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en la década posterior a la Primera Guerra Mundial. Los autores exploran la transición desde
un período de internacionalismo y promoción del liderazgo mundial de los Estados Unidos bajo
presidentes como Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson hacia un aislamiento y un enfoque
más nacionalista bajo la administración republicana de Warren G. Harding, Calvin Coolidge y
Herbert Hoover. .
En los años de la posguerra en Estados Unidos, tres presidentes, Wilson, Coolidge y Hoover,
representaron distintas facetas de la sociedad estadounidense. Wilson encarnó el idealismo
que quedó atrás después de la guerra, mientras que Coolidge resumió el espíritu burgués y
materialista de la década de 1920. La sociedad se entregó al afán de ganar y gastar dinero,
convirtiendo al negocio en el centro de su vida.
El crecimiento urbano fue un fenómeno importante durante este período, con más de la mitad
de la población viviendo en ciudades. Las ciudades se convirtieron en centros de industria,
negocios, entretenimiento, educación y cultura. La influencia de la vida urbana se expande por
todo el país, reemplazando el provincialismo con la estandarización.
El automóvil jugó un papel fundamental en esta era, ya que no solo proporcionó una nueva
forma de transporte, sino que también cambió la forma en que la gente vivía y trabajaba. Las
películas y la radio también fueron factores importantes en la vida social, transmitiendo
valores y estableciendo tendencias culturales.
A pesar de la aparente conformidad de la sociedad de la posguerra, hubo una creciente
intolerancia hacia los no conformistas. El nacionalismo se volvió chauvinista y el aislacionismo
se convirtió en una ideología política y moral. Hubo hostilidad hacia los extranjeros y las ideas
extranjeras, y el Ku Klux Klan propagó la supremacía aria y el temor entre católicos, negros y
judíos. Sin embargo, a pesar de esta intolerancia, hubo una corriente de disensión y protesta,
con revistas liberales, poetas, novelistas y defensores de las libertades personales.
Las causas de esta depresión fueron múltiples. En primer lugar, la capacidad productiva de la
nación superaba su capacidad de consumo, ya que gran parte del ingreso nacional estaba en
manos de un pequeño porcentaje de la población. En segundo lugar, las políticas arancelarias y
de deudas de guerra habían dañado los mercados extranjeros para los productos
estadounidenses. En tercer lugar, la expansión descontrolada del crédito y la especulación
habían inflado artificialmente el mercado de valores y los precios de las propiedades.
A medida que la crisis empeoraba y la depresión se prolongaba, la nación se volvía hacia los
demócratas en busca de soluciones. En las elecciones de 1932, Franklin D. Roosevelt, un
demócrata, ganó la presidencia con un margen significativo. Prometió un "Nuevo Trato" para
la nación y su liderazgo carismático le ganó el apoyo de la mayoría del país.
La Gran Depresión fue una época de sufrimiento y dificultades extremas para millones de
estadounidenses, y marcó un punto de inflexión en la historia económica de Estados Unidos. La
respuesta gubernamental inadecuada bajo Hoover llevó al cambio político y al ascenso de
Roosevelt y su enfoque de intervención activa del gobierno para enfrentar la crisis económica.
Roosevelt asumió la gubernatura de Nueva York en 1928 y fue reelegido en 1930, lo que lo
convirtió en el líder demócrata mejor informado en 1932. Su liderazgo se basaba en una
profunda fe en el pueblo común y la democracia, además de su aguda comprensión política. .
Era un pragmático en cuanto a los medios, pero consistente en cuanto a los fines, y sabía que
la política era tanto un arte como una ciencia.
El Nuevo Trato de Roosevelt, aunque a menudo se percibió como una revolución, en realidad
era profundamente conservador. Buscó proteger la esencia de la democracia estadounidense y
mantener un equilibrio entre diversos intereses, preservando la Constitución, la seguridad y la
libertad. Las reformas legislativas que se implementaron fueron en gran medida evolutivas y se
basaron en políticas y propuestas previas, desde el conservacionismo de Theodore Roosevelt
hasta la regulación de los ferrocarriles y trusts desde la década de 1880. El Nuevo Trato
también abordó la reforma de la banca. , la moneda, la agricultura, el trabajo y la justicia, y
continuaron las políticas tradicionales en asuntos internacionales, como la seguridad nacional
y la promoción de la democracia en el mundo occidental.
En resumen, Franklin D. Roosevelt fue un líder que ganó la presidencia en un momento crítico
de la historia de Estados Unidos y prometió un Nuevo Trato que buscaba proteger y preservar
los valores democráticos y restaurar la economía del país mediante una serie de reformas
evolutivas y basado en políticas previas. Su liderazgo se basó en una profunda fe en la
democracia y el pueblo común, así como en su habilidad para combinar pragmatismo con
consistencia en la consecución de sus objetivos políticos.
El ámbito cultural también se beneficia del Nuevo Trato, con patrocinio federal para escritores,
artistas, músicos y proyectos de embellecimiento de edificios públicos, enriqueciendo la vida
cultural de la nación.
A pesar de estos desafíos, el Nuevo Trato logró importantes avances en el ámbito de las
reformas permanentes. Se llevaron a cabo reformas en la banca, la energía hidráulica, la
agricultura, las relaciones laborales, la seguridad social y la política fiscal. Se establecerá una
regulación más estricta de los bancos y se garantizarán los depósitos. El país abandonó el
patrón oro y devaluó el dólar para controlar la inflación y aumentar los precios de los
productos. Se implementó un control riguroso sobre la venta de valores y se deshicieron de las
grandes compañías holding que habían ejercido un control excesivo sobre la industria
eléctrica. Se promulgaron códigos de conducta empresarial para poner fin a la competencia
desleal y se aumentaron los impuestos a los ricos y a las corporaciones.
El triunfo de Roosevelt fue especialmente notable en las ciudades, donde su apoyo era sólido.
Este resultado reflejaba el control que ejercía sobre las áreas urbanas y la influencia que tenía
en los estados que albergaban las principales ciudades de la nación. Roosevelt no solo derrotó
a los republicanos, sino que también venció a una Liga Lincoln, que incluía a demócratas
conservadores como John W. Davis y Alfred E. Smith.
En su discurso de campaña, Roosevelt reconoció la existencia de poderosas fuerzas
reaccionarias que buscaban restaurar un gobierno apático e ineficaz. Había grupos extremistas
y líderes demagógicos que habían surgido en medio de la depresión y la agitación
internacional, como la agresión japonesa en China y el estallido de la Guerra Civil en España.
Uno de los grupos extremistas mencionados fue la "Share-the-Wealth Society" liderada por
Huey Long, que había sido gobernador y senador de Luisiana y que promovía ideas populistas.
Tras su asesinato en 1935, la amenaza de un régimen semi fascista en Luisiana se desvaneció,
pero algunas de sus ideas fueron adoptadas por grupos como el del doctor Francis Townsend y
el padre Charles Coughlin, quienes propusieron candidatos en 1936. Estos personajes
promovían planes de seguridad, medidas sociales y económicas, pero también difundían
discursos de odio y desconfianza hacia el extranjero. A pesar de su fervor, su impacto fue
limitado, ya que el candidato William Lemke no obtuvo más de 900.000 votos.
En el ámbito agrícola, se buscarán elevar los precios de los productos, reducir la producción
excesiva, conservar la fertilidad del suelo, proporcionar créditos a los agricultores y abrir
nuevos mercados. Se promulgaron leyes como la Ley de Ajuste Agrícola y la Ley de Asistencia
al Campo, que incentivaban la reducción voluntaria de la producción a cambio de subsidios.
Además, se otorgaron préstamos respaldados por mercancías para gestionar excedentes y se
desarrolla un control eficiente de la producción agrícola.
Las raíces de la Segunda Guerra Mundial se remontan a la década de 1920, cuando Japón,
Italia y Alemania comenzaron a resentir las restricciones impuestas por los tratados
posteriores a la Primera Guerra Mundial. La depresión económica, la presión demográfica y la
desmoralización también contribuyeron a la búsqueda de soluciones radicales y a la expansión
imperialista.
Las potencias totalitarias avanzaron por el camino de la agresión, forjando poderosos aparatos
militares y amenazando a naciones más débiles. A pesar de las protestas de la Liga de las
Naciones, las democracias no lograron frenar efectivamente estas ambiciones. Estados Unidos
inicialmente observó estos acontecimientos con indiferencia, considerándolos como
problemas de imperialismo común.
Sin embargo, a medida que las agresiones totalitarias se intensificaron, los estadounidenses
comenzaron a comprender la verdadera naturaleza de la amenaza. Los totalitarismos de Italia,
Alemania y Japón subordinan al individuo al Estado o la raza, en contraposición a la filosofía
estadounidense y británica centrada en el individuo y sus derechos y libertades.
Los estadounidenses, inicialmente ansiosos por evitar otra guerra, adoptan una política de
neutralidad estricta, prohibiendo el comercio o el suministro de créditos a cualquier
beligerante. Sin embargo, el presidente Roosevelt intentó movilizar al país moral y
materialmente para hacer frente a la creciente amenaza totalitaria. Propuso una cuarentena
moral contra las naciones agresoras y buscó aumentar los gastos en armamento. A medida que
las políticas totalitarias se volvieron más agresivas, el espíritu estadounidense se fortaleció en
su rechazo a ellas.