Está en la página 1de 7

Rabbí Yosef Koelner, Rosh Yeshíva Principal y División Inglesa

Rabbí Dr. Williams Pitter, Rosh Yeshíva División Hispana

LECCIONES DE TORÁ
SEMINARIO DEL SEGUNDO CUATRIMESTRE
Dedicado a comentar las parashot de la Torá
Rabbí Dr. Williams Pitter
Rabino miembro del Messianic Jewish International Council
www.luz.academia.edu/WilliamsPitter
wpitter@gmail.com

PARASHOT DEL SEFER SHEMOT


Parashá Tetzavé
LA ENIGMÁTICA EXPIACIÓN POR MEDIO DE LAS VESTIDURAS DEL COHEN GADOL

Shabbat 24 de Febrero del 2024


Shabbat 05 de Adar I del año 5784 de la creación
y casi 2000 años de la era mesiánica
Maracaibo, Zulia. Venezuela
2

SEFER SHEMOT
Parashá Tetzavé (Ex 27:20-30:10)
LA ENIGMÁTICA EXPIACIÓN POR MEDIO DE LAS VESTIDURAS DEL COHEN GADOL
Rabbí Dr. Williams Pitter

INTRODUCCIÓN

Rav Abahu y Rav Jiyya bar Abba fueron a cierto lugar. R. Abahu enseñó sobre aggadá. Rav Jiyya enseñó sobre
halajá. Toda la gente de aquel lugar despreció a Rav Jiyya y fueron a escuchar a Rav Abahu al punto que Rav
Jiyya se molestó mucho. Rav Abahu le dijo a él: “Te diré una parábola, ¿a qué se parece esta situación? A dos
hombres, uno vendía piedras preciosas, y el otro vendía baratijas, joyas hermosas pero de escaso valor. ¿A
cuál de los dos corrió la gente para comprarle? ¿No fue al que vendía baratijas? Pero aun así, Rav Jiyya bar
Abba no fue consolado” (Talmud Bavlí Sotá 4a).

Esta cita del Talmud alude a los métodos típicos de exposición de la Torá, el método halájico que recurre a
las 13 reglas de Rabbí Yishmael y el método aggádico que recurre a historias, parábolas, etc. La segunda
manera de exponer las Escrituras era muy atractiva por la sencillez en la ilustración o explicación de un texto
o episodio bíblico y la gente, con escaso o ningún entrenamiento en la exégesis halájica, se sentía muy atraída.
Y esta era la razón por la cual muchos judíos acudían en masa a escuchar a los rabinos que usaban el método
aggádico, lo cual, según cuenta el tratado del Talmud citado, molestaba al Rabino Jiyya.

Durante estos últimos quince años que he estado dedicado a la enseñanza de la Torá me he dado cuenta, que
tanto en círculos cristianos como en los círculos judíos mesiánicos, que tanto los maestros como los discípulos
se apresuran a especular sobre las alusiones o “tipologías” del Mesías. También he visto el mismo defecto en
la exposición de la Torá al público, se lee un texto y de inmediato se presenta su significado “alegórico”. Esa
manera liviana de abordar el estudio y la exposición pública de las Escrituras empobrece a la gente, pues su
espiritualidad es alimentada con especulaciones, cuentos, y “tips” de auto ayuda y crecimiento personal. Toda
clase de alegorías son presentadas y poco trabajo sustancial es realizado a nivel peshat y derash; de donde se
pueden extraer enseñanzas más profundas. Aunque con más esfuerzo; pues en estos niveles se requieren más
destrezas en cuanto al dominio del hebreo bíblico, los midrashim y, por supuesto, el uso de las 13 reglas de
Rabbí Yishmael. También uno debe consultar a otros Rabinos y otros intelectuales judíos e incluso, de
teólogos, que ya hayan incursionado en el estudio serio de la literatura rabínica.

Mis discípulos deben saber que las perlas hay que buscarlas en aguas profundas; por ello sugiero un poco más
de dedicación y esfuerzo a esclarecer bien el nivel peshat de la Torá; y cuando lo consideren agotado, o por lo
menos, lo suficientemente claro, vayan entonces al nivel derash a fin de fortalecer la comprensión del texto
episodio bíblico. El nivel remez o las alusiones al Mesías, o a temas salvíficos y proféticos, por ejemplo,
vendrían más naturalmente si respetamos y esclarecemos primero, y además bien, los dos niveles anteriores.

Por supuesto, no sería bueno una exposición rigurosa de las Escrituras ante un público heterogéneo, pero con
un poco de ingenio y la ayuda del cielo, se puede recurrir a historias y parábolas a fin de presentar un tema o
episodio bíblico interesante y complicado de la manera más sencilla posible. Todo tiene su lugar, y Pablo nos
habla de un principio básico para la enseñanza de las Escrituras: “Hablamos sabiduría entre los que han
alcanzado madurez” (1 Co 2:6).

IDENTIFICADO LA PARASHÁ TETZAVÉ COMO PARTE DE UN DIBBUR

Con la parashá Tetzavé que comento a continuación, quiero dar un ejemplo de exégesis rabínica para que
todos mis discípulos puedan apropiarse de las herramientas claves que les permitan extraer las perlas de las
Torá. Las baratijas de la aggadá (contar historia, parábolas, etc.) se consiguen más fáciles en la tierra, pero
sólo cuando uno ya haya invetido tiempo como un buzo buscador de perlas. La parashá Teztavé (27:20 hasta
30:10), es una de las parashá más difíciles de la Torá. Y la mejor manera de penetrar en su contenido es darse
cuenta que ella es parte de un gran dibbur que comienza con la parashá anterior. Veamos esto.
3

Un dibbur es una sección de la Torá que se distingue porque comienza o contiene una frase que se repite. Por
ejemplo, el libro de Vayikrá se distingue los diburim por medio de la siguiente expresión. “Y le dijo el Eterno
a Moshé diciendo/Vaydaver Hashem el-Moshé lemor”, y a continuación entonces viene o está consignada
por escrito toda la revelación de las instrucciones que el Eterno da a Moshé. Y este dibbur, como cualquier
otro dibbur, termina cuando comienza un nuevo dibbur,

El dibbur, como se presenta en el libro de Levítico, es un bloque narrativo que debe ser estudiado completo
por cuanto contiene un tema central que se debe discernir. De modo tal que, el flujo narrativo del libro de
Levítico está estructurado por medio de dibburim, lo cual facilita la lectura e interpretación de esta parte de
la Torá que suele ser un tanto difícil de abordar.

Y en el caso particular que nos ocupa, para comprender mejor la porción bíblica de la parashá Tetzavé tenemos
que empezar por caer en cuenta que esta parashá es parte de un dibbur que comienza en 25:1 cuando se dice
la frase clave: “Y le dijo el Eterno a Moshé diciendo/Vaydaver Hashem el-Moshé lemor”. Y sabemos que
termina en 30:10, pues el texto siguiente, que es 30:11, dice la misma frase clave: “Y le dijo el Eterno a Moshé
diciendo/Vaydaver Hashem el-Moshé lemor”, lo que da comienzo al próximo dibbur, y que es justo el
comienzo de la parashá Ki Tisá.

El dibbur de 25:1 a 30:10, los jajamim lo dividieron muy bien en dos bloques narrativos, la parashá Terumá
(25:1 hasta 27:19) y la parashá Tetzavé (27:20 hasta 30:10). Por tanto, este dibbur contiene dos partes bien
diferenciadas:

(1) del 25:1 al 27:19 (parashá Terumá), en donde tenemos la invitación del Eterno a tomar ofrendas para Él, y
la descripción de cada uno de los materiales, muebles y utensilios del Mishkán y las respectivas instrucciones
para armarlo. La descripción termina hablando sobre las estacas del patio exterior. El tema básico de la
parashá Terumá es que el Eterno ha diseñado y mandado a edificar un Santuario para fijar allí Su morada entre
los hijos de Ysrael.

(2) La segunda parte: del 27:20 al 30:10 (parashá Tetzavé), contiene tres temas básicos: (a) La instrucción para
el encendido de la menorá (27:20,21), (b) la escogencia de Aharón y sus hijos al sacerdocio y de aquellos que
han de hacerles sus vestiduras, y entonces da comienzo a describir con detalles todas las ocho vestiduras
sagradas del sacerdocio y el ritual de siete días a seguir para la consagración de Aharón y sus hijos al
sacerdocio, cuyo final es también el tema básico de esta parashá, que es la intención del Eterno de sacarlos
de Egipto de residir en medio de ellos (28:1 al 29:37); y (c) los rituales de expiación en el altar del holocausto
(29:38-45) y los rituales del incienso y de expiación ante un altar de madera (colocado en el Lugar Santo) (30:1-
10).

EXÉGESIS HALÁJICA DE LA PARASHÁ TEZTAVÉ: LA EXPIACIÓN POR MEDIO DE LAS VESTIDURAS DEL COHEN GADOL

Ahora bien, los jajamim discuten muchísimas cosas interesantes de este dibbur. Y sólo me voy a referir a un
par de ellas. La primera, y Ud. debe ponerle atención a esto, que la instrucción del encendido de la menorá
en 27:20,21 está fuera de lugar o aislada de la temática que viene narrando en la parashá Terumá y tampoco
nada tiene que ver con la parashá Tetzavé que viene a continuación. Por ello, los jajamim discuten si esta
porción de la Torá debe pertenecer a la parashá anterior o a la parashá Tetzavé, como ha sido situada
tradicionalmente. En cualquier caso, los jajamim discuten sobre las razones que tenía Moshé para insertar la
instrucción del encendido de las luces de la menorá entre dos temas muy diferentes: el del Mishkán y el de
las vestiduras de Aharón y sus hijos. (!Es una doble yuxtaposición!)

Lo cierto es que, ya sea que la instrucción del encendido de las luces de la menorá pertenezca a la parashá
Terumá o a la parashá Tetzavé, es muy claro que hay que explicar la razón que tuvo Moshé para yuxtaponer
esta instrucción con la revelación de las vestiduras de Aharón y de sus hijos. (Y he aquí surge una pregunta,
por favor, explicar la razón de esta yuxtaposición. Y otra pregunta: ¿cuál de los profetas presenta una
yuxtaposición entre la menorá y las vestiduras del kohen gadol?).
4

En lo que expongo a continuación reconozco la luz que me brindó un artículo del Dr. Yirmiahu Malhi del
Departamento de Talmud de la Universidad de Bar Ylan, en Israel. Nos dice el Dr. Malhi que los jajamim han
notado otra yuxtaposición interesante que tiene que ver con las partes (b) y (c) del contenido de la parashá
Tetzavé. Es decir, tenemos una yuxtaposición de temas discordantes dados por: las vestiduras de Aharón y
sus hijos (28:1 al 29:37) y por los rituales de expiación ante el altar del holocausto y del mueble del incienso
(29:38 al 30:10). Y he aquí la genial e inspirada pero enigmática respuesta de los jajamim: “Esto es para
enseñarnos que las vestiduras de Aharón y de sus hijos expían el pecado como lo hacen los sacrificios”
(Talmud Bavlí Zebajin 88b, leer también Talmud Bavlí Arajim 16a y Midrash Vayikrá Rabbá 10:6).

Esta inferencia es extraordinaria puesto que desborda el concepto tradicional de expiación que usualmente
usa y aplica la teología, según la cual, la expiación ocurre por medio de la sangre del sacrificio, como parece
probarlo Lv 17:11. Sin embargo, de acuerdo con lo que viene mostrando esta parashá, estamos, pues, en
presencia de una noción de expiación hebrea que nos enseña que hay otros modos, igualmente válidos para
expiar el pecado. De inmediato surge la pregunta, especialmente cuando se tiene en mente la figura redentora
de Yeshua, ¿no es suficiente el sacrificio de los korbanot para expiar el pecado? Y si respondemos
afirmativamente, volvemos a preguntar, ¿qué aspecto de la expiación desea la Torá resaltar que hemos
descuidado en nuestros estudios sobre este tema? Lo que en breve se explica viene a esclarecer parte de la
diversidad de los aspectos involucrados en la noción hebrea de la expiación de la Torá. Ver el caso de Pinjas a
cuyo acto homicida el Eterno le atribuye una expiación del pecado, Nm 25:10-13.

Luego, el Dr. Malhi cita las discusiones de los sabios en los tratados Zebajin 88b y Menajot 25b en donde tratan
de inferir qué clase de pecados expía cada una de las ocho vestiduras del kohen gadol. Por ejemplo, la túnica
expía el pecado de derramamiento de sangre, el pectoral del juicio expía los errores legales de los tribunales,
la placa frontal de oro (tzitz hazahav) expía la insolencia o descaro, etc.

No tengo suficiente espacio para describir cada una de estas opiniones; pero si les puedo decir, que un estudio
cuidadoso del tema nos revela dos hechos interesantes en las discusiones rabínicas. Primero, que los rabinos
tratando de inferir el tipo de pecado que expía cada una de esas vestiduras, no sólo no se logran ponerse de
acuerdo, sino que además uno puede captar allí algo de especulación, que se puede justificar, porque los
rabinos están haciendo un esfuerzo supremo en discernir con profundidad la enseñanza central de la
yuxtaposición: que las vestiduras del kohen gadol expían el pecado como lo hacen los sacrificios. Segundo,
que todos los jajamim, tanto antiguos como modernos, coinciden en una conclusión fundamental: que de las
ocho vestiduras del kohen gadol, la única a la que la Torá le atribuye la facultad de expiar el pecado es la placa
frontal de oro puro (tzitz hazahav), que se fija con trenzas azules sobre el turbante (28:36-38).

Este enigmático texto dice: “Harás la placa frontal de oro puro, y grabarás en ella, grabado de relieve:
Sagrado para el Eterno. Lo fijarás sobre cita celeste y estará sobre el turbante…Estará sobre la frente de
Aharón y llevará (nasá, para expiar) Aharón el pecado de las consagraciones, de todas las dádivas de los
hijos de Israel para todas sus consagraciones. Estará sobre su frente continuamente para (promover) buena
voluntad por ellos, delante del Eterno” (28:36-38).

El Dr. Mahli, cita a Rashí, y afirma que, el tipo de expiación que tzitz hazahav ofrece pertenece específicamente
al plano de las impurezas con las cuales se presentan las ofrendas consagradas. Y en este sentido, según el Dr.
Malhi, los vestidos expían las transgresiones morales y rituales relacionadas con la manera como se ofrecen
los sacrificios. Y siguiendo esta línea de razonamiento, el Dr. Mahli, para concluir su investigación, cita un
artículo del Dr. Meir Gruzman (también de la Universidad de Bar Ylan), quien afirma, que la naturaleza de la
presentación de ofrendas impuras se debe al carácter soberbio del oferente y, en este sentido es un acto de
rebelión.

Lo anterior, es un resumen apretado de las opiniones de grandes rabanim. En base a lo anterior, tenemos que
plantearnos la siguiente pregunta es, ¿cómo la placa de oro (tzitz hazahav) que descansa en la frente del
kohen gadol expía el pecado de las sacrificios consagrados? Es decir, ¿cuál es la conexión entre el tzitz hazahav
y “el pecado de las consagraciones”? ¿Tiene razón el Dr. Gruzman cuando infiere que tzitz hazahav expía el
pecado de rebelión al presentar sacrificios impuros? Y sea cual sea la respuesta que demos, es obvio que la
5

acción de expiar del tzitz hazahav promueve la buena voluntad para los hijos de Ysrael delante del Eterno
(28:38).

Como ven, estamos ante un gran enigma de la Torá. No obstante, en mi modesta opinión personal, creo que
puedo señalar tres asuntos fundamentales. En primer lugar, no es cierto que cada una de las ocho vestiduras
expíe cada uno de los tipos de pecados mencionados. La razón es muy sencilla, la Torá sólo revela
explícitamente que el tzitz hazahav tiene la facultad de la expiación, además, cada uno de los pecados
mencionados por los rabinos están ya cubiertos o pueden ser expiados por los korbanot, como lo enseña el
libro de Levítico. En segundo lugar, debemos precisar dos aspectos importantes del tzitz hazahav: (1) ¿Qué
es lo que en verdad expía? Y (2) ¿cómo y en qué sentido promueve la buena voluntad para los hijos de Ysrael
delante del Eterno?

En tercer lugar, En lo que a mí concierne, pienso que aquí tenemos una clave mesiánica y salvífica de capital
importancia. Para discernirla tenemos que regresar a la clave central de esta parashá ya inferida por los
rabinos: “Esto es para enseñarnos que las vestiduras de Aharón y de sus hijos expían el pecado como lo
hacen los sacrificios” (Talmud Bavlí Zebajin 88b). Y, como ya se dijo, de todas las vestiduras del kohen gadol
es la placa de oro (tzitz hazahav) y que tiene grabado el nombre del Eterno, la única pieza de las vestiduras
del kohen gadol a la cual la Torá le atribuye la facultad de expiar las cosas consagradas de los hijos de Ysrael.
Pero, ¿cómo conciliar la inferencia rabínica acerca de que las vestiduras expían el pecado con la revelación de
la Torá que placa de oro expía de todas los korbanot o consagraciones ofrecidos por los hijos de Ysrael? Si
respondemos esta pregunta, será mucho más fácil responder las dos preguntas planteadas en el párrafo
anterior.

La respuesta es muy sencilla, en la narrativa de la Torá se suele usar el recurso de que una parte de una lista,
preceptos u otros temas, que puede ir de lo particular a los general, ejemplo, que puede ser usada como un
recurso que representa o resume todo lo escrito previo. Por ejemplo, Pablo usa este recurso en Gál 3:10,
citando Dt 27:26: “maldito o reprendido es todo aquel no permaneciere en todas las cosas escritas en este
libro de la ley para hacerlas”. Rashí explica que la penalización por ahorcamiento, al fallar en la fidelidad a
todo lo escrito en la Torá, del texto de Dt 27:26 engloba todas las demás faltas cometidas que son
mencionadas antes en Dt 27:14-25. (Ver Rabbí A. Coffman, Torá con Rashí. 2004, p. 392, nota 11). Usaré esta
regla de Rabbí Yishmael para abordar el problema planteado.

Del mismo modo, la placa frontal de oro, que tiene grabado el Nombre del Eterno y que expía el pecado de
las cosas consagradas (28:36-38), es la representante por excelencia de todas y cada una de las piezas que
integran las vestiduras sagradas del cohen gadol. De allí entonces es claro concluir, que las vestiduras del
kohen gadol expían el pecado de las consagraciones como lo hacen los sacrificios. Por otra parte, se puede
llegar a esta misma conclusión, puesto que la propia Torá por medio de la yuxtaposición ya comentada, entre
las vestiduras (28:1 al 29:37) y los sacrificios expiatorios (29:38 al 30:10), propicia la inferencia discernida por
los rabinos: que las vestiduras del kohen gadol expían el pecado de las consagraciones como lo hacen los
sacrificios. De esta manera, se armoniza la revelación de la Torá en Ex 28:36-38 con la inferencia rabínica
extraída de la revelación de la Torá por medio de la yuxtaposición.

Una vez aclarado esto, es importante que pasemos a responder el asunto acerca de las vestiduras que expían
los pecados de las consagraciones como lo hacen los sacrificios. Y en este contexto, vamos a poner al
descubierto un aspecto de la expiación de los pecados que solemos dejar fuera cuando estudiamos el sistema
de salvación en los libros de Shemot y Vayikrá, pues, como ya señalé, tradicionalmente la teología ha reducido
la noción hebrea de la expiación a los sacrificios que se consagran en el Mishkán. Hay un aspecto de la
expiación, y en general de la redención, oculto en las vestiduras sagradas del cohen gadol.

La clave para resolver este extraordinario enigma de que las vestiduras del kohen gadol expían el pecado de
las consagraciones como lo hacen los sacrificios lo proporciona la misma Tanak. Leamos Zacarías 3:1-7:
“Después me mostró al sumo sacerdote Josué, colocado delante del Ángel del Eterno, y Satanás estaba a su
mano derecha para acusarlo.2Pero dijo el Eterno a Satanás: ¡El Eterno te reprenda, Satanás! El Eterno, que ha
escogido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del fuego? 3Y Josué estaba vestido con
6

vestiduras inmundas mientras se hallaba en pie ante el Ángel. 4Éste mandó a los que estaban ante Él,
diciendo: ¡Quitadle las vestiduras inmundas! Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti el pecado, y te he hecho
vestir ropas de gala.5Y añadió: ¡Poned una mitra limpia en su cabeza! Y pusieron una mitra sobre su cabeza,
y lo vistieron con ropas. Y el Ángel del Eterno estaba en pie.6Después el Ángel del Eterno amonestó a Josué,
diciendo:7Así dice Hashem Sebaot: Si andas por mis caminos y si guardas mi mandato, también tú juzgarás mi
casa, y también guardarás mis atrios, y te daré entrada entre éstos que están presentes”.

Al respecto comenta Rabbí Yitzjok Stavsky: “Joshua aparece en esta visión en vestiduras viles, una metáfora
del pecado” (The twelve prophets, 2009, Vol 2, p. 214). Es obvio que este comentario se desprende de la
propia declaración de la visión: “¡Quitadle las vestiduras inmundas! Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti el
pecado, y te he hecho vestir ropas de gala” (3:4).

Más adelante, en referencia a las nuevas y sagradas vestiduras de cohen gadol con las cuales ahora es
investido Yehoshua (3:5), Rabbí Stavsky cita a otros jajamim, quienes dicen: “el turbante (que contiene la
placa de oro) es representante de las vestiduras del kohen gadol. Ahora que ha sido limpiado de sus
iniquidades, ahora puede iniciarse en la posición de kohen gadol” (The twelve prophets, obra citada, p. 215).
El Midrash que la propia Tanak ofrece nos enseña, que la expiación del pecado se da en términos de un
cambio de vestiduras!, de vestidura viles a las sagradas vestiduras del kohen gadol. Una imagen similar y con
la misma enseñanza la presenta Yeshua en la parábola del hijo pródigo cuando el padre, ante el
arrepentimiento de su hijo, ordena cambiar sus harapos por ropas de gala (Lc 15:22).

En varios otros lugares, la Escritura presenta la desnudez o las vestiduras inmundas, como un símbolo del
pecado; y las vestiduras blancas y limpias como un símbolo de salvación (Ap 3:18, Is 61:10). Para finalizar esta
parte, note que en esa visión se da una clave mesiánica que será más clara más adelante en mi exposición:
“Escucha ahora Josué, sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan delante de ti: Son varones
simbólicos porque he aquí Yo traigo a mi Siervo, el Renuevo” (3:8).

La otra clave importante, y que ayuda a coronar estas ideas, es que en las Escrituras, las vestiduras limpias
representan o son una alusión a la justicia (Job 29:14; Is 61:10); y las vestiduras viles o trapos de inmundicia,
representan o son una alusión al pecado (Zc 3:3,4) sino también a una ausencia de méritos o justicia, o una
justicia corrompida que señala la pecaminosidad del hombre (Is 64:6) 1.

Todo esto es parece correcto, pero aún no se ve claro como un cambio de vestiduras expía el pecado como lo
hacen los sacrificios. La pieza escritural que resuelve este enigma se encuentra en el jardín del Edén; en un
escueto texto de la Torá se nos explica el plan de la salvación: “Y Hashem Elohim hizo al hombre y a su mujer
túnicas de pieles y los vistió” (Bereshit 3:21). ¿De dónde sacó el Eterno esas pieles? Del cordero que fue
inmolado desde el principio del mundo (Ap 13:8). Note que en este caso, que en cuanto a la expiación se
refiere, el énfasis de la Torá no estuvo en narrar la muerte del cordero (para el perdón de los pecados), sino
más bien en resaltar unas vestiduras sustitutas que cubrieran la desnudez de nuestros primeros padres;
¿por qué? Veamos.

Como ya nos has sido revelado, el cordero inmolado del jardín del Edén es una alusión al Mesías Yeshua como
nos lo enseñó Juan el bautista al presentar al Mesías delante del pueblo de Israel como “el cordero de Dios
que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29). La pregunta elemental es: ¿Cómo quita Yeshua el pecado del
mundo? Muriendo en nuestro lugar, como lo simboliza el cordero y todas las víctimas del sistema de sacrificio
del libro de Levítico, pero falta un detalle de la más capital importancia para entender la expiación según la
Torá.

Debemos percatarnos del hecho que en la narrativa de la Torá, las pieles del cordero son la parte
representativa de la vida y de la muerte del Mesías Yeshua, y que sintetiza la obra de la expiación (¡La regla

1Hay que tener cuidado en traducir el término hebreo Tzeddaká como “justicia”, pues es un término polisémico que
adquiere su significado según el contexto en donde aparezca.
7

de Yishmael antes invocada!). Es decir, el efecto expiatorio del derramamiento de la sangre de Yeshua, por
medio del cual toda Su vida en entregada, porque “la vida en la sangre está” (Lv 17:11), tiene su fundamento
en los méritos del Mesías Yeshua: en una naturaleza sin pecado y en una vida inmaculada, lo que estaba
aludida en las palabras de Pedro cuando habla de la justicia de Yeshua en términos de un cordero kosher: “sin
mancha y sin contaminación” (1 P 1:19). Por esta causa la Torá menciona las pieles del cordero como símbolo
o alusión al perdón o expiación de los pecados.

En resumen, los sacrificios expían el pecado, pero esto es posible gracias al carácter kosher de los korbanot.
Por tanto, la Torá, antes de presentar todo el sistema de sacrificios, nos presenta primero, en las vestiduras
de Aharón, el fundamento esencial sobre el cual los sacrificios son aceptables para el perdón de los pecados:
los méritos o vida impecable de Yeshua, representada en las vestiduras de Aharón, puesto que estas
vestiduras son y representan la expiación de todos los korbanot que presenten los hijos de Israel. Y por esta
razón, podemos hablar de Yeshua como “Hashem nuestro mérito” (Jer 33:16).

Y, como ya mencionamos, las vestiduras de Aharón quedaban representadas esencialmente por el tzitz
hazahav, que tenía grabado el Nombre del Eterno. Y este nos habla otra vez de Yeshua, pues Él llevaba en Si
mismo el Nombre del Eterno y ese Nombre lo reveló a nosotros! (Jn 17:6). ¡Ah! Y, por supuesto, Yeshua, por
medio de Sus méritos que ofrece gratuitamente a los crean en Su Nombre promueve la buena voluntad
para los hijos de Ysrael delante del Eterno!

REFERENCIAS

Dr. Yirmiyahu Malhi, The Sacral Vestments, Bar-Ilan University 's Parashá Hashavua Study Center, 5765.

Dr. Meir Gruzman, The Atonement Inferred by the Golden Frontlet (Tzitz Hazahav), Bar-Ilan University 's
Parashá Hashavua Study Center, 5757.

Rabbí Y. Stavsky, The twelve prophets. Mesorah Publications, 2009

Rabbí A. Coffman, Torá con Rashí. Editorial Jerusalem de México, 2004

También podría gustarte