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Kant, en “Critica de razón pura” Intenta una superación – síntesis entre racionalismo y
empirismo. Considera que ambas posiciones estaban equivocadas en algunas cosas, pero
ambas tenían parte de razón. La razón es fuente de conocimiento, pero no basta con la razón, y
la experiencia es fuente del conocimiento, pero no basta con la experiencia. Tanto la razón
como la experiencia son fundamentales en la construcción del conocimiento.
Las intuiciones sensibles son diversas (múltiples) y para que haya conocimiento en el
sentido riguroso del término, el entendimiento debe reunir esa variedad de la intuición
sensible en una síntesis. Esa síntesis se realiza mediante conceptos puros a priori o categorías
(como los conceptos de causa, sustancia, etc.) El único uso legítimo de las categorías respecto
del conocimiento de las cosas es su aplicación a fenómenos.
Kant concluye que la metafísica no es una ciencia porque no es posible conocer objetos
situados más allá de la experiencia. Kant se pregunta si es posible un conocimiento práctico de
dichos objetos. Por conocimiento práctico entiende Kant el conocimiento moral. La razón tiene,
según Kant, un uso teórico, que se ocupa de conocer cómo son las cosas (ciencia), y un uso
práctico, que se ocupa de cómo debemos obrar (ética). La razón teórica o especulativa formula
juicios y razonamientos; la razón práctica formula imperativos o mandatos.
Influido por Hume, Kant llega a la conclusión de que estos conceptos sólo son fuente
de conocimiento cuando se aplican a la experiencia sensible. Ésta es el límite infranqueable del
conocimiento humano, por lo que no se puede conocer nada más allá de ella. Al mismo
tiempo, de la experiencia sólo pueden obtenerse conocimientos particulares y contingentes.
Según Kant, sólo podemos conocer fenómenos. Lo que existe más allá del ámbito fenoménico,
esto es, del ámbito del que podemos tener experiencia, queda fuera de nuestro alcance. A ese
ámbito, que quedaría más allá de nuestra experiencia, Kant lo denomina “noúmeno”.
El idealismo trascendental (o criticismo) como síntesis superadora de racionalismo y
empirismo
Tipos de juicios.
Según la relación entre el sujeto y el predicado, los juicios pueden ser analíticos o
sintéticos: a) Juicios analíticos: en ellos, el predicado está incluido en el sujeto; por tanto, basta
analizar el sujeto para comprender que el predicado le conviene necesariamente. Por ejemplo,
en el enunciado: "Todos los triángulos tienen tres ángulos", basta con comprender el concepto
mismo de triángulo para saber que el predicado le corresponde necesariamente. Por esa razón,
estos juicios no amplían nuestro conocimiento. b) Juicios sintéticos: en ellos, el predicado no
está incluido en el sujeto, por lo que sí amplían nuestro conocimiento, aportando información
nueva. Por ejemplo: "Los japoneses tienen una dieta basada fundamentalmente en el consumo
de pescado". Estos juicios sí aportan información nueva.
Según el modo en que se conoce su verdad, los juicios pueden ser a priori o a
posteriori: a) Juicio a priori: es aquel en el que su verdad se conoce con independencia de la
experiencia. Por ejemplo, para comprobar la verdad del juicio: "Un todo es mayor que sus
partes", no es necesario acudir a la experiencia, pues no se fundamenta en ésta. b) Juicio a
posteriori: es aquel cuya verdad es conocida a partir de la experiencia. La afirmación: "El
pueblo donde más llueve en España es Grazalema", tiene su fundamento en la experiencia; por
tanto, tenemos que recurrir a ésta para comprobar su verdad.
Los juicios a priori son universales y necesarios; es decir, no admiten excepción. Por el
contrario, los juicios a posteriori no son universales y necesarios. Por ejemplo, siguiendo con el
ejemplo propuesto de juicio a posteriori, no se puede descartar la posibilidad de que un año en
algún pueblo de España llueva más que en Grazalema; o incluso que, debido a un cambio
climático, Grazalema pasara en el futuro a ser un pueblo con muy pocas precipitaciones. Kant
está de acuerdo con Hume en que la experiencia no muestra una conexión necesaria;
únicamente nos informa de que, hasta ahora, las cosas han sucedido de una determinada
manera, pero no que vayan a seguir comportándose de la misma manera en el futuro.
Hasta aquí, los ejemplos propuestos de juicios analíticos coinciden con juicios a priori; y
lo mismo pasa con los ejemplos de juicios sintéticos, los cuales coinciden con los juicios a
posteriori. Tendríamos, así, por un lado, los juicios analíticos a priori-universales y necesarios,
pero que no amplían nuestro conocimiento-y los juicios sintéticos a posteriori-que sí amplían
nuestro conocimiento, pero en los que no podemos fundamentar ninguna seguridad. La
conclusión inevitable del planteamiento de Hume es el escepticismo: sólo podemos estar
seguros de aquellas verdades-las verdades de la lógica y las matemáticas-que no aumentan
nuestro conocimiento; por tanto, la ciencia sería imposible. Sin embargo, Kant afirma que
existe un tercer tipo de juicio, el cual, al mismo tiempo que está fundamentado en la
experiencia y, por tanto, amplía nuestro conocimiento del mundo, es universalmente válido y
no admite excepción alguna. Son los juicios sintéticos a priori. Un ejemplo de juicio sintético a
priori sería éste: "La recta es la distancia más corta entre dos puntos". No se trata de un juicio
analítico, pues el predicado ("la distancia más corta entre dos puntos") no está incluido en el
sujeto ("la recta"). Se trata de un juicio sintético, que amplía nuestro conocimiento. Sin
embargo, su verdad no depende de la experiencia, pues no necesitamos ir midiendo distancias
entre dos puntos para saber que es verdadero. Por tanto, es un juicio universal y necesario, que
carece de posibles excepciones.
Otros ejemplos pueden ser: "Todo cambio tiene una causa", "La cantidad de materia en
el universo se mantiene invariable" y todos los juicios de geometría y de física serían de este
tipo.
Según Kant, los juicios sintéticos a priori son los juicios propios de la ciencia. Todas las
disciplinas científicas se han constituido como tales precisamente porque disponen de este tipo
de juicios. Para Kant, la cuestión clave es si en la Metafísica son posibles juicios de este tipo, y
si, en consecuencia, esta rama de la filosofía podrá convertirse alguna vez en una ciencia.
La Crítica de la razón pura
Esta es la cuestión que este filósofo se plantea en su obra Crítica de la razón pura,
donde se propone dos grandes objetivos:
El segundo objetivo es, en realidad, una consecuencia del primero: una vez definidos
los límites del conocimiento humano, podremos valorar si es posible o no un conocimiento
metafísico. Kant divide la crítica en tres partes: "Estética trascendental", "Analítica
trascendental" y "Dialéctica trascendental". En cada una de ellas estudia una de las tres
facultades de conocimiento que distingue en el ser humano: sensibilidad, entendimiento y
razón. Cuando Kant habla de "trascendental", se refiere a aquellos elementos a priori pero
aplicables a los objetos de los que tenemos experiencia; es decir, se refiere a aquellas
condiciones propias del sujeto que hacen posible el conocimiento. Sin esos elementos a priori,
el conocimiento humano no sería posible. Esta forma de plantear el problema del
conocimiento, como una síntesis entre lo que aporta el sujeto y los datos provenientes del
exterior, supone un cambio tan radical respecto a las formulaciones anteriores que el propio
Kant habla de "revolución copernicana".
¿Qué crítica y qué toma del racionalismo de Descartes y del empirismo de Hume?
La metafísica
Descartes defendía que es posible establecer la metafísica como ciencia y conocerla a través de
la razón, y que podemos intuir la res infinita, es decir, la idea de Dios, a partir de la cual se
puede deducir la idea de Mundo, o res extensa.
Hume rebate esta afirmación pues, según él, el Yo, el Mundo y Dios son sustancias de las cuales
no tenemos percepción sensible. Por tanto, para Hume la metafísica no puede establecerse
como ciencia.
Kant, la metafísica no puede considerarse una ciencia, al igual que en Hume, porque no consta
de juicios sintéticos a priori. Sin embargo, Kant mantiene la idea de la sustancia de Descartes
afirmando que aunque no podemos conocerla realmente, tampoco podemos negar que exista.
Por lo tanto, aunque la metafísica no se establece como ciencia, sus contenidos son necesarios
para regular nuestro conocimiento.