Está en la página 1de 11

El último Séder: Una lectura judía de la última cena

Por D. T. Lancaster
La noche anterior a su padecimiento, Yeshúa comió la “última cena”
con sus discípulos. En esa cena, les dio pan y vino y les dijo que
tomaran el pan y el vino en memoria de él. Gracias al aumento de los
niveles de educación en las raíces judías del cristianismo, la mayoría
de los cristianos de hoy en día se dan cuenta de que la última cena
de Yeshúa y sus discípulos era una comida tradicional judía del Séder
de Pascua, pero la mayoría de los cristianos probablemente todavía
no se dan cuenta exactamente de cómo la última cena se ajusta a
una comida tradicional del Séder. El siguiente artículo está basado en
el volumen cuatro de Torah Club: Chronicles of the Messiah (Club de
Torá: Crónicas del Mesías), un comentario sobre los evangelios
desde una perspectiva judía mesiánica.

El típico Séder de Pascua


Aunque los diversos elementos del tradicional Séder de Pascua han
sufrido alteraciones y desarrollo a lo largo de los siglos, la liturgia de
la comida del Séder de hoy en día se parece a la que dirigían Yeshúa
y sus discípulos en el aposento alto. La palabra hebrea séder significa
“orden establecido”, y el orden establecido para llevar a cabo una
comida pascual parece haber sido establecido tempranamente. Los
escritos judíos describen el orden establecido para la comida de
Pascua de la manera en que se practicaba en los días de Yeshúa y sus
discípulos.
En aquellos días, la comida del Séder comenzaba después del
anochecer. Nadie comía nada desde el mediodía hasta que todos se
acomodaban alrededor de la mesa esa noche. Durante la noche,
cada persona bebía cuatro copas de vino ceremonial. La primera
copa de vino acompañaba una declaración de santidad del día
(kiddush). Después de la primera copa, la ceremonia comenzaba con
hierbas amargas y verduras sumergidas en una sopa de vinagre
(karpás). Luego los servidores sacaban el pan ácimo (matzá), la
compota de frutas (jaróset), y el cordero pascual. Un niño en la mesa
hacía las preguntas prescritas. El padre o anfitrión del Séder
respondía con una exposición de Deuteronomio 26:5-9 y una
discusión sobre el significado de los alimentos rituales: el sacrificio
de la Pascua, el pan ácimo y las hierbas amargas. La recitación de los
Salmos 113-114 (Halel) y una bendición en agradecimiento a la
redención precedían a la segunda copa y a la comida. Después de la
comida, vertían una tercera copa para acompañar la acción de
gracias después de las comidas, y la cuarta y última copa
acompañaba la conclusión del Séder y mientras cantaban el resto de
los salmos de Halel (Salmos 115-118).

Alrededor de la mesa del Maestro


Y fueron y hallaron como les había dicho, y prepararon la
Pascua. Cuando llegó la hora, se reclinó a la mesa con los
apóstoles. (Lucas 22:13-14)
Simón Pedro y Juan se ocuparon de los preparativos: vino, pan
ácimo, hierbas amargas, vinagre para mojar, compota de frutas y el
cordero asado para el sacrificio. Cojines y esteras rodeaban la mesa
baja del triclinium en forma de herradura. La mesa acomodaba hasta
trece participantes. Alrededor de cinco personas podían sentarse a
la izquierda y cinco a la derecha, y los restantes se reclinaban en la
mesa central, más estrecha. Todos se reclinaban a lo largo del
exterior de la mesa, permitiendo que el interior de la mesa
permaneciera accesible a los servidores. Incluso hoy en día, los
participantes en el Séder de Pascua se inclinan a un lado cuando
comen los alimentos ceremoniales como recuerdo de aquellos días
en que todos se reclinaban alrededor de la mesa del Séder.

Un anticipo de lo que está por venir


Antes de tomar la primera de las cuatro copas, declaró: “¡Cuán
intensamente he deseado comer esta pascua con vosotros antes que
padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla
en el reino de Dios” (Lucas 22:15-16). Él anticipó un período de
separación de sus discípulos, pero también previó el día en que se
reuniría con ellos para celebrar el gran Séder en el banquete
mesiánico en el reino de los cielos, es decir, la era mesiánica.
El judaísmo enseña que, en el banquete mesiánico del reino, el
Mesías recibirá sus ritos de coronación, tomará cuatro copas en sus
manos y pronunciará las bendiciones sobre el vino conservado en
uvas desde la fundación del mundo. Los doce discípulos venían a
Jerusalén esperando una comida un tanto festiva. Anticipaban una
violenta agitación, deshaciéndose del yugo romano, seguida de la
coronación del rey. Esperaban una resurrección de los muertos y un
gran banquete con el Mesías. En cambio, tuvieron un simple Séder
con el maestro, un anticipo del tiempo venidero.

La primera de cuatro copas


Los participantes en un Séder de Pascua beben cuatro copas
de vino. Esta regla se remonta a los días de Yeshúa. Los rabinos
decían: “Una persona debe tomar no menos de cuatro copas
de vino en la Pascua, aunque se paguen con los fondos
destinados a la caridad para los pobres” (Mishná, Pesajim 10).
El Evangelio de Lucas menciona específicamente dos copas en la
última cena. Mateo y Marcos sólo mencionan una copa, pero
podemos asumir que Yeshúa y sus discípulos tomaron las cuatro
copas. En la tradición judía, las cuatro copas se consideran una sola,
llamada “la copa de la salvación”.
Lucas dice: “Y tomando una copa, después de dar gracias, dijo:
Tomad esto y repartidlo entre vosotros”. (Lucas 22:17). La bendición
sobre el vino era simplemente, “Bendito seas, Señor nuestro Dios,
Rey del universo que crea el fruto de la vid”. Yeshúa puede haber
añadido una segunda bendición relativa al día de la fiesta, haciendo
mención del Éxodo de Egipto y la santidad de la temporada de la
fiesta. Luego hizo un voto solemne, prometiendo abstenerse del vino
y de la comida de Pésaj hasta que pudiera volver a beber y a comer
con sus discípulos en la era mesiánica:
Porque os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta que
venga el reino de Dios. (Lucas 22:18)
Esto no significa que se abstuviera de la copa esa noche en la mesa.
La ley judía exige que quien bendice la comida o la bebida debe
probar la cosa por la que ha bendecido a Dios. Yeshúa bebió de la
primera copa y se la pasó a sus discípulos.

Karpás y el traidor
Después de la primera copa, los participantes en el Séder de Pascua
se lavan las manos y luego participan en un ritual llamado karpás. El
ritual consiste en sumergir una verdura verde dos veces en vinagre
de vino tinto. (En un séder moderno, el agua salada suele sustituir al
vinagre de vino.) El significado del ritual es oscuro, pero según
algunas opiniones, representa la traición de José cuyos hermanos
mojaron su abrigo en sangre de cabra, el acontecimiento que inició
el descenso a Egipto. También puede representar el sumergir el
hisopo en la sangre del cordero.
Cuando el maestro y sus discípulos mojaron las karpas en el
plato de vinagre, dijo: “De cierto os digo que uno de vosotros
me entregará” (Mateo 26:21). Dijo también: “Pero he aquí, la
mano del que me entrega está conmigo en la mesa” (Lucas
22:21).
Los discípulos reaccionaron conmocionados. Estaban muy afligidos y
cada uno comenzó a decirle: “¿Soy yo mi maestro?” Yeshúa
respondió con una alusión al ritual de las karpás. Respondió y dijo:
“El que mete la mano conmigo en el plato, éste me entregará”
(Mateo 26:23). Los otros discípulos no habían observado de quién
era la mano que se mojaba en el vinagre simultáneamente con el
maestro, pero Judas Iscariote lo sabía.
Los lectores de los evangelios que no estén familiarizados con el
séder podrían asumir que el sumergir en el tazón con Iscariote
(reportado en Mateo y Marcos) es lo mismo que en Juan 13:26
donde Yeshúa sumerge un pedazo de pan y se lo entrega a Iscariote,
pero los dos incidentes se refieren a diferentes rituales durante el
curso del séder.
Sólo Iscariote sabía que su mano había sumergido las karpás en el
vinagre al mismo tiempo que la mano de Yeshúa. Esto indica que
Iscariote debe haber estado recostado junto a Yeshúa en la mesa.
Siguiendo con la pretensión de ignorancia, Iscariote se volvió hacia
el maestro y preguntó, junto con los otros, “Rabino, ¿soy yo?” Le dijo
en privado: Tú lo has dicho”.

La Matzá como memorial


La comida continuó. Una antigua descripción judía de la
comida del séder dice: “Luego traen pan sin levadura, lechuga
y compota de frutas (jaróset)... en los días del Templo
pondrían ante él el cuerpo del cordero de la Pascua”. (Mishná).
Antes de comer el cordero, los participantes en un séder tenían que
cumplir con su obligación de comer pan ácimo (matzá) y hierbas
amargas. Durante la duración de la fiesta, ningún producto de grano
expuesto a la humedad (y que se haya dejado subir antes de
hornearlo) puede ser comido o traído a la casa. La Torá ordena al
pueblo judío comer pan ácimo de matzá en cada uno de los siete días
de la fiesta y específicamente durante el séder.
Durante el transcurso de la comida del séder, el maestro de la mesa
levanta el pan ácimo y declara: “Este es el pan de la aflicción”. Más
tarde, dice la bendición del pan, lo rompe y lo distribuye a todos en
la mesa.
Yeshúa hizo la bendición por el pan: “Bendito seas, Señor nuestro
Dios, rey del universo, que sacas el pan de la tierra”. Puede que haya
añadido la bendición adicional para la fiesta, “... que nos ha
santificado con sus mandamientos y nos ha ordenado comer matzá”.
Luego partió el pan de la aflicción, comió un poco y lo distribuyó
entre sus discípulos, diciéndoles: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo
que es entregado por vosotros; haced esto en memoria de mí”.
Instruyó a sus discípulos a comer de ahora en adelante los panes
ácimos de la Pascua en memoria de él. Con esas palabras, invistió el
ritual de la Pascua con un nuevo y adicional significado.
Anteriormente, los discípulos de Yeshúa comían el pan ácimo en la
Pascua en recuerdo del éxodo de Egipto. La Torá dice explícitamente
que la Pascua “será un memorial (zikarón) para ustedes” (Éxodo
12:14).
La tradición cristiana ha embellecido el ritual, pero el contexto
original indica un simple rito de Pascua común a todos los hogares
judíos, aunque aumentado con asociaciones simbólicas adicionales.
Al declarar el pan ácimo como símbolo de su cuerpo, el maestro
invitó a los discípulos a recordar en adelante la Pascua como la
ocasión de su padecimiento y sacrificio. Como dice Pablo, “Entonces,
tan a menudo como comáis este pan y bebáis la copa, la muerte del
Señor proclamáis hasta que venga” (1 Corintios 11:26).

Kórej
Nuestro maestro Yeshúa distribuyó los panes ácimos de la matzá
según la costumbre del Séder y se fijó en las hierbas amargas y en el
cordero de la Pascua. Después de bendecir las hierbas amargas y el
cordero, comenzaron a comer el plato principal.
Mientras comían, Yeshúa se turbó en el espíritu y testificó diciendo:
“Amén, amén os digo que uno de vosotros me va a entregar” (Juan
13:21). De nuevo los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros,
sin saber de qué hablaba. Los doce hombres habían pasado los
últimos tres años juntos en la más increíble de las aventuras. Habían
caminado y hablado, aprendido y discutido, comido y bebido,
acampado y viajado juntos. Habían visto el mar calmado, los
enfermos curados, los demonios expulsados y los muertos
resucitados. Sus experiencias compartidas forjaron un vínculo de
fraternidad del cual la traición debió parecer inimaginable. El
pensamiento indecible les rompió el corazón.
Juan el hijo de Zebedeo se reclinó en la mesa junto al maestro.
Iscariote pudo haberse reclinado en el lugar de honor a la izquierda
del Maestro. Ese arreglo explica cómo Iscariote se sumergió en el
plato (karpás) al mismo tiempo que el maestro y cómo Yeshúa pudo
fácilmente darle el bocado.
Simón Pedro asintió con la cabeza desde el otro lado de la mesa para
llamar la atención de Juan. Le dijo confidencialmente: “Dinos de
quién está hablando”. Juan se inclinó hacia atrás y preguntó en un
susurro: “Maestro, ¿quién es?”
Yeshúa respondió en voz baja: “Es aquel por quien mojaré el bocado
y se lo daré”. Yeshúa mojó el bocado en un plato y se lo dio a
Iscariote:
“Yeshúa responde: Es aquél para quien Yo mojaré y le daré el
bocado. Y mojando el bocado, lo da a Yehudá, Ish-Keriyot. Y
ahí mismo, tras el bocado, el satán entró en él; por lo que
Yeshúa le dice: Lo que haces, hazlo más pronto”. (Juan 13:26-
27)
Este ritual se llama “kórej”. Según la costumbre, se debe combinar el
pan de matzá, el cordero de Pascua y las hierbas amargas, y comerlos
juntos (kórej) como una especie de emparedado para cumplir
literalmente el versículo que dice: “Lo comerán con panes sin
levadura y hierbas amargas” (Números 9:11).
Las hierbas amargas recuerdan a los participantes en un Séder la
amargura del sufrimiento en Egipto. Para los discípulos del maestro,
las hierbas amargas también les recuerdan la amargura de la noche
en que fue traicionado y el comienzo de su padecimiento.
En un Séder actual, no tenemos cordero de Pascua, pero todavía
realizamos el kórej sumergiendo pan ácimo en compota de frutas
(jaróset) y hierbas amargas (maror), como la raíz de rábano picante
rallada. El efecto volcánico del rábano picante en la matzá permite
experimentar el equivalente culinario de la declaración de Juan con
respecto a Judas, “Después de que lo tragó, el satán entró en él”
(Juan 13:27).

La tercera copa
Y les dijo: “Esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada
por muchos” (Marcos 14:24).
Después de comer la comida de Pascua, los participantes en un Séder
de Pascua vierten una tercera copa de vino para acompañar el
agradecimiento después de las comidas. Algunos se refieren a la
tercera copa como la copa de acción de gracias porque acompaña la
oración de agradecimiento por la comida. De la misma manera,
Pablo se refiere a la copa del maestro como “la copa de acción de
gracias”. (1 Corintios 10:16)
El texto de Lucas y 1 Corintios afirma explícitamente que Yeshúa
tomó la copa “después de haber comido”, “después de la comida”.
Esa sólo puede ser la tercera copa, la copa de acción de gracias. La
palabra griega eukaristeo significa “dar gracias” y, en este contexto,
implica sólo la práctica tradicional judía de pronunciar una bendición
para acompañar una comida. El significado sacramental de la palabra
“eucaristía” se desarrolló en la tradición cristiana posterior.
Nuestro maestro pronunció la bendición del vino y distribuyó el cáliz
a sus discípulos, diciendo: “Bebed todos de él, porque este cáliz es la
nueva alianza en mi sangre, que es derramada por muchos para el
perdón de los pecados”. “Haced esto, tantas veces como la bebáis,
en memoria de mí.”
Mientras pasaba la copa de acción de gracias a sus discípulos, Yeshúa
les instruyó que en adelante tomaran el vino de la Pascua en
memoria de él. Con esas palabras, una vez más, le dio un nuevo
simbolismo a la ceremonia de la Pascua. No instituyó un nuevo ritual
ni reemplazó las asociaciones simbólicas anteriores. Anteriormente,
los discípulos de Yeshúa bebieron cuatro copas en la Pascua en
recuerdo de la salvación de Egipto. Como ya se ha dicho, Dios ordenó
la Pascua como un “memorial” del éxodo. El rabino Yeshúa dijo a sus
discípulos que en adelante tomaran las copas de la Pascua en
memoria de él.
Una vez más, la tradición cristiana ha embellecido el ritual de la copa,
pero el contexto original indica un simple rito de Pascua común a
todos los hogares judíos, aunque aumentado con asociaciones
simbólicas adicionales. La copa ritual del maestro simboliza su
muerte voluntaria y sacrificial: “Entonces, tan a menudo como
comáis este pan y bebáis la copa, la muerte del Señor proclamáis
hasta que venga” (1 Corintios 11:26).
Como ya se ha dicho, la bendición tradicional para el vino agradece
a Dios por crear el fruto de la vid. Al pasar la copa a sus discípulos,
Yeshúa dijo: “Amén”. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de
la vid hasta el día en que lo beba de nuevo en el reino de Dios”
(Marcos 14:25). ¿Qué quiere decir cuando dice que beberá el vino
“nuevo” con sus discípulos? La tradición judía explica que, cuando el
Mesías venga, organizará un gran banquete en el reino, y servirá el
vino que se ha conservado desde la creación del mundo.

Cuarta Copa, cantando el Halel


Después de cantar Halel... (Mateo 26:30)
En los días del Maestro, los participantes en un Séder de Pascua
cantaban por medio del Halel (Salmos 113-118). Recitaban una
porción de los salmos antes de la comida junto con la segunda copa,
y recitaban el resto de los salmos después de la comida junto con la
última copa.
Los evangelios mencionan a Yeshúa y a los discípulos manteniendo
la misma costumbre: “Y habiendo cantado un himno, salieron al
monte de los Olivos” (Mateo 26:30; Marcos 14:26). Antes de salir al
Monte de los Olivos, sin embargo, se quedaron en la cuarta copa.
Yeshúa dijo la bendición para la última copa. Junto con las últimas
bendiciones sobre el fruto de la vid, dijo: “Yo soy la vid y vosotros las
ramas” (Juan 15:5). Hablaron en la mesa hasta bien entrada la noche
mientras el Maestro pronunciaba su discurso de despedida a sus
discípulos. Dijo todos los dichos registrados en Juan 13-17. Advirtió
a los discípulos que lo negarían. Simón Pedro insistió firmemente en
que nunca traicionaría a Yeshúa. Les dijo que se prepararan para el
trauma que vendría, y oró por ellos.
Cuando Yeshúa terminó su discurso de despedida, dejó la mesa. Sus
discípulos le siguieron. Salieron de la ciudad, cruzaron el valle al pie
del Monte de los Olivos y subieron la colina hasta el jardín de
Getsemaní. Entonces Yeshúa oró: “Padre, si quieres, aparta de mí
esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).

Fuente: https://www.bethimmanuel.org/articles/last-seder-jewish-
reading-last-supper?fbclid=IwAR0ayB0bDgx-O3Gv8t22xlnEsjG-
e4HHc4dhgygTHtlfj1U5GNU3naxRNw0

También podría gustarte