Está en la página 1de 6

"Desde la 'Normalidad' hasta la Depresión", analiza la evolución de la política estadounidense

en la década posterior a la Primera Guerra Mundial. Los autores exploran la transición desde
un período de internacionalismo y promoción del liderazgo mundial de los Estados Unidos bajo
presidentes como Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson hacia un aislamiento y un enfoque
más nacionalista bajo la administración republicana de Warren G. Harding, Calvin Coolidge y
Herbert Hoover. .

En la década de 1920, los Republicanos tomaron el poder y adoptaron una postura de


aislacionismo y laissez-faire. A pesar de algunos gestos a favor del desarme y la paz, como la
Conferencia de Desarme Naval y el Pacto de París, la política estadounidense se inclina hacia el
nacionalismo económico y el proteccionismo. La implementación de aranceles proteccionistas,
como el Fordney-McCumber y el Smoot-Hawley, que dificultaron la competencia extranjera y
desencadenaron represalias comerciales internacionales. A pesar de las deudas acumuladas
durante y después de la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos se negaron a permitir que
los deudores extranjeros vendieran productos en su mercado, lo que dificultó el reembolso de
las deudas.

En términos de política interior, la administración de Harding y Coolidge promovió lo que


llamaron "normalidad", que consistió en una combinación de libertad empresarial y generosos
subsidios a las empresas privadas. Se devolvieron empresas como los ferrocarriles y la marina
mercante a manos privadas, se redujeron los impuestos y se eliminaron las regulaciones
antimonopolio. Sin embargo, esta política benefició principalmente a los grandes negocios,
mientras que los agricultores y los trabajadores no compartieron la prosperidad. Los precios
agrícolas disminuyeron, y los agricultores se enfrentaron a dificultades financieras.

Políticamente, este período se caracterizó por la falta de liderazgo sólido y la corrupción


gubernamental, especialmente durante la administración de Harding. Calvin Coolidge mantuvo
una posición conservadora y se opuso a la intervención gubernamental en la economía.
Herbert Hoover, a pesar de su reputación inicial como un líder capaz, se vio afectado por la
Gran Depresión y cometió errores en su gestión que empeoraron la situación económica.

En resumen, el texto presenta una crítica a la política y la economía estadounidenses en la


década de 1920, destacando el giro hacia el aislacionismo, el proteccionismo económico y el
desinterés por los agricultores y los trabajadores. Los autores argumentan que esta política
contribuyó a la Gran Depresión y socavó la posición internacional de Estados Unidos.

En los años de la posguerra en Estados Unidos, tres presidentes, Wilson, Coolidge y Hoover,
representaron distintas facetas de la sociedad estadounidense. Wilson encarnó el idealismo
que quedó atrás después de la guerra, mientras que Coolidge resumió el espíritu burgués y
materialista de la década de 1920. La sociedad se entregó al afán de ganar y gastar dinero,
convirtiendo al negocio en el centro de su vida.

El crecimiento urbano fue un fenómeno importante durante este período, con más de la mitad
de la población viviendo en ciudades. Las ciudades se convirtieron en centros de industria,
negocios, entretenimiento, educación y cultura. La influencia de la vida urbana se expande por
todo el país, reemplazando el provincialismo con la estandarización.

El automóvil jugó un papel fundamental en esta era, ya que no solo proporcionó una nueva
forma de transporte, sino que también cambió la forma en que la gente vivía y trabajaba. Las
películas y la radio también fueron factores importantes en la vida social, transmitiendo
valores y estableciendo tendencias culturales.
A pesar de la aparente conformidad de la sociedad de la posguerra, hubo una creciente
intolerancia hacia los no conformistas. El nacionalismo se volvió chauvinista y el aislacionismo
se convirtió en una ideología política y moral. Hubo hostilidad hacia los extranjeros y las ideas
extranjeras, y el Ku Klux Klan propagó la supremacía aria y el temor entre católicos, negros y
judíos. Sin embargo, a pesar de esta intolerancia, hubo una corriente de disensión y protesta,
con revistas liberales, poetas, novelistas y defensores de las libertades personales.

En términos tecnológicos, el automóvil, el cine y la radio fueron los principales impulsores de la


estandarización y la cultura de masas en Estados Unidos durante este período. El automóvil
cambió la movilidad y la vida cotidiana de las personas, mientras que el cine y la radio
ejercieron una influencia incalculable en la sociedad estadounidense y más allá.

A pesar de la conformidad y la intolerancia de la época, la década de 1920 también vio el


surgimiento de movimientos culturales y sociales que desafiaron las normas establecidas y
cuestionaron la ética de los empresarios. La era de la posguerra en Estados Unidos fue una
época de cambios significativos y tensiones sociales, marcada por un rápido crecimiento y
transformación en todos los aspectos de la vida.

En el período anterior a la Gran Depresión, Estados Unidos disfrutó de un aumento económico


sin precedentes. Herbert Hoover asumió la presidencia en un momento en el que el país
parecía estar en su mejor momento. El mercado de valores estaba en pleno auge, las fábricas
no daban abasto para satisfacer la demanda de productos como automóviles, refrigeradores y
radios, y la construcción de nuevas viviendas estaba en pleno auge. La sociedad estaba ansiosa
por participar en la prosperidad aparentemente interminable de la Nueva Era.

Sin embargo, en octubre de 1929, se produjo un colapso dramático en el mercado de valores,


lo que llevó al inicio de la Gran Depresión. Millones de acciones se vendieron en una ola de
ventas, y las pérdidas de los accionistas ascendieron a miles de millones de dólares en cuestión
de días. Esto marcó el comienzo de una espiral descendente que afectó a todas las áreas de la
economía y la sociedad.

Las causas de esta depresión fueron múltiples. En primer lugar, la capacidad productiva de la
nación superaba su capacidad de consumo, ya que gran parte del ingreso nacional estaba en
manos de un pequeño porcentaje de la población. En segundo lugar, las políticas arancelarias y
de deudas de guerra habían dañado los mercados extranjeros para los productos
estadounidenses. En tercer lugar, la expansión descontrolada del crédito y la especulación
habían inflado artificialmente el mercado de valores y los precios de las propiedades.

La respuesta del gobierno, bajo la presidencia de Hoover, fue insuficiente. Aunque se


implementan algunas medidas parciales, como programas de construcción y asistencia a los
agricultores, no se reconoce la magnitud completa de la depresión ni se toman medidas
efectivas para abordarla. Hoover creía en la recuperación automática de la economía y
confiaba en que la prosperidad estaba a la vuelta de la esquina.

A medida que la crisis empeoraba y la depresión se prolongaba, la nación se volvía hacia los
demócratas en busca de soluciones. En las elecciones de 1932, Franklin D. Roosevelt, un
demócrata, ganó la presidencia con un margen significativo. Prometió un "Nuevo Trato" para
la nación y su liderazgo carismático le ganó el apoyo de la mayoría del país.

La Gran Depresión fue una época de sufrimiento y dificultades extremas para millones de
estadounidenses, y marcó un punto de inflexión en la historia económica de Estados Unidos. La
respuesta gubernamental inadecuada bajo Hoover llevó al cambio político y al ascenso de
Roosevelt y su enfoque de intervención activa del gobierno para enfrentar la crisis económica.

Franklin D. Roosevelt, un líder experimentado y con una profunda fe en la democracia y el


nacionalismo, asumió la presidencia de Estados Unidos en un momento crucial en la historia
del país. A pesar de su origen rico y distinguido, Roosevelt desarrolló un profundo compromiso
con los principios progresistas y la habilidad para ganarse la confianza de personas de todas las
clases sociales. Su carrera política incluyó cargos en la Asamblea del Estado de Nueva York, el
cargo de subsecretario de Marina durante la administración de Woodrow Wilson y una
candidatura a la vicepresidencia en 1920. Sin embargo, su vida cambió drásticamente cuando
contrajo la polio, lo que lo llevó a retirarse temporalmente de la política activa. Durante este
período, estudió la historia política de Estados Unidos y construyó una red de seguidores
leales.

Roosevelt asumió la gubernatura de Nueva York en 1928 y fue reelegido en 1930, lo que lo
convirtió en el líder demócrata mejor informado en 1932. Su liderazgo se basaba en una
profunda fe en el pueblo común y la democracia, además de su aguda comprensión política. .
Era un pragmático en cuanto a los medios, pero consistente en cuanto a los fines, y sabía que
la política era tanto un arte como una ciencia.

En su discurso de toma de posesión, Roosevelt prometió una restauración de la nación y se


comprometió a ayudar a los pobres y necesitados, restablecer el equilibrio entre la agricultura
y la industria, regular las prácticas bancarias y bursátiles, ajustar las relaciones económicas
internacionales y adoptar una política del buen vecino. También destacó su voluntad de tomar
medidas audaces dentro de los límites de su autoridad constitucional para abordar la crisis
económica.

El Nuevo Trato de Roosevelt, aunque a menudo se percibió como una revolución, en realidad
era profundamente conservador. Buscó proteger la esencia de la democracia estadounidense y
mantener un equilibrio entre diversos intereses, preservando la Constitución, la seguridad y la
libertad. Las reformas legislativas que se implementaron fueron en gran medida evolutivas y se
basaron en políticas y propuestas previas, desde el conservacionismo de Theodore Roosevelt
hasta la regulación de los ferrocarriles y trusts desde la década de 1880. El Nuevo Trato
también abordó la reforma de la banca. , la moneda, la agricultura, el trabajo y la justicia, y
continuaron las políticas tradicionales en asuntos internacionales, como la seguridad nacional
y la promoción de la democracia en el mundo occidental.

En resumen, Franklin D. Roosevelt fue un líder que ganó la presidencia en un momento crítico
de la historia de Estados Unidos y prometió un Nuevo Trato que buscaba proteger y preservar
los valores democráticos y restaurar la economía del país mediante una serie de reformas
evolutivas y basado en políticas previas. Su liderazgo se basó en una profunda fe en la
democracia y el pueblo común, así como en su habilidad para combinar pragmatismo con
consistencia en la consecución de sus objetivos políticos.

El período de Franklin D. Roosevelt como presidente de Estados Unidos comenzó en 1933, en


medio de la Gran Depresión y una economía al borde del colapso total. Con audacia y vigor,
Roosevelt abordó la crisis de manera decisiva y, durante su primer mandato, logró la
aprobación de un conjunto diverso y significativo de reformas legislativas, lo que marcó el
inicio del "Nuevo Trato".
El Nuevo Trato consistió en una combinación de medidas de recuperación y asistencia, así
como reformas estructurales. En cuanto a la asistencia, el gobierno otorgó préstamos
federales a empresas en dificultades y lanzó programas masivos de gasto en obras públicas y
créditos para proyectos de construcción. Estos esfuerzos tenían como objetivo estimular la
actividad económica y generar empleo. Se implementaron sistemas de asistencia a los
desempleados, y para 1940, se habían gastado alrededor de 16.000 millones de dólares en
asistencia directa y otros 7.000 millones en obras públicas. Además, se inició un programa de
conservación de recursos naturales, como el Civilian Conservation Corps, que implementó a
cerca de tres millones de jóvenes. El gobierno también apoyó a los ferrocarriles y mejoró sus
servicios.

El ámbito cultural también se beneficia del Nuevo Trato, con patrocinio federal para escritores,
artistas, músicos y proyectos de embellecimiento de edificios públicos, enriqueciendo la vida
cultural de la nación.

Sin embargo, no todo fue perfecto, y se cometieron errores en el proceso. La Administración


para la Recuperación Nacional (NRA, por sus siglas en inglés) fue un fracaso y fue
desmantelada por la Corte Suprema en 1935. La devaluación del dólar no logró elevar los
precios como se esperaba, y la deuda nacional aumentó rápidamente. Hubo conflictos internos
en el gobierno, y se produjo cierta ineficiencia.

A pesar de estos desafíos, el Nuevo Trato logró importantes avances en el ámbito de las
reformas permanentes. Se llevaron a cabo reformas en la banca, la energía hidráulica, la
agricultura, las relaciones laborales, la seguridad social y la política fiscal. Se establecerá una
regulación más estricta de los bancos y se garantizarán los depósitos. El país abandonó el
patrón oro y devaluó el dólar para controlar la inflación y aumentar los precios de los
productos. Se implementó un control riguroso sobre la venta de valores y se deshicieron de las
grandes compañías holding que habían ejercido un control excesivo sobre la industria
eléctrica. Se promulgaron códigos de conducta empresarial para poner fin a la competencia
desleal y se aumentaron los impuestos a los ricos y a las corporaciones.

En resumen, el Nuevo Trato de Roosevelt consistió en un conjunto de medidas de recuperación


y reformas legislativas destinadas a sacar a Estados Unidos de la Gran Depresión. Aunque se
cometieron errores y hubo desafíos, el Nuevo Trato dejó un impacto significativo en la
economía y la sociedad estadounidense, sentando las bases para un sistema económico y
político más equitativo y regulado.

La reelección de Franklin D. Roosevelt en 1936 marcó un hito en la historia de Estados Unidos y


consolidó aún más su liderazgo. En esa campaña presidencial, Roosevelt, un firme defensor del
"Nuevo Trato", se enfrentó a Alfred M. Landon, el gobernador de Kansas, y logró una victoria
abrumadora. Roosevelt obtuvo una mayoría de votos históricos, con 27.480.000 votos en
comparación con los 16.675.000 de Landon. Además, ganó en 528 votos del colegio electoral,
mientras que su rival solo obtuvo ocho.

El triunfo de Roosevelt fue especialmente notable en las ciudades, donde su apoyo era sólido.
Este resultado reflejaba el control que ejercía sobre las áreas urbanas y la influencia que tenía
en los estados que albergaban las principales ciudades de la nación. Roosevelt no solo derrotó
a los republicanos, sino que también venció a una Liga Lincoln, que incluía a demócratas
conservadores como John W. Davis y Alfred E. Smith.
En su discurso de campaña, Roosevelt reconoció la existencia de poderosas fuerzas
reaccionarias que buscaban restaurar un gobierno apático e ineficaz. Había grupos extremistas
y líderes demagógicos que habían surgido en medio de la depresión y la agitación
internacional, como la agresión japonesa en China y el estallido de la Guerra Civil en España.

Uno de los grupos extremistas mencionados fue la "Share-the-Wealth Society" liderada por
Huey Long, que había sido gobernador y senador de Luisiana y que promovía ideas populistas.
Tras su asesinato en 1935, la amenaza de un régimen semi fascista en Luisiana se desvaneció,
pero algunas de sus ideas fueron adoptadas por grupos como el del doctor Francis Townsend y
el padre Charles Coughlin, quienes propusieron candidatos en 1936. Estos personajes
promovían planes de seguridad, medidas sociales y económicas, pero también difundían
discursos de odio y desconfianza hacia el extranjero. A pesar de su fervor, su impacto fue
limitado, ya que el candidato William Lemke no obtuvo más de 900.000 votos.

La victoria aplastante de Roosevelt en 1936 fortaleció su confianza en su gobierno y le permitió


enfocarse aún más en las reformas. Cuatro áreas principales de reforma durante el Nuevo
Trato merecen atención especial: agricultura, trabajo, seguridad social y administración
pública.

En el ámbito agrícola, se buscarán elevar los precios de los productos, reducir la producción
excesiva, conservar la fertilidad del suelo, proporcionar créditos a los agricultores y abrir
nuevos mercados. Se promulgaron leyes como la Ley de Ajuste Agrícola y la Ley de Asistencia
al Campo, que incentivaban la reducción voluntaria de la producción a cambio de subsidios.
Además, se otorgaron préstamos respaldados por mercancías para gestionar excedentes y se
desarrolla un control eficiente de la producción agrícola.

En cuanto al trabajo, se aprobaron leyes históricas como la Ley de Recuperación Nacional de


1933, la Ley Wagner de 1935 y la Ley de Estándares Justos de Trabajo de 1938. Estas leyes
garantizan el derecho de los trabajadores a formar sindicatos, negociar colectivamente y
establecer normas justas de trabajo. También prohibieron el trabajo infantil y mejoraron las
condiciones laborales en general. Estas reformas llevaron a un aumento significativo en la
afiliación sindical y mejoras en los derechos de los trabajadores.

En el ámbito de la seguridad social, se promulgaron leyes para proporcionar pensiones a los


ancianos, seguro por desempleo y asistencia a los necesitados. Esto marcó un cambio
importante, ya que anteriormente estos temas eran responsabilidad de los estados. El
gobierno federal se involucró para abordar problemas de alcance nacional y, con el tiempo, las
disposiciones se volvieron más generosas y se ampliaron.

Finalmente, en la administración pública, se realizaron reformas para mejorar la eficiencia y


combatir la corrupción. Se reorganizó parcialmente el Departamento Ejecutivo y se promulgó
la Ley Hatch de 1939, que regulaba la participación de los empleados gubernamentales en
actividades políticas. Además, el presidente Roosevelt intentó reformar la Suprema Corte, pero
su propuesta fue rechazada. A pesar de esto, la Corte comenzó a cambiar su enfoque y corrigió
muchos de sus fallos anteriores que habían bloqueado las iniciativas del Nuevo Trato.

En resumen, la reelección de Roosevelt en 1936 consolidó su liderazgo y permitió la


continuación de las reformas del Nuevo Trato en áreas clave como la agricultura, el trabajo, la
seguridad social y la administración pública. Estas reformas transformaron la sociedad y la
economía de Estados Unidos, sentando las bases para un gobierno más activo en la protección
y el bienestar de sus ciudadanos.
En la década de 1920, el sistema de seguridad colectiva propuesto por el presidente Wilson se
desmoronó gradualmente. Estados Unidos, debido a su política de aislamiento, no brindó
apoyo moral ni práctico a la Liga de las Naciones, lo que contribuyó al colapso económico
mundial. Además, la retirada de Estados Unidos del Lejano Oriente pudo haber alentado la
agresión japonesa, y la agitación en favor del desarme limitó la preparación naval y militar de
las democracias.

Las raíces de la Segunda Guerra Mundial se remontan a la década de 1920, cuando Japón,
Italia y Alemania comenzaron a resentir las restricciones impuestas por los tratados
posteriores a la Primera Guerra Mundial. La depresión económica, la presión demográfica y la
desmoralización también contribuyeron a la búsqueda de soluciones radicales y a la expansión
imperialista.

Las potencias totalitarias avanzaron por el camino de la agresión, forjando poderosos aparatos
militares y amenazando a naciones más débiles. A pesar de las protestas de la Liga de las
Naciones, las democracias no lograron frenar efectivamente estas ambiciones. Estados Unidos
inicialmente observó estos acontecimientos con indiferencia, considerándolos como
problemas de imperialismo común.

Sin embargo, a medida que las agresiones totalitarias se intensificaron, los estadounidenses
comenzaron a comprender la verdadera naturaleza de la amenaza. Los totalitarismos de Italia,
Alemania y Japón subordinan al individuo al Estado o la raza, en contraposición a la filosofía
estadounidense y británica centrada en el individuo y sus derechos y libertades.

Los estadounidenses, inicialmente ansiosos por evitar otra guerra, adoptan una política de
neutralidad estricta, prohibiendo el comercio o el suministro de créditos a cualquier
beligerante. Sin embargo, el presidente Roosevelt intentó movilizar al país moral y
materialmente para hacer frente a la creciente amenaza totalitaria. Propuso una cuarentena
moral contra las naciones agresoras y buscó aumentar los gastos en armamento. A medida que
las políticas totalitarias se volvieron más agresivas, el espíritu estadounidense se fortaleció en
su rechazo a ellas.

En resumen, el texto presenta un panorama de la década de 1930, en la que las democracias


occidentales, incluidos Estados Unidos, inicialmente adoptaron una política de aislamiento y
neutralidad frente a la creciente agresión de las potencias totalitarias. Sin embargo, a medida
que la amenaza totalitaria se hizo más evidente, se despertó una creciente conciencia de la
necesidad de enfrentarla y prepararse para la guerra.

También podría gustarte