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PROFESORADO SUPERIOR DE CIENCIAS

SOCIALES.

PROFESORADO DE HISTORIA.

Cátedra: Contemporáneos II.

Tema: Estados Unidos entre las dos guerras.

Curso: 4° “A”.

Alumno: Corujo, Emiliano.

Profesor: Galarza, Guillermo.

CICLO LECTIVO 2023


Dudley Baines: "Los Estados Unidos entre las dos guerras, 1919- 1941", en Willi Paul
Adams (comp.): Los Estados Unidos de América, Madrid, Siglo XXI, 1979 (pp. 257-323).

La vuelta al aislacionismo:

Durante la década de 1920, Estados Unidos adoptó una postura de no ejercer


influencia significativa en los asuntos políticos internacionales por dos razones
fundamentales. En primer lugar, a pesar de ser una potencia económica en ascenso, el
poderío estadounidense no era ampliamente reconocido en el escenario internacional.
Este reconocimiento limitado se debía en parte a la relativamente breve historia de la
nación en comparación con las potencias europeas más antiguas. Además, la opinión
pública en Estados Unidos tendía a favorecer una política de no intervención en
asuntos extranjeros, impulsada por un deseo de evitar la participación en conflictos y
controversias en el extranjero.

Durante y después de la Primera Guerra Mundial, los aliados europeos se encontraron


en una situación económica complicada. Comprometidos en la producción masiva de
armamento y enfocados en la guerra, no pudieron pagar los suministros y materiales
necesarios con sus exportaciones. En cambio, recurrieron a la venta de valores
europeos y estadounidenses, así como a la emisión de préstamos en Estados Unidos
para financiar sus necesidades. Esta acumulación de deudas, que en 1918 ascendía a
7.000 millones de dólares para las deudas de guerra y 3.300 millones para la
reconstrucción europea, creó un entorno financiero complejo.

Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial fueron más profundas de lo


anticipado. A medida que las naciones se esforzaban por recuperarse de los estragos
de la guerra, surgieron desafíos económicos y políticos. Muchos países europeos,
incluso algunos que tradicionalmente habían sido agrícolas, comenzaron a establecer
industrias para fomentar la autosuficiencia económica. Sin embargo, una vez finalizada
la guerra, estas naciones industrializadas adoptaron políticas de protección económica
para salvaguardar sus industrias, incluso si eso significaba ignorar ofertas más baratas
de suministros extranjeros. Este nacionalismo económico fue particularmente evidente
en Europa oriental, donde el Tratado de Versalles había llevado a la creación de nuevas
naciones basadas en la identidad étnica y nacional.

En este contexto, la economía mundial del siglo XIX, que se basaba en el intercambio
de productos agrícolas por productos industriales, comenzó a mostrar signos de
tensión. Estados Unidos, al ser capaz de producir bienes industriales y alimentos más
baratos que Europa, generó excedentes de exportación y acumuló grandes cantidades
de oro. Sin embargo, esta acumulación de riqueza en Estados Unidos tuvo
implicaciones negativas para Europa, ya que los países europeos, especialmente
Alemania, comenzaron a depender de préstamos a corto plazo provenientes de
Estados Unidos para sobrevivir económicamente. Estos préstamos estaban sujetos a
devolución inmediata y no ayudaron a estabilizar la economía europea de manera
sostenible.

Esta interdependencia económica tuvo un impacto duradero. La década de 1920


estuvo marcada por continuas dificultades económicas en todo el mundo, exacerbadas
por la crisis financiera y el colapso de la Bolsa de Valores de Nueva York en 1929. La
recesión económica que siguió se propagó rápidamente a Europa, afectando
gravemente sus economías y contribuyendo a la agitación política y social en la región.

En resumen, la década de 1920 fue testigo de un Estados Unidos que optó por
mantener una posición de no intervención y limitada influencia en los asuntos políticos
internacionales. La economía global enfrentó desafíos significativos debido a la
interdependencia económica y al nacionalismo económico en Europa, lo que tuvo
implicaciones profundas en la estabilidad y recuperación económica tanto en Estados
Unidos como en el extranjero.

Americanos y extranjeros:

Después de su participación en la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos


deseaban minimizar su involucramiento con Europa y los europeos. Esta actitud
condujo a un nacionalismo violento que se manifestó en la hostilidad hacia los
inmigrantes en las ciudades, especialmente aquellos que habían sido fuente de
tensiones sociales previas a la guerra. Estos inmigrantes de origen extranjero a menudo
mantenían lealtades hacia sus países de origen y sus iglesias, lo que exacerbó el
nacionalismo agresivo.

Este fervor nacionalista ya existía antes del auge de la inmigración en gran escala, pero
fue intensificado por la guerra y la Revolución Rusa. Los objetivos principales de esta
hostilidad eran los radicales políticos y los sindicalistas militantes, que eran
considerados poco americanos debido a su carácter urbano. Las huelgas laborales en
1919, motivadas por la inflación y la percepción de que la prosperidad de la posguerra
aumentaría sus posibilidades de éxito, agravaron esta situación.

A raíz de estos eventos, cualquier conflicto laboral se vinculaba con el radicalismo, y


cualquier acción que no se alineara con la imagen convencional de ser "cien por ciento
americano" era considerada una amenaza a la Constitución. Durante la guerra, la clase
media había estado en busca de saboteadores, y esta actitud se mantuvo, justificando
prejuicios como actos patrióticos. Profesores universitarios y cineastas fueron
acosados, se atacaron reuniones de izquierda y se destruyeron sus instalaciones. En
nombre de la libertad, a los radicales se les negó la protección legal, lo que resultó en
redadas a nivel nacional y la detención sin juicio de miles, muchos de los cuales fueron
deportados.

La histeria generalizada también afectó a otros grupos étnicos. En Chicago, donde


habían emigrado muchos afroamericanos durante la guerra, estallaron disturbios
raciales. El Ku Klux Klan resurgió, aunque tuvo más actividad en el Medio Oeste que en
el Sur, y sus víctimas principales fueron judíos y católicos en lugar de afroamericanos.

El "Red Scare" (miedo a los rojos) de 1919 resultó exagerado en comparación con el
número real de afiliados a partidos comunistas, que era muy bajo.

La política durante la etapa de prosperidad, 1920-1919:

A diferencia de Europa, la prosperidad en Estados Unidos minimizó el impacto social


del ciclo económico, en parte debido a la escasa intervención gubernamental en la
economía. Los republicanos se asociaron con los negocios y su éxito se basó en la idea
de igualdad de oportunidades que estos parecían ofrecer.

Los socialistas perdieron influencia, como lo demostró la baja votación de su candidato


Eugene Debs en las elecciones de 1920, mientras él estaba encarcelado por sedición. El
progresismo también perdió fuerza, ya que ninguno de los candidatos presidenciales
en 1920 se declaró progresista, a diferencia de 1912.

Los demócratas estaban divididos; en las ciudades no tenían un dominio sólido, y la


maquinaria demócrata en las áreas urbanas se enfrentaba a un número similar de
agricultores del Oeste y el Sur, defensores de la Ley Seca y escépticos hacia los
demócratas urbanos, a quienes veían como no genuinamente americanos y partidarios
del alcohol.

En las elecciones presidenciales, Coolidge ganó fácilmente, y los republicanos


obtuvieron suficientes escaños para lograr una mayoría conservadora en el Congreso.
Esto marcó la última oportunidad de los progresistas para evitar un gobierno orientado
a los empresarios. La supervisión gubernamental fue reemplazada por control privado,
aunque nominalmente regulado por organismos federales.

En conflictos laborales, el gobierno federal se alineó claramente con los empresarios,


incluso usando fuerzas estatales en la huelga de carbón de 1922. Los sindicatos
enfrentaron leyes discriminatorias y tribunales emitían órdenes contra los huelguistas
mientras ignoraban la violencia de los matones contratados por las grandes empresas.

La ciudad contra el campo: conflicto entre dos sistemas de valores:

La crisis agrícola de la década de 1920 emergió como una expresión palpable del
conflicto entre los valores y modos de vida característicos de las zonas urbanas y
rurales, que subyacieron en múltiples acontecimientos de la época. Durante esos años,
la comunicación de masas adquirió un papel sin precedentes en la configuración de la
cultura, con la radio, la prensa y las películas de Hollywood difundiendo una imagen
atractiva de la vida en las grandes ciudades, la cual fue absorbida de manera intensa
por los jóvenes procedentes del campo.
A pesar de esta influencia creciente, la población que habitaba en pequeñas
localidades rurales y áreas suburbanas se mantuvo firme en su resistencia ante las
fuerzas urbanas, consolidando sus creencias en valores arraigados como la religión, el
patriotismo, la moralidad y la censura hacia el consumo de alcohol. La cuestión de la
sexualidad también comenzó a tratarse de manera más abierta, con una visión en
aumento de que la infidelidad ocasional en el matrimonio no generaba consecuencias
irreparables, y la experiencia sexual antes del matrimonio se percibía como
enriquecedora para las jóvenes, marcando un contraste con las normas previas.

El pensamiento de Sigmund Freud se convirtió en un tópico común de conversación,


especialmente sus teorías acerca de los peligros de la represión sexual, aunque a
menudo eran malinterpretadas. Esta corriente de ideas contribuyó a cuestionar el
puritanismo victoriano, lo que llevó a una actitud más desenfadada en torno a temas
sexuales.

Paralelamente, la lucha por el apoyo gubernamental en la crisis agrícola condujo a una


reivindicación que tuvo éxito: la Ley de Prohibición de 1919, la cual se aprobó con la
intención de preservar la moral en las áreas rurales y pequeñas ciudades, frente a lo
que se consideraba la influencia corruptora del alcohol en las metrópolis. No obstante,
esta ley demostró ser desafiante de implementar, resultando en que personas de
diferentes estratos sociales se volvieran infractores, lo que afectó la percepción general
hacia la autoridad y la ley.

Con el tiempo, la prohibición ganó el respaldo de grupos feministas e iglesias


protestantes, lo que consolidó su posición y la convirtió en una causa apoyada por una
gran base. Aunque los legisladores apoyaron en gran medida esta medida, no
anticiparon su alcance, asumiendo que solo se aplicaría en áreas donde contara con un
amplio apoyo popular. A pesar de la resistencia en los estados industriales, la amenaza
de la ley resultó lo suficientemente efectiva como para empujar el consumo de alcohol
a la clandestinidad, marcando un período significativo en la historia de la cultura y la
sociedad estadounidense.

La quiebra de la bolsa y la crisis económica mundial, 1929-1933:


A lo largo de la década de 1920, las emisiones de valores y movimientos especulativos
contribuyeron al crecimiento económico en Estados Unidos. Sin embargo, las
cotizaciones bursátiles subieron desproporcionadamente y dejaron de reflejar la
realidad económica. A pesar de la fuerte productividad impulsada por innovaciones
técnicas y fusiones, la situación del mercado empeoró y la creciente productividad se
usó para aumentar beneficios a expensas de salarios y precios.

El colapso de la bolsa en 1929 fue resultado de esta desconexión entre las cotizaciones
y la economía real. La crisis de construcción en el sector de viviendas y edificios
comerciales, junto con la saturación del mercado y la reducción de inversiones,
contribuyeron al declive económico. La sobreinversión, más que el subconsumo, se vio
como una causa clave de la crisis.

En la década de 1930, Estados Unidos experimentó una profunda depresión, con una
disminución significativa del producto nacional bruto y la producción industrial. El
sistema bancario colapsó, el desempleo aumentó drásticamente y los sectores
agrícolas, de bienes duraderos y la industria pesada se vieron gravemente afectados.

La recuperación económica fue lenta y desigual, ya que la confianza empresarial y las


decisiones de inversión se vieron socavadas. El hundimiento de la bolsa redujo los
beneficios empresariales y el incentivo para el ahorro, lo que impactó negativamente
en la inversión. En general, la crisis tuvo un profundo impacto en la economía
estadounidense, llevando a una depresión más profunda que en otros países
industriales y generando una serie de consecuencias económicas significativas.

Las consecuencias sociales y políticas de la depresión:

La depresión cambió la apariencia social de Estados Unidos. Para 1931, había 8


millones de desempleados, afectando a una de cada seis familias. No existía un seguro
de desempleo y la asistencia local era insuficiente. Aunque los signos exteriores de la
depresión eran visibles, como mendigos disfrazados y colas por comida caliente, no
eran tan impactantes como en los años siguientes.

Los trabajadores y empleados podían sobrevivir un año de desempleo usando sus


ahorros y vendiendo sus posesiones gradualmente. Los parados vendían autos,
muebles y casas, mudándose a lugares más pequeños y dependiendo de amigos y
familiares. Muchos estaban psicológicamente afectados por el desempleo. Las mujeres
parecían resistir mejor la presión en términos de suicidios.

Un millón a dos millones de parados vagabundeaban y vivían en chabolas en las


afueras de las ciudades. La depresión destacó la coexistencia de pobreza y riqueza.
Mientras los desempleados hacían fila por pan, los silos estaban llenos de trigo sin
vender. Los maestros sin paga se desmayaban en las aulas. Incluso los financieros
respetados eran vistos como corruptos y evasores fiscales.

En 1932, el presidente Hoover fue criticado públicamente, lo que raramente pasaba.


Roosevelt, atractivo por su imagen aristocrática, se convirtió en el candidato demócrata
para las elecciones de 1932. Aunque no prometió soluciones radicales ni presentó un
plan coherente, su enfoque en la acción contrastó con la vacilación de Hoover.

El segundo New Deal. Hasta la segunda guerra mundial, 1935-1941:

Durante el periodo analizado, el gobierno bajo el liderazgo de Franklin D. Roosevelt se


propuso implementar una serie de medidas y reformas que tuvieron un profundo
impacto en la sociedad y la economía de Estados Unidos. Roosevelt anunció planes
para promulgar una ley de vivienda que buscaba mejorar las condiciones de vivienda
para la población y estimular la construcción. Además, se propuso la implementación
de un sistema de seguridad social, una medida que buscaba proporcionar protección
financiera a los ciudadanos en situaciones de desempleo, vejez o discapacidad.

El respaldo federal a los sindicatos fue una característica clave de este período. Los
sindicatos experimentaron un crecimiento significativo en su afiliación, lo que les
otorgó una mayor influencia en la defensa de los derechos de los trabajadores y en la
negociación colectiva con los empleadores. La National Industrial Recovery Act fue
reemplazada por la Wagner Act, que fortaleció la posición de los sindicatos al regular
las relaciones laborales y garantizar la libertad de sindicación.

En términos fiscales, se implementaron políticas para aumentar los impuestos sobre los
ingresos más altos, lo que contribuyó a un sistema fiscal más progresivo. Asimismo, se
introdujo un nuevo impuesto sobre la riqueza con el objetivo de redistribuir los
recursos y contrarrestar la desigualdad económica. Estas medidas representaron un
cambio en la política económica y fiscal del país.

Uno de los aspectos más destacados fue el intento de Roosevelt de introducir cambios
en el poder del Tribunal Supremo. El tribunal se había convertido en un bastión del
conservadurismo y su lentitud en la deliberación afectaba la eficacia de las reformas
legislativas. Aunque su propuesta de nombrar sustitutos para jueces que se negaran a
jubilarse no tuvo éxito inicialmente, la presión resultó en cambios en la actitud del
tribunal y la dimisión de varios jueces, permitiendo la consolidación de un tribunal más
favorable a las reformas laborales.

La depresión económica que afectó al país también tuvo un impacto social significativo.
La falta de un sistema de seguro de desempleo dejó a millones de personas sin
recursos durante periodos de inactividad laboral. Las imágenes de mendigos y largas
colas en busca de comida caliente reflejaban la difícil situación de muchos
estadounidenses. A medida que la depresión persistía, la estructura familiar se
modificó, y algunos parados se volvieron incapaces de reintegrarse al mercado laboral.

La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial transformó la perspectiva


del país. La derrota de Francia y la amenaza que representaban los dictadores
europeos cambiaron la percepción de la opinión pública estadounidense. La necesidad
de fortalecer la defensa y la preocupación por la seguridad nacional se convirtieron en
prioridades. En el ámbito político, Roosevelt fue reelegido en 1940 en un contexto de
incertidumbre internacional y desafíos económicos. Su liderazgo y la implementación
de reformas como parte del New Deal tuvieron un impacto duradero en la historia de
Estados Unidos y en la evolución de su política interna y exterior.

Una ojeada retrospectiva al New Deal:

El New Deal, implementado en respuesta a la Gran Depresión, no puede considerarse


un fracaso absoluto, a pesar de que el producto nacional bruto en 1939 todavía
estuviera por debajo del nivel de 1929. Las circunstancias excepcionales de la década
de 1930 hicieron que el New Deal evitara una disminución aún mayor. Además, su éxito
no solo se midió por la recuperación económica, sino también por la consideración de
diversas circunstancias.

La elección de un nuevo presidente comprometido con la acción en 1933 podría haber


influido en la confianza de los empresarios y contribuido al aumento del 15% en la
producción industrial de 1933 a 1934. Aunque el New Deal no logró un éxito total, la
recuperación económica fue desafiada por la inversión privada que no se recuperó
completamente.

El New Deal no fue hostil hacia los empresarios; en cambio, buscó reemplazar la
incapacidad de la empresa privada con la intervención del gobierno hasta que la
economía privada pudiera restablecerse. Fue una solución que evitó soluciones más
radicales y preservó el capitalismo. No abogó por una planificación colectivista ni una
ideología socialista; más bien, fomentó la iniciativa individual.

El legado más duradero del New Deal fue el aumento del poder del gobierno federal y
del presidente, reduciendo el poder relativo de los estados y los empresarios. El
presidente y su gabinete tomaron un papel central en la legislación, reemplazando en
cierta medida al Congreso. Estos cambios transformaron profundamente la sociedad
estadounidense. A pesar de sus desafíos y limitaciones, el New Deal tuvo un impacto
significativo en la forma en que el gobierno y la economía interactuaron en Estados
Unidos.
HIRSCH, JOACHIM: “Fordismo y Posfordismo. La Crisis Social Actual y sus
consecuencias”. 1992.

1. El Fordismo:

a) Periodización

El término "fordismo" se refiere a las estructuras capitalistas que surgieron entre los
años treinta y cincuenta del siglo pasado como respuesta a la crisis económica mundial
y a la Segunda Guerra Mundial. Estas estructuras se establecieron sobre la base del
poder imperialista de Estados Unidos y la prosperidad de la posguerra, que se
desarrolló y mantuvo bajo su dominación. El ciclo largo del fordismo alcanzó su apogeo
en los años sesenta y culminó en una nueva fase de crisis global en los años setenta. El
concepto de fordismo nos permite comprender los rasgos estructurales esenciales de
las metrópolis capitalistas y, por ende, del sistema capitalista mundial en la fase que
recién finalizó. Aunque identificar las etapas generales del desarrollo del sistema
capitalista no excluye las diferencias nacionales específicas.

b) Relación con el taylorismo

La formación fordista se basa en una estrategia de acumulación intensiva de capital,


centrada en la reorganización taylorista del proceso de trabajo. La implementación del
taylorismo marcó un aumento significativo en la explotación, que involucró la
descalificación laboral a largo plazo, la supresión de las habilidades artesanales y la
introducción de técnicas de control administrativo. La estructura taylorista de
producción y el aumento en la productividad permitieron la producción en masa de
bienes de consumo asequibles, lo que estableció las bases para nuevas tecnologías.
También condujo a un incremento gradual de los salarios reales, lo que transformó al
trabajador en un consumidor masivo de productos industriales. Esto dio lugar a la
articulación fordista entre la producción y la reproducción.

c) Bases del ciclo de acumulación

El modelo de acumulación fordista condujo a un aumento y estabilización de la tasa de


ganancia, estableciendo un período prolongado de prosperidad. Su base consistió en
generar nuevas áreas de inversión para el capital (capitalización) y un incremento
significativo de la plusvalía relativa (taylorización). Esta última se apoyó en la reducción
de los costos de reproducción de la fuerza laboral, facilitada por la producción en masa
y la mejora en la productividad del trabajo. Además, se dieron avances tecnológicos
que contrarrestaron el rápido aumento en la composición orgánica del capital,
incluyendo el uso de materias primas y energía más económicas (como el petróleo), la
industrialización del sector de servicios y el desarrollo de tecnologías en organización,
comunicación y transporte.

d) Beneficios del sector capitalista

El sector capitalista experimentó una transformación significativa con la introducción


del fordismo y el taylorismo en el siglo XX, revolucionando la forma en que se
organizaba la producción y maximizando la eficiencia en las empresas. Estas dos
metodologías, ideadas por Henry Ford y Frederick Taylor respectivamente, trajeron
consigo una serie de beneficios que contribuyeron al crecimiento económico y al
desarrollo industrial en la era moderna.

El fordismo, impulsado por Henry Ford en la industria automotriz, se centraba en la


producción en masa y la estandarización de procesos. Esta técnica permitía producir
bienes a gran escala, lo que reducía los costos unitarios y, en última instancia, hacía
que los productos fueran más asequibles para las masas. Esto no solo llevó a una
democratización del acceso a bienes anteriormente reservados a unos pocos, sino que
también generó un aumento en la demanda y, por lo tanto, en la creación de empleo.
Además, la producción en serie fomentó la especialización laboral, permitiendo a los
trabajadores adquirir habilidades específicas y aumentar su productividad.
Por su parte, el taylorismo, propuesto por Frederick Taylor, se centraba en la
optimización de la eficiencia individual y la división detallada del trabajo. Al analizar
minuciosamente cada tarea y aplicar métodos científicos para mejorar su ejecución, se
lograba un aumento significativo en la productividad y la calidad del trabajo. Esto
benefició tanto a los empleados, que podían desempeñar sus tareas de manera más
efectiva, como a los empleadores, que observaban un aumento en la producción y, por
ende, en los beneficios.

En conjunto, estas metodologías contribuyeron a un aumento en la producción, la


eficiencia y la rentabilidad en el sector capitalista. Además, generaron una mayor
competencia en el mercado, ya que las empresas buscaban constantemente formas de
innovar y mejorar para mantenerse a la vanguardia. La estandarización y la producción
en serie también sentaron las bases para la expansión del comercio internacional, ya
que las empresas podían producir grandes cantidades de productos para exportación.

2) Consecuencias sociales del Fordismo:

e) El modelo de acumulación fordista


El modelo de acumulación fordista, desarrollado en el siglo XX por Henry Ford, se
caracterizó por la producción en masa, la estandarización y la economía de escala. Al
utilizar la línea de ensamblaje, se logró una producción más rápida y eficiente de
bienes. La uniformidad en productos y procesos redujo los costos y permitió que
componentes fueran intercambiables. Esto facilitó la democratización del consumo,
haciendo que productos antes lujosos fueran asequibles para las masas y fomentando
el crecimiento de la clase media. Sin embargo, también generó preocupaciones por las
condiciones laborales y la despersonalización del trabajo. A pesar de sus desafíos, el
fordismo dejó un impacto duradero en la producción, el consumo y la economía en
general.

f) Características de la sociedad de masas


El establecimiento del modelo de acumulación fordista tuvo consecuencias cruciales
para las formas de socialización y para la estructura del sistema político. Las formas
precapitalistas de vida y de relaciones sociales, así como las estructuras y ambientes
tradicionales (sobre todo los de los trabajadores) fueron disueltos; la movilidad
forzada, el individualismo consumista y el debilitamiento de la familia tradicional y de
las estructuras comunales llevaron a manifestaciones cada día mayores de
desintegración social; se desarrollo entonces una sociedad de masas
convenientemente modernizada, compuesta por individuos atomizados, caracterizada
por relaciones sociales mediadas a través del dinero, una división del trabajo y una
economía industrial del tiempo impuestas desde el exterior, y una sociedad regulada e
integrada por las cada ves mas grandes organizaciones burocráticas.

g) Características del “Estado Keynesiano”

El modelo de Estado intervencionista y benefactor surgió como respuesta a la


competencia en el mercado global, la creciente concentración del capital y la
fragmentación social. Ante esto, se volvió menos viable depender exclusivamente del
libre mercado y las redes sociales espontáneas para la reproducción económica y
social. La concentración del capital y la desintegración social llevaron a una mayor
burocratización y expansión del Estado, asumiendo roles de supervisión, regulación y
control.

La regulación estatal burocrática se convirtió en un pilar fundamental para el proceso


económico y el mantenimiento de una fuerza laboral adaptada a los nuevos patrones
de producción y consumo. Esta interacción entre los complejos de capital financiero e
industrial altamente tecnológicos y la administración estatal, junto con las burocracias
de bienestar, conformaron dos aspectos interrelacionados de la socialización fordista.

El Estado Keynesiano se desarrolló sobre estas bases como una forma de regulación
política. Se caracterizó por la predominancia de partidos estatizados de masas y
sindicatos corporativos afiliados al aparato político. Su ideología se centraba en un
consenso productivista sobre el crecimiento y el progreso, unificando a las
organizaciones políticas relevantes. Los partidos socialdemócratas (y similares)
desempeñaron un papel crucial en la integración política de la clase obrera, el
corporativismo sindical y la implementación de políticas estatales intervencionistas de
modernización.
3) La crisis del Fordismo

h) El problema de la acumulación fordista y sus consecuencias.

La crisis actual obedece a que esta estructura de acumulación fordista y su hegemonía


comenzaron a convertirse en un obstáculo para la valorización del capital, y de un
periodo relativamente largo de prosperidad capitalista, las estructuras económicas,
sociales, políticas e ideológicas dadas, que se encuentran entrelazadas en una
formación histórico-social, las “contra tendencias” que compensan la caída en la tasa
de ganancia pierden gradualmente fuerza. Como resultado de ello, la caída de la tasa
de ganancia pasa, de ser una tendencia contradictoria, a convertirse en una realidad
empírica.

i) Los límites de la acumulación taylorista

j) La contradicción de la “superestructura político-organizacional”

Del mismo modo que la estructura taylorista del proceso de trabajo condujo a una
crisis de productividad, también, su superestructura político-organizacional, su sistema
sindical (sindicatos integrados corporativa y burocráticamente centralizados) y su
sistema institucionalizado de seguridad social, se mostraron, de modo cada ves mas
evidente, como barreras al proceso de valorización. El mismo complejo institucional
que asegura la integración fordista y el disciplinamiento de los asalariados se convierte
en una amenaza para la ganancia capitalista, frente a las crecientes dificultades de la
acumulación y los índices de crecimiento decrecientes. La red de regulaciones y
aparatos del Estado benefactor implican una forma de institucionalización y
legalización de las demandas y servicios sociales que impide una tranquila reducción
del estándar de la reproducción material. El complejo medico industrial incorporado al
estado benefactor burocrático adquiere una dinámica de elevación de costos casi
intocable mientras que, al mismo tiempo, su efectividad disminuye. A medida que
descienden las tasas de crecimiento y que el daño social aumenta (el desempleo, el uso
y desgaste de la fuerza laboral) el sistema de seguridad social absorbe cantidades
crecientes de las finanzas, por lo que se convierte en un factor esencial en la crisis
financiera del Estado.

k) Límites de modernización de los procesos socio-tecnológicos

El proceso de cambio estructural presenta todavía otra dificultad, que proviene de los
vínculos institucionalizados entre los aparatos del Estado y las empresas, que se han
establecido principalmente en el ámbito (no solo militar) de la investigación y
desarrollo tecnológico. La implementación de complejos tecnológicos y de
investigación, promovidos conjuntamente por el estado y la industria, así como el
aumento del financiamiento estatal en dichas áreas, expresan la presión para innovar
proveniente del mercado mundial, que resulta excesiva para la capacidad financiera y
organizativa de los capitales individuales, aun de los de mayor concentración. Por otro
lado, las estructuras del complejo industrial-militar característico del estado fordista se
extienden actualmente más allá del sector armamentista mismo, lo que ha conducido a
que una parte fundamental del potencial social para la innovación se encuentre
concentrado en un complejo monopólico organizacional cuasi estatal que conduce, de
una manera cada ves mas evidente, a un desperdicio de recursos y a una innovación
económica débil.

l) Contradicciones del consumo fordista: características del consumo fordista y


sus límites.

En el modelo fordista de consumo existe, de modo inherente, una contradicción. Dado


que el fordismo convierte a la reproducción de la fuerza de trabajo y al consumo
masivo en una base decisiva del proceso de acumulación y valorización, debe apuntar
tendencialmente a una expansión ilimitada del consumo y por lo tanto, institucionalizar
sistemáticamente el deseo de producir y extender constantemente las necesidades.
Estas solo pueden ser satisfechas bajo la forma de mercancías, las cuales producen
siempre las mismas necesidades. La inagotabilidad de las necesidades que se introduce
con la sociedad fordista, las demandas ilimitadas de los consumidores propias del
modelo fordista de consumo, conllevan una tendencia, construida desde dentro, hacia
una inflación de la demanda material, la cual amenaza con hacer estallar la relación de
valorización. La conformación narcisista del sujeto hace que la estructura del individuo
fordista este atada con el consumismo, lo que puede ser ciertamente favorable para la
estabilización política, pero que, sin embargo, tiene un efecto económico precario.

m) Características del “crecimiento destructivo”

En la actualidad, la explotación de materias primas y la destrucción de la naturaleza y


del medio ambiente han adquirido tales dimensiones, que las precondiciones naturales
para la continuación de los procesos de producción relevantes se ven amenazados con
la destrucción. Los límites de tolerancia están siendo rebasados por una y otra de las
partes interesadas. Esto ha provocado inevitablemente la intervención reguladora del
Estado tanto en la producción como en el consumo; pero, además está conduciendo de
modo creciente a formas de producción que tienen como único objetivo la mejoría o la
reparación del daño producido. Surge entonces un crecimiento destructivo, el cual no
conlleva ningún aumento real en la satisfacción de necesidades. Incluso si se considera
que muchas áreas de la protección ambiental pueden resultar bastantes rentables para
los capitales individuales, de todos modos, se presenta una disminución en el nivel
general de la reproducción material, al igual que una necesidad de cambiar las normas
establecidas de producción y del consumo.

n) Características y límites del “fordismo mundial”. Su llegada al tercer mundo y


los problemas estructurales.

La inestabilidad del fordismo nivel global también se expresa en la crisis internacional


de endeudamiento, que limita considerablemente el ámbito para la exportación de los
medios de producción, en particular hacia algunos de estos países de reciente
industrialización, así como en la crisis política y el desorden social crecientes en estas
regiones, que actualmente solo pueden ser pacificadas, con serias dificultades, por
regímenes terroristas apoyados por las potencias imperialistas. Así, al igual que existen
límites para la explotación de las materias primas, también los hay para el grado en que
las tasas de ganancia metropolitanas puedan ser estabilizadas mediante la
capitalización externa y la industrialización dependiente del tercer mundo.

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