Yo ayude a
llevarlos a la mesa. M ire a Eric, el me guiño un ojo y me lanzo un beso, juro que me puse colorada, su hermano se reía a carcajadas con el mientras le palmeaba la
espalda.

Pasamos una tarde relajada y feliz. Nunca había visto tanta carne y comida junta. Era lindo ver sus tradiciones de familia. Fue sencillo conocer a su familia. Aunque
vi que ya se imaginaban a Eric y a mí de pareja. Creo que hasta salió la palabra nieto en una de tantas conversaciones, y yo termine atragantándome y ellos riéndose a
carcajadas por mi reacción.
Esta noche salimos al club, Sky necesitaba desconectarse de las preocupaciones. Éramos un grupo grande, Caleb y su “amiga” de turno, M ac y un amigo bailarín.
Bella y su novio Hunter.

Hunter Jones tenía más de treinta años, era el mayor del grupo. A Sky no le agrado, me comento que había algo en el que le causaba escalofríos. Además, a mí me
estaba cabreando, ya que no perdía la oportunidad para tocarla, apoyaba su mano en su espalda, un roce por aquí otro toque por allá. No, definitivamente estaba
buscando un puñetazo. Al parecer se percató de mis miradas furibundas, ya que tomo a Bella por la cintura y no se volvió a separar de su lado. Bien por él.

La miro mientras baila bajo el sonido de los acordes de “Fatal” de The RZA. Se sumerge en el ritmo, mueve su cuerpo al compás de la música. Se ve extraordinaria,
bajo el juego de las luces.

Pero estaba siempre alerta, me mantuve constantemente viendo a nuestro alrededor y quizás por ello no me percate de los que estaban cerca de nosotros.

Pero lo que coronó la noche fue que Sky se enfermó.

- Eric no me siento bien – me advirtió.


- ¿Qué tienes? – le pregunte preocupado, no podía estar borracha, ya que no tomaba alcohol, solo bebidas y jugos.
- Estoy mareada – sacudió su cabeza, como luchando para despejarla. – no me encuentro bien. – sus ojos luchaban por mantenerse abiertos, pero tenía la
mirada nublada y perdida. La tome en brazos y camine a la salida. Algo iba mal.
- Ya, vamos a urgencias, no te vez bien – llame a Caleb y le explique, el reunió a todo el grupo y nos siguieron.
- ¿Alguien me ha drogado?, ¿verdad? – preguntó con la lengua pesada. Demonios, estaba mal.
- No te duermas. O.K. – M ac la mantenía abrazada, y la sacudía suavemente cada vez que cerraba los parpados.
- Tengo miedo – susurra. – fue él, ha estado cerca y me ha drogado… no lo dejes… que no me lleve… no otra… vez…
- Nadie te alejara de mí, cariño – antes muerto, maldito desgraciado. Había estado frente a nosotros y nunca supimos de su presencia.
- Eric, date prisa está perdiendo la conciencia. – me informa M ac frenética.
- Ya casi estamos – derrapo al estacionar fuera del hospital. La tomo en brazos y subimos corriendo.
- Necesitamos a un doctor – grito. Un par de enfermeras llegan y les explico mientras nos llevan a una sala. El doctor nos atiende de inmediato. M ac se queda
afuera llenando los papeles.
- ¿Qué le ha pasado? – pregunta el médico.
- La han drogado, no sé con qué. Le han puesto algo en su bebida.
- No me dejes sola – me implora, estaba asustada.
- Jamás, amor. No me separaré de tu lado. – le aseguro.
- Tiene las pupilas dilatadas, y fiebre alta. Haremos un test para saber que droga tiene en su sistema, le está costando respirar, le dieron algo potente.- Le
abren la boca, ella solo da un gemido entrecortado. Le ponen una tira en la lengua y esta se empapa con su saliva, luego la enfermera le introduce un aparato,
después de unos segundos que me parecieron horas, el aparato empieza a mostrar colores.
- Tiene una sobredosis de escopolamina – dijo el doctor. – hay que aplicarle el antídoto y bajarle la fiebre - las enfermeras son eficientes y empiezan a
trabajar en ella.

La inyectaron, un momento después comenzó a convulsionar.

- ¿Qué le pasa doctor? – pregunté asustado ante los espasmos del cuerpo de Sky.
- Debe salir y dejarnos trabajar. Ya le avisaremos cuando se estabilice.

Tuve que salir y dejar sola a Sky. Los demás me recibieron en la sala de espera.

- Le dieron una sobredosis de escopolamina – les informo – su cuerpo colapso después que le aplicaron el antídoto. – me deje caer en una silla abatido.
- Ella es fuerte, se recuperará. – me anima M ac.- No la doblegaron antes, no lo hará ahora. Ella es terca, le gano a la muerte muchas veces, ¿lo sabias?
- ¿Cómo es eso? – no entendía y quería saber.
- Ese loco la torturaba o le inyectaba drogas, y hacia colapsar su corazón, luego la resucitaba con un desfibrilador. No sé cuántas veces se lo hizo, pero ella
aguantó… y lo hará de nuevo.
- ¡M aldito enfermo! – me lamento furioso.
Al cabo de una hora, y por fin salió el médico a informarnos.

- Su cuerpo se está estabilizando. Está combatiendo la droga, estará vomitando de vez en cuando. Está fuera de peligro - nos comunica el medico con una
sonrisa - el antídoto ha hecho efecto, tendremos que inyectarla un par de veces más para que su cuerpo se recupere y salga de la inconciencia, por ahora la estamos
hidratando y se mantiene en observación en cuidados intensivos, ahora solo hay que esperar. Un poco más y la dosis hubiera sido fatal.

Storm lanzó un largo suspiro. Todos lo hicimos.

- ¿Puedo entrar a verla? – pregunta ansioso su hermano.


- De nada le servirá, por ahora ella esta inconsciente, y es mejor así ya que estará sufriendo alucinaciones. M añana la trasladaremos a una habitación
particular. Pueden volver por la mañana para verla, ahora lo más conveniente para todos es que se vayan a casa y descansen, para ella será una noche muy larga.
- Yo me quedo, no la dejaré sola – les aviso a todos. Los demás se fueron.

El cirujano da el consentimiento, y se aleja para atender a más pacientes.

Storm fue al club a conseguir los videos de vigilancia, el culpable debía aparecer en alguno. Prometí llamarles si se producía algún cambio.

Sky estaba inconsciente, murmuraba y gemía de vez en cuando. Estaba pálida como un fantasma.
El médico me dio el alta tres días más tarde, estaba al borde del precipicio, física y mentalmente, solo quería golpear al maldito bastardo. Por qué sabía quién había
sido, el Aprendiz. Estábamos en pleno juego.

Quería salir a las calles y buscarlo y luego sacar la mierda loca dentro de él. Dios, la ira carcomía mis entrañas. Estaba tan furiosa.

Así me encontró Eric, vistiéndome a tirones, hecha un puñado de nervios a punto de estallar.

- ¿Qué haces? – me dijo confundido mientras tomaba mis manos y me ponía con suavidad el resto de mis ropas.
- M e voy de aquí – le espete en un gruñido.
- Sola - reprochó.
- Sí. ¿Algún problema? – le dije entrecerrando los ojos.
- Sí. Tenemos un problema.
- ¿No me digas? – Dije con voz suave.- me iré ahora. Sola. – le grite mientras alcanzaba mi cartera.

M e tiro con brusquedad contra su duro pecho, y me sostuvo entre sus brazos.

- ¡M aldita sea Sky!, no me vengas con eso ahora. Eso es lo que él quiere, que te apartes de todos, que te aísles. No caigas en su maldito juego enfermizo. No lo
permitiré – me soltó, y se pasó las manos por su pelo. Estaba frustrado- ¡M ierda!, no te perderé, ¡Eres mía! – su voz no admitía discusión.

Si otro me hubiera hablado de esa forma, seguramente estaría tragándose sus bolas, pero era él y su actitud toda macho alfa: “yo tuyo, tu mía”, me hizo sonreír. Su
actitud posesiva, calentó un poco mi corazón que se había congelado los últimos días. M e recordó que ya no estaba sola, que él estaría a mi lado. Y estaba empezando a
creerlo. Sin darme cuenta solté una carcajada.

- De que te ríes, mujer loca – sus manos volaron a mi cabeza y se enredaron en mi cabello.
- Estoy comprendiendo ahora – le dije con una sonrisa, y lo besé suavemente, solo un roce, una caricia, un consuelo y aceptación.
- ¿Lo haces? – pregunto perplejo.
- Si, lo hago. – su boca voló a la mía, y saqueó mi boca llenándome de su dulce sabor, me entrego todo su amor en él. Cuanto poder en un beso. Había hecho
volar toda la ira y el enojo de hace unos minutos me consumían.
- Tú eres mi mundo. Eres perfecta – dice juntando nuestras frentes.
- M e asustas, ¿sabes? – el me mira confuso – me vez perfecta, y estoy a kilómetros de serlo. M e asusta que un día abras los ojos y veas las sombras que me
envuelve. Entonces me dejaras. Sola otra vez.
- Eso jamás pasara – me pone un dedo en los labios para callar mis replicas – ¿sabes que a veces te miro mientras duermes?
- ¿Por qué? – pregunto confusa.
- Porque a veces me parece un sueño. El haberte encontrado y tenerte entre mis brazos, es demasiado maravilloso y a veces creo que despertare y estaré solo
en mi cama.
- M e lo pones difícil, ¿sabes?
- El que….
- No enamorarme de ti… no quererte… no extrañarte…
- Si es así… mi trabajo está bien hecho.

M e ofrece su mano, la tomo, me da un suave apretón y tira de mí.

- Vamos - me alienta.
- ¿A dónde? – pregunto curiosa.
- A casa, cariño – me dice con una sonrisa y un rápido beso.
- A casa – susurro, las palabras se sentían tan bien.

Después salimos y caminamos bajo el sol, tomados de la mano. Esto, juntos, se sentía bien, muy bien.

Un par de noches más tarde, estábamos en mi casa, habíamos hecho el amor como cada noche y las secuelas del ataque ya no se notaban. Estar con Eric era distinto,
se sentía distinto, lo cual a veces me aterraba, pero también me llenaba de felicidad.

- Tengo hambre, iré por algo de comer, no te duermas, ya vuelvo y jugaremos otra vez… - le dije mientras me ponía una bata.
- Lo que tú quieras cariño… - le puse los ojos en blanco, el soltó una carcajada, se veía feliz. Era increíble como el amor de este hombre me había cambiado la
vida.

M e amarre la bata y salí de la habitación. Camine rápido, el recorrido hasta la cocina no era largo, pero debía bajar las escaleras y las luces empezaron a parpadear,
esto me inquieto, era la primera vez que sucedía algo así.

De pronto las luces se apagaron, el miedo me recorrió el cuerpo, toque la pared, trate de tranquilizarme y empecé a caminar a tientas. M is pies desnudos se movían
vacilantes pero silenciosos sobre la gruesa alfombra mientras recorría el pasillo, llegue al pie de las escaleras y comencé a bajarlas en silencio, la oscuridad envolvía todo.

M i respiración fuerte y agitada era lo único que podía oír sobre el fuerte latir de mi corazón.

- Por fin has llegado a mí. - susurraron.


Gire en redondo y mire a través de la oscuridad, estaba a mitad de las escaleras. Conocía muy bien esa voz; la había escuchado por dos años en medio de la
penumbra. Con el corazón a punto de explotar y un grito atorado en la garganta, espere hasta que las sombras se movieron.

- Ahora sabes quién soy, ¿verdad, florecilla? – pues claro que lo sabía, y podía darle un rostro. Hunter Jones.
- Pues no he perdido el sueño con tu recuerdo - mentí y trate de sonreír - ¿Porque no sales de la oscuridad y te enfrentas a mí como un verdadero hombre? - di
un respingo de dolor cuando me asió del pelo y tiro de él, alce la vista y sentí su aliento en mi mejilla. - ¿Qué piensas hacer en una casa llena de gente?
- Oh. Puedo hacer muchas cosas - me contesto con una sonrisa satisfecha -. No trates de hacer ninguna locura. El primero que llegue aquí le vuelo la cabeza de
un tiro, ¿no quieres eso verdad? – moví mi cabeza en negación, me di cuenta que empuñaba un arma y la tenía en mi espalda - Quizá eres inteligente, después de
todo.
- No le hagas daño a nadie, esto es entre tú y yo.
- Siempre tan preocupada de los demás. Por eso te elegí, sufrías y aguantabas con tal de que las demás vivieran – paso el cañón del arma bajo mis pechos - Y
haré lo que me dé la gana.
- Haz utilizado a Bella - tenía que mantenerlo ocupado hasta que tuviera un lapsus y pudiera alejarlo de mí, debía pensar con la cabeza fría. No tenía miedo,
estaba irritada - ¿Qué piensas hacer?, mucha gente te ha visto, no saldrás de esta.
- Puede ser, pero primero acabare mi trabajo, tú eres mi único fracasó, y le pondré solución esta noche.
- No lo lograras…
- ¿Eso crees? – me estampo de un golpe contra la pared, forcejee pero me paralice al oír el clic del arma - voy a probarte de nuevo después de tantos años.
- Bella, ¿Qué le has hecho?
- Nada, solo está profundamente dormida… con la ayuda de unas cuantas pastillas. Lo hago cada vez que he salido de cacería. Esa pequeña tonta me ha
servido de coartada – soltó una risita divertido, se acercó mas a mí y sentí su excitación, su olor me envolvió y sentí nauseas – se fingir muy bien, ¿verdad?
- ¿Qué vas hacer ahora?
- Jugar…
- Bella te ama – le reproche.
- ¿Amar?, esa loca no conoce ese sentimiento - soltó una carcajada, esta hizo eco en los pasillos, di un respingo, alguien debió escucharlo y vendría directo a su
muerte, él se dio cuenta ya que se puso tenso - M e importa un bledo quien baje, solo sé que morirá. En cuanto a tu amiga, su cariño no me sirve para nada. Para mí,
ya ha cumplido su propósito.
- La has utilizado – gimotee, el ángulo en que tenía forzado mi cabeza me hacía saltar las lágrimas.
- Por supuesto. Tú eres un error que voy a corregir.
Necesitaba ganar tiempo. Las luces de emergencia se encenderían de un momento a otro. Unos segundos después escuche la voz de Eric llamándome y las luces se
encendieron todas de golpe. Escuchamos las puerta abriéndose, y luego susurros.

- M aldita seas, ya volveré por ti – me dio un golpe en la nuca, luego sentí una explosión de dolor y las voces llamándome a gritos, luego la oscuridad me trago.

…Estaba en las sombras muriéndome, estaba tumbada rodeada de sangre, mirando el pequeño rayo de luz que entraba por una rendija. De pronto unas manos
despiadadas me agarraron y el dolor me envolvió…

La luz, tenía que llegar a la luz, solo si llegaba a ella estaría a salvo…
Estaba dormitando, cuando oí un grito. M e levante de un salto, agarre una bata anudándomela rápidamente a la cintura y salí corriendo a buscarla. M e encamine a las
escaleras. Esperaba encontrarla en la cocina, pero igual la llame a gritos, los demás invitados de esa noche se despertaron a causa de ellos, al demonio con su sueño.

- ¿Ocurre algo? - preguntó preocupada M ac. No me moleste en contestar, solo seguí corriendo. Cuando llegue a las escaleras la vi. Estaba al final de las
escaleras, tirada en el suelo, la cara pálida en contraste con la mancha de sangre corriendo por su rostro.

La puerta principal se cerró de golpe, alguien acababa de salir de la casa. M ire alrededor buscando la persona que faltaba.

- ¿Dónde está Hunter?- le pregunte a Bella, sé que mi voz sonó brusca, pero al diablo con las sutilezas. ¡Donde esta! – le gruñí.

- No estaba en la cama cuando me he despertado – murmuro nerviosa.

- Que alguien lo busque, alguien acaba de salir por la puerta principal – les ordene a los demás. Caleb salió en su búsqueda.

- Que no vaya solo – le dije a Storm, la comprensión brilló en su mirada, y con un gesto y sin palabras corrió sin vacilar tras Caleb.

Estaba de rodillas junto al cuerpo inconsciente de Sky, el pánico me asfixiaba, con suavidad presione dos dedos contra su cuello, solté el aliento de golpe cuando
sentí su pulso fuerte y regular bajo mis dedos, la acomode suavemente y la sostuve entre mis brazos, mientras buscaba alguna otra herido.

Rebeca gemía bajito, y M ac permanecía de pie, con la cara llena de horror, mientras contemplaba el cuerpo inmóvil de su amiga.

Storm llego con la cara llena de furia, mientras hablaba por su móvil y Caleb detrás con los puños apretados y los ojos llenos de cólera.

- Se ha ido, solo alcanzamos a ver sus luces traseras. – gruño Caleb.


- El no… - trato de hablar Bella.
- Se ha escapado, su auto no está – Gruño Storm, mientras tocaba suavemente el rostro de su hermana.
- Sky, vamos despierta calabacita - susurró Storm con la voz quebrada.
- Acabo de llamar a emergencias, ya viene una ambulancia. – nos informó M ac.
- No entiendo, ¿qué ha pasado aquí?- gimió Rebeca tratando de comprender lo sucedido.
- Alguien ataco a Sky, todo indica que ha sido Hunter – gruño Storm - ¿Por qué?, no podría decirlo.

M ira a su hermana, su herida en la nuca seguía sangrando, ya que la mancha de color rojo oscuro se extendía por la manga de mi bata empapándola.

- Aquí, pónsela bajo la nuca – me dijo Rebeca, pasándome un paño limpio que puse con cuidado para presionar la herida bajo su cabeza.

Las sirenas rompieron el silencio de la noche, Storm y Caleb fueron a su encuentro.

- M uy bien, ahora nos haremos cargo nosotros – dio uno de los sanitarios, y procedieron a revisarla. Luego de un par de minutos hablaron nuevamente – la
llevaremos al hospital para un mayor reconocimiento y talvez le den un par de puntos en el corte en su nuca. Seguramente la dejaran en observación durante el
resto de la noche, el resto lo decidirá el doctor.

- Yo iré con ella. - le informe a Storm.

- Bien, yo me quedare la policía ya viene de camino y esperaré a mis colegas para que comiencen la investigación, después los alcanzaré.

Cuando la ambulancia iba de camino al hospital Sky despertó de golpe, de pronto totalmente consciente, y con ojos dilatados por la alarma mientras miraba a su
alrededor, trató de sentarse y los paramédicos le pusieron una mano sobre sus hombros y la obligaron a mantenerse quieta, con ojos alarmados me miró.

- No te muevas. Tendremos que esperar las instrucciones del médico para moverte. – le informe para calmarla. Sentí un alivio que me quito un gran peso al
verla despierta nuevamente.

Una eternidad después, en realidad un par de horas más tarde y Sky estaba en una cama de una habitación privada, le habían hecho un par de punto, pero la dejaron
para tenerla en observación debido a una leve conmoción, y la despertarían cada hora para chequearla.

Cuando al fin pude pasar a verla, le tome el rostro entre mis manos y la bese con suavidad, se veía tan pálida y frágil allí tendida en una cama, todavía con restos de
sangre pegoteados a su pelo. Pero para mí era la visión más hermosa, que había visto de ella. Estaba viva, y a dios ponía como testigo que así se mantendría, aunque ese
bastardo estuvo a punto de arrebatármela.

- ¿Cómo estás? – le pregunto, atento cada gesto y reacción.


- ¡Bien! – dice rápidamente, una gran sonrisa falsa en su rostro – De verdad estoy bien.
- No lo estas – quiso decir algo pero la interrumpo – sé que es parte de tus defensas, puedes fingir con los demás, pero no lo hagas conmigo. No lo necesitas.
- Lo siento – dice dando un gran suspiro entrecortado, sus ojos se llenan de lágrimas, pero veo que lucha por no derramarlas. M i bella chica. Tan fuerte, pero a
la vez tan frágil. M e acerco y le doy un beso en la frente.
- ¿Qué ha pasado esta noche? – tenia mis sospechas, pero hasta que ella no explicara lo sucedido solo serían eso. Sospechas.

Eric, está pendiente de mí, espera que le explique algo de lo sucedido en las últimas horas, pero es todo tan irreal, incluso para mí. No quería repetir lo mismo una y
otra vez, así que pasaron los detectives a cargo del caso. M i hermano estaba también, tomándome la mano y dándome su apoyo.

- Hunter, él me ataco en las escalera. M e estaba esperando. Cuando salí del cuarto, me dirigía a la cocina por algo de comer, cuando a mitad del pasillo se
apagaron las luces, supe que algo iba mal cuando las luces de emergencia no se encendieron.

La policía estaba tomando mi declaración, toda mi familia y Eric escuchaban en silencio.

- Le tengo fobia a la oscuridad, y como pude me acerque a la pared, iba a llamar a gritos a Eric. Cuando una mano me envolvió el cuello y me taparon la boca.
Luego mi atacante habló y pude reconocer la voz de Hunter, también reconocí su olor, de cuando me secuestraron de pequeña, era él. Hunter es el aprendiz del
“Jardinero”. Trate de distraerlo hablando con él, pero escuchamos voces y me golpeó, después no sé qué ocurrió y me desperté en la ambulancia.
- Hemos comparado las huellas y el ADN que teníamos del caso de su secuestro - me informa el detective – y las muestras coinciden. Él fue uno de tus
secuestradores de niña. Ahora no se encuentra en ningún sitio que frecuentaba, hemos dado una orden de búsqueda y captura, esperemos que de algún paso en
falso y podamos capturarlo.
- Lo dudo mucho, es un experto en esquivar a la policía, lo ha hecho por más de una decena de años y podrá seguir haciéndolo en el futuro.
- Pero sabemos algo – nos dio una mirada a todos luego clavo sus otros serios en mi - no logró su objetivo, y téngalo por seguro que no esperara otros doce
años para atraparla. Así que contara con escolta policial, por 24/7 hasta que este fuera de peligro. Y pondremos una patrulla para vigilar su casa.
- Ella se vendrá conmigo, - dijo Eric, le di una mirada furiosa, no soportaba que nadie me diera ordenes, y el parecía tenerlo como estilo de vida – no me mires
así, cariño. Tengo guardaespaldas, y el mejor sistema de seguridad que el dinero puede comprar.
- ¿M ac y Bella? – pregunté, preocupada por su seguridad. Sobre todo por Bella.
- Ellas también tendrán custodia policial.
- Bien – dije más relajada. – Caleb, busca a Bob y muéstrale una foto de Hunter, él puede decirnos si lo reconoce.
- Claro, ahora lo llamo.
- ¿Quién es Bob? – quiso saber Eric.
- Él… es médico, él inicio la fundación, es como un hermano para mí, le debo la vida – vi los ojos confundidos de Eric - él fue el que me ayudo a escapar, él es
el hijo del “Jardinero”. Su madre y él no sabían nada, cambiaron su identidad, están bajo la protección de testigos.

Los detectives se fueron después de eso, querían saber que datos podía aportarles Bob, Eric seguía despotricando.

- Tú no sabes por todo lo que pasé esos dos años. No podrías entender lo que fue para mí, tener una mano sosteniéndome y ayudándome a salir de esa bodega
y llevarme a la libertad y a la luz.

Eric se sentó a mi lado, y en silencio sostuvo mis manos, sentí alivio al ver que no me interrumpía, él solo me escucharía.
- Después que nos secuestraron, nos mantuvo juntas, lo cual les salvo la vida a las chicas. M ac y Bella lloraban sin parar, yo estaba furiosa y despotricaba
como loca. – tome aliento y continúe – eso fue lo que nos diferenció. Ellas suplicaban y lloraban y yo lo amenazaba y maldecía. Al tercer día, las sacó de la bodega
y se las llevó, les dijo que no les servían y que las abandonaría en algún lugar. – toque mi muñeca izquierda, donde tenía tatuada las palabras “Nunca te rindas” -
M e esposó una mano a la pared, con una cadena que me permitía moverme en un diámetro de unos dos metros, me dejó una botella de agua y unas galletas y
frutas. Pasaron un par de días cuando volvió aparecer. Solo. No supe más de las chicas, el solo me dijo que ya estaban en sus casas pero que yo me quedaría y seria
su obra maestra. Así empezó mi educación y con ello los golpes, el hambre, la desorientación. No sabía cuándo era de día o de noche. M e mantenía con las luces
encendidas por no sé cuánto tiempo y después en la oscuridad. Se dio cuenta que la oscuridad lograba su objetivo, y así me mantuvo el resto de mi estancia.
Cuando estaba demasiado herida, el llevaba otras chicas, las escuchaba llorar y sé que él les hacía cosas atroces… y luego el silencio… - mi voz se quebró y seque
las lágrimas que corrían por mis mejillas.
- Eso era lo más terrorífico, el saber que el silencio significaba que la niña ya no estaba viva. Después apareció con otra persona, nunca le vi el rostro, pero
ellos si me veían a mí. Debieron usar estas mascaras de visión nocturna, ya que se movían sin problemas. Entre los dos empezó otra dinámica, ya no hubieron
golpes ni palizas, pero mi cuerpo sufrió otros vejámenes. M e empezaron a poner drogas en el agua o en la comida, al principio no me di cuenta pero después me di
cuenta que lo que pensaba eran pesadillas sucedía en realidad. Deje de comer y tomar el agua, hasta que mi cuerpo ya no aguanto más. No me querían muerta así
que crearon su forma de alimentarme… - tome un momento para recomponerme y continuar.
- De forma intravenosa, no lo sé, talvez me inyectaron vitaminas y otras cosas que me mantuvieron con vida y me sedaron hasta que mi cuerpo estuvo fuerte
nuevamente. Y así comenzó todo de nuevo, mi mente se revelo, y me jure que me mantendría fuerte, y sobrevivía… no sé cuánto tiempo paso, un día el Jardinero
llegó solo, me habló, y escuché algo en su voz, él estaba furioso y me haría mucho daño o me mataría. Así que me retorcí mi brazo y mi muñeca hasta que se
quebraron los huesos de mi mano y me arranque las esposas. a oscuras busqué la salida, cuando estaba camino, escuche una voz, era distinta, era la voz de un niño.
Él entro, encendió las luces y me vio, corrió hacia mí y me sacó de esa bodega. Afuera la luz del sol me cegó, llevaba tanto tiempo a oscuras, que la luz me hacía
daño. M e caí al suelo y el niño trató de arrastrarme con él, pero no avanzábamos y yo sabía que el “Jardinero” estaba cerca. Recuerdo que le dije que corriera y
pidiera ayuda a su madre o algún policía. M e arrastre como pude, pero luego él llegó y me atrapo. Luche. Lo patee, arañe y mordí. Todo lo que le impidió
arrastrarme de vuelta a la oscuridad. Sabía que si volvía allí me mataría. Cuando escucho las sirenas, sacó una navaja y me apuñalo varias veces, luego corrió. Lo que
pasó después es borroso para mí. Policías, la ambulancia, mi padre…. Todo es un recuerdo difuso. Lo que pasó después lo debes saber…

Eric me sostuvo entre sus brazos en silencio, luego apoyo su frente contra la mía.

- Nunca he sentido tanto miedo en mi vida, - admitió, luego depositó un suave beso contra mis labios y susurro – te amo.

Abrí la boca para contestarle, pero las palabras no salieron, solamente lo besé para demostrarle cuanto significaba para mí.

Él me abrazó con mucho cuidado y me sostuvo en silencio, su ternura rompió mis barreras y rompí a llorar. Después caí a dormir cansada, pero con sus brazos a mi
alrededor.

Cuando me dieron de alta, me di cuenta que la prensa me estaba esperando. La noticia se había filtrado de alguna forma y los periodistas estaban vueltos locos con la
noticia. No había visto las noticias, ni en la t.v. ni en los diarios, Storm y Eric se habían encargado de ello. “Sobrevive nuevamente”, “El “aprendiz” tras sus pasos”, y
así, un sinnúmero de titulares.

Eric me llevo a su casa, él y Storm habían trasladado mis cosas, trate de mantener una rutina normal. Eric instalo un pequeño taller para mí, donde me mantuve
ocupada cuando estaba por estallar a causa del encierro.

Bob había salido de viaje, así que todavía no sabíamos la verdadera identidad de Hunter.

Estaba que me trepaba por las paredes, me sentía atrapada, claustrofóbica, inútil. Estaba acostumbrada a estar siempre activa, trabajando, diseñando o creando. La
actividad me mantenía viva. La inactividad me consumía, y me ponía de mal humor, además que me siguieran a cada paso tampoco ayudaba.

Estaba refunfuñando mi mala suerte, cuando sonó mi móvil, la policía lo había intervenido por si a Hunter se le ocurría llamarme. No lo había hecho hasta el
momento, lo cual era un alivio. De un salto lo tomé y vi que era Jack, mi agente.

- Soy Jack - dijo con voz risueña - Siento llamarte en tus mini vacaciones con tu semental, pero como no te he encontrado en casa, no me ha quedado de otra.
Tú sabes que no tengo mucho tiempo con el trabajo en las galerías.
- Ya – le dije con sospecha - ¿Qué pasa? – pregunte, al fin y al cabo él era el propietario de las galerías donde exponía y vendía mis obras.
- He vendido todo.
- ¿Cómo dices? – pregunté asombrada, ya le había enviado varias piezas para reponer las vendidas en la inauguración.
- Si querida, éxito total. Ahora quiero planear una muestra de tus bocetos.
- ¡Qué tontería! – exclame, no sabía para qué los querría exponer, solo eran dibujos, trazos de mis sueños pinceladas de mi imaginación.
- Oh, querida. Esas son obras de arte. Bien podrías dedicarte a hacer cuadros y tendrías el mismo éxito.
- Pero yo hago esculturas, no cuadros – le aclaré. Pintar cuadros no me calmaba como lo hacía esculpir.
- Bien, no importa. No se puede tener todo en la vida. ¿M e podrías traer algunos? – dijo con voz inocente.
- ¿Cuántos? – le espete gruñendo.
- Los más que puedas. – su voz risueña era cariñosa – así podre enmarcarlos y diseñar una exposición digna de ellos.
- Oh, bueno. Tendría que ir a casa de la abuela y llevártelos. ¿Cuándo estarás allí?
- Esta tarde, así podrías conocer a unos potenciales clientes, he pensado que podrías acercarte y hablar con ellos.
- De acuerdo, lo haré – tendría que salir a hora, me serviría para despejar mi mal humor.
- Bien, entonces te espero. Besos. – y colgó.

Le preguntaría a Eric si podría acompañarme. Quería que conociera a la abuela, ella era una de mis parientes favoritas, aunque era tosca y brusca, pero era
sincera.

Camine a su despacho, golpee y entre. Ahí estaba él, en medio de un mar de papeles, pero lo que más me asombro fue verlo con gafas. Se veía intelectual y
sexy.

M e apoyé en el marco de la puerta y me quede devorándolo y anhelando su toque. El levanto la mirada y vi que sabía lo que provocaba en mí. El muy engreído.

- ¿Si? – dijo con los ojos risueños, mientras se quitaba las gafas.
- M e gusta tu faceta intelectual, tendrás que llevar tus gafas esta noche, creo que me sentiré muy inspirada si te las pones.
- ¿Así?, bien. Tendré que sacrificarme entonces, en pos de tu satisfacción.
- M mmm – dije mientras me sentaba en su regazo. – ¿estás muy ocupado?
- No. ¿Porque? – me pregunto con la lujuria creciendo en sus ojos.
- No es para eso pervertido, - suspire - tengo que ir donde mi abuela y me preguntaba si querrías a acompañarme.
- ¿Ahora? – me miro ceñudo.
- Sí, me llamo Jack, tengo que buscar unos bocetos de mis trabajos y llevárselos en la tarde.
- Ah. Pues no tengo ningún inconveniente, además así conozco a tu familia. – dijo risueño moviendo las cejas.
- Ya, seguro. En media hora vas a estar arrepentido de haberlos conocido – le advertí.
- No importa, si ellos son parte de ti, quiero conocerlos.
- No somos como tu familia – le advertí – allí no hay una cadena de abrazos y besos, solo cortesía… y si esta mi madre, fría indiferencia.
- La conozco, no es una mujer agradable, pero quiero estar a tu lado.
- Bien, entonces tenemos planes para la tarde.

Luego de rodear la rotonda de rosales enanos, nos quedamos un momento sentados contemplando la casa después de parar el auto. La mansión era una mescla
majestuosa y elegante de pilares, hierro forjado y grandes ventanales.

Las flores con sus vivos colores se mesclaban con las enredaderas que trepaban las paredes y columnas, llenando el aire con su perfume.

Era una hermosa postal, que no reflejaba a las personas que la habitaban.

- Esas son 'Orange M eillandina' – dije a Eric, señalando las rosas enanas – la abuelas las planto el día de mi nacimiento. Le recordó el color de mi cabello, y ese
joven ciprés en medio de las flores fue en honor a Storm.
- Un hermoso gesto, sin duda. – miro alrededor – una casa magnífica.
- La abuela estará encantada con tu comentario. – lo tomé de la mano – vamos.

Tenía llave de la casa así que entramos directamente, un segundo después de traspasar la puerta apareció el mayordomo.

- Señorita Sky, un placer que esté con nosotros. – me saludo tan formal como siempre.
- Gracias, Alfred – en realidad así no se llamaba, pero lo llamaba así desde pequeña. - ¿Dónde está la Abuela?
- En el saloncito del té. – me indico, con la sonrisa brillando en sus ojos.
- ¿Está sola? – quería estar preparada.
- No, su madre se encuentra en casa.
- Demonios… bien nada es perfecto…

Caminamos por el amplio corredor que nos llevaba por numerosas habitaciones, amuebladas con antigüedades. Caminamos hasta llegar casi al final del corredor hasta
una puerta abierta, allí se encontraba una delgada anciana de piel pálida cubierta con un collar de perlas, que rodeaba su cuello con varias vueltas. Sus severos ojos me
miraron ceñudos.

- Ya era hora que vinieras a ver a tu pobre abuela – dijo bruscamente.


- Ya, seguro – dije desafiándole. Ella me miró y su rostro se transformó con una sonrisa.
- ¿Quién es este joven?, preséntanos - exclamó.
- Bisabuela, te presento a Eric Remington III – ella se quedó callada y pensativa.
- ¿El bisnieto de Georgina?
- Si señora – le respondió Eric, mientras le besaba la mano.
- Dile que Clarisa Davenport le envía saludos. – levantó una ceja y dijo- ¿Es tu hombre?
- ¿Cuándo me he adueñado de alguno?
- Nunca, solo los usas para divertirte. No digo que eso sea malo, solo que deberías probar tenerlos por más tiempo.
- Trato de convencerla para que me mantenga a su lado. – intervino Eric. Ella lo observó.
- M e gustas, espero que seas con más carácter y decidido que tu tátara abuela. Así el destino no los apartara esta vez.
- ¿Esta vez? – pregunte confusa.
- Tu tatarabuelo y la suya tuvieron un romance, pero ella se casó con alguien más “aceptable”.
- Oh. – sabia la historia de mi antepasado. Había amado a una sola mujer y esta había escogido un hombre más serio y estable según la época. No la culpaba,
mi tatarabuelo tenía fama de mujeriego y jugador, de no ser así no habría fundado el club de caballeros de esa época.
- Vaya. No se preocupe, yo sé lo que quiero. Y no tengo intención de perderlo. – dijo mirándome muy serio.
- Ya, ya. Deja de jugar a la casamentera, este no necesita mucho para empezar con su cortejo.
- Bien, así debe ser... – decreto como una reina, la diatriba de mi abuela se vio interrumpida por el sonido de tacones por el corredor. Di un suspiro, lo bueno
no duraba para siempre.
- Pero miren que trajo el viento – exclamo la fría voz de mi madre,
- M adre, ¿Cómo estás? – por lo menos mantendría la cortesía.
- Bien… hasta ahora. – miró a Eric con cara de querer comérselo – pero va mejorando a cada momento.
- M adre te pres…
- Ya nos conocemos, ¿no es así querido? – dijo casi ronroneando.
- ¿Cómo? – quise saber.
- Hemos coincidido en varios eventos y reuniones. Nada más. – aclaró Eric, fulminándola ceñudo. Eso significaba que había tratado de llevárselo a la cama. M i
madre tiene como hobby llevarse a los jóvenes a su cama. Al parecer Eric era uno de los pocos que no habían pasado por ella. Bien por él.
- Catalina, ¿no tienes alguna… “reunión” a la que asistir? – preguntó la abuela, con ella se le acabaron las delicadezas. Las dos no se llevaban bien, solo se
toleraban.
- No por ahora, ¿a qué has venido? – me preguntó, con gesto desdeñoso.
- Por algunos papeles, nada complicado. – la descarte, y le di la espalda. – ya volveremos.

Arrastre a Eric tras de mí. Y lo llevé hacia mi habitación, lo detuve y le di un beso mientras subíamos una larga escalera curva con una hermosa baranda de hierro
forjado y bronce.

- ¿Y eso por qué fue?


- Por aguantar.
- Por ti, todo.

En mi habitación todo se encontraba igual que el día que me fui. Cada cosa en su lugar.

- M mm, esa gran cama me da muchas ideas – dijo con voz pícara.
- Pues guárdatelas – me dirigí hacia donde se encontraban dos grandes baúles – tu elige las que quieras de ese, yo buscare aquí.

Nos mantuvimos en silencio por un momento, mire a Eric, miraba muy concentrado los bosquejos y bocetos que tenía allí guardados.

- Son hermosos – dijo en un susurro. No sé por qué, pero aquel comentario calentó mi corazón.
- Gracias.
- Eres talentosa, son increíbles y Jack acertó al pedírtelos, no deberían estar ocultos.
- Escoge el que más te guste y te lo regalo.
- ¿De verdad?
- Si, escoge.

Pasamos un par de horas con la abuela, a mi madre solo le faltó restregarle los pechos en la nariz, para ser más obvia en sus intentos de conquista. Habían sido horas
largas e incómodas. Hasta que la abuela no pudo más y la despacho. M i madre se fue muy ofendida.

- Espero que sean suficientes – le dije a Eric, mientras cargábamos un par de cajas en el maletero.
- M ás que suficientes. serás un éxito… nuevamente.

Cuando llegamos a casa, Eric recibió una llamada al móvil, soltó una maldición, se paseó nervioso por unos minutos.

- ¿Todo bien? – le pregunté.


- Si, solo un problema que acaba de ocurrir. M e…
- Ve, no hay problema. M e haz ayudado mucho.

M e mira muy serio por un segundo.

- No lo logrará – dijo de pronto.


- ¿Qué? – pregunté confusa. M e abraza en silencio, y luego me besa con una necesidad asombrosa, era como si quisiera mantenerme en su recuerdo.
- El destino no nos jugará una mala pasada, no soy como mi tatarabuela. M e entiendes, somos tú y yo…
- ¿Contra el mundo? – le dije con una sonrisa.
- Sí, tú y yo contra el mundo.

La extraña conducta de Eric al despedirse me mantuvo preocupada, los últimos días lo había notado nervioso, me sacudí mentalmente y lo deje estar.
Estaba trabajando en mi taller, cuando sentí vibrar mi móvil en mi bolsillo. Deje las herramientas y conteste.

- Sky – escuche la voz temblorosa de Bella y me puse alerta.


- ¿Qué ocurre? – trate de imponer calma a mi voz.
- M e tiene, Hunter me atrapó.
- M aldito bastardo – gruñí furiosa.
- M e matará si no vienes.
- A donde debo ir – dije sin dudar, daría mi vida por ayudar a mi amiga.
- Estamos en el Club de Eric, en el salón Vip. – ella soltó un gemido, el bastardo la había golpeado – ven Sky, no me dejes en sus manos… por favor, ven…

La línea quedó muerta.

Caminé de un lado a otro, luchando contra mis instintos de correr a su rescate. Le había prometido a Storm y a Eric que no saldría sola o sin avisarles. Pero no podía
dejar a Bella en manos de ese loco.

Tendría que ir sola, Eric tenía una reunión importante esta noche, un asunto que debía resolver cuanto antes, eso me había dicho.

No pondría en peligro a nadie más.

Y así, en plena noche, me dirigí al encuentro con un asesino de sangre fría, seguramente a un destino macabro, pero un destino que no podía evitar.

Estaba furioso, Selena me había llamado diciéndome que estaba en problemas y necesitaba mi ayuda.

Y en más problemas estaba yo.

Hace una semana recibí una llamada suya, en ella me daba la feliz noticia de que estaba embarazada. De mí, según ella.

M i mundo se derrumbó en un segundo, lo que hice de inmediato fue llevarla a una clínica y confirmar su embarazo, estaba de cuatro meses. Días más, días menos de
cuando lo nuestro se acabó. Lo siguiente, fue realizarle exámenes prenatales de paternidad, debía saber si él bebe que venía en camino era mío. No evadiría mi
responsabilidad si salía positivo. Pero por el momento lo mantenía oculto de Sky.

Estaba muy estresada con todos los problemas y la policía. No sería yo el que le diera otra preocupación, y se lo diría con los resultados en mano. Solo esperaba
que no me diera con la puerta en las narices.

Llegué al club desde el cual me había llamado, subí al salón VIP, al verla rodeada de sus amigos no vi nada extraño. La tomé de un brazo y la aparte hacia la salida.
- ¿Ha que estás jugando?, te vez en perfectas condiciones.
- Gracias cariño, que halagador estás, y tú como siempre estás muy sexy - susurro con voz seductora, frotándose contra mí. Lástima para ella, pero mi cuerpo
no reaccionó ante sus insinuaciones. Debíamos largarnos de allí. La llevaría a su casa y les dejaría las cosas claras. Nuevamente. No estaríamos juntos de nuevo. Y
debía comportarse y cuidar su embarazo.
- Vamos, te llevaré a tu casa. – se colgó de mi brazo y empezamos a caminar.
- Oh, querido, fue una noche fantástica. Eres incansable. Debemos repetirla, pronto… - de que estaba hablando está loca. ¿estaría borracha? No. Lo que
pasaba es que había visto a Sky que nos miraba desde la entrada del salón.
- Sky…

El club estaba lleno, no tuve problemas para entrar, me dirigí de inmediato al salón VIP, me imagine un sinfín de escenarios macabros, pero jamás la escena que
encontré.

- Oh, querido, fue una noche fantástica. Eres incansable. Debemos repetirla, pronto – Selena decía mientras raspaba sus largas uñas sobre su brazo. Él estaba
tenso. Su mandíbula apretada.

Sus palabras fueron como un balde de agua fría. Que estúpida había sido. Deje que mi máscara subiera, sabía que mi cara no mostraba ninguna emoción. Solo lo miré
y supe que sus palabras eran verdad. Él había estado con otra, se había acostado con otra.

- Sky…
- Bien. Es bueno saberlo. Ahora podrás acostarte con quien quieras. Si este es tu tipo de amor, no lo quiero. Al diablo con él. – sacudí mi cabeza
desilusionada.
- Cielo...
- Sky. Soy Sky para ti, y para el resto del mundo – empecé a alejarme, pero me voltee hacia él. – fue bonito mientras duro. Una gran mentira maravillosa.
Adiós.

Él dijo mi nombre y algo más, pero yo ya me había desconectado y volvía a mi mundo oscuro, frío y solitario. Allí nadie me hacía daño. Bueno, no demasiado.

Y así salí de su vida, de su mundo... en el cual nunca debí entrar.

Estaba tan ensimismada en mi dolor que no me percate del peligro hasta que fue demasiado tarde. Vi movimiento por el rabillo de mis ojos, me di vuelta
rápidamente, pero ya era tarde. Un dolor lacerante me domino, el mundo se tambaleo frente a mi y mientras la oscuridad me tragaba solo escuche una frase siniestra.

- Te he encontrado mi hermosa y pequeña flor. El tiempo de la poda ha llegado...

Y así supe que mi muerte estaba cerca... iba a sufrir, pero no iba a rogar, no iba ni llorar o suplicar... pero aun así... el solo iba a matarme de nuevo.

Una y otra vez...

M e dolía el cuerpo mi mente se despejaba a ratos, y tan pronto como trataba de centrarme y abría los ojos, un golpe de dolor me sumía en la inconciencia.

Sabía que estaba dentro de un vehículo en movimiento, ya que estaba tirada en los asientos de pasajeros y sentía el bamboleo al avanzar, estaba atada de pies y
manos, pero no lograba averiguar más antes de caer en la oscuridad. No sé cuánto tiempo paso, solo sé que ya no estaba cerca de casa.

M is parpados luchaban por abrirse, parpadee tratando de ver en la oscuridad que me rodeaba, ¿Dónde estaba?

El aire helado acaricio mi piel. Estaba desnuda. M is manos, estaban atadas sobre mi cabeza. M i cuerpo helado y tembloroso reacciono, y se me puso la carne de
gallina.

M e mente estaba confusa. M e concentre en tratar de explicar que estaba pasando.

Los recuerdos me llegaron de golpe.


M e habían atrapado. El terror me atravesó. M e negaba a creer lo que mi mente me recordaba. ¿Cómo de todos los que podían hacerme daño, había terminado aquí
por la mano disfrazada de un amigo?, no había dudado jamás del cariño que me profesaba. Ni en mis peores pesadillas lo hubiera imaginado.

Pero aquí estaba, con el terror cerrándome la garganta, nadie vendría a rescatarme esta vez, porque nadie jamás dudaría del monstruo escondido tras la máscara de
inocencia.

M is músculos dolían, mis labios me dolían por la cinta que los cubría.

La luz se encendió de golpe, y frente a mi estaban ellos.

Se acercó a mí, confiado y sonriente al ver el asombro en mis ojos.

- Tu… - le susurre. No podía pronunciar palabras, como si al hacerlo todo fuera más real.
- Sí, yo querida, siempre yo… - su cálido aliento roso mi cara, sus ojos brillaban con el fulgor de la perversión y la promesa del dolor.
- Bien, comencemos – dijo el aprendiz. En sus manos sostenía una pistola eléctrica. Un segundo después el dolor recorrió mi cuerpo, mientras sentía las
múltiples descargas sobre mi espalda una vez más.
- Otra vez – ordeno su compañero, y el golpe llegó otra vez. El cuero rompiendo mi piel… y sentí como la sangre comenzó a correr.
- ¿Por qué? – quise saber.
- ¿Por qué no?... – contestó con voz cruel y burlona.

Lo más triste de todo, fue que no sentí pena por mí. Solo pude pensar en él. Y fue su nombre lo último que dije.

Eric.

Pasaron por mi memoria sus besos, sus caricias, y solo desee que me hubiera tocado una vez más.

“Eric”, susurre su nombre mientras los golpes caían sobre mi cuerpo. “Eric”, lo llamé, mientras la cortina de la oscuridad me envolvía y me llevaba flotando
atravesando la barrera del dolor, llevándome lejos. El sonido de las voces y risas se hacían más lentas y lejanas, finalmente me aleje flotando, mente y cuerpo.

Ya no sentí nada, solo la oscuridad.

Al tocar su piel sentí como si algo me hubiera picado, un rayo me atravesó el cuerpo dándole vida y bombeando adrenalina. Oh mi hermosa flor, con los ojos
nublados por las drogas que resaltaban aún más con su piel pálida… y suave. Tan suave. Ella se sacude y su pelo rojo y ondulado cubre su rostro, se lo aparto de la
cara. Necesitaba que me mirara. Había esperado tanto. Me sentía electrizado y con un ansia que solo ella podía llenar. Su cuerpo desnudo frente a mi me tentaba, no
podía apartar los ojos. Era mejor que como la recordaba, ahora era una mujer. Era Perfecta. Había tratado de sustituirla, pero con ninguna lograba la perfección,
solo duraban un tiempo y se rompían. Y las desechaba como juguetes rotos.

Mi exótica flor había vuelto, el corazón me latía aceleradamente, las manos me picaban, salivaba como un animal famélico frente a un filete. Y estaba excitado,
sentía mi miembro duro e hinchado, como solo ella lo había logrado.

- Despierta, bella flor… es hora de comenzar… - susurre.

- ¡Despierta! – Alguien gritaba mientras me sacudían – es hora de que comience la función. Eso es abre los ojos pequeña, bien… mira a quienes tenemos aquí.

M ire y el terror me recorrió, frente a mi estaban atados y amordazados, M ac y Caleb.

Trate de acercarme a ellos, mis piernas temblaron pero me sostuvieron solo para ser detenidas por un brusco jalón. M ire mis muñecas, una está atada con cadenas al
techo.

- ¿Te traen viejos recuerdos, no es así? – yo negué con la cabeza – pues a mí sí. M e arranque la cinta de la boca y grite furiosa.
- No te atrevas a tocarlos maldito bastardo – lo amenacé.
- Huy. No es un encanto de fierecilla. – miro a mis amigos atados y les sonrió mientras – siempre fue así. Una luchadora nata.
- Te mataré, maldito loco.
- No.- aclaró – aquí la loca es ella – señaló tras de mí. Allí estaba ella.
- Hey…- se quejó Bella.
- Bella… ¿porque? – pregunté dolida, no comprendía como habíamos acabado así.
- ¡¿Por qué?! – gritó, sus ojos brillaban por la locura – siempre me quitaste lo que era mío.
- No, eso no es…
- ¿Cierto? – termino la frase – pues claro que es verdad. Él me había elegido a mí, pero después me desecho junto a M ac.
- Te salvaste…
- ¿De qué?...
- De sufrir, del encierro, del dolor…
- ¡Crees que no he sufrido! – se jalo su cabello arrancándose un mechón, estaba fuera de si - esos viajes a Europa jamás existieron, estaba encerrada y drogada
en una clínica de locos. M e encerraban cada maldito verano, después de cada visita tuya.
- ¿Por qué harían algo así?
- Por qué me inquietaba cada vez que te veía. Siempre me robabas algo. Si me gustaba un chico, trataba de conquistarlo, pero en cuanto te veían caían a tus
pies y me abandonaban.
- Eso no es verdad – le recrimine ofendida.
- Claro que sí. M e robaste el amor de mis padres que me fastidiaban con la eterna cantaleta… “Deberías ser como Sky”… ”Sky es tan inteligente, tan bella”…
y la que más me gusta es “pobrecita niña, sufrió mucho, pero ella no anda escuchando voces, contrólate” pero yo no quería controlarme, las voces me ordenaban, y
yo obedecía, que culpa tengo yo si me decían que matara a esos animales… mi madre solo se escandalizaba cada vez que me encontraba cubierta de sangre de
alguna mascota de los vecinos, luego me enviaba de “vacaciones” internada y me drogaba y drogaban.
- No lo sabía – miro a mis amigos y ellos niegan moviendo sus cabezas. Tampoco sabían nada.
- Bueno, ya basta de tanta charla inservible. Buu buu, pobre de mí, estoy loca… - se burló Hunter de Bella.
- ¡No me digas eso…! - grito lanzándose contra él con las manos crispadas, sus largas uñas rasgaron la piel de su rostro. Él toco su cara y miró su mano con
sangre, luego se dio vuelta y la golpeó. Bella tastabillo hacia atrás por la fuerza del golpe.
- Vuelve a tocarme y te mato, perra loca. – la amenazó.
- Tú no lo harías – solloza Bella.
- ¿Y por qué no?, ya no me sirves de nada.
- Pero yo te amo.
- Pues es tu problema y te aguantas. – le amenaza.

Se gira hacia mis amigos, ellos tienen las manos atados a la espalda, y sus tobillos también están sujetos, sus bocas amordazadas con cinta. M i corazón empieza a
bombear salvajemente. M ac me mira con los ojos llenos de terror, yo empiezo a forcejear con la cadena y pronto siento como el metal rasga mi piel y la sangre comienza
a correr. Pero no logro soltarme.

M i cuerpo se congela cuando lo veo levantar una mano y esta tiene un arma.

- ¿Cuál de ellos morirá primero? – me mira con cara maniática - ¿Quieres escoger? – balancea el arma entre mis dos amigos - decisiones, decisiones…
- No lo hagas… - le suplico. El me observa pensativo.
- O.k. será como cuando eras pequeña. Si aguantas sin gritar, no morirá ninguno… por ahora.

No, no, no. Gritaba mi mente, ya sabía lo que me iba a hacer. Lo veo caminar hacia la pared, y toma un látigo.

- ¿Sabían que Sky les daba un día más de vida a las niñas, si resistía y no gritaba?

Se acerca a mi cuerpo y siento sobre mis pechos el roce de la piel del látigo.

- Bella, dime un número – le pide a mi loca amiga. Ella nos mira y sus ojos brillan al darse cuenta de lo que me harán.
- Diez – dice soltando una risita. La piel sobre su ojo izquierdo esta hinchado y de color azulado. El hombre tiene la mano pesada.
- Bien, diez serán... – se coloca tras mi espalda, siento el golpe del látigo en el suelo – uno… - el dolor me atraviesa – dos… - mis piernas flaquean – no, no,
sostente de la cadena – lo hago, mis manos sosteniendo el peso de mi cuerpo – tres… - sé que mi espalda sangra – cuatro… - cada golpe me sacude y el dolor me
ciega – cinco… - abro mi boca, pero no grito. – seis… - mi cuerpo tiembla – siete… - mi cuerpo cae de rodillas, pero me sostengo de las cadenas – ocho… - veo
punto negros – nueve… - caigo al suelo y mi brazo izquierdo queda colgando ya que la cadena no llegan al suelo – diez…- mi cuerpo se convulsiona y me traga la
oscuridad con el eco de sus rizas maniacas en mi cabeza.

Poco a poco fui cobrando conciencia, los destellos de dolor recorrieron mis brazos al intentar moverme. Ahora estaba tendida sobre el suelo duro de tierra, y
tenía las manos atadas a la espalda. El frío agarrotaba mi cuerpo, todos mis músculos estaban entumecidos y sentía el escozor de las heridas por todo mi cuerpo.
Intente nuevamente mover mi cuerpo, esto me arranco un gemido, que estremeció hasta mis helados huesos. La oscuridad seguía envolviéndome, solo sentía el
fétido olor de mi propia orina, tenía tanta sed. M is labios estaban agrietados y al moverlos sentí el sabor metálico de mi sangre corriendo sobre mi boca. Agudicé el
oído, el silencio me asusto.

- ¿Caleb?… ¿M ac?… - ¿los habría matado?, ¿Cuánto tiempo había pasado ya. No podían dejarme sola. - ¿M ac?...
- ¿Sky?... – escuche el sollozo de M ac. - ¡Gracias a dios!
- ¿Qué ha pasado? – pregunte confundida, mi mente no trabajaba muy bien, creo que los golpes me estaban pasando la cuenta.
- Pensábamos que estabas muerta… gracias a dios sigues viva… - aunque no sabíamos por cuanto tiempo, ese pensamiento quedo flotando entre nosotros.
- Estaré bien… ¿ustedes? – no sabía en qué condiciones estaban.
- Seguimos atados, no estamos heridos, no nos ha tocado un pelo, solo nos mira… - me responde Caleb.
- No hagan ruidos, traten de no llamar su atención, mientras me tenga de juguete no los lastimará.

Y estaba en lo cierto, los siguientes días fueron una pesadilla, en la cual me drogó, golpeó y me negó el agua y la comida.
M ac y Caleb, fueron dejados de lado, el simplemente los abandono en una esquina de esa bodega, Bella les llevó agua y comida de vez en cuando.

No sé cuántos días transcurrieron, a M ac y Caleb los encadenaron también, podíamos tocarnos y calentarnos por las noches.

Hoy al entrar supe que algo sería diferente, y no sería nada bueno, sus ojos tenían ese brillo frío y salvaje, su rostro mostraba su ira reprimida. Camino hacia Bella
que estaba en una esquina vigilándonos,

- ¿Qué hiciste Bella?.. – no hubo respuesta. - ¿Llamaste sin mi permiso? – Bella continúo en silencio.
- ¿Qué les dijiste?, ¿M e traicionaste?
- ¡No!, ¡Jamás!... – sus manos se retorcían nerviosas, muy despacio se acercó a Hunter – solo hable con Storm, él me gritó y yo me burle de ellos…
- Te has portado mal, haz sido una niña mala. y las niñas malas reciben un castigo.
- Tú me amas, no me harás daño… yo… - titubeo al ver su cara – somos almas gemelas, tú eres mi amor, mi vida…

Hunter la rodeó, se puso a su espalda y la abrazo, empezó a hablarle en la oreja, lo suficientemente fuerte para que yo también lo escuchara.

- Fuiste usada para lograr un fin – Bella se tensó en sus brazos, él la mantuvo apretada e inmóvil entre sus brazos, luego me acaricio el rostro – hasta llegar a
mi chica. Ahora, eres inútil para mí.

Luego todo ocurrió como en cámara lenta. Algo que no podré olvidar. La tomo del pelo, tiró su cabeza hacia atrás y cortó su garganta con una rápido movimiento.

- Bueno, ahora estamos libres de distracciones, podemos empezar con lo nuestro. Ahora será mucho mejor.

Bella se sujetaba la garganta, sus ojos pestañearon rápidamente, trato de abrir la boca y solo gorgoteó, se miró una de sus manos llenas de sangre y sacudió la cabeza,
la sangre salto salpicándonos, luego se derrumbó y cayó al suelo.

- Una completa inútil, que incordio.- se sacó la camiseta y salió, talvez para lavarse la sangre que tenía sobre él,

M e moví por instinto, cegada por el dolor de la muerte de mi amiga, y lo siguiente que supe es que lo estaba sobre el golpeándolo, estaba débil así que me arranco sin
problemas. El primer golpe me robo el aliento de mis pulmones, sus manos fueron hacia mi garganta y empezó a apretar, el aire me faltaba, la visión se me nublo,
empecé a forcejear y a luchar, mis movimientos eran torpes, al parecer las drogas y el hambre me tenían demasiado débil.

- ¡Tienes que respirar! – me gritaba mentalmente – debes hacerlo o será tu fin y el de mis amigos. Alce mis manos hacia su rostro y a ciegas lo arañe, hasta dar
con sus ojos, y allí forcé mis dedos.
- ¡M aldita perra! – se miró las manos ensangrentadas. - ¡Te mataré!

Tiro de mis cadenas hasta que quedé casi colgando, solo sosteniéndome del suelo con las puntas de mis pies. M i respiración era errática, y mi corazón latía
acelerado.

Y allí el monstruo mostro su verdadera cara. Levanto los puños y empezó a golpearme, su odio se palpaba en el aire, me propino golpes en todo mi cuerpo. Uno
tras otro los golpes tatuaron mi cuerpo, sentí y escuche el ruido de mis huesos al romperse. Cuando acabo, resollaba cansado, yo aún estaba medio consiente.

- No morirás tan fácil, sufrirás… y ustedes serán los próximos – amenazó con un gruñido.

En cuanto salió de la bodega, mire a Bella, estaba inmóvil sobre un gran charco de sangre, y sus ojos poco a poco empezaron a apagarse de tristeza.

- Per…dón… - fue lo que entendí, mientras un par de lágrimas corrían por sus mejillas y cayeron sobre el charco de sangre que crecía bajo su cuerpo. M is
sollozos llenaban el silencio, Caleb y M ac lloraban amordazados y me miraban con horror. Ellos sabían que serían los siguientes.
- No, esto no les pasará a ustedes.- empecé a forcejear para zafarme del grillete que me apresaba, con cada movimiento el dolor me apuñala sin piedad. La
sangre empezó a manar de las raspaduras, lo que me dejó la piel resbalosa. Pero aun así no podía liberarme.

M iré mi mano con impotencia, mi muñeca estaba rasgada y magullada, pero no saldría del grillete… a no ser. Agarre mi pulgar con mi otra mano y tire, el dolor me
cegó por un momento y me dejo temblando, pero no grite, mis manos temblaban cuando vi el ángulo extraño que tenía mi dedo. Lo había dislocado, ahora pude
liberarme. Con mi brazo encogido contra mi pecho camine hacia mis amigos. Busque las llaves de sus esposas, y como pude libere las manos de Caleb, luego él se soltó
las amarras de sus pies y su boca.

- Deberemos engañarlo, es nuestra única oportunidad de salir de aquí con vida – Caleb liberaba las amarras de M ac. – el volverá pronto, simulen estar atados,
yo volveré a mi sitio, pero deben estar alerta, en cuanto vean que es preciso corren – los miré - ¿entienden?
- Si, - tosió M ac - ¿estás bien?
- Si, dentro de lo bien que puedo estar – dije mirando el cuerpo inmóvil de Bella. – no la toquen,- les susurre cuando vi que la querían alcanzar. – acomódense
en sus puestos, simulen seguir atados… si así, pónganse la cinta en la boca… bien… - los mire, se veían como si continuaran encadenados. Ahora debía arreglar mis
dedos, tome aire y los gire, me trague el grito que trato de salir por el dolor, los puntos negros bailaban en mi visión, luego camine y esperamos. Todo debía
terminar esta noche. Para bien o para mal.

Corrí a tropezones a mi puesto y envolví la cadena en mi muñeca, los pasos de Hunter se escuchaban de vuelta. Se había lavado y puesto una camisa limpia. M iro el
cuerpo de Bella y lo movió con la punta de su bota, hizo un gesto de desdén y camino hacia mí.
- Bien, ahora lo podemos retomar desde donde lo dejamos… ¿En qué quedamos? – miro a su alrededor, luego su mirada regreso a mí, subió sus manos por
ambos costados de mi cintura, luego tomo uno de mis pechos y lo apretó, gemí de dolor, él sonrió y me dio una bofetada.
- Sin ningún ruido… no todavía al menos.

Luego tomo mi cabello y lo tiro hacia atrás, sentí su boca sobre mi cuello. Era ahora o nunca. M ire a mis amigos, ellos movieron sus cabezas en reconocimiento.
Cerré los ojos y actué.

M i rodilla subió y dio de lleno en su ingle, el soltó un quejido y cayó al suelo. M e solté y corrí tambaleante, Caleb y M ac hicieron lo mismo, algo tomo mis
tobillos y caí.

- ¡Corran, huyan y busquen ayuda!… - trate de patearle la cara pero el tomo también ese pie. - ¡Ya! – les grite, ellos desaparecieron tras la puerta.
- ¿Dónde crees que vas?, ¡De aquí no saldrás viva!... – rugió, poniéndose de pie y cargando contra mí, gire y lo patee perdiendo el equilibrio por un instante, él
se sacudió como un perro cuando sale del agua, luego saco algo de su tobillo. Un cuchillo.

Cargó nuevamente contra mí, rojo de furia, moviendo el cuchillo de lado a lado, este me alcanzo el brazo y me dejo un corte profundo. La sangre caliente
goteaba desde mi frente impidiéndome ver con claridad. Corrí alejándome pero escuchaba su furiosa respiración, y sentía que se acortaba distancia entre nosotros.
M ire atrás.

- Te dejare llena de agujeros… - dijo lamiendo la sangre de la hoja.


- Inténtalo… - se acercó nuevamente, me abrace las costillas, y le lancé una patada al brazo que sostenía el cuchillo, éste no cayó y lo guió muy cerca de mis
costillas. ¡M aldita sea!, debía concentrarme, mis años de entrenamiento se habían bloqueado. Debía concentrarme. Equilibre mis pies, tome una posición de defensa
y espere. El cuchillo llegó nuevamente, pero esta vez logre que lo soltara, luego trató de sostener mis brazos, me giré y le di un fuerte codazo en el rostro, este se
tambaleo hacia atrás y en el proceso me lanzo un golpe al estómago, el aire se escapó de los pulmones, aturdida sentí la satisfacción de ver como manaba un chorro
de sangre de su nariz, al ver mi sonrisa enloqueció.
- ¡M aldita perra!, esto me la pagarás… - luego sentí un agudo dolor estallando en mi hombro.
Tras ver salir furiosa a Sky, todo fue cuesta abajo. Al salir para alcanzarla me di cuenta que había desaparecido, solo estaba su bolso y su móvil estaban tirados en la
cera. Algo iba mal, muy mal.

Llame a Storm, los gritos que me dio por dejarla sola me dejaron los oídos zumbando, espere quince minutos mientras llegaba con los detectives, mientras tanto
había tratado de hablar con M ac y Bella, pero ninguna contestaba a su móvil, finalmente trate de ubicar a Caleb y salto a buzón de voz.

Espere impaciente, cuando llegó, bajo de su auto Lucas con otro hombre.

- Este es Robert o como lo llama Sky Bob. – nos dimos la mano. Este hombre podía saber dónde estaba Sky.
- Encontré su bolso y su móvil tirado aquí afuera, Caleb, Bella y M ac no contestan sus teléfonos.- explique.
- ¡M aldita sea! – Storm entro al local y se fue directo a la cabina de seguridad, allí rebobinaron las cintas de vigilancias y allí vimos como Hunter y otra
persona encapuchada se llevaban a Sky en un auto.
- Ese desgraciado… – dijo Bob, mientras miraba asombrado las imágenes de la cinta,
- ¿Lo conoces? – pregunto Lucas.
- Ese es Garret… ¡Garret! M ás viejo, pero es el.- empieza a caminar de un lado a otro – era nuestro vecino, después que arrestaron a mi padre él siguió su
vida como si nada.
- ¿Sabes dónde pueden estar? – pregunta Storm ansioso.
- Creció con su familia en mi barrio, tal vez fue a la casa donde se crío – saltamos al auto de Storm y partimos con la policía siguiéndonos.

Storm iba al volante, acelerando hasta el límite. No sé cuánto paso, no sé cuántas horas, pero llegamos al barrio donde creció Garret, buscamos y preguntamos en
cada casa y rincón de la zona. No estaban allí.

Pasaron los días, y la búsqueda no daba frutos. Simplemente habían desaparecido. Y no era la única. M ac, Bella y Caleb no estaban por ningún lado.

Al tercer día, ya estaba vuelto loco, pero Bob y Lucas siguieron investigando, hasta que encontró una pista. Uno de los vecinos recordó que tenían una cabaña donde
iban de pesca o de caza. Esa era nuestra última posibilidad.

En cuanto Storm tomo la última curva vimos aparecer a Caleb y a M ac, Storm freno de golpe, y todos saltamos fuera, y corrimos a su encuentro.

- Él la tiene… búsquenla… nosotros solo corrimos… - jadeaba M ac.


- Dios, Eric ayúdala. Ella nos salvó… - rogó Caleb, no termine de escuchar y salí corriendo en busca de Sky.
- Por favor, que ella este viva – rece.

La imagen que encontré se encontrara grabada en mi mente por el resto de mi vida. Ella estaba allí tendida, ignorando sus heridas, sus ojos salvajes, clavando una
navaja una y otra vez, casi sin fuerza, mientras él le apretaba su cuello. Era una imagen terrible, una horrible pesadilla.

- Storm, aquí – grite llamando a su hermano, la policía venía tras sus pasos.

Corrí y lo arranque de encima de ella y lo lance lejos, solo con el objetivo de quitárselo de encima, sé que Storm corrió tras él, yo solo quería tocarla y saber que
seguía con vida. Se me cortó la respiración al verle los ojos cerrados.

- Sky, vamos cariño, abre los ojos – sus pestañas se abrieron y sus ojos desenfocados me miraron confusos.
- Hay dos de ti… - dijo tratando de alcanzar mi rostro, soltó un gemido y su brazo cayo. – duele…
- Estas herida, la ambulancia ya llega, aguanta un poco más – le acaricié su hermoso rostro golpeado y ella trato de regalarme una sonrisa, pero solo le salió una
mueca. Sus labios estaban partidos y volvieron a sangrar.
- Le diste una buena pelea.
- Si… Caleb y M ac, ellos…
- Están bien los encontramos y nos guiaron hacia ti.

Trató de levantarse, - Ayúdame – la tome y la puse de pie. Ella tastabillo. Su cara pálida, contrastaba con la sangre y moretones que le cubría el cuerpo desnudo. Se
veía tan frágil y a la vez tan imponente. Al tomarle las manos me di cuenta que una de ellas estaba horriblemente hinchada. Solo quería sacarla de allí y mantenerla segura
por el resto de nuestras vidas.
- Sky – la llamo Storm, al verle los ojos nublados y desorientados, - se va a desmayar – su hermano la tomo en sus brazos y la cargo. La llevo abrazada contra
su pecho hasta la ambulancia que llegaba. M e di cuenta que las lágrimas rodaban por la cara de Bob mientras le tomaba suavemente la mano sana. Escuche que le
susurraba – perdón… perdón…

Los paramédicos la tomaron y la subieron a la camilla.

- Frio… tengo mucho frio… - dijo empezando a temblar violentamente.


- Está entrando en shock. Vámonos rápido – grito uno de ellos.
- …victima con varias cortes en el cuerpo, el más profundo en el hombro. Debemos intentar controlar la pérdida de sangre – escuche que decían mientras
hacían el recuento de sus heridas, un segundo antes de que su hermano subiera a la ambulancia y esta partiera. Tras de ellos partía otra que llevaba a Caleb y M ac.

Salte al jeep de Storm y con Bob partimos tras ellos.

- Lo lograra, ella es fuerte – escuche que repetía Bob, como un mantra. Esperaba que fuera cierto.

Cuando llegamos vimos las camillas que rodó alejándose. El miedo atenazaba mis entrañas cuando entramos al hospital. Storm fue hacia el mostrador de la
recepcionista, donde relleno papeles con los datos de Sky, lo deje haciendo comprobaciones ya que ella solo nos decía:

- Está en cirugía, el medico saldrá a darle más información, espere mientras tanto.

Yo solo quería sacudirla, y golpear algunas cosas.

Storm nos informó que a Sky habían tenido que hacerle una transfusión de sangre, y que ahora estaba en cirugía. Caleb y M ac aún estaban en la sala de emergencias.
Pero no tenían nada grave, solo golpes menores, pero con un fuerte caso de deshidratación.

Aproximadamente unas dos horas más tarde nos dejaron verlos.

Ambos se veían horribles. Tenían grandes ojeras oscuras, que resaltaban con la palidez de sus rostros, lo que los hacia lucir a ambos muy demacrados.

- ¿Cómo está? - pregunto Caleb.


- ¿La han visto? – dijo seguido M ac.
- Todavía está en cirugía… no nos han dicho más. – les aclare.
- ¿Qué pasó? – quiso saber Storm.
- Todo fue demasiado rápido y confuso – comenzó M ac. – estábamos pasando la tarde tranquilos, cuando nos llamó Bella – no dije nada ante la referencia de
que ambos estaban juntos – nos dijo que fuéramos a su casa que Sky estaba desmayada.
- ¿Qué estaba desmayada? – pregunté.
- Si, dijo que ambas estaban pasando la tarde cuando Sky empezó a sentirse mal, y luego se desmayó – ella sacude la cabeza – no cuestionamos sus
palabras…
- ¿Por qué deberíamos?, era Bella, nuestra amiga de toda la vida. – gimió M ac.
- Cuando llegamos no vimos nada sospechoso ni fuera de lo normal. Entramos y M ac cayó un segundo después que traspasamos la puerta. Luego sentí un
golpe en la nuca y… luego nada.
- ¿Cómo podríamos saber?, ¿cómo?... – sollozaba M ac, las lágrimas corrían por sus mejillas.
- Nos llevaron a esa cabaña, un par de horas más tarde llegaron con Sky… y… allí se desato el infierno. – declaro Caleb.
- El doctor ya está afuera – nos aclaró Bob desde la puerta – quiere hablar contigo Storm.
- Ya, luego les informo. – les dijo a Caleb y a M ac.

Ambos salimos en busca del médico.

- ¿Cómo está? – fue lo primero que preguntamos.


- Ella salió bien de la cirugía. - nos aclaró. - pero considerando el estado de como llego, el dolor que siente es más soportable. Pero pasamos unos momentos de
críticos al tener todavía restos de las drogas en su organismo
- ¿Drogas? - dije rechinando los dientes de furia.
- Si, le inyectaron una droga que dejo más sensibles sus terminaciones nerviosas, y su cerebro.
- En palabras sencillas, doctor…- gruño Storm.
- Bueno, diría que le inyectaron algo que le hacía sentir el doble de fuerte cualquier dolor. Debo decir que ella fue torturada, tiene docenas de pequeños cortes
y quemaduras por todo el cuerpo.
- ¡Demonios! – casi grite.
- Una suave cachetada, podría causarle un dolor profundo y opresivo al punto de producirle náuseas, vómitos, sudoración, taquicardia y aumento de la
presión arterial. Y como pude ver, su objetivo fue causarle el máximo dolor posible. Además, encontramos rastros de epinefrina, al parecer la torturó hasta la
muerte y con ella la traía de regreso… por las marcas en su cuello, lo hizo repetidas ocasiones.

Como pude me senté, mis piernas casi no me respondían.

- Su cuerpo recibió un coctel de diferentes drogas, que combinadas la podrían haber llevado a la muerte con otra dosis más. Tuvimos que contrarrestar los
efectos, y le tuvimos que inducir un coma. No podíamos empezar a cortar y cocer su piel, con esa droga en su sistema. Tiene un par de cotillas astilladas, y
muchos golpes y moretones. Afortunadamente los cortes no alcanzaron órganos vitales, así que lo superó. Debo decirles que ella es fuerte, muy fuerte. Lo logró,
ahora debemos esperar que la droga salga de su sistema y podremos sacarla del coma para que despierte.
- ¿Cuándo podemos pasar a verla? – pregunté.
- En cuanto salga de recuperación, afortunadamente no quedó en la UTI, así que las enfermeras le avisaran cuando esté consiente.
- ¿Podríamos pasar a verla ahora?, aunque sea de lejos… por favor solo para creerme que está viva… por favor solo verla un segundo. – el médico nos miró
unos segundos, debió ver nuestra agonía ya que nos dijo.
- Bien, solo un segundo – nos guío – debo aclararles que esto va contra el protocolo del hospital, pero como la miraran desde la ventana, y no entrarán en
contacto directo, les concedo su petición. - y allí estaba.

La garganta se me cerró, al verla atada a un sinnúmero de tuberías y cables que salían de todas partes y se conectaban a su cuerpo. Su hombro derecho y su
mano izquierda estaban envueltos con vendajes. Debía ser fuerte y no desmoronarme.

- Ella estará bien, está mucho mejor que la primera vez… mi hermanita esta mejor… - sollozo. Su fuerte espalda se agitaba con los sollozos ahogados, - estará
mejor esta vez… dios mío que esté mejor…

Salimos a esperar que Sky estuviera consiente para poder verla y hablar con ella.

- Hunter... ¿Garret, cómo está? - pregunté al médico.


- Juro que mataré a ese bastardo – gruño Storm.
- Eso no será necesario, según mi informe el señor Hunter no sobrevivió a la cirugía. – nos aclaró.
- Gracias a dios. - dije.
- Pues eso es poco para lo que le ha hecho a mi hermana.

M e siento como si estuviera esperando. Esperando algo que todavía no ha sucedido. Algo que todavía no existe. Pero eso es todo lo que siento, y nada más. No sé si
yo existo siquiera. Y entonces alguien pulsa un interruptor y la luz desaparece, la habitación desaparece, Quiero pedir que esperen, porque todavía no he terminado,
pero no tengo oportunidad de hacerlo. No tiran de mí amablemente. No me persuaden. No me dan elección. M e arrastran. M e arrancan de ahí, como si tiraran de mi
cabeza hacia atrás de golpe.

No quiero estar despierta nunca más.

Dolor tanto dolor…. M e siento flotar… quiero moverme y cada musculo se rompe haciéndome retorcer de agonía…. Floto…

Escuchaba voces, no entendía lo que decían, el dolor era tal que flotaba y me hundía en la inconciencia, estoy nadando en la oscuridad, y sumergida en dolor. Fuertes
golpes de dolor me ahogan, mis músculos y terminaciones nerviosas están ardiendo mientras siendo mi cuerpo ser rasgado. Quiero gritar que pare, no más. Quiero que
termine. Y entonces, hay destellos de voces, máquinas…

…hay que suturar… parar el sangrado… alguna droga…

El dolor continúa, constante Las voces cambiaron… luego oscuridad

…Vamos, despierta cariño…. Perdón amiga… vuelve hermanita….

Ahora una luz cálida me envolve, el dolor ya no estaba, lucho por abrir mis ojos, mi cuerpo no responde, la luz me traga nuevamente, me dejo llevar…

…bip… bip….bip…

Escucho un sonido constante, la sensación de ingravidez a desaparecido sintiendo cada musculo de mi cuerpo, parpadeo pero la luz me enceguece. Trato de mover
mis manos, me cuesta pero logro mover mis dedos. Quiero ver donde me encuentro, debo tratar de abrir mis ojos, se sienten tan pesados. Vamos tu puedes, me riño.

Blanco. Es lo primero que veo, estoy en una sala blanco, giro mi cabeza y veo de donde salen los pitidos. M aquinas, hay varias de ellas y están conectadas a mí.

¿Estaba en el hospital?... mire alrededor, si un hospital, estoy a salvo.


Trato de aclarar mi cabeza, mis parpados me pesan.

- Eric…. – susurro al recordarlo, el llego a rescatarme junto a – Storm…. – los pitidos se aceleran, escucho la puerta y una voz de mujer.
- Que bien querida, has vuelto a nosotros…
- Eric… - susurro, la garganta me duele y estoy luchando contra la oscuridad.
- Tu familia está a fuera, y tu novio también, no estás sola cariño, ahora descansa…

… no estoy sola… esa simple palabra retumba en mi mente mientras floto en la luz.
Un día más tarde, por fin la enfermera nos guio al grupo lejos de la multitud de la sala de espera.

- Ha despertado por unos segundos, podrán pasar a verla de a uno, solo un par de minutos. Cuando vuelva a despertar nuevamente y sea seguro la
trasladaremos de sala y allí podrán quedarse con ella.
- ¿Está bien entonces?
- Dentro de todo lo bien que se pueda estar en ese estado… ella susurro el nombre de Eric y Storm, así que ellos serán los primeros en pasar a verla.

Y así lo hicimos, por unos segundos la toque y pude cerciorarme que no era un mal sueño, que estaba viva, que no la había perdido.

M ientras la tenía envuelta en mis brazos, mis manos ofreciéndoles consuelo sintiendo su piel desnuda de su espalda, ella llora, con tanto dolor y pena. Sus lágrimas
corrieron por su rostro. Y ella no las esconde de mí. Llora hasta quedarse vacía y en silencio. Sé que la traición de su amiga de la infancia sera un gran peso en su alma.
Así que me quedo en silencio y solo la sostengo hasta que se queda dormida.

Cuando salimos, vemos a los detectives, esperan para poder interrogarle. Debieron esperar un día más para hacerlo.

Los días pasaron confusos, solo hable con la policía. No quería ver a nadie más. Solo entró a la fuerza M ac, me abrazó y dio las gracias por haber ayudado a
mantenerla con vida. No le contesté, no dije una palabra.

Quería el silencio, estar sola. Escuchaba sus conversaciones, me daba igual. Estaba cansada, muy cansada.

- Está igual que la primera vez… - susurraba M ac a mi padre - ¿Qué podemos hacer para sacarla de ese estado?
- Ella lo hará cuando esté lista… - le contesto él.
- Pero…. – trato de replicar M ac.
- M i muchacha es fuerte, ella saldrá de esta. Solo deben darle tiempo y espacio. – dijo mi padre, él me entendía, era uno de los pocos.
- Eric está como loco, ella no quiere verlo.
- No sé qué paso entre ellos, pero hay que darle tiempo para que aclare sus emociones. Solo denle unos días.
Y así pasaron los días, en un mar de confusión y dudas.

La tarde del funeral llovió a cantaros, no pude asistir, quería que mis lágrimas se hubieran mesclado con la lluvia. Quería gritar, maldecir a los cielos, ella ahora yacía
bajo un manto de tierra fría. M i amiga, mi hermana, estaba muerta, asesinada por una locura que aún no lograba comprender. La oscuridad la había rondado por años y al
fin la había envuelto y consumido. ¿Cómo no me había percatado? ¿Qué trampa nos había jugado el destino?

No lograba aceptarlo. No podía.

Habían pasado cuatros días y el médico me dio el alta, no esperé a mi padre. Él estaba muy enojado con Storm por no avisarle sobre lo que estaba pasando y no se
apartaba de mi lado. Ahora solo quería largarme de aquí, y así lo hice. Las enfermeras trataron de retenerme, yo solo las ignoré y salí sola del hospital. Solo quiero
escapar.

Firmé mis papeles del alta y me alejé de todos sin mirar atrás, llegué a mi auto, tire las llaves y mi móvil sobre uno de sus asientos, allí en el asiento del pasajero esta
mi mochila, que es lo único que necesito para huir de nuevo. La alcanzo y sigo mi camino. No quise buscar entre la multitud a Eric, sabía que no comprendería que lo
dejara en un momento como este. Pero tenía que hacerlo. Era el momento de partir… deba recoger los pedazos de mi alma, una vez más, y deba hacerlo sola.

Cuando llegué a la calle, paré un taxi.

Algunas cosas no se pueden cambiar. Y estas generalmente marcan un antes y un después.

¿Qué fue lo que hice para cambiar la vida de mi amiga?, ¿Qué pude haber hecho diferente?, ¿Qué deje de hacer?, ¿Qué hice de más?

Levantó mi rostro hacia el cielo, una leve llovizna me moja la cara corriendo junto a mis lágrimas y rodando sobre mis labios y mejillas.

Ahora, frente a su tumba, se me congela el corazón. M iro a su alrededor, rodeada de otros mausoleos. ¿Qué cambia eso?

Ella sigue allí, y allí desaparecerá…

M e obligo a continuar de pie, deseo correr, deseo volver atrás y gritarle, abrazarla, cuidarla…

Pero sé que ya nada será igual, la vida no será igual… siempre habrá un vacío en mi corazón y un dolor que tratara de llenarlo.

Ya no puedo seguir aquí, me aparto y me alejo. Le doy al conductor mi nuevo destino.

- Al aeropuerto, - el conductor arranca como si el también escapara de los demonios que me persiguen. Y así nuevamente mi vida estaba en el limbo.

¿Qué me deparaba el futuro?

No sabía… solo esperaba ser lo suficientemente fuerte para salir de este hoyo que me tragaba.

No miro hacia atrás, no quiero ver los ojos de Eric, no quiero ver a nadie conocido, solo quiero ser una más del montón, perderme entre el mar de gente.

Y así me voy, el aeropuerto me parece lo más lógico. Al llegar me compro un billete del primer avión que sale, no me importa su destino, solo quiero alejarme…

M e embarco a los pocos minutos. Ya en el avión me pongo los audífonos y escucho música.

M e quedo dormida mientras Alejandro Sanz canta “M i soledad y yo”

Cómo estás, qué tal te va

Allí es de día, no es de noche

¿Es bonita esa ciudad, para ir de vacaciones?

Y el hotel, era verdad que es tan romántico y lujoso

Como en la publicidad con esas playas de las fotos

En Madrid está lloviendo y todo sigue como siempre


S olamente que no estás y el tiempo pasa lentamente

Estoy loco por que vuelvas

Hace tanto que te fuiste

No te irás a enamorar allí, lo prometiste

Por favor, cuando puedas llámame

Que mi soledad y yo

S in ti no nos llevamos bien

Me paso el día planeando

Nuestro encuentro imaginando

Te besaré, como nadie en este mundo te besó

Te amaré, con el cuerpo y con el alma

Con la piel y el corazón

Vuelve pronto, te esperamos

Mi soledad y yo

Ya no te entretengo más

S é que te está esperando alguien

Dile que debe hablar más bajo

Al que ha dicho que no tardes…

…Continuara…

Trilogía Tentación 2:

La tentación de tu… cuerpo.


Agradecimientos

M il gracias a Sophie Saint Rose, por tener paciencia y aclararme mis dudas de como autopublicar.

M i más sincero agradecimiento a Angélica Zúñiga por tomarse su tiempo para leer y corregir este libro, también agradecer a mi esposo y a mis hijos por el apoyo
para cumplir mi sueño. Y como olvidar a las SuperChicas de mi blog “M il M undos de Papel” por su entusiasmo y alentarme a publicar. Y por último, gracias papá por
regalarme el libro de Peter Pan y mostrarme el mundo de la lectura, sin ti esto no sería posible.

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