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Conocimiento y realidad en Kant

Kant fue un filósofo ilustrado del s.XVII, cuya filosofía es crítica y trata de analizar la posibilidad y
los límites de la razón. Intenta contestar la pregunta de ¿qué es el hombre?, y para tratar realidad y
conocimiento, se pregunta: ¿qué podemos conocer?
Kant critica al racionalismo porque, por rechazar lo procedente de la experiencia, este crea una
metafísica que se propone conocer la realidad sin analizar antes los límites del conocimiento y
fracasando en aumentar el saber humano. Sin embargo, no está de acuerdo con el empirismo de
Hume, pues intenta superar el escepticismo y recuperar la objetividad del conocimiento científico
de Newton. Como solución, propone una síntesis entre racionalismo y empirismo, que no
separe el conocimiento de la experiencia, para poder salvar la ciencia.
Para determinar si la metafísica puede obtener conocimientos científicos, se pregunta cómo lo hace
la propia ciencia. Esa investigación comienza con la clasificación de juicios, que entiende como
conexiones entre dos conceptos.
Según la relación entre sujeto y predicado, los juicios pueden ser analíticos, si el predicado se
incluye en el sujeto; o sintéticos, si aportan datos nuevos y amplían el conocimiento. Según su
validez, pueden ser a priori, si no hay que recurrir a la experiencia para comprobarlo; o a posteriori,
si es necesaria la experiencia sensible. Para Kant, los juicios científicos serán los sintéticos a priori,
que no dependen de la experiencia pero ofrecen conocimientos. Para que podamos conocer deben
darse unas condiciones empíricas particulares de la percepción, y otras trascendentales que son
previas al conocimiento.
En Crítica de la razón pura, investiga las condiciones trascendentales de la razón, que permiten
hacer juicios. Para ello aborda tres temas: la estética trascendental, la analítica y la dialéctica.
La estética trata la sensibilidad, facultad con la que percibimos apariencias (fenómenos). Estas se
componen de materia (sensación) a posteriori y forma (esencia) a priori. El espacio y el tiempo se
entienden como formas a priori de nuestra sensibilidad y como intuiciones puras que hacen posible
la sensibilidad, ya que contextualizan las impresiones para crear el fenómeno. Todo se da en un
espacio y un tiempo, por lo que estos conceptos son imprescindibles para la percepción. También
son vitales en las matemáticas, pues el álgebra y la geometría dependen del espacio y del tiempo.
La analítica trata la comprensión de los fenómenos y las condiciones para que los objetos de la
sensibilidad puedan ser pensados. El entendimiento es la facultad de pensar objetos y la capacidad
de referir los fenómenos a los conceptos mediante juicios. Las formas a priori del entendimiento son
las categorías, conceptos puros que no provienen de la experiencia sino que permiten que la
pensemos, asimilemos y comprendamos. A través de las categorías construimos los juicios y
relacionamos fenómenos, y además posibilitan los juicios de la física, lo que las hace universales.

Kant sostiene que las percepciones deben ajustarse a los elementos a priori de nuestra mente, en lo
que se llama giro copernicano de la filosofía. Así, la realidad, en parte, surge de la mente.
Distingue entre el fenómeno, lo que percibimos y comprendemos aplicando categorías, y el
noúmeno, la cosa en sí, que solamente puede ser pensada. Toda la realidad tiene un ámbito
fenoménico y otro nouménico, pero la ciencia sólo conoce los fenómenos, pues el noúmeno es
incognoscible. Esta filosofía se llama por eso Idealismo Trascendental, ya que lo que conocemos
son ideas construidas a partir de intuiciones y categorías.

En la dialéctica, Kant estudia la razón y si la metafísica es una ciencia. La razón es la capacidad de


unificar juicios haciendo teorías cada vez más generales y elaborando síntesis (ideas). La metafísica
ha utilizado esa razón para estudiar cosas más allá de lo fenoménico (Dios, alma, mundo), y por lo
tanto su conocimiento no es válido, ya que las intuiciones y las categorías no se aplican a lo
nouménico.

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