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La (in)disciplina escolar: ¿estamos formando antisociales?

Creado el viernes, 24 de mayo del 2019 11:08:06 am

No se trata de hacer apología de la violencia; pero, se está perdiendo el control. Un desafío pendiente es revisar el
estado de cosas de la disciplina escolar, señala el docente y abogado Miguel Arista

Si Nicomedes Santa Cruz viviera, sería cuestionado por apología de la violencia por componer su popular
“A cocachos aprendí” y su profesor hubiera sido destituido, es más, estuviera preso. Igual suerte hubieran
corrido muchos de los profesores que nos formaron.

En los últimos días fue noticia nacional la denuncia a un docente que castigó a 18 escolares por no haber
hecho su tarea. Inicialmente todos denunciaron, pero luego terminaron apoyándolo; no obstante, el
profesor afronta un pedido de prisión por dos años de la fiscalía y a nivel administrativo lo más seguro es
que sea sancionado. Eso puede ser una muestra de impotencia; sin embargo, el abuso no puede ser
consentido, ni se debe avalar el castigo físico como correctivos en los centros escolares. La cuestión es:
¿qué pasa si el abuso viene del otro lado?, ¿cómo establecer disciplina en las instituciones educativas?

La normatividad actual es extremadamente permisiva y flexible, poniendo contra la pared a los profesores,
directores e inclusive a los mismos padres de familia. Hemos pasado de casos en que una madre venía y
pedía: “profesor castíguelo, no me hace caso, ya no puedo más”, hasta chicos que con total desparpajo
desafían a sus padres: “si me pegas, te denuncio”. Los que norman el tema, desde lejos, dirán: apliquen
“disciplina positiva” … ¡Y cómo!, si los transgresores son muy conocedores de sus derechos, mas no de sus
deberes, pues no les es imperativo cumplir las normas. Y al amparo de las normas legales, los padres
tampoco están obligados a acudir a la escuela, al extremo de que solo matriculan una vez a sus hijos y
después es automático, y si no les da la gana no vuelven nunca más, y si van es solo para manifestar su
impotencia. No hay nada que desde la escuela se pueda hacer en esas condiciones.

El nuestro es un país de extremos, de la antigua costumbre de “la letra con sangre entra” hemos llegado al
“dejar hacer, dejar pasar”. Si el estudiante llega tarde, no importa la hora que sea y cuantas veces sea, hay
que dejarlo pasar sin más; si no hace sus trabajos, si no estudia, no pasa nada; si se le levanta la voz se
corre el riesgo de ser acusado de maltrato psicológico; hasta con la mirada hay que tener cuidado. Claro,
en muchos casos los acusados serán absueltos, pero ¿y el maltrato, y el pago de abogados, y el escándalo?
Por eso, lo más fácil: se deja hacer, se deja pasar para evitarse problemas. En el colmo de las “denuncias”,
tuve un caso en que una madre denunció a la profesora porque le puso a su hijo una “equis” en un ejercicio
solucionado incorrectamente, y eso, según ella, era maltrato psicológico que afecta su autoestima. ¡Así
estamos!

Todas las personas que vivimos en sociedad debemos respetar normas y sabemos que si las transgredimos
afrontaremos consecuencias; si un individuo realiza acciones que resultan ser contrarias a los intereses o
valores del conjunto de la sociedad se califica como conducta antisocial. Esto es, o más bien debería ser,
perfectamente aplicable a las instituciones educativas. Por disciplina escolar se entiende que los
estudiantes deben seguir un código de conducta, y este generalmente se traduce en un Reglamento Interno,
ahora llamado Normas de Convivencia. Ahora, ¿qué sucede si alguien transgrede este código, socializado
antes o al inicio del año escolar con padres y estudiantes? Simplemente… ¡nada!

No se trata de hacer apología de la violencia, el abuso o aprobar el castigo como solución, ni tampoco de
imponer disciplina castrense; pero, se está perdiendo el control; algo no está bien. Un desafío pendiente
para las autoridades y la sociedad en su conjunto es revisar el estado de cosas de la disciplina escolar y tal
vez, y solo tal vez, debiéramos preguntarnos: ¿acaso estamos formando antisociales? Allí podríamos
encontrar algunas respuestas a los problemas que actualmente nos aquejan como sociedad.

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